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A 30 AÑOS DE LA INVASION A GRANADA

POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL

REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS

AÑO 13 – Nº 647/ Lunes 28 de Octubre de 2013

Producción: Andrés Capelán

Coordinación: Carlos Casares

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

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HOY:

1) NO SE OLVIDEN DE MAURICE BISHOP

2) EFRAÍN RIOS MONTT PODRÍA SER AMNISTIADO

3) CUBA: POLÍTICA Y REFORMAS AL SON DE UN NUEVO RITMO

4) MOZAMBIQUE AL BORDE DE UNA NUEVA GUERRA CIVIL

5) AHORA RUSIA INVENTA UN ENEMIGO INMIGRANTE

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“El mundo no necesita alternativas de desarrollo sino alternativas
al desarrollo.

El mundo no precisa aprovechar “mejor” el capitalismo, sino
transformarlo.”

. Renée Ramírez Gallegos

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1) NO SE OLVIDEN DE MAURICE BISHOP

Maurice Bishop in memorian

Yoel Pérez Marcano (Alai)

Uno de los acontecimientos políticos más importantes producido en el
área del Caribe a finales del siglo XX fue la Revolución
Granadiense, encabezada por un joven descendientes de esclavos,
abogado de profesión y militante anticolonialista de nombre Maurice
Bishop, quien se atrevió a desarrollar de una revolución
democrática, soberanista, anticapitalista, antimperialista y de
profundo cambio social, en una minúscula isla de apenas 360 kms.
cuadrados y 80 mil habitantes, en desafío a los poderes neocoloniales
de la región, a la potencia colonial británica y a los Estados
Unidos de América, pagando con su valiosa vida su osadía libertaria
pero sembrando en esas aguas del Mar de los Caribeños un ejemplo
imperecedero de dignidad y valentía revolucionaria que hoy semillan
en los procesos de cambios que se vienen desarrollando en esa región
de Nuestra América.

Maurice Bishop, como la inmensa mayoría de los habitantes de la isla
de Grenada, antiguamente conocida por su variada especie para
alimentos y medicinas, era un descendiente de esclavizados comprados
en la costa occidental del continente africano por las empresas
esclavistas portuguesas, británicas, francesas y españolas para ser
vendidos en las islas del Mar Caribe y en otras posesiones coloniales
europeas en el continente americano como mano de obra esclava para el
trabajo en las plantaciones, minas y como servidumbre; poblaciones que
a lo largo de los siglos VII al XIX realizaron diversas rebeliones
sociales y movimientos políticos dirigidos a alcanzar su libertad, la
derogación del sistema esclavista, la igualdad con el resto de los
habitantes de estos países e, incluso, la creación de su propio
Estado, como lo lograron con la fundación de la República de Haití.

Al triunfo electoral de 1979 de abogado Maurice Bishop y su partido
Movimiento de la Nueva Joya, desarrolló un programa progresista de
economía mixta, basado en la descolonización de Granada del Reino
Unido, el desarrollo de relaciones diplomáticas con todos los países
del planeta, la utilización de la cooperación internacional hacia el
mejoramiento de las condiciones de vida de la población y la
construcción de un modelo económico con bajo la rectoría del Estado
e integrado en la Comunidad y Mercado Común del Caribe, para lo cual
contaba con el apoyo solidario de la República de Cuba y la Unión
Soviética; relación que resultó inaceptable para el gobierno de los
Estados Unidos , encabezado por Ronald Reagan.

La revolución granadiense, bajo la dirección de Maurice Bishop, se
desarrolló entre los años 1979 y 1983 y tuvo como escenario
favorable el proceso de descomposición política y moral irreversible
de las elites colonialistas y neocolonialistas gobernantes y la
presencia de una crisis económica y social provocada por un modelo de
desarrollo económico dependiente que mantenía a la mayoría de la
población en estado de pobreza, obligándola a emigrar a las
metrópoli colonial (Maurice Bishop fue uno de esos emigrantes al
Reino Unido), en medio de un contexto internacional caracterizado por
la fortaleza de la Unión Soviética y el campo socialista Europeo, el
desarrollo de las fuerzas anticolonialistas caribeñas en Jamaica,
Trinidad y Tobago, Guayana y Barbados, las victorias militares y
política contra el colonialismo en Africa (con la cooperación de la
revolución cubana), la derrota histórica del imperialismo
norteamericano en Vietnam, el crecimiento de los movimiento
anti-racistas en los Estados Unidos y el avance de las fuerzas
progresistas y revolucionarias en América Latina y el Caribe, con
Cuba, Nicaragua y Chile.

