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ARGENTINA: LUCHA ARMADA Y DICTADURA

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL

REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS

AÑO 14 – Nº 664 / Lunes 24 de Marzo de 2014

Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

http://nuevo.comcosur.org/

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HOY:

1) Cuando el imperio quiere, pero ya no puede

2) África amasa una nueva fortuna, pero no es para los pobres

3) Francia: avanza el Frente Nacional

4) Argentina: Lucha Armada y Dictadura

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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que

niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo

hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese

monopolio es central.” Emir Sader

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1) Cuando el imperio quiere, pero ya no puede

Alberto Rabilotta

Hay momentos en la historia en que las debilidades de los imperios son
visibles a simple vista, y eso en el instante en que esos imperios
están en su apogeo, que aparecen como poderosos en lo económico e
imbatibles en lo militar, en que alumbran focos de guerras y
conflictos para extender aún más su dominio, cuando en realidad han
sobrepasado su capacidad real para seguir dominando.

Esta es la fase en que el imperio ya no es útil al sistema mundial
sobre el cual se sustenta y, para decirlo simplemente, trata de vivir
exprimiendo hasta la última gota de sangre de los pueblos dominados.
Esa fase de parásito chupasangre es la “hegemonía explotadora”
del ocaso imperial, como la definiera hace casi cuatro décadas el
economista ítalo-estadounidense David Calleo.

Fue con el colapso de la Unión Soviética y la consecuente terapia de
choque aplicada a Rusia para destruir gran parte de la capacidad
industrial, civil y militar, e impedir que surgiera una alternativa
socioeconómica contraria al neoliberalismo, que Estados Unidos
(EE.UU.) y sus aliados de la Unión Europea (UE) pudieron expandir a
escala global el sistema neoliberal e instalar el mundo unipolar que
ahora está en entredicho.

El neoliberalismo de esta era imperial no tolera ninguna alternativa
socioeconómica, sea capitalista o socialista. Su naturaleza
totalitaria está demostrada en los continuos ataques a los países
suramericanos que han escogido otra vía, sin renegar del capitalismo
pero poniendo el Estado como gestor del desarrollo económico y
social. Lo mismo con China y Rusia, dos países que tienen armas
nucleares y no pueden ser manejados ni ignorados.

En un artículo (1) anterior hacíamos referencia a que en los países
donde se concentra el capital –EE.UU., Canadá, algunos de la UE y
Japón-, el capitalismo había alcanzado sus dos principales objetivos
estructurales: 1) liberarse al máximo posible de la fuerza de trabajo
asalariada (y de las luchas de clases que podían oponer resistencia),
mediante los avances tecnológicos (automatización, informática y
telecomunicaciones aplicadas a la producción y los servicios), y la
mudanza de empleos mediante la transnacionalización de las cadenas de
producción, por ejemplo, a países de la periferia, en Asia, Europa
del Este y América latina; 2) lograr que el sistema sea universal e
inapelable, eliminando las soberanías nacionales y sometiendo las
sociedades a la economía de mercado mediante los tratados
comerciales, de inversiones y de protección a la propiedad
intelectual.

Y para seguir creciendo, una exigencia vital del sistema, debe
conquistar por cualquier medio, incluyendo la fuerza militar o la
subversión terrorista, los “territorios vírgenes” a que se
refería Rosa Luxemburgo, y para ello el sistema neoliberal tenía
necesariamente que ser unipolar, dominado por el imperialismo
estadounidense, y lo fue durante más de dos décadas, desde el
desmembramiento por la fuerza de la ex Yugoslavia hasta la agresión
en Siria.

Del G20 y la agresión a Siria, a Ucrania

Fue en la Cumbre del G20, en septiembre del 2013 en San Petersburgo,
Rusia, que el Presidente ruso Vladimir Putin puso en tela de juicio el
sistema unipolar al presionar por una salida negociada, política y
pacífica, a la agresión extranjera en Siria, logrando aislar a
EE.UU. y a sus aliados de la OTAN que querían forzar una
intervención militar directa. Fue así, por la actitud firme de Rusia
con el apoyo de China y los países emergentes, y la feliz
intervención del Papa Francisco mediante su carta a Putin, que
renació la perspectiva de restablecer un mundo multipolar y basado en
el derecho internacional de la ONU.

Como señala Samir Saul, profesor de historia de la Universidad de
Montreal (2), el “cambio de régimen, de moda desde el fin de la
Unión Soviética, fue seguido de las ‘revoluciones de color’ que
pusieron a Rusia en la defensiva. Sus antiguos aliados bascularon
hacia la OTAN, y algunos tuvieron prisiones secretas de la CIA.
Yugoslavia fue desmembrada y en Kosovo, arrancada de Serbia, hay una
base militar estadounidense. La OTAN se extiende casi hasta las
fronteras rusas. Rusia espera frenar la amenazante aplanadora. En su
historia Rusia conoció los ‘empujes hacia el Este’ de parte de
sus ‘socios’ occidentales”.

Para el profesor Saul hay una línea directa entre Siria y lo sucedido
en Ucrania: “la situación en Ucrania es un desafío (o una
provocación) mayor a la seguridad de Rusia, todavía más que la
guerra en Siria. Vladimir Putin sólo puede ser inflexible”.

“El método Putin es frenar en seco la bien rodada técnica de
expansión occidental. Esa que apareció en Siria y se consolida en
Ucrania. El estilo es el mismo: firmeza sin agresividad; despliegue de
medios militares para atestiguar de su determinación; primacía de la
acción sobre el discurso, este último medido y sucinto. En
septiembre de 2013, la marina rusa está en posición, en caso de
guerra, pero Putin encuentra una puerta de salida para Obama. En 2014,
la situación en Ucrania es un desafío (o una provocación) mayor a
la seguridad de Rusia, mucho más que la guerra en Siria. Putin sólo
puede ser inflexible. La respuesta en Crimea es limitada, pero la
fría determinación no deja lugar a dudas. La política de expansión
hacia el Este se enfrenta ahora a un país capaz de defenderse,
dispuesto a hacerlo y disponiendo de un método”, señala Samir
Saul.

La desaparición del sistema bipolar no ha hecho el mundo más
estable, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei
Lavrov, al citar el discurso de Putin del 18 de marzo, y añadió que
“en estos momentos está teniendo lugar un movimiento tectónico en
el balance de fuerzas. (Los países de) Occidente están tratando de
impedir ese proceso” y mantener su predominancia, no adhiriendo a la
ley internacional, y los eventos en Ucrania -agregó Lavrov- “son la
confirmación” (20-03-2014: http://en.itar-tass.com/russia/724493).

Más sólo que nunca

Salvo en los países de la OTAN, donde los gobiernos y los controlados
medios siguen tratando de imponer la visión de que lo sucedido y lo
que sigue sucediendo en Ucrania es culpa de Rusia, en el resto del
mundo la visión de los acontecimientos es totalmente diferente.

Para un viejo observador de la escena internacional no es desechable
la impresión de que lo que el imperialismo y sus aliados europeos han
hecho tan descaradamente en Ucrania puede revivir la historia que con
tanto ahínco han tratado de enterrar. El antiimperialismo no
solamente está de nuevo sobre la mesa, sino que debe ser parte
esencial del discurso y la lucha política de la izquierda europea, si
quiere tener alguna relevancia.

En su discurso del pasado 18 de marzo, el Presidente Putin subrayó
que con una “Rusia resurgente” y que ha ganado un lugar prominente
en el mundo, “ha llegado el momento de corregir las malas cosas,
porque se ha puesto detrás la dolorosa experiencia política del
colapso de la Unión Soviética. Rusia tiene ahora la capacidad de
proteger sus intereses nacionales y ya no se inclinará ni aceptará
ordenes que vienen desde Washington o Bruselas () Nosotros mismos
tenemos que decidir si estamos listos para de manera consistente
defender nuestros intereses nacionales o si los seguimos
entregando”.

