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EL BREXIT Y EL LÍO CATALÁN

MUMIA842

1) El Brexit y el lío catalán

2) Tercera posición: ¿El eje patriotismo-mundialismo ha sustituido al eje izquierda-derecha?

3) Andorra: el fin del secreto bancario termina con el paraíso fiscal

4) A 30 años de su asesinato, Sankara no ha muerto

5) Un antiguo señor de la guerra, candidato en las primeras elecciones en Liberia sin asistencia de la ONU


COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 842/ Miércoles 18 de octubre de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán

“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader

1) El Brexit y el lío catalán
Los independentistas no hubieran conseguido ni la mitad de sus objetivos sin la ayuda del PP y sus correligionarios en los medios
John Carlin (El País de Madrid)*

¿Qué tienen en común el Brexit y el lío catalán? Una lista preliminar incluiría el deseo nacionalista de “recuperar el control”; el rechazo al percibido subsidio económico de los vecinos, por los que alguno sienten desdén; y que al mando hay periodistas convertidos en políticos: en el caso del Brexit, Boris Johnson; en el del independentismo catalán, Carles Puigdemont.

“Poder sin responsabilidad” fue la definición del periodismo que hizo hace un siglo un primer ministro británico. Responsabilidad hubo poca en la campaña a favor del Brexit, del “independence day”, que Johnson lideró el año pasado. Cada día que pasa queda más claro que hace mucho frío fuera de la Unión Europea.

Puigdemont comparte con Johnson un exuberante corte de pelo pero no sé lo suficiente sobre el presidente de la Generalitat para opinar si es igual de frívolo en sus motivaciones políticas que el excolumnista inglés, hoy ministro de Exteriores. Lo que sí sé es que no me gustan los impulsos nacionalistas que ambos comparten.

Los ingleses, no los escoceses, se han cavado su propia tumba

La idea de la independencia catalana, como la de la independencia inglesa, me parece primitiva, caprichosa, en el fondo mezquina, y, sospecho, económicamente catastrófica. No voy ni siquiera a disimular que soy objetivo. Mis opiniones son, como las del todo el mundo, fruto de mis circunstancias. Pero creo que lo que no es debatible si uno busca similitudes entre el Brexit y el lío catalán es lo siguiente: lo innecesario que ha resultado ser el tremendo problema en el que España/Catalunya y Reino Unido/Inglaterra se han metido.

Los ingleses (no los escoceses) se han cavado su propia tumba pero hay motivos para pensar que tanto los independentistas catalanes como el establishment político de Madrid comparten la culpa del choque de trenes que se avecina.

Cuando me mudé a Barcelona en 1998 el movimiento independentista apenas daba señales de vida. Catorce años después, en la fiesta nacional del 11 de septiembre de 2012, logró convocar a alrededor de un millón de personas en el centro de la ciudad. Los resultados de las encuestas desde entonces son muy discutidas pero nadie puede negar que en muy poco tiempo ha habido un crecimiento espectacular del sentimiento separatista.

Los catalanes se merecen el derecho a celebrar un referéndum

¿Se debe todo a la habilidad política de los Puigdemont de este mundo y a sus aliados radicales de las CUP? No son tan brillantes. Ni los catalanes son tan fácilmente manipulables. Desde Cataluña, donde viví 15 años y donde vuelvo con mucha frecuencia, cualquiera ve que los independentistas no hubieran conseguido ni la mitad de sus objetivos sin la ayuda del partido gobernante español y sus correligionarios en los medios. Acusan a los independentistas de ser unos niños irresponsables y gritones sin ver que ellos, creyéndose los adultos, se comportan igual.