Fue precisamente ese contexto geopolítico mundial favorables a las
fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarios del mundo y no
la supuesta amenazada a la seguridad nacional de los Estados Unidos,
expresada por el presidente de USA, Ronald Reagan, lo que determinó
que durante el gobierno de Maurice Bishop se lanzara una la intensa
campaña de desestabilización política por parte de los gobiernos de
los Estados Unidos, el Reino Unido y algunos de sus gobiernos aliados
de la región, dirigida al derrocamiento del gobierno popular
revolucionario y, ante la imposibilidad de alcanzar éste objetivo en
la cercanas elecciones, promovieron la división en las filas del
gobierno, lo que condujo al Golpe de Estado ejecutado por el ambicioso
Vice Primer Ministro, Bernad Coard y a la detención y posterior
asesinato de Mautrice Bishop, su compañera de vida y varios de sus
colaboradores y la inmediata invasión estadounidense, justificada en
la protección de la vida de los ciudadanos estadounidenses residentes
y estudiantes en Granada; pero cuyo propósito era el de reimponer un
régimen neocolonial al servicio de los Estados Unidos y su estrategia
de “cordon sanitario regional” contra la Cuba Revolucionarias;
invasión que fue valientemente resistida por la modestas Fuerzas de
Defensa de Granada y el pueblo granadiense y los contingentes de
cooperadores cubanos que se encontraban en la construcción del
aeropuerto internacional.

A 30 años del Golpe de Estado en Granada, el asesinato de Maurice
Bishop y de la invasión sangrienta de las tropas de los Estados
Unidos de América a la isla de Granada, estos acontecimientos siguen
presente en la conciencia de los pueblos de la región y el ejemplo de
Bishop es hoy una referencia en el proceso de unidad, soberanización
y desarrollo del Caribe, ahora en un contexto favorable de
integración de los pueblos de Nuestra América, a través de ALBA,
Petrocaribe y Celac.

De ese proceso libertario, también los pueblos y las vanguardias
revolucionarias latinoamericanas y caribeñas y, en particular, los
dirigentes y militantes de la Revolución Bolivariana, deben aprender
la importancia de la unidad política, programática y organizativa de
las revolucionarias y los revolucionarios en la defensa de los avances
de la revoluciones triunfantes, en la solución de las diferencias
políticas a través del diálogo y el debate de las ideas y
experiencias, la defensa de los intereses superiores del pueblo y la
nación venezolana y, especialmente, en el odio irreconciliable al
imperialismo, como enemigo de nuestros pueblos y la Humanidad.

LUNES 28 DE OCTUBRE DE 2013 – COMCOSUR

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2) EFRAÍN RIOS MONTT PODRÍA SER AMNISTIADO

Dictador guatemalteco puede ser amnistiado por delitos de genocidio

Adital

El dictador José Efraín Ríos Montt, que gobernó Guatemala entre
1982 y 1983 y que fue condenado por genocidio y delitos de guerra,
puede estar cerca de quedar libre de las acusaciones. Esto porque la
Corte Constitucional apoyó, el último miércoles, 24 de octubre, la
retroactividad de la amnistía general adoptada en el país en 1986,
lo que abre precedente para la liberación del general de 87 años. La
noticia generó críticas de parte de organizaciones de derechos
humanos de dentro y fuera del país.

Amnistía Internacional (AI) afirma que una eventual amnistía de
Ríos Montt sería una "farsa judicial”. En un comunicado,
Sebastián Elgueta, investigador para Guatemala de AI, alerta: "Esta
nueva evolución es alarmante. Si se confirma, el país habrá
retrocedido varias décadas. Las amnistías nunca pueden ser aplicadas
al genocidio y a los delitos contra la humanidad”, manifiesta,
agregando que la decisión beneficiará también a otros condenados
por desapariciones forzadas, violencia sexual, tortura y asesinatos.

En ese contexto, la Federación Internacional de Derechos Humanos
(FIDH) está solicitando a los parlamentos de los 28 Estados de la
Unión Europea que no ratifiquen el Acuerdo de Asociación Unión
Europea – América Central. En un comunicado, la FIDH manifiesta su
consternación ante la decisión judicial y cuestiona la independencia
e imparcialidad de la Corte Constitucional.

