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PARO MUNDIAL PARA QUE LA TIERRA TIEMBLE

1) Para que la tierra tiemble

2) Ecuador: La cotidiana lucha de las mujeres kichwas de Sarayaku
3) Marcha histórica de mujeres a Villanubla en solidaridad con las presas vascas
4) Uganda: escuelas de campo ayudan a mujeres contra el cambio climático
5) Mexico: Inicia Campaña Nacional por los Derechos de Trabajadoras del Hogar
6) Susana Baca: “en Perú el racismo es un trauma nacional”

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 508/ Lunes 20 de febrero de 2017 / Producción: Beatriz Alonso

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo
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1) Para que la tierra tiemble
Pagina 12

En un hecho inédito, 200 mujeres de todas las tendencias de la oposición coincidieron en un fuerte reclamo a que las centrales sindicales apoyen la medida de fuerza que se realizará en treinta países.
Por Tali Goldman

Era noche cerrada cuando los aplausos terminaron una asamblea en la que más de 200 mujeres, auto convocadas unas y organizadas otras en fuerzas políticas, sindicales, movimientos sociales y estudiantiles, produjeron un hecho político muchas veces enunciado y pocas concretado. De manera unitaria, reuniendo voluntades que abarcan el más amplio arco opositor, se redactó un fuerte pedido a las centrales de trabajadores y trabajadoras para que apoyen el paro de mujeres del 8 de marzo que fue convocado internacionalmente.

La declaración pide el compromiso de las dirigencias sindicales de manera contundente para la medida, que busca denunciar las diferentes violencias machistas y la falta de atención del Estado pero también las inequidades económicas, la carga de las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, el rechazo al aumento de la edad jubilatoria, entre otros reclamos concretos. Explícitamente, se suma a las trabajadoras informales y a las que trabajan dentro de sus casas con modalidades que están todavía por definirse.

Altas, flacas, rubias, morochas, con el pelo fucsia y azul, gordas, lesbianas, heterosexuales, trans, del conurbano, de la capital, de la villa, sindicalistas, militantes de barrio, abogadas, estudiantes, autoconvocadas, con pollera, vestido, pantalón, con pañuelo verde en el cuello, con pañuelo de colores en la cabeza, rapadas, con hijos, sin hijos, jóvenes, viejas, casadas, viudas, solteras, peronistas, kirchneristas, trotskistas y de izquierda. Todas. Todas son más de doscientas mujeres. Fueron llegando para pensar juntas, debatir y consensuar de qué manera se encara el primer paro internacional de mujeres de la historia, el próximo 8 de marzo. La medida se replicará en treinta países del mundo y tuvo como primera medida unánime pedirle a los sindicatos que garanticen el derecho a huelga.

La decisión de la asamblea difundida a través de un comunicado ya tiene una respuesta institucional. Estela Díaz, Secretaria de Género de la CTA de los Argentinos, anticipó a PáginaI12 que esta semana planteará en la reunión de la mesa nacional de la central que el paro nacional de mujeres debe ser parte de la acción de lucha. “Desde la CTA venimos conversando, incluso con sindicatos a nivel internacional, de qué manera llevar a cabo esta medida de fuerza. Creemos que es una oportunidad propicia dentro del sindicalismo. Nosotros adherimos al paro del 19 de octubre y creemos que hay que darle modalidades múltiples al próximo 8 de marzo. Hay que favorecer modalidades que ayuden a que las compañeras participen”.

También lo hizo la dirigente del PTS y ex diputada nacional Myriam Bregman: “Nuestra exigencia a las centrales sindicales para que garanticen un paro efectivo de toda la clase trabajadora, con el destacado protagonismo de las mujeres, tiene el objetivo de que ese día verdaderamente sea una jornada de lucha masiva en la que se pueda expresar la fuerza de millones de trabajadoras y trabajadores reclamando por nuestros derechos, los derechos de las mujeres que somos también las que más sufrimos las consecuencias del ajuste, las más precarizadas, las primeras en ser despedidas, las que ganamos menos, las que padecemos la violencia machista y pagamos con más de trescientas muertes por año la negativa al derecho al aborto seguro y gratuito”.

La convocatoria se vio atravesada por un debate obligado. “Llamativamente la CGT después de un letargo decidió convocar a una movilización para el 7 de marzo cuando es de público conocimiento que estamos aquí y ahora planeando el paro del 8 de marzo. Esto no es para pasarlo desapercibido. Ayer un periodista le preguntó a los sindicalistas qué iban a hacer frente al paro de mujeres. Y lo que hicieron fue poner cara de ¿existen las mujeres?”, dijo una de las integrantes del Colectivo Ni Una Menos al inicio de la asamblea.

Una de las primeras en hablar fue Natalia Fontana, secretaria de Comunicación de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, gremio que está nucleado dentro de la CGT: “Esta semana sentimos que hay un vacío muy importante por parte de los varones al recibir la propuesta. No responden, no nos atienden y se hacen los boludos. Además, hemos visto a varios de nuestros compañeros con un volante bastante llamativo”. Parada en el centro de la ronda, Natalia mostró un papel en el que se podían ver a dos mujeres con dos leyendas diferentes. La primera con la frase “Las mujeres fuertes toman las riendas de sus vidas”, la otra con la consigna “las débiles culpan de su problema al patriarcado”. Arriba había una mujer sonriente con uniforme de trabajo, abajo un grupo de manifestantes con carteles mostrando las tetas.

Todas saben de lo que hablan, porque para todas el 19 de octubre de 2016 se convirtió en un hito para el movimiento de mujeres en Argentina y el mundo. Las mujeres vestidas de negro y bajo la consigna “Ni Una menos, vivas nos queremos” reaccionaron con ceses de actividades de una hora y una masiva e inconmensurable marcha en respuesta a la crueldad del femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata, y la brutal represión en el 31 Encuentro Nacional de Mujeres.

En esa historia reciente de movilizaciones –masivas el 3 de junio de 2015 y 2016, con réplicas en España, Perú, Chile, México, entre otros países– se inscribe la primera marcha contra el presidente de Estados Unidos Donald Trump, protagonizada por más de tres millones de mujeres en Washington. Este hecho político y social terminó de consolidar la idea: el movimiento de mujeres marca agenda en el mundo.

