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EL CAPITALISMO MALO Y EL CAPITALISMO BUENO

1) La guerra química contra los pueblos
2) China humilla a Estados Unidos y marca el ritmo en la nueva geopolítica
3) Las crisis históricas del sistema capitalista, la crisis sistémica actual, sus causas inmanentes y las propuestas superadoras

POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 716 / Lunes 27 de Abril de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares / COMCOSUR — COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) La guerra química contra los pueblos
Raúl Zibechi (Alai)

En los pequeños pueblos de la pampa argentina, las fumigaciones con glifosato enferman a la población y contaminan la vida. La resistencia al modelo de agricultura industrial crece día tras día.

“Estoy aquí porque enterré a cuatro familiares”, dice Raquel en un tono casi inaudible. “Mi papá, mi primo y un hermano de mi papá que trabajaban fumigando, además de mi hermano que trabajaba en una escuela rural”. Raquel es maestra y vive en Elortondo, un pequeño pueblo de seis mil habitantes a 300 kilómetros al sur de Santa Fe, donde reinan la soja y las enfermedades provocadas por las fumigaciones. “El 80 por ciento son gente de campo”, agrega.

Raquel carga una pesada carpeta con trabajos de sus alumnos de 7° grado, casi todos de 13 años. Con ellos hicieron una amplia encuesta para conocer la realidad sanitaria de la población. La escuela está pegada a las vías del tren y frente a los silos secadores de soja. Casi todos los encuestados por los niños, sus vecinos y familiares, tienen conciencia de los problemas de salud que provocan las fumigaciones.

“Para llegar a la escuela hay que pasar cerca de los silos y no se puede respirar. Los niños que salen a la calle mientras funciona la secadora quedan con la ropa blanca, que es el polvillo que sale de los silos que se difumina en la escuela y en todo el pueblo”, explica la maestra. El proyecto que encabeza Raquel se llama “Somos lo que respiramos”, pero las autoridades les impidieron concursar ya que aborda un tema “polémico”.

Se pone triste y apaga aún más la voz cuando relata la indiferencia de las personas que podrían implicarse en la defensa de la salud. Es común que en los pueblos el presidente comunal, la directora escolar y la cooperadora con la escuela tengan algún tipo de relación con los plantadores de soja. “Vine porque en el pueblo queremos formar un grupito, para hacernos sentir”. Con esa intención llegó al 17° Plenario de la Campaña Paren de Fumigarnos de la provincia de Santa Fe.

Los pequeños grandes avances

Carlos Manessi y Luis Carreras, dos de los militantes del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), sienten que el muro de silencio se va resquebrajando por las dos noticias que se difundieron en las semanas anteriores a la celebración del plenario, a cuya organización dedicaron muchas horas de trabajo al “viejo estilo”: dedicar todo el tiempo posible a la causa.

La primera es que la Organización Mundial de la Salud declaró el 20 de marzo que “hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)” y que el mismo herbicida “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”. El periodista ambiental Darío Aranda escribió que “el glifosato desde hace más de diez años es denunciado por organizaciones sociales, campesinas, médicos y científicos independientes de las empresas” (MU, 22 de marzo de 2015).

En Argentina hay 28 millones de hectáreas de cultivos transgénicos (soja, maíz y algodón) sobre los que se riegan 300 millones de litros de glifosato cada año. Pero también se utiliza en frutales, girasol, pasturas, pinos y trigo. Aranda explica que en la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, uno de los espacios de la OMC, 17 expertos de once países trabajaron durante un año para llegar a la conclusión de que el glifosato es cancerígeno.

El glifosato es el herbicida de mayor uso en el mundo, tanto en productos de aplicación agrícola como en espacios urbanos y en el hogar. El producto de Monsanto se comenzó a usar masivamente con el desarrollo de los cultivos transgénicos. En 1996 en Argentina se usaban 11 millones de litros de glifosato, pero ese año se aprobó la soja transgénica y la Red de Médicos de Pueblos Fumigados estima que ahora se utilizan 320 millones de litros.

En 2009, Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet) advirtió que el glifosato producía malformaciones en embriones anfibios. Como recuerda Aranda, “debió enfrentar una campaña de desprestigio por parte de las empresas, de sectores de la academia y de funcionarios políticos”.

Carrasco abrazó la causa de los afectados por el glifosato, apoyó incondicionalmente a las poblaciones de los pueblos fumigados como las Madres de Ituzaingó[1], afirmaba que “la mayor prueba de los efectos de los agrotóxicos no había que buscarlas en los laboratorios, sino ir a las comunidades fumigadas”. Falleció en mayo de 2014, semanas después de participar en la escuelita zapatista y hoy es un símbolo de la lucha contra los agrotóxicos.

La segunda resolución que anima a Luis y Carlos es la reciente del Ministerio de la Producción de la provincia de Santa Fe, del 25 de marzo, que prohíbe la aplicación del potente tóxico 2,4-D en toda la provincia y restringe severamente la aplicación aérea y terrestre. En adelante sólo podrá usarse en aplicaciones aéreas a más de 6.000 metros de las poblaciones y en las terrestres a más de 1.000 metros de los centros poblados (http://www.cepronat-santafe.com.ar/, 31 de marzo de 2015).

En junio de 2014 Cepronat había presentado un expediente solicitando la prohibición o restricción del 2,4D, el agrotóxico que es el segundo herbicida más usado por la agricultura en la Argentina y el tercero en Estados Unidos. De este modo, la provincia se convierte junto a Chaco, Santiago del Estero, Entre Ríos y Córdoba, en una de las primeras en adoptar restricciones.

38 años resistiendo

Cepronat participa en la Campaña Paren de Fumigarnos, nacida en setiembre de 2006 en las provincias más afectadas del país. Santa Fe es junto a Córdoba y Buenos Aires una de las tres principales provincias sojeras. Sólo en Santa Fe la campaña reúne organizaciones y personas de cien localidades que, como señala uno de sus documentos, “veían deteriorar su calidad de vida y cambios en la forma de enfermar y de morir”.

La campaña cuenta con el apoyo de organizaciones barriales, culturales y sindicatos, como el de los maestros que cedieron el camping a 15 kilómetros de la ciudad para albergar al medio centenar de participantes del plenario. En la ronda de presentaciones se nombran unas 20 organizaciones de varios pueblos, algunos de los cuales se definen como “refugiados ambientales”, que serían hasta 250 mil en la provincia.

Una decena de militantes (del Cepronat y de otras organizaciones que integran el Foro Santafesino por la Salud y el Ambiente) preparan el espacio del encuentro, registran a los asistentes y colocan carteles. Ezio, el “presidente” de Cepronat, transpira bajo el fuerte sol del mediodía junto a la parrilla donde prepara la comida. Luis no para de trajinar, con sillas, con cajas y botellas, de trepar para colocar pancartas. Carlos abre el plenario y explica los modos de trabajo. Un equipo de gente sencilla, entregada a la lucha por la vida.

Cepronat nació en 1977, en plena dictadura militar, dos meses antes que la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Todos los meses publican el boletín El Ambientalista (que ya lleva 284 ediciones) con informaciones sobre los pueblos fumigados, denuncias de productos que dañan la salud y de cualquier iniciativa que destruya el medio ambiente.

El Centro de Protección de la Naturaleza “es la primera organización no gubernamental formada por ciudadanos preocupados por el ambiente en el interior de la Argentina”, que ya en 1978 se involucró en frenar las fumigaciones de mosquitos en Santa Fe, realizó cientos de plantaciones de árboles autóctonos en la ciudad y fue una de las primeras organizaciones en oponerse a la IV Central Nuclear y conseguir la ordenanza que declara “Santa Fe No Nuclear” (El Ambientalista N°283, marzo 2015).

En la década de 1990 promovió el rechazo a una represa en el Paraná Medio. Desde que comenzó a implementarse el nuevo modelo agrícola a mediados de la década, se encuentran en una encrucijada que los lleva a abordar los dos problemas principales: las aspersiones con agrotóxicos y la defensa de los espacios públicos urbanos. Es una misma lucha o, mejor, la resistencia a un mismo modelo.

