1) ¿El nuevo año cero? La historia reciente se mueve hacia la década del 80 y su concepción de la democracia.
2) Precio promedio de compra de campos en máximo histórico. Los capitales que han comprado tierra son en mayoría de Europa y EE.UU.
3) Ubican a Uruguay a la vanguardia por su tecnología de cosecha arrocera
4) Funcionarios del Hospital de Clinicas comienzan huelga por tiempo indeterminado
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COMCOSUR AL DÍA / AÑO 16 / Nº 2015 / NOTICIAS Y PENSAMIENTOS / Viernes 10 de Abril de 2015 / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares – COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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«Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidades para cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de que puedas contribuir para hacer un mundo mejor. Esa es tu alternativa». — Noam Chomsky
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1) ¿El nuevo año cero? La historia reciente se mueve hacia la década del 80 y su concepción de la democracia.
Lucas Silva, José Gabriel Lagos (La Diaria)
Ex presidentes, dirigentes de todo pelo, músicos, cineastas y académicos serán los protagonistas, del 14 al 16 de abril, de una serie de mesas de debate con sede en la Intendencia de Montevideo. Tres de los organizadores de esos encuentros, los historiadores Aldo Marchesi (AM) y Mauricio Bruno (MB) y el cientista social Diego Sempol (DS), ponen en cuestión la propia noción de “restauración democrática”, ya que en muchos aspectos no habría habido una continuación de lo que existía en los 60, sino un fenómeno naciente. Como sea, con el encuentro “1985: expectativas y disputas en torno a la nueva democracia” la Universidad de la República se erige como la única institución que, hasta el momento, celebra lo ocurrido desde un 1º de marzo de hace 30 años.
-El concepto de “pasado reciente” se viene corriendo. ¿Qué características tienen los estudios de los años 80? ¿Cuáles son las diferencias con los estudios de períodos anteriores? ¿Se utilizan otras fuentes historiográficas?
MB: -Hasta ahora se tomaban los 80 como una especie de epifenómeno de los 60-70, pero no se enfatizaba en los 80 como una época con consistencia propia o que valiera la pena estudiar por sí misma. Se asociaba con la salida de la dictadura, y creo que ahora se está empezando a enfatizar como una etapa que vale la pena estudiar por sí misma.
DS: -Además, todo lo que se ha trabajado sobre los 80 tiene más que ver con la acumulación politológica. En materia de estudios históricos recientes, había una obsesión por los 60 y la crisis de la democracia, el terrorismo de Estado y la represión. La transición a la nueva democracia se estudiaba viendo sistemas políticos y qué tan consolidada estaba la democracia. Eso había dejado de lado por completo una cantidad de fenómenos que también se habían producido durante la década del 80, que recién ahora, progresivamente, empiezan a ser objeto de análisis. Eso es lo más fértil que está pasando: después de 15 o 20 años de retirar la mirada sobre ese período, se vuelve de nuevo un lugar interesante para estudiar. Estamos viviendo un momento en el que hay una cantidad de temas fundamentales en Uruguay que tienen sus orígenes o primeras expresiones en la década del 80. Respecto de las fuentes, si bien es un poquito más cercana en el tiempo, muchas veces -sobre todo para estudiar fenómenos contraculturales, que son más efímeros-, es más difícil encontrar documentación sobre esa década que sobre cosas que pasaron en los 60 o en la dictadura.
AM: -También es más difícil en el caso de la política, en lo más institucional. Todavía está por escribirse gran parte de la dimensión política de los 80. Se escribió solamente en clave transitológica, de cómo se llegó a consolidar una democracia liberal bajo ciertos procedimientos, y en realidad lo que encontramos cuando empezamos a meternos en los 80 es una noción muy disputada de lo que se entiende por democracia. Los primeros trabajos sobre la transición que se hicieron a la salida de la dictadura dieron por sentado que democracia era una cosa y que efectivamente se estaba llegando a esa cosa. Ahora, tomando un poco de distancia histórica, encontramos una época en la que la propia noción de democracia estuvo en disputa, y vemos que la idea de hacia dónde se iba con la democracia fue un tema extremadamente conflictivo. En alguna medida, en nuestra memoria, eso quedó perdido; asumimos que la democracia era una cosa concreta a la que se había llegado, que estaba asociada a ciertos partidos y a ciertas ideas, pero lo que uno encuentra es que la democracia también se discutió desde los movimientos sociales, los sindicatos, y también entre actores nuevos que antes no tenían participación. Varios de los partidos que luego plantean una visión extremadamente procedimentalista de la democracia, desde una perspectiva liberal muy reducida, en ese momento tuvieron discusiones mucho más interesantes; hace unos días, Mauricio recordaba a Juan Raúl Ferreira hablando de “democracia participativa”. Había riqueza en la discusión sobre el propio significado de la democracia liberal.
DS: -Además, todo esto ocurre en un contexto de altísima pugna, porque hay cosas nuevas que intentan hacer pie en la realidad uruguaya por primera vez, y eso convive, muy conflictivamente a veces, con intentos de reactualización de viejas tradiciones uruguayas. Entonces, ese diálogo se vuelve a veces imposible, se generan nichos paralelos, que también son interesantes de estudiar.
-¿Hay una tensión entre restauración y refundación de algo nuevo?
MB: -Sí; incluso cuando hablábamos de cómo íbamos a denominar esta actividad por los 30 años de la democracia, la palabra que espontáneamente nos salía era “restauración democrática”, un concepto que en Uruguay está fuertemente instalado. En cambio, hablar de “nueva democracia” nos permitía discutir si lo que había en ese momento era algo diferente de lo que había antes o si era una restauración. En ese caso, habría que ver qué se estaría restaurando. ¿La democracia de principios de los 70? No parece. ¿Un Estado batllista hiperintegrado? Eso implicaría aceptar y reproducir un discurso sobre los hechos que presentaron actores políticos interesados, y que es necesario discutir desde una perspectiva académica. Tiene que ver con lo que decía Aldo: cómo se construye a mediados de los 80 la noción de democracia desde el punto de vista de la ciencia política, muy vinculado con la idea de lo que se está restaurando es un modelo que siempre existió en Uruguay, un modelo con fuerte peso de los partidos políticos. Y que también tiene que ver con una forma de pensar la historia uruguaya bastante deudora del pensamiento de [Juan] Pivel Devoto, en cuanto a que la historia nacional la construyen los partidos políticos.
-Da la impresión de que la politología va construyendo eso en paralelo, casi de manera simultánea a los hechos.
AM: -Claro, a instancias de un campo internacional que se conoció como “transitología”, que estudiaba cómo tenían lugar las transiciones hacia la democracia en un contexto de pos Guerra Fría, básicamente en el Cono Sur, España, Portugal, Grecia y en Europa Oriental. En ese clima ideológico de principios de los 90 es que se produce esta literatura; eso tiene un impacto fuerte en la ciencia política local y es un proceso casi contemporáneo de reflexión.
DS: -Volviendo a lo de restauración y refundación, es importante ver que hay dos dimensiones: por un lado, actores que efectivamente quieren restaurar; por otro, actores sociales que sienten la amenaza de ese intento de restauración. Que eso efectivamente haya sucedido o no es otra discusión, pero la tensión era ésa. Hay dos formas diferentes de llegar a lo nuevo. Una de ellas está mucho más anclada en mirar para atrás y tratar de recrear el presente desde ahí, porque fue lo perdido, lo que de alguna forma hay que recuperar para que Uruguay retome su cauce. Eso tiene cierto nivel de materialidad, porque en ciertos ámbitos de la vida social del Uruguay de los 80 hay personas que habían sido destituidas por la dictadura y que luego fueron restituidas en el mismo cargo. Eso convive con lo nuevo, con lo diferente, con una fractura social que es evidente, con transformaciones sociales profundísimas; una verdadera “revolución silenciosa”. El Uruguay de los 80 no tiene nada que ver con el Uruguay de los 60, y eso genera una enorme tensión entre los actores que apuestan a una restauración.
AM: -Tiene que ver con lo que plantea el libro de Álvaro de Giorgi sobre Julio María Sanguinetti [Sanguinetti: la otra historia del pasado reciente, Fin de Siglo, 2014]. Es un ejemplo de un actor que se vale del pasado para intentar restaurar, en términos de imaginario, aquella democracia ideal, integradora, vinculada con el neobatllismo. Y hay elementos de su primer gobierno que tienen que ver con eso. Los Consejos de Salarios, por ejemplo, son claramente una institución fuertemente vinculada con el neobatllismo. Sin embargo, esa idea de la restauración terminó siendo, inevitablemente, un fracaso, sobre todo por lo que venía diciendo Diego: el Uruguay de los 80 es otro Uruguay. Hay otras condiciones sociales, hay otros desarrollos culturales, es otra la relación entre la sociedad y los partidos políticos. Hay dos miradas, porque mucha gente vivió ese momento con mucha frustración y con la idea de que efectivamente lo que se vivió a la salida de la dictadura fue una restauración. Pero si uno abre el lente y mira con mayor perspectiva, esa restauración tuvo corto alcance, fue superficial. Se estaban creando las bases para algo nuevo.
DS: -Esa “nueva democracia” moralmente fue muy conservadora, y eso lo plantean todos los actores que vienen de los 80. Resultó difícil colocar nuevos temas, nuevas costumbres o estilos expresivos, ya sea a nivel de vestimenta u otras formas de sociabilidad que fueron consideradas liberales para las tradiciones uruguayas. Si comparás los 80 uruguayos con la transición en España, vas a ver que son de signo bien diferente, y si los comparás con Buenos Aires, ves que allá el reingreso a los circuitos culturales internacionales permitió que hubiera una apertura mucho más significativa a esas transformaciones en el campo de la sexualidad, del género y de ciertos patrones de sociabilidad. En el caso montevideano, en los 80 hay una especie de reconfirmación de la sanción a las diferencias, que el exiliado lo nota al regresar: el arito que usaba en Francia lo tiene que volver a guardar en el bolsillo cuando arriba al aeropuerto de Carrasco, porque eso puede generar sospechas de cuáles fueron sus costumbres durante el exilio, o cuáles son sus nuevas creencias.
MB: -Hay otra cosa interesante, que tiene que ver con el sentimiento de frustración que genera esa “nueva democracia”. Al estudiar el movimiento juvenil en torno a las revistas under encontré una entrevista a un cantante de una banda al que le preguntan cómo es el tema de la composición musical en la banda, y el loco quiere responder que es una composición colectiva, pero le sale la palabra “democrática”, aunque enseguida se corrige y dice que capaz que no es la mejor palabra en ese momento. Eso permite ver otras aproximaciones a la democracia que, de alguna manera, rebaten el concepto que está instalado.
AM: -En estas revistas está la idea del destape, de que había llegado el momento. Y hay una desilusión posterior; en el ámbito cultural hay un par de episodios claros. Uno de ellos es cuando el cantante de Clandestino termina preso por putear a los parlamentarios. Hay otro caso interesante que cuenta Guilherme de Alencar Pinto en el libro sobre Los que iban cantando [Detrás de las voces, Ediciones del TUMP, 2014], sobre una canción de Luis Trochón en la que se imagina un ajusticiamiento. Eso refleja que había gente que trataba de provocar, de medir los límites de esta libertad. Hay varios de esos juegos, que son rápidamente contenidos.
-Pero, además de lo que pasó en el campo cultural, el elemento económico causó frustración.
AM: -También es interesante rastrearlo, ver cómo el factor socioeconómico jugó en las expectativas políticas. El riesgo que se puede cometer con los 80 es el que se cometió con los 60: darles la voz a los actores más calificados, a los que entonces eran marginales y hoy tal vez tengan más visibilidad pública. Los 80 no sólo fueron las revistas under, no sólo fue el rock.
-¿Percibís una disputa por construir el relato de los 80?
AM: -Es extraño, porque a nivel político parece haber un vacío. Nos llama la atención cuando lo comparamos con otros países. Los 30 años de democracia en Argentina fueron un acontecimiento. Acá, en estos meses, lo único que hubo fue el gesto de Tabaré Vázquez hacia Sanguinetti el 1º de marzo. Los partidos están en otra. En un momento, el Partido Colorado quiso apropiarse de la conmemoración, pero hoy está tan debilitado que esa idea no anduvo.
-Y los blancos tienen otros problemas con la fecha.
AM: -Sí, hay otros actores que están complicados para apropiarse de esa idea. Luego, en la discusión más pública, tal vez haya una tensión en términos generacionales. Cuando reapareció lo de la Generación 83, hace unos años, fue como decir: “Nosotros también somos parte de la historia”, en un momento en que la izquierda se refugiaba mucho en los discursos de los 60 y 70. Fue una especie de operación política. Pero, en general, hay un relativo silencio.
DS: -Creo que los actores que participaron tienen una profunda falta de credibilidad en lo que se logró. Esta democracia tiene tantos déficits desde esa perspectiva, que no alcanza para que haya pugna. Hay pugna cuando el fenómeno tiene valorización social. En este caso, hay muchos actores con una visión negativa del asunto: ven más continuidades que rupturas. La generación de los que eran jóvenes en los 90 no veía una ruptura respecto del pasado reciente. Es interesante cómo hay diferentes temporalidades respecto de los 80. Para algunos actores efectivamente se llegó a la democracia en 1985, pero para otros no hubo un salto. A la población travesti la siguió persiguiendo la Policía hasta entrado el siglo XXI. Cuando vos los entrevistás no encontrás en sus relatos una diferencia entre lo que era dictadura y la democracia. A muchos grupos juveniles les pasó exactamente lo mismo.
-También la emigración fue una constante, y tal vez haya sido el emergente de la percepción de que había problemas que iban mucho más allá del sistema de gobierno.
AM: -La emigración aparece en la discusión pública antes del golpe de Estado de 1973. “Joven, no te vayas, ha nacido una esperanza” fue una de los eslóganes del Frente Amplio. Pero sí, a fines de los 80 es un fracaso más. En Mamá era punk [Guillermo Casanova, 1988] aparecen algunas de esas cuestiones, que exceden a los sectores medios que son parte del documental. Tienen que ver con la idea de frustración de la democracia: llegamos a la democracia y no cumplió. De todos modos, se conjuga esa frustración con una gran vitalidad política, en sentido amplio. No es una frustración como la de otros momentos históricos, pasatista, sino reflexiva. Incluso el acto de denunciar la frustración es un hecho político. Se quería generar algo con esos gestos.
DS: -Se generó una matriz de pensamiento que tuvo linealidades.
-¿Cuánto llega a afectar a la partidocracia uruguaya la efervescencia de los movimientos sociales?
DS: -El primer gobierno de Sanguinetti trata de trabajar de nuevo con las elites partidarias, y progresivamente se excluye a los movimientos sociales. Al comienzo de la transición hay una participación altísima en la generación de agenda por parte del movimiento estudiantil, el movimiento sindical, el movimiento de mujeres. En 1989 se pierde esa capacidad de incidencia: Sanguinetti no dialoga con nadie. Y esa forma cupular de hacer política coincide con la desmovilización del movimiento estudiantil y el movimiento sindical. La FEUU [Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay] ya hace agua en 1986, 1987. El movimiento de mujeres llega hasta 1989 y en los 90 se desmoviliza radicalmente. En la cuestión sindical tal vez haya más diálogo, porque es más fuerte y tiene más tradición y alianzas. De todas formas, hay un movimiento social muy importante que articula otras cosas: el movimiento por el voto verde. Articula partidos políticos y movimientos sociales, y es el que tiene mayor vitalidad.
MB: -Es interesante que en los años previos haya un acercamiento entre los partidos tradicionales y el movimiento sindical, algo inédito en la historia uruguaya. Es el caso de la Intersectorial, en la que estaban el Partido Colorado y el PIT, que coordinaban acciones, más allá de conflictos internos. Cuando vienen las elecciones de 1984, todos los actores con posibilidad real de ganar tienen un discurso que, si lo trasladamos a los parámetros actuales de izquierda-derecha, es imposible calificar como de derecha. Uno lee lo que decía entonces Búsqueda, donde se conjugaba la agenda neoliberal, y dice que, gane quien gane, se va a imponer un Estado socializante, populista, en el que las decisiones estarán vinculadas con los reclamos de los movimientos sociales y la inflación se va a disparar por no tener en cuenta la realidad económica. Luego todo eso cambia rápidamente.
AM: -Creo que el voto verde marca una dinámica de movilización social que va a ser nueva y que va a hacer escuela. Va a marcar una relación entre movilización social y actores políticos que se mantiene hasta ahora. Hay muchas instancias, desde la ley de privatizaciones de 1992 hasta el no a la baja, en las que hay una forma de movilización social, una estrategia, una forma de construir alianzas, que claramente se instala en la experiencia del voto verde. Si bien perdió, el voto verde inició el fenómeno de movimientos que presionan y marcan agenda sin identificarse con partidos. La idea de un movimiento que exceda a los partidos parte del voto verde.
DS: -El otro movimiento importante es el de la Coordinadora Anti Razias, cómo esa presión social logra desarticular un aparato de control social sobre la población. Es otro antagonismo que se resuelve exitosamente y de acuerdo con lo que el movimiento social está planteando. También pesó en eso el clima electoral que se vivía en 1989, la pugna entre batllistas y no batllistas en el Partido Colorado, que provocó la caída de [el ex ministro del Interior, Antonio] Marchesano y que después [su sucesor, Francisco] Forteza dijera que terminaba con las razias. El voto verde y la Coordinadora Anti Razias son ejemplos de dinámicas nuevas, que se vienen construyendo desde 1983.
-¿Cuál es la diferencia entre los movimientos sociales del 80 y los de la década del 60?
AM: -En los 60 tenés los actores más clásicos del movimiento social: sindicatos y estudiantes; en los 80 hay mayor diversidad de actores. Hay una pretensión mucho más participativa y democrática, hay una discusión en los movimientos sociales sobre el valor de la democracia interna. Creo que en los 80 hay movimientos sociales que tienen mayor capacidad de articulación con otros sectores, son más plurales. Si uno piensa cuáles son las diferencias entre el Congreso del Pueblo de 1965 y la Comisión [Nacional Pro Referéndum] del voto verde, tal vez lo central esté en la trayectoria, porque el Congreso del Pueblo desembocó en el programa del Frente Amplio en 1971 y el voto verde no, quizá porque la pluralidad era parte de su estrategia.
DS: -Es mucho más disruptivo el movimiento social de los 80, tiene algo más neobarroso. Algunos siguen siendo igual de estructurados que antes, pero eso convive con nuevas expresiones y nuevas formas de protesta. Hay juegos expresivos en las protestas -llevar féretros en la marchas por la educación, ponerle pañales al David- que no se veían en los 60.
AM: -Tal vez, la noción de militancia dentro del movimiento social también sea diferente. La idea de que en los 60 la militancia estaba marcada por la épica espartana del compromiso total, mientras que en los 80 tienen mayor peso aspectos hedonistas, como el juego, el placer. No en todos los casos, pero se empieza a sentir. Creo, de todos modos, que el elemento más importante es la pluralidad: los 80 son mucho más plurales que los 60.
DS: -La experiencia de la resistencia, de la oposición, también pesa, porque ahí todo el mundo articuló con gente con la que nunca pensó que iba a articular. Eso generó matrices muy importantes, la experiencia de ateos que se juntaban en parroquias.
-Si se compara con otras experiencias de la región, ¿cuáles serían las particularidades de la salida uruguaya?
AM: -En materia de derechos humanos, se puede decir que Argentina exploró un camino más interesante, con el informe Nunca Más y el juicio a las Juntas Militares, que implicó el inicio de algo diferente, a diferencia de lo que pasó acá con la Ley de Caducidad [de la Pretensión Punitiva del Estado]. Otro elemento singular de Uruguay tiene que ver con la liberación de los presos. Tanto en Chile como en Argentina fue un tema de discusión, y en ninguno de los dos casos fueron liberados inmediatamente a la llegada de la democracia, en algunos casos siguieron presos hasta el final de los períodos de [Raúl] Alfonsín y Patricio Aylwin. En Uruguay, la liberación de los presos ocurrió dos semanas después de la salida democrática, y más allá de que no fue una amnistía, implicó un reconocimiento público muy fuerte de estos actores, un reconocimiento a su sufrimiento y una apertura a que fueran parte de ese proceso. En Argentina, el mismo día en que Alfonsín pidió la captura de la Junta Militar, emitió un decreto para pedir la captura de la cúpula montonera y del ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo] que está en el exilio. Eso en Uruguay hubiera sido impensable; por eso, muchas veces, cuando se habla de derechos humanos se piensa sólo en términos de los juicios, pero la situación de los presos y las consecuencias políticas que tuvo su liberación también fueron importantes. Y no fue un gesto político de Sanguinetti, sino el resultado de esa movilización de la que hablamos.
MB: -Un paralelismo posible entre Uruguay y Argentina tiene que ver con los cambios discursivos y las lógicas políticas. Las asunciones de Alfonsín y de Sanguinetti se vivieron con un sentido muy fuerte de que esos gobiernos tenían que reparar las deudas sociales de la dictadura, mediante una fuerte intervención del Estado. En ese contexto, el discurso más asociado al neoliberalismo no era claramente el predominante, pero a finales de los 80 se instala un sentido común absolutamente opuesto, que termina en los gobiernos de Carlos Menem y Luis Alberto Lacalle.
COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015
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2) Precio promedio de compra de campos en máximo histórico
Los capitales que han comprado tierra son en mayoría de Europa y EE.UU.
Pablo Antúnez (El País)
En el segundo semestre de 2014, la compraventa de campos en Uruguay registró un precio promedio de US$ 4.336 por hectárea, el valor semestral más alto que se haya registrado desde que hay datos.
Según información divulgada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería entre julio y diciembre del año pasado se realizaron en el mercado uruguayo 1.267 operaciones de compraventa, lo que marca una caída de 33% respecto a igual período de 2013, pero a la vez, la superficie vendida cayó 52% (en las mismas fechas de la comparación anterior). En el primer semestre de 2014 se vendieron 91.198 hectáreas a un promedio de US$ 3.521 por hectárea; entre julio y diciembre se colocaron 87.201 hectáreas a un promedio de US$ 4.366.
Así en el total de 2014, se vendieron 1.257 campos por un total de 178.399 hectáreas (la menor superficie en 15 años) a un promedio de US$ 3.934 por hectárea, un precio 12% superior al de 2013. El monto total de ventas de campos fue de US$ 701,8 millones en 2014. La oferta de campos se achicó bastante y muchas veces las aspiraciones de valores de los propietarios no coincidieron con los precios aspirados.
Departamentos.
Los departamentos que mostraron mayor superficie vendida en el segundo semestre del año pasado fueron Rivera, Cerro Largo y Lavalleja, acumulando entre todos 56.000 hectáreas y US$ 171 millones; ese valor representa alrededor del 24% del monto total de las compraventas registradas en todo el año.
Mientras tanto, Soriano, San José y Río Negro, departamentos que presentan tierras con altos índices Coneat, muy aptos para desarrollar agricultura, fueron los que registraron los valores más altos de los negocios; US$ 6.695, US$ 6.667 y US$ 6.264 por hectárea, respectivamente. En el otro extremo, el precio promedio más bajo correspondió a Tacuarembó con US$ 2.240 por hectárea.
En Artigas se vendieron 12.294 hectáreas a un promedio de US$ 2.291; Canelones: 4.322 hectáreas a US$ 4.992; Cerro Largo: 18.087 hectáreas a US$ 4.079; Colonia: 5.644 hectáreas a US$ 5.510; Durazno: 13.936 hectáreas a US$ 4.230; Flores: 6.177 hectáreas a US$ 4.972; Florida: 7.646 a US$ 3.869; Lavalleja: 15.622 hectáreas a US$ 2.881; Maldonado: 4.981 hectáreas a US$ 4.671; Paysandú: 7.740 hectáreas a US$ 3.749; Río Negro: 12.609 hectáreas a US$ 6.264; Rivera: 12.609 hectáreas a US$ 6.264; Rocha: 6.776 hectáreas a US$ 3.716, Salto: 10.885 hectáreas a US$ 3.205; San José: 7.039 hectáreas a US$ 6.667; Soriano: 9.173 hectáreas a US$ 6.695; Tacuarembó: 7.084 hectáreas a US$ 2.249 y Treinta y Tres: 5.682 hectáreas a US$ 2.354.
Analizando los negocios por escala de superficie, según la DIEA, el 75% de las operaciones correspondieron a superficies de entre 10 y 100 hectáreas, los que acumulan el 18% de la superficie transada. A la vez, en el otro extremo, los ocho negocios con superficies superiores a las 2.000 hectáreas, concentraron el 28% del área vendida y el 27% del monto total de los negocios.
Los precios promedio no representan una asociación clara con la escala del tamaño pero se destacan las operaciones de menor superficie —de entre 10 y 100 hectáreas—, con el precio promedio más alto: US$ 4.620 por hectárea. Ese valor está 17% por encima del promedio general, mientras que los campos de 201 a 500 hectáreas se vendieron a un precio promedio inferior (US$ 3.314 por hectárea).
Precios.
Al analizar los datos presentados por la DIEA por precio de venta, puede observarse que el mayor número de operaciones de julio-diciembre de 2014 se concentra en el tramo de entre US$ 3.001 y US$ 4.000 por hectárea, que acumulan el 13% de las 22.000 hectáreas vendidas. Por su parte, las compraventas de campos concentradas en un rango de valores que va de US$ 4.001 a US$ 5.000 por hectárea, correspondió al 21% de la superficie transada por un total de US$ 173 millones, a un promedio de US$ 4.515.
Período.
En los últimos 15 años se vendieron en Uruguay 7,7 millones de hectáreas a través de 33.749 operaciones de compraventa por un monto de US$ 11.067 millones. El precio promedio de ese período fue US$ 1.444, con precios medios que van de US$ 385 por hectárea en el año 2000 a US$ 3.934 por hectárea para el año pasado. La información mostró que el precio promedio anual aumentó de manera ininterrumpida desde 2003 y el valor de la tierra en 2013 —expresados en dólares— es más de 10 veces el que había en 2002.
Cavani.
El semanario Búsqueda informó ayer que el delantero del PSG y la selección uruguaya, Edinson Cavani compró un campo en Salto de 1.376 hectáreas por US$ 5,4 millones.
COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015
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3) Ubican a Uruguay a la vanguardia por su tecnología de cosecha arrocera
Juan Samuelle (El Observador)
Una visita a Estancia Gaucho permitió ver en acción a las cosechadoras John Deere S680, que fueron adaptadas y con buenos logros por primera vez trillan en chacras arroceras
Uruguay es un país muy desarrollado en la tecnología arrocera, que ha sido pionero en la región en la incorporación de diversas herramientas, destacó a El Observador Agropecuario el ingeniero agrónomo argentino Julio Beltramino, gerente de Producto de John Deere. “Hace muchos años que vengo a Uruguay, un país que ha estado siempre a la vanguardia, donde además no se aprecia una brecha entre los que aplican más y menos tecnología, según las características de sus empresas”, añadió.
El experto realizó ese análisis durante una visita que El Observador Agropecuario realizó a Estancia Gaucho, empresa de variada y voluminosa producción agrícola y ganadera en el país, en tanto se desarrollaba la cosecha de arroz en una de sus chacras en la localidad rochense Costas del Cebollatí. En la región conformada por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, países donde existe una modalidad productiva similar, la producción de arroz se caracteriza por ser muy intensiva y de alto costo, por el manejo del agua que implica, “siendo una región en la que el sector arrocero siempre tuvo muy buena tecnología”, manifestó Beltramino.
Señaló que en esos países se logran productividades similares, “muy buenas”, con una diferencia y es que Bolivia se caracteriza por presentar mayoritariamente productores de pequeña escala. Beltramino elogió a Uruguay por haber sido el primer país de la región en iniciar el uso de las sembradoras de tipo Air Drill, hace ya más de 10 años, cuando en Argentina aún no han desembarcado. Sí están en Paraguay, hace tres años. Esa tecnología reduce los costos, perfeccionando además la implantación.
“Uruguay también fue pionero en la incorporación en las chacras de las plataformas Draper para la cosecha de arroz, algo que hoy todos utilizan”, agregó. Esos liderazgos ocurridos en Uruguay responden, además de la confluencia de un oferente de la tecnología John Deere como Interagrovial y productores con la adecuada actitud, a que el país posee una economía abierta. “No hay restricción para importar un equipo, sea nuevo o usado, uno ve algo que sirve en un país de avanzada y puede traerlo; en Argentina eso no sucede”, dijo.
John Deere genera la tecnología que necesita el usuario. “No podemos independizarnos del cliente, a nivel mundial hacemos reuniones con clientes líderes, como con esta gente de Estancia Gaucho, para ver cómo visualizan el negocio a 10 años y brindarles respuestas adecuadas”, acotó. Tras remarcar que “el camino lo traza el usuario”, puso como ejemplo que “si el productor plantea que necesita que la máquina avance a más velocidad o plante de determinada manera, nos ponemos a trabajar en eso”.
Consejos uruguayos
Recordó que hace dos años llevó a un grupo de productores uruguayos a Estados Unidos para que vieran los prototipos de equipos que se diseñan y ajustan para ser lanzados al mercados dentro de algunos años, “para ver si estaban de acuerdo, para que nos guíen”.
Para contribuir a una mayor eficiencia, aspecto clave en estos tiempos de márgenes ajustados, “las tres patas son aportarle al agricultor equipos más productivos, que consuman menos y que exijan un mantenimiento menor”. Por otra parte, precisó, deben ser equipos que, cada vez con mayor tecnología, sean amigables con el operador, “que no sea necesario que los maneje un ingeniero aeronáutico”, ejemplificó. Además, en un detalle nada menor, “la máquina debe servir, ser amigable y además que tenga un precio que el productor pueda pagar”.
En ese marco, tras subrayar que “todo lo que no busque eficiencia se excluye solo del mercado”, destacó que John Deere se diferencia por producir máquinas científicamente preparadas para trabajar en la región. Beltramino, precisamente, ha liderado un equipo dedicado a diseñar la tecnología de cosecha de arroz que hoy se utiliza en el país y en la región.
Para validar esa tecnología se realizan testeos en forma permanente, incluso hay un equipo que se dedica específicamente a ello, lo que permite que por ejemplo en el caso del establecimiento Estancia Gaucho el responsable de las máquinas haya comentado que el porcentaje de pérdida de granos es de 0,8%, menos de la mitad de tolerancia, que es 2%.
Cuidando un recurso clave
Quienes administran Estancia Gaucho están en todos los detalles. Basta citar un ejemplo: las cosechadoras John Deere que poseen, todas de última generación, las adquirieron con la tecnología de picado y desparramador de la paja del arroz; pese a que la empresa posee una explotación ganadera han decidido no enfardarla para su uso como alimento animal, estrategia frecuente en muchos establecimientos arroceros, pues prefieren que ese material quede en el suelo para reincorporar el recurso potasio y no tener luego que invertir para hacerlo de otra manera.
