1) Arabia Saudita, el reino agónico –
2) Israel: Netanyahu busca a la extrema derecha –
3) La estrategia de Washington para terminar con la integración –
4) América Central: no se detiene la carrera armamentista –
5) Las trampas del Mercosur flexibilizado
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COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 16 / Nº 775 / Miércoles 25 de Mayo de 2016 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Arabia Saudita, el reino agónico
Guadi Calvo (Rebelión)
Cuándo el 14 de febrero de 1945, en aguas del canal de Suez, en su retorno de la conferencia de Yalta, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt se entrevista en el crucero USS Quincy, con el rey saudita Abdelaziz bin Abderramán al-Saud, sella una de las alianzas más fructíferas que han tenido los Estados Unidos hasta estos tiempos.
La ecuación Petrolero por Protección, funcionó como una prefecta pieza de relojería y le permitió a la familia reinante dedicarse a cuestiones más interesante que la de gobernar, al tiempo que la Standard Oil, dueña de la prospección de yacimientos petrolíferos en los territorios que controlaba la tribu de los Saud, abastecería por décadas las necesidades que Estados Unidos tuvo para asumirse como la gran potencia mundial que hoy conocemos.
El reconocimiento de Washington legitimó a Abdelaziz que hasta entonces era uno más los reyezuelos que pugnaban por el control de la Península Arábiga, una región tan paupérrima como yerma en los arrabales de la política internacional hasta que se supo de su mar de petróleo.
En el trascurso de esta alianza se han vivido infinitos momentos de zozobra: el inicio de la Guerra Fría, la creación del Estado de Israel en 1948, la guerra de Suez (1956) el surgimiento de líderes nacionalistas árabes como Gamal Abdel Nasser, Yasser Arafat, Hafez al-Assad o Mohamed Gadaffi, las sucesivas guerras de Israel contra el pueblo palestino o las invasiones sionistas a Líbano, el surgimiento del Irán revolucionario, la guerra Irak-Irán, la guerra afgana, la aparición del terrorismo wahabita, el 11 de septiembre, las invasiones a Afganistán e Irak, la primavera árabe, la guerra en Libia, en Siria, la guerra civil en Irak y la expansión a nivel global de grupos como al-Qaeda y Estado Islámico.
Nada de todo lo mencionado alcanzó para quebrar la alianza Washington-Riad, ni para evitar que Arabia Saudita, acompañado del restos de las petro-monarquías del golfo, Kuwait, Emiratos Árabes, Qatar, Omán y Bahréin, fungieran como paraguas protector de Israel a la hora de boicotear cualquier alianza árabe en su contra.
Los sauditas han acompañado a los Estados Unidos más allá de sus propios límites regionales, la guerra contra el sandinismo, el negociado Irán-Contras, atentados en Europa como el de la estación de Bologna en agosto de 1980, que dejó 85 muertos y lo mucho que se tendrá que explicar todavía de la relación CIA-Arabia Saudita en el ataque a las Torres de Nueva York, lo que hasta hoy y con todos los indicios que existen Washington parecer no reparar en el “detalle”.
A cambió de esto, el extorsivo juego del precio del petróleo según las necesidades de los Estados Unidos y las monumentales compras de armamentos por parte de Riad a los Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania, no solo Washington, sino también Europa ha tolerado que la monarquía saudita viva con un pie en el siglo XII donde su pueblo está sumergido a las prácticas más aberrantes del autoritarismo que se puede concebir: explotación, falta de derechos ciudadanos, libertad de expresión, protesta o huelga.
Donde la justicia queda reducida al capricho del rey, con pena de muerte incluida, y las mujeres carece de toda consideración y otro pie en el XXI, donde todos los avances tecnológicos y el lujo más ofensivo están al alcance de la familia real y su corte. Ahora existe un impensado elemento por el que Estados Unidos podría librar a su suerte al reino saudí: la autonomía energética.