Acabo de leer un libro titulado The Struggle for Catalonia (La lucha por Cataluña) del corresponsal del New York Times en España, el admirablemente equilibrado Raphael Minder. Una de las frases más lúcidas que Minder cita en su libro es de un catedrático español experto en nacionalismos llamado Ramón Maiz Suárez. “Si preguntas a los catalanes cuál es la principal razón por la que luchan por la independencia,” el catedrático cuenta, “dicen ‘el maltrato’. El factor realmente potente es emocional; la idea de que España nos odia.”

He visto una y otra vez cómo catalanes que se habían sentido serenamente españoles se han convertido en los últimos años en nacionalistas resentidos. Más allá de consideraciones económicas (no, no son todos unos tacaños), lo que ha echado más leña al fuego independentista que cualquier otra cosa ha sido la percepción generalizada de que el resto de España, empezando por el gobierno del Partido Popular, les falta el respeto. Oigo estas tres palabras casi siempre que hablo con amigos catalanes, incluso con aquellos que verían la independencia como una calamidad. Hasta las oí hace un par de meses en una cena en Bangladesh. Había un catalán y una catalana en la mesa. La catalana había vivido toda su vida adulta en el extranjero. Ambos dijeron que se habían convertido recientemente al independentismo. ¿Por qué? les pregunté. Respondieron al unísono: “falta de respeto”.

Lo oyen, lo ven, lo huelen los catalanes en las palabras y en las actitudes del Gobierno español y en lo que muchos consideran ser la tendenciosa presentación de las noticias de los medios de Madrid. En el caso del PP hay obviamente una dosis importante de cinismo electoral ya que saben que los catalanes tienen razón en sentirse odiados. Yo no soy catalán, ni me siento catalán, ni (vergonzosamente) hablo catalán. Hay pocas cosas que deseo más hoy que obtener la nacionalidad española. Pero cada vez que viajo fuera de Cataluña por España me irrita profundamente constatar lo extendido que está el prejuicio anticatalanista.

Hay más razones pero aunque fuera por esta sola los catalanes se merecen el derecho a celebrar un referéndum aceptado por el resto de los españoles. Lo mismo dicen muchos observadores extranjeros, por ejemplo los editorialistas de periódicos importantes como The New York Times o el Financial Times. Siempre el embajador español de turno les escribe, indignado, que no entienden nada, que hay que obedecer la Constitución. Siempre lo mismo: la Constitución, la Constitución. Como si la Constitución fuera la palabra final de Dios y no un texto terrenal, inevitablemente mejorable, para servir a la gente. Las constituciones están para fomentar la coexistencia pacífica entre los siempre complicados, básicos y tribales seres humanos. Poco hay más tribal que el sentimiento independentista. Por más que a muchos no nos guste, ahí está. Como el invierno. No tiene sentido decir que no debería existir. Hay que tomar medidas para soportarlo, en este caso cambiando algunas palabras de la Constitución.

Si el referéndum sobre el Brexit fue absurdamente opcional, un referéndum legal en Cataluña es necesario, entre otras cosas por una cuestión de respeto básico a la clara mayoría de catalanes que lo desea. Los que no lo ven o no lo admiten tendrán que aceptar su cuota de culpabilidad histórica, especialmente en el probable caso de que el lío catalán se vuelva más feo de lo que ya es.

(*) El británico John Carlin no volverá a escribir en El País, según ha confirmado él mismo al ilustrador catalán Oriol Malet. El periodista, que colaboraba con dos columnas semanales, mantenía una posición a través de sus escritos que difería de la línea editorial del diario en lo referido a Catalunya. Su última columna, titulada El Brexit y el lío catalán, hacía referencia al papel del PP —y al de "sus correligionarios en los medios"— como acicates del independentismo catalán. Sus opiniones abiertamente críticas para con el establishment madrileño y su lectura de la crisis poco afín a los postulados de PRISA han terminado por motivar esta decisión.
En un ensayo reciente publicado en The Times, Carlin se mostraba muy tajante con la gestión de la crisis y en general con la cultura política española. Así, el británico definía a la clase política utilizando la expresión de Unamuno, "de cuartel y sacristía", y tenía palabras comprensivas para con la suerte del pueblo catalán en España. Carlin, que escribía en El País desde 2004, también es conocido aquí por ser el autor del libro El Factor Humano (Playing the Enemy) sobre cómo Nelson Mandela consiguió unir blancos y negros en Sudáfrica con ocasión del Mundial de Rugby de 1994. En ese libro se basa la película Invictus. (Público)

