1) El fantasma de la trasnacional Odebrecht recorre América
2) Congo: cuando un genocidio sucede
3) Grecia, un país en el precipicio
4) Disputa fronteriza esconde otras necesidades de Timor Oriental
5) El triángulo estratégico Irán-China-Rusia
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COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 810 / Miércoles 1º de marzo de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader
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1) El fantasma de la trasnacional Odebrecht recorre América
Pablo Pozzolo (Brecha)
El símbolo fue una rata con una banda presidencial cruzándole el pecho. El bicho (un muñeco gigante) saltaba mientras la gente lo golpeaba. “A la cárcel los presidentes corruptos”, gritaban los manifestantes reunidos en Lima el sábado 18. Eran miles y miles, convocados por organizaciones de izquierda, movimientos sociales, sindicatos, grupos estudiantiles. El motivo de la Marcha Anticorrupción, que recorrió el centro de la capital peruana y culminó en el Palacio de Justicia, fue el “megaescándalo Odebrecht”. Perú es –después de Brasil, de donde todo partió, además de Venezuela y Dominicana– uno de los países latinoamericanos donde más lejos llegó la constructora brasileña en el pago de sobornos a dirigentes políticos de distinto pelo con el fin de obtener contratos de obra pública. Y el país en que el escándalo ha tenido más consecuencias políticas.
No se sabe con exactitud cuántas decenas de millones de dólares destinó a ese fin la translatina brasileña en el país andino, pero sí se sabe que bajo la administración de Alejandro Toledo fueron al menos 20. Y también pagó sus buenos sobornos durante el gobierno de Ollanta Humala, y tal vez en el de Alan García. La Fiscalía General de Perú emitió una orden internacional de detención contra Toledo. Se supone que está en San Francisco, Estados Unidos, donde tiene residencia. El actual presidente, Pedro Pablo Kuczynski, que era ministro de Economía y presidía el Consejo de Ministros cuando Toledo gobernaba, dijo que nada sabía de los sobornos, pero en la marcha del sábado pasado la rata era golpeada por manifestantes que coreaban su nombre entre los de otros políticos corruptos a los que había que mandar a la cárcel. Manifestantes interrogados por la prensa peruana recordaron que el Consejo de Ministros presidido por el actual jefe de Estado fue el que aprobó conceder a Odebrecht la construcción de una carretera a pesar de la opinión contraria de los organismos estatales de contralor.
En la manifestación, uno de los ex presidentes más aludidos era Alan García. El ex dirigente del Apra regresó a Perú la semana pasada para declarar como testigo en el proceso Odebrecht. Uno de sus viceministros está acusado de recibir sobornos de la compañía brasileña para la construcción de una línea del metro capitalino, y se investiga la concesión de un gasoducto a la misma empresa, una obra iniciada durante su gestión y culminada bajo la de Ollanta Humala. También García dice que él nada tuvo que ver, pero la fiscalía no le cree. Humala es otro que niega tener algo que ver con las coimas que pagó Odebrecht por el gasoducto (declaró un día después que García), pero su esposa, Nadine Heredia, es investigada por la fiscalía por ese caso y hay indicios de que Odebrecht entregó 3 millones de dólares a la campaña de este ex presidente que comenzó coqueteando con la izquierda y terminó su gestión gobernando con y para los empresarios.
El viernes 17 la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria decidió embargar en unos 80 millones de dólares a Odebrecht y a otras siete empresas brasileñas (entre ellas las constructoras Camargo Corrêa y Oas). Se les congelaron las cuentas bancarias, sus bienes inmuebles y vehículos.
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Además de Perú, figuran en la conexión Odebrecht Antigua y Barbuda, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Portugal, República Dominicana y Venezuela. Y por supuesto Brasil, donde el escándalo comenzó a ser destapado en 2014 con la Operación Lava Jato, que puso al descubierto una gigantesca trama de lavado de dinero en la que aparecen implicadas la estatal Petrobras y las principales empresas contratistas de obras del país, entre ellas Odebrecht.
Delegados de las fiscalías de los 15 países involucrados se reu-nieron la semana pasada a puertas cerradas en Brasilia para “poner a punto una investigación regional sobre el caso”. Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Odebrecht habría pagado en esos 15 países al menos 788 millones de dólares en sobornos entre 2002 y 2016. En diciembre pasado la fiscalía estadounidense le abrió una investigación a la brasileña en aplicación del Acta de Prácticas Corruptas en el Extranjero, que permite sancionar a empresas que operan en el país y hayan cometido delitos fuera de fronteras. Odebrecht admitió los hechos y fue condenada a desembolsar 3.500 millones de dólares en Estados Unidos.