Así lo entendió la diputada nacional por el Movimiento Evita, Araceli Ferreyra: “Cuando pedimos por cargos nos dicen liberales, cuando pedimos por ejercer nuestra sexualidad como queremos, nos dicen putas. Nos van a decir cualquier cosa y nos hacen cualquier cosa. Quieren tapar nuestra movilización que sin dudas va a ser contundente y que marcamos antecedente. Porque la marcha de Estados Unidos contra Trump se basó en nuestro movimiento”.

De la misma manera quedó plasmado en un documento reciente que publicaron un grupo de profesoras y activistas de Estados Unidos entre las que se destacan Nancy Fraser, Cinzia Arruzza, Keeanga-Yamahtta Taylor, quienes llaman a construir un feminismo de base y anticapitalista y convocan al paro internacional de mujeres. “Nos inspiramos en la coalición argentina Ni Una Menos. La violencia contra las mujeres, como ellas la definen, tiene muchas facetas: es doméstica, pero también del mercado, de las relaciones de propiedad capitalista, y del Estado”, refleja el escrito.

Varias mujeres sindicalistas contaron sus experiencias en sus lugares laborales y fueron las que hicieron visible la necesidad del apoyo de las centrales de trabajadores y trabajadoras, como el en caso de Lucila, miembro de la lista bordó del Ferrocarril Sarmiento: “El 19 de octubre no pudimos parar, porque para nosotras implica parar una línea de ferrocarril y no es sencillo. Por eso vamos a juntarnos con las mujeres del tren para ver cómo hacemos porque hay muchas ganas de que se sienta fuerte la medida”.

Las lista de oradoras seguía completándose. Ninguna se quería quedar afuera. Pero el turno de Ninfa cambió el eje de los discursos y generó un aplauso cerrado: “Mi nombre es Ninfa y soy paraguaya. En 2014 fui brutalmente violada por mi ex marido. En 2016 mi hija fue brutalmente violada por el mismo padre. Entonces yo voy a luchar por mis hijos y por todas, el 8 de marzo, gracias”. Así también lo hicieron las compañeras de los trabajadores de AGR, quienes se acercaron a la asamblea para contar la situación que tiene a los trabajadores gráficos ocupando la planta hace ya más de dos semanas. “Nosotras les dijimos a nuestros maridos que si vuelven a casa es con el puesto, que sino no vuelvan, nosotras los bancamos”.

A ninguna le quedan dudas: el camino hasta el 8 de marzo será arduo y sinuoso. Pero saben que son muchas, que están haciendo historia, que el camino que comenzó con el grito de Ni Una Menos hizo eco en el mundo entero. “El 8 de marzo la tierra tiembla”, auguran las mujeres, aunque ellas ya sepan, que el sismo comenzó.

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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2) Ecuador: La cotidiana lucha de las mujeres kichwas de Sarayaku
www.pikaramagazine.com

En la Amazonia sur ecuatoriana, mujeres indígenas de Sarayaku narran sus experiencias de lucha contra la explotación petrolera de su territorio y el patriarcado ancestral en su comunidad

Las mujeres del Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku han jugado un papel crucial en la resistencia de su comunidad frente a los intentos de extracción de la riqueza energética escondida en las entrañas de su territorio ancestral.
Situadas siempre en la primera línea de las marchas, cargando a sus bebés en sus espaldas o en sus úteros, las warmis (mujeres en lengua kichwa) han alzado su voz para decir “¡No!” al extractivismo y al patriarcado. Es la doble lucha de las mujeres indígenas de Sarayaku, decididas a resistir tanto a la explotación petrolera pretendida por el Estado ecuatoriano como al patriarcado ancestral que enfrentan en su comunidad.

En 1992, varios pueblos amazónicos de Ecuador marcharon caminando desde Puyo hasta Quito para reclamar al Gobierno del entonces presidente Rodrigo Borja la legalización de sus títulos de propiedad sobre los territorios que ocupaban. Fueron las mujeres las que convencieron a los hombres de caminar los casi 250 kilómetros de distancia y 2.000 metros de desnivel que separan la capital de la oriental provincia de Pastaza de la urbe andina donde tiene su sede el Gobierno de Ecuador.

“Largo tiempo pasamos para llegar a Quito, duro era caminar. Fuimos 5.000 personas, muchas mujeres, algunas viejitas, otras llevaron a sus hijos y otras estaban con su barriga”, cuenta Montalvo, una de las 1.600 habitantes de Sarayaku, comunidad a la que solo se puede acceder navegando durante más de tres horas por el río Bobonaza o mediante avioneta.

Una de las mujeres que caminó sosteniendo a su hijo fue Narcisa Gualinga, quien hoy tiene 72 años. “Los hombres querían ir en bus, pero no teníamos dinero, no querían caminar. Las mujeres los convencimos para andar. En el camino, los urkorunas (kichwas de los Andes) nos apoyaron, nos dieron comida y mantas”, rememora esta mujer de esbelta figura y mirada profunda, una de las fundadoras de la pionera Asociación de Mujeres Indígenas de Sarayaku (AMIS). Fue la hermana mayor de Narcisa, la histórica líder Beatriz Gualinga, quien alzó su voz frente al mandatario Borja. “Tanta gente que eran estudiados y sabían hablar muy bien el castellano, ella no sabía bien, pero ella habló con el gobierno”, declara Narcisa. “Beatriz habló muy fuerte. Le dijo al presidente, en kichwa y todo, que solo para ganar votos ustedes hacen algo. Fuerte le gritó”, asegura Montalvo.

RESISTENCIA CONTRA EL EXTRACTIVISMO

El liderazgo de las mujeres de Sarayaku se mantuvo a lo largo del tiempo. De poco sirvieron los títulos de tierra conseguidos en 1992 cuando, una década más tarde, la petrolera argentina Compañía General de Combustibles (CGC) ingresó al territorio comunal sin permiso de sus habitantes para iniciar la exploración sísmica en busca de crudo. La compañía, con la connivencia del Estado ecuatoriano, colocó 1.400 kilos de explosivos en diferentes puntos del territorio, con el objetivo de abrir líneas que permitieran dilucidar dónde se encontraba el petróleo. Al detectar la presencia extraña, las mujeres y los hombres de Sarayaku se pusieron en marcha.

