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AMÉRICA LATINA CONTRA EL PENSAMIENTO ÚNICO

MUMIA:

1) Franz Fanon, periodista revolucionario

2) América Latina contra el pensamiento único

3) Hijos de torturadores argentinos repudian a sus padres

4) Y la humanidad toleró el crimen de Iraq

5) Nagorno Karabaj: La otra ocupación


COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 828 / Miércoles 12 de julio de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán

“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader

1) Franz Fanon, periodista revolucionario
Mumia Abu-Jamal

Las personas que han estudiado la Revolución Negra global del siglo veinte han tenido que leer la obra maestra de Franz Fanon: Los condenados de la tierra. Se conocía como la guía de la Revolución Negra, desde Accra en Ghana hasta Oakland en California, EUA.

Esta obra, tanto un estudio psicológico como un diagnóstico de la naturaleza del colonialismo francés en Argelia, dio a los militantes un tremendo conocimiento de la naturaleza del imperialismo y de cómo la resistencia estalló en su contra.

Una líder anterior de los Panteras Negras, Kathleen Nesl Cleaver, escribió que la influencia de Fanon sobre los revolucionarios negros en Estados Unidos fue profunda. Pero antes de que él publicara Los condenados de la tierra, escribió una extraordinaria serie de artículos de manera anónima para la revista revolucionaria argelina El Moudjahid, desde septiembre de 1957 hasta enero de 1960.

Los ataques de El Moudjahid contra las autoridades políticas, coloniales y militares franceses son excepcionalmente agudos y centrados, reflejando la visión única, tanto psicológica como ideológica, de Fanon sobre las luchas argelinas y africanas contra el imperialismo.

“Moudjahid” es un término árabe que significa uno que libra jihad, o lucha, y aquí uno ve a Fanon en una potente guerra de palabras contra la ocupación externa de Argelia. Pero Fanon era mucho más que un guerrero de palabras. En su obra de 1964, Hacia la revolución africana, encontramos a Fanon el crítico, el analista político, el africanista, el internacionalista, el marxista, y el anti-imperialista.

En sus artículos publicados en El Moudjahid, Fanon anónimamente da voz al Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino y se burla de los esfuerzos de Francia de inculparlo de violaciones, asesinatos y masacres. También condena a los colaboracionistas árabes y africanos, y examina la manera en que las fuerzas armadas francesas utilizaron la tortura para intimidar a la resistencia argelina.

Fanon escribe: “La tortura en Argelia no es un accidente, tampoco un error o falla. No se puede entender el colonialismo sin ver la probabilidad de tortura, violaciones y masacres”. Fanon era un periodista revolucionario, o más bien, un revolucionario que trabajaba como periodista. Su corazón estaba con todos los movimientos de liberación nacional, anti-imperialistas y revolucionarios. Su corazón estaba con sus amigos rebeldes, como Nkrumah de Ghana y Lumumba, del Congo. Su corazón estaba con quienes él llamó “los condenados de la tierra” – con los desposeídos del mundo.

Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.

MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017 – COMCOSUR
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2) América Latina contra el pensamiento único
Emir Sader (La Jornada)

Hay que borrar las políticas que han caracterizado a cierto número de países de América Latina, porque ellas desmienten el pensamiento único. Hay que borrar de la consciencia de la gente que es posible hacer políticas distintas a las que todavía dominan el mundo.

Hay que hacer que las personas olviden que no se debe naturalizar el mercado, que los derechos deben ser garantizados, si queremos sociedades menos injustas, con menos exclusión social, miseria y pobreza. Para ello hay que hacer como si Argentina no hubiera superado la peor crisis de su historia, a comienzos del siglo XXI, no haciendo que el peso de la crisis recayera sobre la gran masa del pueblo. Como si Brasil –hasta hace poco el país más desigual del continente, del mundo– no solamente haya dejado ese puesto, como ha salido, por primera vez en su historia, del mapa del hambre. Como si Bolivia no hubiera pasado de ser una de las naciones más pobres de América Latina a ser la más ejemplar en desarrollo económico, social, político, étnico y cultural. Y todo lo que ha pasado también en países como Ecuador, Uruguay y Venezuela.

