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30 AÑOS DEL MST

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL

REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS

AÑO 14 – Nº 657 / Lunes 3 de Febrero de 2014

Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

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HOY:

1) 30 AÑOS DEL MST Y EL ODIO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

2) NARCOTIZADO, YEMEN SE MASTICA SU FUTURO

3) LA CRIMINALIZACIÓN DE LA DESOBEDIENCIA

4) EL OCULTO IMPERIALISMO CANADIENSE

5) LIBIA, LA GUERRA SECRETA

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“El mundo no necesita alternativas de desarrollo sino alternativas
al desarrollo.

El mundo no precisa aprovechar “mejor” el capitalismo, sino
transformarlo.”

. Renée Ramírez Gallegos

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1) 30 AÑOS DEL MST Y EL ODIO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Altamiro Borges (Alai)

La semana pasada, el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra,
MST, celebró 30 años de lucha. Los medios de comunicación
«privados» -en los dos sentidos de la palabra- simplemente omitieron
este importante acontecimiento histórico. Algunos periódicos, como
el oligárquico Estadão, que nació vendiendo anuncios de trabajo
esclavo en el siglo pasado y siempre ha sido un enemigo acérrimo de
las movilizaciones sociales, incluso publicó un editorial con sus
viejos ataques contra el MST. Los medios impresos alternativos, con
sus escasos recursos -el gobierno prefiere colocar sus anuncios en los
medios de comunicación de los grandes agricultores – destacaron la
larga y exitosa trayectoria de este movimiento social y plantearon con
seriedad sus retos a futuro.

Vale destacar la entrevista a João Pedro Stédile realizada por los
periodistas Igor Carvalho y Glauco Faria, de la Revista Fórum
Digital. Los autores señalan que hay varias razones para celebrar el
aniversario. «Con presencia en 23 estados además del Distrito
Federal, y más de 900 asentamientos que albergan a 150 mil familias,
el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra cumplió 30 años en
esta semana. Creado en enero de 1984, en un encuentro nacional que
reunió a 80 trabajadores del campo en Cascavel (Paraná), el
movimiento realizó a lo largo de su historia más de 2500
ocupaciones, creo 2000 escuelas en los asentamientos y entre otros
logros se destaca el acceso al crédito para la producción.»

En la entrevista, el miembro de la coordinación nacional del MST da
una visión general del movimiento y señala los retos a futuro de la
lucha por la reforma agraria en Brasil. João Pedro Stédile afirma
que es necesario actualizar esta bandera de lucha, como resultado de
los cambios en el campo, en los últimos años. «El capital está
adoptando un modelo de explotación de la agricultura llamado
agronegocio. En este modelo, hay una nueva alianza entre las clases
dominantes, que agrupa a los grandes propietarios de tierras, empresas
transnacionales y medios de comunicación burgueses. Ellos utilizan
todos sus instrumentos, como el Poder Judicial y el Congreso, para
defender su propuesta, desmoralizar la reforma agraria y toda la lucha
social en el campo».

«Hubo un cambio, en los últimos años, en nuestro programa agrario y
creamos lo que llamamos la propuesta de reforma agraria popular. En el
período anterior, dominado por el capital industrial, existía la
posibilidad de una reforma agraria de tipo clásico, que representaba
la democratización de la propiedad de la tierra e integrar a los
campesinos en el proceso. Pero ahora, la economía mundial está
dirigida por el capital financiero e internacional. En el campo, este
modelo implementó el agronegocio, que excluye y expulsa a los
campesinos y la mano de obra del campo. Ahora, no sólo basta con
distribuir la tierra, porque el proceso en curso es de concentración
de la propiedad de la tierra y la desnacionalización».

Stédile también critica el ritmo actual de las expropiaciones de la
tierra. «En el gobierno de Dilma, este proceso está totalmente
paralizado, como resultado de una correlación de fuerzas más
adversas, por la base social y política que conforman el gobierno, y
una impresionante incompetencia operativa de los sectores que
constituyen el gobierno». Para él, la lucha por la tierra pasa hoy,
más que nunca, por profundos cambios políticos en el país. Él
aboga por la urgencia de la reforma política, el fin del
financiamiento privado de las campañas electorales y el fin del
monopolio de los medios de comunicación. Sin superar esos
obstáculos, entre otros, la reforma agraria no avanzará en el país.

La próxima semana, más de 15 mil líderes sin tierra se reunirán en
Brasilia en un congreso que definirá los pasos a seguir en la lucha
por la reforma agraria y el cambio político en el país. Los medios
de comunicación «privados», que hasta ahora tiene un silencio casi
absoluto por los 30 años del MST, hasta podrían informar sobre el
encuentro. Pero tienden a seguir la línea reaccionaria del editorial
del Estadão publicado el pasado martes (21). Para el periódico, que
no oculta sus vínculos con los grandes agricultores, el movimiento
«se enfrenta a una grave crisis de identidad» y tiende a desaparecer.
El editorial elogia el agronegocio, «la gallina de los huevos de oro
de la economía nacional», y condena el «sesgo ideológico»,
socialista del MST. En la práctica, el texto confirma la tesis de
Stédile, de que la reforma agraria en el país sólo avanzará con el
fin del latifundio en los medios de comunicación.