El sistema de delaciones premiadas instaurado por la justicia brasileña, por el cual quienes colaboran en el esclarecimiento de delitos de este tipo ven reducidas sus penas, hizo que 77 ejecutivos de Odebrecht (comenzando por su ex presidente y propietario, Marcelo Odebrecht, condenado en principio a 19 años de prisión) –y de otras empresas– hablaran a troche y moche. En Brasil fueron salpicados políticos y gobernantes de casi todos los partidos, sobre todo del Partido Progresista, pero también del PT, el Psdb y del Pmdb.
En Colombia aparecen manchados tanto el actual presidente, Juan Manuel Santos, como el anterior, el ultraderechista Álvaro Uribe. Odebrecht habría contribuido con un millón de dólares a la campaña del primero, y un viceministro de Uribe está preso acusado de haber recibido coimas de la constructora brasileña. Óscar Iván Zuluaga, candidato del Centro Democrático (de Uribe) en las últimas presidenciales, también habría sido mencionado por Marcelo Odebrecht entre los políticos de rango alto e intermedio que recibieron dinero de su empresa a cambio de favores.
En Panamá el gobierno presentó el lunes 20 una querella criminal contra la firma para recuperar el dinero que ésta pagó en sobornos, que habría totalizado unos 59 millones de dólares en el período 2009-2014, coincidente con la presidencia de Ricardo Martinelli. La justicia suiza congeló las cuentas (22 millones de dólares) de dos de los hijos del ex presidente. También se investiga a un hermano de Martinelli, a un ex ministro, y a casi una veintena de políticos, funcionarios y empresarios. Odebrecht es la principal constructora establecida en Panamá (se hizo cargo de una línea del metro, de la autopista Ciudad de Panamá-Colón, de la remodelación urbanística de Colón, de un paseo marítimo). En enero hubo en el país una gigantesca marcha anticorrupción que algunos analistas llamaron “marcha anti Odebrecht”. Los manifestantes pidieron que se expulse a la empresa brasileña, y que se investigue también al actual gobierno del empresario Juan Carlos Varela. Varela fue vice de Martinelli durante todo su período de gestión y su canciller hasta 2011, cuando rompieron relaciones.
En Guatemala los sobornos pagados por Odebrecht entre 2012 y 2015 llegarían a 18 millones de dólares. La red de corrupción está siendo investigada por la fiscalía y la Comisión Internacional contra la Corrupción, dependiente de las Naciones Unidas.
En República Dominicana, a fines de enero más de 20 organizaciones sociales organizaron una marcha que reunió a decenas de miles de personas. Los manifestantes pedían “el fin de la impunidad en el caso Odebrecht” y estaban vestidos de verde, un color que no identifica a ningún partido político nacional. La empresa brasileña admitió haber repartido unos 92 millones de dólares en coimas a funcionarios dominicanos de distinto rango entre 2000 y 2012, y se comprometió a pagar al fisco unos 182 millones. Pero los partidos de oposición piden que sean encarcelados sus representantes y los gobernantes y políticos que recibieron las coimas.
Venezuela compite con Dominicana por el segundo puesto en montos de sobornos pagados por Odebrecht: entre 90 y 98 millones de dólares por 32 obras que costaron unos 11.000 millones de dólares, según la Ong Transparencia Venezuela. La primera orden de detención en el país se emitió a fines de enero, contra una persona no identificada. Un fiscal venezolano podría interrogar a Marcelo Odebrecht en la cárcel, si la justicia brasileña lo acepta.
En Ecuador, los sobornos pagados habrían alcanzado alrededor de 33 millones de dólares. Un ex ministro de Rafael Correa cayó por este asunto, y los analistas coinciden en que el caso Odebrecht, y los de corrupción en general, jugaron un papel no desdeñable en la elección del domingo pasado.
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Según el fiscal del área internacional de la Operación Lava Jato, Vladimir Aras, las investigaciones van a durar “uno o dos años más”. “Si contamos con la independencia y la autonomía de los ministerios públicos de la región es posible esperar que revelen otros esquemas corruptos paralelos a aquellos actos ilícitos que habrían sido practicados por empresas brasileñas, sobre todo constructoras, en otros países”, dijo Aras el lunes 20 a la agencia Afp. El fiscal admitió que políticos y gobernantes intentarán protegerse, como ya se vio en el propio Brasil, donde el Congreso aprobó una ley de autoamnistía antes de que los “delatores premiados” de Odebrecht se sentaran a hablar. “En otros países es posible que haya reac-ciones semejantes, y sabemos que en Angola ya se aprobó una legislación que en cierto modo amnistía conductas ilícitas que fueron practicadas”, apuntó.