Luis relata con inocultable pasión una de las últimas batallas en la que estuvo empeñado Cepronat: la defensa del parque Alberdi, un emblemático espacio verde en el corazón de la ciudad, muy cerca del río Paraná. El gobierno de la ciudad decidió remodelar el parque que alberga más de cien árboles, con menos verde, más cemento y la concesión a una empresa privada.

Lo que más rechazo generó fue la decisión de construir 300 plazas semisubterráneas para coches porque cambia la fisonomía del parque, mientras los empresarios privados que la construyen tendrán la explotación por 30 años, abonando un canon de poco más de cien dólares mensuales. La comuna les entrega un espacio público de 15 millones de dólares cuya inversión recuperarán en los primeros cinco años.

Cuando comenzaron a talar los árboles cientos de vecinos ocuparon el parque, el 14 de junio de 2014, instalaron tiendas y durmieron allí durante varios días. Crearon la Asociación Ciudadana en Defensa de lo Público y los días 14 de cada mes retornan en grupos al parque recordando la fecha de la toma. La privatización y especulación con los espacios públicos es parte del mismo modelo extractivo que los monocultivos de soja y la minería a cielo abierto.

Enfermedad y dominación

La ronda empieza los debates. Luego de las presentaciones de rigor, Carlos recuerda que la Campaña Paren de Fumigarnos lleva más de seis años recorriendo pueblos, realizando tres plenarias provinciales cada año y que ahora cuenta con la presencia del grupo de médicos de la Universidad de Rosario y de un equipo de científicos de la Facultad de Ciencias Exactas de La Plata, además de un grupo de la vecina Paraná.

Entre los testimonios de los afectados, destaca –además de Raquel de Elortondo- el de Roberto, de Ceres, una ciudad de 15 mil habitantes a 260 kilómetros al noroeste de la capital. Tiene 38 años y trabajó nueve como aplicador de agroquímicos manejando un “mosquito” hasta que comenzaron los dolores de estómago. Hace varios años que no puede trabajar porque perdió movilidad en los brazos. En el hospital le recetaron medicamentos psiquiátricos porque creían que mentía. Muchos médicos son cómplices del modelo y se resisten a aceptar la realidad de las fumigaciones.

Daniel Verzeñassi, bioquímico e integrante del Foro Ecologista de Paraná, advierte que “no sólo nos fumigan a través del aire sino del agua contaminada”. Explica que el agua de lluvia arrastra los tóxicos hasta las capas subterráneas de las que se saca el agua para consumo humano. “Los 800 o mil metros que exige el movimiento de distancia de las fumigaciones del lugar de residencia, es necesario pero insuficiente. Somos todos pueblos fumigados”, concluye.

En la ronda, alguien dice una frase densa, de esas que golpean como piedras: “Cuando predomina la enfermedad perdemos libertad”. Luego explica que la enfermedad se construye como dependencia del enfermo, anulando su autonomía. En los tres grupos que se formaron para profundizar el debate, salieron casi todos los temas centrales: desde el miedo que existe en los pequeños pueblos, que impide la denuncia y la organización, hasta la necesidad de estudiar y formarse para luchar mejor.

Alguien se pregunta “¿cómo cambia la gente?”. En el intercambio hay unanimidad en evaluar que mientras trabajaron contra las fumigaciones y los cultivos de soja, no conseguían remover la indiferencia. Pero cuando decidieron centrarse en la salud y las consecuencias sanitarias del modelo, la gente comenzó a denunciar los casos de cáncer, leucemias y malformaciones.

El médico Damián Verzeñassi recordó que de los cien mil productos liberados al ambiente desde el fin de la segunda guerra mundial (1945), “sólo dos o tres mil fueron evaluados desde el punto de vista cancerígeno”. Sostiene una tesis polémica pero que debemos contemplar: los alimentos forman parte de un proyecto geopolítico de control de la población mundial. ¿Exagerado? Días después del plenario de la Campaña, dos científicos mexicanos del Instituto de Ecología de la UNAM recordaron que “Monsanto y el gobierno de Estados Unidos conocían de la toxicidad del glifosato desde 1981” (La Jornada, 17 de abril de 2015).

Por su parte, el sindicato de maestros AMSAFE (Asociación de Magisterio de Santa Fe) destacó que en toda la provincia hay 800 escuelas rurales y periurbanas en las que trabajan dos mil maestros. El sindicato recibe muchas denuncias de maestros que enferman de cáncer y de escuelas que cierran los días de fumigaciones. Muchos directores de escuelas tienen miedo a denunciar. Para visibilizar la situación se proponen convocar un Congreso Provincial de Escuelas Fumigadas.

Campamentos sanitarios

La Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, la mayor ciudad de la provincia y la tercera del país, vivió un viraje político en 2007, con el triunfo de una corriente que realizó cambios de fondo en la carrera. Uno de esos cambios fue la introducción de los “campamentos sanitarios” que son “un dispositivo creado en el año 2010, como Evaluación Final Integradora del Ciclo de Práctica Final de la Carrera de Medicina, que integra evaluación, investigación, docencia y extensión”, según lo define Damián Verzeñassi, responsable académico de esa materia.

Sostiene que los campamentos son una herramienta de análisis epidemiológico de las comunidades y que un estudiante no debe terminar sus estudios sin tener una experiencia que le deje en claro que obtuvo su título gracias a los aportes de toda la población y no sólo por méritos personales. Los campamentos duran cinco días y participan entre 90 y 150 estudiantes de la misma cohorte, por lo cual se realizan campamentos cada tres meses.

La facultad firma un acuerdo con el municipio, que debe ser de menos de 10 mil habitantes. Al campamentos acuden los docentes, entre diez y quince, la facultad se encarga del traslado y los equipos y el municipio del alojamiento (duermen en colchones en el suelo en escuelas o polideportivos) y la alimentación. En los tres meses anteriores los estudiantes preparan el campamento, ya saben a qué localidad van a ir y todo lo que tienen que hacer durante los cinco días que estarán en el pueblo.

A cada estudiante se le adjudica una manzana para que lunes y martes visiten todas las casas y encuesten a todas las personas. La encuesta busca una caracterización socioeconómica del grupo familiar y los principales problemas de salud que han padecido, en el último año y a su vez en los últimos 15 años. “Conseguimos una cobertura del 76% de la población en los 21 campamentos realizados”, explica Verzeñassi.

El miércoles construyen un perfil sanitario de la población. “Los docentes evaluamos el trabajo de los estudiantes, su capacidad de entrevistar, de generar empatía con el sujeto, de construir una hipótesis de diagnóstico y de identificar los elementos determinantes de la situación de salud de la familia”. Además convierten transformando las escuelas en un gran hospital de campaña, donde hacen un examen físico y control de salud de los niños, controlamos crecimiento, desarrollo y las posibles patologías.

El jueves hacen talleres de promoción de salud y prevención de enfermedades en las escuelas primarias y secundarias, pero también en las plazas y centros sociales, “porque los médicos tienen que tener la capacidad de compartir con la comunidad sus saberes para construir una comunidad más saludable. De ese modo podemos evaluar al estudiante en la práctica concreta con la gente que es lo que va a hacer cuando trabaje como médico”.

El viernes los docentes hacen la evaluación de los estudiantes y por la tarde convocan a todo el pueblo para hacer la devolución de los resultados. Luego en la facultad comparan los resultados de las diferentes comunidades a lo largo de estos años que llevan haciendo campamentos, fijando la atención en la evolución de las enfermedades en los últimos 15 años.

“Hemos comprobado que ha existido un crecimiento del cáncer que oscila entre cuatro veces y media y hasta siete más que en el primer quinquenio. Cuando empezamos a ver que en los 21 pueblos nos da incrementos similares de cáncer, de abortos espontáneos, de nacimientos con malformaciones, nos preguntamos qué hay en común en todos ellos y es que están en el medio de las áreas de producción agroindustrial con agroquímicos”, señala indignado.

Una guerra química

En 2008 en Argentina había 206 casos de cáncer cada 100 mil habitantes. En algunos pueblos encontraron hasta dos mil casos, casi diez veces más. En cuanto a las malformaciones se llega a seis niños en algunos pueblos de 4.000 habitantes cuando la prevalencia es de un caso por millón. Pero lo que más les llama la atención es que no aumenta el mismo tipo de cáncer que había antes sino que aparecen nuevos: linfomas, leucemias, cáncer de tiroides, páncreas y mamas.

