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ORGANIZACIÓN Y CONVERGENCIA

MUMIA844

1) Organización y convergencia popular para enfrentar la crisis capitalista

2) Un grito de alarma para Europa

3) El problema del patriotismo sin símbolos

4) Trump emboscado en el Sahel

5) Los medios estadounidenses y los documentos sobre el asesinato de Kennedy: “Sigan su camino, no hay nada para ver aquí”

COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 844/ Miércoles 1º de noviembre de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán

“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader

1) Organización y convergencia popular para enfrentar la crisis capitalista
João Pedro Stedile (Alai)

Hoy nos encontramos ante una crisis profunda del modo capitalista de organizar la producción y del Estado burgués, pues no solo es la crisis cíclica de acumulación, que está afectando a todo el mundo y sobre todo a Latinoamérica. Vale tener presente que en la década de los ’90 tuvimos la hegemonía total del neoliberalismo y que, en la década del ‘2000, el ascenso de Chávez y las victorias electorales en varios países colocaron a la ofensiva al campo popular.

En el contexto actual, los tres proyectos que antes disputaban la hegemonía: neoliberalismo, neo-desarrollismo y el proyecto del ALBA, ahora están en crisis. Por lo tanto, no es un escenario de derrota de las fuerzas populares, es un escenario de incremento de la disputa, de la confrontación y de la incertidumbre, porque todos están en crisis. Y no hay señales de que alguno de ellos logre la hegemonía a corto plazo.

Basta mirar la situación del imperio y del neoliberalismo: ganó Trump, ¿y qué? Se desnudó aún más la naturaleza del imperialismo. En Brasil hubo un golpe, ¿y qué? Los golpistas se revelaron lumpens, ladrones, corruptos y no tienen ninguna legitimidad.

Para las fuerzas populares, lo principal es entender que si hay crisis, es señal de tiempos de cambios. Y que tenemos que profundizar nuestras organizaciones y aumentar la lucha de masas. Solo ella puede desequilibrar la correlación de fuerzas en cada uno de nuestros países y, por lo tanto, a nivel continental.

Entonces, la situación es que el capitalismo está dominado por el capital financiero y por sus brazos de las empresas transnacionales, pero está en crisis. Por lo mismo, nuestra tarea es identificar quiénes son nuestros enemigos principales y cómo esas fuerzas del capital actúan en nuestros países, para enfrentarlas. Y, sobre todo, buscar en nuestras articulaciones internacionales del campo popular, formas urgentes para enlazar luchas comunes contra los enemigos comunes. Por ejemplo, tenemos una campaña internacional en defensa del derecho del agua. Pero, no hacemos luchas concretas. Es necesario enfrentar, por ejemplo, a la Coca-Cola y a Nestlé, para afectarles.

Lo mismo en la agricultura, cinco o seis empresas controlan los commodities en todo el mundo. En la leche igualmente. Y en los agrotóxicos es aún peor, cinco o seis empresas europeas controlan todo el mercado y en todo el mundo están causando cáncer en las personas. Hay que enfrentarlas con acciones concretas.

Está también el tema de los refugiados políticos y económicos que afectan el Medio Oriente, África y Europa. Las fuerzas populares de Europa necesitan hacer algo concreto.

Espero que la próxima Conferencia Mundial de la Vía Campesina a realizarse en julio, en el País Vasco, se dedique a analizar qué acciones debemos implementar de forma conjunta en todo el mundo, entre las organizaciones campesinas, para enfrentar ese reto, mientras tengamos tiempo.

Articulaciones internacionales

El Papa Francisco se ha revelado como un líder religioso con alcance político, que está reflexionando sobre los verdaderos dilemas que afectan a la humanidad y a su futuro. Y por eso hoy es un referente para todas las fuerzas populares, independiente de la fe o religión. Sus reflexiones y alertas siempre son muy valientes y ponen a los gobiernos contra la pared. Sobre el tema de las armas, por ejemplo, nos alegra que haya tocado en la herida, pues Europa es la que produce las armas e incluso los gases letales utilizados en las guerras regionales del Medio Oriente. Pero los gobiernos europeos no asumen su responsabilidad ni siquiera con la consecuencia más cercana que es el desplazamiento de multitudes de Oriente y de África hacia su territorio, como consecuencia de las guerras.

En el tema del medio ambiente nos regaló una Encíclica espléndida, que es la más importante reflexión crítica sobre el tema, que incluso ni siquiera el pensamiento de tradición marxista había construido. Debemos transformar la Encíclica en un instrumento didáctico de educación de las bases, sobre la naturaleza, las causas y las salidas para los problemas ambientales.

En nuestras metodologías de los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares en diálogo con el Papa, hemos construido agendas puntuales para cada encuentro. En el último, enfocamos los temas de refugiados, medio ambiente y la hipocresía de la democracia burguesa, ya que el voto popular decide muy poco en los procesos electorales, que son secuestrados por el capital.

Tengo entendido que esos temas están todavía en la mesa, pues no logramos profundizar lo suficiente en el último encuentro. Por lo tanto, debemos seguir trabajando en esa línea. Sobre el tema de los refugiados, migrantes y el derecho universal que cada persona tendría de circular libremente por nuestro continente; precisamente, Evo Morales acaba de realizar un encuentro internacional en Bolivia, para recoger opiniones que pretenden llevar como una propuesta a las Naciones Unidas, para que podamos en el futuro tener un mismo pasaporte.

