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ARGENTINA: LA HISTORIA DE LAS PROFESIONALES DEL MAR: ABUSOS SEXUALES, DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCI A – comcosur mujer 702 – 04.10.2021

COMCOSUR MUJER / AÑO 27 /No. 702 /lunes 04.10.2021 – Hoy:

1) Argentina: La historia de las profesionales del mar: Abusos sexuales, discriminación y violencia
2) Chile: Cuál es el camino para que sea ley la despenalización del aborto
3) México: Exigen a gobierno investigue casos de feminicidio
4) México: Mujeres exigen legalización del Aborto en Querétaro en el marco del #28S
5) Perú: Presentarán proyecto de ley para despenalizar el aborto por violación
6) Uruguay: Organización Mujer y Salud constató 270 casos de mujeres que no recibieron atención para realizar aborto seguro durante el actual Gobierno
7) Uruguay: Mujeres en el transporte público: más usuarias que conductoras
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COMCOSUR MUJER /Fundado por Yessie Macchi / AÑO 27 / No. 702 – Lunes 4 de octubre de 2021 / Producción: Beatriz Alonso y Cecilia Duffau /Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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1) ARGENTINA: LA HISTORIA DE LAS PROFESIONALES DEL MAR: ABUSOS SEXUALES, DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA

Son trabajadoras de las aguas de diversas profesiones y desarrollan sus actividades a bordo: buzas, oficiales maquinistas, marineras, cocineras, enfermeras, capitanas, oficiales de cubierta. Todas poseen libreta de embarque y una excelente formación en distintas escuelas: Prefectura, Salvamento y Buceo, Escuela Nacional Fluvial Tómelas de Buenos Aires, Escuela de pesca en Mar del Plata y la Escuela Náutica. Sin embargo, la mayoría de ellas están desempleadas, son discriminadas por ser mujeres y las que lograron navegar en alta mar enfrentan violencias, acosos y abusos sexuales de parte de sus compañeros varones cis. Un espacio dominado por la lógica machista y los pactos de silencio entre caballeros que sólo pueden enfrentarse en red y necesitan ser intervenidos por políticas de equidad.

“El mercado empresarial no toma mujeres. Los sindicatos que deberían defendernos no lo hacen, sino todo lo contrario, si nos buscamos un laburito por fuera hablan con la empresa para que no nos contraten. Tenemos un nivel de violencia zarpado desde lo empresarial y sindical. Conozco muchas compañeras que los propios dirigentes gremiales les han propuesto sexo o plata para conseguirle un embarque”, dice Lucía de Pascuale. Es buza profesional, la única en toda Latinoamérica que posee la mayor categoría de buceo, puede llegar a sumergirse hasta 300 metros de profundidad respirando mezcla artificial. Con mucho esfuerzo y después de 17 años de estudio, alcanzó esta calificación, sin embargo, hace más de un año que está desempleada. En todo el país hay 40 varones con su misma categoría y cobran mil dólares por día cada vez que realizan una labor.

Lucía intentó implementar diversas herramientas para conseguir un empleo, reunió a las 10 buzas que hay en todo el país para que la Asociación de Buzos Profesionales impulse la contratación de mujeres en las empresas, al menos un cupo, cuando en cada obra se emplean entre 10 y 30 personas “El gremio desestimó los artículos de género que presenté. Me atacó en el grupo de agremiados y también en una carta pública que envió a las empresas. A partir de ese momento no me llamaron más de ninguna empresa, me dejaron en la calle sin un mango”, cuenta.

Luego de ese episodio, Lucía se puso en contacto con trabajadoras del sector marítimo, fluvial y lacustre que se encontraban intentando acceder a un empleo. En cada una de las historias que escuchó se repetía el mismo patrón: todas hablaban de los abusos sexuales y acosos que sufrieron por parte de sus compañeros y la discriminación de las autoridades de los gremios. A esas situaciones le seguían la falta de acceso a la Justicia: “Ninguna de nosotras puede pagar un abogado estando desempleada. Hay una denuncia de una marinera que fue violada a bordo, nunca tuvo contención ni de Prefectura ni de su gremio, la violencia que vivimos es muy grande”.

Lucía nació en Jujuy, cuando cumplió 17 años se mudó a Buenos Aires, a los 18 ya era buza y se mudó al sur en busca de un empleo que no consiguió en la Ciudad. Durante 10 años trabajó en la pesca artesanal de mariscos que se realiza bajo la modalidad de buceo. Vivía en un campamento y dormía en una casilla rodante, era la única salida laboral que tenía, precarizada y sin ningún derecho laboral. “Sin ART, sin un seguro de vida, buceando con descompresión, algo que está prohibido por Prefectura porque no hay una cámara hiperbárica para respirar. Tuve accidentes de descompresión, donde me tuvieron que meter desmayada bajo el agua con el regulador en la boca para reavivarme, a varios compañeros les pasó y algunos perdieron la vida”, detalla.

Lucía de Pascuale, buceadora a más de 300 metros de profundidad y una de las responsables de la organización de las trabajadoras de mares y ríos.
La Asociación de Mujeres de la Actividad Marítima, Fluvial y Lacustre es un grupo que reúne a más de 60 de trabajadoras del mar de todo el país, Lucía es una de las impulsoras. Se organizó para elevar los reclamos de las trabajadoras y denunciar las múltiples formas de violencia que sufren. Muchas de ellas son jefas de hogar que hoy no pueden acceder a un trabajo formal por ser mujeres, a pesar de contar con una formación profesional.

Hace un año presentaron una nota al Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad exponiendo su situación, recién el 11 de agosto pasado recibieron una respuesta y reunión mediante se comprometieron a trabajar en sus demandas. Antes tocaron sin éxito las puertas del Ministerio de Trabajo, de la Defensoría del Pueblo y del INADI.

Años atrás, Lucía embarcó contratada por una empresa noruega, una de las pocas que realiza tareas de saturación donde lxs buzxs se sumergen a 300 metros de profundidad. Sin embargo, a pesar de estar capacitada para el puesto tampoco le permitieron realizar esa tarea.

