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CRISIS EN EL MERCADO PETROLERO

1) Crisis del mercado petrolero: Choque a la vista
2) El sistema Putin
3) ¿Quién liberará Mosul?
4) La revolución de los paraguas en Taiwán
5) Campoaré debe pagar por sus crímenes

POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 14 / Nº 701 / Lunes 15 de Diciembre de 2014 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR /
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Crisis del mercado petrolero: Choque a la vista
Raúl Zibechi (Alai)

El mercado petrolero, otrora regulado por los acuerdos entre Estados Unidos y Arabia Saudita, está cada vez más fragmentado. Un mercado desregulado anticipa un período en el que imperará la ley del más fuerte, hasta que aparezca un orden, quizá pospetrolero, como parte de un nuevo mapa energético global.

El pasado 27 de diciembre los ministros de los doce países que integran la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron mantener los actuales niveles de producción aunque el precio del barril de crudo viene cayendo en el último semestre, acumulando una caída superior al 30 por ciento. A pesar de la proliferación de crisis con honda capacidad desestabilizadora, en Ucrania y en Medio Oriente, y las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos a Rusia, el precio del crudo sigue cuesta abajo.

No es la primera vez que esto sucede, ya que el precio del petróleo es eminentemente político. Tampoco afecta sólo a los hidrocarburos: la onza troy de oro cayó de 1.800 a 1.150 dólares, así como los precios de los productos agropecuarios y de los minerales. Sin embargo, en el petróleo se cruzan algunas situaciones extraordinarias al tratarse de una mercancía que tuvo la capacidad, en la historia reciente, de hacer caer regímenes, encumbrar gobiernos y diseñar el mapa geopolítico de regiones enteras.

Así como asistimos a una desarticulación geopolítica global, el mercado petrolífero atraviesa una sucesión de cambios bruscos que, en alguna medida, contribuyen a explicar la situación actual. Quizá un cambio decisivo, en el corto plazo, sea que el partido de las grandes petroleras, el Grand Oil Party, como señala Michael T. Klare en irónica alusión al Partido Republicano (GOP o Grand Old Party), haya obtenido el control completo del parlamento en las recientes elecciones estadounidenses.

Sobre los cambios en el mercado del petróleo abundan las suposiciones revestidas de análisis rigurosos, que a menudo ocultan parte de la información o acuden a teorías conspirativas para explicar lo que sucede. En gran medida, esto es consecuencia de la opacidad del mercado del petróleo, un sector altamente cartelizado, donde el poder de decisión está fuertemente concentrado en un puñado de países y empresas que ponen condiciones al resto sobre cuotas de producción, canales de comercialización y monedas en las que debe transarse. Sin embargo, todo esto está siendo vapuleado por la realidad.

Ganadores y perdedores

Con el precio del barril a 70 dólares, la mayor parte de los países de la OPEP tendrán enormes dificultades para cuadrar sus cuentas. El punto de equilibrio presupuestario para Irán es de 140 dólares, para Argelia y Venezuela de 121, para Ecuador de 117, mientras Irak, Angola, Nigeria, Arabia Saudita y Libia oscilan entre 106 y 90 dólares. Sólo Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pueden sobrevivir sin problemas con el crudo a menos de 70 dólares (Russia Today, 28 de noviembre de 2014).

Aunque Vladimir Putin minimizó las consecuencias para su país de la caída del precio del crudo, el presupuesto de Rusia para 2015-2017 (como el de casi todos los países exportadores) fue hecho sobre la base de un barril a 100 dólares. Según el presidente ruso, cuyo país no es miembro de la OPEP pero participó en la reciente reunión del organismo, el mercado mundial se estabilizará hacia mediados de 2015.

El ministro de Desarrollo Económico, Alexey Uyukayev explicó que el barril a 70 dólares implica el mismo precio en rublos que cuanto se cotizaba a 100, por la devaluación de la moneda rusa. “Para el sistema presupuestario el precio de petróleo denominado en rublos es mucho más importante que el componente en dólares” (Xinghua, 29 de noviembre de 2014). Detalló que eso sucede porque el rublo no está atado al dólar, al punto que los negocios multimillonarios con China se cotizan, de ahora en más, en yuanes.

Uno de los países más afectados es Venezuela. Uno de los más beneficiados, en el corto plazo, los Estados Unidos. Y China, de la cual no se habla, devenida en la principal importadora de crudo. El petróleo equivale al 96 por ciento de las exportaciones totales de Venezuela y contribuyen a la mitad del presupuesto del Estado. Este año el déficit equivale al 15 por ciento del PIB y la inflación ronda el 60 por ciento anual. El economista Daniel López afirma que “si el precio del barril permanece en tono a 60 dólares, los programa sociales van a sufrir financieramente” (Deutsche Welle, 28 de noviembre de 2014).

Venezuela enfrenta, además, un declive de la producción petrolera porque no hay fondos para prospección y nuevas instalaciones, en particular refinerías para el procesamiento de crudo. Este año se debió importar crudo de Argelia. El gobierno de Nicolás Maduro está gestionando la venta de Citgo, la mayor subsidiaria de pdvsa en Estados Unidos, que cuenta con tres refinerías y una red de seis mil estaciones de servicio, para conseguir fondos frescos.

Según López, pese a las dificultades “no quebraremos porque hay dinero”. Se refiere al reciente préstamo de China de 4.000 millones de dólares, que llevó las alicaídas reservas a más de 23.000 millones de dólares.

La OPEP, y Venezuela dentro de la organización, tuvo muchas dudas a la hora de disminuir la producción para evitar que los precios sigan cayendo. Vladimir Mílov, director del Instituto de Política Energética de Rusia y columnista de Forbes, estima que “si la OPEP intenta mantener los precios actuales o elevarlos, tendrá un resultado contrario”, porque el consumo está estancado y la producción no deja de crecer. De pugnar por un aumento del crudo, “dará más seguridad a las compañías estadounidenses que se dedican a proyectos de esquistos y éstas intensificarán aún más la producción, nivelando los efectos de las cuotas por parte de la OPEP” (Russia Today, 28 de noviembre de 2014).

Las nuevas tecnologías

Según Mílov, una reducción de un millón de barriles diarios en la producción de la OPEP, de los 30 millones de que producen sus miembros, implica para los países exportadores un costo de 2.500 millones de dólares mensuales, sin garantía de que consigan su objetivo.

Los datos sobre la evolución de la producción y consumo de petróleo para 2013 son elocuentes. La producción creció levemente, de 86,2 millones de barriles diarios en 2012 a 86,8 en 2013. El consumo pasó de 89,9 a 91,3 en el mismo período (1) Lo más notable es la evolución de Estados Unidos: en 2006 produjo 6,84 millones de barriles diarios, que se convirtieron en 11 millones en 2014, recuperando su pico de producción de 1970. La producción no convencional es la gran explicación (2).

