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OTRA GUERRA MUNDIAL MÁS

1) El juicio al Plan Cóndor entró en la etapa final –
2) ¿Qué es la empresa minera brasileña Vale do Rio Doce? –
3) Portugal: Lo que está en juego –
4) Ropa barata, fábricas mortales –
5) “Siria, terreno de una guerra mundial” –
6) Cómo Estados Unidos contribuyó a la creación de Estado Islámico

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 746 / Lunes 23 de Noviembre de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) El juicio al Plan Cóndor entró en la etapa final
Fabián Kovacic (Infojus)

El fiscal Pablo Ouviña terminó su alegato el martes 10 de noviembre, y el pedido de condenas para los responsables de delitos de lesa humanidad en el marco de la coordinación represiva de las dictaduras militares sudamericanas. Están imputados 18 militares -entre ellos el uruguayo Manuel Cordero- por 174 crímenes contra la humanidad. Todo indica que en 2016 habrá sentencia. ¿Pero el Cóndor empezó hace cuarenta años o se puede situar su fecha de nacimiento en 1972? Carlos Osorio, director del Proyecto Documentación Cono Sur del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad de Washington, y testigo en el juicio oral que se desarrolla en los tribunales federales porteños en Retiro, ubica el nacimiento del Cóndor en setiembre de 1972 cuando los gobiernos de Argentina y Paraguay consideraron necesario intercambiar información de inteligencia sobre “grupos subversivos”. Conviene repasar la génesis de este mecanismo represivo, responsable de la muerte de miles de latinoamericanos y que sólo llegó a juicio en Argentina.

Según la historiadora uruguaya Clara Aldrighi, durante los gobiernos de Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry (Uruguay), y los dictadores militares Alejandro Agustín Lanusse (Argentina) y Emilio Garrastazú Medici (Brasil), hubo un intercambio de información y cooperación entre fuerzas de seguridad desde fines del año 1970. El gobierno brasileño no sólo instruyó a policías uruguayos en la detención de interrogatorio de militantes urbanos de la guerrilla de los Tupamaros, sino que aportó fondos para la compra de armas y automóviles.

En el caso argentino, fue el ex parapolicial Nelson Bardesio, detenido en Ituzaingó –en la afueras de Buenos Aires- en mayo de 2008, quien admitió que entre 1970 y 1972, policías de inteligencia uruguaya hicieron cursos financiados por la SIDE argentina y era constante el cruce de efectivos entre Buenos Aires y Montevideo. Uno de ellos fue el tristemente célebre comisario Hugo Campos Hermida, fallecido en noviembre de 2001, quien junto a los militares José Nino Gavazzo y Manuel Contreras, integraron la plana mayor de los oficiales uruguayos en el Operativo Cóndor.

Tanto los datos de Osorio como los aportados por Aldrighi tienen en cuenta el contexto regional de efervescencia social y política y con gobiernos dictatoriales o de derecha. En Paraguay gobernaba desde 1959 el general Alfredo Stroessner. La Revolución Argentina iniciada por el general Juan Carlos Onganía y su doctrina de la Seguridad Nacional, era continuada por Lanusse. En Uruguay, Pacheco Areco dejaba el gobierno en manos de otro civil de la derecha del partido Colorado, Juan María Bordaberry. En Brasil, la dictadura instalada en 1964 estaba representada por el generalato. En Bolivia, el general Hugo Banzer heredaba el gobierno de la junta militar. Y en Chile, Salvador Allende era la excepción democrática, aunque ya era hostigado por los paramilitares de la agrupación derechista Patria y Libertad. Uno de sus miembros, Enrique Arancibia Clavel sería condenado en Buenos Aires en el año 2000 por un crimen del Cóndor: el asesinato del general democrático Carlos Prats en 1974.

“Golpear a la subversión en cualquier lugar del mundo”

John Dinges, investigador norteamericano y autor del libro “Operación Cóndor. Una década de terrorismo internacional en el cono sur”, ubica la firma de los acuerdos formales de cooperación represiva en la última semana de noviembre de 1975 en la casona de la avenida Alameda, en Santiago de Chile, donde funcionaba la Academia de Guerra y ya con la dictadura del general Augusto Pinochet en el poder. Ahí se creó el Plan Cóndor y los primeros en suscribirlo fueron el país anfitrión, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia, con la intención de intercambiar información y prisioneros políticos “para golpear a la subversión en cualquier lugar del mundo”, según palabras del propio Pinochet, que orgullosamente presidió cada una de las siete reuniones entre el 25 de noviembre y el 1° de diciembre, junto a unos 50 oficiales de los seis países que rubricaron el acuerdo.

Al tiempo se incorporaron Perú y Ecuador, cuando los militantes políticos entendieron que para salvar sus vidas debían salir de los países de la cuenca del Plata. La desclasificación de documentos a partir del año 2000 por parte del Departamento de Estado norteamericano, y a pedido de varios organismos internacionales, entre los que se encuentra el Archivo de la Seguridad Nacional que preside Osorio, permitió ubicar en 1978 el ingreso al Cóndor de Perú primero y de Ecuador poco después. Y entender los mecanismos, la lógica y la matriz con que cada país miembro aportaba a la entente genocida.

Tal como lo anunciara Pinochet, el largo brazo de la coordinación represiva buscaba evitar cualquier esbozo de organización de fuerzas políticas democráticas dentro y fuerza de la región. La excusa de terminar con las organizaciones armadas como forma de escudarse ante la opinión pública internacional era perfecta, si bien el Cóndor contaba con el visto bueno de la mano derecha diplomática norteamericana, encarnada en el secretario de Estado Henry Kissinger, quien aceptó la propuesta de terminar con los movimientos de izquierda armada en la región de la manera que fuera.

El asesinato de los chilenos Carlos Prats en Buenos Aires en 1974, del ex ministro de Defensa de Allende, Orlando Letelier, y el atentado que en Roma casi le cuesta la vida a Bernardo Leighton, ex ministro de Eduardo Frei y opositor a Pinochet, muestran las verdaderas intenciones del Plan Cóndor: impedir la organización de las fuerzas democráticas en el exilio. En el caso uruguayo, el secuestro y asesinato de los legisladores Zelmar Michelini, del Frente Amplio, y Héctor Gutiérrez Ruiz, del partido Blanco, el 18 de mayo de 1976 en Buenos Aires son otro ejemplo de la intención de la dictadura uruguaya de evitar que la oposición democrática exiliada conformara un polo de reclamo internacional.

Territorios divididos en regiones militares

Los países integrantes del Plan Cóndor dividieron su territorio en regiones militares para permitir la represión a los opositores según una lógica de guerra, apoyada por Washington bajo la pantalla de la guerra contra el comunismo. Así quedó expuesto a lo largo del juicio oral que se desarrolla en los tribunales de Retiro según lo aportado por Osorio, Dinges y más de un docena de testigos especialistas en temas regionales de defensa. Sin embargo, la primera señal de un testimonio sistematizado judicialmente fue alcanzado por los testimonios de sobrevivientes en los juicios iniciados en España, Italia y Francia y que llevaron a los magistrados de esos países a pedir la detención internacional de Pinochet, Jorge Videla y otros militares ligados a la coordinación militar.

