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ESPAÑA: UN CINE MACHISTA

1) Argentina: La lucha feminista genera nuevos espacios

2) España: Un cine machista

3) Turquía: Mujeres temen que se declare la sharia

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 520/ Lunes 12 de junio de 2017 / Producción: Beatriz Alonso
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo
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1) Argentina: La lucha feminista genera nuevos espacios
Espacio periodistico y documental

Frente a la avanzada conservadora y la indiferencia de las instituciones, nuevos espacios de militancia feminista y LGTB encuentran su lugar en las calles, mientras otros son retomados para volver a trazar un camino de resistencia.

Luego de dos años de marchas convocadas por Ni Una Menos para combatir la violencia de género, la lucha continúa expandiéndose, generando nuevas estrategias y espacios.

El Frente de Géneros de La Poderosa es uno de ellos. Hace un año se conformó para luchar por los derechos de las mujeres en los barrios y las villas, que se encuentran particularmente vulnerables a la violencia económica e institucional. “Cuando una mujer quiere hacer una denuncia, llama al 144 que supuestamente es la línea de violencia de género y le dicen que es una línea solamente informativa. Llaman al 911 y los policías no aparecen, les meten miedo”, contó una integrante del Frente de Géneros.

También, explica que en el ámbito de la salud las mujeres se encuentran abandonadas por el Estado. La provincia de Tucumán no está adherida a la ley de Salud Sexual y Procreación Responsable, por lo tanto esta situación, como explicaron desde el Frente, “afecta sobre todo a las mujeres en los barrios, que son las que acuden a los caps, a los centros de salud pública en búsqueda de información, con alguna urgencia y siempre son estigmatizadas. Una piba va a pedir anticonceptivos y la ningunean, le dicen que debería estar estudiando, debería estar jugando y no teniendo relaciones sexuales como cualquier otra persona. En las escuelas públicas, las profesoras y profesores dicen que las mujeres no tienen que salir a divulgar la violencia, que eso en su época no se hacía. Se supone que son escuelas que deberían estar al servicio de la gente, y vienen con estos discursos marcados”.

Por estas razones, el Frente de Géneros establece acciones colectivas que apuntan a combatir estas dificultades. En este marco, desarrolló un espacio de apoyo escolar para que las personas adultas puedan terminar sus estudios primarios y secundarios, y también un taller de manualidades, para que las mujeres puedan generar una economía propia. “Muchas mujeres de los barrios dependen de que las exploten en los laburos o dependen de sus maridos, y eso las hace mucho más vulnerables a las situaciones de violencia en las casas al no tener adonde ir”.

“Volvimos”

Un posteo de Facebook en abril lo anunció: “volvimos”. Después de cinco años ocupando otros espacios de militancia, las integrantes de Cruzadas volvieron a marchar con la bandera multicolor representando el espacio que visibilizó la lucha de las personas LGTB antes de las marchas de Ni Una Menos y de la sanción de la Ley de Identidad de Género en 2012, y en pleno debate de la ley de Matrimonio Igualitario en 2010.

La decisión de volver a conformar Cruzadas encontró a sus integrantes frente a un contexto sociopolítico que se recrudeció en los últimos años, como explican ellas mismas. Otro factor que influyó en la vuelta fue, como mencionó Mariana Rodríguez Fuentes, “que en la primera aparición de Ni Una Menos en el año 2015 en Tucumán, la problemática más vinculada a la cuestiones LGTB estaba más invisibilizada o no encontrábamos muchos referentes acá, entonces esa fue una de las razones que nos hicieron volver a activar”.

En 2010, cuando Pepa Gaitán fue asesinada, su caso se tornó emblemático para los espacios de militancia LGTB. Siete años después, Higui vuelve a sufrir la impunidad de la violencia machista por ser lesbiana. El pasado 17 de mayo, Cruzadas organizó una jornada para pedir la libertad de Higui, quien se encuentra presa desde octubre de 2016 cuando al defenderse de un intento de abuso sexual, hirió de muerte a uno de sus atacantes. “Entonces también es el contexto lo que empuja”, explicó Estefi Cajeao, “empuja a decir ‘bueno no, tengo que volver a las calles’, aunque todas estamos en la calle haciendo cosas distintas, porque todas militamos en espacios distintos, pero como Cruzadas vamos a mostrarnos, salgamos de nuevo con la bandera del orgullo porque hay un montón de necesidades que están puestas en la agenda que nadie está tomando concretamente”.

