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TODOS SOMOS SERPAJ

1) Uruguay: Barrio Santa Catalina – Genética colectiva
2) Uruguay: El empleo, los ni ni y las encuestas
3) Uruguay: En esta hora difícil todos somos el SERPAJ
4) Uruguay: Orgullo del lugar donde vivimos
5) Uruguay: Ética para todos o para nadie
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COMCOSUR INFORMA
AÑO 15 – No. 1610 viernes 23 de enero de 2015
COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
1994 – 19 de junio – 2014 – 20 años
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Selección y producción: Beatriz Alonso, Henry Flores y Carlos Casares
Apoyo técnico: Carlos Dárdano
Colaboran:
ALEMANIA: Antje Vieth y Carlos Ramos (Berlín)
ARGENTINA: Eduardo Abeleira, Luis Sabini, Claudia Korol y Mauricio D’ambrouso (Buenos Aires)
BRASIL: Carlos O. Catalogne (Florianópolis) y Jorge Rossi Rebufello (Maceió)
ECUADOR: Kintto Lucas (Quito)
HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam)
MÉXICO: Itzel Ibargoyen (México DF)
SUIZA: Sergio Ferrari (Berna)
URUGUAY: Jorge Marrero (Santa Rosa), Margarita Merklen (Durazno), Pablo Alfano (Montevideo)
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La patria que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos. SUB COMANDANTE MARCOS
Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara. RADIO VENCEREMOS
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NOTICIAS Y TEMAS DE COMCOSUR
1) URUGUAY: BARRIO SANTA CATALINA – GENÉTICA COLECTIVA
Lo que sigue es un esbozo de reconstrucción de la historia de Santa Catalina, “la perla del oeste”, desde los ojos de algunos de sus protagonistas. De esos vecinos que se dieron cuenta de que juntándose era mejor, aunque no más sencillo. Una genealogía de sus organizaciones y sus luchas, una apuesta a la memoria larga. /Daniel Gatti y Eliana Gilet
2) URUGUAY: EL EMPLEO, LOS NI NI Y LAS ENCUESTAS
Según el anuario del Ministerio de Educación y Cultura, el 12,5% de los jóvenes entre 15 y 20 años, no estudia ni busca trabajo. /José A. Rocca
3) URUGUAY: EN ESTA HORA DIFÍCIL TODOS SOMOS EL SERPAJ
La Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU) hace saber su total respaldo y solidaridad con el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) Uruguay, que ha sido víctima de una injusta agresión por parte del Ministro de Defensa de ese país. /Juan de Dios Parra
4) URUGUAY: ORGULLO DEL LUGAR DONDE VIVIMOS
El gran urbanista catalán Jordi Borja, en su libro acerca del espacio público nos dice que “todos tenemos derecho a sentirnos orgullosos del lugar donde vivimos y que los otros reconozcan la dignidad de nuestra zona de residencia. A todas las partes de la ciudad metropolitana les corresponde una cuota de centralidad, de monumentalidad, de equipamientos y actividades atrayentes de calidad”. /Gustavo González
5) URUGUAY: ÉTICA PARA TODOS O PARA NADIE
Hay que tomarle la palabra al presidente: la ética, en función de la equidad, prevalece sobre la legalidad. No sólo en el conflicto con el Poder Judicial; hay otras inequidades tan o más flagrantes y costosas. Por ejemplo, el escandaloso privilegio de las jubilaciones militares. /Samuel Blixen
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NOTICIAS Y TEMAS DE COMCOSUR
1) URUGUAY: BARRIO SANTA CATALINA – GENÉTICA COLECTIVA
Lo que sigue es un esbozo de reconstrucción de la historia de Santa Catalina, “la perla del oeste”, desde los ojos de algunos de sus protagonistas. De esos vecinos que se dieron cuenta de que juntándose era mejor, aunque no más sencillo. Una genealogía de sus organizaciones y sus luchas, una apuesta a la memoria larga.
Por Daniel Gatti y Eliana Gilet /Brecha, 2 enero de 2015
Es muy poco lo que en su paisaje lo vincula al Marconi, al Borro o al Nuevo Capra, pero Santa Catalina es un asentamiento, si por asentamiento se entiende un montón de gente que se establece en un lugar “irregularmente”, lo ocupa, lo puebla, lo construye. Hasta hace 25 o 30 años Santa Catalina era un gran terreno abierto apenas habitado, base de pescadores artesanales que salían mar adentro desde su playa, un gran baldío semirrecostado sobre antiguos saladeros y frigoríficos en desuso, restos de lo que un día fuera una zona industrial. Es, también, casi que un apéndice del Cerro, de cuyo corazón la separan escasas decenas de cuadras. Pero desde hace tres décadas, más aun hoy, es una zona con personalidad propia, enclavada en un territorio, el oeste de Montevideo, en plena transformación –localización actual y futura de megaproyectos que prometen revolucionarla–, en el que viven decenas de miles de personas, buena parte de ellas jóvenes, buena parte de ellas, la mayoría, pobres. El último censo le atribuye algo más de 5.500 habitantes, pero un recuento hecho por los propios pobladores los aumenta a 8 mil y pico, y a unos 10 mil si se les suman dos asentamientos agregados en sus márgenes, el San Martín I y el San Martín II, núcleos de extrema pobreza arramblados a los murallones históricos de los viejos saladeros.
Pero “el Santa” es –y eso constituye parte de su “personalidad”– fundamentalmente una zona en la que han prosperado las formas asociativas, lo cual explica en parte que las condiciones de vida en el lugar sean mejores, bastante mejores, que en otros asentamientos cercanos. “Está en el ADN de esta zona el asociacionismo”, dice a Brecha un veterano artesano llegado al lugar en el 85 desde su exilio español. “Es casi que una marca en el orillo, aunque ahora esté algo venida a menos.”
Otros remontan la tradición comunitaria a aún más atrás y dicen que lo primero que marcó al barrio fueron aquellos obreros de la industria frigorífica del Cerro que los fines de semana de los últimos sesenta recorrían los pocos quilómetros que los separaban de la bahía. “Algunos se hicieron un ranchito entre las piedras para ir a pescar y guardar las artes de pesca, y después llegaron otros y otros y el lugar se empezó a poblar con toda la carga ideológica que implicaba ser obrero en el Cerro. Ahí está la matriz de muchas de las cuestiones que pasaron después”, dice el Bebe, poblador “originario”, militante social y poeta. En los años duros de la dictadura, recuerda, andaban los milicos de la Prefectura censando a la poca gente que allí vivía. Todavía era casi todo puro campo, salvo dos enclaves: la textil de los Ferrés, con propiedad sobre el terreno que hoy ocupa el parque público Punta Yeguas, y en dirección a Pajas Blancas las industrias Monterrosa, en las cercanías del cruce entre Tomkinson y San Fuentes.