Lo cierto es que esos juicios lograron condenas puntuales y en ausencia de los imputados pero no configuraron una sistematización cabal y profunda de los operativos represivos entre dictaduras. Recién en 2012 con el pase a juicio oral de la causa Cóndor, sumado al antecedente del juicio por el centro clandestino de detención Automotores Orletti (2011) fue la Argentina el único país de la región que llevó a los tribunales el plan sistemático represivo. Uruguay y Chile, dos países cuyo avance judicial logró llevar a prisión a un puñado de oficiales superiores no lograron todavía sobreponerse a la herencia militar que impuso leyes de impunidad disfrazadas. Paraguay, a partir del descubrimiento de los archivos en Asunción y Brasil con la Comisión de la Verdad, está intentando tibios avances no sólo en la búsqueda de la verdad histórica sino de la justicia para los crímenes.

En ese sentido los documentos desclasificados en Washington permitieron conocer algunos pormenores de la relación entre el Tío Sam y las dictaduras sudamericanas y fueron una piedra basal para avanzar en las responsabilidades internacionales de un sistema represivo coordinado que funcionó durante más de una década. Pero los detalles revelados en tres años de audiencias en Comodoro Py 2002, siguen abriendo espacios de investigación sobre la cuestión. Y colaboran para que caigan lentamente los últimos vestigios de impunidad en la normativa nacional de cada uno de los ex integrantes de multinacional del terror.

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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2) ¿Qué es la empresa minera brasileña Vale do Rio Doce?
François Houtart (Ala)

Hace algunos días una ruptura de dos diques con residuos mineros causó un torrente de lodo tóxico que arrasó el pueblo de Benito Rodríguez en el Estado de Minais Gerais en Brasil. Hubo 28 desaparecidos y el lodo avanzó en un radio de más de 100 kilómetros (El Telégrafo, 10.11.15). La mina a cielo abierto pertenece a la firma Samarco, una filial de la minera Vale del Rio Doce. La presidente Dilma sobrevoló el territorio donde los daños naturales y las destrucciones sociales, se habían provocados. Hace tres años visité la sede de la mina en Estado de Para, con miembros del MST (Movimiento de los Sin Tierras). Aquí están las notas que tomé en ese tiempo.

La ciudad de Paraunapebas en el Estado de Para, cerca de la mina, es de fundación muy reciente: apenas tiene 50 años, pero está ya muy desarrollada. Su población roza los 300.000 habitantes. Las avenidas están bien trazadas, pero la arquitectura de los edificios es el reflejo de la prisa con la que los construyeron. La estética brilla por su ausencia. Es sobre todo la empresa Vale do Rio 12 que está en el origen del desarrollo de esta localidad. Situada aproximadamente a 40 km del centro minero, concentra una parte de las actividades administrativas, numerosos servicios auxiliares y la vivienda de la mano de obra obrera.

Para llegar a la mina, una carretera buenísima atraviesa la selva. Se trata de una reserva natural. Se necesita un pase para entrar en el territorio, concesión de la mina Vale. Un miembro del Centro de investigación sobre los recursos mineros nos acompaña. Pero antes de describir el sitio conviene hacer una referencia sobre la empresa Vale do Rio Doce.

Esta se define a sí misma en su sitio Web, como “la empresa mundial de extracción de recursos naturales número 1, creando valor a largo plazo, gracias a su excelencia y su pasión por las gentes y el planeta”[1]. Está presente de hecho en 37 países de los 5 Continentes. En el 2011 empleaba a 79.646 personas. Su sede de operaciones está en Brasil, y su sede administrativa en Suiza. A pesar de estar especializada en minas, también es una de las principales empresas mundiales de fosfato. Igualmente se dedica a los agro-carburantes, en particular, compró en el 2011 la firma BIOPARMA. Está a punto de plantar 80.000 ha de palma para producir agro-diesel, (esencialmente para sus propias necesidades) lo cual representa una “expresión de su preocupación por el carácter ‘duradero’ (de las actividades industriales) y por la reducción de emisiones de gas a efecto invernadero”. También invierte en el sector hidroeléctrico “para la producción de electricidad, indispensable para su funcionamiento”[2].

Fundada en 1942 como empresa estatal del Brasil, fue privatizada por el Presidente F.H. Cardoso en 1997, y, en el 2006, compró el combinado canadiense INCO por la suma de 18,9 millardos de dólares. Su capital actual es principalmente brasileño, con una participación japonesa (Mitsui) del 23,08 %. Una inversión total de 16,3 millardos de dólares estaba prevista para el 2013. Para el hierro (la principal producción en Brasil) es Asia el principal mercado, sobre todo China. En 2011, el 32,4 % de los ingresos globales de VALE provenían de sus ventas en ese país. Sin embargo, en 2012, en su informe a la Comisión del Congreso americano sobre las actividades económicas, su presidente expresó temor por la disminución de esta proporción[3].

En Brasil, la concesión de VALE se extiende sobre 650.810 ha por tiempo indefinido. Incluye 4 áreas naturales protegidas. La principal actividad es el hierro, pero la explotación del cobre ya ha empezado, en particular en Sossego, a 85 km de Carajas: una carretera acaba de terminarse. El cobre se transporta en camiones hasta Paraunapebas y de ahí en tren hasta el terminal de Porta da Madeira, en San Luiz de Maraño. Una extracción nueva ha empezado en 2012 en Salolo 1, cerca de Maraba, con una inversión de 2 millardos de dólares, se terminó 2013 y se continuará con Salolo 2”. También se produce oro en Sossego y en 2011 la producción fue de 90.000 onzas. En Carajas, el lugar de la mina de hierro, una fábrica siderúrgica está en construcción.

La empresa minera VALE define ella misma su misión como: “la transformación de los recursos naturales en prosperidad y desarrollo duradero”[4]. “Es un discurso muy similar al de la mina de oro canadiense BANRO, que había visitado un mes antes en Sud Kivu (Republica Democrática del Congo). Termina con estas palabras: “Imagínense, ¡cambiar la riqueza del planeta en desarrollo!” Afirma que seis son los valores que la caracterizan: ”la vida por encima de todo; valorizar a las personas; proteger el planeta; hacer lo que está bien; mejorar juntos; poner todo esto en práctica”[5]. En fin, todo para satisfacer todos los fondos éticos del planeta.

La rentabilidad de la compañía es apreciable, sobre todo con el aumento de la demanda de materias primas y de los precios. En 2011, el volumen de negocio fue de 58,990 millardos de dólares (en el 2008 fue de 38,500 millardos). El beneficio neto después de pagar impuestos fue en el 2011 de 22,885 millardos, mientras que tres años antes fue de 13,200 millardos. Los accionistas de la empresa se embolsaron ese año 12 millardos de ingresos. El gobierno brasileño detiene 12 acciones “privilegiadas” (golden), permitiéndole derecho de veto sobre cuestiones tales como el nombre de la empresa, su sede social, o bien las modalidades de su disolución. Los royalties pagados al Estado brasileño sobre el ingreso neto fueron en 2011 el 2% sobre el hierro y el cobre, y el 1 % para el oro. Cuanto a los impuestos, Brasil es considerado por la empresa como el “mejor país”, porque no solamente son inferiores a otras regiones, sino que la empresa goza también de estímulos, es decir, de desfiscalizaciones[6]. Los sindicatos no son fácilmente tolerados y las organizaciones nacionales de trabajadores no reaccionan, porque una parte de los fondos de pensiones están invertidos en el capital de la mina.

