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DEFENDERNOS COLECTIVA Y COMUNITARIAMENTE

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL

REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS

AÑO 14 – Nº 667/ Lunes 21 de Abril de 2014

Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

http://nuevo.comcosur.org/

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HOY:

1) ¿Cómo desmonopolizar Internet?

2) Defendernos colectiva y comunitariamente

3) Gobierno de Sudán del Sur aprieta la mordaza

4) India: elecciones generales y algunas curiosidades

5) El juego de Obama en Ucrania

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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que

niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo

hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese

monopolio es central.” Emir Sader

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1) ¿Cómo desmonopolizar Internet?

Entrevista con Robert McChesney:

Sally Burch (Alai)

“Abandonadas a su curso actual e impulsadas por las necesidades del
capital, las tecnologías digitales pueden desplegarse por caminos que
son terriblemente adversos a la libertad, la democracia, y cualquier
cosa remotamente vinculada con el buen vivir. Por lo mismo, las
batallas en torno a Internet son de importancia central para todos
quienes buscan construir una sociedad mejor”, escribe el
investigador Robert McChesney en la conclusión de su libro sobre el
desconecte digital: cómo el capitalismo conduce a que Internet gire
contra la democracia[1]. Como profesor de la Universidad de Illinois
en Urbana-Champaign, el trabajo de McChesney abarca la historia y la
economía política de la comunicación. Es también co-fundador de
Free Press, organización estadounidense por la reforma mediática. En
la siguiente entrevista con ALAI, sintetiza los argumentos de su
libro, con énfasis en la tendencia de la economía de Internet a la
promoción de monopolios.

– ¿Cómo caracterizas la evolución de Internet en las dos últimas
décadas?

– En síntesis, Internet comenzó como una función del sector
público. Inició con subsidios del gobierno y no era comercial,
incluso era anti-comercial en su primera época. La visión con la que
surgió siempre fue como un sector sin fines de lucro, igualitario,
donde la gente podía juntarse y compartir. Pero el proceso a partir
de inicios de los ‘90, especialmente después del invento de la
telaraña mundial (World Wide Web), se ha visto marcado por intensa
comercialización, de un lado; y de un agresivo interés de las
agencias militares, de seguridad nacional, de inteligencia y de la
policía por la importancia de Internet, de otro lado. Estas dos
fuerzas realmente han hecho de las suyas con Internet en los últimos
20 años de una manera que muy poca gente, no hace mucho como 1993 o
1995, creía posible.

– A nivel global, ¿cuáles han sido las principales implicaciones de
esta evolución?

– Una de las grandes pretensiones respecto a Internet fue que iba a
estimular la eficiencia económica, el crecimiento, la competencia;
que iba a abrir la economía a nuevos jugadores, especialmente para
que pequeñas empresas y nuevos emprendedores puedan entrar en el
juego y competir con empresas más grandes, ya arraigadas, porque
Internet les permitiría circundar las barreras de entrada que les
mantenían alejados de los consumidores y los mercados. También fue
visto como un lugar de empoderamiento para los consumidores, quienes
tendrían más posibilidades de elección y más opciones a través de
Internet para obtener precios más bajos y mejores servicios.

Por desgracia, casi nada de esto se ha hecho realidad de manera
significativa, y una de las grandes ironías de Internet es que se ha
convertido en el mayor generador de monopolio económico que se haya
conocido, en cualquier sistema económico, máxime bajo el
capitalismo. En lugar de producir mercados competitivos y una gran
cantidad de empresarios exitosos, Internet ha hecho todo lo contrario,
y eso debido a la economía de la Red, que básicamente es una
economía de ‘todo para el ganador’. Una vez que alguien alcanza
el primer lugar, se crea un tremendo incentivo para que todo el mundo
pueda usar ese servicio, como los buscadores, por ejemplo, o eBay o
You-Tube. Se utiliza el mismo buscador porque se quiere estar en la
misma red donde todo el mundo ya está, y con ello se obtiene lo que
se llama un «monopolio natural», debido a los efectos de red.

Cuando nos fijamos en Internet, está llena de esos monopolios, no
existe una «clase media» de 20 o 30 empresas que compiten en un área.
Por lo general hay una empresa que domina, con tal vez una o dos más
que tienen una tajada del mercado. Y esto ha acentuado y agravado el
problema de la monopolización en el capitalismo moderno, que es, por
supuesto, uno de los grandes problemas de la economía mundial.

Ahora bien, esto es especialmente cierto fuera de los EE.UU., porque
–y tal vez no sea casualidad– los monopolios que dominan Internet
a nivel mundial están basados en EE.UU. Google, Microsoft, Apple,
Amazon, eBay, Facebook, son empresas con sede en EE.UU. Estas empresas
tienen un poder desproporcionado fuera de EE.UU., y pienso que para
quienes viven en países fuera de los EE.UU., su dominio es de
particular preocupación.

– ¿Y cómo repercute esta dinámica en Internet en el plano de la
democracia?