La Fundación Rigoberta Menchú también se manifestó pidiendo
cautela y alertando para que no haya una interpretación equivocada de
la información divulgada por la Corte Constitucional. Aún así, pide
a la sociedad guatemalteca que se mantenga alerta sobre las posibles
maniobras de la Corte y para que reivindique que todas las personas
sean juzgadas respetándose la Constitución Política y el derecho
internacional, para que delitos de cualquier naturaleza no queden
impunes.

Cabe recordar que la Corte no concedió la amnistía, pero pidió a la
jueza de Mayor Riesgo "A”, Patricia Flores, que emita una
resolución fundamentando por qué acepta el pedido de anulación de
pena realizado por la defensa del militar. Las críticas residen en el
hecho de que, al evaluarse los argumentos de la defensa, existe la
posibilidad de amnistía al dictador.

El artículo 8 de la Ley de Reconciliación Nacional, de 1996, en que
se prevé la amnistía para delitos políticos cometidos durante el
conflicto armado interno, limita el alcance de ese beneficio, de modo
que deja en claro que "la extinción de la responsabilidad penal a que
se refiere la ley no será aplicable a los delitos de genocidio,
tortura y desaparición forzada, así como a los delitos que sean
imprescriptibles o que no admitan la extinción de responsabilidad
penal de conformidad con el derecho interno a los tratados
internacionales ratificados por Guatemala”.

Ríos Montt gobernó Guatemala del 23 de marzo de 1982 al 8 de agosto
de 1983. En ese corto período, la represión militar fue intensa en
contra de comunidades indígenas ixiles, etnia que representa uno de
los menores grupos maya sobrevivientes del país. Se estima que, en
este casi año y medio de gobierno del general, 1.771 indígenas
fueron asesinados.

El dictador fue condenado en mayo de este año a 80 años de prisión.
Sin embargo, 10 días después, la decisión judicial fue anulada por
la Corte Constitucional por errores de procedimiento, que por ese
motivo, el proceso volvió a abrirse. Ríos Montt se encuentra hoy con
prisión domiciliaria esperando el resultado de su proceso judicial.
Un nuevo juicio va a comenzar en abril de 2014.

Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com

LUNES 28 DE OCTUBRE DE 2013 – COMCOSUR

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3) CUBA: POLÍTICA Y REFORMAS AL SON DE UN NUEVO RITMO

Leonardo Padura Fuentes* (Le Monde Diplomatique)

Desde que Fidel Castro declaró a fines de 2010 que el modelo
socialista cubano “ya no funciona”, varios cambios vienen teniendo
lugar en la isla caribeña. Aunque no son todavía tan radicales, lo
cierto es que generan nuevos desafíos y habilitan el surgimiento de
debates sobre temas durante mucho tiempo postergados.

lo largo del último lustro la palabra “cambio” ha ido perdiendo
su connotación políticamente diabólica en Cuba. Tan terrible
resultaba la sola mención (y hasta el sueño) de una posibilidad de
“cambios”, que en el año 2002 incluso se modificó la
Constitución para patentar, en la Ley Suprema, que en el país nada
cambiaría, por los siglos de los siglos. Aunque desde la perspectiva
del materialismo dialéctico, que debería regir las doctrinas
socialistas cubanas, la inmovilidad perpetua no resulta algo
precisamente muy doctrinario, se legisló y aprobó de forma
constitucional la irrevocabilidad del sistema socioeconómico
establecido, o sea, el socialismo, pues “Cuba no volverá jamás al
capitalismo”, según concluye el texto en una de sus adecuaciones.

La grave situación económica y social que desde entonces se fue
perfilando en el país (recién salido de la devastadora crisis de la
década de 1990, el eufemísticamente llamado “Período Especial en
tiempos de paz”) venía marcada por lastres como la improductividad
de la empresa socialista, la ineficiencia de los sistemas de
producción y distribución de productos agropecuarios, la corrupción
en los más diversos niveles y frentes, el desvarío de la política
del pleno empleo (las conocidas “plantillas infladas”), la fuga de
profesionales –en especial profesores e incluso médicos e
ingenieros– hacia otras actividades más rentables como la industria
turística o la conducción de taxis clandestinos (el “boteo”), en
fin, el resquebrajamiento del orden económico, social y hasta moral.

