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LAS MUJERES Y TODO LO DEMÁS

1) Pobreza, desaparición y violencia, realidad para las niñas (Mexico)
2) Brasil: Transexuales usarán su nombre social ante organismos
3) Vivas y en marcha (Mexico)
4) Sandra Russo: Las mujeres y todo lo demás (Argentina)
5) A suerte y verdad: trabajando para la elite diplomática
6) Reportaje a Xenia Itté, viuda de Raúl Sendic

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 12 / No. 473 / Lunes 2 de Mayo de 2016 / Producción: Beatriz Alonso
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo
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1) Pobreza, desaparición y violencia, realidad para las niñas
Cimacnoticias – México

Desde 2014, el Estado mexicano cuenta una la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), impulsada y reformada por activistas, y en la que se reconoce el derecho de las niñas, niños y adolescentes a la igualdad sustantiva, a la no discriminación, a vivir una vida libre de violencia, a la seguridad, a la educación, a la salud, a la libertad, y al acceso de todos sus Derechos Humanos.

Sin embargo, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) informó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que según el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, entre 2006 y 2014 desaparecieron 2 mil 506 mujeres de cero a 17 años de edad.

La Redim precisó que la cifra de desapariciones de adolescentes creció 200 por ciento de 2012 a 2014, principalmente en los estados de México, Tamaulipas y Guanajuato, y muchas de ellas vinculadas al crimen organizado y la violencia comunitaria, pero que se agravaron por la ineficacia de los sistemas de justicia, falta de presupuestos, normalización de la violencia, y la deficiente coordinación entre los tres niveles de gobierno.

Un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Pública (Coneval) reportó que 42.3 por ciento de las niñas mexicanas viven en condiciones de pobreza moderada, y 11.6 por ciento en pobreza extrema, principalmente entre los dos y cinco años de edad.

El informe mostró que la mayor vulnerabilidad de estas niñas es por carencias sociales (20.3 por ciento), pero que entre éstas privaciones destacan el acceso a la seguridad social y los servicios básicos de vivienda, que se profundizan cuando se trata de población indígena.

Como parte del contexto de violencia y pobreza en la que viven las niñas –de acuerdo con ONU-Mujeres–, en México una de cada cinco mujeres entra en unión conyugal antes de cumplir la mayoría de edad, lo que, aseguró, constituye una forma de violencia de género, limita sus oportunidades de desarrollo personal, e impide que salgan de la pobreza.

Al respecto, grupos civiles como la Redim han señalado que no basta la homologación en los estados de la LGDNNA, sino que es necesario que otras normas, en otras materias, se armonicen con la también conocida como Ley de Infancia.

Demandan que la Ley General contra la Desaparición Forzada –cuya aprobación está “congelada” en el Congreso de la Unión–contenga un capítulo sobre desaparición de personas menores de edad con perspectiva de género, a fin de que se cree un protocolo único de búsqueda a nivel nacional.

Por su parte, ONU-Mujeres presentó desde 2015 la campaña “De la A a la Z, México sin unión temprana y matrimonio de niñas en la ley y la práctica”, para que los congresos locales hagan las reformas necesarias para erradicar el matrimonio antes de los 18 años de edad, como estipula la LGDNNA.

Apenas el pasado 26 de abril, la Comisión de Administración y Justicia de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó dos dictámenes para reformar el Código de Procedimientos Civiles a fin de erradicar el matrimonio antes de los 18 años.

La LGDNNA no señala garantías exclusivas para la infancia mexicana, sino que reconoce también derechos para las niñas, niños y adolescentes migrantes, principalmente para que ya no sean detenidas en estaciones del INM.

Sin embargo, sin importar la Ley de Infancia federal ni las 32 leyes locales en la materia, en 2015 el INM detuvo a 12 mil 569 niñas y adolescentes migrantes, 78 por ciento de las cuales fueron deportadas a sus países de origen.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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2) Brasil: Transexuales usarán su nombre social ante organismos
(Paraguay.com)

El Gobierno brasileño le garantizó el derecho a los travestidos y transexuales a usar su «nombre social» en cualquier trámite, papeleo y gestión ante organismos públicos, a través de un decreto ejecutivo.

La garantía, válida a partir de su publicación mañana en el Diario Oficial, consta en un decreto firmado por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, durante un acto en el Palacio de Planalto en el que participaron representantes de diferentes organizaciones de defensa de homosexuales y transexuales.

De acuerdo con la medida, los transexuales y travestidos podrán exigir que se les inscriba o se les llame con su nombre social al matricularse en una escuela pública o acudir a una cita en hospital público, por ejemplo.

El tratamiento tendrá que ser ofrecido por cualquier organismo público y empresa estatal vinculada al Gobierno federal de Brasil y beneficia tanto a empleados públicos como a usuarios de servicios públicos.

Según un comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia, el llamado «nombre social» es el que una persona escoge para usar de acuerdo con el género con que se identifica, independiente del nombre que figure en su certificado de nacimiento o en su documento de identidad.

De esa forma, un travestido que fue registrado con nombre masculino y adoptó uno femenino tendrá que ser identificado por el segundo en formularios y actos públicos, así como en las credenciales que se le ofrezcan en organismos gubernamentales.

El secretario especial de Derechos Públicos, Rogerio Sottili, explicó que la medida no puede ser extendida a documentos de identidad debido a que para ello sería necesario que el Congreso reformase la ley.

«Son personas que no son reconocidas por su identidad de género. Una persona que nace como Juan y hoy se identifica como María no puede tener un documento de identidad en que aparezca María. Eso las inhibe, las hace víctima de prejuicios y las aleja de servicios básicos como la educación y la salud», explicó Sottili.

Según el funcionario, los travestidos no se sienten bien cuando acuden a un hospital o una escuela pública y no se les llama por su nombre social.

«Este decreto es un instrumento de ciudadanía que busca sacar de la invisibilidad a personas que quieren ser reconocidas por la identidad que escogieron para vivir el resto de sus vidas», aseguró.

Sottili dijo que lo ideal sería contar con una ley que les permita cambiar el nombre en sus identidades de «forma fácil, barata y rápida» pero dio a entender que tal iniciativa tendría dificultades de ser aprobada por el Congreso.

Los representantes de las organizaciones de defensa de homosexuales y transexuales que participaron en la firma del decreto aprovecharon el acto para manifestar su apoyo a Rousseff en momentos en que enfrenta un posible juicio que puede reducirle el mandato.

En caso de que el Senado apruebe el próximo mes la apertura del juicio político destituyente, la mandataria tendría que separarse del cargo por 180 días, plazo previsto para que la Cámara alta realice el juicio.

En los últimos días Rousseff ha promovido diferentes actos en la sede de la Presidencia con la presencia de representantes de movimientos sociales que apoyan su Gobierno.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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3) Mexicanas vivas y en marcha
Pagina12 – Por María Florencia Alcaraz – Mexico

Las mexicanas salieron esta semana a las calles de 27 estados, en la manifestación nacional contra las violencias machistas más grande de su historia. La potencia de esta “Primavera Violeta” movilizó bajo la consigna apabullante y urgente “Vivas nos queremos”, en reclamo de justicia y para derribar la escala ascendente de los registros: en el período que va de1985 a 2014 ocurrieron 47.178 feminicidios. Y ya son 7060 las desaparecidas de 2011 a la fecha.

