1) Coordinando acciones para el 8 de marzo
2) Brasil: “La desigualdad en Brasil se estructura a partir de género y raza”
3) Brasil: Ministra de la Familia busca la prohibición total del aborto
4) Honduras: Piden juicio contra empresa hidroeléctrica por el crimen de Berta Cáceres
5) “El de género es un crimen de exceso de poder”
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 16 /No. 590 – Lunes 18 de Febrero de 2019 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) Coordinando acciones para el 8 de marzo
España: El movimiento feminista se coordina a nivel internacional para preparar el 8 de marzo
El movimiento feminista se coordina a nivel internacional para preparar el 8 de marzo
Con el eslogan ¡Mujeres del mundo uniéndose!, desde distintas latitudes trabajan coordinadas para preparar el 8M.
#NiUnaMenos, #MeToo, #YoSíTeCreo, son algunas de las expresiones de un movimiento feminista que ya es imparable y que va creciendo en todo el planeta. Movimiento que denuncia la violencia patriarcal en sus numerosas formas, pero también construye una realidad de trabajo conjunto basado en el cuidado mútuo, la inclusividad, la horizontalidad, el consenso, la noviolencia… y que este año busca reforzar ese trabajo coordinado entre distintos países de varios continentes.
Aquella ‘Marcha de las Mujeres‘ contra Trump en enero de 2017, recorriendo las calles de Washington, marcó un antes y un después. Desde entonces, hemos visto cómo brotaban movimientos como #NiUnaMenos, #MeToo, #YoSíTeCreo, etc. en distintas regiones del planeta.
Siempre hubo mujeres que lucharon por sus derechos. Recordemos cómo las mujeres estuvieron detrás de la consecución del voto femenino (desgraciadamente todavía hay países donde no pueden ejercerlo), impulsaron el movimiento pacifista en distintos lugares, etc. pero la citada manifestación pacífica, que convocó a un millón doscientas mil personas en la capital estadounidense, se convirtió en la señal de salida de un fenómeno que no deja de crecer y que traspasó inmediatamente las fronteras de EEUU para ser cada día más global.
Este fenómeno porta el sello de una nueva construcción, la de un mundo en paz, que cuida la vida en todas sus manifestaciones.
Este próximo #8M se conmemorará con distintos formatos según el país, en función del momento que se vive en cada lugar. En el caso del estado español, se ha conseguido por primera vez articular una comisión internacional que se coordinará con la lucha feminista de otras latitudes y que se articuló en un encuentro en Valencia, los pasados 26 y 27 de enero.
Como anuncio de la Huelga Feminista que se está convocando en España, este 8 de febrero se ponía en la calle la campaña “Tenemos mil motivos” y se llevaron a cabo actividades varias, como muestra la fotografía tomada en Madrid.
¡Toda la maquinaria del #8M2019 está en marcha!.
Pressenza / COMCOSUR MUJER Nº 590 – 18/02/2019
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2) Brasil: Manuela D’Ávila: “La desigualdad en Brasil se estructura a partir de género y raza”
“¿Y si fueras tú?” Así se llama el instituto a través del cual Manuela D’Ávila pretende promover un debate sobre las falsas noticias y las redes de odio que han hecho de las redes sociales, en diversas situaciones, un campo minado. Después de 14 años actuando en cargos electivos por el PCdoB¹ (fue elegida en 2004 como la concejal más joven en la historia de Porto Alegre) y después de haber competido junto a Fernando Haddad (PT) en las elecciones presidenciales de 2018, Manuela se prepara para un nuevo período en su vida y en su militancia. “Voy a seguir militando. Mi origen es el movimiento social. Tengo un mandato desde que tenía 22 años, que siempre ha sido una tarea para mí y siempre ha sido muy dolorosa. Mi primer día en el cargo como concejal en Porto Alegre fue amenazado por un general porque mi primer discurso citó a la guerrilla de Araguaia”, dice.
En esta entrevista con Sul21, Manuela D’Ávila habla de sus planes para el futuro, evalúa las primeras semanas del gobierno de Bolsonaro, la importancia de la decisión de Jean Wyllys² (PSOL) de renunciar a su cargo y abandonar Brasil, y los desafíos que se plantean a la izquierda en esta situación. Para ella, la decisión de Jean Wyllys es “un grito de coraje para denunciar todo lo que vivimos en Brasil”. Manuela también habla de cómo enfrenta las amenazas y manifestaciones de odio que ha recibido durante muchos años. “He estado lidiando con amenazas de muerte durante mucho tiempo. Las redes de odio y las fake news tienen que ver con lo que la gente quiere odiar. Por eso se dirigen con tanta fuerza a mí, a Jean y a María do Rosario³, los tres objetivos principales. Es machismo y homofobia juntos. La gente tiene eso dentro suyo. Es como si tuvieran hambre y ganas de comer”.
