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¿ACASO ESTÁ BUSCANDO EL PP UNA GUERRA?

MUMIA:

1) ¿Acaso está buscando el PP una guerra?

2) La extrema derecha crece en la crisis del centro

3) ¿Por qué EEUU no se opone al referéndum de independencia de Kurdistán?

4) El Pato Donald y el otro Donald

5) Yemen Los secretos del genocidio.


COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 839/ Miércoles 27 de septiembre de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán

“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader

1) ¿Acaso está buscando el PP una guerra?
Juan Carlos Monedero (Público)

Dice el profesor de Lancaster Bob Jessop (El Estado, Catarata, Madrid, 2017) que la democracia liberal “disfraza la naturaleza del poder de clase de manera más efectiva que cuando el aparato estatal está controlado más abiertamente por las clases dominantes (o las fracciones de clase), o por gestores del Estado que tienen estrechos vínculos con el capital depredador o están dirigiendo abiertamente regímenes cleptocráticos para su enriquecimiento personal”. Esto último retrata en la práctica lo que está pasando en España. Ante la quiebra de su credibilidad, la respuesta del poder en esos momentos es agitar los fantasmas de un conflicto en apariencia irresoluble. Porque de tanto robar, la riqueza se acaba y ya no cabe dar más pedales afanando.

Además de que el Estado –en este caso los jueces- no pueden hacer caso omiso a todas las tropelías –que se quemen todas las pruebas, que prescriban todos los delitos, que se mueran todos los imputados- sin que se ponga en juego su propia supervivencia por falta de legitimidad. El sistema tiene muchos recursos. El golpe del 23-F nunca se dio para que ganara. Se hizo para sembrar miedo. Por eso triunfó. El PSOE entró en el gobierno disciplinado unos meses después, igual que los sindicatos y las fuerzas de izquierda se hicieron más obedientes, se consolidó la entrada en la OTAN y cesaron las exhumaciones de la guerra civil. Regresó el miedo. Doscientos mil fusilados pesan. ¿No le interesa acaso al PP agitar de nuevo el miedo? Aunque regrese, como las cosas repetidas, en forma de farsa.

En los próximos meses vamos a ver otra vez a cuadros de máxima relevancia del Partido Popular desfilar por los juzgados (o por los cementerios). Si el PdeCat anda desesperado por los juicios del 3%, el PP anda desesperado porque su corrupción abarca treinta años, a toda la cúpula del partido y a una buena parte del gobierno. Y no parece prudente que se mueran todos. El penúltimo imputado, Gallardón, puede terminar cantando el Cara al Sol a la sombra. Por eso extreman el conflicto. Los desesperados sólo pueden sobrevivir en situaciones colectivas de desesperación. Al Jefe del Estado, por su parte, ni está ni se le espera. Su padre Emérito; él, inédito. No se está ganando su sueldo. Mientras, los heraldos del miedo siguen haciendo sonar sus trompetas.

Al PP le apoyan grupos que votan por rutina. Creen que votar PP es votar continuidad, aunque hayan vaciado la hucha de las pensiones; les votan sectores franquistas nostálgicos de la Plaza de Oriente –y sus cachorros-; pensionistas a los que les han metido el miedo en los tuétanos de la memoria; ultracatólicos antiabortistas, antidivorcistas y enemigos de los homosexuales, de las feministas, de los inmigrantes; también grupos no pequeños de gente a la que le han enseñado a odiar a la izquierda –a veces incluso con argumentos- por encima de cualquier otra consideración; incluyamos gente conservadora –porque les ha ido bien este tiempo, porque son egoístas como principio vital, porque son cobardes y necesitan justificarse.

Añadamos sectores económicos que se han beneficiado del capitalismo del compadreo y están, por lo general, implicados de una forma u otra en la corrupción -o en las amnistías fiscales-; y presentadores, tertulianos,periodistas y columnistas que comen, más que de defender al PP, de echar basura sobre las alternativas -especialmente Podemos- y saben que han estrechado su espacio de credibilidad tanto que, perdida la condición de periodistas, sólo tienen futuro como mercenarios de Génova. No es fácil encontrar – aunque los hay- voceros del PP que no estén abrevando en sus comederos, sea a través de publicidad, filtraciones de la brigada política, subvenciones, tertulias, columnas o puestos de algún tipo.

En conjunto, los votantes del PP no llegan al 30% pero controlan medios de comunicación, el Ibex 35, una parte de la judicatura, las relaciones con la UE más reaccionaria de la historia, e incluso, en algún momento, llegaron a convencer a alguno de los grandes sindicatos. Son una minoría exigua, menguante (el PP está ahora mismo en seis millones y medio de votos frente a los once millones que tuvo), que se siente amenazada y que, como un animal herido, lanza zarpazos moribundos que pueden aún hacer mucho daño. Gentes que votan plebiscitariamente al PP, y con su voto sancionan el fin del estado de derecho, la pérdida de derechos laborales, la crisis de las pensiones e, incluso, la corrupción, a la que prefieren antes que a un gobierno alternativo. No vinculan su situación con la existencia de derechos, sino con una suerte de privilegio personal, y esa transacción, donde abandonan a la sociedad desde su bienestar, les permite tolerar la corrupción. Aunque a su alrededor el mundo se devaste.