Un estudio que se divulgó en el Plenario de Paren de Fumigarnos, realizado por la Universidad de La Plata a pedido de las autoridades de Monte Maíz (un pueblo agrícola de 8.200 habitantes en la provincia de Córdoba) descubrió que hay tres veces más cáncer que el promedio del país. La tasa de abortos espontáneos asciende a 9,9% de las mujeres embarazadas, frente al 3% de media nacional.

La hipótesis de “una guerra química” que busca controlar a los pueblos cobra vigor si tenemos en cuenta que empresas multinacionales y autoridades tienen perfecta conciencia de las consecuencias esperables cuando liberaron los plaguicidas.

Sin embargo, algunas cosas están cambiando, como lo demostró el encuentro de la Campaña Paren de Fumigarnos. En los pueblos existe una clara conciencia de lo que está sucediendo, como demuestra la encuesta escolar de Raquel en Elortondo. De ahí a organizarse, hay un paso: perder el miedo. Pero ese paso lo están dando cada vez más personas en más lugares.

La segunda, es que hay cambios en la academia. Verzeñassi nos recuerda que a comienzo de los campamentos había mucha resistencia entre docentes y alumnos que decían, “no querían trabajar gratis”. Pero de los diez últimos campamentos siete se hicieron a pedido de un médico del pueblo que era un graduado que había participado en los campamentos”. Este cambio en los médicos, y en los docentes –que son figuras claves en los pueblos rurales- puede torcer la balanza contra el modelo de agricultura industrial.

Sin duda la situación es bien diferente a la que existía en 2006 cuando comenzaron la campaña. La campaña contra las fumigaciones no conoce pausas. En junio se realiza en Rosario el 3er. Congreso de Salud Ambiental y el 1er. Encuentro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad de América Latina. Se inaugura el 16 de junio, fecha del cumpleaños de Andrés Carrasco, símbolo de ese compromiso.

– Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.
[1] Ver “El modelo extractivo rechazo en las calles”, en http://www.cipamericas.org/es/archives/10888

LUNES 27 DE ABRIL DE 2015 – COMCOSUR
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2) China humilla a Estados Unidos y marca el ritmo en la nueva geopolítica
Alberto Cruz (CEPRID)

Han transcurrido cinco años desde que China decidió aprovechar el momento de debilidad de Occidente, como consecuencia de la crisis financiera, para jugar un papel más enérgico en la política internacional. China es China, y su concepto del tiempo no tiene mucho que ver con el Occidental. Ya lo dice uno de sus proverbios, “no temas ser lento, sólo detenerte”. Por eso China no tenía previsto alterar el tablero internacional hasta el año 2027 (1), fecha para la que consideraba habría alcanzado la paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares) con EEUU. Para ello, fue tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo -África, Asia, América Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan “el consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense y occidental de intervención militar, unipolaridad e interferencia política.

Pero la prepotencia de EEUU ha hecho que China haya acelerado sus pasos hasta llegar a la humillación pública de EEUU con la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), el competidor formal del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El sistema diseñado en Bretton Woods en 1945 está agonizando y China es en gran parte responsable de ello. Surge un nuevo mundo en el que el imperio ya no es imperio y en el que sus instituciones pasan a ocupar un papel secundario en la política internacional.

Puede que alguien piense que estas afirmaciones son algo aventuradas, pero no lo son en absoluto. EEUU ha hecho todo lo posible y lo imposible porque el BAII no cuajase, desde presionar a los países para que no se sumasen al mismo hasta intentar desacreditarlo argumentando, entre otras cosas, que “no cumple con los estándares internacionales de transparencia, buen gobierno y equidad” (sic). Como si el BM o el FMI fuesen modelos de todo ello.

Y eso lo dice un país que lleva desde 2010 negándose a cumplir el acuerdo a que se había llegado en el FMI y en el BM de otorgar más poder a las llamadas “economías emergentes”. En virtud del mismo, China se convertiría en el tercer mayor contribuyente del FMI, por detrás de EEUU y Japón. Pero eso tenía que ir en detrimento de alguien, y ese alguien eran tanto la Unión Europea como EEUU y Japón. Y EEUU ha impedido cualquier reforma desde entonces porque de hacerlo perdería su mayoría de bloqueo.

China aguardó pacientemente que ese cambio se produjese y ofrecía un argumento de peso: es la primera potencia económica del mundo y tiene el 3’8% de los derechos de voto en el FMI, mientras que países como Holanda cuentan con el 2% o EEUU, la segunda economía mundial, con el 16’8%. Aún así, se conformaba con el tercer lugar.

Pero el tiempo pasa y China ha dicho basta, y lo ha hecho de una forma indubitable: son 57 los países que han decidido formar parte del BAII y los hay de los cinco continentes. Pero algunos no son países cualquiera, sino aliados estrechos de EEUU hasta ahora como Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudita, Israel o Australia por mencionar sólo algunos de ellos. Incluso Japón, reacio en un primer momento y principal contribuyente al hasta ahora hegemónico Banco Asiático de Desarrollo (en el que China sólo tiene el 5’5% de participación, aunque ha buscado un porcentaje mayor y siempre se ha encontrado con el veto de Japón, que tiene el 18’7%), ahora está pensando su participación en el BAII. Pero aunque se incorpore, ya llega tarde.

Es un golpe demoledor a EEUU. Aunque parezca sorprendente, toda la historia del BAII parece haber pillado a EEUU con el pie cambiado. Acostumbrado como está a que nada en el mundo se hacía sin su consentimiento o conocimiento, daba por hecho que su sola oposición iba a desalentar a sus aliados. Pero no. Y cuando comenzó a constatar su fracaso recurrió a lo de siempre: a las amenazas y “recomendaciones”. Es lo que ocurrió al menos con tres países, Gran Bretaña, Singapur y Corea del Sur. Esto es lo que se ha hecho público, aunque seguro que hubo más casos. Pero de esos tres sólo Corea del Sur se achantó, aunque el pasado 11 de abril pidió finalmente el ingreso tras un fortísimo debate entre las fuerzas políticas coreanas y tras haber negado China el ingreso en el BAII a Corea del Norte. A última hora también pidió su ingreso Taiwán, otro aliado tradicional de EEUU, aunque China está estudiando la forma de participación que tendrá.

Como es lógico, el “entusiasmo” de algunos países occidentales no tiene nada que ver con una ruptura con EEUU ni con las instituciones de Bretón Woods, que tan bien les han servido y utilizado, sino con la pretensión de lograr grandes contratos y, lo más importante, para seguir recibiendo el dinero chino que ayuda a sostener sus debilitadas economías.

El fracaso de EEUU para evitar que tan alto número de países se sumen al BAII es sonoro y sienta un precedente para que muchos países comiencen a distanciarse, y a resistir, sus presiones. China tiene casi 4 billones de dólares en sus reservas y un volumen de dinero muy superior a todas las instituciones de Bretton Woods juntas, lo que hace que su nivel de prestación de ayuda a las naciones –sobre todo en desarrollo de infraestructuras- sea mucho mayor. Por lo tanto, era inevitable que China pusiese en marcha iniciativas como la del BAII, que no será la única puesto que el país del centro, que es lo que significa China, está decidido a crear su propio eje alternativo en los asuntos financieros mundiales.

En un último intento de poner puertas al campo, Obama, justo antes de ir a la Cumbre de las Américas, “mostró su preocupación” porque China utilice “su tamaño y su músculo para intimidar a las naciones” (2) porque, además del BAII, China ha firmado en lo que va de mes un acuerdo con Pakistán para suministrarle material militar, con Irán y Pakistán para construir un oleoducto que llevaba parado desde el 2012 por presiones de EEUU sobre Pakistán –y esta es la primera consecuencia del acuerdo preliminar sobre el programa nuclear de Irán y la disposición manifiesta de China de comerciar a todos los niveles con este país islámico- y porque China ha sido el único país que ha enviado buques de guerra al puerto de Adén (Yemen) para evacuar a sus ciudadanos pese a las amenazas vertidas por Arabia Saudita para que ningún buque recalase en una ciudad controlada por las milicias huzíes dado que podría ser objeto de sus ataques aéreos. Lo curioso del caso es que Obama lo ha dicho sin sonrojo alguno. Como dice un refrán español: “piensa el ladrón que todos son de su condición”. Como EEUU lo hace, ahora que el imperio ya no es imperio, o es mucho menos imperio, se permite el lujo de dar lecciones de moral. Si alguien quiere hacer un estudio de la hipocresía, aquí tiene un ejemplo perfecto.