Es el único país cuya producción se incrementa de modo exponencial. Se acerca así a la autosuficiencia, situada en los 18 millones de barriles diarios, que podría alcanzar antes del fin de la década. El especialista en temas energéticos Michael T Klare, aporta datos que dicen que las grandes corporaciones de la energía están entre las principales fuentes de financiación del Partido Republicano. En la última campaña electoral, “el 87 por ciento de los 51 millones de dólares que aportaron fueron a parar a los republicanos” (Rebelión, 22 de noviembre de 2014).

La estrategia en el último medio siglo ha sido muy clara: petróleo y gas fueron los pilares de la seguridad nacional, ya que el acceso privilegiado a fuentes seguras a precios preferenciales (Medio Oriente) otorgaba a Estados Unidos “ventaja competitiva en relación a las potencias rivales”, y más recientemente hizo que Washington tuviera mayor capacidad “en la confrontación con países petroleros hostiles como Irán, Rusia y Venezuela”, apunta Klare.

Con el gas y petróleo de esquisto las cosas cambiaron, para mejor. “Los jefes republicanos sostienen que la mejor manera de contrarrestar los avances de Rusia en Ucrania (o en cualquier lugar de Europa) es acelerar la explotación de las reservas de gas no convencional y exportar los excedentes obtenidos como gas natural licuado”, sigue Klare. Esta nueva estrategia apunta a desgajar a Europa de Rusia, principal mercado de Moscú del cual depende todo el continente, pero también a dañar la economía rusa. Para rematar la apuesta, energía barata supone que las empresas que migraron a Asia vuelvan casa. De ese modo se consigue un doble objetivo: acorralar a Rusia, principal adversario estratégico, y contrarrestar el ascenso de China, principal rival económico.

La apuesta republicana va más lejos, con una virtual integración de los sistemas petroleros de Canadá y México bajo dominio de las multinacionales estadounidenses, desde que el país azteca decidió abrir sus empresas estatales a la inversión extranjera por primera vez desde su expropiación en 1938. Sólo falta modificar la legislación nacional, que desde el embargo petrolero árabe de 1973-1974 impide la exportación de petróleo y gas natural como medida preventiva.

Una de las principales consecuencias de la política energética estadounidense es que los países productores agrupados en la OPEP ya no están en condiciones de regular el mercado petrolero. Los doce países que la integran producen apenas un tercio del petróleo global y su producción empieza a mermar. “Estamos entrando en una nueva era para los precios del petróleo, donde el propio mercado va a administrar a la oferta, no más Arabia Saudita y la OPEP”, dijo Mike Wittner, de la Societé Generale en Nueva York (Valor, 28 de noviembre de 2014).

Un mercado desarticulado

En la medida que no aparece un actor, o un pequeño grupo de actores, con la capacidad suficiente como para poner orden, el mercado petrolera es cada vez más caótico. Los datos apuntan que algo nuevo está sucediendo: Arabia Saudita ya no vende la mayor parte de su petróleo a Estados Unidos sino a China; Estados Unidos revierten su aguda dependencia; China y Rusia firmaron un mega acuerdo gasero por 700.000 millones de dólares a pagar en yuanes, con lo que China se asegura una fuente de suministro y Rusia deja de depender del mercado europeo; Arabia Saudita es ya el sexto consumidor de petróleo del mundo (pasó de 1,4 a tres millones de barriles diarios de 2001 a 2013) con lo que menguan los excedentes exportables del primer productor; lo mismo sucede con Rusia, segundo productor.

Una vez más, China es el gran ganador (tanto por el acuerdo con Rusia como por el petróleo a bajo precio), mientras la Unión Europea está en serias dificultades, ya que los suministros rusos no son seguros y la promesa de Washington de venderle gas de esquisto es, apenas, una promesa.

Dos hechos convergen: una nueva geopolítica del petróleo y la crisis de la propia industria. “La industria del petróleo se salvó gracias al petróleo de esquisto, pero se perderá también a causa del petróleo de esquisto”, estima el boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (Geab 89, 17 de noviembre de 2014). La crisis del mercado se puede visualizar en una gráfica donde aparecen las inversiones y la producción. Hasta 2006 el aumento de las inversiones provocaba aumentos en la producción. A partir de ese momento, ambas líneas se acercan hasta cruzarse en 2010: la producción de las once principales compañías cae drásticamente a pesar de que las inversiones siguen creciendo.

Las grandes empresas petroleras están endeudadas y empiezan a vender sus activos. Pero la crisis afecta de modo muy particular a las explotaciones de esquisto, ya que “corren el riesgo de no ser rentables si el precio del barril se instala debajo de 80 dólares a largo plazo”, señala el Geab. A las dificultades sobre la rentabilidad deben sumarse las críticas y protestas por la contaminación que produce. Algunas publicaciones especializadas apuntan una desaceleración de las perforaciones.

Hay quienes aseguran que se trata de un espejismo, ya que la producción de petróleo y gas no convencionales crecen de forma abrupta, pero tienden a bajar en la misma forma y a corto plazo. “Las estimaciones más optimistas pronostican el aumento o la producción constante hasta 2020 (solamente); otros creen que es probable una caída desde 2016”, insiste el Geab. Al parecer es Arabia Saudita, el país más afectado por el petróleo de esquisto, quien está detrás de la caída de los precios como forma de desestimular a la industria no convencional.

La ley del más fuerte

El relatorio de la empresa Sanford C Bernstein & Co. del mes pasado, establece que Arabia Saudita, Irán e Irak “pueden mantener la producción con un barril a 30 dólares, en tanto algunos productores estadounidenses necesitan un precio superior a los 80 dólares” (Valor, 28 de noviembre de 2014). La Agencia Internacional de Energía sostiene que el costo de producción de petróleo de esos países oscila en torno a los 10 o 20 dólares el barril, mientras el no convencional tiene costos superiores a los 70 u 80 dólares.

En la misma dirección, el vicepresidente de la rusa Lukoil está convencido que la actual política de la OPEP de dejar caer los precios, va a quebrar la industria de esquisto de los Estados Unidos y que los precios volverán a subir “en 2016, cuando la OPEP complete su objetivo de limpiar el mercado marginal estadounidense”. Si esto fuera así, se entienden algunos de las interferencias que está sufriendo la estrategia estadounidense en Medio Oriente.

Sin embargo, los analistas del mayor banco de Noruega, el dnb asa, recuerdan que buena parte de la producción de los Estados Unidos puede mantenerse incluso con un barril a 42 dólares, en tanto Goldman Sachs aseguró que los precios van a caer aún más, “hasta que aparezcan evidencias de desaceleración de la producción en Estados Unidos”, que podría volver a sumar un millón de barriles diarios en 2015 (Valor, 28 de noviembre de 2014). Estamos ante una guerra de precios, comercial y de estrategias, que está terminando de desregular el mercado petrolero.