“Fui ninguneada por compañeros y supervisores, me decían en la cara ‘a vos no te vamos a mandar a hacer esto porque sos mujer’. Estuve 10 años en la pesca, levanté más toneladas de mariscos que cualquiera de los buzos que estaban en ese barco, manejé lanchas, llegué a bucear ocho horas por día”, cuenta Lucía. Nada de eso parecía ser suficiente, al desprecio hacia su formación le siguió el acoso: “Todos te insinúan que quieren tener sexo y cuando expuse esta situación con el capitán me dijo ‘si yo hablo va a ser peor, no subimos más mujeres’”.

Ese es el modus operandi en alta mar: la amenaza de castigo como disciplinamiento para quienes se animan a denunciar y el pacto de silencio entre caballeros que los convierte en cómplices de las violencias.

Sindicalismo patriarcal

Gisela González es oficial de máquinas fluviales, en 2012, a sus 24 años, egresó de la Escuela Nacional Fluvial. Conoce cada uno de los sistemas a través de los cuales funciona un buque. Proveniente de una familia de muy bajos recursos, significó un gran sacrificio poder completar su formación. De lunes a viernes viajaba a la cinco de la mañana de Longchamps a Constitución para llegar a las 7 a la escuela con las monedas justas. A veces le sobraban unos pesos para comer, otras no y los sábados viajaba a la Bahía de Núñez, en Ciudad de Buenos Aires, para completar las prácticas de natación y remo.

Gisela González, a pesar de las violencias sufridas sigue insistiendo en su formación y en las ganas de embarcarse.

La formación de Gisela no fue totalmente gratuita, debía pagar una cuota de $300 pesos, su mamá enfermera de profesión la ayudaba con lo que podía. Cuando estuvo lista para embarcar entró al mundo del gremio: “Nos dijeron que teníamos que afiliarnos, ponernos en una lista laboral y el gremio se encargaría de darnos los embarques. Después de esperar muchos meses conseguí un embarque en un buque pesquero”, cuenta.

Luego de ese primer viaje no volvió a conseguir otro trabajo y tuvo que abandonar el mar “como les pasa a muchas compañeras, desisten de su profesión y eligen otra carrera u otro trabajo, para mí fue muy difícil porque extrañaba todo lo que había estudiado, lloraba cuando sentía el olor del mar. Soñaba con el mar.”

Gisela junto fuerzas y volvió en 2019, renovó los cursos para navegar que se vencen cada cinco años, se anotó nuevamente en lista, y tuvo una reunión con el secretario general y el adjunto del Sindicato de Conductores Navales y le prometieron un empleo. Esperó varios meses y como seguía sin trabajo viajó a Mar del Plata en busca de un barco.

Ilusionada con la promesa de un empleo, Gisela rompió la alcancía de su hijo y juntó la poca plata que tenía en el bolsillo para comprarse un pasaje. “Cuando llegué el secretario de la seccional me dijo ‘tenés que ponerte en lista’, le expliqué que viajé porque me habían prometido un trabajo y que estaba pasando una necesidad económica pero no le importó. Estuve durmiendo 40 días en el puerto, comiendo de lo que me daban los marineros.”

En medio de esos días de angustia lejos de su familia y durmiendo a la intemperie, conoció a un grupo de marinerxs con lxs que empezó a patear los muelles para hacer changas, 12 horas por día con currículum en mano para conseguir un puesto. Una semana después logró embarcarse en un empleo temporario como primera oficial. Mientras tanto la seccional del Mar del Plata, que la había dejado en la calle, la hostigaba por buscar trabajo con lxs marinerxs. Gisela denunció esta situación ante el secretario general de Buenos Aires, y la situación empeoró.

Una mañana el secretario de la seccional de Mal del Plata la interceptó en la calle y comenzó a gritarle, Gisela tuvo pánico y cuando terminó su contrato temporario abandonó la costa, regresó a su casa y denunció el hostigamiento ante el INADI. Su situación económica empeoraba y su compañero tampoco contaba con un empleo formal. “Pedí mi libertad laboral y me la negaron. Cuando me llamaban de una empresa para embarcar al día siguiente me decían ‘el gremio nos dijo que no’. Todo esto me desencadenó estrés y anemia aguda y ni siquiera tenía obra social.”

El día que llegó al INADI Gisela denunció además otra situación que vivió en 2014 cuando tenía 25 años: “Era muy joven y nueva en el ámbito laboral, en ese momento no supe que hacer ni a donde denunciar. Me subí a un barco y el primer oficial de cubierta se metió en mi camarote e intentó violarme.

En mi mameluco siempre llevaba una navaja porque en la escuela me enseñaron que teníamos que tener una herramienta cortante por si nos enredamos los pies o necesitamos cortar algo de urgencia, nunca imaginé que la iba a usar para una situación así. Mientras el oficial me bajaba el cierre del mameluco saqué la navaja y le dije ‘si me tocas un pelo te abro la garganta hasta los huevos’. El tipo se puso blanco y se fue. Yo no podía respirar de los nervios”.

Al día siguiente Gisela relató la situación ante el jefe de máquina de la embarcación, cuando llegó a oídos del capitán él le dijo riendo “qué hacemos jefa”. Cuando se bajó del barco Gisela denunció el abuso ante el secretario general del gremio, la respuesta que recibió fue: “Gracias a Dios no pasó a mayores”. Gisela tenía miedo, estuvo un año sin poder navegar luego de ese episodio.

“Los gremios y las empresas no están capacitados en perspectiva de género para contener a las mujeres en estas situaciones. Se de otras compañeras que han vivido situaciones de abuso peores que la mía, amenazas, maltratos, no es solo violencia laboral, sino sexual, psicológica, no se respetan nuestros derechos y las convencen para que no denuncien, compran su silencio a cambio de un trabajo”, asegura Gisel.

Hoy a sus 33 años continúa profesionalizándose en el Astillero Río Santiago, cursando dos tecnicaturas: de control y automatización y otra de construcciones navales, en busca de un empleo efectivo.

