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GIRA TODO GIRA GIRA TODO GIRA GIRA GIRA

1) Brasil: fin de un ciclo sin otro a la vista –
2) Auténticos amigos de las trasnacionales –
3) Grecia: una humillación histórica –
4) Yemen: entre el espejismo y la nada –
5) La mano de hierro detrás del éxito de Samsung –
COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 733 / Lunes 24 de Agosto de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Brasil: fin de un ciclo sin otro a la vista
Mario Osava (IPS)

La crisis que atormenta a los brasileños es básicamente política y no permite vislumbrar una salida. Es el fin de un ciclo, según variados análisis, pero no hay indicios de que se esté gestando algo nuevo.

Brasil vive una “crisis de hegemonía”, en que no hay fuerzas políticas con propuestas consistentes y capaces de darle algún rumbo al país en la disputa por el poder, según el director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase), Cándido Grzybowski. “El riesgo de ese vacío es que puede acontecer una sorpresa, como el ascenso de un ‘salvador de la patria’ al poder”, dijo a IPS. Los ejemplos que suele mencionar van de Adolf Hitler y Benito Mussolini a los más recientes, como Fernando Collor, expresidente brasileño inhabilitado por corrupción en 1992.

“La Constitución de 1988 falló al no renovar la política, no cambió las reglas para los partidos, que siguen con el monopolio del proceso electoral. La democracia está aún por hacerse en esa área”: Cándido Grzybowski. Pero lo más evidente para la población es la economía, que entró en una recesión en 2014 que se pronostica que se prolongue durante 2016, con desempleo e inflación en alza, y el escándalo de corrupción en los negocios de la estatal petrolera Petrobras que ya encarceló a grandes empresarios y amenaza a muchos líderes políticos.

En esa crisis de múltiples dimensiones, la presidenta Dilma Rousseff enfrenta además una rebelión de aliados en la Cámara de Diputados, un rechazo popular récord según las encuestas, presiones por su inhabilitación o renuncia y la reanudación de protestas en las calles, con anunciadas nuevas movilizaciones para el 16 de agosto. El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) perdió, según los términos de Grzybowski, la hegemonía que hizo efectiva con el triunfo de su líder máximo, Luiz Inácio Lula da Silva, en las elecciones presidenciales de 2002.

Resistió el escándalo de 2005, en que tuvo sus principales dirigentes presos, acusados de obtener recursos fraudulentos para sobornar parlamentarios. Por eso logró la reelección de Lula en 2006 e imponer como sucesora a Rousseff, también reelegida en 2013. Pero las actuales investigaciones del Ministerio Público Federal (fiscalía general) y la Policía Federal sobre el pillaje en los grandes proyectos petroleros son arrolladoras.

El PT es apuntado como principal articulador de la red que desvió, según estimaciones de Petrobras basadas en las investigaciones judiciales, el equivalente a cerca de 1.800 millones de dólares. Dos de sus dirigentes están detenidos desde el 3 de agosto. Por lo menos 23 acusados decidieron colaborar con la justicia y otros negocian acuerdos de delación para reducir penas, un mecanismo legal brasileño que permite a los jueces obtener informaciones cada día más detalladas y más extensas sobre la corrupción aparentemente generalizada en muchos sectores.

Decenas de empresarios presos, incluyendo los presidentes de las dos mayores constructoras brasileñas, son un resultado parcial del proceso. Pronto será la vez de los políticos que solo pueden ser juzgados por el Supremo Tribunal Federal, un privilegio de los parlamentarios y altos miembros del gobierno. Ya están involucrados por lo menos 31 legisladores, incluyendo los presidentes de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros, además de dos gobernadores estadales y 14 exparlamentarios, la mayoría del PT y de su principal socio en la coalición gobernante, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

“Es el fin de un ciclo del PT hegemónico, en que adoptó prácticas tradicionales de la política brasileña desde el inicio de la República”, en 1889, admitió Tarso Genro, dirigente e ideólogo del partido, quien fue ministro de Justicia y de Educación con Lula y luego gobernó el estado de Rio Grande do Sul. Los problemas éticos del PT, al involucrarse con la corrupción, “son un componente secundario, que deriva de la visión política tradicional a que se rindió”, evaluó para IPS.

Para superar su crisis actual “tendrá que reinventarse, preservar su visión utópica, pero eso no significa volver a sus orígenes”, los sindicales de las décadas de los 70 y 80. “Hoy se reconoce que tenemos una sociedad mucho más compleja”, arguyó Genro, abogado ahora dedicado a “refundar” su partido. Grzybowski duda de la posibilidad de reformar el PT como una fuerza de transformación capaz de recuperar la hegemonía. La razón es que todo el esfuerzo pasa por “un sistema político colonizado, heredado de la dictadura militar”, que no favorece respuestas a las demandas de la sociedad.

“La Constitución de 1988 falló al no renovar la política, no cambió las reglas para los partidos, que siguen con el monopolio del proceso electoral. La democracia está aún por hacerse en esa área”, sostuvo el sociólogo que dirige Ibase, una de las organizaciones no gubernamentales más reconocidas de Brasil. Esa Constitución, que institucionalizó la redemocratización brasileña tras la dictadura militar de 1964 a 1985, reconoció derechos de variados sectores sociales, como los de los indígenas sobre sus tierras ancestrales, la niñez, los discapacitados, a la vez que detalla los deberes del Estado.

Por eso es atacada por economistas ortodoxos como fuente de gastos públicos crecientes, imponiendo el crónico aumento del déficit fiscal y de la carga tributaria, cuyo agravamiento en los últimos años conspira contra el gobierno de Rousseff. Eso frena el crecimiento económico, aducen. Pese a esas críticas es prácticamente imposible movilizar multitudes en contra de una Constitución que representa conquistas para la mayoría de la población. Es un factor de estabilidad, que favorece la permanencia de la presidenta, amenazada de inhabilitación u otros mecanismos de destitución legal casi desde que comenzó su segundo cuatrienio, en enero.

La alternativa, en la visión opositora, es mantener un gobierno en agonía hasta enero de 2019, con la economía y la situación social en deterioro. “Ella enfrenta una crisis anunciada, por las promesas hechas durante la campaña electoral del año pasado”, según João Alberto Capiberibe, senador del Partido Socialista Brasileño, que abandonó la coalición gobernante en 2013. “Pero la crisis de credibilidad no afecta solo Rousseff, ella es la síntesis de la política nacional, en que también el Congreso Nacional está sumergido en el descrédito”, sentenció a IPS.