MIÉRCOLES 1º DE MARZO DE 2017 – COMCOSUR
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2) Congo: cuando un genocidio sucede
Guadi Calvo (Línea Internacional)
Cuando un genocidio nos asalta desde los titulares de los diarios y portales, cuando un genocidio sacude la aburrida grilla de un informe semanal en televisión o radio, tendemos a creer que ha sucedido de manera natural, como esas tormentas de montaña o las lluvias de verano, que creemos, nadie espera.
Cuando un genocidio sucede, ya la realidad se ha aburrido de anunciarlo, de avisar, de denunciar. Cuándo un genocidio sucede, siempre hubo factores interesados que han hecho sus cálculos y saben de antemano, con exactitud evangélica, en cuanto iban a engrosar sus cuentas por cada libra de muerto.
En octubre de 1996, en la República Democrática del Congo (RDC) se inició una guerra que todavía no se ha resuelto, y que algunos con pantomima mediática la llamaron “Las Guerras Mundiales Africanas I y II”, separada apenas por un par de años aunque los muertos se siguieron sumando sin sutilezas de fechas y números.
En ese largo y en definitiva único conflicto que con intermitencias sigue hasta hoy los muertos se calculan entre los 6.5 y 9 millones, la mayor matanza desde la Segunda Guerra Mundial, y pareciera siempre estar al borde de un recrudecimiento más bárbaro y brutal, como si las violaciones masivas como paga a las tropa y disuasión a las poblaciones no comprometidas, la profunda crisis humanitaria y los millones de desplazados y refugiados, no hubiera sido suficiente.
Con el fin de la Guerra Fría, el dictador presidente Joseph Désiré Mobutu, tras 35 años en el poder, pieza clave de Washington, para contener los arrestos de Moscú en el continente africano, perdió el sostén de Occidente y fue jaqueado internacionalmente por acusaciones de violación a los derechos humanos y una corrupción endémica.
La nueva situación permitió que otra antigua figura de la política del Congo, volviera a jugar un rol clave, Laurent Kabila, tras largos años de exilio en España, que apoyado por una coalición que conformó la Alianza de Fuerzas Democráticas, iniciará en 1996 una rebelión contra Mobutu, el dictador de los 6 mil millones de dólares.
Esa guerra civil, en la que finalmente triunfaría Kabila en 1998, no fue más que una sustitución de elites donde se vieron involucrados Ruanda, Burundi, Uganda, Estados Unidos, Francia, Bélgica y el Reino Unido, que chocaron con la alianza panafricana encabezada por el líder libio Muhammad Gadaffi a quien acompañaban Angola, Chad, Namibia y Zimbabue.
El entonces Zaire, actual RDC, era un país demasiado rico, a pesar de su cuarto lugar entre los países más pobres del mundo, sus reservas de coltán que contienen el 80% de las reservas mundiales conocidas, imprescindible para todos los dispositivos electrónicos, como celulares, GPS, PDAs, MP3s, pantallas de plasma, computadoras y de suma importancia para la producción de condensadores electrolíticos de tántalo, que conforman las baterías. Además tiene el yacimiento de cobalto más grande del mundo y riquísimos yacimientos de diamante, oro, estaño, manganeso, plomo y zinc, petróleo, uranio y carbón, además de la presunción, con mucho de certeza, de que en sus extensos lagos (Kivu, Alberto, Eduardo) se encuentren entre los 100 y 300 metros de profundidad ingentes yacimientos gasíferos.
Esta realidad es la que había justificado a lo largo de la tiranía de Mobutu, la estrecha y “desinteresada” amistad de presidentes como el francés Giscard D´Estaing o George Bush, padre.
Por su parte la tensión entre hutus y tutsis, se extendía desde Runda tras el genocidio de 1994, el nuevo gobierno ruandés encabezado por el genocida Paul Kagame, un gran hijo de Francia, tenía particular interés en desmantelar los campos de refugiados tutsis en la actual RDC, donde se reorganizaban fuerzas para recuperar el poder en manos de los hutus.
Con la anuencia de Naciones Unidas, y el resto de los organismos internacionales y sin interés mediático, ¿a quién impórtales un nuevo centenar de negros muertos habiendo tantos? Mientras el coltán, al precio de dos niños muertos por kilo extraído de las minas ilegales, pueda seguir fluyendo a nuestros cada vez más sofisticados teléfonos móviles, se ha permitido la perpetuación de la guerra.