Entre estas demandas sociales, destacan la educación sexual, y en particular la aplicación de la ley nacional en los establecimientos educativos tucumanos. “Tiene que ser parte de la agenda, de la currícula de todas las escuelas, la discusión sobre la identidad y los derechos de los chicos y las chicas, a pensar en su identidad con libertad, desde el jardín, desde pequeñitos. Eso en Tucumán se ve concretamente. Una provincia que no está adherida a la ley de Salud Sexual, tiene sus consecuencias en la educación, entonces concretamente si es la única provincia que no adhirió, el colectivo LGTB se ve más afectado aquí justamente por eso, porque sabemos que en la educación nosotras no vamos a tener una referente, salvo por la voluntad individual de una docente”.

Los consultorios médicos también son lugares donde la violencia machista expulsa a las personas LGTB, sobre todo en el área de ginecología. Como señaló Estefi, “cuando vamos a ver un médico, en el momento en que nos dice ‘¿vos tomás anticonceptivos?’, y respondemos ‘no, porque en realidad no tengo relaciones con hombres’, la pregunta que sigue a eso es ‘¿cuándo fue tu último control de VIH?’”. Mariana destacó la necesidad de pasarse entre lesbianas y bisexuales los contactos de profesionales que estén capacitadxs e informadxs para no reproducir prejuicios que generan traumas en las consultas médicas.

Celina Barrionuevo, otra de las integrantes de Cruzadas, contó su experiencia como estudiante de medicina, donde presenció comentarios homofóbicos y transfóbicos de parte de sus propios profesores. “Hacen una bajada de chistes machistas todo el tiempo, entonces lo que decía Estefi de la educación también se traslada a la educación universitaria, y sobre todo, a los futuros profesionales médicos que son los que nos van a atender en el futuro”.

CeTrans presente

El Centro Educativo Trans de Puertas Abiertas (CeTrans) también marchó este sábado. Mahia Moyano, alumna del establecimiento, explicó que la institución participó de la convocatoria por la gran cantidad de violencias a las que son sometidas las personas trans, como la expulsión del sistema educativo, del núcleo familiar, del sistema laboral y la violencia institucional. También destacó la necesidad de visibilizar los transfemicidios. “Las mujeres trans somos asesinadas y mutiladas. Se conocen muy pocos casos de chicas trans asesinadas. Son uno o dos casos que salen en los medios durante el año, y en realidad son muchísimos más, todos los meses, todos los días”.

COMCOSUR MUJER Nº 520 – 12.06.17
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2) España: Un cine machista

Prácticamente todos los años ocurre lo mismo. Cuando aparece la lista de las películas que han sido seleccionadas para formar parte de la sección oficial de un festival, cuesta encontrar títulos que hayan sido dirigidos por mujeres. Pasa en Cannes y, por supuesto, también en Málaga. En esta edición, la representación española a competición se reduce a Roser Aguilar, con la película Brava y a Carla Simón, que debuta con Verano 1993. Para rascar más nombres tenemos que irnos a secciones paralelas y fuera de competición. Ahí están Elena Martín con otra ópera prima, Julia ist. y Denis Castro, que ha participado en el film colectivo Maniac Tales.

Todas estas películas giran en torno a personajes femeninos complejos y poliédricos, bucean en sus personalidades y nunca muestran un mínimo de complacencia ni condescendencia hacia ellos. Todo lo contrario de lo que ocurre en muchas de las películas dirigidas por hombres que reducen el universo femenino a una serie de clichés marcados por el maniqueísmo más retrógrado. Solo hace falta echar un vistazo a la película de inauguración, El bar, en la que Álex de la Iglesia se recrea en filmar a Blanca Suárez en ropa interior mientras vierten sobre su cuerpo litros de aceite y la masajean.