Es en este punto donde se cruzan las principales dificultades. Si la arquitectura de la gobernanza energética cruje, como el sistema todo, el problema es que no se adivinan las nuevas vigas maestras que apuntalen un nuevo sistema. El petrodólar, que conformaba el núcleo de esa arquitectura desde 1973, basado en la alianza que Estados Unidos y Arabia Saudita establecieron en 1945 al finalizar la segunda guerra mundial, se está desmoronando a una velocidad increíble.

“En un sistema desregulado de acceso a los recursos energéticos”, concluye el Geab, “prevalece la ley del más fuerte”. Los que más sufren, son los que no producen petróleo ni gas, como Europa, y los que no tienen poder militar para imponer su voluntad. Una vez más, la alianza Rusia-China cuenta con los dos factores decisivos, a lo que puede sumarse la creciente asociación de intereses entre chinos y saudíes.

Según los analistas, estaríamos cerca de un shock en el mercado del petróleo, con efecto dominó sobre las bolsas de valores de todo el mundo. Esta vez el epicentro de la futura crisis no sería el sector inmobiliario ni el bancario, sino el energético. No debemos olvidar que el orden mundial nacido en la segunda posguerra mundial, tuvo en el petróleo el nudo gordiano que está empezando a desatarse.

– Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.
Notas

(1) “Statistical Review of World Energy 2014”, publicado por BP, ex British Petroleum, en www.bp.com La diferencia entre producción y consumo se deben a cambios en las existencias, consumo de aditivos y combustibles de sustitución.
(2) Petróleo y gas no convencional, de esquisto o shale en inglés, obtenido mediante el método de fractura hidráulica o fracking, por el que se rompen rocas que liberan gas a miles de metros de profundidad.

LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2014 – COMCOSUR
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2) El sistema Putin
Pablo Stefanoni* (Le Monde Diplomatique)

La reconstrucción del Estado ruso luego del derrumbe de 1991 se inicia con la llegada al poder de Vladimir Putin. Apoyado en la riqueza de los hidrocarburos y en un fuerte liderazgo, logró estabilizar al país tras el desastre que había dejado la salida al capitalismo. Su siguiente misión sería devolverle a Rusia su lugar de gran potencia.

Ellos no quieren humillarnos, ellos quieren someternos, resolver sus problemas a costa nuestra [pero] nadie en la historia pudo lograr esto con Rusia y nadie lo hará nunca” (1). Estas declaraciones de Vladimir Putin expresan el nuevo momento de tensión de las relaciones Rusia-Occidente, posterior a la crisis ucraniana y a la anexión de Crimea (2). Moscú busca volver a ocupar su lugar de gran potencia luego de la catástrofe nacional que significó su disgregación en 1991, y este renacimiento coincide con la era de Putin, un ex espía de la KGB que llegó al poder de la mano de Boris Yeltsin en el año 2000, en su etapa de declive final. El actual apoyo popular al presidente es consistente con sondeos que indican que el 63% de los consultados manifiesta una mala opinión sobre la Unión Europea y el 73% se expresa en el mismo sentido respecto de Estados Unidos (3).

El renacimiento

El politólogo Dimitri Oreshkin sostiene que luego de acumular recursos políticos y económicos, Putin “mostró su verdadero yo” hacia 2006-2007 (4). La construcción de un liderazgo fuerte estuvo asociada a la subida de los precios del petróleo y del gas, cuya explotación es la base del “renacimiento ruso”. Pero además, el presidente ruso consiguió la estabilización de la élite, el fin de las guerras de clanes de la era Yeltsin y una cierta reposición del poder estatal. Como recuerda el pensador Boris Kagarlitski, el desgraciado destino de los millonarios Vladimir Gusinski, Mijail Jodorkovski y Boris Berezovski (fallecido en 2013) –cuyos negocios abarcaban petróleo, banca, mass media y otros rubros estratégicos– no fue ajeno a esos cambios. Estos tres empresarios integraban el grupo de las personas más influyentes en los años de gobierno de Yeltsin y no quisieron resignar sus posiciones de privilegio en tiempos del nuevo presidente, de modo que fueron socavando la lógica del compromiso general que radicaba en la base del “sistema Putin”. El resultado del enfrentamiento fue previsible: los tres tuvieron que emigrar y Jodorkovski, además, pasó diez años en la cárcel (5).

La construcción de la imagen de Putin tiene como contrapartida numerosas fotos que lo muestran como un líder viril: en una está abrazando a un cachorro de leopardo (un internauta ruso lo comparó con Barack Obama con un caniche en las rodillas, lo que motivó la pregunta “¿en quién confías más como Comandante en Jefe?”); en otra, tomada en 2012, aparece con casco y una bata blanca guiando la migración de cigüeñas desde un ala delta, y en varias se lo puede ver con el torso desnudo y uniforme de fajina. En todas ellas, pese a su metro setenta de estatura, se proyecta como “un grande”. “A algunos escritores y también a la gente común les gusta compararlo con varios zares, desde Iván el Terrible a Nicolás I. Pero no es casual que él clave la vista en Occidente cuando dice que lo suyo se parece en realidad a lo hecho por Franklin D. Roosevelt, el presidente que rescató a Estados Unidos del pozo de la Gran Depresión en la década de 1930”, recuerda la periodista Hinde Pomeraniec en su libro Rusos. Postales de la era Putin (6).

Pero si en los primeros años de gestión la prioridad era interna, en los más recientes Putin ha intensificado su meta de devolverle a Rusia un lugar en el concierto global. “Si anteriormente se ocupaba de alimentar ciertos clanes a cambio de su apoyo, ahora parece tener la sensación de tener una sola misión: reponer el lugar de Rusia en el mundo. Y ya no parece interesarse más que por la política exterior”, explica Oreshkin en una entrevista reciente (7). El analista llama al nuevo sistema económico ruso “burness”, una palabra compuesta de burócrata y business: los funcionarios se dedican a los negocios y/o las empresas “compran” a los funcionarios, y dentro de funcionarios o ex funcionarios un factor clave, en un país como Rusia, son los servicios secretos.