Putin destacó que los países occidentales interfirieron crudamente
en los asuntos domésticos de los vecinos de Rusia, que la paciencia
de Moscú se agotó y que “si uno compresa un resorte al máximo, un
día se liberará con fuerza. Uno siempre debe recordar eso”.
También dijo que son inaceptables los “dobles estándares” y el
“crudo cinismo” que usan los países occidentales, recordando que
“por la misma razón que a los albanos se les permite hacer en
Kosovo (y los tratamos con respeto), se les prohíbe a los rusos,
ucranianos, tártaros crimeos hacer lo mismo en Crimea”.

El Presidente ruso advirtió que su país no permitirá que la OTAN se
instale cerca de sus fronteras, pero como en septiembre del 2013, le
abrió una puerta, buscar una solución negociada A la situación en
Ucrania que respete los legítimos intereses de ese país y de Rusia,
para que Obama salga del peligroso callejón en que se metió.

Pero pocas horas después el Vicepresidente de Estados Unidos, Joe
Biden, dijo en Lituania, durante una conferencia de prensa con los
gobernantes de Lituania y Letonia, que Washington estudia «un cierto
número de medidas suplementarias para aumentar el ritmo y el alcance
de nuestra cooperación militar, entre ellas una rotación de fuerzas
estadounidenses en la región del Báltico para ejercicios terrestres
y navales y para misiones de entrenamiento” (AFP, 19-03-2014)

Washington parece incapaz de retener sus crudos impulsos imperiales,
imponiendo sanciones y amenazas de más sanciones contra Rusia,
mientras que los hombres de negocio y financieros de Occidente
advierten que serán más negativas para ellos mismos y para las
economías de la UE que para Rusia.

El imperio está más sólo que nunca antes. No convence a nadie fuera
del circulo de los revanchistas occidentales que quieren una nueva
Guerra Fría para continuar la expansión neoliberal en Rusia, China,
Venezuela y demás países que no se ajustan al patrón neoliberal,
como hizo el imperio británico cuando exigía que el resto del mundo
se ajustara a su liberalismo comercial y al patrón oro.

Las guerras que hace las pierde o no las gana, pero siempre siembra la
destrucción, en la economía, en la sociedad, en la herencia cultural
del pasado, en todo. Desde Bill Clinton, pasando por George W. Bush y
ahora con Barack Obama, esas guerras han producido incalculables
daños materiales y prácticamente destruido las sociedades en varios
países, entre ellos Afganistán, Irak, Libia, y ahora en Siria. Y lo
que no destruye con las guerras y la subversión lo destruye con las
políticas del FMI, algo que si no se despierta rápidamente de la
pesadilla actual el pueblo ucraniano pronto descubrirá.

El totalitarismo de mercado

Ya nadie puede ignorar que la crisis en Ucrania fue organizada y
fomentada por EE.UU. y la UE para lograr esa expansión imperial en el
Este de Europa y liquidar las alternativas políticas que impliquen el
mantenimiento de la soberanía nacional y la intervención de los
Estados en las economías para proteger a las sociedades.

La UE ya mostró su naturaleza totalitaria en el 2011, al imponer a
dos tecnócratas al frente de los gobiernos de Grecia (Lukás
Papademos) e Italia (Mario Monti), para aplicar los programas de
austeridad que benefician a los acreedores financieros, y repitió el
acto en el momento en que el gobierno constitucional ucraniano de
Víctor Yanukóvich dijo que no firmaría un acuerdo de integración a
la UE.

Es difícil no caracterizar lo sucedido en Ucrania como un acto más
de esa hegemonía explotadora que ha liberado los más bajos instintos
del poder imperial, que interviene en África cuando quiere y que con
sus drones mata donde sea, en general a inocentes, que espía durante
las 24 horas del día a todo el planeta, incluyendo a sus propios
ciudadanos y a sus aliados, que financia y organiza la subversión y
golpes de Estado en Venezuela y en todos los países que no le
obedecen ni son sus aliados.

Jamás en la historia hubo tantas pruebas concretas accesibles al
momento de los hechos – como la grabada conversación telefónica de
la Subsecretaria de Estado Victoria Nuland con el Embajador de EE.UU.
en Ucrania- de que Washington y sus aliados de la OTAN estaban
dirigiendo un golpe de Estado con ayuda de los grupos fascistas, los
mismos que ya se apoderaron de los aparatos de seguridad del Estado. Y
a pesar de eso siguen tratando de tapar el sol con un dedo, mintiendo
descaradamente, prohibiendo la transmisión de canales de televisión
que muestran la realidad, insultando a quienes dicen la verdad.

Situación extremadamente grave, por otra parte, si consideramos la
manera de actuar de quienes en Washington y varias capitales europeas
detentan el poder de vida y muerte sobre la humanidad. En nuestra era
los errores de cálculo geopolítico pueden tener consecuencias
desastrosas para decenas o cientos de millones de seres humanos.

Asusta la ligereza de los gobernantes de EE.UU. y demás países de la
OTAN ante hechos sumamente graves, como el que los fascistas y
neonazis tengan ya una buena cuota de poder en Kiev y estén sembrando
su experiencia en el imaginario político de la extrema derecha en
muchos otros países europeos donde nunca desaparecieron el
nacionalismo extremo, el racismo y las ambiciones imperialistas, lo
que lleva a pensar que la “solución fascista” forma ya parte de
los planes de este imperio en decadencia.

Acto desesperado el de Ucrania, y también un mal cálculo
geopolítico para un imperio endeudado, que vive de la máquina para
imprimir dólares y títulos de deuda, que hace tiempo dejó de ser
ejemplo de crecimiento económico, de progreso y ascensión social en
su propio país, y que tanto en lo doméstico como en lo internacional
no tiene absolutamente nada de bueno, de promisorio o simplemente
convincente que ofrecer.

El sistema capitalista de este imperio, que es nada más ni nada menos
que el totalitarismo del mercado, es un árbol podrido desde las
raíces hasta los frutos, como dijera hace unos años Fidel Castro.

– Alberto Rabilotta es periodista argentino – canadiense.

1.- El ocaso del imperio y del capitalismo, Alberto Rabilotta
http://alainet.org/active/63837

2.- Samir Saul, profesor de historia de la Universidad de Montréal,
« Syrie-Ukraine, la méthode Poutine », Le Devoir del 20 marzo 2014.

LUNES 24 DE MARZO DE 2014 – COMCOSUR

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2) África amasa una nueva fortuna, pero no es para los pobres

Análisis de Jeffrey Moyo y Miriam Gathigah (IPS)

Con una economía de dos billones de dólares, el descubrimiento de
minerales y petróleo equivalentes a miles de millones de dólares y
una gran cantidad de oportunidades para la inversión extranjera,
África se sacude lentamente su imagen de subdesarrollo crónico.

“Aunque las inversiones extranjeras directas muestran cierto declive
en todo el mundo, en África aumentaron cinco por ciento”, dijo a
IPS el experto en asuntos económicos Ken Ogwang, de la Alianza del
Sector Privado en Kenia (Kepsa), integrada por unas 60 empresas. Desde
2012, Kenia viene descubriendo depósitos minerales como el yacimiento
de niobio –un elemento que forma parte de las codiciadas tierras
raras—, valuado en 62.400 millones de dólares.

