COMCOSUR MUJER / AÑO 16 /No. 589 / lunes 11.02.2019 – Hoy:
«Siempre voy a ser tupamara»
La vida de Yessie Macchi (14 de julio de 1946 – 3 de febrero del 2009)
1) Argentina: Violencia de género: el problema de un Estado masculino
2) Uruguay: Falta de “perspectiva de género” en la nueva ley de cárceles
COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 16 /No. 589 – Lunes 11 de Febrero de 2019 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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Yessie Macchi – Recuerdo de tus compañeres de COMCOSUR a 10 años de tu muerte
«SIEMPRE VOY A SER TUPAMARA»
LA VIDA DE YESSIE MACCHI (14 de julio de 1946 – 3 de febrero del 2009)
Yessie Macchi nunca quiso ni supo callarse. Era antiautoritaria en todos los aspectos, una mujer totalmente rebelde, con un pensamiento independiente que no suele ser frecuente en organizaciones políticas, y menos en las ilegales. Personificaba la «otra» historia de los Tupamaros, la de las mujeres, la no compensada con la que «no se puede hacer alarde». Como amiga era solidaria, llena de humor y atenta, pero también colérica, a veces sarcástica y temida por sus estallidos de temperamento. Muchas veces hubo algo más que algunos platos rotos. La conocimos en el 1992 en ocasión de su primera visita a Alemania y desde entonces la encontramos regularmente en Hamburgo, Montevideo o La Habana. Juntos planificamos lo que en broma llamamos una «comuna itinerante», internacional y ubicada en varios lugares del planeta. Yessie Macchi pasó largos períodos de su vida en la «boca del lobo». Saltarse los «semáforos en rojo» formaba parte de su manera de ser. El 3 de febrero del 2009 su corazón dejó de latir a consecuencia de una enfermedad cancerosa.
De Theo Bruns y Angela Habersetzer
Traducción del alemán: Felix Forster
«Operar en el CIM es hacerlo en la boca del lobo» (Actas Tupamaras).
30 de mayo de 1970. Poco después de la medianoche un comando de la guerrilla urbana uruguaya MLN-Tupamaros asalta el Centro de Instrucción de la Marina (CIM) en el barrio portuario de Montevideo. Sin que se dispare ni un solo tiro logran ocupar el cuartel y reducir a los militares presentes. Pasan la mitad de la noche cargando el botín en los camiones: varios centenares de fusiles y un gran número de armas de otros tipos.
Por la madrugada, al final de la operación, izan la bandera del MLN en el mástil del cuartel. Veinte hombres y 2 mujeres participan en la acción. Una de ellas es Yessie Macchi, alias «Cecilia».
Adolescencia y revuelta
Yessie Macchi nace el 14 de julio de 1946 en Montevideo. Su madre, una mujer muy enérgica y tal vez la persona que más respetó toda su vida. Su padre, un teniente coronel del ejército uruguayo.
Así la futura tupamara se cría en el seno de la familia de un militar. Cuando tiene cuatro años, junto con sus padres y su hermana mayor se traslada a Estados Unidos donde su padre ocupa el puesto de Secretario General de la Junta Interamericana de Defensa en Washington D.C. Cuando, tres años y medio después, la familia regresa al Río de la Plata, Yessie habla inglés con fluidez. Tras una breve fase religiosa, durante la cual sueña con viajar a la India o a Bolivia para «ayudar a los pobres», se aparta de la religiosidad y, a la edad de 14 años, abandona el hogar familiar. Ahora lleva una vida independiente en condiciones de precariedad. Y se lanza a vivir plenamente.
Experimenta las primeras relaciones amorosas en las que intenta ser la parte dominante; también las primeras experiencias con violencia masculina. Cultiva un culto del riesgo, pasa todos los semáforos en rojo. «El miedo vendrá después.» Para la sociedad conservadora uruguaya su comportamiento de mujer segura de sí mismo es una provocación. Pero la secretaria maquillada y arreglada según la moda también viola el código de vestir de la izquierda. Así declara que «para hacer la revolución no tengo que ponerme vaqueros. ¡Yo voy a hacer la revolución de minifalda!».
La revuelta individual precede a la revuelta política. Los informes que se publicarán en la prensa sobre ella tendrán un toque muy sensacionalista y sexista donde domina la imagen de la bella y seductora pero muy peligrosa guerrillera.
Ahora Yessie Macchi se politiza rápidamente. Lee a Camus, Sartre, Merleau-Ponty, Marx. Sigue la guerra de liberación en Argelia. En la escuela nocturna entra en contacto con estudiantes de izquierda. En poco tiempo pasa por varias organizaciones políticas, desde la Unión de Juventudes Comunistas hasta el movimiento maoísta MIR. Al cabo de poco tiempo le aburren las estériles luchas de trincheras ideológicas. Yessie busca una respuesta práctica. Un compañero le facilita el contacto con el MLN, la emergente guerrilla urbana que, bajo la influencia del ejemplo cubano, pretende hacer la revolución socialista en el Uruguay que en este momento está sufriendo una crisis muy dura.