También critica a los sectores de izquierda que tratan de manera peyorativa lo que llaman “izquierda identitaria”, que engloba las luchas feministas, LGBT y otras luchas sociales. “Esa crítica me parece absurda. No hay ningún proyecto de desarrollo en Brasil que no se enfoque en combatir la desigualdad. Y la desigualdad en Brasil se estructura a partir de género y raza. Es obvio que el tema de clase es central. Pero, ¿por qué una mujer trabajadora, que es igual a un hombre trabajador, recibe un 20% menos? ¿Por qué una mujer negra trabajadora recibe alrededor de un 57% menos de salario? ¿Alguien de izquierda quiere hablar de la desigualdad en Brasil sin hablar de género y raza? Sinceramente…. que haga otra cosa en la vida”.
–Estamos cerrando prácticamente un mes del gobierno de Bolsonaro. Uno de los episodios que marcaron este período fue la decisión de Jean Wyllys de renunciar a su mandato como diputado federal y abandonar el país debido a las amenazas de muerte que ha estado recibiendo desde hace algún tiempo. En tu evaluación ¿qué simboliza esta decisión en el contexto político que estamos viviendo?
–Jean siempre fue uno de los más valientes de todos nosotros. Para mí esta decisión, además de ser un gesto de sus necesidades como militante frente a la coyuntura de innumerables amenazas de muerte que recibe desde hace muchos años, es el camino que encontró para llevar a Brasil y al mundo la realidad de lo que les pasa a los que se atreven a discrepar con la facción de Bolsonaro y con este ambiente fascistoide creado a su alrededor.
El gesto de Jean no puede ser visto como una decisión personal. Las decisiones personales, del foro íntimo, son las que tomamos ante circunstancias naturales de nuestra vida, como –por ejemplo– cuando decidí no postularme para alcalde porque mi hija tenía tres meses de edad al comienzo del año electoral. Esa fue una decisión personal. No había ningún aspecto político que me obligara a tomar esa decisión. La decisión de Jean se debe a que las autoridades no investigan eficientemente las amenazas que recibimos y los autores de esas amenazas no son castigados por esas prácticas, que crean un ambiente de odio que va más allá de ellas. Las amenazas sin castigo legitiman una cadena de odio absolutamente fascista dentro de la sociedad.
La decisión de Jean es un grito de denuncia de todo lo que estamos viviendo en Brasil. Durante la campaña electoral, mucha gente tuvo miedo de usar nuestras calcomanías y camisetas. Antes de eso, tuvimos un episodio de gente atacada en la Avenida Paulista sólo porque llevaban una camiseta roja básica, sin nada escrito en ella. Jean, con el valor que siempre tuvo en su vida, levantó la tapa de esta olla al mundo.
–¿Cómo estás enfrentando estas amenazas, fake news y distintos tipos de ataques que se intensificaron a partir de la campaña electoral?
–Hay varias maneras de lidiar con esto y todas son legítimas. Lo que intentan es destruirnos emocional, física y psicológicamente. Cada uno de nosotros encuentra la manera de enfrentarlo. Yo me enfrento a eso desde hace muchos años. No fue por casualidad que decidiera empezar a producir contenidos sobre redes de odio y fake news. En 2015, cuando creyeron que sería candidata a la alcaldía de Porto Alegre, inventaron la historia de que yo había viajado a Miami para comprar un ajuar. No conozco Miami y ni siquiera hice un ajuar. La gente lo tomó como si fuera algo casual. “¿Quién te dijo que fueras a los Estados Unidos?”, me comentaron algunos. De hecho, ahí se construyó una pos verdad. La gente discutía si yo tenía o no derecho de hacer un ajuar en Miami, una ciudad en la que nunca puse un pie.
También tuvimos el episodio que ocurrió en el evento Humaniza Redes, cuando yo estaba al final de mi embarazo. Algunas personas, a instancias de un diputado vinculado a grupos de extrema derecha, montaron un teatro simulando ser militantes y comenzaron a atacar a los panelistas. Ahí estaban Moisés Mendes, (Luciano) Potter y Juremir (Machado) debatiendo el tema de la humanización de las redes. Todo eso en 2015. Estamos hablando de cuatro años atrás. Entonces las amenazas no surgieron de la nada en el período electoral. He estado lidiando con amenazas de muerte durante mucho tiempo. Las redes de odio y las fake news se apoyan en lo que la gente quiere odiar. Por eso se dirigen con tanta fuerza a mí, a Jean y a María do Rosario, los tres objetivos principales. Son machismo y homofobia juntos. La gente tiene eso dentro de sí. Es como si encontraran el hambre y las ganas de comer. Las fake news producen algo que dialoga con los prejuicios de la gente.
Tuve suerte en dos cosas. La primera fue la decisión de regresar a Porto Alegre en 2014. Hoy en día, la idea del autocuidado frente al clima de amenaza y odio en el que vivimos, ha surgido con fuerza. Ese fue mi mayor gesto de auto-cuidado. Ya no podía quedarme en Brasilia. Ya no podía estar lejos de los movimientos sociales, de mi familia. Quería estudiar y reorganizarme individualmente. Este gesto fue considerado absurdo por mucha gente. Fui juzgada por todos lados, pero ese gesto fue una de las cosas que me fortaleció para enfrentar todo el proceso que estamos viviendo. Lo segundo fue haber tenido a Laura (su hija). Laura me salvó y me salva todos los días psicológicamente porque me veo obligada a vibrar en su frecuencia. Puedo leer 50 amenazas de muerte como leí este fin de semana, diciendo que Jean estaba conmigo en la organización de la puñalada a Bolsonaro, y cuando llego a casa voy a jugar con ella o voy a llevarla a plantar algo. Tuve la suerte de tener a Laura y de que ella me obligue a vibrar en otra frecuencia.