En ese sentido habría que leer los recientes acercamiento entre Washington y Teherán no solo el archienemigo regional de los saudí, desde el punto de vista económico y geoestratégico sino, y de una importancia capital, desde el punto de vista religioso que se extiende tras la batalla de Kerbala en el año 680, donde prácticamente el sunismo y el chiismo quedarán enfrentados para siempre. Washington ya no depende del petróleo de Oriente Próximo y esta liberación le permite quitarse el lastre vergonzoso que significa la familia Saud.
El fracking ha permitido a Estados Unidos reestructurar su estrategia y redefinir sus intereses en la región, aunque se tiene que ser sumamente cuidadoso para garantizar la sobrevida de Israel. Se estima que para 2020, será los Estados Unidos el mayor productor a escala mundial de crudo, lo que terminara de disolver lo pactado a bordo de USS Quincy por Roosevelt y Abdelaziz.
Abandonados en el desierto.
Sin su gran aliado Arabia Saudita quedará prisionera de su propia inoperancia y con serio riesgo que su monolítica construcción se derrumbe con poco esfuerzo. Ya ha demostrado en Yemen, su incapacidad militar.
Arabia Saudita inició una guerra armada con el material más costoso y avanzado del mundo hace ya catorce meses y más allá de los 10 mil muertos, los 3 millones de desplazado y que ha puesto al 85% de la población yemení al borde de la catástrofe humanitaria, no ha podido doblegar a poco más de una guerrilla bien articulada como es Ansar Allah , o Houtíes la organización armada chií, que también debe vérsela con al-Qaeda para la península arábiga y sigue resistiendo.
A pesar de que Arabia Saudita junto con Rusia tienen los ejércitos más poderosos en la región, no ha podido quebrar la férrea resistencia houtie y como Estados Unidos en Vietnam o la Unión Soviética en Afganistán cada vez le es más difícil salir del pantano donde se ha metido.
Por otra parte su gran rival en la región Irán, a pesar de que no cuenta con el mismo poder militar, tiene no solo producción propia de armas, sino un ejército perfectamente entrenado y con la suficiente mística y experiencia práctica como para no temblar frente a nadie, mucho menos frente a los Saud. El ejército saudita, solo ha sido preparado más para la represión interna y bien lo está demostrando en Yemen.
Con las especulaciones financieras y sus jugarretas con el precio del petróleo el actual rey, Salman, ha construido una cuerda de donde pueden terminar colgada toda la casa real. La pérdida de poder adquisitivo de los sectores medios sauditas, más el malestar por la guerra y la falta de libertades, podría hacer colapsar al reino, de una manera más rápida y violenta que lo ha hecho la dictadura egipcia de Hosni Mubarak.
La alianza de más de 70 años entre Washington y Riad parece estar en uno de sus peores momentos. Barack Obama pretende desmarcarse de esta alianza y se animó a llamar a las petro monarquías free riders (oportunistas) y aconsejó a los sauditas a abrirse a Irán. Por otra parte el senado norteamericano acaba de aprobar por unanimidad una ley que permitiría a los ciudadanos estadounidenses demandar al gobierno de Arabia Saudita por los ataques del 11 de septiembre de 2001 sobre la base de que la mayoría de los atacantes eran ciudadanos sauditas.
La trágica dinastía saudí que ha abusado hasta el paroxismo de su pueblo y las riquezas de su subsuelo. En lo social la aplicación de la versión más oscura del Islam el wahabismo, de donde abrevan también grupos como al-Qaeda y Estado Islámico, le procuró gestar un sistema social ultraconservador, hostil a toda innovación, al tiempo que la familia réinate se permite todos los “vicios” occidentales.
Arabia Saudí se fundó como una dictadura teocrática en la que la sharía o ley islámica se une a las necesidades represoras del estado. La Mutaween o comité para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio en definitiva una policía religiosa tiene carta blanca para castigar o encarcelar a cualquiera que se considere estar faltando algún precepto del Islam, lo que admite infinitas arbitrariedades.