“Cuando entró la empresa petrolera en 2002 nos fuimos a luchar. Las mujeres nos reunimos para decidir quiénes íbamos a ir y quiénes se iban a quedar. Nos tocó abandonar a nuestros hijos en casa. Descuidamos las chacras y toda la cosecha se perdió en la lucha”, cuenta Ena Santi, actual dirigente de la Mujer en el Consejo del Gobierno Autónomo de Sarayaku, conocido como TAYJASARUTA. “Yo justo en ese tiempo estaba embarazada de nueve meses de mi hija Misha, pero igual caminé”, manifiesta sentada en su casa de madera, situada en un extremo de la plaza central de la comunidad. “Entre 20 mujeres agarramos una canoa y nos fuimos al lugar donde había aterrizado un helicóptero con trabajadores de la empresa. Agarramos a los trabajadores y los trajimos al centro de la comunidad. También cogimos a unos militares y les quitamos las armas. Nosotras solamente teníamos lanzas”, explica Santi, que anteriormente fue secretaria de AMIS, organización que más tarde pasó a llamarse Kuri Ñampi (Camino de Oro, en kichwa).

Finalmente, la comunidad consiguió expulsar a la petrolera de su territorio, pero no se quedó ahí. Sarayaku denunció al Estado frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos por haber permitido la entrada de CGC sin realizar una consulta a la comunidad. En 2012, el Tribunal falló a favor de los kichwas, obligando al Estado a pedir disculpas públicas y a llevar a cabo una consulta previa, libre e informada a los habitantes de la comunidad antes de iniciar cualquier proyecto petrolero en su territorio.

Aunque Sarayaku ganó la batalla, sus mujeres han continuado con su lucha tanto dentro como fuera de la comunidad. El pasado 8 de marzo de 2016, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, cientos de warmis de siete nacionalidades indígenas salieron a las calles de Puyo para protestar contra la reciente concesión de los bloques petroleros 79 y 83, que afectan parcialmente al territorio de Sarayaku, al consorcio chino Andes Petroleum.

Mujeres kichwas, waoranis, záparas, shiwiar, andoas, achuar y shuar dejaron clara su intención de combatir las aspiraciones extractivistas del Ejecutivo de Rafael Correa y de las petroleras chinas Sinopec y CNPC. “Estamos dispuestas a proteger, defender y morir por nuestra selva, familias y nación”, declararon las mujeres zápara, representadas aquel día por una de sus lideresas, Gloria Ushigua.

Pese a que durante sus primeros meses en el Gobierno se alineó con el movimiento indígena y las organizaciones ecologistas, Correa no tardó en alejarse de ellas y continuar con el legado extractivista de sus antecesores. El fin de la iniciativa Yasuní-ITT en 2013, que pretendía mantener el petróleo bajo tierra en una de las regiones más biodiversas del mundo, y la apuesta decidida por la minería a gran escala en la cordillera del Cóndor, el valle de Íntag o en los páramos de Kimsakocha han marcado los últimos años en el poder del líder de la “Revolución ciudadana”.

Desde 2015, además, se ha recrudecido la represión de la protesta indígena. En agosto de ese año tuvo lugar el paro nacional promovido, entre otras organizaciones, por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), que se saldó con más de un centenar de personas detenidas. Solo en Saraguro, una comunidad kichwa andina, 12 mujeres indígenas fueron arrestadas y procesadas por haber participado presuntamente en el corte de una carretera.

Asimismo, el Estado ecuatoriano también ha actuado contra las oenegés aliadas con los pueblos indígenas frente al extractivismo. En diciembre de 2013, el Ministerio del Ambiente disolvió la Fundación Pachamama acusando a sus integrantes de haber instigado una protesta violenta en el marco de la XI Ronda Petrolera del Sur Oriente. En la cordillera del Cóndor, una región ubicada entre las provincias amazónicas de Zamora Chinchipe y Morona Santiago, el Ejército desalojó las comunidades shuar de Tundayme y Nankints para dar paso a dos megaproyectos mineros. En diciembre de 2016, el conflicto entre los shuar y el Gobierno escaló tras la muerte de un policía en un campamento minero de la empresa china ExplorCobres S.A. (EXSA). El Ejecutivo responsabilizó a los shuar del asesinato y declaró el estado de emergencia en la provincia de Morona Santiago, iniciando una campaña de detenciones a varios líderes indígenas de la zona y promoviendo sin éxito el cierre de la histórica ONG Acción Ecológica.

UNA LUCHA DIARIA

En su revuelta cotidiana contra el patriarcado ancestral, las mujeres de Sarayaku han logrado prohibir la venta de alcohol dentro del territorio. Como en muchas comunidades indígenas de América Latina, el alcoholismo supone un grave problema que no solo atenta contra la salud de los hombres que lo padecen, sino también contra la integridad de las mujeres que reciben los golpes de sus ebrios maridos. Siguiendo el ejemplo de las mujeres zapatistas de Chiapasy su Ley Revolucionaria de Mujeres, las warmis de Sarayaku consiguieron restringir la distribución de alcohol, exceptuando la chicha, la bebida tradicional de yuca que ellas mismas fermentan con su saliva.

“Los hombres toman trago y empiezan a agredir a las mujeres porque no tienen conocimiento. Por eso se puso el reglamento de que no vendan aquí alcohol. Las mujeres tuvieron que luchar mucho en las asambleas para que los hombres lo aceptaran”, narra Abigail Gualinga, una joven de 20 años que pertenece a la nueva generación de mujeres luchadoras de Sarayaku. Su madre, Marina Gualinga, asevera que no van a permitir que se consuma alcohol porque “las mujeres sufren y quedan con los ojos morados”.

“Una vez, las mujeres encontraron una caja con cinco galones de trago, lo llevaron al frente de toda la comunidad y lo tiraron al suelo, prendieron un fósforo y lo quemaron todo”, relata Marina, de 59 años.

Las mujeres de Sarayaku, al igual que las mujeres mayas bases de apoyo zapatistas, consideran una importante victoria la prohibición del alcohol en sus comunidades. Aunque esta restricción no ataja las desigualdades derivadas del sistema patriarcal, sí mejora sustancialmente las condiciones de vida de las warmis. En su libro Mujeres de maíz escrito desde la selva Lacandona, Guiomar Rovira expone que “los malos tratos a las mujeres están directamente relacionados con el alto consumo de alcohol”. La misma autora recoge también el uso que se ha dado tradicionalmente al licor en América Latina: “El alcohol ha sido junto con la religión y las armas una forma de control y subyugamiento de los campesinos e indígenas pobres. Su consumo ha sido celosamente cultivado por patronos, caciques y demás explotadores”.