Qué es el BAII

El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura fue propuesto en octubre de 2013 por el presidente chino, Xi Jinping, en un discurso ante el parlamento de Indonesia y se constituyó formalmente el 24 de octubre de 2014 en una ceremonia en Beijing con los representantes de los 21 países inicialmente considerados fundadores: China, India, Tailandia, Malasia, Singapur, Filipinas, Pakistán, Bangladesh, Brunei, Camboya, Kazajstán, Kuwait, Laos , Myanmar, Mongolia, Nepal, Omán, Qatar, Sri Lanka, Uzbekistán y Vietnam. Es curioso que Indonesia, el país donde se propuso, no formase parte inicialmente del mismo, aunque un mes más tarde rectificó y solicitó su ingreso como miembro fundador. Y es significativo que dos países con los que China tiene litigios históricos, como India y Vietnam, se hayan incluido desde el primer momento porque pone de manifiesto que la política china que se recoge en “el consenso de Beijing” es algo más que una mera retórica.

Como también se ha dicho antes, en la actualidad son 57 los países que forman parte del BAII, entre ellos Rusia, Sudáfrica, Irán y Brasil. En total, son 34 países asiáticos, 18 europeos, 2 africanos, 2 oceánicos y un latinoamericano.

Tiene como objetivos la infraestructura básica, la electricidad, el acceso al agua potable, la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales y medios de transporte. Tendrá una capitalización cercana a los 100.000 millones de dólares, en su mayor parte proporcionados por China.

No obstante, y para diferenciarse de EEUU en el FMI y el BM, China rechaza expresamente tener la mayoría del capital en votos por lo que su decisión nunca será un motivo de bloqueo mecánico. En el FMI basta con que EEUU diga que no para que algo no se haga. En el BAII no habrá una situación similar y no habrá condiciones a los países, al estilo de los “programas de ajuste” del FMI, porque con el BAII “habrá que cooperar con las autoridades de zonas en vías de desarrollo, respetar sus costumbres, y se tendrán que diseñar instrumentos financieros eficientes, adaptados a cada caso y no uniformes”, como hacen el FMI o el BM. Es decir, por mucho que algunos quieran hacer ver que el BAII es un “complemento” del FMI y el BM, no tiene nada que ver, es su claro reemplazo.

China no quería bajo ningún concepto que se pudiese comparar su modelo de “poder blando” con los métodos utilizados por EEUU en los últimos 70 años con las instituciones surgidas de Bretton Woods. Es decir, sin ser considerado un país que se entromete en los asuntos de los países y con presiones políticas en ellos. Eso lo logra claramente con el BAII.

Pero también China lleva años fortaleciendo su moneda, el yuan o renmimbi, internacionalizada ya de hecho, que no de derecho y que es su prioridad número uno en la presión que viene haciendo para que se revisen las cuotas de la cesta de la moneda de reserva del FMI. Ese es el comienzo del fin del dólar, la baza estratégica de China porque no falta mucho para que el yuan o renmimbi (que significa “moneda del pueblo”) va de forma clara a convertirse en moneda de reserva mundial, disputando la hegemonía al dólar.

En la actualidad el yuan o renmimbi ya es el quinto medio de moneda de pago favorito de los países, y eso que no es divisa internacional todavía. Mientras la moneda china sube, el dólar baja. Por ejemplo, si hace cinco años el dólar suponía el 72% de las reservas de divisas del mundo, ahora sólo es el 62%, mientras que el yuan o renmimbi ya está en el 2’9% (y no es divisa internacional aún) y las previsiones son que este mismo año 2015 se sitúe en el 10% si, tal y como quiere China y se verá obligado a reconocer el FMI, la moneda china pasa a ser parte del sistema de derechos especiales de giro. El camino hacia la desdolarización mundial se acelera, y tanto China como Rusia tienen mucho que ver en ello.

El BAII se suma a otra iniciativa que está en marcha y que será operativa el año que viene, el Banco de Nuevo Desarrollo de los BRICS. En él también China va a tener una participación mayoritaria, el 41% del capital. Serán otros 100.000 millones de dólares, de los que Rusia, Brasil e India pondrán cada uno 18.000 millones, Sudáfrica 5.000 millones y el resto China. Luego en el 2016 habrá otro orden geopolítico claro, especialmente en el ámbito económico aunque no sólo. Todos los países BRICS están también en el BAII.

Esto es lo que preocupa a EEUU y a la UE. Por eso los esfuerzos de Washington para contener lo incontenible. El nacimiento de una estructura multilateral debe ser bienvenido porque asentado el poder económico, vendrá un subyacente poder militar capaz de bloquear a la OTAN. En este sentido, es relevante lo que ocurra este año en la XIV cumbre de Jefes de Gobierno de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) que tendrá lugar en China, aún sin tener fecha señalada aunque inicialmente se hablaba de ella para este verano. No obstante, y dado que Irán ha pedido ser miembro de pleno derecho de la OCS y que el 30 de junio es la fecha tope para la firma definitiva o no del acuerdo sobre su programa nuclear, es muy probable que se retrase dicha cita hasta finales de año si el acuerdo finalmente no se rubrica dado que Irán habla de que sólo habrá firma final si ese mismo día se levantan las sanciones a que está sometido, a lo que se opone EEUU.

Adiós a la Asociación Trans-Pacífico
Pero esto no es todo. El BAII ha herido de muerte a la Asociación Trans-Pacífico (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EE.UU. y Vietnam) que con tanto empeño y cuidado montó EEUU para dejar fuera a China. Ahora los chinos le han devuelto el golpe, y con creces. También por la chulería o prepotencia de EEUU, que durante tres años ha estado retrasando el acuerdo final de la ATP por un enfrentamiento con Japón y Canadá por temas agrícolas y de la industria automotriz. A primeros de este año el Congreso de EEUU decidió retrasar el tema hasta 2017, lo que dio argumentos a algunos de los integrantes de la ATP (como Australia y Singapur, por ejemplo) para sumarse al BAII. Ahora, una vez que estos dos países han decidido formar parte del BAII, el comité del Congreso estadounidense ha decidido tramitar la ATP “por la vía rápida”. Pero, al igual que con el dilema al que se enfrenta Japón, aunque se haga también llega tarde.

Este impasse ha sido, también, aprovechado por China, que ha propuesto que una vez esté en marcha el BAII, se ponga en funcionamiento el Área de Libre Comercio del Asia-Pacífico, con lo que liquida la ATP. Aquí los países latinoamericanos tendrán que entrar, algo que no han hecho ahora en el BAII.

Tomado todo esto en conjunto, representa la más formidable humillación hecha jamás a EEUU y el desafío geopolítico de este siglo XXI que se va a parecer muy poco al siglo XX. Es cierto que aún hay incógnitas por despejar, como si el proceso de des-dolarización de la economía va a ser lento o rápido –y, por el momento, tanto el BAII como el BD de los BRICS van a funcionar en dólares- pero es un hecho que todo indica que esto es coyuntural, como se ha indicado antes con el interés de China por internacionalizar el yuan o renmimbi.

Estamos asistiendo a la profundización estratégica de China y a unos momentos que pasarán a la historia. La creación del BAII supone el fin de rol de EEUU como garante del sistema económico mundial. No es extraño que China haya considerado “una aplastante victoria” (3) la incorporación de tantos países al BAII pese a las presiones de EEUU.

Notas:
(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un artículo publicado en diciembre de 2009.
(2) Reuters, 10 de abril de 2015.
(3) Global Times, 7 de abril de 2015.