MIÉRCOLES 18 DE OCTUBRE DE 2017 – COMCOSUR
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2) Tercera posición: ¿El eje patriotismo-mundialismo ha sustituido al eje izquierda-derecha?
Aníbal Corti (Brecha)

“En este 1968 ya soplan vientos de fronda para los contumaces reaccionarios de otros tiempos: comienza ya ‘la hora de los pueblos’, caracterizada por la liberación de las naciones del yugo opresor de los imperialismos.” Tal lo que escribió en ese año el general Juan Domingo Perón, desde su exilio madrileño. Allí había recalado gracias a la ayuda de la Falange, que permitió vencer las reticencias iniciales del dictador a una primera solicitud de asilo. Es que la Falange estaba ideológicamente mucho más cerca de Perón de lo que Franco podía estarlo. Franco era un militar conservador sin una ideología definida. La Falange Española, en cambio, era un movimiento de “tercera posición”, igual que el justicialismo peronista.

“Tercera posición” no es un nombre que se aplica a las corrientes políticas que no se consideran a sí mismas propiamente de izquierda ni de derecha. “Tercera posición” es otro nombre del fascismo, considerado en su sentido más amplio (es decir, no reducido a su mera expresión italiana). El fascismo es, históricamente, la vía intermedia y alternativa a los dos grandes modelos que emergieron tras la Primera Guerra Mundial: el capitalismo occidental liderado por Estados Unidos y el comunismo soviético.

Además del fascismo italiano original, se enmarcan dentro de la “tercera posición” histórica el nacionalsocialismo alemán, la Falange Española (de José Antonio Primo de Rivera), las Jons (de Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo), la Guardia de Hierro rumana, el Partido Rexista belga y otros movimientos de inspiración similar surgidos en Europa en el período de entreguerras (1918-1939). El justicialismo de Perón es un poco posterior, pero abreva en las mismas fuentes. Fuentes en las que abreva también el Proyecto Segunda República (Psr), una especie de reivindicación del peronismo de Perón, pero ajeno al Movimiento Nacional Justicialista actual (es decir, ajeno al peronismo oficial actual). El Psr, argentino de origen, está desarrollando una filial uruguaya: el Proyecto Segunda República Oriental (Psro).

El segundo “cabildo abierto” de esta última organización tuvo lugar el sábado pasado. De esa actividad participaron el líder del Psr, Adrián Salbuchi, el líder del Psro, Roberto Sosa del Puerto, y, entre otros invitados, el abogado y columnista político de larga militancia izquierdista Hoenir Sarthou.

Bajo una densa atmósfera fascista (las referencias antisemitas, por ejemplo, fueron múltiples y muy poco disimuladas), los expositores identificaron algunas de sus preocupaciones y coincidencias fundamentales. Quizás la principal de esas preocupaciones es la que se articula en torno al temor a la disolución de los estados nacionales soberanos conforme avanza el proceso de la mundialización. Pero también flotó en el ambiente una preocupación más filosófica: el sentimiento de que algo falta o falla en la cultura contemporánea, de que algo no está bien; una especie de malestar con la cultura, como lo definió uno de los expositores.

Ese malestar remite a una pérdida: la pérdida de los fundamentos últimos. La modernidad, que niega todo principio filosófico, moral, religioso, político o social último, trascendente, no humano, absoluto o sobrenatural, habría desembocado en el relativismo extremo: el nihilismo. Ya no hay principios incondicionales, todo está en tela de juicio. La modernidad actual no es, desde este punto de vista, la superación o el abandono del pensamiento ilustrado, iluminista, sino su consumación más perfecta: la destrucción última de todo sentido, de todo significado y de todo valor.