Gran parte de los esfuerzos de las mujeres indígenas organizadas tiene como objetivo resistir frente al patriarcado originario ancestral que pauta los roles de género en sus comunidades. Según Lorena Cabnal, indígena xinca de Guatemala y teórica del feminismo comunitario, el patriarcado ancestral es “un sistema milenario estructural de opresión contra las mujeres originarias o indígenas”.

El caso de Sarayaku no es el único en Ecuador en el que las mujeres han tomado un rol protagónico en la defensa de sus cuerpos y de sus territorios ancestrales. En un país donde seis de cada diez mujeres han sufrido violencia machista, otros pueblos amazónicos como el waorani o el zápara también han visto cómo sus féminas han dado un paso al frente. Desde su puesto como dirigente de mujeres de la CONAIE, Katy B. Machoa revela la razón principal por la cual las mujeres amazónicas están tan decididas a luchar. “Tenemos una relación muy cotidiana, diaria, de pertenencia con la tierra. En la selva todo sale de la tierra, es nuestra fuente de vida, no tenemos otra fuente de ingreso. El hecho de que todo el desarrollo y el mantenimiento de la familia dependa del territorio provoca que cuando todo eso se ha visto amenazado, las mujeres nos hemos organizado para salir a demandar respeto por nuestra forma de vida”, revela.

Mientras las mujeres tienen esa relación muy cercana con la tierra por ser las encargadas de cuidar la chakra y criar a sus hijos, muchos hombres han tenido menos problemas para renunciar a su estilo de vida y aceptar un trabajo asalariado. “En la Amazonia, los hombres se van a trabajar a las petroleras o a las mineras, lo que ha significado una fuerte división en el núcleo familiar y en la organización política indígena. Esta situación afecta mucho a la mujer porque cuando el hombre migra, la mujer queda como cabeza de familia”, expresa Anamaría Varea, coordinadora delPrograma de Pequeñas Donaciones del PNUD en Ecuador.

En Sarayaku, tanto mujeres como hombres han participado activamente en la protección de su territorio frente a las iniciativas extractivistas. No obstante, existe todavía desigualdad en el acceso a cargos políticos. A pesar de que la lucha de Sarayaku dura ya más de tres décadas, solo en los últimos años las mujeres han tenido acceso al consejo de gobierno comunitario. Asimismo, pese al liderazgo que han tenido las warmis en la resistencia contra la explotación petrolera, apenas una mujer ha sido elegida hasta ahora como presidenta del gobierno autónomo de la comunidad. Así pues, tanto en la lucha política como en la lucha cotidiana, a las mujeres les queda todavía mucha batalla que dar.
(Nota completa en www.pikaramagazine)

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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3) Marcha histórica de mujeres a Villanubla en solidaridad con las presas vascas
Kaos en la Red

Euskal Herriko Bilgune Feministak en su 15 aniversario convocó a 300 mujeres de distintos puntos del País Vasco que exigieron la libertad de todas las encarceladas

Imágen hasta ahora inédita: 300 mujeres, casi todas procedentes del País Vasco, gritando libertad para todas las presas a la puerta del Centro Penitenciario de Villanubla, en cuyo penal cumple condena la presa política donostiarra Nahikari Otaegi y 40 mujeres más. Durante casi tres horas, Euskal Herriko Bilgune Feminista en su 15 aniversario expresó con música, poesía, danza y alocuciones políticas su solidaridad con las detenidas.

Las primeras en llegar al Centro Penitenciario de Villanubla lo hicieron en una furgoneta, de la que descargaron micrófonos, altavoces, un escenario, un generador… y hasta un atril de metacrilato y una moqueta roja, que desplegaron en la parte posterior de la prisión, a la espera de la llegada del resto de sus compañeras, que viajaban en cinco autocares desde Bilbo, Iruña, Donostia y Gasteiz con más de 250 mujeres. Una veintena de Solidaridad Feminista de Valladolid también aguardaba la llegada de los vehículos y colaboraba en el montaje de la infraestructura para el recibimiento, de manera especial, en el inflado de globos de color morado con bombonas de nitrógeno.

La aparición de las mujeres con profusión de banderas feministas, y algunas ikurriñas o blancas con la leyenda de ‘Euskal Presoak Etxera’, acompañadas de una batucada, fue recibida en un ambiente de júbilo y el sonido de una txalaparta, transportada también en la citada furgoneta.

Los participantes en la marcha llenaron 5 autobuses.

Al frente de la marcha, una pancarta: ‘Sara eta Izar Etxea’

Los primeros gritos de ‘Gora Borroka Feministak’; ‘Abajo los muros de las prisiones’; ‘Euskal Presoak Etxera’ y ‘Presoak Kalera, Amnistia Osoa’ fueron coreados y correspondidos desde algunas celdas con gritos de los internos, que exibieron a través de los barrotes prendas y una ikurriña, lo que hizo aumentar la comunicación fuera-dentro, dentro-fuera.

La primera intervención calificó el acto de “histórico”. “Es la primera marcha de mujeres vascas a favor de la libertad de las presas”, dijo.

A continuación se anunció uno de los momentos más emotivos de la jornada. El canto a las 14.15 horas de: ‘Paretak ez du ezer gelditzen/indar bat baldin bada hor./Libreak ezin baina aske bai,/garun eta bihotzak bor-bor./Harri eta herri bat altatzeko…’.

Los versos que hablan de que ninguna pared puede parar esta fuerza, del latido de cabezas y corazones, de la lucha que une y de que sin feminismo nadie será nada, estaba acordado previamente que se cantaran a la misma hora en el exterior de la prisión de Villanubla y en el interior de las distintas cárceles repartidas en el Estado. Unas y otras, además de por las palabras, estaban unidas vistiendo la misma camiseta, que conmemora el 15 aniversario de Euskal Herriko Bilgune Feministak.

“Un abrazo a todas las presas”, se gritó desde el escenario levantado frente a los módulos de una cárcel, calificada -como el resto de las existentes- de “monstruo patriarcal”. También se dijo que las cárceles “no son sitio para nadie. ¡Queremos romper las cárceles! ¡Construir la Euskalerria donde no haya cárceles y se replanteen las penas! Seguimos viviendo en una situación en la que esta no es nuestra paz. El conflicto político requiere una resolución. ¡No a la dispersión!”.