El PP no entiende el lenguaje de la calle. Entiende el lenguaje del dinero. Y es hora de que el capital entienda que esto va mal. Si las élites económicas españolas siguen apoyando al Partido Popular se va a romper el acuerdo social que se recuperó después de la muerte del dictador Franco. No solamente se ha roto el ascenso social, condenando por vez primera en cuatro decenios a los hijos a vivir mucho peor que sus padres; no es que se estén saqueando las arcas públicas con los Gürtel, los Púnica, los Lezo y lo que venga, que empobrece al conjunto de los españoles y quita dinero para la sanidad, la educación y las pensiones; tampoco que la corrupción ligada a los contratos públicos esté debilitando al conjunto del empresariado español al permitirle no ser competitivo.

Para qué competir aumentando la productividad si puedes recurrir a un mayor beneficio con el asalto al Estado-; y tampoco, con ser grave, el debilitamiento institucional que implica querer controlar la judicatura, tener a Ministros reprobados, romper pruebas judiciales a martillazos o quemar archivos con pruebas procesales de la corrupción. Se trata de que la desesperación torpe del Partido Popular está rompiendo la convivencia territorial en España, logrando que los que están en contra de la independencia terminen del lado de los independentistas solamente porque el Gobierno les está victimizando negándoles votar, expresarse, defender cambios constitucionales. Un país preñado de desigualdades no es un país cohesionado.

Es evidente que lo que le está haciendo y lo que le haga el PP a los independentistas luego se lo hará al conjunto de los españoles. Defendiendo que no hagan desde el gobierno determinadas cosas nos estamos defendiendo a nosotros mismos. ¿Tiene que significar eso que los independentistas han ganado? No. La independencia no es ninguna solución luminosa para el conjunto del Estado, incluida Catalunya. Los fines de época marcan una desmesura que nos impide entender con claridad. ¿Van a contribuir a la soberanía catalana los que durante decenios han entregado el bienestar de Catalunya a la globalización neoliberal, a los recortes, a las privatizaciones y a la represión? Terminarán negociando con el poder. Por eso necesitamos otra solución que no permita atajos cuando, una vez más, la promesa independentista fracase.

La independencia ha crecido desde que está gobernando Rajoy. De manera que para frenar la independencia lo más eficaz es salir de quien la está alimentando. El PP, heredero de la derecha franquista, siempre le dio a la victoria del 18 de julio la condición legitimadora del gobierno. “Para eso ganamos una guerra”. Y por eso siempre han tenido tantas dificultades para aceptar quedarse, por culpa de unas elecciones, fuera del gobierno.

Ganaron mandar en España en 1939 gracias a las armas y parece que aún no han salido de esas. Aceptaron tarde la democracia, aceptaron tarde la Constitución, aceptaron tarde el municipalismo, aceptaron tarde la igualdad, el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual, aceptaron tarde Europa, aceptaron tarde la justicia internacional, aceptaron tarde la confesionalidad del Estado y van a aceptar tarde la plurinacionalidad. Pero no les importa una higa. Viven en la doble vara de medir. Ellos son España y España es lo que ellos dicen que es, el espacio que coincide con sus intereses. Aunque tengan el dinero en Suiza o Panamá. Pueden odiar a los marroquíes y al mismo tiempo entender que Franco trajera a la Guardia Mora a matar españoles con licencia. Pueden aceptar regalos de Gadafi y después mirar hacia otro lado mientras lo asesinaban. Hablan de derechos humanos en Caracas y hacen cartera en Riad o en Pekín.

El independentismo no ayuda. Y su agenda ni siquiera es el independentismo. Quieren negociar. Y por eso no se debe entrar en ese juego. Hay que cerrar la herida territorial de una vez por todas. El PdeCat está luchando a la desesperada por una amnistía y su horizonte es lograr beneficios para la élite económica catalana (con migajas para la ciudadanía). A ERC, salvo muy honradas excepciones, sólo le interesa sustituir a la antigua CiU, cargar el pasado sobre sus hombros como si ella no tuviera nada que ver, y ser la que negocie nuevas condiciones con el Estado. Están esperando, con inteligencia, que el PP haga lo que está haciendo. A mayor represión, más legitimidad. Las CUP viven en una égloga pastoril que desprecia cuanto ignora. Una mezcla poco digerible.

Nunca antes de Rajoy el independentismo tuvo tanta fuerza. Pero basta encarcelar a Alcaldes, cargos públicos, voluntarios, prohibir actos, meter en el calabozo a impresoras (como metían en la cárcel a los burros coceadores en los cuarteles de Franco), declarar a las papeletas armas de destrucción masiva y usar la violencia estatal contra la voluntad de expresarse de los catalanes para que todo llegue al borde del precipicio. Y eso que los asuntos identitarios están en Catalunya y en España muy detrás en las preocupaciones de los españoles. Pero si el PP sigue rompiendo cosas de la convivencia, la marcha atrás se complica. ¿A quién le interesa una psicosis de guerra? Porque guerra no va a haber y tampoco independencia. Las metáforas bélicas, de trincheras, trenes son el anuncio repetido que cada cual quiere ver para solazarse en sus sentimientos. Sólo puede haber diálogo. Diálogo al que, como siempre, el PP llegará tarde.

Los catalanes terminarán, sin duda, votando. Ningún juez a quien nadie ha elegido va a sustituir ese derecho. Y si Felipe VI no lo entiende, le pasará como a su bisabuelo. Este conflicto, que en verdad es un reto, se solventa votado. Convendría que los catalanes votaran también con todos los españoles. En un proceso constituyente que tendrá que reconocer la condición plurinacional de España y el encaje que los catalanes decidan. Podemos debiera recordar que nació reclamando un proceso constituyente, aunque los gritos de la turba mediática le hicieron olvidarlo. Dentro de ese proceso constituyente, los catalanes podrán votar su inserción en el Estado español como un sujeto soberano que decidirá -o no- formar parte del sujeto soberano del Estado. Con todas nuestras peculiariedades.

