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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL
REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS
AÑO 14 – Nº 658 / Lunes 10 de Febrero de 2014
Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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HOY:
1) ¿ES UTÓPICO LUCHAR CONTRA EL CAPITALISMO?
2) BRASIL: O AGRONEGOCIO MAIS GRANDE DO MUNDO
3) FRANCIA A LA RECONQUISTA DE SUS COLONIAS
4) 50 RAZONES PARA TEMER LO PEOR EN FUKUSHIMA
5) ENERGÍA NUCLEAR AVIVA CAMPAÑA ELECTORAL EN TOKIO
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que
niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo
hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese
monopolio es central.” Emir Sader
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1) ¿ES UTÓPICO LUCHAR CONTRA EL CAPITALISMO?
¿Es posible sostener una sociedad anticapitalista, antiimperialista,
socialista?
Julio C. Gambina (Alai)
La crisis capitalista es un dato de la realidad, aunque algunos la
nieguen. Es parte de un diagnóstico generalizado, a izquierda y
derecha, sin embargo algunos se resisten a esa calificación.
Hace pocos días, el economista Pablo Rojo me discutía la existencia
de una crisis mundial y calificaba de utópica mi propuesta en pos del
socialismo[1]. Era en pleno despliegue de la mega devaluación de fin
de enero.
Lo curioso, es que también me calificaba de utópico un periodista de
izquierda ante mis comentarios de nacionalización del comercio
exterior y la banca realizados en una entrevista radial telefónica
antes de la mega devaluación.
No son los únicos, ya que algunos (muchos) amigos que evalúan mis
presentaciones públicas me endilgan la imposibilidad de materializar
mis propósitos anti capitalistas y que se requieren soluciones para
el “mientras tanto”, lógicamente dentro del capitalismo.
Utópicos son los que esperan soluciones para la mayoría dentro del
capitalismo
La realidad es que mientras me califican de utópico, el capitalismo
realmente existente continúa su desarrollo, con mayor desigualdad a
escala mundial y local.
La organización OXFAM presentó en Davos, en el Foro Económico
Mundial un informe que entre otras cuestiones relata como 85 fortunas
tienen el equivalente de la riqueza de la mitad de la población
mundial, unos 3.500 millones de habitantes.
A su vez, la CEPAL, en su último Panorama Social de América Latina
difundido a comienzos de este 2014 da cuenta del estancamiento en la
tendencia a la mejora de los indicadores sociales verificados en buena
parte de la década 2002/2012, con deterioro de las causas que
explicaron el gran crecimiento de la región y su impacto positivo en
la disminución de la pobreza.
El asunto es que la crisis, con epicentro en el capitalismo
desarrollado, situación normal para calificar de mundial a una
crisis, empieza ahora a sentirse entre los países emergentes, forma
de llamar a aquellos territorios receptores de inversiones externas en
plena crisis de los desarrollados, y lógicamente con ellos, el
impacto de la crisis se extiende a todo el resto de países,
amplificando el fenómeno de la miseria, la pobreza y la mayor
explotación de los trabajadores, de los pueblos y de la naturaleza.
Lo utópico es pensar en un “mientras tanto” (difuso) en el marco
del horizonte capitalista.
Juan Carlos Pugliese, el ministro de economía en el ocaso del
gobierno de Raúl Alfonsín, confesaría a la sociedad que les habló
con el corazón y los empresarios le contestaron con el bolsillo. Se
puede pensar que se olvidó del orden social capitalista presidido por
la lógica de la ganancia y la valorización del capital.
Ocurre lo mismo cuando las autoridades actuales se sorprenden ante la
actitud especulativa de la sociedad ante la posibilidad otorgada por
la política económica para ahorrar en divisas, o cuando solicitan a
los productores vender sus tenencias acumuladas en silo-bolsas para
bien de la situación económica nacional.
Ambas acciones, las compras de dólares o las retenciones de
producciones, son parte de una cultura propia del orden capitalista
incentivado por la posibilidad ofrecida desde la política
gubernamental.
Ahora, desde el agrupamiento Carta Abierta se acusa al poder
económico de haber obligado al gobierno a devaluar, siendo que el
deliberado accionar político podría haber enfrentado, no de
palabras, sino con acciones la aspiración por la depreciación de la
moneda nacional.
