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LA RESTAURACIÓN DE LOS TRAIDORES

1) Testificó en Roma Martín Almada, el descubridor de los archivos del Cóndor –
2) 40 años de los últimos fusilamientos de Franco –
3) La apuesta por el desgaste y la división en Oriente Medio –
4) Burkina-Faso: La restauración de los traidores –
5) Donald Trump y el síndrome del pequeño faraón –

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 738 / Lunes 28 de Septiembre de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Testificó en Roma Martín Almada, el descubridor de los archivos del Cóndor.
Nadia Angelucci desde Roma, Italia (La Diaria)

Se reanudó ayer en Roma el juicio por el Plan Cóndor, iniciado en marzo después de más de diez años de acumulación de pruebas por parte del fiscal Giancarlo Capaldo y de su sustituta Tiziana Cugini. El juicio tiene más de 30 imputados y más de 40 víctimas latinoamericanas con ciudadanía italiana. El único imputado que no es juzgado en ausencia es Jorge Néstor Tróccoli, uruguayo, que reside en Italia desde que se fugó del país, en 2007, cuando la Justicia uruguaya lo citó a declarar.

La audiencia de ayer empezó con un largo debate sobre las listas de testigos admitidos a declarar y el nuevo calendario de las audiencias. En la última audiencia de julio, la jueza Evelina Canale había comunicado la necesidad de armar un nuevo calendario y de reducir a 50% las listas de testigos; convocó a las partes a limitarse a testigos que “puedan aportar pruebas directas sobre los casos en examen”. Ayer, el abogado Fabio María Galiani, defensor del Estado uruguayo, advirtió que se requiere conocer con tiempo las citaciones para poder organizar de la mejor manera el trabajo y los traslados de las personas. La Corte ordenó a la fiscal Cugini presentar en la audiencia de hoy un nuevo calendario que tenga en cuenta todas las instancias.

En el origen

La uruguaya María Bellizzi, acompañada por su hija Silvia, relató en la audiencia la desaparición de su hijo Andrés Humberto. En las pantallas del Aula pasaron las fotos en blanco y negro de la familia antes de la tragedia. A los 91 años atravesó el océano para decir “que hace 40 años que lo estamos buscando, y ya no creemos más en los cuentos de hadas. Sabemos quiénes son los responsables y sabemos que eso, a pesar de que la Corte sólo quiera pruebas, es también un juicio político”. Bellizzi fue una de las uruguayas con ciudadanía italiana que en 1999, junto con Luz Ibarburu, Aurora Meloni, Marta Casal de Gatti y Cristina Mihura, presentó ante el fiscal Capaldo la denuncia que dio origen al juicio.

“Estoy aquí para contar lo que viví, vi y oí en los centros de torturas paraguayos entre 1974 y 1977”. Martín Almada, que en 2002 ganó el Premio Nobel Alternativo por el descubrimiento del Archivo del Cóndor, fue el primero de los testigos que declaró ayer. Paraguayo, maestro de escuela primaria, seguidor de la metodología libertadora de Paulo Freire, presidente de los maestros en su país en los años 70, fue secuestrado en Asunción el 26 de noviembre de 1974.

Un vehículo rojo, que era un centro de tortura móvil, como él mismo señaló a la Corte, lo secuestró en la calle junto a su sobrino. Los dos terminarían en dos centros distintos; el sobrino perdió un ojo en la tortura. Almada terminó su viaje delante de un grupo de militares, una especie de tribunal compuesto por militares paraguayos, brasileños, argentinos, chilenos, bolivianos y uruguayos, que atormentaban a sus víctimas con la cara descubierta. Sufrió 30 días de tortura y se enteró de que también su esposa había sido secuestrada. A ella le hacían escuchar su tormento hasta que un día le entregaron su ropa ensangrentada. En otro momento le dijeron que su esposo había muerto y que tenía que ir a recoger el cadáver; a la mujer le dio un infarto. A los tres años, una campaña internacional impulsada por Amnistía Internacional y el Comité Mundial de Iglesias y Organizaciones de Derechos Humanos logró sacar a Martín Almada de aquel infierno.

Se exilió en Panamá y después en París. Dos preguntas quedaron en su mente: por qué fue torturado por militares extranjeros y cómo murió realmente su mujer (le dijeron que se había suicidado). Eso fue el empuje que lo llevó, después de 15 años de investigaciones, a encontrar el Archivo del Cóndor en Paraguay, conocido como “El archivo del terror”. La pista surgió del examen y seguimiento de una revista policial y de noticias y informaciones que le llegaban por fuentes reservadas. En 1992 solicitó ante el juez José Agustín Fernández el allanamiento del Archivo de la Policía. Mientras se gestionaba su pedido fue contactado por una mujer que declaró que los papeles que él estaba buscando no estaban en la capital, sino en un depósito fuera de la ciudad.