Sin embargo, según el informe de VALE, no todo va sin algunas dificultades. Existen conflictos con grupos locales, en particular indígenas, que pueden provocar retrasos o interrupciones en la actividad. Por otro lado, varias acciones judiciales están en curso, en particular con el Estado brasileño, para el pago de algunos impuestos, juzgados inadecuados por la empresa.

Lo que no aparece en los informes de la empresa es que el Foro Social temático, reunido en Porto Alegre en el 2012 entregó a VALE su Public Eye Award, también llamado el Premio Nobel de la Vergüenza, por ser “la peor empresa del planeta”, en competencia con una docena de ellas. Presentada por el World Development Movement, de Gran Bretaña, y apoyada por 88.000 votos por internet, esta decisión fue fundada sobre el nivel de contaminación, las políticas anti-sindicales, la violación de los derechos laborales, el recurso a milicias paramilitares, y la corrupción. El informe también resaltaba la larga huelga de los trabajadores en Canadá[7] y la participación de la sociedad en la financiación de la represa de Belo Monte (Amazonia) exigiendo el desplazamiento de 40.000 personas, en su mayoría indígenas. A finales de 2011, durante una sesión de estudio en la Escuela Floristan Fernandes, del MST, cerca de Sao Paolo, me entrevisté con un grupo de trabajadores de VALE, venidos de Brasil, Canadá y Mozambique (la empresa posee minas de carbón en la provincia del Tété). Se reunían para intercambiar informaciones y preparar acciones comunes. Uno de los trabajadores mozambiqueños fue expulsado de Brasil poco antes de la reunión de Rio+20.

La entrada en el territorio de la mina es impresionante. Pasamos, los amigos del MST y yo, sin transición, de la selva amazónica, exuberante e inmensamente verde, a un paisaje lunar. A lo largo de decenas de kilómetros, todo es color marrón. Las montañas están totalmente deforestadas. En cada cumbre, largas correas de transmisión del mineral se extienden tal como si fueran brazos múltiples de una divinidad hindú. Unos relevos en hierro roñoso arrastran el material, el cual, después es llevado hacia los vagones del ferrocarril. Avanzan muy lentamente mientras se vacían las grandes palas arrojando sus cascajos de hierro. El espectáculo es dantesco. Está animado por cientos de vehículos que atraviesan sin parar el lugar de un lado a otro. Indicadores luminosos regulan el flujo. Se ven camiones, buses, camionetas, coches, máquinas enormes cuyas llantas miden más de 2 metros de diámetro. De vez en cuando los atascos son de tal magnitud que se necesitan 20 minutos para despejar una fila en espera por el disco en rojo. Pareciera que uno está en un aeropuerto internacional.

Un promontorio permite tener una idea de conjunto del sitio, al menos en su parte central. Una montaña se ha transformado en un agujero de más de dos kilómetros de diámetro. Un ruido ensordecedor sale de este universo, el de las máquinas y de los vehículos que están trabajando. La visión es alucinante, a la vez fascinante y molesta ¿Cómo el ser humano es capaz de dominar así el universo natural? Una perspectiva prometeana viene al espíritu, pero al mismo tiempo otras reflexiones surgen: ¿Qué herida a la naturaleza (la Madre Tierra) y probablemente irreversible? ¿Quién se acuerda todavía de una tribu india que se llamaba Carajas, nombre adoptado por la mina? ¿Qué efectos indirectos habrá sobre el medio ambiente de este universo extendiéndose mucho más allá del lugar de extracción? ¿Qué uso tan enorme de aguas recogidas en enormes cuencas circulares? ¿Qué condiciones de trabajo? ¿Qué compromisos con las autoridades políticas para poder explotar semejante yacimiento para el beneficio principal de accionistas privados? ¿Para qué servirá este mineral: armamentos, objetos inútiles para un consumo irracional?

Si se tratara de una explotación única, en medio de cientos de kilómetros cuadrados de selva, se podría tolerar, con condiciones estrictas desde el punto de vista ecológico y social. Pero la extracción se está multiplicando, no únicamente en esta región, sino en todo el territorio de Brasil; en América latina, desde México hasta la Patagonia; y en África y Asia. Es un fenómeno planetario. El agotamiento de los recursos naturales está a la vista, y la caza por los yacimientos está abierta, poniendo en competencia a las grandes empresas. Las técnicas son más destructivas que en el pasado, para alcanzar niveles de producción impensables anteriormente.

La emisión de gas con efecto invernadero se cuenta por millones de toneladas. Un número inverosímil de hectolitros de agua está siendo utilizado en un momento en que la crisis hídrica aparece amenazante en el horizonte. La contaminación de los suelos y de las capas acuáticas por la utilización de productos químicos, tales como el mercurio o el cianuro, convierten numerosas tierras en inexplotables y afectan a la salud de los trabajadores y de sus familias. En resumidas cuentas, es el modelo de extracción el que está en juego. No es fácil proponer alternativas, y sin embargo son posibles e indispensables. Una cosa es segura, que la situación actual lleva al desastre. No se puede reproducir en el tiempo y es inaceptable: económicamente, políticamente y moralmente.

Regresando a Paraunapeba, pasamos por la ciudad construida por la empresa para sus cuadros y personal administrativo. Está situada a orillas de la selva, sobre una tierra deforestada para la ocasión, e incluye todos los servicios deseados. Bordeamos también el aeropuerto privado de la mina y llegamos a la ciudad.

Estas fueron las notas tomadas en 2012. Seguro que en 2015, la crisis afecta a las actividades de la mina, pero lo extraño de esta situación es que después de más de 12 años de gobierno progresista en Brasil, no se transformaron los principios de explotación y de gestión. Los sindicatos no son bienvenidos. Las organizaciones nacionales de trabajadores no actúan de manera fuerte: una parte de los fondos de pensiones son invertidos en el capital de la mina. Significa que la fuerza (legal e ilegal) del capitalismo local como transnacional es tal, que la política no ha podido, ni querido, actuar en la materia. Políticas sociales compensatorias para luchar contra la pobreza son aceptables para este tipo de empresas, a condición de no tocar su proceso de acumulación y solo medidas en el cuadro de la integración latinoamericana tendrán eficacia.