La interviniente denunció a los Gobiernos español y francés por sus políticas represivas y antes de dar vivas a la solidaridad feminista, animó a las presentes a continuar creando redes sociales.

Aunque el acto era solidario con la totalidad de las presas, sin distinciones, sí se mencionaron los casos de Arantza Zulueta, Izar, Sara Manjarenas o Nekane Txapartegiren, a la que visitaron la semana pasada en Zurich, desde donde el Gobierno español intenta extraditarla.

Después de la lectura de poemas con acompañamiento de guitarra, dos expresas en Villanubla narraron sus experiencias carcelarias, en las que sufrieron la doble violencia (penal y social) por ser mujeres, y un castigo moral, dijeron. “Utilizaron nuestros cuerpos entre estas cuatro paredes. Pero nuestros cuerpos son solo nuestros”, expresaron. Las dos abogaron por “tumbar el sistema penitenciario”, antes de dar vivas a la lucha de las mujeres.

A continuación dos feministas de Valladolid expresaron su satisfacción por asistir y participar en un acto así, en el que aprovecharon para denunciar la falta de prisiones para mujeres y que en Villanubla haya 41 presas, en un módulo de reducidas dimensiones. “El Estado español, dentro de la Unión Europea, es el que tiene mayor tasa de mujeres en prisión, con un número significativo de presas políticas: vascas, gallegas, anarquistas, activistas…”, informaron.

Seguidamente tuvo lugar una performance, que sirvió también para renovar el compromiso puesto de manifiesto el pasado diciembre, cuando en un encuentro de expresos y expresas de ETA, estas últimas denunciaron: “No hemos sido tratadas como luchadoras de primer nivel”.

“Hace 5 años ETA hizo su aportación, decretando un alto el fuego, pero la situación de nuestras compañeras no es hoy mucho mejor. Hay que solucionar otros conflictos para que en Euskalerria no haya presas políticas”, se dijo, a la vez que se lanzó una llamada a la sociedad vasca y al movimiento feminista para apoyar y poner fin a esta situación.

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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4) Uganda: escuelas de campo ayudan a mujeres contra el cambio climático
IPS

El debate en torno al cambio climático ha ignorado la forma en que el fenómeno afecta de forma diferente a hombres y mujeres, concentrándose en subrayar la extrema variabilidad del clima y el hecho de que es impredecible, así como la disminución de la productividad agrícola.

Las mujeres representan 56 por ciento de los agricultores ugandeses y son responsables de más de 70 por ciento de la producción agrícola, así como de la seguridad alimentaria y nutricional en los hogares, según la Red de Mujeres de Uganda (Wougnet). Sin embargo, solo son propietarias de 16 por ciento de las tierras cultivables de este país.

Stella Tereka, enlace sobre género y cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), explicó que las prácticas culturales discriminatorias, que tienden a favorecer a los hombres, limitan el control de las mujeres sobre los recursos productivos clave, lo que exacerba su vulnerabilidad al cambio climático.

“El trabajo intensivo recae sobre las mujeres, en especial las tareas no remuneradas del cuidado, lo que hace que no tengan tiempo para practicar lo que aprenden, el conocimiento y las capacidades obtenidas en grupo en sus actividades agrícolas”, explicó Tereka a IPS.

Por su parte, Winnie Masiko, negociadora de género y cambio climático que representa a Uganda en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), criticó la falta de pautas claras para incorporar la dimensión de género en los proyectos de cambio climático.

La Política de Tierras ugandesa, de 2013, garantiza a las mujeres el mismo derecho que a los hombres de ser propietarias o copropietarias de la tierra, pero eso no siempre se refleja en el terreno.

Masiko subrayó la necesidad de iniciativas concentradas en atender los desequilibrios estructurales para achicar la brecha de género, comprender las distintas necesidades de hombres y mujeres y allanar el camino para una efectiva adaptación al cambio climático.

Edidah Ampaire, coordinadora del proyecto Acción Política para la Adaptación al Cambio Climático, dijo que las contribuciones y los derechos de las mujeres están extremadamente restringidos, en especial en zonas rurales, y que el gobierno hace muy poco para atender los desequilibrios.

“La desigualdad de género está generalizada en las comunidades agrícolas y deja a las mujeres en desventaja”, precisó Ampaire.

Tereka subrayó que la promoción de la igualdad de género está en el centro de los programas de la FAO y que la agencia realiza esfuerzos deliberados para garantizar la inclusión femenina en todos sus programas.
“Es fundamental que las mujeres ganen poder y formen parte de la toma de decisiones en todos los niveles, a fin de que podamos ver su contribución efectiva al desarrollo de sus familias y sus naciones”, explicó Tereka.

A través de la metodología de Escuelas de Campo para Agricultores (ECA), “conocidas como escuelas sin muros”, la FAO permite que hombres y mujeres con un objetivo común reciban capacitación, compartan ideas, aprendan entre sí mediante la observación y la experimentación en su propio contexto.

En promedio, las ECA cuentan con 60 por ciento de mujeres.

“Las ECA ofrecen un espacio para aprender en grupo de forma práctica, mejorar la capacidad de realizar análisis críticos e incentivar el proceso de decisión de las poblaciones locales”, explicó Tereka.

“Las actividades se basan en el campo e incluyen la experimentación para resolver problemas, al reflejar un contexto local específico”, añadió.

“Los participantes aprenden a mejorar sus habilidades agrarias mediante experimentación, observación, análisis y aplicación en su propio terreno, lo que contribuye a una mejor producción y sustento. El proceso de las ECA mejora el empoderamiento individual, doméstico y comunitario, así como la cohesión social”, precisó.

La FAO también utilizó los Sistemas de Aprendizaje Acción de Género, una herramienta comunitaria que permite a hombres y mujeres planear el futuro que quieren y actuar contra las barreras, incluidas las normas sociales que inhiben la igualdad de género y la justicia.
La metodología de las ECA se implementa actualmente en 90 países, con cuatro millones de agricultores en el mundo que lograron mejorar sus capacidades y se ajustaron bien a los efectos del cambio climático.