– La democracia tiene un montón de componentes, y una de las grandes
aseveraciones respeto a Internet era que iba a favorecer que la gente
común, gente sin propiedad, pueda participar en la política de una
manera que nunca fue pensable antes. Que se iba a poder tener acceso a
toda la información que antes sólo estaba disponible para las
élites. Que se podría comunicar a bajo costo con personas de ideas
afines y establecer redes que serían muy potentes, que sacudirían
ese poder y le obligarían, ya sea a dejar el poder, ya sea a
responder a las aspiraciones democráticas del pueblo. Y de hecho hay
algo de eso, seamos claros: son muchos los aspectos positivos de
Internet para aumentar el poder de los de abajo frente a las
jerarquías. Pero cuando se hicieron esas aseveraciones, se olvidaba
que los de arriba también poseían computadoras. De hecho, hacen las
computadoras, son dueños de las redes y ellos también saben lo que
están haciendo, y lo están haciendo para ganar, no están jugando
por las reglas del juego. Lo que hacen es neutralizar la amenaza de
que Internet se torne una fuerza democrática que puede detener o
desafiar el poder de la élite.

Ahora bien, una de las áreas cruciales donde esto ocurre –sobre la
cual estudio y escribo mucho– es la gran crisis del periodismo en
todo el mundo y en EE.UU. A medida que se avanza cada vez más en el
ámbito digital, no hay manera de sostener el periodismo
satisfactoriamente, contar con periodistas suficientes para seguir el
paso a las personas en el poder y ver en qué andan.

En pocas palabras, la razón de esto es que la publicidad en la era
digital funciona de manera muy diferente a como lo hacía antes de
Internet. Antes de que tuviéramos Internet, el anunciante compraba un
anuncio y el periódico utilizaba una parte significativa del dinero
de ese anuncio para pagar por los contenidos; así es cómo pagaban a
los periodistas. La publicidad proporcionaba la mayor parte de los
ingresos para la mayoría de los medios de comunicación comerciales
en el mundo. En la era digital, los anunciantes ya no tienen que pagar
por los contenidos. Han encontrado una manera más eficiente para
llegar a los consumidores finales. Pueden ir, simplemente, a una de
las grandes redes de publicidad como las dirigidas por AOL, Google,
Microsoft o Yahoo, y decir: queremos llegar a 30 millones de mujeres,
de 18 a 25 años de edad, que podrían estar en el mercado para
comprar zapatos nuevos en los próximos tres meses. Van a encontrar
esas 30 millones de mujeres de inmediato, dondequiera que se
encuentren en Internet, porque esas empresas saben dónde están, no
existe la privacidad en Internet. Es decir que los anunciantes no
tienen que pagar a un sitio web más que el costo de alcanzar la
única persona que le interesa allí. Por ello el sitio web recibe
mucho menos dinero; y es por eso que el periodismo en línea
esencialmente no es solvente comercialmente. Se ha esfumado el dinero
de la publicidad, que representaba más de la mitad de los ingresos
con los que se pagaba el periodismo en años pasados. Esto está
provocando una crisis enorme en todo el mundo.

Con esto, no estoy diciendo que antes el periodismo era una maravilla.
Gran parte de mi trabajo se ha centrado en las graves limitaciones del
periodismo comercial, lo cual es tan cierto en América Latina, como
en Estados Unidos, sino más. Pero el punto de partida del periodismo
es que se tiene que tener a alguien que pueda hacerlo, y esa persona
tiene que comer. O sea, alguien que tenga el tiempo y la experiencia
necesarios para cubrir noticias a veces complejas acerca de la
seguridad nacional, o el medio ambiente, o la economía. Idealmente,
se requiere tener empresas de noticias que compiten entre ellas, por
lo que si alguien pierde una noticia, alguien más lo conseguirá.
Todo eso está desapareciendo ahora. Los intereses comerciales están
abandonando el barco, diciendo que no pueden ganar dinero haciendo
periodismo. Y eso nos deja muy lejos de ser una sociedad democrática.
La Misión A, la Tarea Nº. 1 de quienes están comprometidos con la
democracia debería ser la creación de instituciones y recursos para
sostener medios de comunicación y periodismo, y en última instancia
cultura, a las comunidades que al mercado ya no le interesa. Creo que
todas estas entidades tienen que ser no comerciales y sin fines de
lucro, para ser eficaces. El mercado sencillamente ha abandonado el
periodismo a su suerte y debería seguir su camino.

Eso significa que, si vamos a tener medios de comunicación
independientes, competitivos y con credibilidad –y van a ser
digitales–, los recursos van a tener que provenir del público. El
gran reto al que nos enfrentamos en las sociedades democráticas es,
¿cómo lo logramos? Todos los países tienen que abordarlo muy en
serio.

– Volviendo a la cuestión de los monopolios… en una economía
globalizada, se necesitan acuerdos políticos e instituciones
mundiales para establecer las reglas, controles y correctivos
necesarios para su funcionamiento, en defensa del interés público
(como tienen la mayoría de Estados-nación para restringir los
monopolios en el ámbito nacional). Pero cada vez más, las mismas
corporaciones globales que ellos deberían estar controlando terminan
subordinando estos espacios internacionales. En lo que respecta a
Internet, ¿cuáles consideras son los principales retos a asumir en
términos de gobernanza global?

– La pregunta es tan buena que contiene parte de la respuesta, ya que
es crucial contar con acuerdos globales para el comercio, la economía
y la gobernabilidad, especialmente para Internet. Desafortunadamente,
debido a que hay tanto dinero invertido ahora en Internet, estos
acuerdos de gobernanza están dominados por enormes empresas
monopólicas, que son tan ricas y tan poderosas que pueden disponer
que el gobierno de EE.UU. sea su fuerza policial privada. La función
global actual del gobierno de EE.UU. es proteger los intereses de
estos monopolios privados. Nunca hace nada en contra de sus intereses.
Esto significa que la posibilidad para los estados nacionales en
Europa, América Latina, África o Asia de revertir estas presiones,
para crear su propio ámbito digital autónomo, es bastante difícil,
ya que implicaría enfrentar prácticamente toda la estructura
económica mundial.