[1] www.vale.com/EN/Pages/default.aspx
[2] Vale.com/EN/investors/Quarterly-resultsreports/20F/20Fdocs/20F_2011_i.pdf
[3] United States Securities and Exchange Commission, Form 20-F, 31.12.11, Commission file, nº 001-15030.
[4] www.vale.com/EN/Pages/default.aspx
[5] Ibidem
[6] Ibidem
[7] Wikipedia

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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3) Portugal: Lo que está en juego
Boaventura de Sousa Santos (La Jornada)

El fenómeno no es sólo portugués. Es global, aunque en cada país asuma una manifestación específica. Consiste en la agresividad inusitada con que la derecha enfrenta cualquier desafío a su dominación, agresividad expresada en un lenguaje abusivo y el recurso a tácticas que rozan los límites del juego democrático: manipulación del miedo para eliminar la esperanza, falsedades proclamadas como verdades sociológicas, destemplanza emocional en la confrontación de ideas, etcétera. Por derecha entiendo el conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que se identifican con los designios globales del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado de bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de la pluralidad del espectro político. ¿De dónde viene este radicalismo ejercido por los políticos y comentaristas que hasta hace poco parecían moderados, pragmáticos, realistas con ideas o idealistas sin ilusiones?

En Portugal estamos entrando en la segunda fase de implementación global del neoliberalismo. A escala mundial este modelo económico, social y político presenta las siguientes características: prioridad de la lógica del mercado en la regulación no sólo de la economía, sino de la sociedad en su conjunto; privatización de la economía y liberalización del comercio internacional; demonización del Estado como regulador de la economía y promotor de políticas sociales; concentración de la regulación económica global en dos instituciones multilaterales, ambas dominadas por el capitalismo euro-norteamericano (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) en detrimento de las agencias de la ONU que anteriormente supervisaban la situación global; desregulación de los mercados financieros; sustitución de la regulación económica estatal (hard law) por la autorregulación controlada por las empresas multinacionales (soft law).

A partir de la caída del muro de Berlín, este modelo fue asumido como la única alternativa posible de regulación social y económica. Desde entonces, el objetivo fue transformar la dominación en hegemonía, es decir, hacer que incluso los grupos sociales perjudicados por este modelo fueran inducidos a pensar que era el mejor para ellos. Y, de hecho, en los últimos 30 años este modelo ha conseguido grandes éxitos, uno de los cuales fue haber sido adoptado en Europa por dos importantes partidos socialdemócratas (el Laborista británico de Tony Blair y el Socialdemócrata alemán de Gerhard Schröder) y haber logrado dominar la lógica de las instituciones europeas (Comisión y BCE).

Pero como cualquier modelo social, éste también está sujeto a contradicciones y resistencias, y su consolidación ha tenido algunos reveses. El modelo no está plenamente consolidado. Por ejemplo, aún no se ha concretizado la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) puede que no llegue a concretarse. Frente a la constatación de que el modelo no está todavía plenamente consolidado, sus protagonistas (detrás de todos, el capital financiero) tienden a reaccionar brutal- mente o no en función de su evaluación del peligro inminente. Algunos ejemplos. Surgieron los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con la intención de introducir algunos matices en el modelo de globalización económica. La reacción está siendo violenta y, sobre todo, Brasil y Rusia están sujetos a una intensa política de neutralización. La crisis de Grecia, que antes de que este modelo dominara Europa habría sido una crisis menor, fue considerada una amenaza por la posibilidad de propagación a otros países. La humillación de Grecia fue el principio del fin de la Unión Europea tal como la conocemos. La posibilidad de un candidato presidencial en Estados Unidos que se autodeclara socialista (es decir, un socialdemócrata europeo), Bernie Sanders, no representa, por ahora, ningún peligro serio y lo mismo ocurre con la elección de Jeremy Corbyn como secretario general del Partido Laborista. Mientras no constituyan un peligro, no serán objeto de reacción violenta.

¿Y Portugal? La destemplada reacción del Presidente de la República a la propuesta de un gobierno de izquierda hecha por el líder del Partido Socialista, en coalición con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, parece indicar que el modelo neoliberal, que intensificó su implantación en Portugal en los últimos cuatro años, ve en tal alternativa política un peligro serio y por eso reacciona con violencia. Es necesario tener en mente que sólo en apariencia estamos ante una polarización ideológica. El Partido Socialista es uno de los más moderados partidos socialdemócratas de Europa. De lo que se trata es de una defensa por todos los medios de intereses instalados o en proceso de instalación. El modelo neoliberal sólo es antiestatal en cuanto captura el Estado, pues requiere decisivamente de éste para garantizar la concentración de la riqueza y para captar las oportunidades de negocios altamente rentables que el Estado le proporciona. Debemos considerar que en este modelo los políticos son agentes económicos y que su paso por la política es decisivo para cuidar sus propios intereses económicos.

Pero el afán de capturar el Estado va mucho más allá del sistema político. Tiene que abarcar al conjunto de las instituciones. Por ejemplo, hay instituciones, como el Tribunal de Cuentas, que asumen una importancia decisiva, porque tienen a su cargo la supervisión de negocios multimillonarios. Tal como es decisivo capturar el sistema de justicia y hacer que actúe con dos pesos y doble medida: dureza en la investigación y castigo de los crímenes supuestamente cometidos por políticos de izquierda, y negligencia benévola respecto a los crímenes cometidos por los políticos de derecha. Esta captura tiene precedentes históricos. Escribí al respecto hace cerca de 20 años: A lo largo de nuestro siglo, los tribunales siempre fueron, de vez en cuando, polémicos y objeto de escrutinio público. Basta recordar los tribunales de la República de Weimar tras la revolución alemana (1918) y sus criterios dobles en el castigo de la violencia política de la extrema derecha y de la extrema izquierda (Santos et all, Os Tribunais nas Sociedades Contemporâneas- O caso português. Porto. Edições Afrontamento, 1996, página 19). En aquel momento estaban en cuestión crímenes políticos, en tanto que hoy están en juego crímenes económicos.

Sucede que, en el contexto europeo, esta reacción violenta a un revés puede enfrentar algunos reveses. La inestabilidad conscientemente provocada en Portugal por el Presidente de la República (incitando a los diputados socialistas a la desobediencia) se asienta en el presupuesto de que la Unión Europea está preparada para una defenestración final de toda su tradición socialdemócrata, teniendo en mente que lo que pasa hoy en un país pequeño puede suceder mañana en España o en Italia. Es una suposición arriesgada, pues la Unión Europea puede estar cambiando en el centro más de lo que la periferia imagina. Sobre todo porque se trata, por ahora, de un cambio subterráneo que sólo se puede vislumbrar en los informes cifrados de los consejeros de Angela Merkel. La presión que la crisis de los refugiados está teniendo sobre el tejido europeo y el crecimiento de la extrema derecha, ¿no recomendarán alguna flexibilidad que legitime el sistema europeo ante mayorías más amplias, como la que en las últimas elecciones en Portugal votó por los partidos de izquierda? ¿No será preferible viabilizar un gobierno dirigido por un partido inequívocamente europeísta y moderado a correr riesgos de ingobernabilidad que pueden extenderse a otros países? ¿No será de darles crédito a los portugueses por el hecho de estar buscando una solución distante de la crispación y la evolución errática de la solución griega? Y los jóvenes, que llenaron hace unos años las calles y las plazas con su indignación, ¿cómo reaccionarán ante la posición ofensivamente parcial del Presidente y el impulso antinstitucional que la anima? ¿Será que la derecha piensa que este impulso es un monopolio suyo?