Un mundo Conrad.
Sin duda el espíritu de las tinieblas que tan terrible y maravillosamente narró Joseph Conrad, cuando recién empezaba el saqueo al Congo, en nombre de su agraciada majestad Leopoldo II de Bélgica, que además de haberse convertido en uno de los hombres más ricos de su tiempo, tiene el dudoso honor de ser uno de los mayores genocidas de la historia, con cerca de 15 millones de esclavos muertos al servicio de su serenísima angurria. El oscuro corazón del capitán Kutz continúa asolando al país.
Este estado de situación se perpetúa por la injerencia de las Fuerzas Armadas congoleñas, que actúan según sus intereses, grupos armados vinculados gobiernos extranjeros, como el Movimiento 23 de Marzo, (M23) supuestamente financiado por Ruanda, corrientes separatistas, multinacional de la Comunicación occidentales y asiáticas y el gobierno de obviamente corrupto de Joseph Kabila, quien heredaría el poder de su padre Laurent, asesinado en 2001.
La falta de legitimidad democrática del actual gobierno de Kinshasa, ha derivado en una inestabilidad política en aumento, fundamentalmente por la voluntad del presidente “democráticamente” elegido en 2003, de perpetuarse en el poder.
Las constantes protestas políticas con sus consecuentes represiones, riega casi a diario de sangre las calles de la capital. A esto se le debe sumar los resabios de la guerra, que en diferentes grados se mantienen larvados a la esperar de una señal, para emergen violentos como siempre.
Esta situación se da con más claridad en el oriente del país, donde también se concentran los grandes yacimientos de coltán, los movimientos separatistas alentados tanto por Burundi y Ruanda, quienes se aprovechan de la anarquía existentes en todo el país, pero fundamentalmente en sus fronteras con la RDC. Del provecho de ese desgobierno tampoco estas exentas empresas occidentales quienes han aportado financiación a los grupos armados que operan en la región.
Tanto Estados Unidos como los países miembros de la Unión Europea, se benefician del saqueo que sus empresas practican sin ningún control en esos mismos sectores.
El conflicto en la región de Ituri una verdadera guerra dentro de la guerra congoleña, entre las etnias lendu agricultores y los hema pastores, al nordeste del país, se complica por la gran presencia de grupos armados que venden sus “servicios” a ambas tribus.
Además operan allí el movimiento guerrillero “Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR)” uno de las más importantes organizaciones que combatieron en lo que se conoce como la Segunda Guerra del Congo (1998-2003), compuesta por hutus congoleños y miembros de la guerrilla interahamwe principal actor del genocidio ruandés, que operan a favor del gobierno de Joseph Kabila, a los que utilizaba para la represión ilegal incluso de alentar un genocidio contra los tutsis, congoleños y ruandeses que siguen exiliados.
La fuerza oponente más significativa contra Kabila, la constituye el general Laurent Nkunda, presidente del Congreso Nacional para la Democracia del Pueblo. Nkunda, que responsabiliza a los Cascos Azules de Naciones Unidas de estar al servicio de Kabila, amenaza con tomar el poder, lo que abriría otro frente de guerra a los tantos que tiene la RCD.
En las regiones del Alto y Bajo Uele, en el noreste del RDC, desde hace diez años también opera el Ejército de Resistencia del Señor, (LRA) un grupo fundamentalista cristiano, en armas desde 1987, liderado por el legendario e inhallable Joseph Kony, que desde Uganda se ha expandido tanto a la RCD como a la República Centroafricana (RCA).
A pesar de la gravedad de la situación a nadie parece importarle demasiado que en el segundo país más extenso de África, con una población de 67 millones de habitantes, sumergidos en una miseria infame, por la avaricia de occidente y un elite de traidores, suceda un inesperado genocidio tan repentino como una tormenta en la montaña o una lluvia de verano.
MIÉRCOLES 1º DE MARZO DE 2017 – COMCOSUR
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3) Grecia, un país en el precipicio
Rafael Silva (Rebelión)
La situación de Grecia, cuna de la civilización occidental, del pensamiento, de la filosofía y de la democracia, es hoy día absolutamente insostenible. El país se dirige a marchas forzadas hacia un precipicio que, da la impresión, nada ni nadie puede detener, ni a nadie le interesa. Tomamos datos e información en lo que sigue de un reciente artículo publicado por Martine Orange para Mediapart, y publicado en español en el medio Rebelion.org. Desde que el gobierno de Alexis Tsipras se rindió escandalosamente y capituló frente a unas exigencias demenciales de la Troika, pensadas no solamente para aplastar la disidencia griega, sino para servir de ejemplo y escarmiento a toda la comunidad de la Unión Económica y Monetaria europea, Grecia no ha dejado de caminar hacia el precipicio económico y social. Los líderes de esta indecente Unión Europea, así como los vasallos del gran capital representados en el FMI, le han lanzado un nuevo ultimátum a Tsipras. Le han concedido tres semanas para presentar un nuevo camino de medidas de austeridad, en caso contrario será de nuevo intervenido en una nueva espiral de privatización, precariedad laboral y desmontaje del ya casi inexistente Estado del Bienestar. Podemos afirmar, sin exagerar un ápice, que la situación griega ya es una cuestión de pura supervivencia.