La primera “poblada” llegaría hasta donde actualmente está la terminal de ómnibus, sobre la calle Rubén Darío. A mediados de los ochenta comenzó el desembarco de los militantes sociales, cuando los vecinos no pasaban de los 500 pero ya corría la voz que allí había abundante disponibilidad de tierra y un lindo paisaje. No había –eso sí– ni luz, ni agua, ni ómnibus. Y mucho menos entraban las ambulancias a atender los partos que eran moneda corriente en la zona en los primeros años de la recobrada democracia. “Caí en el Santa por un compañero que me consiguió un terreno, hace más de 25 años –dice a Brecha Jorge Zabalza–. Era un vergel, un paraíso. El boom de las ocupaciones fue en el 89-90. El barrio más empobrecido, el San Martín I, se ocupó en el 98-99, y después hubo una tercera tanda, de hijos de gente de acá, el San Martín II, que se hizo por 2005, más o menos. Cada oleada fue distinta.” La inicial fue tal vez la más política, si se puede afirmar algo así, piensa el artesano retornado de España. “Con mi señora decidimos, pasado un tiempito, armar una comisión de salud. Conseguimos por medio de la Intendencia una ambulancia rota. La pintamos y la manejé durante cinco años, totalmente gratis. Nos ayudó muchísimo una enfermera.”
La enfermera vive aún en la vuelta. Abre las puertas de su casa y aporta al relato colectivo: “La primera policlínica fue construida por los vecinos en 1991. Hicieron festivales, vendieron rifas. Era muy precaria, apenas una sala de espera y un consultorio muy chico. Yo empecé a trabajar en forma honoraria, tres veces por semana. Tomaba la presión, daba inyectables”. Además del trabajo in situ, la comisión, de unos diez miembros, coordinaba con otras similares de la zona oeste, que cada 15 días se reunían en el local de Apex (Extensión universitaria). “Santa Catalina fue uno de los primeros lugares a los que vinieron los estudiantes del APEX –apunta la enfermera–. Había un furor por las comisiones. Surgió también la de tierras, porque luego del cambio político en la Intendencia aparecían asentamientos de la noche a la mañana. Aquí nos organizamos para ordenar el territorio. Hacíamos las calles a pico y pala. Había jornadas solidarias a las que todos venían. Fueron tiempos duros pero de una militancia reconfortante. Todo acá fue a fuerza de lucha, de movilizaciones, siempre fue así.” También en el 91 surgió la escuela, la primera del barrio, en parte de un terreno que había sido ocupado por un vecino. Techo de chapa, cinco o seis salones, pupitres hechos con tanques, sillas con bloques… “Ante el ‘no se puede’ de las instituciones –porque a la escuela de Santa Catalina primero las autoridades le dijeron ‘venga mañana’– los vecinos se organizaron, trajeron sus bloques, levantaron los salones. A Primaria no le quedó otra que mandar los maestros”, recuerda el Bebe.
Silvia cruzó al “Santa” en 1995. “Me gustaba porque era silencioso, tranquilo, como era antes Conciliación, de donde yo venía. Y muy activo socialmente.” Lo mismo atrajo a Adriana y Jorge, veinteañeros largos en la época. “Vivíamos en la casa de mis padres –dice ella–. Buscamos meternos en cooperativas, planes de vivienda, y nunca conseguimos nada. Teníamos unos amigos que habían ocupado en Santa Catalina un mes antes. Fuimos con la carpa a ver cómo era el ambiente y nos metimos.” El barrio bullía, agrega Jorge. “Se hacían asambleas los domingos, con 150 personas, durante cinco o seis horas. Había problemas de todo tipo, incluso con gente que estaba de viva y quería vender el terreno que había ocupado, abusos así. Hubo que organizarse, dividir los predios, trazar las calles. La demanda de tierra superó lo que se tenía planificado. Llegaba gente y te decía ‘yo también me quiero poner acá’, y vos tenías que responderle que había una organización, que allí donde el tipo pretendía instalarse no podía porque eso iba a ser una calle. Hoy, o en otro lado, sería impensable algo así.” A cada unidad se le dieron terrenos de diez por 20 metros. “Era una medida adecuada para una regularización posterior, porque no podés hacer divisiones de terrenitos que después quedan todos pegados, que es lo que termina pasando generalmente en los asentamientos.” A Jorge y a Adriana la comisión de tierras los cambió cuatro veces de lugar. “Parecía joda: terminábamos de limpiar un predio, de carpir la tierra, y nos cambiaban. Nos calentaba en el momento, pero después se pasaba.”
“Clasemedieros”, los llamaban los hippies. “Teníamos ese aire –reconoce ella–, pero además no chapábamos nada de construcción. Éramos de terror. Yo apuntaba en un cuaderno cómo hacía uno que tenía pinta de construir bien y le preguntaba de todo. Me miraba como diciendo ‘nena, no rompas los huevos’. Jodíamos tanto que la gente nos empezó a ayudar.”
La autoorganización llevó a que los vecinos hicieran su propio censo poblacional, y con criterios propios: además de contar a la gente recogían sus inquietudes. Por entonces eran fundamentalmente dos: educación y espacios verdes. Dice Adriana: “La red por el censo fue impresionante. Fueron tres años de juntarnos y pensar qué cosas del territorio podíamos conocer, para qué nos servía cada cosa. Un aprendizaje que nos llevó a valorar enormemente el entorno que teníamos, a querer defenderlo”.