La minoría chiita el 15 % de la población, dentro del reino es absolutamente marginada sin derechos y permanentemente perseguidos, la mayoría de los chiíes se asientan en las provincias del sur donde se encuentran los grandes yacimientos, lo que no deja de ser un punto de fricción cada vez más peligroso, si le sumamos que la guerra en Yemen está a pocos kilómetros. Las protestas sangrientas por la ejecución del clérigo shii Nimr Baqr al-Nimr en la localidad de Qatif, en enero último han sido una prueba más de que el reino agoniza y si no cambia, muere.
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Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
MIÉRCOLES 25 DE MAYO DE 2016 – COMCOSUR
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2) Los israelíes pagarán caro el imprudente nombramiento de su primer ministro
(Haaretz)*
Netanyahu ha demostrado que está dispuesto a arrastrar al país en una aventura militar potencialmente desastrosa, para eliminar todas las restricciones morales y fomentar el racismo flagrante con el único propósito de mantenerse en el poder. Es difícil imaginar que el primer ministro Benjamin Netanyahu vaya a tomar una decisión más imprudente e irresponsable que el nombramiento como ministro de Defensa a Avigdor Lieberman.
Por segunda vez desde la última elección Netanyahu tuvo que elegir entre la Unión Sionista y la extrema derecha. Y una vez más optó por virar a la derecha y establecer una coalición de ideología racista que pretende consolidar la ocupación, ampliar los asentamientos en los territorios, oprimir a la minoría árabe y socavar la democracia israelí.
El líder de Israel Beiteinu ha representado durante muchos años una posición racista que considera a los ciudadanos árabes de Israel una molestia y a sus representantes en la Knesset traidores. Demanda una política de defensa agresiva, la reocupación de la Franja de Gaza, el derrocamiento del Gobierno de Hamás en el territorio y la destrucción económica de la Autoridad Palestina, que en su opinión anima, incita y es responsable de los ataques a los israelíes.
En las últimas semanas lideró la lucha política en nombre de Elor Azaria, el soldado que asesinó a un atacante palestino moribundo en Hebrón. Lieberman pidió se libere a Azaria sin acusación de homicidio. Cuando era ministro de Asuntos Exteriores Lieberman hizo muy poco, pero su capacidad de causar daños al Estado estaba restringida. Ahora va a estar a cargo del ejército y de la máquina de la ocupación en los territorios, con un potencial casi ilimitado para fomentar las crisis y poner en peligro el interés nacional.
Podrá firmar los planes masivos de construcción en los asentamientos, poner fin a la coordinación de la seguridad con la AP, esforzarse para llegar a una confrontación con Hamás en el sur, intensificar el bloqueo de la Franja de Gaza, prohibir el empleo de palestinos en Israel y fomentar violaciones de las leyes de guerra.
El apoyo de Lieberman a Azaria, que disparó y mató a un adolescente palestino mientras huía después de lanzar piedras contra el vehículo del oficial, y al cierre de la investigación del coronel Israel Somer, dio señales a los soldados y policías de que la dirección política espera que disparen primero y pregunten después, que la ejecución de una persona herida de muerte o de un adolescente que huye es un comportamiento digno de apoyo y aliento, sin investigación ni enjuiciamiento.
Su llamado a la declaración del estado de emergencia en Israel, “al igual que en Francia después del ataque en París» es especialmente preocupante. A Lieberman le gustaría suspender la libertad de expresión en favor de la libertad para disparar.
Fue hace solo un mes cuando Netanyahu (en nombre del Likud), describió a Lieberman como un novato perezoso, “un pequeño charlatán» que ni siquiera era apto para ser un analista militar. Ahora Netanyahu confía la defensa nacional a un hombre para el que «el único proyectil que alguna vez silbó en su oreja era una pelota de tenis».