Pero para que vayamos reconociéndonos, debemos ir pensando en votar. Que ya va siendo hora. ¿O no era lo que se pedía a la izquierda abertzale? Para que de una vez por todas podamos dedicarnos a luchar contra nuestros verdaderos caminantes blancos –cambio climático, empleo, envejecimiento, guerras y migraciones- en vez de estar distraídos en cosas que, vistas con distancia, dan bochorno y demuestran que tenemos, igual que la peor prensa de Europa, los peores gobernantes del viejo continente.

MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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2) La extrema derecha crece en la crisis del centro
Emir Sader (Alai)

El ingreso de la extrema derecha al Parlamento alemán, por primera vez desde el nazismo, es la más reciente expresión de lo que ya se ha vuelto una tendencia prácticamente mundial: el fortalecimiento de esa corriente a expensas del agotamiento y del fracaso del centro.

A lo largo de muchas décadas la socialdemocracia fue una referencia central para la izquierda, en su versión europea o en otras variantes en la periferia del capitalismo. El paso del capitalismo a su era neoliberal presentó dilemas para la socialdemocracia: oponerse a esa nueva corriente de derecha o sumarse a ella. Significativamente, en Francia, con la elección de François Mitterrand, se dio el paso del programa clásico de la socialdemocracia, a inicios de su gobierno, a la conversión al ideario neoliberal. Tendencia que fue seguida por el PSOE en España y por los otros partidos vinculados a esa corriente.

Ese giro ha representado el agotamiento del programa reformista de la socialdemocracia, su abandono del campo de la izquierda y su acercamiento a la derecha, toda ella neoliberal. Fue una conversión a un consenso que la socialdemocracia creía inevitable, que buscó fisionomía propia en una supuesta “tercera vía”, de Tony Blair y de Bill Clinton, pero que no ha generado ninguna corriente propia, apenas disfrazó, por un tiempo, su adhesión al neoliberalismo.

Rápidamente ese giro se ha revelado suicida para la socialdemocracia, que ha entrado en crisis acelerada e irreversible en escala mundial. Bases populares que votaban por ella fueron adhiriendo a las tesis de la ultraderecha, tendencia que fue reforzada por la crisis de los partidos comunistas, con el fin de la URSS y de la alianza con la socialdemocracia. La ultraderecha pasó a representar la corriente de resistencia a la cohesión entre la derecha tradicional y la socialdemocracia en su nueva versión, tanto en la reivindicación del tema del empleo, que las políticas neoliberales multiplican, como, en el caso europeo, en la oposición a la adhesión a la política de moneda única, el euro, y el debilitamiento de los Estados nacionales.

La ascensión de la extrema derecha no se hace tan solo por la conquista de sectores de la derecha, sino, sobre todo, por el debilitamiento de la social democracia. La derecha sigue hegemónica en Alemania, en España, en Francia, en Gran Bretaña, entre otros países, pero la socialdemocracia se debilita profundamente en esos y en otros países. Al punto de que prácticamente desaparece en Francia, se debilita mucho en Alemania, países en que ha tenido un rol importante en el pasado reciente. En Escandinavia, región característica por la hegemonía socialdemócrata, la extrema derecha también crece, en la medida en que se debilitan los partidos socialdemócratas.

La forma de defensa de la ultra derecha del empleo fue mediante diagnósticos discriminatorios y racistas, como si fuera culpa de los inmigrantes – africanos, musulmanes, mexicanos, en el caso de EEUU. Fue una operación de recoger una reivindicación de la clase trabajadora, pero imprimirle un carácter discriminatorio, de derecha. Se han valido de que el tema del empleo ha dejado de ser central para la socialdemocracia, precisamente en el momento en que el neoliberalismo y la crisis recesiva que ese modelo provoca en el capitalismo, multiplica el desempleo estructural. Fue de esa forma que el Brexit ha tomado votos del laborismo inglés, que Trump ha captado votos del Partido Demócrata norteamericano, como la extrema derecha alemana crece a expensas de la jibarizacion de la socialdemocracia alemana, en gobierno en alianza con la Democracia Cristiana.

En América Latina, la retracción del centro también da lugar al fortalecimiento de la extrema derecha. En Brasil, la adhesión de la socialdemocracia al neoliberalismo, en el gobierno de Cardoso, fue una victoria de Pirro, que hizo con que ese partido ocupara el lugar de la derecha en el campo político, desplazando a la derecha tradicional y derrotando a la izquierda anti neoliberal.

Pero las consecuencias nefastas para Brasil y para su propio prestigio no tardaron: la social democracia nunca más ha elegido presidente en el país, hasta que recién ha adherido al golpe del 2016 y el partido prácticamente ha desaparecido. Fue a partir de ese fracaso que la ultraderecha de Jair Bolsonaro ha sacado el apoyo de muchos sectores de clase media, que han mantenido su antipetismo, pero ahora en sus expresiones más radicales, incluidos: el odio abierto de clases, la discriminación racial, de género, de adhesión a políticas y posturas violentas.

En Argentina, la crisis final del radicalismo ha abierto campo para el surgimiento del macrismo como corriente predominante en la derecha del país. El centro se vacía y aparece una derecha más radical.Pero donde la izquierda mantiene perspectivas anti neoliberales, defiende políticas sociales, entre ellas las del empleo, – como son los casos de Brasil y Argentina -, la perspectiva del crecimiento de la ultra derecha queda limitada a temas ideológicos y políticos, sin reivindicaciones sociales importantes.

MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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3) ¿Por qué EEUU no se opone al referéndum de independencia de Kurdistán?
Nazanín Armanian (Público)

Washington pide al Gobierno Autónomo de Kurdistán (GAK) de Irak que en vez de suspender el referéndum previsto para el 25 de septiembre lo posponga, y eso a pesar de que los propios kurdos no han puesto ninguna fecha para la independencia a pesar de contar con una mayoría absoluta de la población a favor del ‘SÍ’.
Del mismo modo que la RAK nació por la voluntad de EEUU y como una recompensa a los dirigentes derechistas y feudales kurdos por su colaboración durante la agresión militar dirigida por George Walker Bush al resto del pueblo iraquí en 1991, su independencia también dependerá, no de su pueblo, sino de los intereses y la voluntad de la Casa Blanca.

Durante las semanas pasadas, el Secretario de Defensa de EEUU, Jim Mattis, el jefe del Comando Central de EEUU, general Joseph L. Votel, y otros militares han visitado la RAK, exigiendo al presidente Massoud Barzani aplazar el referéndum para dentro de tres años. Aunque EEUU afirma que así pretende mantener la unidad de todos los iraquíes en su guerra contra ISIS, sus propósitos reales son otras:

–Consolidar el gobierno de Bagdad dirigido por el chiita árabe Haider al-Abadi, el hombre de EEUU y de Arabia Saudi, de cara a las elecciones parlamentarias previstas para el próximo año, y neutralizar los intentos de Irán en forjar sus lazos con los diversos partidos iraquíes, incluidos los kurdos. Washington al aplazar la salida de Kurdistán, que mayoritariamente es sunnita, evita que aumente el peso de las fuerzas chiitas pro-iraníes en Irak, cuyo régimen administra la segunda reserva mundial del petróleo. Necesita que al-Abadi renueve el mandato, aunque, en realidad, los chiitas árabes prefieren que los kurdos se marchen, siempre y cuando no se lleven consigo la ciudad de Kirkuk, multiétnica, estratégica y empapada del Oro Negro.
-Ganar más tiempo para fortalecer las estructuras políticas kurdas necesarias para crear un Estado propio: Los conflictos entre los partidos kurdos (que son más de corte familiar-tribal que político) han llagado a tal punto que Barzani suspendió en 2015 el parlamento y sólo lo volvió a reunir la semana pasada para que legitimase el referéndum. La guerra civil de los años noventa dejaron a miles de muertos en esta región: El enemigo de la independencia kurda no sólo es la élite gobernante de Bagdad, Ankara, Teherán o de Washington, también lo es la burguesía corrupta y autoritaria.
-Buscar una solución al problema de falta de autonomía económica de Kurdistán, que carece de infraestructuras capaces de gestionar la independencia: al no tener salida al mar, sólo podrá vender su petróleo pasando los oleoductos por Irán, Turquía o Irak. Además, la caída del precio del petróleo, un monumental saqueo de las arcas públicas (la desaparición de 1.107 millones de dólares en 2016) y la aplicación de políticas neoliberales han provocado una profunda crisis económica en el GAK.
-Disuadir a Turquía que puede aprovechar la formación del estado kurdo, y darse el derecho de apropiarse de las tierras kurdas de Siria. A demás, preocupa a EEUU que los kurdos de esta socia de la OTAN -que sufren una creciente represión-, intensifiquen su lucha contra el régimen autoritario de Erdogan, desestabilizando este estratégico país euroasiático.
-Alargar el proceso hasta que hubiese cambios en Irán y Turquía. EEUU está tomando muy en serio las insinuaciones de ambos países en intervenir militarmente en la autonomía si el GAK llega a declarar la independencia.

En general, los costos de un Estado Kurdistán son mayores para Washington que los beneficios: un estado kurdo no es viable, por lo que su prioridad es proteger las cinco bases militares que ha construido en Kurdistán (la ultima en el distrito de Zummar, a 60 kilómetros al noroeste de Mosul, con el fin de controlar desde la orilla occidental del río Tigris hasta unos kilómetros de Mosul) e impedir que choque con los países vecinos y perder la estabilidad y el estatus que tiene actualmente.

Las quejas de la autonomía

Liberarse de los interminables conflictos religiosos de la zona árabe de Irak en los que se ha visto envuelto es uno de las principales razones presentadas por el GAK para demandar el divorcio a Bagdad, consciente de que sus vecinos árabes, turcos e iraníes le declararían la guerra. El GAK le acusa a Bagdad de incumplir la Constitución del 2005 que exige un acuerdo sobre la disputada ciudad de Kirkuk, del impago del 17% del presupuesto general del estado, de marginar a los kurdos en las instituciones gubernamentales, de no equipar a su ejército Peshmargas, y bloquearle el suministro de armas extranjeras. Por lo que ha dado por fracasado el federalismo iraquí.

¿Qué pasará?

En realidad, el objetivo de Barezani al convocar el referéndum (que aún puede ser desconvocado) no es la independencia a corto plazo sino:
-Forzar a Bagdad a iniciar el proceso de la independencia para un futuro indeterminado. De hecho Francia, EEUU y la ONU ya están diseñando planes para salvar la cara de Barezani, trabajando con Bagdad para que acepte la negociación de la separación de Kurdistán en los próximos años, pero con garantías internacionales sobre las fronteras del nuevo estado y mientras las tropas kurdas permanezcan en Kirkuk. Sabe que el hecho de que el referéndum no incluya las importantes zonas en disputa con Bagdad, estas se quedaran fuera de su dominio quizás para siempre. Por lo que preferirá congelarlo de momento.
-Desviar la atención de sus ciudadanos de la incapacidad de su “familia” (en el sentido don coleonilista del término) de gobernar sobre cinco millones de personas (la mitad, jóvenes nacidos en la autonomía que no se consideran iraquíes) cuyas expectativas de una vida mejor no se han cumplido después de 26 años de gozar de semi-independencia de la región. Cerca de 70.000 kurdos viven en la pobreza, y el gobierno no sube los salarios según la inflación y encarcela y tortura a los detenidos. Un etnocentrismo insolidario y con aires de superioridad es incapaz de entender la lucha de clases.
-Y ¿cómo no? la ambición de querer ser “cabeza de ratón, que no la cola de león”.

