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ENTRE LAS LUCHAS FEMINISTAS Y LAS RESPUESTAS CONSERVADORAS

MUJER544

1) Argentina: Las mujeres: insertas, pero en la precariedad laboral

2) Chile: Cuatro universidades chilenas reconocen nombre social de estudiantes trans

3) España: El otro lado de la cadena de cuidados

4) Violencia simbólica: cinco ejemplos

5) Entre las luchas feministas y las respuestas conservadoras

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 544 / Lunes 11 de diciembre de 2017 / Producción: Beatriz Alonso

Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo

1) Argentina: Las mujeres: insertas, pero en la precariedad laboral
Latfem

"Toda la precarización de la vida se sostiene gracias a un mayor trabajo de cuidados no remunerado que realizan las mujeres" aseguran Corina Rodríguez Enríquez , Patricia Laterra y Flora Partenio. En esta nota analizan la reforma laboral que el gobierno argentino pretenden llevar adelante y aportan los datos duros de la desigualdad: empleos peor pagados, menor nivel de protección social y menos horas que los varones en trabajos remunerados.

La flexibilización laboral es un tema sensible, de gran impacto en nuestras sociedades y contraproducente si deseamos achicar las brechas de género. La anunciada reforma laboral esconde y contiene un peligroso sesgo de género que amplifica las asimetrías que venimos arrastrando de un sistema ya desigual.

¿Por qué la experiencia de veinte años de tratados de “libre” comercio en Latinoamérica es nefasta? A grandes rasgos: en la balanza pesan más los privilegios corporativos que los derechos de los pueblos y territorios. Visto con mayor atención: el fortalecimiento de la economía del mercado compite con el desarrollo de una economía del cuidado. Entonces, es necesario que el reconocimiento de los impactos negativos no solo se fije en la dimensión mercantil sino en los efectos sobre los trabajos no remunerados: toda la precarización de la vida se sostiene gracias a un mayor trabajo de cuidados no remunerado que realizan las mujeres.

Una reforma laboral como la que se propone en la Argentina, que desregula el empleo para incrementar las variables de ganancia de las empresas, debilita los mecanismos de protección de los derechos laborales y aqueja más a quienes están en condición de vulnerabilidad. Lo que la evidencia nos muestra es que la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo es más precaria, ya que ocupan puestos más informales, menos protegidos y peor remunerados, por lo cual la reforma laboral les afecta más a pesar de todo el avance que ha habido en materia de participación laboral desde la década del ´90 a esta parte.

Si bien las mujeres aumentaron su participación en el mercado laboral –hoy en un 48,1%–, la misma tasa de actividad para los varones es de un 72,4% para el primer trimestre de 2017 a nivel nacional según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC). Al mismo tiempo, las mujeres aumentaron sistemáticamente su nivel educativo, tienen capacidad para ocupar mejores empleos y suelen estar sobrecalificadas para los puestos que ocupan. Este progreso notable, sin embargo, no redundó en achicar las brechas de género.

Los fenómenos de segregación vertical mantienen a las mujeres concentradas en puestos de menor jerarquía, donde les cuesta llegar a cargos de mayor poder de decisión (también conocido como piso pegajoso y techo de cristal), y de segregación horizontal, donde se amontonan en tareas que se estereotipan como feminizadas y, por ende, son menos jerarquizadas y valoradas.

La brecha salarial en promedio según el Sistema Previsional Argentina (SIPA) para el cuarto cuatrimestre de 2016 es del 23,5%, aunque las mediciones internacionales la ubican en un 27% en el mercado formal. Para el mercado informal, donde se encuentra más de un tercio del total de las trabajadoras, la brecha trepa a un 35%.

Las tasas de desempleo son mayores para las mujeres y alcanza un 10,2% para el segundo trimestre de 2017 (EPH-INDEC). En las grandes ciudades como La Plata, Mar del Plata y Rosario se encuentran picos de 14,1%, 13,9%, 10,9%, respectivamente. El dato más alarmante son las jóvenes menores a 29 años, con una tasa del 20,1% (esto significa que 1 de cada 5 mujeres en la población económicamente activa quiere trabajar y no puede conseguir hacerlo) cuando el promedio nacional de la tasa de desempleo es del 9.2%.

Esta realidad acuciante para las más jóvenes en algunas provincias como Catamarca asciende al 28%, en Tucumán al 24%, en Gran Buenos Aires al 21% y en La Plata se encuentra el pico más alto, un 31,4% en una vasta diferencia con los varones de su misma edad que toca el 15,6%. El embarazo adolescente y las mayores cargas de cuidado que impiden que las más jóvenes puedan continuar con estudios son uno de los principales factores que limitan la posibilidad de ingreso, por eso políticas como la Ley de Educación Sexual Integral, el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, mayores causales y garantías de cumplimiento de la interrupción legal del embarazo, entre otras propuestas integrales de políticas de cuidados, son centrales para no perpetuar estas desigualdades.