Ya agotado, el país se encuentra al borde del abismo, del colapso financiero, económico y moral. Los dirigentes de Siryza, ahora sí, hablan sin tapujos de plantearse seriamente salir del euro, de la moneda única (que no común), justo lo que tendrían que haberse planteado hace dos años, cuando Alexis Tsipras tuvo el mayoritario respaldo popular. Como tantas veces hemos asegurado, la cobardía de los gobernantes se paga cara, bien cara. Más tarde o más temprano los fantasmas vuelven a acudir, al acoso y al derribo de aquéllos que se rebelan, que se enfrentan a los designios del más cruel neoliberalismo, y si no somos capaces de plantarle cara, de elaborar alternativas, y de estar a la altura, el gran capital aprovecha, en su insaciable carrera, para hacernos aún más vasallos, más presos de sus viles dictados.
Y eso es exactamente lo que ha ocurrido en Grecia. «¡A buenas horas, mangas verdes!», reza nuestro sabio refranero, y viene de perlas al caso que nos ocupa, porque algunas figuras destacadas del otrora partido de izquierdas, y hoy día sumido en las directrices del más salvaje capitalismo europeo, ya evocan públicamente la hipótesis de la salida del euro, y dejan de considerarlo como un tema tabú. Más les hubiera valido liderar la ofensiva cuando tuvieron la clara oportunidad, preparando al pueblo griego para que asumiera que dicha posibilidad era la única que podía devolverles la dignidad.
Si tal hipótesis hubiese sido formalmente explorada en su momento (y no faltaron líderes dentro y fuera de Syriza que lo plantearon), hoy día Grecia, a pesar de las nuevas dificultades derivadas de la salida de la moneda única (Grexit), podría tener una salvación, una salida, una luz al final del túnel, que supusiera la vuelta a una sociedad digna y justa con los más desfavorecidos. Pero los consejos no fueron escuchados, los planteamientos alternativos fueron abandonados (lo que provocó que buena parte de la militancia y de los dirigentes abandonara el partido y fundara Unidad Popular), y Alexis Tsipras se plegó a las directrices europeas, firmando y acatando un nuevo memorándum mucho más exigente (diríamos absolutamente demencial) que los planteados inicialmente.
Desde entonces, la venganza de la Troika es implacable, inexorable, fulminante, despiadada. La inmensa mayoría de los grandes recursos públicos que le quedaban al país (tanto grandes empresas como recursos naturales muy valiosos) han sido cedidos a la banca europea y a las grandes empresas transnacionales, en un irracional concurso que está vaciando al país de todo su potencial, de todo su contingente económico, y de toda su fuerza social. Y así, hoy día, las personas y los colectivos sociales se encuentran prácticamente al límite de su resistencia, todo lo cual es silenciado por estas macabras instituciones europeas, y por los medios de comunicación dominantes, cómplices de la situación.
Unas instituciones europeas que están procurando enterrar el tema griego, para que no se conozcan los perversos efectos que producen sus políticas, y para que no vuelvan a discutirse las directrices de sus tratados, en una palabra, para que no se vuelva a elevar la bandera de la democracia sobre las cláusulas de este perverso «club europeo». Los líderes europeos no están interesados en que el tema de Grecia vuelva a la palestra, sobre todo a la espera de próximas elecciones este año en Países Bajos, Francia y Alemania. Por tanto, la extrema crisis griega está siendo cruel e interesadamente silenciada, y sus efectos intencionalmente ocultados. Con cada desembolso de fondos adicionales, en obediencia a los planes de rescate asumidos, los acreedores se vuelven más exigentes. Cada vez quieren más. Absolutamente insensibles al sufrimiento del pueblo griego, continúan arrebatando la riqueza al país, y transfiriendo hacia el gran capital los recursos del pueblo griego.