La comitiva judicial llegó a la Sección Producciones de la Policía Nacional en Lambaré a las 11.00 el 22 de diciembre de 1992 y encontró alrededor de tres toneladas de documentos relacionados con el operativo Cóndor. Algunos de ésos fueron presentados ayer en el Aula búnker de Roma. “Hay miles de fotografías -dijo Almada-, documentos que atestiguan la coordinación de Estados Unidos en toda la operación, invitaciones a reuniones, fichas descriptivas con referencias personales y declaraciones obtenidas y redactadas en los cuartos de tortura; hasta documentos que establecían lo que tenían que comer los detenidos y lo que le tocaba a la tropa presente en el centro. Y un documento que tenía como título: “Como mantener en vida un torturado”. Ese documento, relató Almada, desapareció misteriosamente del archivo.

“Cuando descubrimos el Archivo del Cóndor teníamos miedo de la reacción de los militares y sabíamos que los documentos necesitaban una protección para evitar que alguien pudiera entrar y sacar de allí documentaciones e informes. Así golpeamos las puertas de todas las embajadas, pero nadie abrió. Después vino la Embajada de Estados Unidos y nos ofreció asistencia técnica. La rechazamos, pero la Corte Suprema de Paraguay firmó un acuerdo con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por medio de la embajada estadounidense y hoy nuestro archivo está en estas manos. Estamos muy preocupados por eso”, dijo Almada a la diaria.

Entre los documentos hay una carta del general Manuel Contreras Sepúlveda (uno de los imputados del juicio, fallecido en agosto de 2015) al general paraguayo Guanes Serrano que tiene como título “Primer encuentro de trabajo de inteligencia nacional”; el “pre Cóndor”, le llama Almada. Contreras indicaba las instalaciones de la Dina (Dirección de Inteligencia Nacional, policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile) como el cuartel general para la centralización de la información sobre personas y organizaciones “conectadas con la subversión”, algo similar a una Interpol dedicada a la subversión.

“El Cóndor ha tenido dos movimientos: por un lado, una cara más tranquila, en Brasil, Bolivia y Paraguay, donde la izquierda ya estaba derrotada, y por el otro, una cara implacable en Argentina, Chile y Uruguay, donde había grandes movilizaciones y organizaciones, y por eso el mismo Kissinger [Henry, entonces secretario de Estado de Estados Unidos] ordenó cortar cabezas”, sostiene Almada. Agrega que aún estamos en las garras del Cóndor, que sigue actuando bajo otra forma: “Esa operación tiene tres etapas: la primera, el pre Cóndor, empieza en 1964 y se desarrolla en Brasil, después viene la fase multilateral que empieza en 1975 en Santiago de Chile.

Ahora el Cóndor sigue volando por medio de la Conferencia de los Ejércitos Americanos que se reúne cada dos años, en noviembre, en un país diferente, y prepara listados de subversivos de América Latina. Esa operación significó la eliminación de fronteras para la eliminación de gente que tenía un pensamiento diferente. Dejó más de 100.000 víctimas en el Cono Sur de América Latina. Una bomba atómica que hizo sus víctimas entre los dirigentes sindicales, los estudiantes, los artistas, los profesores, los religiosos, los abogados, los médicos, los intelectuales. La clase pensante de América Latina se cortó entre 1975 y 1985”.

LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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2) 40 años de los últimos fusilamientos de Franco
Paco Azanza Telletxiki (Rebelión)

A la memoria de Txiki, Otaegi, Sánchez Bravo, García Sanz y Baena Alonso

El 27 de septiembre de 1975 no fue un día cualquiera. En la mañana del citado día Franco consumó sus últimos fusilamientos; las balas asesinas acabaron con la vida de cinco militantes antifranquistas. Cuando cuarenta años después y de diferentes maneras el sangriento dictador sigue vivo en la “democracia española”, bien vale la pena recordar aquel fatídico día.

Francisco Franco intervino en público por última vez el 1 de octubre de 1975, durante el aniversario de su proclamación como Jefe del Estado. Y largó su retórica fascista desde el balcón principal del Palacio Real, sito en la madrileña Plaza de Oriente. Siempre se dijo que aquel acto se celebró ante un millón de seguidores, pero lo cierto es que en aquella plaza difícilmente pudieron caber más de cien mil personas. No podía faltar a su lado el Juan Carlos de Borbón. Entonces príncipe y desde seis años atrás heredero de Franco a título de rey, ultimaba su siniestro aprendizaje. Solo cuatro días antes habían sido fusiladas las cinco últimas victimas del franquismo con Franco: Juan Paredes Manot —Txiki—, Ángel Otaegi, José Luís Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y José Humberto Baena Alonso; los dos primeros militantes de Euskadi ta Askatasuna —ETA— y los otros tres del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota —FRAP.