A pesar de haber progresado en los niveles de actividad en el mercado laboral, las mujeres se encuentran en empleos peor pagados, con menor nivel de protección social y trabajando en promedio menos horas que los varones en trabajos remunerados. Este escenario responde a que la mayor participación en el mercado laboral no se ve compensada con la mayor participación de los varones en las tareas de cuidado. Esta dinámica entonces limita de manera sustantiva su participación y el acceso a mejores opciones. La última Encuesta sobre Trabajo no Remunerado y Uso del Tiempo para el total nacional urbano en el año 2013 según EPH-INDEC muestra que las mujeres se involucran en un 88,9% en las tareas no remuneradas mientras que los varones se involucran en un 57,9%. Ahora bien, estos porcentajes significan diferencias en el uso del tiempo: las mujeres destinan en promedio 6,4 horas a los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados, mientras que los varones dedican casi la mitad, 3,4 horas.

La flexibilización laboral es un tema sensible, de gran impacto en nuestras sociedades y contraproducente si deseamos achicar las brechas de género. La anunciada reforma laboral esconde y contiene un peligroso sesgo de género que amplifica las asimetrías que venimos arrastrando de un sistema ya desigual.

COMCOSUR MUJER Nº 544 – 11.12.17
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2) Chile: Cuatro universidades chilenas reconocen nombre social de estudiantes trans
Agencia Presentes

Frente a la falta de Ley de Identidad de Género, cuatro universidades en Chile han trabajado en políticas para reconocer el nombre social en sus establecimientos, permitiéndole a estudiantes trans desarrollar libremente sus actividades académicas. Son la Universidad de Chile, la Universidad de Santiago, la Universidad Diego Portales y la Universidad Académica de Humanismo Cristiano.

En el caso de la Universidad de Chile se creó el “Decreto Mara Rita”, nombre de una activista trans que murió mientras era Estudiante de Literatura y Pedagogía en la Facultad de Filosofía. Esto, debido a que con ella se buscaba la manera de reconocer por nombre social y no por nombre legal a estudiantes, funcionarixs y académicxs.

De acuerdo a Guillermo Sagredo, estudiante de Administración Pública e integrante de la organización Diversinap: “Quién lo solicite contaría con una cobertura intrauniversitaria de manera rápida y administrativa como hoy lo demanda la población trans en Chile.”, dijo Guillermo Sagredo, estudiante de Administración Pública e integrante de la organización Diversinap.

Que las experiencias cuenten

Stefano Buscaglia, vocal de Género y Sexualidades de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago, se influenció en el Decreto Mara Rita y en las recientes medidas a través del Protocolo de Acoso Sexual y Discriminación para presentarla ante las autoridades de la institución.

“Para hacer esto, tomamos la información de iniciativas ya realizadas y se hizo una reunión con las estudiantes trans a través de sus delegadas de género. De ello nos comentaron sus historias y experiencias vividas en la universidad, y a partir de ello lo adaptamos a la realidad exigiendo el cambio a nombre social en listados, exámenes académicos, plataformas web, entre otros”. Esta iniciativa no quedó hasta ahí, puesto que la misma Vocalía solicitó iniciar un trabajo de acceso y mantención ante los programas de la institución.

Respetar los nombres al pasar lista

La Universidad Diego Portales ya adoptó la medida en tanto coloca el nombre social en 24 tipo de campos o registros que son modificados, desde el correo institucional, el expediente, datos maestros y reportes de matricula.

La Universidad Academia de Humanismo Cristiano pondrá en curso un reglamento de reconocimiento que se enmarca en la circular Nº 0768 sobre “Derechos de niños, niñas y estudiantes trans en el ámbito de la educación” de la Superintendencia de Educación.

El impulsor del proyecto y decano de la Facultad de Artes, Marcelo Nilo, dijo que esta es una más de las iniciativas impulsadas por la universidad y que “sólo faltaba formalizar estas prácticas. Actualmente, los profesores, por ejemplo, ocupan el nombre social del alumno según sea el caso, al pasar la lista o en otras actividades. Son acciones de hecho que requerían una normativa”.

COMCOSUR MUJER Nº 544 – 11.12.17
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3) España: El otro lado de la cadena de cuidados
Pikaramagazine

Nueve de cada diez personas que desarrollan tareas como trabajadoras del hogar en España son mujeres. La mayoría de ellas vienen de otros lugares del mundo. En muchas ocasiones no tienen papeles y eso las deja aún más indefensas. Ellas son parte de una cadena de cuidados, invisible para la mayoría, que tiene eslabones aún más ocultos al otro lado del mundo: las mujeres que se quedan. Mientras unas cuidan a las personas dependientes, los niños, las niñas y los hogares en Europa, otras cuidan a los hijos e hijas que se quedan allí. A veces es una hermana, la madre, una prima o una buena amiga.