Cuando escuchaban el sonido del atecocolli, las comunidades de la México prehispánica sabían que era un llamado a reunirse. El instrumento musical en forma de concha marina convocaba al trabajo, a la asamblea, a una ceremonia o a una celebración. El ritual se repetía en diferentes pueblos desde Alaska a la Patagonia. El 24 de abril, los atecocolli sonaron entre la marea violeta de miles de mujeres que marcharon por las calles de la capital azteca. Se encontraron bajo una consigna resonante como el eco grave que sale de esa concha marina: “Vivas nos queremos”. Los labios de María Eugenia Ortiz soplaron una de las tantas caracolas. La mujer, vestida con su traje tradicional, también bailó al ritmo de los tambores envuelta en el humo del sahumerio que quemaba otra compañera. “Somos mujeres y nos han agredido. Nos unimos danzando. Luchamos al parejo de todas”, dijo en una pausa de la coreografía.

Cada día, seis mexicanas son asesinadas por el solo hecho de ser mujeres. El último informe de ONU, “La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2014” contabilizó 47.178 muertes en ese período. También trazó la tasa de impunidad: de 3.892 crímenes entre 2012-2013, sólo 613 fueron investigados. Todos los días, alrededor de 40 mexicanas denuncian violaciones. La falta de justicia se repite: sólo una de cada cinco ha recibido una sentencia firme. El fin de semana casi 100 mil mujeres usaron el hashtag #MiPrimerAcoso en las redes sociales. Todas compartían historias de acoso en sus casas, en el metro, en la calle, en el colectivo. La mayoría en la niñez.

Para visibilizar con los cuerpos la frialdad de las estadísticas, las mexicanas salieron a las calles en la manifestación nacional contra las violencias machistas más grande de la que este país tenga memoria. La convocatoria, empujada por la sociedad civil, se multiplicó en 27 estados. La caravana principal de la “Primavera Violeta” se extendió por casi 30 kilómetros durante seis intensas horas. El recorrido comenzó a la mañana del domingo en Ecatepec de Morelos, a 20 kilómetros de la capital azteca. El municipio tiene el lamentable récord de haber superado a Ciudad Juárez en su tasa de feminicidios. En 2009 hubo 48 crímenes. Entre 2011 y 2014 el número se mantuvo en 60 y Ecatepec pasó a ocupar el primer lugar en el desglose municipio por municipio.

“Que te dije que no, ¡pendejo, no! Mi cuerpo es mío, sólo mío, tengo autonomía, yo decido”, cantó Angie con megáfono en mano. Para ella, la explicación de la convocatoria es simple: “Marchamos porque nos están matando”. La mujer advirtió a los hombres que han salido a defenderse. Están organizadas. Y esto viene desde abajo: son lesbianas, heterosexuales, trans y de diferentes sectores sociales, de distintas formaciones. Cuando terminó de hablar con Las12, Angie se sumó a otro hit de la marcha: “¡Con falda o pantalón, respétame, cabrón!”.

A Judith Flores un tipo le mostró el pene en el metro. “He sufrido acoso desde los 6 años, de más grande sufrí en el trabajo con el jefe. Si tocan a una, nos tocan a todas. Tenemos que hacer manifiesta la sororidad”, explicó la integrante de la comunidad Brigada Solidaria mientras se unía al concierto de cuerpos. Perla Pedroza caminó con su sobrina Sofía. “Marcho a los dos años para que no me violenten durante mi vida”, decía el cartel que sostenían, ambas vestidas de púrpura. “Visibilizarnos desde niñas abre las conciencias de las personas”, explicó la mujer.

El #24A evidenció violencias cotidianas pero también apuntó a la Justicia. Los familiares de víctimas, como Norma Andrade, encabezaron la caravana. El cuerpo de su hija, Lilia García Andrade, apareció envuelto en una frazada en un baldío de Ciudad Juárez el 21 de febrero de 2001. Una paradoja: la última vez que la vieron fue una semana antes, el día en que occidente celebra el amor. Lilia tenía 17 años, era madre de dos chicos y trabajaba en una maquiladora. Norma se convirtió en una referente internacional después de fundar “Nuestras Hijas de Regreso a Casa”. El feminicidio de su hija no tiene ningún detenido. “Ya llevo 15 años exigiendo Justicia. Hay cuatro sospechosos, cuatro muestras de ADN, pero aún no han detenido a nadie. Estamos llevando el caso a la Corte Interamericana. Queremos denunciar al Estado por inacción y falta de Justicia”, dijo Norma.

La movilización central terminó pasadas las 18 en el Ángel de la Independencia. Alrededor de 10 mil personas colmaron el Monumento a la Revolución y la avenida Reforma, la más importante del país. Con una robustez alcanzada al calor de los últimos casos mediatizados, aquellos que le pusieron fecha a la marcha: la agresión sexual a la periodista Andrea Noel mientras caminaba por la calle, la violación de Daphne Fernández en Veracruz, en la que están involucrados “Los Porkys de Costa de Oro” –un grupo de hijos de políticos y empresarios– y el caso de Yakiri Rubio, procesada por matar a su agresor.

“Vivas se las llevaron, vivas las queremos”, decían muchas de las pancartas tan improvisadas como urgentes que levantaron las marchantes. La frase, también convertida en canción, tiene un hipervínculo directo a los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. Las desaparecidas son 7.060 desde 2011 en el país azteca. Como si la aguja con la que se teje la trama de las violencias en México fuese una sola.

La nena dibujada por Liniers para convocar a las movilizaciones del 3 de junio en Argentina también levantó su puño en los carteles mexicanos. La chica de vestido que ocupa la A de #NiUnaMenos encontró su lugar en el #24A. Una joven se enmascaró al estilo Pussy Riot: su pañuelo también llevaba escrita la frase que en Argentina sintetizó las violencias machistas. Como el sonido reverberante del atecocolli, el grito que convoca a las mujeres en todo Latinoamérica es uno solo: si tocan a una, respondemos todas. Hacia el final, de fondo, con la potencia de aquello que se desea, un coro de mujeres repetía: “Va a caer, va caer, el machismo va a caer”.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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4) Sandra Russo: Las mujeres y todo lo demás
Pagina 12 – Argentina

¿En qué consiste Lo femenino? ¿Qué hay de natural en la abnegación de las mujeres, en la envidia femenina, en esos “malestares” que aparecen de diversas formas? ¿Qué es lo que une a esas mujeres chinas a las que por siglos se les quebraron los pies para que quedaran por siempre pequeños, a las mujeres africanas a las que todavía hoy se les mutilan los genitales, a las mujeres japonesas o paquistaníes violadas de a cientos de miles por ejércitos de hombres, a las víctimas de femicidio en todo el mundo? ¿Y qué hay de potente, de posibilidad, en esa condición femenina que aparece como enigma y amenaza? En diversos registros y géneros –desde la crónica o el ensayo hasta la ficción–, y con tanto de investigación como de fuerza literaria, Sandra Russo aborda estas cuestiones en Lo femenino, unas Aproximaciones a las mujeres como enigma que acaba de publicar el sello Debate. El sábado pasado se presentó en la Feria del Libro, en una sala en la que quedó gente afuera, con Víctor Hugo Morales y María Laura Alemán, protagonista de uno de los capítulos, acompañando a la autora.