El costo de ser mujer

Marina Saboularb atiende el llamado mientras respira el frío seco de Puerto Pirámides, un pueblo de menos de 500 habitantes ubicado en la Península de Valdez. Llegó haciendo dedo. Vive en Buenos Aires y viajó para visitar a sus compañeras de la agrupación, buzas cocineras y encargadas de cámaras que hacen turismo en los buques de Ushuaia.

Marina es fotógrafa y marinera, comenzó un proyecto personal donde registra a sus compañeras en alta mar. Nunca logró embarcarse como fotógrafa, cuenta que son puestos que solo les dan a los hombres. “A las mujeres la mandan a la cocina o a limpiar camarotes que es la categoría básica”.

Para llegar a ocupar puestos superiores les exigen acumular determinadas horas de navegación, algo muy difícil de conseguir cuando acceder a una embarcación es una odisea y dependen del gremio. Diez años después de recibirse Marina solo logró embarcar tres veces, mientras sus compañeros varones con los que cursó la carrera están todos empleados.

Ante la falta de acceso a un puesto, Marina se vio forzada a buscar embarque en bandera extranjera, lo que requiere mayor formación: “Tuve que estudiar un montón de idiomas y tener una segunda carrera. Los cursos que hacemos son avalados por la Organización Marítima Internacional (OMI).” Para embarcarse en aguas extranjeras, además necesita una libreta internacional que cuesta 500 dólares, vence cada cinco años y ya pasó los primeros tres años y medio sin embarcarse.

Al igual que todas sus compañeras, cuando se recibió debió entrar al circuito del gremio para conseguir un embarque. “Muchas empresas solo te emplean a través del gremio y todo muy entre comillas porque siempre toman hijos de, sobrinos de, nietos de. Es muy difícil hacerte un camino de otra manera. Y también lo que existe mucho en la jerga es que los compañeros te tienen que elegir. Es un ambiente muy machista, hay compañeras que me cuentan que tuvieron que encerrarse en un camarote para que no abusen de ellas”, relata.

La primera capitana

La señal de wifi en plena embarcación a 200 millas en mar argentino, cerca de aguas internacionales, dificulta la comunicación con la capitana Nancy Jaramillo. El clima no acompaña y el frío penetra los huesos. Nancy se toma un rato de sus horas de descanso para contar su historia, hace guardias de 12 horas y es la primera mujer capitana de pesca de Argentina.

De familia de bajos recursos, Nancy nació en Trelew y creció en una villa de Puerto Madryn, sin techo, lo único que tenían era un auto, donde vivieron durante un tiempo. Nancy reivindica su clase y recuerda los días en los que el único plato de comida que tenía era el que conseguía en el comedor del barrio. Su primer trabajo lo tuvo a los nueve años, vendía agujas e hilos en la calle. Después limpió casas, fue niñera, vendió carbón, dio clases particulares, trabajaba todo el día, pero la plata nunca le alcanzaba.

A los 17 tuvo su primer y único hijo, madre soltera, desesperada por conseguir un sustento económico se enteró de un curso para camarera de barco que brindaba Prefectura. Así comenzó su carrera para llegar al mar. Sin descanso trabajaba de mañana y estudiaba de tarde. Consiguió su libreta de embarque y en 1996, a sus 19 años comenzó su primera travesía a bordo como camarera en un ambiente muy hostil.

“Sufrí todo tipo de abusos e insultos, una noche mientras dormía un oficial entró a mi camarote, me tapó la boca, se me subió encima y me manoseó. Fue una situación espantosa, no tenía forma de defenderme. Al otro día me llamó el capitán para decirme ‘cómo una puta como yo podía ensuciar el buen nombre de un padre de familia’. El tipo se adelantó pensando que lo podía denunciar y le dijo al capitán que yo lo había provocado. Agaché la cabeza y no pude decir nada, se me caían las lágrimas, nadie iba a creer lo que había pasado realmente.”

Nancy juntó fuerzas y continuó formándose para ascender a marinera, no le fue fácil, dos años después llegaron también las primeras manifestaciones de discriminación, sus superiores le decían que no aceptaban mujeres, pero se plantó, insistió y logró rendir el examen para convertirse en marinera.

“Encima una negra cabeza”

Nancy comenzó a acumular horas de embarque y en 2003 se presentó en la Escuela de la Armada para acceder a la patente de patrón costero. Para navegar como oficial en grandes embarcaciones se exigen dos patentes, a Nancy querían otorgarle solo una que sirve para pequeñas lanchas, a pesar de que acumulaba muchos años de experiencia, mientras que a sus compañeros varones que tenían unos pocos meses navegando, ya les habían otorgado ambas patentes. Recién en 2007, cinco años después, cuando cambió el director de la escuela, fue aceptada.

Nancy Jaramillo logró llegar a capitana después de incontables esfuerzos y violencias.
Cuando creía que todo se había solucionado pusieron en duda sus 10 años de navegación, abrieron una investigación y le exigieron que consiga en menos de dos meses documentos de las autoridades marítimas de Prefectura que probaran sus años en el mar. La acusaban de haber alterado su libreta, sin pruebas ni fundamentos, algo que jamás le sucedería a un varón. En menos de dos meses Nancy reunió toda la documentación y se graduó como oficial de pesca. Continuó embarcada. Sin embargo, aun con título en mano, le daban los trabajos más básicos mientras sus compañeros accedían a los cargos de oficiales.

Continuó su carrera, alcanzó el título de oficial y en 2011 volvió a la escuela para convertirse en capitana. “En 2017 cuando estaba por recibirme de capitán mi profesor Martínez me contó que el director de la escuela, un militar muy machista, le dijo ‘no quiero como capitana a una mina y encima una negra cabeza”, recuerda Nancy textuales palabras.

Ella estaba sobre capacitada para su puesto, antes de llegar a ser capitana ya conocía todos los oficios que se desarrollan en una embarcación: fue bodeguera, bajaba a estivar en una embarcación con 34 grados bajo cero y hasta fue marinera de cubierta, un puesto que tiene los trabajos más pesados. “Cuando mi profesor Martínez, se enteró que no me querían dejar entrar dijo que iba a realizar una denuncia pública por discriminación, gracias a él pude ingresar”, cuenta.