El problema no es la Constitución, sino “el clientelismo, el exceso de empleos públicos y la corrupción” que imponen “gastos desenfrenados los gobiernos tanto en el nivel nacional, como estadual y municipal”, opinó el senador. “Sin cambiar el sistema electoral nada cambia”, afirmó, defendiendo el fin del financiamiento empresarial de las campañas “para que el poder económico no siga determinando quien será elegido”. “Ningún país del mundo gasta tanto como Brasil en su proceso electoral”, acotó.

Pero ese simple cambio no tiene apoyo en el parlamento. En el Supremo Tribunal sí, una mayoría de seis de sus 11 magistrados consideró inconstitucional el apoyo financiero de empresas a candidatos, acogiendo una acción del Colegio de Abogados de Brasil. El argumento fue que las empresas no tienen derechos políticos. Pero el pedido de un magistrado de un periodo de tiempo para examinar mejor el asunto, suspendió la publicación del fallo y frustró el movimiento por reducir costos y por ende la corrupción en los procesos electorales brasileños.

Gran parte del dinero desviado de Petrobras se destinó, según los acusados, a financiar campañas electorales y partidos. Eso y la hegemonía del PT hacen parte de un ciclo que parece terminar en Brasil, pero en el horizonte, por ahora, solo aparecen incertidumbres.

LUNES 24 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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2) Auténticos amigos de las trasnacionales
Silvia Ribeiro (Alai)

El Acuerdo de Comercio en Servicios que negocian en secreto gobiernos de 50 países, incluido México, (TISA por sus siglas en inglés) supera todo lo que se ha visto hasta el momento en materia de tratados internacionales en pos de dar beneficios irrestrictos a las empresas trasnacionales, contra los intereses y el bien público. El término “servicios” en este contexto abarca desde agua y alimentación, a salud, educación, investigación, comunicaciones, correos, transportes, telecomunicaciones, comercio electrónico, venta minorista y mayorista, servicios financieros, y mucho más, incluso los mal llamados “servicios ambientales” relacionados a bosques, sistemas hidrológicos y otras funciones de los ecosistemas. ¡Hasta los migrantes se incluyen en el tratado como supuestos “proveedores de servicios”! El sector servicios es además el mayor empleador de los países de ingresos altos y medios, son enormes los impactos contra derechos laborales y sindicales.

Las negociaciones y textos que se discuten son secretas, pero Wikileaks, a través de medios como La Jornada, los ha filtrado desde 2014, la versión más reciente en julio 2015. (http://wikileaks.jornada.com.mx/) De lo contrario no conoceríamos lo que discuten desde 2012, pese a que si lo consiguen, tendrá consecuencias de amplio alcance en la vida de todos en los países participantes y mucho más allá, ya que el bloque negociador avizora imponer este mismo marco al resto de los países.

El TISA integra un paquete de varios tratados comerciales en negociación en los que un grupo de países, Estados Unidos a la cabeza, busca afianzar el mercado de sus empresas y su esfera de poder comercial, financiero y político. Los más significativos son la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión y el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TTIP y TPP por sus siglas en inglés). El primero es entre EU y Europa (llamado informalmente OTAN económica) y el segundo entre Estados Unidos y varios países del Pacífico.

El más amplio temática y numéricamente es el TISA, en el que actualmente participan 50 países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia, Japón, entre otros asiáticos y varios latinoamericanos: Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay. Juntos representan el 68% del comercio en servicios a nivel global.

Es notoria la exclusión de países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), aunque China pidió, infructuosamente, incorporarse al TISA. Es clara la intención de afirmar la competencia económica con ese bloque y otros del Pacífico liderados por China.

Estados Unidos y los iniciadores del TISA –que responden a la demanda de poderosísimos grupos trasnacionales financieros y cadenas de supermercados, entre otros– se llamaron a sí mismos “auténticos buenos amigos de los servicios”, en referencia irónica al grupo de negociación sobre liberalización de servicios dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC), al que consideran estancado, pese a que implica también severos impactos negativos para la mayoría de la gente. La OMC no es más transparente o democrática, allí también los acuerdos se negocian en secreto, entre grupos de países auto-elegidos, que finalmente van a un plenario de miembros que poco pueden hacer para cambiar lo ya pactado previamente entre algunos.

La diferencia con el TISA, además de contenidos, es que ni siquiera formalmente se proponen pasar por otra instancia fuera del club de los elegidos, antes de finalizar el acuerdo. El texto será confidencial por 5 años después de acordado y los Congresos de los países –donde esto se requiera– sólo podrán aceptar o rechazar el paquete entero, como caja negra. Paradójicamente, el TISA exigirá total transparencia de parte de los Estados sobre sus compras públicas, servicios y normativas, y antes de concretarlas, estará obligado a consultarlas primero con las empresas.

Obviamente, el TISA facilitará mayor privatización de servicios públicos, lo cual es de por sí devastador, porque sectores como salud, educación, agua, saneamiento, electricidad y muchos otros, no son “mercados”, sino necesidades básicas de la sociedad que deben ser cubiertas socialmente más allá de la situación geográfica o económica de los que las necesitan. Esto ya ha sufrido una brutal erosión en muchos países y el TISA se propone ahondarla.

Pero además, está diseñando una completa desregulación de los servicios privados. Por ejemplo, Walmart, la mayor empresa del planeta y el mayor empleador privado de Norteamérica (con efecto devastador sobre salarios y derechos laborales) participa activamente en las negociaciones del TISA a través de la Coalición de Industrias de Servicios, y espera que este acuerdo lo “libere de las normativas gubernamentales en zonificación y tamaño de las tiendas” así como de regulaciones sobre venta de alcohol, cigarrillos, etc. (E. Gould, ISP, 2014).

Otros elementos nuevos y claves del TISA son el llamado mantenimiento del status quo y “cláusula de trinquete”. Según esto, los países del TISA no podrán hacer en el futuro ninguna ley o normativa, o cambiar cualquier política, que afecte lo acordado. Por si fuera poco, todo lo que se defina como servicio, quedará automáticamente incluido –incluso lo que ahora no exista, por ejemplo nuevas coberturas de salud, etc.– porque sólo habrá listas de exclusión que presenten los países durante la negociación y sean aprobadas.

Son tantas las perversiones de este tratado, que urge conocerlo y actuar contra él, desde donde estemos, como ya hacen organizaciones sindicales, ambientales, sociales. Una buena noticia fue el paro general que realizó la central de trabajadores PIT-CNT de Uruguay este 6 de agosto, que incluyó en sus demandas el “rechazo total y absoluto al TISA”.

Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC

LUNES 24 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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3) Grecia: una humillación histórica
El diktado de Alemania
Ignacio Ramonet* (Le Monde Diplomatique)

El escarnio impuesto a Grecia funciona como un mensaje para las fuerzas de izquierda en Europa y evidencia los límites de los Estados frente al avance irrefrenable del neoliberalismo.

Sólo en las películas de terror se ven escenas tan sádicas como las que vimos el 13 de julio pasado en Bruselas, cuando el primer ministro griego Alexis Tsipras, herido, derrotado, humillado, tuvo que acatar en público, cabizbajo, el diktado de la canciller de Alemania, Angela Merkel. Y renunciar a su programa de liberación, con el que había sido elegido, y que su pueblo acababa precisamente de ratificar en referéndum.

Exhibido por los vencedores como un trofeo ante las cámaras del mundo, el pobre Tsipras tuvo que tragarse su orgullo y tragar también tantos sapos y culebras, a tal punto que el propio semanario alemán Der Spiegel, compadecido, calificó la lista de sacrificios impuestos al pueblo griego de “catálogo de horrores”…

Cuando la humillación del líder de un país alcanza niveles tan espeluznantes, la imagen se queda en la historia para aleccionamiento de las generaciones venideras, incitadas a no aceptar nunca más un trato semejante. Así llegaron hasta nosotros expresiones como “pasar por las horcas caudinas” (1) o el célebre “paseo de Canossa” (2). Lo del 13 de julio fue tan enorme y tan absolutamente irreal que quizás se recuerde también en el futuro de Europa como el dia del “diktado de Alemania”.

Una democracia maniatada

La gran lección de ese escarnio es que, definitivamente, en el marco de la Unión Europea (UE), y más particularmente en el seno de la zona euro, se ha perdido el control ciudadano sobre una serie de decisiones que determinan la vida de la gente. A tal punto, que podemos preguntarnos: ¿de qué sirven las elecciones si en lo esencial, o sea las políticas económicas y sociales, los nuevos gobernantes se ven obligados a hacer lo mismo que los precedentes? En este nuevo despotismo europeo, la democracia se define menos por el voto o por la posibilidad de escoger, que por el imperativo de respetar reglas y tratados (Maastricht, Lisboa, Pacto Fiscal) adoptados hace tiempo, y que resultan para los pueblos verdaderas cárceles jurídicas sin posible evasión.

Al presentar a las muchedumbres a un Tsipras con la soga al cuello y coronado de espinas –“Ecce Homo”–, lo que pretendieron demostrar Merkel, Hollande, Rajoy y los otros es que no hay alternativa a la vía neoliberal en Europa. Abandonen toda esperanza electores de Podemos y de otros frentes de izquierda europeos; están condenados a elegir gobernantes cuya función consistirá en aplicar las reglas y los tratados definidos por Berlín y el Banco Central Europeo.

Lo más perverso es que, como en un juicio estalinista del tipo “Proceso de Praga”, se le ha exigido a quien más criticó al sistema, Alexis Tsipras, que sea quien se humilla ante él, lo elogia y lo suplica.

Los que ignoraban que vivíamos en un sistema despótico, lo han descubierto en esta ocasión. Algunos analistas dicen que estamos en un momento que podríamos calificar de “posdemocrático” o de “pospolítico” porque lo que pasó el 13 de julio en Bruselas demuestra el desgaste del funcionamiento democrático y del funcionamiento político. Demuestra que la política ya no consigue dar las respuestas que los ciudadanos esperan, aunque voten mayoritariamente en favor de ellas.

La ciudadanía observa, desesperanzada, cómo al partido griego Syriza, que ganó las elecciones y ganó un referéndum con un discurso contra la austeridad, se le exige que aplique con mayor brutalidad la política de recortes que los electores rechazaron. Consecuentemente, muchos se preguntan: ¿para qué sirve elegir una alternativa, si la alternativa acaba siendo exactamente una repetición de lo mismo?

Lo que ha querido demostrar Angela Merkel de manera muy clara es que hoy lo que llamamos la alternativa económica, en el sentido de que representa una opción contraria a la política neoliberal de recortes y de austeridad, no existe. Es decir que cuando un equipo político elabora un programa alternativo, lo somete a la ciudadanía para que pueda elegir entre éste y otros programas, y cuando ese programa gana las elecciones y un equipo nuevo alcanza legítimamente, democráticamente, la conducción de un país, ese equipo de gobierno, con su proyecto alternativo anti-neoliberal, descubre que, en realidad, su margen de maniobra es inexistente. En materia de economía, de finanzas y de presupuesto no dispone de ningún tipo de margen de maniobra. Porque, además, están los acuerdos internacionales que “no se pueden tocar”; los mercados financieros que amenazan con sanciones si se toman ciertas decisiones; los lobbies mediáticos que hacen presión; los grupos de influencia oculta como la Trilateral, Bildeberg, etc. No hay espacio.

Todo esto significa sencillamente que el gobierno de un Estado de la zona euro, por mucha legitimidad democrática que posea, aunque haya sido apoyado por el sesenta por ciento de sus ciudadanos, no tiene las manos libres. Las tiene si decide realizar reformas legislativas para modificar aspectos importantes de la vida societal, como por ejemplo el aborto, el matrimonio homosexual, la procreación asistida, los derechos de voto a los extranjeros, la eutanasia, etc. Pero si desea reformar la economía para liberar a su pueblo de la cárcel neoliberal, eso no lo puede hacer. Sus márgenes de maniobra ahí son prácticamente inexistentes. No sólo por la presión de los mercados financieros internacionales, sino también, sencillamente, porque su pertenencia a la zona euro lo obliga a someterse a los imperativos del Tratado de Maastricht, del Tratado de Lisboa, del Pacto Fiscal (que exige que el presupuesto nacional no puede tener un déficit, con respecto al PIB del país, superior a 0,5%), del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (que endurece las condiciones impuestas a los países que necesitan un crédito), etc.

En consecuencia, efectivamente, para los Estados que han pedido un rescate se ha creado hoy, en Europa, el estatuto de “nuevo protectorado”. Grecia, por ejemplo, es gobernada de manera “soberana” para todas las cuestiones que tienen que ver con la gestión de la vida societal de sus ciudadanos (los “indígenas”).

Pero lo que tiene que ver con la economía, con las finanzas, con la deuda, con la banca, con el presupuesto y, evidentemente, con la moneda, todo eso está gestionado por una instancia superior: la tecnocracia euro de la Unión Europea. O sea que Atenas ha perdido una parte decisiva de su soberanía. El país ha sido rebajado al grado de protectorado.