– Has participado en algunas de las grandes batallas que se
desarrollan en EE.UU. en torno a la libertad, los derechos, la
democracia e Internet. ¿Cuáles son actualmente los temas centrales?

– En mi opinión, los grandes temas en los EE.UU., y creo que en
diversos grados en todo el mundo, son tres. En primer lugar, la
cuestión de conseguir financiamiento en serio para instituciones
mediáticas sin fines de lucro, independientes y no comerciales, sin
censura y competitivas, en el plano local y nacional: con algunos
colegas estamos trabajando la idea de crear un bono de 200 dólares de
fondos federales, que cualquier persona dispondría para entregarlo a
un medio de comunicación de su elección. De esta manera se tendría
un enorme subsidio público para los medios de comunicación sin fines
de lucro, pero no es el gobierno que controlaría quién recibe el
dinero, sino la gente.

La segunda gran problemática en este país es que el control sobre el
acceso a Internet y a los teléfonos móviles se limita a sólo tres
empresas: Comcast, Verizon y AT&T. Hay algunas otras empresas en
escena, como Sprint y T-Mobile, pero las tres grandes establecen los
términos y las demás siguen. Han dividido el mercado como un
cártel, no compiten entre sí; cobran altos precios y los
estadounidenses pagamos una cantidad increíble de dinero para la
telefonía celular y el acceso a Internet, a cambio de un servicio muy
mediocre. Es realmente indignante. Necesitamos una campaña en EE.UU.
–o incluso internacionalmente– para retirar la prestación de
servicios de Internet de las manos de los monopolios privados, y
establecer algo parecido al servicio de correos. El acceso a Internet
debería ser un derecho humano; el gobierno debe administrarlo y eso
permitiría que los costos se desplomen. Será una pelea difícil,
porque estas empresas actúan como grupos de presión de clase
mundial, tienen a los políticos en su bolsillo, pero su existencia es
totalmente ilegítima. No crean nada de valor, salvo estafarnos y
obtener ganancias super-monopólicas para brindarnos un pésimo
servicio.

El tercer punto -y esto nos lleva de nuevo a la cuestión de los
monopolios naturales- es que en fin de cuentas hay tres opciones en
una sociedad democrática para hacer frente a los monopolios. Ahora,
la forma en que los economistas utilizamos el término monopolio
significa básicamente una empresa que controla una parte muy grande
del mercado como para poder fijar los precios en toda la industria y
también determinar cuanta competencia tiene al frente. Si quisiera
borrar todos los demás para tener el 100% del mercado, probablemente
podría hacerlo, pero ello menoscabaría sus ganancias, por lo que se
conforma con un porcentaje más reducido del mercado y así menos
gente queda al margen, pero consigue el máximo beneficio que la
industria permite. Ese es el tipo de dominio monopólico que estamos
viendo. John D. Rockefeller, en el pico de su monopolio con la
Standard Oil, no contaba con el 100% del mercado del petróleo en
EE.UU., creo que su porcentaje máximo llegó a un poco más del 80%,
pero se encontraba en una situación en la que, si quería, él tenía
el poder de bajar el precio para sacar a los demás del negocio.
Simplemente no estaba en su interés hacerlo. Google, Apple, Amazon,
Facebook, eBay y PayPal son todos monopolios de este estilo de la
Standard Oil y, por regla general, la única competencia que enfrentan
en sus mercados monopólicos medulares proviene de los otros
monopolios. Así que si Google tiene un buscador exitoso, entonces por
supuesto, Microsoft tendrá otro que compita. Ya no se encuentran
empresas independientes capaces de competir con ellos, ya que a todas
ellas las van absorbiendo al paso.

Entonces, ¿qué vamos a hacer respecto a estos monopolios que son
completamente contradictorios con la teoría democrática? Esta no es
siquiera una noción progresista. Milton Friedman –el economista
conservador de derecha, cuyo legado en América Latina, gracias a la
era Pinochet, es bastante oscuro– fue el primero en argumentar que
la defensa del capitalismo en una sociedad democrática es que la
gente que maneje la economía deje de manejar el gobierno. El poder
era difuso y eso permitía que la libertad prospere, a diferencia del
feudalismo o del comunismo existente en ese entonces, donde la gente
que manejaba el gobierno también manejaba la economía. La clave del
argumento de Friedman era que el mercado económico tenía que ser
competitivo. Si fuera dominado por unas pocas empresas gigantes, esas
empresas invariable e inevitablemente habrían de tomarse el gobierno,
y con ello, toda la premisa de la democracia se derrumbaría como un
castillo de naipes. Es por eso que, en la teoría democrática, tanto
de la derecha como de la izquierda, el poder económico monopólico
siempre ha representado una crisis.

En ese contexto, hay tres opciones respecto de lo que una sociedad
puede hacer. La primera es mantener el poder del monopolio privado,
para luego intentar regularlo en función del interés público. En
EE.UU. lo hicimos durante mucho tiempo con la compañía telefónica
AT&T y todavía tratamos de hacerlo un poco con nuestras empresas de
cable y telefonía. Pero la evidencia demuestra que no funciona. Estas
empresas son demasiado grandes, captan a los reguladores, son dueños
del gobierno y la regulación resulta en gran medida ineficaz; por lo
que se sigue teniendo un monopolio que estafa al cliente y los
monopolistas manejan el gobierno. Realmente no es una buena solución.