Son vidas ‘En tránsito’ que la asociación Bidez Bide ha contado en un documental que recoge la complejidad de un fenómeno que hunde sus raíces en la desigualdad de género y de clase.

En España más de 630.000 personas están ocupadas en empleo del hogar. Un 30% de ellas trabaja en negro, según las estimaciones de la OIT. La ley exige que estén dadas de alta, pero no reconoce su derecho al paro. Desde la Asociación de Trabajadoras del Hogar-Etxeko Langileen Elkartea (ATH-ELE), una asociación que opera en el País Vasco, subrayan que la salud laboral es otro de los temas principales porque se dan casos de “agotamiento físico y mental” entre estas trabajadoras que a menudo sufren estrés y ansiedad. A todo esto se une la distancia a la que muchas de ellas viven de su gente.

Ángeles de la guarda y compañeras de viaje
Soraya Ronquillo es trabajadora social y responsable de los proyectos de sensibilización de la asociación vasca Bidez Bide, que apoya a las mujeres migrantes en la homologación de estudios, ofrece un banco de datos y les asesora en temas legales y laborales. Se esfuerzan, con pocos medios, para que las mujeres migradas tomen conciencia de su papel en la sociedad y también para que la sociedad deje esa mirada cargada de prejuicios racistas, xenófobos, machistas, etnocentristas y coloniales. Tienen mucho contacto con mujeres que trabajan en el servicio doméstico. “Conocemos sus historias y llegó un momento en el que pensamos que teníamos que poner en imágenes estas realidades que traspasan fronteras”.

En ese punto surgió el reportaje fotográfico ‘Ángeles de la guarda’, realizado por la fotógrafa peruana Rosa Villafuerte: una forma de describir el trabajo de aquellas mujeres que se quedan en los países de origen de las trabajadoras del hogar; las que cuidan de los hijos e hijas de las que se van. ‘Compañeras de viaje’ llegó después. Este documental, parido por Bidez Bide y dirigido por Oskar Tejedor, muestra a las mujeres que vienen a trabajar al País Vasco en una dimensión profunda y empática. Soraya explica que las fotografías se quedaron cortas para su trabajo de sensibilización en los talleres y aulas de trabajo: “Entendíamos que una herramienta audiovisual sería mucho más efectiva a la hora de transmitir las vivencias de estas mujeres”.

El camino a casa
En un momento dado, desde Bidez Bide quisieron contar el viaje de vuelta: el reencuentro entre madres y sus hijos e hijas tras años sin verse. Así comenzó el maratón para conseguir fondos y acompañarlas en ese viaje de vuelta. Decidieron que el rodaje sería en Nicaragua. El documental ‘En Tránsito’ recoge en imágenes reagrupaciones familiares después de años de ausencias, de mucho echar de menos, de muchos “¿dónde está mamá?”. Nos asoma a realidades tan incómodas como invisibles: después de 10 años sin verse sus hijos son desconocidos y tienen que reconstruir el vínculo.

Katya Reimberg, responsable de proyectos de asesoría a mujeres de Bidez Bide, explica que plantearon el documental como un proyecto coral. “Nuestro trabajo consiste en crear conocimientos desde lo colectivo”, dice. Por eso, este proyecto se llevó a cabo de forma interdisciplinar para que cada persona pudiera aportar su conocimiento. ‘En tránsito’ nació como una herramienta pedagógica para la formación en talleres y ya ha sido proyectado y premiado en distintos festivales. “Queríamos abarcar a un público amplio: alumnado de institutos, de FP, asociaciones y universidades”, explica Soraya.

Después de una odisea para conseguir la financiación y tras desarrollar toda la narrativa del documental, se hizo realidad con el trabajo en dirección de Oskar Tejedor. Soraya lideró el proyecto y viajó a Nicaragua para ver a las mujeres y a sus familias. De esta forma preparó tanto el recibimiento como la identificación de todo aquello que se iba a grabar. Ha sido un camino muy largo. “Hemos tardado cuatro años en terminarlo”, explica.

Allí, entre los lagos y volcanes del país centroamericano, grabaron a niños, niñas y adolescentes y a sus madres cuando iban de visita tras años de ausencia y de conversaciones por Skype. El peso de las imágenes se puso en las emociones que se generaban en esos encuentros: el reproche, la culpa, la distancia, el amor…

Katya denuncia que la sociedad no se ponga en la piel de estas mujeres ni de sus familias. “La gente cuestiona por qué vienen dejando a sus hijos pero no se para a pensar en sus razones”, apunta.

“¿Por qué vienen?”
A la pregunta que subyace en muchas conversaciones con estas mujeres hay respuestas muy diversas. “¿Por qué has venido?”. “He sentido mucho dolor, pero aún así me vine”, es la respuesta de una de las protagonistas del documental.

Las razones para marcharse de sus países de origen son muchas. “Se van porque no existen leyes ni políticas que protejan a las familias en sus países y las mujeres son las únicas proveedoras de cuidado, de economía, y muchas veces también de afecto en las familias”, expone Soraya.