LUNES 27 DE ABRIL DE 2015 – COMCOSUR
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3) Las crisis históricas del sistema capitalista, la crisis sistémica actual, sus causas inmanentes y las propuestas superadoras
Carlos Mendoza (Revista Tesis 11)

Evolución histórica de las crisis generales del capitalismo. Sus causas inmanentes. Fase actual de la crisis, con tendencia a hacerse permanente y sistémica. Propuestas de regulación económica alternativas, de carácter social, para superar la crisis en favor de los sectores populares.

Introducción

El capitalismo de esta época está sumido en una crisis caracterizada como de carácter sistémico. Por otro lado a lo largo de su historia el sistema ha pasado por otras etapas de crisis profundas y generalizadas. Ocurre que el sistema se rige por leyes inmanentes o de esencia, descubiertas por Carlos Marx (y desarrolladas por otros teóricos marxistas), que le generan tendencia intrínseca a la crisis. Para recorrer la historia de las principales crisis del capitalismo, conviene siempre recordar cuáles son esas leyes de esencia que lo rigen

Las leyes de esencia del capitalismo

En el capitalismo, como en cualquier sistema mercantil, el valor de los bienes y servicios está dado por la cantidad de trabajo social medio necesario para producirlos. El sistema capitalista está basado en la explotación, por parte de la clase social propietaria de los medios de producción, de la fuerza de trabajo de la clase social que no posee medios de producción, con el objetivo de producir bienes y servicios cuya masa de valor sea superior a la consumida para producirlos.

Es lo que se denomina proceso de valorización del capital. De hecho, el capital es precisamente un valor que se valoriza mediante ese proceso de explotación de la fuerza de trabajo y el plusvalor creado se reinvierte como más capital, en lo que se denomina proceso de acumulación de capital.

A su vez, este proceso impulsa el desarrollo de la ciencia y la tecnología, lo cual ha hecho que los medios de producción reemplacen gradualmente funciones de la mano del hombre («revolución industrial») y, más recientemente, funciones del cerebro humano («revolución informacional»). Es decir que hay una tendencia al reemplazo de la fuerza de trabajo humano por medios de producción cada vez más sofisticados y a que se invierta relativamente cada vez menos capital en fuerza de trabajo (capital variable), respecto del capital que se invierte en medios de producción (capital constante).

Pero esto produce una doble contradicción fundamental en el capitalismo:

! Por un lado, hay cada vez más masa de valor acumulado en medios de producción, que hay que valorizar mediante la explotación de fuerza de trabajo, pero simultáneamente hay tendencia a una disminución relativa de la masa de fuerza de trabajo requerida para hacer funcionar los medios de producción en el proceso de trabajo (tendencia al aumento de la relación entre capital constante y capital variable, denominada “tendencia al aumento de la composición orgánica del capital”). Esto genera que el plusvalor generado por el trabajo nuevo sea relativamente cada vez menor respecto del valor contenido en los medios de producción, con lo cual la cadencia de valorización del capital invertido tiende a disminuir. Esto se expresa como una tendencia a que disminuya la relación entre la ganancia obtenida y la masa de capital invertido, lo que se denomina «ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia».

Por otro lado, la competencia impulsa la acumulación de capital y con ello el aumento de la masa de bienes y servicios producida, la cual debe ser consumida para que se concreten las ganancias y la valorización del capital invertido, pero como al mismo tiempo hay tendencia a emplear cada vez menos masa de fuerza de trabajo, con relación al capital invertido en medios de producción, la capacidad de consumo de la masa de asalariados crece menos que la oferta de bienes y servicios, con lo cual hay “tendencia al exceso de producción para la capacidad solvente del mercado”.

Estas tendencias en el capitalismo han provocado históricamente una recurrencia a la crisis de sobreproducción para la demanda real y a que la parte menos competitiva del capital invertido no consiga la tasa de ganancia mínima necesaria para seguir funcionando, por lo que aparece como invertido en exceso, que no se valoriza, en lo que se denomina “tendencia a la desvalorización del capital”.

En la época de la libre competencia, las crisis eran cíclicas y terminaban con que los capitales más grandes, generalmente más competitivos, absorbían a los más chicos, menos competitivos, en un proceso de concentración y centralización de capital, que tendió gradualmente a la monopolización, la integración del capital industrial, agropecuario, comercial y financiero y la internacionalización del capital, hasta la época actual de un capitalismo monopolizado, globalizado y hegemonizado por el capital financiero, principalmente el especulativo.

La Crisis de 1870

La primer crisis general del capitalismo se produjo en 1870 y duró más de 20 años, se inició en EE.UU., se extendió a Inglaterra, cuya economía estaba muy vinculada con la estadounidense y luego a otros países. La crisis se inició porque las empresas constructoras de ferrocarriles en EE.UU. habían emitido una excesiva cantidad de bonos para financiarse y los habían colocado localmente y en el extranjero, hasta que la economía real resultó insuficiente para remunerar tal cantidad de bonos. Ya se observa en esta primer gran crisis que el detonante fue la explosión de una burbuja financiera.

Se considera que esta crisis marcó convencionalmente el fin de la etapa de la libre competencia, cuando habían múltiples empresas por ramas de la economía, y el comienzo de la monopolización generalizada de los mercados nacionales de los países más desarrollados, con lo cual los monopolios empezaron a sufrir directamente las consecuencias de la tendencia a la sobreproducción, la caída de la tasa de ganancia y el exceso de capital invertido. Esto provocó la necesidad objetiva de que se expandieran, a un nuevo nivel cualitativo, fuera de sus fronteras nacionales, al mercado mundial, lo cual dio comienzo a la etapa imperialista del capitalismo.

La primera guerra mundial interimperialista de 1914 – 1918

El reparto colonialista-imperialista del mundo, provocó el choque de intereses entre los imperialismos y se produjo la segunda crisis general que llevó a la primera guerra mundial de 1914 a 1918, con la enorme destrucción humana y material que se conoce. Entre otras cosas, como consecuencia de esta guerra se produjo la revolución soviética de 1917 en Rusia. A su vez, los EE.UU., que entraron en la guerra pero no la sufrieron en casa, emergieron al fin de la guerra como la potencia capitalista dominante.

Los países europeos sufrieron gran destrucción humana y material y además su esfuerzo armamentista los llevó a perder competencia a nivel mundial con su industria, lo cual favoreció sobre todo a EE.UU, aunque también a países como Japón, Australia y Canadá. En los países europeos hubo un exponencial crecimiento del déficit fiscal y la deuda pública, particularmente en Alemania, jaqueada además por las leoninas condiciones del “Tratado de Versalles” que le impusieron las potencias ganadoras de la primera guerra mundial.

La Cisis de 1929

Los EE.UU., por un lado se vieron afectados por la crisis en Europa, por la subsiguiente caída de la demanda en el mercado mundial y, por otro lado, sus monopolios estaban jaqueados por las tendencias internas del capitalismo, en particular la caída de la tasa de ganancia, con lo cual se siguió el camino de financiarlas mediante una desenfrenada colocación de acciones en la bolsa, para lo cual se orientó el crédito bancario a los particulares para que compraran acciones en la bolsa, al punto que, para 1929, el 75% de las inversiones bursátiles de pequeños y medianos ahorristas provenían de créditos bancarios. Esto hizo subir artificialmente el precio de las acciones, al punto que el índice indicativo del precio de las acciones, el Dow Jones, se había multiplicado por 7 entre 1921 y 1929. La explosión de semejante burbuja financiera se produjo el famoso “Jueves negro“ del 24 de Octubre de 1929. La mitad de los bancos cerraron sus puertas y unas 100.000 empresas, faltas de crédito, cerraron también y la desocupación llegó en 1932 al 25%.

La crisis de EE.UU. se extendió a Gran Bretaña, agravó la situación en Europa continental y afectó profundamente a todo el mundo capitalista. El aumento de las quiebras de empresas y el desempleo en Italia favorecieron el ascenso del fascismo al gobierno en 1932 y la hiperinflación en Alemania creo las condiciones para la llegada de Hitler y el nazismo al gobierno en 1933.

Una consecuencia lateral positiva importante de esta gran crisis fueron los trabajos del economista británico John Maynard Keynes, sobre que el mercado capitalista no autorregula la equivalencia entre oferta y demanda y mucho menos el pleno empleo, y preconizó como necesaria la intervención del Estado, entre otras cosas mediante la inversión y gasto públicos contra cíclicos de las crisis, para corregir esta profunda deficiencia. Franklin Delano Roosevelt, presidente norteamericano del partido demócrata desde 1933 a 1945, aplicó esos criterios con su política del “New Deal”, con resultados económicos y sociales positivos.

