«

»

EN LA TIERRA ROJA DE LOS TEJEDORES

1) En la tierra roja de los tejedores (Segunda semana)
Diario de un viaje por Zambia y Malaui
/Natalia Quiñones y Gustavo González (desde África)
___________________________

COMCOSUR INFORMA AÑO 17 – No. 1815 – jueves 01.06.2017
“Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara.” RADIO VENCEREMOS
___________________________

1) EN LA TIERRA ROJA DE LOS TEJEDORES (Segunda semana)

DIARIO DE UN VIAJE POR ZAMBIA Y MALAUI

Por Natalia Quiñones y Gustavo González (desde África)

Día 10. Viaje a Solwezi y visita a la cooperativa Kamafwafwa.
Lunes 22 de mayo.

Después de dos días de descanso, partimos hacia nuestro próximo destino: encontrarnos con una nueva cooperativa de vivienda en Solwezi, una ciudad emergente hacia la punta norponiente de Zambia que linda con el Congo. Para llegar hasta Solwezi desde Lusaka hay que ir en un avioncito que no puede llevar más de 20 pasajeros a cuestas y funciona a vuelta de hélice; tan liviano que le es imposible sobrevolar la tierra por encima de las nubes. Nos elevamos lo suficiente para no perder de vista las increíbles figuras y relieves en los que se entremezclan tupidos bosques, ríos y sabanas.

El aeropuerto de Solwezi lo conforman una pista y sala sumamente pequeñas, para recibir únicamente vuelos domésticos. Nos recibieron Roy y Shila, ambos líderes de las dos organizaciones con las que nos reuniríamos ese mismo día, con la sobriedad y amabilidad única de la gente humilde. Con ellos abordamos el taxi que nos llevaría hasta el hotel y luego al salón donde ya nos estaba esperando la comunidad.

Mientras íbamos de un lado a otro, se asomaron por la ventana múltiples manifestaciones de la pobreza causada por la desigualdad, una que no habíamos visto tan claramente ni en la magnitud con la que se nos presentó en Solwezi. Cantidades de niños y niñas jugando y corriendo por agrestes senderos, apenas transitables por la gente, que les conducían hasta cientos de casitas levantadas apenas sobre la buena voluntad de paredes mal hechas de tierra y lámina. Las mujeres, sentadas en el piso bajo el sol, lavando su maíz en cuencos de metal; otras, trayendo sobre sus cabezas costales repletos de cosechas lejanas, los bebés atados con telas a sus espaldas y, las más jóvenes, acarreando el agua para sus familias desde los riachuelos más cercanos. ¿Y los hombres? Si bien a alguno logramos ver en plena labor de campesino, todos los demás veían pasar el tiempo entre risas, pláticas, angustias y hasta, quizá, desolación; de esa que se apodera del cuerpo cuando el trabajo bien remunerado es inexistente, ser un buen cristiano practicante no basta y tampoco parece haber forma alguna en que se pueda salir de la desesperanza. Estos son los barrios populares del África esquilmada por el neoliberalismo.

Encontrarnos con la gente nos tomó más caminos de tierra y nubes de polvo levantadas por el paso de cada automóvil, pero llegamos. Ahí estaban esperándonos los hombres y mujeres de la Asociación de Mujeres Mapesho, que en la lengua kaonde, tribu predominante en Solwezi, significa “bendiciones”; así como de la cooperativa de vivienda Kamafwafwa, que significa “hormiguero”. Y muy a pesar de nuestra tardanza, la gente nos recibió estallando en música, con grandes sonrisas en sus rostros, las mujeres ululeando en hermosos alaridos de alegría y, los hombres, aplaudiendo sin parar con sus palmas en alto. Sus pies y caderas se movían describiendo leves cadencias, como en un trance indispensable para el agasajo que requiere recibir a un invitado. Se impregna el ambiente de una frescura que solo la gracia y la alegría desatadas pueden dar. Nos tenían hasta obsequios de bienvenida: unas vasijas de barro negro hermosas. ¡Un recibimiento indescriptible!