Un hito
El año 2002 fue bisagra para “el Santa”. No sólo por “la gran crisis”, que se sintió en los asentamientos obviamente más que en cualquier otro lado (“a pesar de todo hubo una fuerte solidaridad entre los pobladores: los pescadores hicieron una olla popular, y la alimentábamos con el mondongo, los huesos, todo lo que nos traían los trabajadores de los frigoríficos”, afirma Zabalza, que por entonces tenía una carnicería en la zona), sino porque fue ese el año en que comenzó a hablarse con fuerza de Cerro Free Port, un proyecto de megapuerto que la secta Moon pretendía levantar en un terreno comprado a precio de ganga a la Intendencia de Montevideo, el mismo predio donde hoy se proyecta la regasificadora. Comenzó sin anunciarse demasiado, y pretendió seguir en oficinas ministeriales y municipales. “Nos costó un montón pero lo paramos”, dice Adriana. Ruben y Walter reivindican ese “triunfazo” como un hito. Los debates generados en torno al puerto de los Moon terminaron derivando en la instauración de las audiencias públicas como mecanismo obligatorio para –en principio– recabar las voces de los pobladores afectados por los megaproyectos entonces nacientes. La primera audiencia de ese tipo tuvo lugar “el 5 de agosto de 2002, en el teatro Florencio Sánchez del Cerro”, precisa el Bebe, como si se tratara de una fecha histórica.
“Ahí fue que empezamos a encontrar una manera de actuar territorialmente, intentando involucrar a la gente de todo el oeste montevideano en proyectos comunes”, afirma Adriana. Ella, el Bebe, Jorge, Ruben, Walter, Silvia, forman parte de la Red Intersocial del Oeste (Rio), un “espacio de información e intercambio” surgido en los primeros dos mil de la confluencia de varias asociaciones, grupos, iniciativas, y “que apunta a incidir en el destino” de la zona, “participando en la toma de decisiones sobre el territorio”. La lucha contra el proyecto del Cerro Free Port estuvo asociada a la lucha por establecer un gran espacio verde, que terminó concretándose con la creación, en 2006, del parque público Punta Yeguas en unas 100 hectáreas dotadas de playa, bosque, fauna y flora, que los vecinos cogestionan junto a la Intendencia, la Universidad y algunos ministerios. “A veces se hace difícil entenderse con los funcionarios: no comprenden que no tienen que imponer sino proponer, y que la propia gente que vive aquí es la que tiene que decidir. A menudo vienen con sus papelitos, sus planos, y los despliegan como si se tratara de un territorio sin población, sin historia. Y aquí hay gente produciendo, viviendo. Pero como esa gente es pobre, los funcionarios –y muchísimo más los inversores, claro– se sienten con derecho a decirles que si rechazan las ‘oportunidades’ que tan generosamente se les dan son poco menos que unos pelotudos, unos suicidas”, apunta Morroni. Con los años, piensa Bouza, la Intendencia ha ido pasando de un modelo de descentralización participativa a otro en que se la defiende retóricamente pero en los hechos no se la pone en práctica. “Es una participación meramente consultiva –dice–. Fijate que el último Plan de Ordenamiento Territorial de la IM, el de 2011, no fue elevado a las organizaciones sociales territoriales. Nos enteramos el día que se presentó. Los inversores, en cambio, ya estaban al tanto. Y todo lo relativo a la regasificadora es un modelo de gestión tecnocrática, no inclusiva, del territorio.”
Zabalza cree que la batalla contra el puerto de Puntas de Sayago y la regasificadora “es necesaria”, pero afirma que se trata de “un tema militante. El vecino común no lo siente, ni siquiera los pescadores, que son los más perjudicados (véase recuadro). No es que quienes lo promovieron no hayan sabido laburar, sino que es algo no sentido. Como casi siempre, los ecologistas van muy adelante de la gente, no logran conectar, se basan en hipótesis a futuro, y la gente se mueve por temas concretos”. ¿Cuáles, por ejemplo? “Acá en el Santa, cuando la Policía comete alguno de sus abusos, como la muerte de Sergio Lemos, los jóvenes reaccionan. Lo de Sergio está en su experiencia, no lo de la regasificadora. Tal vez se movilicen después, cuando los problemas aparezcan, pero no ahora”, dice, y menciona “la soledad más total” que rodeó a Ruben y a Silvia cuando hace ahora un año, en enero de 2014, llevaron a cabo un ayuno y una acampada contra la instalación de la planta de ANCAP.
¿Tenían llegada al vecino “común”, al poblador medio?, pregunta Brecha a los integrantes de la Rio. “Nos resultó más fácil movilizar contra el puerto de los Moon y en favor del parque que con la regasificadora, es cierto –responde Adriana–. Cualquiera puede imaginar el impacto social, ambiental, de un puerto, y valorar lo que puede ser un parque hecho a medida para la gente del lugar. Pero tampoco era que todo el mundo estuviera en contra del Cerro Free Port. A la gente se le prometía trabajo, y muchos pensaban que estábamos perdiendo el tiempo, que no valía la pena moverse porque ya todo estaba cocinado. Lo mismo sucede ahora con la regasificadora.” Ruben piensa que “no puede afirmarse que haya sido la presión de los vecinos la que hizo fracasar el proyecto de Cerro Free Port. Hacía agua por todos lados, pero sí les edificó el ánimo que el gigante fuera derrotado”. A algo parecido aspiran ahora, y la peor batalla es la que no se da, proclaman.
En la Rio creen, además, que la lucha contra la regasificadora reactivó las redes de resistencia, de movilización en el barrio, un poco adormecidas en los últimos años. “Hubo un aquietamiento, sí. Tal vez la llegada de los servicios, el cambio de población, el crecimiento de una franja juvenil desinteresada por la cosa pública, un planchaje extendido, hayan hecho que la efervescencia de tiempo atrás se perdiera”, dice la enfermera. “No es que haya mejorado la vida de la población de por acá. Hay algunos servicios que llegan y que antes no llegaban, es verdad, mejoró el transporte, se asfaltaron calles, se agregó una escuela, un local de UTU, pero la pobreza es generalizada. La gente en promedio no gana más de 15 mil pesos. Y ese es el gran problema de Santa Catalina: la pobreza, que 25 años de gobierno municipal y diez de gobierno nacional frenteamplistas no han logrado superar”, apunta Zabalza. El barrio es, sin embargo, un feudo del FA. “Lo que pasa es que hay mucho puntero del Frente, que operan al estilo peronista. Cuentan con la estructura del Centro Comunal y consiguen cosas a cambio de votos, como en la vieja época clientelar colorada. No explica todo, pero explica mucho.”