Hay que hacer como que América Latina –o al menos algunas naciones del continente– deja de ser punto fuera de la curva y vuelve a su rol de países injustos, endeudados, humillados y ofendidos. Que no tengan soberanía externa y tampoco estados fuertes y legitimados por el voto democrático del pueblo.

Me dí cuenta recientemente, cuando participé en un seminario sobre políticas de inclusion, en el cual, para mi espanto, de que las políticas sociales de los gobiernos progresistas de América Latina han estado ausentes, aun si el seminario tenía 17 conferencias. Pero una sola sobre América Latina, sobre la exclusión social en algunas naciones del continente.

Hasta hace poco las políticas sociales brasileñas, bolivianas, venezolanas, uruguayas, agentinas y ecuatorianas eran el centro de cualquier evento o debate sobre cualquier aspecto social del mundo contemporáneo. Como ejemplos que contrastan con lo que pasa en Europa, Estados Unidos, Asia, África y países de América Latina. Eran ejemplos concretos de cómo es posible, aun en un mundo dominado por el neoliberalismo, remar contra la corriente y disminuir la desigualdad, la injusticia, el hambre, la miseria y la pobreza. Eran malos ejemplos para el pensamiento dominante. Habría que derrotar a esos gobiernos y borrar de la consciencia de los pueblos de esas naciones y de los otros esas políticas. Habría que destruir las imágenes de los líderes de esas políticas. Campañas feroces de ataques personales se desarrollan en contra de Luiz Inácio Lula da Silva, Evo Morales, Cristina Fernández, Pepe Mujica y Rafael Correa, entre otros, para complementar el cierre de un capítulo que debería pasar a la historia como un breve paréntesis populista, de locura política contra la indefectible lógica económica.

Largas exposiciones sobre la exclusión y la pobreza en el mundo y en todas sus regiones no se complementan con alternativas sociales concretas, resultado de gobiernos populares y democráticos. Todo, como se ha hecho siempre: en eventos sobre cuestiones de carácter social. Pero ahora se trata de mantener el debate a nivel teórico, en constataciones sobre la concentración de la renta, la exclusión social, etcétera, pero sin desembocar en alternativas concretas. Todo se queda envuelto en un escenario desalentador, en el que el mundo va para lo peor, caso inevitable porque no se mencionan opciones concretas de superación de esos problemas.

Es que el cuestionamiento de la supuesta condenación de la humanidad al pensamiento único había dejado de ser un tema teórico para residir en el plano concreto de países determinados, que ha hecho la opción de atacar las raíces de esos problemas –el modelo neoliberal.

Es un mal ejemplo para el sistema financiero internacional, para los ideólogos del fin de la historia, para los adeptos del Consenso de Washington, para los que –en particular, economistas– creen todavía en el pensamiento único como política económica dictada por los mercados. Un mal ejemplo que hay que eliminar como gobiernos, como políticas, como derechos y como memoria de la cabeza de los pueblos.

La historia no ha terminado. El pensamiento nunca es único. Consensos sólo hay impuestos por Washington. La historia es siempre un proceso abierto, en el que la consciencia y la organización de los pueblos definen los caminos hacia una dirección u otra. Nunca la historia de la humanidad ha estado tan abierta, tan indefinida. Ni siquiera la globalización neoliberal es un camino sin vuelta. En América Latina es donde esa disputa está más abierta que nunca. Elecciones en los próximos dos años en países como Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, México, Honduras, Paraguay y Venezuela, entre otros, van a definir futuros en el continente, en el que las luchas populares y por ideales son los escenarios que preparan los futuros, siempre abiertos, del continente. América Latina puede dar nuevos pasos definitivos para enterrar definitivamente las ilusiones del pensamiento único.

MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017 – COMCOSUR
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3) Hijos de torturadores argentinos repudian a sus padres
Carlos E. Cue y Mar Centenera (El País de Madrid)

Un grupo de familiares de represores se unen para rechazar sus crímenes y exigir que cumplan sus condenas

Sus reuniones son duras. Una especie de terapia colectiva. La mayoría lleva años sin compartir su secreto, y tienen muchas ganas de hablar. Necesitan sacarlo. “Al principio fue una catarsis. Acabamos llorando casi todos. Arrastramos una cultura muy arraigada que nos dice honrarás a tu padre. Es muy difícil romper con eso”, cuenta María Laura Delgadillo, una de las fundadoras de «Historias desobedientes», el grupo que ha conmocionado a una Argentina acostumbrada a los relatos terribles de la dictadura. Pero este es diferente, porque se hace desde dentro. Son los hijos de los represores, que se rebelan contra sus padres y se unen para exigir que no salgan de la cárcel, que cumplan sus condenas de cadena perpetua.

Durante años, el mundo de la represión de una de las peores dictaduras del planeta se dividía en dos, como los espacios dentro de los juicios de lesa humanidad: por un lado, los represores y sus familias, por otro, las víctimas y las suyas. Pero eso se acabó el día que este pequeño grupo en el que hay sobre todo mujeres, que empezaron media docena y ahora ya son más de 50, fue a una manifestación con una pancarta: “Hijos e hijas de genocidas por la memoria, verdad y justicia”.

Allí estaba Analia Kalinec, hija de Eduardo Kalinec, alias doctor K, un conocido represor que cumple cadena perpetua. O Erika Lederer, hija de Ricardo Lederer, el obstetra que ayudó a parir a buena parte de los hijos de desaparecidas, que se suicidó en 2012 al ver que le iban a condenar. Erika no solo ha tenido valor para crear este grupo. También lo tuvo para encontrarse con el nieto 106 de Abuelas de Plaza de Mayo, al que su padre había ayudado a entregar a una familia fiel a la dictadura. La firma de Lederer en el falso certificado de nacimiento era su condena. Erika, también víctima de su padre, que la maltrataba, quería saber cómo podía ayudar a Pablo, el nieto al que el Lederer le había arruinado la vida.

Todos arrastran historias así, por eso sus reuniones son difíciles. “Algunos solo hemos recibido caricias de una mano contaminada por la tortura”, contó uno de ellos en la última cita. Muchos sufren consecuencias físicas de tanta tensión, se enferman. Tiene apoyo de psicólogos para que les ayuden a contar. Todos superan los 40 años, algunos llegan a 60, y sus padres se están muriendo. Lo que más les angustia es que lo hacen sin contar nada, sin decir dónde están los desaparecidos.

Porque el gran sueño de muchos de estos hijos es convencer a sus padres de que se arrepientan y ayuden a encontrar los cuerpos de los desaparecidos o los nietos aún sin recuperar. “Queremos romper el pacto de silencio que hay entre ellos. En las familias a veces hay datos que pueden reconstruir la historia. Si conseguimos unirlos podemos ayudar a otras víctimas”, explica María Eugenia Vergera, otra miembro del grupo, que tiene doble condición: es sobrina de un represor y a la vez esposa de un desaparecido.
El sueño sería que los hijos lograran convencer a los padres. Pero no se engañan, ahora mismo parece imposible. El pacto de silencio de los represores ha resistido. Nadie se ha arrepentido ni ha dado un solo dato de una fosa común. Ni siquiera ante sus hijos. Liliana Furió, hija de un conocido represor de Mendoza, condenado a perpetua en 2013, lo intentó muchas veces. Hasta que él le gritó “No se hablé más, si tuviera que volverme a poner la capucha lo volvería a hacer”. Ahora él está senil, y ella lo visita en su arresto domiciliario. Algunos tienen relación con sus padres, otros no. Muchos han fallecido.

“Mi padre se murió discutiendo conmigo”, cuenta Walter Docters. Su padre era represor y él luchaba contra la dictadura, pasó varios años en la cárcel. Pero no lo mataron precisamente por su apellido, porque Echecolatz, que dirigía la represión en la provincia de Buenos Aires, le prometió a su padre que lo salvaría. “Era de ideología nazi, era arquitecto y trabajó con Echecolatz en el diseño de los lugares donde tenían a los detenidos. Yo militaba en el ERP pero él logró que no me mataran”. También le pidió muchas veces que confesara, sin éxito. “Me decía tú tienes tus compañeros, yo los míos. Ellos te mantuvieron con vida, cumplieron, yo no voy a ir contra los muchachos”.