Varios de los expositores trataron de explicar el fenómeno de la disolución de los estados nacionales soberanos en términos de esta característica de la modernidad contemporánea o tardía.

En este sentido, no faltaron a la cita las teorías conspirativas. Porque una cosa es integrar elementos culturales y filosóficos a los análisis geopolíticos y otra muy distinta es abonar la teoría de los amos del mundo. La modernidad perfectamente puede haber de-sembocado en el nihilismo. En el acierto o en el error, es una tesis que merece consideración. Un alemán de espeso bigote, Friedrich Nietzsche, argumentó en este sentido hace ya mucho tiempo. Pero en el “cabildo abierto” del Psro el diagnóstico compartido no era tanto el nietzscheano, sino más bien el de los teóricos de la conspiración mundial: la configuración de la cultura actual ha sido decidida hasta en sus detalles más nimios y minúsculos por las elites mundiales y responde a sus propios intereses.

Así, por ejemplo, Sarthou sostuvo que el poder económico necesita destruir a los estados nacionales soberanos, o al menos neutralizarlos como unidades políticas con sentido, y que para ello necesita desacreditar y vaciar las instituciones democráticas y también destruir la idea de ciudadanía, o, mejor dicho, la autopercepción de los individuos como ciudadanos. Para ello, el poder económico promueve que los individuos se autoperciban como hombres, mujeres, trans, blancos, negros, amarillos, heterosexuales, homosexuales, bisexuales, hinchas de Peñarol, consumidores de marihuana, usuarios de Netflix o lo que sea, pero no como ciudadanos de una república que se afirman a sí mismos y que deciden su propio destino colectivamente a través de las instituciones democráticas.

La diferencia puede parecer sutil, pero no lo es. No es lo mismo tener una crítica de la modernidad que sostener una teoría conspiracional del mundo. Pero hay otro problema: ¿hasta dónde la mera superficie de una crítica a la modernidad puede determinar una coincidencia profunda entre un pensamiento reaccionario y un pensamiento de izquierda?

Lo llamativo del segundo “cabildo abierto” del Psro no es que se hayan escuchado cosas que desde hace mucho tiempo se pueden leer en la revista El Soldado, en algún caso de boca del propio autor, sino el hecho de que, no meramente a través de su presencia sino también con sus palabras, un respetado columnista político de izquierda pareciera avalar una aparente coincidencia no accidental ni meramente superficial, una verdadera coincidencia estratégica entre dos visiones del mundo que uno podría considerar antagónicas. ¿El eje patriotismo-mundialismo ha sustituido al eje izquierda-derecha? ¿O es que para aceptar esto uno previamente ya debe haber empezado a comulgar con los ideales políticos y filosóficos de la “tercera posición”?

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3) Andorra: el fin del secreto bancario termina con el paraíso fiscal
Fernando Del Corro (Alai)

Andorra, el pequeño país pirenaico de habla catalana, de solamente 468 kilómetros cuadrados (km2), fundado en 1278, con una población de 78.264 habitantes según el censo de 2016, lo que determina una densidad de 167,23 por km2, desde el próximo primero de enero de 2018 dejará de ser un paraíso fiscal cuando pase a informar a los demás estados miembros de la Unión Europa (UE) el estado de las cuentas bancarias en su territorio.

A pesar de su pequeñez, Andorra, cuya moneda es el euro, con un Producto Interno Bruto por Poder de Compra (PIB PPP) equivalente a 3.327 millones de dólares estadounidenses, tiene uno de los PIB per cápita más elevados del mundo, con nada menos que u$s 49.900, mientras su endeudamiento está como porcentaje del producto en el lugar 118 en el planeta en tanto su inflación se sitúa en el 0,9 por ciento anual.