La segunda solución es tratar de dividir el monopolio en unidades
más pequeñas, que realmente compitan. Así, en lugar de tener una
sola empresa petrolera, como la Standard Oil, se podría dividirla en
5, 10 o 15 que compitan entre sí, con los beneficios de la
competencia en el mercado y sin tener los inconvenientes del control
monopólico del gobierno. Desafortunadamente, en el caso de Internet,
eso no es posible; a causa de los efectos de red, se convierten muy
rápidamente en monopolios, porque esa es la lógica de la
tecnología. No hay manera de tener motores de búsqueda que compitan,
porque la gente se inclinará hacia el mejor, y todos los demás
saldrán del mercado.

Así que con los monopolios naturales, sólo queda un camino posible,
y de hecho fue el propio mentor de Milton Friedman, Henry C. Simons,
quien lo dijo. Él observó que, incluso en el capitalismo de libre
mercado, es necesario socializar y nacionalizar las empresas
monopólicas, porque de lo contrario van a robar las ganancias de las
empresas más pequeñas y cobrarles precios más altos a ellas y a los
consumidores, y corromperán la operación eficiente de la economía
de mercado, sólo para beneficio propio. De modo que, incluso quienes
verdaderamente desean y respetan la economía de mercado deberían
apoyar la socialización de estos grandes monopolios que no pueden
funcionar con la competencia.

– ¿Eso podría conducir a la nacionalización o socialización de
Google o Microsoft?

– Bueno, ese es el debate que tenemos que tener, en última instancia.
Podemos empezar ahora, o podemos esperar 20 años para hablar de ello,
pero en fin de cuentas vamos a tener que hacer algo en ese sentido. Si
nos fijamos en las 30 empresas de mayor valor de mercado en EE.UU. hoy
en día, 12 de ellas son monopolios de Internet; las que yo acabo de
nombrar y algunas más. Ellas dominan totalmente la economía
política de EE.UU. (cuando no la economía política mundial),
constituyen la fuerza vital, tal como es, del capitalismo actual. Este
tipo de poder económico se traduce en un control total sobre el
gobierno. En Estados Unidos, siempre hablamos de los bancos
demasiado-grandes-para-quebrar, los que recibieron el enorme rescate.
Como ha dicho el senador Dick Durbin de Illinois, son francamente los
dueños del gobierno. Son los dueños del Congreso, se salen con la
suya con lo que quieran. Ahora bien, hay sólo dos o tres de esos
bancos entre las 30 empresas más grandes de EE.UU, pero hay 12
monopolios de Internet. De modo que si queremos seriamente hacer
frente al poder monopólico como una amenaza tanto para la economía
como para la democracia política, si seriamente queremos revitalizar
la democracia, entonces incluso si uno es aficionado al libre mercado,
tarde o temprano se va a tener que abordar este problema de los
monopolios y yo diría que cuanto antes empecemos ese debate, mejor.

– En el caso de los monopolios mundiales, ¿significaría considerar
la posibilidad de crear empresas públicas globales?

– Estas son preguntas muy interesantes, y creo que en EE.UU. nos falta
entrar mucho más en debates como ese. Como nuestros mercados son muy
grandes y las empresas tienen su sede aquí, nosotros apenas pensamos
en soluciones nacionales, como si fuera suficiente. Sin embargo, tan
pronto se cruza la frontera a cualquier otro país del mundo,
seguramente el debate tiene que cambiar, porque entonces, las
soluciones puramente nacionales tienen límites reales para esos
países, incluso en teoría, y las soluciones internacionales o
regionales se vuelven mucho más importantes. Pero en este punto de la
discusión, me convierto en estudiante, ya no profesor.

– Volviendo a nuestro punto de partida, la evolución de Internet:
entre la utopía digital o la pesadilla del Gran Hermano, ¿cuál es
el saldo actual?

– Se está desplazando hacia la pesadilla del Gran Hermano. Sé que
son palabras cargadas, peyorativas y cualquiera podría descartar lo
que estoy diciendo con ‘este tipo es un chiflado’. (Vale decir, no
eran los términos que yo elegí -que esto quede claro- pero al mismo
tiempo, yo no voy a huir de ellos). Una de las cosas que encontré
cuando estaba haciendo la investigación para mi libro sobre el
Desconecte Digital, que no lo aprecié en su plena dimensión hace
apenas dos o tres años, fue en qué grado todo lo que hacemos en
línea es conocido por intereses comerciales y gubernamentales. Debes
partir de la suposición de que todo lo que haces se graba, se
escucha, se monitorea y está disponible para alguien, en algún
lugar, de alguna manera. Me asustó cuando hice la investigación;
pero tan pronto salió el libro, se divulgaron las revelaciones de
Snowden sobre la NSA y ello despertó una conciencia más generalizada
sobre todo este proceso.