El ingreso al MLN no resulta fácil ya que la organización aún persigue una política de reclutamiento reservada. «Armate y espera» es la consigna. Para poder adquirir un arma el pequeño grupo de tres personas al que pertenece Yessie de noche roba flores de invernaderos y las vende el día siguiente. Con lo ganado compran un revolver 38. Al fin pueden ingresar al MLN.
Bajo el signo del Ché
De día secretaria ejecutiva de una multinacional, de noche se convierte en una militante del MLN. Es el año 1966, el año en que Oscar Gestido asume la presidencia del país. Por el momento los Tupamaros todavía están a la espera. Tras la muerte de Gestido a finales del 1967, la presidencia es ocupada por Jorge Pacheco quien promueve la progresiva militarización del país y comienza a gobernar mediante decretos de emergencia. Los enfrentamientos se agravan. El movimiento estudiantil se enfrenta con el régimen. Para Yessie Macchi cada vez resulta más difícil llevar su doble vida y decide abandonar el país durante un tiempo. Así se «pierde», como más adelante diría bromeando, el año 1968 en el Uruguay.
Dice que viaja a París. En realidad su destino es Cuba. En esta época, poco después de la muerte de Ché Guevara en Bolivia, el país socialista del Caribe todavía persigue la estrategia de la revolución continental implementada por el Departamento América bajo la dirección de Manuel Piñeiro «Barbarroja». Revolucionarios de todos los países latinoamericanos se dan cita en la isla. Como representante del MLN Yessie Macchi recibe adiestramiento militar pero también participa en las labores de cosecha. Por primera vez en su vida se enamora seriamente: de un revolucionario venezolano llamado «El Chino». Un año más tarde llega la inevitable separación. Su amor viaja a Venezuela para integrarse a la guerrilla de Douglas Bravo, Yessie regresa con pasaporte falso vía Buenos Aires al Uruguay. Siguen correspondiéndose de forma clandestina. Tras varios meses llega la noticia de la caída en combate del Chino, justo cuando Yessie ha caído presa por primera vez.
Tupamara en la clandestinidad
Inmediatamente tras su llegada a Montevideo Yessie llega a formar parte del aparato militar del MLN. Los Tupamaros pasan de acciones de propaganda a una nueva etapa de la lucha, suben el nivel de sus acciones. En apoyo de una huelga de los empleados del sector bancario en septiembre del 1969 un comando del MLN secuestra al banquero Gaetano Pellegrini Giampetro. Un mes más tarde, en el segundo aniversario del asesinato de Ché Guevara, se produce la acción más espectacular de los tupas hasta la fecha. Camuflado de cortejo fúnebre ocupan la ciudad de Pando. Aunque militarmente la acción termina en un fracaso (durante el repliegue tres compañeros son matados a tiros y otros son detenidos) da a conocer, de golpe, a los Tupamaros en todo el mundo.
Yessie Macchi participó en la preparación de la acción, pero queda detenida pocos días antes de su realización. En la cárcel de mujeres de la calle Cabildo es custodiada por monjas. Pero poco tiempo después, gracias a una acción cargada de simbolismo, su estada en la cárcel termina anticipadamente: apoyadas por un comando desde el exterior, el 8 de marzo del 1970, día internacional de la mujer, ella y otras doce tupamaras logran fugarse de la capilla de la cárcel durante la misa. «De nuestros enemigos, ¡líbranos señor!» es el título irónico de un capítulo del libro «Historia de 13 Palomas y 38 Estrellas» de Graciela Jorge dedicado a las fugas de las mujeres.
Ahora Yessie Macchi ingresa a la columna del interior dirigida por el fundador de los Tupamaros Raúl Sendic. En mayo participa en la antes mencionada acción para obtener armas en el Centro de Instrucción de la Marina. Los Tupamaros han realizado un cambio de estrategia y se despidieron de las acciones iniciales de tipo Robin Hood. Ahora su objetivo es la insurrección popular armada. «La gente balconeaba, o sea, miraba el fenómeno con mucha simpatía pero desde sus balcones. Y nosotros lo que queríamos era que la gente interviniera», explicó Yessie Macchi más tarde. El 31 de julio del 1970 secuestran en Montevideo a Dan Mitrione, un experto de la CIA para la tortura «científica» y contrainsurgencia y, tras fallar el intercambio de prisioneros, lo ejecutan. Es el único caso de ejecución de un rehén por parte de los Tupamaros. La película Estado de Sitio de Constantin Costa-Gavras y con Yves Montand en el papel de protagonista explicará esta acción de forma impresionante.