Para decirlo de otra manera: lo que está ocurriendo, no sólo en Grecia sino en toda la zona euro, en nombre de la austeridad, en nombre de la crisis, es sencillamente el paso de un Estado de Bienestar hacia un Estado privatizado en el que la doctrina neoliberal se impone con un dogmatismo feroz, puramente ideológico. Estamos ante un modelo económico que les está arrebatando una serie de derechos a los ciudadanos. Derechos adquiridos después de largas y a veces sangrientas luchas.

Cambios irreversibles

Algunos dirigentes conservadores tratan de calmar al pueblo diciendo: “Bueno, éste es un mal período, un mal momento que hay que pasar. Tenemos que apretarnos el cinturón, pero saldremos de este túnel”. La pregunta es: ¿qué significa “salir del túnel”? ¿Nos van a devolver lo que nos han arrebatado?, ¿nos van a restituir las reducciones de salarios que hemos padecido? ¿Van a restablecer las pensiones al nivel en el que estaban? ¿ Vamos de nuevo a tener créditos para la salud pública, para la educación?

La respuesta a cada una de estas preguntas es: “No”. Porque no se trata de una “crisis pasajera”. Lo que ocurre es que hemos pasado de un modelo a otro peor. Y ahora se trata de convencernos de que lo que hemos perdido es irreversible. “Lasciate ogni speranza” (“Abandonar toda esperanza”). Ése fue el mensaje central de Angela Merkel en Bruselas el 13 de julio pasado, mientras exhibía, cual teutónica Salomé, la cabeza de Tsipras en una bandeja…

1. La batalla de las Horcas Caudinas tuvo lugar en el año 321 A.C. entre los ejércitos romano y samnita. Los samnitas de Cayo Poncio, por su posición estratégica, rodearon y capturaron un ejército romano de unos 40.000 hombres. Los soldados fueron desarmados, despojados de sus vestimentas y, únicamente con una túnica, fueron obligados a pasar de uno en uno por debajo de una lanza horizontal dispuesta sobre otras dos clavadas en el suelo, lo que los obligaba a inclinarse como condición para ser liberados. Esta derrota es el origen de las expresiones “pasar por las horcas caudinas” o “pasar bajo el yugo” que se utilizan en varias lenguas occidentales cuando se debe soportar un trance difícil, humillante y deshonroso.
2. El “paseo de Canossa” es el viaje del emperador Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico desde Espira (Speyer, Alemania) al castillo de Canossa (Italia) para ver al papa Gregorio VII en enero de 1077. El objetivo era solicitarle que le levantara la excomunión. Llegado a Canossa, Enrique IV tuvo que permanecer tres días y tres noches arrodillado en las puertas del castillo, nevando, vestido como un monje, con una túnica de lana y descalzo para poder conseguir el perdón papal. Hoy, la expresión “paseo de Canossa” se usa para indicar una petición humillante.

LUNES 24 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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4) Yemen: entre el espejismo y la nada
Guadi Calvo (Rebelión)

La situación en Yemen se aproxima a convertirse en un espejismo, en una tormenta de arena para el resto de la humanidad, la realidad es cada vez más difusa, borrosa y exasperante.

La entente saudita iniciada el 18 de marzo, junto Kuwait, Bahréin, Emiratos Arabes, Sudán, Marruecos, Jordania, Egipto y Pakistán, y el visto bueno de Washington, Londres, París y Berlín, con el rimbombante nombre de “Operación Tormenta Decisiva”, está pulverizado ciudades y pueblos, con una sola finalidad, la de reponer en su cargo al ex presidente Abdo Rabbo Mansour Hadi, quién había renunciado en enero último.

Desde finales del año pasado, la situación de Hadi se había hecho insostenible. Jaqueado no solo por el movimiento chií Houtíe, del sheik chií zaidi Abdul Malik al-Houthi, también conocidos como Ansar-Allah (Seguidores del Señor), sino también por los altos índices de corrupción, la desatención absoluta de grandes problemas de los sectores populares tantos sunitas como chiitas, sumado a las acciones cada vez más violentas de al-Qaeda para la Península Arábiga (AQPA) contra la población chií, la crisis terminó por convertirse en incontrolable.

El pueblo yemení, que poco tiempo antes había salido de letargo después de 22 años de la dictadura de Ali Abdullah Saleh, en el marco de las protestas de la Primavera Árabe en los comienzos del 2011, se encontraba preparado para salir a la calle a terminar con Hadi, a la sazón vicepresidente del antiguo dictador y que consiguió aferrase al poder tras maniobrar con Arabia Saudita y los Estados Unidos, cuestión que convenía sin duda tanto a Riad como a Washington ya que Hadi garantizaba un perfecto gatopardismo.

Finalmente, el poco consenso y con su propia torpeza, Hadi esmeriló su poder y la situación de pre-guerra civil lo obligó a renunciar el 22 de enero. Hadi huyó de Yemen buscado asilo político en Arabia Saudita, pero el nuevo rey Salmán bin Abdulaziz tenía otros planes para su huésped y, como en un cuento de las Mil y una Noches, el presidente renunciante, en un abracadabra volvió a ser investido. Hadi no tuvo más remedio que obedecer a Salmán y aceptar su ayuda.

Es sabido lo poco afectos que son la familia Saud y el resto de las petro monarquías a escuchar los reclamos populares y como para darse un baño en salud y evitar ese “mal” ejemplo en su propio pueblo, se organizó rápidamente la alianza que desde entonces bombardea sin cesar al pueblo yemení. Del cúmulo de naciones árabes que se habían alineado detrás del rey Salmán, solo los Emiratos Arabes han aportado aviones, hombres y artillería, el resto observa desinteresado desde el golfo de Adén y han aportado casi nada; solo Egipto y Jordania han dispuesto asesores militares en el terreno.

La efectividad de los F-16 ha servido para poner en estado de emergencia humanitaria a toda una nación, 25 millones de almas, cuyos hogares, lugares de trabajo, escuelas y hospitales han sido devastados por los aviones sauditas, que según algunas fuentes pilotan oficiales israelíes. Las Naciones Unidas, siempre tan efectiva a la hora de contar muertos, dice que las víctimas son entre 4000 y 4500, poca información aporta sobre los heridos, pero sí esa cifra se aproxima mínimamente a la verdad, habría que considerar que el yemení es el pueblo más afortunado del mundo o quienes piloten los F-16 carecen de toda puntería.

También se habla de más de un millón de desplazados, una cifra tan incongruente como la de los muertos. Según la fuente que se consulte, los intensos bombardeos han resquebrajado las defensas de Ansar-Allah que ya no solo se enfrentan en tierra con AQPA, sino también grupos enviados por Daesh o Estado Islámico y también tropas terrestres sauditas, emiratíes y yemeníes del vitaminizado presidente Hadi, que han ingresado al país por la frontera norte.