Pero acabo de tener un nuevo susto. El ex jefe del programa de
vigilancia de la NSA renunció hace poco tiempo, y él ha dado algunas
entrevistas en las que ha dicho que la NSA tiene acceso a todo y puede
realizar un seguimiento de todas las personas, en todas partes del
mundo. Realmente tienen ese poder y lo están utilizando. Entonces,
¿qué es lo que hacen ahora si quieren detener a alguien? Es muy
fácil, pueden armar un caso contra alguien (y parece que siempre
pueden encontrar alguna ley que uno ha infringido, en alguna parte) y
llevar esa información, recopilada de manera ilegal, a la policía y
decirles: junten toda la información que puedan conseguir, para así
contar con un caso documentado legalmente. Con ello, pueden detener a
esa persona, si lo quieren; tienen esa capacidad. Como dijo el ex
jefe, tal es la definición de un Estado policial. Pero si bien no
siempre lo hacen, esa amenaza, la noción misma de que esa posibilidad
está presente como trasfondo, es lo que crea exactamente el mundo
orwelliano en el que no creo que nadie quiera vivir. (Traducción
ALAI).

* Artículo publicado en América Latina en Movimiento, No. 494 (abril
2014) titulado “Internet, poder y democracia”.
http://www.alainet.org/publica/494.phtml

[1] Digital Disconnect: How Capitalism is Turning the Internet Against
Democracy, The New Press, New York, 2013.

LUNES 21 DE ABRIL DE 2014 – COMCOSUR

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2) Defendernos colectiva y comunitariamente

Raúl Zibechi (La Jornada)

La situación mundial es muy grave. Cuando aún no se apagan las
llamas de la guerra civil en Siria, la crisis en curso en Ucrania
amenaza con elevar la tensión, a la espera de que se abran nuevos
frentes en el conflicto global. La región sudamericana aplazó, por
ahora, una escalada mayor en Venezuela gracias a la presencia
disuasoria de la Unasur.

Sin embargo, debemos mirarnos en el espejo sirio, o quizá en el
mexicano, para comprender que ninguna de esas opciones puede ser
descartada en el periodo más agudo de la transición hegemónica. La
guerra permanente sustituye a los golpes de Estado, ya que los think
tanks imperiales parecen haber comprendido que los pueblos salen
fortalecidos de los regímenes dictatoriales, como los que impusieron
en las décadas de 1960 y 1970.

Ahora buscan romper el tejido social atizando prolongados conflictos
internos, con el objetivo de dejar sociedades exhaustas, divididas e
incapaces de autogestionar sus asuntos. Es el modo de romper naciones
en el periodo de «acumulación por desposesión» (David Harvey) y de
la «cuarta guerra mundial» (subcomandante Marcos), por la apropiación
de los bienes comunes y la destrucción de la vida.

Ante este panorama los movimientos no pueden contar con la protección
del Estado, por haber sido neutralizado por la presión de las
multinacionales y el imperialismo, o bien por apoyar con convicción
sus estrategias. Debemos pensar, por lo tanto, en la necesidad de
crear y multiplicar espacios, conciencia y organización para la
defensa comunitaria.

Tenemos ante nosotros un buen puñado de formas de autoprotección
comunitaria entre pueblos indios, campesinos y también entre sectores
populares urbanos, donde esta tarea es más compleja. A menudo estas
organizaciones ignoran la existencia de otras similares en otros
países o regiones, con lo que no pueden enriquecerse mutuamente,
aprender de sus aciertos y errores, y mejorar así los modos de
enfrentar este periodo tan complejo.

Entre los nasa de Cauca (sur de Colombia) destaca la Guardia
Indígena. Sus miembros son elegidos en asamblea por las comunidades y
prestan servicio durante dos años, pudiendo ser relegidos. Los y las
guardias son en su inmensa mayoría jóvenes comuneros, están armados
con bastones de mando y no sólo protegen a las comunidades (tanto en
sus territorios como a través de su despliegue en marchas y acciones
de protesta) sino que ejercen además una labor educativa y de apoyo a
la justicia comunitaria.

La Guardia Indígena ha sido capaz de rescatar autoridades
secuestradas por los paramilitares y la guerrilla, apelando a la
movilización masiva de las comunidades. Han desarmado también
instalaciones de guerra de las fuerzas armadas en sus territorios y
trabajan para impedir que la violencia ingrese en sus espacios
destruyendo comunidades.

Las rondas campesinas nacieron en el norte de Perú a finales de la
década de 1970 para combatir a los ladrones de ganado. En pocos años
se extendieron a buena parte del país, ya que consiguieron reducir
los robos hasta casi extinguirlos. Actuando de forma rotativa, los
campesinos hacen rondas nocturnas de vigilancia, mostrando que ya no
son familias aisladas sino comunidades en construcción.

Con los años las rondas encararon labores de construcción de
servicios para las comunidades, implementaron su propia justicia al
margen de la justicia estatal corrupta y, cuando se disparó la guerra
interna entre las fuerzas armadas y Sendero Luminoso, aislaron a los
violentos al precio de miles de muertos. En los últimos años las
rondas campesinas juegan un papel decisivo en la resistencia a la
minería, en particular frente al proyecto aurífero Conga, en la
provincia de Cajamarca. Son conocidos como «guardianes de las
lagunas».

En las ciudades contamos también con un puñado de experiencias de
defensa comunitaria, en sintonía con las brigadas de la Comunidad
Habitacional Acapatzingo en la delegación Iztapalapa, en la ciudad de
México. Un caso destacable sucede en algunas villas de la ciudad de
Buenos Aires, con larga tradición de organización popular, tanto
para la demanda al Estado como para la organización y defensa de la
vida cotidiana.