La lucha actual de los kurdos iraquíes no es una romántica batalla por la liberación nacional: no puede conseguirlo si su único apoyo es Israel que niega este derecho a los palestinos. Los que dirigen este escenario no buscan una solución sensata a la cuestión kurda, sino utilizarla.

Washington avanza en su Proyecto de Nuevo Oriente Próximo, que incluye romper estados poderosos de la zona y convertirlos en mini estados y si no lo consigue los dejará como “estados fallidos” para poder controlarlos y ocuparlos militarmente. Aquí, los kurdos no son jugadores de su propio destino, sino peones de los intereses de otros. Lamentablemente, hace décadas que el derecho de autodeterminación de los pueblos se ha convertido en el derecho exclusivo de un solo estado con derecho al veto del Consejo de Seguridad de la ONU, aunque haya sido por la mayoría absoluta de los estados del mundo: El 31 de diciembre del 2014, EEUU vetó en el Consejo de la Seguridad de la ONU el reconocimiento de Palestino como Estado, a pesar de la gran aprobación de la Asamblea general. Salvo Rusia que voto en positivo otros miembros del Consejo se abstuvieron, mientras votaron en favor de romper a Sudan, convirtiéndole en el ultimo estado reconocido del mundo.

MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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4) El Pato Donald y el otro Donald
Ariel Dorfman (Other News)

Hace cuarenta y dos años, en julio de 1975, un oscuro funcionario del Servicio de Aduanas de los Estados Unidos ocupado en asegurar el cumplimiento de la ley de importaciones, decidió que un cargamento de libros impresos en Londres podrían constituir un acto de piratería intelectual contra los derechos de Walt Disney, y procedió a “detener”, “incautar” y “someter a custodia” los cuatro mil ejemplares respectivos, solicitando que las partes en disputa, los editores británicos y la Disney Corporation, entregaran declaraciones legales sobre el caso antes de que se determinara el destino final de ese envío.

El libro que había suscitado la suspicacia del Departament of the Treasury (Finanzas), del que depende la Aduana norteamericana, era la versión al inglés de Para Leer al Pato Donald que yo había escrito con el sociólogo belga Armand Mattelart en 1971 durante el gobierno revolucionario de Salvador Allende. Si he citado las palabras exactas con que se anunciaba el secuestro de nuestro libro es para acentuar que tal agresión era una más entre muchas que ya había sufrido nuestra crítica a Disney después del golpe de septiembre de 1973 que derrocó a Allende y su experimento de socialismo democrático.

Agua: diez mil ejemplares de la tercera tirada del libro fueron lanzados por la Armada chilena a la bahía de Valparaíso. Y fuego: unos días después de la asonada militar, encontrándome en la clandestinidad, vi por televisión cómo un grupo de soldados quemaban, en vivo, centenares de libros, entre los cuales se hallaba Para Leer Al Pato Donald. No me sorprendió tal pira inquisitorial. Nuestro desmenuzamiento de los valores dominantes que escondían las historietas que Disney propagaba por nuestro país y tantas otras naciones de lo que se denominaba en esa época el Tercer Mundo había tocado un nervio en la burguesía chilena. Un airado automovilista había tratado de atropellarme, gritando “¡Viva el Pato Donald!” Fui rescatado de una turba anti-semita por un camarada karateca y la casa en que vivíamos con mi mujer y nuestro hijo Rodrigo fue el objeto de protestas de vecinos del barrio.

Aún así, el espectáculo de ver mi propio libro ardiendo por televisión era particularmente inquietante. Había asumido, equivocadamente y con ingenuidad, que después de las infamantes hogueras nazis de mayo de 1933 en que toneladas de volúmenes que se juzgaban subversivos, decadentes e insuficientemente “alemanes” habían sido consignados al fuego, tales actos serían considerados demasiado reprehensibles para llevarse a cabo en forma pública. Pero los militares chilenos no tenían problemas con difundir flagrantemente su furia y odio. Y me recordó que quienes quemaban mi libro no tendrían problemas con hacer algo idéntico o peor al cuerpo indefenso del autor. Tal experiencia ayudó a convencerme de que aceptara, muy de mala gana, la orden de mi partido político para que abandonara Chile a fin de unirme a la campaña contra el General Pinochet en el exterior.

Esa imagen de mi libro incinerado me acompañó al exilio, incitándome a meditar dilatadamente acerca del sentido profundo y desesperante de aquella hoguera. Había sido nuestra intención asar al spiedo a Disney y a su Pato, vacunar al pueblo chileno contra la plaga del American Dream of Life y su ideología competitiva, super-individualista y voraz. En vez de ello, como Chile mismo, el libro había sido consumido por una conflagración sin fin. El hecho de que los conspiradores militares y civiles habían sido financiados y alentados por Washington y la CIA, que Nixon y Kissinger habían desestabilizado el experimento maravilloso de Allende, le dio una sensación de derrota especialmente amarga a la quema del texto que desnudaba justamente la forma en que los Estados Unidos trataba a países como el nuestro. Creíamos con tanto fervor que nuestras palabras –y los obreros en marcha que las estimularon– eran más fuertes que el Imperio y ahora el Imperio había probado su poderío, nosotros éramos los que habíamos sido chamuscados y digeridos y escupidos.