Precisamente el conmovedor testimonio de la hija de Echecolatz, que apareció en la revista Anfibia, impulsó a muchos de estos hijos a unirse. Algunos ya habían aparecido con sus historias en el libro Hijos de los 70 (Sudamericana) de Carolina Arenes y Astrid Pikielny, un texto sobrecogedor. Pero Mariana, que ya no se apellida Echecolatz porque se lo cambió, removió muchas cosas al contar el horror de ser hija de ese monstruo que también lo era en casa, como muchos de ellos. Aunque no todos, algunos se comportaban como padres muy cariñosos.

Quieren justicia. Exigen que a sus familiares no se les apliquen un beneficio, el llamado dos por uno (dos días por cada uno pasado en prisión preventiva) que sacaría a muchos a la calle. Algunos tienen terror ante la idea de que sus padres salgan libres.
A otros, como Delgadillo, cuyo padre murió sin condena, les mueve una necesidad de hacer algo para reparar un daño que ni siquiera conocen del todo. “Mi papá era comisario de policía. Un día encontré una capucha entre sus cosas. Alguna vez trajo ropa, zapatos, un reloj, un microscopio, de sus operativos. Mi madre siempre nos prohibió tocar esas cosas. Lo quemó todo salvo el microscopio. Era muy violento, nos pegaba con una caña. Mi mamá se intentó suicidar metiéndose en un cuartel de noche, para que mi viejo viera cómo eran sus compañeros, pero no le dispararon”.

Otros sí conocen con detalle los crímenes de sus padres, los han leído en sentencias judiciales, han escuchado los testimonios de las víctimas. Y les cuesta vivir con ese peso. Por eso se unen. Están recibiendo mensajes de todo el mundo, y en Chile algunos hijos de represores quieren organizar algo parecido. Todos quieren gritar lo mismo: no en mi nombre.

MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017 – COMCOSUR
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4) Y la humanidad toleró el crimen de Iraq
Luis Manuel Arce (Alai)

Todavía puede parecer ridículo y calificarse de bluf aquellas palabras de Saddam Hussein poco antes de la invasión militar de Estados Unidos a Iraq de que un ataque a su país podría convertirse en la madre de todas las guerras.

Lo cierto es que desde mayo de 2003 a la fecha ni los bombardeos ni las muertes han cesado y la guerra se ha extendido a toda el área circundante de Iraq, excepto Israel que la promociona, y no se sabe cuándo va a cesar.

Hay muchas cosas tristes y preocupantes en este negro y trágico episodio de la historia de la humanidad, pero el más lamentable es la impunidad de quienes fabricaron esa guerra y la tolerancia del mundo que la admitió.

La guerra de Iraq la tejieron los Bush y sus amigos petroleros de la Halliburton y otras empresas del sector mediante grandes mentiras, por una necesidad económica y estratégica, pues antes del actual fracking que reanimó los inventarios de crudo de Estados Unidos, la producción nacional estaba en crisis.

Los todavía enigmáticos acontecimientos de la Gran Manzana el 11 de septiembre de 2001 con el derribo de las Torres Gemelas, vinieron como anillo al dedo a los planes que los Bush y los petroleros venían fraguando desde la primera invasión a Iraq en 1991 de Bush padre, y los errores de Saddam Hussein contribuyeron a facilitarlos.

Hace poco el teólogo de la liberación Leonardo Boff se preguntaba cómo entender la aterradora falta de conciencia de los corruptos, a lo cual habría que agregar, “y de los asesinos”.

La infamia de Iraq debería situarse en el epicentro de una reflexión universal no solamente en torno a esa falta de conciencia de corruptos y asesinos que puede tener una respuesta en las ambiciones y las ansias de poder hegemónico, sino principalmente en la tolerancia del mundo de crímenes de lesa humanidad y de lesa cultura cometidos con absoluto conocimiento de causa, premeditación y alevosía.