En la Villa de Retiro la Corriente Villera Independiente y el
Movimiento Popular La Dignidad levantaron la Casa de las Mujeres en
Lucha, un espacio de formación, debate, organización colectiva de la
sobrevivencia y también de defensa contra la violencia machista. Las
que integran las cuadrillas de autodefensa de mujeres realizan
talleres de capacitación, que son «una herramienta de organización,
reagrupamiento y acción directa que pueda dar respuestas ante
determinadas situaciones, así como de acompañamiento y asesoramiento
a las mujeres», según razona el movimiento.

En varios casos intervinieron ante agresores haciendo visible la
situación, actuando en grupos, con disciplina y decisión, para
frenar al agresor y llegado el caso inducirlo a abandonar el barrio.
En la villa de Bajo Flores actuaron años atrás las Amazonas, madres
que se movilizaron contra golpeadores y bocas de venta de drogas,
habiéndose convertido en referentes para otras mujeres.

De modo que existen diversas experiencias organizativas entre los tres
sectores sociales que enfrentan el modelo actual: indígenas,
campesinos y sectores populares urbanos. Cada una tiene sus propios
modos en función de la realidad que enfrentan. Algunos utilizan
armas, otros optan por hacer valer la montonera; pero en todos los
casos vemos una potente decisión de poner el cuerpo para defender a
la comunidad de forma colectiva.

De algún modo estas prácticas se interconectan por abajo y van
aprendiendo unas de otras, aunque de modo mucho más lento de lo que
sería deseable. Aunque en su conjunto son aún muy pocas las personas
y comunidades involucradas en la defensa comunitaria, marcan un camino
por el que, en algún momento, habrán de transitar otras comunidades
que sólo pueden contar con sus propias fuerzas cuando escala
peligrosamente el caos sistémico.

LUNES 21 DE ABRIL DE 2014 – COMCOSUR

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3) Gobierno de Sudán del Sur aprieta la mordaza

Sadik Wani (IPS)

Conforme avanzan las fuerzas rebeldes en Sudán del Sur, el gobierno
del presidente Salva Kiir endurece los controles a los medios de
prensa locales. Fuerzas leales al ex vicepresidente Riek Machar
anunciaron el 15 de este mes haber tomado control de la localidad
petrolera de Bentiu.

Aunque los periodistas señalan que la censura oficial comenzó en la
independencia en 2011, la situación se agravó desde diciembre
pasado, cuando estallaron los primeros enfrentamientos entre soldados
de Kiir y de Machar en los cuarteles de Yuba, la capital. El conflicto
se propagó a otras partes de Sudán del Sur, y provocó la muerte de
miles y el desplazamiento de unas 863.000 personas.

“Hemos registrado más de cinco casos de periodistas llevados a
interrogatorio y detenidos en Yuba, así como más de 10 casos en
otras partes del país desde que comenzó el conflicto en
diciembre”, dijo Oliver Modi Philip, presidente de la Unión de
Periodistas de Sudán del Sur. “Les dicen a nuestros periodistas que
informen de determinada manera a favor del gobierno. No quieren que se
escuchen voces de la oposición. Pero como sindicato les estamos
diciendo a los periodistas que deben mantener su ética y garantizar
que su cobertura sea equilibrada”, dijo Philip a IPS.

El 10 de este mes, funcionarios del Servicio de Seguridad Nacional
confiscaron copias del periódico Juba Monitor por haber publicado un
perfil de la vida de Alfred Ladu Gore, exministro de Ambiente y aliado
de Machar. Ya el 18 de marzo habían confiscado copias del mismo
diario donde salió un artículo informando que los rebeldes planeaban
avanzar a Bor, capital del estado de Jonglei.

El mismo día, el Servicio de Seguridad Nacional confiscó el
certificado de registro de Eye Media, grupo propietario de la Eye
Radio, con sede en Yuba. La estación está todavía al aire pero sus
periodistas son víctimas de presión. Uno de sus reporteros, Nichola
Mandil, entrevistó a Gore, quien criticó al presidente y lo exhortó
a renunciar. Las autoridades citaron para un interrogatorio al jefe
ejecutivo de la estación de radio, Stephen Omiri.

Por su parte, la editora de Eye Radio y quien aprobó la entrevista
para su emisión, Beatrice Murail, se vio obligada a renunciar y
abandonar Sudán del Sur. Desde entonces vive en Francia, su país
natal. “El ambiente de los medios se ha vuelto realmente difícil.
Es complicado informar cualquier cosa en forma imparcial y equilibrada
en este tipo de ambiente”, dijo Omiri a IPS. “Nos vemos obligados
a informar solo lo que le place al gobierno. No sé cómo va a
funcionar esto”, añadió.

Funcionarios sursudaneses insisten en que los periodistas se refieran
al estallido de violencia en Yuba del año pasado como intento de
golpe. Hasta ahora la mayoría de los reporteros que trabajan para
medios privados se refieren a lo ocurrido como “supuesto golpe”,
pues Machar negó que intentara derrocar a Kiir. Machar pasó a la
clandestinidad en diciembre, y en febrero anunció que había formado
un grupo de resistencia contra el gobierno.

“Ustedes deben decir claramente que se trató de un intento de golpe
liderado por Riek Machar”, les dijo a periodistas el ministro de
Información, Micheal Makuei Lueth, durante una conferencia de prensa
en Yuba con medios locales y unos pocos internacionales. Lueth,
también portavoz del gobierno, amenazó con la cárcel a periodistas
locales que entrevistaran a rebeldes. “Si entrevistan a los rebeldes
y difunden esas entrevistas aquí en Sudán del Sur, están agitando
(a la población). Están haciendo propaganda hostil y por eso los
llevaremos a donde llevamos a las personas que están en conflicto con
la ley”, afirmó.