“El libro de Sandra es una delicia que se integra a mi vida. No puede haber mujer que no lo lea, pero es un libro que voy a recomendar a los hombres”, comenzó diciendo Víctor Hugo Morales. “Soy un consumado lector de sus artículos y libros, porque son humanos, profundos, reveladores, valientes. Pero sobre todo porque siempre tienen por delante la impronta de esa música que ella pone en la escritura”, halagó la producción de la autora. “El libro es además intensamente político, es una lectura de lo femenino que hay en cada acto de nuestra vida, y del modo en que nos quieren convencer de que ‘debe ser’ lo femenino. Pienso, leyendo el capítulo que analiza la figura de Cristina Fernández de Kirchner, qué hay en las mujeres que las lleva a enfrentarse tanto con una figura fuerte y disruptiva como la de ella, mientras son tan respetuosas con una figura obediente, como la de la mujer que acompaña al actual presidente”.

“Muchas veces pienso que debería vivir dos o tres vidas más para llegar a sacarme de adentro todo el machismo con el que me formé. Pero, con toda franqueza, he sido un luchador de este sistema del que los hombres también somos víctimas”, advirtió el periodista. “Pienso en todo lo que nos falta avanzar, pero al mismo tiempo me pone bien pensar cuánto hemos avanzado, cuando repaso dos escenas cotidianas: la de mi esposa, que siempre me da las llaves del auto para que las guarde yo, cuando ella maneja mucho mejor que yo, que soy un despistado; y la de mi hija de 18 años, que nos ha planteado con mucha seriedad que no sabe si el día de mañana va a querer ser madre, que ese no es un mandato para ella”.

Núcleo de uno de los capítulos del libro, la de Alemán “es una historia de vida que es en sí misma un camino”, describe Russo en su libro: “El que llevó a María Laura Alemán a hacerse visible, a salir de Eduardo, que fue como se llamó en la infancia, adolescencia y juventud, para llevar su existencia con su propio nombre y su identidad femenina”. “Es muy fuerte estar en un libro que habla de lo femenino, cuando mi historia es un tránsito raro entre lo masculino y lo femenino, que todavía sigue girando entre los dos lugares”, reflexionó Alemán en la presentación. “Pero me gustó verme incluida en un libro que habla de lo femenino como portador de la paz, en la larguísima lucha histórica de las mujeres, donde nadie nos puede decir cómo tenemos que ser cuando seguimos esos impulsos más profundos, que son los que nos dan la identidad”. La protagonista de “Eduardo y María Laura” –así se llama el capítulo que sigue esta historia que es camino– contó que tuvo sorpresas al leer su propia historia: “Había lugares donde Sandra encontraba cosas que yo no había dicho con mis palabras, pero que estaban profundamente en mis emociones. Y hasta me permitió descubrir otras cosas, que no estaban tan claras para mí”, explicó.

“El gran disparador de este libro es el primer capítulo, la historia de mi madre, la historia de su locura. Es una historia que comenzó a delinearse en 2005, en una contratapa de Página/12”, contó Russo. “Ese fue un gran desafío, porque tenía que hablar de mi mamá y de una historia muy dolorosa, de una infancia y adolescencia difíciles. Pero para nada quería que la historia se desplazara hacia algo autobiográfico. Porque en eso doloroso que le pasaba a mi mamá, yo siempre leí algo doloroso que les pasa a las mujeres. ¿Por qué las mujeres nos tenemos que abnegar? ¿Por qué la abnegación es un valor positivo, cuando implica negarse a una misma? Quería pensar esa especie de mandato que tiene que ver con la moneda opuesta a lo que les enseñan a los varones, lanzados a explotar sus potencialidades”, explicó la autora.

“Después vinieron los otros capítulos, como el de los bonobos. Y en esos meses, cuando dejé de ver TN, dejé de ver Intratables, y me sumergí en lecturas sobre primatología, puedo asegurar que la pasé bárbaro”, bromeó. En ese largo capítulo se mezclan las ciencias duras con las preguntas filosóficas y teológicas del origen: ¿los hombres somos malos por naturaleza y la cultura nos pone algún freno, o nacemos buenos y esa cultura es la que moldea para mal? Rastreando estudios científicos y siempre desde la literatura, Russo va hacia estas cuestiones desde esta especie primate con la que los seres humanos comparten el 98 por ciento del ADN, que no conoce la violencia, el infanticidio ni las violaciones, en la que todos son bisexuales y en la que el sexo, profusamente practicado, es el gran regulador de la vida social.

En otro capítulo, Russo analiza las figuras de Cristina Fernández de Kirchner y Angela Merkel –pasando por sus modos de vestir, la construcción mediática de ambas, la idea de “yegua” y aquella nota del Corriere della Sera, que inventaba que CFK había escapado de una cumbre del hambre mundial, enloquecida por ir a comprar joyas Bulgari– en un “contrapunto de mujeres con poder”. La periodista recuerda que aquella nota que la justicia comprobó falsa la escribió, casualmente, una mujer. “Aquí aparece el gran tema de la envidia femenina, y de por qué el patriarcado nos usa a las mujeres como fuerza de choque”, analiza Russo, y sintetiza la conclusión de su libro: “No tiene que ver con pintarse mucho o poco, con usar o no tacos altos. Cualquier mujer, si beneficia a los sectores de poder, es bien vista por los medios hegemónicos; si beneficia a los sectores vulnerados, es atacada. El sexismo es una herramienta de la derecha, y lo tenemos que ver como un ariete del sistema de poder”, define.

“Está bueno que los hombres y las mujeres empecemos a ver este sistema del patriarcado como un gran dispositivo de castración para ambos géneros. Porque los hombres tampoco la pasan bien: ellos no pueden decir que no, no pueden renunciar. Es una gran carga también”, concluyó la autora. La presentación terminó con dos dedicatorias especiales: A las Madres de Plaza de Mayo, en el día en que se cumplieron cuarenta años de la primera ronda –“en agradecimiento por esa fuerza arrolladora a la que los argentinos le debemos tanto”–, y a Milagros Sala, en un pedido de libertad que se volvió un aplauso cerrado de todos los presentes.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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5) A suerte y verdad: Empleados que trabajan para la elite diplomática
Guillermo Garat (La Diaria)

María Eugenia de la Cruz pasó hambre en Lima y se juró no pasarla nunca más. Desde su juramento interno junta plata. Juntó peso a peso para convertirlo en sol a sol y comprar primero el terreno y luego armar una casa donde pensaba vivir, que ahora habita su hermana mayor. Le faltaba hacer el techo cuando llegó a Uruguay; por eso vino, porque tenía que techar la casa. Una señora le había propuesto ir a Estados Unidos, pero le daba miedo salir de Lima.