Pasada la algarabía, entramos todos al salón comunal construido por las mujeres de Mapesho. De inmediato nos percatamos que, en un costado, permanecían sentados tres hombres de pinta muy tradicional, con vestidos que les llegaban hasta los pies y bastones tallados con diseños particulares. Antes de comenzar la reunión, la presidenta de Mapesho nos aclara, con mucha ceremonia, que teníamos todos los presentes el honor de contar hoy con la asistencia de tres líderes tradicionales de alto rango. AL mismo tiempo, luego de esta presentación, todos se levantaron de sus asientos para dirigirles una amplia reverencia y saludarles con las palmadas de máximo respeto. Después de que los jefes respondieron con el mismo tibio aplauso, la gente volvió a sus asientos; mujeres de un lado y, hombres, en el otro. Con esto, nuestras mentes nos recalcaron: no se puede entender África sin investigar a fondo sobre la cuestión tribal y la pervivencia de las tradiciones hasta el día de hoy entre las poblaciones rurales; se trata de un régimen sociocultural de un peso milenario, casi omnipotente, que parece atravesar a toda la sociedad zambiana. En todo lo que hacen, está inmiscuida la esencia de sus rituales, aunque distintos imperios occidentales hayan intentado por siglos arrancarles de sus raíces. Los líderes tradicionales, al hacer uso de la palabra, se presentaron y explicaron su misión y principales intereses al participar en la reunión: escuchar lo conversado y transmitir lo más importante al Jefe. De manera muy contundente, invitaron a la comunidad a que siga mejorando esa zona del reinado porque han comprobado que pueden hacerlo y, mientras sigan trabajando duro por sus metas sin conflictuar la voluntad del Jefe supremo, cuya autoridad ha sido legada por Dios, seguirán dispuestos a apoyarles.

Así comenzaron las cosas en la asamblea de hoy, con el salón envuelto en una vibra usualmente reducida a los templos religiosos. Con una formalidad desbordante, tanto Mapesho y la cooperativa nos explicaron a detalle su historia, lo que han logrado hasta el momento, los desafíos pendientes y perspectivas para el futuro. Mapesho es un grupo constituido por más de 70 mujeres de la comunidad que busca fomentar el empoderamiento económico de las mismas a través de confeccionar ropa, criar y vender animales de granja, elaborar artesanías locales y preparar comidas para eventos, por contratación. Entre algunas integrantes de Mapesho, producto de las capacitaciones que han recibido del CFHH, es que ha surgido la cooperativa de vivienda Kamafwafwa con 31 familias asociadas. A la cooperativa se han integrado muchísimos hombres, entre ellos un grupo de jóvenes muy interesados en entender y esclarecer dudas sobre este concepto nuevo del cooperativismo. Ellos, además, eran los únicos que comprendían el inglés y, con mucho orgullo, revelaron que eran el equipo de fútbol “oficial” de la cooperativa. Entre los avances, destacaron casi los mismos logros que otras cooperativas con las que nos hemos encontrado ya también han alcanzado: un fondo de ahorros que va creciendo de a poquito, capacitaciones al día y, quizá el más importante, 10 hectáreas de tierra virgen para desarrollar su proyecto de vivienda.

No sin antes felicitarles por tan destacables conquistas, tomamos la batuta de la conversación para explicar un poco más a profundidad el modelo cooperativo y su funcionamiento. Entre anécdotas de fútbol, chistes cotidianos y mucha ironía, fue discurriendo nuestro monólogo que, entre más preguntas surgían, más se fue convirtiendo en un diálogo con ellos. EL que conocieran a Luis Suárez y a Forlán, famosos jugadores uruguayos; el relatarles un poco sobre nuestras vivencias familiares y cooperativistas; todo ello nos acercó con mucha más facilidad a los compañeros y compañeras que, por lo que pudimos entrever y captar de sus preocupaciones, enfrentan continuamente desánimos, dudas por parte de la comunidad, aprehensión por entrarle a un concepto tan extraño, ajeno y diferente a lo tradicional como lo es el cooperativismo de vivienda. “Hay mucha reticencia al cambio, mucha negatividad contra esta idea,” nos aseveraron varios. Al fin y al cabo, la membresía cooperativa es voluntaria, recordamos nosotros, pero es muy importante que los que más estén abiertos a los cambios impulsen y adapten la organización y unidad cooperativa a la idiosincrasia de la comunidad.