El gesto de Jean también tiene la cualidad de mostrar a la sociedad y a una parte de la izquierda en particular, que no alcanza con mantenerse alejado de los sucios y malditos. Rosario, Jean y yo también nos convertimos en malditos para una parte de la izquierda, como quien dice: si no hay cómo vencer las fake news, vamos a mantenernos alejados de él y de ellas que defienden el kit gay… No hay forma de alejarse de nosotros. El ataque es contra toda la izquierda. A mi marido lo echaron del club náutico (Veleiros do Sul). Pregunta cuántas llamadas telefónicas de solidaridad recibí de ‘buenos ciudadanos’ o de gente de izquierda. Casi ninguna ¿eh? Lo expulsaron porque está casado con una comunista. En la campaña esto se intensificó, pero no fue en la campaña electoral donde surgió. Mi vida se transformó hace mucho tiempo.
–¿Cuál es tu valoración política del inicio de la administración de Bolsonaro, que viene caracterizándose, entre otras cosas, por declaraciones a menudo contradictorias del presidente, vicepresidente y ministros que ocupan carteras estratégicas?
–El gobierno de Bolsonaro estará en crisis permanente debido a sus incapacidades. Hay una postura machista que relativiza eso: “No, es una pelea, nomás”. Las peleas ocurren por su incapacidad y la de Guedes, que no sabía cómo se hacía un presupuesto. Imagina si yo, como mujer, me hubiera presentado a la alcaldía sin saber lo que es el plan plurianual. El tipo es el súper ministro del puesto Ipiranga y no sabe cómo se elabora el presupuesto. Imagina cómo se va a relacionar con el Congreso para construir el presupuesto. Bolsonaro es alguien que aglutinó su base, incluso al Congreso, con la popularidad que construyó con el discurso de odio. Aquí hay un tema central. ¿Qué va a ganar? ¿Su capacidad para aglutinar su agenda económica o el caos interno dentro del gobierno? Para mí, en este primer mes, quedó claro que el gobierno de Bolsonaro está haciendo ese equilibrio. Lo que aglutina su base es el odio. Este lío, en mi lectura, puede llevar a la adopción de medidas para restringir aún más las libertades en el país.
–En este escenario, ¿qué peso tiene la lucha por la liberación de Lula? ¿Cómo evalúas las posibilidades de esa movilización?
–La centralidad de la lucha por la libertad de Lula es la misma que antes, con la diferencia de que ahora esta forma de judicializar la política, de ignorar el debido proceso legal y la presunción de inocencia, ha llegado al gobierno. Antes estaba en el poder judicial, con algunos sectores de la política fingiendo no ver lo que estaba pasando. Hoy la judicialización de la política se ha convertido en “la política”. La gente de otros países nos pregunta: ¿cómo será? Yo respondo: ¿qué falta hacer? Lula está en la cárcel y Marielle está muerta. ¿Qué más tiene que pasar en Brasil? La diferencia es que eso llegó al gobierno. Para mí, la lucha por la libertad de Lula tiene una dimensión aún mayor. La denuncia nacional e internacional de esta situación se hace todavía más actual.
–Existe una crítica promovida por sectores del campo de la izquierda a la acción de lo que llaman “izquierda identitaria”, que engloba las luchas de los sectores feministas, LGBT y de otros sectores sociales. ¿Cuál es tu opinión sobre este tema?
–Creo que esa crítica es absurda. En primer lugar, la izquierda tiene que entender que no existe proyecto de desarrollo en Brasil, que no esté enfocado en combatir la desigualdad. La desigualdad en Brasil está estructurada según género y raza. La izquierda que no lucha contra la desigualdad, tiene que hacer otra cosa en la vida. Es obvio que el tema de clase es central. Pero, ¿por qué una mujer trabajadora, que es igual a un hombre trabajador, recibe un 20% menos? ¿Por qué una mujer negra trabajadora recibe alrededor de un 57% menos de salario? Un europeo puede hablar de cuestiones de clase sin hablar necesariamente de desigualdad. Ser trabajador en un país europeo no significa necesariamente ser pobre. Ya en países como el nuestro, cada vez más, pobreza, miseria y trabajo están entrelazados. Después de la Reforma Laboral, más todavía. ¿Alguien de izquierda quiere hablar de la desigualdad en Brasil sin hablar de género y raza? Sinceramente…. que haga otra cosa en la vida”.
En segundo lugar, la izquierda tiene la obligación de vincularse con quien se moviliza para resistir. Eso vino con un montón de cosas después del 29 de agosto, con el #EleNão. En ese momento, debería haberse hecho el debate sobre fake news, algo que debería haber ocurrido hace mucho tiempo. Cuando Fux tomó posesión del TSE, yo decía: “ministro, no necesitamos saber quién miente, pero sí quién paga la mentira”. La mentira siempre existió. Yo era candidata a la alcaldía de Porto Alegre y ellos inventaron que yo consumía drogas en la Cruzeiro porque yo era la más votada ahí. El problema no es quién miente, pero sí el tamaño del megáfono para difundir la mentira. El problema es cuando cinco panfletos impresos sobre un tema en particular, se convierten en cinco millones. ¿De dónde sale el dinero para eso? Siempre fue ese el problema. Pero en lugar de debatir las fake news y la dimensión tecnológica de los programas de big data, seguían diciendo que el problema era la movilización de las mujeres. Este es uno de los debates centrales que la izquierda tiene que hacer y tengo la intención de dedicar este período que voy a tener ahora sin mandato, para estudiar, elaborar y escribir sobre este tema.
También tenemos que entender la dimensión del diálogo con las mujeres, con las trabajadoras negras y los trabajadores negros sobre un proyecto de país. Es obvio que estas pautas están relacionadas con el mundo del trabajo. Traté de hacer eso cuando era precandidata a la presidencia. El tema de seguridad, por ejemplo ¿es igual para toda la sociedad? No. No es lo mismo para las mujeres y los hombres negros. El proyecto de país que queremos construir debe dialogar con esta cuestión de género y raza. Hay cuestiones que tenemos en común con el feminismo liberal. Más mujeres en la política es importante, pero no es todo. El tema de mi maestría fue si la presencia de mujeres a la cabeza de los ejecutivos municipales tiene impacto en la construcción de políticas para las mujeres. Y no lo tiene. Lo tendrá según sea de izquierda o de derecha.
–¿Cómo saliste de la maratón de la campaña electoral? ¿Cómo impactó ese periodo corto pero muy intenso en tu visión de Brasil y sobre los desafíos que enfrenta la izquierda?
–La campaña fue extraordinaria. En primer lugar, fui precandidata a la presidencia durante casi un año, en un pequeño partido que no había tenido su propio candidato a la presidencia en 60 años, con un tipo de agenda de construcción muy con los pies en la tierra. Fue muy desafiante ver de cerca el nivel de movilización de los jóvenes. Viajé como candidata por todo Brasil. Después tuve la oportunidad de ser candidata a vicepresidente del PT, que fue otra dimensión. La relevancia de la candidatura hizo que el odio creciera exponencialmente. Pero es importante tener en cuenta que el odio no es para el PT, sino para la izquierda en su conjunto. Es claro que cuando eres menor y menos molesto, ese odio tiene menos proyección, pero ese odio está dirigido contra lo que representamos. Eso me quedó muy claro en la campaña.
La experiencia que tuve en la campaña en el Nordeste brasilero fue particularmente extraordinaria, viendo la transformación que tuvo lugar en la región y la conciencia política de los más pobres. Fue extraordinario ver la materialización de la idea de que es posible transformar la realidad. Además, también tuve la oportunidad de vivir un proceso propio dentro de eso, que fue la relación con mi hija. Esta fue la única condición que le puse al PCdoB cuando me preguntaron si aceptaría ser candidata. En primer lugar, yo necesitaba estar con ella por una cuestión básica: necesitaba amamantarla. Después empecé a pensar que era más seguro para ella estar conmigo. Teníamos la seguridad de la gente que nos rodeaba. Esa fue la parte más feliz de la campaña.
Empecé a hacer campaña con Laura sin el apoyo de nadie. En algunos lugares, la gente preguntaba: “¿Va a traer a la niña?”, como quien dice “¿que está haciendo ella con esa niña aquí?” Al final, otras mujeres llevaban a sus hijos a las actividades de la campaña, llevaban juguetes para que Laura jugara y me ayudaban a cuidarla. Eso fue muy emblemático para mí. Hemos logrado cambiar un poquito la política. No fue fácil, pero fue muy lindo. También fue una oportunidad para reflexionar sobre los niños. Yo no era la única candidata con un hijo del tamaño de Laura. ¿Quién estaba cuidando a esos niños? Mi hija también va a la escuela. Tienes que arreglarla para ir a la escuela, preparar su mochila, ponerle la ropa, lavar la ropa, darle la comida…. Hay una rutina de cuidado incluso para gente privilegiada como yo que puede ponerla en una escuela.
–Existe un consenso significativo hoy, en el campo de la izquierda, sobre la importancia de construir una amplia unidad para enfrentar la coyuntura actual. Los principales líderes de los partidos y movimientos sociales hablan de eso. ¿Cómo ves la posibilidad de que eso ocurra en la práctica?
