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EL AMOR NO ES UN CRIMEN. CRIMINALIZACION DE LA HOMOSEXUALIDAD / COMCOSUR MUJER N 406

COMCOSUR MUJER

Fundado por Yessie Macchi

AÑO 11 – No. 406 / Miércoles 26 de febrero 2014

COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

Coordinación y búsqueda:

Beatriz Alonso, Cecilia Duffau y Carlos Casares

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«Hay que dar vuelta el mundo. Cada lágrima que corre allí donde
podría haber sido evitada es una acusación…” Rosa Luxemburgo

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¿Qué es el Feminicidio?

El feminicidio es la forma más extrema de violencia hacia las
mujeres, una forma de control, dominación y poder de los hombres.
Esto significa que la mujer antes de ser asesinada tiene una historia
reiterada de violencia.

Tejiendo Redes de Aprendizaje / RED ADA

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NOTICIAS

ARGENTINA

1) RESISTENCIAS

BRASIL

1) NIÑAS Y NIÑOS CRIANDO A NIÑOS Y NIÑAS

REPUBLICA DOMINICANA

1) UNA DE CADA 5 MUJERES QUE MUERE EN DOMINICANA POR EL EMBARAZO ES
ADOLESCENTE

URUGUAY

1) BELELA HERRERA I: HOMENAJE A UNA LUCHADORA INCANSABLE

2) BELELA HERRERA II: UNA MAESTRA

3) NUEVA HERRAMIENTA PARA A INVESTIGAR LA EXPLOTACIÓN SEXUAL INFANTIL

4) «POR VERTE EN UN CARRO TE DISCRIMINAN»

TEMAS DE COMCOSUR MUJER

I – LA CRIMINALIZACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD

«EL AMOR NO ES UN CRIMEN»,

II – ABORTO EN URUGUAY

ELLOS SIGUEN PONIENDO LAS CONDICIONES, NOSOTRAS EL CUERPO

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ARGENTINA

1) RESISTENCIAS

El aire de la calle

Son mujeres que decidieron dejar de ser “las de atrás” en las
largas colas frente a la cárcel, cargadas de bolsas para hijos o
maridos presos, sometidas a requisas humillantes, ninguneadas en
juzgados y ministerios por no entender la jerga jurídica. Juntas
armaron una asociación y con el apoyo de criminólogas, médicos y
sociólogas están presentes en los penales federales e intentan
torcerle el brazo a la Justicia clasista y a la indiferencia social.

Por Noemí Ciollaro

Como primer intento de romper con el sufrimiento y la soledad mandaron
una carta a organizaciones y organismos de Derechos Humanos pidiendo
apoyo para afrontar situaciones planteadas en los penales federales.
Todos respondieron que no era su tema o que sólo se ocupaban de
presos políticos, y les sugirieron armar una organización no
gubernamental (ONG) que se ocupara de presos comunes.

“Nosotras no sabíamos qué era una ONG, la única que nos contestó
fue Claudia Cesaroni, criminóloga del Cepoc (Centro de Estudios de
Políticas Criminales y Derechos Humanos) y propuso juntarnos en un
bar. Al principio no entendíamos nada, nos pidió que escribiéramos
nuestras experiencias y problemas”, relata Andrea, una de las
integrantes de la Asociación Civil de Familiares de Detenidos en
Cárceles Federales (Acifad).

“Primero armamos un proyecto de política pública, pero nadie nos
dio bolilla. Igual no nos rendimos, estamos acostumbradas a luchar
contra el ninguneo y el ‘no se puede’, y en este caso teníamos la
orientación de Claudia y de todo el Cepoc, que le pidió a Graciela
Draguicevich –ex presa política y presidenta de la Mutual
Sentimiento– que nos cediera un espacio ahí, y así armamos la
Acifad. Desde entonces nos reunimos en el local de la Mutual todos los
martes. Lo que hicimos inmediatamente fue dar nuestros propios
teléfonos para que los presos y sus familias pudieran contactarse con
nosotras”, cuentan.

Andrea visitaba a su hijo de 18 años, detenido por robar cuatro
empanadas, y así conoció a un preso con años de encierro que
actualmente es su marido: “Y bueno, él con su experiencia me dio
una mano cuando mi pibe estaba castigado, y tanta visita…, al final
nos casamos en la cárcel y tenemos un hijo de ocho años…”, dice
mientras le hacen chistes y le recomiendan que se prepare, porque él
está punto de salir en libertad.

Como siempre que hay un puñado de mujeres luchando por una causa
común, hay alegría, por difíciles que sean las situaciones que
atraviesan. Llevan varios años juntas, comparten risas y lágrimas,
nacimientos, casamientos y cumpleaños. Son barulleras, hablan todas
juntas, fuman y convidan masitas y gaseosas.

Estela tiene preso a su hijo, igual que Verónica, Mónica y
Guillermina. Patricia, Andrea y María de los Angeles, a sus maridos.
Y siguen llegando mujeres con niños de todas las edades. Claudia
Cesaroni –autora del libro Masacre en el Pabellón 7º,
investigación sobre el motín ocurrido en la cárcel de Devoto en
1978, en plena dictadura militar, donde fueron asesinados 65
detenidos– es una más del grupo.

“Claudia nos decía que nosotras podemos y que tenemos derechos, que
debíamos dejar de ser ‘las de atrás’, como nos dicen en la
cárcel, que la usáramos, y gracias a ella y a invocar su nombre
ahora nos abren las puertas en todas las dependencias en las que
tenemos que tramitar cuestiones de nuestros familiares, y nos
defendemos como gatas panza arriba con los instrumentos que nos da la
gente del Cepoc”, comenta Guillermina.

A poco de repartir sus teléfonos en las colas de los penales, empezó
el desborde: las mujeres llamaban y encontraban que alguien atendía a
cualquier hora. Cuando llegaban al local de Chacarita llorando las
tranquilizaban y les compartían su experiencia. “Es que a nosotras
nadie nos cree, venís sola y desesperada y alguien te dice ‘a mí
me pasó lo mismo’ y te cree y te ayuda a pensar cómo ir
resolviendo con todo el apoyo jurídico. Sentís que te cambia la
vida. Las primeras reuniones fueron catárticas… contar, llorar,
vomitar la angustia que arrastrás hace años”, dice Patricia
emocionada.

María de los Angeles lagrimea, es su primera vez y sin dudarlo las
chicas la metieron en la reunión. “Así te enterás de todo lo que
hacemos”, le dijeron; trae un niño pequeño y su marido está
preso; su angustia se mezcla con la sorpresa, los mates, los chistes y
las preguntas de la cronista.

La larga marcha

Contradiciendo aquello de que “entran por una puerta y salen por la
otra”, en la mayoría de los casos estas mujeres tienen hace años a
sus familiares presos.

“El primer momento horrible –opina Andrea– es cuando te enterás
de que cayó preso. Cambia todo, la estructura familiar, qué les
decís a los chicos, en tu trabajo, cómo te enfrentás con la cárcel
si es la primera vez, cómo cruzás esa puerta, qué ropa te ponés,
cómo lo vas a encontrar, aunque eso si sos novata no lo pensás
porque suponés que es un lugar del que no lo dejan salir y nada más,
pero después te enterás de que les pegan, que no tienen para
comer… La primera vez vas dormida, ¿viste? Y empezás a perseguir
al abogado y te pide mucha plata y promete que mañana te lo saca, o
pensás que el defensor oficial te miente porque te trata mal y te
dice: ‘Bueno, señora,