La conjunción de estas problemáticas fue creciendo en el país e
hizo aun más evidente la necesidad de que –siempre dentro del
sistema político del partido único (el comunista)– desde las altas
esferas de decisión se comenzara a clamar por la introducción de
aquello que el propio presidente Raúl Castro, ya convertido de manera
oficial en relevo del enfermo líder histórico, llamó “cambios
estructurales y conceptuales”. Una serie de movimientos, casi todos
centrados en la esfera económica, que han ido dando forma muy
lentamente al nuevo rostro de la vida cubana… con proverbial
cautela, pero lo van moldeando y haciendo diferente. En pocas
palabras: lo van cambiando.

La emergencia del cuentapropismo

Aunque desde perspectivas foráneas bien puede parecer que en Cuba
pocas cosas han sufrido mutaciones, la realidad es que, sin llegar a
tocar las estructuras políticas fundamentales, muchas han sido las
transformaciones emprendidas. Y si sus resultados aún son poco
visibles o esenciales, se debe más a la falta de profundidad hasta
ahora alcanzada que a una cuestión numérica. Porque justamente esa
falta de movimientos más radicales y los pírricos resultados
obtenidos con algunos de los cambios efectuados advierten sobre la
necesidad de llegar a asuntos de fondo, al menos en las estructuras
económicas de la nación caribeña.

Entre las diversas transformaciones ya emprendidas y en proceso de
ampliación, quizás la más notable sea la revitalización y
ampliación del trabajo por cuenta propia, o sea, el empleo individual
o en pequeñas empresas al margen del Estado, aunque limitadas por
éste para que no se conviertan en grandes generadoras de ganancias.
Se trata, por lo general, de oficios simples (algunos de ellos
decimonónicos: aguateros, reparadores de monturas o de paraguas,
etc.) y algunos servicios, sobre todo gastronómicos.

Dos elementos, entre otros, movieron a tomar una decisión que en la
práctica derogaba la política de la “ofensiva revolucionaria” de
1968 que, en un exceso de ortodoxia y afán de control, eliminó casi
todas las formas de producción privadas sobrevivientes de las grandes
intervenciones y nacionalizaciones de los primeros años
revolucionarios y las colocó –y casi siempre destruyó– en manos
del totalizador Estado socialista cubano. Cierto es que a mediados de
1990, cuando la crisis ajustó hasta la asfixia los cinturones de los
cubanos, se admitió la reapertura de esa posibilidad laboral, pero de
forma tan limitada y asediada que muy pocos de los que entonces
optaron por sumarse a ella lograron sobrevivir a las tasas
impositivas, los continuos chequeos y el pequeño espacio comercial
que les fue concedido para su desarrollo. Resulta evidente que a esa
solución de emergencia le faltó una verdadera voluntad política
capaz de alentar el trabajo privado (que implica una cuota de
independencia social y económica para el individuo), el cual ahora,
según los discursos oficiales, tiene todo el apoyo del gobierno…
pago de impuestos mediante.

Los elementos en juego en estos momentos han sido, primero, la
evidencia al fin reconocida de que el Estado/gobierno era incapaz de
mantener en sus puestos de trabajo a la casi totalidad de la
población laboral activa, buena parte de la cual, como bien dice el
cubano de a pie, “hacía como que trabajaba, mientras el gobierno
hacía como que le pagaba”, pues ni eran lo suficientemente
productivos o necesarios en sus labores ni podían vivir con los
salarios oficiales en un país en el que el costo de vida se ha
multiplicado por cinco, diez y hasta veinte veces –o más, según el
producto o servicio– durante las dos últimas décadas mientras los
sueldos apenas se han duplicado.

Esta realidad llevó a los analistas económicos al gran
descubrimiento de que alrededor de un millón de trabajadores
estatales (una cuarta parte de la fuerza laboral activa) resultaban
prescindibles. Más aun, debían ser racionalizados (despedidos), y la
única vía para encontrarles una alternativa de supervivencia
consistía en darles la opción del trabajo por cuenta propia o el
aliento al cooperativismo… Se ampliaron entonces los posibles rubros
de labor y se flexibilizaron muchas prohibiciones, aunque no se tuvo
demasiado en cuenta la dificultad que puede entrañar para una
secretaria de 50 años convertirse en dulcera, para un arquitecto, en
albañil, para un técnico de cualquier rama, en vendedor de frutas
con una carretilla callejera como las que hoy pululan por las calles
de todas las ciudades cubanas.

El segundo factor radicaba en la propia improductividad de muchas
empresas que, todavía hoy, corren el riesgo de ser desmontadas a
menos que mejoren sus niveles de eficiencia, según lo han dictaminado
los últimos documentos aprobados por el partido/gobierno. Todo este
movimiento de personal humano hacia actividades productivas o de
servicios no regidas por el Estado garantizaría además una fuente de
ingresos notables para el país por la simple recolección de
impuestos que se deben pagar por el derecho a ejercer un trabajo y por
las ganancias obtenidas, a lo cual se suma el pago de una cuota a la
seguridad social.