“Vayan y hagan lo que quieran fuera de Sudán del Sur, pero no
permitiremos que ningún periodista hostil al gobierno siga
diseminando este veneno en el pueblo”, agregó. En noviembre, Lueth
ordenó a todos los periodistas a que se registraran ante el gobierno.
Sin embargo, la mayoría se negaron a hacerlo, y el plazo expiró en
diciembre. En Wau, capital del estado de Bahr al Ghazal Occidental,
funcionarios de seguridad exigieron a los medios de prensa que
solicitaran una autorización antes de cubrir determinadas noticias.

El mes pasado, funcionarios de seguridad acosaron al periodista
Michael Atit, de la radio Voice of Hope (la voz de la esperanza),
fundada por la diócesis católica de Wau. “Me dijeron que cada vez
que quisiera trabajar en una noticia, primero obtuviera permiso de la
seguridad nacional. También dijeron que luego de reunir el audio
debía llevárselo a ellos para que decidieran si podía usarlo en la
radio o no”, dijo Atit a IPS. Atit se negó a cumplir las demandas
de la policía.

Este acoso contrasta con el acuerdo de febrero de 2013 por el cual
Sudán del Sur se convirtió en el primer país en adoptar una
iniciativa respaldada por la Organización de las Naciones Unidas para
crear ambientes seguros para los periodistas y trabajadores de prensa
en general.

Edmond Yakani, de la organización no gubernamental Community
Empowerment for Progress Organisation, señaló que la censura del
gobierno estaba ahogando la incipiente democracia. “La gente depende
de los medios para una información equilibrada, así puede tomar
decisiones informadas. Pero esta acción del gobierno de ahogar la
libertad de expresión y de discurso, así como la libertad de prensa,
es un intento de alimentarnos con rumores y con una versión
parcial”, dijo a IPS.

“En este momento crítico, sería bueno para nuestro país que el
gobierno permitiera a los medios operar libremente para que la gente
pueda debatir los temas que les afectan. Solo cuando hay libertad de
expresión, la democracia pude crecer”, añadió. Mientras, Atit
dijo que él y otros periodistas en Wau se sienten inseguros, porque
los están vigilando. “Siento que ya no vale la pena trabajar como
periodista en Wau”, afirmó, y añadió que considera la posibilidad
de renunciar.

LUNES 21 DE ABRIL DE 2014 – COMCOSUR

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4) India: elecciones generales y algunas curiosidades

Nazanín Armanian (Público.es)

Cerca de 814.500.000 votantes indios están eligiendo a 543 diputados
y al primer ministro, en lo que son las mayores elecciones
parlamentarias de la historia. Los partidos políticos del país
llamado “la capital mundial de la pobreza” han gastado en la
campaña unos 300 millones de dólares (en la de 2009 fue de 83
millones), invirtiendo en la calidad de los asientos de los mítines o
en el alquiler de helicópteros para el traslado de los candidatos,
afirmando que “la democracia tiene un precio”.

El escenario electoral está copado por el gobernante partido del
Congreso Nacional del primer ministro, Manmohan Sigh, y el partido
nacional-hinduista Bharatiya Janata del candidato Narendra Modi, ex
gobernador del estado Gujarat y acusado de pasividad en los
enfrentamientos entre musulmanes e hindúes en 2002 que dejaron unos
1200 muertos, en su mayoría de la fe islámica.

El estancamiento económico, la inflación, el desempleo y los
escándalos de corrupción que azotan el Congreso Nacional, entre
otros factores, hacen que Modi se perfile como ganador. Algo
chovinista indica que la India será más hinduista y que reconducirá
la política exterior más hacia Washington que hacia Beijing. Su
propuesta de expulsar a varios millones de bengalíes musulmanes que
han huido de una pobreza extrema de su país y legalizar a los
inmigrantes hindúes busca el voto de la ultraderecha hindú en un
país que ha sabido evitar —y tras un arduo trabajo— las continuas
tensiones religiosas. El mes pasado, se retiró el libro Los hindúes:
Una historia alternativa, de estadounidense Wendy Doniger, por incitar
el odio hacia esta comunidad. Con el mismo argumento se había
prohibido la película El Código Da Vinci y la distribución de Los
versos satánicos de Salman Rushdie, antes que el Ayatolá Jomeini
lanzara su fatwa.

Modi puede ignorar el voto de 130 millones de ciudadanos musulmanes,
el 12% de la población, pero no podrá gobernar en paz sin ser
legitimado por una comunidad que además tiene un alto ritmo de
crecimiento poblacional. Debería servirle de lección el traumático
desgarro de su territorio y el nacimiento de la hostil República
Islámica de Pakistán, promovida por Gran Bretaña y EEUU, y todo lo
que ha supuesto para la India.

Una discreta civilización

India —o Hend/Hendustán, nombre de origen persa, que procede del
río Hend/Send; de ahí “sandía”, su fruta emblemática— es una
milenaria civilización, tierra de decenas de grupos étnicos, lenguas
y religiones, de donde se dispersaron por el mundo los Luli, gitanos
de una tribu excluida y discriminada que cruzó Persia para recorrer
Europa y salvarse de continuas persecuciones y malos tratos. A su paso
por los países de fe musulmana, rompieron con su baile y cántico la
tristeza impuesta por las religiones abrahámicas que prohíben la
danza y la música, alegrando sus fiestas y celebraciones. Por otra
parte, fueron acogidos en la India en el siglo VII los Parsis,
iraníes zoroastrianos que pidieron asilo político, huyendo de la
invasión árabe-musulmana a su país. Freddy Mercury era un
descendiente de los Parsis.