El 31 de enero del 1971 Yessie Macchi queda detenida por segunda vez y otra vez la llevan a la cárcel de Cabildo donde, entretanto, las monjas han sido relevadas por carceleras menos temerosas de Dios. Y otra vez Yessie logra fugarse. El 30 de julio del 1971 junto con otras 37 mujeres presas a través de un túnel por las cloacas de la ciudad. Tienen que ducharse durante horas para quitar el mal olor. Tras su nueva fuga de la cárcel Yessie llega definitivamente a ser una de las mujeres más buscadas del Uruguay. Su foto sale en las portadas de los diarios. Cuando el 5 de septiembre también los hombres logran una fuga masiva de la cárcel Punta Carretas los Tupamaros han alcanzado la cima de su notoriedad. Parecen ser invencibles. A nivel político, en las elecciones de noviembre del 1971 apoyan al Frente Amplio con su candidato principal, el ex general Líber Seregni. Con un 17 por ciento de los votos la alianza de la izquierda logra un éxito relativo. El nuevo presidente electo es el ultrarreaccionario Juan María Bordaberry quien pocos meses después suspendería los derechos civiles y declararía el estado de guerra interno. Mientras tanto Yessie Macchi está nuevamente activa en los alrededores de Montevideo. Es un período de actividades incesantes y de enfrentamientos cada vez más graves. Comienzan a actuar los escuadrones de la muerte. El MLN contraataca. Aumenta el número de muertos y detenidos. Preparando nuevamente la ocupación de una ciudad (se trata de la toma de Soca en febrero del 1972) Yessie conoce a aquel hombre que describe como el «amor de su vida»: Leonel Martínez Platero. A pesar de todos los inconvenientes de una vida en la ilegalidad deciden tener un hijo. También retrospectivamente Yessie Macchi describirá esta fase de clandestinidad y lucha armada como el período más feliz de su vida en que hacía exactamente aquello que consideraba correcto, viviendo y luchando colectivamente en el seno de una organización en que confiaba incondicionalmente.
Pero los Tupamaros subestimaron al enemigo. Los militares que han sido encargados de luchar contra la guerrilla –y a quienes el MLN por su parte declaró la guerra desarticulan el movimiento en pocos meses, gracias al empleo sistemático de la tortura. El 13 de junio del 1972 el grupo al que pertenece Yessie Macchi tiene un enfrentamiento con la policía en el balneario Parque del Plata al este de Montevideo. Se produce un largo tiroteo. Leonel y Yessie se separan. En lugar de huir, ambos rastrean la zona buscándose mutuamente. Finalmente los policías asesinan a Leonel disparándole por la espalda cuando se rinde para proteger a otro compañero. También detienen a
Yessie gravemente herida después de haber disparado su última bala. En el momento de la detención está embarazada pero pierde su hijo a consecuencia de las patadas intencionales en el abdomen.
Rehén del estado
Yessie Macchi es trasladada al hospital militar, enyesada y presentada como un botín. Oficiales de todos los cuerpos militares desfilan frente a ella regodeándose mirando la legendaria guerrillera presa. En cuanto su estado físico lo permite la sacan del hospital y la confinan en un cuartel militar. Comienza un período de tortura y de rotación por varios cuarteles en todo el país. Un tribunal militar la condena a más de 40 años de cárcel y finalmente la llevan a la cárcel de mujeres de Punta de Rieles donde vive un reencuentro entusiasta con sus compañeras. Pero la estadía en Punta de Rieles también será sólo un breve intervalo. Una semana antes del golpe militar del 27 de junio de 1973 nueve mujeres, y poco después también nueve hombres, son declarados rehenes del estado y amenazan con fusilarlos en caso de otra acción de los Tupamaros. Las rehenes son recluidas nuevamente a cuarteles militares donde pasan los tres años siguientes en condiciones inhumanas. «No pasó ni una semana sin que hicieran de dos a cuatro interrogatorios con tortura.»
En el Batallón Florida encierran a Yessie Macchi en una celda junto con Elisa Michelini, hija del senador del Frente Amplio, Zelmar Michelini, asesinado por los militares poco después, en mayo del 1976, en Buenos Aires. Tras poco tiempo las trasladan al cuartel de «La Paloma» en el barrio del Cerro de Montevideo. En las celdas vecinas también hay otros presos. Los gritos de los torturados atraviesan las paredes. En el calabozo, Yessie conoce a un preso, Mario Soto, con quien puede comunicarse a través de un agujero en la pared de las celdas. En condiciones muy adversas con el tiempo se desarrolla un «romance clandestino». Gracias a la solidaridad de un guardia logran estar juntos dos o tres veces y Yessie le propone tener un hijo, aquí en este lugar tan inhóspito. Mario consiente a pesar de las consecuencias imprevisibles. Para Yessie su decisión es un acto de rebelión, una decisión para la vida en medio de un ambiente de la muerte. Para evitar que puedan alegar que su embarazo fuera el resultado de una relación con un militar o de una violación, ambos hacen público su amor y declaran su deseo de casarse. La reacción a esperar de los militares es su inmediata separación. Poco después, al quedar manifiesto su embarazo se produce una reunión de militares de altísimo nivel. Deciden devolver las dos mujeres (y las otras mujeres rehenes) a la cárcel de mujeres de Punta de Rieles. «Si bien a mí me resultó relativamente barato quedar embarazada, no fue así para quien era mi compañero en ese momento. Él estuvo tres meses siendo torturado simplemente para que dijera el nombre del guardia que había facilitado que nosotros estuviéramos juntos. Ya después de eso quedó totalmente traumatizado, lo que desembocó en un cáncer y su muerte el 27 de junio de 1980.» Su hija Paloma nace en la cárcel, pero al cabo de pocos meses la separan de su madre para que la cuiden sus abuelos.