Espacio ácrata
Los jóvenes y no tan jóvenes integrantes del Ateneo Pocho Ríos reciben a Brecha en su precario local sobre la playa de Santa Catalina, una tarde-noche de tormenta tropical que amenaza con arrasar con todo. Son una decena larga y comienzan explicando el porqué del nombre del grupo. Camilo cuenta que Pocho Ríos era un cantinero del barrio, “uno de los primeros pobladores del Santa. Un tipo muy piola, que en la época de la dictadura guardó a mucha gente, muy respetado”. La idea era homenajear a un tipo de abajo, “reconocer en él a los que hacen la tarea chica, no ya a los grandiosos militantes, que ya tienen su reconocimiento en otros lados y que además no existirían sin los Pochos del mundo”, dice Tania. “‘Nadie es imprescindible, pero todos son necesarios’, fue la frase que usamos para abrir el ateneo”, interrumpe Marina. “¿Pocho Ríos? Un antibotón”, resume Diego.
El Ateneo Pocho Ríos surgió hace exactamente tres años, pero su núcleo fundador era básicamente el mismo que animaba desde comienzos del siglo la radio comunitaria del barrio. “Es como si fuera la radio con local propio”, dice Marina. El objetivo fue siempre el mismo, relata Diego: “vincular a la gente del barrio entre sí, difundir las realidades de esta parte de la ciudad y aportar a la construcción de un tejido social basado en valores alternativos”. “Hacemos tareas que se podrían llamar de extensión, por ejemplo hacia los niños”, cuenta Camilo. Tania enumera: “Apoyo escolar, alguna cosa lúdica, cursos de inglés, enseñarles a los gurises a aprender de otra manera, ligada a prácticas sociales. También les hemos dado meriendas, pero de forma tal que no aparezca como un acto de asistencialismo de esos que hay tantos.
Cuando en 2002 la malaria campeaba, desde la radio organizamos una huerta comunitaria. Hoy tenemos una cooperativa de consumo. También hacemos talleres de cooperativismo, damos charlas, organizamos toques”. Lo dice como la adulta que no es: Tania apenas supera la veintena, y tenía 10 u 11 años cuando comenzó a vincularse a esta movida, precisamente durante “la crisis”. Igual que Diego y Marina. “Es lo bueno de este barrio: hay mucha pobreza, pero la cosa colectiva, por lo menos en mucha gente, se lleva adentro, y es algo raro, que hay que aprovechar”, apunta Camilo, el “veterano” del grupo, con años de vida en el exterior e hijos a cuestas. “El Ateneo sirvió también para dar un espacio a los jóvenes. A nosotros mismos –tercia Diego–. Yo estaba en una banda y estábamos obligados a parar en una esquina. Era complicado. En invierno nos cagábamos de frío, y si no algunos vecinos se quejaban de los ‘ruidos molestos’. Pero no teníamos dónde parar. Ubicamos esta casa medio abandonada, nos juntamos dos o tres, después algunos más, la limpiamos y acá estamos.” La charla gira luego en torno a la policlínica montada con dinero del Comando Sur de Estados Unidos, a la regasificadora, al saneamiento siempre anunciado y nunca concretado. En eso aparece el Chuki por la ventana. No debe llegar a los 20 años, se ríe desde su boca amplia. “Sí, por acá pasa toda la mierda de Montevideo, ¿y para dónde sale la de nosotros? ¿Será que molestamos? ¿Por eso nos olvidan?”
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El 4 de diciembre del año pasado estaban todos en 18 de Julio. De los mil manifestantes que habían decidido recordar a Sergio Lemos a un mes de su asesinato por un policía, 800 llegaron de Santa Catalina. Una enormidad. El 4 de noviembre último, un año justo después, los muchachos del Santa hicieron rugir sus motos. “Hay cosas básicas en este rebelde territorio montevideano que no se olvidan –dice el Bebe–. Cuando te tocan el alma no se olvidan.”
A la pesca
Si hay una población oriunda de Santa Catalina es la de los pescadores artesanales. La pesca artesanal está, de hecho, entre las pocas actividades que generan empleo en la zona para la gente de allí: unas 40 familias viven directamente de ella. “En total son 23 las barcas apostadas acá. Cada una lleva al menos tres compañeros a bordo. Sumales la gente que desembarca el pescado, la que lava los barcos, la que alista los palangres… Claro que cada vez son menos los mangos que hacemos y eso desestimula”, dice Alberto Maciel, propietario de una barca. “Ahora estoy jubilado. A veces me dan ganas de volver a la mar, pero se me van enseguida. Esto es más tranquilo”, cuenta, señalando su rancho montado en una punta, casi sobre las rocas.
Cuando Maciel llegó a Santa Catalina, hace alrededor de 30 años, eran apenas dos los pescadores que vivían allí. “Después el trabajo creció y vinieron muchos más. Hay gente joven laburando desde chica. Tienen 40 años y 30 de pesca. Pero se pesca poco y los cardúmenes son cada vez más chicos. El pescado está dentro de los frigoríficos. Los grandes barcos se llevan todo, y usan esas enormes redes que en todos lados están prohibidas, menos en este país.”
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“Sergio Larrospe pa’ las autoridades competentes; pa’ los amigos Sergio, nomás”, se presenta de pique un pescador entrado en los 70, inválido desde hace una punta de años y casi que confinado en su rancho más que humilde, “por lo menos desde 2008”. Por su jubilación (“la ley de la pesca es una basura: sólo te reconocen los días navegados, y minga de los que tenés que estar a la orden, obligado por las empresas, esperando a que te llamen”, dice) a Sergio no le entran más de 7.200 pesos. Su mujer aporta alguna changa y con eso la van llevando.
Sergio vive en Santa Catalina desde hace más de 20 años, pero ya paraba en la playa hace 40, “cuando no había nada de nada. Veníamos de noche a dormir al rabo del fierro, atábamos la chalana a una punta y nos tirábamos”.
Su pareja, una veterana comunista que durante la crisis de 2002 estaba entre las animadoras de las ollas populares locales, dice que cuando llegó al barrio, en 1996, “Santa Catalina era una maravilla. Ahora es una porquería, porque la gente se fue pudriendo, es envidiosa y egoísta”, gesticula con mueca de asco, y en la bolada embarca a los propios pescadores. “Somos gente difícil, medio mala pa’ organizar”, confirma Sergio. Y Alberto, el propietario de barca –un escalón o varios por encima en cuanto a ingresos–, apunta: “Y sí, no es fácil juntarnos, hay muchos intereses diferentes”. Cada barca es un mundo, repite varias veces, y no parece hacerse mucho problema, porque “en el fondo cada cual defiende lo suyo. Para qué buscar lío”, dice.