De acuerdo con una resolución adoptada por el gobierno en diciembre de 2016, los bancos, cuya imponencia deslumbra en la ciudad capital, Andorra la Vieja, debieron comenzar a informar desde el primero de enero del ya avanzado 2017 a las autoridades nacionales del estado de las cuentas de cada uno de sus clientes, cosa que se venía manteniendo en secreto desde hace muchas décadas, y esos datos, recopilados, se enviarán regularmente al conjunto de la UE.

Apenas adoptada esa decisión en diciembre de 2016 las entidades financieras que funcionan en ese país, el Crédit Andorrá, el Banc Sabadell d’Andorra, el Andbank, el Bankinter y el Morabanc pasaron a informar a sus clientes señalándoles que debían regularizar su situación fiscal antes del fin de ese año, particularmente en la vecina España de donde proviene la mayor parte de los mismos, o en defecto cancelar sus cuentas para evitarse problemas.

Ello hizo que muchos clientes optaran por remitir sus fondos directamente hacia otros paraísos fiscales entre los que se destacó Delaware, en los Estados Unidos de América, aunque no faltó una cantidad que optase por cerrar sus cuentas y depositar el efectivo, transitoriamente, en cajas de seguridad alquiladas al efecto, hasta llegado el momento, de decidirse oportunamente, hacia donde enviar esos fondos.

Las sumas operadas rondaban los u$s 80.000 millones, y las cuentas detectadas, en el caso español, implican sancionen económicas que van desde el 70 al 120% de la sumas no declaradas aunque existe la posibilidad de argumentar que esos fondos corresponden a operaciones realizadas, a más tardar en 2012 ya que existe una prescripción legal para las irregularidades fiscales anteriores a los últimos cinco años o sea previas a 2013

Los servicios, fundamentalmente los financieros aunque con un importante aporte del turismo, representaban por entonces el 54,5% del producto andorrano correspondiendo a la industria el 33,6 y a la agricultura el 11,9, mientras su fuerza laboral alcanzaba a las 39.750 personas, es decir el 50,8% de la población total, pero que de esa cifra el 95,1% operaba en el área de servicios, el 4,4 en la industria y el 0,4 en la agricultura mientras el desempleo llegaba al 3,7.

– Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

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4) A 30 años de su asesinato, Sankara no ha muerto
(Rebelión)

"Maten a Sankara y miles de Sankaras van a nacer", habría dicho el líder revolucionario Thomas Sankara antes de su asesinato hace 30 años. Desde entonces su imagen, con la boina roja, persiste en camisetas, murales e incluso en los taxis, más allá de las fronteras de Burkina Faso.

No hay duda de que, como el Che Guevara, Sankara se transformó en un símbolo, y su consigna, "La patria o la muerte", es entonada habitualmente en las manifestaciones en toda África. Su mito traspasa las fronteras de Burkina Faso, donde su figura fue la principal fuente de inspiración para los movimientos de la sociedad civil que contribuyeron al derrocamiento de Blaise Compaoré tras 27 años en el poder.

"Lo que inspira a la juventud africana, la razón de que uno se reconozca en este personaje, es que todo lo que decía en la década de 1980, por lo que luchó, y la razón por la cual perdió la vida, sigue presente", afirmó el rapero franco-burkinabés Humanist, un artista de 31 años cuyo nombre verdadero es Patrice Taraoré.

"Es alguien que refleja los valores de esperanza para toda la juventud. Para mí, es un personaje de una dimensión universal a nivel de sus valores y de sus principios. Es alguien que atraviesa el tiempo. Está muerto pero su espíritu y sus ideales siguen ahí", agregó el artista, nacido en Francia de madre francesa y padre burkinés, que citó también su "lucha contra el imperialismo" y su "lado altermundialista".