La venganza del capital

Si durante la Nueva Política Económica (NEP), tras la Revolución de 1917, Nicolái Bujarin promovió el lema “Enriquézcanse” entre los campesinos, tras la caída de la URSS no hizo falta un llamado semejante para que la nomenklatura se transformara en burguesía, en un proceso anticipado por León Trotsky en su libro La revolución traicionada de 1937. “Imagínense un pastel dividido en partes iguales pero pequeñas. Eso es el socialismo. Ahora imagínense un enorme pastel dividido en partes desiguales, pero de modo que hasta una pequeña parte del segundo pastel es más grande que una de las partes iguales del primero. Eso es el capitalismo”, rezaba un spot liberal que propagandizaba la transición al capitalismo (8). Personajes como el banquero Boris Jordan vivieron el proceso como una venganza personal: “Lo que mi abuelo no pudo lograr en la época de la guerra civil con el Ejército Blanco contra los comunistas, lo hicimos nosotros expulsando al Estado de las relaciones de propiedad”, confesó en un libro de entrevistas (9).

Dejando ver las facetas conspirativas en el tránsito hacia el “libre mercado”, el propio Putin reconoció en 2013 la presencia de agentes de la Central Intelligence Agency (CIA) entre los ministros reformadores de comienzos de los años 90, sin privarse de señalar que “lo más notable es que cuando regresaron a Estados Unidos [varios de estos agentes] fueron juzgados por haber violado las reglas de su país por su enriquecimiento a costa de las privatizaciones rusas, lo cual no podían hacer como agentes de la CIA” (10). Fue un verdadero saqueo de los recursos públicos en beneficio de nuevas oligarquías, con derrames hacia lo que los rusos llaman “clases creativas”, especialmente de las capitales: Moscú y San Petersburgo, pero para la mayoría constituyó una catástrofe material y también moral.

Si en Europa del Este el comunismo era visto como algo impuesto desde afuera, para Rusia resulta inseparable de su propia historia. Además, como escribió Bruno Groppo, la liberación del orden opresivo en Rusia coincidió con la pérdida de la posición hegemónica del Imperio soviético, y a la postre su desintegración (11). En ese marco, el problema de la visión de los ultraliberales de la era Yeltsin es que transformaron a la historia soviética en un paréntesis, en una suerte de desvío del camino nacional que debía rectificarse recuperando la continuidad con la historia prerrevolucionaria. Pero es precisamente la victoria de 1945 contra el nazismo lo que funda el patriotismo moderno ruso (12). Eso no remite directamente a una supervivencia de los imaginarios soviéticos, pero, claro está, tampoco las separaciones son a menudo tan claras; de ahí la complejidad de la figura de Stalin en la actualidad.

Putin se propuso, con éxito, incorporar esta parte de la historia sin reivindicar el comunismo (considera positivamente a la URSS pero negativamente a Lenin y a la Revolución), de tal forma de construir una “visión positiva” de la historia nacional plasmada en los nuevos manuales escolares. Posiblemente, la mejor síntesis de su visión esté contenida en una de sus frases célebres: “Quien no eche de menos a la Unión Soviética no tiene corazón, quien la quiere de vuelta no tiene cerebro”. En ese marco, el Stalin “positivo” será el jefe de la Gran Guerra Patria, no el líder comunista colectivizador, aunque el presidente no suele mencionarlo explícitamente.

Amigos y enemigos

Quienes sí reivindican –al menos retóricamente– al hombre de acero y el retorno de la URSS, son los miembros del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), liderados por Guennadi Ziugánov. En un reciente artículo, el secretario de ideología del Comité Regional de San Petersburgo, Alexéi Bogachev, escribió como respuesta a una opinión crítica del presidente ruso sobre los bolcheviques que “la lucha por las mentes es la principal lucha del momento actual, y estamos obligados a ganarla. Sólo nuestro proyecto, el proyecto del renacimiento ruso soviético, es capaz de salvar a Rusia de ese vacío que se está formando hoy en torno al Kremlin y personalmente alrededor de Vladimir Putin” (13). No obstante, el PCFR es parte del sistema Putin, es decir de los partidos tolerados por el régimen de democracia controlada; por eso algunos de sus críticos lo denominan con ironía “Ministerio de Oposición Roja”.

En efecto, el PCFR no participó orgánicamente de las protestas de 2011 contra el supuesto fraude montado por el gobierno en las elecciones legislativas y contra la corrupción en las altas esferas del Estado. El Occupy Moscú convocó a un heterogéneo frente que iba desde liberales hasta anarquistas, pasando por diversas combinaciones de izquierdas y nacionalismos; entre estas últimas se destaca el Frente de Izquierda, liderado por Serguéi Udaltsov. En esa ocasión, el gobierno fue hábil para oponer la supuesta “gente bien” de las protestas al “pueblo sencillo”, imagen a la que contribuyeron unos liberales adversos a la inclusión de consignas sociales (14).

Una de las expresiones del inconformismo actual –con menos prensa positiva en el exterior, donde tienen más relieve disidencias como las del grupo punk feminista Pussy Riot– son los escritores “nacional-bolcheviques”. Inspirada en la figura de Eduard Limónov (15), esta generación de escritores jóvenes –algunos de ellos premiados– reflejan un complejo procesamiento del trauma de la vergüenza del pasado nacional y buscan representar a la Rusia profunda, pobre y silenciosa, alejada del glamour de las dos capitales. Dispuestos a poblar las cárceles, los nac-bol promueven un patriotismo radical que reclama más “respeto” hacia el pasado soviético. La propia combinación de los términos “nacional” y “bolchevique” habla de complejas y a menudo indescifrables tramas de sentido, en cuya base está el profundo desprecio por los personeros de las reformas liberales de los 90, su cinismo y su “racismo de clase”. Una de las polémicas iniciativas nac-bol fue la publicación, en 2012, de una “Carta a Stalin”, escrita por Zajar Prilepin (39 años), considerado por The Telegraph “un Tolstoi moderno” (16). “¿Stalin maníaco sanguinario? Sí, pero también comandante supremo [y vencedor de los nazis]” dice uno de los párrafos de este escritor, que fue arrestado unas 150 veces. Respondiendo a sus críticos, escribió que sus invectivas se dirigen hacia quienes “convirtieron a Stalin en un monstruo para justificar su propia monstruosidad”. Y aunque en apariencia muchas de sus posiciones son similares –al menos en los discursos– a las lecturas de la historia de Putin, los nacional-bolcheviques están entre sus más enconados enemigos. A tal punto, que Limónov se alió con los liberales en 2009 en contra del gobierno y conformó el grupo Estrategia 31, en referencia al artículo de la Constitución que habilita la libertad de reunión y protesta pacífica, pero no impide los arrestos de manifestantes.

La situación política interna, no obstante, cambió con la crisis de Ucrania y los nacionalistas radicales quedaron objetivamente del mismo lado que el Presidente. Ahora Rusia debe enfrentar sanciones internacionales que afectan a varios de sus empresarios y a la industria petrolera (17). Los “ataques de Occidente” permiten nuevamente decodificar sentimientos en clave de dignidad nacional, algo productivo para Putin, al menos mientras la economía no se sienta verdaderamente afectada.