Katya apunta que detrás del discurso hegemónico de lo económico hay otras razones que les empujan a dejar atrás sus países: “Huyen de relaciones de violencia de género, buscan un mejor futuro para sus hijos e hijas y una mejor vida también como mujeres… Esta realidad es perversa y atrapa las emociones y afectos de muchas mujeres”, reflexiona.

Desde Bidez Bide quieren terminar con la visión equivocada y culpabilizadora que existe sobre estas mujeres: esos lugares comunes que hablan sobre malas madres y madres “desnaturalizadas”. Soraya insiste en la idea de que las mujeres tienen derecho a venir y derecho a no hacerlo. “Para eso hacen falta gobiernos que hagan políticas pensando en nosotras a nivel global… Es necesario pensar cuál es el bienestar que queremos y cómo podemos cambiar las dinámicas que genera la economía capitalista”, dice.

COMCOSUR MUJER Nº 544 – 11.12.17
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4) Cinco ejemplos de violencia simbólica
Afroféminas

La violencia simbólica es un concepto acuñado por Pierre Bourdieu en la década de 70 y se utiliza para describir una relación social donde el “dominador” ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los “dominados”, los cuales no la evidencian y/o son inconscientes de dichas prácticas en su contra, por lo cual son “cómplices de la dominación a la que están sometidos” (Bourdieu, 1994).
Esta violencia está interiorizada y naturalizada hasta el punto de que creemos que las cosas “siempre fueron así” y por lo tanto, nuestros valores y lugares dentro de la sociedad serían no solo incuestionables, sino también inmutables.

En los medios de comunicación, es violencia simbólica todo lo que refuerza los estereotipos, pues están poniendo a cada uno “en su sitio”, todo el que es capaz de estigmatizar es responsable del pensamiento segregacionista, todos los segregados son “distintos a mi” y vistos como menos personas en el inconsciente. Cuanto menos persona se es, menos derechos y más susceptible se vuelve uno a los abusos en todas las esferas.

Pincelemos unos ejemplos de la violencia simbólica patriarcal como ejercicio de reflexión:

1) Enseñando a la mujer en situaciones de subalternancia y/o violencia

No basta que un porcentaje tan significativo de las pelis no pasen el test de sexismo, la última fue una campaña de divulgación en vallas publicitarias de la nueva película de X Men: Apocalipsis. El cartel de estas vallas, divulgado en junio de 2016 en Los Ángeles y Nueva York, circuló por las redes sociales y recibió diversas críticas feministas por promover la violencia contra la mujer. La campaña fue acusada de estar fuera de contexto al enseñar a Mística siendo estrangulada por su antagonista Apocalipsis. La frase de cartel reza: “Solo los fuertes sobrevivirán.”

La 20th Century Fox, responsable de la película se vio obligada a disculparse. Retiraron la escena de la película en que Mística era estrangulada y justificó el cartel diciendo: “En nuestro entusiasmo en enseñar la villanía del personaje Apocalipsis, no reconocimos inmediatamente la connotación perturbadora de esta imagen en la forma impresa”. Nótese que solo hubo preocupación por la imagen de Apocalipsis, nada se habló sobre la de Mística.

La 20th Century Fox, responsable de la película se vio obligada a disculparse. Retiraron la escena de la película en que Mística era estrangulada y justificó el cartel diciendo: “En nuestro entusiasmo en enseñar la villanía del personaje Apocalipsis, no reconocimos inmediatamente la connotación perturbadora de esta imagen en la forma impresa”. Nótese que solo hubo preocupación por la imagen de Apocalipsis, nada se habló sobre la de Mística.

2) Diciendo a las mujeres que sus cuerpos no son suficiente buenos y que necesitan ser moldeados/camuflados

Sujetadores push-up que nos sugieren que nuestros senos deberían ser a prueba de la gravedad. Cremas para arrugas y tintes de pelo que insinúan que la edad es algo a ser disimulado a todo coste. Tacones, porqué siempre podemos parecer más larguiruchas y elegantes. Maquillajes que borran pecas, nos cambian el tamaño de los ojos, afinan nuestros rasgos. La “operación biquini” que no significa otra cosa sino que una mujer que no parece perfecta no es digna de enseñar su cuerpo con orgullo.

La gran novedad en este campo son los dilatadores de labios por succión. Estas ventosas se llevan comercializando varios años, pero alcanzaron la popularidad este año gracias a un reto planteado en las redes sociales.

3) Restringiendo la movilidad de las mujeres

Otra manera de hacer de las mujeres prisioneras de sus propios cuerpos (y de la propia condición de mujer) es limitando sus movimientos. El burka es el ejemplo gráfico más sencillo, entretanto, la ropa femenina occidental está creada y sirve más bien para realzar nuestra figura, e identificar quienes somos dentro de nuestra sociedad, que para vestirnos.

