1) Venezuela: Un golpe que nació muerto, sin apoyo militar y mucho menos popular /Aram Aharonian
2) Ni calco ni copia: Mariátegui y la educación como praxis descolonizadora /Hernán Ouviña
3) La cooperación oficial se retira de América Latina dentro de dos años /Sergio Ferrari
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1) VENEZUELA: UN GOLPE QUE NACIÓ MUERTO, SIN APOYO MILITAR Y MUCHO MENOS POPULAR
Por Aram Aharonian /La Haine – 01/05/2019
Calma, tensa calma en Caracas y toda Venezuela, tras el publicitario intento de golpe de Estado, donde los sectores radicales de la derecha no lograron ni el apoyo de las Fuerzas Armadas ni que el pueblo saliera a la calle a sumarse a la intentona liderada por el autoproclamado presidente Juan Guaidó y el prófugo Leopoldo López.
El pueblo salió a la calle y se dirigió masivamente al Palacio de Miraflores, para respaldar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro. No fue ni golpe militar ni estallido social, quizá sólo otra operación de bandera falsa, donde los protagonistas anunciados –militares y pueblo- no se presentaron a la cita.
Un golpe de Estado es la toma del poder político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando las normas legales de sucesión en el gobierno vigente con anterioridad. Se distingue de los conceptos de revuelta, motín, rebelión, putsch, revolución o guerra civil. Un golpe necesita paralizar técnicamente el funcionamiento del Estado y tomar los puntos estratégicos como comunicaciones, servicios y vías áreas, terrestres y marítimas. Nada de eso ocurrió.
Enrique Ochoa Antich, dirigente del opositor Movimiento Al Socialismo (MAS) hizo un análisis certero: “Lo de hoy ha sido una nueva irresponsabilidad del extremismo. Ningún golpe. Ni a pronunciamiento militar llegaron. Operación publicitaria más o menos ridícula. Ahora la derecha negociará más debilitada”.
Hasta el momento, el golpe se asemeja a una operación comunicacional de amplio espectro, tratando de imponer imaginarios colectivos con la cartelización de medios y de operadores de la intervención para hacer creíble un «alzamiento militar» que no ha ocurrido. Incluso canales de televisión locales e internacionales trasmitieron imágenes viejas del ataque a La Carlota durante las guarimbas (terror callejero) de 2014, montando un escenario similar al de la Plaza de Trípoli, en Libia.
La maniobra estuvo focalizada en el Distribuidor Altamira, en Chacao, histórico reducto de los ciclos de violencia, terror y desestabilización del antichavismo. Guaidó ha convocado manifestaciones allí para generar una situación de enfrentamiento que transmitida en vivo, genere el estado de conmoción que permita sostener la maniobra. Otra operación psicológica fue la divulgación del falso apoyo del Mayor General Ornelas Ferreira al golpe.
Para algunos analistas, están apostando más a un golpe de efecto que permita tratar de agitar calle y generar mejores condiciones para construir la «película» para justificar una invasión internacional. Leopoldo López aparece como el real operador local del plan, hasta ahora fallido.
Los acontecimientos.
El 13 de abril del 2002 sí fue un golpe contra el presidente Hugo Chávez, con el apoyo de los viejos partidos, la central empresarial, el episcopado y los gobiernos de EEUU, España y Colombia. Resultó en una breve presidencia del gerente empresarial Carmona Estanga, de apenas 47 horas, El pueblo repuso a su presidente constitucional.
Lo que parece quedar en claro en esta intentona es que parte de la tropa que llegó a la base militar de La Carlota (ex-aeropuerto caraqueño), fue engañada. Un grupo de sargentos de la Guardia Nacional y funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) se retiraron del distribuidor Altamira (en el este capitalino, fuerte de la derecha) al comprobar cuáles eran los objetivos reales, sobre todo cuando aparecieron Juan Guaidó y el prófugo Leopoldo López.
En la madrugada, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Diosdado Cabello, señaló que «No ha sido vulnerada ninguna instalación militar en el país, ellos están en la calle en el Distribuidor Altamira y nosotros estamos dirigiendo las operaciones desde la Base Aérea La Carlota», explicó.