Estancia Gaucho, establecimiento que hasta 2012 se denominaba Ana Paula –propiedad del empresario brasileño Ernesto Correa–, estructura su producción en Uruguay en dos divisiones: la ganadera y la agrícola. Para el manejo ganadero no hay feedlots, se hace todo en pequeñas parcelas y todo en base a pasturas, por eso la agricultura se hace en otros campos. La agricultura, en cuyo marco trabajan 55 personas, la desarrolla en 9.000 ha, en tres áreas: en Costas del Cebollatí y en Rincón de la Paja (ambas en Rocha), y en San Gregorio (en Treinta y Tres).
Héctor Olano, gerente general de la división agrícola, explicó que en agricultura se produce arroz, soja y sorgo, en el marco de las normativas establecidas por los planes de uso y manejo del suelo, con una rotación anual de arroz, sorgo y soja, en ese orden, dependiendo de variables como la disponibilidad de agua, que en este caso se obtiene del Cebollatí y de un represamiento propio.
El 60% de la siembra de arroz se realizó entre el 2 y el 9 de octubre pasado, luego llovió mucho, unos 100 mm y hubo que esperar para completar el área 15 días después. La cosecha se activó el 13 de marzo y se extenderá hasta el 15 de abril, luego de lo cual comenzará la cosecha de la soja (que ocupa casi 3.000 hectáreas).
En cuanto a la variedad, se utiliza en 100% arroz híbrido, Inov, de RiceTec. “Tuvimos que aprender a manejar el arroz híbrido, es un tema delicado comparado con el uso del arroz común, por ejemplo en todo lo relacionado con el paquete tecnológico de productos químicos y con la entrada del agua a la chacra. Eso nos tenía un poco asustados, pero hace tres años lo iniciamos y ahora lo tenemos dominado con un arroz que macolla mucho más, de 16 a 17 por planta de promedio”, dijo.
Otro detalle, citó, “es hacer una buena distribución de las semillas, se plantan en filas a 19 centímetros y la idea es buscar en el futuro plantadoras que nos permitan además administrar la separación entre las plantas dentro de la misma fila”. Se siembran de 42 a 45 kilos de semilla por ha y en la zafra actual al momento de la visita a ese campo (a fines de marzo) se habían cosechado 700 de las 2.074 ha con arroz, con un rendimiento de 212 bolsas por ha, es decir 10.600 kilos, muy por encima del promedio nacional histórico (8.000 kilos).
“La calidad fue un poco mejor la del año pasado. Bajó algo por un tema del clima que fue muy seco sobre el final de la formación del grano, lográndose esta vez del 57% al 58% de grano entero”, explicó Olano. El arroz, que se ha recogido con una buena sanidad, se remite a las industrias Saman y Glencore. A diferencia de lo que sucedió con el área nacional, donde desde la zafra anterior se registró una caída en la superficie cultivada del orden de 10%, esta empresa incrementó su producción 20%.
En el aspecto tecnológico, “utilizamos sembradoras grandes, de 12 y 13 metros, de John Deere, del modelo 1890 Air Drill. Los tractores poseen piloto, tienen el paquete completo de software para hacer el monitoreo de toda la siembra. En la cosecha, aumentamos el ancho de plataforma a 30 pies, usamos bandas que es más conveniente, aunque eso lo vamos a notar en años más húmedos que este, y además las cosechadoras S680 tienen mayor capacidad”.
Para la cosecha poseen cinco máquinas S680, “en un plan de inversión que se ideó para ganar en velocidad de cosecha, trabajamos un área grande con arroz híbrido que debemos recogerlo rápido, para no perder granos en la planta. Para eso precisamos máquinas más grandes, más anchas, con más capacidad en la tolva, que nos permitan cosechar más cada día, algo fundamental en el híbrido porque para alcanzar la calidad adecuada hay que arrancar a cosechar con una humedad más alta de lo normal y hacerlo rápido”.
Olano destacó que decidieron recurrir a la tecnología John Deere “por la eficiencia de los equipos, su durabilidad, el servicio y además porque son máquinas muy amigables con el operario, le facilitan mucho la tarea, se la simplifican”. Finalmente, destacó que Interagrovial los asiste con charlas de capacitación para el personal, que al igual que los campos y la maquinaria es 100% propio de Estancia Gaucho.
Performance probada en la soja e innovadora en el arroz
En Estancia Gaucho se observó el de-sempeño de varias cosechadoras John Deere S680. Diego Maisonnave, licenciado en gestión agropecuaria y especialista del Área de Cosechadoras de Interagrovial SA –empresa que representa a John Deere en Uruguay–, explicó que son fabricadas en Estados Unidos y que en Uruguay se utilizan en el área de secano desde hace tres años; en el área arrocera, luego de un año de preparación y adaptación, comenzaron a trabajar durante la zafra actual.
La inquietud de adaptar una máquina Clase 8, de muy buena performance en soja, para trabajar en chacras arroceras surgió a consecuencia de la buena relación costo-beneficio del equipo.