En esos movimientos laborales y estrategias de búsqueda de eficiencia
económica emprendidos por el presidente Raúl Castro y su renovado
equipo de gobierno, el dramático rubro de la producción de alimentos
entró a jugar un papel protagónico. Como bien se sabe, la favorable
ubicación geográfica de Cuba, la fertilidad de sus suelos y hasta el
grado de desarrollo técnico de muchos de sus habitantes hacían del
país un sitio ideal para tener una industria agropecuaria potente e
incluso competitiva. Pero ni en la agricultura ni en la ganadería,
por las estructuras políticas y organizativas establecidas y por las
prohibiciones para la comercialización de producciones (entre otras
causas) se concretó esa posibilidad.

Tras el drástico desmontaje de una parte considerable de la industria
azucarera –ejecutado en un momento en el cual los precios del
azúcar no eran los más apetecibles y en el que el costo de
producción cubano los hacía definitivamente despreciables– y al
mismo tiempo en que se cerraban muchas centrales azucareras (por
demás, todo un símbolo nacional cubano), un porcentaje importante de
tierras de cultivo quedaron “ociosas”, sumadas a otras que, en
manos del Estado, ya ostentaban tal condición desde hacía décadas.

Una nueva repartición de esas tierras entre viejos y nuevos
campesinos, o recién creadas cooperativas agropecuarias, se ha ido
desarrollando por el sistema de usufructo, con el propósito de
revertir una de las realidades que más agobian al gobierno cubano: el
hecho de que se debe importar entre el 70% y el 80% de los productos
alimenticios consumidos en el país, con la consiguiente erogación de
unas siempre escasas divisas. La entrega de tierras en usufructo, en
cantidades crecientes y por períodos que se han ido extendiendo, no
parece haber dado, sin embargo, resultados demasiado alentadores, al
menos al día de hoy. Los propios datos oficiales muestran que, salvo
algún incremento en la producción de arroz y frijoles, el resto de
los rubros productivos anda por niveles inferiores a los del año
2007, justo cuando se comenzó a pergeñar el plan de reformas…

“Inventar” para vivir

El salario promedio que paga el Estado a un trabajador ronda los 450
pesos cubanos, o sea, alrededor de unos 25 dólares. Pero al mismo
tiempo que se han ido reduciendo las ofertas subvencionadas por la
canasta básica (mediante la cartilla de racionamiento establecida
hace medio siglo), la gran mayoría de los productos han aumentado su
precio, tanto los que se venden en moneda nacional como en el peso
cubano convertible (CUC), equivalente a unos 90 centavos de dólar. En
pocas palabras: el salario real es cada vez más magro.

Para la mayoría de los ciudadanos del país, la medida de todas las
cosas se podría simbolizar con dos productos que han adquirido la
cualidad de emblemáticos: el aguacate y el litro de aceite de soja o
girasol. El primero, vendido en la moneda nacional por los
carretilleros ambulantes, suele rondar un precio de diez pesos. El
segundo, importado de diversos lugares y expendido en las tiendas
estatales recaudadoras de divisas, alcanza los 2,50 CUC, o sea, unos
60 pesos cubanos al cambio actual… Y la pregunta se repite, me la
repito, nos la repetimos, sin que al final encontremos todas las
respuestas o las más lógicas: ¿cómo un trabajador que devenga al
día unos 20 pesos puede invertir la mitad de su salario en un simple
aguacate? Y, ¿cómo puede dedicar una octava parte de su ganancia
mensual a la adquisición de un litro de aceite de soja? Este es, sin
duda, uno de los grandes misterios cubanos, al cual el gobierno ha
respondido con la confesión de que entiende que los salarios son
insuficientes para vivir, pero que, mientras no aumenten los niveles
de productividad y se “desinflen” las plantillas laborales, no
será posible subir los sueldos y empezar a equilibrar esta extraña
relación… que es absolutamente normal y cotidiana en un país donde
nadie se muere de hambre… Quizás por obra divina –esa podría ser
una respuesta, ¿no?–. A sobrevivir en esas condiciones los cubanos
lo llaman “inventar”, y lo engloban en el polisémico verbo
“resolver”.