Para el cantante, Sankara era "verdaderamente un gran humanista, con su combate por los derechos de las mujeres y su política sobre la reforma agraria". Sus herederos omiten sin embargo el lado oscuro de su gobierno, concretamente los "Comités de Defensa de la Revolución" (CDR), encargados de vigilar a la población con mano dura.

De Togo a Venezuela

En Togo, en las recientes manifestaciones que pedían la salida del presidente Faure Gnassinbgé, en el poder desde 2005 y que es heredero de una familia que lleva 50 años al mando del país, muchos manifestantes declararon tener en Sankara una inspiración.

"Sankara es un modelo para mí, ya que era un gran luchador que quería un cambio en África (…). Nos corresponde a nosotros tomar el relevo, continuar la lucha para que África cambie. Nosotros estamos en la misma lógica en Togo con esta lucha que impulsamos por la alternancia", afirmó Yaovi Adjino, un conductor de moto-taxi. Para Nathaniel Olympio, presidente del Partido de los Togoleses, miembro de la coalición de oposición, "Sankara despertó las conciencias".

"Entonces Sankara quería mostrar a la juventud africana, que ésta tenía un interés en tomar el mando. Él encarnó la voluntad de liberarse de una presencia demasiado fuerte del exterior en nuestros países. Esto es lo que nos moviliza a los jóvenes togoleses, ya que estamos en una lucha de liberación", añadió.

En Nigeria, todavía se recuerdan sus encuentros con el músico rebelde Fela Kuti y en Francia muchas calles llevan su nombre en varias ciudades. Cuba patrocinó una exposición sobre las "Obras de Sankara, Castro y el Che Guevara" y en Sudáfrica el capitán burkinés es una de las figuras de referencia del Partido de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF). El fallecido líder venezolano Hugo Chávez lo citaba habitualmente.

"Para la generación actual, Thomas Sankara dejó como herencia el panafricanismo, la valentía frente a los imperialistas, la fe en África y la voluntad de crear un equilibrio de fuerzas entre el norte y el sur", resumió el pastor Komi Edoh, presidente del movimiento Martin Luther King en Togo.

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5) Un antiguo señor de la guerra, candidato en las primeras elecciones en Liberia sin asistencia de la ONU
Ruth Maclean (The Guardian)

El domingo a medianoche, mientras Liberia se prepara para votar al sucesor de la primera presidenta del continente africano, un señor de la guerra rebelde llega a su residencia en Monrovia, donde un par de amenazantes leones de cemento le dan la bienvenida.

Prince Johnson, el antiguo líder rebelde que ordenó el asesinato del presidente Samuel Doe en 1990 y se grabó bebiendo cerveza mientras veía como le cortaban la oreja al presidente, acaba de cerrar su campaña presidencial en sus bastiones rurales en la región noreste de Nimba.

En las últimas elecciones, celebradas en 2011, Johnson jugó un papel fundamental al apoyar a la presidenta Ellen Johnson Sirleaf en la última vuelta. Esta vez, sin embargo, cree que él podría ganarlas. "No veo porque debería ser 'creador de reyes' y no rey", sostiene. Sentado en su desgastado escritorio en el porche, acapara la atención de todos. Lleva un elegante traje rosa y verde y un sombrero rojo con borlas. Mientras, los gallos pasean por el jardín.

No todos los protagonistas de la sangrienta guerra civil de Liberia siguen rondando. El más infame de ellos, Charles Taylor, está en la prisión de Frankland, en el condado de Durham, Reino Unido. Pero algunos están sacando provecho de sus actividades durante la guerra. O negándolas. O haciendo ambas cosas.

La historia y la tradición juegan un papel importante en las elecciones de este martes, aunque el 20% de los votantes tiene entre 18 y 24 años y son demasiado jóvenes como para recordar la guerra. En una encuesta que seguramente se mantenga hasta la segunda vuelta, los apoyos y alianzas políticas marcarán la diferencia; y estas están a menudo determinadas por el pasado.