Así, se habla nuevamente de los tacones, de la ropa ajustada, de las faldas desproporcionadas que se les ponen a la niñas diciendo “estate al caso, cierra las piernas, pórtate como niña”. Las bragas hechas de material pobre y desechable, que en conjunto con los pantalones ajustados contribuyen a una mala salud vaginal porque no están pensadas para nuestro bien estar, y si, para que seamos deseables para ellos.

Otra manera de restringir la movilidad de las mujeres es determinando qué sitios deberían ocupar y “sugiriéndolas” a cuales pertenecer, y como dice Irantzu Varela, “nosotras queremos la mitad de todo. Siempre que no seamos la mitad, se debería preguntar el por qué”.

La mujer también tiene su movilidad restringida cuando se cuestiona si va a viajar sola, cuando las jóvenes son advertidas de lo que hacer y no hacer para no “ganarse” mala fama, cuando en la denuncia de una violación, se pregunta a la víctima que ropa llevaba, y así en tantos otros ejemplos.

4) Por un lenguaje tradicionalmente machista y racista

Doy por hecho que vosotras que leéis Afroféminas conocéis la fuerte representación del patriarcado través del lenguaje castellano. ¿Pero, ya os fijáis en las palabrotas?

Hablando de palabrotas, os invito a pensar como la palabra “coño” tiene su significado degenerado cuando es utilizada como expresión de insatisfacción cotidiana, y cuanto exprime una violencia simbólica hacia las mujeres, naturalizando el “coño” como una cosa vulgar, banal y despreciativa. Las palabrotas y tacos que descalifican a las mujeres con connotaciones sexuales tienen una gran representación, vale la pena cuestionar por qué las seguimos repitiendo si comprendemos ya su origen ideológico.

Las bromas que utilizan los estereotipos como muleta para hacer reír, sin considerar que estos chistes están anclados en determinados valores y prejuicios solidificados en la sociedad, son tan desagradables como las expresiones racistas estilo “moro”, “sudaca”, “negrata”, “trabajar como un negro”, “trabajo de chinos”, “ir hecho un gitano”, “feliz como un enano”, etc. que aunque no sea la intención de quien las usa, exprime igualmente un discurso ideológico. Hacerse consciente de lo que se dice también es empoderamiento.

5) Por la manipulación de la historia e invisibilidad de las minorías

La hegemonía patriarcal blanca desde siempre necesita reafirmarse. Nuestra sociedad se sustenta tal y como la conocemos también por enseñar al hombre blanco como el gran pionero, así como a sus elementos biológicos, culturales e incluso morales, justificando de esa manera no solo su posición y privilegios, sino también el dominio social y político.

Ejemplos clásicos serian la representación de un Jesús rubio de ojos azules y también la representación cinematográfica de los egipcios como a una cultura blanca en medio del desierto africano. En el propio sentido ideológico de lo que es civilización y en lo que entendemos como salvajismo, donde queda implícito quienes son los “buenos” y quiénes son los “malos”.

Así, el patriarcado blanco determina lo que es deseable dentro de una cadena de valores y todas las demás personas ajenas a él, se vuelven un poco menos personas, ya que son recreadas a través de la mirada de éste para que asuman papeles y posiciones sociales que les son otorgados.

No ser consciente de que se vive en una sociedad que actúa con un sistema de privilegios permite que ellos sigan existiendo, ya que los privilegios siempre se obtienen a costa de los derechos de alguien.

COMCOSUR MUJER Nº 544 – 11.12.17
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5) Entre las luchas feministas y las respuestas conservadoras
Rebelion
Mariano Schuster
nuso.org/

Entrevista a Maxine Molyneux

La nueva oleada de movimientos feministas sacude al mundo entero. Los reclamos y las luchas de las mujeres generan, sin embargo, una respuesta retrógrada de sectores que critican lo que llaman “ideología de género”. En esta entrevista, la socióloga Maxine Molyneux explica en qué consisten las demandas del feminismo contemporáneo, repasa su relación con las corrientes políticas de izquierda, desmenuza las críticas realizadas por sectores religiosos y conservadores, y analiza el papel asumido por los varones en este momento histórico de luchas por la igualdad.
-¿Cuál es su perspectiva sobre esta nueva ola de feminismo que ha llevado a las mujeres a las calles a reclamar por sus derechos y a plantear cuestiones de género en la agenda pública tal como lo expresan movimientos como “Ni una menos” o “Million Women Rise”?.