– Altamiro Borges, periodista brasileño, es Presidente del Centro de
Estudos da Mídia Barão de Itararé

LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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2) NARCOTIZADO, YEMEN SE MASTICA SU FUTURO

Cam McGrath (IPS)

La capital de Yemen, Sana’a, tiene más de 2.500 años de
antigüedad, lo que la hace una de las ciudades habitadas más
antiguas del mundo. Pero está viviendo tiempo prestado.

Más de la mitad de los cuatro millones de habitantes que tendrá
Sana’a en 2030 no contarán con alimentos suficientes, advierten
economistas. Pero antes de que eso pase, la ciudad se quedará sin
agua. “Sana’a consume agua mucho más rápido que lo que la
naturaleza la reemplaza”, dice el hidrólogo Noori Gamal, del
Ministerio del Ambiente. “La napa freática se reduce seis metros
por año. Para 2025, podría ser la primera capital del mundo en
quedarse sin agua”.

Yemen es un país árido y su capital recibe apenas 20 centímetros de
precipitaciones por año. Pero el clima no es la razón del veloz
agotamiento de sus recursos hídricos subterráneos. La culpa es
enteramente humana. La obsesión por el qat (Catha edulis), una hierba
cuyas hojas de sabor amargo liberan al masticarlas una sustancia
similar a las anfetaminas, está arruinando la economía yemení y
bebiéndose su preciosa agua.

Treinta años atrás, la masticación de hojas de qat era un
pasatiempo ocasional. Hoy es parte esencial de la vida cotidiana en
este empobrecido país árabe de 26 millones de habitantes: 70 por
ciento de los hombres y un tercio de las mujeres la consumen
habitualmente. Se estima que cada día se gastan 20 millones de
dólares en qat, y 80 millones de horas de trabajo se pierden por su
consumo.

“El día entero gira en torno al qat”, dice a IPS el vendedor de
cueros Ali Ayoub, que dedica a la masticación cuatro horas diarias.
Pueden ser más si hay una boda u otra celebración. “A las dos de
la tarde ya no encontrará a nadie trabajando. Todo el mundo se va
temprano para comprar qat”.

Como muchos otros pobres, Ayoub gasta más dinero en la droga que en
alimentos para su desnutrida familia. Él argumenta que el qat
estimula la mente y ofrece un escape a la dura existencia yemení:
pobreza absoluta, gran desempleo y enfrentamientos políticos. “La
gente dice que el qat es la raíz de los problemas de Yemen, pero es
solo un síntoma”, añade.

A medida que crece la afición por el qat, los agricultores, atraídos
por las ganancias que deja, abandonan los cultivos tradicionales de
alimentos y de exportación. En 1997, había unas 80.000 hectáreas
plantadas de qat. Para 2012 ya eran 250.000 hectáreas, según cifras
oficiales. La plantación de qat, que crece 10 por ciento al año, ha
desplazado al trigo y al maíz, elevando los precios de los alimentos.
Esto se vuelve contra los pobres, que constituyen 40 por ciento de la
población.

“Hasta la década de 1980, más de 90 por ciento de la producción
de alimentos era local, pero, por culpa del qat, Yemen debe importar
ahora 90 por ciento de sus alimentos”, dice Gamal a IPS. Según su
estimación, cada hectárea de qat consume 50 por ciento más agua que
una hectárea de los cereales desplazados por la droga.

En general, los agricultores riegan los árboles de qat con agua
bombeada de acuíferos que se cargaron con las lluvias ocasionales
filtradas a través del suelo y la roca, durante miles de años.
Fuentes del gobierno estiman que los campos de qat absorbieron el año
pasado más de 1.000 millones de metros cúbicos de agua, lo que
representa un tercio de todo el consumo de recursos hídricos
subterráneos.

Este país ya tiene una disponibilidad anual de agua por persona de
las más bajas del mundo: 125 metros cúbicos, cuando el promedio
mundial es de 7.500 metros cúbicos. A menos que se tomen medidas
drásticas, esta proporción caerá a 55 metros cúbicos por persona
para 2030. Una población con una disponibilidad anual de menos de
1.000 metros cúbicos por persona enfrenta escasez hídrica. Y un ser
humano necesita 100 metros cúbicos de agua por año para sobrevivir.

Las autoridades sanitarias notan, además, un alarmante aumento de
problemas de salud vinculados al qat. Un estudio de la Universidad de
Adén encontró más de 100 tipos de plaguicidas en el cultivo. Se
sabe que muchos de ellos ingresan al organismo de los bebés a través
de la leche materna. Según el Ministerio de Salud, un incremento de
70 por ciento de nuevos casos de cáncer es atribuible a plaguicidas
cancerígenos que los cultivadores emplean para elevar la producción
de qat.

Los tumores de boca y de garganta son generalizados, y superan con
creces los promedios mundiales. Nasser Al-Shamaa, secretario general
de la no gubernamental Fundación Eradah por una Nación Libre de Qat,
compara la masticación de esta droga con el tabaquismo. Mientras este
hábito siga gozando de amplia aceptación social, será muy difícil
afianzar las iniciativas de erradicación, sostiene.