Y el tema más grave, es el tema de la falencia del Estado burgués que fue gestado por la revolución francesa en 1789, y que representaba una propuesta de la burguesía industrial para regular las relaciones sociales. Ahora, a la burguesía financiera e internacional no le interesa ese Estado. Actúa por encima. Entonces las fuerzas populares debemos pensar, debatir, construir un nuevo tipo de Estado, y una nueva forma de participación democrática, popular. Pero, estamos en medio de la crisis, y todavía no están claros los caminos y las construcciones posibles. Pero, tendremos muchos cambios por delante…

Por otra parte, en noviembre próximo, en Caracas, tendremos la Asamblea Internacional de Movimientos y Organizaciones Populares que es parte de un proceso de construcción colectiva que viene de años atrás. En Latinoamérica y el Caribe, ese proceso cobró forma a fines de los ’80 con la Campaña 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, posteriormente fue con la Campaña contra el ALCA y más tarde con la construcción del Movimiento hacia el ALBA. Pero también hemos impulsado procesos parecidos en África, en el mundo árabe y en Asia.

Entonces, como parte de un proceso permanente de una articulación internacional, precisamente para enfrentar la crisis del capitalismo a partir de los movimientos populares, estamos construyendo esos procesos. No son eventos o fechas, son procesos permanentes. Donde nos podemos identificar con propuestas, programas, crear confianza política mutua, identidades y así avanzar… Y quizás realizar el sueño de Marx, con su Asociación Internacional de Trabajadores; el sueño de Martí, Che, Fidel, que generaron la OSPAAAL, como una articulación del Tercer Mundo frente al imperialismo en la década del ‘60. Y ahora nos toca a las fuerzas populares seguir adelante, con generosidad, pluralidad, evitando los protagonismos, vedetismos personales y falsos hegemonismos.
– João Pedro Stedile es miembro de la Coordinación Nacional del MST y de la Vía Campesina Brasil. Integrante del Consejo de ALAI.
MIÉRCOLES 1º DE NOVIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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2) Un grito de alarma para Europa
Roberto Savio (IPS)

Las últimas elecciones en Austria y en la República Checa muestran claramente que los medios de comunicación dejaron de intentar contextualizar los hechos. Para ello es necesario lanzar una alerta sobre el futuro de Europa, como vehículo de los valores europeos. Europa quedó debilitada por los últimos resultados electorales, con la notable excepción de Francia. Todas las elecciones tienen en común, incluso las francesas, algunas tendencias claras que analizaremos rápidamente, por lo que quizá con imperfecciones.

Declive de partidos tradicionales

En todas las elecciones desde el final de la crisis de 2009, los partidos que están en el gobierno desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) están en retroceso o prácticamente desapareciendo, como en los últimos comicios franceses. En República Checa, un millonario populista hizo añicos a los partidos tradicionales e instaurará un gobierno de derecha.

En el vecino país, el Partido de la Libertad de Austria, de extrema derecha, obtuvo 26 por ciento de los votos, muy pocos menos que el Partido Socialdemócrata, que obtuvo 26,9 por ciento. Los socialdemócratas están en el gobierno prácticamente desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Y otros partidos tradicionales, el conservador Partido Popular de Austria ganó las elecciones con 31,5 por ciento de los votos. Juntos, ambos partidos reunían más de 85 por ciento de los sufragios.

En las elecciones holandesas, realizadas en marzo, el Partido por la Libertad, de extrema derecha y liderado por Geert Wilder, quedó segundo detrás del gobernante Partido Popular por la Libertad y la Democracia. Y en septiembre, Alternativa para Alemania, de extrema derecha y en contra de la inmigración, concentró una adhesión sin precedentes, convirtiéndose en el partido más votado, mientras que los dos tradicionales, la Unión Demócrata Cristiana, de la canciller (jefa de gobierno) Angela Merkel, y el Partido Socialdemócrata, registraron su peor resultado en más de medio siglo.

Y en Italia, según las encuestas, en las elecciones del próximo año, el populista Movimiento 5 Estrellas llegará al gobierno. Austria es el mejor ejemplo para comprender cómo cambió la política nacional de los países europeos. Es importante señalar que no había partidos de derecha con una visibilidad real en Europa, a excepción del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, antes de la crisis económica y financiera de 2009.

La crisis trajo inseguridad y miedo, y ese mismo año, la extrema derecha austríaca, de la mano del carismático Jorg Haider, obtuvo la misma proporción de votos que en la actualidad. Y el conservador primer ministro Wolfgang Schlussel rompió un tabú al invitar al gobierno al Partido por la Libertad.

Entonces, en Europa, todo el mundo reaccionó con horror, y prácticamente aislaron a Austria; y el Partido de la Libertad perdió su esplendor en el gobierno, cayendo a cinco por ciento de los votos, y tras la muerte de Haider, hasta un poco menos. En cambio, ahora no se escucha ni un lamento de horror por ninguno de los partidos de extrema derecha que llegan al gobierno.