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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5) Mexico: Inicia Campaña Nacional por los Derechos de Trabajadoras del Hogar
Cimacnoticias

El Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar (Sinactraho) declaró el 2017 como el “Año de las Trabajadoras del Hogar” con el fin de generar cambios sustantivos en las condiciones de empleo y el acceso de los derechos laborales de las 2.4 millones de empleadas del hogar que hay en el país.

Como parte del primer aniversario de su registro, la directora de Sinactraho, Marcelina Bautista Bautista, presentó en la Cámara de Diputados la “Campaña Nacional por los Derechos de las Trabajadoras del Hogar”, que busca en primer lugar concretar la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Esta norma garantiza un trabajo digno para las empleadas del hogar, pero no ha sido ratificada por México desde 2011, a pesar de que el Senado de la República ha sido exhortado en más de 10 ocasiones a hacerlo. Desde entonces, dijo Marcelina Bautista “no se han visto avances”, inclusive las autoridades no han llamado al Sinactraho para revisar y concretar su aplicación.

Al llamado se unió la secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo, Amalia Dolores García, quien calificó como una “vergüenza nacional” la negación por parte del Estado a ratificar el Convenio. Este ha sido aprobado en 22 países del mundo.

Para la implementación del instrumento internacional, señaló Marcelina, es necesario antes modificar el Capítulo XII de la Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social, otra las demandas de la campaña, pues estas leyes no garantizan de manera integral los derechos de las trabajadoras e impiden el aseguramiento social de las empleadas.

Al momento, 97 por ciento de las trabajadoras del hogar no cuentan con ningún tipo de servicio de salud, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, además de tener jornadas laborales mayores a 8 horas y uno de los salarios más bajos del país.

El representante de la OIT, Helmut Schwarzer, dijo que al ser modificada la Ley de Seguro Social, se debe garantizar que las trabajadoras sean contempladas dentro del régimen general, y no crear un apartado específico, que pueda ser discriminatorio y contemple menos prestaciones a las empleadas.

Añadió que el Gobierno mexicano debe generar mecanismos de inspección laboral para garantizar el cumplimiento de las condiciones de labores dignas, además de crear campañas que fomenten la formalización de este trabajo y la no discriminación de estas mujeres.

Las diputadas y diputados presentes se comprometieron a iniciar las reformas necesarias para lograr incluir en la ley los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. Amalia Dolores dijo que dentro de su Secretaría crearon una procuraduría especial para atender estas demandas y brindar servicios de atención a las empleadas del hogar.

La Campaña también busca invitar y promover la firma del Contrato Colectivo de trabajo creado por el Sinactraho. Este es el primer avance del gremio que da a las empleadas del hogar la oportunidad de acceder a un salario acorde a los servicios que brinda, servicios públicos de salud, y el derecho a emplazar una huelga.

El Contrato es firmado por el empleador o empleadora, la trabajadora del hogar y una representante del Sindicato y es, de acuerdo con la OIT, “un paso histórico para avanzar en la formalización del trabajo del hogar en nuestro país”.

Los presentes dijeron que la creación del Sindicato es un suceso que sienta las bases para avanzar en el reconocimiento del trabajo del hogar, así como el reconocimiento de los derechos de quienes se emplean en este sector. El gremio ya cuenta con integrantes del Estado de México, Puebla, Colima, Chiapas y la Ciudad de México.

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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6) Susana Baca: “en Perú el racismo es un trauma nacional”
Diego Bravo Rayo – La juguera magazine

13 discos, dos premios Grammy e investigaciones sobre la raíz negra de su tierra convierten a Susana Baca en la mayor exponente en vida de la música afroperuana y una de las referentes culturales de Perú. En su paso por Viña del Mar donde ofreció un concierto, conversamos con ella de esto y aquello: su madre no quería que fuera artista, dice que el poder económico secuestró a Ollanta Humala, que los afros aún tienen en la memoria el dolor de la esclavitud, y que Perú se tiene que refundar.

Eran pasadas las 21 horas en uno de los salones del Hotel O’Higgins de Viña del Mar. Los músicos intentaron aparecer sigilosos pero la avidez del público ya la sentía el presentador del show, lo que frustró la prudencia inicial. Tras ellos, apareció Susana.

Su vestido calipso dejaba ver sus brazos, mientras que sus aros y el anillo mezclaban ese color encerrados en plata. Susana Baca (72) apareció en el escenario con una sonrisa que da y acoge la calidez con que se ha desenvuelto en su carrera. Su cabello hirsuto, levemente canoso y de un dedo de grosor, y sus pies descalzos son coherentes con su arte.

Porque así estaba los domingos en Chorrillos, distrito de Lima, en la casa de Carmen de la Colina, su mamá. Allí, en ese pueblo costero de pescadores y agricultores de panllevar, nació, creció y, tras años afuera, retornó Susana Baca de la Colina. Después de almorzar un escabeche de pollo o una chafainita y que los grandes se tomaran “una chela al polo”, empezaba a sonar en la casa la guitarra y traqueteo del cajón. Entonces la niña Susana dejaba de jugar con sus primos y hermanos y corría donde salía esa música que la hacía bailar tanto, de moverse al mágicamente improvisado ritmo negro. Así, con los pies descalzos.

Hoy, Susana Baca es la principal referente de la música afroperuana, considerada la heredera artística de Chabuca Granda, de quien fuera su ayudante. A su haber cuenta con 13 discos en los que, junto a sus composiciones, da vida musical a poemas de César Vallejo y Pablo Neruda, por medio de landós, huaynos, valses y otros ritmos propios del Perú. Dos premios Grammy respaldan su carrera: en 2002 y 2009, cuando apareció en el video de la canción “Latinoamérica” de Calle 13.

El interés por el rescate del componente afro en la cultura de su país no sólo se ciñó a la música; tras recorrer la costa peruana durante once años, en 1992 publicó el libro y disco “Del fuego y del agua”. Dicho trabajo fue realizado con su esposo Ricardo Pereira y Francisco Basili, donde recopilaron testimonios de comunidades afrodescendientes y realizaron estudios etnográficos. En 2013, junto al fotógrafo Giancarlo Aponte, lanzó el libro El amargo camino de la caña dulce. Lo africano en el Perú.

El entonces presidente Ollanta Humala la nombró ministra de Cultura, cargo que desempeñó entre julio y diciembre de 2011, tras un cambio de gabinete. Fue la segunda afrodescendiente en encabezar un ministerio en Perú, tras María Zavala, que en 2006 fue designada ministro de Justicia.