La propia Presidenta aludió a la ausencia de una burguesía nacional,
sujeto imprescindible para el sueño utópico del capitalismo nacional
a que convocó Néstor Kirchner el 25/5/2003.
El capitalismo nacional es una utopía
No existe ese sujeto burgués para un capitalismo nacional en tiempos
de transnacionalización de la economía, verificado en la dominación
transnacional de la producción y los servicios en el país, aun en
una década de críticas discursivas contra el neoliberalismo, los
organismos internacionales y el poder económico concentrado.
Históricamente, el peronismo pretendió suplir la ausencia de
burguesía nacional con el papel del Estado como sujeto colectivo para
definir ese objetivo deseado.
Resulta que el Estado ha sido reformulado en los ‘80 y ‘90, siendo
la institucionalidad neoliberal, reforma constitucional incluida, con
sus tratados internacionales e institutos de libre comercio y defensa
de las inversiones extranjeras (TBI, CIADI, etc.), con la legislación
favorable a los transgénicos, la reforma al Código minero, la
protección a la producción de las terminales extranjeras de la
industria automotriz, la promoción de la industria de armaduría, o
la ley de entidades financieras supérstite; junto al cáncer de la
especulación financiera y el endeudamiento, lo que explica el
carácter estructural de la subordinación y dependencia del
capitalismo argentino al orden contemporáneo del capital, más allá
de buenas intencionalidades discursivas.
Un mérito del kirchnerismo fue captar a importantes sectores de la
sociedad y el movimiento popular para su proyecto político de hacer
normal el desarrollo capitalista en la Argentina, es decir,
crecimiento económico con consenso social y relativa capacidad
compensatoria de satisfacer necesidades insatisfechas y deterioro
absoluto y relativo de condiciones de vida entre 1975 y 2001.
La convergencia de demanda social hacia el 2001-03 con el discurso
oficial kirchnerista favoreció la extensión del consenso que empieza
a encontrar límites ante las restricciones para continuar la
convivencia del desarrollo capitalista “normal” con paliativos
social de inclusión.
Estamos en pleno despliegue del ajuste
El ajuste responde a plena lógica del régimen del capital. No es
impuesto por lógica externa, sino por la propia dinámica de la
búsqueda de la ganancia, la acumulación y la valorización.
La devaluación desde el 1 a 1 a 1 =1,40 y su proyección 1=3 y su
evolución hasta el 1=8 constituyen una política de transferencia de
ingresos desde la mayoría de la población con ingresos fijos a la
minoría en condiciones de fijar precios en el conjunto de la
economía. La política de gobierno, sea fiscal o monetaria, de
ingresos y precios, más allá de ciertas iniciativas en el intento de
frenar aumentos o administrar el precio de la divisa ha sido funcional
al modelo de acumulación de ganancias, de riqueza y de poder.
No todos los países sufren el problema de la inflación, no del modo
en que se soportan para la mayoría de la población en la Argentina.
El asunto es que la inflación, lo dijimos muchas veces, es la forma
específica que tiene el poder económico actuante en el país para
redistribuir regresivamente el producto social del trabajo en el
país. La responsabilidad gubernamental es esencial, por acción u
omisión.
Desde el fortísimo impacto social de la situación económica del
2001-2002, se crearon condiciones para desplegar paliativos que nunca
retrotrajeron la situación social a otros tiempos del capitalismo
local, previos a 1975, el máximo de redistribución progresiva en el
marco capitalista. El tiempo de las reformas encontraron un límite
hacia el 2007 y por eso la respuesta del capital hegemónico fue la
inflación, que contagia incluso a sectores no hegemónicos, que
aumentan precios mientras exista mercado que demande sus bienes o
servicios. Por esto es que la inflación no solo tiene sus causas en
los grandes fijadores de precios, sino que estos tienen capacidad de
extender la cultura remarcadora asociada a la demanda de un patrón de
consumo que favorece a los monopolios.
El gobierno se jacta de no querer generalizar el ajuste. Sin embargo,
la inflación es ajuste. Es algo que sufre la mayoría de
trabajadores, regulares o irregulares, precarios o no, tercerizados o
no, activos o pasivos, incluso benefactores de subsidios congelados o
actualizadas en una desigual carrera contra los precios de bienes y
servicios que consume la mayoría de la población.