Los cinco revolucionarios fueron condenados a muerte tras juicios farsas. El 20 de noviembre de 1973, ETA hizo volar literalmente a Luís Carrero Blanco, y, de regreso a tierra, el Presidente del gobierno franquista ya era cadáver. Entre aquel año y el verano de 1975, la actividad de la organización vasca golpeó con bastante intensidad a las Fuerzas de Orden Público —FOP—. Por su parte, el FRAP, que existía desde mediados de los años sesenta, aunque su actividad armada la inició en el verano de 1975, combatía a la dictadura con atentados contra policías y guardias civiles.

A Franco le urgía, pues, poner freno al movimiento armado contra el fascismo que él representaba. Así que, el 22 de agosto de 1975, el Consejo de Ministros presidido por el sangriento dictador aprobó el Decreto Ley Antiterrorista. La ley fue aprobada única y exclusivamente para aplicársela a los militantes de ETA y del FRAP. Aquella Ley Antiterrorista contemplaba la posibilidad de celebrar juicios sumarísimos contra civiles en menos de veinticuatro horas. También permitía prorrogar el plazo de detención en dependencias policiales, pasando de tres a cinco días —obsérvese cómo en la actual “democracia española” la ley en ese aspecto no difiere gran cosa—, y con autorización judicial hasta diecinueve.

Al amparo de la citada ley, entre el 28 de agosto y el 19 de septiembre se celebraron cuatro juicios sumarísimos. El fin de los mismo no era otro que el de condenar a muerte a los supuestos responsables de varios atentados producidos contra las FOP. Concretamente, se juzgaron la muerte del Guardia Civil Gregorio Posadas Zurrón, en Azpeitia, el 3 de abril de 1974; la del policía muerto en el transcurso del atraco a una sucursal bancaria en Barcelona, el 30 de julio de 1975 —estas dos acciones fueron atribuidas a ETA—; la muerte del teniente de la Guardia Civil Antonio Pose Rodríguez en el madrileño barrio de Carabanchel, el 16 de agosto de 1975, y el atentado contra el policía Lucio Rodríguez, igualmente en Madrid, el 14 de julio del mismo año —la autoría de éstos dos últimos atentados se le atribuyó al FRAP.

Se debe recordar que las únicas pruebas presentadas por la acusación, para condenar a los militantes revolucionarios, fueron las declaraciones que aquellos mismos habían hecho ante la policía y la Guardia Civil bajo salvajes torturas. En un principio fueron once los condenados a la pena capital, pero el Consejo de Ministros del 26 de septiembre conmutó la pena de muerte a seis de los condenados por la de 30 años de cárcel. Ese mismo día, a las ocho de la tarde, León Herrera y Esteban, ministro de Información y Turismo por aquel entonces, anunció que sería al amanecer del día siguiente, el 27 de septiembre de 1975, cuando se ejecutarían las cinco penas de muerte.

Masivas movilizaciones se sucedieron en todo el Estado español para protestar por las injustas condenas y exigir su abolición. También en Europa el rechazo de las mismas fue muy importante. En Lisboa asaltaron la embajada española; en Estocolmo se celebraron numerosas concentraciones con Olof Palme, primer ministro sueco, a la cabeza; en Oslo, al frente de las manifestaciones se puso el presidente noruego, Uro Kekonen… Incluso el papa Pablo VI solicitó clemencia para los condenados.

Sin embargo, de nada sirvieron las movilizaciones; el corazón del dictador no podía ablandarse. A Juan Paredes Manot “Txiki”, preso en la prisión Modelo de Barcelona, lo fusilaron junto al cementerio de Collserolla, en las afueras de la ciudad. Nacido en Extremadura y crecido en la gipuzkoana localidad de Zarautz, tan sólo contaba con 21 años. Ángel Otaegi, de 33 años y natural de Nuarbe, Gipuzkoa, fue fusilado a las nueve menos veinte de la mañana, en la prisión de Burgos. Los tres militantes del FRAP fueron fusilados en Hoyo de Manzanares, Madrid. José Luís Sánchez Bravo contaba con 22 años y murió a las nueve y media; Ramón García Sanz, con 27, a las nueve y diez, y José Humberto Baena Alonso, de 24, a las diez y cinco.

Francisco Franco murió cincuenta y cuatro días después, pero previamente ya había dejado todo atado y bien atado, Así lo anunció públicamente en 1969: “Cuando, por ley natural, mi Capitanía llegue a faltar, que inexorablemente tiene que faltar algún día, es aconsejable la decisión que hoy vamos a tomar, que contribuirá, en gran manera, a que todo quede atado y bien atado para el futuro”.

A día de hoy, el Jefe del Estado ya no es Juan Carlos de Borbón, el sucesor formado e impuesto por el mismo Franco. Ahora, con el único mérito de ser su hijo y sin que la ciudadanía tampoco lo haya elegido, es Felipe VI. No le defraudó al sanguinario dictador en todos estos años su obediente alumno. El ahora rey emérito, ya dejó bien claras sus intenciones desde el principio: “No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia”. Y la clase política más influyente de éste país siempre le facilitó su trabajo.