Mientras, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, resaltó que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se mantiene firme en defensa de la Constitución Nacional y sus autoridades legítimas. Todas las unidades militares desplegadas en las ocho Regiones de Defensa Integral reportan normalidad en sus cuarteles y bases militares, bajo el mando de sus comandantes naturales.
«Los seudo líderes políticos que se han colocado al frente de este movimiento subversivo, han empleado tropas y policías con armas de guerra en una vía pública de la ciudad para crear zozobra y terror», sostuvo el funcionario en Twitter. Padrino denunció que el coronel Jerson Jiménez Báez, jefe de operaciones del batallón 43 de la Guardia nacional fue herido de bala a la altura del cuello en la autopista Fajardo, responsabilizando del hecho a los dirigentes opositores.
Visto en contexto, un político no da un paso de esa naturaleza si no tiene respaldo concreto, tanto interno como externo. Y en el caso de que fuera una acción desesperada de Voluntad Popular (un salto al vacío) prácticamente están obligando a la administración Trump y a los países que los respaldan a dar un paso adelante, a radicalizar sus posiciones, ya que aquellos representan sus cartas (y caras) públicas en contra del gobierno. Así que las próximas horas van a ser decisivas para el futuro inmediato de Venezuela…
La derrota política de los sifrinos
La derecha radical, liderada por ya no tan jóvenes de clase alta y media alta (sifrinos en el argot venezolano), estaba consciente que la marcha programada para el 1 de mayo iba a ser un fracaso y por eso lanzaron la penúltima carta, liberando a Leopoldo López, con arresto domiciliario, condenado a 14 años de prisión por la autoría intelectual de decenas de muertos durante el terror callejero de 2014, a punta de dólares.
Pareciera el fin definitivo del “momento Guaido” Quisieron imponer la excusa de que salieron con los militares (un reducido grupo de sargentos de la Guardia Nacional que cubrían sus rostros) y que el pueblo no les respondió.
Las declaraciones oficiales sobre el desmantelamiento de la operación llegaron momentos después de que Leopoldo López, supuestamente retirado de su arresto domiciliario por fuerzas opositoras, apareciera en un video junto al diputado Juan Guaidó, supuestamente en la base aérea de La Carlota, rodeado por un grupo de militares desertores.
López, a través de su cuenta de twitter, afirmó que se había iniciado «la fase definitiva para el cese de la usurpación, la Operación Libertad». También que ha sido «liberado por militares a la orden de la Constitución y del Presidente Guaidó». El autoproclamado “presidente interino” anunciaba que «en este momento» se encuentra «con las principales unidades militares de nuestra Fuerza Armada dando inicio a la fase final de la Operación Libertad», mientras afirmaba que su lucha siempre ha estado «enmarcada en la Constitución, en la lucha no violenta».
Guaidó finalizó su proclama con un llamamiento final: «Pueblo de Venezuela, es necesario que salgamos juntos a la calle, a respaldar a las fuerzas democráticas y a recuperar nuestra libertad. Organizados y juntos movilícense a las principales unidades militares. Pueblo de Caracas, todos a la Carlota».
Escueto el ¿apoyo? de Henrique Capriles Radonski (dos veces candidato a la presidencia por la derecha): “A los países que apoyan la restitución de la democracia en nuestra Venezuela: es momento de apoyar la causa de los venezolanos en esta hora crucial. A nuestro pueblo: ¡es momento de mantenernos movilizados! Vamos Venezuela. ¡La Operación Libertad está en nuestra manos!”
Quizá la operación fue bien planificada, Pero le faltó un ingrediente fundamental: el apoyo popular [además del militar].
La injerencia colombiana
Venezuela ha sido sometida en los últimos meses a un asedio internacional que ha incluido el apoyo de EEUU y Colombia a la autoproclamación como presidente interino del diputado derechista Juan Guaidó, lo que ha sido denunciado como un golpe continuado por el gobierno constitucional.
No fue casual, sino causal, el arribo del mayor general de EEUU Van McCarty a Bogotá, para analizar con los mandos colombianos la situación en la zona de frontera con Venezuela, mientras el propio presidente colombiano Ivan Duque confirmó que también Colombia estaba detrás del nuevo intento de golpe.
“Hacemos llamado a militares y al pueblo de Venezuela para que se ubiquen del lado correcto de la historia, rechazando dictadura y usurpación de Maduro; uniéndose en búsqueda de libertad, democracia y reconstrucción institucional, en cabeza de la (en desacato) Asamblea Nacional el ‘Presidente’ Guaidó”, tuiteó.