Además, hay que pasar por encima de los obstáculos que oponen
funcionarios de gobierno con intereses personales en la producción y
distribución de qat, de las que obtienen dinero tanto sea cobrando
impuestos como sobornos. “Llevará tiempo cambiar las percepciones
sobre el qat”, dice Al-Shamaa. “Pero tiempo es lo que no tenemos;
se está destruyendo nuestro futuro”.

LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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3) LA CRIMINALIZACIÓN DE LA DESOBEDIENCIA

Verónica Gago* (Le Monde Diplomatique)

La creciente tendencia mundial de transformar en criminales a las
personas que ejercen un derecho democrático fundamental, como es el
derecho a la protesta, muestra la incapacidad que hoy padecen los
Estados tanto para leer y satisfacer las demandas sociales como para
hacer frente a la emergencia de nuevos conflictos.

Las protestas masivas que estallaron recientemente en diferentes
partes del planeta marcan el comienzo de una nueva época. De Canadá
a Portugal, de Brasil a Egipto, de Nueva York a Grecia, la explosión
callejera cuestiona a los gobiernos –o a algunas de sus medidas– y
exige reformas vinculadas a los servicios sociales y urbanos
(transporte, educación, concentración mediática, entre otros); al
tiempo que emergen nuevos conflictos que –como señala Gastón
Chillier, director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS)– obligan a ampliar y complejizar la noción misma de
“protesta social” ya que ésta hoy excede la simple forma de
manifestación o asamblea.

En Argentina este nuevo modo de protesta “se inició con las
movilizaciones de 2001, inaugurando un tipo diferente de
participación social, que va más allá del ámbito electoral, y que
establece una forma particular de ampliar los límites
democráticos” (1). Las recientes manifestaciones que estallaron en
el país responden a litigios por la tierra, en una economía de
conflictos que va de las tomas urbanas –como el caso del Parque
Indoamericano en la Ciudad de Buenos Aires– a los desalojos rurales
vinculados al neo-extractivismo. Nuevas formas de violencia emergen a
la vez relacionadas con lo que los medios de comunicación hoy
categorizan como “guerra contra el narcotráfico” y que ubican al
país frente a una encrucijada (2).

“Recuperen las calles”

El movimiento de derechos humanos en este contexto se encuentra en
pleno proceso de reconfiguración mundial a la vez que es desafiado
por los nuevos conflictos que ponen a prueba su capacidad de respuesta
y relanzamiento como herramental discursivo, político y jurídico. El
11 de septiembre de 2001 es la fecha de la declinación de un tipo de
liderazgo ético de organizaciones de derechos humanos con base en
Estados Unidos y, sobre todo, es el momento que marca un punto de
inflexión en el accionar de algunos gobiernos frente al conflicto por
la aprobación de “leyes antiterroristas”.

Desde entonces se produce un cambio tan fundamental como preocupante:
las estrategias de represión clandestina que marcaron las épocas
dictatoriales buscan dejar de ser ilegales para legalizarse, como es
el caso de los drones, las ejecuciones selectivas, las requisas e
interrogatorios, la desaparición forzada de personas y el espionaje a
escala de masas. Estas prácticas desdibujaron las tareas
tradicionales de los organismos internacionales que se concentraban
sólo en el monitoreo y la vigilancia ya que perdieron progresivamente
fuerza y eficacia.

El accionar argentino en el campo de los derechos humanos es así
desafiado por este cambio sustancial, tanto en lo que refiere a sus
militancias como a sus organismos y, en particular, a la articulación
entre ambas partes. En esta línea, el CELS acaba de presentar una
iniciativa que reconoce y opera sobre este nuevo paradigma. La
International Network of Civil Liberties Organizations (INCLO) es un
grupo de diez organizaciones nacionales que asumen este cambio en la
intervención vinculada a los derechos humanos en el marco global. Las
organizaciones asociadas se definen por su enraizamiento nacional más
que por su sobrevuelo o paracaidismo internacional. Se reconocen por
la articulación territorial que tienen con movimientos y
organizaciones populares más que por que su impacto sea únicamente
institucional o de expertise técnico. Combinan actividades de litigio
estratégico, campañas legislativas, educación pública e incidencia
política como forma de intervenir de manera independiente respecto a
los gobiernos y abrir este nuevo campo de problematización de la
represión y el conflicto social, tanto a nivel nacional como a nivel
de la agenda global.

Pero este sistema supone un cambio de herramientas: la necesidad de
vinculación con el activismo y la militancia en red, la cercanía con
los afectados –que ya no son las víctimas tradicionales de derechos
humanos, sino víctimas de derechos sociales y económicos– y la
investigación de la cara más violenta del Estado en las cárceles,
así como la combinación de redes estatales y no estatales que
actúan ilegalmente.