En la cárcel de mujeres de Punta de Rieles
En un principio, el final del cautiverio como rehén no significó ningún alivio. Eran condiciones extremadamente duras en la cárcel de mujeres Punta de Rieles, donde a veces estaban detenidas varios centenares de prisioneras políticas. El régimen nunca les perdonó a las mujeres el hecho de rebelarse y romper con su papel tradicional. Además, había un grupo de prisioneras que, por no aceptar la decisión de Yessie de tener un hijo en la cárcel, la confrontaron con duras críticas y maliciosas imputaciones y al principio la ubicaron en un sector junto con ese mismo grupo. Fue un año de gran soledad. Las compañeras «habían implantado una especie de silencio hacia mí. Es muy difícil sufrir una cana doble». La situación solamente mejoraba poco a poco. La experiencia de solidaridad entre las mujeres, que más en adelante Yessie explicaría tantas veces, fue el resultado de una lucha larga y dura. A diferencia de los hombres, las mujeres consiguieron una organización horizontal en la cárcel y, en gran medida, eliminaron la separación por organizaciones políticas. En el centro estaba la lucha conjunta contra el régimen carcelario. «Luchábamos por cada compañera, no abandonamos a nadie. Y de esa manera siempre conservábamos nuestro gran colectivo.» Las mujeres defendieron la autonomía de la lucha de las prisioneras pero asimismo no daban consejos acerca de la línea política a seguir fuera de la cárcel.
A partir del 1980 se vislumbra el final de la dictadura militar. Los militares pierden el referéndum sobre una reforma constitucional. El 1 de marzo del 1985 finalmente entra en funciones el nuevo gobierno civil electo acompañado por la manifestación más grande que hasta la fecha se había visto en el Uruguay. Ahora la libertad de los prisioneros es el objetivo principal. El 10 de marzo se libera la mayoría de los presos que no fueron acusados de delitos de sangre. Nuevamente cientos de miles salen a las calles para recibirlos. Es una fiesta popular concentrándose en la Plaza Libertad. «Y toda aquella gente, junto con los compañeros y las compañeras que salieron, sencillamente no se iban para sus casas sino continuaban rodeando las cárceles esperando los demás compañeros y compañeras que todavía estaban dentro.»
Finalmente, el 14 de marzo del 1985 las puertas de las cárceles se abren también para los últimos 63 presos políticos, entre ellos Yessie Macchi. Los primeros días y semanas de libertad se viven como en estado de embriaguez. «Cuando me paseaba por las calles de nuestro barrio la gente me abrazaba y lloraba. Siempre decían perdóname, no sabíamos qué habían hecho con ustedes.»
«Luego vino el período que llamamos la depresión pos liberación.»
El «trauma de la libertad»
Para las mujeres liberadas la reinserción en la vida cotidiana tras tantos años en la cárcel resultó muy dificultosa. «Libertad no solamente significa que te abren las puertas del calabozo. Lograr la libertad demora mucho más.» En muchos casos las relaciones familiares habían sufrido mucho, muchas parejas rompieron tras tantos años de separación. Resultó difícil encontrar un nuevo amor. «Un hombre que estuvo preso durante 15 años y sale a la edad de 40 es un héroe. Una mujer que estuvo presa durante 15 años y sale a la edad de 40 es una vieja.» Las mujeres solían tener que cuidar de los niños y la situación económica era muy apretada. No era fácil encontrar un nuevo trabajo. Al principio pasó como «tambaleando». La doble carga a soportar por las mujeres conllevaba también una menor presencia política. Además empezaba nuevamente la confrontación con las estructuras verticalistas de la izquierda que provocaron la retirada al ámbito privado de muchas mujeres. En una entrevista con la revista alemana AK Yessie Macchi explica que las mujeres se sintieron literalmente «desarmadas» frente a las estructuras de poder masculinas. «De pronto estábamos metidas en algo que para nosotras sí era anacrónico… Tuvimos que integrarnos a un mundo que en gran parte ya habíamos dejado atrás.» También su análisis histórico de la lucha armada se diferenció de forma específica de la de los hombres.
Yessie Macchi defendió vehementemente su legitimidad histórica diferenciándose críticamente de una reinterpretación como forma de «patriotismo armado» formulada por algunos de los principales ex guerrilleros durante el proceso de integración de los Tupamaros en el sistema parlamentario. Pero tampoco era partidaria del embellecimiento y de la creación de mitos. Criticaba el culto a las armas de los hombres y señalaba que el uso de la violencia llevaba inherente el peligro de su pervertimiento. «No creo que la lucha armada purifica (Fanon). Al contrario, tiene un alto costo social y personal. Y hay que tener claro que no debe caer ni un solo disparo innecesario. Ni uno solo. Y eso te lo dice una que realmente había disparado mucho y que era instructora de tiro del MLN.» El denominador común de ambas posiciones es una posición crítica frente al poder. En la misma conversación Yessie Macchi habla de la necesidad de descongelar sentimientos congelados, de abandonar los mecanismos de autodefensa tras los años en la cárcel. «Esta desestructuración puede demorar años, puede que nunca se logre o sólo de forma horrorosa como ha sucedido para muchas de nosotras. En el momento en que abandonas tus mecanismos de defensa surge todo lo que tragaste en la cárcel, el dolor, el sufrimiento, el miedo.» Yessie resalta la contradicción entre la leyenda, el mito y el propio yo con sus fuerzas y debilidades, y critica la presión social «que te exige ser tu propia leyenda». A veces Yessie sólo podía soportar los fantasmas del pasado y las exigencias del presente gracias a fármacos y alcohol. «Era una lucha continua contra la autodestrucción.»