1. La Nación, Buenos Aires, 18-11-14.
2. Territorio emblemático de la historia rusa, Crimea fue cedida por Nikita Jruschov a Ucrania en 1954, pero en ese momento la decisión no tuvo consecuencias porque seguía dentro de la URSS.
3. Agathe Duparc, “A Moscou, le centre Levada détaille les ressorts de la popularité de Poutine”, Mediapart, 17-10-14.
4. Dimitri Oreshkin, “The wheels have come off the Putin model”, ODR, 26-8-09.
5. Boris Kagarlitski, “El modelo Putin: de la normalización política a la crisis de Ucrania”, Nueva Sociedad, Nº 253, septiembre-octubre de 2014.
6. Hinde Pomeraniec, Rusos. Postales de la era Putin, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2009.
7. Agathe Duparc, “Comment fonctionne le régime Poutine, au faîte de sa puissance”, Mediapart, 14-10-14.
8. Ruslan Dzarasov, “Cómo Rusia volvió al capitalismo. El desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas”, Nueva Sociedad, Nº 253, septiembre-octubre de 2014.
9. Ibid.
10. Monique Slodzian, Les enragés de la jeune littérature russe, La Différence, París, 2014.
11. Bruno Groppo, “Los problemas no resueltos de la memoria rusa”, Nueva Sociedad, Nº 253, septiembre-octubre de 2014.
12. Slodzian, ob. cit.
13. Alexéi Bogachev, “Putin y el vacío. Sobre las declaraciones antibolcheviques del ‘líder nacional’”, La República.es, 12-11-14. El texto fue publicado originalmente en ruso en la página del PCFR y señala que “Stalin habría resuelto hace tiempo la cuestión con ese tipo de parásitos dañinos [actuales]”.
14. Aleksandr Shubin, “Occupy Moscú. Las protestas de 2011-2013 y la izquierda crítica”, Nueva Sociedad, Nº 253, septiembre-octubre de 2014.
15. Emmanuel Carrère, Limónov, Anagrama, Barcelona, 2013.
16. Anna Nemtsova, “Zakhar Prilepin: a modern Leo Tolstoy”, The Thelegraph, 13-4-12.
17. Agathe Duparc, “Comment la Russie s’adapte au régime de sanctions occidentales”, Mediapart, 2-11-14.

* Jefe de Redacción de la revista Nueva Sociedad.

LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2014 – COMCOSUR
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3) ¿Quién liberará Mosul?
Mushreq Abbas (Al-Monitor)
Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

Athil al-Nuyaifi, gobernador de la provincia de Nínive, no parece preocupado por las críticas ni por las voces que pidieron su destitución tras la caída de Mosul bajo el control del Estado Islámico (EI) a principios de año. Por el contrario, Nuyaifi parece tratar de imponerse a sí mismo como un actor esencial para liberar la ciudad. Actualmente se encuentra de visita en Washington para promover su visión de lo que hay que hacer. La liberación de Mosul, sin embargo, no puede dejarse exclusivamente en manos de las iniciativas de Nuyaifi. Exigirá el concurso de todas las comunidades étnicas, religiosas y sectarias de la ciudad.

Los puntos de vista de Nuyaifi sobre Mosul coinciden con los de Turquía, de la que el gobernador piensa debe desempeñar un papel clave en la expulsión de EI dada su ubicación geográfica y las históricas relaciones. Nuyaifi acompañó al primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, en una visita el 21 de noviembre a un campamento de peshmergas kurdos supervisado por el ejército turco en Diana, en el norte de Erbil.

Ese mismo día, tras la visita, Nuyaifi publicó en Facebook que había acordado con Davutoglu que Turquía entrenase voluntarios de Nínive para combatir al EI al igual que está entrenando a peshmergas. También escribió: “[…] estamos esperando que la región del Kurdistán sitúe el campamento y empezaremos a registrar los nombres de los voluntarios”. El 27 de noviembre, Nuyaifi publicó: “[…] Después de obtener la aprobación de la región del Kurdistán para abrir un campamento para voluntarios civiles de Nínive, incluyendo a las tribus, a los residentes de las ciudades de la provincia y a todos los partidos políticos que estén dispuestos a declarar la guerra contra el EI, pondremos en marcha las medidas prácticas y registraremos los nombres de los voluntarios en Dahuk y de Erbil. Esta iniciativa se centrará principalmente en las sociedades árabes, que deben tener un papel claro en la liberación de sus regiones”.

Según Nuyaifi, ya se han establecido dos campamentos para entrenar a los combatientes: la Fuerza de Liberación de Mosul y la Fuerza de Mosul Occidental. Ha afirmado que los preparativos anunciados para la liberación de la ciudad representan sólo el 10% de los pasos reales que se están adoptando sobre el terreno entre él y responsables iraquíes y extranjeros. La realidad, sin embargo, no parece reflejar las palabras de Nuyaifi.

Hay testigos que señalan a Al-Monitor que el gobernador ha intentado reunir a algunos oficiales de policía de los campamentos de refugiados que huyeron de Mosul, pero que no ha establecido una fuerza fiable. Las mismas fuentes indican asimismo que él está a la espera de que el gobierno iraquí, Turquía o Estados Unidos le provean de armas.

El problema de Mosul es que su composición demográfica no puede producir fácilmente dirigentes locales capaces de convencer a la gente de que se organice e inicie la ofensiva de la liberación. Al contrario que en la provincia de Anbar, el elemento tribal no es un impulso eficaz en Mosul, y casi nadie presta mucha atención a las palabras de los clérigos que huyeron de la ciudad.

Mahmud Hamadani, profesor de Historia, señala que no hay sólo una Mosul. Afirma que la ciudad donde se atrinchera el EI es el hogar de antiguas familias establecidas desde hace generaciones. La gente de allí no conserva linajes de clan sino familiares. Hamadani explica a Al-Monitor que “[…] También existe una Mosul rural y periférica habitada por tribus. Esta Mosul está lejos de verse afectada por el entorno de la ciudad. Por eso el EI lo tuvo fácil para atraer a muchos de sus residentes periféricos frente a la mayoría de los desplazados de Mosul que son del centro de la ciudad. Hay una Mosul que es kurda, cristiana, chií y turcomana, que es la que el IS ha intentado eliminar desde los primeros días asesinando y provocando el desplazamiento de turcomanos, shabakíes chiíes, cristianos y yazidíes”.