El hallazgo en el condado de Kwale hizo de esa zona del extremo sur
del país uno de los cinco principales sitios de depósitos de tierras
raras, y puso a Kenia en un mercado por mucho tiempo dominado por
China. En 2012, se hallaron yacimientos de 600 millones de barriles de
petróleo en el condado de Turkana, una de las regiones más pobres en
el noroeste keniata. El 15 de enero se supo de otros dos depósitos
que elevan las reservas estimadas a 1.000 millones de barriles de
crudo.

Pero Kenia, potencia económica del oriente africano, no es la única
nación que ha hecho nuevos hallazgos minerales. “El auge de
descubrimientos mineros en países como Níger, Sierra Leona y Zambia
atraerá miles de millones de inversiones extranjeras directas. Lo
mismo pasará en países como Mozambique, Tanzania y Uganda por los
hallazgos de petróleo”, dijo Antony Mokaya, de la Kenya Land
Alliance, una red local de organizaciones no gubernamentales que
promueven reformas agrarias, entrevistado por IPS.

El año pasado, tanto Uganda como Mozambique descubrieron petróleo.
En 2006 se encontró el equivalente a unos 2.000 millones de barriles
de crudo en el occidente de Uganda, pero el hallazgo de 2013 llevó
los depósitos totales de ese país a 3.500 millones de barriles. El
primer descubrimiento de crudo en Mozambique, también en 2013, se
estima en 200 millones de barriles.

Ogwang arguye que estos hechos determinarán que en breve los países
africanos dominen la lista de las 15 economías de más rápido
crecimiento en el mundo. “Más países africanos –y entre ellos
Kenia es un ejemplo modélico en África oriental– favorecen ahora
una economía de mercado altamente competitiva y un sistema más
liberal”, señaló.

“En este sistema, el mercado se rige por la oferta y la demanda, con
muy pocas restricciones para los actores. (Es) un entorno favorable
para los inversores extranjeros”, dijo, refiriéndose a la industria
local de la telefonía celular, dominada por empresas internacionales
que aprovechan políticas regulatorias laxas.

“En consecuencia, el crecimiento de este sector es fenomenal. En los
primeros 11 meses de 2013, las transacciones monetarias a través de
teléfonos móviles ascendieron a 19.500 millones de dólares, un
monto superior al presupuesto del Estado, de 18.400 millones de
dólares”, agregó.

Ogwang apunta que los países africanos fortalecen cada vez más sus
asociaciones con el oriente. Estadísticas de las Perspectivas
Económicas para África muestran que China es el mayor destino de las
exportaciones africanas, representando la cuarta parte de todas las
ventas al exterior.

El comercio con Brasil, Rusia, India y China –que junto con
Sudáfrica conforman el bloque económico conocido como BRICS–
alcanza a 144.000 millones de dólares y representa ahora 36 por
ciento de las exportaciones de África, mientras en 2012 llegaba
apenas a nueve por ciento. En comparación, el intercambio de África
con la Unión Europea y Estados Unidos juntos totaliza 148.000
millones de dólares.

Pero Terry Mutsvanga, director de la Coalición Contra la Corrupción
de Zimbabwe, advierte que, para que estos recursos enriquezcan a sus
pueblos, África tendrá que controlar a sus políticos corruptos.
Según el Banco Mundial, en este continente viven algunas de las
personas más pobres del mundo. Uno de cada dos africanos vive en la
pobreza extrema.

“Si África no hace frente al cáncer de la corrupción política
que infesta al continente y le roba los ingresos de los recursos
minerales por políticos corruptos que reciben sobornos de los
inversores… el continente (continuará con) los peores niveles de
pobreza del mundo”, dijo Mutsvanga a IPS.

El analista económico independiente Jameson Gatawa, de Zimbabwe, dijo
a IPS que “los negocios turbios en la minería de diamantes y otros
minerales han alimentado la pobreza. Los ricos se están volviendo
más ricos y, los pobres, más pobres”. Sarudzai Mutavara, una viuda
de 54 años que vive en medio de los yacimientos de diamantes de
Marange, en el oeste de Zimbabwe, es una prueba viva.

“Aquí la riqueza de los diamantes no ayudó en modo alguno a
cambiar nuestras vidas para mejor, sino para peor, pues nos hemos
sumido aún más en la pobreza”, dijo Mutavara a IPS. Zimbabwe es
uno de los 10 principales productores de diamantes del mundo. Pero
seis de cada 10 hogares de este país de 13 millones de habitantes son
indigentes, según un informe de 2013 de la Agencia Nacional de
Estadísticas.

La República Democrática del Congo es otro país rico en diamantes.
Se estima que su riqueza mineral ronda los billones de dólares. Pero,
según la Organización de las Naciones Unidas, alrededor de 75 por
ciento de su población vive bajo la línea de pobreza.

Más de la mitad de esas personas no tienen agua potable ni atención
básica a la salud. Tres de cada 10 niñas y niños están mal
alimentados y hasta 20 por ciento de ellos morirán alrededor de los
cinco años. Ogwang cree que los mejores años económicos de África
están por venir. Pero está por verse si la fabulosa riqueza que yace
en este territorio beneficiará algún día a millones de personas
como Mutavara.

LUNES 24 DE MARZO DE 2014 – COMCOSUR

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3) Francia: avanza el Frente Nacional

Avance de la extrema derecha. Alta abstención y castigo al Partido
Socialista en las elecciones municipales de Francia

Eduardo Febbro (Página 12)

El voto izó a la extrema derecha del Frente Nacional a resultados
históricos al tiempo que la derecha agrupada en la UMP, pese a los
escándalos del ex presidente Nicolas Sarkozy, quedó muy cerca de
alcanzar sus objetivos.

Marcada por una tasa de abstención sin precedentes, la primera vuelta
de las elecciones municipales francesas sancionó al Partido
Socialista en el poder, izó a la extrema derecha del Frente Nacional
a resultados históricos al tiempo que, pese a los escándalos que
mancharon su imagen en las últimas semanas, la derecha agrupada en la
UMP del ex presidente Nicolas Sarkozy quedó muy cerca de alcanzar sus
objetivos: conquistar el mayor número posible de ciudades de más de
diez mil habitantes.

El abstencionismo y la extrema derecha son los principales ganadores
de esta elección test para el conjunto de la clase política. Con un
38,5 por ciento de abstención, esta consulta municipal 2014 superó
en abstenciones a la de 2008, 33,5 por ciento, y a la de 2001, 32,6
por ciento. El gran perdedor es el Partido Socialista. El movimiento
de la rosa buscó por todos los medios evitar nacionalizar la campaña
y circunscribirla a su ámbito más local para evitar así pagar el
tributo de la bajísima popularidad del presidente François Hollande.
La estrategia fracasó rotundamente: el PS se encuentra en muy mala
postura en varias ciudades importantes.

“Las condiciones de una gran victoria están reunidas para la
segunda vuelta”, declaró el presidente de la UMP, Jean-François
Copé. De hecho, en muchas circunscripciones, los electores le
sirvieron a la derecha la victoria en bandeja. En cuanto a la líder
del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, declaró que los
resultados conocidos hasta hoy representaban “el fin de la
bipolarización de la vida política francesa”.

El Frente Nacional llegó primero en ciudades de importancia como
Fréjus, Avignon, o Béziers o Perpignan. Igualmente, por primera vez
en su historia, la extrema derecha ganó una ciudad desde la primera
vuelta, Hénin-Beaumon. En muchos otros lugares, sus candidatos están
bien ubicados o se encuentran en condiciones de provocar duelos
triangulares derecha-izquierda-extrema derecha en la segunda vuelta
del próximo 6 de abril. Los socialistas no pudieron extraer a los
electores de la decepción. El alto porcentaje de abstención traduce
una escasa movilización de los hoy desencantados votantes de la
izquierda que en 2102 contribuyeron a la victoria del socialista
François Hollande a la presidencia de la República.