Nos encontramos no ya ante un hostigamiento declarado, sino ante un macabro plan de exterminio y aniquilación de todo un país, ante una destrucción y un caos de proporciones imprevisibles. Como nos cuenta Martin Orange, la última reunión del Eurogrupo, celebrada el 26 de enero, en presencia de funcionarios del FMI, sólo confirmó una vez más el insaciable acoso que sufre la población griega. Mientras Atenas espera la liberación de los fondos europeos para ayudar a refinanciar alrededor de 6.000 millones de euros de deuda en julio, la discusión repitió los mantras habituales, que tanto gustan a los responsables de la Unión Europea como expresión de su eufemístico lenguaje: «mantener los compromisos», «aplicar las reformas», «reducir el déficit», «recuperar el crecimiento económico», etc. Un lenguaje que constituye hoy día el más feroz ataque a la soberanía y a la dignidad de los pueblos, y que no necesita bombas ni cañones para someterlos.
Un nuevo plan de «austeridad» ha de ser presentado por Tsipras en la reunión del 22 de febrero, cuando la verdad es que ya llueve sobre una inundación. Mientras que el gobierno griego ha logrado, con un esfuerzo fiscal sobrehumano (levantado sobre las espaldas de la ciudadanía), alcanzar un superávit presupuestario (antes del pago de la deuda y gastos financieros) del 1,5% en el año 2016, las autoridades europeas están condicionando las nuevas ayudas a partir de julio a un superávit primario del 3,5% y durante al menos 20 años, una situación a todas luces inviable. Hasta el propio FMI ha reconocido que este superávit era irreal, incluso contraproducente.
Pero las autoridades europeas dicen que esto es lo que hay, y aún exigen más garantías, condicionando su apoyo al plan de rescate a la adopción preventiva por parte del gobierno griego de nuevas medidas de austeridad adicionales, que se sumen a las ya previstas en el propio plan de rescate. Algo inaudito, irracional, escandaloso, inhumano. Por su parte, el gobierno griego ya ha subido el IVA al 24%, ha recortado en un 40% las pensiones, aumentado los impuestos, creado nuevos impuestos sobre los automóviles, las telecomunicaciones, la gasolina, el tabaco, el café, la cerveza, ha anunciado nuevos recortes de 5.600 millones de euros en salarios públicos, y otras muchas barbaridades para contentar a la insensible Comisión Europea. Pues aún parece que no es bastante.
La soberanía del pueblo griego ha sido completa, total y absolutamente intervenida. Sus decisiones y planes políticos, sociales y económicos no tienen ninguna validez sin el visto bueno de las autoridades europeas. No sólo es que los planes de rescate sean antidemocráticos, sino que son absurdos y kamikazes, teniendo sentido únicamente si se quiere aniquilar socialmente a un país, dejándolo como en situación de posguerra. Y aunque parezca una pesadilla incomprensible, todos los países europeos (España incluida, por supuesto, con el gobierno del PP como alumno aventajado y ejemplar) están alineados con la postura alemana, defensora a ultranza del plan de rescate.
Grecia posee una deuda pública calificada de «explosiva» por el propio FMI. De acuerdo con sus cálculos más recientes, ascendería al 260% del PIB para el año 2060 (ahora se encuentra en el 180%), reconociendo que es insostenible, y que Atenas necesita un alivio sustancial de la deuda por parte de sus socios europeos. En realidad, la deuda pública griega es insostenible desde hace mucho tiempo. El CADTM patrocinó un Comité de Auditoría de la Deuda griega, y asesoró al gobierno sobre los pasos que deberían darse en pro del control sobre la misma, pero de nuevo, el gobierno de Alexis Tsipras no hizo caso. Y así les va. Pero las autoridades europeas siguen negando la mayor. En un comunicado reciente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, se asegura que «No hay ninguna razón para tales alarmas acerca de la situación de la deuda griega». No hay más ciego que el que no quiere ver.
Durante los últimos 7 años, el PIB de Grecia se ha reducido en un tercio. El desempleo afecta al 25% de la población y al 40% de los jóvenes entre 15 y 25 años. Un tercio de las empresas han desaparecido en los últimos cinco años. Muchas escuelas han tenido que cerrar por falta de fondos, dejando en la inactividad a miles de escolares. El gasto per cápita en sanidad disminuyó en un tercio desde el año 2009, y más de 25.000 médicos han sido despedidos. Los hospitales han sido desmantelados, carecen de medios, de personal, de instalaciones, de medicamentos. Las cifras son alarmantes, horrendas. Una quinta parte de la población vive sin calefacción ni teléfono. El 15% de la población ha caído ya en la pobreza extrema.