—¿Los pescadores intervinieron en las ocupaciones de terrenos de la zona?
—Qué vamos a intervenir, si éramos un puñadito –asegura de buenas a primeras, antes de caer en la cuenta de que varios de sus familiares estuvieron entre los ocupantes de fines de los noventa–. Mirá vos –se queda pensando.
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Entre el 95 y el 96 hubo intentos de cooperativizarlos en los que participó el Suntma, el sindicato de la rama. “Fue en el marco de un proyecto para sustituir la intermediación, de manera que los camiones que se llevan el pescado y les pagan dos mangos a los pescadores no vinieran más y que ellos mismos tuvieran lugares de venta”, recuerda Jorge Zabalza. Estaba el ejemplo de los puestos que la Intendencia les había dado a los pescadores artesanales de Rocha en la rambla, durante el primer gobierno frenteamplista de Montevideo. “Se pretendió hacer algo similar. Al cabo de un par de asambleas el asunto se disolvió. Tenían su cabeza en su barca y en los problemas que tenían entre ellos y cada asamblea terminaba mal. No estaba en sus necesidades. Desde arriba las cosas no cuajan, aunque tengas las mejores intenciones.”
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Un asunto puntual los juntó un año atrás: la disputa por el cobro de las indemnizaciones que Gas Sayago, la empresa a cargo de la construcción de la regasificadora, aceptó pagar a algunos de los pescadores artesanales afectados por las obras. Gas Sayago los cifró en 22, y se comprometió a darles unos 46 mil dólares por cabeza. “A cambio nosotros no podemos interferir en la zona de dragado”, dice a Brecha Alberto Maciel.
Algunos de los propietarios de barcas que están cobrando han aceptado compartir el dinero con sus peones. Otros no. En paralelo, otros 180 pescadores artesanales –pocos de Santa Catalina, el resto sobre todo de Pajas Blancas, La Colorada, otras zonas aledañas y hasta de Piriápolis– formaron una coordinadora que reclama acceder a los mismos beneficios que los 22 “indemnizables”. “Les propusimos que aprovechen la oportunidad para generar una asociación civil y que se organicen para otras cosas, pero por el momento lo que los junta es la plata”, admite uno de los abogados de la coordinadora. “Más allá de la génesis de esta organización, en principio puntual, hay una cuestión básica: es obvio que la regasificadora va a afectar gravemente –ya está afectando– su actividad, y ellos mismos, después de un momento de descreimiento y duda, han ido tomando conciencia de esto.”
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Ni Alberto ni Sergio creen sin embargo que la regasificadora sea un problema grave para la pesca. “Yo puedo ser inválido pero no estúpido”, protesta Sergio, para quien “no hay manera de que falte pescado por este tema. Siempre hay en las puntas de las escolleras”. Más o menos lo mismo cree el patrón de barca. “Fijate la mugre que hay en el puerto, y sin embargo hay de todo, corvina negra, lisa, y en cantidades.” Alberto le agrega otro factor: que la regasificadora va a crear empleo, y que se trata “de un bien para el país”.
—¿Por qué es un bien para el país?
—Y bueno, porque va a dar trabajo.
—¿Acá?
—Capaz. Y si no, por lo menos no va a joder.
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Pero no es esa la visión de la Coordinadora de Pescadores Artesanales, y menos aun la de la Red Intersocial del Oeste, que maneja estudios según los cuales la regasificadora “sí va a joder”, ambiental y socialmente. La corvina blanca, una de las especies que se pesca en el lugar, dice a Brecha el Bebe, prácticamente desaparecerá como consecuencia del cloro que caerá al agua a raíz del funcionamiento de este megaemprendimiento precisamente en los sitios de reproducción de la especie. En cuanto a las fuentes de trabajo, “si crean algunas no van a estar acá. Lo que puede llegar a hacer la regasificadora en la zona en todo caso será destruir empleo de pescadores, aunque ellos mismos hoy no se den cuenta o lo nieguen”.
Daniel Gatti y Eliana Gilet / Brecha / Amarelle
COMCOSUR INFORMA Nº 1610 – 23/01/2015
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2) URUGUAY: EL EMPLEO, LOS NI NI Y LAS ENCUESTAS
Según el anuario del Ministerio de Educación y Cultura, el 12,5% de los jóvenes entre 15 y 20 años, no estudia ni busca trabajo.
José Antonio Rocca / La economía de a pie – Segunda quincena, enero 2015
Al igual que todos aquellos que no buscaron trabajo en la semana anterior a la encuesta, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), no se contabilizan como desocupados, sino como inactivos. Como tales se registran los 36.000 jóvenes que de acuerdo a los datos del MIDES no estudian ni trabajan.
Creemos necesario además considerar las definiciones oficiales sobre ocupación y desocupación, en el momento de sacar conclusiones, al respecto.
Por ejemplo
Para el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) los que hicieron una changuita de una hora a la semana en el período de la encuesta figuran como ocupados.
Si ni siquiera tuvieron esa “suerte”, pero realizaron algún trabajo en su casa, para afuera, o ayudaron a algún familiar o amigo, en un negocio, chacra, aún sin recibir algún pago regular. También para los registros del INE están ocupados.
No terminan aquí las dificultades para que los trabajadores sin empleo sean contabilizados como tales. Si la ausencia de trabajo fue debido a un conjunto de factores entre los que se mencionan “poco trabajo o mal tiempo, o por estar en seguro de paro”, también el INE los considera ocupados.
Por otra parte, los datos surgen de encuestas y respuestas de los encuestados que no siempre son confiables. El fracaso absoluto del “intento” de censo del 2011, demostró que el INE ni siquiera en circunstancias excepcionales tiene acceso a diversas zonas del país. Quedo al desnudo que desconoce totalmente la realidad de los diferentes barrios de Montevideo, y gran parte de las ciudades del interior.
Obviamente, creemos que con estos rasgos, las cifras que se elaboran y difunden en relación a tasas de empleo y desocupación tienen un alcance relativo. Sin embargo no faltan analistas que repiten una y otra vez, con voz engolada, que Uruguay tiene desempleo cercano a cero.