Qué llevó al declive de los partidos tradicionales

Los partidos tradicionales ya registraban una pérdida de participación y de confianza de los electores a fines del siglo pasado, pero en 2009, Europa importó la crisis financiera, que había sacudió a Estados Unidos unos años antes. Y en 2009, se propagaron dificultades y desempleo por todo el continente europeo. Y ese año, Grecia se convirtió en el campo de batalla de dos visiones de Europa.

Los países del sur querían salir de la crisis con inversiones y asistencia social, mientras que los del norte, encabezados por Alemania, consideraban a la austeridad como la única respuesta. Ese país quería exportar su experiencia: les iba bien gracias a una reforma de austeridad interna comenzada por Gerhard Schröeder en 2003 y no querían atravesar ninguna reforma a ningún costo.

Grecia solo representaba cuatro por ciento de la economía europea y pudo ser rescatada sin problemas. Pero ganó la visión alemana y, en la actualidad, ese país perdió 25 por ciento de sus propiedades, las jubilaciones cayeron 17 por ciento y el desempleo creció. La austeridad fue la respuesta a la crisis para toda Europa, lo que agravó la inseguridad y el miedo. También es importante recordar que hasta las invasiones de Libia, Iraq y Siria, en las que Europa desempeñó un papel clave (2011-2014) llegaban pocos inmigrantes y estos no suponían un problema. En 2010, los inmigrantes ascendieron a 215.000, en una región con 400 millones de habitantes.

Pero a raíz de las invasiones, se destruyó el frágil equilibrio entre chiitas y sunitas, las dos principales ramas del islam. La guerra civil y la creación del Estado Islámico en 2015 expulsaron a muchas personas de la región, quienes huyeron rumbo a Europa. Así, en 2015, más de 1,2 millones de personas, la mayoría de los países en conflicto, llegaron a Europa, que no estaba preparada para recibir a ese flujo de gente. Y si estudiamos las elecciones antes de eso, vemos que los partidos de extrema derecha no tenían tanta importancia como ahora.

Eso deja claro que la austeridad y la inmigración son los dos principales factores del crecimiento de la derecha. Los datos estadísticos confirman claramente esa explicación, pues revelan que los inmigrantes, por supuesto con excepciones (que los medios y los partidos populistas agrandan), básicamente quieren integrarse, aceptan cualquier trabajo, respetan las leyes y pagan sus aportes, pues, claramente, les conviene.

Por supuesto, el grado de instrucción desempeña un papel crucial. Pero los sirios que llegaron aquí son básicamente de clase media. Y por supuesto, hay una realidad inconveniente de que si Europa no hubiera intervenido en nombre de la democracia, la situación habría sido diferente. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estima que más de 30.000 millones de dólares se gastaron en la guerra en Siria, que dejó hasta ahora más de seis millones de personas refugiadas y 400.000 muertas.

Y Bashar al Assad sigue ahí. Por supuesto, la democracia tiene un valor diferente en países cerrados y ricos en petróleo. Si nos tomáramos la democracia en serio, habría que intervenir en muchos países africanos. Boko Haram mató siete veces más personas que el Estados Islámico, y el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, evalúa presentarse a otra reelección tras gobernar ese país durante casi cuatro décadas. Pero nunca van a escuchar mucho al respecto en el debate político actual.

Cómo la extrema derecha cambia a Europa

Nigel Farage es el populista que encabezó el Partido de la Independencia de Gran Bretaña, de extrema derecha, que luchó por salirse de Europa. Esa agrupación reunió más votos, 27,49 por ciento, que cualquier otro partido británico en las elecciones parlamentarias europeas de 2014 y consiguió 11 miembros más, sumando 24. El partido consiguió asientos por cada región de Gran Bretaña, incluido el primero por Escocia. Fue la primera vez en un siglo que un partido que no fuera el Laborista o los conservadores ganaba la mayoría de los votos en unas elecciones nacionales británicas.

Pero Farage perdió las elecciones justo antes del brexit, en junio de 2016, y su declaración a la prensa fue: “De hecho, soy el verdadero ganador porque mi agenda contra Europa es ahora la base de la política de todos los partidos tradicionales”, tras lo cual siguió el brexit. Y eso es lo que pasa ahora en todas partes.

En las elecciones austríacas no solo ganó el Partido de la Libertad de Austria, sino que el conservador Partido Popular Austríaco adoptó el tema de la inmigración, la seguridad, las fronteras y otros asuntos de la agenda de extrema derecha y de los populistas. Alrededor de 58 por ciento de los electores optaron por la extrema derecha o la derecha, con los socialdemócratas también corriéndose más hacia el centro.

El nuevo gobierno alemán también se volcó a la derecha, al reducir los impuestos a las personas más ricas y a las compañías. Y el mismo giro a la derecha puede esperarse de la nueva coalición encabezada por Merkel, con los liberales que aspiran a quedarse con el Ministerio de Finanzas. Su líder, Christian Lindner, es un nacionalista y ha declarado varias veces su aversión a Europa. En ese sentido, será peor que Schauble, quien solo quería germanizar a Europa, pero era un europeo convencido.