Y ante esta cruda realidad, el declive emocional de la población se ha disparado, pues ya no encuentran sentido a sus vidas, ni ven salida posible a esta situación tan desesperada. Pero sin embargo, este coste humano y social de la austeridad no aparece en las hojas Excel del Eurogrupo, que se limitan fríamente a implantar sus fanáticos dogmas. Según datos del propio Banco de Grecia, el 13% de la población está excluida de cualquier tipo de atención médica, el 11,5% no puede comprar las medicinas prescritas, y un 24% padece problemas de salud crónicos. Los suicidios, las depresiones, o las enfermedades mentales, han registrado incrementos exponenciales. Y mientras que la tasa de natalidad ha disminuido un 22% desde el inicio de la crisis, la tasa de mortalidad infantil casi se ha duplicado en los últimos años, hasta alcanzar el 3,75% en 2014.
Y cuando les veamos en ruedas de prensa, continuarán asegurando con ese pasmoso cinismo que caracteriza a los dirigentes europeos que su plan de rescate funciona, se continuarán felicitando por la recuperación de Grecia, y animarán a sus gobernantes a continuar por esa senda, que es en realidad la senda de la destrucción. Porque el país se encuentra exhausto, agotado, al límite de sus fuerzas y de sus recursos. Ninguna institución, por poderosa que sea, tiene derecho a maltratar de esta forma a un país, a ningunear su soberanía, su independencia y su dignidad.
Asistimos al colapso silenciado de todo un país, al secuestro y al expolio de sus recursos, al saqueo de su riqueza, y a la condena más execrable a la miseria de toda su población. Y todo ello, ante el pasmoso silencio, ante la cómplice y criminal complicidad del resto de los países europeos, que no se inmutan ante tanta crueldad. Después de lo que están haciendo con el pueblo griego…¿Nos asombramos de lo que son capaces de hacer con los refugiados? Todo forma parte del mismo plan, todo obedece a una misma estrategia, a un mismo fin, que no es otro que la supremacía del gran capital, el abandono de las clases más desfavorecidas, y la creación de colonias en torno a la gran banca y a las empresas transnacionales europeas, que son las que mandan en todo este indecente cotarro. La salida del euro es la única solución que le queda a este pequeño país, y para el resto de países, una pregunta…¿Habremos aprendido la lección?
MIÉRCOLES 1º DE MARZO DE 2017 – COMCOSUR
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4) Disputa fronteriza esconde otras necesidades de Timor Oriental
Stephen de Tarczynski (IPS)
Juvinal Dias, nacido en 1981 en Tutala, una aldea del extremo este de Timor Oriental, donde su familia se había refugiado en 1975, tras la invasión de Indonesia, sufrió en carne propia los malos tratos a manos de una potencia extranjera. Y ahora es Australia la que tiene molesta a la población timorense
Dias contó a IPS desde Dili cómo la lucha contra la ocupación de Indonesia se entrelaza con su historia personal. “De niño siempre escuché cómo la guerra afectaba a mi familia”, relató. En el centro de esta disputa territorial estarían los yacimientos de gas y petróleo Greater Sunrise, cuyo valor se estima en 30.000 millones de dólares. de hecho, fue en esa época, cuando se escondían del ejército indonesio, que su hermana mayor murió de malnutrición.
El padre de Dias peleó contra la ocupación junto a Falatnil (Fuerzas Armadas de Liberación e Independencia de Timor Oriental), brazo armado del Fretilin (Frente Revolucionario de Timor Oriental Independiente), antes de rendirse en 1979; se estima que murieron 200.000 personas a manos del ejército indonesio o por enfermedades derivadas del conflicto y el hambre causada por la brutal ocupación (1975-1999).
“La gente consideraba al ejército indonesio como el enemigo público número uno”, recordó Dias, actualmente investigador del Instituto de Análisis y Desarrollo de Monitoreo, conocido como La’o Hamutuk, en lengua tetun. Y ahora, la población timorense tilda de “país ladrón” a Australia por la disputa territorial en el mar de Timor. Timor Oriental siempre aspiró a trazar una frontera marítima permanente a lo largo de la línea media o equidistante, como suele suceder cuando se superponen zonas económicas exclusivas.
Para el gobierno timorense, terminar de fijar la frontera marítima con Australia tiene que ver con la larga historia de sometimiento que tiene el país, desde la época en que fue colonia portuguesa, pasando por la ocupación de Indonesia hasta el actual el tratamiento de Canberra.