Carlos Holmes Trujillo, canciller colombiano, ha pedido una reunión urgente del Grupo de Lima para tratar la nueva situación en Venezuela. «Hago un llamado a todos los países miembros del Grupo de Lima para que hoy continuemos nuestra tarea de apoyo al regreso de la democracia y libertad a Venezuela y definamos de común acuerdo una reunión de emergencia», ha manifestado Trujillo en la misma red social.
A diferencia de otros mandatarios que respaldaron al presidente constitucional, entre los que se anotaron el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el boliviano Evo Morales y el cubano Miguel Díaz Canel, el argentino Mauricio Macri apoyó a la derecha antichavista y manifestó que espera que «sea el momento decisivo» para desplazar al gobierno venezolano.
El presidente chileno Sebastián Piñera no quiso quedar rezagado en su complicidad con EEUU: «Reiteramos nuestro total apoyo al Presidente Guaidó y democracia en Venezuela. La dictadura de Maduro debe terminar por la fuerza pacífica, y dentro de la constitución, del pueblo venezolano. Así se restablecerán las libertades, la democracia, los DDHH y el progreso en Venezuela», tuiteó el mandatario chileno.
El presidente del derrotado derechista Partido Popular español, Pablo Casado, envió un mensaje de satisfacción a los venezolanos por la liberación del opositor Leopoldo López de su arresto. Señaló que había hablado con López el jueves pasado para comentar la incorporación del padre del político opositor a las listas del Parlamento Europeo.
Mientras, el gobierno de España, por su parte, rechazó el intento violento: “Debe quedar claro que España no respalda ningún golpe militar”. El nuevo asalto apareció con una fuerza mediática que no tiene su correlato en la capacidad militar ni popular.
¿Golpe de estado, golpe de estado fallido, golpe de estado abortado o golpe natimuerto?
Natimuerto es el feto viable que no da señales de vida luego del parto, a diferencia-del nacido muerto o de la criatura abortada.
Aram Aharonian /CLAE /La Haine /Amarelle
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2209 / Miércoles 08.05.2019
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2) NI CALCO NI COPIA: MARIÁTEGUI Y LA EDUCACIÓN COMO PRAXIS DESCOLONIZADORA
Por Hernán Ouviña, 25 de abril de 2019
En Nuestra América, uno de los precursores dentro de la tradición del marxismo crítico en concebir de manera prioritaria a los procesos formativos y a la educación popular, como ejes transversales de una praxis revolucionaria y descolonizadora, ha sido sin duda el peruano José Carlos Mariátegui. Nacido el 14 de junio de 1894 en Moquegua, al sur de la ciudad de Lima, siendo niño sufre un accidente que le lesiona la pierna izquierda y lo deja postrado durante años, con secuelas para el resto de su ajetreada vida. A raíz de esta inmovilidad, suspende sus estudios primarios y se vuelca de lleno hacia el hábito de la lectura y la formación autodidacta.
A los 15 años, ingresa a trabajar en La Prensa, diario donde luego de realizar diversas tareas manuales es designado como cronista y comienza a publicar artículos, bajo el seudónimo de Juan Croniqueur, por lo que sus principales maestros en su etapa juvenil fueron el periodismo y las agitadas calles de Lima, tomadas por las multitudes obreras y estudiantiles en ebullición, de las que junto con las rebeliones indígenas que irrumpieron con fuerza por esos años en el resto del Perú, aprende sus primeras armas intelectuales. Dedicado cada vez más a la producción periodística, participa de varias iniciativas literarias, entre ellas la revista Colónida, de la que dirá años después que constituyó una “insurrección contra el academicismo y sus oligarquías”.