Y es interesante que la mayoría de los votos de Alternativa para Alemania procedían de Alemania oriental, donde hay pocos inmigrantes. Pero en vez de invertir la friolera de 1,3 billones de euros en el desarrollo de esa región alemana, se mantienen las diferencias importantes en materia de empleo e ingresos con Alemania occidental. No es de sorprender que el presidente de Corea de Sur alertara a su par de Estados Unidos, Donald Trump, que evitara el conflicto. Hace tiempo decidieron, mirando la reunificación de Alemania, que no tendrían los recursos para lograr anexar a Corea del Norte.

El astronauta, como calificó Trump al presidente norcoreano, puede alegar que la única forma de asegurarse de que Estados Unidos no intervenga es probar sus capacidades nucleares intercontinentales ya que Washington no respeta tratados. Estas consideraciones nos muestran un claro patrón. La agenda de la derecha se incorporó a la de los partidos tradicionales. La llevan a la coalición gobernante, como ocurrió en Noruega, o tratan de aislarlos, como hizo Suecia.

Eso no cambia el hecho de que todo el mundo gira a la derecha. Austria se inclinará hacia el Grupo Visegrado, creado por Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, claramente enfrentados a Europa y mirando a Vladimir Putin como modelo político, al igual que lo hacen todos los líderes de derecha. La única voz europea activa es la del presidente francés Emmanuel Macron, quien claramente tampoco es progresista. El verdadero progresista, el británico Jeremy Corbyn es ambiguo respecto de Europa, porque su partido, el Laborista, reúne a muchos euroescépticos.

El nuevo gobierno alemán ya dejó claro que muchas de sus propuestas para una Europa más fuerte no están en la agenda, y que se mantiene la austeridad. A menos que se registre un fuerte crecimiento, lo que el Fondo Monetario Internacional puso en duda, los problemas sociales no harán más que aumentar. El nacionalismo nunca sirvió a la paz, al desarrollo ni a la cooperación. Probablemente, necesitemos algún movimiento populista en el gobierno para mostrar que no tienen verdaderas respuestas a los problemas. El triunfo del Movimiento 5 Estrellas en Italia quizá sirva para eso.

Pero esa también fue una teoría válida para Egipto: Dejemos que la Hermandad Musulmana llegue al gobierno y que fracase. Qué lástima que el general Abdelfatah al Sisi no dejó que eso pasara. Nuestra esperanza es que no tengamos a ningún Al Sisi en Europa. Si tan solo los jóvenes volvieran a votar, cambiaría la situación de Europa; esa es la verdadera pérdida histórica que dejó la izquierda en Europa.

MIÉRCOLES 1º DE NOVIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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3) El problema del patriotismo sin símbolos
Luis Fernando Angosto (Rebelión)

La democracia española arrastra un viejo problema que la crisis catalana ha vuelto a revelar en toda su crudeza. No existe una identidad nacional incluyente de las diversidades constitutivas del país, que son tanto culturales como políticas. Existe, desde luego, un marco identitario españolista que la derecha ha impuesto y demarcado a su antojo, en buena parte por el poder absoluto que la dictadura franquista le garantizó.

Pero la consolidación de ese marco excluyente es también en buena medida responsabilidad de las fuerzas progresistas del país, que hasta muy recientemente no han mostrado interés ni capacidad real para impugnarlo de forma consciente y organizada. Dicha impugnación requiere propuestas alternativas, y ha quedado claro una vez más, en este caso por la desbordada crisis catalana, que la ausencia de dichas alternativas supone una fuente permanente de debilidad política para la construcción de una España más justa y democrática.

En los últimos años se han realizado esfuerzos por aliviar esta debilidad, en particular desde algunos sectores de Podemos. Pero el problema es que en este esfuerzo se han jugado con cartas que difícilmente permiten ganar el juego. Cuando Podemos comenzó a dar expresión al descontento generalizado que los lodos de la revolución neoliberal y el robo oligárquico habían generado en el país, varios de sus miembros reconocieron la importancia de comunicar un proyecto de país, y no sólo de desplegar una crítica frontal contra los que lo habían desdibujado.

Para entonces ya quedaba claro que había un sujeto colectivo emergente que se encontraba fundamentalmente en el antagonismo al orden establecido, y que se entrelazaba con facilidad en torno a las demandas de democracia social y política. Había también un liderazgo en construcción, y que se ha consolidado con éxito, alrededor de la figura de Pablo Iglesias. Pero a toda esta fuerza social en efervescencia le faltaban, y le siguen faltando, unos elementos que son clave en todo proceso de construcción popular: símbolos colectivos (y, en este caso, símbolos nacionales).

El 15M tuvo la valentía de nacer y crecer al margen de banderas, y sin embargo las necesitaba. Es incómodo reconocerlo, pero también indispensable. Los límites al crecimiento del bloque de renovación democrática que Podemos canalizó después del 15M sólo se pueden explicar si, además del reconocer la influencia de los ataques sistemáticos de sus rivales (dominantes de la producción informativa), se le da un nombre a la única identidad transversal que el partido no ha sabido manejar con solidez en ningún momento, a pesar de sus aciertos con los significantes: se trata de la identidad española (que, dejémoslo claro, es plural y democrática y no es, ni debería ser, la que agita la extrema derecha a su antojo).