Pero no es el único. En Amar, la joven protagonista se deja llevar por las relaciones de poder y sumisión a la que la somete su pareja para, después de hacerla pasar por un calvario de celos, terminar diciéndole: “Siempre seré tuya”. En La mujer del animal, Víctor Gaviria pretende denunciar el maltrato sometiendo a su personaje a millones de palizas y violaciones llevando el compromiso social al terreno del exhibicionismo, al igual que le ocurre a Roberto Sneider en Me estás matando Susana: critica el machismo para terminar cayendo en sus garras. Y esos son solo algunos ejemplos.
Mujeres manipuladoras, mentirosas, desgraciadas y amargadas, prostitutas… han poblado las ficciones dirigidas por hombres a lo largo de estos días. El único retrato candoroso e idealizado de una mujer lo ha traído la argentina Lorena Muñoz y su biopic Gilda, no me arrepiento de este amor, un repaso por la vida de la reina de la cumbia y la música tropical en el que al menos se subraya la necesidad del personaje a la hora de luchar por sus sueños desafiando la voluntad de un marido represor.

Volvamos a Brava, Verano 1993 y Julia ist. En las tres nos adentramos en un viaje de autodescubrimiento a través de personajes femeninos que intentan hallar su lugar en el mundo, ya sea después de un hecho traumático o simplemente por simple desorientación vital. Son tres relatos narrados desde diferentes perspectivas vitales: madurez, niñez y juventud. Y a pesar de ser completamente diferentes, tienen la capacidad de sumergirnos en los pliegues más profundos de esas mujeres (y una niña), que intentan adaptarse al entorno que las rodea al mismo tiempo que comienzan a ser conscientes de las heridas e inseguridades que arrastran. Es curioso que, además, todos tengan un punto de exorcismo personal.

A Roser Aguilar le ha costado casi una década levantar su segunda película. Con su debut, Lo mejor de mí (2007), participó en el Festival de Locarno, donde su actriz protagonista, Marián Álvarez, logró el premio a la mejor interpretación. A pesar de su repercusión internacional, no fue nominada al Goya a la dirección novel. Ese año todos los candidatos fueron hombres: Félix Viscarret, Tom Fernández, David y Tristán Ulloa y el vencedor, J.A. Bayona. Ahora vuelve a un terreno escurridizo que ya estaba presente en su ópera prima: el de la crudeza y la ambigüedad. Aguilar no parece dispuesta a claudicar ante la vertiente más acomodaticia que reina en el cine español y se lanza a explorar las capas más incómodas y oscuras de sus personajes. Su intención, a través de ellos, es lanzar una reflexión sobre el mundo en el que vivimos, lastrado por la incomunicación y también por la violencia contra las mujeres. Una situación a la que nadie parece querer mirar de frente.

En Brava cuenta la historia de Janine (Laia Marull), una mujer que tiene una vida cómoda hasta que es agredida sexualmente en el metro. Ese será el detonante para iniciar un camino de huida, pero también de búsqueda personal. Tendrá que enfrentarse a sus propios de demonios para reaccionar frente a ese estado de shock en el que se encuentra instalada tras su experiencia traumática y salir de él para solucionar la crisis de identidad que se ha generado en su interior.

Roser Aguilar nos muestra el estado de pánico de la protagonista tras ese episodio de violencia. Pero no es algo aislado. En realidad, da la sensación de que en ningún sitio estará a salvo, porque en todos, incluso en las zonas más aparentemente plácidas y recónditas, el estado de agresividad humana casi primitiva a la que parece que estemos involucionando se encuentra en estado latente, preparado para estallar. “La crisis económica y la precariedad han creado mucha crispación en la sociedad”, nos cuenta la directora. “Han aumentado las agresiones, y no solo las sexuales. Me preocupa que nos estemos acostumbrando a eso, porque da mucho miedo. Quería explorar qué implicación hay que tener frente a las cosas que ocurren a nuestro alrededor”. Aguilar asegura que antes no se consideraba feminista, pero que ahora se da cuenta de que resulta imprescindible no tomar partido, porque es necesario luchar por la igualdad de derechos para compensar la balanza.