El feminismo ha adquirido una nueva dinámica con una revitalización de los movimientos de protesta en todo el mundo. Una nueva generación de activistas sale a la calle para pedir el fin de la discriminación social y la violencia contra las mujeres. Además de las grandes manifestaciones contra la violencia de género en América Latina con la campaña Ni Una Menos, la Marcha de las Mujeres en enero de este año y la actual campaña mundial Million Women Rise (Millones de Mujeres se Ponen de Pie), hemos visto protestas callejeras similares en otros lugares, por ejemplo en la India e incluso en Afganistán, después de brutales asesinatos de mujeres. Hace muy poco estuvo la campaña viral Me Too (Yo también), notable por la fuerte reacción de los medios a las acusaciones de abuso sexual y violación contra figuras prominentes, incluidos algunos parlamentarios británicos, actores y el magnate del cine Harvey Weinstein. Sin embargo, no ha pasado inadvertido que Weinstein ha sido despojado de sus honores, mientras que Donald Trump, que se jactaba de agredir sexualmente a las mujeres, no solo ganó la presidencia de los Estados Unidos, sino que, por ahora, ha eludido la censura. Este momento es significativo por varias razones.

Marca una nueva fase en el feminismo, en el que las mujeres jóvenes se enfrentan a los límites de los diversos cambios sociales y legales de las últimas décadas que pensaron que les brindarían iguales oportunidades. Las niñas tienen a menudo un mejor rendimiento que los niños en la escuela y las mujeres se destacan en la universidad; esperan tener sus propios ingresos y ser tratadas con respeto. Pero ven que muchas de las viejas estructuras y actitudes discriminatorias todavía están vigentes, con amplias brechas salariales de género, peores perspectivas de promoción y, en sus casas, todavía realizan la mayor parte del trabajo de cuidado. En la vida cotidiana prevalece el doble estándar en las costumbres sexuales, la cultura popular todavía menosprecia la igualdad femenina, los hombres ocupan los puestos clave de poder y autoridad y sufren pocas sanciones por acoso sexual, incluso por abuso sexual y violencia. No es para sorprenderse que las mujeres estén enojadas. Para las jóvenes feministas, estas protestas son significativas como expresiones de una nueva solidaridad que colectiviza las experiencias negativas que frecuentemente soportan solas y en silencio: una vez que estas cuestiones se identifican como problemas sociales, requieren atención y acción.

-En el marco de estas manifestaciones, también se han conseguido nuevos derechos para el movimiento de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Queer e Intersexuales (LGBTQI) cuya presencia en las calles ha sido importante. ¿Existe una relación directa entre el feminismo y este movimiento?

Se trata, claramente, de dos movimientos separados, pero desde el comienzo del feminismo de la segunda ola, ha habido algunos puntos de conexión y solidaridad entre feministas y homosexuales, luego activismo LGBTQI. Comparten una oposición común a las normas, leyes y prácticas prescriptivas que derivan de una concepción inmutable de la sexualidad y los roles / relaciones de género a menudo vistos como ordenados por la biología y / o la religión. En cambio, las y los activistas LGBTQI y feministas tienden a ver estas relaciones como influidas poderosamente por las instituciones, las normas y las prácticas sociales, a través, por ejemplo, de las políticas estatales, las leyes, la cultura y la religión. Comparten una crítica de los aspectos discriminatorios y perjudiciales de estas normas, y apoyan las luchas por reformas legales que extienden los principios de los derechos humanos de igualdad y respeto por la diferencia. Esto ha implicado luchas compartidas por el cambio cultural, así como por el cambio legal para eliminar leyes discriminatorias y opresivas, y para proporcionar protecciones adecuadas a quienes las necesitan.

-Frente a la nueva ola de batallas feministas, ha aparecido un sector muy crítico que ha condenado lo que denomina como “ideología de género”.

Se trata de sectores de derecha, muchos de ellos vinculados a los elementos más reaccionarios de la Iglesia Católica y a otros credos, que afirma que el feminismo intenta borrar lo que ellos denominan “características naturales y biológicas” de los seres humanos. ¿Cómo puede el movimiento feminista enfrentar estas reacciones de la derecha que avanza cada vez más en algunos países? No hay una entidad coherente que se describa como “ideología de género”. El término es una amalgama de lo que los opositores a las ideas feministas no aprueban, que abarca los derechos LGBTI (especialmente el matrimonio entre personas del mismo sexo), la igualdad y la autonomía de las mujeres (especialmente sobre sus propios cuerpos / sexualidad). La oposición al término “género” fue inicialmente propagada por el Vaticano, y desplegada como parte de su rechazo a los grandes avances logrados por el feminismo de la segunda ola y el movimiento global de mujeres en el derecho internacional. La aprobación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer en 1979 y la Plataforma de Beijing después de la Conferencia de Mujeres de Beijing de 1995 fueron hitos en la legislación de la igualdad de la mujer y muchos países de América Latina incorporaron estos marcos en su legislación nacional.

Aquellos que hacen campaña contra la llamada “ideología de género” recurren al pensamiento fundamentalista, evocando a menudo la autoridad de las Escrituras para apoyar sus campañas, y buscando promover pánicos morales sobre los supuestos efectos de la igualdad y autonomía de las mujeres, alegando que trae nada menos que descomposición social y decadencia moral. Esta extraña visión del poder destructivo femenino está acompañada por los reclamos de los fundamentalistas de ser los guardianes de la estabilidad social, expresada a través de su apoyo a la familia patriarcal, firmemente basada en el lugar de las mujeres en el hogar como cuidadoras de hombres y niños. Pero esto no es solo una cuestión de puntos de vista opuestos.