El movimiento social que la revitalización del trabajo por cuenta
propia ha ido produciendo ha servido para que una parte de la
población obtenga mayores beneficios por su trabajo, a pesar de la
carestía de los insumos y los impuestos que deben abonar. En esta
búsqueda de horizontes de esperanzas han ido apareciendo los nuevos
“empresarios” (es un decir); se trata de cubanos que han montado
refinados restaurantes, hosterías en casas que alguna vez
pertenecieron a la alta burguesía cubana (inmuebles ubicados en los
mejores barrios de la ciudad y que muchas veces sus padres o abuelos
obtuvieron gratuitamente por sus méritos revolucionarios), talleres
de reparación de diversos equipos, incluidos los teléfonos celulares
y hasta iPhones que en las casas matrices habían dado por muertos.
Las ganancias que obtienen algunos de estos emprendedores/empresarios
(en realidad, un porcentaje ínfimo de la población) comienzan a ser
notables y, para poder realizar su faena productiva o de servicios,
hoy tienen autorización para contratar empleados, que perciben
salarios muy superiores a los que, en promedio, paga el Estado. ¿La
relación entre esos empresarios y sus trabajadores, aun tratándose
de pequeños negocios, es la que había concebido el socialismo
cubano? ¿O vuelve a ser la vieja fórmula de patrón-empleado? Esta
es otra de esas preguntas que circulan en Cuba sin que haya una sola y
convincente respuesta.

Pero, como resulta fácil colegir, no todos los cubanos tienen alma,
habilidad o posibilidades empresariales. De esa realidad comienza ya a
desprenderse la evidencia de que la homogeneidad social y económica
patentada por el sistema comienza a dilatarse y a permitir la
aparición de capas o sectores que disfrutan de posibilidades de
consumo con las cuales otros ni sueñan. O sí… pero en otro sitio
de la geografía planetaria.

El fenómeno de la migración es común en América Latina desde hace
dos siglos y ha sido alentado por las más diversas razones, que van
de las políticas a las económicas. Y en el caso cubano de los
tiempos recientes, mezcladas ambas razones (y añadidas las
sentimentales), se está viviendo un proceso a mi juicio preocupante:
el de la pérdida de capital humano con suficiente (y hasta alta)
preparación intelectual y técnica.

El flujo hacia el exterior de jóvenes con preparación cultural y
técnica media y alta es un goteo que más bien fluye como un arroyo.
Aunque las actuales leyes migratorias cubanas ponen diversas trabas a
ese movimiento, son cientos los jóvenes ingenieros, informáticos,
médicos, humanistas (y no olvidemos a los deportistas) que prefieren
poner mar por medio e, incluso en tiempos de crisis económica global,
apostar su futuro a la búsqueda de un espacio de desarrollo personal
y económico que para ellos su país no puede ofrecerles. Esta
descapitalización de inteligencia entraña, sin duda, una de las
pérdidas más costosas que está sufriendo un país en donde las
personas de mi generación –entre 45 y 65 años– han comenzado a
llamarse los padres abandonados, “los PA”… por los hijos que
salen a probar su suerte por el ancho mundo.

No obstante, la propia existencia de esa inmigración difícil pero
continua ha potenciado la presencia de una alternativa económica que
tiene un peso indiscutible en la economía familiar y en la nacional:
el envío de remesas de divisas desde el exterior. Ese dinero aportado
por los familiares desde los diversos puntos del planeta en realidad
no suele alcanzar grandes cantidades, pero en el contexto cubano su
peso llega a ser enorme, habida cuenta de que si un médico gana al
mes un promedio de 40 dólares por su valiosa labor, cualquier hijo de
vecino puede recibir una cantidad similar o mayor enviada por un
pariente y vivir del dolce far niente y dedicarse, como se dice en el
país, “al invento”… y no precisamente para el bien de la
ciencia y la humanidad.

¿El fin del igualitarismo?

Pero mientras se esperaba la llegada de las reformas migratorias (1)
se ha ido poniendo en práctica en estos años otro grupo importante
de modificaciones del entramado legal inmovilista y burocrático
imperante. Estas modificaciones van desde la posibilidad de que los
cubanos puedan abrir líneas de teléfonos celulares, comprar equipos
de computación (lo cual no garantiza que luego tengan acceso a
internet) o alojarse en los hoteles turísticos (siempre que paguen
esos bienes y servicios en los ya mentados CUC, a precios a veces muy
elevados), hasta la más reciente de que los propietarios de autos
fabricados después de