En el momento de la verdad el primer ministro ha demostrado que está dispuesto a arrastrar al país a una aventura militar potencialmente desastrosa, a eliminar todas las restricciones morales y fomentar el racismo flagrante con el único propósito de mantenerse en el poder. El alto precio será pagado por los ciudadanos de Israel y sus vecinos palestinos.
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* Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
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3) La estrategia de Washington para terminar con la integración
Aram Aharonian (Sur y Sur)
Días antes de regresar desde Estados Unidos a Buenos Aires, ya confirmada como nueva canciller de Argentina, Susana Malcorra se reunió con Thomas Shannon, Subsecretario de Estado para asuntos políticos de América Latina. Este la felicitó por su nueva responsabilidad y le adelantó que estaban dadas todas las condiciones en América Latina para que antes de finalizar el primer semestre del 2016 el presidente Barack Obama visitara su país.
Aquello que Shannon le dijo a Malcorra en diciembre, es lo que estamos viviendo hoy. El golpe judicial-mediático-parlamentario que desplazó a Dilma Rousseff de la presidencia brasileña, además de sacar del poder al Partido de los Trabajadores y suspender los programas sociales y otros beneficios para los más desposeídos, buscaba dejar en claro que un nuevo gobierno neoliberal en Brasilia significa una amenaza a sus vecinos, como Venezuela, Bolivia, Ecuador, en un listado que bien puede extenderse.
La visita de Barack Obama a la Argentina y su apoyo al proyecto neoliberal de Mauricio Macri, junto a su silencio cómplice respecto al golpe en Brasil, revela los objetivos centrales de EE.UU. en la región: romper su aislamiento con lo que aún considera su “patio trasero” y lograr, con otros formatos, rehacer el ALCA.
Lo planificado por Shannon con Malcorra y Macri –a quien le hicieron creer que era un líder regional- era garantizar el retorno a los años en que la política de EE.UU. era determinante para la política exterior de todo el continente, o sea antes de 2005, cuando los gobiernos progresistas lograron en Mar del Plata que la región le dijera No al ALCA, que transformaría al continente en una inmensa área de libre comercio, bajo el mando de la economía estadounidense y las trasnacionales.
El plan era extender a todo el continente lo que Washington ya estaba poniendo en práctica con México y Canadá, que en 20 años solo ha mostrado saldos negativos sobre todo para los mexicanos. En todo esto se vislumbra también un odio personalizado –ya en Washington, ya en el nuevo gobierno argentino- hacia la figura de Lula da Silva. Su triunfo electoral de 2002 frustró el acuerdo que Estados Unidos tenía con Brasil para imponer el proyecto del ALCA.
Hasta entonces nunca EE.UU. había estado tan aislado en el continente, mientras América Latina comenzaba a salir del modelo neoliberal y repensaba su inserción internacional, a partir de la fortificación de la integración de las economías y el intercambio Sur-Sur –con la locomotora que significó la Venezuela de Hugo Chávez y el bolivarianismo-, lo que permitió mejores condiciones a los impactos de la prolongada y profunda crisis recesiva internacional.
Hoy, el escenario mundial no es el mismo que en 2005. Es peor. En la última década, una mayor y mejor articulación del intercambio regional, la intensificación del comercio con China y la extensión del mercado interno de consumo popular fueron claves en esa resistencia a la recesión mundial.
No vivimos las mismas condiciones mundiales de los años 1990, y tampoco existe un paradigma o modelo a seguir como lo fue el promocionado modelo chileno. Los principales experimentos de la derecha son un fracaso (Chile, México, Perú, Colombia). No existe un modelo que se pueda poner como referencia exitosa. Estados Unidos esperaba que fuera la Argentina de Macri, pero este rápidamente muestra una desubicación en cuanto a las condiciones específicas de este contexto para aplicar las políticas neoliberales y estas surtan el efecto esperado.