Este año, las directoras españolas presentes en el festival de Málaga tienen algo más en común, todas son catalanas. Roser Aguilar se formó en la ESCAC (donde imparte también la docencia), la cantera que ha formado a nuevos talentos que han promovido el recambio generacional como es el caso de Mar Coll (Tots volem el millor per a ella), Nely Reguera (María y los demás), Elena Trapé (Blog) y Denise Castro (Salvación). Carla Simón estudió en la Autónoma de Barcelona y Elena Martín en la Pompeu Fabra. Ambas abordan en sus óperas primas sendos relatos confesionales.

Mientras Carla se remonta a su infancia en Verano 1993 para narrar el sentimiento de orfandad después de que su madre falleciera a causa del virus de VIH, Elena Martín detalla en primera persona su viaje a Berlín cuando era estudiante de Erasmus. Hay mucho de ellas en cada una de las películas. Recuerdos ya sean más cercanos o más lejanos, sirven para impregnar el relato de una verdad que procede de la más estricta intimidad de sus creadoras.

Verano 1993 surge del proyecto CIMA Mentoring. A través de él, la Asociación de Mujeres cineastas y de medios audiovisuales trabaja para fomentar la igualdad en el sector y, al mismo tiempo, impulsar los nuevos talentos. “Hay muchas directoras jóvenes que intentan dar el salto y lo tienen muy difícil. Con esta iniciativa intentamos cambiar los datos para que las jóvenes consigan acceder a la industria”, nos cuenta Juana Macías, vicepresidente de CIMA y una de las impulsoras del proyecto. El mecanismo es el siguiente: Se eligen una serie de proyectos, cinco o seis y a cada uno se le asigna una mentora para que le ayude a conseguir financiación. Así fue como, en la II edición, Válerie Delpierre (que intentaba sacar adelante la película de Carla Simón), entró en contacto con la productora de Avalon, María Zamora, que se enamoró inmediatamente del proyecto: “Cuando leí el tratamiento, que siempre suele ser lo más frío, me tocó de forma muy profunda y quise saber más de quién había detrás”.

El resultado es una de las óperas primas más emocionantes vista en los últimos años. Un auténtico prodigio sensitivo que nos introduce en una historia de aprendizaje a través de la mirada de una niña de tan solo seis años que ha de enfrentarse a la indefensión y el desarraigo tras haber perdido a sus padres. Se trata de un viaje intuitivo que nos acerca a la extrañeza que provoca la pérdida y está rodado con una fluidez y armonía capaz de conjugar toda una serie de elementos tan contradictorios como la rabia y la necesidad de cariño.
María Zamora reconoce que desde su productora siempre habían apostado por el talento más joven. Pero ella misma se dio cuenta de que le llegaban menos proyectos de mujeres. Su primera experiencia fue con Natalia Mateo, actriz se lanzó al mundo del cortometraje para contar sus propias historias. “Parece que a las mujeres nos tengan que dar permiso para contar aquello que queremos o nos preocupa”, continúa María. “En mi caso fue una cuestión de cambiar el chip, no esperar a que me llegaran guiones escritos por mujeres, sino buscarlos yo misma, tomar una parte activa en el proceso”. Entre sus apuestas, Beatriz Sanchís con Todos están muertos (ganadora de cuatro premios en Málaga en 2014), Nely Reguera (María y los demás) o la próxima ópera prima de Susana Casares.