Las dificultades de la legalidad
Tras su excarcelación Yessie Macchi participa en diferentes proyectos sociales y políticos. Se despierta su interés por el movimiento feminista. Intenta establecer y consolidar una comisión de mujeres en el MLN. Le importa la organización de un espacio feminista. Tematiza la discriminación de la mujer trabajadora, el sexismo, la violencia en las familias, el derecho a abortar.
Encuentra un trabajo en una ONG que ayuda a personas que salen de la cárcel o regresan del exilio. Luego trabaja de periodista de radio para CX 44 Radio Panamericana que en el 1988 había sido adquirida por los Tupamaros que en este momento ya se habían reconstituido como movimiento político legal. Rápidamente la «radio de la gente» se convierte en una de las emisoras de mayor audiencia del país. Entre otros Yessie es la responsable del programa «Vamos Mujer» que permite la participación directa de las oyentes. Su trabajo finaliza de forma abrupta cuando clausuran la radio en el 1994 tras las protestas contra la extradición a España de unos refugiados vascos durante las cuales la emisora jugaba un papel movilizador. Yessie Macchi es miembro fundador de ACA (Amigas de la Comunicación Alternativa) y de la agencia de noticias COMCOSUR (Comunicación Participativa desde el Cono Sur) donde hasta su muerte dirige el programa Comcosur Mujer. Por cierto, los fondos aprobados por la fundación alemana Heinrich Böll para apoyar el proyecto fueron congelados durante tres años por el gobierno federal de Alemania alegando la participación de una ex-guerrillera, Yessie Macchi, en el proyecto. Posteriormente trabajó durante algún tiempo en un proyecto con niñas y jóvenes mujeres en barrios marginados de Montevideo a fin de contribuir a evitar embarazos no deseados mediante la formación en materia de contracepción y derechos reproductivos. Con los años se iba distanciando políticamente del MLN Tupamaros que a partir del 2004 participaría en el gobierno siendo el grupo parlamentario más numeroso dentro del Frente Amplio. Ella criticó los procesos de adaptación que, lamentablemente, son tan típicos de un movimiento de liberación que llega a ocupar los sillones del gobierno, pero sin convertirse en una comentarista crítica permanente. Su camino era el del retorno a las luchas y los problemas sociales, particularmente los de las mujeres.
En los años 90 Yessie Macchi estuvo varias veces de visita en Alemania para presentar proyectos, transmitir las experiencias de los Tupamaros y establecer un intercambio político entre los continentes. Durante este período nacieron muchas amistades que duraron años. Un intercambio que dejó sus huellas. En 1992 se publicó una entrevista con ella en el entonces «famoso» libro «Odranoel. La izquierda entre los mundos» («Odranoel. Die Linke zwischen den Welten»), un intento ambicioso de establecer un contacto directo entre la izquierda en Alemania y América Latina de PIZZA (proyecto futuro, cooperación y acción internacionalistas). En 1993 Yessie Macchi fue a ver a la presa de la RAF Irmgard Möller en la prisión de Lubeck. Fue como mirar al espejo. Ambas tenían casi la misma edad y fueron detenidas en el mismo año. En el Uruguay, en una extraordinaria emisión de radio, relata su visita que experimentó como «simbiosis única entre dos mujeres que viven a una distancia de 15.000 km» y se dirige a ella misma, a Irmgard, intentando comunicar sus propias experiencias: «Pero me siento obligada decirle, lentamente, para que comprenda cada una de mis palabras, le cuento lo difícil que es volver asomarse a la vida, de aprender todo, de encender las luces cuando se está de noche, habituarse a cambios muy profundos en nuestros seres queridos, en nuestros propios compañeros y compañeras. El aceleramiento inicial, la ansiedad por hablar todo lo no hablado por años y de cubrir todos los baches abiertos en esos años. Y luego las depresiones tan frecuentes hasta establecer el equilibrio.» De regreso al Uruguay Yessie Macchi organizó una campaña para la liberación de Irmgard Möller a la que se adhirió toda la dirección del MPP, la organización de alianza de los Tupamaros. De sus numerosos contactos surgió la idea de una película: Un colectivo de mujeres entrevistando a ex-prisioneras y luchadoras sociales en el Uruguay y Alemania. Yessie Macchi participa en este proyecto en función de entrevistadora y de entrevistada. De Alemania entrevistan a Monika Berberich y Margit Czenki, ex-prisioneras políticas de dos distintos grupos armados, y a Gisela Wiese de Pax Christi, una activista antifascista de larga trayectoria. Por la parte uruguaya aparece, además de Yessie Macchi, Graciela Jorge. La extraordinaria película con el título «Y de repente vimos el cielo» se estrenó en el 1997 durante el Festival de Cine de La Habana. En los V Jornadas Internacionales de Video de Dortmund gana el premio del público.