No cabe la menor duda, cuarenta años después de sus últimos fusilamientos, Franco sigue vivo. Satisfecho de su alumno y de su obra, ahora reside en la “democracia española”.

Blog del autor: http://baragua.wordpress.com

LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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3) La apuesta por el desgaste y la división en Oriente Medio
Olga Rodríguez (El Diario.es)

La apuesta en Siria fue la de la guerra del desgaste: si algún bando ganaba, EEUU y sus aliados perdían. Ante la ausencia de una marioneta ideal para colocar al frente de Siria, era preferible debilitar a los bandos implicados, bajo la estrategia del “que se maten entre ellos”

Hace dos años hubo la posibilidad de hablar. De negociar. De llegar a un acuerdo, o al menos de intentarlo, para detener, quizá unos días, quizá unas semanas, quizá para siempre, la guerra en Siria. Lo defendí entonces: “Las treguas salvan vidas”. Sigo creyéndolo. Las treguas, la negociación, el diálogo, el acuerdo, por muy maltrechos que sean, por muy débiles y cortos que resulten, salvan vidas. Y de eso se trata. ¿O no?

Hace dos años estaba encima de la mesa la Conferencia Internacional de Ginebra II, impulsada por la ONU. A ella acudieron representantes de Estados Unidos, de la UE, de Rusia, del gobierno de Siria, y de algunos sectores de la oposición al régimen sirio, que exigieron la ausencia de Irán en la negociación. Por entonces muchos se echaban las manos a la cabeza cuando alguien defendía la negociación con Irán y con Siria para intentar parar la guerra. Sí, en pleno siglo XXI es políticamente correcto apostar públicamente por las armas en nombre de la paz.

Las negociaciones en Ginebra II no prosperaron mucho ni se hizo todo lo posible para que prosperaran. Dos años después algunas cosas han cambiado. Hay un acuerdo entre EEUU e Irán -para el que Washington ha necesitado a Rusia- y se buscan salidas negociadas en Siria. Por el camino han quedado decenas de miles de vidas más perdidas en el conflicto.

Durante estos últimos años la apuesta en Siria fue la de la guerra del desgaste: si algún bando ganaba, Estados Unidos y sus aliados perdían. Ante la ausencia de una marioneta ideal para colocar al frente de Siria, era preferible debilitar a los bandos implicados, bajo la estrategia del “que se maten entre ellos”. Así lo expresaba en su momento Edwar Luttwak, del Center for Strategic and International Studies (nada sospechoso de ser anti stablishment), en un artículo en The New York Times:

“Un resultado decisivo para cualquier bando sería inaceptable para EEUU (…). Solo hay un resultado que puede favorecer posiblemente a Estados Unidos: el escenario indefinido. Manteniendo al Ejército de Assad y a sus aliados, Irán y Hezbolá, en una guerra contra luchadores extremistas alineados a Al Qaeda, cuatro enemigos de Washington estarán envueltos en una guerra entre sí mismos…”.

Este verano algunas dinámicas cambiaron en torno a Siria. Uno de los gestos fundamentales fue el anuncio de que Alemania y EEUU retiraban sus misiles Patriot de territorio turco, instalados desde hace tres años contra el régimen sirio de Bashar al Assad. Como reacción a esa retirada -y al acuerdo de EEUU con Irán- Turquía ha dinamitado la tregua con el PKK y ha hecho la vista gorda en su frontera con Europa, permitiendo la salida de refugiados hacia Grecia.

Turquía ha sido un actor clave en la guerra siria: ha apoyado a grupos de la oposición, ha permitido una frontera porosa por la que entraban y salían integrantes de diversos grupos armados y durante un tiempo mantuvo una posición pasiva ante el llamado Daesh o Estado Islámico.

Este mismo mes los departamentos de Defensa de EEUU y Rusia han tenido contacto al más alto nivel para hablar de Siria -por primera vez en más de un año-, con una conversación telefónica entre el secretario de Defensa, Ashton Carter, y su homólogo ruso, Sergei Shoigu. Tras esa charla el Pentágono explicó que Carter y Shoigu acordaban discutir aspectos para asegurarse que las actividades militares de ambos países en Siria no entren en conflicto.

Según ha informado el propio New York Times, Obama sopesa los pros y contras de mantener una conversación con Putin sobre Rusia durante la celebración de la Asamblea anual de Naciones Unidas. Y el primer ministro de Israel – también involucrado en la guerra siria- se ha reunido esta semana con Vladimir Putin, con quien ha llegado a una especie de acuerdo de “no agresión”: Moscú ha asegurado que Siria no abrirá un segundo frente para luchar contra Israel, Netanyahu ha afirmado que “Israel y Rusia tienen intereses comunes, particularmente garantizar la estabilidad” en la región y así ambos se han comprometido a prevenir enfrentamientos en Siria.