Para calar un poco en la memoria del pueblo africano, hemos comprobado que a la gente hay que hablarle con mucha energía, auxiliarse de una gran habilidad para la gestualidad y la interpretación de las palabras con el mismo cuerpo: esto alegra, les hace la conversación mucho más amenas, y las historias como recurso pedagógico se vuelven mucho más comprensibles. Y ya que estábamos en territorio kaonde, en Solwezi, la traducción del inglés a esa lengua se volvió imprescindible. Así es como hemos venido sorteando las barreras del idioma en este continente, con tal de hacer llegar nuestro mensaje.

Finalizó la asamblea no sin antes elevar una oración, despedirnos cordialmente de los líderes tradicionales y conocer las instalaciones comunes que Mapesho ha construido con el apoyo de algunos fondos estatales, por ayuda mutua, y buena parte de ahorros propios: criaderos de pollos, una amplia cocina y buenos baños generales, todo ello además del imponente salón comunal.
Antes de irnos, las mujeres de Mapesho nos prepararon un delicioso almuerzo para departir. Nos llevaron a la casa del secretario de la cooperativa, a comer junto a los líderes tradicionales; todos los demás, no se movieron del salón comunal: era evidente que éramos unos visitantes sumamente especiales. Las mujeres que prepararon la comida también se encargaron de servirla, manteniéndose al margen del espacio que nosotros compartíamos con Roy, Shila y los líderes. Si necesitábamos algo, ellas acudían rápidamente, haciendo pronunciadas reverencias, a asistirnos. Es más, comenzamos a recordar que, en el transcurso de la reunión, minutos luego de haber empezado, unas cinco o seis mujeres salieron a paso apresurado del salón en el que estábamos. “Se fueron a preparar la comida,” nos explicamos con seguridad. Nuevamente comprobamos que por más charlas de empoderamiento y equidad que el mundo les traiga, habrá múltiples esquemas tradicionales de comportamiento, participación y toma de decisiones que son inamovibles para ciertos pueblos. Y con esto tendrá que convivir el modelo cooperativista si pretende entrar en África, al menos, hoy por hoy. Es más, la razón principal por la que prácticamente todos en Zambia comen con las manos, sin importar el sector social al que pertenezcan, es que “los cubiertos son una imposición occidental, traída por los colonizadores”. Con una claridad casi cortante, pero firme sin más. Por eso, antes y después de comer, se lavan las manos con jabón y un agua calientísima, en todos los lugares que hemos podido compartir tiempos de comida.
De cara a los retos que nos podrían plantear las divergencias entre paradigmas culturales tan apartados, no obstante, nuestra respuesta será intentar y no retroceder. Dicen que el río Zambezi, ese imponente ser de agua que desemboca furioso en las cataratas de Victoria, allá en el último rincón del sur de Zambia, nace aquí en Solwezi, como un pequeño riachuelo. Las cooperativas que han comenzado a surgir hoy en Zambia, con la vitalidad que irradian sus comunidades y las ansias de luchar por su derecho a una vivienda, son ese nacimiento de agua que eventualmente se volverá, de ello estamos seguros, bravo caudal de vida, gracias a la fuerza que solo puede emanar de los sectores populares conscientes y organizados para tal fin.

Día 12. Reunión con seis cooperativas de la provincia de Lusaka.
Miércoles 24 de mayo.

Esta mañana, despabilada por un sol de clarísimos rayos, nos encontramos con delegados y delegadas de seis cooperativas de vivienda radicadas en la provincia de Lusaka, tanto desde sus confines urbanos como de las partes rurales: Kabanana (“banana”), Ulendo (“en movimiento”, en nyanja), Mutata Mwalenka y Kanyama (“trozo de carne de res”, en nyanja), además de Patuba y Mahopo, que ya conocíamos. Al local del CFHH nos hicimos presentes justo a la hora, aun cuando varios de los cooperativistas estaban todavía llegando desde sus casas.