No extraña que el ministro argentino de economía de Argentina, Alfonso Prat Gay, haya declarado con cierta euforia que los cambios políticos en Brasil son “una buena oportunidad para refundar el Mercosur”. La estrategia queda al descubierto: el restablecimiento del modelo neoliberal, con su política de apertura de los mercados y reacercamiento con los países del Norte, parte de la necesidad de desmontar los procesos de integración regional.
Ya lo había planteado un oscuro canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, quien sin apoyo del partido de gobierno (Frente Amplio) ni el Parlamento, planteó, al asumir su país la presidencia pro-témpore del Mercosur, “la flexibilización” del organismo de integración regional. Las fuerzas polícas le respondieron que la ésta solo podrá ser utilizada por aquellos países que busquen fragmentar el Mercosur y debilitar el poder de negociación que la unidad del bloque representa. La capacidad de negociación del país fuera del Mercosur será insignificante, con el agravante de que en la nueva situación regional los gobiernos de Argentina y Brasil quedaran liberados para firmar acuerdos que dejen a Uruguay como furgón de cola de sus políticas y/o perder mercados que actualmente tiene el país, añadieron.
Prat Gray coincide con las posiciones del nuevo canciller brasileño José Serra, quien tiene la idea fija de entregar el petróleo brasileño a trasnacionales petrolíferas internacionales (en especial el proyecto Pre-sal) y así se lo hizo saber extemporáneamente a sus representantes en una reunión que intentó ser secreta, realizada en Foz de Iguazú. El ministro argentino también espera entregar la estatal petrolera YPF (y sobre todo el yacimiento de Vaca Muerta en el sur del país) a las trasnacionales y en los sueños de Nin Novoa y sus mandantes para negociar los nuevos yacimientos del Atlántico uruguayo.
Más allá de ser una demostración de vasallaje, la “flexibilización”, la “refundación” significan lisa y llanamente el desmonte de los procesos de integración regional -Mercosur, Unasur, Celac- que lograron su mayor impulso gracias al entendimiento de los gobiernos progresistas de la región, y la promoción de un nuevo proceso de total dependencia de la región.
La derecha mercosureña siempre intentó mantener el Mercosur como organismo fantasma, abriendo brechas y espacios para acuerdos bilaterales de libre comercio –sobre todo- con EE.UU. Ahora, quiere rebajar la importancia del bloque, que cumplió cuarto de siglo, con flirteos y presiones para que, además de suscribir un muy incierto TLC con la UE –pendiente desde hace 22 años-, se produzca un mayor relacionamiento con la Alianza para el Pacifico, cuyos éxitos se desconocen en todo el mundo.
Uno puede estar de acuerdo con redefinir el Mercosur, pero cambiarlo no puede significar volver hacia atrás. La crisis y las desproporciones (estructurales y coyunturales) requieren de más integración, requieren profundizar la integración. Ese es el camino correcto, y no el camino de “sálvense quien pueda”. Hay que buscar soluciones que nos ayuden a superar en conjunto las circunstancias críticas regionales y nacionales.
Fue el mismo presidente estadounidense Barack Obama quien no dudó en decirle a Gran Bretaña que no abandone el bloque de la Unión Europea, porque esa separación sería un error para enfrentar las amenazas comunes (léase China y Rusia). Aquí nuestros “estadistas” proponen flexibilizarnos, eufemismo que oculta la desbandada, para negociar cada uno por su cuenta y a cuenta de los países centrales y las trasnacionales.
Mientras, desesperada por el fracaso del TLC del Mercosur con la Unión Europea –por el manifiesto desinterés de éstos- Malcorra, articuladora del desmantelamiento de la integración, lanzó un mensaje desesperado para evitar “otra oportunidad perdida” ante inversionistas españoles: “Si no otros (Rusia, China) entrarán en Latinoamérica”, advirtió. Mutis en el foro.
El camino propuesto por Uruguay al Mercosur lleva inexorablemente a un destino similar al de la Comunidad Andina, que luego de flexibilizar su normativa para avanzar con acuerdos comerciales con la Unión Europea, prácticamente ha desaparecido.Y esa parece ser la estrategia trazada en Washington y seguida en Montevideo, Buenos Aires y ahora también en Brasilia.