Este consorcio de organizaciones acaba de presentar la investigación
Recuperen las calles. Represión y criminalización de la protesta en
el mundo. La frase que titula el informe salió de la boca de un alto
comandante de la Policía de Toronto cuando en junio de 2010 miles de
personas se manifestaban en esa ciudad canadiense contra la Cumbre del
G20. Esa orden, afirma el informe, es “un ejemplo emblemático de un
alarmante patrón de conducta por parte de los gobiernos: la tendencia
a transformar a las personas que ejercen un derecho democrático
fundamental, como es el derecho a la protesta, en una amenaza que
amerita una respuesta estatal contundente”. El documento analiza de
manera detallada la situación en nueve países (Argentina, Canadá,
Egipto, Estados Unidos, Israel, Hungría, Kenia, Reino Unido y
Sudáfrica), seleccionados por considerarlos “reacciones estatales
únicas en contextos nacionales únicos” ya que involucran, además
de las fuerzas represivas, al sistema judicial como actor clave en las
estrategias de judicialización y criminalización de las
desobediencias.

En este sentido, Luciana Pol –coordinadora del Programa Violencia
Institucional y Políticas de Seguridad del CELS– vincula
concretamente este tema con el caso del Parque Indoamericano, que
impulsó la creación del Ministerio de Seguridad en 2010, al afirmar:
“Los referentes sociales, que en medio de la crisis resultaron
claves para habilitar diálogos con el poder político, fueron
acusados de ‘usurpación’ y criminalizados por la propia
justicia”.

Nuevos conflictos

A partir de una serie de episodios que ligan los territorios del
conurbano bonaerense con la periferia rosarina y los desalojos en
Santiago del Estero, el Instituto de Investigación y Experimentación
Política (IIEP) señaló que estamos ante un nuevo tipo de conflicto
social que desafía a las organizaciones populares y que “es la
consecuencia de los rasgos más agresivos de los modos de acumulación
desarrollados durante la última década, como las industrias
extractivas, el narcotráfico, el boom inmobiliario y el
agro-business”.

La hegemonía rentística de los actuales negocios estaría así en la
base de una conflictividad que cambia su naturaleza respecto de los
acontecimientos de la crisis de 2001. La expansión de las fronteras
agrarias y mineras y la valorización especulativa de las periferias
urbanas a través del narcomenudeo estructuran de manera compleja y
heterogénea “una soberanía paraestatal, en torno a formas de
propiedad articuladas por instrumentos financieros muy abstractos, con
dinámicas represivas en manos de bandas y de una policía en estado
de excepción. Las nuevas soberanías regulan a su manera los
territorios, sustentando, penetrando, desbordando y amenazando a las
instituciones públicas”.

La investigadora argentino-brasileña del Consejo Nacional de
Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), Rita Segato, ha
conceptualizado recientemente esta articulación entre economías
ilegales, nuevas violencias y redes mixtas como “Segunda
Realidad”. Ésta es especular al sistema político y a las
instituciones estatales en general. “Y es operada por un segundo
Estado, marcado por la acción de corporaciones armadas propias,
sicariatos organizados y conducidos por cabezas que actúan a nivel
local, barrial, y otras más distantes, a distancias sociales por el
volumen de capital que circula, y a distancias geográficas que no se
pueden verificar pero sí suponer por la recurrencia de ciertas
tácticas, por la sistematicidad de su forma de operar en localidades
distantes e inclusive cruzando fronteras nacionales y continentales.
El accionar de esas corporaciones armadas tiene por finalidad proteger
la propiedad, el comercio ilegal, el flujo de los capitales sumergidos
y la propia intocabilidad de este ambiente. Es, por esto, un Segundo
Estado, con sus leyes, fuerzas de seguridad y organización propia.”

Y agrega: “El efecto, para toda la sociedad, de la existencia
subterránea de esos elementos es la expansión de un escenario
bélico caracterizado por la informalidad; un tipo de
guerras no convencionales, en las que las facciones en conflicto por
la apropiación territorial de espacios barriales y personas, en
general jóvenes reclutas que se agregan a sus fuerzas, no usan
uniformes ni insignias y expresan su poder jurisdiccional con una
ejemplaridad cruel”. Para Segato, aun no hay un lenguaje para hablar
de estas nuevas formas de la guerra que, incluso, no están legisladas
en ningún lugar. “La segunda realidad es un campo incierto
completamente, un pantano. No es fácil entender contra quién estamos
actuando” (3).

En este punto, se trataría de un avance contra elementos
fundamentales del herramental democrático construido por las luchas
de los derechos humanos desde 1983. Pero también de aquellos
conquistados por las movilizaciones de 2001 y su posterior
inscripción democrática como derechos sociales. El mapa actual de
las protestas y el conflicto vuelve a reclamar a las militancias y a
los expertos en la defensa de los derechos humanos una actualización
para tener una verdadera capacidad de intervención política.

Articulaciones estratégicas

El ciclo de las protestas globales pone de relieve varios desafíos a
la vez. Por un lado, la necesidad de una perspectiva que contemple
tanto la discontinuidad y variedad de las protestas como los elementos
comunes vinculados a las exigencias democráticas que provienen, como
la fuerza y el ímpetu de innovación, desde fuera de los ámbitos
institucionales.