El mecanismo de actuación de los Bush se asemeja a lo muy bien explicado por Fernando Buen Abad Domínguez en su artículo “Ética entre las “posverdad” y la “plus-mentira” en el que define a la primera como “una forma emotiva de la mentira para manipular la “opinión pública”… para subordinar los hechos a las habilidades emocionales del manipulador”.

Y agrega que “es la mentira que prescinde de los hechos, que los arrodilla ante los intereses del enunciado para revertir (pervertir) la relación conocimiento-enunciación. El conocimiento se convierte en producto del enunciado y no al contrario. La realidad se convierte en un estorbo o en una anécdota decorativa -o prescindible- del enunciado. Una figura “retórica” más importante que la propia verdad”.

La generación actual recuerda toda aquella parafernalia propagandística sobre el supuesto almacenamiento de armas de destrucción masiva por parte del gobierno de Hussein, y la terrible dramaturgia en las comparecencias públicas de George W. Bush, Condoleza Rice y Dick Cheney, todos ligados al sector petrolero, sobre la compra de tubos a Nigeria para enriquecer uranio, y aceleración de proyectos nucleares, todo una gran mentira.

Involucraron a la Agencia Central de Inteligencia como fuente de información, aunque agentes de la CIA lo negaron, y en ningún momento presentaron pruebas de sus atroces afirmaciones porque la mentira es un dispositivo consustancial a lo que se puede denominar dictadura de las creencias impuestas mediante políticas de terror.

Es asombroso cómo todos salieron a la palestra a mentir, desde Bush y Tony Blair en Reino Unido, hasta José María Aznar en España, con la tarea de aniquilar todo lo que los contradijera e imponer un odio de clase hacia un pueblo al que preparaban para un holocausto infernal que sería presentado por las principales televisoras como una película de ficción y no una carnicería, en un ambiente de tolerancia, magnificencia tecnológica y triunfalismo.

Y aunque toda la falacia fue descubierta, y no se encontraron armas de destrucción masiva, ni atisbos de proyectos nucleares, y la Halliburton conquistó en dos años proyectos por 16 mil millones de dólares, las petroleras se repartieron el crudo iraquí, y Bush no entregó al país a un gobierno civil como había declarado, el mundo toleró el crimen de Iraq.

No importa que el trauma psicológico afecte todavía a dos de cada cinco iraquíes, ni que más de 2 millones de jóvenes estén viudas, o que el 75 % de los niños hayan desertado de la actividad escolar y se vean expuestos a la prostitución y el trabajo esclavo, ni que en 10 años de ocupación yanqui un millón 600 mil iraquíes fueron desplazados de sus hogares, y 151 mil civiles asesinados por otros hechos, el mundo sigue tolerando el crimen de Iraq.

Pero lo más grave es que la plus-mentira abrió camino en Iraq y continuó haciendo brecha hasta irrumpir en Libia y Siria donde el drama iraquí se ha multiplicado por las mismas causas que los Bush y comparsa invadieron en 2003 aquellas tierras. Y cuidado América Latina porque la plus-mentira no tiene fronteras.

El mundo sabe lo que está ocurriendo en Venezuela. Hay pruebas de todo tipo de los crímenes que comete la ultraderecha violenta para crear un clima de guerra interno y provocar una invasión militar extranjera bajo las banderas colonialistas de la Organización de Estados Americanos.

Pero la gran prensa internacional, la misma que satanizó al Iraq de Hussein, está culpando de los hechos de violencia al presidente Nicolás Maduro y tratando de resquebrajar la unidad y cohesión de las fuerzas armadas bolivarianas.

Parodiando a Fernando Buen Abad, Venezuela no puede ser el Iraq latinoamericano. La plus-mentira, basada en la inmoralidad, no puede volver a ser esgrimida por nadie y menos por gobiernos vacíos de principio que desfiguran alevosamente la realidad como signo de clase. El fundamentalísimo de la irracionalidad no puede seguir impune y hacer creer que lo falso es real como pretende el presidente Donald Trump.