Contactos e ideas pariendo ideas. Inspiradas por el proyecto de la película Monika Berberich e Irene Rosenkötter, con el apoyo de Yessie Macchi, entrevistan a ex-presas de todas las agrupaciones de la resistencia y revuelta armada del Uruguay. En el 1998 las entrevistas se editan en alemán en el libro «Pero aún apostamos a la vida» («Aber wir haben immer auf das Leben gesetzt»). Y así resulta que fruto de muchos años de intercambio internacional es la paradoja de que el primer libro sobre las experiencias de mujeres uruguayas en la cárcel se publicara en la RFA y no en Uruguay. Para presentar el libro con una gira de lecturas Yessie Macchi hizo su último viaje a Alemania.
Entretanto encontramos a Yessie en Cuba para celebrar un reencuentro turbulento. La
Universidad de La Habana había invitado a Yessie a una estadía de investigación de un año que tomó un giro típico para Yessie. Cuando le propusieron hacer un trabajo sobre «democracia de base en Cuba» respondió sarcásticamente: «¿Cuál democracia de base?» Prefirió investigar nuevas formas de prostitución y los motivos de las mujeres que las practican. Pero esto, a su vez, no interesaba en absoluto a los funcionarios del estado insular que ya tan sólo es «realsocialista». Fue una propuesta que cayó en el vacío. Sin embargo, su estancia en Cuba resultó ser un «golpe de suerte». Se enamora de Rolando quien luego le seguiría al Uruguay y junto con quien viviría hasta su muerte.
Yessie Macchi nunca quiso ni supo callarse. Era antiautoritaria en todos los aspectos, una mujer totalmente rebelde, con un pensamiento independiente que no suele ser frecuente en organizaciones políticas, y menos en las ilegales. Personificaba la «otra» historia de los Tupamaros, la de las mujeres, la no compensada con la que «no se puede hacer alarde». Como amiga era solidaria, llena de humor y atenta, pero también colérica, a veces sarcástica y temida por sus estallidos de temperamento. Muchas veces hubo algo más que algunos platos rotos. La conocimos en el 1992 en ocasión de su primera visita a Alemania y desde entonces la encontramos regularmente en Hamburgo, Montevideo o La Habana. Juntos planificamos lo que en broma llamamos una «comuna itinerante», internacional y ubicada en varios lugares del planeta. Yessie Macchi pasó largos períodos de su vida en la «boca del lobo». Saltarse los «semáforos en rojo» formaba parte de su manera de ser. El 3 de febrero del 2009 su corazón dejó de latir a consecuencia de una enfermedad cancerosa.
Theo Bruns y Angela Habersetzer /Traducción del alemán: Felix Forster
COMCOSUR MUJER Nº 589 – 11/02/2019
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1) ARGENTINA: VIOLENCIA DE GÉNERO: EL PROBLEMA DE UN ESTADO MASCULINO
Enero de 2019. Intensidad. Dolor. Perplejidad. Impotencia. Un ciclo. Distintas formas de violencias. Femicidio, abuso sexual, embarazo infantil forzado. Mujeres, adolescentes, una niña. Medios. Difusión. Debate. Frustración: ¿cuánto más? Sorpresa: ¿todavía no nos ven? En los femicidios, no. Siempre, primero muertas. Así lo informa el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en su primer estudio de una serie de siete años de medición publicado en marzo de 2018. Justo el año pasado solo el 18% de las mujeres víctimas había realizado denuncias contra su agresor y solo el 13% tenía medidas de restricción. Así, el 82% de las víctimas de femicidio durante 2018 fue invisible a las políticas.
No fue vista a tiempo por su familia, amigos, vecinos, allegados, fiscales, policías. No fue vista la mayoría de las víctimas. Y 2018 no es la excepción. Esa es la pauta en la medición de los femicidios durante siete años. Muchos casos, pocas denuncias, menos protección efectiva. Pero no es que hayan faltado leyes, inclusive tampoco podemos decir que hubo ausencia de políticas en esa serie de siete años de reconstrucción del mapa de la violencia de género en democracia. Hoy sabemos mucho más. Y saber es poder proteger mejor. Ni en todas las provincias ni del mismo modo, ni solo policías, y sobre todo, no solo un Estado lleno de varones y sin perspectiva de género.
Lo que el Estado hoy sí mira a través de las estadísticas: cuánto, cuándo, quiénes, cómo, dónde. La violencia de género en todas sus formas hoy, y a pesar de las leyes y las políticas de todos los gobiernos constitucionales de Argentina de 1983 a la fecha, es mayor, no menor.
Así lo informa la primera publicación del Registro Único de Casos de Violencia contra las Mujeres (RUCVM) del Indec y el INM. Los hechos de violencia de género, en efecto, se cuadruplicaron en cuatro años: pasaron de 22.577 en 2013 a 86.700 en 2017. La violencia afecta en general a las mujeres, las adolescentes y las niñas de todas las clases sociales del país, pero las máximas formas de intensidad en la violencia (femicidio, abuso sexual y embarazo infantil forzado) varía: afecta a las más pobres.
Sabemos, sin embargo, mucho más ahora de esas víctimas invisibles y silenciosas. Sabemos quiénes son sus victimarios. Sus parejas o ex parejas en el caso de la mayoría de los femicidios que son las mujeres jóvenes; le siguen los padres en los casos de femicidios a hijas y los hijos en el caso de femicidios a mujeres adultas. Sabemos mucho más también: cómo lo hacen. Lidera la fuerza (golpes, estrangulamientos, asfixia), le siguen las balas, luego los cuchillos y, finalmente, el fuego.