“Hay una forma de decepción que quedó expresada en la primera
vuelta”, admitió la ministra ecologista de la Vivienda, Cécile
Duflot. Una ciudad tras otra, el PS recibió una serie de cachetazos
que confirman en las urnas el profundo malestar que suscita la
gestión socialista. Hasta Niort, una localidad que el partido
presidencial ostentabadesde 1957, pasó a la derecha. En Marsella,
donde el socialismo contaba con sacarles a los conservadores este
importante puerto del Mediterráneo la configuración es semejante. El
candidato del PS aparece en tercer lugar, detrás del representante de
la UMP y del candidato de la ultraderecha.

Lo único que les quedó como argumento a los socialistas fue llamar a
la unión de cara a la segunda vuelta y agitar el espantapájaros de
la extrema derecha. Su primer secretario, Harlem Désir, dijo:
“Haremos todo lo que es necesario para que al final de estas
elecciones municipales ninguna ciudad esté dirigida por el Frente
Nacional”. El anhelo es tardío. El partido de Marine Le Pen ya
ganó ciudades desde la primera vuelta y está muy bien colocado en
unas cuantas más para administrarlas en el futuro. Había que ser muy
cándido como para pensar que los socialistas saldrían ilesos de la
mala imagen que arrastra su presidente y el Ejecutivo. Al cabo de 22
meses en el poder, François Hollande se ha convertido en el
presidente más impopular de la V República.

Resulta paradójico constatar que los franceses depositaron en parte
su confianza en un partido de rancia ideología, el Frente Nacional, y
también en una derecha carcomida por los escándalos, debilitada por
la lucha de clanes y su alucinógena capacidad para representar
únicamente apetitos personales y derivas ideológicas graves. Marine
Le Pen confirmó en las urnas su estrategia: le quitó un poco más a
la extrema derecha su aura diabólica y demostró que, cuando la
inercia, el engaño y la indecencia de los partidos de gobierno llegan
a un grado crítico, la ultraderecha está ahí con su cazamariposas
para coleccionar records. El avance del Frente Nacional es más que
histórico: Marine Le Pen ganó la primera apuesta que consistió en
presentar el mayor número posible de listas (597) y está por ganar
la segunda: mantenerse en posición de fuerza en un amplio ramo de
ciudades en la próxima cita.

La consulta ha sido una catástrofe para los socialistas. Ahora, el PS
apunta sus reflectores hacia la primera semana de abril para arrancar
de su desaliento a los electores de centroizquierda que se abstuvieron
y llevarlos a votar con vistas a limitar un severo voto castigo. La
meta consiste ahora en conservar el bastión de París, lo que es
perfectamente posible, y mantener bajo su administración otras
ciudades claves como Nantes, Lille, Estrasburgo y Toulouse. Nada está
garantizado. Toulouse y Estrasburgo podrían pasar a la derecha en las
próximas semanas. La ultraderecha francesa es hoy el centro del juego
político.

La perspectiva más que favorable de sus candidatos obliga a los
socialdemócratas y a los conservadores a mover sus piezas con
respecto a ella. Con cada elección, sea presidencial, municipal,
legislativa o europea, la extrema derecha consolida sus arraigos
mientras los socialistas gritan “ahí viene el lobo” y la derecha
trata de imitarla lo más posible para atraer sus votos. El ascenso es
ineluctable y simétricamente proporcional al ocaso de las ideas de
los partidos y, sobre todo, de la fidelidad a las mismas.

LUNES 24 DE MARZO DE 2014 – COMCOSUR

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4) Argentina: Lucha Armada y Dictadura

Eduardo Anguita (Miradas al Sur)

Entrevista con Mariano Pacheco, Felipe Celesia y Adriana Robles,
autores de tres libros sobre las organizaciones armadas y la dictadura

Dos jóvenes escritores, Mariano Pacheco y Felipe Celesia, y Adriana
Robles, militante montonera, son los autores de tres libros sobre la
década del setenta, las organizaciones armadas y la dictadura que
comenzó con el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Felipe Celesía tiene tres libros publicados en coautoría con Pablo
Waisberg. El primero sobre Rodolfo Ortega Peña, el segundo, Mario
Firmencih, La historia jamás contada del jefe montonero, y el tercero
sobre La Tablada. Mariano Pacheco acaba de publicar, Montoneros
silvestres, 1976-1983. Historia de la resistencia argentina en el sur
del conurbano, y Adriana Robles es la autora de Perejiles, los otros
montoneros.

–Después de haber investigado y trabajado en sus libros, ¿cómo
creen ustedes que se llegó al Golpe de 1976, no desde el punto de
vista del plan macabro del Departamento de Estado norteamericano, de
la Sociedad Rural Argentina y del Chase Manhattan Bank, sino desde el
punto de vista de ese temor que había en determinados sectores de las
clases dominantes de “si a éstos no los disciplinamos con sangre,
si a la sociedad no se le da un escarmiento que cueste miles y miles
de vidas, esto nos puede costar a nosotros mucho mas”? Me gustaría
comenzar la charla con Mariano Pacheco, el más joven de todos y autor
del libro Montoneros silvestres.

-Mariano Pacheco: Pienso que en el caso de las organizaciones armadas
se combinaba también con lo que fue, me parece, la experiencia del
Rodrigazo, un poco como antesala del golpe. Quizás porque hay una
lectura que muchas veces se atribuye no solo a la de los dos demonios
sino a los errores de las organizaciones armadas, quitando de vista
muchas veces el vínculo de las organizaciones revolucionarias con el
movimiento obrero, que no siempre fue un vinculo totalmente fluido,
lleno de tensiones y de contradicciones. Pero creo que las
experiencias de las coordinadoras interfabriles y el desarrollo del
movimiento obrero antiburocrático con perspectivas más clasistas que
se dio en 1975 también marcan la cancha, no es solo la cuestión de
que había organizaciones armadas, posibilidades o no de una guerra
civil abierta, sino el rol del movimiento obrero, y ese vínculo que
se podía tornar de alguna manera extremadamente explosivo a
diferencia de años anteriores donde quizás el movimiento obrero
venía haciendo un camino, las organizaciones tratando de hacer su
trabajo en el movimiento sindical pero con todo el rol de Perón, el
peronismo, la burocracia sindical. Entonces me parece que ahí hay un
hecho clave que es pensar también el 24 de marzo en relación con el
Rodrigazo.

-Felipe Celesía: Creo que hay un efecto de burgués asustado en la
sociedad argentina, sobre todo en la clase media urbana, que lee muy
bien a las Fuerzas Armadas como factor de poder, y con mucha
inteligencia asustan a través de sus medios amigos y de todas las
instituciones que tienen a mano, entre ellos a la Iglesia Católica.
Con esto generan un escenario en donde ellos creían que se
enfrentaban a una lucha a matar o morir con un modelo de sociedad que
les era ajeno y que iba a destruir todos esos principios que ellos
consideraban sagrados. Entonces, echando mano de todos estos elementos
y con el giro a la derecha del general Perón, me parece que tienen
como el crimen perfecto para llegar al poder y hacer las barbaridades
que hicieron.

–Mariano, tu libro narra historias documentadas de la organización
Montoneros en una zona fabril, muy popular, del sur bonaerense,
centrado en la figura de Firmenich, quien fue la conducción máxima
de Montoneros. ¿Cómo analizan la autopercepción de la organización
Montoneros en el año ’76 cuando se da el golpe? ¿Creen que podían
enfrentar a ese enemigo? ¿Que lo hacían más con el aparato, más
con la confianza en que resurgiera el movimiento popular de base? ¿En
qué se apoyaban?

