«

»

MINUSTAH: SUBORDINACIÓN Y DISCIPLINAMIENTO

1) Misiones de paz en Haití: Subordinación y disciplinamiento –
2) La nueva geopolítica del petróleo –
3) Las finanzas crecen como un cáncer –
4) El plan imperial contra los pueblos árabes
_______
POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 721 / Lunes 1º de Junio de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares / COMCOSUR — COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
_______

“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
_______

1) Misiones de paz en Haití: Subordinación y disciplinamiento
Raúl Zibechi (Alai)

Aunque las misiones de paz ganan espacios mediáticos por los abusos sexuales de los cascos azules, detrás de estos “efectos colaterales” se observa la subordinación del país receptor, así como del que envía soldados, a una estrategia de disciplinamiento que los desborda y está fuera de su control.

“El fin de la Guerra Fría desató una búsqueda por todo el mundo de nuevas misiones militares y de fundamentos para tales misiones”, escribía Military Review, portavoz de las fuerzas armadas de los Estados Unidos casi dos décadas atrás. Sentenciaba, además: “Una de las misiones más importantes es la de mantenimiento de la paz” (Military Review, N° 5, 1997, p. 50).

En el más reciente número de la misma publicación, un artículo destinado a analizar “El poder estadounidense en transición”, el coronel Isaiah Wilson III señala: “Las intervenciones militares de Estados Unidos desde 1989 han fomentado cambios tectónicos en el sistema internacional. Han desafiado las normas, principios, reglas y procedimientos de toma de decisiones tradicionales que han proporcionado estabilidad en el sistema en los últimos 60 años. En particular, las intervenciones de Estados Unidos han desafiado lo que una vez fue considerado sumamente inviolable —la soberanía territorial” (Military Review, marzo-abril 2015, p. 25).

Con su proverbial transparencia (e impunidad), el coronel Wilson III, quien se desempeña como director del Programa de Gran Estrategia en la academia militar West Point, destaca que a partir de la década de 1990 se produjo la internacionalización de los conflictos domésticos, o esa la utilización de dichos conflictos para proceder a intervenciones militares. “La característica definitoria de muchas de las intervenciones militares de los años 90 —Somalia, los Balcanes, Haití, Ruanda, Kosovo, Timor del Este, entre otros— ha sido el llamado e impulso de intervenciones extranjeras contra Estados soberanos en nombre de los ciudadanos y comunidades dentro de dichos Estados”, concluye Military Review (p. 26).

Misiones de paz: Haití

Las “misiones de paz” de las Naciones Unidas en el mundo, la mayor parte en África, se relacionan con este objetivo de resolver los problemas creados por las sucesivas intervenciones militares de Estados Unidos en el mundo. Tanto en África como en el Caribe, además de contener los desastres generados por la destrucción de Estados-nación previamente debilitados por una dolorosa historia colonial, se trata ahora de hacer lo posible por frenar el avance de China.

En ese esquema se inserta el “liderazgo extraordinario” que tendría Uruguay, según dijo Victoria Holt en Montevideo, subsecretaria de la oficina para Organizaciones Internacionales de Estados Unidos, durante la conferencia regional sobre Operaciones de Mantenimiento de la Paz, realizada el 6 y 7 de mayo. Los militares de México y Colombia se aprestan a sumarse a las misiones de paz. El “progreso” que la funcionaria estadounidense atribuye a la misión en Haití, no se condice con las denuncias de organizaciones internacionales sobre las permanentes violaciones que cometen los cascos azules, incluyendo a los uruguayos.

En una presentación realizada en la Facultad de Ciencias Sociales el 7 de mayo, el analista institucional Fernando Moyano, integrante de la Coordinación por el Retiro de las Tropas de Haití, explicó que de los 115.000 cascos azules en 15 misiones en todo el mundo, el 77 por ciento están “en puntos fallidos de la periferias de África” y el 10 por ciento en Haití, donde “no hay un conflicto armado sino un conflicto político que se quiere contener por la intervención militar”. En su opinión, las misiones de paz “no son neutrales, son fuerzas combatientes a favor de un lado” y “no buscan la paz sino derrotar a un bando”.

Desde el punto de vista de la estrategia militar de Estados Unidos, que en los hechos coincide con potencias europeas como Francia, responsable directa del último golpe de Estado en Haití contra el presidente legítimo, Jean Bertrand Arístide, en 2004, las misiones de paz “aligeran el esfuerzo militar sobredimensionado (overstrech) de las potencias imperialistas” y legalizan “la guerra permanente de mantenimiento del orden mundial”. Haití fue invadida por primera vez por estados Unidos en 1915. Por esa razón, Moyano sostiene que las misiones de paz de Naciones Unidas “pretenden administrar los Estados fallidos” creados por la política exterior de la superpotencia.

Uno de los argumentos centrales de quienes defienden este tipo de intervención militar, es que una retirada de las tropas provocaría, al día siguiente, el estallido de una guerra civil. Esa fue, exactamente, la pregunta que el entonces vicecanciller uruguayo, Luis Porto, le formuló al senador haitiano Moïse Jean Charles en octubre del año pasado. “No tema usted por Haití”, respondió el senador. “La MINUSTAH no cubre la totalidad del territorio haitiano, sólo las grandes ciudades. Tampoco se ocupa, allí donde está, de los problemas de la población que demandan atención policial, responden “nosotros no estamos para eso”. Están solamente para los problemas políticos, como reprimir protestas populares. La MINUSTAH no es una garantía para la realización de elecciones democráticas sino una traba”.

En rigor, el único beneficio que tiene la población de Haití es la presencia de los médicos cubanos, que atienden al 75 por ciento de la población. Una verdadera ayuda humanitaria, no militarizada, que contraste con la epidemia de cólera que introdujeron los soldados extranjeros que se cobró la vida de ocho mil haitianos y enfermó a 600 mil. Moyano mostró en un cuadro los resultados de la ayuda cubana, que consiguió reducir la mortalidad infantil y materna a menos de la mitad y la esperanza de vida creció de 54 a 61 años entre 1999 y 2007.

Efectos colaterales

El 2 de mayo se conoció la denuncia de una ong francesa que asegura que niños haitianos de cuatro a diez años son secuestrados y vendidos como esclavos sexuales. “Y muchos usuarios son miembros de las Naciones Unidas”, destaca la denuncia, a la vez que asegura que el organismo internacional conoce la situación. Es apenas la última de una larga lista de denuncias de abusos que afectan a los cascos azules en Haití. La misión en Congo enfrenta denuncias similares de abusos sexuales, siendo encauzados catorce militares franceses.

“Imperialismo sexual” es el término acuñado por el profesor colombiano Renán Vega Cantor para describir la consecuencia de la presencia militar estadounidense en su país. En 2007, fueron abusadas 53 niñas por militares de ese país, situación que se repite en todos aquellos lugares –desde Filipinas y Corea del Sur hasta los Balcanes y las siete bases que posee en Colombia- mostrando que no se trata de excesos puntuales sino de una política sistemática que convierte al ejército de la superpotencia en “el mayor proxeneta del planeta” (Página 12, 4 de mayo de 2015).

Parte de las conclusiones de Vega Cantor engrosan el informe de 800 páginas de la Comisión Histórica de Conflicto y sus Víctimas. Uno de los problemas es la impunidad, que garantiza que los soldados, de cualquier país, no serán juzgados por las leyes y jueces locales. Una relación asimétrica, colonial, que propicia abusos y violaciones.

Aunque la violencia sexual suele ganar los titulares de los medios, existen otros efectos colaterales de las misiones de paz, y en concreto de la MINUSTAH, que suelen ser sigilosamente ocultados. Las misiones modelan a las fuerzas armadas que participan en ellas y, de modo más indirecto, influyen sobre la población.

Desde el punto de vista cuantitativo, alrededor del 10 por ciento de los efectivos de las fuerzas armadas uruguayas participaron de la misión en Haití. Pero a esa cifra deben sumarse los esfuerzos y personal dedicados a preparación y recuperación, logística y servicios que Moyano estima en un tercio del personal militar total. A ello debe sumarse un aspecto cualitativo: las misiones “marcan el paso” en lo relativo a renovación de armamento, incorporación de nuevas tecnologías y entrenamiento de los efectivos. Por último, un soldado en Haití percibe un salario de 1.500 dólares, casi 40 mil pesos, convirtiéndose en referente para el resto de la tropa.

En síntesis, las misiones de paz disciplinan al país que las aloja, pero también al que envía sus soldados porque se inserta en un esquema geopolítico que no puede controlar y deja que sus fuerzas armadas sean modeladas según los grandes intereses que gobiernan el mundo. Con la bendición y la cobertura política de todos los progresismos.

LUNES 1º DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
_______

2) La nueva geopolítica del petróleo
Ignacio Ramonet (Le Monde Diplomatique)

¿En qué contexto general se está dibujando la nueva geopolítica del petróleo? El país hegemónico, Estados Unidos, considera a China como la única potencia contemporánea capaz, a medio plazo (en la segunda mitad del siglo XXI), de rivalizar con él y de amenazar su hegemonía solitaria a nivel mundial. Por ello, Washington instauró secretamente, desde principio de los años 2000, una “desconfianza estratégica” con respecto a Pekín.

El presidente Barack Obama decidió reorientar la política exterior norteamericana considerando como criterio principal este parámetro. Estados Unidos no quiere encontrarse de nuevo en la humillante situación de la Guerra Fría (1948-1989), cuando tuvo que compartir su hegemonía mundial con otra “superpotencia”, la Unión Soviética. Los consejeros de Obama formulan esta teoría de la siguiente manera: “Un sólo planeta, una sola superpotencia”.

En consecuencia, Washington no deja de incrementar sus fuerzas y sus bases militares en Asia Oriental para intentar “contener” a China. Pekín constata ya el bloqueo de su capacidad de expansión marítima por los múltiples “conflictos de los islotes” con Corea del Sur, Taiwán, Japón, Vietnam, Filipinas… Y por la poderosa presencia de la VIIª flota de Estados Unidos. Paralelamente, la diplomacia norteamericana refuerza sus relaciones con todos los Estados que poseen fronteras terrestres con China (exceptuando a Rusia). Lo que explica el reciente y espectacular acercamiento de Washington con Vietnam y con Birmania.

Esta política prioritaria de atención hacia el Extremo Oriente y de contención de China sólo es posible si Estados Unidos logra poder alejarse de Oriente Próximo. En este escenario estratégico, Washington interviene tradicionalmente en tres ámbitos. En primer lugar, en el ámbito militar: Washington se encuentra inmerso en varios conflictos, especialmente en Afganistán contra los talibanes y en Irak-Siria contra la Organización del Estado Islámico. En segundo lugar, en el ámbito de la diplomacia, en particular con la República Islámica de Irán, con el objetivo de limitar su expansión ideológica e impedir el acceso de Teherán a la fuerza nuclear. Y, en tercer lugar, en el ámbito de la solidaridad, especialmente con respecto a Israel, para quien Estados Unidos sigue siendo una especie de “protector en última instancia”.

Esta “sobreimplicación” directa de Washington en la región (particularmente después de la Guerra del Golfo en 1991) ha mostrado los “límites de la potencia norteamericana”, que no ha podido ganar realmente ninguno de los conflictos en los cuales se ha implicado fuertemente (Irak, Afganistán). Conflictos que han tenido, para las arcas de Washington, un coste astronómico con consecuencias desastrosas incluso para el sistema financiero internacional.

Actualmente, Washington tiene claro que Estados Unidos no puede realizar simultáneamente dos grandes guerras de alcance mundial. Por lo tanto, la alternativa es la siguiente: o Estados Unidos continúa implicándose en el “pantanal” de Oriente Próximo en conflictos típicos del siglo XIX; o se concentra en la urgente contención de China, cuyo fulgurante impulso podría anunciar a medio plazo la decadencia de Estados Unidos.

La decisión de Barack Obama es obvia: debe hacer frente al segundo reto, pues éste será decisivo para el futuro de Estados Unidos en el siglo XXI. En consecuencia, este país debe retirarse progresivamente –pero imperativamente– de Oriente Próximo.

Aquí se plantea una pregunta: ¿por qué Estados Unidos se ha implicado tanto en Oriente Próximo, hasta el punto de descuidar al resto del mundo, desde el fin de la Guerra Fría? Para esta pregunta, la repuesta puede limitarse a una palabra: petróleo.

Desde que Estados Unidos dejó de ser autosuficiente en lo que al petróleo se refiere, a finales de los años 1940, el control de las principales zonas de producción de hidrocarburos se convirtió en una “obsesión estratégica” norteamericana. Lo cual explica parcialmente la “diplomacia de los golpes de Estado” de Washington, especialmente en Oriente Medio y en América Latina.

En Oriente Próximo, en los años 1950, a medida que el viejo Imperio Británico se retiraba y quedaba reducido a su archipiélago inicial, el Imperio estadounidense lo reemplazaba mientras colocaba a la cabeza de los países de esas regiones a sus “hombres”, sobre todo en Arabia Saudí y en Irán, principales productores de petróleo del mundo, junto con Venezuela, ya bajo control estadounidense en la época.

Hasta hace poco, la dependencia de Washington respecto al petróleo y al gas de Oriente Próximo le impidió considerar la posibilidad de retirarse de la región. ¿Qué ha cambiado entonces para que Estados Unidos piense ahora en retirarse de Oriente Próximo? El petróleo y el gas de esquisto, cuya producción por el método llamado “fracking” aumentó significativamente a comienzos de los años 2000. Eso modificó todos los parámetros. La explotación de ese tipo de hidrocarburos (cuyo coste es más elevado que el del petróleo “tradicional”) fue favorecida por el importante aumento del precio de los hidrocarburos que, en promedio, superaron los 100 dólares por barril entre 2010 y 2013.

Actualmente, Estados Unidos ha recuperado la autosuficiencia energética e incluso está convirtiéndose otra vez en un importante exportador de hidrocarburos. Por lo tanto, ya puede por fin considerar la posibilidad de retirarse de Oriente Próximo, con la condición de cauterizar rápidamente varias heridas que, en algunos casos, datan de más de un siglo.

Por esa razón, Obama retiró casi la totalidad de las tropas norteamericanas de Irak y de Afganistán. Estados Unidos participó muy discretamente en los bombardeos de Libia y se negó a intervenir contra las autoridades de Damasco, en Siria. Por otra parte, Washington busca a marchas forzadas un acuerdo con Teherán sobre el tema nuclear y presiona a Israel para que su gobierno progrese urgentemente hacia un acuerdo con los palestinos. En todos estos temas se percibe el deseo de Washington de cerrar los frentes en Oriente Próximo para pasar a otra cuestión (China) y olvidar así las pesadillas de Oriente Próximo.

Todo esto se desarrollaba perfectamente mientras los precios del petróleo seguían altos, cerca de 100 dólares el barril. El precio de explotación del barril de petróleo de esquisto es de aproximadamente 60 dólares, lo que deja a los productores un margen considerable (entre 30 y 40 dólares el barril).

Aquí es donde Arabia Saudí ha decidido intervenir. Riad se opone a que Estados Unidos se retire de Oriente Próximo. Sobre todo si Washington establece antes un acuerdo sobre el tema nuclear con Teherán, lo que los saudíes consideran demasiado favorable a Irán. Además, según la monarquía wahabita, expondría a los saudíes, y a los suníes en general, a convertirse en víctimas de lo que llaman “el expansionismo chií”. Hay que tener presente que los principales yacimientos de hidrocarburos saudíes se encuentran en zonas de población chií.

Considerando que dispone de las segundas reservas mundiales de petróleo, Arabia Saudí decidió usar el petróleo para sabotear la estrategia norteamericana. Oponiéndose a las consignas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Riad decidió, contra toda lógica comercial aparente, aumentar considerablemente su producción y hacer de ese modo bajar los precios del petróleo, inundando el mercado de petróleo barato. La estrategia dio rápidamente resultados. En poco tiempo, los precios del petróleo bajaron un 50%. El precio del barril descendió a 40 dólares (antes de subir ligeramente hasta aproximadamente 55-60 dólares actualmente).

Esta política asestó un duro golpe al “fracking”. La mayoría de los grandes productores estadounidenses de gas de esquisto están actualmente en crisis, endeudados y corren el riesgo de quebrar (lo que implica una amenaza para el sistema bancario norteamericano que, generosamente, había ofrecido abundantes créditos a los neopetroleros). A 40 dólares el barril, el esquisto ya no resulta rentable. Ni las excavaciones profundas “off shore”. Numerosas compañías petroleras importantes ya han anunciado que cesan sus explotaciones en alta mar porque no son rentables, provocando la pérdida de decenas de miles de empleos.

Una vez más, el petróleo es menos abundante. Y los precios suben ligeramente. Pero las reservas de Arabia Saudí son suficientemente importantes para que Riad regule el flujo y ajuste su producción de manera que permita un ligero aumento del precio (hasta 60 dólares aproximadamente) pero sin que se lleguen a superar los límites que permitirían reanudar la producción mediante el “fracking” y en los yacimientos marítimos a gran profundidad. De este modo, Riad se ha convertido en el árbitro absoluto en materia de precio del petróleo (parámetro decisivo para las economías de decenas de países entre los cuales figuran Argelia, Venezuela, Nigeria, México, Indonesia, etc.).

Estas nuevas circunstancias obligan a Barack Obama a reconsiderar sus planes. La crisis del “fracking” podría representar el fin de la autosuficiencia de energía fósil en Estados Unidos. Y, por lo tanto, la vuelta a la dependencia de Oriente Próximo (y también de Venezuela, por ejemplo). Por ahora, Riad parece haber ganado su apuesta. ¿Hasta cuándo?

LUNES 1º DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
_______

3) Las finanzas crecen como un cáncer
Roberto Savio* (IPS)

Es asombroso como cada semana se presentan acciones judiciales en varias partes del mundo contra el sector financiero por delitos e irregularidades,sin que se registre una reacción considerable por parte de la opinión pública. Es sorprendente, porque esto pasa en medio de una crisis muy grave, con altos índices de desempleo, trabajo precario y un aumento sin precedentes de las desigualdades, lo que en buena medida puede atribuirse a las finanzas especulativas.

Todo comenzó en 2008 con la crisis hipotecaria y el estallido de la burbuja de los derivados financieros en Estados Unidos, seguido por la explosión de la crisis de la deuda soberana en Europa. Se calcula que habrá que esperar al menos hasta 2020 para regresar a los niveles económicos existentes en 2008. Eso significa una década perdida.

Para rescatar a los bancos, el mundo ha gastado en conjunto alrededor de cuatro billones (millones de millones) de dólares sustraídos a los contribuyentes. A modo de ejemplo, para rescatar al sector bancario, España ha destinado más dinero que el dedicado a su presupuesto anual en educación y salud. Y la historia continúa.

El 20 de mayo, cinco grandes bancos aceptaron pagar una multa de 5.700 millones de dólares a las autoridades de Estados Unidos por sus manipulaciones en el mercado de divisas. Los bancos son muy conocidos: los estadounidenses JP Morgan Chase y Citigroup, los británicos Barclays y Royal Bank of Scotland y el suizo UBS.

En el caso de UBS, el Departamento (ministerio) de Justicia de Estados Unidos adoptó la inusual medida de anular un acuerdo de no acusación que había pactado anteriormente, justificando este paso debido a los reiterados escándalos del banco. “El UBS tiene un prontuario que no puede ser ignorado”, dijo la fiscal general adjunta, Leslie Caldwell.

Se trata de una desviación significativa de las directrices que el Departamento de Justicia emitió en 2008, según las cuales las consecuencias colaterales deben ser tomadas en cuenta en las acusaciones a las instituciones financieras.

“La consideración de consecuencias colaterales está concebida para encarar el riesgo de que una acusación particular cause un daño desproporcionado a los accionistas, los titulares de pensiones y los empleados que no son ni siquiera presuntos culpables,” dijo Mark Filip, el funcionario del Departamento de Justicia que redactó el memorando de 2008.

Respecto al caso de la gigantesca compañía de auditoría Arthur Andersen, que avaló las falsificadas cuentas de la corporación de energía Enron, que posteriormente se declaró en quiebra, Filip dijo que “en última instancia, Arthur Andersen nunca fue condenada como culpable de nada, pero el mero hecho de acusarla, la destruyó.”

Bajo el revelador título de “Demasiado grande para caer”, esta fue de hecho una garantía de impunidad que no escapó a los administradores del sistema financiero.

El 11 de este mes, Denise L. Cote, jueza de la Corte Federal del distrito de Manhattan, condenó a dos grandes bancos, el japonés Nomura Holdings y el británico Royal Bank of Scotland, por estafar a dos instituciones públicas de hipotecas, conocidas como FannieMae y Freddie Mac, mediante la venta de bonos hipotecarios que contenían innumerables errores y tergiversaciones.

Nomura Holdings y Royal Bank of Scotland fueron solo dos de los 18 bancos acusados de manipular el mercado inmobiliario. Los otros 16 llegaron a un acuerdo extrajudicial para pagar casi 18.000 millones de dólares en sanciones y evitar así que sus fechorías fuesen ventiladas públicamente.

El Royal Bank of Scotland y Nomura Holdings rechazaron un arreglo similar y demandaron al gobierno de Estados Unidos en los tribunales, argumentando que fue la crisis inmobiliaria lo que provocó el colapso de sus bonos hipotecarios. Sin embargo, la jueza Cote sentenció que fue precisamente el comportamiento delictivo de los bancos lo que había acentuado el derrumbe del mercado hipotecario.

Cabe destacar que hasta ahora, las multas acumuladas impuestas desde 2008 por el gobierno de Estados Unidos a solo cinco bancos importantes, ascienden a 250.000 millones de dólares. Pero ningún banquero ha ido a la cárcel, las multas han sido pagadas y el problema ha sido sepultado. Cabe preguntarse si todo esto se debe a la mala conducta de algunos administradores codiciosos, o a la nueva “ética” del sector financiero.

Es necesario recordar que recientemente fue revelado que 25 administradores de fondos de cobertura (hedge funds) el año pasado cobraron cerca de 14.000 millones de dólares y que el gestor mejor pagado entre ellos se adjudicó a sí mismo la astronómica cifra de 1.300 millones de dólares, equivalente a la suma de los salarios promedio de 200.000 profesionales estadounidenses.

La respetada Universidad de Notre Dame divulgó el 20 de mayo un informe alarmante, basado en una encuesta a más de 1.200 ejecutivos de fondos de cobertura, banca de inversión y otras áreas del negocio financiero de Estados Unidos y Gran Bretaña, en el que cerca de un tercio de los que ganan más de 500.000 dólares al año admitieron que “han sido testigos o tienen conocimiento directo sobre irregularidades en su lugar de trabajo.”

El informe de la universidad estadounidense incluso sostiene que “casi uno de cada cinco encuestados sienten que a veces los profesionales de servicios financieros deben involucrarse en actividades poco éticas o ilegales para tener éxito en el entorno financiero actual”. A este respecto, casi la mitad de los profesionales de altos ingresos encuestados consideran que las autoridades son “ineficaces en la detección, investigación y enjuiciamiento de infracciones relativas a las ganancias”.

Una cuarta parte de los entrevistados afirmó que, si consideraban que no había ninguna posibilidad de ser arrestados por tráfico de información privilegiada para ganar unos 10 millones de dólares, pasarían esa información. Casi un tercio “cree que las estructuras de remuneración o planes de bonificación en vigor en sus empresas podrían incentivar a los empleados a quebrantar la ética o violar la ley”.

También cabe señalar que la mayoría muestra temor ante su empleador, que probablemente optaría por “aplicar represalias contra los que informen sobre irregularidades en su empresa”. Por lo tanto, el bono otorgado cada año a los funcionarios del sector financiero equivale prácticamente a un soborno por el silencio sobre la mala conducta.

Los ejemplos de Wall Street y de la City de Londres serán cada vez más comunes a medida que se proyecten en el sistema financiero. Una nueva “ética” se está instaurando y se propagará si no se interrumpe … y no es esto lo que está sucediendo.

Una nota final. En la misma tercera semana de mayo (¡cuántas cosas han sucedido en un corto espacio de tiempo!), la estadounidense Comisión Federal de Comercio presentó cargos a cuatro respetadas asociaciones estadounidenses dedicadas al combate del cáncer por el uso indebido de millones de dólares de donaciones.

Una de ellas, el Fondo para el Cáncer de Estados Unidos, declaró que gastó cien por ciento de los fondos recaudados en atención médica, transporte de pacientes a sesiones de quimioterapia y compra de medicamentos para niños. La Comisión descubrió que en realidad, menos de tres por ciento de las donaciones se destinó a enfermos de cáncer.

La “nueva ética” es en realidad un cáncer de muy rápida metástasis.

*Periodista italo-argentino. Co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan

LUNES 1º DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
_______

4) El plan imperial contra los pueblos árabes

El wahabismo: la ideología de los terroristas degolladores del Daesh-ISIL y cáncer inoculado en la comunidad musulmana
Laila Tajeldine y Basem Tajeldine
(Rebelión/Voces Contra el Imperio)

En el “civilizado” mundo occidental del siglo XXI (entiéndase como Europa, Estados Unidos, y también en América Latina) a muchos, todavía, embarga un profundo desconocimiento de los pueblos que hoy sufren por los más brutales conflictos geopolíticos disfrazados de “religiosos”. La gran media internacional, y especialmente el sistema educativo occidental se han encargado de manipular la verdad y no profundizar en la información para hacer que sus pueblos desconozcan las razones de fondo que motivaron los conflictos que se suscitan, no casualmente, en las regiones definidas por su importancia geoestratégica; que disponen de importantes reservas de hidrocarburos y otras materias primas.

La mezcla maquiavélica de generalización y/o asociación e ignorancia beneficia a los promotores del desastre humanitario que experimentan los pueblos árabes. Los medios occidentales se ocupan en difundir al mundo las aterradoras imágenes del conflictos que padecen los pueblos del Medio Oriente y el Norte de África, donde se distingue a grupos de hombres con atuendos culturales árabes-musulmanes lapidando a una mujer acusada de adulterio o decapitando a otros hombres acusados de herejes, etc.. Y es suficiente para inducir la asociación maquiavélica de que todos los musulmanes son árabes, y que todos los árabes son despiadados terroristas que disfrutan lapidado a sus mujeres y decapitando a otros musulmanes que también son terroristas, lo que termina justificando aquella vieja y descabellada tesis que habla del “choque de civilizaciones” [1] y misión “evangelizadora” del “imperio benevolente” estadounidense que tiene el deber de luchar contra todos los musulmanes para “civilizar” a esos pueblos e imponer los “valores occidentales”.

Esto explica el por qué muchas personas en occidente terminan prestándose, sin desearlo, al juego perverso que pretende asociar a todos los musulmanes con los crueles terroristas militantes de Al Qaeda y el Daesh-ISIL (grupo autoproclamado como “Estado Islámico”, que no es Estado ni mucho menos islámico). Incluso, se llega a generalizar hasta el colmo de no poder distinguir las profundas diferencias que existen entre los grupos terroristas antes mencionados y los gobiernos y movimientos árabes (el gobierno del presidente sirio, Bashar Al Assad, y la resistencia libanesa del Hezballah) que resisten a los primeros. Lo que también explica el por qué las miles de personas (mujeres, niños y hombres) que han muerto en los últimos 4 años no pesan mucho en la conciencia de los civilizados occidentales.

Cabe rescatar la justa terminología para explicar, y hacer entender, que no todos los musulmanes son árabes, y no todos los árabes son musulmanes. Los iraníes, paquistaníes, afganos, turkmenos, chechenos, kazajos, chinos de la etnia uigur, los albanos kosovares, los senegaleses, los nigerianos, y así una larga lista de nacionalidades y etnias son de religión musulmana, pero no son árabes. El término árabe se refiere, solo, al pueblo originario de la península arábica (los pueblos del Golfo Árabe) que se expandieron y mezclaron con muchos otros pueblos del Medio Oriente, Asia Central y Norte de África en el transcurso de varios siglos, que terminaron asumiendo la cultura y el idioma de los conquistadores árabes. El término Islam define a la última de las 3 religiones abrahámicas monoteístas originarias del Medio Oriente, cuyo significado ha sido traducido en “la sumisión a Allah (Dios)”. Mientras que Musulmán es el creyente del Islam. Por otro lado, entre las comunidades creyentes árabes coexisten otras religiones. Sin dudas, la mayoritaria de los árabes profesa la religión islámica, son los llamados árabes musulmanes, pero también existe una importante minoría de árabes cristianos y judíos (los mizrajíes).

Cuenta la historia de la religión musulmana que a principios en el siglo VII, d. C. un joven comerciante del desierto llamado Mohamed (569 – 632 DC) fue elegido por un ángel que lo invita a ser el mensajero de Allah (Dios). En adelante, a Mohamed le son develadas las palabras que contiene El Corán, libro sagrado de los musulmanes. Y sobre la base de los preceptos del Corán, Mohamed junto a los posteriores 4 califas (Abu Bakr, Omar Ibn Aljattab, Uthzman Ben Affan, Ali Ibn Abi Talib) fundan la última religión monoteísta conocida también como el sello de todas las religiones monoteístas, separada del judaísmo y del cristianismo, pero que vino, según manifiestan sus devotos, “para corregir las desviaciones y falsas interpretaciones de las palabras sagradas hechas por aquellas religiones”.

El Corán fue escrito por los 4 califas, también conocidos como los Rashidun “los bien guiados”, quienes habían recogidos en el tiempo las palabras develadas al profeta Mohamed por el arcángel Gabriel, y plasmadas en el texto sagrado luego de su muerte en el año 632 d. C. Algunos investigadores alegan que luego de la muerte del mensajero de Allah, sus fieles interpretaron lo que el profeta Mohamed les expresó y publicaron dicho texto entre los años 644 y 656 d. C. por lo que seguramente pudo haberse dado errores de interpretación a conveniencia de quienes ostentaban el poder.

El profeta Mohamed determinó que era necesario llevar la religión islámica a otros lugares. Es así como él, los 4 sucesivos califas y los posteriores califas que construyeron a los grandes imperios árabes, los Omeyas (hasta 750 d. C.) y Abasí (750 hasta 1258 d. C.), iniciaron un exitoso proceso de conquistas que se extendieron por todo el Norte de África, parte importante de Asia y Europa. Además, dicho proceso de expansión fue acompañado de la lengua y cultura árabe.

El intelectual francés Enmanuel Todd explica que el universalismo del primer imperio árabe fue su rasgo más distintivo, “su extremo igualitarismo fue lo que le permitió expandirse rápidamente hasta conquistar extensos territorios antes controlados por otros imperios en decadencia” [2]. El éxito proselitista del islam hizo que muchos pueblos conquistados asumieron esa como su religión una vez liberados de los imperios decadentes de la época, y no porque fueron sometidos por la fuerza de las armas. Aunque se impuso la religión del nuevo conquistador musulmán, muchos pueblos terminaron conservando sus lenguas y culturas originarias (es el caso de Senegal, Turquía, Irán, Indonesia, entre otros) enriqueciéndose con la nueva. Igualmente, hubo quienes asimilaron la lengua y la cultura árabe, más no la religión (cristiana, bereber).