En mayo de 1919 crea, junto con su amigo César Falcón, el periódico La Razón, que funge de caja de resonancia de las luchas obreras y del movimiento estudiantil en Perú. Debido al creciente malestar que genera esta publicación en el gobierno de Augusto Leguía, ambos serán enviados por éste a Europa, en una suerte de “exilio blando”. José Carlos vive allí de finales de 1919 a comienzos de 1923 y se nutre intelectual y políticamente del estrecho vínculo que entabla con las corrientes artístico-culturales y las organizaciones revolucionarias que proliferan como hongos, en particular en la Italia del “bienio rojo” que oficia de verdadera escuela a cielo abierto, y donde activa por aquel entonces el joven Antonio Gramsci. Este distanciamiento de su tierra natal, lejos de aplacar su voluntad transformadora, lo estimula a conocer en profundidad lo específico de la realidad peruana: “por los caminos de Europa descubrí el país de América en el que había vivido casi extraño y ausente”, reconocerá más tarde en tono autocrítico.
Luego de su regreso a Perú en marzo de 1923, se suma a la experiencia de las Universidades Populares “González Prada”, un espacio de formación y autoeducación impulsado por el movimiento estudiantil en Lima y Vitarte. Allí, primero asiste a una serie de clases y talleres en carácter de “estudiante” (tal era el requisito previo para poder participar como “educador”), y al poco tiempo dicta un conjunto de conferencias, a las que el mismo Mariátegui sugiere llamar “conversaciones”. Tras lamentarse por la carencia de maestros “capaces de apasionarse por las ideas de renovación que actualmente transforman el mundo y de liberarse de la influencia y de los prejuicios de una cultura y de una educación conservadoras y burguesas”, expresa que “la única cátedra de educación popular, con espíritu revolucionario, es esta cátedra en formación de la Universidad Popular”.
En ella, durante varios meses de 1923 y comienzos de 1924, Mariátegui convida su original lectura de la crisis mundial, aunque no desde una actitud distante y erudita, sino teniendo en cuenta que aquél era “un curso popular”, por lo que se debía -según sus propias palabras- “emplear siempre un lenguaje sencillo y claro y no un lenguaje complicado y técnico”, de manera tal que cada exposición pudiese ser “accesible no sólo a los iniciados en ciencias sociales y ciencias económicas sino a todos los trabajadores de espíritu atento y estudioso”. Fiel a su vocación dialógica y de reconocimiento de la importancia de que las clases populares se formen y conozcan de manera rigurosa la realidad que pretenden transformar, Mariátegui afirma en la inauguración del conversatorio:
“Nadie más que los grupos proletarios de vanguardia necesitan estudiar la crisis mundial. Yo no tengo la pretensión de venir a esta tribuna libre de una universidad libre a enseñarles la historia de esa crisis mundial, sino a estudiarla yo mismo con ellos. Yo no os enseño, compañeros, desde esta tribuna, la historia de la crisis mundial; yo la estudio con vosotros”.
Tras esta breve pero intensa experiencia en el seno de las Universidades Populares, a las que define como “escuelas de cultura revolucionaria” que “no viven adosadas a las academias oficiales ni alimentadas de limosnas del Estado”, sino “del calor y la savia populares”, serán variadas y complementarias las apuestas por el estudio y la formación política que dinamice Mariátegui, consciente de que “la burguesía es fuerte y opresora no sólo porque detenta el capital sino porque detenta la cultura”, por lo que ésta tiende a ser “el mejor gendarme del viejo régimen”.
Desde periódicos y revistas militantes, como Claridad (la cual inicialmente apuntaba a un público estudiantil, pero Mariátegui durante su breve dirección la reformula como punto de conexión y producción conjunta entre obreros/as e intelectuales) Labor (que bajo el subtítulo de “Quincenario de Información e Ideas” logra abarcar a un público más amplio que el del activismo gremial y político) y Amauta (que iba a llamarse en un principio “Vanguardia”, pero finalmente opta por este nombre de gran significación indígena, ya que equivale a “maestro” o “sabio” en lengua quechua), pasando por emprendimientos como la Editorial Minerva y la Oficina de Autoeducación Obrera en el marco de la flamante CGT peruana (de la que redacta sus Estatutos y Reglamentos), hasta las propias “tertulias” y reuniones culturales en su emblemática casa de la calle Washington, en las que se congregan una infinidad de personalidades y activistas de las más diversas tendencias (artistas, dirigentes sindicales y políticos, feministas, líderes indígenas y estudiantiles), para compartir y socializar sus saberes y sentires mutuos.
Como reconoce el historiador peruano Alberto Flores Galindo, en todas estas iniciativas militantes, “Mariátegui nunca asumió la figura del intelectual que lleva la luz y la ciencia a la clase revolucionaria; por el contrario, se trató de una relación igualitaria, que siempre transcurrió en el mismo plano: un diálogo, un intercambio de opiniones y de experiencias”.