La tolerancia a la maldad debe tener límites, de lo contrario preguntémonos no cómo queda la conciencia de malevos y asesinos, sino de la humanidad que admite sus crímenes.

MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017 – COMCOSUR
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5) Nagorno Karabaj: La otra ocupación
Pablo Jofré Leal (Rebelión)

El día 4 de julio, mientras gran parte de los medios de comunicación occidentales se preocupaban de la prueba misilística de Corea del Norte y el gobierno estadounidense lanzaba su centésima amenaza contra ese país y su gobierno, ese mismo día un ataque de las fuerzas de ocupación de Armenia en la región de Nagorno Karabaj –ocupada por Armenia desde el año 1994– causaba la muerte de civiles inocentes.

Guliyeva Sahiba de 50 años de edad y su nieta Guliyeba Zahra de 2 años habitantes del pueblo de Alkhanlí en la región de Fizulíen en Azerbaiyán – a escasos tres kilómetros del frente de batalla que separa a Azerbaiyán de las fuerzas ocupantes de Armenia en Nagorno Karabaj. La abuela y su nieta fueron las víctimas fatales del ataque de las fuerzas armadas de Armenia mediante el uso de lanzagranadas, morteros y fusiles contra la población civil, ocasionando, además heridas a una tercera mujer y la destrucción de objetivos materiales de la ciudad azerí ubicadas en la primera línea de separación entre las fuerzas de Azerbaiyán y el ejército ocupante.

Alkhanlí, Zabundzhuk y otros pequeños pueblos ubicados cerca de la primera línea de separación han vuelto a sufrir el rigor de un conflicto que requiere una pronta solución, so pena de eternizarse como otros contenciosos que la comunidad internacional mantiene bajo el escritorio sin atreverse a dar un corte definitivo en función de los intereses de las poblaciones afectadas y de la legitimidad de los argumentos ofrecidos por Azerbaiyán.

Recordemos que el conflicto de Nagorno Karabaj –ocupado por Armenia– tuvo una violenta escalada de provocaciones desde el lado de Armenia desde el año 2016 lo que ha generado un ambiente de frágil estabilidad. Un conflicto que se remonta a la guerra entre los años 1992-1994 cuando las fuerzas armadas de Armenia ocuparon Nagorno Karabaj y siete distritos de Azerbaiyán adyacentes lo que se mantiene en la actualidad como territorios ocupados. Para avanzar en la solución de este contencioso se creó el llamado Grupo de Minsk copresidido por Rusia, Estados y Francia que no ha hecho avances substanciales frente a la legítima demanda de Azerbaiyán de recuperar su integridad territorial.

El Grupo de Minsk de la organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa –OSCE– exigió el fin de las hostilidades pero sin avanzar en los temas de fondo respecto a este conflicto: la devolución total de los territorios ocupados por Armenia. Recordemos, que tras la visita de los Copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE –Igor Popov, Richard Hoagland y Stéphane Visconti, de Rusia, Estados Unidos y Francia respectivamente– en abril del año 2016 a Nagorno Karabaj se llamó a un cambio del statu quo de la ocupación mediante las negociaciones sustantivas y serias. Sin embargo, a pesar de esta labor diplomática, de las resoluciones existentes, Armenia vuelve a ejercer acciones militares contra la población azerí, incluso más allá de las fronteras de seguridad.

Para las autoridades de Azerbaiyán la respuesta de la dirigencia política-militar de Armenia a los llamados de los copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE y de las organizaciones internacionales –tanto en el 2016 como las emitidas en los últimos días– muestran no sólo oídos sordos, sino un desprecio absoluto por las leyes internacionales. No se reintegran al plano de conversaciones sustantivas a fin de resolver el conflicto, sino que los crímenes de civiles de Azerbaiyán –fuera de la región ocupada– demuestran la necesidad que el grupo de Minsk, la ONU y la comunidad internacional exijan a Armenia el retiro incondicional de todas su tropas de Nagorno Karabaj. No hay otra solución. Eso es lo único que podría cambiar el status actual de ocupación. Ello conforme a las normas y principios del derecho internacional y las decisiones y resoluciones pertinentes de las organizaciones internacionales.