Más recientemente, la Organización de las Naciones Unidas revelo que en el mundo existen más de 1.600 millones de musulmanes y de ellos solo 340 millones son árabes. Más tarde el Vaticano confirmó que en el año 2008 concluyó que el 19.2% de la población mundial era musulmana, mientras que el 17.4% católica. Además, indicó que el porcentaje aumentará de forma notable en los próximos años, ello debido a que los islámicos tienen una alta tasa de natalidad. Algo más impactante también publicado por varios medios, dice que en los próximos años, el número de musulmanes practicantes que van a las mezquitas en Inglaterra será superior al de los católicos que asisten a las iglesias [3].

Países Árabes musulmanes: se le denomina países árabes a aquellos cuya lengua oficial sea el árabe, la religión predominante sea el Islam y pertenecen a la Liga de Estados Árabes: Palestina, Arabia Saudita, Bahréin, Comoras, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Mauritania, Omán, Qatar, Saharaui, Siria, Somalia, Sudán, Túnez, Yemen y Yibuti.

Países donde domina el Islam y no son árabes:

África: Chad, Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Camerún, Gabón, Gambia, Guinea Bissau, Mali, Malaui, Mozambique, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Togo y Uganda.

Asia: Azerbaiyán, Bangladesh, Brunei Darussalam, Indonesia, Kazajistán, Irán, Kirguistán, Malasia, Maldivas, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

América del Sur: Surinam

Europa: Turquía, Albania, Bosnia y Herzegovina.

Indonesia es el país donde hay más musulmanes, superior a 150 millones de musulmanes en ese país, seguido de Pakistán con más de 141 millones de musulmanes.

Tendencias en el Islam

El Islam no es un bloque monolítico. Sin embargo, existe un texto único en el Islam, el Corán, que prohíbe el enfrentamiento entre los propios musulmanes y lo determina como “Haram” (Pecado), pero dentro de la religión se crearon diferentes corrientes productos de las escuelas de jurisprudencia que surgieron en torno a la interpretación del libro sagrado. Entre ellas, las dominantes son: la sunìta (mayoritaria), la chiíta, la sufi, la alawita, la drusa, y otras.

Varios historiadores aseguran que la diferencia inicial, y la más importante, se produjo dentro de grupos más cercanos que acompañó al profeta Mohamed, quienes luego de su muerte (632 d. C.) lucharon entre sí por escoger al califa que debía ser el heredero político del profeta y, a la vez, regente espiritual del Islam. Mohamed no estableció un mecanismo oficial de sucesión.

Tras la muerte del Profeta siguieron interminables disputas por el poder del naciente imperio. Estaban quienes apoyaban que el califa debía ser escogido entre los herederos descendientes directos del profeta Mohamed, de su hija Famita y esposo Ali, también primo del profeta. Estos pasaran a denominarse los partidarios de Ali, Chiítas. Y estaban quienes consideraban que los sucesivos califas no necesariamente debían ser descendientes directos del Profeta Mohamed, sino escogido por un consejo de sabios. Estos pasaron a denominarse los Sunitas. La rama sunita fue inicialmente liderada por una de las viudas del Profeta Mohamed, Aisha, quien se oponía junto con otros grupos, al califato de Ali, y lo enfrentaron hasta su propia muerte y provocaron el martirio de su hijo Hussein. Sin lugar a duda, esa fue la disputa que sentó bases de la división y el futuro debilitamiento de la unidad islámica.

En la actualidad, las características diferenciales más importantes entre el chiismo y el sunismo, es que los primeros cuentan un líder supremo, llamado Imam, escogido por un consejo de 12 eruditos musulmanes. Mientras que los sunitas tiene una organización más sectaria y menos formal, donde un sin número de estudiosos opinan y deciden, y siempre se contradicen. Otras diferencias más referidas a las normas religiosas, es que los chiitas rezan 3 veces al día, mientras que los sunitas lo hacen 5 veces, pero ambos basan sus oraciones en el mismo libro sagrado: el Corán.

Pese a la disciplina que caracteriza a los chiitas, y su relación con el resto las comunidades musulmana, ellos solo representan el 15% del total. Sin embargo, resalta que casi la totalidad de población iraní profesa la religión musulmana de la rama chiita, en la sociedad iraquí supera el 60% y un porcentaje parecido existen en Yemen, Azerbaiyán y Líbano. En el caso de los países árabes, predomina la tendencia sunita.

El plan imperial contra los pueblos árabes

La lucha por la independencia liberada por los pueblos árabes en los primeros años del siglo XX, de la que surgieron auténticas experiencias del nacionalismo árabe y el Panarabismo liderado por Gamal Abdel Nasser (1918-1970), una vez derrotados estos a principio de 1970, las potencias imperialistas de la época lograron imponer su sistema de dominación en la mayoría de los países árabes a través del modelo capitalista neocolonial de dependencia.

Lo que en 2011 se conoció como la “primavera árabe”, fue en sus inicios una autentica rebelión de las masas populares contra las tiranías lacayas de occidente que sirvieron al modelo económico capitalista dependiente. Aquel movimiento original fue rápidamente neutralizado por occidente y sus aliados de la región, quienes, una vez más, se apoyaron en los movimientos fundamentalistas y reaccionarios para desviar los objetivos de aquella lucha. El temor al renacimiento del sentimiento nasserista, por las reivindicaciones y justicia social que exigían los pueblos árabes en sus protestas, alertó a las hienas imperiales.