F.C.: Dentro de la conducción, lo que nosotros advertimos es que ante
el advenimiento del golpe o por lo menos en los primeros indicios, era
que iba a haber una salida dictatorial. Primero, ésa era una
caracterización errada de la dictadura que se venía, que nadie se
imaginó, o muy poca gente imaginó lo que iba a venir, entonces
suponen que se iba a producir una represión blanda, una dictablanda.
Y a medida que se acerca el golpe, ahí creo, o por lo menos es lo que
se deduce de los testimonios que se brindaron para nuestro libro y de
los documentos internos, empieza a conformarse un escenario más
complejo, de violencia a gran escala y de una dificultad muy grande
para proteger a los miembros de la organización. Esto viene
encabalgado en una muy mala decisión, que creo que es histórica, y
es la que marca el destino de la organización, y me refiero al pase a
la clandestinidad. En el pase a la clandestinidad ellos dejan todo el
trabajo de superficie, que era el que en definitiva lo que les daba la
política para poder tener participación en la Argentina, los deja
sin esa herramienta y obliga a muchos militantes de superficie a hacer
lo que pueden y a entrar en fuga porque ya no tenían forma de
protegerse de la represión que en realidad había arrancado mucho
antes, que no empieza el 24 de marzo. Y comienzan a ver que, a esa
disputa que se estaba dirimiendo a los tiros con la derecha peronista,
se sumaba un nuevo factor que hasta por lo menos ahí no se había
involucrado directamente, que son las Fuerzas Armadas, que empiezan a
reprimir de una manera feroz.

M.P.: Querría comentar la experiencia de lo que fue escuchar a
algunos entrevistados que a mí me han sorprendido porque comparto lo
que decía Felipe, pero digo, así y todo había casos en los que, por
ejemplo, muchos de los entrevistados para el libro Montoneros
silvestres empezaron a militar en el año 75, 76, 77. Qiuero decir que
había gente que se seguía incorporando a la lucha aun con Montoneros
en la clandestinidad, y no se incorporaban al aparato militar, se
incorporaban al trabajo con las juventudes, en facultades, en barrios.
Y todos, en general, sí mencionaban el tema del pase a la
clandestinidad en el ’74, como que el golpe para muchos no cambiaba
nada en su dinámica interna porque ya venían militarizados, ya
venían recibiendo golpes, secuestros de compañeros, tortura. En fin,
toda la situación represiva que se vivió del ’74 al ’76, para
muchos, en algún punto, también es el famoso respiro, “bueno,
ahora sí las cosas se aclaran un poco, a través de un mayor nivel de
enfrentamiento con las Fuerzas Armadas”.

F.C.: Cambia la etapa ¿no?

M.P.: –Claro. Y me parece que sí, por lo menos para la gente que yo
entrevisté para el libro. Todos me decían lo mismo, “te soy
honesto, en el momento nosotros no imaginábamos para nada que podía
darse algo como lo que se dio, aun al principio, teniendo algunos
datos del tema de la cosa más sistemática, el exterminio”, así
decían, sobre todo en el caso de la gente que venía mas del
peronismo, sectores de las FAR, simpatizantes mas de izquierda que
después se hicieron Montoneros, pero la gente que venía del
peronismo hacía la lectura histórica del ’55 en adelante, no es
que no había pasado nada en el medio, hubo fusilamientos,
proscripciones, lo que se sabe de la historia de represión del
movimiento peronista. Entonces decían “bueno de alguna manera ahora
hay más miedo que en otros momentos, hay mas represión, pero es una
cuestión de tiempo, en unos meses quizás la situación puede
revertirse y así nosotros seguir construyendo una perspectiva
revolucionaria”.

–Adriana Robles es autora del libro Perejiles, los otros montoneros,
que te tiene como protagonista que fuiste de aquellos años. Allí
contás, con la valentía de hacerlo en primera persona, una cantidad
de situaciones que tienen que significar algo muy traumático, como es
guardarse las cosas y encapsularlas, y que también darlas a luz es
traumático y a la vez una expresión de vitalidad. Me gustaría
conocer tu opinión acerca de cuál era la percepción que tenía la
conducción de Montoneros. Y para no quedarme totalmente afuera del
lote, yo era militante del PRT-ERP y el 24 de marzo cuando se dio el
golpe, el periódico de la organización, El Combatiente, publicó un
artículo que fue una proclama que decía “argentinos a las
armas”. Es decir, era claramente la percepción de que la Argentina
estaba en condiciones de resistir y no solamente de resistir sino de
pasar a la ofensiva, cosa que quedó claro que no era así, y Roberto
Santucho, autor de esa proclama, pocos meses después fue muerto, y no
solamente él sino otros dirigentes de la organización, quedando el
PRT-ERP descabezado.

A.R.: Sí, yo me he puesto para la escritura del libro en el lugar de
testigo. Creo que ese es el lugar que yo podía tener porque ni soy
investigadora ni tengo esa pretensión de la escritura habitual,
entonces como testigo tengo la limitación también de que me manejo
con mis recuerdos y los recuerdos a veces son un poco engañosos. La
proclama que vos acabás de recordarme implica algo que creo que
también era la visión de Montoneros, una idea de consenso social que
alentaba ese “argentinos a las armas” era sumar más allá de las
organizaciones revolucionarias, y creo que en Montoneros pasaba lo
mismo, es decir había una creencia en que, de alguna manera,
habíamos construido políticamente un consenso alrededor de nuestras
propuestas revolucionarias, que además habían transitado ya un
tiempo, y habíamos jugado acciones políticas que habían sido
exitosas. De alguna manera nos adjudicábamos el retorno de Perón y
también estábamos en una disputa que terminó vaciando la Plaza de
Mayo por la mitad por ese enfrentamiento. Creo que pensábamos que
teníamos un arraigo en el conjunto de la sociedad, especialmente de
la sociedad de los pobres, marginados, trabajadores, de los sectores
más dinámicos, y creo que también pensábamos que el golpe (esa fue
una visión muy generalizada) ponía blanco sobre negro el
enfrentamiento: nosotros del lado del pueblo y ellos, los de siempre,
el poder concentrado, el imperialismo y todos los componentes del
poder del momento. Entonces ese dato creo que fue un dato ingenuo que
en algún punto se nutría de la experiencia de la dictadura anterior,
la de Alejandro A. Lanusse, lo que terminó siendo la dictablanda. Con
esa experiencia previa, “si lo que va a pasar es esto, entonces
bueno, arremanguémonos y banquémosla porque lo que viene es que
todos junto con el pueblo vamos a ir por esto que es lo que
queremos”.