Pensar con cabeza propia y de forma descolonizada, con la perspectiva de intervenir creativamente en la realidad, de manera tal que se pueda hacer del lema “Ni calco ni copia” un principio epistemológico y militante, tal fue el horizonte de estos proyectos pedagógico-políticos impulsados por él (una verdadera red de producción y promoción de las diferentes y complementarias culturas emancipatorias), por lo que la formación y el estudio riguroso del marxismo no consistía en aprender un itinerario prefabricado en otras latitudes y tiempos históricos, sino en adquirir y poner en práctica una brújula para orientar la lectura y transformación radical de una realidad siempre refractaria a las recetas y esquemas de pizarrón.
Quizás su mayor obra en este sentido haya sido los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, publicado a finales de 1928 y considerado uno de los textos pioneros en la construcción de un marxismo enraizado en Nuestra América. Además de dedicar en él un capítulo entero a la problemática educativa, donde denuncia que la educación en Perú “tiene un espíritu colonial y colonizador” y postula sin medias tintas que “no es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y su superestructura política”, insiste en la necesidad de entender y analizar a las sociedades a partir del principio epistemológico de la totalidad (que implica concebir al capitalismo como un sistema, evitando disociar, salvo en términos estrictamente analíticos, las diferentes y complementarias dimensiones que lo constituyen como tal, y contemplando de manera imbricada las relaciones de explotación, dominio y resistencia que lo dotan de sentido).
En sintonía con estos planteos, Mariátegui también sugiere que es preciso corregir al filósofo René Descartes y pasar del “pienso, luego existo” al “combato, luego existo”, en la medida en que la conflictividad y la lucha constituyen un punto de partida clave para el conocimiento de nuestras sociedades, que permite a la vez hacer visibles a sujetos y movimientos que -por lo general- son “producidos como no existentes” por la ciencia colonial y las clases dominantes, debido a su carácter subversivo y anti-sistémico. Y de manera análoga a Gramsci, en su propuesta revolucionaria lo central no era definir al socialismo en función exclusivamente de su rigurosidad científica, sus coherencias lógicas y sus supuestas “leyes”, sino a partir sobre todo de su capacidad movilizadora y su estímulo para la intervención activa en la realidad. José Carlos supo referirse al mito no en los términos de una “mentira” o ficción imposible de concretar, sino en la clave de un conjunto de imágenes-fuerza que, arraigadas en las condiciones de vida concretas de los sectores populares y en su memoria colectiva, evocan sentimientos, cohesionan a las masas y las dotan de una subjetividad irreverente que empalma con los ideales de las luchas emancipatorias.
He aquí, según Mariátegui, otro elemento a destacar en todo proceso formativo, que remite a los factores espirituales, la imaginación creativa y la mística como catalizadores del proceso de concientización de los pueblos y clases subalternas en su camino de autoliberación, ya que según él la revolución “será para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu”. En el caso específico del Perú (pero también en otras latitudes de Nuestra América), ese mito capaz de dinamizar la reconstitución de la nación desde una perspectiva plural, debía tener como punto de partida la defensa de los pueblos indígenas sojuzgados por siglos de racismo, explotación y despojo. Sin embargo, “no es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista”. De ahí que concluya proclamando que “nuestro socialismo no sería peruano, ni sería siquiera socialismo, si no se solidarizase primeramente con las reivindicaciones indígenas”.
Sus últimos años de vida los dedica a fomentar procesos organizativos de base, entre los que se destacan la creación del Partido Socialista Peruano y de la Confederación General de Trabajadores (concebidas ambas como verdaderas escuelas de formación en la construcción y ejercicio de un poder alternativo al del Estado y las clases dominantes), aunque sin descuidar la batalla de ideas en contra de aquellas lecturas dogmáticas que hacían del marxismo un conjunto de verdades irrefutables, o bien frente a quienes pretendían arrojarlo al basurero de la historia por considerarlo ajeno a las corrientes y movimientos de lucha gestados por fuera del campo de la izquierda tradicional.
A contrapelo, para Mariátegui no debía concebirse como un sistema cerrado y escolástico a “aplicar”, sino en tanto teoría subversiva en constante enriquecimiento y complejización, basada en una dialéctica del cambio y en una producción siempre situada, ya que “no es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales”.
Asimismo, podríamos aventurar que para él la relevancia del marxismo como filosofía de la praxis no implica autosuficiencia ni endogamia, ya que “no es posible aprehender en una teoría el entero panorama del mundo contemporáneo y no es posible, sobre todo, fijar en una teoría su movimiento. Tenemos que explorarlo y conocerlo, episodio por episodio, faceta por faceta. Nuestro juicio y nuestra imaginación se sentirán siempre en retardo respecto de la totalidad del fenómeno”. Aún cuando asume al marxismo como una potente brújula, Mariátegui supo tender puentes y aprender a dialogar con un crisol de tradiciones políticas, procesos de lucha, vanguardias culturales y corrientes de pensamiento no emparentadas en sentido estricto con el marxismo, en pos de actualizar las armas de la crítica para combatir, con más fuerza aún, al capitalismo como sistema de dominación múltiple.
Entre ellas, vale la pena destacar al feminismo, al que José Carlos considera “esencialmente revolucionario” debido a que, lejos de ser una “cuestión exótica” que “se injerta en la mentalidad peruana”, constituye una idea y una práctica humana “que encuentra un ambiente propicio a su desarrollo en las aulas universitarias y en los sindicatos obreros”. Por lo tanto, no sólo se trata de indigenizar al marxismo (tal como propone en sus Siete ensayos y en numerosos artículos periodísticos, en particular aquellos compilados bajo el título de Peruanicemos al Perú), sino también de despatriarcalizarlo. “Los que impugnan el feminismo y sus progresos -dirá- pretenden que la mujer debe ser educada sólo para el hogar. Pero, prácticamente, esto quiere decir que la mujer debe ser educada sólo para las funciones de hembra y de madre. La defensa de la poesía del hogar es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer. En vez de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo disminuye y lo rebaja”. En este punto, Mariátegui entiende que es el macho-varón quien debe ser “educado” y (trans) formado por esta causa de relevancia universal. Por ello concluye:
“A este movimiento no deben ni pueden sentirse extraños ni indiferentes los hombres sensibles a las grandes emociones de la época. La cuestión femenina es una parte de la cuestión humana”.
El 16 de abril de 1930, con tan sólo 35 años, José Carlos fallece tempranamente en Lima, viéndose frustrado su proyecto de trasladarse a la Argentina con el objetivo de radicarse en Buenos Aires. Varias propuestas intelectuales y políticas quedarán truncas tras su partida. Entre ellas, la publicación de una revista de carácter continental y cuyo sugerente título iba a ser Nuestra América. Revitalizar el proyecto mariateguista de un socialismo no eurocéntrico ni burocratizado, rabiosamente anti-imperialista y anti-patriarcal, y que pueda forjarse a partir de las diversas tradiciones emancipatorias gestadas a lo largo y ancho del continente, resulta hoy un desafío urgente para quienes seguimos apostando, sin prisa pero sin pausa, a la creación heroica de los pueblos.
Hernán Ouviña / enviado por Zapicán Rodríguez
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2209 / Miércoles 08.05.2019
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3) LA COOPERACIÓN OFICIAL SE RETIRA DE AMÉRICA LATINA DENTRO DE DOS AÑOS
Suiza anticipa su programa 2021-2024
ONG critican puntos esenciales de la propuesta gubernamental
Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza
La cooperación gubernamental al desarrollo de Suiza se retirará a partir del 2021 de América Latina y el Caribe, según el documento presentado esta primera semana de mayo por el ministerio de relaciones internacionales. De confirmarse esta propuesta – sometida a consulta facultativa ante diversos sectores políticos, asociativos y del mundo del desarrollo- en dos años se cerrarán definitivamente los programas oficiales que existen en ese continente. Y que benefician, en el momento, a Bolivia, Honduras, Nicaragua, Cuba y Haití.
La propuesta anunciada el 2 de mayo por Ignazio Cassis, ministro del ramo y miembro del Consejo Federal (ejecutivo colegiado), implica concentrar la cooperación suiza en 34 países. Reduciendo así 12 de las 46 naciones priorizadas en la actualidad.