Volvamos a Chorrillos, a esa pequeña Susana. Carmen veía con alegría que su hija estuviera tan interesada y apasionada por la cultura popular. Era también su temor.

¿Por qué la preocupación?
–Porque éramos pobres y ella veía cómo los músicos populares de aquellos días morían tuberculosos en el hospital. No quería eso para su hija, sino que estudiara. Siempre rogaba “que Dios me dé vida y salud para lograr que la última de mis hijas estudie”. A ella le gustaba muchísimo la música, era una excelente bailarina. Cuando iba a las fiestas, la gente hacía un ruedo alrededor de ella mientras bailaba. Sin embargo tenía pánico a que me dedicara a la música y no tuviera qué comer. Fue incentivando en mí los estudios y cuando tenía buenas calificaciones me premiaba llevándome al cine y a disfrutar de la música. Me gustaba mucho la danza y fue una impresión enorme cuando vi el “Lago de los Cisnes” en una película. Eso me llevó a querer ser bailarina.-

Tan determinantes son para su memoria fueron los gozos para Susana como las frustraciones. Un día en la escuela, llegó una maestra de ballet a seleccionar niñas para su elenco. Susana se sentía la mejor bailarina del salón, por lo que su selección iba a ser cosa de paciencia. Al momento de las elecciones, al pragmático modo “esta sí, esta no”, vio que finalmente no iba a ser parte del ballet. Con la pena fresca por el resultado, Susana se dio cuenta de que las niñas que estaban en el salón junto a ella, las no seleccionadas, eran negras e indias, mientras que afuera las escogidas –como ya puede suponer- eran las niñas más blancas.

–Fue un momento que marcó mi vida.

¿Eso era muy común en aquellos días?

–En el Perú de hoy la discriminación racial es también un motivo de lucha.

Como artista e investigadora, ¿cómo observa el racismo que hay nuestros pueblos, como el peruano, donde el mestizaje pareciera no ser aceptado por todos?

–Antes se decía que era un “racismo solapado” ¡de qué solapado me hablan! Recuerdo hace unos pocos años un aviso en el periódico que estaba destinado a “gente de buena presencia” y características de color de ojo y de piel. Ya ve usted que nadie quiere ser del color de los rechazados, entonces la gente oculta su físico haciendo cosas como alisarse el pelo, aclararse la piel, no llevar a los niños a la playa para no oscurecerse y otras limitaciones tremendas del goce natural de esa edad. Ves andinos que se ondulan el pelo para no pasar por indios. (En Perú) El racismo es un trauma nacional que hay que asumir y decir: Perú es un país racista. En las redes(sociales de internet), bajo el anonimato, le sale al peruano todo el vómito del racismo. Cuando el ex Presidente Ollanta Humala sale elegido, aunque después nos hayamos arrepentido o lo que sea (se ríe), en las redes hubo un ataque racial que marcó un antes y un después en cuanto a discriminación.

¿No se había visto eso antes?

–No queríamos verlo y cuando sale te preguntas ¿en qué país estamos viviendo?. Ese racismo nos lesiona y atrasa. Cuando era ministra, siempre dije que la riqueza del Perú está en su variedad. Eso de tener todas las sangres, de tener influencias de todos lados, de estar enormemente mezclados. Si tomas una fotografía de un aula de niños, ves matices de los colores y rasgos que tenemos. ¡Es una belleza! Los artistas y los fotógrafos de alguna forma rescatan este sentido, viendo esa belleza que no solamente hay en los rasgos europeos sino en los indígenas y en los afrodescendientes.

Qué cosa más rica que la comida peruana.

–Y la respuesta a que sea tan rica justamente es por la variedad y mezclas de orígenes que te mencionaba.

LA TENTACIÓN DEL PODER

¿Cómo se vive ser artista y a la vez ministra?

–Los artistas no estamos acostumbrados a estos cargos. La prensa me atacaba porque yo aún tenía compromisos como artista, los cuales tuve que cancelar y eso me implicó perder muchísimo. El ministerio de la Cultura es un cargo de muchísima responsabilidad por ser el Perú un país tan diverso, por su patrimonio monumental y la cultura viva que tiene. Como ministra vi que cuidar todos los bailes peruanos era tan importante como proteger Machu Picchu y la riqueza peruana que ha sido sustraída y repartida por el mundo. En algunos lugares están mejor cuidados que otros pero eso les pertenece a los peruanos y esas reliquias deben regresar, ¿pero dónde? Para recibirlas necesitamos infraestructura de primer nivel y con el presupuesto miserable del ministerio de Cultura era imposible.

¿Siente que tiene “cintura política”?

–No, yo creo que conmovía con mi manera de ser, honesta. Yo les decía “miren, este es el problema”. El Perú tiene 18 mil ‘huacas’ (Sepulcros indígenas) importantes y los pueblos los podrían ocupar para explotarlos turísticamente. Es que el turista que viene al Perú es cultural: viene a Machu Picchu a sacarse la foto de rigor que estará en su sala, pero también viene a ver la historia de las comunidades de todo el Cusco, escuchar la música, a comer… Si somos un país así, ¿cómo es posible que por cada peruano el Estado invierta 40 centavos de dólar? ¡No puede ser, pues! Es contraproducente cuando la mayor riqueza del turismo está en la cultura.

Fueron 133 días como ministra de Cultura, en el gobierno de Ollanta Humala. Su salida coincidió con un gran cambio de gabinete. Fue una sacudida política fuerte, al parecer.

–No sé qué decir. No sé si la derecha, los empresarios, pero algo de esas personas que siempre han dirigido al Perú no quería de ninguna manera gente pensante que estuviera en el otro lado. Secuestraron anímica y mentalmente al Presidente Humala, le dijeron ‘este es el camino y no habrá problema si lo sigues’. Así fue, lo sabemos, no somos inocentes tampoco. En los primeros días Humala como Presidente había mucha esperanza de que las cosas marcharan de mejor manera.

Muchas veces los artistas se han visto maniatados e impotentes ante el poder político o, inclusive, cuando está ese poder en sus manos. ¿Cómo fue para ti? ¿La repetirías?

–Nooo. Yo siempre hago una broma sobre esto: solamente volvería a ser ministra de Cultura si el Presidente fuese Pepe Mujica. Es un hombre sensible; con otro presidente, no creo.