La realidad es el ajuste mundial que induce el capitalismo en tiempos
de crisis, con especificidades nacionales. En Argentina se pretende
disciplinar a los trabajadores que se aprestan a discutir convenciones
colectivas, intentando que demanden por debajo de la inflación pasada
y en perspectiva, que dicho sea de paso, nadie puede verificar a
ciencia cierta ante las incertidumbres de las mediciones del INDEC.
Una gran incógnita es el nuevo indicador federal de la evolución de
los precios, algo a develar en los próximos días y meses.
No es en las conspiraciones en que se debe indagar sobre los
responsables de los problemas económicos de la Argentina, es en el
propio capitalismo y su lógica de explotación de fuerza de trabajo
(agro y monocultivo, industria de armaduría dependiente de insumos
externos) y naturaleza (tierra, agua, minería, hidrocarburos), como
en la dependencia del ingreso de inversiones externas (Chevron, por
ej.) o préstamos (acuerdo con el BM, búsqueda de acuerdo con el club
de París para cancelar deuda ilegítima asumida en tiempos de la
dictadura genocida).
Llamemos a las cosas por su nombre: el problema es el capitalismo
Resulta imprescindible cambiar la lógica de razonamiento sobre la
solución de los problemas que afectan a nuestro pueblo. No existe
salida dentro del capitalismo. Eso es lo utópico. Hace falta
enfrentar el orden capitalista y así como el capitalismo tiene sujeto
social que lo hace posible, en la vanguardia las transnacionales, los
principales estados capitalistas y los organismos internacionales, los
que generan el sentido común mayoritario para un patrón productivo y
de consumo privilegiando el sálvese quien pueda y el individualismo,
el anticapitalismo y el socialismo también requiere de la
construcción del sujeto social para el cambio.
Esa construcción de sujeto es el “mientras tanto” entre la
denuncia actual al orden capitalista y su gobierno, y la perspectiva
para pensar en construir una sociedad alternativa con otro modelo
productivo y de desarrollo, bajo el programa de la soberanía
alimentaria, energética, financiera en un marco de integración
regional no subordinada.
La soberanía alimentaria supone discutir el modelo sojero
“transgénico” monoproductor, bajo el comando de las
transnacionales de la alimentación y la biotecnología, de Monsanto,
Syngenta, Dreyfus, Bunge y otros similares. Se trata de avanzar desde
la agricultura familiar y de las comunidades en articulación con
comunidades barriales de abastecimiento popular, extendiendo ferias
contra grandes cadenas comerciales monopólicas, en beneficio de
calidad de vida y empleo extendido con participación popular en la
definición del patrón de producción y consumo.
Al remitir a la soberanía energética se supone asumir el proyecto
“petroamérica” oportunamente sustentado por Hugo Chávez para
articular una política energética común en Nuestramérica, lo que
significa aunar criterios de impulso al desarrollo tecnológico y
científico autónomo, con aporte de las universidades públicas de la
región, con asignación de presupuestos suficientes y una
convocatoria a definir el modelo productivo y de desarrollo no solo
para el país, sino integradamente con la región.
Apuntamos a sustentar la propuesta de “nueva arquitectura
financiera” para la región, con fondo constituido por las reservas
internacionales, las que deben dejar de alimentar las finanzas del
capitalismo desarrollado para organizar financiamiento propio con
Banco del Sur o del ALBA, con aliento a monedas locales, sea el SUCRE
(aceptado en el ALBA y que Venezuela podría proponer al Mercosur), o
los acuerdos escasamente desarrollados de intercambio con monedas
locales como el suscripto entre Brasil y Argentina.
Todo ello es posible si se denuncian los acuerdos bilaterales, se
retira a la Argentina del CIADI, se generaliza una campaña contra el
libre comercio redivivo en la Alianza Pacífico o en los acuerdos del
Mercosur con la Unión Europea, si se audita la deuda pública,
especialmente ahora la que demanda el Club de París, que en su
mayoría es deuda ilegitima, espuria y odiosa, por haber sido asumida
por gobiernos no constitucionales.