Podemos, o por lo menos algunas de sus líderes, con Iglesias a la cabeza, reconocieron aquella debilidad de posición original, y trataron de corregirla con cierto arrojo pero sin armas de peso. Se apeló al patriotismo, reconvertido principalmente en sentimiento de amor y respeto al vecino, al ciudadano y al juego democrático. No se hizo de este significante una pilar discursivo central, desde luego, pero, utilizado con acierto en momentos clave, por lo menos sirvió para atajar ataques que trataban de encasillar a Podemos como una fuerza anti-nacional – una fuerza que, de hecho, ha tenido problemas para hablar de España, y que tampoco ha querido reinventar sus símbolos. Hoy, cuando con la crisis catalana presenciamos un nuevo ejemplo de la fortaleza latente de las identidades nacionales y su capacidad de movilización, desde algunos focos de Podemos se regresa a la ofensiva del patriotismo discursivo.

Lo hemos visto en las última semana con claridad, y quizá es buena señal. Ya que a estas alturas no se puede volver atrás, quedan pocas alternativas para apelar a la identidad nacional democrática y progresista que late en España. Sin embargo, es previsible que esta táctica de recuperación del patriotismo como significante no podrá llegar más allá de donde ya ha llegado: nos guste más a menos, ha quedado demostrado que en este país un patriotismo sin símbolos tiene sus límites bien afincados.

Y, nos guste menos o más, el escenario que se vive en el país viene a ilustrarlo una vez más: bastantes españoles y españolas en todo el país, incluyendo catalanes y catalanas de las clases populares que no encuentran convicción ni inclusión en el independentismo, siguen encontrando en la bandera española eso que Podemos ha querido (sin poder del todo) encapsular en su recuperación del concepto de patriotismo – un concepto que, fatalmente, ha carecido de símbolos que lo materialicen, que son fundamentales en la comunicación y cristalización de identidades.

El problema es enorme, claro está, porque los símbolos de nacionalidad con los que se cuenta en España están marcados por los límites de la transición y del tipo de ruptura de baja intensidad que marcó frente a la dictadura. Pero, en cualquier caso, conviene admitir que el problema no va desaparecer, y quizá sea esta la hora en la que de una vez por todas se empiece a buscar vías de solución entre las fuerzas progresistas de este país, incluyendo aquellas que aspiran a ver en sus instituciones públicas símbolos nacionales renovados que representen a la España plurinacional y democrática, la que sigue ahogada aun siendo mayoritaria. Poner esta España en marcha va a ser difícil con un patriotismo sin símbolos.

MIÉRCOLES 1º DE NOVIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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4) Trump emboscado en el Sahel
Guadi Calvo (Línea Internacional)

El fuego de la metralla con la que cayó en la emboscada del 4 de octubre pasado la patrulla conjunta del comando norteamericano SOC África-(Comando de Operaciones Especiales para África) y tropa del poderoso Batallón nigerino de Seguridad e Inteligencia (BSR), en la región suroccidental de Tillabery, próxima a la frontera con Mali en la que murieron cuatros efectivos norteamericanos y cinco del ejército africano, ha llegado hasta Washington, buscado la rubicunda y fláccida anatomía del presidente Donald Trump.

Con el ataque reivindicado por Jamaat al-Nasr Islam wa al-muminin (Grupo para la victoria del Islam y de los fieles), o Nusrat al-Islam, la coalición conformada en abril último, por varias organizaciones fundamentalistas de activa presencia en el Sahel, quedó al descubierto para la opinión pública que el Pentágono realiza más acciones, por lo menos en Níger, junto a la frontera con Mali, epicentro del accionar de bandas vinculadas fundamentalmente con al-Qaeda global, pero donde el Daesh, también ha ganado muchos seguidores.

Myeshia Johnson, que no es la jefa de ninguna organización wahabita, sino la viuda del sargento La David Johnson, atacó duramente a Trump, al revelar el lunes pasado los términos y la torpeza del presidente al comunicarse telefónicamente con ella para brindarle el pésame oficial por la muerte en acción de su marido. Los dichos de la viuda en diferentes programas de televisión han generaron una controversia nacional, que es motivo de análisis y asombro en gran cantidad de medios norteamericanos y del resto del mundo.

La viuda, quien tiene dos hijos del sargento y está embarazada del tercero, declaró que el llamado le agregó mayor dolor a su pérdida, ya que el magnate y presidente ni siquiera supo el nombre del sargento muerto en las arenas africanas y agregó que aunque el sargento de 25 años conocía los riesgos “igual su muerte es dolorosa”. Tras las revelaciones de la viuda, Trump salió a desmentir los dichos de la viuda, aunque fue inmediatamente desmentido por la congresista demócrata Frederica Wilson, quien estaba junto a la familia en el momento del llamado, de cinco minutos, del presidente dijo que Trump carecía del tacto que estas situaciones requieren.