El ministro de Exteriores sirio, Walid al Moalem, ha dicho que “EEUU y sus aliados carecen de una estrategia eficaz para luchar contra el Daesh y ya se han dado cuenta de que deben colaborar con Rusia en Siria”. Moscú ha desplegado más sistemas antiáreos y tanques en Siria, ha confirmado presencia de sus militares para formar a efectivos sirios y está reforzando su presencia en Latakia, Siria. Putin no dejará caer la base militar naval rusa situada en Tartús, Siria.

Está claro que Washington ha pisado el freno: John Kerry ha dicho que la crisis en Siria solo se resolverá «por la vía política» y ha afirmado que “nuestro enfoque sigue siendo destruir al Estado Islámico y también un acuerdo político sobre Siria, que creemos no puede lograrse con una presencia a largo plazo de Al Assad”, insinuando así que toleraría que el presidente sirio prosiga en el poder a corto plazo.

El gobierno español, a pesar de poder jugar un papel autónomo como integrante del Mediterráneo, ha mantenido siempre un lamentable seguidismo propio de un “protectorado”. Por eso mismo Al Assad ha pasado, para el ejecutivo de Rajoy, de ser el adversario al que había que echar a representar un actor con el que negociar y que tiene “la legitimidad en la interlocución internacional”, según ha afirmado el ministro de Exteriores español.

LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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4) Burkina-Faso: La restauración de los traidores
Guadi Calvo (Rebelión)

Cuando solo faltaban tres semanas para que el 11 de octubre Burkina Faso, en sus 55 años de vida independiente, pudiera realizar elecciones más o menos limpias, un golpe palaciego ha dejado otra vez a los burkineses con las ganas de constituirse en una democracia.

Otra vez, en el pequeño país africano se han impuesto los traidores. En la mañana del jueves 17, un grupo de oficiales de la Guardia Presidencial decidió echar para atrás todo lo planteado el 24 de octubre del año pasado, cuando a partir de las revueltas populares, el ejército prefirió terminar con el mandato de Blaise Campaóre, tras 27 años de dictadura.

Con los comicios del día 11, Burkina-Faso intentaba abandonar una historia de Golpes de Estado donde los dictadores remplazaban a los dictadores. Desde su declaración de la independencia en 1960, Burkina-Faso (ex Alto Volta) nunca ha conseguido alcanzar el status de país democrático.

El último golpe militar había sido dado en octubre de 1987 por Blaise Campaóre contra Thomas Sankara, un capitán de 38 años, quien junto a Campaóre y un grupo de oficiales habían tomado el poder en 1984, estableciendo un gobierno de rotundo tiente revolucionario. Sankara, quien la historia recuerda como “El Che Guevara Africano”, procuró romper para siempre con el destino de dependencia que los colonialistas franceses le habían asignado a su ex colonia.

Sankara, teniendo a Campaóre como su más íntimo colaborador, abrazó el panafricanismo, que propugnaba el entonces hombre fuerte de Libia, el coronel Muhammad Gadaffi. Y que desde 1972 venía llamando a la Unión y la Solidaridad de los pueblos africanos para exterminar el sino del imperialismo. Sankara, como presidente de su país, propulsó incentivar la producción y el consumo. Sus osadas medidas de gobierno lo convirtieron rápidamente en el líder indiscutido de la joven Revolución. Sankara intentó cambiar de cuajo al país y empezó por el nombre de la vieja Alto Volta, como la llamaron los colonizadores, que pasó a llamarse significativamente Burkina-Faso, (el País de los Hombres Íntegros) una conjunción de dos de las lenguas del país: Burkina en lengua mooré significa “hombres íntegros” y Faso, en diula significa “patria”.

Sankara pugnó por los derechos de la mujer y la defensa del medio ambiente. Consideraba la liberación de la mujer como una estrategia clave para el triunfo de la revolución. A partir de sus intervenciones en el congreso de la Unión Africana, en Addis Abeba en julio de 1987, cuándo llamó a no reconocer las deudas que los países del continente tenían con sus colonizadores, Sankara comenzó a representar para las antiguas metrópolis (Paris, Londres y Lisboa) una figura molesta y peligrosa.

Su proyecto político de la Revolución Democrática Popular (Révolution démocratique et populaire, o RDP), quedó plasmado en el discurso del 2 de octubre de 1983, Discours d’Orientation Politique (DOP), ideado por su aliado Valèré Somé, también su ministro de educación y secretario general del partido comunista.

La joven revolución se negó a reconocer la deuda externa, decidió nacionalizar y detener la explotación de los recursos naturales; ordenó la siembra de diez millones de árboles para detener la desertificación y el avance del Sahel. Se propuso evitar todo tipo de ayuda exterior, para escapar de la influencia del FMI y el Banco Mundial, “el que te alimenta, te controla”, era uno de sus máximas. Centró sus políticas en la autosuficiencia alimentaria y una reforma agraria profunda para prevenir las cíclicas hambrunas de la región. En tres años llevó el rendimiento del trigo por hectárea de 1700 kilos a 3800.