Y, sin embargo, pese a que tantos ejemplares de Para Leer al Pato Donald habían sido obliterados, el libro mismo cobraba una segunda vida en otras latitudes. Entre todas las traducciones, la que más nos importaba a Armand y a mí era la que se hizo al inglés. Si aquel “manual de la descolonización” (como la llamó el gran John Berger) no podía circular en la tierra que lo vio nacer, teníamos la esperanza de que podría encontrar nuevos lectores en la tierra que le dio nacimiento a Disney.

No tardamos mucho en darnos cuenta de que el creador del Pato Donald, igual que el gobierno gringo que lo defendía y difundía, era más poderoso de lo que habíamos anticipado. Debido a que no le habíamos pedido autorización a Disney para reproducir algunas imágenes de las historietas que Walt publicaba con tanto desparpajo masivo en nuestras naciones, ningún editor en los Estados Unidos estaba dispuesto a arriesgar los juicios y pleitos que una armada de abogados había ya desplegado en tantísimas ocasiones para defender el copyright de la Disney Corporation.

De manera que cuando el Servicio de Aduanas confiscó los ejemplares de How To Read Donald Duck, pensábamos que íbamos a volver a perder la pelea contra Disney. Para nuestra alegría y desconcierto, abogados del Center for Constitutional Rights en Nueva York convencieron al Treasury Department que no habíamos cometido piratería al reproducir los monitos y permitió la importación del libro. Con la salvedad de que, amparándose en una ley de fines del siglo XIX, decidió que tan solo 1.500 copias podían ingresar a los Estados Unidos. Esta decisión burocrática bloqueó efectivamente a los lectores de ese país de tener acceso al libro que se convirtió así en un ítem de coleccionista, por el que se paga hoy centenares de dólares en el mercado virtual.

Ahora, por fin, después de cuatro décadas, How To Read Donald Duck va a circular en la patria de Disney como parte de un catálogo del Museo MAK de Los Angeles. No puedo negar que me da cierta satisfacción pensar que el libro reaparece tan cerca de Disneylandia y, también, de la tumba donde descansan los restos no tan inmortales de Walt mismo (el que no fue congelado criogénicamente, como murmuran las lenguas). Más importante, sin embargo es que nuestro texto carbonizado y prohibido ha logrado pasar subrepticiamente la frontera de los Estados Unidos en el preciso momento en que sus ciudadanos, animados por el tipo de xenofobia y nacionalismo exacerbado que recuerda mi propio Chile regentado por Pinochet, ha elegido a otro Donald (aunque se parezca más al Tío Rico MacPato que a su sobrino más notorio) a la Presidencia en virtud de su promesa de “Construir Una Muralla” y “¡Hacer De Nuevo Grande a América!”. Nos encontramos, sin duda, en una coyuntura donde reina el deseo nostálgico de retornar a un país que Disney concibió en sus historietas como inmaculado, inocente y eterno.

Me conforta que nuestras ideas, forjadas durante la revolución chilena, hayan arribado a estas orillas precisamente cuando algunos –¡demasiados!– estadounidenses se pasean con antorchas en lugares como Charlottesville, haciéndose eco de las hogueras de Santiago y Berlín, pero también en un momento cuando muchos otros compatriotas suyos se preguntan acerca de las condiciones que llevaron a Donald Trump al poder. Me pregunto si hay algo que podrían extraer quienes hoy son mis conciudadanos gringos de nuestra exploración de la ideología subterránea de este país. ¿Es posible ver la sombra de Donald Trump dentro del libro que desnuda a ese otro Donald, el plumífero?

Por cierto que muchos valores que impugnamos en nuestro libro –la codicia, la ultra-competitividad, la sujeción de las razas más oscuras, la desconfianza y desprecio hacia los extranjeros (mejicanos, árabes, asiáticos), todo ello edulcorado en un himno constante a una felicidad inalcanzable– anima a cantidad de entusiastas de Trump (y no solo a sus seguidores). Pero tales blancos son demasiado evidentes y fáciles. Tal vez más crucial hoy es el pecado cardinal de los Estados Unidos que se agita en el corazón de las historietas de Disney: la creencia en una innata inocencia de la patria de Lincoln, la presunción de la excepcionalidad, la singularidad ética y destino manifestó de este país.

Cuando escribimos el libro nos referíamos a la incapacidad –que sigue hoy– de la nación que Walt exportaba como un modelo de perfección a reconocer su propia historia. Si se desmorona la amnesia recurrente de la violencia y trasgresiones pretéritas (la esclavitud, el extermino de nativos, las masacres de obreros en huelga, la persecución y deportación de inmigrantes y rebeldes, tantas aventuras militares en suelo extranjero, tantas invasiones y conquistas de territorio ajeno, y la complicidad con autocracias y dictaduras en todos los continentes), lo que se derrumba es la cosmovisión supuestamente prístina de Disney, abriendo espacio para que otro tipo de país haga su lenta aparición.

Aunque escogimos a Walt Disney como el ejemplo excelso de esta inocencia, ella se encarna hondamente, por cierto, en los pre-juicios de la inmensa mayoría de los norteamericanos, aun entre los más ilustrados. Una casi imperceptible muestra de ello es la reciente decisión de Ken Burns, el documentalista más celebre y admirable de las costumbres y trayectoria de su país, de comentar en su nueva serie televisiva sobre Vietnam, que esa intervención desastrosa y genocida en una nación lejana fue iniciada “de buena fe y por gente decente” y que se trataba de un “fracaso” y no de una “derrota”.