La provincia de Nínive, cuya riqueza cultural e histórica está representada por Mosul, presenta una división geográfica y demográfica. Los turcomanos y los chiíes viven en el norte de Mosul, en Tal Afar; los yazidíes residen en el oeste; los cristianos, los shabakíes y los kurdos comparten el este; y los árabes musulmanes ocupan el centro de la ciudad, y en un menor grado sus provincias y pueblos del sur, así como los pueblos y ciudades donde también se asentaron otras confesiones y grupos étnicos.

El pensamiento actual entre los suníes de Iraq es que la liberación de las áreas suníes sólo se llevará a cabo mediante la iniciativa de los propios suníes. Esa es también la posición de Estados Unidos y de sus partidarios en la región. Las negociaciones en curso entre dirigentes suníes en Washington incluyen a líderes tribales, funcionarios gubernamentales y representantes de las facciones armadas y giran en torno a la formación de un ejército suní posiblemente armado por Bagdad.

La perspectiva del gobierno iraquí de liberar áreas suníes sigue sin estar clara pero cada vez depende más de las Fuerzas de Movilización Popular, que consisten en facciones chiíes cuyo papel está en entredicho entre los residentes de las zonas en cuestión. El EI está explotando los abusos cometidos por elementos de las facciones chiíes con el fin de asustar a los suníes con que pueden acabar asesinados o intimidados en caso de que las fuerzas chiíes entren en sus áreas. En este sentido, el EI se presenta como la mejor alternativa: el protector y el vengador de los suníes.

En medio de la confusión y la ambigüedad que rodea a la búsqueda de representantes suníes capaces de liderar la batalla contra el EI, Washington espera ir tanteando el terreno para unificar a los partidos suníes bajo un paraguas lógicamente aceptable, en el convencimiento de que el final del EI se alcanzará cuando el entorno social y cultural suní favorable a esa organización deje de serlo.

Todo esto es comprensible en el contexto de la guerra y de la búsqueda de aliados, pero el eslabón perdido es el de las diferencias entre las áreas suníes. El modelo de liberación de Anbar, en particular el de la ciudad de Faluya, cuya restauración marcaría el comienzo de la derrota del EI, debe ser distinto del modelo de liberación de Salahuddin, y el de Mosul, debido a su complejidad demográfica, diferente de los de esas dos ciudades.

No es razonable esperar que la Mosul anterior al EI pueda volver en un futuro inmediato. El desafío que representa el EI y los crímenes cometidos bajo su égida han infundido enormes dudas y han generado un montón de acusaciones entre los residentes de Mosul, no solo en los ámbitos étnico, sectario y religioso, sino también entre los árabes de la ciudad y los de la periferia. Excluida la intervención militar estadounidense y la rehabilitación del ejército iraquí en breve plazo, la misión de liberar Mosul requiere la participación de todos los habitantes de la ciudad independientemente de sus diferencias étnicas, religiosas e ideológicas. Esto podría ocurrir en el marco de un acuerdo militar especial que permitiera a todos los sectores controlar sus áreas y gestionarlas y protegerlas en el futuro.

LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2014 – COMCOSUR
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4) La revolución de los paraguas en Taiwán
Pierre Rousset (Viento Sur)

En marzo-abril la Asamblea Legislativa de Taiwán estuvo ocupada durante 22 días (¡!) por estudiantes que denunciaban la aprobación, sin un verdadero debate, del acuerdo de libre comercio (que afectaba a los servicios) entre la isla y… China Continental. El “Movimiento de los paraguas”, de desobediencia civil, tuvo un amplio eco popular a semejanza del “Movimiento de los paraguas” hongkonés. Los estudiantes se politizaron rápidamente y centenares de miles de personas participaron de una forma u otra en la lucha/1.

Diecisiete sindicatos denunciaron el acuerdo de libre comercio porque favorecía al gran capital, la explotación del trabajo y de las pequeñas empresas.: “Estos últimos años, el movimiento obrero de Taiwán también conoció movimientos de protesta contra la OMC (el acuerdo sobre la carne de cerdo y vacuno americano, la zona de libre cambio y otras facetas de la liberalización…) El acuerdo sobre los servicios otorga ventajas competitivas al capital chino para penetrar en Taiwán y abrir comercios (provocando una oleada de aguda competencia), y el trabajo será otra vez sacrificado.”/2.

Merece la pena destacar tres aspectos: En primer lugar, los sindicatos denuncian la injerencia del capital chino (venido del continente) y no del “comunismo”; en concreto, sitúan este combate en el marco más general de la resistencia a las políticas neoliberales: Washington no se equivocó y defiende su propio proyecto de Colaboración Trans-Pacífico; de ahí que Estados Unidos reaccionara rápidamente al movimiento exhortándoles a no rechazar por principio los acuerdos de libre comercio.

En segundo lugar, el Frente Rural de Taiwán (TRF) y el Sindicato de Campesinos de Taiwán, miembro de Vía Campesina de Asia del Este y del Sudeste, lanzó el último 25 de marzo, una llamamiento a la solidaridad internacional contra la adopción del acuerdo de libre comercio chino-taiwanés y la represión policial/3.

Por último, los acontecimiento de Hong Kong y Taiwán, que se han dado de forma paralela, son especialmente instructivos. Los dos territorios fueron bastiones anticomunistas en los que la burguesía china se refugió tras la derrota de la revolución maoísta. La primera quedó como colonia británica hasta 1997 mientras que la segunda, que había sido una colonia japonesa de 1985 a 1945 antes de ser literalmente ocupada en 1949 por el ejército derrotado del Kuomitang, instauró un régimen dictatorial de partido único. Al igual que en Hong Kong, las reformas democráticas (parciales) son recientes , remontándose en su caso a 1996, y fueron puestas en práctica “desde arriba” y no por conquista mediante la lucha “desde abajo”. Por tanto, estas reformas son frágiles pues los poderosos pueden decidir revertirlas fácilmente, pero ahora está claro que en los dos casos esto no se haría sin una importante resistencia social.

Durante varios decenios, los regímenes de Taipei y Pekín estuvieron en un estado de guerra latente pretendiendo representar ambos a toda China. Pero últimamente, los acuerdos económicos chino-taiwaneses se han multiplicado hasta el punto de que entre la “burguesía burocrática” del continente e importantes sectores de las élites burguesas de la isla se está conformando una “plutocracia a ambos lados del estrecho”, de forma que una parte creciente de la población se inquieta por la influencia del “factor China” tanto en el ámbito político como institucional: el peso de este cártel de intereses chino-taiwanés se vuelve tan importante que corre el riesgo de imponer su ley/4.