El senador republicano y ultra conservador John McCain, veterano y “héroe” de la guerra de Vietnam, salió a sacar ventaja de su rival político, con quien compite por colocarse más a la derecha frente a la sociedad norteamericana, diciendo que la Casa Blanca carece de información sobre lo que realmente sucedió en el desierto de Tillabery. MCcain, el veterano de guerra más famoso del país, cuyo bombardero fue derribado en Vietnam, por lo que sufrió graves heridas y permaneció seis años prisionero en lo que se conocía como Hanoi Hilton, reprochó a Trump por carecer de antecedentes militares ya que de los cinco llamados que recibió para alistarse para combatir en Vietnam, cuatro los postergó por estudios y el último por “espolones óseos” en sus talones.

La muerte de estos cuatro militares apunta a convertirse en un escándalo mayúsculo, en un gobierno que a pesar de no cumplir el año establecido, no ha dejado de producirlos de modo industrial.

Para impedir que el escándalo se desmadre, el jefe de Defensa, el general James “Perro Loco” Mattis, debió visitar el Congreso para entrevistarse y calmar al senador McCain, quien había amenazado con judicializar el caso para que se conozca lo ocurrido en Níger. Tras la reunión, el senador por Arizona dijo que tenía 100 preguntas que los funcionarios no podían responder, para terminar agregando: “fue más fácil con Obama averiguar sobre operaciones militares activas”.

A medida que se conocen los detalles de la operación en la que fueron muertos los cuatro “boinas verdes”, se producen cada vez más interrogantes ya que la caravana atacada llevaba solo armamento liviano, sus camionetas no eran artilladas y los hombres viajaban sin el uniforme reglamentario que incluye chalecos antibalas y cascos entre otros elementos de seguridad, sino que lo hacían con camisetas y gorras de béisbol.

El Departamento de Defensa anunció que está llevando una investigación sobre el incidente en que se vieron involucrados una docena de soldados norteamericanos y 40 nigerinos. A su vez el senador demócrata Jack Reed también ha realizado un pedido de informes al respecto.

Sin bien todas las fuentes coincidían, desde que se conoció la emboscada, que las bajas norteamericanas eran tres: el sargento Bryan C. Black, sargento del personal Jeremiah W. Johnson y Sargento del personal Dustin M. Wright, recién se supo casi doce horas más tarde de la desaparición de un cuarto hombre que justamente era el sargento La David Johnson y recién dos días más tarde, cuando ya había llegado a Niamey, la capital de Níger, comandos norteamericanos desde las bases Sigonella (Italia) y Djibouti. Un anciano de una aldea cercana informó a soldados nigerinos, que el cuerpo se encontraba en un bosque cercano al lugar del ataque.

Funcionarios del Pentágono dijeron que necesitarían entre 30 y 60 días para concluir la investigación, que estará liderada por el general de división del ejército Roger L. Cloutier Jr., jefe de personal del AFRICOM (Comando militar de África) con sede en Stuttgart, Alemania, aunque también corre el rumor que alguna oficina del FBI sea encargada de la investigación.

Todavía se desconoce cómo Johnson se perdió de sus compañeros, aunque se sospecha que habría sufrido torturas e incluso la decapitación ritual practicada habitualmente por los fundamentalistas, ya que se le ha impedido a la familia del sargento ver el cuerpo e incluso, más allá del derecho de los familiares a hacerlo, el Pentágono lo ha desaconsejado.

Un ambiente operativo volátil, incierto, complejo y ambiguo.

Con la excusa de perseguir a los terroristas que estén huyendo desde Medio Oriente, a África, el Pentágono justifica la presencia de sus hombres en el continente, aunque fue una sorpresa para todos que solo en Níger haya 800 militares norteamericanos, lo que obligó al senador demócrata por Virginia Tim Kaine, a reconocer que el Congreso no estaba “completamente” informado.

Que dicha presencia solo haya sido descubierta por la operación de combate más letal para soldados norteamericanos en los nueve meses que lleva la administración Trump, en un país donde las fuerzas norteamericanas no tienen una misión activa de combate directo, ha puesto la lente en la atención no solo de los políticos, los medios y la sociedad norteamericana, sino de potencias que tienen importantes intereses económicos en el continente como lo es China y de modo menor Rusia.

Hasta ahora se sabía que la presencia de Estados Unidos en Níger; además de la remanida excusa de “asesoramiento”, montaba una planta de drones “Reaper” para controlar las operaciones en el conflictivo norte de Mali y áreas colindantes, pero nada se decía de la posibilidad de que sus hombres entrasen en combate.

Tras el incidente de principio de octubre el gobierno de Trump se amparara en la ley de apenas 60 palabras, promulgada en 2001, bajó el gobierno de George W. Bush conocida como AUMF (Autorización de uso de la fuerza militar) que Bush utilizó para atacar Afganistán, que evita los “engorrosos” trámites burocráticos como el de pasar por el Congreso, para autorizar una medida semejante. Y en estos últimos 16 le permitió a Washington operar sin resquemores en gran parte del mundo.

Se cree que un número importante de personal militar y mucho más después de la emboscada de Tillabery están próximo a ingresar Níger, para articular junto a las fuerzas francesas de la operación Barkhane (Duna Movediza) desde 2014 dispone de unos 14 mil hombres en el norte de Mali, contradiciendo la resolución 2085 del Consejo de las Naciones Unidas que sólo autoriza la intervención de fuerzas militares africanas.