En las respuestas a estas preguntas está el futuro próximo de Portugal. Desde ya, una cosa es cierta. El desvarío del Presidente de la República estableció el test decisivo con que los portugueses van a someter a los candidatos en las próximas elecciones presidenciales. Si fuese electo(a), ¿considera o no que todos los partidos democráticos forman parte del sistema democrático en pie de igualdad? Si en las próximas elecciones legislativas se formase en la arena parlamentaria una coalición de partidos de izquierda con mayoría y presentase una propuesta de gobierno, ¿le daría o no posesión?

Traducción: Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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4) Ropa barata, fábricas mortales
Igor B. Barbero (Público)

Las fábricas que nutren a las Primark occidentales siguen siendo trampas mortales para sus trabajadoras. Primark es una cadena irlandesa de tiendas que pertenece al grupo Associated British Foods y está especializada en ropa y complementos a precios bajos.

Dos años y medio después del derrumbe del Rana Plaza, con un millar de muertas, las 3.500 fábricas exportadoras de Bangladesh han sido inspeccionadas, pero sólo ocho han superado los controles. El resto debe todavía acometer correcciones en estructuras, instalaciones eléctricas y sistemas anti incendios para garantizar que son seguras.

La inauguración el pasado octubre de una tienda de Primark en Madrid causó sensación, generó enormes colas y sirvió para recordar que la ropa de moda asequible sigue siendo un imán para las masas en Occidente. Sólo un par de semanas después, a miles de kilómetros de distancia se producía una efeméride mucho menos publicitada en el segundo país exportador de textil del planeta, en el que producen la mayoría de las grandes firmas internacionales, incluida Primark. Concluían en Bangladesh las inspecciones de seguridad en fábricas textiles que se iniciaron a raíz del derrumbe del complejo Rana Plaza, donde en abril de 2013 fallecieron más de un millar de trabajadoras bajo los escombros.

Dos años y medio después de esa tragedia, menos de una decena de talleres han completado con éxito las reformas requeridas, 37 han tenido que cerrar sus puertas y a la gran mayoría de las 3.500 fábricas exportadoras les espera todavía un largo camino. Un camino que los expertos creen que se hace muy lentamente y que será difícil culminar. Entretanto, esas factorías siguen siendo inseguras y en cualquier momento se pueden convertir en una trampa mortal para las que trabajan en ellas.

Cuando uno abandona rumbo al norte la populosa Dacca, una ciudad de 18 millones de habitantes en congestión perpetua, a los lados de la carretera comienzan a surgir paulatinamente edificios de varias plantas junto a los que a primera hora de la mañana se forman largas hileras de gente como las de Primark en Madrid. Quienes esperan no son compradores en busca del último modelo, sino trabajadores del textil, en su mayoría mujeres, muchos de ellos originarios de otros puntos de Bangladesh, que acuden puntuales a su cita diaria y representan el músculo de nueve millones de manos que mueve la mayor industria exportadora del país. Un sector que en el curso fiscal 2014-15 facturó casi 26.000 millones de dólares, más del 80% del total de ventas nacionales al exterior, y que pese a los graves siniestros de los últimos años aspira a doblar la marca en 2021.

Una enorme lupa sobre el sector

El Rana Plaza cayó como un castillo de naipes. Cinco meses antes, en noviembre de 2012, un grave incendio en otra fábrica, Tazreen Fashions, había segado la vida más de un centenar de personas. Ambos desastres, ocurridos en las afueras de Dacca, hicieron sonar las alarmas. El Gobierno de Bangladesh aprobó una enmienda de la ley laboral, se incrementaron los salarios mínimos, se flexibilizó la creación de sindicatos y se sancionaron indemnizaciones para las víctimas.

Paralelamente, las grandes firmas internacionales y las autoridades bangladesíes reaccionaron creando organismos de supervisión para acometer una profunda reforma de la seguridad en un sector sobre el que pesaban acusaciones de laxitud: las estructuras de los edificios, los sistemas anti incendios y las instalaciones eléctricas de las fábricas debían ser inspeccionadas minuciosamente para evitar más pérdida de vida humana. «Estamos trabajando duro. No es el momento de tomar riesgos», afirma Faruque Hassan, vicepresidente de la principal patronal (BGMEA), cuando repasa la trayectoria reciente. «Es evidente que hay que hacer más, pero las cosas se están moviendo y eso es positivo», subraya.

Diferentes ritmos de inspección

La labor supervisora lleva claramente dos ritmos. Por un lado, las marcas punteras de Occidente han financiado con decenas de millones dólares dos entes inspectores, Accord y Alliance, que engloban sobre todo a las fábricas que producen para firmas europeas y norteamericanas respectivamente, mientras que unas 1.500 fábricas que exportan a mercados menos importantes fueron asignadas a una iniciativa liderada por el Gobierno y tutelada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Accord y Alliance concluyeron ya en 2014 sus inspecciones, mientras que las autoridades bangladesíes solo terminaron de supervisar su parte a finales de octubre.

«Todos los edificios tenían problemas y en todas las áreas», aseguró Rob Weiss, director ejecutivo de Accord, en una entrevista reciente. «Hay edificios que no se correspondían con el diseño del arquitecto, que tenían columnas más pequeñas. Otros que debían tener cuatro plantas y tenían dos más de la cuenta. Nunca se consideró el peso adicional sobre el edificio (tanques de agua, generadores…). Había sistemas eléctricos que eran un caos y fábricas que no tenían salidas de emergencia ni paredes con protección». En realidad todos estos puntos y muchos otros estaban incluidos en el código de construcción, pero según Weiss nadie reguló su cumplimiento y las auditorías que se llevaron a cabo hasta antes del derrumbe del Rana Plaza no tenían el cometido de controlar esos aspectos.

Según el último informe de Accord, emitido este mes, sus ingenieros han hallado hasta la fecha más de 67.000 incorrecciones durante sus visitas a los talleres, 617 de los cuales un año y medio después de la primera supervisión aún no han presentado un plan de viabilidad, mientras que más de un millar lo han presentado pero lo implementan «con retraso». Solo dos fábricas cumplen ya plenamente con los requisitos de seguridad, a las que se suman seis más inspeccionadas por Alliance. Es decir, ocho de 3.500 han superado el examen. «En muchos casos, las fábricas están errando a la hora de hacer progresos en las labores de remediación de acuerdo a la hoja de ruta planteada», mantuvo en su última notificación en septiembre Alliance, que se fija un calendario hasta 2018 para los siete centenares de talleres bajo su lupa. En su caso, la media de incorrecciones por fábrica es de 86, un cuarto de ellas de «prioridad máxima».

Sobre el papel, las fábricas gestionadas por estos dos organismos son las que van más rápido. De acuerdo con el mecanismo establecido, los retrasos en las reformas o presentación de planes de viabilidad llevan a los supervisores a emitir advertencias y, cuando estas advertencias superan un límite, el incumplimiento puede hacer que los talleres tengan que abandonar sendas plataformas, lo que supone en la práctica dejar de producir para los grandes clientes europeos y norteamericanos.