Cualquier medida que asumamos en este sentido, sea la nacionalización
del comercio exterior y la banca, como venimos proponiendo, supone
golpear fuerte al desarrollo capitalista e iniciar la construcción de
un nuevo orden que me empecino en llamar socialista. No es una utopía
la lucha contra el capitalismo y por el socialismo, es una demanda de
nuestro tiempo, es el camino por la emancipación social y la defensa
de la naturaleza.
– Julio C. Gambina es Presidente de la Fundación de Investigaciones
Sociales y Políticas, FISYP.
[1] En el programa de Rolando Graña, tercera posición, 3P, en A24.
LUNES 10 DE FEBRERO DE 2014 – COMCOSUR
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2) BRASIL: O AGRONEGOCIO MAIS GRANDE DO MUNDO
João Pedro Stedile
«El capital está imponiendo el agronegocio como la única forma de
producir»
Joana Tavares (Brasil de Fato) *
Brasil nunca tuvo un programa de reforma agraria que en realidad se
propusiera democratizar el acceso a la tierra y entregar la tierra a
los campesinos pobres. Así sintetiza la situación actual del campo
João Pedro Stedile, integrante de la dirección nacional del
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Según
Stedile, de acuerdo con la correlación de fuerzas, «a veces avanzamos
y conseguimos asentamientos y en otros períodos el capital avanza e
impide que hayan expropiaciones. Y esta es la situación actual”.
Frente a este escenario, del 10 al 14 de febrero, más de 15.000
militantes del MST se reunirán en su Sexto Congreso, en Brasilia.
Tras 30 años de fundación del MST, la configuración del campo de
Brasil apunta a la agudización de las contradicciones sociales que se
acumulan como una deuda histórica.
«Ante esta situación adversa, los últimos dos años nos pasamos
debatiendo con nuestra base, nuestra militancia y construimos la idea
de la necesidad de un programa de reforma agraria popular», dice
Stédile. En este programa se incluyó la necesidad de hacer amplias
expropiaciones de los latifundios más grandes, empezando por las
empresas extranjeras, agrega el dirigente.
En esta entrevista, Stédile habla sobre la situación actual de la
reforma agraria y sobre los principales desafíos que la clase
trabajadora tiene en este año. «A pesar de los avances que hubo en
los últimos diez años en relación con el neoliberalismo, los
trabajadores aún enfrentan graves problemas, que afectan también a
la juventud», afirma. Él cree que las movilizaciones, a más de ser
bienvenidas, son necesarias para seguir cambiando el país.
Brasil de Fato: ¿Cuál es la situación de la reforma agraria en el
país actualmente?
João Pedro Stedile.- Brasil en realidad nunca tuvo un programa de
reforma agraria que se propusiera democratizar el acceso a la tierra y
entregar la tierra a los pobres del campo. Entonces, de acuerdo con la
correlación de fuerzas, a veces avanzamos y conseguimos asentamientos
y en otros períodos el capital avanza e impide que haya
expropiaciones. Y esta es la situación actual. No tenemos reforma
agraria, e incluso los procesos de conquista de nuevos asentamientos,
están paralizados. Y eso se debe a que hay una especulación en los
precios de los commodities agrícolas, que incrementó el lucro de los
hacendados y disparó el precio de la tierra a las nubes. El capital
está imponiendo el agronegocio como la única forma de producir. Y se
completa con el gobierno de Dilma, que está hegemonizado por el
agronegocio. Aquellos que defienden la reforma agraria en el gobierno
son una minoría. Y lo que es peor, hay una incompetencia
administrativa del INCRA impresionante, que no puede resolver los
problemas mínimos, incluso de los que ya están asentados.
– ¿Cómo impactarían los cambios proyectados por el MST en el campo
en las personas que viven en las ciudades?
Ante esta situación adversa, los últimos dos años nos pasamos
debatiendo con nuestra base, nuestra militancia y construimos la idea
de la necesidad de un programa de reforma agraria popular. Que
represente cambios necesarios para todas las personas y no sólo para
los campesinos sin tierra. Y en nuestro programa pusimos la necesidad
de hacer amplias expropiaciones de los latifundios más grandes,
empezando por las empresas extranjeras. Tenemos que dar prioridad a la
producción de alimentos. Necesitamos producir sin agrotóxicos para
que la gente de la ciudad tenga salud. Tenemos que adoptar la
agroecología como una nueva matriz de producción en equilibrio con
la naturaleza. Tenemos que instalar agro industrias en forma
cooperativa, para dar empleo a la juventud rural, detener el éxodo y
distribuir la renta. Y por último tenemos que democratizar el acceso
a la escuela en todos los niveles. Esta es, en esencia, nuestra
propuesta de reforma agraria.