En las últimas semanas la tendencia de los primeros meses parece haberse revertido ya que las tropas del sheik Abdul Malik al-Houthi fueron obligadas a replegarse y abandonar muchas de las provincias, ciudades y pueblos que habían conquistado. A finales de julio se creó un campamento a las afueras de Adén donde miles de soldados sauditas, emiratíes y cientos de miembros de al-Qaeda para la Península Arábiga fueron entrenados por oficiales egipcios y jordanos.

También en las últimas semanas se ha registrado el ingreso desde territorio saudita de varios batallones de tropa mecanizada saudíes junto a yemeníes que responden a Hadi, entrenados y equipados en Riad. La ofensiva iniciada en julio conquistó Adén, el principal puerto del país y las provincias de Daleh, Lahj y Abyan. Este último sábado cayó también la provincia de Shabwa. Y la provincia Hadramaut, al sureste del país, prácticamente un santuario de al-Qaeda, que los Houtíes habían conseguido limpiar.

Con los ataques Sauditas, al-Qaeda volvió a reposicionarse y ahora nuevamente están combatiendo contra las extenuadas tropas de Ansar-Allah. A pesar de ello los hombres del sheik todavía dominan la ciudad portuaria de Mukalla y la mayor parte de la provincia. El Estado Islámico y AQPA están técnicamente en guerra entre ellos, pero de todos modos tienen un objetivo superior: derrotar a las fuerza chiitas para poder declarar en esa provincia un Estado Islámico.

Todo ese sector marítimo está bloqueado por buques de la alianza, que someten a las poblaciones a constantes bombardeos, lo que preanunciaría un desembarco de tropas en los próximos días. Sin duda, los recientes acuerdos respeto al tema nuclear firmados entre Estados Unidos e Irán ata de manos a la República Islámica para poder intervenir abiertamente en el conflicto, por lo que las esperanzas houtíes son prácticamente nulas.

La embestida saudita y el fin de las posibilidades de establecer un gobierno chiita en Yemen, le daría a los vencedores un gran margen de maniobra y presión ante los Estados Unidos, para evitar más concesiones y acuerdos con Teherán. Según otras fuentes, los bombardeos y los ataques terrestres no han conseguido el objetivo de impedir el avance de Ansar-Allah y afirman que las retiradas han sido para asegurar otros puntos más estratégicos.

El souvenir saudita

Es muy difícil que las fuerzas Houtíes puedan revertir la actual situación, la guerra solo provocará que nada cambie finalmente en Yemen, y que la destrucción y la muerte que han sembrado en estos cinco meses se convierta en un verdadero genocidio contra el pueblo chií, donde los muertos podrán ser contados por cientos de miles. Oleadas de refugiados, tanto yemeníes como somalíes, han cruzado el estrecho de Bab-el-Mandeb y del Golfo de Adén hacia las regiones del norte del Cuerno de África, como Somalilandia y Puntlandia, tratando de evitar el conflicto que no se resuelve en el sur de Somalia donde los salafistas de al-Shaabab combaten contra el gobierno y las tropas de la Unión Africana.

La situación en el Cuerno de África es tan grave que han ingresado a Yemen más de 10000 migrantes desde que comenzaron los bombardeos. En cambio, unos 15000 yemeníes han alcanzado Yibuti desde marzo último. Un nuevo ingrediente que cada vez toma más fuerza en la contienda es el movimiento separatistas Al hirak al Janubi (Movimiento del sur) que desde el año pasado está intentado su independencia rememorando la antigua Yemen del Sur, que se unió con el norte en 1990.

En el conflicto yemení siguen siendo muchos los bandos y muchos más los intereses, desde los ricos yacimientos petroleros, al estratégico paso de Bab-el-Mandeb, incluyendo la disputa por la hegemonía de la región entre los sauditas e Irán. No importa cuáles sea los motivos ni el por qué, desde hace 5 meses el pequeño país del sur de la península arábiga se está convirtiendo en un puñado de arena, del que tras la tormenta no quedará nada.


Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

LUNES 24 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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5) La mano de hierro detrás del éxito de Samsung
Martine Bulard* (Le Monde Diplomatique)

Es uno de los veinte conglomerados empresariales (chaebol, en coreano) más grandes del mundo, y ningún sector le es ajeno, desde la electrónica a la energía nuclear, desde la industria armamentística a los seguros o la construcción. Nacida al abrigo de una dictadura, Samsung es conducida con rigor militar por su todopoderoso amo.

Imposible no verla, incluso en medio de la selva de edificios de cristal, uno más peculiar que el otro. La Torre Samsung se impone en pleno corazón de Gangnam, uno de los barrios más bling-bling de Seúl, con sus gigantescas avenidas, sus autos de lujo y sus jóvenes a la moda, que se hicieron famosos en todo el mundo gracias al video Gangnam Style, del cantante Psy. En la torre, Samsung Electronics cuenta con tres pisos para exponer sus inventos más espectaculares: pantallas gigantes donde uno se transforma en jugador de golf o en campeón de béisbol, televisores en 3D, heladeras de paredes transparentes y provistas de un sistema que sugiere recetas a partir de lo que tiene adentro, espejos con sensores que indican el ritmo cardíaco, la temperatura, etc. Sin olvidar, en un lugar destacado, a una de las últimas perlas del grupo: el teléfono inteligente Galaxy 4, recientemente lanzado en todo el mundo.

Es el lado luminoso de Samsung. En esta tarde de mayo, decenas de adolescentes vienen a encontrarse aquí, ya que estamos a pocos pasos de la Universidad de Seúl. Van de un stand a otro, se quedan pasmados ante las proezas tecnológicas, se desafían, se interpelan. Todos nos dijeron que trabajar en Samsung sería “un sueño”. Una aseveración que oiremos varias veces.

El grupo extiende sus tentáculos desde los astilleros navales hasta el sector nuclear, desde la industria pesada hasta la construcción inmobiliaria, desde los parques de diversiones hasta la venta de armas, desde la electrónica hasta el comercio mayorista e incluso las panaderías de barrio, sin olvidar el sector de seguros o los institutos de investigación. Samsung es lo que llamamos un chaebol, sin parangón en el mundo.

Las supercorporaciones

“En Corea del Sur –explica Park Je-song, un investigador del Korean Labor Institute (KLI)–, vos nacés en una maternidad que pertenece a un chaebol, vas a una escuela chaebol, recibís un sueldo chaebol –porque casi todas las pequeñas y medianas empresas dependen de ellos–, vivís en un departamento chaebol, tenés una tarjeta de crédito chaebol y hasta tus actividades de ocio y tus compras serán gestionadas por un chaebol.” Y podría haber agregado: “Te votan gracias a un chaebol”, porque estos mastodontes financian indistintamente tanto a la derecha como a la izquierda.