No es que estamos o están según la escala social igual de desprotegidas en todas las provincias. Aquí importa más la tasa de femicidio que el número. Porque eso nos informa la relación entre cantidad y población, es decir, la cantidad de femicidios cada 100 mil habitantes. Y las provincias donde las mujeres están más expuestas a morir son: Santiago del Estero (12,58), Salta (12,51), Jujuy (10,24), Misiones (9,98), Santa Cruz (9,12), Formosa (8,86), Tierra del Fuego (8,64), Entre Ríos (8,49), Chaco (8,24), Neuquén (7,61), Río Negro (7,51), Catamarca (7,34), Santa Fe (7,29), Córdoba (6,92), La Pampa (6,89), Corrientes (7,34), Tucumán (6,55), Chubut (6,48), San Luis (6,24), Mendoza (5,94), Buenos Aires (5,54), San Juan (4,84), La Rioja (4,19) y Capital Federal (4,18). Claro que importa cuando nos ven. En las provincias con más población y menos casos, nos ven más. Es decir, el Estado llega adonde siempre es difícil entrar: al dominio de parejas, padres e hijos violentos. Si nos ven, morimos menos. Pero no debería morir ninguna.
Las políticas que faltan y lo que en el Estado sobra. ¿Cómo llega el Estado? Con las políticas tradicionales mayormente, judicialización y policía. Todos los dispositivos de protección que utiliza el porcentaje de mujeres, adolescentes y niñas sobrevivientes hablan de ello. Abogados, fiscales, botones de pánico, hospitales. ¿Por qué no evita que la violencia en todas sus formas aumente? Porque llega con dispositivos que capturan el proceso de espiral de violencia cuando ya inició. No se anticipa. Mira, pero cuando es tarde. ¿Por qué mira así, mirando mal?
Porque la estructura institucional de gestión administrativa en los tres niveles en que se piensan, implementan y controlan las políticas en Argentina están mayormente liderados, gestionados y controlados por varones y, cuando hay mujeres, no siempre hay empatía, emocionalidad, entendimiento, formación, equidad, respeto, es decir, perspectiva de género.
Más políticas, sí. Pero distintas. Más Estado, sí, pero distinto. ¿Puede un Estado mayormente masculino y sin perspectiva de género cuidar mejor y a tiempo a las mujeres, las adolescentes y las niñas en Argentina? La evidencia inicial sobre gestiones municipales lideradas por mujeres en ciencia política en países tan distintos como la India o las democracias nórdicas dice que no. Se siente, se piensa y se gestiona distinto. Seguro, siempre más políticas, más dinero pero aun con todo eso, leyes, políticas y presupuestos, si miramos mal y representamos peor, no hay razones para ser optimistas con las estadísticas. QueSeaLey, NiUnaMenos, NoEsNo, MiraComoNosPonemos, ParidadYa, MásMujeresMejorJustcia y otras consignas nombran en el espacio público lo que las propias protagonistas opinan de las políticas. Y el 8 de Marzo de 2019, seguramente, surgirán otras.
Infobae / COMCOSUR MUJER Nº 589 – 11/02/2019
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2) URUGUAY: FALTA DE “PERSPECTIVA DE GÉNERO” EN LA NUEVA LEY DE CÁRCELES
Mesa de Trabajo sobre Mujeres Privadas de Libertad cuestiona que la única mención a las mujeres sea cuando se habla de madres con niños.
Destinado a crear un nuevo tipo de institucionalidad con la salida de las cárceles de la órbita del Ministerio del Interior, el proyecto de Ley de Organización del Sistema Penitenciario Nacional sigue recibiendo críticas y, a esta altura, es poco probable que pueda ser aprobado tal como fue redactado por el Poder Ejecutivo.
En diciembre, la iniciativa había recibido fuertes cuestionamientos del comisionado parlamentario, Juan Miguel Petit, en cuanto a que la nueva ley plantearía un “salto de setenta años hacia atrás” del sistema.
Ahora se sumó la Mesa de Trabajo sobre Mujeres Privadas de Libertad, que acudió al Parlamento a rechazar la mayor parte del proyecto.
Se trata de una organización conformada por integrantes de Universidad de la República, ex directoras de la Cárcel de Cabildo, Cotidiano Mujer, la Intendencia de Montevideo y el Rotary Club, entre otros.
Si bien se ve como altamente favorable la salida del sistema penitenciario del Ministerio del Interior, la Mesa consideró necesario fortalecer la perspectiva de género y, en particular, visualizar las especificidades vinculadas a la mujer en ese sistema.
La asesora del comisionado parlamentario, Margarita Hermida, dijo ante la Comisión de Constitución y Códigos de Diputados que preocupa el hecho de que en el único momento en que el proyecto hace mención específica a la situación de las mujeres privadas de libertad es cuando refiere a las madres con hijos, desconociendo las especificidades de la reclusión femenina en todos los otros aspectos de su vida no vinculados a la maternidad.
En particular se rechazó que el artículo 75 de la ley considere a las actividades laborales como un deber para las penadas y suponga una pérdida de beneficios en caso de rehusarse a trabajar.