Aunque no hay claridad total al respecto, las ONG que cuentan con cofinanciamiento oficial y están presentes en América Latina esperan que sus proyectos en ese continente no se vean amenazados por la futura política gubernamental.
El argumento esencial de la nueva lógica oficial consiste en ligar la cooperación internacional al tema migratorio. A partir del 2021, la lucha contra la pobreza, que constituía un eje esencial de la filosofía internacional helvética – en el marco los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas- cede su primacía a la prevención de los flujos migratorios.
Además de la relación cooperación-prevención migratoria, el Gobierno suizo avanzó tres otros objetivos esenciales de su nueva visión: la creación de puestos de trabajo en los países del sur; la promoción de la paz y el Estado de Derecho; así como el combate contra los cambios climáticos.
El acento en la protección del clima, implicará, a partir del 2021, hacer más – y de forma más eficaz, según la posición oficial-…con prácticamente los mismos recursos financieros.
Según el documento oficial, el presupuesto total para la cooperación para cuatro años se ubicará en los 11 mil millones de francos – prácticamente igual cifra en dólares estadounidenses. Lo que implica un mínimo aumento formal de 260 millones de francos.
Fuerte reacción crítica de la sociedad civil helvética
“La futura cooperación al desarrollo debe, imperativamente, guiarse por el mandato constitucional” que la sustenta. Debe, en particular, “reducir la pobreza en los países más pobres”, enfatiza un documento presentado por Alianza Sur (Alliance Sud en francés www.alliancesud.ch/fr), la Comunidad de Trabajo que reúne a seis de las más importantes ONG suizas: Helvetas, Acción de Cuaresma, Pan para el Prójimo, Swissaid, Caritas y la Ayuda Protestante. Además, asegura la ejecución de un mandato otorgado por la Cruz Roja Suiza, Tierra de Hombres Suiza y SOLIDAR.
Para Alianza Sur – que asume también el secretariado de la Coordinación de varias decenas de otras ONG del mundo del desarrollo-, otro objetivo esencial de la cooperación oficial debe constituir “el reforzamiento de la sociedad civil” de los países que reciben el apoyo helvético, “en el marco de programas y proyectos, así como a nivel del diálogo político”.
En su toma de posición crítica, Alianza Sur, en tanto portavoz de un gran espectro de ONG de cooperación, señala el escaso presupuesto oficial destinado a este rubro, a pesar que “la Confederación registra año tras año, miles de millones de excedentes” en sus cuentas. Y recuerda las cifras reales destinadas a la cooperación, las que representan apenas un 0,45 % del ingreso nacional bruto, por debajo del 0,5 % con el cual Suiza se había comprometido. Y muy por debajo del 0,7% recomendado por las Naciones Unidas.
La lucha contra el cambio climático no debe financiarse con los fondos destinados a la cooperación al desarrollo, enfatiza además dicha Comunidad de Trabajo, sino que se “deben encontrar fuentes suplementarias en el respecto del principio que el que contamina-paga”.
En cuanto al apoyo al área de la migración, Alianza Sur se muestra “favorable” en la medida en que “los programas y proyectos sirvan para mejorar la salud y la educación de base, a promover el desarrollo rural y promover la buena gestión pública” en los países / continentes donde se originan los flujos migratorios.
Las ONG concluyen su reflexión llamando a una coherencia de todas las políticas y ministerios de gobierno. La cooperación, insisten, debe ser acompañada por decisiones que contemplen las políticas fiscales, comerciales y de seguridad. En otras palabras, que Suiza se comprometa, por ejemplo, a combatir la fuga de capitales especulativos de los países del Sur y del Este y promueva acuerdos comerciales dignos, equitativos y respetuosos de los derechos humanos y ambientales.
La posición completa de las ONG suizas: www.alliancesud.ch/fr/file/45118/download?token=pJo8IyrE
Sergio Ferrari, Berna, Suiza
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2209 / Miércoles 08.05.2019
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“La izquierda no puede pensar sólo en ganar elecciones. Necesita tener como meta fundamental organizar al pueblo, y recuperar la hegemonía de las ideas de la clase obrera en la sociedad. Recuperar los valores humanistas y socialistas, y practicarlos, como la solidaridad, la defensa de la justicia social y la igualdad entre todos los seres humanos.”
Joao Pedro Stedile – MST (Brasil)
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