Priorizó la educación con una campaña nacional de alfabetización y promovió la salud pública, la campaña de vacunación contra la meningitis, la fiebre amarilla y el sarampión alcanzando a casi tres millones de niños. Inició un plan de construcción de ferrocarriles y carreteras. Prohibió la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y la poligamia. Nombró a mujeres en altos cargos gubernamentales y estableció programas para impulsar a la mujer a trabajar fuera de sus casas y organizando planes de estudios exclusivos para las mujeres. Comprendió rápidamente la peligrosidad del SIDA e inició campañas de concientización y prevención, sabiendo que era una enfermedad que estaba llamada a asolar a los pueblos africanos tal como terminó sucediendo.

Profundo admirador de la revolución cubana, Sankara fundó Comités de Defensa de la Revolución (CDR) al estilo cubano. Conociendo la inestabilidad y lo permeable a las manipulaciones que podrían ser sus compañeros de armas, estableció un tipo de servicio militar obligatorio la SERNAPO (Service National et Populaire), una formas de milicias populares, para contrarrestar el poder del ejército. Finalmente acabó con una institución feudal que otorgaba a los jefes tribales el derecho a establecer trabajo forzoso y el pago de tributos a sus vasallos.

Ordenó la venta de los Mercedes-Benz del gobierno e hizo que el Renault 5, el auto más barato en ese momento, se convirtiera en el transporte oficial de los ministros. Redujo los sueldos de todos los funcionarios públicos, prohibió el uso de chóferes y los viajes en primera clase de las comitivas oficiales.

Sankara, que había sido amablemente tolerado mientras se limitó a cambiar Burkina-Faso, un país demasiado pobre para depredar, sin petróleo, ni yacimientos que puedan atraer el interés de los grandes consorcios occidentales, pero al momento que Sankara comenzó a apoyar y alentar los movimientos revolucionarios de Costa de Marfil, Togo, Benín y Sierra Leona, París inició la estrategia de derrocamiento.

En 1985, Burkina-Faso organiza un censo general de la población, lo que despertó la reacciones del presidente Moussa Traoré de Mali, ya que hubo censistas en la disputada franja de Agacher, lo que devino en lo que se conoció como la Guerra de Navidad, que duró apenas cinco días y donde murieron unas cien personas. La breve guerra fue el primer intento de Francia por acabar con la revolución de Sankara, a partir de entonces y pasando varias turbulencias, Francia logró dar con el hombre que traicionaría a Sankara y a la Revolución: Blaise Campaóre.

Campaóre fue el elegido del presidente francés, François Mitterrand, y el Departamento de Estado Norteamericano, él era el hombre ideal de la contrarrevolución, ya que fue desde el comienzo parte del riñón revolucionario y era de extrema confianza de Sankara, tanto que se negó a aceptar los informes que le anunciaban la traición. Campaóre, entonces ministro de Estado de la Presidencia, organiza y ejecuta el Golpe de Estado y el asesinato del presidente junto a varios de sus ministros.

La tarde del jueves 15 de octubre de 1987, Sankara estaba reunido en el Consejo Nacional de la Revolución en la capital Uagadugú, un edificio céntrico cercano a los ministerios y la presidencia, cuando un grupo de comandos toma el lugar con la misión de asesinar a todos los presentes. El grupo invasor rápidamente mata a la guardia de Sankara y avanza hacia la oficina donde se desarrollaba la reunión. Advertido por las ráfagas de metralla y los gritos, el presidente ordena a sus ministros: “tranquilos, vienen solo por mí”.

Cuando los comandos irrumpen en la reunión, Sankara, desarmado y con las manos en alto, enfrenta a los invasores, que sin mediar palabra abren fuego contra el presidente y el resto de sus acompañantes, aproximadamente unos 14 funcionarios de la Revolución. Los cuerpos fueron enterrados de inmediato en el cementerio de Dagnoen, un barrio al este de la capital. Pocas horas después un comunicado oficial difundido por radio anuncia la dimisión del presidente Sankara y la disolución del Consejo Nacional de la Revolución, tras lo que se proclamó la creación del Frente Popular encabezado por el capitán Blaise Campaóre.

Un petit arrière cours.

Desde aquel octubre de 1987, Blaise Campaóre gobernó Burkina Faso, con el completo acuerdo de Francia, y se convirtió en pilar fundamental para que el antiguo imperio pudiera volver a tener injerencia en el continente. A través de una superestructura política, económica y cultural llamada la Francáfrica. Lo que le permite al Eliseo seguir controlando sus ex colonias con una mistura paternalista entre el pragmatismo y el neocolonialismo, basado en la corrupción de los dirigentes africanos. París así protege sus intereses políticos y económicos, convirtiendo a sus ex colonias en un pequeño patio trasero.