Claro, que generalmente no dicen cómo se elaboran las cifras. Además los datos tampoco dan mérito para tanto optimismo.
Pese a todas las definiciones que se orientan a reducir los datos de desocupación en relación a la realidad, las cifras oficiales de noviembre 2014, registran una tasa desocupación del 7%. Si sumamos los aproximadamente 2,5% de trabajadores en seguro de paro, que hasta los primeros años del nuevo siglo fueron considerados como desocupados se llega a un rango superior al 9%, que se eleva por encima del promedio histórico de los últimos 50 años.
El guarismo se ubica rangos similares a los vigentes en los noventa y claramente superiores a los de comienzos de los setenta.
Como decía algún Contador. Las cifras no mienten pero se puede mentir con las cifras.
Cuando leo, y analizo el formulario del INE para la Encuesta Continua de Hogares, y los datos sobre empleo y desempleo no puedo evitar recordar esa frase.
Gotitas de economía
El índice de precios Consumo (IPC) que registra los incrementos entre diciembre 2014 a diciembre 2015, según los datos del INE creció 8,26%. La manipulación mediante los precios de la energía eléctrica y los servicios de salud, complementaron el milagro de que las cifras no lleguen al 10% y se alejen aún más de la percepción de la gente.
Menos del 10% de los adolescentes de la franja de menores ingresos (el llamado primer quintil de ingresos) permanece estudiando cuando llega a los 22 años. En el quintil de mayores ingresos la cifra se multiplica por más de 6. Es el 62%. El contexto económico y social determina claramente las posibilidades de estudio.
La deuda pública (sin contabilizar intereses) en el tercer trimestre de 2014, es según cifras oficiales, de 33465 millones de dólares. En el tercer trimestre del 2013 era de 31994. Respecto al segundo trimestre de 2014, hubo una pequeña reducción, debido a que la deuda en pesos se licuo en parte debido al aumento del dólar.
EL salario mínimo nacional fue ajustado y llegará a $10.000 por mes. La sexta parte de la canasta familiar. Los 1168 latifundistas que poseen campos de más de 2500 hectáreas, solo cobrando, por alquilar sus explotaciones reciben más del doble en un solo día. El promedio de los arrendamientos de tierra fue de 157 dólares por hectárea. Con un campo de 2500 hectáreas se obtienen 392000 dólares por año. Más de 1000 dólares por día. Sentaditos, alquilando, no más.
En porcentaje pagan más impuestos los asalariados que los latifundistas. ¿Equidad me dijiste? ¿Qué pague más el que tiene más me dijiste?
El precio internacional del petróleo ronda los 50 dólares el barril, cuando algunos meses atrás era mayor a 110. ANCAP, redujo el precio de sus productos en un promedio del 3%. ¿Afán recaudatorio?
Según datos del libro de Piketty “El capital en el siglo XXI” la participación del capital en el producto mundial tiende a incrementarse. Confirmando las tesis de Marx, que la evolución del capitalismo tiende a concentrar la riqueza cada vez en menos manos.
La excepción a la tendencia durante la segunda posguerra, fue la notable caída de la desigualdad en los últimos años en algunos países de América latina entre los que se señala que “La caída de la desigualdad fue especialmente notable en Bolivia, Ecuador y Venezuela” (1)
El precio del euro, se reduce respecto al dólar y ello incide sobre los precios de las más diversas materias primas que exporta Uruguay y la región hacia Europa.
Nota: (1) Le Monde diplomatique edición diciembre 2014. José Natanson Piketty en América Latina.
José Antonio Rocca / La economía de a pie
COMCOSUR INFORMA Nº 1610 – 23/01/2015
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3) URUGUAY: EN ESTA HORA DIFÍCIL TODOS SOMOS EL SERPAJ
La Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU) hace saber su total respaldo y solidaridad con el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) Uruguay, que ha sido víctima de una injusta agresión por parte del Ministro de Defensa de ese país.
ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA PARA LOS DERECHOS HUMANOS (ALDHU)
DECLARACION / Santiago de Chile, 27 de setiembre de 2014.
En efecto, el Sr. Fernández Huidobro, junto con proferir un inaceptable comentario en el que ironizó acerca de la aplicación de torturas para indagar el paradero de los desaparecidos en Uruguay, dirigió sus ataques en contra del SERPAJ, acusándole de ser una organización “financiada por las peores fundaciones del imperio” y calificando a sus integrantes como “cercanos a grupos nazis” e “imbéciles”.
Ninguna autoridad democrática puede sentirse autorizada a frivolizar la lucha por descubrir la verdad acerca del destino de los detenidos desaparecidos, que constituye una herida abierta que lastima aún el alma de nuestras sociedades.
Hace muy mal el Ministro en atacar al SERPAJ, que ha sido un protagonista fundamental en la lucha por la verdad y la justicia respecto de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en el Uruguay.
No puede soslayarse el hecho amargo que quien dirige estos ataques injustos y repudiables, fue en su tiempo una víctima de violaciones a sus derechos, por quien también se alzó la voz del SERPAJ.
Lamentamos que el Sr. Ministro someta al pueblo y al gobierno del Uruguay a este trance doloroso, en el que una autoridad democrática, recurre al arsenal descalificador propio de lógicas totalitarias, para intentar menoscabar la dignidad legítimamente ganada por una ejemplar ONG, integrante de la gran familia de los defensores de los Derechos Humanos en América Latina.
En esta hora difícil todos somos el SERPAJ.
Juan de Dios Parra /Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos
COMCOSUR INFORMA Nº 1610 – 23/01/2015
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4) URUGUAY: ORGULLO DEL LUGAR DONDE VIVIMOS
El gran urbanista catalán Jordi Borja, en su libro acerca del espacio público nos dice que “todos tenemos derecho a sentirnos orgullosos del lugar donde vivimos y que los otros reconozcan la dignidad de nuestra zona de residencia. A todas las partes de la ciudad metropolitana les corresponde una cuota de centralidad, de monumentalidad, de equipamientos y actividades atrayentes de calidad”.
Por Gustavo González/ Diario La República, 21.01.2015
Lograr ello es remitirnos a los llamados tejidos urbanos, tarea que debe de ser prioritario siempre dentro del desarrollo del derecho a la ciudad en la próxima Intendencia del Frente Amplio. Recuerdo cuando en un evento realizado en San Pablo (Brasil), una anciana de una favela dijo , “nosotros también tenemos derecho a la belleza”.