El motivo por el que habíamos sido reunidos era el de conocernos, en primer lugar; y que líderes y lideresas nos comentaran los principales avances de su caminar como cooperativas de vivienda, al igual que los desafíos que han afrontado a lo largo de su trayectoria de lucha. Con todo ese antecedente, nosotros podríamos explicarles algunos aspectos que les brindarían mayor claridad sobre el rumbo hacia el que deben dirigirse las cooperativas, cuáles son las herramientas indispensables de los sectores populares para abrir los senderos necesarios y cuál debe ser la actitud ideal para que, como liderazgos políticos en potencia, ellos se conviertan en los pioneros de esta experiencia en Zambia. Todas nuestras conversaciones con las cooperativas de vivienda, hasta la fecha, han guardado la misma línea discursiva, sin jamás olvidar el peso de la combatividad en las palabras de aliento que se transmiten.

Si buscáramos denominadores comunes entre las problemáticas desdibujadas por los compañeros cooperativistas en este país, son siempre la falta de acceso a la tierra para vivir y su tan urgida solución los temas que más aparecen y que, de no ser superados, vuelven inviable la propuesta cooperativa en cualquier parte del mundo. Acá en Zambia, el tema de la tierra para por una comunicación favorable con los líderes tradicionales, dueños y señores del suelo heredado por ley ancestral; o por enfrascarse en la gestión costosa y casi interminable de solicitarle al Estado la cesión de un pedazo de tierra en algún lado, dada la excesiva burocratización del proceso. Primera razón por la que las cooperativas de vivienda deben platearse ser una alternativa de seguridad, tenencia y uso del suelo para los sectores populares, y exigirle al Estado las facilidades necesarias para ello.

Más adelante en la plática, Grace, del CFHH, hizo mucho hincapié en la importancia de continuar ahorrando como cooperativas, de estar al día con los pagos, situación que ha sido señalada por varias cooperativas como una de las cosas más difíciles de conseguir, por una amplia gama de razones: desde la incapacidad de hacer la contribución mensual, por el nivel de ingresos de los asociados, hasta por negligencia. Al fondo de esta narrativa, sin embargo, no se advierte con claridad el que la gente vea la pertinencia de exigirle al Estado la financiación estructural para poder resolver la problemática del déficit, por las dimensiones que le caracterizan. Esto lo recalcamos nosotros al retomar la palabra: podrán estar años ahorrando sin faltar un solo mes pero, por muy admirable que sea esta iniciativa, el problema solo encontrará solución masiva cuando se logre hacer justicia para con la gente e involucrar al Estado en esto.

A la gente no le cuesta comprender esto: siempre que conducimos la discusión hacia lo político y explicamos el nivel de responsabilidad que debe asumir el Estado respecto a la situación de la población más vulnerable, todo el panorama se esclarece. Por allí es que deben orientarse nuestras propuestas, el horizonte final, el cual debe contemplar: acceso al suelo para la gente, financiación estatal para el modelo y legislaciones favorables al desarrollo del mismo. Al mismo tiempo, colocamos varios puntos de debate sobre lo interno, lo que concierne a la organización per se de la cooperativa: resolver los problemas de disciplina, unidad y conciencia sobre la problemática de vivienda que tenemos por delante, es vital para que el trabajo cooperativo crezca y rinda frutos. AL respecto, la gente vuelve a sentir enérgicamente, con convicción, elevando la conciencia de que la masas sociales son las que terminan empujando la transformación; el paso de unas condiciones a otras mejores.

Luego de nuestra charla, la reunión se distendió un poco y la gente, como escapándose de las riendas de la formalidad, fueron aflojando las sonrisas, el nyanja, los chistes, la vida. Y como siempre, nosotros aprovechamos el momento para volver a contar varios ejemplos de vida que son las historias de las cooperativas para romper el hielo y acercarnos al grupo. Les comentamos, así entre risas, lo tristes que estábamos porque no nos habían recibido con canciones ni nada. ¡Para qué, fue como tocarles el orgullo! Salieron todos del salón hacia el jardín y sin más nos ofrecieron un hermoso canto de bienvenida, acompañado de muchos aplausos y caderas en movimiento. Las voces que dictan la melodía central son los de las mujeres, entonando cada nota con una gracia sin igual.

Fue en este preciso momento que a Gustavo se le ocurrió contar la historia del candombe, la música popular de las comunidades afro descendientes del Uruguay. “¿Y cómo suena?”, preguntaron escépticos. “Pues así”, y comenzó Gustavo a simular ululeos y otros sonidos que hacían eco de los tambores que aprendió, según contó, a tocar desde muy pequeño, con los otros chicos negros de su barrio. Así fue como todos terminaron bailando, alzando palmas y riendo al unísono del candombe.

Luego de ese pequeño intercambio entre culturas hermanas y regresar al hotel, nos dispusimos a reflexionar sobre la inminencia que cobra rápidamente la necesidad de gestar en firme, con un fuerte trabajo entre las cabezas de los liderazgos, una instancia de coordinación entre cooperativas. Empezamos, pues, a soñar ya con la futura Federación de Cooperativas de Vivienda de Zambia. El futuro de esta posible realidad lo veremos, muy probablemente, a partir de una labor sistemática con la gente con miras hacia la incidencia política, mucho más que solo a la insistencia por el ahorro colectivo. El desarrollo de este tema en las discusiones estratégicas, en la cotidianeidad de las cooperativas, en la propia mente de cada asociado, es clave para ir marcando la apogeo del cooperativismo de vivienda como una propuesta política contundente, ante el Estado, de solución a toda la problemática.

Día 14. Reunión con el Ministerio de Vivienda e Infraestructura, organizaciones aliadas y autoridades locales.
Viernes 26 de mayo.

Escurridiza se pasó nuestra segunda y última semana en Zambia. Apenas hemos descansado: en nuestras cabezas han estado el calor del sol y todo lo aprendido en este país cocinándose continuamente. Dedicamos las horas libres para platicarlo todo, echarlo al fuego lento sin más, entenderlo desde las cenizas. Desaprendernos las historias malintencionadas y la publicidad barata del bestiario africano nos resultó sencillo; construirnos una versión compañera de toda esta realidad, en cambio, cuando Zambia nos ha hablado de tantas formas su propia verdad, ha sido un tanto más difícil.

La última actividad que estaba programada para nuestra agenda en este país era, quizá, la que más prometía tener un impacto importante con las instituciones del Estado. EL CFHH y representantes de todas las cooperativas de vivienda estarían llevando la batuta de la jornada y, nosotros, respaldaríamos todos sus posicionamientos. Para complementarles en su esfuerzo, tendríamos la oportunidad de contarle al Ministro de Vivienda e Infraestructura actual sobre la importancia del modelo y la necesidad de que existan las condiciones estructurales para su desarrollo óptimo. Así que, durante los días anteriores, estuvimos debatiéndonos esto a profundidad: cómo plantear, de la manera más convincente, que al cooperativismo de vivienda en Zambia, que ya tiene vida propia, le hace falta que el Gobierno garantice tierra urbanizada y segura, leyes favorables y fondos públicos para financiar proyectos cooperativos de vivienda; para seguir palpitando y creciendo como una alternativa habitacional para los más desfavorecidos.
La reunión comenzó alrededor de las ocho y treinta, cuando la mayoría de convocados ya habían asegurado sus asientos y bebido un poco de té. Al evento, por intervalos, lo iba amenizando un excelente grupo de músicos jóvenes. Entre los presentes, se encontraban las afables caras de los liderazgos cooperativos que ya habíamos conocido en nuestras visitas, pero también muchas desconocidas: habían asistido representantes de otras organizaciones aliadas del CFHH y funcionarios de diferentes instituciones centrales, inclusive de gobiernos locales, con competencias en el tema de vivienda, de acceso al suelo y desarrollo urbano.