La segunda guerra mundial de 1939 a 1945

Las contradicciones interimperialistas en Europa, no resueltas mediante la guerra 1914-1918, el Tratado de Versalles y su influencia en la llegada del nazismo al poder en Alemania, la llegada del fascismo en Italia y sus ideologías, corporativistas, racistas, bélicas y expansionistas, más las contradicciones entre los imperialismos norteamericano y japonés, provocaron la segunda guerra mundial, aun más mortífera y destructiva que la primera. La Unión Soviética se vio envuelta también en el conflicto armado y su heroica resistencia y posterior contraofensiva, ante la agresión nazi, fueron fundamentales para la derrota del nazismo.

A la salida de la guerra, nuevamente EE.UU. salió fortalecido, al haber participado del conflicto mundial nuevamente fuera de sus fronteras, mientras que Europa y Asia estaban destruidas.

Por otro lado, sobre el final de la guerra se produjo un evento de extraordinaria importancia para el futuro del capitalismo y de todo el mundo: Se realizó una conferencia monetaria y financiera de Naciones Unidas en Bretón Woods, New Hampshire, EE.UU., en Julio de 1944, donde se establecieron reglas para las relaciones comerciales y financieras internacionales, la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y, muy particularmente, se adoptó el dólar norteamericano como moneda internacional, con la condición de que EE.UU. se comprometiera a tener en su Reserva Federal (el Banco Central norteamericano) igual cantidad de oro como el valor representativo de la masa de dólares en circulación y que se pudiera canjear dólares por la cantidad equivalente de oro en la Resrva Federal, lo cual le otorgó a los EE.UU. una extraordinaria ventaja económica y estratégica ante el resto del mundo.

Los “30 años gloriosos” y el comienzo de la tendencia a la crisis permanente desde los años 70.

Desde el fin de la segunda guerra mundial, hubo un período de crecimiento sostenido de la economía capitalista (no analizaremos aquí lo sucedido en el mundo del denominado “socialismo real”), principalmente en EE.UU., Europa Occidental y Japón, denominado como “los 30 años gloriosos”, con masiva creación de empleo, aumento salarial en términos reales y considerables mejoras en la protección social. A ello contribuyeron variadas causas, como ser la nefasta experiencia de las crisis de 1870 y 1929, cuando se pretendió que los mercados se regularan solos, la positiva experiencia del “New Deal” de Roosevelt aplicando conceptos keynesianos para salir de la crisis iniciada en 1929, el fortalecimiento de la izquierda y de los sindicatos y la presencia de la Unión Soviética y demás países del “socialismo real”, que obligaban a los países centrales del capitalismo a una competencia emulatoria, para otorgar empleo, buenos salarios y servicios y beneficios sociales públicos, mediante una importante y creciente intervención del Estado en la economía, como regulador, inversor y empresario. Fue lo que se denominó “Estado de Bienestar”

Pero, la clase capitalista siempre bregó por utilizar al Estado al servicio de sus intereses, y la cuantía del Estado de Bienestar dio a los monopolios la chance de utilizar en su servicio esa herramienta estatal mucho más poderosa. Estamos ya hablando de monopolios que unificaban en sus manos la propiedad agrícola, industrial y financiera, con predominio de esta última, que ya habían considerablemente avanzado en su internacionalización e interpenetración y que, luego del período muy favorable de reconstrucción de post guerra, volvieron a sufrir las consecuencias de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia, el exceso de producción y de capital invertido y la desvalorización de la parte del capital más afectado.

A esto se sumó lo que se considera la segunda revolución en las fuerzas productivas de la época histórica del capitalismo, denominada “Revolución Informacional”, con el advenimiento de la computadora, las máquinas herramientas a comando numérico, la televisión satelital, posteriormente la telefonía celular, Internet y las redes sociales. Si la “Revolución Industrial”, primera revolución en las fuerzas productivas en el capitalismo, reemplazó las funciones de la mano del hombre por la máquina herramienta, tendiendo así a expulsar fuerza de trabajo humana, la “Revolución Informacional” reemplaza funciones del cerebro humano por la computadora, con lo que es aun más macro expulsadora de fuerza de trabajo humana.

La “Revolución Informacional” agudiza las contradicciones del capitalismo porque por un lado expulsa fuerza de trabajo, siendo que ésta es la generadora de valor, de plusvalía y por lo tanto de ganancia. Por otro lado la información pasa gradualmente a ser el principal producido del proceso económico y así como una mercancía cuando se la vende se la enajena y no se la puede seguir usando, la información cuando se la vende o transmite sí se la puede seguir usando, lo que da la base para compartir ilimitadamente los crecientes costos de la investigación y de esa manera desarrollarla, lo cual está en contradicción con la tendencia capitalista a apropiarse privadamente de los resultados de la investigación y de la información.

Por otro lado se produjo un hecho de singular importancia en EE.UU. Desde los años 60, la economía de ese país sufrió crecientemente en el mercado mundial la competencia de países emergentes de la segunda guerra, como Japón y Alemania, y enfrentó dificultades para sus exportaciones, por lo que trató de compensar esto mediante la emisión de dólares, aprovechando que era considerada moneda mundial, para inyectarlos en el mercado interno. Cuando resultó evidente que la Reserva Federal había emitido tal masa de dólares que le resultaría imposible sostener la convertibilidad con el oro, Richard Nixon, en 1971, declaró unilateralmente la inconvertibilidad del dólar con el oro, en flagrante violación de los acuerdos internacionales de Bretón Woods, lo cual constituyó una colosal estafa al mundo y dejó a los EE.UU. en condiciones de emitir cuantos dólares quisiera y, recordemos, como moneda mundial, (con ello EE.UU. financió sus déficits, expandió sus capitales por el mundo, financió su armamentismo y sus guerras, etc). Esto, a su vez, liberó a todos los bancos centrales del mundo a hacer emisiones sin límites objetivos, ya que las monedas, sobre todo de los otros principales países capitalistas, habían estado vinculadas al dólar según determinados tipos de cambio, y con ello indirectamente vinculadas a una relación con el oro.

Los estados europeos, jaqueados ya por los inicios de la crisis en los comienzos de los 70, utilizados crecientemente por los monopolios en su favor, con los consiguientes déficits crecientes, comenzaron también a emitir moneda para financiarlos.

El mundo capitalista comenzó a funcionar como un sistema económico hegemonizado por monopolios internacionalizados, con predominio en ellos del capital financiero, con una importante intervención del estado en la economía, donde el conjunto tendía a funcionar esencialmente a favor de la rentabilidad del sector monopolista privado, en lo que dio en llamarse sistema del “Capitalismo Monopolista y de Estado”, con déficits estatales, emisión monetaria sin contravalor, inflación creciente y tendencia al desempleo.

Reacción capitalista: Consenso de Washington y neoliberalismo.

Las dificultades continuaron y se produjo el denominado “Consenso de Washington”, según criterios básicamente formulados originalmente por John Williamson, economista británico que fue funcionario del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, en un documento en noviembre de 1989 en el “Institute for International Economics”, considerado “think tank” integrado por funcionarios y altos “gurúes” de la economía capitalista. Independientemente de lo dicho en ese documento, el recetario objetivamente aplicado a todos los países del mundo, cualquiera fuera su situación, es conocido: Apertura de los mercados nacionales; libertad de circulación, inversión y repatriación de ganancias para los capitales, principalmente para los financieros; privatizaciones en favor de los capitales transnacionalizados, incluyendo servicios públicos y asuntos como salud, educación y jubilaciones; ajustes fiscales; flexibilización laboral y baja de salarios y aportes patronales. Toda una regulación económica propia de los conceptos económicos liberales de la época de la libre competencia y la Revolución Industrial, pero aplicada en la época de la monopolización globalizada, con hegemonía del capital financiero y dentro de éste del especulativo y de la Revolución Informacional. Por eso a este programa se lo denominó “neoliberalismo”.