– Recientemente estuvo en la Academia Pontificia de las Ciencias, en
el Vaticano, invitado por el Papa Francisco para discutir el problema
del hambre mundial. ¿Qué impresiones tiene de ese encuentro?
Causó sorpresa a todos, pues por primera vez el Vaticano convocó a
dos movimientos sociales: al MST y al movimiento de cartoneros
(recolectores de materiales reciclables) de Argentina, para debatir
con los obispos, intelectuales y científicos que forman parte de la
Academia, cual es la causa para que haya pobres, excluidos y tantos
problemas económicos. Expusimos nuestros puntos de vista sobre el
estado actual del capitalismo financiero e internacional, que está
dominando el mundo y es el principal responsable. Las 300 mayores
empresas del mundo controlan el 60 % de toda la riqueza. El uno por
ciento de los ricos controla la mitad de toda la riqueza de la
humanidad. Sin combatir este sistema, no vamos a tener una sociedad
más igualitaria, más justa y democrática. El seminario tendrá
ahora ciertamente otros seguimientos, con otras reuniones convocadas
por el Papa Francisco, que a todos nos está sorprendiendo.
– El MST fue el principal movimiento social en Brasil en las últimas
décadas. Ahora surge la juventud como el principal actor social
¿Cuál es su opinión acerca de los actuales movimientos de la
juventud?
Las movilizaciones de la juventud, en cualquier sociedad, son siempre
una especie de termómetro que indica la temperatura de la
indignación de toda la sociedad. Y aquí no fue diferente. A pesar de
los avances de los últimos diez años en relación con el
neoliberalismo, los trabajadores todavía enfrentan serios problemas,
que también afectan a la juventud. Y la juventud se tomó la calle
para decir, en nombre de todos nosotros, que necesitamos cambios
sociales. Cambios en el régimen político, que no representa a nadie.
Cambios en la política económica. Y más. El Estado y el poder
público atendiendo las necesidades del pueblo en materia de salud,
educación y transporte público de calidad.
– ¿Está pensando el MST dialogar o articularse con esa juventud?
En todas las movilizaciones, buscamos participar con nuestra
militancia, a pesar de que nuestra base social está lejos de las
capitales. Seguimos alentando a que la juventud se organice y se
movilice. Y al mismo tiempo, contribuimos a la construcción de
plenarias estaduales y nacionales de todos los movimientos sociales,
que incluyan a todos los sectores, desde el movimiento sindical hasta
las pastorales, para discutir el rumbo del país y la necesidad de la
reforma política.
– ¿Cree usted que las movilizaciones de junio protagonizadas por esos
jóvenes fueron una sorpresa por la magnitud e impacto que tuvieron?
Fueron sorpresa por la forma y rapidez que sucedieron. Pero todos los
militantes sociales sabían que los problemas que el pueblo está
enfrentando en las grandes ciudades estaban aumentando y latentes. La
situación del transporte público es uno de ellos, se pierde horas en
el tráfico y es caro. Mientras el gobierno exonera el IPI (Impuesto a
los Productos Industrializados)y fomenta el transporte individual, que
las multinacionales automovilísticas agradecen. El servicio de salud
pública es una vergüenza. Y eso que por lo menos desbloqueó el
Programa Más Médicos, que es una buena cosa. Y en la educación,
tenemos problemas serios, desde elevadas tasas de analfabetismo, que
afectan a 18 millones de trabajadores adultos, hasta el hecho de que
el 88 % de la juventud en edad universitaria, no puede entrar a la
universidad. Por otro lado, la política institucional en Brasil ha
sido secuestrada por contribuyentes de campaña, que transforman las
elecciones en rehenes del capital. Y el pueblo, la juventud, ya no se
sienten representados en los parlamentarios, en el sistema político.
Así que días más, días menos, esos problemas aparecerían. Y
aparecieron en el mejor lugar posible: