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MACRI CONDONA PENAS A GENOCIDAS

1) Argentina: Estela de Carlotto: “Nos quieren borrar de la historia”
2) Guatemala: «Hablar de homosexualidad y feminismo aquí es un acto de valentía»
3) México: Mujeres rebeldes zapatistas
4) Francia: “No mi presidenta”: las feministas francesas se movilizan contra Marine Le Pen
5) Cine: ‘Rara’ o el dibujo de una familia homomarental

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 515/ Lunes 8 de mayo de 2017 / Producción: Beatriz Alonso

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo

Argentina: Estela de Carlotto: “Nos quieren borrar de la historia”
Redacción La Tinta

En un fallo escandaloso, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) declaró aplicable el beneficio del 2×1 para las penas de prisión por delitos de lesa humanidad. Abuelas de Plaza de Mayo anticipó repudio internacional.
Por mayoría, la Corte Suprema declaró aplicable la Ley 24.390 en el caso de caso de Luis Muiña, condenado por ser parte de un grupo paramilitar que actuaba en el centro de detención clandestina dentro del hospital Posadas, conocido como “El Chalet”.

La ley conocida popularmente como el “beneficio del 2×1” estuvo vigente entre los años 1994 y 2001 pero hoy se encuentra derogada. Permitía computar doble, a partir del segundo año de detención, los días que pasaron sin sentencia firme. De esta manera, la Corte Suprema avala que las penas de represores puedan reducirse de manera contundente.

En diálogo con Radio Nacional AM750, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto criticó duramente a los jueces de la Corte por el polémico fallo: “Equiparan los delitos de lesa humanidad y el genocidio de terrorismo de estado a cualquier preso común que roba una gallina. Estamos en un país de trastornados”, expuso.

“Es una estafa a la moral social. Nos están destruyendo, no sólo la economía sino la moral, la conciencia cívica que hemos logrado los últimos tiempos para defender lo que hay que defender. En esta lucha que tanto falta todavía, que tengamos estos retrocesos enormes es terrible”.

De Carlotto ligó la decisión de la Corte al gobierno de Cambiemos, que sigue una “norma de olvido y desprestigio” de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Nos quieren borrar de la historia y hacer una nueva. Hay un pueblo que tiene que salir a denunciar esto a nivel internacional porque esto se tiene que saber porque el fallo es contrario a lo que entiende Naciones Unidas, la OEA o Amnistía Internacional”.

Dependencia del Poder Judicial

Casualidad o causalidad, los tres jueces que aprobaron el fallo por mayoría son magistrados vinculados a Cambiemos.

Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz son los magistrados que se incorporaron a la CSJN con la presidencia de Mauricio Macri. De hecho, el mandatario intentó designarlos por decreto a un mes de asunción pero el rechazo de propios y ajenos obligó a que el nombramiento pase por el Congreso de la Nación.

Elena Highton de Nolasco por su parte, también se puede haber visto condicionada por el gobierno nacional. La jueza cumplió en diciembre pasado los 75 años y el Ejecutivo presionó para que se jubile del tribunal. La única vía prevista por la Constitución para que un magistrado pueda quedarse en su silla cinco años más tras pasar esa edad es que el Presidente de la Nación proponga una extensión de su mandato y que esa propuesta sea refrendada por el Senado. Nada de eso ocurrió, pero Highton logró su cometido porque el Gobierno decidió dejar extinguir el plazo que tenía para apelar el amparo que presentó la jueza para evitar la jubilación obligatoria.

De Carlotto, remarcó esta situación y apuntó contra Highton de Nolasco: “Si viven bajo presiones para mantener el status que se pongan un kiosco”.

La titular de Abuelas adelantó que trabajarán con urgencia en una “denuncia feroz” para revertir el fallo de la Corte en una instancia internacional. En este marco, le envió un mensaje frontal a la Corte y al Gobierno: “Nosotros no vamos a parar. Yo me enojo, pero me calmo y pienso cómo tengo que hacer para desbaratar todo esto, con razonamiento y respeto. Realizaremos una denuncia feroz a nivel internacional sobre la justicia argentina”.

Comunicado de prensa de Organismos de Derechos Humanos

Hasta el día de hoy, fue indiscutido que esta ley no regía para los crímenes de la dictadura, dado que no estaba vigente durante su comisión ni durante el juzgamiento de estos delitos.

Hoy, el fallo de la Corte abre la puerta a la impunidad de los genocidas. Como los mismos jueces Lorenzetti y Maqueda argumentaron en su voto en disidencia, la reducción de pena no es aplicable a los crímenes de la dictadura. Estos delitos no concluyen hasta tanto no se sepa el destino de los desaparecidos y de los nietos y nietas apropiados, por lo que no se pueden aplicar leyes previas y no vigentes. Este criterio también es exigido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a quien la Corte Suprema vuelve a desoír.

Es imperioso recordar que estos genocidas fueron juzgados tardíamente por la vigencia de las leyes de impunidad y que en la mayoría de los casos las condenas aún no se encuentran firmes por las propias dilaciones del Poder Judicial. El beneficio de este fallo alcanzaría a centenares de represores que estuvieron detenidos con prisión preventiva y ahora pueden obtener drásticas reducciones en sus penas e incluso solicitar la libertad por haber cumplido dos tercios de su condena.

Asimismo, el fallo abre un panorama incierto para las condenas a los apropiadores de menores porque cambia el criterio respecto a la ley aplicable que venía sosteniendo la jurisprudencia hasta la actualidad, incluso refrendada por la propia Corte Suprema.

De tomar este nuevo criterio de la Corte, los apropiadores podrían tener penas de tres años de prisión, que son de ejecución condicional y, así, un delito que se viene cometiendo durante 40 años recibiría una condena no acorde a la gravedad del hecho.

Llama poderosamente la atención que la jueza Highton de Nolasco, que en otras oportunidades impartió Justicia a favor de la verdad, hoy vote en sentido opuesto y en línea con los vientos de impunidad vigentes. Para dar un ejemplo, en el fallo Magnacco de 2009, que llamativamente fue omitido por la mayoría del Tribunal, justamente Highton de Nolasco se había pronunciado de forma opuesta a la resolución que tomó hoy, al considerar que debía aplicarse la ley 24.410, que establece penas más graves para delitos de apropiación.

Los organismos no claudicaremos en la lucha por la Justicia y advertimos que agotaremos todas las instancias nacionales e internacionales hasta lograr que este criterio que garantiza la impunidad sea abandonado. Asimismo, convocamos a todo el pueblo a defender los derechos conquistados, que son la clave para garantizar el Nunca Más en nuestra sociedad.

COMCOSUR MUJER Nº 515 – 08.05.17
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2) Guatemala: «Hablar de homosexualidad y feminismo aquí es un acto de valentía»
Hablamos con la primera diputada guatemalteca que hizo pública su homosexualidad
Play Ground

«Una lesbiana no puede representar los derechos de las mujeres porque no es lo suficientemente mujer». Este era el tuit que escribía un ciudadano guatemalteco, entre otros muchos, sobre la diputada Sandra Morán. Fue el pasado septiembre, mientras se decidía si la diputada Morán debía presidir el Foro Parlamentario de la mujer. El Foro se creó para impulsar leyes que protejan los derechos de las mujeres guatemaltecas. Está formado por todas las diputadas, que son 24 mujeres frente a 134 hombres. Morán es actualmente su presidenta.

¿Puede haber algo más opuesto al feminismo que el lesbianismo? ¡Es que es la mujer misma la que se opone a la femineidad!.

La diputada está acostumbrada a recibir insultos por las redes sociales. También amenzas de muerte. La han tachado de inmoral y de ser el egendro del mal por sus ideas de izquierdas, feministas y a favor de los derechos del colectivo LGTB. Nació en plena guerra civil de Guatemala, en 1961. El conflicto duró 30 años y supuso un genocidio —más de 200.000 muertos— donde las principales victimas fueron indígenas y estudiantes.

Con 21 años tuvo que exiliarse a México por su afiliciación a la Guerrilla de los pobres y por la asedio y persecución del Ejército hacia los estudiantes universitarios. Allí conoció a Rigoberta Menchú (Premio Nobel de la Paz). Pasó también por Nicaragua y Canadá hasta que volvió finalmente a Guatemala 14 años más tarde. Formó parte del movimiento para los acuerdos de Paz de su país y es la primera diputada en declararse abiertamente lesbiana.

Desde que llegó al poder, ha sido foco de críticas por las iniciativas que quiere poner sobre la mesa. Despenalizar el aborto —cuando se trate de niñas menores de 14 años que han sido violadas— y la unión civil entre personas del mismo sexo son algunas de ellas. Unas ideas que han escandalizado a un Gobierno conservador y a un país donde la religión sigue ejerciendo una gran influencia.

«Cuando decidí presentarme a las elecciones (septiembre de 2015) hice pública mi orientación sexual. Quise ser transparente con el electorado y tomé una decisión que tampoco ha sido fácil. Dije abiertamente que era lesbiana, algo que en Guatemala puede considerarse un acto de valentía teniendo en cuenta la enorme discriminación que sufre el colectivo LGTB», explica Morán a PlayGround.

Añade: » No digo que haya que esconderse ni ocultar tu condición sexual, pero cuando eres un cargo público estás muy expuesta. Solo espero que mi gesto al menos sirva para que otros pierdan el miedo. De todas formas, no fue una decisión fácil», añade.

Su candidatura es una forma de visualizar al colectivo LGTB y de dar esperanza a las víctimas que sufren a diario acoso y violencia por su orientación sexual. «No hay cifras de la cantidad de víctimas porque hay demasiado miedo a denunciar en la mayoría de los casos. Otros acaban siendo asesinados de forma muy violenta, especialmente los transexuales», asegura la diputada. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un año ( 2013-1014) 600 personas del colectivo LGTB fueron asesinadas. En Cobán (Guatemala) un grupo de jóvenes tiene como afición salir a «cazar homosexuales». Son perseguidos y golpeados.

Esta «outsider» de la política viene de una larga trayectoria de los movimientos sociales. Durante años ha formado parte de organizaciones que defienden los derechos de la mujer y de las minorías sexuales. Ahora, en el Gobierno, está al frente de Convergencia, un partido de izquierdas creado en 2014 e integrado por seis organizaciones de sindicatos y de consejos indígenas. El partido consiguió tres escaños en las elecciones de 2015 después de que 32.000 guatemaltecos y guatemaltecas les votaran.

Con un 60% de pobreza en el país, que afecta mayoritariamente a la población indígena, y con unas cifras de feminicidio que lideran las principales causas de mortalidad, el partido de Morán se ha marcado unos objetivos que tienen mucho de social pero también de imposible. «Somos conscientes de la dificultad que va a suponer aprobar muchas de las iniciativas que queremos llevar a cabo, pero por lo menos queremos ponerlas sobre la mesa. Queremos debatir y abrir camino para las nuevas generaciones», añade la diputada.

A eso hay que sumarle que su partido ha pasado de tener tres escaños a tan solo dos. Álvaro Velázquez, académico que se integró en la coalición en sus inicios, ha pasado a ser independiente dejando así a Morán y Leocadio Juracán (campesino) al frente de Convergencia. «Hemos recogido las propuestas que llevaban años sin presentarse en el Congreso después de años de tremenda corrupción política». De momento, ninguna de sus propuestas ha sido aprobada.

Algunas avanzaron, pero no llegaron a aprobarse. El derecho al espacio radioeléctrico de los pobres, por ejemplo, no llegó a buen puerto. EL partido de Morán propuso liberar un espacio radioléctrico para que las capas más desfavorecidas pudiesen tener acceso a luz de forma gratuita. Un espacio copado por el negocio privado y que tardó poco en desecharse en el Congreso.

También se propuso una reforma agraria que fortaleciera a los campesinos. «La idea era cambiar el modelo de desarrollo actual que favorece al exterior y crea pobreza en nuestros campesino». Morán se refiere a las exportaciones. Guatemala exporta Café, banano, caña de azúcar, etanol y algo de petróleo. Los contratos están hechos para favorecer a los empresarios, que establecen precios de mercado competitivos para el mercado exterior, traduciéndose en pobreza para quienes trabajan en el campo. El salario mínimo en Guatemala para los campesinos está situado en 11 dólares diarios. La mayor parte de las veces ni siquiera se cumple.

En cualquier caso, han sido dos las medidas que han situado en el foco de las críticas a la activista : la propuesta de permitir la unión civil entre personas del mismo sexo y la despenalización del aborto cuando se trata de violaciones en niñas menores de 14 años.

«Tan solo en enero se produjeron 73 feminicidios en Guatemala y más de 9.000 embarazos de menores de 17 años. Las mujeres y los menores son uno de los grupos más vulnerables en Guatemala», explica Morán. «Nuestro partido quiere poner sobre la mesa la posibilidad de despenalizar el aborto cuando se trate de embarazos fruto de violaciones en menores de 14 años». La propuesta, que ha sido redactada junto a la ONG Mujeres Transformando el Mundo (MTM), ha supuesto una gran controversia en un Gobierno presidido por el partido de Jimmy Morales, con fuertes convicciones evangélicas.

La segunda polémica que le ha otorgado el título de «engendro del mal», en palabras de la propia diputada, ha sido la propuesta para aprobar la unión civil entre personas del mismo sexo. Todavía no ha presentado la propuesta a la comunidad LGBT, pero cree que supondrá un gran avance para sus derechos y su visibilidad.

«Guatemala sigue siendo conservadora y machista. El prediente Jimmy Morales ya dejó clara su postura de negarse a la unión de los homosexuales. Somo conscientes de todo el trabajo que nos queda por hacer, de todos los derechos que nos faltan por conseguir y de lo corta que es nuestra vida. Pero si nuestra labor sirve para abrir camino a la siguiente generación, ya habrá servido para algo todo nuestro trabajo», concluye Morán.

A la espera de que se presenten las dos propuestas, la diputada tendrá que lidiar no solo con el Congreso, sino con ciudadanos que siguen pensando que una mujer lesbiana no es suficiente mujer. Y bajo esa premisa debatir si la mujer debe ser dueña de su cuerpo o si debe serlo el Estado o su cónyuge.

COMCOSUR MUJER Nº 515 – 08.05.17
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3) México: Mujeres rebeldes zapatistas
La Tinta

Nada hay tan subversivo e irreverente como un grupo de mujeres de abajo diciendo, diciéndose: “Nosotras“.
Don Durito de La Lacandona.

El 1 de enero de 1994 el mundo conoció al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que de manera sorpresiva salió a la luz desde el sureste mexicano, en Chiapas, el mismo día que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Las demandas históricas de los pueblos indígenas mexicanos se hacían escuchar con fuerza, retumbando en las luchas de pueblos muy distantes entre sí. Más de dos décadas han pasado desde aquel alzamiento armado. Los ecos y las maneras creativas del zapatismo de reinventarse, no dejan de crecer desde entonces.

A través de comunicados del subcomandante Marcos, el EZLN nos contó que nacieron mucho antes del alzamiento, y que su historia llevaba mucho caminado, que un pequeño grupo de militantes maoístas que provenían de la izquierda de vanguardia habían decidido internarse en la selva Lacandona, y que en casi diez años de historia se fueron transformando en lo que conocimos ese 1 de enero. En el diálogo con el pueblo indígena oprimido se dieron cuenta “no sólo que no nos entendían, sino que su propuesta era mejor” (Sucomandante Marcos).

Ese quiebre en el modo de comprender la lucha -que ha sido un faro para la militancia autonomista latinoamericana- se puso de manifiesto en 1994 con el levantamiento y su presentación como ejército con las Leyes Revolucionarias, entre ellas la Ley Revolucionaria de Mujeres.

Las mujeres indígenas de México

“Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy Zapatista pero tampoco importa en este momento. Soy indígena, soy mujer, y eso es lo único que importa ahora. En este país fragmentado vivimos los indígenas condenados a la vergüenza de ser el color que somos, la lengua que hablamos, el vestido que nos cubre, la música y la danza que hablan nuestra tristezas y alegrías, nuestros historia. Nosotras las mujeres indígenas no tenemos las mismas oportunidades que los hombres, los que tienen todo el derecho de decidir de todo. Sólo ellos tienen el derecho a la tierra, la mujer no tiene derecho como que no podemos trabajar también la tierra, y como que no somos seres humanos. Las mujeres indígenas no tenemos buena alimentación, no tenemos vivienda digna, no tenemos un servicio de salud ni estudios. No tenemos proyecto para trabajar, así sobrevivimos la miseria”. (Subcomandanta Esther, Tierra de Mujeres, 2003)

Si bien las comunidades indígenas desarrollaron formas comunales que les permitieron resistir estos cinco siglos de explotación, las mujeres fueron puestas en lugares subordinados.

Ya en las últimas etapas de la clandestinidad del EZLN, cuentan los zapatistas que Juanita, la compañera del viejo Antonio, tuvo un rol decisivo en poner en cuestión el rol de la mujer indígena chiapaneca y la dominación ejercida sobre ella en el interior de sus comunidades. Las zapatistas fueron quienes se comenzaron a preguntar por su lugar como pobre, como indígena, pero también como mujer .

Ley Revolucionaria de Mujeres

“Las mujeres llegaron a entender que es importante su participación para
cambiar esta mala situación”. Comandanta Ramona.

Esta ley con la que se presentaban al mundo en 1994, y que asumían como compromiso transformador, garantizaba una serie de derechos para las mujeres de las comunidades zapatistas, entre ellas, el de participar en la lucha revolucionaria y de los asuntos comunales. Además, las mujeres podrían tener cargos si fueran elegidas; tendrían derecho a trabajar y recibir un salario justo; a decidir cuántos hijos tener y cuidar; a recibir atención primaria de salud; buena alimentación y educación; a elegir libremente a su pareja. Es explícita además en torno a la prohibición de la violencia física y la violación, delitos castigados severamente.

“Es como una construcción de humanidad lo que se quiere… es lo que estamos tratando de cambiar, otro mundo es lo que se quiere… es la lucha de todo lo que estamos haciendo, hombres y mujeres, porque no es una lucha de mujeres ni es una lucha de hombres. Cuando se quiere hablar de una revolución, es que van juntos, va para todos entre hombre y mujeres, así es la lucha”. Del Caracol II, Oventik. Escuela zapatista. 2013

Las leyes revolucionarias fueron declaraciones de principios hacia el afuera, y hacia el adentro que se estaba construyendo en Chiapas. Para muchas feministas mexicanas significó un hecho importantísimo que en los años ´90 una organización revolucionaria se presentara con una herramienta exclusivamente de género, ubicando a esa lucha en el mismo lugar que, por ejemplo, la lucha agraria. Hacia adentro del movimiento que surgía, la ley generó mucha resistencia, que las mujeres zapatistas pacientemente des-anudaron.

Ellas explican que los hombres de sus comunidades tenían internalizado las costumbres del opresor, aprendidas de terratenientes y finqueros, quienes usaban a las indígenas como meros objetos a explotar de cualquier forma. “Se les fue metiendo esa idea de los capitalistas como es la historia que la mujer no vale nada” (En apunte de Escuela Zapatista, 2013).

Más allá de un cuerpo de derechos a cumplirse, la ley, en tanto revolucionaria, pretendió sentar las bases de lo que se desarrollarían desde entonces en las comunidades. Las mujeres zapatistas tuvieron un papel central en la difusión, en explicar la urgencia y la necesidad de cambios en relación a las relaciones de género hacia adentro de las comunidades. Se pretendía un cambio cultural, de mirada: desnaturalizar el papel de las mujeres en sus comunidades, muy arraigado en las costumbres del pueblo.

“Las leyes de las mujeres que acababa de leer Susana significaban, para las comunidades indígenas, una verdadera revolución. Los varones se miraban unos a otros, nerviosos, inquietos. De pronto, casi simultáneamente, las traductoras acabaron y en un movimiento que se fue agregando, las compañeras empezaron a aplaudir y hablar entre ellas. Ni que decir que las leyes de mujeres fueron aprobadas por unanimidad. Algún responsable tzeltal comentó ‘lo bueno es que mi mujer no entiende español, que sino…’ Una oficial insurgente, tzotzil y con grado de mayor de infantería, se le va encima: ‘te chingaste, porque lo vamos a traducir en todos los dialectos’. El compañero baja la mirada. Las responsables mujeres están cantando, los varones se rascan la cabeza” (Millán, 2014: 77)

Con esfuerzo y lucha diaria, el zapatismo avanzó en mejorar la condición de las mujeres dentro de la construcción de la autonomía de sus comunidades (salud, educación, trabajo, entre otros ejes).

En cuanto a la participación, Ramona, ícono de esta lucha, explicó: “Las Juntas de Buen Gobierno nunca hubieran sido sin las mujeres. Sin la participación de las mujeres no sería la lucha del pueblo. Sería lucha de hombres, pero no lucha del pueblo”.

En la construcción de autonomías, siendo la lucha “un paso cotidiano”, la participación de las mujeres también es promovida en toda la vida comunitaria. Desafiando el lugar del trabajo fuera de la casa como ámbito masculino, se crearon espacios de trabajos colectivos de mujeres, donde se encuentran en un ámbito de cooperación y enseñanza mutua, un espacio entre-mujeres. Las ganancias de los trabajos realizados son utilizadas de manera colectiva, para poder desarrollar nuevos proyectos, o sostener la estructura organizativa, por ejemplo cubrir los gastos de las que tienen un cargo y deben viajar para asistir a reuniones. Estos espacios además desafían la división entre producción y reproducción de la vida, es decir la división sexual del trabajo, mientras que se oponen a la economía de mercado.

Simultaneidad y complementariedad

Las mujeres zapatistas demandan una transformación profunda en los modos de relaciones con sus propia comunidad, a la vez que buscan construir un “equilibrio” en la relación con los hombres, sabiendo a la vez, que comparten, tanto hombres como mujeres zapatistas, discriminaciones y vejaciones por ser indígenas.

La doble opresión que viven las mujeres indígenas, no les obtura la necesidad de una lucha conjunta, que se complementa y no puede darse sino en simultáneo. La cosmovisión de los pueblos mesoamericanos no jerarquiza las luchas, no las prioriza, no se pregunta cuál es la más urgente e importante, si la racial, de clase, o la patriarcal. Las ven como parte de un todo.

En ese sentido, la Ley revolucionaria de las mujeres sólo puede ser entendida en su densidad real, si se tiene en cuenta que es una propuesta colectiva, no de ejercicio individual, en tanto para estos pueblos es imposible pensar de forma separada las personas de la comunidad, el individuo del todo, desafiando la mirada occidental de opciones excluyentes.

Raquel Gutierrez Aguilar desarrolla un concepto interesante para pensar la política que desarrolla el zapatismo. “La política en femenino, explica la autora, no tiene la ambición de gestionar la acumulación del capital, sino que su búsqueda se centra en limitarlo. No se propone la toma del Estado, o su ocupación, sino que se centra en la defensa de lo común. Por último, dispersa el poder, habilitando la reapropiación de la palabra, y la construcción colectiva de decisiones sobre “asuntos que a todos competen porque a todos afectan” (Raquel Gutierrez, 2014).

“Quiero que todas las mujeres despierten
y que siembren en sus corazones la necesidad de
organizarnos”.
Comandanta Ramona

COMCOSUR MUJER Nº 515 – 08.05.17
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4) Francia: “No mi presidenta”: las feministas francesas se movilizan contra Marine Le Pen
Pikara Magazine

Mientras Marine Le Pen se autoproclama la “candidata de las mujeres”, el movimiento feminista llama a parar los pies al Frente Nacional en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia y a votar a Emmanuel Macron. Aun así, las feministas advierten: su apoyo puntual al exministro de Economía -promotor de medidas neoliberales durante el quinquenio socialista- no es ni mucho menos un cheque en blanco.

Hace pocas semanas, en uno de sus mítines más multitudinarios en París, Marine Le Pen contempló con estupor cómo una activista de Femen irrumpía en el escenario, antes de ser placada con eficacia militar por el personal de seguridad. Retomando su discurso, la candidata del Frente Nacional lanzó: “Ahí lo tienen, la inversión total de valores: militantes de extrema izquierda vienen a interrumpir un mitin de la única que defiende a las mujeres”.

Porque así se ha vendido Le Pen durante la campaña electoral: haciendo valer su condición de abogada y madre divorciada, viviendo además sin estar casada con su actual pareja -Louis Alliot, otra cara conocida del partido-, la aspirante del FN al Elíseo se ha mostrado como una profesional moderna y feminista, “la candidata de las mujeres”.

El intento de dejar atrás los viejos demonios del partido fascista y filonazi no es nueva: desde que se puso al frente del partido en 2011, Le Pen ha hecho todo lo posible por mostrarse más abierta, distanciándose del ala más católica de su partido, rebajando su intransigencia en temas como el aborto, y rodeándose de colaboradores abiertamente homosexuales, como el vicepresidente del partido, Florian Philippot, o el recién nombrado presidente de la formación, Steeve Briois.

Consciente de que su identidad de género ha contribuido a suavizar y mejorar la percepción de su partido entre una parte del electorado francés, la aspirante del Frente Nacional trata de ganarse el voto femenino y va logrando progresos: si su padre, Jean Marie Le Pen, tenía un electorado tradicionalmente más masculino, en el caso de la hija la diferencia se recorta y tanto en las elecciones de 2012 como en la primera vuelta de estos comicios el 23 de abril obtuvo el mismo nivel apoyo entre hombres y mujeres.

¿Ha cambiado el Frente Nacional con la llegada de Marine Le Pen en su posición sobre las mujeres? “Reivindicarse como feminista le permite distinguirse del viejo Frente Nacional falocrático”, explicaba recientemente el filósofo Michel Eltchaninoff, autor del ensayo ‘Qué hay en la cabeza de Marine Le Pen’. Se trata, no obstante, de la misma persona que “considera que los grandes combates feministas de los años 60-70 ya están ganados, rechaza con violencia la ‘grotesca teoría de género’, y en su discurso mezcla a Olympe de Gouges y Marie Curie con figuras del nacionalismo católico como Santa Genoveva o Juana de Arco. Su feminismo pica de tantos sitios que pierde todo significado”.

Raphaëlle Rémy-Leleu, portavoz de la organización Osez Le Féminisme, va más allá: “La diferencia entre antes y ahora se encuentra exclusivamente en el discurso, no en las políticas que lleva a cabo o que promueve. Se trata de un cambio cosmético: el FN jamás será un partido defensor de los derechos de las mujeres o de la comunidad LGBT porque es una formación xenófoba, homófoba y reaccionaria”.

No se trata de una postura minoritaria: ante el intento de recuperación de la causa de las mujeres, el movimiento feminista en Francia ha parado los pies en seco a Marine Le Pen. En estas elecciones presidenciales numerosas organizaciones han denunciado la “farsa” del presunto feminismo del Frente Nacional y han llamado a combatirlo con total contundencia.

Esta semana, medio centenar de personalidades del mundo de la cultura, el arte y la política encabezadas por Laurence Rossignol, ministra de la Familia, la Infancia y los Derechos de las Mujeres, firmaron un manifiesto: “Feministas, no queremos al Frente Nacional. Votaremos a Emmanuel Macron”.

En ese manifiesto, recuerdan que Le Pen aboga por medidas como acabar con la discriminación positiva “para volver a la meritocracia”, pretende prohibir el aborto que ha bautizado de “comodidad” y estigmatiza a las mujeres migradas.

La federación Inter-LGBT de Francia ha llamado a “movilizarse masivamente para derrotar las ideas del Frente Nacional”, ante un programa que también incluye la derogación del matrimonio gay, una reproducción asistida contemplada exclusivamente en caso de esterilidad (lo que dejaría fuera a las mujeres lesbianas) o la lucha contra la discriminación únicamente por razones de salud o discapacidad (excluyendo la homofobia o la transfobia).

Por su parte, ante el hashtag #FemmesAvecMarine (#MujeresConMarine) lanzado por el FN, Osez Le Féminisme ha contrapuesto #PasMaPresidente (#NoMiPresidenta). En su manifiesto, destacan que tras la autodenominación “feminista” del partido de ultraderecha solo hay humo: en los 144 compromisos presidenciales que componen el programa electoral resumido del Frente Nacional, apenas tres líneas se refieren a los derechos de las mujeres; la primera propuesta formulada es “luchar contra el islamismo que hace retroceder sus libertades fundamentales”, seguida de dos promesas cuanto menos vagas: un plan nacional para la igualdad salarial y la lucha contra la precariedad.

Movilizadas

Con motivo del Día Internacional del Trabajo, miles de mujeres salieron a manifestarse en las calles de Francia el 1 de mayo, aprovechando la ocasión para decir no al FN.

En París, Mouna, trabajadora del sector sanitario de 35 años, se indignaba ante el llamamiento de Le Pen a las mujeres: “Apela a su condición de mujer y de madre para que votemos por ella, pero al mismo tiempo, rechaza a quienes no somos blancas o llevamos esto”, afirmaba señalando su hiyab. “Para ella no soy una verdadera francesa, soy una inmigrante, incluso si he nacido, crecido y hecho mi vida aquí”.

“Aunque tenga un discurso más pulido que su padre y parezca más distinguida, sigue siendo una racista y una xenófoba”, añadió. “Si gana, crecerá el clima de odio, no solo hacia los musulmanes, sino también hacia cualquier minoría –judíos, ateos, homosexuales… –. Me duele pensar que pueda ocurrir algo así en mi país, Francia, el país de los derechos humanos”.

Lisa, estudiante de arte de 22 años y activista queer, acudió a la manifestación para mostrar su “repugnancia” ante la segunda vuelta presidencial, “que nos da a elegir entre una candidata homófoba y racista promotora de un retroceso en las cuestiones LGBT o el cierre de fronteras, y un candidato neoliberal”, inspirador de la reforma laboral. La joven se mostraba explícita: “Gane una u otro, estamos en la mierda”.

Macron, un “feminismo ‘a la Julio Iglesias’”

Durante la campaña electoral, todos los candidatos se han reivindicado en un momento u otro abanderados de la causa feminista, sin que ello se tradujera en un debate real sobre las desigualdades de género.

“Los derechos de las mujeres han sido muy poco abordados en esta campaña y cuando lo han hecho, ha sido de forma instrumentalizada, racista e islamófoba, por parte del Frente Nacional”, lamenta la portavoz de Osez Le Féminisme. “Da la impresión de que para la sociedad francesa no tienen importancia temas como la brecha salarial o la violencia contra las mujeres, pese a que decenas mueren cada año a manos de sus parejas”.

Por su parte, Emmanuel Macron ha asegurado que pretende hacer de la igualdad entre hombres y mujeres “una causa nacional”, pero las propuestas en su programa electoral son bastante imprecisas. Ante promesas como la de nombrar a una mujer primera ministra si gana las elecciones, las reacciones han ido de la sorna al escepticismo: el equipo de campaña del candidato centrista está formado mayoritariamente por hombres y no se le conoce ninguna colaboradora estrecha.

“La verdadera alteridad para un hombre es la mujer (…) Soy profundamente feminista porque amo lo irreductible que hay en el otro, que es la mujer”, aseguró el candidato el pasado 8 de marzo en medio de una pastelosa declaración de amor a su esposa, que la revista Marianne calificaba de “feminismo ‘a la Julio Iglesias’”.

Pese a todo, el llamamiento a votar a Emmanuel Macron para evitar una victoria de la extrema derecha ha sido generalizado, si bien los movimientos sociales, muy combativos con las políticas del exministro de Economía durante toda la legislatura, advierten de que no le están entregando un cheque en blanco.

En una tribuna en el diario Libération publicada el miércoles, varias de las principales asociaciones feministas francesas advertían que el apoyo a Macron contra Marine Le Pen es todo menos incondicional: “Desde la misma noche de las elecciones, le recordaremos que el nuestro no es en ningún caso un voto de adhesión y que seguiremos movilizándonos contra su proyecto liberal, que hace peligrar los derechos sociales de todas y todos”.

En el contexto actual, las feministas hacen de tripas corazón: “No es elegir lo menos malo, es evitar lo peor”, se resignaba la portavoz de Osez Le Féminisme. “Con Macron en el Elíseo sabemos que tendremos batallas que luchar, sobre todo desde el punto de vista económico, pero el combate será mas sencillo que frente a Marine Le Pen”.

COMCOSUR MUJER Nº 515 – 08.05.17
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5) Cine: ‘Rara’ o el dibujo de una familia homomarental
Pikara Magazine

La gran sorpresa chilena de los festivales de cine de San Sebastián y Berlín da voz a una niña de 13 años que vive en una familia homoparental llena de afecto y de alegría. A través de los ojos de la joven Sara su directora habla de la pubertad, de la separación, de la lucha de sus padres por la custodia y de la presión social ante una familia no tradicional. Entrevistamos a Pepa San Martín, directora y guionista de ‘Rara’, quien nos cuenta cómo ha afrontado su primer largometraje.

La pequeña Cata enseña a su hermana Sara el dibujo que acaba de hacer. Ha retratado a su familia al completo: ella, su gatito, su abuela, su hermana, su madre y la novia de su madre. Sara, alarmada por el dibujo enseguida le advierte: ‘‘No puedes dibujar a las dos juntas, y menos aún puedes decirle a tus compañeros del cole que tienes dos mamás’’.

Pepa San Martín hace una representación fílmica con la misma mirada que la pequeña Cata. Son frecuentes largos planos generales que narran la crianza de las niñas. La directora apuesta por normalizar el retrato de una familia homomarental y para ello dibuja en pantalla la cotidianeidad de un hogar cualquiera: los cumpleaños, las escuchas a hurtadillas desde la escalera, la lejanía del mundo adulto o la vida en el colegio. Al escribir el guión la directora quería que Cata fuera un personaje amado por el público: ‘‘Es una niña que por su inocencia desprende luz, es torpe, espontánea y divertida. Algo así como una Pequeña Miss Sunshine chilena. Quería que ella fuera el recuerdo propio que tenemos de cuando éramos niños”.

La película Rara respira gran naturalidad y mantiene ante todo un tono amable y ligero. Para conseguir esa frescura es fundamental el trabajo de las jóvenes actrices Julia Lübbert (Sara) y Emilia Ossandon (Cata). Como protagonistas absolutas, sus interpretaciones son las que le otorgan gran fuerza y verosimilitud a la historia. Antes de dar con su versión definitiva, San Martín tuvo que tirar varios guiones a la basura. Al principio escribió la historia desde el punto de vista de la madre pero, al no funcionarle, apostó por cambiar el punto de vista al de las niñas.

A la hora de afrontar el casting para ella era vital que las niñas tuvieran la misma edad que los personajes que ella había escrito: 13 y 9 años, para que en todo momento se pudieran amoldar y pudieran sentirse cómodas interpretándolos. San Martín nos cuenta cómo tuvo tres meses de preparación con ellas: ‘’Salíamos a dar un paseo las tres juntas, íbamos a una exposición, a tomar un helado… Traté de generar un vínculo entre ellas, lo que hace creíble que son hermanas en la película. Una vez en el rodaje procuramos mantener un set de niños cómodo y agradable para ellas. Tuvimos horarios flexibles y un ritmo de trabajo muy lento, adaptado en todo momento a ellas. Ambas respondieron a la perfección. Por mi parte exigió un trabajo de escucha y de atención absoluta hacia sus necesidades’’.

El personaje de Sara, en plena eclosión adolescente, cada vez siente más encima el peso de esos cuchicheos a la espalda, rodados fuera de foco y situados siempre detrás de nuestra protagonista, como un murmullo del que ella no puede escapar. Perlas como ‘‘he oído que eso de ser lesbiana puede ser genético’’, o ‘‘¿crees que alguna vez te han molestado por la opción sexual de tu mamá?’’ se suceden en su entorno. Son prejuicios envenenados lanzados por amigas del instituto, profesores, y su propio padre, que hacen que su mundo se tambalee. Los personajes adultos proyectan constantemente la idea de que las niñas sufren discriminación y su bienestar emocional está en peligro. Por lo contrario, la película no muestra ningún tipo de acoso hacia ellas, ninguna situación de violencia o de estigmatización. Sara sólo sufre en silencio la violencia de la autocensura y del tabú.

La historia de la jueza Atala para no-convencidos

Rara está basada en la historia de la jueza Karen Atala, a la que el Supremo chileno le quitó la custodia de sus hijas por ser lesbiana. La jueza demandó en 2004 al Estado chileno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la vulneración de varios derechos fundamentales. Pepa San Martín tenía muy claro que ‘‘quería rodar una película para los no convencidos de los derechos de los homosexuales, que en Chile hay muchos. Y la manera de entrar a esas personas es a través del humor y de la cercanía’’. Y añade que: ‘’Se tiene la falsa percepción de que para que las películas sean profundas tienen que ser oscuras y, por el contrario, una película luminosa siempre es ligera o superficial. Rara es una película profunda y a la vez luminosa y esperanzadora’’.

Precisamente ese punto de vista infantil genuino y ese tono luminoso es lo que gustó tanto al jurado de la sección Generation de la Berlinale, que premia películas dirigidas a un público joven. Rara además cuenta con el premio Horizontes Latinos en el Festival de Cine de San Sebastián 2016.

Sara, la protagonista de ‘Rara’, escucha ausente las conversaciones que ocurren a su alrededor

En la última edición de la Berlinale acaban de premiar a otra película chilena de temática LGBT: Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio. A la pregunta de si se adivina cierta tendencia en el cine de su país San Martín responde: ‘‘En Latinoamérica se hace cada vez un cine más político, más comprometido. El cine tiene un poder enorme de modificar la percepción de la gente hacia ciertos colectivos o problemáticas. Simplemente, narrar una historia en forma de película le otorga mayor credibilidad. La sociedad avanza más rápido que las leyes. Y el cine existe para testificar los cambios sociales y hablar de ellos’’.

Conflicto y norma

La segunda mitad de la película explora el conflicto principal del guión, y habla en sí del caso Atala y del juicio por la custodia de las niñas. Pero, al estar contado desde el punto de vista de ellas, el juicio ocurre en off. Les pesa verse obligadas a ir a los juzgados a decidir si quieren vivir con su madre o con su padre. Y son testigo de cómo escala la tensión entre el padre y la madre.

Pero el conflicto principal de la película no es ese; sino Sara y su fiesta de cumpleaños. Se siente incómoda invitando a las amigas a casa de su madre. A diferencia de su hermana pequeña, Cata, ella teme exponerse públicamente y prefiere vivir el hecho de tener dos madres como una circunstancia privada. Se comporta de forma muy cauta por el riesgo de ser excluida. Prefiere celebrar la fiesta en casa de su padre y de su nueva pareja, una mujer. Es un hogar que a lo largo de la película se ha descrito como contrario a la casa de la madre, más rígido y tradicional, donde no está permitido hacer burbujas con el batido ni una puede sentarse de cualquier forma en la silla. Este lugar representa una zona de confort heteronormativa donde Sara no tendrá que dar explicaciones ya que el binomio hombre-mujer no desafía ninguna norma establecida.

Pepa San Martín, directora y guionista de ‘Rara’.

A raíz de la negativa de celebrar el cumpleaños en casa de mamá, el padre se ve con la autoridad de luchar en los juzgados por ‘salvar’ a sus hijas de tener dos madres lesbianas. De esta manera, Sara funciona como un personaje desestabilizador en la película y, de forma involuntaria, reactiva una guerra sucia entre sus progenitores por la custodia de ella y de su hermana. El público asiste con gran impotencia a ver cómo la capacidad de decisión de las niñas queda anulada como menores de edad que son. Ellas quieren vivir con su madre, lo dicen alto y claro, aunque los familiares de Sara, en especial su padre y su abuela materna, distorsionan y manipulan esa voluntad real de las niñas a favor de salvaguardar los valores de la familia tradicional.

COMCOSUR MUJER Nº 515 – 08.05.17
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