MIÉRCOLES 25 DE MAYO DE 2016 – COMCOSUR
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4) América Central: no se detiene la carrera armamentista
Por Lina Barrantes Castegnaro (IPS)
El anuncio reciente de la compra de 50 tanques rusos por un valor de ocho millones de dólares, por parte del gobierno de Nicaragua, ha llamado la atención de la prensa latinoamericana e inquietado a la comunidad internacional.
Este hecho, que no es aislado, es parte de una carrera armamentista, en la cual se encuentra inmersa América Latina desde hace varios años. El aumento del gasto militar contrasta con la realidad de una región pobre como América Central, en donde el gasto militar es tan impresionante como los indicadores de miseria.
En sus conclusiones, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) indica que en el año 2015 Belice gastó 1,1 por ciento de su presupuesto anual en equipo militar (19,6 millones de dólares), El Salvador 0,9 por ciento (223 millones), Guatemala 0,4 por ciento (274 millones), Honduras 1,6 por ciento (324 millones de dólares) y Nicaragua 0,6 por ciento (71,6 millones).
Países como Costa Rica y Panamá, al no tener ejércitos, no declaran gastos militares. Frente a este gasto en armas, el fantasma del hambre y el subdesarrollo ronda la región. El índice de desarrollo humano del 2015 revela que Guatemala ocupa el puesto 128, Honduras el 131, El Salvador el 116, Nicaragua el 125 y Belice el 101.
Costa Rica está en el lugar 69 y Panamá el 60. Por lo tanto, la peor calificación de la región entre 188 naciones recae en Honduras y Guatemala, los dos países con menor desarrollo humano de Centroamérica. Es decir, mientras más pobres los países, más gastan los gobiernos en juguetes de exterminio. La pregunta que surge de esta relación es: ¿A quién le harán la guerra esos juguetes?
Una posibilidad es que el rearme sea para estar en capacidad de hacerle frente a una guerra o a una invasión. Sin embargo, no está claro cuál guerra o invasión. Otra hipótesis que se puede ensayar es que sean usadas contra sus mismos ciudadanos repatriados en deportaciones desde Estados Unidos,que regresan graduados en cursos intensivos de violencia y criminalidad,obtenidos en los suburbios latinos.
El Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 1994 planteó, formalmente, algo que años atrás se venía debatiendo en la arena internacional: si el mundo ahorra en gasto militar e invierte ese ahorro en desarrollo, podría en tan solo unos años erradicar la pobreza. Desde esta óptica, la pobreza no solo tiene que ver con guerra, sino que también con gasto militar.
En el período 1987-1994 la disminución de gasto militar mundial fue de 935.000 millones de dólares. Lamentablemente, ese dinero no se utilizó para financiar la agenda social o de desarrollo; en realidad, no se puede precisar cómo se usaron esos recursos. El gasto en parafernalia militar es lamentable, pero lo es más, cuando los recursos de un país son tan escasos como en Centroamérica.
Por eso, debemos insistir en el tema de los dividendos de la paz, concepto presentado al mundo por el entonces presidente Oscar Arias de Costa Rica, en el año 2006, con el nombre de “Consenso de Costa Rica”. Esta idea plantea un compromiso, de parte de los organismos financieros internacionales, para apoyar de manera más generosa a los países que invierten sus presupuestos en desarrollo y no en muerte.
Así como el Tratado sobre la Transferencia de Armas propuso asociar derechos humanos y ética frente al gasto militar, el Consenso de Costa Rica pretende que se establezcan mecanismos para perdonar deudas y apoyar, con recursos financieros, a los países en vías de desarrollo que inviertan cada vez más en salud, educación y vivienda para sus pueblos; y cada vez menos, en armas y soldados. Que la comunidad financiera internacional premie no solo a quien gasta con orden, como hasta ahora, sino a quien gasta con ética.