El campo de batalla es bien concreto: es el dominio de los derechos humanos. Usted pregunta cuál es la forma de lidiar con esta reacción negativa: mi respuesta es defender los derechos humanos que ya están codificados en la legislación nacional, o hacer campaña para que se instalen y observen. Cuando los evangélicos en Brasil piden que se sancionen leyes para que los psicólogos “traten” a los homosexuales o los gobiernos nieguen la anticoncepción y el aborto a las mujeres, deben ser desafiados como violadores de los principios de los derechos humanos. No digo que la ley sea el único instrumento que se use para resistir estos ataques contra los derechos de las mujeres y de otras personas, pero puede ser muy poderoso. Recuerde que la Corte Suprema de Colombia anuló en 2006 sus severas penas por aborto con el argumento de que violaban los derechos humanos de las mujeres. Este fue el resultado de una exitosa campaña de los defensores de los derechos de las mujeres y sus aliados.

-Más allá de estos sectores que combaten las luchas feministas, también hay varones que se posicionan en favor. ¿Qué lugar tienen estos varones en el feminismo contemporáneo y que rol juegan las llamadas “nuevas masculinidades”?

Hay una imagen mixta que debe ser reconocida. Por un lado, vemos a hombres jóvenes en manifestaciones que apoyan activamente las demandas de las mujeres y que son bienvenidos por hacerlo. Hoy hay más hombres que entienden que existen formas de masculinidad, así como de feminidad, que son autolimitantes, incluso dañinas y disfuncionales, también las formas de hiper-masculinidad brutal asociadas con las pandillas de narcotraficantes, que son una reinscripción de algunas manifestaciones particularmente negativas de la masculinidad.

Durante unas cuatro décadas ha habido grupos de hombres aquí y allá que se han reunido y han debatido las características opresivas y los efectos de los privilegios patriarcales o masculinos: una recuerda el brillante tratamiento que hace Hegel de la relación Maestro-Esclavo, en la que el opresor también es de alguna manera dañado por el poder que ejerce sobre el oprimido. Este cuestionamiento de la masculinidad por parte de los hombres es completamente positivo porque el género es relacional, tratarlo solo como un problema de mujeres es como aplaudir con una mano. Sin embargo, aunque algunos hombres pueden estar más conscientes de esto y están cambiando de manera positiva, otros lo ven solo como un viaje personal en la autorrealización en lugar de un problema social que los obliga a intentar cambiar las estructuras y los comportamientos y las actitudes que oprimen tanto a hombres como a mujeres y perpetúan el privilegio masculino.

Como colectivo, los hombres han sido notoriamente pasivos en este aspecto: han dejado solas a las mujeres en sus luchas. Siempre me sorprende la falta de hombres en las reuniones que discuten los derechos de las mujeres, y como académica veo que pocos hombres leen el trabajo de académicos feministas o los citan, están interesados en la historia feminista o se comprometen seriamente con ideas feministas. Sus lectores pueden pensar que es duro y todos conocemos y apreciamos las muchas excepciones loables, los verdaderos aliados indispensables de las luchas de las mujeres, pero los hombres podrían hacer mucho más de lo que hacen cambiando comportamientos cotidianos como el acoso sexual y la discriminación, impulsando la igualdad de género en sus lugares de trabajo, compartiendo el trabajo doméstico y los cuidados y desafiando la “charla de vestuario”.

-Otros grupos, no necesariamente vinculados a sectores religiosos, manifiestan que el nuevo feminismo tiene características que denominan “fundamentalistas”.

Sus posturas se fundamentan en el supuesto de que el feminismo no llega para concretar mayores niveles de igualdad sino para ampliar las “diferencias culturales”. ¿De dónde provienen este tipo de ideas? ¿Cómo pueden los mismos sectores del feminismo para trabajar en la modificación de los patrones culturales que llevan a ellas? Ningún movimiento social, cualquiera sea su gravitación, es una entidad unificada y homogénea; en su mayoría están formados por diferentes tendencias que acuerdan un conjunto de demandas o principios comunes; más allá de eso, cada uno tendrá sus propias prioridades y formas de activismo. No sé exactamente a qué tendencia te refieres con “fundamentalista”, pero si te refieres a movimientos separatistas que celebran las virtudes de la feminidad y la diferencia sobre la igualdad, entonces sí, hay algunas corrientes feministas radicales que son críticas de otros feminismos por trabajar con hombres en algunos temas, y prefieren trabajar y vivir solo en espacios de mujeres.