Nancy recuerda que el día que salió en su primer viaje como capitana de una embarcación la mitad de la tripulación se bajó porque decían que iba a hundir el barco. “Todavía siguen pensando que porque somos minas no nos da el cerebro o no estamos capacitadas. Salí a mi primera marea, me fue muy bien y pesqué un montón”, cuenta.

No solo pusieron en duda su carrera, sino que además tuvo que soportar incontables situaciones de violencia y abuso sexual. “Cuando trabaja como cocinera un oficial venía a manosearme. Cuando todos estaban afuera trabajando, me tapaba la boca y la nariz. Un día no aguanté más, le dije al capitán y su respuesta fue ‘¿no lo estarás provocando?’. No se puede hacer nada, si digo algo te van a echar a vos’.

“Un compañero me dijo ‘a ver cuando te pones calzas y nos mostras el culo’, yo le respondí ‘que muestre el culo tu mujer’, me pegó una piña y me dejó los dos ojos negros. Otro me dejaba todo el trabajo a mí, un día le dije que haga sus tareas como correspondía y me tiró una caja encima, me caí de dos metros y me quebré las muñecas, cuando lo conté al capitán le terminaron dando la razón a él. Me dijeron que estaba bien que me haya pegado porque yo no le podía dar órdenes.”

Nancy reconoce que esas situaciones la marcaron y la llevaron a vivir con miedo y angustia. “Hasta que dije basta y empecé a contactar a compañeras porque nosotras hoy como mujeres trabajadoras del mar no tenemos nada ni nadie que nos ampare. Por estar en un barco para los hombres ya estamos provocando.” La primera vez que un compañero le pegó había tres hombres más, ninguno la defendió

“Me fui sola a mi camarote a lavarme la cara porque la tenía llena de sangre. Sufrí mucho desprecio, me daba vergüenza decir que era capitán de pesca porque para la sociedad marítima una mujer es una vergüenza. Una vez un hombre me dijo que yo era la puta que abandonó a su hijo para ir a chupar pijas a los barcos. Es muy doloroso, llegó un momento que era tanta la agresión que no entendía porque me atacaban tanto. No conseguía trabajo en ningún lado, nadie me quería embarcar porque era mina.”

Hoy nota algunos cambios: “Este último año con tanta movida del movimiento feminista están empezando a contratar mujeres de a poco y hay un proyecto de la senadora Nancy González que establece embarcar un 30 por ciento de mujeres en los barcos pesqueros. Están empezando a aceptarnos porque no les queda otra. Son muchas las mujeres con libreta que quieren subir a un barco, estoy segura que cada vez van a ser más y serán grandes, marineras, camareras, oficiales, pero si no nos abren las puertas nunca vamos a poder ganar nuestro espacio. Queremos igualdad de oportunidades.”

Página12 / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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2) CHILE: CUÁL ES EL CAMINO PARA QUE SEA LEY LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO

La semana pasada se votó en la Cámara de Diputados por despenalizar a aquellas mujeres y acompañantes que abortaran dentro de las primeras 14 horas de embarazo, algo que finalmente se aprobó en general.

75 votos a favor, 68 en contra y dos abstenciones fue el resumen de una ajustada votación en un proyecto que estaba hace años en el Congreso y que venía sufriendo con una serie de votaciones que no le permitían ver la luz.

¿Cuándo será ley la despenalización del aborto y qué falta?
Por supuesto que como todo proyecto de ley, aún falta que llegue al Senado y se apruebe. Tras eso, habrá que ver si es que desde el Gobierno de Chile están dispuestos a presentar algún tipo de veto, tal como plantearon hacerlo en algún minuto con los retiros de fondos.

Es más, la ministra de la Mujer y Equidad de Género Mónica Zalaquett adelantó que “como gobierno no tenemos contemplado respaldar ni impulsar un proyecto como el que se votó (en la Cámara de Diputados)”.

“La posición del gobierno de Sebastián Piñera frente al aborto, ya sea de su despenalización o su legalización libre de causales es por todos conocida: este gobierno va a proteger la vida siempre desde su concepción”, complementó.

Por lo pronto, para que la despenalización del aborto sea una ley, falta que pase por la Comisión de Mujeres y Equidad de Género para su revisión en particular. Luego, se deberá someter a votación en el Senado y, tras ello, Piñera deberá firmar el proyecto para que se convierta en ley. Por lo tanto, todavía no hay una fecha definida.

AS Chile / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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3) MÉXICO: CIRCULAN PETICIÓN PARA EXIGIR A GOBIERNO DE EDOMEX INVESTIGUE CASOS DE FEMINICIDIO

Madres de víctimas de feminicidio en el Estado de México y Amnistía Internacional circularon una petición para sumar firmas ciudadanas y con ellas exigir que el gobierno de esa entidad haga justicia por el asesinato de sus hijas.

En la investigación “Juicio a la justicia”, Amnistía Internacional México documentó los casos de Nadia Muciño Márquez, desaparecida y asesinada en el 2004; el de Daniela Sánchez Curiel, desaparecida en 2015 actualmente en paradero desconocido y cuya familia presume que fue víctima de feminicidio; el caso de Diana Velázquez Florencio, desaparecida y asesinada en 2017; y el caso de Julia Sosa Conde, desaparecida y asesinada a finales de 2018.

En esta investigación, Amnistía encontró que las mujeres víctimas de feminicidio que ocurren en la zona oriente del Estado de México tienen algunos rasgos en común, como que el crimen en su contra fue precedido por la desaparición.

También encontraron que las investigaciones sobre estos feminicidios precedidos por la desaparición son deficientes: en el proceso de investigación se pierden evidencias, no se examinan exhaustivamente las diferentes líneas de investigación y no existe perspectiva de género. Además, concluyó Amnistía, las madres, hijas y familiares de víctimas de feminicidio sufren violencia institucional y son revictimizadas, ya que invierten tiempo y dinero en llevar a cabo las diligencias que le corresponden al Estado y en presionar a las autoridades para que investiguen.