–Recuerdo, porque además ahora ha sido publicado por un libro de
María Seoane, Raúl Perrota, que era el director del diario El
Cronista Comercial, daba información tanto al PRT-ERP como a
Montoneros, información súper calificada. Perrota no solamente era
un tipo inteligentísimo y dirigía un diario, sino que tenía
relación personal, línea directa con Martínez de Hoz, con Massera,
y él había advertido por julio o agosto del año ’75, que la
cúpula militar se había emparentado con lo más granado del mundo
financiero, del mundo agrícola ganadero, es decir la Sociedad Rural.
Me gustaría conocer la opinión de ustedes respecto de si a veces hay
ciertas visiones que pueden cegar o impiden valorar aun la
información que estás procesando y que te llega…

F.C.: Sí, la voluntad, creo que es un gran tema dentro de la
izquierda y de la izquierda revolucionaria que tanto se ha puesto en
juego en la historia del mundo. En la Argentina, yo advierto eso en el
proceso de Montoneros del ’73 al ’76. Primero un crecimiento
exponencial, con la JP de Montoneros del ’73 que fue un fenómeno
increíble, sobre el que todavía no nos hemos arrimado ni asomado lo
que deberíamos. Dante Gullo dice, quizás con algún grado de
exageración, que crecieron hasta el millón entre simpatizantes,
adherentes y militantes, es decir una barbaridad para una
organización juvenil. Pero lo que veo es que a partir de ahí, y
sobre todo en el ’73, de pasar a romper todo para que vuelva Perón,
que efectivamente yo creo que es responsabilidad de Montoneros, tienen
que pasar a construir política, y ahí había alguna inexperiencia y
alguna falta de intuición y de gimnasia histórica para percibir las
etapas. Entonces no ven venir el golpe. Lo cierto es eso, también por
supuesto con las experiencias de las dictaduras anteriores que habían
reprimido pero no al grado tal como lo que fue después. Y ahí me
parece es donde hace agua y entra esta cosa más cultural que no tiene
tanto que ver con lo político que es la voluntad del militante. En
todas las instancias de la organización, la voluntad de sus
componentes va a lograr que los objetivos se cumplan, que esto es una
cosa que no sé qué raíz tiene, tampoco soy antropólogo pero hay
algo del trotskismo y de la izquierda leninista de decir “bueno
nosotros de por sí, con nuestro empuje, vamos a lograr que la
realidad cambie, la realidad nos pone y nos limita y condiciona en un
montón de circunstancias, nosotros tenemos que hacer política en
función de esa realidad, después si podemos torcerla”…

M.P.: Sí, creo en esa línea, me parece que la influencia del
guevarismo es muy fuerte también. La experiencia de la revolución
cubana en donde quedan pocos pero se recompone, hay frases famosas que
hacen alusión a “quedamos pocos ahora pero mañana somos
millones”. Me refiero a esa cuestión de la voluntad extremada al
voluntarismo. Por un lado me parece que no habría que dejar de tener
en cuenta el rol que se le otorgaban a las armas, que es una
experiencia generacional en donde no solo hay una experiencia
guerrillera sino hay un concepción en donde se le atribuyen al rol
armado una perspectiva quizás mayor de la que podía tener. Pensando
en mi caso personal, creo que ahí la experiencia de masas me parece
que era una cuestión clave y que como en el ’73 se creció tanto
quizás, cosas que se vieron años después en documentos como por
ejemplo en las rupturas de Montoneros en el ’79 en relación con la
clase obrera, a qué pasaba con la clase obrera porque se lanza la
Juventud Trabajadora Peronista (JTP).

–Que de algún modo, además de ser la rama sindical de lo que era
la Tendencia, intentó disputar la conducción de la CGT.

A.R.: Yo le quiero poner una palabra a lo que ellos muestran pero no
saben calificar. Desde mi percepción de ese momento, creo que
existía una mística que además se emparienta mucho con cierto
espíritu religioso de muchos de los que integramos las organizaciones
político militares, tanto de religión judía como de religión
católica. Es decir, había un fenómeno místico que también tenía
mucho que ver con lo del hombre nuevo, el Che, todo un espíritu que
venía también de Medellín y del Concilio Vaticano II. Lo que
fortalecía y le ponía ese ímpetu me parece que era una visión
mística de la historia, de que la revolución era algo que
indefectiblemente iba a suceder y que esa indefectibilidad dependía
de nuestra voluntad política, como dice Felipe, y que esa voluntad
estaba al servicio de todos y afrontando todas las consecuencias. Por
eso creo que muchos de los compañeros asumimos como una posibilidad
concreta y directa la posibilidad de morir en esos años, y sin
embargo no hubo un regreso al hogar generalizado. Muchos se quedaron,
como dice Mariano, hasta el final, y cuando caía uno también la
concepción era “cayó este compañero, yo tengo que seguir”. Eso
me parece, que hubo mucho alimento místico también en esa
concepción.

– Sin perderle respeto al compromiso personal, uno también tiene
que entender que la militancia tiene un porcentaje altísimo de
elaboración teórica, aunque sea una cosa mínima, pero cuando uno va
a abordar un lugar de tarea política, en una fabrica, un barrio, una
universidad, se plantea un escenario en el cual tiene que entrar de
determinada manera, tiene que aliarse con determinadas personas, tiene
que promover determinados temas de agenda para que uno pueda entrar
bien y cuando tiene que decidir cosas mucho más profundas, como hacer
una revolución, la cosa es extremadamente más compleja, por eso mi
pregunta que les dejo formulada es qué cosas esa voluntad o ese
voluntarismo que describen ustedes dejó de lado, y qué hubiera sido
mejor para la toma de decisiones tempranas. Empezamos por el más
joven, Mariano Pacheco, que nació en 1980, cuando ya las cosas
habían sucedido.

M.P.: Sí, me parece que un poco la cuestión de los tiempos. Imagino,
por la experiencia esta generacional, sobre todo del ’70 al ’73,
quizás de no haber tenido en cuenta, por ejemplo, la maduración de
procesos que quizás llevan cuestiones de largo plazo. Y vuelvo a
insistir sobre esta mirada: no quiero ser redundante pero me refiero
sobre la cuestión del movimiento obrero. Me parece que ahí hay algo
central que tiene que ver con pensar la posibilidad de que esa
voluntad de movilización, de enfrentamiento en las universidades, en
los colegios secundarios, la incorporación de vecinos de las
barriadas más pobres, si uno lo pensara en la perspectiva de una
estrategia revolucionaria en un país en donde el movimiento obrero
era tan central como en la Argentina de esos años, uno puede decir
que, en principio, faltaba un poco de desarrollo más profundo al
interior del movimiento obrero, mayor nivel de incorporación del
movimiento obrero a los enfrentamientos. Y quizás, en ese sentido, el
militarismo, ciertas ideas foquistas, hicieron que la voluntad vaya
muy de la mano del rol preponderante de las armas que, obviamente, son
elementos centrales a la hora de pensar en el quiebre de una
estructura social capitalista, y pienso en todos los procesos
mundiales que han demostrado que no había otras vías, y que cuando
se pensó que había otras vías rápidamente cayeron, no tuvieron
capacidad de defensa.

F.C.: Yo creo que hay errores serios en la percepción de la propia
fuerza y en la relación de fuerza que hay con los enemigos, por
ponerlo en campos muy diferenciados de la política amigo-enemigo.
Creo que ahí, Montoneros y la izquierda revolucionaria en general se
equivocan o han tenido una serie de desaciertos generales. En el caso
de Montoneros, su relación hacia adentro del movimiento con respecto
a la derecha peronista y al propio Perón, a los sindicatos, y hacia
afuera con las Fuerzas Armadas. Pero eso a su vez les otorgó el plus
de compromiso, de entrega y de intervención que creo que no tiene
igual en la historia argentina: lo que ha hecho esa generación sigue
repercutiendo hoy. Este reverdecer de la participación política
juvenil no es parte de un milagro histórico que de repente surgió
porque Néstor Kirchner se murió. Creo que ahí sí se aprieta un
gatillo de un proceso que venía madurando desde aquella época y con
la participación de toda esta gente que, como decía muy bien acá
Adriana, entregó su vida.