El plan imperial de Estados Unidos para los pueblos árabes y musulmanes no tardó en develase. Un documento del Pentágono, con un mapa bien diseñado por antropólogos mercenarios, propone un programa para la división del mundo árabe por tendencias religiosas, denominado el “Nuevo Gran Medio Oriente” [4], que junto al plan sionista, denominado “Plan Yinon”, pretenden evitar que el Panarabismo (unidad del mundo árabe), pueda concretarse nuevamente. A estos planes responden las políticas que en lo sucesivo aplicaron las petromonarquías árabes mantenidas por occidente, que han venido auspiciando a las diferentes organizaciones fundamentalistas religiosas wahabitas con el propósito de golpear y/o destruir a todos los genuinos movimientos de resistencia árabe, a los gobiernos panarabistas y nacionalistas de la región. Bajo el pretexto de la Yihad contra los “infieles” musulmanes y un retorno a la Umma (el regreso a la supuesta unidad del mundo islámico de la época de los primeros califas), los grupos terroristas apoyados por occidente ha justificado su actuación.

Sin lugar a dudas, el wahabismo es indiscutiblemente la ideológica de los lapidadores y decapitadores de Al-Qaeda y el Daesh-ISIL, también de la Hermandad Musulmana que es una prolongación de la secta madre que rige desde Arabia Saudita. Todas estas organizaciones terroristas fungen hoy como los actores principales para el desarrollo del plan imperialista para la región. El wahabismo constituye la ruptura con la tradición islámica clásica universalista, que en su lugar pretende imponer un islam supuestamente “original”, “puro” y una interpretación literal del Corán rescatando la prédica del jurista Muhammad Abdul Wahhab (1703-1792) quien en 1744 apoyó a la familia Saud por la conquista política del poder en la región del golfo árabe y la Meca.

Esa corriente, astutamente, dice promover el regreso a los orígenes de la salafiya, la imitación de la vida del profeta, incluso, hasta ha llegado al descaro de inventarse un 6º pilar de la fe islámica, que desde sus inicios siempre han sido solo 5 (la declaración de fe, la oración, la limosna, el ayuno y la visita a la Meca); este sería la obligación de convertir por la fuerza a los malos creyentes y los apóstatas, de lo contrario, justifica el exterminio de todos los musulmanes chiitas y las corrientes sufistas, drusos y también a los musulmanes sunitas que se opongan. Por lo tanto, el wahabismo no es sunita ni mucho menos musulmán, y convierte a todos los musulmanes en sus primeras víctimas.

La ideología wahabí interpreta la Yihah como la lucha contra todos los infieles por la expansión del Islam en el mundo, olvidando que en el islam está expresamente prohibido que un musulmán asesine a otro musulmán por motivos religiosos, y que también exige respetar a las demás religiones del libro (judíos y cristianos). Es importante destacar, también, que según la interpretación tradicional del Islam, y especialmente la andaluza, la Yihad es la lucha interna contra las desviaciones de uno mismo para lograr una mayor espiritualidad y acercamiento a Dios. Es el wahabismo el cáncer del islam; la caricatura más funesta del islam dibujada por occidente, a su imagen y semejanza, para servir a la estrategia de dominación imperial en la región. Es, en el fondo, la misma ideología nazi-fascista de mediados del siglo pasado, pero con barniz de religión.

Para el reconocido intelectual francés, Jean-Michel Vernochet, la contínua expansión del wahabismo está estrechamente vinculada con la del modelo financiero, económico y societal anglo-estadounidense. Por lo que la suerte de la Península Arábiga ha estado ligada, desde 1945 hasta la actualidad a los intereses occidentales. Refiere Vernochet que:

“Existe una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales! (…) Desde esa perspectiva, la ideología wahabita es un claro intento de subvertir el islam para imponerse a todos los pueblos, ya sean cristianos o musulmanes. Religión societal, religión de mutación civilizacional que antecede o acompaña la progresión de un mundialismo caníbal. Una religión destinada a reemplazar a todas las demás y que podríamos designar con toda razón como el “monoteísmo del mercado” [5].

El día que los pueblos y líderes árabes aparten sus diferencias y antepongan lo árabe, historia y cultura para hacer frente a las divisiones sectarias reaccionarias, ese día el sueño de la justicia y unidad Panarabista volverá a verse en el horizonte. Sin embargo, el paso fundamental se dará cuando todos entiendan que no hay una vía distinta al socialismo y que las clases dominantes y las petromonarquías wahabitas lacayas deban necesariamente ser derrocadas para comenzar de nuevo la verdadera y definitiva batalla contra el enemigo de todos los pueblos: el gran capital monopólico transnacional, es decir, al imperialismo.

Fuentes
[1] Choque de civilizaciones, Samuel. P. H.
http://www.mercaba.org/SANLUIS/Historia/Universal/Huntington,%20Samuel%20-%20El%20choque%20de%20civilizaciones.pdf
[2] Después del Imperio, Por Enmanuel Todd, 2012.
[3] religión: http://www.periodistadigital.com/old/873188.shtml
[4] El Nuevo Gran Medio Oriente, de G. W. Bush http://www.voltairenet.org/article126452.html

LUNES 1º DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
_______

“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
_______

POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR , desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal. / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín, no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión./ Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / http://www.comcosur.org / Y ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook /
_______