Una teoría política nueva se discute en torno a estas formas
diferentes de hacer, reclamar y organizarse respecto a los movimientos
revolucionarios de otras épocas. La discusión reside entonces en el
modo en que estas subjetividades políticas interpelan a las
instituciones y a algunas categorías clásicas como las del derecho,
la ciudadanía y la inclusión. La novedad reside en los actores
involucrados y las dinámicas en juego, que van desde la
proliferación de economías ilegales hasta la mixtura de formas de
poder estatal y paraestatal, transnacional y barrial. Se destaca así
la dimensión fuertemente territorial de estos conflictos que suelen
quedar relegados cuando se enfatiza sobre todo el uso de las
tecnologías comunicativas o se pone el foco sólo en las
movilizaciones masivas discontinuas.

Esta nueva forma de protesta hoy desafía a los organismos de derechos
humanos ya que se ven obligados a actualizar su forma de intervenir y
vincularse con las organizaciones locales y litigar frente a la
emergencia de los nuevos ilegalismos para no tornarse ineficaces. Los
Estados también se ven afectados frente a estos territorios que dejan
de ser estrictamente periféricos o suburbanos para convertirse en
nodos de pujantes negocios y disputas, en muchos casos con conexiones
transnacionales. En el caso de Argentina, las procuradurías
temáticas (que investigan delitos financieros, el narcotráfico,
entre otros) son formas institucionales que buscan construir
herramientas de intervención acordes a estos conflictos. Aun así, lo
que queda en clave aun experimental son las formas posibles de
articulación entre estas herramientas, organizaciones y dinámicas
bien heterogéneas entre sí y su capacidad de construir un lenguaje
que dé cuenta de esta novedad.

1. Entrevista de la autora con Gastón Chillier, director ejecutivo
del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), 25-10-13.

2. Véase el dossier “El desafío narco”, Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, Buenos Aires, diciembre de 2013.

3. Entrevista inédita, de próxima aparición en Territorio,
soberanía y crímenes de segundo estado, Tinta Limón Ediciones,
Buenos Aires.

* Doctora en Ciencias Sociales (UBA), miembro del Colectivo
Situaciones.

LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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4) EL OCULTO IMPERIALISMO CANADIENSE

Fernanda Sánchez Jaramillo (Rebelión)

Entrevista a Todd Gordon, académico canadiense y autor del libro
«Canadá Imperialista»

FSJ: El imperialismo y el capitalismo canadiense maduró
significativamente en diferentes formas durante las últimas dos
décadas. ¿Podría mencionar las más importantes?

TG: El más grande es el crecimiento de su internacionalización. Ha
habido un mito en la “izquierda” canadiense (y en otras partes en
la sociedad canadiense) de que Canadá no tiene su propio capitalismo,
de que es económicamente dominado por Inglaterra y por Estados
Unidos.

Algunos escritores han usado el lenguaje de la dependencia para
describir a Canadá –agregando el adjetivo “rica” dependencia.
Esto es profundamente engañoso, superficial y un mal análisis que
nunca explicó la dinámica del capitalismo canadiense y el rol
internacional de los capitalistas canadienses.

Hubo gente que en los años 70´s y 80´s retó esto pero ellos
estaban nadando contra la corriente. Ese análisis de la “rica”
dependencia no es contundente y eso se hizo evidente, especialmente,
en la mitad de los 90´s. Las corporaciones canadienses son una red de
inversionistas internacionales, con una importante presencia en todo
el mundo, especialmente Latinoamérica.

Estas tienen la orientación más agresiva hacia la inversión
extranjera, en términos relativos y absolutos, (medido con respecto
al producto interno bruto). La minería canadiense domina la industria
globalmente, con casi dos tercios de toda las compañías mineras con
base en Canadá.

Uno de los más grandes fabricantes de medias y camisetas (Gildan) es
canadiense, cinco de los bancos más grandes de Norteamérica son
canadienses; tres de ellos, Scotia, RBC and CIBC, juegan un importante
rol en el Caribe y otros países latinoamericanos.

FSJ: Canadá es ahora más visible en la política internacional y
juega un rol más activo. ¿Le ayudaron los medios corporativos a
mantener ese bajo perfil mientras el país extendía sus tentáculos
alrededor del mundo, especialmente en Latinoamérica?

TG: Con muy pocas excepciones, los medios canadienses ofrecieron muy
poco cubrimiento de lo que las compañías canadienses han hecho en el
exterior; excepto por celebrar su éxito pero no proporcionaron un
análisis significativo de derechos humanos y abusos ecológicos
cometidos por estas compañías.

Tampoco acerca de cómo las políticas de seguridad y relaciones
internacionales están ligadas a la internacionalización del capital
canadiense. Esto las convierte, como a muchos medios en el mundo, en
medios corporativos, que buscan la ganancia y están vinculados a
otros capitalistas a través de la propiedad “cruzada”. Además,
con directores no interesados en retar el dominio del poder
capitalista en nuestras vidas.