Existen treinta en el país, entre los cuales se encuentran Hyundai, Lucky Goldstar (LG) y Sunkyong Group (SK), cada uno en manos de una gran familia dinástica. El más poderoso es Samsung, que opera en el sector de las nuevas tecnologías e invierte en cuidar su imagen –en 2012 el grupo gastó 9.000 millones de euros en marketing (1)–, a pesar de que la saga familiar, con juicios espectaculares, luchas fratricidas, corrupción y gastos suntuosos, dejaría a Dallas como una novelita rosa.

Su historia acompaña la evolución de la República de Corea, que pasó del estatus de país en desarrollo en la década de 1960 –detrás de Corea del Norte, en ese entonces más industrializada– al de decimoquinta economía mundial. El creador del grupo, Lee Byung-chul (1910-1987), comenzó en la parte más baja de la escala, con un pequeño negocio que en el logo tenía tres estrellas (samsung, en coreano). La leyenda destaca su visión para los negocios, que le permitió apostar primero a los grandes bienes de consumo (televisores, heladeras) y luego a la electrónica, ganando así sus títulos de nobleza –y llenando sus arcas– en Corea y en los mercados occidentales. Legó su fortuna a sus hijos, sin tener que pagar impuestos o casi, y designó a uno de ellos, Lee Kun-hee, para sucederlo.

Y el sucesor haría crecer el grupo hasta llevarlo a la primera posición en las ventas de semiconductores (provee a Apple), teléfonos inteligentes, pantallas planas y televisores, y se encuentra entre los primeros en ingeniería o química. El grupo se sitúa en el puesto número veinte del ranking mundial (2), registrando un volumen de negocios equivalente a una quinta parte del producto interno bruto (PIB) de Corea. Con una fortuna personal valuada en 13.000 millones de dólares, Lee Kun-hee es el hombre más rico del país y se ubica en el puesto número 69 del mundo.

La leyenda olvida mencionar que Lee Byung-chul inició sus actividades en 1938 con el aval del ocupante japonés. Tampoco dice que el grupo se desarrolló con la decisiva ayuda del dictador Park Chung-hee, que aportó terrenos, financiamiento, reducción de impuestos y leyes específicas para proteger el mercado interno. Puro producto de la dictadura, Samsung conserva muchas de sus huellas.

A los 71 años, el actual presidente de la empresa “ejerce un poder absoluto tanto sobre las decisiones del grupo como sobre el personal –asegura Park Je-song–, aunque detenta una parte ínfima del capital”: menos del 3%. Apenas habla, todos cumplen sin titubear. En 1993, harto del sexismo, lanza a todo el personal: “Cambien todo, salvo a sus mujeres”. De la noche a la mañana, productos, métodos y gestión se transforman radicalmente. Esta famosa “reactividad al mercado” hará al éxito del grupo y a la leyenda de su jefe.

Dos años después, al notar la baja calidad de los teléfonos, Lee Kun-hee organiza una gigantesca hoguera de ciento cincuenta mil celulares, que se hacen humo ante los pasmados trabajadores. La imagen se transmite en todas las plantas, para demostrar que el trabajo mal hecho no vale más que ese montón de cenizas. El “defecto cero” se convierte en la norma a respetar y la culpabilización de los trabajadores, en un dogma.

El reconocido abogado Kim Yong-cheol trabajó en la Secretaría General, la cúspide del grupo, también llamada “grupo central de reforma” (Reformation Headquarter Group). Cuenta que en las reuniones con el gran jefe, que pueden durar más de seis horas, ningún ejecutivo toma ni un vaso de agua, por temor a verse obligado a ir al baño: Lee no lo soportaría. Nadie puede hablar sin su permiso. A nadie se le ocurriría plantear la más mínima duda. “Es como un dictador. Él ordena, uno ejecuta.”

Para los subcontratistas tampoco hay salvación fuera de la sumisión. Gran conocedor de Corea, el gerente francés de una empresa del sobrevaluado sector de las urbanizaciones de lujo, que pidió permanecer en el anonimato, nos confía: “Para trabajar aquí, hay que estar acomodado. Las licitaciones no existen. Todo se basa en la confianza. Si funciona, tenés que comprometerte por completo con el grupo, obedecer con manos atadas y ojos vendados. La ventaja es que podés innovar, pero bajo su protección”. No se puede trabajar para otro chaebol o rechazar un pedido. “Son relaciones feudales”, termina admitiendo.

El abogado Kim Yong-cheol vivió el sistema Samsung desde adentro. Durante “siete años y un mes” –precisa– puso su talento al servicio del gran hombre y sus prácticas más o menos lícitas: doble contabilidad, cajas negras para comprar periodistas y políticos, cuentas ocultas para costear necesidades personales, incluidas las de la señora Lee, gran amante del arte contemporáneo. “Me quedé en la empresa hasta que descubrí que habían abierto una cuenta bancaria a mi nombre con un crédito de varias decenas de millones de wons”.

Renunció en 2005. Dos años después, se inició una investigación. Lee Kun-hee fue condenado a tres años de prisión con libertad condicional por fraude fiscal y abuso de confianza… para luego ser indultado por el Presidente de la República de ese entonces, Lee Myung-bak (3), ex presidente de una filial de Hyundai. La actual Presidenta, Park Geun-hye, lo llevó como uno de sus invitados destacados durante su visita a Estados Unidos en mayo de 2013.

Silencios comprados

Kim Yong-cheol, realmente cansado por esta injusticia, se harta. En 2010, moja su pluma en ácido y publica Pensar Samsung (4), donde detalla los abusos de la familia y la corrupción hasta en las más altas esferas del Estado: “Tenía que aportar la prueba de que no estaba mintiendo”. Ninguno de los tres grandes diarios, Chosun, JoongAng y Donga –“Chojoodong”, como se llama a la prensa cómplice– acepta publicitar el libro. Ninguno publica ninguna crítica. Todos tienen vínculos con Samsung a través de la publicidad o de sobres que se entregan espontáneamente a los periodistas o de relaciones íntimas con la familia. Sólo Hankyoreh romperá la veda, lo que le valdrá ser privado de los anuncios publicitarios del grupo.

Sin embargo, las redes sociales difundirán el libro, que vendió doscientos mil ejemplares. Gran éxito en librerías, pero el abogado sigue sin trabajo. Tuvo que regresar a su ciudad natal, Gwangju, único lugar donde pudo encontrar un empleo y feudo de los demócratas, él que se define como conservador. Sólo lamenta una cosa: “No hubo debate público. Samsung calificó mi libro como ‘pura ficción’”. Y el tejemaneje volvió a empezar.