Es una advertencia de cuán difícil será deshacerse de la idea abismalmente arraigada que los Estados Unidos, pese a sus fallas, es una fuente incuestionable de benevolencia en el mundo. Solo un país que continúa a bañarse en la mitología de esta inocencia, de una virtud otorgada por Dios y por lo tanto destinada a imperar en toda la Tierra, puede haber producido una victoria como la de Trump. Solo el reconocimiento de cuán perversa y enceguecedora viene a ser aquella inocencia puede conducir a una comprensión más amplia de las causas de la ascendencia de Trump y su dominio alucinante sobre tantos seguidores suyos, un reconocimiento al que nuestro libro quisiera contribuir, aunque fuera en forma mínima.

Hay, sin embargo, un aspecto de How To Read Donald Duck que tal vez ofrezca una contribución de otro tipo a la búsqueda colectiva en que tantos estadounidenses perplejos están empeñados. Volviendo a leer este texto nuestro lo que me sigue inspirando hoy es su tono rebelde, la insolencia, el humor, la euforia que fluye por sus páginas. Es un libro que se ríe de sí mismo mientras se burla de Donald y sus sobrinos y sus compinches. Detrás de su deseo de un nuevo lenguaje para la liberación puedo escuchar a un pueblo que no se deja avasallar. Me devuelve al inmenso salto imaginativo que exige toda demanda de un cambio radical, Y captura algo que a menudo falta en esta era de catástrofes y derrotas: la certeza de que múltiples realidades alternativas son posibles, que están a nuestro alcance si tenemos el coraje y la inteligencia y la osadía de enfrentar el futuro sin miedo. Para Leer Al Pato Donald fue y sigue siendo una celebración de la alegría que acompaña el desborde de la imaginación, una alegría que es su propia recompensa, que no puede ser quemada en Santiago o desaparecer en la bahía de Valparaíso.

Es esa alegría liberadora, ese espíritu de resistencia que me gustaría compartir con lo mejor que tiene Estados Unidos por medio de un libro que no lograron liquidar los soldados de Pinochet ni bloquear del país de Martin Luther King los abogados de Disney. Espero que en este momento confuso y terrible sea un modo modesto de recordar que de veras no tenemos por qué dejar el mundo tal como lo heredamos al nacer. Si pudiera re-escribir ese libro hoy, es probable que un mejor título sería, quizás, Para Leer a Donald Trump.

MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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5) Yemen Los secretos del genocidio.
Guadi Calvo (Línea Internacional)

Desde marzo de 2015, una coalición liderada por Arabia Saudita, junto a más de una treintena de países musulmanes, con mayor o menor intervención y el apoyo político y logístico de Estados Unidos están masacrando al pueblo yemení.

Esta incursión en medio de una guerra civil, iniciada en septiembre de 2014, provocó la renuncia del presidente Abdu Rabbu Mansour Hadi en enero del año siguiente, desde su exilió en Riad, y a instancias de los sauditas, por lo que Hadi, pretendió retomar el poder, profundizó la crisis política y agudizó el enfrentamiento armado.

La incursión saudita en el conflicto yemení, ya se ha cobrado no menos de veinte mil vidas, un número incalculable de heridos, entre 12 y 14 millones de desplazados internos además de un número que rondaría los 800 mil que han abandonado el país, Además de sumergir a toda su población en una crisis alimenticia y sanitaria que la pone al borde de una hambruna, que podría provocar un número mayor de muertos. Solo la epidemia de cólera, que estalló en octubre de 2016, ya se cobró 2500 vidas, mientras otras 500 mil personas están contagiadas. Toda la infraestructura: rutas, puertos, redes fluviales y usinas eléctricas han colapsados; cientos de hospitales y escuelas y miles de viviendas han sido demolidas, por los ataques de la aviación sauditas, con colaboración táctica y estratégica de pilotos israelíes.

Junto a Arabia Saudita, el país más involucrado en este genocidio, son los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que a diferencia del primero, si ha puesto tropa terrestre en territorio yemení. Aunque no para combatir estrictamente, ya que esa misión la cumplen los efectivos de al-Qaeda y Daesh.

La tarea de los efectivos de la UEA, junto a agentes norteamericanos es la de perseguir y detener a los duros combatientes houthis una unidad de resistencia yemení compuesto especialmente por miembros de la comunidad chií, un 47 % del total de los 28 millones de yemeníes, junto a los sectores más pobres de la mayoría suni.

En 2016, Estados Unidos destinó un número pequeño de comandos del cuerpo de elite navy seals, que opera a lo largo de la costa sur. para apoyar las operaciones de las tropas de los emiratos, con quien está llevando a cabo acciones contra la población civil, en procura de impedir el apoyo a los combatientes houthis.

Se denunció en enero último, el asesinato de 59 civiles, 10 niños y 9 mujeres en una operación ejecutada por los seals. Los sobrevivientes del ataque han denunciado que los comandos norteamericanos llegaron en plena noche en varios helicópteros, al poblado de Yakla, en una zona apenas poblada de la provincia de al-Bayda.

Según los militares norteamericanos, que ha desautorizado la versión de la masacre, tenían información que allí se alojaban un importante grupo de AQPA (al-Qaeda para la Península Arábiga). Según esas fuentes los terroristas abrieron fuego al verse rodeados por lo que debieron repeler el ataque. En la “batalla”, que tiene la carga simbólica, de constituirse en el primer ataque en Yemen de la era Trump, intervinieron bombardeos aéreos, drones y helicópteros artillados, habiéndose extendido a lo largo de varias horas, al tiempo que solo fueron destruida tres casas del poblado, a pesar que los objetivos fueron una escuela, una mezquita y un centro sanitario.