Estas son elecciones que los individuos hacen por varias razones y una diversidad de puntos de vista y prioridades puede ser positiva, pero si se convierte en una fuente de fricción y división donde una tendencia busca imponer sus creencias y denigra a otra, eso no es útil para ningún movimiento de base amplia. Dentro de un movimiento debe haber respeto por las diferentes tendencias dentro de un conjunto de principios acordados, y una discusión guiada por la razón, no dogma y división. Usted está trabajando sobre los diversos feminismos que se desarrollan en América Latina, en particular los casos de Uruguay, Chile y Argentina, teniendo en cuenta las diversas luchas encaradas por las mujeres desde fines del siglo XIX y enroladas en movimientos de izquierda como el anarquismo, el socialismo y el comunismo. ¿Qué diferencias y que puntos convergentes encuentra en las trayectorias feministas de estos países en los que hoy también se vive un nuevo marco de luchas?.

Estamos viendo estos tres países primero porque fueron los casos pioneros de América Latina en lo que respecta a los derechos de las mujeres y el activismo, ya que todos ellos tenían movimientos feministas desde fines del siglo XIX. Sus historias, divergentes a partir de la década de 1930, tuvieron consecuencias para los derechos de las mujeres y el activismo que actuó como un legado. En Chile y Uruguay, el feminismo se alió más estrechamente con el socialismo, mientras que en la Argentina, el peronismo tomó un camino diferente, con una relación forjada entre un llamamiento populista a las “virtudes femeninas” y el feminismo socialista / liberal.

Nuestra investigación se centra en algunas campañas específicas que continuaron en el ciclo del feminismo de la segunda ola, aproximadamente desde finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, para ver qué condiciones, factores institucionales y políticos, qué aliados y formas de activismo pueden explicar las diferencias en los resultados. Uruguay se destaca por haber logrado avances notables en algunos aspectos, en parte debido a la naturaleza del sistema de partidos, el carácter de la coalición gobernante y las alianzas que se forjaron entre un movimiento feminista muy activo y los legisladores. La ausencia de una fuerte influencia institucional religiosa también fue significativa.

Los casos argentino y chileno, con sus relaciones más cercanas con la iglesia católica, han visto un progreso lento en los derechos reproductivos, pero han extendido algunos derechos LGBT. Argentina logró movilizar a las mujeres en torno a ciertos derechos sociales y políticos, y el ’feminismo institucional’ de Chile logró avanzar bajo la administración de la Concertación, particularmente bajo el gobierno de Bachelet, en temas clave tales como permitir una amplia difusión de la píldora del día después y hacer más laxa la ley sobre el aborto.

-En muchos países de América Latina, todavía no se ha conseguido la despenalización del aborto a pesar de que diversas fuerzas progresistas gobernaron en la región durante los últimos años. ¿A qué se puede atribuir esa situación?

Un aborto es un tema sensible, y lo es aún más en contextos donde ha sido politizado por movimientos y gobiernos de derecha y donde los valores religiosos conservadores y las instituciones son influyentes. Hoy en día, algunas de las leyes más duras persisten en América Latina, por ejemplo en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, a pesar de la evidencia de que tales leyes hacen poco para disminuir la incidencia del aborto; de hecho, al hacerlo ilegal e inseguro aumentan en gran medida la mortalidad y la morbilidad maternas y pueden dar lugar a grandes injusticias, como en los casos de violación infantil, que conduce al embarazo no deseado de la víctima, sin que se ofrezca ningún remedio; y el encarcelamiento de mujeres jóvenes simplemente por sospechas de haberse practicado un aborto cuando pueden haber sufrido un aborto espontáneo, como en El Salvador.

Sin embargo, hay algunas razones para abrigar esperanzas: la despenalización ha avanzado en la agenda internacional, en parte debido a un cambio de actitud, y en América Latina ha habido una publicidad bastante generalizada por algunos casos graves de abuso de estas leyes. La disponibilidad de la píldora de emergencia segura y autoadministrada es un avance, pero también debemos enfocarnos en la prevención de embarazos no deseados, por lo que poner anticonceptivos a disposición de los jóvenes por pedido, como recomienda UNICEF, es un paso importante que están dando algunos países.

Ahora hay una mayor aceptación de la necesidad de una educación sexual de buena calidad, eso significa no solo ayudar a los jóvenes a desarrollar una comprensión de la sexualidad sino también de las relaciones basadas en el respeto mutuo. América Latina ha progresado en educación sexual, pero la implementación sigue siendo un problema donde los lobbies conservadores promueven la idea de que la educación sexual fomenta el sexo irresponsable cuando, de hecho, los buenos programas educativos indican lo contrario.

* Maxine Molyneux es catedrática de sociología en el University College London (UCL). Fue directora del Instituto de las Américas de la Escuela de Estudios Avanzados de la Universidad de Londres desde 2008. En 2012 fundó el Instituto de las Américas en UCL.

COMCOSUR MUJER Nº 544 – 11.12.17
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