A.R.: –Sí, yo creo un poco de lo que dice Felipe que lo que el
kirchnerismo termina recogiendo es evidentemente la historia de
nuestra generación, la lucha de nuestra generación y que eso, mirado
a la distancia, es un mérito de la lucha que hemos tenido. Nosotros
obviamente fracasamos en el intento político y en la construcción
revolucionaria que queríamos hacer. Sin embargo, y vuelvo a ponerme
en este lugar de testigo que me da cierta superioridad en el relato
pero no en la experiencia, porque la verdad me parece que es válido
hacer los análisis que hacen ustedes, quiero decirte, Mariano, que el
sindicalismo que había en esa época no es el sindicalismo que vos,
me parece a mí, considerás que se podría haber incorporado.
Nosotros veníamos de un sindicalismo que combatía en sus bases.
Probablemente, o probablemente no, la resistencia peronista construyó
ese camino también, sin embargo nosotros combatíamos con una
burocracia sindical tremenda, y a la que no veíamos sumándose
fácilmente, y de hecho no se sumaba a la transformación
revolucionaria que nosotros estábamos poniendo en escena. Creo que
ese es el motivo por el cual se construyen las herramientas sindicales
de las organizaciones políticas revolucionarios, porque
necesitábamos un sindicalismo que pensara la Argentina de la manera
en que nosotros la pensábamos, no era la manera en que la pensaban
los discípulos de Timoteo Vandor, ni los de José Ignacio Rucci, a
diferencia de lo que sí era Villa Constitución, que fue el gran
modelo, o Sitrac-Sitram, que eran más de base que las dirigencias
sindicales. No contábamos con un sindicalismo que pudiéramos sumar
naturalmente a ese proceso. Al revés, nosotros los intentábamos
forzar a tomar una posición frente a este proceso, por eso incluso
hubo, en muchos casos, situaciones de violencia respecto de dirigentes
sindicales. Yo recuerdo una vez, en Lanús, el ametrallamiento en la
puerta de la casa de un dirigente sindical porque estaba traicionando
la lucha de las bases. Entonces, ese no era el perfil del movimiento
sindical, razón por la cual pensar hoy que no hicimos el eje ahí,
considerarlo un error que desde el punto de vista de la teoría, de la
construcción es correcta, el elemento a modelar no estaba en ese
modo. Y lo que dice Felipe, también respecto de la cuestión más
política, creo que había una necesidad real y concreta de iniciar un
modo político, no había nada de donde agarrarse. Ustedes piensen que
nosotros nos habíamos identificado con el peronismo pero no teníamos
la más remota idea, la mayoría de nosotros, de lo que era el
funcionamiento de un partido político. La verdad que nosotros
armábamos unidades básicas revolucionarias, no armábamos unidades
básicas como las que hoy se pueden ver en muchos barrios. Es decir,
teníamos de entrada una impronta diferente de lo que manejaba como
código político el partido tradicional. Muchos de nosotros nos
afiliamos al peronismo después del ’83, en ese momento no
concebíamos, no teníamos idea, y no lo estoy diciéndolo como una
cosa que la negáramos, sino que desconocíamos la práctica
partidaria en los términos formales. Entonces también es un elemento
que hay que tratar de dilucidar un poco más porque no podíamos
contar con el PJ como tal.

–Mañana, 24 de marzo, en la cabeza de millones de personas se
estará repensando lo que se vivió hace 38 años, los comunicados
militares que alertaban sobre la detención de María Estela Martínez
de Perón, el control operacional de las Fuerzas Armadas sobre todo el
territorio nacional, las prohibiciones múltiples, pero con la
característica de que mucha gente pensaba que eso iba a morigerar la
violencia política, que iba a terminar con la inflación galopante.
Es decir, fíjense que estas cosas que estamos hablando ahora respecto
de cuánto podían calibrar los militantes de Montoneros, o los
militantes del PRT–ERP o de muchísimas otras organizaciones
políticas que estaban en la lucha, estaba a la par de una situación
donde buena parte de la sociedad argentina también tenía un nivel de
autoengaño muy grande. Cuando uno discute sobre cómo era el
sindicalismo, qué tendría que haber hecho Montoneros, o qué hizo
con las limitaciones, como lo decía tan didácticamente Adriana,
tiene que pensar en el marco de qué sociedad, porque no era solamente
que los militantes de Montoneros no confiaban en el Partido
Justicialista, no confiaban en el Partido Justicialista muchos de los
militantes del Partido Justicialista que fueron a venderse a militares
cuando daban el golpe, no confiaron muchísimos intendentes radicales
que dijeron “sí sí, si dan el golpe y nos dejan una intendencia,
nombrándonos intendentes de facto, nosotros, muchachos, somos de la
partida” y muchísimos comerciantes o empresarios que decían “no,
pero sin democracia no se puede” también decían “Señor general
¿cuánto hay que poner para la próxima campaña”.

A.R.: Bueno, el concepto mismo de democracia creo que no era algo muy
arraigado ni muy visto desde la manera en que lo vemos hoy, que le
otorgamos un valor preeminente en la sociedad a la idea de vivir en
democracia, y en ese momento, la verdad, la democracia no formaba
parte de nuestro vocabulario.

–Me gustaría saber la opinión de ustedes acerca de qué pasa con
la sociedad argentina respecto de si se apropió o no del debate de la
violencia, de la militancia y del compromiso. Y por otro lado, a
quienes investigan, como es el caso de ustedes, les agregaría la
pregunta de cuál es la aproximación narrativa, investigativa que
ustedes han hecho para estos libros, y si la sociedad argentina
prefiere negar de algún modo esto y decir “bueno, eso ya pasó”.

A.R.: Sí, a mí me parece que la realidad es que no hay un saldo
aún. Me parece que es difícil saldar la década del ’70 en la
Argentina. Los militares represores de la ESMA tienen nuestra misma
edad, muchos de ellos tienen apenas unos años más que yo, son tipos
que todavía tienen un nivel de productividad política en la sociedad
en la que vivimos, que están ahí, y generan y hacen política. Y
creo que a pesar del kirchnerismo la sociedad argentina no terminó de
digerir justamente el proceso político de los años ’70. Me parece
que Néstor en su momento sintió la posibilidad de una
reivindicación histórica de la generación a la que él perteneció,
y que eso lo tenía muy claro, habiendo sido o no militante montonero,
que no lo fue, me parece que él se permitió representar todo lo que
habíamos vivido como juventud y decirles a esos milicos, que toda la
vida fueron nuestros fantasmas, nuestro peligro, nuestro riesgo,
“señores, esto acá se terminó”, pero la sociedad en su
conjunto, a mí me da la sensación, no es algo que esté saldado, no
es algo que haya tenido un debate tan claro y tan definido, y tan cara
a cara como se hizo en el Uruguay. De hecho, muchas veces, cuando
quieren descalificar a la Presidenta se hace un comentario de los
Montoneros en el gobierno, probablemente en los sectores más de
derecha salvaje que representan las ideas de los ’70, pero hay algo
como de rechazo, que todavía circula…

– Sin embargo, ahora a esos otros tipos, los represores que están
en Marcos Paz no le dan pelota ni los guardiascárceles.

F.C.: No, yo creo que los han vaciado de legitimidad. Los represores,
digamos, el sector que llevó a cabo la represión, está vaciado
totalmente de legitimidad. Ya nadie les puede hacer caso seriamente a
ninguno de los represores que quiera levantar la voz. Lo que veo que
hay, sí, es un retorno con voces más lavadas, con rostros nuevos y
frescos, donde lo que hacen es variar el enfoque sobre esos años, y
después hay una generalización de condena de la violencia en
abstracto que veo en amplios sectores de la sociedad donde dicen
“bueno, tirar un tiro está mal siempre”, en cualquier
circunstancia, bajo cualquier modo. Entonces, las organizaciones
armadas, mas allá de todas sus buenas intenciones, cometieron ese
pecado original o como quieran llamárselo. Es, yo creo, volver a
meterse en esa discusión que tiene que ver con las batallas
presentes.

A.R.: Eso representa lo que quise decir, es eso lo que pienso
también.