–Ese es nuestro mayor reto, nuestro mayor problema y donde más nos hemos equivocado. Al final de la segunda vuelta, el pueblo nos mostró el camino a seguir. Independientemente de las señales de los dirigentes partidarios, la gente se juntó, salió a la calle con una postura humilde, escuchando a la gente, recibiendo críticas, dialogando y tratando de cambiar votos. Ese es el camino que tenemos que seguir. Yo idealizo un espacio de diálogo permanente entre nosotros. Podemos tener caminos diferentes, eso es obvio, pero no podemos tener estos caminos diferentes sin haber agotado las posibilidades de seguir el mismo camino. Esta semana se lanzará en Brasilia el Observatorio de la Democracia, que reúne a las fundaciones vinculadas al PCdoB, PT, PSOL, PDT, PSB, PROS y Solidaridad. Es una iniciativa concreta, muy positiva y que se puede ampliar. Boulos me dijo, en uno de nuestros viajes recientes, que cree que esta unidad se producirá casi naturalmente con la profundización de la lucha social. Ojalá. Es una de las posibilidades. Eso espero.
–¿Y cuáles son tus planes a partir de ahora?
–Yo creé el Instituto “¿Y si fueras tú?”, que tiene entre sus objetivos centrales producir contenidos en varias plataformas para debatir fake news y redes de odio. La idea es tratar de involucrar a personas que puedan reflexionar sociológica y filosóficamente sobre estos temas y producir contenidos para las redes sociales sobre estos temas. Ayer entregué un libro que tratará sobre lecciones de política y maternidad. Al fines de año, tengo la intención de lanzar otro sobre feminismo y luchas sociales. Y voy a seguir militando. Mi origen es el movimiento social.
Desde los 22 años tengo funciones públicas, hecho para mí siempre fue una tarea y siempre fue muy loco. Tal vez hoy la gente entienda mucho más lo que pasé. Fui concejal con 22 años. Mi primer día como concejal en Porto Alegre, fue bajo la amenaza de un general porque mi primer discurso citaba la guerrilla de Araguaia. Fui a Brasilia con 25 años. Hoy hay varias mujeres jóvenes allá, eso es una conquista. En aquel momento, yo era la única. Siempre fueron tareas muy difíciles y estoy muy feliz de tener poder militar desde otro lugar. Va a ser muy bueno. Les va a gustar lo que vamos a hacer.
¹ Partido Comunista del Brasil
² Diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Fue el primer diputado brasilero en declararse abiertamente gay. En enero de este mismo año renunció a su tercer mandato y decidió exilarse del país, ante las reiteradas amenazas de muerte a sí mismo y a su familia.
³ Maria do Rosario Nunes, diputada del PT, permanente defensora de los derechos humanos.
El artículo original puede encontrarse en el sitio web de nuestros asociados
Pressenza / COMCOSUR MUJER Nº 590 – 18/02/2019
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3) Brasil: Ministra de la Familia busca la prohibición total del aborto
Un retroceso para las mujeres en términos de derechos sexuales y reproductivos es el proyecto que impulsa la Ministra de la Familia, Damare Alves.
El año 2015 el senador brasileño y pastor evangélico, Magno Malta, impulsó en el parlamento un proyecto que buscaba la prohibición completa del aborto en 3 causales. El proyecto quedó congelado en el Congreso por la misma bancada evangélica quienes veían la poca fuerza dentro del parlamento que tenían.
Hoy con 180 diputados representantes de la llamada “bancada da biblia”, es decir, en medio de un congreso mucho más conservador, el proyecto vuelve a salir a la luz, esta vez sin el senador Magno Malta en el cargo, dado que no logró llegar a su reelección, aún así los parlamentarios apuestan impulsar este proyecto en atención a que hoy si existe el quórum para validarlo.
Es así como el diputado bolsonarista junto a la Ministra de la Familia, son quienes, luego de años de equipo político, buscan desarchivar el proyecto y volver a lanzarlo, un claro retroceso para los derechos sexuales y reproductivos en el país carioca.
Una agenda reaccionaria contra las mujeres
No solo quieren lograr la prohibición completa del aborto, sino que también buscan acompañar al proyecto con medidas que les de mayor “vialidad”, como por ejemplo, una beca para las mujeres que son violadas, en donde sea el violador, luego de su identificación, quien tendrá que hacerse cargo de los costos de esta beca. Esto generará un vínculo de por vida entre la víctima y el victimario.
La realidad se recrudece para las mujeres en Brasil, en donde cada día mueren 15 mujeres por la violencia machista o por las diversas formas de violencia de género. No solo eso, cada 15 minutos una mujer es violada en un país en donde, según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 860 mil mujeres que abortan de forma clandestina.
Según el Ministerio de la Salud en Brasil, el año 2016 murieron 203 mujeres por las dificultosas condiciones para abortar en la clandestinidad, llenas de formas insalubres, corriendo el riesgo de quedar con secuelas de por vida. El principal riesgo recae sobretodo en las mujeres trabajadoras y las más pobres.
La fuerza de las mujeres contra el machista Bolsonaro
Pero no todo el panorama es tan desalentador. Al igual que la gran marcha que protagonizó el comienzo de la presidencia de Donald Trump, son miles las mujeres que en distintas convocatorias se han organizado para repudiar los dichos y política misógina del bolsonarismo. Un gobierno que impulsa diversas medidas de precarización a tono con la política económica del FMI, que busca precarizar y flexibilizar las condiciones de vida del pueblo trabajador, en donde las más golpeadas son siempre las mujeres.
Es la fuerza de la marea verde, que recorrió todo el mundo, junto a la fuerza de los trabajadores y la juventud, quienes pueden dar una respuesta a los ataques del Bolsonarismo, pero también hacerle frente a la avanzada imperialista en América Latina cuyos principales avales locales son Bolsonaro, Piñera y Macri.
Izquierdadiario.es / COMCOSUR MUJER Nº 590 – 18/02/2019
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4) Honduras: Piden juicio contra empresa hidroeléctrica por el crimen de Berta Cáceres
El Ministerio Público de Honduras solicitó este martes la apertura de juicio oral a un ejecutivo de una empresa hidroeléctrica acusado de ser uno de los autores intelectuales del asesinato en 2016 de la ambientalista Berta Cáceres, caso por el que siete personas ya han sido condenadas.
La Fiscalía Especial de Delitos Contra la Vida indicó en un comunicado que en la audiencia preliminar formalizó la acusación contra Roberto David Castillo, expresidente ejecutivo de la empresa Desarrollos Energéticos S.A. (DESA), y solicitó el “auto de apertura” del juicio.
DESA impulsaba la construcción en territorio de la etnia Lenca de una represa hidroeléctrica a la que se oponía Cáceres por considerar que causaba daños al medioambiente.
Según la Agencia Técnica de Investigación Criminal, Castillo fue el encargado de “proporcionar la logística y otros recursos a uno de los autores materiales ya condenado por el crimen de la ambientalista”, un caso que conmocionó al mundo, señala el comunicado.
Castillo fue detenido en marzo de 2018 en el Aeropuerto Ramón Villeda Morales, de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, cuando al parecer pretendía salir del país.
Asesinada en marzo de 2016
Berta Cáceres, ganadora del premio ambiental Goldman, fue asesinada el 2 de marzo de 2016 en la ciudad de La Esperanza, cuando Castillo era presidente ejecutivo de DESA.
El crimen se consumó pese a que Cáceres contaba con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para protegerla de las constantes amenazas que recibía.
Mariano Díaz, Douglas Bustillo, ambos exoficiales del Ejército de Honduras, y Sergio Ramón Rodríguez, este último ejecutivo de DESA, fueron condenados en noviembre pasado por el delito de asesinato.
Se suman Henry Hernández, Elvin Rápalo, Óscar Torres y Edilson Duarte, quienes fueron condenados por los delitos de asesinato, y asesinato en su grado de ejecución de tentativa en perjuicio de un testigo protegido extranjero.
Sentencia condenados
La sentencia que deberán cumplir los siete condenados se conocerá luego de que la Sala Constitucional resuelva dos recursos de amparo presentados por abogados de la familia de la líder indígena, la cual ha denunciado irregularidades en el proceso.
El día del crimen, Berta Cáceres tenía como huésped en su casa al ambientalista y defensor de derechos humanos Gustavo Castro, mexicano, quien resultó con una herida de bala en una oreja.
Voces feministas.mx / COMCOSUR MUJER Nº 590 – 18/02/2019
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5) “El de género es un crimen de exceso de poder”
Reflexiones de la antropóloga Rita Segato sobre la sucesión de violaciones grupales
Segato plantea que las violaciones en grupo, en manada, que se reiteran, no son respuesta al creciente activismo feminista sino a la “precarización de la masculinidad por la precarización de la vida”. Y asegura que para la Justicia el sufrimiento de las mujeres es un “crimen menor”.
La antropóloga feminista Rita Segato es una apasionada de la conversación. Es notable cómo, a partir del diálogo, va construyendo pensamiento. Cuando empezó a trabajar primero con los presos condenados por violación en la penitenciaria de Brasilia, pensó que sería una situación excepcional y pronto abandonaría el tema. Pero desde entonces, hace ya más de dos décadas, viene estudiando y tratando de entender la violencia contra las mujeres y en particular los crímenes sexuales. En una entrevista con Página12, se explayó sobre las motivaciones que empujan a los hombres que cometen violaciones, sobre la sucesión de episodios similares que se dan últimamente y sobre la mirada que tiene la Justicia frente a esta clase de hechos. “Tratan el sufrimiento de las mujeres como un ‘crimen menor’ y eso es constatable. Necesitamos avisarles, hacerles percibir”, dice en referencia a los operadores judiciales.
En la última semana, las violaciones grupales que se sucedieron en el país la empujaron a volver sobre el tema.