Juana Macías advierte que a las mujeres se les pone más trabas para trabajar y que el objetivo es buscar un panorama más igualitario. Pero hay muchos pasos determinantes hasta llegar a hacer una película. “Hay muchos filtros que vas pasando donde no hay una mirada femenina”, continúa Zamora. “Las mesas en las que se deciden las cosas, están presididas por hombres, los comités de las televisiones, también. Y cuando llegas a un festival y ves el comité de selección, también está compuesto por hombres. Menos mal que en el tema de los jurados, están intentando equilibrar un poco”.
Es cierto que en el Festival de Málaga todos los miembros del consejo de selección, son hombres. En el de San Sebastián, existe más paridad: 5 hombres frente a 4 mujeres. Sin embargo, la mayor parte de directoras entrevistadas, siguen opinando que no es suficiente, que se necesitan más mujeres en cargos de responsabilidad y una mayor pluralidad.

Para la debutante Elena Martín, su paso por el Festival de Málaga ha sido fundamental. La descubrimos gracias a Las amigas de Ágata, aquél proyecto colectivo de fin de carrera que reunió a cuatro estudiantes en el que latía la frescura a la hora de adentrarse en el imaginario juvenil a través de la amistad y los cambios que se producen al entrar en la edad adulta y que se convirtió en una de las revelaciones de la pasada temporada. En esa película Elena era la protagonista, pero ahora asume las riendas de la dirección en este proyecto también escrito e interpretado por ella misma. “Tiene un trasfondo autobiográfico, cuando fui de Erasmus a Berlín. El guion y las tramas son ficción, pero quería contar ese momento de desorientación en el que te das cuenta de que sin referencias ni contexto estás muy perdida. También quería contar la relación de dependencia romántica que se puede llegar a alcanzar. Y hasta qué punto es necesario darse cuenta de que hasta que no nos desprendemos de las ataduras emocionales, no encontramos nuestro lugar en el mundo y somos realmente libres”.

Para Elena es muy importante que los personajes femeninos sean complejos, con contradicciones, que no sean víctimas o compañeras del protagonista. Que sean parte activa de la función. “Es curioso que a la mujer se le exija siempre ser bondadosa y dispuesta a ayudar. Y si no lo hace ya se la tilda con una etiqueta negativa. Hay momentos en los que son necesarios la introspección y no por eso eres más o menos egoísta. Es necesario atravesar por luces y sombras para encontrarse a una misma”.

La escasez de nombres femeninos en el festival de Málaga es solo un reflejo de la realidad dentro del sector en nuestro país. Y es que la industria cinematográfica sigue siendo cosa de hombres. Los datos no mienten: según el estudio de 2015 realizado por CIMA, la Asociación de Mujeres cineastas y de medios audiovisuales, el desequilibrio es evidente: 81% de hombres tras la cámara frente a un 19% de mujeres. Según Juana Macías, puede que en 2016 sea todavía mayor. Para Leticia Dolera, que presentó su primera película, Requisitos para ser una persona normal, en el Festival de Málaga de hace dos años, continúa siendo un problema que, a nivel social y cultural, se siga considerando lo femenino como un subgénero, “el cine es de y para personas, no se rige por esas etiquetas”, nos dice.

Desde CIMA intentan lanzar un mensaje positivo: “Hay que seguir intentándolo”. Es lo que hace Denise Castro, una de las pocas mujeres en España que se atreve a realizar cine de terror. Mientras que en el resto del mundo se expande la mirada femenina dentro de un género que hasta el momento había estado reservado a los hombres, Denise por el momento se encuentra prácticamente sola en nuestro país en esta tarea. Pero no se desalienta. Le gustaría que hubiera una mayor representación, pero mientras tanto sigue luchando en contra de los prejuicios y sacando proyectos adelante. Como dice Natalia Oreiro en Gilda, que nadie nos corte las alas para volar.

COMCOSUR MUJER Nº 520 – 12.06.17
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3) Turquia: En Turquía, mujeres temen que se declare la sharia, ley islámica
Cimacnoticias

Zekine Türkeri, periodista y escritora kurda, ha venido a Cataluña para explicar cómo conjuntamente las mujeres kurdas y turcas se enfrentan estos últimos tiempos a las purgas de Recep Tayyip Erdogan para defender su dignidad como pueblo y como mujeres.