Amnistía Internacional recordó que el Estado de México es una de las entidades federativas más peligrosas para las mujeres en México, ya que ocupa el primer lugar en número de casos de feminicidio cometidos cada mes (con 97 sólo de enero a agosto de 2021; Jalisco la segunda entidad con 51 y la mayoría de los crímenes quedan impunes.

“Al no respetarse los protocolos de actuación para la investigación las autoridades estatales afectan gravemente el acceso de las familias a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición”, recordó Amnistía.

Por ello, las madres de estas cuatro víctimas y el organismo internacional lanzaron la petición #HastaSerEscuchadas, cuyo fin es exigir justicia por estos cuatro casos y pedir el gobierno del Estado de México se comprometa a:

Reconocer por medio de un posicionamiento público las deficiencias en las investigaciones de feminicidio y desapariciones en el Estado de México.

Destinar los recursos necesarios para la atención de delitos de violencia de género en el Estado de México para que las personas servidoras públicas que realizan esa labor, puedan hacerlo de forma eficiente y con condiciones de trabajo dignas.

Investigar a aquellas personas servidoras públicas que hayan cometido faltas o delitos contra las víctimas e imponer medidas disciplinarias adecuadas cuando sea necesario.

Garantizar a las madres, hijas e hijos y familiares víctimas de feminicidio el derecho a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no repetición.

Cimacnoticias / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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4) MÉXICO: ABORTO EN QUERÉTARO: MUJERES TOMAN LAS CALLES PARA EXIGIR ABORTOS LIBRES, LEGALES, Y SEGUROS

Mujeres exigen legalización del Aborto en Querétaro en el marco del #28S

El pasado 28 de setiembre, mujeres de todas las edades salieron a las calles de Querétaro para exigir al gobierno estatal garantizar el respeto y acceso a sus derechos sexuales y reproductivos, entre ellos el derecho a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE).

La marcha fue parte de las movilizaciones a nivel global por el #28S, Día de Acción Global para el acceso al Aborto Legal y Seguro. Esta fecha se determinó en 1990 durante el 5to Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, realizado en San Bernardo, Argentina.

Los Mensajes sobre el Aborto en Querétaro

Las activistas queretanas expresaron estar en su «derecho a manifestarse en un marco de paz y debate plural».

Las pancartas que las mujeres cargaban demandaban el respeto a la autonomía a decidir sobre sus cuerpas; el fin de ideologías conservadoras que obstaculizan sus derechos; así como el derecho a ejercer maternidades libres.

Los mensajes también denunciaban la violencia que se vive en el país así como la poca responsabilidad que se atribuye a los hombres con respecto al tema del aborto, la procreación y la crianza de infancias.

Denunciaron también a «sectores consevadores, fundamentalistas y antiderechos y en especial a la jerarquía de la iglesia católica; la igleisa cristiana; y evangélica qué se oponen a los derechos de las mujeres. Así como a los diputados qué lejos de velar por los intereses de las mujeres y respetar el derecho a la salud; promueven discursos de odio en contra de activistas feministas. »

Mujeres de todas las edades estuvieron presentes; la lucha por la legalización del aborto no corresponde únicamente a un grupo de jóvenes. Madres, mujeres embarazadas, niñas y mujeres de edad más avanzada estuvieron presentes.

Casi al llegar al Palacio Municipal de Querétaro, las manifestantes se toparon con un grupo de personas aparentemente protegiendo la entrada a un recinto religioso. Muchas de las mujeres más jóvenes se detuvieron a gritar consignas frente al recinto.

Las personas se encontraban entrelazadas de manos y parecían estar rezando cuando las mujeres manifestantes se acercaban.
La rabia de las mujeres era evidente, muchas culpan a instituciones religiosas como la Iglesia católica de obstaculizar sus derechos. Aunque la marcha se detuvo por unos minutos, la mayoría de las mujeres continuó su recorrido hacia el Palacio Municipal.

Criminalización de la Protesta

Las mujeres también demandaron que se detenga la criminalización y persecusión en contra del movimiento feminista queretano; ya que al menos 13 mujeres cuentan con procesos judiciales abiertos por supuestos daños cometidos en la marcha del #8M del 2021.

Dos de las mujeres fueron encarceladas en junio de este año y vinculadas a proceso para ser puestas en libertad condicional aceptando presentarse en la Fiscalía a firmar cada quince días.

Desde entonces las autoridades las presionan para aceptar un juicio abreviado, la condición es que acepten la culpabilidad de los delitos que les imputan. Una de las insituciones que ha presionado a estas jóvenes es el Instituto Queretano de la Mujer.

Las mujeres exigen que la Fiscalía persiga a sus agresores y a los responsables de la violencia que se vive en el estado en vez de criminalizar a las mujeres que levantan la voz y demandan justicia.

Algunas de las mujeres realizaron pintas o también llamada iconoclásia que tiene como fin denunciar la violencia en contra de la mujer a través de la alteración de espacios públicos. Cabe señalar que el realizar pintas no se considera como un delito dentro del marco al derecho a la protesta.

Las manifestantes se retiraron al término de la marcha sin que hubiera algún tipo de agresión o lesión a terceros, las mujeres expresaron seguir en pie de lucha y que continuarán exigiendo a las autoridades el respeto a sus derechos y el alto a la violencia feminicida en todo el país.

Somos el medio / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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5) PERÚ: PRESENTARÁN PROYECTO DE LEY PARA DESPENALIZAR EL ABORTO POR VIOLACIÓN

En una acción conjunta con organizaciones de mujeres y adolescentes, la congresista de Juntos por el Perú Ruth Luque anunció, la mañana del 1 de octubre, que está trabajando un proyecto de ley para despenalizar el aborto por violación. La iniciativa legislativa será presentada al Congreso a inicios de noviembre en el marco del mes de la no violencia contra las mujeres y luego de recibir los aportes de organizaciones especializadas en derechos de las mujeres.

«Hemos tenido una reunión (con las organizaciones) y hemos decidido presentar una iniciativa legislativa que permita colocar en agenda un tema fundamental para el país como el aborto en casos de violación sexual», detalló la congresista, quien también agregó que «lo ideal sería lograr la despenalización total, pero (por ahora) podríamos abrir un primer debate para plantear el tema de la despenalización en casos de violación”.