La caída del denominado “socialismo real”, con el consiguiente retroceso de las izquierdas y espacios progresistas y de la fuerza sindical, en todo el mundo, más los problemas económicos provocados por la utilización de los Estados por los monopolios, que generaron la alienación de culpar de esas consecuencias a la intervención del estado en la economía, favorecieron que el programa neoliberal se empleara generalizadamente en todo el mundo capitalista.

Los Estados nacionales, sometidos a estos programas, terminaron generando recesión, desindustrialización, desocupación, pobreza e indigencia, déficit fiscal y recurrencia al endeudamiento externo para paliarlo, entre otras calamidades. Así, no podía sino suceder otra cosa que la crisis, sobre todo en los países emergentes: Crisis de México en 1994, crisis asiática de 1997, crisis rusa de 1998, crisis de Brasil en 1998/9, crisis de Turquía en 2000/1, y el derrumbe de Argentina a fines del 2001. En un mundo tan globalizado esto afectó a todo el sistema capitalista.

Por otro lado, las grandes empresas de los países centrales del capitalismo, realizaron una masiva transferencia de capitales hacia países emergentes, que les aseguraban bajos salarios, materias primas más baratas, escaso control ecológico, facilidades impositivas, repatriación de ganancias y otras bondades. El éxodo de grandes industrias sobre todo, se produjo hacia países asiáticos, aunque también a países de América Latina. Un caso particularmente importante y diferente fue el de China, que decidió atraer capitales de los países capitalistas centrales, para conseguir tecnologías y desarrollar su economía, pero en el marco de una planificación central estatal, de reglas de juego fijadas por el Estado y, en muchos casos con empresas estatales asociándose con los capitales foráneos.

El resultado de esto en los países centrales capitalistas fue el estancamiento y la caída de la producción industrial, la desocupación y finalmente las quiebras: Así, durante los 80 y comienzos de los 90 se sucedieron las quiebras. Por ejemplo, muchas compañías norteamericanas conocidas se declararon en quiebra, incluidas: LTV, Eastern Airlines, Texaco, Continental Airlines, Allied Stores, Federated Department Stores, Greyhound, R H Macy, Pan Am, Maxwell Communication y Olympia & York. La misma historia se repitió en mayor escala durante la crisis de 2001-2002.

Por ejemplo, el colapso de Enron fue, como escribe Joseph Stiglitz, “la mayor quiebra corporativa de todos los tiempos, hasta que llegó WorldCom”. Esto no fue solo un fenómeno norteamericano. Fue por ejemplo característico de la Gran Bretaña de comienzos de los 90, como lo mostraron las quiebras de Maxwell Empire y de Olympia & Cork. Y aunque Gran Bretaña evitó la recesión total en 2001-2002, dos grandes compañías, Marconi/GEC y Rover, cayeron, así como también la cotización de las nuevas compañías puntocom y de alta tecnología.

Recurso al capital financiero, a un nuevo nivel cualitativo.

Ante la crisis, se recurrió al capital financiero a un nuevo nivel cualitativo, tratando de sostener los mercados internos, por ejemplo de países como EE.UU., España e Irlanda, que desarrollaron una intensa política de préstamos hipotecarios y de utilización de las hipotecas, por el sector bancario-financiero, para producir productos financieros denominados “derivados” que, en teoría, estaban garantizados por las propias hipotecas sobre las propiedades. Cuando la insuficiencia de ingresos de los deudores comenzó a hacer imposible el pago de las hipotecas se produjeron las grandes crisis hipotecarias, por ejemplo en EE.UU. en 2008/9, que comenzó al derrumbarse el otrora poderoso banco de inversión Lehman Brothers, y en España e Irlanda en 2010/11, lo cual afectó a todo el mundo capitalista, sobre todo a su sector financiero.

Por otro lado, para sostener la demanda de bienes y servicios de importación provenientes de los países centrales del capitalismo, armas por ejemplo, el sector financiero-bancario intensificó los préstamos a países tales como los del sur de Europa, cuyo caso más paradigmático es Grecia, hasta que resultó evidente que no tenían capacidad para pagar sus enormes endeudamientos externos y sobrevinieron las crisis de deuda externa de Grecia en 2011, y luego de España, Irlanda, Italia y más recientemente Chipre, lo cual incrementó la crisis del sistema financiero-bancario de los países centrales del capitalismo, ya jaqueado por la crisis de las hipotecas “basura”.

Políticas estatales regulatorias de salvataje de los países centrales del capitalismo, pero para el sector financiero-bancario.

El capitalismo está sumergido en una crisis estructural, sistémica y de tendencia permanente, desde los años 70, ahondándose con el tiempo. Pero a diferencia de lo que pasaba en las crisis de 1870, 1918 (guerra mundial), 1929 y 1939 (guerra mundial), el capitalismo tiene ahora una formidable superestructura institucional internacional, que fue construyendo con los años, especialmente desde la segunda guerra mundial y que le otorga una capacidad de regulación que no tenía por aquellos tiempos: Naciones Unidas, Corte Internacional de Justicia de La Haya, FMI, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio, Unión Europea, Banco Central Europeo, organismos de consulta y coordinación de políticas económicas como el G8 y luego el G20, consultas sistemáticas entre las grandes potencias como EE.UU., Unión Europea, Rusia, Japón, China y otras.

Es así que ante la profundización de los problemas, luego de la crisis de las hipotecas y de las deudas externas, se produjo una cuantiosa intervención de la Reserva Federal, en EE.UU. y de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, en Europa. Pero el objetivo principal ha sido, una vez más, el salvataje de los bancos y del sistema financiero y no una regulación para la recuperación de la producción y circulación de bienes y servicios y la generación de empleos.

La Reserva Federal de EE.UU. inyectó ya más de 3 millones de millones de dólares en EE.UU. para fondear a sus bancos y financieras, mientras que la Comisión Europea con el Banco Central Europeo y participación del FMI, han inyectado euros por más de 2 millones de millones de dólares equivalentes en la Eurozona, para fondear también a sus bancos y financieras y para otorgar préstamos a países endeudaos y en crisis, como por ejemplo Grecia y España, pero condicionando tal “ayuda” a que se apliquen allí los mismos criterios neoliberales de los años 90, que son precisamente los que condujeron a la situación de crisis actual. Algo así como “si no quieres sopa ¡ tómate dos tazas!” o tropezar una y otra vez con la misma piedra.

Crisis sistémica del capitalismo y necesidad objetiva de una nueva regulación alternativa, de carácter social, basada en un desarrollo de la democracia participativa.

El capitalismo, como fase histórica del desarrollo social, en el proceso de humanización de nuestra especie, ha entrado desde los años 70 en una tendencia a que la crisis sea cada vez más de carácter permanente. Se tornan permanentes las tendencias intrínsecas del sistema al aumento de la composición orgánica del capital, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la sobreproducción, no para la satisfacción de las crecientes necesidades sociales a medida que avanza la civilización, sino para la capacidad real de la demanda, la desvalorización de parte del capital invertido que no obtiene tasa de ganancia mínima y, finalmente, el hecho de que es crecientemente el propio capital monopolista, globalizado y hegemonizado por su componente financiera y especulativa, quienes sufren cada vez más directamente las consecuencias de la acción de las leyes inmanentes del capitalismo, que conducen objetivamente a la crisis.

A su vez, la monopolización globalizada del capital, contradice a su vez el motor impulsor del propio capitalismo, que ha sido la libre competencia.

Para resarcirse de las crecientes dificultades para conseguir ganancias en la producción y circulación de bienes y servicios, el gran capital monopolista y transnacional, recurre cada vez más a la especulación financiera, al aumento de precios monopolista por encima del aumento real de costos, a la fabricación de armas y, en general a actividades parasitarias, como forma de lograr la redistribución en su beneficio de la renta mundial, generada por el trabajo humano.

Los monopolios necesitan también crecientemente de la utilización del sistema del Capitalismo Monopolista y de Estado, para lograr redistribución de renta mundial en su favor y socializar sus pérdidas. Pero el Estado es una institución de la superestructura de la sociedad, objeto de disputa entre las clases sociales, que con el desarrollo de la democracia, y más aun de la democracia participativa, puede contradecir los intereses monopolistas, según se desarrolle eventualmente la lucha de clases en favor de los sectores populares.