La matemática se impuso. Después de hacer cuentas, calculadora en mano, y con una propuesta de ganar 450 dólares en Montevideo, comprobó que le daba para hacer el techo. Podía terminar la casa, su casa, y hasta se podía dar el lujo de ahorrar. Pensaba volver al año a Lima, pero el embajador siguió en funciones en Montevideo. La cosa fue tan bien que hasta compró un auto, el primero de la familia, que también usa su hermana.

De la Cruz trabajó 16 años con diplomáticos venezolanos. Primero en su natal Lima, luego en su heredada Montevideo. Tiene 44, empezó la fajina a los 14, cuando la rebeldía adolescente la empujó de su casa paterna en el populoso barrio de Pamplona Alta. Para mantenerse, consiguió un trabajo con cama mientras estudiaba en la secundaria. Cuando concluyó siguió estudiando para secretaria; también aprendió corte y confección. Se decidió a trabajar como doméstica porque la paga en la maquila como detrás de un escritorio era muy poca. Como secretaria trabajó casi un año gratis. Entonces volvió a probar con las tareas domésticas con cama, en Las Casuarinas, un barrio cerrado hipervigilado de Lima. “Ahí no hay bodegas”, dice María Eugenia, o sea, almacenes. Habla con una cadencia uruguaya, hay que afinar el oído para descifrar al Perú de su lengua.

Cuando llegó a la primera casa donde trabajó, con sus escasos 14 años, pensó que había cometido un error, que no era tan grave vivir con sus padres. Su hermana mayor le decía que dejara el trabajo. Pero ella se deslumbró con la casa nueva y sus comodidades. La familia para la que trabajaba le permitió continuar con la secundaria. Siempre y cuando volviera con tiempo para preparar la cena y se levantara lo suficientemente temprano para empezar antes las tareas y dejar todo pronto. Arregló, se quedó. Al poco tiempo ayudaba económicamente a la familia para que sus hermanas más chicas fueran a la escuela. El único que trabajaba era su padre y el dinero siempre faltaba. Su hermana mayor estaba casada, fuera de juego, viviendo con su marido que cierto día enfermó. Entonces tuvo que asumir los costos de la mala salud sin faena, necesitó un trabajo.

Por entonces, María Eugenia trabajaba con diplomáticos alemanes, ganaba “un muy buen sueldo”. Les explicó que su hermana necesitaba el trabajo más que ella, que ella podía conseguir otro, les pidió que le dieran las tareas a su hermana, y los alemanes aceptaron. Al mismo tiempo, le consiguieron trabajo con los diplomáticos venezolanos.

Se tenía que levantar muy temprano para que las arepas estuvieran en su punto cuando el señor amaneciera. Las arepas deben reposar un rato. María Eugenia no. Se daba un duchazo de agua fría antes de preparar el café, la ensalada, la palta y los jugos en modo automático. Los sábados comían postas de pescado fritas con perico, unos huevos revueltos con verduras.

En Perú se enfermó de los pulmones. Gastaba buena parte de sus ingresos en pagar estudios clínicos y doctores. Sintió que trabajaba y vivía para los médicos y sus artes ocultas. Se dijo basta. Les pidió a sus patrones que la pusieran en la seguridad social. Ellos accedieron después de vacilar, mientras la bronquitis se agravaba. Desde entonces hace sus aportes.

María Eugenia no extrañó Perú cuando llegó al Aeropuerto de Carrasco, tampoco ahora. Llegó a Uruguay con la pareja de venezolanos que le daban un dinero extra para que ella siguiera haciendo sus aportes en Perú, “porque acá no podían”. Le pagaban bien y aprovechaba para mirar la telenovela de la noche y la del mediodía, después de que terminaba con la rutina.

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Otras domésticas con cama o retiro no corrieron o no corren con la misma suerte. Este asunto de ser doméstica y trabajar con diplomáticos es a suerte y verdad. Cuando llegó a Uruguay, en 2003, los venezolanos le hicieron una liquidación importante, tanto que todavía abre los ojos como si nunca hubiera visto esa cantidad de dinero junta.

Le sacaron un “carnet” diplomático, no tenía cédula ni documentación uruguaya, tampoco le hicieron aportes en Uruguay. No reclamó. Los estaba haciendo en Perú.

María Eugenia se afincó en Uruguay, se enamoró y está viviendo con un uruguayo, en Cordón. Así que fue al BPS para ver si había alguna manera de que le reconocieran sus años trabajados en Lima. No existe esa posibilidad, al menos no es tan fácil. Tiene que trabajar casi desde cero para jubilarse. “Me perjudicó no haber aportado”, confiesa ahora.

Trabaja y trabajó en “negro” en casas particulares desde que se terminó el trabajo con los diplomáticos. Es una freelance de la limpieza. Le gusta el freelanceo. “En cada casa entrás a un mundo distinto, cada persona es distinta”. Trabajó con cuatro familias diferentes que llegaron de Finlandia cuando la construcción de Botnia. Ahora aguanta el malhumor de familias y hogares unipersonales del Centro, Carrasco, Buceo, Pocitos, Punta Carretas y Punta Gorda.

Limpia la casa de una familia uruguaya, otra francesa-argentina y una brasileña. A los uruguayos los ve poco. Como mucho dos veces por semana. Su trato es con la mujer que trabaja con cama en esa casa. Al señor de la casa lo conoció al cuarto mes. La señora también trabaja mucho y con ella tiene un trato correcto, “buenos días”, “buenas tardes”, “cómo está”, y el pago una vez por mes. Los adolescentes que están más en casa a veces están cruzados. Cuando pierde Peñarol patean todo, así que por estos días no habrá quedado mueble sano en Carrasco. La adolescente se encierra en el cuarto y el joven es más relajado, canta. “Trato de llevarlo como parte del trabajo. Si no tengo que salir a buscar otro”.

Hace cinco años que está aportando como trabajadora independiente. Cuando un cliente le aporta ella deja todo para ir. No importa si llueve, hay paro de ómnibus, caen pingüinos o invaden las chicharras. “Yo les digo: si no me aportás, cuando no me pinte venir no vengo y chau. A una sola que es uruguaya no le tuve que pedir aportes, pero a los otros casi les tuve que suplicar”. Con los extranjeros siempre le cuesta más la gestión.

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Marta Petkovich es cocinera. Desde 1997 hasta 2012 preparó cócteles, aperitivos, sirvió cenas en silencio y lavó unas cuantas veces el colchón orinado por los niños grandes del diplomático egipcio. Sus contratantes no hacían los aportes patronales al BPS. Se escudaban en el silencio, entre valijas diplomáticas y ese cuento que por repetido mil veces parece verdad: que una embajada y por extensión las casas particulares del cuerpo diplomático son territorio de ese país. Allí el derecho laboral es gris, tirando más a oscuro en aquellos oficios imprescindibles para el orden.