La famosa pregunta “¿En qué momento se había jodido el Perú?”, aparecida en el inicio del libro “Conversación en la catedral” de Vargas Llosa, parece condensar mucho del sentir de muchos peruanos: plantea una suerte de decadencia en la que cayó el Perú. ¿Cómo lo ve usted? ¿Es tan así?

–En Conversación en la Catedral hay un análisis deprimente, pero mucho más duro fue Vargas Llosa en El pez en agua, porque lo publicó cuando era candidato. No sé si estamos en una decadencia insalvable pero lo único que sé es que hay que refundar el Perú. Se ha normalizado en algunos sectores asumir que el político roba en base a todos los casos de corrupción que han salido a la luz. Hay calles del Perú con el nombre de sinvergüenzas y eso se debe cambiar. En este Perú de ahora hay un surgir de los jóvenes que no quieren saber de la actual clase política pero que se está organizando políticamente. Ese ‘roba pero obra’ ya no lo aceptan. Yo veo esto con mucha ilusión y esperanza. Quizás no lo alcance a ver en vida, pero al menos tenemos esto.

¿Cómo fue asumirse, en algún momento, como famosa o reconocida? ¿La edad ayuda a morigerar las trampas del ego?

–Es bonito eso que dices. Lo más increíble fue la tentación del poder. Yo, una mujer común y corriente, estoy acostumbrada a caminar, a hacer mis compras en el mercado, claro que cuando voy me hacen muchos cariños; me regalan víveres y me dicen ‘cómo le vamos a cobrar a usted que hace tanto por el Perú’. Son cosas que emocionan hasta las lágrimas. Recuerdo cuando me invistieron como ministra, me colocaron una faja horrible y que a los gordos les quedaría feísimo. Tras la ceremonia no tenía mi cartera; alguien se había echo cargo de ella. Otro me indicó para dónde ir, me llevaron a un auto que, al salir a la calle, le abrían el paso. Allí me veía asombrada con todo esto, entonces yo empezaba a pegarme en la cara (simula cachetadas a sí misma) y me decía ‘¡no te acostumbres, no te acostumbres!’.

En tu paso por Chile, ¿has visto algo que te conmovió por su autenticidad?

–Ayer una concejala de San Bernardo nos invitó a comer a su casa, fue algo hermoso. Vi cómo se freían las empanadas, que al comerlas ¡el queso se salía! Nunca había comido eso. ¡Y los porotos! Porque no era ‘seco’, como comemos en el Perú, sino algo más espeso y con carne mechada encima. ¡Ay no! Nunca me habían dicho que eso era chileno. ¡Y esos pastelitos, los ‘chilenitos’! Qué delicia. Allí te das cuenta de la creatividad de la gente, cómo crean esos sabores. Había una señora con sus manos en la cintura que era la jefa de la cocina: ¡qué cosa más linda, cómo somos!. Si sacan a todos los latinos de Estados Unidos, ese país se va a fregar, se va a volver aburrido.

Foto: Diego Bravo Rayo
Foto: Diego Bravo Rayo

AFROMEMORIA

¿Por qué prevalecieron las expresiones afrodescendientes al ser oprimidos?

–La carga cultural afrodescendiente es muy fuerte. Cuando empecé a recoger canciones, desde las que se cantaban en mi familia y luego a lo largo del Perú, imaginé cuánta cultura habremos perdido por el olvido a propósito. Conocí el pueblo de Acarí entre 2011 o 2012, famoso por una canción popular peruana (“Toro mata”) en la que decía “este negro no es de aquí, este negro es de Acarí”. Llegué a un anciano negro que nació esclavo. Cuando le fui a preguntar me negaba con la cabeza; es algo que no quieren hablar y que desean olvidar como sea, porque de no hacerlo no podrían ser felices. “No no, yo no viví eso, no he sido esclavo”. Esto me pasó mucho en los viajes. Es que ha sido una vejación muy grande, insoportable. De hecho he visto a afroperuanos que les prohíben a sus niños hacer música como negros, porque eso es negativo o les recuerda el dolor que han vivido.

– Una vez en Chincha recuerdo que estaba reunida con los más viejos y terminamos cantando y bailando, sentados al fondo de una casa, donde están los patos y las gallinas. Cuando paró la música fue como haber regresado a mi cuerpo, porque estábamos todos en una especie de posesión mágica. El guitarrista terminó con varias cuerdas rotas. Esto será parte de mi biografía

¿Qué cosas te sorprendieron en el viaje a África con la mezzosoprano María Cecilia Toledo?

–Cuando estuvimos en Marruecos, que si bien es diferente al África más negro, nos presentamos ante un público que nos acompañó con las palmas y encajaron perfectamente en nuestro ritmo. ‘Estamos en el África, no hay nada que hacer’, nos dijimos. Después fuimos al Congo y es un lugar donde hay mucho dolor; es que han sufrido mucho. La colonización es la culpable de su atraso, sólo saquearon y no dejaron nada para el desarrollo de esos pueblos. A pesar de esto, la cultura sobrevive y eso es su fortaleza. En Nigeria vimos que la gente aprendió los ritmos afroperuanos y cuando llegamos al hotel había una muchedumbre que nos recibió cantando. Esos fueron los momentos más bellos de mi vida artística.

¿Hay diferencias en la valoración de la raíz afro dentro de América Latina?

–Cada vez hay mayor presencia, la gente está saliendo con más orgullo a mostrar sus raíces. He leído sobre la raíz africana en nuestro continente y he leído con burla hacia algunos autores que decían que ‘…y vinieron con sus instrumentos’. ¡Pero si eran esclavos, venían amarrados en el fondo del barco! ¡Qué instrumento iban a traer si es que con suerte podían llegar vivos!

Los instrumentos negros nacen en América.

–Es como una herencia, es que existe una memoria para el ritmo y la música. ¿Cómo no va a ser así? Los africanos estaban esclavizados, enclaustrados, por ejemplo, en los algodonales. En el norte peruano, a los negros se los confinaba a en un galpón y les daban una calabaza con la que medían los granos de maíz que iban a cocinar para sí. Pero sucedía que la misma calabaza también la volteaban, se la colocaban en las piernas y la tocaban. De dónde habrán sacado esos ritmos si no es de la memoria cultural. Felizmente la han podido guardar.

COMCOSUR MUJER Nº 508 – 20.02.17
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