El invitado de honor, por supuesto, era el Ministro. Pero en su lugar llegó su mano derecha, el Primer Secretario, con quien nos reunimos, a puerta cerrada, antes de que todo iniciara y él tuviera que dar el discurso de apertura. Grace y Jennipher se dirigieron directamente a él para explicarle los objetivos principales de la jornada y qué mensaje queríamos transmitirle al Estado con las ponencias a desarrollar. Roy, compañero cooperativista de Solwezi, también se dirigió a él, secundando las intenciones explayadas por las compañeras, como miembro directivo del CFHH. El Secretario asintió a gran parte de lo hablado y aseguró que el Ministro estaba en toda disposición de continuar el diálogo sobre el tema, a secas. Pero se hacía tarde, debíamos empezar; al menos, habíamos logrado ya dejar la puerta de la conversación entreabierta.
El Primer Secretario inició su discurso diciendo que sabían que la problemática de la vivienda necesitaba ser resuelta urgentemente pero, aseguró, “ya estamos realizando acciones al respecto.” Habló de las exitosas negociaciones hechas con la banca privada y grandes inversionistas de la construcción, muchas de las cuales han concluido en contratos de asocio público-privado. Hemos construido vivienda, afirmó con confianza, pero nos queda facilitar el acceso. Porque, claro: todos los proyectos estatales de vivienda que han sido construidos bajo esta modalidad, seguramente, permanecen completamente inhabitados, abandonados al deterioro progresivo, sin poderse vender entre la gente que tiene mayor necesidad pero, sorpresa, no los ingresos suficientes. Cerró finalmente agradeciendo el espacio y disculpando al Ministro por no asistir.

Era hora de un breve interludio: fue cuando apareció en escena la presentación de una obra teatral que relataba el drama de una familia del área rural que busca en la ciudad un nuevo hogar para establecerse. La historia era un reflejo testimonial, aunque ficticio, de la problemática de los más pobres de Zambia en cuanto al acceso a vivienda y tierra habitable de calidad, pero también de toda Latinoamérica y, no nos cabe duda, de los pobres de todo el mundo. Rápidamente identificamos las influencias primigenias de su contenido teatral, de su puesta en escena: ¡era un grupo que aprendió mucho del Teatro de Los Oprimidos, de Brasil! Se ganaron las ovaciones de todo el público.

Siguieron luego unas ponencias muy buenas de los compañeros del CFHH acerca de la importancia de contextualizar el derecho a la vivienda dentro de la práctica participativa y eficiente de la planificación urbana y territorial. Luego se llegó nuestro turno. Tristemente, hasta este punto, el Primer Secretario ya se había retirado, pero quedaban todos los demás, principalmente la gente de las cooperativas. Detenidamente, fuimos exponiendo el concepto y principios fundamentales del modelo cooperativo, de manera muy básica; sus ventajas y beneficios; algunas de las dificultades que surgen durante su implementación y, finalmente, las condiciones políticas y económicas que deben de existir en el país para que pueda desarrollarse. No dejamos de insistir reiteradamente en el rol que debe cumplir el Estado como facilitador de financiación y accesibilidad a la tierra para las cooperativas. También manifestamos con claridad que, por lo menos en Latinoamérica, y muy concretamente en los países centroamericanos, nada se ha logrado sin que sean las cooperativas las que, a través de la movilización y la generación de propuestas claras, incidan por conseguir estos cambios. Nos interesaba dejar esto muy en claro, sobre todo con la gente, porque la corriente oenegeista de no asestar los golpes necesarios a la estructura y exigirle a la gente que salga adelante con su propio esfuerzo, en una competencia imposible por su vivienda, está todavía muy presente. Reducir la lucha de las cooperativas a este objetivo es un error político que, en el largo plazo, puede acabar desalentando en absoluto la fuerza gestada por los cooperativistas que ya son parte de esto. Tengan o no la capacidad económica para ahorrar, “las cooperativas de vivienda fueron creadas para la gente que trabaja y quiera hacerlo por su vivienda”, sentenció Gustavo como punto final de su ponencia y poder cerrar describiendo una serie de fotos de las viviendas, accesos urbanos y prosperidades comunitarias que han sido fruto de la lucha de las cooperativas en Centroamérica y van más allá de las cuatro paredes y el techo.