Los Estados Unidos ya tienen desplegados en el continente unos 6500 hombres, pasando de realizar 172 ejercicios, programas y operaciones al año hace una década a 3500 en la actualidad, es decir unas 10 misiones al día, que abarcan toda la franja del Sahel desde Camerún a Somalia que en marzo último fue designada “zona de actividades hostiles”; e incluyendo Djibouti, donde cuenta con la base Camp Lemonnier, (hasta ahora la más importante con que Washington cuenta en África) y la conflictiva Libia o lo que queda de ella.

En todo ese amplio sector del continente la presencia de cuerpos de operaciones especiales como SEALS de la Marina y Boinas Verdes del Ejército de Tierra, tienen cada vez más injerencia. En ese “ambiente operativo volátil, incierto, complejo y ambiguo, en la zona gris entre la paz y la guerra tradicionales” como definió ese territorio el general al mando de esas operaciones especiales, el brigadier general Donald Bolduc, en 2015.

Quizás la emboscada en que cayó el último 4 de octubre el presidente norteamericano Donald Trump, la pueda reconvertir en una excelente excusa para concretar sus planes sobre África.

MIÉRCOLES 1º DE NOVIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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5) Los medios estadounidenses y los documentos sobre el asesinato de Kennedy: “Sigan su camino, no hay nada para ver aquí”
Bill Van Auken (WSWS)

La publicación parcial por parte de la administración de Trump de documentos previamente clasificados en relación con el asesinato del 22 de noviembre de 1963 del presidente John F. Kennedy ha sido dejada atrás por los medios de comunicación de masas estadounidenses con lo que solo puede describirse como prisa indecorosa.

El pasado jueves por la noche, cuando la Casa Blanca anunció que iba a desclasificar solo 2.800 de los papeles hasta ahora secretos, reteniendo una cantidad significativa del material más sensible en cumplimiento de las exigencias de la Agencia Central de Inteligencia y el Buró Federal de Investigaciones, el acontecimiento fue ampliamente cubierto, incluyendo la publicación de numerosos artículos anticipando la desclasificación concerniente a su significado histórico. Un gran contingente de periodistas se desplegó para mantener vigilados los Archivos Nacionales.

Para el domingo, ya era como si todo eso no hubiera pasado nunca. El tema no era abordado en ninguno de los programas de televisión de debates del domingo, y ni el New York Times ni el Washington Post publicaron ni tan solo una palabra sobre los documentos acerca del asesinato ni en sus noticias ni en sus páginas editoriales.

Desde el principio, el trato de los medios a este acontecimiento estuvo caracterizado por un nerviosismo palpable. Los presentadores de las noticias de la televisión por cable y los bustos parlantes expresaron su preocupación de que la extraordinaria admisión de Trump de que “no tenía más remedio” que retener un significativo número de expedientes a causa de advertencias de la CIA y del FBI de que el “daño potencialmente irreversible a la seguridad de nuestra nación” solo animaría a los “teóricos de la conspiración”.

Este epíteto, cuando se lo usa en relación con el asesinato de Kennedy, se aplica a aproximadamente dos tercios de la población estadounidense, que rechazan la versión oficial. Codificada en el encubrimiento producido por la Comisión Warren, esta narrativa insiste en que el asesinato del 35 presidente de los Estados Unidos fue obra de un tirador solitario, Lee Harvey Oswald, disparando un rifle comprado por correo por 21 dólares a la caravana de Kennedy mientras se desplazaba por la Dealey Plaza de Dallas.
Este consenso mayoritario ha declinado algo desde el período de 1975 a 2001, cuando los sondeos mostraban que más del 80 por ciento de la población rechazaba la versión del gobierno estadounidense sobre el asesinato de Kennedy.

¿Por qué no fortalecería la retención de los documentos los puntos de vista de cientos de millones de “teóricos de la conspiración” que pueblan los Estados Unidos? ¿Qué explicación plausible hay para esta acción si no el hecho de que los expedientes contienen material incriminatorio relativo a elementos del gobierno estadounidense y sus agencias de inteligencia?

No es como si los documentos que fueron desclasificados fueran de escaso interés como para justificar la respuesta colectiva de los medios de “Pasen de largo, no hay nada que ver aquí”. Exponen un aparato estatal empapado en derramamientos de sangre y criminalidad, en el cual el asesinato era una manera aceptada de promover los intereses imperialistas estadounidenses.

Algunos de los documentos conciernen a conspiraciones reveladas hace más de 40 años, tales como la connivencia de la CIA con la Mafia en tramar el asesinato del dirigente cubano Fidel Castro con métodos tan extravagantes tales como conchas marinas explosivas o un traje de buzo envenenado. A continuación hay expedientes recientemente revelados que plantean serias preguntas sobre una conspiración estatal rodeando el asesinato. Estos incluyen un documento que cita la exigencia frenética del Director del FBI J. Edgar Hoover, dos días después de la muerte de Kennedy y antes de que la investigación hubiera empezado, de que se publique algo “para que podamos convencer al público de que Oswald es el verdadero asesino”.