En Uagadugú, Francia tiene la base principal de las fuerzas especiales de lucha contra el terrorismo, conocida como operación Barkhane, (Duna movediza) lanzada en julio de 2014 para remplazar la operación Serval, armada para combatir las revueltas Tuareg de 2012 en el norte de Mali. A pesar de la injerencia francesa en Burkina-Faso, no pudo sostener a su “Virrey” y en octubre pasado comenzó a desmoronarse. Las protestas populares impidieron que el dictador vuelva a ser “elegido” para un nuevo periodo de otros 5 años. Las revueltas provocaron se incendiara la sede de la Asamblea Nacional.

Blaise Campaóre fue destituido y se exilió en Costa de Marfil, mientras la junta militar que se hizo cargo del gobierno llamaba a las elecciones para este octubre y nombró como presidente interino a Michel Kafando, que debía organizar el acto eleccionario. Pero todo ha quedado en la nada, el nunca disuelto y siempre nefasto Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP) que siguió leal a Campaóre, dio el golpe el último jueves deteniendo a Kafando y a varios funcionarios entre los que se incluye el general Issas Zida, primer ministro y verdadero hombre del país hasta el jueves último.

El poderoso general Gilbert Diendéré, mano derecha de Campaóre, y ex jefe de su servicio secreto, asumió la presidencia del Consejo Nacional para la Democracia, una organización creada ad hoc por los golpistas. Diendéré no solo está involucrado en el asesinato de Thomas Sankara, sino también en la muerte de Norbert Zongo, el director del diario The Independent en diciembre de 1998, y que fue uno de los más escandalosos que cometió la dictadura. La nueva junta de gobierno ha declarado que custodiará el proceso electoral pero no han puesto fecha para su realización. Según algunos analistas le asignan a Blaise Campaóre haber sido el gestor político del golpe, sin saberse cuál ha sido el papel del siempre decisivo del ejecutivo francés.

Mientras tanto los partidos políticos han llamado a la desobediencia civil. Varios conatos de manifestación ya han sido disueltos por el RSP, el mismo jueves 17 de septiembre, en los alrededor del barrio Ouaga2000, donde se asienta el palacio presidencial, los choques ya han dejado al menos seis muertos y sesenta heridos.

Burkina-Faso, con poco más de 18 millones de habitantes (con una población animista en un 65 %, un 25 % de musulmanes y el 10 % de cristianos) es uno de los países más pobres del mundo. Ocupa la séptima posición más baja en Índice de Desarrollo Humano. Sin salida al mar, rodeado por Nigeria, Ghana, Benín, Mali, Togo y Costa de Marfil.

No cuenta con yacimientos de petróleo, ni con posibilidades de grandes explotaciones mineras, por lo que la población subsiste de una modestísima industria y una agricultura que representa el 32% de su producto bruto interno y da trabajo al 92% de la población. Además de sus frecuentes sequías y la gran aridez del norte, se suman altos índices de SIDA. Burkina-Faso acaba de convierte su destino en una nueva incógnita siempre más cerca del infierno que del paraíso.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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5) Donald Trump y el síndrome del pequeño faraón
Jorge Majfud (Alai)

“A mí no me interesa la política” me dijo una estudiante hace unos meses. “Votaré por un presidente que haya sido un exitoso hombre de negocios. Eso es lo que necesita América para volver a ser grande”.

Esta es una respuesta de moda en Estados Unidos: la sola palabra “volver” disipa muchas dudas ideológicas, pero tal vez lo nuevo sea la abrumadora presencia de la ideología de los negocios al punto que ha logrado que se confunda a un país entero con una empresa. No es raro, ya que los ciudadanos de ayer hoy son empleados o consumidores, que viene a ser lo mismo que vemos en un Wal Mart.

El fenómeno de Donald Trump en las encuestas del partido republicano reproduce en política la psicología y la cultura de uno de sus negocios favoritos: Miss USA y Miss Universo. En estos alardes machistas a la frivolidad femenina, los espectadores consumen un ideal que no pueden alcanzar: ser jóvenes, hermosas y famosas a un mismo tiempo. Está de más decir que no las eligen por su inteligencia, aparte de la obscenidad de someter a estas pobres mujeres (semidesnudas y haciendo equilibrio sobre tacones alineados) a preguntas que tal vez un intelectual no respondería elegantemente en los diez segundos disponibles.

Los seguidores de Trump comparten algo con su candidato, porque la empatía es la base de la política del consumo: el rudimento intelectual, la glorificación del Ego y su reivindicación de la arbitrariedad, la catarsis colectiva del insulto personal y su correlativa negativa a la disculpa, revela mucho de grupos sociales, tradicionalmente dominantes, que se sienten amenazados por una creciente diversidad étnica, cultural y probablemente ideológica. Las últimas investigaciones muestran que el secularismo y aquellos que no se identifican con ninguna iglesia han ido creciendo en un país tradicionalmente religioso mientras en el resto del mundo el proceso es el inverso.