Procedimos inmediatamente a abrir el plenario de preguntas, que fueron muchas y de varios tipos de actores presentes. Un funcionario del Ministerio de Vivienda e Infraestructura, por ejemplo, más allá de lo que alcanzó a manifestar el Primer Secretario, expresó sentirse muy satisfecho con lo que había escuchado, porque le había dado mayor claridad sobre el trabajo que se esperaría recorrer al impulsar el modelo. El Comisionado Distrital de Chadiza, que también se hizo presente, halagó a la cooperativa Chadiza, uno de los grupos más certeros en la gestión local de tierra para su construcción, por ser ejemplo de otro tipo de interlocución y cooperación con las autoridades de su zona. Luego, otro funcionario del Ministerio afirmó que parte de la asignación presupuestaria correspondiente a vivienda para el próximo año ya tenía aprobado su financiamiento, el cual sería orientado a materiales de construcción. Y así, entre varios comentarios más, nos fuimos dando cuenta de que, en definitiva, ¡el modelo cooperativo había encontrado su eco en Zambia! La alegría terminó envolviendo a todo el salón de tal forma que el grupo musical, al finalizar la jornadas, nos regaló una canción en español: una buena salsa de Marc Anthony con la que Gustavo no puso reparo en ponerse a bailar, para gusto y deleite todos los presentes.
Al borde del mediodía, como podrán predecirlo, ya nos sentíamos muy felices con los resultados del trabajo realizado junto al CFHH, la Oficina Regional del We Effect y todas las cooperativas. Sí, aún queda recorrer un buen trecho para que el cooperativismo de vivienda en Zambia se consolide, pero la brecha abierta pinta desde ya un panorama extraordinariamente alentador por delante.

Zambia inspira, además, a romper la anti naturalidad de la formalidad con sus cantos fuertes, risas estridentes y el baile que nos nace a todos de la sangre unánime. Lo que ya han logrado a la fecha las cooperativas de Zambia, por ejemplo, han hecho pedazos los esquemas lógicos que en nuestras mentes habíamos idealizado a partir de la experiencia centroamericana, incluso de la uruguaya. En la espontaneidad, ha logrado germinar algo caóticamente esperanzador.
Con esto, nos despedimos temporalmente de la inolvidable Zambia. En dos días partimos a Malawi, su hermana república, la cual ya nos augura un amanecer completamente nuevo, a la expectativa. Veremos cómo nos va

Natalia Quiñones y Gustavo González (desde África).
COMCOSUR INFORMA Nº 1815 – 01/06/2017
___________________________

COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR – 1994 – 19 de junio – 2017 – 23 años
Selección y producción: Beatriz Alonso, Henry Flores y Carlos Casares Apoyo técnico: Carlos Dárdano
Colaboran:
ALEMANIA: Antje Vieth y Carlos Ramos (Berlín)
ARGENTINA: Eduardo Abeleira
BRASIL: Carlos O. Catalogne (Florianópolis)
CENTROAMÉRICA: Gustavo González
ECUADOR: Kintto Lucas (Quito)
HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam)
SUIZA: Sergio Ferrari (Berna)
URUGUAY: Jorge Marrero (Santa Rosa), Margarita Merklen (Durazno), Pablo Alfano (Montevideo), Luis Sabini (Piriápolis, Maldonado)
Correspondencia: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY
E mail: comcosur@comcosur.com.uy
Web: nuevo.comcosur.org/
Ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook
Coordinación: Carlos Casares
COMCOSUR es miembro de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – AMARC COMCOSUR se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional.
www.facebook.com/?ref=logo

powered by phpList