La propuesta

El borrador del proyecto de ley busca modificar el artículo 119 del Código Penal para que el aborto por violación sea considerado una interrupción del embarazo no punible. Al igual que el aborto terapéutico cuya práctica es legal desde 1924. En principio, la propuesta está pensada para que tanto menores de 18 años, como mujeres adultas, puedan acceder a este procedimiento médico en condiciones seguras.

De la misma forma, plantearán que el Ministerio de Salud elabore una guía técnica o protocolo específico para atender las solicitudes de las mujeres embarazadas por violación que quieran acceder a una interrupción voluntaria del embarazo. Cabe precisar que se está evaluando si se determinará un plazo máximo de semanas de gestación para acceder al aborto.

Luque aseguró que buscará el respaldo de diversas bancadas del Congreso para presentar el proyecto de ley como una propuesta multipartidaria y así lograr mayor respaldo y un debate diverso cuando la iniciativa sea agendada en el pleno del Congreso.

Las cifras de aborto

Cada año, Perú registra elevadas cifras de niñas menores de 14 años que tienen partos por violación sexual. En 2020, el número de casos fue 1 178, de ese total, 23 niñas eran menores de 10 años. Hasta septiembre de este año, el Ministerio de Salud (Minsa) ya ha registrado el parto de 791 niñas, de las cuales cinco son menores de 10 años.

Además, de acuerdo a data obtenida por Wayka mediante solicitud de acceso a la información al Minsa, en 2019, los centros de salud a nivel nacional atendieron 35 mil 353 abortos, incluyendo a niñas menores de 12 años. Mientras que, en 2020, se atendieron más de 22 mil mujeres, niñas y adolescentes por algún tipo de aborto, ya sea terapéutico, espontáneo o por intentos fallidos de aborto.

De la cifra del año anterior, se desprende que 1 274 atenciones por aborto corresponden a niñas y adolescentes entre 12 y 17 años. Ellas tienen cuatro veces más posibilidades de sufrir complicaciones de salud o incluso morir por el embarazo ya que sus cuerpos no están preparados para soportar la gestación.

Un reportaje de Wayka evidenció que más de 9 mil mujeres solicitaron información sobre cómo abortar en la cuarentena del año pasado. Los registros oficiales confirman que el aborto se practica incluso con normativas restrictivas, por lo que un proyecto de ley a favor de despenalizarlo se hace urgente para prevenir que se realice clandestinamente y en condiciones de insalubridad poniendo en riesgo la vida de miles de mujeres y niñas.

Wayka / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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6) Uruguay: Organización Mujer y Salud constató 270 casos de mujeres que no recibieron atención para realizar aborto seguro durante el actual Gobierno

La organización Mujer y Salud del Uruguay (MYSU) difundió el informe «Aborto en cifras» y su directora, Lilián Abracinskas, se refirió en Mejor Hablar a los datos y conclusiones que señala el estudio.

El pasado martes 28 de setiembre se conmemoró el Día Internacional por el Aborto Legal Seguro y Gratuito y organizaciones se movilizaron en el Palacio Legislativo. «Nos seguimos movilizando porque después de 18 meses de gobierno, y luego de haber pedido reuniones a las autoridades, no hubo respuestas, ni anuncios, ni intervenciones en materia de los servicios de salud sexual y reproductiva», expresó Abracinskas.

La Salud Sexual y Reproductiva es parte de los derechos humanos en Uruguay desde 2008 y el Estado tiene que brindar garantías para su ejercicio, sostuvo. La entrevistada puntualizó que desde 2010 se definió que la anticoncepción, el control de parto y puerperio, la atención del aborto, la violencia intrafamiliar, la atención del VIH tienen que estar en el sistema de salud y ser provistos por instituciones públicas y privadas.

Según indica el documento, en 2020 hubo 2,9% menos interrupciones de embarazo legales que en 2019. Una de las posibles causas es la falta de acceso a los servicios de salud. No obstante, acotó: «Se necesita más información para tener alguna señal más clara, dado que también bajó la fecundidad».

El sistema de salud debería tener mayor preocupación de saber por qué se dio un descenso de abortos en ASSE, en la población de menores ingresos, según expresó Abracinskas.

Señaló que el año pasado llegaron a MYSU 150 mujeres a las que el sistema de salud las expulsaba, y este año ya recibieron a otras 120 mujeres en esta situación. Precisó que se confeccionó un red de acompañamiento feminista para aquellas mujeres que no quedaron cubrieron abiertas por el sistema.

Por otra parte, sostuvo que la objeción de conciencia sigue siendo un obstáculo en la implementación del aborto». Y puntualizó: «Los hospitales públicos de Mercedes, Young, Castillos, Melo y Carmelo tienen el 100 por ciento de médicos que interpusieron la objeción de conciencia para no practicar un aborto».

«Si uno ve el grupo de trabajo que convocó el ministro Salinas para abordar el tema de la natalidad, es gente con claras posturas anti aborto y anti matrimonio igualitario», comentó Abracinskas.

Propuesta de Cabildo Abierto

«La propuesta para incentivar la natalidad, como la del senador Guido Manini Ríos, es el sesgo clarísimo de mentalidad autoritaria», expresó la entrevistada. Y agregó: «Esta idea ya la tuvimos en 1975, en plena dictadura, con el año de la natalidad».

M24 / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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7) URUGUAY: MUJERES EN EL TRANSPORTE PÚBLICO: MÁS USUARIAS QUE CONDUCTORAS

Como estrategia de seguridad o para empoderar a otras, usuarias y conductoras cuentan por qué es importante que haya más mujeres al volante.

Que una mujer conduzca un taxi, un Uber o un ómnibus en la ciudad de Montevideo, y en las ciudades de América Latina, es una rareza. Siendo optimistas, está sucediendo cada vez más, porque cada vez hay menos restricciones legales, morales y sociales para que lo hagan. Así y todo, la presencia de mujeres en el transporte, como en los oficios históricamente masculinizados, sigue siendo una excepcionalidad.