Los seguidores de Trump comparten con él y con el resto de la población la cultura del individuo alienado que se cree original siendo copia. Pero hay algo, un detalle, que los seguidores de Trump no tienen en común con su candidato: no son millonarios. Menos billonarios, como Trump.

Si consideramos que el 66 por ciento del senado estadounidense está compuesto de millonarios, que el uno por ciento representa al 99 por ciento de la población y a ello todavía se llama democracia, fácilmente podremos ver una contradicción neurótica entre deseo y realidad. Al igual que Hollywood, la política vende deseo (el de pertenecer algún día al uno por ciento) para sostener una realidad opuesta (el 99 por ciento nunca podrá ser parte del ese uno por ciento).

La política como espectáculo es un fenómeno global, pero Trump ha alcanzado la cúspide. Pueden ocurrir dos cosas: que ese orgasmo dure lo suficiente como para que le gane a un Bernie Sanders (a quien la prensa etiqueta como “populista”, como si Hillary, Trump y toda la industria de la publicidad no fueran ejemplos extremos de populismo), o que estemos cerca del declive acelerado de la reacción a otra realidad imparable: el recambio demográfico.

Su recurso dialectico consiste en decir que todo ha empeorado en este país y que la solución consiste en “yo lo haré” sin dar la mínima pista de cómo piensa hacerlo. Como no puede explicar cómo piensa hacer lo que dice que va a hacer recure a algo que muchos estadounidenses hacen muy bien: creer. ¿Por qué debe la gente creer que él sabrá cómo hacerlo? Porque es rico. Si alguien tiene dinero, entonces es un ganador, y si es un ganador es porque tiene razón. La misma lógica se aplicaba en la Edad Media: cuando uno de los contrincantes derribaba al otro caballero en una lidia, la fuerza de su brazo demostraba que tenía razón, ya que Dios no iba a ser tan injusto como para darle más fuerza a quien estaba equivocado. Con esta misma lógica, Rocky Marciano hubiese demostrado que Albert Einstein deliraba. No solo porque no hubiera resistido el primer puñetazo en la cara sino porque era un modesto profesor de Princeton.

La idea de que ser rico prueba que uno está en lo cierto fue confirmada por la teología calvinista, que es básicamente sobre la que se asienta la ética de gran parte de la población de este país. Si Jesús dijo que era más probable que un camello pasase por el ojo de una aguja a que un rico alcanzara el reino de los cielos, el protestantismo demostró lo contrario: si eres rico, es porque has sido bendecido por Dios y el oro aquí en la tierra demuestra que recibirás todo el oro del cielo cuando te mueras.

No es raro, entonces, que casi todo el mundo hoy asuma que el progreso científico, tecnológico y social del que disfrutamos se debe a los ricos y a hombres de negocios, cuando cualquier lista de científicos, inventores y activistas sociales que promovieron libertades que hasta no hace mucho estaban vedadas y resistidas por los conservadores en el poder, no tiene nada de ricos sino todo lo contrario: la mayoría ha trabajado siempre en universidades, en organismos estatales como la NASA o son asalariados de compañías privadas. Casi todos pertenecen a la clase media y casi ninguno se dedica a los negocios ni tiene tiempo para invertirlo en la bolsa de valores ni en ninguno de los mega negocios de señores como Donald Trump.

Pero como las narrativas sociales proceden de quienes ostentan el poder social, y éste radica en los capitales financieros, no es extraño que las hormigas admiren tanto al oso hormiguero y hasta lo elijan, sistemáticamente, como senador o como presidente.

Por supuesto que el comercio ha mejorado históricamente a las sociedades desde antes de la invención de la escritura. Pero una cosa es que las sociedades se sirvan del comercio y otra es que el comercio use a las sociedades como comodities. Es en este momento cuando se convierte en una ideología dominante. Se lo puede ver en la educación y en las universidades: ya casi no queda espacio para la formación integral del individuo: lo que importa es estudiar una carrera que deje dinero. Esto se llama “retorno” y se mide meticulosamente en un mundo que lo cuantifica todo. Se ve también en el desplazamiento de las humanidades por las facultades de negocios y en el mismo intento de las humanidades por probar que son capaces de formar empleados y empresarios.

No obstante, Donald Trump tiene un mérito enorme, tan grande que se protege solo contra la inteligencia de su propio electorado. Un slogan que le gusta repetir es “Soy rico, inmensamente rico”. Recientemente, en el primer debate republicano en Cleveland se vanaglorió de la forma en que usa su dinero: “Le dije a Hillary Clinton que vaya a mi boda. No tuvo elección, ya que yo había puesto dinero para su fundación”.

– Jorge Majfud, escritor uruguayo, es PhD, Lincoln University, School of Humanities, Department of Foreign Languages and Literatures. www.majfud.50megs.com – http://escritos.us

LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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