Nuestros barrios siempre son motivo de nuestro orgullo, todas y todos hablamos con cariño del barrio que nos vio nacer, donde nos desarrollamos, donde dimos en definitiva nuestros primeros pasos en la vida.
Yo nací en tal o cual barrio, ello es parte de una identidad ciudadana inigualable, porque uno quiere no solo ese territorio, ese pedazo de ciudad, sino también al club, a la placita, su calle principal etc.
Se trata entonces de llegar a que cada uno de nuestros barrios tenga también su belleza concebida ella como la interpretación que la gente de ese lugar hace de la zona en cuestión, su monumentalidad, su parque o espacio de encuentro, en definitiva llegaremos a generar hábitat sostenible, solo si volvemos a generar espacios de participación activa de la gente y un presupuesto que atienda justamente el recrear el orgullo de ser de tal o cual barrio.
Un ejemplo extraordinario que hay que repetir es la actual Plaza Líber Seregni en el barrio del Cordón, llena de gente a toda hora, bien iluminada, actividades culturales, espacio tanto para jóvenes, como para niños y ancianos. La gente de cada barrio, creando y gestionando propuestas llevará a tener efectivamente una Intendencia activa donde el transporte, la seguridad ciudadana, el alumbrado, y las soluciones de cada uno de estos elementos surgirán de los propios vecinos. La ciudad es una creación constante, es el continente de la historia, el tiempo concentrado en el espacio, por tanto es para nosotros el lugar desde donde se producen los proyectos de futuro que dan sentido al presente. La ciudad es un patrimonio colectivo, en el que tramas, edificios y monumentos se combinan con recuerdos, sentimientos y sobre todo momentos comunitarios. Es por esto mismo que cuando hablamos de proyectos para la ciudad antes que nada tenemos que plantearnos cuales son los valores que orientan nuestra acción, hacia donde queremos ir y qué modelos de vida urbana proponemos a la ciudadanía.
Esto es lo que hará la diferencia, esto es lo que hay que dejarle claro al votante para el mes de mayo, nosotros proponemos una ciudad donde no mande el trazo urbano de la misma la promoción privada, sino que el espacio público lo defina la gente y no los intereses comerciales.
Los barrios privados, los shopping (que se reservan el derecho de admisión), los guetos residenciales que han hecho perder el carácter público de las calles en manos de policías privados, son la propuesta de la destrucción de la ciudad que aspiramos, de los barrios que queremos.
Se trata entonces de ser claros en nuestro discurso, apostaremos a devolver la belleza y el orgullo de los barrios populares de nuestra ciudad.
Gustavo González / Diario La República
COMCOSUR INFORMA Nº 1610 – 23/01/2015
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5) URUGUAY: ÉTICA PARA TODOS O PARA NADIE
Hay que tomarle la palabra al presidente: la ética, en función de la equidad, prevalece sobre la legalidad. No sólo en el conflicto con el Poder Judicial; hay otras inequidades tan o más flagrantes y costosas. Por ejemplo, el escandaloso privilegio de las jubilaciones militares.
Por Samuel Blixen / Brecha, 2 de enero 2015
En su audición del martes 23 el presidente José Mujica analizó el conflicto de los jueces y magistrados de la Suprema Corte de Justicia, que calificó de “puja salarial de altos funcionarios muy bien retribuidos que ponen en juego la distribución con equidad”. Y en su análisis introdujo un valor que habitualmente no forma parte de la ecuación política: la ética en relación con la justicia en el sentido profundo. El presidente reivindicó “la equidad más allá de cualquier discusión que surja en materia de legalidad, porque hay cosas que pueden ser legales pero no son justas, ni ética ni moralmente”. La disyuntiva entre ética y legalidad –donde la ética aparece como un valor social consensuado y la legalidad como una norma devaluada por “las dos bibliotecas”– interpela cada vez más al gobierno y al Estado. Tan sólo dos ejemplos: cobrar intereses de hasta 69 por ciento (común en los préstamos de las financieras) es legal; pero no es ético. Permitir que el mercado fije sobreprecios abusivos a los productos de consumo masivo es legal; pero no es ético.
En el conflicto con el Poder Judicial la ética enfrenta un problema adicional: la legalidad (que por otra parte el presidente cuestionó) ampara una conquista laboral, por lo que Mujica introdujo un argumento adicional: “Si por una artimaña de un sector se le pega semejante mascada a los recursos públicos, habrá menos para causas impostergables, porque lo que se nos exige, supuestamente en forma legal, equivale a cerca de 500 millones de dólares en un quinquenio, más de 100 millones anuales”.
Efectivamente, el argumento es fuerte: 500 millones de dólares representan casi un punto del producto bruto interno. Pero si esa “mascada” refuerza el criterio ético que prioriza la equidad –“si accedemos a semejante gasto, hay muchos otros que están muy atrás en la fila del reparto a los que no podremos atender”, sostuvo el presidente–, otros “mordiscos” similares, legales pero impúdicos, no activan la contradicción. Algo menos de 500 millones de dólares alrededor de 400 millones, es lo que el Estado, por vía presupuestal, destina para cubrir el desfinanciamiento crónico de la Caja de Pensiones Militares. Hace ya un tiempo el entonces presidente del Bps y ahora designado como ministro de Trabajo en el futuro gobierno, Ernesto Murro, había revelado: “En la Caja Militar por cada peso que entra salen cinco, los otros cuatro pesos los paga la sociedad a través de impuestos”. El jerarca además planteó una interrogante: “¿Es correcto que aquellos militares que tienen altas jubilaciones no contribuyan para la propia Caja Militar?”. El Estado tiene que asistir con 80 millones de dólares por año a la Caja Militar, y para desentrañar la ética más allá de la legalidad es preciso detallar cómo se genera ese déficit.
Con un presupuesto quinquenal de 650.718.647 dólares –la senadora Constanza Moreira explicó en Brecha (véase “Seremos capaces de discutir abiertamente”, 15-X-12, y Constanza, el desafío, Ediciones Trilce)–, Defensa es el segundo rubro en importancia del presupuesto nacional con el 4,2 por ciento, superado sólo por el Ministerio del Interior (5,1 por ciento); el gasto en sueldos representa más de las dos terceras partes de la asignación.