Dudas sobre la viabilidad de las reformas

Los tiempos son otros, más pausados, en la iniciativa liderada por el Gobierno, cuyas inspecciones son las que acaban de concluir. Las autoridades bangladesíes han fijado un plazo de tres meses para presentar planes de viabilidad, aunque fuentes del sector sostienen bajo anonimato que el plazo se incumplirá. Y luego, «arreglar los problemas dependerá de cada fábrica. No podemos decir si se tardarán semanas o meses», defendió cuando terminaron las inspecciones Syed Ahmed, jefe del DIFE, el organismo inspector gubernamental. De esas 1.500 fábricas visitadas por sus ingenieros, dos tercios se enfrentan a reformas de envergadura y un tercio han sido calificadas con un color verde que supuestamente implica cambios poco costosos o mínimos.

«No creo que ni siquiera el 50 % de todas las fábricas del país consigan completar las correcciones», vaticina una persona implicada en tareas de supervisión con décadas de experiencia en la industria. «Las estructuras de algunos edificios no hacen viables algunos de los cambios requeridos, así que probablemente habrá fábricas que se tendrán que reubicar en otros lugares», admite el vicepresidente de la BGMEA Hassan. Algunas, de hecho, ya lo están haciendo. «Otras fábricas seguramente acabarán valorando que el coste de las reformas es superior al que implica un traslado», opina por su parte Alonzo Glenn Suson, director en Bangladesh del Centro de Solidaridad, una ONG que defiende los derechos de los trabajadores.

El desembolso estimado para las reformas no es baladí. Según Alliance, este oscila entre 250.000 y 350.000 dólares por taller; el funcionario gubernamental Ahmed lo sitúa entre los 63.000 y 636.000 dólares. Accord no ofreció datos.

¿Competitivos pese a los cambios?

Para muchos dueños de fábricas resulta injusto que sean ellos únicamente quienes tengan que asumir el gasto de las reformas, aunque Suson matiza que se han puesto en marcha diferentes iniciativas y acuerdos bancarios que permiten a los patrones acceder a créditos con intereses muy bajos en caso de que necesiten liquidez. «Bangladesh es uno de los países en los que la industria textil obtiene más ayuda (por parte de las autoridades). De hecho, las inspecciones a los talleres les están saliendo gratis a los propietarios y, la realidad, es que han estado ganando un montón de dinero», subraya. El activista recuerda, además, que pese a las subidas de los últimos años, el país asiático sigue teniendo los salarios más bajos de la región: 5.300 takas mensuales (67 dólares), que unidos a algunos suplementos pueden llegar a los cien dólares.

El vicepresidente de la patronal Hassan entiende que el empresariado local no tiene otra alternativa que apechugar, pero al tiempo espera que las firmas internacionales «entiendan el esfuerzo» tramitando «más pedidos» y promoviendo «mejores precios» por el producto que compran. Sus temores están justificados. La competencia en el textil es muy alta, en el mercado global están surgiendo nuevos competidores y, al final, aunque inciden otros factores, el precio tiene mucho peso en la toma de decisiones. «Esta industria es una ruleta. Primero estuvo en Europa, luego en EEUU y luego pasó por diversos países asiáticos antes de llegar al Sur de Asia. ¿Quién dice que Bangladesh será el último lugar?», advierte la fuente del organismo supervisor.

Ruede o no la ruleta, el sector textil bangladesí tiene aún un largo camino hacia su transformación en un espacio laboral plenamente seguro.

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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5) “Siria, terreno de una guerra mundial”
Eduardo Febbro (Página/12)

La historiadora tunecina Sophie Bessis analiza el conflicto en Siria y el papel que desempeñan los países de Occidente y del Golfo Pérsico en esta crisis que deja cientos de víctimas bajo las bombas, los atentados terroristas y la represión.

El conflicto en los países de Medio Oriente ha rebasado de una vez sus fronteras. Las injerencias occidentales destructoras, sus intervenciones armadas, la cadena inimaginable de burradas cometidas en la región por los supuestos estrategas de Occidente, la expansión del conflicto entre chiítas y sunnitas (entre los países del Golfo Pérsico e Irán), el doble rostro de las monarquías del Golfo Pérsico y las confrontaciones inherentes al conflicto entre las grandes potencias —Estados Unidos, Rusia, Unión Europea— han desatado un incontenible conflicto que dejó cientos y cientos de miles de muertos en la región y, en lo que va del año, se introdujo varias veces en el corazón de Occidente: las huellas más sangrientas están en Siria, Irak y Francia, donde los atentados de enero de 2015 contra el semanario francés Charlie Hebdo y el supermercado judío del este de París, y, ahora, en noviembre, la matanza perpetrada en París por un comando que respondía al Estado Islámico, dejaron un saldo de más de 150 muertos y cientos de heridos. Esta catástrofe polifónica es el resultado del intervencionismo militarista de las potencias Occidentales cuyas estrategias y alianzas regionales no hicieron sino propulsar el surgimiento de fundamentalismos religiosos cada vez más devastadores. La historiadora Sophie Bessis ha desarrollado una obra rigurosa en torno a estos múltiples focos de horror que desestabilizan a Medio Oriente. Tunecina de nacimiento, investigadora en el IRIS de París (Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas) Bessis ha sabido sin embargo ir más lejos en sus análisis. Publicado por Alianza Editorial en 2002, su libro Occidente y los otros: historia de una doble supremacía, había trazado un singular perspectiva sobre la arrogancia occidental y ese control del mundo que lo lleva a creer que esa supervisión es parte de su identidad. En el último libro publicado, El doble camino sin salida, lo universal ante la prueba de los fundamentalismos religiosos y mercantiles (La double impasse. L’universel à l’épreuve des fondamentalismes religieux et marchand, Paris, éd. La Découverte, 2014), la historiadora tunecina ponía en relación la influencia mutua que ejercen el radicalismo islamista y el hiper liberalismo tal y como se practican en Occidente y las petromonarquías.

En esta entrevista exclusiva realizada en París, Sophie Bessis analiza la guerra en Siria, los orígenes y las responsabilidades de la catástrofe en Medio Oriente, el conflicto interno entre chiítas y sunnitas y el papel que desempeñan los países de occidente y los del Golfo Pérsico en esta crisis que corroe el corazón del sistema internacional y deja cientos de miles de victimas bajo las bombas, los atentados terroristas y la represión.

—Los atentados de París marcan un nuevo hito, tanto en el horror como en el señalamiento de la responsabilidad occidental en esta crisis. Al mismo tiempo le sacan la máscara al origen de este problema, que es, en gran parte, el pacto entre las petromonarquías del Golfo Pérsico y Occidente.