Hemos entrevistado a Zekine Türkeri, para La Independent, tras la presentación de su libro "Un verano kurdo. Historias de resistencia al ISIS, la ocupación y el exilio" de la editorial Descontrol y Azadí Plataforma que se ha celebrado en una de las naves del espacio vecinal y autogestionado de Can Batlló, en el barrio de la Bordeta, de Barcelona.

La periodista que nació en 1967 en Malatya, en el sureste de Turquía, en el centro de la península de Anatolia, descubrió cuando fue a la universidad a estudiar Ciencias Políticas, en Ankara, que formaba parte de un pueblo, el kurdo, cuyas raíces se extendían mucho más allá de Turquía. Esto fue para ella un choque de identidad que la ha llevado a no abandonar nunca el interés por la resistencia de su pueblo, especialmente por el papel de las mujeres guerrilleras.

Zekine Türkeri residió diez años en Madrid, Barcelona ha sido el punto de encuentro para descubrir y disfrutar con su hijo, Keko, de algunos rincones de la capital catalana. En su conversación Türkeri habla con mucha convicción. Con una mano gesticula, mientras busca algunas palabras, y, en la otra, tiene a menudo un cigarrillo encendido que va manteniendo mientras contesta preguntas sobre la lucha de las guerrilleras kurdas que combaten contra toda opresión, incluso, el machismo de sus compañeros o sobre la desesperación de los jóvenes en Oriente Medio que no tienen ni trabajo, ni perspectivas de futuro desde hace muchos, muchos años.

En 2014, bajo las incipientes amenazas de ISIS, el periodista decidió emprender un viaje para mostrar a su amigo Refik, diferentes rincones del Kurdistán y hacer una serie de reportajes para el canal de televisión IMC TC por el que trabajaba desde hacía tiempo y que dieron origen al libro presentado en Barcelona.

En Turquía estos últimos años hay mucho miedo y estos últimos meses, aún más. Las purgas del presidente Recep Tayyip Erdogan en todos los sectores que pidan apertura y democracia política han provocado ya centenares de muertos, más de cien mil personas en paro, más de 40 mil personas en las cárceles, periódicos, radios y cadenas de televisión cerradas y, a estas alturas, 162 periodistas entre rejas, un tercio de los cuales son hombres o mujeres kurdas. Ni en los trágicos años noventa, ni ahora se quiere dar por vencida.

Ha hablado claro con La Independent "Estos últimos tiempos, estamos viviendo una gran regresión en cuanto a las libertades. En Turquía puede estallar en cualquier momento una guerra civil. Erdogan ya hace tiempo que ha dado señales de ir hacia un sistema cada vez más dictatorial. Desde el poder está haciendo crecer el odio de unos contra otros y esto perjudica a las mujeres. Hay muchas que tienen miedo de que declare la sharia, la ley islámica"

Ella desde hace mucho tiempo que continúa yendo a las concentraciones que las mujeres kurdas hacen en la plaza de Kalkedon, en el barrio Kadiköy, en la parte asiática de Estambul para protestar por las políticas represivas de Erdogan. Ahora es una más de las que engordan estas listas de parados ya que, hace unos meses, Erdogan ordenó cerrar el canal de televisión IMC TV para que ella trabajaba, además de clausurar universidades, medios de comunicación y sindicatos.

Teresa Carreras (TC): Hay un silencio mediático en torno a los kurdos. ¿Qué ha cambiado para ustedes en estos años?

Zekine Türkeri (ZT): Yo siempre explico que los kurdos se habían asentado tradicionalmente en una región montañosa de quinientos mil kilómetros cuadrados que rodeaban las zonas altas de Mesopotamia. El Kurdistán fue dividido después de la caída del Imperio Otomano, es decir después de la Primera Guerra Mundial cuando Francia e Inglaterra se repartieron Oriente Medio. Los kurdos quedaron divididos entre Irak, Irán, Siria y Turquía. Yo en los años noventa veía familias separadas en Turquía y Siria que se echaban regalos por encima de las vallas de la frontera. Hubo unos años desde el 2004 al 2009 que las fronteras se ablandaron. Ahora es imposible ir de un lugar a otro. Y los Estados que tienen población kurda hacen que ésta sea invisible.