Ahora, en países como Argentina o Estados Unidos, las aplicaciones que ofrecen servicios de traslados conducidos por mujeres y para mujeres están creciendo. Cada vez más, las grandes usuarias del transporte público demandan mujeres al volante porque se sienten más seguras, más cómodas y más tranquilas.

En Uruguay, quizás de forma incipiente aún, hay mujeres que prefieren y demandan transporte público conducido por mujeres. Victoria es usuaria de taxis en Montevideo y dice sentirse “más distendida” si va con una choferesa: “La corporalidad de mujer hace que no tenga que estar pispiando, o que me vaya a llevar por un trayecto que no corresponde, o que me manque con algunas fichas de más. Me genera confianza”. Lo mismo le ocurre a Ela, que cuando le ha tocado que la lleve una taxista mujer se sintió “mucho más segura” y pudo “disfrutar del viaje”.

“Cuando te subís a un taxi o un Uber vos al conductor lo mirás, tenés una instancia de evaluar si es un espacio seguro o no. Esto no es porque nacimos con un chip de cuidado con el señor del taxi, es porque a vos o a tus amigas, en algún momento, algo las hizo sentirse expuestas o vulneradas en ese espacio”. Sofía Cardozo (socióloga)

Las usuarias concuerdan en que cuando se suben a un taxi conducido por un hombre, que son una mayoría abrumadora, van muy pendientes del recorrido, enviando ubicación a una amiga, hablando por celular para sentirse acompañadas o fingiendo una llamada, y sienten miedo ante la posibilidad de ser acosadas por el conductor.

“Cuando te subís a un taxi o un Uber vos al conductor lo mirás, tenés una instancia de evaluar si es un espacio seguro o no. Esto no es porque nacimos con un chip de cuidado con el señor del taxi, es porque a vos o a tus amigas, en algún momento, algo las hizo sentirse expuestas o vulneradas en ese espacio, por eso prendés las señales de alerta. Y las señales de alerta no son caprichosas, responden a cómo hemos vivido la ciudad”, explica a la diaria Sofía Cardozo, socióloga especializada en urbanismo feminista e integrante del Área de Sociología Urbana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

Hace ya algunos años que Cardozo, junto con otras colegas, hace una “lectura feminista de la cuidad y de los espacios públicos”, y para eso recaba “lo cotidiano de la experiencia, de cómo perciben las personas el espacio y de cómo lo cargan de significación, que no es por miedo o prejuicios, sino en base a las experiencias que tenemos”, explica.

Según el Diagnóstico sobre la violencia hacia las mujeres en espacios públicos en Montevideo (2018), 46,8% de las mujeres mayores de 15 años dijo haber sufrido acoso sexual callejero alguna vez en su vida, mientras que 35% dijo haber experimentado muchas veces ofensas verbales en la calle durante los 12 meses previos a la encuesta. “Es muy claro cómo las mujeres entienden su cotidianidad a través de esta violencia, y todo pasa a estar configurado a través de cómo me condiciono para habitar el espacio. Un espacio que me es ajeno y violento, donde mi cuerpo no es tan mío. Siempre decimos que los hombres se pronuncian sobre los cuerpos de las mujeres porque pueden hacerlo. Simplemente. En ese derecho que tienen es que se despoja totalmente la mujer de su cuerpo, quien entiende que tiene que habitar la ciudad conviviendo con eso”, explica Cardozo.

A pesar de la violencia cotidiana, es claro que las mujeres, aunque algunas veces con muchos recaudos, no dejan de caminar por la calle, de tomar un ómnibus o subirse a un taxi, de salir de noche, de usar los espacios públicos, en fin, de transitar la ciudad. Y esto, para Cardozo, implica una carga mental, un pienso de cómo habitar la ciudad: “Tenés que generar distintas estrategias para usar la ciudad. La mujer tiene muy incorporado eso de saber si el camino de la parada a la casa es oscuro o no, y si son las 11 de la noche vas a otra parada que esté más iluminada”.

En este sentido, el diagnóstico arrojó que 90% de las mujeres consultadas desarrolla estrategias para usar la ciudad de forma más segura. Algunas de estas estrategias son no caminar solas en la noche, usar auriculares para no escuchar lo que les dicen cuando caminan por la calle, elegir la ropa según los lugares y/o traslados que deban hacer. Pero también están el utilizar la bicicleta como un medio de transporte seguro, usar recorridos más largos pero más iluminados, dejar de pasar por los lugares donde las violentaron, cruzar de vereda si un peatón les genera desconfianza, llevar la llave en la mano, hablar por celular con una conocida/amiga, avisar que llegaron a casa a salvo, compartir ubicación en tiempo real por Whatsapp, acercarse en la calle a otra mujer (aunque sea desconocida) si sienten miedo, entre otras.

Para Cardozo, “las estrategias que las mujeres usan para transitar la ciudad son infinitas. Es horrible y hermoso ver lo compartido de esas estrategias, cómo las tenemos tan incorporadas. Hay cosas que creemos que son parte de nuestra agencia solas, y cuando hablás con otras mujeres te das cuenta de que hacen lo mismo”.

Una de las grandes estrategias es tomar taxis, Uber u ómnibus. El diagnóstico muestra que los servicios de taxi son más usados por mujeres (81%) que por hombres (19%), y según un estudio del PNUD Uruguay (2013), las mujeres usan más ómnibus y realizan más viajes a pie de diez cuadras o menos. De todas formas, estos espacios aún no son del todo seguros para las mujeres y, además, implican un costo económico que no todas pueden abordar: “Son cargas económicas para que las mujeres tengan el mismo derecho al ocio o a la movilidad nocturna que los varones”, explica la socióloga. Entonces, para ella, si las mujeres están siendo acosadas por los varones en la cotidianidad (90% de los agresores son identificados como varones, según el diagnóstico), tiene sentido que estén empezando a demandar transportes conducidos por mujeres.