El Movimiento de los paraguas es políticamente heterogéneo. La derecha y la izquierda taiwanesas se han dividido entre quienes defienden el statu quo (negociar con Pekín, respaldados por Estados Unidos), los pragmáticos, “unionistas” (preconizando la unificación con China) y los “independentistas”. Es de temer que los “unionistas” de izquierda se contenten con retomar el discurso oficial del PCC como si el régimen continental siguiera siendo “socialista” y ofreciera al mundo un modelo de desarrollo. En cuanto a los “independentistas” de izquierda, a menudo tienen una mirada poco crítica de la “democracia liberal inacabada” en vigor en la isla. Existen los partidarios de una izquierda radical portadora de un proyecto al mismo tiempo anticapitalista y antiburocrático, de democracia socialista, pero son minoritarios.

En cualquier caso, el Movimiento de los paraguas ha puesto de relieve la dimensión del acercamiento entre la “burguesía burocrática” del continente y un sector significativo de la élites burguesas taiwanesas que habían permanecido hasta hace poco hostiles al PCC. Más allá de Hong Kong y de Taiwán, todo el capital chino transnacional (Singapur en particular y Asia del Sudeste en general, América del Norte…) se ha visto afectado por los acontecimientos. El espectacular éxito de “aburguesamiento” de la burocracia china continental se debe en buena parte a la capacidad que tuvo para asociarse con una parte significativa del capitalismo chino transnacional. En gran parte, el futuro de esta empresa imperialdepende también de mantener y profundizar estos lazos: un conflicto de intereses importante entre el nuevo capital chino del “interior” y el antiguo capital chino “del exterior” podría suponer un frenazo para el ascenso del poderío de China.

Traducción: VIENTO SUR

Notas

1/ Ver Au Loong-yu en ESSF (artículo 31621), The Significance of Taiwan’s Anti-Service Trade Agreement Movement et (article 31409), Voices from the Taiwan Youth and Workers : The March 18th Occupation of Parliament In Protest against the Trade Agreement.
2/ Ver en ESSF (artículo 31652), “Sunflower Revolution” in Taiwan : STOP Police Brutality, NO to Free Trade Agreements NOW !.
3/ Ibid.
4/ Ver Poe Yu-ze Wan en ESSF (artículo 33689), Gauches indépendantistes, unificationistes et radicales à Taïwan : démocratie taïwanaise, autodétermination et projet socialiste.

LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2014 – COMCOSUR
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5) Campoaré debe pagar por sus crímenes

«La moral y la dignidad exigen que Compaoré responda de sus actos en Burkina Faso y ante la justicia internacional»
Olivier A. Ndenkop (Journal de l’Afrique)
Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Expresidenta de la ONG Survie, que lucha contra la «Francáfrica» y sus desmanes en los Estados africanos, Odile Tobner es autora de varios libros sobre África. En esta entrevista se pronuncia sobre la caída del dictador Blaise Compaoré, entre otros asuntos. Según ella, la lucha no ha hecho más que empezar. Y los burkineses deben permanecer vigilantes para que las potencias imperialistas y los patronos de las multinacionales no roben al pueblo su victoria.

—¿Cómo recibió el derrocamiento y la huida a Costa de Marfil de quien dirigió Burkina Faso con mano de hierro durante 27 años?
— Con una gran admiración por los ciudadanos burkineses que tuvieron la valentía de enfrentarse con las manos desnudas a la fuerza de intimidación de un Estado despótico –hubo varias decenas de víctimas- y realmente han sido ellos los que han hecho retroceder al poder demostrando de lo que es capaz un pueblo orgulloso. Al mismo tiempo la huida sin gloria del que traicionó a Thomas Sankara y urdió su asesinato es sin duda gozosa.

—¿Cree que existen semejanzas entre la Revolución Burkinesa y la Primavera Árabe que llevó al cambio del poder en Túnez y en Egipto?
—Se alude, con razón, a la Primavera Árabe, las situaciones que se engloban en esa denominación son específicas. Burkina puede tener muchas similitudes con Túnez. Existe una población con una auténtica conciencia política capaz de movilizarse por el bien común con determinación. Se hablará del «Octubre Burkinés», símbolo fuerte que recuerda al octubre ruso de 1917, y que viene a redimir el octubre de 1987 del asesinato de Sankara.

—¿Compaoré se quedará refugiado en Marruecos, deberán forzarle a volver a Burkina para responder de sus actos o se unirá a Laurent Gbagbo en la Corte Penal Internacional?
—La moral y la dignidad exigen que Compaoré responda de sus actos ante la justicia de su país y ante la justicia internacional. Pero sus influyentes protectores le ahorrarán esa suerte, en cambio disfrutará un exilio dorado de dictador venido a menos. Los franceses se encargan de proteger a quien les ha servido bien, ya que ha conservado Burkina Faso y Costa de Marfil en su órbita. Compaoré disfrutará de la impunidad mientras el poder sobre las instituciones internacionales esté en manos de ciertos países. Por otra parte, Costa de Marfil no pudo darle refugio finalmente porque está muy implicado en las desgracias de los marfileños. Al igual que Mobutu, se encuentra en Marruecos.

— Se habla del general Gilbert Diendéré, que dirigió el asesinato de Sankara y fue el jefe de la Seguridad de Blaise Compaoré hasta la caída del dictador, ¿podrá volver el país a su camino con una persona semejante, siempre omnipresente en el ejército?
—Algunos imaginan todas las intrigas que se van a producir en torno a los nuevos dirigentes, pero cuando se manifiesta el poder del pueblo es difícil imponer soluciones sin su consentimiento. La lucha no ha terminado, no ha hecho más que empezar, para que Burkina tenga un Gobierno que trabaje por el bien de la población.

—¿Qué pasará en las elecciones? ¿Los sankaristas tienen alguna oportunidad?
—Volvemos a la política de los políticos con sus juegos de ambiciones y alianzas. Pero el pueblo será el árbitro si mantiene el derecho de vigilancia y el control en la celebración de las elecciones, si elige a representantes desinteresados y devotos de su causa.

—¿Se puede temer una posible rebelión procedente de Costa de Marfil, donde Compaoré se refugió en primer lugar antes de su partida a Marruecos?
—Obviamente se puede contemplar todo. El poder de Costa de Marfil seguramente no es indiferente a lo que ocurre al vecino, al que además está estrechamente vinculado. Pero ya tiene bastante con mantener el orden en su casa. Hemos visto que prudentemente se ha librado de Compaoré para no disgustar a una gran parte de su población.

—¿Cuáles cree que deben ser las prioridades de las autoridades responsables de la transición de Burkina Faso?
—En primer lugar hay que dar garantías a las aspiraciones de la población. Simbólicamente el Gobierno provisional ha reabierto el expediente de Sankara que Compaoré mantuvo siempre herméticamente cerrado. Esperemos que la investigación no quede en estado simbólico, sino que sea eficaz y concluyente. Pienso que la población también espera grandes cambios económicos, un auténtico desarrollo en la independencia. Y eso será todavía más difícil. La presión popular debe mantenerse firme.