TC: ¿Qué ha cambiado para ustedes desde el inicio de la guerra de Siria?

ZT: Por todas partes hay peligro, pero en Siria las fuerzas kurdas controlan su territorio, a pesar de la amenaza de Damasco, de Turquía y del ISIS. En Irak el Gobierno de Bagdad les reconoció una autonomía- y votarán en un referéndum- pero las dificultades proceden del ISIS que han situado su capital en Mosul. Tienen petróleo pero no lo pueden vender. Han recibido dos millones y medio de refugiados. En Irán después de una etapa mejor, ahora son invisibles y perseguidas sus reivindicaciones. En Siria, Kurdistán sirio, el territorio del norte y noreste está controlado por los kurdos. En Turquía están aplastados por el gobierno, no pueden salir a la calle, ni manifestarse. A día de hoy un tercio de los periodistas encarcelados por Erdogan son kurdos.

Guerrilleras kurdas antipatriarcales

TC: ¿En qué se diferencia la mujer kurda del resto de mujeres de la región?

ZT: Como la mayoría de las mujeres del mundo, incluidas las de Oriente Medio, las mujeres kurdas están todavía oprimidas. Después de casi un siglo de negación del pueblo kurdo y gracias a la lucha que las mujeres kurdas han emprendido en los últimos 40 años, pero sobre todo, en los últimos 14 ó 15 la situación ha cambiado bastante. Han conseguido logros importantes a nivel de igualdad, como por ejemplo la paridad en muchos ámbitos, pero todavía tienen que hacer mucho camino. Gracias a la lucha de estas mujeres Oriente Medio ha dado pasos grandes en materia de igualdad. Estoy convencida de que tanto para las mujeres kurdas como para las turcas que luchan por la igualdad ya no hay marcha atrás.

TC: Usted quería hacer un libro sobre las mujeres guerrilleras kurdas…

ZT: En el libro que he presentado en Barcelona hay algunas historias de guerrilleras que conocí en las montañas. Pero es cierto que no he podido hacer un libro centrándome en su organización y los objetivos como mujeres guerrilleras kurdas. No obtuve los permisos para llegar hasta estas mujeres y después ya estalló la guerra y no se puede ir. Son un movimiento feminista, desarrollan un modelo político antipatriarcal y anticapitalista. Mi libro se lo dedico porque ellas dan su vida para defender la de todas nosotras. Es para todas aquellas que se fueron a las montañas y que seguro que no volverán nunca más.

Luchar como guerrillera significa no volver nunca más a casa y dar la vida por la liberación de su pueblo, por la dignidad y por sus derechos como mujeres en una sociedad machista. Con la tristeza de tener que dejar a sus hijos y de no verlos crecer. Se dice que hay unos 10 mil kurdos librando batalla y un 30 por ciento de esta cifra son mujeres. Las guerrilleras son mujeres feministas y hay perfiles de todo tipo desde universitarias, a analfabetas. Sólo por el hecho de estar en las montañas luchando con los hombres ya es una revolución. Esto no se ve en todo el Oriente Medio. Me afectó mucho ver a estas mujeres en las montañas de Qandil, en el Kurdistán iraquí.

TC: Como es una periodista kurda trabajar en Turquía?

ZT: En Turquía hay un fascismo brutal y no sólo los kurdos resisten contra la barbarie sino que también lo hacen una minoría progresista turca. En Europa, desde la derecha a la izquierda todos quieren que sean ellos y ellas quienes lo soporten. Pero lo hacen solas y solos. Se debe detener a Erdogan, porque si no la situación irá de mal en peor. La Unión Europea (UE) es la responsable de la situación no abriendo las fronteras a los refugiados.

TC: Siempre ha visto igual a Erdogan. ¿Cree que volvería a ganar?

Hace años fue alcalde de Estambul y entonces hizo un buen trabajo porqué mejoró el nivel de vida de muchas zonas de la ciudad y también de las mujeres. Pero últimamente ha cambiado mucho porque las condiciones lo han hecho cambiar.