Desde hace años viene hablando de la fatria masculina, del comportamiento imitativo de los hombres en búsqueda de exhibición y de potencia en los crímenes sexuales. «Defiendo en mis textos el crimen de género como un crimen no instrumental sino ‘expresivo’. Expresa la capacidad de dominio y control de la posición masculina. Es, por eso mismo un crimen territorial. Si tiene una utilidad, esa utilidad es ‘expresiva, comunicativa’. Expresa dueñidad, y dirige ese enunciado a los ojos de los pares en la corporación masculina. Es un crimen, en ese sentido, autorreferido”, señala la antropóloga. Segato entiende esas conductas como parte de un mandato corporativo de la masculinidad. Lo dijo una y tantas veces. Pero ahora su pensamiento se volvió visible. También ha dicho que las violaciones en grupo, en manada, que se reiteran, no son respuesta al creciente activismo feminista sino a la “precarización de las masculinidad por la precarización de la vida”. “Entonces, la masculinidad exhibe su trasfondo, en la avidez por mostrar una potencia que ya no puede alcanzar. La capacidad de adueñamiento, indispensable para la titulación masculina, para la adquisición del prestigio masculino, solo se obtiene hoy con violencia”, explica otra vez.
“La violencia aflora cuando los métodos no violentos ya no existen para el adueñamiento, que es la estructura y el lenguaje en un mundo de dueños, como es el mundo de hoy, cuando no se alcanza el control territorial y de los cuerpos mediante otros tipos de potencia, como la económica, la política, la moral o la intelectual… y según algunos psicoanalistas que he escuchado, inclusive la potencia sexual está severamente comprometida hasta en los más jóvenes”, dice a PáginaI12. Su producción académica abarca numerosos libros, el último, Contra-pedagogías de la crueldad (Buenos Aires: Prometeo, 2018).
–¿Por qué ha afirmado que la Justicia tiene dificultades en procesar la violencia machista?
–Como digo siempre, es evidente que a los ojos de la práctica del Derecho el crimen de género es un “crimen menor”, y esa idea es ya un concepto en mi vocabulario, una categoría crítica que es indispensable acercar a los oídos de los operadores del Derecho. Tratan el sufrimiento de las mujeres como un “crimen menor”, y eso es constatable. Necesitamos avisarles, hacerles percibir. Voy a recordar una anécdota personal. Corría el año 1993 cuando me presenté ante el director de la Penitenciaria de Brasilia para convenir con él cómo iría a realizar, junto a un equipo de estudiantes, una larga serie de entrevistas con internos ya sentenciados por violación. Se trataba de un proyecto pedido por el secretario de Seguridad Pública al rector de la Universidad de Brasilia. Durante esa primera visita a la cárcel, el director me ofreció un café mientras conversábamos. En su despacho, un hombre de media edad escribía a máquina. El director lo llama para servir el café. Cuando salíamos, el director bajó la voz y me dijo: “Es un interno. Pero nos ayuda aquí en la Dirección. Es médico. Lo que le pasó le podría haber pasado a cualquiera. Mató a la mujer”. La frase fue un vislumbre de lo que me viene mal asombrando hasta aquí y que, no por coincidencia, nos ocupa ahora. Para que no se piense que se trata de un caso excepcional, esa escena se repitió muchos años después en la Cárcel de Campana, provincia de Buenos Aires. La visité en 2007 con el profesor Rodolfo Brardinelli, de la Universidad de Quilmes, pues nos encontrábamos desarrollando el proyecto “Habla preso. El derecho humano a la palabra en la cárcel”, inspirado en el proyecto homónimo que realicé en Brasilia después de que la investigación con violadores me reveló la total y absoluta falta de promoción de la práctica reflexiva y responsable dentro de la institución penal. Allí, en el comedor al que fuimos convidados a almorzar, se presentó un hombre ya de edad trayendo los platos. Nuevamente, como en la escena anterior, al ausentarse, el director nos explicó en voz baja, por delicadeza hacia el interno: “Es muy mayor y nos ayuda en la cocina. Es que no es peligroso. Está preso solamente porque invitaba a dos nenas de la calle a ver películas pornográficas con él”. No sé sobre el resto de los presentes, pero la repugnancia hacia la mano que me sirvió el almuerzo me impidió comer.
–Muy estremecedoras las dos escenas. ¿Por qué a las respectivas direcciones penitenciarias les parecieron inofensivos estos dos convictos?
–Porque un agresor de género no colocará en riesgo la propiedad ni la vida de los propietarios. Es decir, no se trata de un delincuente peligroso para los bienes y sus dueños. En este sentido, abogados y directores de cárceles ven el crimen de género como un crimen de otro tipo, lo clasifican de otra forma. Por un lado, en su fuero íntimo, no acceden a concebirlo como un crimen “contra las personas” y no construyen la imagen de su perpetrador como una figura amenazadora para la sociedad. En otras palabras, no lo perciben como una figura que amenaza bienes jurídicos de valor universal y de interés general. La figura masculina encarna e iconiza el bien jurídico de valor universal y de interés general. La figura femenina es leída por el sentido común como bien jurídico de valor particular, de interés privado.
–Siguiendo su razonamiento… ¿es posible que por esa razón ni la sociedad en general ni los operadores del Derecho consiguen digerirlo o ubicarlo en donde debe estar clasificado, como un crimen en la plenitud de ese concepto?