FSJ: Canadá ha dado muestras de su imperialismo a través de los
tratados de libre comercio, que incluyen la inversión pero también a
través de las ONG´s en los mismos países cuyos recursos se está
llevando. ¿Qué piensa usted de las ONG´s y la “ayuda para el
desarrollo” como extensión del imperialismo canadiense?

TG: Existe una larga historia pero en los años más recientes, hemos
visto una más agresiva orietanción por parte e las ONG´s para ligar
su trabajo en apoyo de las compañías mineras canadienses. Tratan de
comprar comunidades en el Sur Global que no quieren mineras
canadienses a su alrededor. Estas comunidades saben que estas
inversiones llevan al abuso de los derechos humanos, la destrucción
del medio ambiente, incrementa la iniquidad y no mejora los
estándares de vida, al contrario, los empeora. Esta es la conclusión
de las investigaciones acerca del impacto de la minería canadiense en
el Sur Global.

Entonces, siendo un estado imperialista, Canadá no desalienta a las
compañías en su afán de conseguir los proyectos de inversion; el
Estado proporciona fondos a las ONG´s que intentan comprar a las
comunidades locales con clínicas médicas o programas de agua
potable, las cuales no compensan por los daños a largo plazo de las
compañías canadienses.

FSJ: ¿Por qué los académicos canadienses son reacios a aceptar que
Canadá es un imperio en sí mismo, no inocente en lugar de pretender
que Estados Unidos está detrás de ellos?

TG: Creo que hay algunas razones. El sistema universitario canadiense,
en general, no capacita a la gente para pensar críticamente, para
mirar estructuras sistémicas de iniquidad o para confrontar el poder.

Las ciencias sociales fueron históricamente diseñadas, y aún lo
son, para reproducir el poder y el privilegio desarrollando teorías-
a veces elaboradas, pero casi siempre crudas y simplistas,
justificando la naturalización de la iniquidad con base en la clase,
la etnia, el género o la región. Para alterar el sistema educativo
-y hacerlo más crítico y retar el poder y la dominación- sería
esencial reemplazarlo.

Hay algo importante que señalar con el crecimiento de la
internacionalización del capital canadiense: la destinación de
fondos para programas universitarios y centros de investigación. Esto
en relaciones internacionales, negocios e ingeniería.

FSJ: Canadá trabajó muy duro para presentar una linda fachada en el
sistema internacional. ¿Qué herramientas le ayudaron al país a
lograr este objetivo y qué herramientas se pueden usar para exponer
su verdadero “rostro”?

TG: Parte del mito “Canadá el bueno” está fundamentado en el
hecho de que somos vecinos de un super poder, el cual obviamente
lidera y y es la cara global del imperialismo. Entonces, Estados
Unidos recibe mucha atención en el mundo y en Canadá; como
resultado, Canadá puede ser fácilmente presentado como no
imperialista.

Pero también creo que generaciones de propaganda en el sistema
educativo y los medios: mentiras acerca de Canadá “progresista”,
internacionalista y mantenedor de la paz cuando en realidad
manteniendo la paz no fue nunca progresista, sino siempre una postura
ligada a intereses geopolíticos de la Guerra Fría. Canadá siempre
ha encontrado una forma particular de apoyar directa o indirectamente
el imperialismo global. Eso es algo que a la gente no le han
enseñado.

Yo creo que es importante construir la solidaridad con las luchas en
contra de los predadores corporativos canadienses, en Canadá (los
indígenas contra los oleoductos o los trabajadores contra las
corporaciones que atacan su sustento) y, afuera. Estas luchas son la
lecciones acerca del rol real de Canadá y las corporaciones
canadienses juegan en el mundo. Ellos crearon esa mentira que reclama
que Canadá es de alguna manera diferente a otros poderes
capitalistas, pero hay que recordar que la gente está luchando y es
posible ganar.

FSJ: ¿Hay algo en la “cultura” canadiense
o es manipulación
política lo que convierte a los canadienses en “salvadores del
mundo”, especialmente en países con poblaciones “racializadas”
pero que impide que ellos frenen su propio gobierno e imperialismo?

TG: No estoy seguro de que haya algo específico canadiense en eso. El
imperialismo siempre se promueve con esa ética “civilizador” y a
nosotros nos dicen que Canadá, hace bien en el mundo, que su
política internacional es diseñada para mejorar la vida de la gente.
Eso no es imposible de ver pero, como dijimos, los medios y el sistema
educativo están diseñados para impedir ver esa realidad. Por eso,
los canadienses apoyan la ayuda internacional y programas que se
suponen mejoran la vida de los demás. Creo que hay un componente,
aunque sea embrionario, que es progresista pero es abusado y
manipulado.

Las corporaciones canadienses dañan la vida en el exterior y también
en Canadá. Creo que si se les da la oportunidad los canadienses
concluirían eso también acerca del poder internacional canadiense.

FSJ: ¿Además, del imperialismo canadiense académico, cultural y
económico, qué otras formas de imperialismo ejerce Canadá?

TG: Le agregaría al imperialismo económico, que el imperialismo
ecológico es determinante en las relaciones de Canadá con el Sur
Global. Es decir, la transferencia de riqueza de las compañías
canadienses asociada con la destrucción causada por proyectos mineros
a larga escala. La explotación de los países, sus recursos, la
degradación ecológica que hace más pobres a los países explotados
y a los capitalistas canadienses más ricos.

Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, magíster en relaciones
internacionales y sindicalista

LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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5) LIBIA, LA GUERRA SECRETA

Eric Draitser (CounterPunch)

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Las encarnizadas batallas que actualmente se prolongan en el sur de
Libia no son simples choques tribales. En cambio, representan una
posible germinante alianza entre grupos étnicos libios negros y
fuerzas pro Gadafi que se proponen liberar el país de un gobierno
neocolonial instalado por la OTAN.

El sábado 18 de enero, un grupo de combatientes fuertemente armados
atacó una base de la fuerza aérea en las afueras de la ciudad de
Sabha en el sur de Libia, expulsando fuerzas leales al “gobierno”
del primer ministro Ali Zeidan, y ocupando la base. Al mismo tiempo,
informes del interior del país comenzaron a llegar de que la bandera
verde de la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista ondeaba
sobre una serie de localidades en todo el país. A pesar de la escasez
de información verificable –el gobierno en Trípoli solo ha
suministrado detalles y corroboración vagos– una cosa es segura: la
guerra por Libia continúa.

En el terreno

El primer ministro de Libia Ali Zeidan convocó una sesión de
emergencia del Congreso General Nacional para declarar un estado de
alerta en el país al conocerse la noticia del ataque de la base
aérea. El Primer Ministro anunció que había ordenado a las tropas
en el sur que aplastaran la rebelión, y dijo a los periodistas que:
“Este enfrentamiento continúa, pero será solucionado en unas pocas
horas”. Un portavoz del Ministerio de Defensa afirmó posteriormente
que el gobierno central había recuperado el control de la base
aérea, y declaró que “Una fuerza fue preparada, luego movilizaron
aviones, despegaron y se ocuparon de los objetivos… La situación en
el sur ofreció una oportunidad a algunos criminales… leales al
régimen de Gadafi para aprovecharla y atacar la base Tamahind de la
fuerza aérea. Protegeremos la revolución y al pueblo libio.”

Aparte del ataque contra la base aérea, ha habido otros ataques
contra miembros individuales del gobierno en Trípoli. El incidente
más destacado fue el reciente asesinato del viceministro de
industria, Hassan al-Droui en la ciudad de Sirte. Aunque todavía no
es claro si fue muerto por fuerzas islamistas o por combatientes de la
resistencia Verde, el hecho inconfundible es que el gobierno central
está bajo ataque y no puede ejercer verdadera autoridad o proveer
seguridad en el país. Muchos han comenzado a especular que su
asesinato, en lugar de ser un hecho aislado, selectivo, forma parte de
una creciente tendencia de resistencia en la que figuran de manera
destacada combatientes verdes pro Gadafi.

El aumento de las fuerzas de resistencia Verde en Sabha y otros sitios
es solo una parte de un cálculo político y militar más complejo en
el sur, donde una cantidad de tribus y varios grupos étnicos se han
alzado contra lo que perciben correctamente como su marginación
política, económica y social. Grupos como las minorías étnicas
Tawergha y Tobou, que son ambas grupos africanos negros, han sufrido
crueles ataques de milicias árabes sin apoyo del gobierno central. No
solo estos y otros grupos han sido víctimas de limpieza étnica, sino
han sido sistemáticamente excluidos de la participación en la vida
política y económica libia.

Las tensiones llegaron a un punto crítico a principios de este mes
cuando fue muerto un jefe rebelde de la tribu árabe Awled Sleiman. En
lugar de una investigación oficial o proceso legal, los miembros de
la tribu Awled atacaron a sus vecinos negros Toubou, acusándolos de
haber estado involucrados en el asesinato. Los choques resultantes han
causado docenas de muertos, demostrando una vez más que los grupos
árabes dominantes siguen viendo a sus vecinos de piel oscura como
algo diferente a sus compatriotas. Indudablemente, esto ha llevado a
una reorganización de las alianzas en la región, llevando a un
acercamiento de los Toubou, Tuareg y otros grupos minoritarios negros
que habitan el sur de Libia, el norte de Chad y Níger con las fuerzas
pro Gadafi. Todavía no es claro si estas alianzas son o no son
formales, sin embargo es evidente que muchos grupos en Libia han
llegado a la conclusión de que el gobierno instalado por la OTAN no
ha estado a la altura de sus promesas, y que hay que hacer algo.

La política racial en Libia

A pesar de la retórica altruista de intervencionistas occidentales
hablando de “democracia” y “libertad” en Libia, la realidad es
todo lo contrario, especialmente para libios de piel oscura que han
sufrido la disminución de su estatus socioeconómico y político con
el fin del gobierno de la Yamarihiya de Muamar Gadafi. Mientras esos
pueblos gozaron de una gran medida de igualdad política y protección
legal en la Libia de Gadafi, la era post Gadafi ha llevado a que han
sido prácticamente despojados de sus derechos. En lugar de ser
integrados a un nuevo Estado democrático, los grupos negros libios
han sido sistemáticamente excluidos.