—Los últimos acontecimientos trágicos que golpearon a Francia nos conducen a reflexionar todavía más sobre los efectos catastróficos que pueden tener la convergencia de estos dos fundamentalismos, el liberalismo y el fundamentalismo religioso. Sabemos muy bien que ciertas monarquías del Golfo Pérsico son las ideólogas y los propagadoras del fundamentalismo clanista. Hay pruebas irrefutables. Si no, basta con ver cómo es un país como Arabia Saudita y cuál es su ideología. Desde el primer colapso petrolero de 1973, los países del Golfo acumularon una inmensa fortuna gracias a la adicción de las economías occidentales con respecto al petróleo. Esta adicción y el dinero que va con ella le permitió a los países del golfo globalizar lo que podría llamarse un nuevo Islam, una nueva versión del Islam que se tradujo en movimientos islamistas cada vez más violentos y extremistas. Ahora bien, estos países son los aliados más cercanos de los grandes Estados democráticos de Occidente, los defensores de la libertad y los derechos humanos. Estas monarquías del Golfo se encuentran entre los países más ricos del planeta, pero los grandes países occidentales pasan por encima de sus propios valores para venderles armas, aliarse con ellos, comprarles petróleo. No quiero decir que debemos ser completamente idealistas y no tomar en cuenta la realidad. Pero en fin, entre tomar en cuenta la realidad y hacer de Arabia Saudita y Qatar sus aliados más cercanos hay un margen. Y mientras haya un abismo tan grande entre el discurso y la realidad veremos que esos dos fundamentalismos seguirán siendo complementarios. La ideología wahabista de Arabia Saudita es la más sectaria, la más oscurantista de todas las formas y lecturas del Islam. No hay que confundir Islam e islamismo. Incluso si hay pasarelas entre una y otra, está la religión y luego la política. Pero esos movimientos políticos que reivindican el Islam lo hacen identificándose con esa versión regresiva del mismo.

—¿Cuál el proceso que conduce a esta radicalización?

—Hay muchas causas, pero distinguiré dos. La primera y dentro del contexto internacional es evidente que todas las acciones occidentales llevadas a cabo en Medio Oriente desde el 11 de septiembre 2001 forman parte del problema y no de la solución. Esas acciones exacerbaron, desestructuraron y destruyeron Medio Oriente como nunca antes había ocurrido. La invasión de Irak en 2003 por parte de Estados Unidos es una de las matrices del extremismo jihadista armado. Estados Unidos destruyó un Estado. Ciertamente era una dictadura, Saddam Hussein era un dictador sangriento que mató a decenas de miles de personas. Pero la invasión norteamericana mató a cientos de miles de personas, acá hablamos de otra escala. Esa invasión de 2003 hizo explotar un Estado, no dejó ninguna base. Si se miran las intervenciones occidentales de los últimos años en la región, estas hicieron explotar los Estados sin garantizar la estabilidad después. Pienso en Libia, por ejemplo. Convencidos de su hiperpotencia los Estados occidentales hicieron cualquier cosa. Actuaron con un simplismo político que se aparenta al cretinismo. En Irak, como Saddam Hussein era sunnita, lo mataron a él y le entregaron el poder a los chiítas. Ahí hay una prueba del simplismo político de Occidente. Además, al darles el poder a los chiítas se le entrega Irak a su peor enemigo, que es Irán. Después ponen a la cabeza de Irak a un fundamentalista chiíta, Nouri Kamal al Maliki, el cual emprenderá la peor de las represiones contra la minoría sunnita. Y esa minoría, incluso si no era particularmente extremista, se unirá al Estado Islámico con la idea de que únicamente éste los protege. El Estado Islámico no sería lo que es hoy si no estuviese detrás toda esta situación. La segunda razón cabe en una pregunta que conecta el fundamentalismo religioso con el fundamentalismo mercantil: ¿por qué las tres cuartas partes de esos jóvenes que van a matar cientos de personas provienen de los suburbios de las grandes ciudades europeas, de los cuales entre 30 a 40 por ciento son convertidos, es decir, que ni siquiera provienen del mundo árabe? ¿Por qué? Porque el mundo en el cual vivimos es un mundo vacío de sentidos, carente de propuestas. El fundamentalismo mercantil provocó un vaciamiento del sentido. Una idea colectiva no puede resumirse al horizonte del consumo. Encima, ponen ese horizonte del consumo sin dar los medios para consumir. La variable principal de ajuste de la versión actual del capitalismo es el trabajo, el desempleo. Cuando se unen estos dos factores la bomba explota. La extraordinaria perversidad de esos movimientos religiosos consiste en hacerle creer a esa juventud sin rumbo que le transmiten un sentido y un horizonte de esperanzas.

—¿Qué lugar ocupa en este conflicto la propia confrontación interna entre chiítas y sunnitas?

—La división entre chiítas y sunnitas remonta a la muerte del profeta Mahoma, pero nunca fue un problema geopolítico como hoy.

—Pero se ha convertido en una de las esencias del conflicto.

—Sí, actualmente es un problema geopolítico pero es un pretexto dentro de la lucha de poderes. La revolución iraní ejerció un enorme poder de atracción en las masas musulmanas pobres. A partir de allí, Arabia Saudita quiso construirse otro polo de atracción y empezó a financiar, a capacitar y a armar el fundamentalismo sunnita. Pero no estamos asistiendo a querellas teológicas, o querellas dinásticas. Estamos ante conflictos políticos y este conflicto interno entre sunnitas y chiítas le conviene a mucha gente. Mire, otro ejemplo: hoy, Arabia Saudita está arrasando Yemen. En este país, los zaiditas nunca se consideraron chiítas, pero se volvieron chiítas desde que Irán los financia. Es un chismo político reciente. Pero en los años 70, Arabia Saudita financiaba al zaidismo. En suma, Arabia Saudita fue aliada de los zaiditas y hoy los bombardea con el pretexto de que son chiítas. No niego la existencia del conflicto entre chiítas y sunnitas en la historia el Islam, pero hoy asistimos a una instrumentalización política de este conflicto.

—¿Usted coincide con ciertos análisis según los cuales hay una clara intención de provocar el famoso conflicto entre civilizaciones, entre religiones?

—Hay dos grupos que necesitan llegar a ese punto: los extremistas islamistas y las extremas derechas occidentales. Ambos necesitan un conflicto entre las civilizaciones, entre las culturas, entre las religiones. Los extremistas islamistas necesitan el conflicto para decir “ellos son nuestros enemigos hereditarios hay que matarlos a todos”. Y a las extremas derechas occidentales les hace falta ese conflicto para decir: “miren, nuestros enemigos de hoy no son los grupos extremistas sino los musulmanes como globalidad”. En la actualidad, los democráticos del mundo árabe tienen mucho trabajo por hacer, pero nadie les presta atención y se olvidan de que existen. Cuentan con muy pocas divisiones. El Occidente tiene a su vez un doble combate por delante: un combate contra el extremismo que mató en París a 130 personas y que, me temo, seguirá provocando daños en los próximos meses y años. Y también otro combate contra las extremas derechas. Esos dos extremos quieren llegar a una situación de odio contra odio. Los demócratas tienen que evitar que se llegue a esto.

—Siria, ahora ¿por dónde se introdujo la fractura que condujo a este desastre político, geopolítico y humanitario?