ZT: Últimamente ya no tiene perdón. Ha perjudicado mucho a las mujeres. Hace años las mujeres con velo o sin se respetaban entre ellas. Ahora no, hay mucha presión social en llevar el velo, en hacer el Ramadán, en guardar las formas en los lugares públicos porqué si no te denuncian. En Oriente Medio no hay nada estable pero incluso con sus métodos antidemocráticos actuales tendría un 30 por ciento de la población que el apoyaría y, entre ellas, muchas mujeres.

Más violencia de género

TC: ¿En esta situación ha aumentado la violencia de género?

ZT: Los derechos de las mujeres han retrocedido. Muchas mujeres están perdiendo la esperanza de tener más cuotas de libertad. Hay mucha violencia en todo el Oriente Medio pero se esconde. Las feministas turcas y kurdas estamos luchando mucho contra eso.

La prensa no lo refleja. Lo frivoliza. Pero sí que puedo decir que han crecido el número de denuncias. Según datos del año pasado de la empresa turca GIZC, un 44.7 por ciento de mujeres turcas y kurdas sufren violencia machista. De esta cifra un 68.7 por ciento han dicho que tienen miedo porque su vida corre peligro y un 58.4 por ciento frente a la violencia doméstica no tiene donde ir.

En esta encuesta un 71 por ciento del total dice que no son felices con su realidad. En Turquía durante los 100 primeros días de este año 2017 se contabiliza 106 mujeres muertas en manos de sus ex-parejas mientras que el año pasado, en el mismo periodo, las mujeres asesinadas eran 96.

TC: ¿Cuál es la respuesta cuando hay un asesinato?

ZT: Cada vez que han matado a una mujer las otras hemos salir a la calle. Uno de los casos que hizo mucho ruido fue el de la joven Özgecan Aslan, de 19 años, que venía por la noche de la universidad con un microbús. El conductor la violó y mató.

Gracias a la fuerza de las feministas el hecho fue muy visible en los medios. Eran las mujeres que llevan el féretro del Özgecan. Su padre fue un gran luchador. Ahora que Erdogan está hablando de instaurar la pena de muerte, él dejó claro que ni quería la pena de muerte ni que utilizaran el nombre de su hija. Todavía hay muchísimos matrimonios pactados y eso lo tenemos que desterrar.

Ante esta situación lo que sí observo es que cada vez más las mujeres kurdas y turcas colaboramos en la lucha. Yo soy una persona muy activa a favor de los derechos de las mujeres que en Turquía y, siendo kurda, no es fácil. Aprendí mucho de mi madre. Se llamaba Gule, era analfabeta y siempre se negó a obedecer el dictado de un hombre. Mi hermano me pegó cuando yo tenía 3 años y, a pesar de que se disculpó, yo no lo perdoné. Aplico la igualdad en mi vida personal. Me han detenido cinco veces en mi vida y me han pegado. No me he podido volver porque tenía las manos atadas pero si lo hubiera podido hacer, lo hubiera hecho.

El futuro en un sistema atascado

TC: ¿Cómo ve el futuro?

ZT: No soy capaz de ver el futuro ni por las mujeres guerrilleras, ni por Turquía, ni por los kurdos, ni por Oriente Medio. Los jóvenes del Kurdistán están muy organizados y ellos si tienen alguna esperanza pero tiene que haber una solución global. Desde mi punto de vista la mejor sería compartir con todo el mundo todo lo que tenemos.

Sé que no es realista pero iríamos hacia una sociedad más justa. Europa está cerrada en sí misma y ve a todas estas personas que huyen de la guerra como potenciales terroristas. La UE ha alcanzado un desarrollo tecnológico elevado pero el sistema humanamente está atascado.

En Turquía hay más de tres millones de refugiados y en Grecia no sé cuantos. Si esta gente no se puede integrar en la sociedad serán candidatos a afiliarse al ISIS. La persona herida es muy peligrosa.

*Este artículo fue retomado del portal de la agencia de noticias La Independent.

COMCOSUR MUJER Nº 520 – 12.06.17
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