— Francia participó activamente sacando del país al presidente derrocado y llevándolo a Yamoussoukro. A partir de esta maniobra, ¿no existe el riesgo de que Francia controle entre bambalinas los acontecimientos y robe la victoria a las masas populares de Burkina faso?
—Ciertamente la presencia de Francia es muy visible, en primer lugar por sus fuerzas militares estacionadas en territorio burkinés, lo que le concede un peso sobre los acontecimientos. Y seguramente Francia hará todo lo que pueda para mantener su influencia sobre el Gobierno de Burkina. Si no le gusta un líder puede suscitar que aparezcan opositores entre la clase política que le pongan en aprietos. Es lo que pasa en todos los países ahora que las redes del poder son mundiales. Pero enfrente están los pueblos, que saben lo que viven y lo que no quieren. Hay que contar con ellos. Aunque Francia, con bastante lucidez, desaconsejó a Compaoré la reforma constitucional, expresó abiertamente su deseo de que le dejasen terminar su mandato. Pero ha tenido que doblegarse a la presión popular.

—¿El derrocamiento de Blaise Compaoré, principal peón de Francia en la CEDAO, augura el fin de la Francáfrica ya anunciado por Nicolás Sarkozy y recordado por François Hollande durante la campaña electoral tras la que se convirtió en presidente de Francia? —Eso sería demasiado simple. Pero es una señal de la voluntad de los pueblos africanos de decidir su propia suerte. La caída de Compaoré se ha acogido en los países del África francófona con entusiasmo y ha preocupado mucho a los poderes que parecen más fuertes. Los movimientos de protesta se atreven a levantarse en El Chad, en Togo. La represión es brutal, como de costumbre, pero llegará un momento en que será incapaz de mantener sometida a la mayoría de la población. Burkina ha demostrado que el cambio es posible.

— «Se puede matar a un hombre, pero no las ideas», le gustaba repetir a Thomas Sankara (asesinado en 1987). Y los movimientos sankaristas regresan con fuerza al escenario político burkinés e incluso más allá. ¿Se puede esperar que las ideas del predecesor de Compaoré sobre el final de la Francáfrica, el impago de la deuda… se traduzcan en hechos?
—A Thomas Sankara le bastaron algunos discursos y cuatro años en el poder para definir y poner en marcha la política capaz de emancipar a los pueblos colonizados y empobrecidos: gestión rigurosa, economía, sobriedad, autonomía, concienciación, las claves de la prosperidad colectiva e individual. También es necesario un convencimiento colectivo e individual para aproximarse a ese ideal. Hay momentos privilegiados en los que la utopía se concreta, donde una dinámica funciona, pero para eso hace falta un pueblo unido y resuelto.

— Desde el principio de la Revolución Burkinesa no se oye a los intelectuales africanos, ¿adónde se han ido?
—Escuchemos, las grandes alegrías son silenciosas.

—¿Qué enseñanzas deberían aprender los demás pueblos africanos en general de la Revolución de Burkina Faso?
—Que todo es posible. Solo hay que dar el primer paso.

— En el fondo, ¿cuál es el problema de África, la longevidad en el poder o lo que hacen los gobiernos, sean cortos o largos?
—Es un problema universal. Pero la experiencia demuestra a menudo que el genio es breve y la necedad durable más que lo contrario.

— A partir del ejemplo burkinés se han oído llamamientos a la alternancia en otros países. Camerún, República Democrática del Congo, Togo, Argelia, Angola… ¿Pero África no necesita más bien alternativas que simples alternancias que se pueden resumir en cambiar a Blaise Compaoré por Compaoré Blaise?
—Por supuesto. Raramente existe una democracia real y a menudo lo que hay son democracias de fachada. Los pueblos no deben dejarse engañar por las democracias de fachada para sustituir a las dictaduras desacreditadas.

— La ONG Survie, de la que fue presidenta, está reconocida por su lucha contra la Francáfrica. Expulsado Compaoré, ¿podría decirnos cómo han funcionado las redes ocultas de Burkina Faso y Francia durante 27 años?
—Tuve el honor de ser la presidenta de Survie de 2005 a 2011. El presidente actual es Fabrice Tarrit. Lo oculto, por definición, está escondido y nadie puede alardear de conocerlo. Lo que se puede constatar son los hechos, las señales, las mentiras, las contradicciones que traicionan pedazos de la realidad escondida que se puede intentar desvelar. Por ejemplo, ¿por qué los políticos franceses que siempre tienen en la boca la «democracia» y «los derechos humanos» se juntan con dictadores criminales?

— Survie acaba de publicar un libro con un título muy evocador, Francáfrica, la familia recompuesta. Diplomacia, ejército, empresas. ¿Qué justifica esta recomposición de la asfixiante familia francafricana y qué cambios se esperan sobre el terreno?
—La influencia de Francia en África siempre es obvia. Las modalidades de dicha presencia evolucionan, por supuesto, y uno de los factores más dañinos de esa presencia ha sido el terrible estancamiento de los países del África francófona. Durante decenios nada ha cambiado, ni los jefes de Estado ni las infraestructuras. Forzosamente todo se ha deteriorado. Sobre el terreno vienen hoy a injertar eso que se presenta como la lucha contra el terrorismo y en su nombre se implanta una auténtica recolonización. También económicamente hay un expolio de los países. Volvemos a las grandes empresas concesionarias de principios del siglo XX. Superexplotación de recursos mineros y agrícolas, infraequipamientos públicos, escuelas, hospitales, carreteras, todo eso crea situaciones explosivas.

Odile Tobner es profesora de francés, escritora y viuda del escritor Mongo Beti, con quien compartió su vida y su lucha. Con él dirigió, de 1978 a 1991, la revista bimestral Peuples Noirs, peuples Africains. Colaboró en la elaboración del Dictionnaire des Littératures de langue française de J. P. de Beaumarchais, D. Couty y A. Rey (Bordas, 1984). También es coautora, con Mongo Beti d el Dictionnaire de la négritude, (L’ Harmattan, 1989) y en 2007 publicó su último libro, Du racisme français Quatre siècles de Négrophobie (El racismo francés, cuatro siglos de «negrofobia»), ed. Les Arènes. Desde 1993 dirige la «Librairie des peuples Noirs», fundada por Mongo Beti, en Yaoundé, Camerún. Desde 2005 hasta 2011 fue la presidenta de la asociación «Survie», que denuncia la «Francáfrica» (el pacto neocolonial que mantiene los vínculos de las excolonias francesas de África con Francia) y es editora de su revista mensual Billets d’Afrique.

LUNES 15 DE DICIEMBRE DE 2014 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR , desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY / comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal. / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín, no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión./ Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / http://nuevo.comcosur.org / Y ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook /
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