Aunque probablemente en Egipto existan leyes laborales, nadie se tomaría el tiempo de ver cuál es la legislación, nadie se tomaría la molestia de contradecir a un dignatario extranjero.

En 2012, Petkovich le pidió al embajador árabe que hiciera los aportes que nunca había hecho. Tuvo una negativa. Deambuló por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, también por el BPS y hasta llegó a la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Representantes y la Suprema Corte de Justicia, además de otras organizaciones. Diputados de todos los partidos políticos dijeron por entonces que la situación de la trabajadora era inadmisible, que debían hacer algo.

Aquel 2012 se transformó en el tren fantasma para Petkovich. La sacaron de la cocina y la pusieron a limpiar. La hacían entrar a las seis y media de la mañana. La esposa del diplomático la trataba con desprecio. Trabajó dos semanas de corrido, hasta 15 horas diarias. Nunca percibió horas extras.

Ana María es hermana de Marta, empezó a trabajar en la embajada en el mismo año y se fue con ella en la misma fecha. Poco antes de que uno de los embajadores se fuera tuvo que llamar a la seccional Nº 14 de Policía. El diplomático, una semana antes de irse, le puso un cuchillo en el cuello y la acosó sexualmente. Pero en la comisaría le dijeron que no podían hacer nada porque el tipo era diplomático.

El embajador se fue del país y ella siguió trabajando. Cuando la embajada recibió la notificación del BPS por los aportes que nunca había hecho, la hicieron firmar un papel que no le dejaron leer. Ese mismo día la llamó por teléfono un abogado que la despidió. Por supuesto que no le pagaron nada.

El chofer de la Embajada de Egipto falleció a finales de 2012. Trabajó 25 años de los 76 que vivió en la delegación diplomática. En sus ratos libres hacía changas. Falleció de un cáncer. Trabajó hasta el último mes antes de morir. En enero la delegación de Egipto le llevó a su mujer el último sueldo que el hombre no había cobrado. Ese fue todo el capital con el que pudo contar la viuda. Porque como nunca aportó, la señora no tiene pensión. Los Estados quedan, las personas pasan.

Esos hechos fueron denunciados ante el Parlamento. El diputado Martín Tierno (MPP), que participó en la comisión, recuerda que “lo dificultoso” es que no “pudimos hacer venir al embajador a dar explicaciones. Entonces quedó ahí, con la denuncia de ellas. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores vino gente de cancillería y nos comentó que también para ellos era dificultoso. Más de eso no pudimos avanzar”.

Ni siquiera los que deben modificar las leyes han podido con este tema. Tal vez algún embajador pueda restituir los derechos que las embajadas les quitan a ciertos empleados y, sobre todo, a las empleadas.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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6) Reportaje a Xenia Itté, viuda de Raúl Sendic
XENIA ITTÉ, VIUDA DE RAÚL SENDIC, CANTÓ LAS 40 EN MONTEVIDEO PORTAL
Montevideo Portal / Por GERARDO TAGLIAFERRO

“Qué falta que me hacés”

En la oscuridad atravesada por los reflectores, el humo de los disparos le da a la escenografía un relieve casi pop. Hay olor a pólvora en el ambiente, pero se ha producido un alto el fuego. Una muchacha joven, de unos 30 años, avanza por el pasillo con los brazos en alto bajo el sediento acecho de los fusiles. Está descalza y tiembla, tiene miedo. Cuando llega a la vereda, un aluvión de golpes, insultos y empujones le corta el paso y el aliento, y la obliga a pararse con las manos arriba contra la pared. Entonces ella lo escucha gritar, desde el fondo del pasillo, lo que minutos antes le había anunciado sin inmutarse: «Soy Raúl Sendic y no me voy a entregar».

El estruendo sacude otra vez la noche y poco después -nunca podrá saber qué tan largo fue ese instante- él es arrastrado afuera, sangrando a borbotones. Cayó Raúl Sendic, el más buscado, el que tenía que caer para sellar la debacle de esa guerrilla que tan solo unos meses antes parecía invencible.

Esto fue hace más de 40 años. La muchacha descalza en el pasillo se llama Xenia Itté y es esta señora que hoy está sentada frente a mí, en el living de su casa en las afueras de San Jacinto, donde vive con su actual compañero.
Hace pocas semanas, cuando se cumplieron 25 años de la muerte de Sendic, Xenia fue centro de las actividades que se organizaron para homenajear al fundador del MLN-Tupamaros. Volvió a recordar entonces aquella noche del 1° de setiembre de 1972 y las muchas noches y días que pasó con quien fue su pareja hasta que murió en abril de 1989, en la cama de un hospital de París.
No le gusta revelar su edad, pero probablemente tenga más de la que aparenta. Habla de sus arrugas pero si existen, están bien disimuladas.

«Alguna vez fui joven» dice, y se ríe al recordar a la chica que un día vio llegar en motoneta a la radio de Bella Unión, donde trabajaba, a aquel procurador que quería contratar un espacio en el que difundir el mensaje de los cañeros. Orden de la dirección: ella debía censurar sus audiciones, pero presintió desde el comienzo que aquel encuentro iba a cambiar su existencia. Terminó siendo su compañera, en la lucha y en la vida.

Un cuarto de siglo después de ver morir a ese hombre que amó y acompañó hasta el final, dice que su presencia «nos hace falta» cuando habla del gobierno que hoy encabeza uno de los lugartenientes de Sendic y que compartió con él sueños y tiros, cárcel y fugas, templanza y desmesuras. Y recuerda poemas de amor que le escribía aquel enemigo público desde la penumbra de la clandestinidad, o sentencias como una que también ha evocado, por estos días, el hijo del guerrillero: «Si nos ponemos a discutir sobre nuestras diferencias, podemos pasarnos la vida discutiendo. Si nos ponemos a trabajar sobre nuestras coincidencias, nos pasaremos la vida trabajando».

1) Sos una de las dos mujeres que aparece en una célebre foto de la salida de la cárcel, con el puño en alto, saludando a la multitud, en marzo de 1985.
Sí, soy yo. Cuando ven esa foto me preguntan siempre qué estoy diciendo. Y lo que estoy diciendo es «gracias pueblo». Recuerdo perfectamente ese día, los milicos decían «no saquen los brazos porque se los van a arrancar». Salimos en la camioneta desde el subsuelo de Cárcel Central, por la rampa que da a San José y justamente, yo abrí rápidamente la ventanilla y saqué la mano… casi me arrancan el brazo, efectivamente, me quedó lleno de hematomas. Pero bueno, era muy lindo porque fue la gente la que me hizo eso, no fueron los milicos (se ríe).

2) Habías estado 13 años presa.
Sí. Estuve detenida antes, caí en el 71, y fui una de las 37 que nos fugamos por las cloacas, en la fuga conocida como «La estrella». Estuve clandestina desde el 71 hasta que caí con Raúl el 1° de setiembre del 72. Salí con la amnistía, el 10 de marzo de 1985.