–Claro. De allí se desprende que la víctima de este crimen, la víctima sexual, en general una víctima con cuerpo de mujer, aunque no siempre, no se constituya ante el ojo público como una persona plena, no alcance el status de un ciudadano pleno, de un sujeto pleno. Ese efecto, a su vez, se acentúa como consecuencia de la estructura binaria del orden patriarcal moderno, orden monopólico, unitario. El orden patriarcal moderno es binario, y su estructura es diferente a la estructura dual del orden comunal. En la transición a la modernidad, el espacio doméstico comunal, que no era ni íntimo ni privado, se privatiza. De esa forma, el ámbito que, en un imaginario arcaico, es el espacio vital de las mujeres, su espacio de tareas y sociabilidad, experimenta una caída abrupta de prestigio y poder. Se transforma en el otro del ágora de la política y del Derecho, residual y despolitizado. Eso explica la situación despolitizada, privatizada, residual, marginal de la vida de las mujeres en el ojo estatal y, por lo tanto, también en el ojo de los fiscales y los jueces, salvando excepciones.
–Es decir, nuestras vidas, finalmente, frente a la mirada estatal no han importado históricamente, por no pertenecer al orden público…
–Exacto. A partir de la privatización del espacio doméstico como íntimo y expropiado de su politicidad propia, que en el mundo comunal tenía y todavía tiene, todo lo que nos sucede a las mujeres, desde la agresión sexual hasta el feminicidio, pasa a ser capturado por la intimidad y referido a la libido sexual. Es por eso que la queja femenina no es audible a los tímpanos del Estado: porque nosotras las mujeres, a no ser que hagamos un gran esfuerzo de simulación, no pertenecemos al orden público, habitamos otro espacio, especialmente cuando figuramos en el papel de víctima –“no se ha agredido un ciudadano”, “no se ha asesinado un ciudadano”–, el agresor no ofrece peligro al bien jurídico de interés universal. De una forma muy concisa, ésa es la estructura que se encuentra por detrás del “crimen menor”.
–Se supone, de todas formas, que los y las operadores de la Justicia deberían tener una formación y capacitación que les permita entender esos crímenes con otra mirada…
–Lamentablemente no la tienen. Lo que me espanta, por encima de todo, es la flagrante indistinción entre la mentalidad de un juez, una fiscal, y la mentalidad del sentido común. El sentido común de los operadores del derecho no se distingue del sentido común de cualquier hijo de vecino. No hay, como sí hay en otras profesiones, un “sentido común jurídico”, es decir, alimentado por el saber jurídico y, por eso, infelizmente, jueces y fiscales actúan como “operadores de la costumbre” y no del derecho, cuando se trata de crímenes de género. Hablar de violencia de género con un juez –e incluyo aquí a los más prestigiosos que hemos tenido– es lo mismo que hablar sobre el tema con un empleado público, un físico, un panadero. Los operadores del Derecho deben entender que las agresiones sexuales no son un tema de la libido, sino un tema del poder, del control, del mandato de masculinidad que domina la sociedad y las instituciones, que es un mandato de potencia y de crueldad, de insensibilidad, de entrenamiento para la falta de empatía. Un entrenamiento cuya escuela es el cuerpo de la mujer.
–Usted señala que la doctrina del garantismo jurídico no ha comprendido que las garantías en el caso de la violencia de género deben operar en sentido contrario. ¿A qué se refiere?
–La justicia garantista se ha pautado por una idea de equidad: garantizar la justicia para quien se encuentra en el lado negativo de la ciudadanía, por los desempoderados, los perjudicados por la historia. Pero no procede de la misma forma cuando se trata de género. Ahí pasan a pensar en términos de ciudadanía general. De una ciudadanía que, en realidad, no existe. Por detrás de la justicia garantista y del ideal no punitivista, se encuentra, sin ser nombrada, la perspectiva de la discriminación positiva. Si no existiera en su foco alguna noción de vulnerabilidad de quien cae preso, condenado, no tendría por qué levantar la bandera de las garantías, pues sería, en verdad, redundante. Quien cae preso por crímenes contra la propiedad y contra la vida de las personas detentoras de propiedad y dignidad, o, en muchos casos, de propiedad como dignidad, es como ya muchos hemos mostrado, pobre y no blanco: sujetos subalternos y desposeídos. El garantismo en el tema de los crímenes de género debería proceder en sentido contrario, pues la contracorriente, la verdadera discriminación positiva, se encuentra del otro lado del crimen: el poderoso es el perpetrador, que precisamente delinque para reproducir, demostrar y espectaculizarse en la posición de dominio que su masculinidad le confiere a los ojos de los otros hombres y de la sociedad en general. El crimen de género es un crimen de exceso de poder y la vulnerabilidad se encuentra del lado de la víctima, que es quien necesita de la discriminación positiva, que es quien necesita de la acción afirmativa, pues es quien no ha adquirido todavía el estatus de ciudadanía plena. Y las pruebas son una gran cantidad de sentencias que no registran ni garantizan la dignidad de persona plena para las mujeres.
Mariana Carbajal / Pagina12 / COMCOSUR MUJER Nº 590 – 18/02/2019
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