En el mismo estilo es un expediente truncado de la investigación de la Comisión Rockefeller de 1975 de la CIA, que consigna que al ex director de la agencia Richard Helms se le preguntó, “¿Hay alguna información implicada con el asesinato del Presidente Kennedy que muestre de alguna manera que Lee Harvey Oswald era de alguna manera un agente de la CIA o agente …”. El expediente deja la pregunta incompleta y la respuesta de Helm sin consignar.

No se sabe si existen expedientes retenidos donde consten las respuestas a esas preguntas. Nadie con dos dedos de frente dará el menor crédito a los tuits de Trump del sábado por la noche prometiendo desclasificar “TODOS los #ExpedientesJFK excepto los nombres y direcciones de cualquier persona mencionara que aún esté viva”, para “mandar a paseo a todas y cada una de las teorías de la conspiración”. Trump, que durante la campaña de 2016 para obtener la candidatura presidencial republicana acusó al padre de su rival Ted Cruz de haber sido parte de la conspiración, hará públicos solo los documentos que la CIA permita.

En una cobertura más bien somera de la desclasificación de los documentos bajo el titular “Una mirada atrás a una era de secretos e intriga”, el New York Times comentó el viernes que los “documentos antes secretos … se remontan a una era de intrigas de la Guerra Fría y de concursos de espía contra espía, cuando los asesinatos y los complots clandestinos eran un asunto de técnicas de espionaje, no de novelas de John le Carré”.

El artículo cita con aprobación al analista político Larry Sabato diciendo, “Eran unos tiempos muy diferentes, y hay que recordar el contexto. Casi todo giraba en torno al sistema bipolar que teníamos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética”.

Que eran “unos tiempos muy diferentes” nadie lo puede negar. El asesinato de Kennedy marcó un punto de inflexión en la crisis del imperialismo estadounidense y estaba atado a contradicciones políticas, económicas y sociales que solo se han profundizado en el más de medio siglo transcurrido desde entonces. Pero sugerir que hemos dejado atrás la era de “asesinatos y complots clandestinos” es ridículo.

Si acaso, el final del “sistema bipolar” mediante la disolución en 1991 de la Unión Soviética, y el subsiguiente intento de Washington de compensar la influencia global en decadencia del capitalismo estadounidense por intermedio de la persecución de un mundo “unipolar” por medio de la fuerza militar, ha visto un desarrollo explosivo de la criminalidad estatal que hacen que los métodos de principios de los 1960 parezcan pintorescos en comparación.

Los asesinatos se han mudado del ámbito de las operaciones encubiertas al de la política estatal abierta, incluyendo no solo un programa global de asesinatos con drones iniciada bajo la administración Obama que ha matado a miles de personas, incluyendo a ciudadanos estadounidenses, sino también la discusión de operaciones de “decapitación” para matar a Bashar al-Assad de Siria y a Kim Jung-un de Corea del Norte.

Las guerras se libran a espaldas del pueblo estadounidense, sin debate, mucho menos autorización del Congreso, y con la CIA armando y respaldando a elementos de Al Qaeda para llevar a cabo operaciones de cambio de régimen en Libia y en Siria.

Con la administración Trump, el submundo político de los asesinos de la CIA y criminales que emerge del todavía limitado número de documentos desclasificados sobre el asesinato de Kennedy está, junto con la plana mayor, firmemente en control de las palancas del poder estatal.

La cobertura truncada de los documentos sobre Kennedy por parte de los principales medios y las preocupaciones expresadas sobre “teorías de la conspiración” son empujadas menos por los acontecimientos de noviembre de 1963 que por las actuales conspiraciones en Washington. La preocupación real es no tanto lo que se revelará sobre los criminales de Estado de los 1960, sino antes bien la luz que esos crímenes arrojen sobre los métodos de un gobierno que hoy está mucho más completamente dominado por el aparato militar y de inteligencia estadounidense en expansión.

Entre las reacciones más reveladoras de la limitada desclasificación por parte de la administración Trump de los documentos de Kennedy está la del Partido Demócrata. Hace 25 años, el Congreso dirigido por los demócratas aprobó leyes que requerían que todos los expedientes sobre Kennedy fueran desclasificados el 26 de octubre de 2017. El que Trump se haya doblegado ante la CIA y el FBI para mantener secreto un número sustancial de esos documentos no provocó ni un atisbo de protesta por parte de ninguna figura destacada del Partido Demócrata, que se ha desplazado ininterrumpidamente hacia la derecha desde el asesinato de Kennedy.

Los demócratas están buscando posicionarse lo más cerca que puedan de la CIA y el ejército. Se oponen a Trump no desde el punto de vista de la amenaza de guerra nuclear contra Corea, su vendetta contra los inmigrantes, su ataque a la sanidad, sus recortes fiscales para los ricos o su abandono de las regulaciones corporativas y medio ambientales, sino más bien en base a que él está “confabulando” con Rusia para “sembrar la división” en la sociedad estadounidense.

El Partido Demócrata ha surgido como un campeón de la censura en Internet y un ataque general a los derechos democráticos que tiene por objeto suprimir “teorías de la conspiración” que revelan las condiciones que producen oposición masiva en la clase trabajadora a la guerra, la desigualdad social y la destrucción de los estándares de vida.

MIÉRCOLES 1º DE NOVIEMBRE DE 2017 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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