En las Fuerzas Armadas revistan hoy 22.563 efectivos: Ejército, 15.407, de los cuales 1.498 son oficiales, y de ellos, 425 oficiales superiores; Armada, 4.672 (564 oficiales); Fuerza Aérea, 2.484, (444 oficiales, 110 oficiales superiores). Las remuneraciones, a fines de 2012, sin contar con las dos actualizaciones salariales posteriores, eran: teniente general o almirante, 93.569 pesos; general o contralmirante, 81.102; coronel o capitán de navío, 64.919; teniente coronel o capitán de fragata, 46.309; capitán o capitán de corbeta, 43.091. En el otro extremo, un suboficial ganaba 19.913 pesos y un soldado o marinero, 10.963 pesos.
Estos sueldos se incrementan en 50 por ciento cuando los efectivos participan en misiones en el exterior. Hay 1.809 militares en misiones de paz de las Naciones Unidas, 58 observadores en el Sinaí, 228 en cursos de capacitación para operaciones de la Onu, 40 en cursos de “experto en misiones”, 23 en cursos para mujeres en misiones de paz, 33 en cursos de protección a civiles y 16 en cursos de protección de niños. Y se incrementan en 100 por ciento en cualquiera de estas tres eventualidades: cuando existe un estado de guerra y se participa en el teatro de operaciones; cuando se aplican medidas prontas de seguridad, o cuando se realizan actividades de vuelo en forma permanente.
Los sueldos más altos en las Fuerzas Armadas corresponden a los 2.506 oficiales y en particular a los superiores (teniente general, general y coronel), de los cuales hay 425 en el Ejército y 110 en la Fuerza Aérea (no se pudo obtener el número de oficiales superiores en la Armada, pese a que su página web es la única que incorpora un ítem de “transparencia”).
Para comprender el déficit de la Caja Militar, que según la senadora Moreira incrementa en 57 por ciento el presupuesto de Defensa, hay que detallar el cúmulo de normas excepcionales que se aplican al pase a retiro de los oficiales, consagrado en unas 97 leyes o artículos, más algunos decretos, y cuya estructura básica se apoya en la ley orgánica militar (14.157), de febrero de 1974. Ese corpus consagra un esquema de privilegio para las jubilaciones militares:
● El oficial puede pasar a retiro al cumplir 20 años simples de servicio (los civiles deben trabajar un mínimo de 30 años para cobrar la totalidad de la jubilación que les corresponda). Cada año de servicio en el exterior se computa doble, de modo que los 20 años simples pueden disminuir significativamente.
● El general pasa a retiro obligatorio al cumplir 60 años u ocho años en el grado; el coronel a los 55 años y el teniente coronel a los 52.
● Los oficiales (superiores o no) se jubilan con el 100 por ciento de los haberes que recibían el mes anterior al pase a retiro (la jubilación de los civiles es el 50 por ciento del promedio de los mejores diez años).
● Las pensiones militares se ajustan automáticamente según el índice medio de salarios o, lo que es lo mismo, según los aumentos de los funcionarios públicos (las jubilaciones de los civiles dependen de ajustes especiales, que pueden o no corresponder al índice medio de salarios).
● Cuando el pase a retiro es obligatorio (por edad o permanencia en el grado, y salvo una evaluación deficiente), los oficiales perciben una pensión equivalente al sueldo del grado superior inmediato. Así, un coronel cuyo salario es de 64.919 pesos, al pasar a retiro obligatorio cobrará 81.102 pesos (un jubilado civil podrá eventualmente alcanzar hasta un 70 por ciento del promedio del salario de la década).
● Los pasivos de las Fuerzas Armadas reciben aguinaldo (los jubilados civiles no lo conocen).
Para mantener este régimen de pensión militar, los ciudadanos civiles, mediante el pago de impuestos, deben financiar los 400 millones de dólares del déficit de la Caja Militar. Esta situación, como la de los magistrados, amerita aplicar el criterio de Mujica sobre la ética y la equidad. Pero de esto nadie habla.
El Código Penal quedó postergado
Pelota al medio
Finalmente la aprobación del nuevo Código Penal quedó aplazada hasta la próxima legislatura. El Frente Amplio resolvió dar lugar a varias observaciones realizadas la semana pasada por diversas organizaciones sociales y la Institución de Derechos Humanos, por lo que el proyecto volverá a la Comisión de Constitución y Códigos de la Cámara de Representantes. Según explicó a Brecha el diputado Jorge Orrico, este cuerpo se podrá reunir recién después del 15 de febrero para discutir los cambios y presentar un nuevo texto a discusión, con lo que queda descartado para esta legislatura.
La Institución de Derechos Humanos y unas 40 organizaciones sociales, entre las que se cuentan Serpaj, Amnistía Internacional, y Cotidiano Mujer, sostuvieron que el proyecto de código implica “un retroceso en todo lo relativo a los delitos sexuales, como la explotación sexual de niños y adolescentes, o el proxenetismo”. Por ejemplo, señalan que el texto “banaliza los delitos sexuales que no implican penetración, denominándolos ‘delitos contra el pudor’ y reduciendo la pena de forma que permita la excarcelación, siendo este tipo de conductas muy frecuentes contra las mujeres y las más utilizadas contra niñas, niños y adolescentes”. Entre otras observaciones, señalan que restringe la penalización vigente para el delito de contribución a la explotación sexual de niñas y adolescentes, limita el delito de violencia doméstica a la cometida en el ámbito familiar; y tampoco tiene en cuenta la legislación más moderna en lo relativo a la penalización de crímenes de lesa humanidad.
Samuel Blixen / Brecha / Amarelle
COMCOSUR INFORMA Nº 1610 – 23/01/2015
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Dejen la memoria ahí / donde se olvida el olvido,
para que el verdugo sepa / que donde vaya lo sigo.
No importa que yo no esté / soy un silencio testigo,
si soy recuerdo y recuerdas / no olvides que no hay olvido.
Armando Tejada Gòmez
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COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR
Correspondencia y/o envíos: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera)
11400 MONTEVIDEO – URUGUAY
E mail: comcosur@comcosur.com.uy
Pagina Web: http://nuevo.comcosur.org/
Coordinación: Carlos Casares
COMCOSUR es miembro de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – AMARC
COMCOSUR se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo Institucional ni personal.
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