Lo mismo ocurre con el director de cine Im Sang-soo. Desde un principio eligió la ficción con su película The taste of money en 2012, donde describe magistralmente el comportamiento de los chaebols: la corrupción, la arrogancia, el desprecio por el personal, las disputas familiares, hasta el asesinato. “Los chaebols convierten a las personas en esclavos. Tuve que desmantelar sus mecanismos”, explica en las oficinas de la edición coreana de Le Monde diplomatique. Sin embargo, “no fue un éxito de taquilla”. Silencio mediático y negativa a proyectarla en las principales salas de cine. Para él, “lo más decepcionante fue que la película casi no le interesó a la izquierda, porque no se atreve a atacar esa fortaleza. Pero hay dos dinastías en la península: Corea del Norte con los Kim y Corea del Sur, con los Lee”.

La imagen resulta apenas excesiva cuando vemos el destino que se le reservó al diputado del Nuevo Partido Progresista, Roh Hoe-chan, despojado de su cargo en febrero de 2013 por hacer pública una lista de las personalidades corrompidas por Samsung. Pero no cualquier lista: sino la que elaboró el Servicio Secreto, que, por alguna oscura razón, había grabado las conversaciones entre el presidente del grupo y el director del diario JoongAng. Allí se habla largamente del dinero entregado a gente muy encumbrada: el viceministro de Justicia, uno o dos fiscales, varios periodistas, algunos candidatos.

Cuando se empezó a correr la voz del caso, Roh Hoe-chan pidió –y logró– que se constituyera una comisión de investigación parlamentaria, que se apresuró a tapar el escándalo. El viceministro de Justicia fue el único que renunció. Con su inmunidad legislativa, el diputado reveló la lista en una conferencia de prensa y, como casi no se hacía ilusiones sobre el impacto que pudiera tener, la publicó en su página web. Ahora bien, según la Corte Suprema, la inmunidad llega… hasta las puertas de Internet. “Una farsa –comenta Roh Hoe-chan–. Ahora yo estoy condenado, pero ningún fiscal fue a juicio. Vale aclarar que el hijo del procurador a cargo de la fiscalía que debía llevar a cabo la investigación trabaja en… Samsung. La Corte Suprema quiso dar una lección. Es increíble la cantidad de llamados de ‘amigos’ que trataron de convencerme de que dejara mi lucha.” Adiós al diputado recalcitrante.

Los sindicalistas también se ganaron la mordaza. No obstante, uno de los portavoces del grupo, Cho Kevin, desmiente que haya una cacería de brujas. Nos hace saber por correo electrónico (es más fácil tener una entrevista con un ministro o un diputado que con un representante de Samsung): “Hay sindicatos en varias de nuestras filiales y el grupo respeta tanto la legislación laboral como las normas éticas”. Sindicatos de empresa, sí, pero no la Confederación de Sindicatos de Corea (Korean Confederation of Trade Union, KCTU), cuya antecesora desempeñó un papel decisivo para poner fin a la dictadura en la década de 1980.

Secuestros, despidos, amenazas, chantaje: la dirección no escatima en los medios, si hemos de creer a la investigación del profesor Cho Don-moon, sociólogo de la Universidad Católica de Corea. Hasta 2011, sólo se autorizaba un único sindicato en la empresa y tenía que registrarse ante la administración pública. Apenas llegaba un legajo, el funcionario avisaba a la dirección de Samsung, que podía secuestrar al solicitante durante varios días, el tiempo suficiente para crear su propio sindicato adicto en la fábrica. Desde enero de 2011, se reconoce el pluralismo sindical, pero la KCTU sigue siendo el enemigo.

El alto costo de resistir

Son seis, de entre 30 y 50 años. Todos trabajan en Samsung, en los alrededores de Ulsan, a dos horas y media en tren rápido al sureste de Seúl. Pero, para verlos, tendremos que dar vueltas y vueltas hasta una posada coreana tradicional, rodeada de flores y árboles, a la orilla de un lago, lejos de su casa, para que pasen desapercibidos. El lugar es más encantador que los alrededores de las plantas donde fabrican baterías de celulares, pantallas de cristales líquidos o paneles solares. Y, sobre todo, más discreto: “Es demasiado peligroso reunirse con un periodista, sobre todo si es extranjero”, explican. Sindicados en la KCTU, viven en una semiclandestinidad.

Están todos catalogados como “MJ”, por moon jae, transcripción fonética al alfabeto occidental del coreano “problema”. “En cada sector –cuenta uno de ellos– hay personas encargadas de identificar a los MJ, de acosarlos, comprarlos e impedir la contaminación.” Uno de sus colegas continúa: “Si una noche alguien toma una copa por casualidad con un MJ, enseguida lo llaman a la dirección y le preguntan qué escuchó y qué dijo. Incluso en la cantina, no se recomienda comer con un MJ”.

Llueven las sanciones: sólo uno de estos sindicalistas mantuvo el puesto en su línea de trabajo. Otro fue trasladado a una oficina donde se ocupa, en completa soledad, de las obras de caridad de la planta. Otro fue colocado en un sector de provisión bien enmarcado. Una pregunta sobre la actividad del cuarto hace reír a la mesa: “Nada, no hago nada, literalmente. Antes, era obrero, ahora estoy en una oficina, solo, sin ninguna tarea asignada”. Ahora se ríe, pero tuvo que consultar a un psiquiatra. A un compañero, que acaba de unirse al sindicato, la dirección le ofreció una “capacitación obligatoria” de varios meses… en Malasia. Él se negó y está esperando la sanción. El sexto, por su parte, fue despedido hace cuatro años. Sin derecho a defensa.

Es verdad que su influencia es muy marginal: once afiliados “a cara descubierta” y sesenta y ocho clandestinos sobre diez mil empleados. No están ni cerca de ser elegidos para representar al personal en esas comisiones paritarias inventadas por el grupo para evitar a los sindicatos y compuestas por un 50% de gente de la dirección y 50% de representantes de los empleados fervientemente recomendados por la dirección. Pero, por primera vez, la KCTU tiene existencia legal, aunque no reconocida, en Samsung.