M.P.: Sí, me parece que lo que todavía falta es abordar más
críticamente y con más bibliografía y mayor polémica la cuestión
de la violencia política. Creo que se hace una reivindicación muy
diferente a la de los ’90, por ejemplo, y de los ’80 sobre la
militancia, el concepto de militancia, militancia política. Pero no
así me parece el hecho, no solo de las organizaciones revolucionarias
sino de todas sus bases sociales que adherían y simpatizaban y
coreaban en la consigna de que había que matar a alguien. Digo que,
sobre eso, me parece que todavía hay que meter un poco más el
cuchillo. Hay una revista que se llama Lucha Armada que sale desde
hace algunos años…

–Una revista que para muchos, cuando salió, decías “caramba,
quieren volver a tirar tiros”. Y no, al revés, le pusieron el
nombre para que se hable concretamente, como centro de lo que fue el
fenómeno armado en Latinoamérica y en Argentina, pero precisamente
para ponerlo en cuestión, no para decir “señores hay que
reivindicar a tabla rasa cualquier tiro que se haya tirado por parte
de las organizaciones revolucionarias”.

A.R.: Sí, además me parece que hay que leer ese proceso de la lucha
armada no en Argentina ni en América latina sino en el mundo, porque
si vos ves hitos históricos como el Mayo Francés, Vietnam. Es decir,
la sociedad que se expresaba en términos de violencia, que era el
código con que se hablaba en la época para cualquier clase de
situación política.

F.C.: Y sin embargo yo creo que éste no es un momento propicio, por
lo menos no es una hendija en la historia para discutir la violencia
en los ’70 porque hoy, en base al kirchnerismo y lo que ha sido el
desarrollo de las fuerzas políticas en la Argentina, la sociedad
está muy polarizada de ese respecto, entonces cualquier aproximación
ya va a estar calificada. Quiero decir que no veo que haya un abordaje
superador del problema, sino más bien una toma de postura.

M.P.: Quería aclarar que el último gran debate que se dio fue hace
unos años también, cuando Juan del Barco sacó la famosa carta de
“No matarás”, y la revista A la Intemperie, en Córdoba, abrió
la puerta para una serie de posicionamientos, más allá del cual uno
adscriba. Me parece que fue interesante como debate todo lo que
produjo en torno del tema…

–Me gustaría volver sobre algo que quedó pendiente, y que quizás
el esfuerzo de cada uno de ustedes al meterse a elaborar un libro
tiene que ver también con encontrar una manera de contar solamente en
términos estilísticos narrativos sino también cómo pararse frente
a la historia y a la historiografía. Adriana, al principio usaste la
palabra testigo, sin embargo también te ponés como protagonista
porque no eludís contar tu propia participación en todo eso, es
decir, como sería el observador participante de algún modo si lo
buscamos en términos comunicacionales. En el caso de ustedes, vos
Mariano, que naciste en 1980, vos Felipe, que naciste en el ’73, si
tuvieran que definir desde qué lugar se situaron para mirar esta
historia ¿cómo lo podrían definir?

F.C.: Yo desde el lugar de heredero, básicamente, porque tuve un
padre que tuvo participación en las organizaciones armadas y mis
tíos también, y bueno toda la generación que me precede estuvo
involucrada de algún modo en esa historia, y me pareció que
podíamos capitalizar junto con Pablo Waisberg, que tiene mi misma
edad, este lugar de adentro pero no tanto, y también un poco de
afuera puedo contar esta historia, con el compromiso y el respeto que
implican todos esos lazos afectivos históricos que tenemos con esa
generación, pero también sin estar participando de esas internas que
aún hoy, como bien decía Adriana, tienen vigencia. Entonces, desde
un lugar de cierta lejanía pero entendiéndonos como partes de ese
proceso…

M.P.: A mí me gusta mucho una frase de un pensador muy interesante
que es Walter Benjamin que dice: “Se teje entre las generaciones del
pasado y la nuestra un secreto compromiso de encuentro”. Me parece
que esa es una de las claves a partir de las cuales se puede pensar
que también la escritura puede posicionarse en las batallas por una
lucha que lleve a otro tipo de sociedad, comprendiendo que no es lo
definitivo, y también que un libro es un humilde aporte. Claramente
en mi caso el libro tiene una demora que se explica en el prólogo. Lo
empecé a escribir hace muchos años, más de una década, y lo
empecé a escribir porque participé de las batallas políticas contra
el neoliberalismo durante toda la década del ’90, y me formé
escuchando compañeros más grandes contar esas historias del lugar en
el cual nací y me crié, y me parecía que estaba bueno también
darle un perfil que pueda quedar como testimonio en términos de
resistencia, y no tanto de lo que es el lugar de las víctimas del
terrorismo de Estado, lo que nadie pone en cuestión pero que muchas
veces creo que la bibliografía sobre los ’70 ha caído con
frecuencia en la experiencia previa al golpe, de contar la militancia
antes del golpe o después contar la maquinaria del terror y quiénes
fueron sus víctimas, y que había mucha gente que había pasado por
otras experiencia que era la de haber sido un resistente a la
dictadura y que muchas veces eso se acotaba a escasos episodios como,
por ejemplo, la contraofensiva, los operativos en el marco del Mundial
de Futbol de 1978, o las participaciones en torno de Malvinas,
quedando siempre como acotado a eso, y no se contaba la historia más
cotidiana de militancia, de lucha que tenía que ver con el proceso
del ’76 al ’83, tomado en su totalidad

A.R.: Si ustedes me dejan yo quiero contar algo muy personal que es el
motivo por el cual yo, que no escribo, escribí un libro. Es decir, no
escribo en términos de literatura, insisto, porque ustedes son
grandes escritores y la verdad que en mi caso fue… ese silencio del
que vos, Eduardo, hablaste al comienzo. Yo he militado toda mi vida,
digamos desde que tengo quince años. Hubo cuatro años, durante la
dictadura, que no milité, tuve cuatro hijos, y luego ya en el año
’81 comencé a militar nuevamente en el sindicalismo docente, que
fue una gran vocación en mi vida, y bueno, militante política del
peronismo siempre. Hubo muchos años, pero muchos años, y estoy
hablando desde el ’81, ’82 en adelante hasta avanzados los ’90,
yo creo que hasta la publicación de La Voluntad, no se hablaba de
esta identidad política de haber sido militante revolucionario en la
Argentina, se hablaba muy poco. Creo que La voluntad, de Eduardo y de
Martín Caparros, es la piedra en el agua quieta que empezó a abrir y
mover esa cosa ahí contenida. Y en mi caso, que yo mi exilio lo hice
y vivo en Bariloche, aunque ahora estoy en Buenos Aires por trabajo,
pero en esa sociedad pequeña en la que todos nos conocíamos, sin
embargo, yo era una militante conocida por mi tarea sindical, aunque
nadie sabía cuál era el origen de mi militancia. Y hubo un momento
en el que ese silencio se agotó, que yo ya no quería decir estuve en
la Tendencia, no quería decir yo fui militante de la UES, yo quería
decir lo que yo había sido porque además tenía la convicción de
que eso que había hecho no había sido algo malo.

–Me gustaría concluir con la frase de Walter Benjamin que citó
Mariano Pacheco, ¿la podés repetir?

M.P.: Sí, dice: “Un secreto compromiso de encuentro se teje entre
las generaciones del pasado y la nuestra”.

LUNES 24 DE MARZO DE 2014 – COMCOSUR

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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las
ideas

dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante
en

la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual
dominante, la

clase que controla los medios de producción intelectual, de tal
manera que

en general las ideas de los que no disponen de medios de producción

intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. Carlos
Marx

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y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal.

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Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este
boletín,

no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur
sobre

los temas en cuestión.

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