3) ¿Cómo es la vida de un clandestino? Muchas veces uno se imagina que está enterrado en algún lugar, sin salir a la calle.
No, no. Cuesta bastante porque tenés una doble vida. Tenés que estar constantemente pensando en que estás con un documento falso, que donde te agarre una «pinza» tenés que responder. Eso en la primera época, porque después del 14 de abril (de 1972) prácticamente todos los compañeros que quedábamos afuera andábamos armados. Ahí te jugabas mucho, sabías que te esperaba la cárcel o la muerte.

4) Eras muy joven.
Bueno sí, en algún momento fui joven (se ríe). Pero mirá, cuando estuve en la cárcel las compañeras más jóvenes me decían cómo era que yo podía mantener mi espíritu… siempre fui una persona alegre. Compañeras que cayeron muy jovencitas se sorprendían, y yo les decía que viví todas las etapas de la vida plenamente. Nací y me crié en el Interior, tuve muchos hermanos varones y mujeres, compartía todos los juegos y mis padres eran muy unidos. Todo eso te da fortaleza de espíritu. No solo te la da el haberte formado, saber mucho de teoría, te la da sobre todo las vivencias que has tenido. Y yo viví plenamente mi infancia, mi juventud.

5) Sos de Bella Unión y ahí conociste a Sendic, cuando él fue a organizar a los cañeros.
Exactamente, yo trabajaba en la radio de Bella Unión, que era de Jorge Batlle, y ahí fue Raúl a pedir la audición para UTAA. Recién llegaba, me acuerdo que andaba en una motoneta. Se presentó y le dije que tenía que consultar al director de la radio. Cuando volvió por la contestación le dije: «Mire, tiene que traer el contenido de las audiciones por escrito». «¿Usted me las va a censurar?» «Las tengo que leer porque esa es la orden que tengo». Ahí puso un tono socarrón y me dijo: «Muy bien, así que me va a censurar las audiciones». «No puede hacer ataques personales a los comisarios, al juez, a las autoridades del pueblo» le contesté.

6) Tenías que tachar el 70 por ciento de la audición.
Sí, claro (se ríe).

7) ¿Qué eras tú políticamente en ese momento?
Nada. Simplemente vivía como Raúl describió en un poema: «Sumido en un tiempo de suave cadencia, de un ‘no pasa nada’, de un amor sin trascendencia, tuve la vaga conciencia de existir y no ser nada». No era nada, pero tuve el presentimiento de que Raúl iba a cambiar mi vida, porque el pueblo era muy apacible y ya me parecía que todo eso de organizar a los cañeros iba a traer algunas complicaciones. Y además que yo iba a tener que optar.

8) ¿Cuándo hiciste esa opción?
Enseguida te diría, porque se instaló el campamento de UTAA en el pueblo y ya empezaron todas las movilizaciones con cortes en las rutas, estaba bastante salado el pueblo. Yo tenía un cachilo, un Ford A y siempre alguna cosita me pedían para hacer, así que de a poco me fui comprometiendo.

9) ¿Recordás el momento preciso en que te integraste al MLN?
Yo me quedé en el pueblo trabajando en la radio y estudiaba Magisterio libre. Daba los exámenes a fin de año, cuando iban las mesas de Montevideo a Artigas o Salto, y después cuando me recibí ya en mi pueblo no podía hacer nada. Si quería hacer algo por la organización (se refiere al MLN) en el pueblo estaba muy quemada. Así que me vine a Montevideo. Un día me dan un contacto, «alguien que quiere verte» me dicen, y me lo encuentro a Raúl. Él ya era requete buscado y el contacto era frente a una comisaría. Me acuerdo bien. Yo dije «vamos en cana», y él me dijo «no te preocupes, no pasa nada». Él siempre se movía con mucha seguridad.

10) La noche que te detienen en la Ciudad Vieja junto a Sendic y otro tupamaro estaban a punto de dejar ese local porque sabían que era cuestión de horas que cayera.
Ah sí. Nosotros veníamos disparando ya con otro compañero, y ya nos íbamos para el Interior porque Raúl decía que era más seguro. Ese compañero salió a hacer unas compras y no apareció. Sabíamos que si no aparecía a determinada hora era que había caído y entonces teníamos que rajar. Llovía a cántaros y nos quedamos debajo de unos árboles, tapados con nailon y de madrugada tomamos un ómnibus para la Ciudad Vieja. Pero yo le decía a Raúl: «Tengo el presentimiento que caemos». Fui yo adelante, él se quedó un poco más atrás mirando qué pasaba. Si yo le hacía una seña que teníamos prevista estaba todo bien. Y bueno, así fue que llegamos a ese local de Sarandí 229.

11) ¿Recordás sus entradas al cuartel del Batallón Florida, en el Buceo, sobre las que se ha hablado y escrito mucho en todos estos años?
Sí, recuerdo que un día me dijo que los compañeros lo habían citado, era en la época de las conversaciones con los milicos, cuando la tregua (de 1972). Y recuerdo que lo acompañé hasta determinado lugar y le dije «mirá que no salís más de ahí». «Salgo sí, van a cumplir», me contestó él. Esa noche me trajo algo escrito y me dijo: «Mirá lo que encontré en un calabozo, estos versos». Y decía: «Morir al cabo no es gran cosa. Malo es estar libre y ser esclavo, malo es ser libre y estar preso. Hay quien muere agonizando doce meses en un lecho y quien muere cantando con diez balas en el pecho».

12) ¿Esos versos estaban escritos en la pared de un calabozo?
Sí, ahí en el Florida. Recuerdo que me dijo: «Piden mi rendición, pero yo no me voy a entregar. Están muriendo compañeros y yo me voy a quedar peleando. Además te digo una cosa: nunca los milicos van a cumplir con lo que están proponiendo». Porque ellos ofrecían determinadas cosas a cambio de que Raúl se entregara.

13) Volviendo a la noche de la caída, ¿qué recuerdos tenés? Me imagino que en una situación como la que se dio, el recuerdo debe estar metido dentro de una nebulosa.
Sí, yo siempre digo que siento que eso le sucedió a otra persona, que yo no soy la protagonista de todas estas cosas. Cuando nos dan la voz desde afuera de que salgamos, se inicia el tiroteo. Estábamos muy en inferioridad de condiciones, no teníamos armas largas… no sé qué pensaban los milicos que podíamos tener, dirían que si estaba Raúl ahí deberíamos tener un arsenal. Viendo cómo venía todo, Raúl nos dice que nos entregáramos nosotros, Ramada y yo.

14) ¿Les dijo qué iba a hacer él?
Sí, sí, que se iba a quedar peleando. Sí, recuerdo bien, además con una gran serenidad. Eso es lo que siempre rescato de Raúl, esa entereza. Lo dice el oficial que comandó el operativo en una entrevista que salió: él parecía el dueño de la situación, a pesar de que estábamos en inferioridad absoluta.

15) ¿Tuviste miedo?
Sí, sí… no sabía qué iba a pasar.