Presiones infernales

Tanto en Ulsan como en Suwon, estos sindicatos reconocen que, para ellos, trabajadores de tiempo completo, “los salarios son correctos”. En cambio, los empleados precarizados a veces cobran entre un 40% y un 60% menos por el mismo trabajo, sin recibir ningún tipo de protección ni bonificación y son lanzados a la calle apenas bajan los pedidos (5). Ahora bien, ya sea que estén en la órbita de Samsung o que sean empleados por subcontratistas, se calcula (no existen estadísticas oficiales) que representan entre el 40% y el 50% de la fuerza laboral. A los mayores de 50 años, incluidos los ejecutivos, se los invita fervorosamente a renunciar, porque son demasiado caros. Para todos, las condiciones de trabajo son difíciles, la amplitud horaria es desmesurada, las tensiones son fuertes y los accidentes numerosos. En enero de 2013, un trabajador precario murió después de una fuga de ácido fluorhídrico en la planta de Hwasung, cerca de Suwon.

Desde el exterior, nada deja presagiar el más mínimo peligro en esta unidad. Preocupado por el decoro, Lee Kun-hee construyó con cuidado su digital city (“ciudad digital”), que se extiende a lo largo de tres comunas: Hwaseong, Giheung y Onyang. El inteligente ensamblado de grandes cubos de un blanco puro, de elegantes edificios vidriados y de césped bien cuidado hace pensar en un campus universitario. En cada extremo, los dormitorios: los de las chicas son imponentes, porque las “operadoras” son más numerosas. Más allá, los de los varones, encargados del mantenimiento y la provisión. Estos jóvenes, provenientes de todo el país, construyen semiconductores.

Cada año, los ejecutivos de Samsung salen de caza. Descienden a los colegios provinciales para encontrar nuevos reclutas, preseleccionados por los profesores. Según dicen todos, hay más solicitudes que elegidos. Samsung goza de muy buena reputación y los salarios son relativamente altos: el equivalente a 2.000 euros, una fortuna para los principiantes (el salario mínimo no supera los 600 euros). “Como trabajo en Samsung –cuenta una empleada–, puedo ayudar a mis padres y preparar mi casamiento.”

Pero los sueños de jovencita muchas veces se evaporan en las salas blancas de producción. Desde el exterior, todo parece aséptico, con estas “operadoras” con aspecto de astronautas, vestidas de blanco de pies a cabeza, donde sólo se les ve los ojos. Uno imagina espacios muy seguros. Sin embargo, el decorado futurista esconde prácticas neomedievales.

Hay que trabajar al menos doce horas diarias, participar en las actividades de caridad para desarrollar el espíritu de solidaridad –la gerencia de la casa dixit–, luego, eventualmente, volver al trabajo antes de ir a dormir. Seis días a la semana. El séptimo, las trabajadoras están tan cansadas que duermen allí mismo y pocas veces van a ver a sus familias. Por supuesto, las jóvenes tienen derecho a salir de noche. “No estamos en China”, replica, un poco molesto, un ex ejecutivo del grupo. Sin embargo, admite que no está muy bien visto. Y si, por error, vuelven después del toque de queda (medianoche), reciben una “tarjeta roja”, que sólo se borra una vez que han participado como corresponde de las actividades caritativas de la casa.

“Trabajás con miedo”, recuerda Kab-soo. Miedo a equivocarse. Miedo a no lograrlo. Miedo a la enfermedad. En efecto, la fábrica de semiconductores necesita grandes cantidades de productos químicos, de gases extremadamente peligrosos, de campos electromagnéticos. Las trabajadoras tienen que sumergir las pantallas en varios baños con gran rapidez, no equivocarse, verificar…

En los papeles, las normas de seguridad existen. Pero en la unidad de Hwaseong, ya hubo dos fugas de gas entre enero y mayo de 2013. Los sistemas de ventilación no siempre funcionan. Por último, a menudo las propias operadoras abren las válvulas de radioactividad para ir más rápido y cumplir las misiones. Aunque no les pagan por pieza, se sienten responsables por el resultado común.

A ese ritmo, no aguantan más de cuatro o cinco años. Entonces, o bien encuentran otro trabajo o bien vuelven con sus padres y se casan (sólo el 53,1% de las mujeres trabaja). Algunas mueren. La joven Hwang Yumi, de 22 años, murió en 2007 después de trabajar cuatro años en la unidad de Giheung. Su padre, Hwang Sang-gi, taxista en Sokcho, a dos horas y media de auto de Seúl, recuerda a cada momento el cáncer que la carcomió durante meses. Se convirtió en un símbolo. Aunque, en sus palabras, “hable menos bien que los burócratas de Samsung”, aunque haya recibido amenazas y ofertas financieras para callarlo, nunca se rindió. Él quiere que el cáncer de su hija sea reconocido como enfermedad laboral no sólo por la administración –cosa que ya logró–, sino también por parte de Samsung, que sigue negándolo.

La primera en escucharlo fue la abogada Lee Jong-ran. Sus argumentos para hablar sobre los daños causados por el concentrado de sustancias peligrosas son innumerables. “Los fabricantes dicen que no hay nada que temer, pero ninguno quiere dar la lista exacta de los productos utilizados, en nombre del ‘secreto comercial’. Y los jóvenes mueren en secreto.” Junto con el doctor Kong Jeong-ok y la asociación Supporters for the Health and Rights of People in the Semiconductor Industry (SHARPS), identificó, entre 2007 y mayo de 2013, a ciento ochenta y un ex empleados de Samsung que sufren diversas enfermedades (leucemia, cáncer de mama, esclerosis múltiple, etc.). Para muchos especialistas del grupo, estas enfermedades laborales son un secreto a voces. Sin embargo, tuvieron que producirse las fugas de gases tóxicos en Hwaseong, a diez minutos de las residencias de lujo cercanas a Suwon, para que algunos empezaran a preocuparse y que la dirección se comprometiera a solucionarlo…

Pero cuando, después de meses y meses de procedimientos para que se evalúe un caso concreto, la agencia pública de indemnización facultada por las autoridades finalmente entró en competencia, ésta llamó a un médico… de Samsung (6). 

1. Benjamin Ferran, “Samsung a dépensé 9 milliards en marketing en 2012”, Le Figaro, París, 14-3-13.
2. “Global 2000 companies”, Forbes, Nueva York, mayo de 2013, www.forbes.com/global2000/list/.
3. No hay ningún vínculo de parentesco con los propietarios de Samsung. Los apellidos son pocos en Corea. Los cinco más corrientes (Lee, Kim…) representan a la mitad de la población.
4. Sólo en coreano.
5. Jean Marie Pernot, “Corée du Sud. Des luttes syndicales pour la demócratie”, Chronique internationale de L’IRES, Nº 135, París, marzo de 2012.
6. “South Korean government rejects Samsung victim’s workers compensation based on Samsung doctor’s opinion”, Sharps, 31-5-13, http://stopsamsung.wordpress.com

LUNES 24 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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