Uno de los efectos secundarios de esto es que, a pesar de los 12 años en el poder de Sirleaf, solo hay una mujer entre los 20 candidatos a la presidencia. "De los 170 años que tiene este país, los hombres han gobernado durante 158", afirma esa candidata, MacDella Cooper. "El país se ha acostumbrado al liderazgo de los hombres".

Alianzas y candidatos inesperados

Entre el resto de candidatos, el ex guerrillero Johnson asegura que George Weah, antigua estrella del fútbol liberiano, le ha ofrecido una alianza. "George Weah vino a mí y me dijo que me daría un millón de dólares liberianos [10.500 euros]. 'Quiero que seas mi compañero', me dijo". Johnson cuenta que su respuesta fue: "George, eres un chico pequeño, yo llevo aquí mucho tiempo".

"George Weah no tiene nada que ofrecer. Sabe de fútbol, pero ¿puede administrar los recursos del país? No. Este país necesita un hombre duro y disciplinado, un hombre que utilice la ley para traer el cambio", sostiene Johnson. En su lugar, Weah ha formado equipo con la ex mujer de Taylor, Jewel Howard-Taylor, y Johnson ha rechazado la idea de apoyarle a él o al actual vicepresidente, Joseph Boakai, prefiriendo reforzar su base en Nimba.

"Prince Johnson hace creer a la gente de Nimba que este país puede volver a la guerra y que él será quien les salve si esto ocurre", asegura el analista político Ibrahim al Bakri Nyei. Pero todos están utilizando estas tácticas, sostiene. "Descontentos con las políticas del Gobierno, la gente sigue creyendo que la situación económica con Charles Taylor no era tan mala como lo es ahora. Jewel Howard-Taylor aprovecha estas frustraciones para hacer creer a la gente que Charles Taylor era un libertador".

Johnson no ve que su pasado sea un problema. "Los liberianos, por naturaleza, son personas que perdonan", asegura. "Mira, la guerra civil enfrentó en un principio a la tribu de Samuel Doe y mi tribu, pero todos nos hemos reconciliado. No tienen razones para no perdonar. Tienen todas las razones para perdonar, porque ellos fueron los que empezaron el problema", añade.

Por una votación pacífica

Estas son las primeras elecciones que Liberia gestiona por sí misma y sin la ayuda de la ONU. "Estoy hecho polvo", suspira el jefe de la policía de Liberia, Gregory Coleman, mientras se deja caer sobre su sofá de cuero en el cuartel general de la policía la noche anterior a las elecciones. "Nosotros estamos en el asiento del conductor y la ONU, sentada atrás mirando".

"Con los años, la gente se ha acostumbrado a ver a la policía como un arma del Gobierno que se utiliza en su contra y no como una herramienta del Estado imparcial, neutral y accesible para todos. Esta vez estamos preparados para hacerlo bien", asegura Coleman.

En un mensaje a la nación emitido el lunes por la noche, Sirleaf instó a la gente a votar de forma pacífica. "Por primera vez en tres generaciones transferiremos democrática y pacíficamente la autoridad presidencial de un líder electo a otro", recordó. "Debemos respetar el resultado de las elecciones que declare la Comisión Nacional de Elecciones. El mundo nos estará mirando, sintámonos y hagámosles sentirse orgullosos", añadió.

Como han hecho desde el fin de la guerra, un grupo de mujeres acampó el lunes al costado de una de las carreteras con más actividad de Monrovia rezando por la paz. Después, la policía hizo maniobras con sus antidisturbios por si acaso las elecciones se volvían violentas, provocando un desvío del ruidoso tráfico.

Escuchando OK Fm en sus vehículos y autobuses, los liberianos cantan la letra rítmica de una canción que se hizo popular al terminar la guerra. "Si sabes la respuesta, di sí. Sí. La guerra no es la respuesta, di no. No".

Traducido por Javier Biosca Azcoiti para El Diario

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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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