Para las autoridades de Azerbaiyán los ataques de este 4 de julio, considerados deliberados y sin razón alguna son la muestra palpable del carácter terrorista del Estado armenio que se niega a devolver los territorios ocupados tras la guerra de principios de los 90 del siglo XX, a pesar de las resoluciones y dictámenes internacionales que instan a este país a devolver los territorios bajo la ocupación militar. Este tipo de ataques se inscriben en una política destinada a amedrentar al pueblo azerbaiyano y al mismo tiempo violar, como ha sido una constante, el derecho humanitario internacional, en específico los Convenios de Ginebra firmados el año 1949 y su protocolo adicional I –firmado el año 1977– y que refieren a la necesaria protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales.

En lo específico lo que se ha contravenido es el capítulo II de dicho protocolo adicional con referencia a las personas civiles y población civil, el capítulo IV del mencionado protocolo respecto a los servicios que se deben otorgar en materia de protección a la población civil, entre otros puntos violados íntegramente por Armenia. Sumemos a ello las constantes transgresiones de la Convención de los Derechos del Niño y el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades.

Frente a esta agresión y asesinato de civiles de Azerbaiyán, ¿quién le exige a Armenia el cumplimiento de sus responsabilidades y deberes internacionales? ¿Por qué las Naciones Unidas no actúan con la misma celeridad y su Consejo de Seguridad no censura este actuar violatorio del Gobierno armenio exigiendo no sólo el cese de estos ataques, sino también la retirada de las fuerzas ocupantes de Nagorno Karabaj? Recordemos que las resoluciones números 822, 853, 874 y 884 del año 1993 explicitan y reafirman “la soberanía y la integridad territorial de la República de Azerbaiyán y de todos los demás Estados de la región”

No sólo hablamos de soberanía e integridad territorial sino también la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la inadmisibilidad del uso de la fuerza para la adquisición de territorios”. No hay discusión posible respecto a esa exigencia y su respeto absoluto, no es posible debatir sobre el necesario cumplimiento de los estados respecto de sus obligaciones internacionales. El Ministerio de Defensa de Azerbaiyán declaró que “las tropas han sido puestas en alerta de combate para hacer frente de forma inmediata a cualquier acción del enemigo, ya sea contra los civiles como contra las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán de tal manera de lanzar ataques de respuesta contra las posiciones del agresor”.

Dura tarea para los organismos internacionales que trabajan para acercar posiciones y evitar conflictos. Sobre todo porque Armenia ha declarado rotundamente que se niega a devolver los territorios ocupados, ratificando que la autoproclamada república –no reconocida por ninguna nación del mundo– no será parte de Azerbaiyán bajo ningún estatus y la realización del derecho de autodeterminación del pueblo de Karabaj es irreversible ¿Con ese predicamento como sostener que Armenia está por la paz o por resolver el conflicto? Esa declaración resulta tan ilógica como ridícula e inaceptable y merece las más severas sanciones de la comunidad internacional.

Devolver la paz a la región del Cáucaso sur, lograr la estabilidad plena que permita el desarrollo de las sociedades de esa región, trae consigo la urgente necesidad –indiscutible por lo demás– de devolver los territorios ocupados a Azerbaiyán, a la plena soberanía azerí. La paz en esta zona del mundo traerá consigo un influjo positivo para los anhelos de paz de todos los territorios adyacentes, llámese próximo Oriente y Asia central, que también necesitan paz pero no a cualquier precio, sino a aquel que dicta la justicia y las leyes internacionales. Lo merecen los miles de muertos de la guerra de 1992-1994, como también aquellos que como Guliyeva Sahiba de 50 años de edad y su nieta Guliyeba Zahra de 2 años han pagado con su vida el vivir en una zona en conflicto. Nagorno Karabaj necesita ser puesta en las preocupaciones del mundo, alertar sobre las agresiones sufridas por Armenia, levantar su derecho al retorno a la soberanía de Azerbaiyán. Nagorno Karabaj no puede seguir siendo otro territorio ocupado más.

MIÉRCOLES 12 DE JULIO DE 2017 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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