“Pedirse un taxi o un Uber e ir con la ubicación, hablando por teléfono y controlando las calles, con tremendo miedo, es algo que deseo que podamos dejar atrás, y la forma es con más mujeres al volante”. Ela (usuaria)

Las choferesas

“Pedirse un taxi o un Uber e ir con la ubicación, hablando por teléfono y controlando las calles, con tremendo miedo, es algo que deseo que podamos dejar atrás, y la forma es con más mujeres al volante”, cuenta Ela. Ella, como otras 7.500 mujeres, integra la Mercada Feminista Uruguay, el grupo de Facebook que funciona como una bolsa de trabajo feminista. Allí hay una demanda y oferta importante de traslados y fletes particulares conducidos por mujeres.

Stephanie Orles, Luciana Baldi, Mildred Jordan y Carolina Malnatti tienen entre 35 y 38 años y ofrecen sus servicios de traslados y/o fletes particulares en la Mercada. Las cuatro, junto con Vivian Calvo (30), que es ex choferesa de Uber, empezaron en el transporte de forma casual, porque se quedaron sin trabajo, por recomendación de otra persona o como complemento a su trabajo principal. Para algunas de ellas, como Baldi, esta pasó a ser su única entrada de dinero. “Arrancó como una necesidad y terminó siendo una pasión. Siempre me gustó el trato con la gente y hablar”, cuenta a la diaria.

“En más de una ocasión, agradecí ser la chofer de una gurisa de 15 años en muy mal estado después de un baile”. Vivian Calvo (exconductora de Uber)

Sobre si existe una mayor demanda de conductoras mujeres en el transporte montevideano, las entrevistadas coinciden en que sí. Según Borges, “esto surge de la mala experiencia. Es buscar a alguien que te genere confianza, y si es de tu mismo sexo sabés que va a tener empatía y cuidado, que desde el otro lugar no siempre se da así”. Y agrega: “A mí no me da confianza que mi hija de 17 años pueda parar a cualquier hora un taxi en la calle para volver a casa, porque siempre te enterás de una experiencia desagradable”. Por eso, Calvo, que trabajó para Uber hasta el año pasado, considera que son necesarias más choferesas: “En más de una ocasión, agradecí ser la chofer de una gurisa de 15 años en muy mal estado después de un baile”.

En su caso, Calvo empezó a manejar Uber en agosto de 2017, cuando aún no estaba regularizado. “El taxi era muy machista en esa época; ahora les choca ver a una mujer en el taxi, imaginate lo que fue en ese momento. Mientras Uber era clandestino, los taxis te perseguían, se te tiraban encima, si te veían con pasajeros te insultaban, te cerraban en las principales entre uno o dos taxis. Y por ser mujer era peor: no te respetaban por ningún lado”. Ella hacía el turno de la noche, porque en el día tenía otro trabajo, y reconoce que era un “apoyo para las mujeres”. Muchas de las usuarias le dijeron que tenían preferencia por una choferesa, que se sentían “más cómodas”.

Calvo dice que con los usuarios varones “pasó por todo”, “desde el que se sorprendía para bien porque más mujeres estuvieran al volante, el típico machista que se sentaba y le faltaba criticarte por cómo manejabas y te ponía nerviosa, hasta el acosador que tuve que denunciar a Uber”. Por eso, manejando en la noche, muchas veces sintió el riesgo: “Hay hombres a los que no les gustaba ver una mujer manejando; te sentías observada. A veces me daba temor estar exponiéndome demasiado por llevar personas desconocidas”.

Por eso, Borges elige llevar sólo a mujeres, y prefiere que sean de la Mercada: “Empecé llevando a una señora y me sentí segura. Con varones no me sentiría tan confiada; el auto es un ámbito de intimidad. Dentro de la Mercada se generan vínculos re lindos y súper cuidados; eso te da cierta garantía. Ahí nos recomendamos entre nosotras, es una red que está salvaguardándote de alguna forma; eso no quita que no tengas alguna mala experiencia, pero a mí no me ha pasado”. Tal es así, que las conductoras tienen una tarifa más accesible que un Uber o un taxi para las integrantes de la Mercada.

Otra de las estrategias que usan las conductoras para “empoderarse entre sí” y trabajar más “seguras” es contratar a otras mujeres. Para los fletes, en general, Jordan trabaja sola, pero cuando precisa “un peón busco chicas que conozco para dar la oportunidad de que otra mujer pueda ganar algo”. Aunque, para algunos, sea un riesgo –“pueden llegar a pensar que no vamos a poder por ser mujeres”–, para otros es una ventaja: “Se siente más confiable cuando ven mujeres”. En su caso, cuando Malnatti hace fletes, también intenta llevar sólo mujeres, pero cuando no es así, “decido ir acompañada con una amiga o no estar sola cuando no sé la referencia o no conozco tan de cerca a la persona”.

Ella empezó con los traslados y fletes particulares hace cuatro años, cuando se quedó sin trabajo en un ente público, y al principio se “sentía un poco insegura”, pero con el paso de los años dice que es “una más en el tránsito”. También dice que cuando ha hecho fletes para varones le ha pasado que “nos ven descargando y nos dicen ‘¿te ayudamos?’. No, estamos descargando una heladera entre tres mujeres y lo hacemos bien. Siempre existe eso de querer invadirte el lugar. El flete es mío, es mi seguridad, y sé cómo trasladarlo porque he adquirido un montón de conocimientos”.

De ser choferesa, a Baldi le encanta “conocer otros modos de vida y estar en situaciones importantes de las personas”. Como con los clientes que lleva al tratamiento con quimioterapia y los espera para llevarlos a su casa, o cuando hace un flete para una persona recién desalojada, o para una mujer que se va de su casa por sufrir violencia de género. “Descubrí otro mundo del que no era partícipe”, dice con entusiasmo. Y agrega: “A veces te piden que no las dejes solas, y yo encantada, porque estamos a la par. Va más allá de un flete: te terminás involucrando con la persona, le hacés de sostén. De mujer a mujer, empatizás con la situación y con la persona”.

La Diaria / COMCOSUR MUJER Nº 702- 04/10/2021
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“Siempre he partido de una idea elemental: la de que la verdad no necesita ser justificada por la adecuación a un objetivo superior. La verdad es la verdad y nada más. Debe ser servida, no servir.”
Eugenia Ginzburg / “El vértigo”.
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