16) ¿Tenías experiencia? ¿Habías disparado un arma?
Sí. Si no, ¿para qué iba a tenerla? Pero no era un cuadro ni mucho menos. Había un pasillo que daba a la calle y cuando salí me parecía que había estado siglos recorriendo ese pasillo. Primero salió Ramada, Raúl gritó: «Se va a entregar un compañero, tienen que respetar su vida». Ahí paró el tiroteo y dijeron «que salga con las manos en alto». Salió y acto seguido dijo otra vez: «Va a salir una compañera, tienen que respetar su vida». Yo me puse un pañuelo y salí. Me acuerdo que en esos momentos buscaba unas zapatillas y no las encontraba. «Ay Raúl no encuentro mis zapatillas», le digo. «¡Salí así!» me dice (se ríe).

17) ¿Existió aquel grito que después se transformó poco menos que en una leyenda: «Soy Rufo y no me entrego»?
«Soy Raúl Sendic y no me voy a entregar», me parece. Pero bueno, no me acuerdo, sé que se dijo después pero no sé, no recuerdo. Sí recuerdo cuando lo sacaron.

18) ¿Qué imagen tenés de ese momento?
Yo estaba en la vereda con las manos contra la pared. Raúl se cae y lo tratan de levantar, yo lo miraba y no me daba cuenta de dónde tenía la herida. Pensé que se moría. Oigo a mi espalda: «Soy Campos Hermida, este es Raúl Sendic y hay que rematarlo» y ahí escucho la voz del otro oficial, el que comandaba el operativo de la Armada que dijo que era su prisionero y que no lo tocaran. Pero había muchas conversaciones, gente que venía y me tiraba del pelo, era todo muy caótico.

19) ¿A dónde te llevaron entonces?
Primero me vendaron los ojos y me llevaron de nuevo para adentro, como escudo humano por si había alguien más, y empiezan a ametrallar las paredes. Como era Raúl el que estaba ahí pensarían que quién sabe qué había ahí adentro. Agujerearon toda la cortina metálica que había. Y después me ponen unas antiparras, me suben a un vehículo y hacemos un trayecto muy corto, pero como no soy de Montevideo no me doy cuenta a qué lugar vamos. Era el Fusna, donde después estuve siete años. Estuve todos esos años sin tomar sol, siempre digo que cuando llegué a Punta de Rieles, literalmente, no veía más allá de mis narices porque todo el tiempo estaba vendada.

20) ¿Esa noche misma te empezaron a torturar?
Esa noche no, me tienen en una amansadora, ellos estaban muy preocupados por todo el tema de Raúl. Para ellos, para la Armada, tiene que haber sido un galardón, todo el mundo hablaba de la detención y la prueba está que no lo pudieron ocultar, enseguida estaba en toda la prensa.

21) ¿En ese momento pensabas que lo habían matado?
Sí, yo creía que lo habían asesinado y los milicos me decían que no. Entonces me trajeron el diario donde había una foto de él todo entubado. «¿Ve que está vivo? Nosotros lo salvamos». Un día me llevan a verlo, me sacan de la celda -hacía cinco meses que estaba incomunicada- y no sabía cuál era mi destino. Te sacaban de la celda y no sabías si era para liquidarte, si era para más «máquina», nunca sabías, estabas siempre en esa incertidumbre que era también una forma de dominarte. Entonces me llevan a una celda donde estaba Raúl. Solamente se le veían los ojos… fue una sorpresa muy grande porque yo no sabía dónde me llevaron. Entonces le di un beso en la frente y le dije: «Raúl fui una cobarde, te dejé solo». Él no podía hablar, los ojos se le llenaron de lágrimas. Cuando nos levantaron la incomunicación, a los cinco meses, me escribió un poema y me puso: «Me dijiste que habías sido cobarde pero fuiste muy valiente».

22) ¿Estuviste en otros enfrentamientos armados?
No, fue el único.

23) Tengo entendido que a la salida de la cárcel se fueron a vivir a un rancho que les prestó el actual presidente ¿es así?
No, a la salida no. Raúl se fue con los hijos mayores. Estaba la casa de sus padres, en Ejido 888, donde vivía uno de sus hermanos, Victoriano, con su señora y sus hijos. Él ya había decidido que se iba con los hijos mayores la noche que lo liberaron, el 14 de marzo, y a los pocos días me mandó decir por (Hugo) Batalla que quería verme. Él estaba en ese apartamento con los hijos. Después, como él era muy requerido por la prensa y no quería aparecer -daba solamente entrevistas por escrito- nos fuimos a vivir a un ranchito de Pepe, en Paso de la Arena, donde vivía la mamá con él, Lucía y una hermana de Pepe me parece. Nosotros estábamos en un ranchito, al lado. Vivíamos muy precariamente. Estuvimos un tiempo y después ya nos fuimos para Ejido.

24) ¿Militaste políticamente con él luego de la cárcel?
Sí, lo acompañaba. Él se dedicaba mucho al «Movimiento por la tierra y contra la pobreza» y muchas veces lo acompañaba a las reuniones. Raúl nunca tuvo un guardaespaldas ni custodia, siempre salía solito y a veces lo acompañaba yo. Lo paraban cuando lo reconocían, la gente lo saludaba pero él siempre fue de perfil bajo y trataba siempre de ir por las oscuridades. Eran momentos en que no se sabía qué iba a pasar en este país.

«Cuando entró al Batallón Florida a negociar le dije ‘mirá que no salís más de ahí’. ‘Salgo sí, van a cumplir’, me dijo»

25) ¿Qué pensaba él de la democracia recuperada? ¿Creía que era sólida o pensaba que volverían pronto los enfrentamientos violentos? Te lo pregunto porque hay distintas versiones sobre lo que era en ese momento su pensamiento.
Lo que él pensaba está escrito, porque le hacían esas preguntas y él las contestaba. Yo creo que sí, que él confiaba y siempre dijo que (los tupamaros) iban a participar de la vida democrática. Tanto en el Movimiento por la Tierra como en el Frente Grande que él impulsó llamaba a sumarse a todo el que quisiera. Él convocaba a hacer determinados acuerdos mínimos para sacar al país de la pobreza y los puntos que decía no había que transar eran la tierra, la banca y la deuda externa.

26) ¿Estaba muy cerca de Fernández Huidobro en aquel momento?
No te sabría decir.

27) En París, allá por 1986, Sendic organizó un encuentro de científicos uruguayos que andaban por Europa, con la idea de generar propuestas para el Uruguay. Entre ellos estaba el actual Ministro de Educación, Ricardo Ehrlich, ¿es así?
Sí, primero te cuento que fuimos a Cuba para operarlo. Le hicieron una operación muy grande porque tenía la mitad de la lengua pegada a la mejilla. Miraron un poco a ver qué pasaba con el maxilar inferior, que le faltaba un pedazo, y vieron que se había regenerado un poco. Estuvimos un tiempo en Cuba y después fuimos a Nicaragua, de donde lo invitaron. Después fuimos a Francia, donde estaba el hermano y la cuñada y ahí es que él convoca a compañeros que estaban trabajando en la investigación, en el Pasteur por ejemplo. Estaba Ricardo Ehrlich, (Julio) Battistoni, Omar Piume, que es hematólogo y estuvo muy cerca de Raúl en la última etapa.