Por otro lado, la principal potencia capitalista, los EE.UU., depende cada vez más de la emisión de dólares sin contravalor real, gracias a haber declarado unilateralmente la inconvertibilidad del dólar y el oro, y de la emisión de bonos de deuda externa, para financiar sus pavorosos y sistemáticos déficits fiscal y comercial (7% y 4% respectivamente de su PBI, en 2012), bonos que les compra particularmente China, país que se reclama del socialismo y donde se impone la intervención y la planificación del Estado, con la particularidad de que si China dejara tan solo de seguir comprando bonos de deuda externa de EE.UU. le generaría una colosal crisis, que se extendería a todo el mundo. Pero no solo los EE.UU. aumentan a gran ritmo su deuda externa, sino el conjunto de los países desarrollados.

Para enfrentar la crisis, los monopolios que hegemonizan la economía, los medios de comunicación y en definitiva la política en el mundo capitalista, incorporan la “Revolución Informacional” expulsando fuerza de trabajo a la desocupación, imponiendo a los estados nacionales y plurinacionales políticas de ajuste, deteriorando servicios vitales como la educación y la salud pública y la formación de la fuerza de trabajo humana, cuando lo que objetivamente se requiere es la formación creciente y el cuidado de la salud de la fuerza de trabajo para aprovechar la potencialidad ilimitada de la Revolución Informacional.

A su vez, los esfuerzos monopolistas por acaparar privadamente los resultados de la investigación y la información en general, contradicen las posibilidades de su difusión ilimitada, que da las bases objetivas para una también ilimitada coparticipación en los crecientes costos de la investigación y la producción de nuevos conocimientos, es decir más creación de información en beneficio de todos.

El sistema capitalista ha llegado a un estadio de profunda crisis sistémica y, visto desde el interés popular, se requiere de una nueva regulación económica, de carácter social, alternativa a la regulación capitalista basada fundamentalmente en la tasa de ganancia, avanzar en formas de propiedad social alternativas a la propiedad privada monopolista, desarrollar la democracia participativa y las formas de autogestión, empezando por los sectores de propiedad social, pero disputándole también la gestión a los monopolios privados en su propio seno, como formas crecientes de las luchas democráticas de los trabajadoers y las clases populares en general. La Revolución Informacional da bases técnicas objetivas y de desarrollo acelerado, que se pueden utilizar para tales objetivos de progreso social.

Nuevas propuestas de una regulación alternativa de carácter social.

Existen nuevas ideas, desde el campo progresista, para superar la crisis en favor de los trabajadores y demás sectores populares. Voy a mencionar sintéticamente las propuestas de dos reconocidos economistas marxistas: Paul Boccara, francés, que dirige la Escuela Francesa de la Regulación Sistémica y Carlo Vercellone, italiano.

Paul Boccara

Pone el acento en que, en el contexto de la Revolución Informacional, la información pasa a ser lo predominante en la producción humana; las inversiones en investigación predominan en los costos de funcionamiento del capital; hay un acceso masivo a la información, al conocimiento y a la comunicación; se requiere objetivamente de una formación creciente y constante de la fuerza de trabajo para incorporar el potencial de las nuevas fuerzas productivas. Plantea entonces una regulación alternativa, desde el interés de los trabajadores y demás sectores populares, que va de la micro a la macro economía.

En la micro economía: A nivel de las empresas, en lugar de la tasa de ganancia, propone aplicar reguladores que denomina de “eficiencia social”, que derivan básicamente de dos principales reguladores:
– “eficiencia social del capital”: consistente en aumentar la producción de valor agregado por unidad de capital total invertido.
– “eficiencia social del valor agregado”: consistente en aumentar, en el valor agregado, la parte que queda disponible para salarios, cargas sociales, gastos de formación del personal e impuestos para financiar al Estado.

Esto a su vez, vinculado con la institucionalización de sistemas permanentes de “empleo y formación”, donde los trabajadores de todas las categorías estén, en permanencia, ora trabajando ora en formación, alternando periódicamente entre ambas actividades y percibiendo remuneraciones dignas y crecientes, independientemente de que estén en una u otra de esas actividades. Esto complementado con reducción gradual de la duración de la jornada de trabajo, a medida que aumente la productividad del trabajo.
Esta propuesta sale al cruce de dos problemas: Por un lado, el acelerado desarrollo de las fuerzas productivas generado por la Revolución Informacional, no expulsaría así fuerza de trabajo a la desocupación y a su descalificación consecuente, sino que pasaría al sistema permanente de formación. Por otro lado, la calificación permanente de la fuerza de trabajo satisfaría la necesidad objetiva de la Revolución Informacional de que haya fuerza de trabajo cada vez más calificada, para poder incorporar al proceso económico social el enorme potencial de la Revolución Informacional.

En la macro economía: A nivel de los Estados nacionales, regionales y a nivel mundial, propone utilizar la facilidad de emitir moneda, desde que se desvinculó de la relación con el oro, para financiar a los Estados nacionales y regionales, condicionando esto a que inviertan crecientemente en educación, salud, servicios sociales, financiación de emprendimientos generadores de mayor valor agregado y valor agregado disponible por unidad de capital invertido, e inversión creciente en sistemas de empleo y formación. Para ello, propone reemplazar al dólar como moneda mundial, mediante la creación de una nueva moneda mundial basada en los Derechos Especiales de Giro del FMI, para lo cual se requeriría de una profunda democratización de esta institución (digamos además que esto ya ha sido formalmente planteado por China, Rusia y Brasil).

Carlo Vercellone

Concibe que el actual nivel de desarrollo de las fuerzas productivas ha transformado al conocimiento y su difusión en la característica principal del sistema capitalista, al que denomina “Capitalismo Cognitivo”. La principal generación de valor creado por la acción de la fuerza de trabajo humana, se concretaría así en conocimiento. A su vez, el acceso al conocimiento y su circulación, por fuera del ámbito de las empresas y administración pública, generaría a su vez nuevo conocimiento, es decir nuevo valor generado pero fuera del ámbito de las empresas.

Es por ello que el recurso creciente del capitalismo monopolista para captar renta a través de la actividad financiera, sería en realidad la forma que tendría la oligarquía monopolista mundial de apropiarse de ese valor generado fuera del ámbito empresario. Diríamos que la monopolización de la economía transforma la posesión de medios de producción y circulación en un bien escaso y, como tal, le permite a la oligarquía monopolista la exigencia de percibir una renta por su uso, que es lo que percibiría como renta financiera; esto sería similar al caso de la monopolización de un bien escaso como la tierra por los terratenientes, que los coloca en la posición de reclamar la renta de la tierra por permitir su explotación. En ambos casos, el acaparamiento de un bien escaso les permite redistribuir renta social en su favor, es decir parte de la plusvalía social. En el caso de la renta financiera, se apropiaría específicamente de plusvalía generada fuera del ámbito de las empresas y suplementaria de la que se genera dentro de las empresas y que se apropia como ganancia.

Pero si hay un valor creciente que los trabajadores generan fuera del ámbito empresario, por su participación en el acceso al conocimiento y su circulación, lo cual es generador de nuevo conocimiento, los trabajadores tendrían derecho a percibir la parte similar al salario que perciben por el valor que generan dentro del ámbito de las empresas. Es por ello que Vercellone propone se institucionalice una renta mínima garantizada que deberían percibir universalmente los trabajadores, aparte del salario que reciben por su trabajo dentro del ámbito de la empresas.

Vincular las luchas populares con las nuevas propuestas regulatorias.

Estos programas económicos solo pueden avanzar gradualmente con las luchas democráticas y el desarrollo de la democracia participativa, utilizando para ello las herramientas de la Revolución Informacional, como lo vienen haciendo crecientemente las organizaciones sociales y los movimientos de autoconvocados. Se necesita además de su vinculación y coordinación cada vez más estrecha con las organizaciones sindicales y partidos políticos progresistas. Vincular las nuevas y viejas formas de la lucha de clases, para ir creando las células de una sociedad de carácter social cualitativamente más elevado y superadora del capitalismo en crisis sistémica y de tendencia permanente.

-Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

LUNES 27 DE ABRIL DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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