Otra vez la guerra sucia.

Graves denuncias de familiares, abogados y organizaciones vinculados a los derechos humanos están señalando que una guerra sucia se está librando por debajo la guerra formal, por parte de las tropas del EAU. Se han detectado por lo menos 14 centros de detención clandestinos en diferentes puntos del país donde habría alojados por los menos unos tres mil yemeníes, sin procesos judiciales.

Ex detenidos, han denunciado que cientos de hombres, murieron tras ser torturados por miembros de al-Qaeda que operan en la red secreta de cárceles en el sur del país. Allí los prisioneros padecen todo tipo de torturas, al punto de ser maniatados a un artefacto que gira sobre fuego, como un espiedo.

Abogados, activistas, miembros de la familia y ex detenidos describieron al menos seis centros de detención informales o secretos en Adén. Una persona que había recolectado más de 150 nombres de los detenidos por las fuerzas de seguridad verificó sus listas con las listas de los detenidos en la Cárcel Central y CID y encontró que unos 50 de ellos no estaban en ninguna de las instalaciones de detención. Fuentes, entre ellas funcionarios gubernamentales, dijeron que los abogados, activistas, jueces, fiscales y organizaciones internacionales no tenían acceso a los centros de detención informal, ni a las cárceles secretas de Adén. En febrero, el viceministro del Interior Nasser negó que hubiera centros de detención informales o cárceles secretas en Adén.

Estas prisiones que han sido detectados funcional en Buraika, un barrio de del puerto de Adén, que casualmente se encuentra frente a la base de los Emiratos Árabes Unidos Más denuncias señalan que en Adén también funciona otra prisión secreta en el distrito de Tawahi.

Las denuncias señalan que estas cárceles funcionan dentro de bases militares, almacenes del puerto, aeropuertos, casas privadas y hasta en desactivados clubes nocturnos. En muchos casos conteiner fungen de calabozos donde son encerrados prisioneros que no solo sufren el encierro, el hacinamiento en oscuridad sino las altas temperaturas que concentran esas cajas de metal. La información consignada describe los abusos como de rutina, mientras que las torturas que se aplican en los interrogatorios son extremas.

Una de las prisiones secretas más importantes se encuentra en el aeropuerto de Riyan, en la ciudad Mukalla, al sur del país. Ex detenidos denunciaron que les tocó estar en contenedores de transporte, manchados de repletos heces humanas y manchados de sangre. Se ha conocido que militares norteamericanos han llegado a estar a pocos metros de estas cajas, sin impórtales los gritos que de allí partían. Las particularidad del encierro ha hecho que el número de prisioneros muertos se dispares a raíz de múltiples infecciones contraídas durante el encierro.

Se ha conocido que también opera como centro de detención clandestino una nave a fondeado a poca distancia de la costa donde en las cubiertas expertos en diferentes técnicas de interrogatorio incluido el uso de polígrafos y sicología realizan largas secciones con prisioneros ilegales.

Se ha sabido de menores de 15 años que también han sido torturados, y mantenidos encerrados con adultos, donde sufren todo tipo de violaciones.

Un padre ha referido, que tras una intensa búsqueda cuando encontró a su hijo, el niño había perdido la razón. Human Rights Watch documentó en cuatro oportunidades menores detenidos infundadamente y luego desaparecidos en la prisión central de Adén y en el campamento militar de Tariq. Otro prisionero liberado ha referido haber visto en la prisión central entre siete u ocho menores que se encontraban en su mismo pabellón con los ojos cubiertos y signos de haber sido golpeados.

Funcionarios norteamericanos han reconocieron que algunos de sus hombres han participado de interrogatorios, aunque solo direccionaron las preguntas, sin torturar personalmente a nadie.

Una investigación atribuida a de la Associated Press (AP) revela que la violencia contra presuntos supuestos extremistas y houthis son abusados sexuales, golpeados y permanece encerados con los ojos vendados durante semanas. Al tiempo Abu Dabi y Washington han rechazado también estas acusaciones.

Funcionarios del Pentágono, preservando su identidad, dijeron que las fuerzas norteamericanas participan de manera frecuente en interrogatorios en distintas lugares de Yemen, indicado que preguntas deben hacer los interrogadores locales y agregando que los altos mando norteamericanos conocen de estas intervenciones. Mientras que fuentes oficiales norteamericanas han negado obviamente todas las acusaciones sobre detenciones ilegales y torturas.

Se ha conocido que algunos detenidos han sido trasladados a través del Mar Rojo ilegalmente a una base de los EAU en Eritrea. En 2016, el Grupo de Vigilancia de las Naciones Unidas sobre Somalia y Eritrea sacó un informe en el que se señalaba “la rápida construcción de lo que parece ser una base militar con estructuras permanentes” en Assab una localidad costera de Eritrea a escasos kilómetros de Yemen, atravesando el Mar Rojo.

Esta nueva red de prisiones secretas remite a los numerosos centros de detención conocido como “agujeros negros” a lo largo del mundo (Polonia, Rumania, Egipto, Malasia entre otros) creados por la CIA después del 11 de setiembre, donde eran remitidos los sospechosos de terrorismo para su interrogatorio. En el año 2009, el presidente Barack Obama ordenó su desmantelamiento, aunque con esta nueva administración parecen haber retornado, como parte de un genocidio secreto

MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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