—En marzo de 2011, cuando empezó la Primavera Arabe con el levantamiento de Túnez, seguido por la sublevación de la Plaza Tahrir (Egipto), luego el de Bahréin, el de Bengazi, también se reveló la ciudad siria de Deraa. Lo hizo con el grito de justicia, libertad, dignidad y exigiendo lo mínimo que un pueblo puede pedir. Basta de esencializar a los árabes diciendo que no tienen las mismas neuronas que los demás. Los sirios, como los demás, estaban hartos de 50 años de una dictadura sangrienta y espantosa. Pero la represión fue salvaje, de una violencia horrible, lo que no es sorprendente de parte del hijo de Hafez al Assad. Lamentablemente, varios movimientos, varios países vecinos, se dijeron que la única solución era armar la revuelta. La fractura está ahí, cuando se pretendió armar la sublevación. Hoy tenemos más de 300 mil muertos. Ceder a las sirenas de la militarización de la revuelta fue un error grave. Luego, tampoco hubo unidad de la oposición siria ante la dictadura de Bashar al Assad. Al fin, gracias a los países vecinos, en particular a las monarquías del golfo, Siria se volvió el terreno de la guerra de todos. En Siria, hoy asistimos a una guerra mundial. Están todos: los norteamericanos, los europeos, los rusos, los iraníes, el Hezbollah, los sauditas. En suma, todos están ahí y todos bombardean Siria. En la última etapa tenemos a Rusia, que se introdujo en el juego de forma magistral respaldando una de las peores dictaduras que haya conocido el Medio Oriente en su historia moderna. Y esto no hay que olvidarlo: la dictadura de Assad es una de las más sangrientas de Medio Oriente. Si se olvida esto, nos olvidamos de los muertos, pero los muertos no pueden olvidase.

—¿No hay salida racional entonces?

—Lo que podría ocurrir es que las potencias se pongan de acuerdo para que todo quede igual, menos el Estado Islámico, desde luego. Se pondrán de acuerdo para eliminarlo. Es posible. Así se llegará de nuevo a la explosión de Medio Oriente. No estoy segura de que sea la solución. Estamos en un período de desintegración total de la región y no se cómo se recompondrá.

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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6) Cómo Estados Unidos contribuyó a la creación de Estado Islámico
(BBC Mundo)

El grupo extremista más fuerte de la actualidad, Estado Islámico, nació en el que debió ser el más improbable de los lugares: una prisión estadounidense en el desierto de Irak*. Así concuerdan al menos los analistas y los comandantes a cargo de la instalación y los soldados que trabajaron en ella. Camp Bucca no era su nombre original. Tras la invasión de Irak, las fuerzas británicas la llamaron Camp Freddy.

Pero en abril de 2003, cuando los estadounidenses tomaron el control del campo de detención, lo rebautizaron en honor a Ronald Bucca, un jefe de bomberos de Nueva York que murió por las labores de rescate tras el ataque del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas. La prisión, situada a las afueras de la ciudad sureña de Basora, fue considerada la cárcel modelo de EE.UU., con unidades habitacionales de cemento y techo de madera, actividades gestionadas por los propios reclusos, y derecho a visita familiar y atención médica.

Llegó a tener 27.000 detenidos repartidos en 24 campos y clasificados con trajes de colores según su estatus; muchos de ellos transferidos de Abu Ghraib tras el escándalo por torturas y abusos a prisioneros. Por sus instalaciones pasaron, entre otros, nueve miembros de la cúpula de EI, de acuerdo al informe The Islamic State, de Soufan Group, una organización que ofrece servicios estratégicos de inteligencia de seguridad a gobiernos y multinacionales, publicado en noviembre del año pasado.

«Universidad de terroristas»

El líder del grupo yihadista, Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado califa y «líder de todos los musulmanes», por ejemplo, permaneció en Camp Bucca cinco años. Lo trasladaron tras detenerlo en Fallujah, al oeste de la capital, Bagdad, en febrero 2004. Tenía 33 años y no habían pasado muchos meses desde que ayudara a fundar Jeish Ahl al-Sunnah al-Jamaah, un grupo militante que había echado raíces en las comunidades sunitas alrededor de su ciudad natal, Samarra. Eran tiempos en los que la insurgencia sunita contra EE.UU. estaba cobrando fuerza en el país.

Pero el grupo que ayudó a fundar no era muy conocido, así que llegó a la prisión con perfil bajo. «Los estadounidenses no sabían a quién tenían», dijo sobre él Hisham al-Hashimi, un asesor del actual gobierno iraquí. Allí, en Camp Bucca, Al Baghdadi coincidió con el que después sería su número dos en EI, Abu Muslim al-Turkmani, así como con el experimentado militar Haji Bakr, hoy fallecido. También permaneció en el campo de detención Abu Qasim, líder de los combatientes extranjeros, según Soufan Group.

Y los analistas señalan que es probable que estos hombres fueran extremistas cuando entraron en la prisión, pero seguro que lo eran cuando salieron de ella. Antes de su detención, Al Baghdadi y otros eran radicales violentos (…), pero su tiempo en prisión hizo más profundo su extremismo y les dio la oportunidad de aumentar el número de seguidores», escribió el antiguo militar Andrew Thompson en en diario The New York Times en noviembre de 2014.

A lo que agregó: «La prisión se convirtió en una universidad virtual de terroristas». Ya lo había reconocido, casi con las mismas palabras, David Petraeus, el general que lideró la operación de EE.UU. en Irak. «Estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones», admitió. «Estábamos liberando a individuos que eran más radicales que cuando llegaron (a Camp Bucca)».

Radicalización y colaboración

A eso mismo se refería el jefe de policía iraquí Saad Abbas Mahmoud cuando le dijo lo siguiente al diario estadounidense The Washington Post: «Estos hombres no estaban plantando flores en el jardín». James Skylar Gerrond, comandante encargado de la prisión entre 2006 y 2007, también coincidía con esa opinión.

«A muchos de nosotros en Camp Bucca nos preocupaba que, en lugar de solo alojar a detenidos, hubiéramos creado una olla a presión del extremismo», escribió en su cuenta de Twitter. Además, los analistas concuerdan con que el campo de detención no fue un lugar para la radicalización, sino también para la colaboración.

Y es que en él coincidieron miembros de Baath, el partido del líder iraquí Saddam Hussein, hoy fallecido, y fundamentalistas islámicos. Y eso desembocó en un «matrimonio de conveniencia», según Soufan Group. De acuerdo a los analistas, cada grupo le ofreció al otro aquello de lo que carecía. Así, los yihadistas aprendieron de los exbaazistas habilidades para organizarse y disciplina militar. Y estos, por su parte, encontraron un propósito en los militantes islamistas.

«En Bucca las matemáticas cambiaron cuando las ideologías adoptaron rasgos militares y burocráticos y los burócratas se volvieron extremistas violentos», dice el informe. Y según Peter Taylor, periodista de la BBC con 35 años en el oficio y curtido en temas de insurgencia y violencia política, conocer eso es fundamental para entender el fenómeno de EI.

Un grupo que en pocos meses amasó una fortuna calculada en US$2.000 millones, controla amplios territorios de Siria e Irak con unos ocho millones de habitantes, tiene en nómina a unos 50.000 combatientes, utiliza con gran destreza las redes sociales con objetivo propagandístico, y a cuya llamada han acudido a hacer la yihad unos 12.000 militantes extranjeros.

*Este artículo fue publicado originalmente el 23 de abril de 2015

LUNES 23 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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