“Desde la Mesa consideramos al trabajo de las personas privadas de libertad como un derecho fundamental, que ha sido vulnerado sistemáticamente, particularmente en el caso de las mujeres”, apuntó.
En la actualidad, se estima que solo una quinta parte de las presas trabaja, debido a que el acceso a las plazas laborales es más restringido que el promedio del sistema penitenciario.
Otro punto de preocupación gira en torno a que el proyecto establece explícitamente que las actividades laborales dentro de la prisión no estarán reguladas por el régimen del derecho común.
“No están previstos aspectos vinculados a la seguridad social como jubilaciones, licencias por maternidad, asignaciones familiares o regulación de las remuneraciones”, sostuvo Hermida.
En cuanto a la educación, se ve con preocupación que no se garantice la promoción de la enseñanza secundaria o técnica por parte de las autoridades, así como tampoco la coordinación de los planes educativos con el sistema público a nivel nacional, para garantizar la posibilidad de que los internos sigan con sus estudios al salir de prisión.
Llama la atención, sostuvo, que las posibilidades educativas estén condicionadas al tratamiento que recibe cada persona y no a una política universal y garantista por parte del Estado.
El artículo 70 del proyecto especifica que la educación no puede ser limitada por motivos injustificados, “pero es el entender de esta Mesa que necesario clarificar que no serán justificados los motivos relativos a las medidas disciplinarias”, pidió Hermida.
Para la organización, las actividades educativas y laborales no pueden estar condicionadas por sanciones.
En lo que respecta a la salud, preocupa la ausencia de una perspectiva de atención integral para las mujeres en términos generales, pero también en lo que refiere a la salud sexual y reproductiva, el consumo problemático de sustancias y la atención de la salud mental, si se considera el alto índice de psicofármacos que se indican a las mujeres presas.
Según los últimos datos oficiales disponibles, el porcentaje de mujeres que consume medicamentos psiquiátricos en las cárceles uruguayas triplica a los hombres.
Madres con hijos
Una observación importante al proyecto radica en la situación de las reclusas embarazadas o con hijos.
En ese sentido y debido a la “perspectiva androcéntrica” que aún predomina en el sistema penitenciario se considera riesgoso lo establecido en el artículo 56, que reduce a la mitad la edad en la que los niños pueden permanecer con sus madres en prisión.
Hoy ese plazo está establecido en cuatro años, con un máximo excepcional de ocho.
Llama la atención también, indicó Hermida, que no exista en el proyecto ninguna mención al protocolo de atención a los niños cuyos responsables estén privados de libertad. Así se cuestiona que las madres, desde el momento de nacimiento de su hijo y mientras permanezcan ocupándose de su cuidado deberán ser relevadas de toda actividad incompatible.
Una decisión que, objetan, queda librada a la consideración de terceros que no están claramente identificados, y en los que recaerá la definición sobre si las actividades laborales, educativas o recreativas desarrolladas por las mujeres previo a la maternidad son compatibles.
“Deberá ser la mujer madre y no un agente externo la que defina cuál será su participación en las esferas de la vida. La maternidad no puede ser, en ningún caso, motivo por el cual la mujer pierda su plaza laboral o educativa”, afirmó.
La Mesa objetó además que la ley no mencione la búsqueda de medidas alternativas a la prisión en el caso específico de las mujeres embarazadas o con niños a cargo. También el vacío sobre la atención de la salud, controles médicos y exámenes de rutina.
En especial, las consideraciones de seguridad en el momento del parto y postparto respecto a la utilización de grilletes y esposas, así como la presencia del padre o familiares.
En ese sentido la Mesa consideró que debería existir un centro que contemplara a las mujeres con hijos, con personal capacitado y especializado en primera infancia, que trascienda los aspectos que lo identifiquen como una unidad penitenciaria.
Trans, gays, lesbianas y migrantes
La Mesa de Trabajo se refirió en sus consideraciones ante los legisladores a las ausencias que el proyecto adolece en cuanto a los hombres y mujeres trans y la población de gays, lesbianas y migrantes.
En ese sentido Hermida apuntó a la enorme soledad en la que se encuentra en las cárceles este último colectivo, con mujeres que muchas veces tienen a sus hijos en sus países de origen.
Al respecto la organización sugirió la posibilidad de que puedan cumplir allí sus penas.
Otro punto importante sería habilitar el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo para las mujeres migrantes presas. Muchas de ellas, se sostuvo, ingresaron al país estando embarazadas y por lo tanto no pueden acceder a un aborto según lo previsto por la normativa.
En ese marco se planteó incluirlas en la excepcionalidad, contemplada en la reciente ley contra la violencia basada en género, para las migrantes víctimas de explotación sexual.
Con respecto a las personas trans, se subrayó la presencia de mujeres en un módulo del Comcar que no han terminado su cambio de nombre y sexo registral, así como mujeres trans que tienen el trámite concluido pero permanecen en cárcel de mujeres.
Es el artículo 50 del proyecto habla de la clasificación según el género de la persona, pero no aclara cómo se designa el género, entrando en posibles contradicciones con la actual legislación.
En ese sentido la recomendación es que la persona trans pueda decidir en qué tipo de establecimiento cumplir su condena.
Ecos / COMCOSUR MUJER Nº 589 – 11/02/2019
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” Luis Pérez Aguirre
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