Justamente, en días recientes, durante la constitución de la Alianza de Premios Nobel contra el Hambre, en la FAO en Roma, el expresidente Óscar Arias planteó como alternativa para combatir el hambre en el mundo, la oportunidad de retomar su propuesta “Consenso de Costa Rica” y apoyar a quienes aprovechan sus presupuestos en la vida de sus ciudadanos y no en su muerte.Esperamos que el día en que esto suceda esté más cerca que lejos.
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Editado por Pablo Piacentini
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5) Las trampas del Mercosur flexibilizado
Juan Manuel Karg * (Alai)
El viaje de canciller interino José Serra a la República Argentina termina de poner sobre la mesa una serie de elementos importantes para comprender una situación regional novedosa, cambiante. El tucano, dos veces derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva en el terreno de las urnas, comparte con Susana Malcorra la idea de “flexibilizar” el bloque, noción que parte de un presupuesto engañoso: desideologizar la política exterior de los países. Detrás de este gran titular, se abriría la idea de que se le daría oportunidades a los funcionarios de carrera -“los mejores”- en el ámbito de las relaciones exteriores, y no a funcionarios políticos puros. Esto es desmentido de entrada por el propio caso de Serra, un político hecho y derecho y no un diplomático de Itamaraty, que arribó a su lugar sólo por un arreglo cupular con el también interino Temer, cerebro del golpe a Dilma.
Pero, sobre todo, la supuesta “desideologización” exigida por Serra-Malcorra anidaría en dejar atrás las uniones políticas puras, pasando a un pragmatismo que definiría las relaciones exteriores por otros elementos, como la economía. Curioso razonamiento para establecer nuevos acuerdos de libre comercio con potencias (EEUU y UE) con las cuales nuestra región siempre tuvo asimetrías evidentes, contra las cuales batalló diplomáticamente en el “No al Alca” de 2005. La pauperización social que vive México desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, junto a EEUU y Canadá, debe servir de contundente balance para graficar los peligros evidentes de arrojarse sin más a las mieles del “libre mercado” justamente con quienes son jugadores, árbitros y dirigentes a la vez de aquellas estructuras.
La principal trampa del Mercosur flexibilizado es esa: funge como soporte discursivo para establecer una operatoria bien conocida para nuestros países. ¿Cuál es la desideologización en flexibilizar la unidad de nuestros países para ir hacia la Alianza del Pacífico? ¿No hay una ideología evidente en el andamiaje institucional de este bloque, en el cual todos sus miembros son firmantes de TLCs con Washington? La resultante de esta nueva operatoria es un amesetamiento evidente de las nuevas instancias regionales, como Unasur y CELAC. El “golpe en cámara lenta” en Brasil y su desenlace nos muestra eso: mientras las autónomas herramientas no llegan a dar respuesta acorde sobre el tema, por un “empate catastrófico” de las fuerzas posneoliberales y las conservadoras, la OEA debate sobre Venezuela, no emitiendo palabra sobre la grave situación institucional que afronta el gigante sudamericano.
El Mercosur flexibilizado es, en esencia, una puerta abierta al libre comercio, para intentar orientar la región hacia el TPP (Acuerdo Transpacífico) que Washington armó en detrimento de Beijing. Brasil y Argentina pasaron, entonces, de constituir e intentar formar parte de los BRICS, respectivamente, a ser los arietes sudamericanos de la nueva política de EEUU para aislar a China a nivel global. Todo en apenas cinco meses. Es que detrás de la supuesta “desideologización” hay una ideología bien clara: la neoliberal. Malcorra y Serra, aún cuando se muestren como paladines del diálogo con todos los países, han tomado una notoria posición inicial desde sus respectivas cancillerías, tendiente a fortalecer los lazos de Argentina y Brasil hacia Washington y Bruselas.
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* Politólogo UBA / Analista internacional
MIÉRCOLES 25 DE MAYO DE 2016 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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