28) ¿Qué era concretamente lo que buscaba con ese encuentro en París?
Bueno, él siempre fue muy inquieto en todo lo que era investigación, tecnología en el agro. Quería juntar gente que volviera a Uruguay a desarrollar todo eso.

29) También visitaron varios países del ex bloque socialista, invitados por los gobiernos.
Sí, estuvimos invitados en Budapest y en Praga y ahí nos hospedan en un hotel del Partido Comunista. Lo cuento para que vean lo que era su austeridad. Nos esperan compañeros cubanos que nos llevan a ese hotel y nos instalan en una suite en la que realmente nos sentíamos mal. Raúl le dice al compañero cubano: «Nosotros estamos acostumbrados a parar en casas de compañeros, esto es mucho». La suite estaba en un tercer piso y abrías la ventana y veías el Palacio de Invierno, era como una postal aquello. Era de tarde y el compañero nos lleva a la habitación y nos dice que después podíamos bajar al comedor y pedir lo que quisiéramos. Raúl estaba muy enojado por esa situación. Sacamos el termo, el mate y la yerba que teníamos en un bolso, sacamos agua caliente del calefón y nos quedamos tomando mate en la habitación. Para la cena teníamos unos chocolates y unos refuerzos de salchichón que nos habían hecho antes, en Budapest, y los comimos en la suite. En una suite que era… recuerdo que el decorado era como una hoguera, los cortinados anaranjados y amarillos… Ahí comimos eso y Raúl me puso pena: «Mirá que va a venir el encargado a preguntar, por favor no vayas a decir que no cenamos». Al otro día tampoco bajamos a desayunar, tomamos mate y comimos chocolate. Viene otra vez el compañero cubano para llevarnos al aeropuerto y cuando va a pagar se da cuenta que no habíamos cenado en el restaurante, ni tampoco desayunado. Se quería morir. Y Raúl le dice: «Mira compañero, nosotros estamos acostumbrados a estar en casas de compañeros, en hoteles no nos sentimos cómodos».

30) ¿Estabas con él cuando murió?
Sí, claro. Fue todo muy rápido, en enero del 89 fue a Cuba invitado por el aniversario de la Revolución y cuando volvió ya no estaba bien. Acostumbraba a ir a alguna chacra del Movimiento por la Tierra a hacer alguna tarea y un día lo traen mal, diciendo que no había podido subir unos baldes de un aljibe, le había dado como un vahído. Ese fue un alerta. Salivaba mucho y tenía problemas para deglutir.

31) Entonces se van a Francia.
El 23 de febrero nos fuimos para Francia, el hermano nos mandó los pasajes para que lo vieran allá, pero ya acá compañeros médicos habían detectado algo neurológico. No sabían que era la enfermedad de Charcot pero era algo de las neuronas motoras. Llegamos e inmediatamente fuimos a la clínica, pero a partir de ahí todos los días le aparecía algún nuevo problema. Lo último fue que le atacó la respiración, ya no podía comer y en el momento que le iban a poner un diafragma artificial para que pudiera respirar, falleció. Pero estaba totalmente lúcido.

32) ¿En ese momento sentiste que se moría un líder revolucionario o sentiste que perdías a tu compañero?
En ese momento preciso siento que se me murió mi compañero (se emociona). Lo que siento es una gran pena porque pierdo a mi compañero, que es también mi compañero de lucha. Y hasta ahora digo: ¡qué falta que nos hace! Esos días en París, antes de traerlo, fue un desfile de compañeros y organizaciones no solo de ahí, también de toda Latinoamérica. Estuvo Danielle Mitterrand también (la esposa del ex presidente de Francia, Francoise Mitterrand). El gobierno francés puso todos los recursos a disposición para su atención.

33) La caravana silenciosa que se generó espontáneamente cuando los restos de Sendic llegaron al aeropuerto, por Avenida Italia hasta el Centro, es de las cosas más conmovedoras que he visto en mi vida.
Sí, yo miraba a los costados y veía viejos, jóvenes, gente que se persignaba… tampoco recuerdo haber vivido otra cosa igual. Lo de París también fue muy conmovedor, nunca imaginé que Raúl iba a estar ahí. Lo pusieron sobre una plancha, estaba congelado porque había que trasladarlo y todo eso, y se podía ir todos los días. Pasaron cinco días desde que falleció hasta que lo trajeron y lo que me llamaba la atención era que estaba vestido, como si estuviera durmiendo. Impresionaba.

34) ¿Vas al cementerio?
Sí, claro. Ahora estamos viviendo acá (en una chacra cercana a San Jacinto) hace algunos años, pero cada vez que voy al cementerio siempre encuentro flores. Parece que hubiera como una peregrinación, a veces le dejan alguna esquela… ¡le piden cosas!

35) Hace pocos días recordaron los 25 años de su muerte.
Sí. Ahí Henry Engler (ex dirigente tupamaro, actual director del CUDIM) le escribió una carta y me pidió que yo la leyera en el cementerio. Ahí le habla a Raúl, le dice que nos hace falta y recuerda que cuando discutían, Raúl le decía: «Mirá, si nos ponemos a discutir sobre nuestras diferencias, vamos a pasar toda la vida discutiendo. Pero si nos ponemos a trabajar sobre nuestras coincidencias, vamos a pasar toda la vida trabajando».

36) Hay una pregunta que es muy difícil responder, pero si hay alguien que está cerca de poder hacerlo, sos tú. ¿Dónde estaría Sendic hoy?
No, no aventuro eso. Leyendo lo que él escribió, no hay duda, pero hay que remitirse a lo que él escribió, porque creo que todos sus planteos siguen pendientes: el tema de la tierra, tanta extranjerización… todo eso. Eran los temas que lo desvelaban: la tierra, el no pago de la deuda externa.

37) No te gusta mucho lo que ha hecho Mujica.
En lo que me es personal, no. Tengo muchas desilusiones, pero prefiero no hablar.

38) Has dicho que sus viejos compañeros, hoy en el gobierno, no lo nombran.
Ah, creo que no.

39) ¿Por qué crees que sucede eso?
Habría que preguntarles a ellos. Por qué a un compañero de la talla de Raúl… todos los compañeros son valiosos pero me parece que él aportó mucho y sigue aportando desde sus escritos. Hay que preguntarle a los compañeros: ¿Qué pasa? ¿Por qué?

40) ¿En qué crees que se equivocaron ustedes, los tupamaros?
Es difícil… creo que hay que remitirse al contexto histórico y cómo fue todo. Hoy, después de todo lo que pasó, podés decir «nos equivocamos en esto y esto», pero en aquel momento era otra la realidad. Ahí nos jugábamos, y éramos todos muy jóvenes, mucha juventud, mucho idealismo. ¿Sabés lo que me da más dolor? Todos los compañeros que quedaron en el camino. No solamente los años de presos, las torturas, las vejaciones, para lo que no encuentro consuelo es pensar en los compañeros que quedaron en el camino. Además, tan jóvenes. Eso me duele mucho.

COMCOSUR MUJER Nº 473 – 02.05.16
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