A pesar de su escaso peso en la actual política internacional, India
ha tenido una gran influencia sobre las culturas y las ciencias a
nivel mundial. Además de ser exportadora del budismo, el mundo le
debe, entre cientos de inventos, la creación de la regla de medir, el
sistema de numeración posicional —mal conocido en Occidente como
números arábicos— , el cero y los números negativos, el ajedrez y
el parchís, las casas prefabricadas, la rueda para extraer agua de
los pozos, champú (aceites para masajear la cabeza) y también
algunas joyas literarias como el libro de fábulas de Calila y Dimna
(traducido al castellano por la autora de esta columna, bajo el
título de El Cuentacuentos persa) o parte de Mil y una Noches que
influyó en escritores europeos como Giovanni Boccaccio en su
Decamerón.

India nunca fue un imperio, quizás por sus enormes riquezas y
recursos naturales y humanos: lo ha tenido todo y no ha necesitado
conquistar otras tierras para su supervivencia y desarrollo. Siempre
ha mirado, con timidez, hacia dentro y aún hoy le cuesta ser
protagonista del escenario internacional.

Pobreza en la India capitalista

Desde la década de 1980, la India ha rescatado de la pobreza extrema
sólo a 35 millones de personas. En la China socialista, la cifra es
de 678 millones. El 33% de la población sobrevive por debajo del
umbral de la pobreza extrema con una comida al día y el gobierno
exporta cereales.

El culto a la pobreza (divulgado por Gandhi, el político incapaz de
programar un reparto justo de los recursos), no cala entre el 4% de
los 1.000 millonarios del mundo, que son indios. Aquí se lanzan
ambiciosos proyectos espaciales mientras millones de personas no
tienen electricidad ni acceso a agua potable y otros tantos duermen
con el estómago vacío en chozas de cartón. La mitad de los niños
están desnutridos, dos millones de menores de cinco años mueren cada
año por enfermedades prevenibles, y eso a pesar de que India es “la
farmacia del mundo en desarrollo” por elaborar medicamentos
genéricos (y Europa la presiona para que restrinja la producción de
medicinas para pacientes con VIH/sida, la malaria o la tuberculosis).

Las multinacionales han destruido la agricultura, convirtiendo el
campo indio en otro laboratorio de los transgénicos y pesticidas,
empujando al suicidio a miles de campesinos arruinados y endeudados.

El Índice de Desarrollo de Género sitúa a este país en el puesto
número 136 (en una lista de 186 países), el infanticidio femenino,
la violación colectiva o individual —sobre todo a las mujeres
“intocables”— son endémicas. Lo son también el secuestro, la
esclavitud sexual, la compra-venta de niñas y mujeres. Que el posible
futuro primer ministro, Modi, atribuya las agresiones sexuales a la
vida urbana, la occidentalización y la pérdida de valores morales, y
no al ancestral sistema de discriminación sexual que considera a la
mujer un simple objeto sexual, muestra su mirada miope hacia los
graves problemas de la sociedad (ver Si ahorcasen a todos los
violadores). Para la desesperación de las mujeres, la existencia de
políticos con tales miradas se une a su escasa presencia en los
órganos de decisión: son sólo el 11% de los diputados, menos que en
Pakistán, con el 19%.

Esta deplorable democracia del capitalismo salvaje, del crecimiento
económico sin el desarrollo humano, ha sido puesta en evidencia por
el Estado de Kerala, que desde 1957 hasta 2011 ha sido gobernado por
los comunistas: el 90% de sus 30 millones de habitantes esta
alfabetizado, hay igualdad entre las castas, la mujer tiene un solo
hijo y el nivel de vida es de los más altos del país. El Frente
Democrático de la Izquierda lucha para recuperar su posición en
estos comicios.

¿Chindia o Rusíndia?

El primer invitado a la Cena de Estado (2009) de Barak Obama a la Casa
Blanca fue el primer ministro indio Manmohah Singh. Su doctrina del
“Regreso a Asia” para contener a China contando con la
cooperación de India —a cambio quizás de un escaño en el Concejo
de Seguridad de la ONU— no ha dado frutos hasta hoy. Para mayor
frustración del presidente de EEUU y a pesar del acercamiento de
China a Pakistán (ver Pakistán: Tirado por EEUU, recogido por China)
o problemas fronterizos, India ha fortalecido sus lazos con su vecino
desde BRICS y la Organización de Tratado de Shanghái y, para más
inri, vive en una luna de miel con la Rusia de Vladimir Putin. Beijing
es el mayor socio comercial de Nueva Delhi y la “Chindia” puede
llegar a ser incluso una marca comercial: juntos suman un mercado de
2,7 mil millones de clientes.

Rusia, además de ser el principal proveedor de armas a la India,
coopera con este país en el programa espacial y en un acuerdo nuclear
bilateral por valor de miles de millones de dólares. En un momento
delicado para Barak Obama, la India decidió respaldar a Rusia en la
crisis de Ucrania (ver Caso Crimea: China, India y la otra comunidad
internacional) negándose a sancionar a los rusos. Aunque