De hecho, incluso Human Rights Watch –una organización que en gran
medida ayudó a justificar la guerra de la OTAN al afirmar falsamente
que fuerzas de Gadafi utilizaron violaciones como arma y preparaban un
“inminente genocidio”– ha informado que: “Un crimen contra la
humanidad de desplazamiento masivo forzado continúa sin tregua,
cuando milicias, sobre todo de Misrata, impidieron que 40.000 personas
de la ciudad de Tawergha volvieran a sus casas de las que habían sido
expulsadas en 2011”. Este hecho, combinado con las horribles
historias e imágenes de linchamientos, violaciones, y otros crímenes
contra la humanidad, presentan un cuadro muy sombrío de la vida en
Libia para estos grupos.

En su informe de 2011, Amnistía Internacional documentó una serie de
flagrantes crímenes de guerra realizados por los así llamados
“combatientes por la libertad” de Libia quienes, a pesar de ser
saludados en los medios occidentales como “libertadores”,
aprovecharon la oportunidad de la guerra para realizar ejecuciones
masivas de libios negros así como de clanes y grupos étnicos
rivales. Esto, por cierto, en marcado contraste con el tratamiento de
libios negros bajo el gobierno de la Yamahiriya de Gadafi que fue
elogiado a lo largo y a lo ancho por el Consejo de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas en su informe de 2011 que señaló que Gadafi hizo
todo lo posible por asegurar su desarrollo económico y social,
específicamente para suministrar oportunidades económicas y
protecciones políticas a libios negros y a trabajadores migrantes de
países africanos vecinos. Teniendo esto presente, no es sorprendente
que Al Jazeera haya citado a un combatiente Tuareg pro Gadafi en
septiembre de 2011 diciendo: “combatir por Gadafi es como un hijo
combatiendo por su padre… dispuestos a luchar por él
hasta la última gota de sangre.”

Mientras los Toubou y otros grupos étnicos negros chocan con milicias
árabes, su lucha debe ser vista en el contexto de una lucha continua
por la paz y la igualdad. Además, el hecho de que deban emprender
esta forma de lucha armada vuelve a ilustrar lo que numerosos
observadores internacionales señalaron desde el comienzo mismo de la
guerra: la agresión de la OTAN nunca tuvo que ver con la protección
de civiles o de derechos humanos, sino con el cambio de régimen por
intereses económicos y geopolíticos. Es un hecho, activamente
suprimido, que a la mayoría de la población, incluyendo a las
minorías étnicas negras, le va mucho peor actualmente en
comparación con su situación bajo Gadafi.

Negros, verdes, y la lucha por Libia

Sería presuntuoso asumir que las victorias militares logradas por la
resistencia Verde pro Gadafi en los últimos días serán duraderas, o
que representan un cambio irreversible en el paisaje político y
militar del país. Aunque es decididamente inestable, el gobierno
títere neocolonial en Trípoli es apoyado económica y militarmente
por algunos de los más poderosos intereses del mundo, haciendo que
sea difícil de derrocar simplemente con pequeñas victorias. Sin
embargo, estos eventos señalan un interesante cambio en el cálculo
en el terreno. Indudablemente existe una confluencia entre las
minorías étnicas negras y los combatientes verdes ya que ambos
reconocen que su enemigo son las milicias tribales que participaron en
el derrocamiento de Gadafi así como el gobierno central en Trípoli.
Queda por ver si una alianza formal emerge de esta situación.

Sin embargo, si se desarrollara una tal alianza, sería un momento
clave en la continua guerra por Libia. Como los combatientes de la
resistencia Verde han mostrado en Sabha, son capaces de organizarse en
el sur del país, donde gozan de un grado mayor de apoyo popular. Se
podría imaginar una alianza en el sur que podría controlar
territorio y posiblemente consolidar el poder en toda la parte sur de
Libia, creando un Estado independiente de facto. Naturalmente, el
grito de la OTAN y sus apólogos sería que se trata de una
contrarrevolución antidemocrática. Esto sería comprensible ya que
su objetivo de una Libia unificada supeditada al capital financiero
internacional y a los intereses petroleros sería irrealizable.

Hay que tener cuidado de no plantear demasiadas suposiciones sobre la
situación actual en Libia, ya que es difícil conseguir detalles
dignos de confianza. Más específicamente, los medios occidentales
han tratado de suprimir completamente el hecho de que la resistencia
Verde existe, y mucho menos aún que es activa y logra victorias. Todo
esto simplemente ilustra aún mejor el hecho de que la guerra por
Libia continúa, quiera o no admitirlo el mundo.

Eric Draitser es fundador de StopImperialism.com y analista
geopolítico independiente basado en la Ciudad de Nueva York. Es
colaborador regular de Russia Today, Press TV, GlobalResearch.ca , y
otros medios noticiosos. Contacto: ericdraitser@gmail.com .

LUNES 3 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR

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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las
ideas

dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante
en

la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual
dominante, la

clase que controla los medios de producción intelectual, de tal
manera que

en general las ideas de los que no disponen de medios de producción

intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. Carlos
Marx

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE

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los temas en cuestión.

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