Es una máquina de 473 HP nominales y 523 HP máximo con una tolva con capacidad de 14.100 litros y menos de dos minutos de velocidad de descarga. Tiene retrilla independiente, lo que permite que la trilla opere siempre al máximo de su capacidad. El área de limpieza del grano, en la zaranda y el zarandón, es 18% y 30% mayor, respectivamente. Posee un sistema de cosecha inteligente (harvestsmart) que por ejemplo en soja permite minimizar las fatigas del operario, regulando la velocidad de avance de la máquina, garantizando que opere siempre al 100% de su capacidad.
Tiene un sistema de ajuste interactivo (ICA) que ayuda al operario con dos simples pasos a corregir cualquier detalle de calidad de grano, por ejemplo grano quebrado, suciedad que ingrese a la tolva, pérdida que se observe, etcétera.
El motor es de tipo TIER II, lo que garantiza 100% su compatibilidad con los combustibles utilizados en Uruguay. Posee gobernador isócrono, que se activa electrónicamente al encender la trilla y/o descarga, con la función de mantener constantes las revoluciones, evitando movimientos bruscos de la máquina, garantizando la eficiencia del motor y contribuyendo a minimizar su desgaste. La caja de cambios es de transmisión infinitamente variable (prodrive), con solo dos marchas, alta y baja, brindando ventajas operativas y en el consumo de combustible.
Una ventaja sobresaliente es que dispone de una tecnología única en el mercado que le permite en forma automática ajustar la velocidad de marcha en función de la cantidad de grano que extrae. En relación a las plataformas, en secano opera con un Draper de 40 pies, flexible y rígido, y en arroz lo hace con un Draper rígido de 25 pies y/o 30 pies, siendo recomendado el último de ellos.
John Deere, que tiene entre sus máximas preocupaciones brindar el mayor confort al operario, implementó para este modelo una cabina 30% más amplia, con capacidad de ventilación interna 25% mayor, un sistema de mandos centralizado en el apoya brazo, piloto automático y la tecnología de agricultura de precisión, además de ventajas adicionales como heladera portátil y bluetooth, por citar apenas algunos ejemplos.
En cuanto a la performance de las S680 en arroz, Maisonnave destacó que son cosechadoras aptas ya para trabajar en las distintas áreas arroceras. Considerando que hoy las ventanas de cosecha son muy cortas, “es necesario ser muy eficientes en su aprovechamiento, para lo cual disponer de un equipo de esa capacidad de trilla, con las ventajas operativas señaladas, es fundamental”, dijo.
“Los productores han comentado que el uso de estas cosechadoras permite mejorar en forma notoria la capacidad de cosecha, con porcentajes de mejora que varían dependiendo de las condiciones de la chacra, del grano y del clima”, indicó. Estas máquinas en origen fueron preparadas para ser utilizadas en las condiciones de cosecha de Uruguay, por lo que se garantiza la máxima calidad en la obtención del grano, tanto en su limpieza como en el porcentaje de quebrado.
Maisonnave explicó que, “por un lado, hay stock suficiente de equipos para atender la demanda actual y, por otro, dada la experiencia acumulada en estos tres años, existe una capacidad técnica en el personal de Interagrovial SA y en materia de repuestos, en la casa central y en cada una de las sucursales, como para solucionar de inmediato cualquier inconveniente que pueda surgir”.
US$ 13,34 por bolsa
El precio del arroz de la zafra 2013/2014 quedó en US$ 12,81 por bolsa de 50 kilos de arroz cáscara sano, seco y limpio. A ello se agregan US$ 0,53 por concepto de devolución de impuestos, lo que suma un precio definitivo de US$ 13,34. Para la variedad Tacuarí, que se vende a Perú a mejor precio, hay un premio de US$ 0,63 por bolsa. Hernán Zorrilla, vicepresidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, informó que al inicio de esta semana la trilla casi había concluido en el norte y había alcanzado a casi 70% en la zona este del país. “El clima ayudó y sobre todo en los arroces tardíos se ven rendimientos que superan las expectativas”, destacó. Este año, 580 productores sembraron 162.000 hectáreas.
COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015
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4) Funcionarios del Hospital de Clinicas comienzan huelga por tiempo indeterminado
(Montevideo Portal)
Los funcionarios del Hospital de Clínicas resolvieron comenzar una huelga a partir del próximo lunes, en protesta por el «proyecto neoliberal» previsto para el hospital.
La Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas se reunió en asamblea general y resolvió iniciar una huelga a partir del lunes 13 de abril a las 6 horas, sin fecha de finalización.
«Frente a la resolución de la Comisión Directiva en el día 7 de abril de aprobar en líneas generales el proyecto neoliberal que abre las puertas a la privatización del Hospital del Pueblo, los trabajadores nos reunimos para organizar la huelga ya resuelta en Asamblea General», indica en un comunicado el sindicato.
Pese a la huelga, se atenderán urgencias y emergencias según el instructivo de paro de cada sector, contemplando las esencialidades inherentes a las distintas tareas. Es decir, se atenderán todas las urgencias y «en referencia a los pacientes internados, la guardia gremial realizará las tareas directas que demande el paciente sin que esta se vea afectada», indica el instructivo.
El proyecto de desarrollo del Hospital de Clínicas, al que se opone el sindicato, prevé su inserción en el Sistema Nacional Integrado de Salud y la reducción del número de usuarios (con tope de 150.000), lo que según los trabajadores implicará un recorte de los funcionarios.
El proyecto cuestionado puede leerse aquí
http://www.montevideo.com.uy/andocasociado.aspx?267573,496379
COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015
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