“Lograr las fronteras marítimas de acuerdo con el derecho internacional es una cuestión de soberanía nacional y de sostenibilidad para el país. Es la mayor prioridad nacional de Timor Oriental”, declaró el año pasado el héroe de la independencia Xanana Gusmão.Pero Australia siempre trató de evitar las negociaciones para definir la frontera marítima. En cambio, optó por lograr una serie de acuerdos de distribución de ingresos basados sobre el desarrollo conjunto de depósitos petroleros en el mar de Timor, tanto con Timor Oriental, tras su independencia, como con Indonesia, durante la ocupación.
De hecho, el argumento de Canberra es que todo acuerdo con su pequeño vecino debe tener en cuenta su plataforma continental, que se extiende hacia el mar de Timor y, por lo tanto, el límite fronterizo debe estar más cerca de ese país insular. Australia ha adoptado una posición dura en lo que respecta a las negociaciones con sus vecinos del norte. En el centro de esta disputa territorial estarían los yacimientos de gas y petróleo Greater Sunrise, cuyo valor se estima en 30.000 millones de dólares.
Si ambos países aceptan que la frontera esté en la mitad del mar de Timor, los yacimientos quedarían principalmente en la jurisdicción de Timor Oriental, lo que le daría a uno de los países más pobres de la región los ingresos que tanto necesita. El acuerdo actual, acordado por ambos países en 2006, divide los ingresos por igual. Pero el tratado expira el 10 de abril de este año, tras la notificación de Timor Oriental a Australia de que se retiraba del mismo.
Ese país pide terminar con el acuerdo desde 2012, cuando un exespía australiano reveló que Australia intervino las salas de reuniones del gabinete timorense en 2004 para sacar ventaja en las negociaciones bilaterales que desembocaron en el tratado de 2006. También se critica a Australia por un asalto en 2013 a las oficinas de un abogado australiano en Timor Oriental, cuando desaparecieron documentos sensibles para el caso. Timor Oriental denunció a Australia ante la Corte Internacional de Arbitraje en abril de 2016 con la esperanza de presionar a Canberra a fijar una frontera marítima permanente.
Pero como este país se retiró en 2002 de los procedimientos obligatorios de solución de controversias previstos en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Australia no queda atada, según Canberra, a ninguna decisión de ese tribunal internacional. Sin embargo, en un hecho sorpresivo, Australia anunció en enero que tratará de fijar una frontera permanente con Timor Oriental en septiembre de este año.
La activista australiana de la Campaña por Justicia en el mar de Timor, Ella Fabry, opinó que Australia tiene la oportunidad de corregir errores del pasado y negociar con buena fe para fijar la frontera por la línea media. “Para Timor Oriental significarían miles de millones de dólares de fondos adicionales que podrían destinarse a la salud, la educación y todo lo que necesita un país en desarrollo”, explicó.
Según la organización internacional Oxfam, 41 por ciento de los 1,13 millones de habitantes de Timor Oriental viven con menos de 1,25 dólares al día y casi 30 por ciento no tienen acceso a fuentes de agua potable. El Departamento de Relaciones Exteriores de Australia señaló una elevada mortalidad materna y un grado de malnutrición que dejó a la mitad de niñas y niños menores de cinco años con retrasos en el crecimiento, lo que ha generado gran preocupación.
El acuerdo para la frontera marítima a lo largo de la línea media está lejos de estar asegurado. Además queda serias dudas sobre la viabilidad de un gasoducto que conecte los yacimientos a Timor Oriental, para empezar porque tendría que atravesar la fosa de Timor, de tres kilómetros de profundidad.
Por su parte, Juvinal Dias sostiene que lo que se ignora cuando se habla de la disputa fronteriza con Australia es la excesiva dependencia de su país de los ingresos petroleros que, según él, ha llevado a una falta de inversiones en otros sectores de la economía.
Timor Oriental obtuvo más de 12.000 millones de dólares de su área de desarrollo petrolero conjunto con Australia. En 2005, creó un fondo de petróleo, que a fines de 2016 ascendió a 15.840 millones de dólares, alrededor de 1.300 millones de dólares menos que el máximo alcanzado en mayo de 2015.
Según la organización de Dias, los ingresos por gas y petróleo de Timor Oriental alcanzaron un máximo en 2012 y empezaron a caer, en una tendencia que se mantendrá. Además, señaló que se prevé que termine la producción del yacimiento de Bayu Undan en 2020, y alertó que, de mantenerse el gasto actual, el fondo de petróleo se agotará en 2026.
El hecho genera gran preocupación en ese país porque 90 por ciento del presupuesto depende del petróleo, lo que Dias califica de “situación muy peligrosa”. Hay una mayor conciencia en Timor Oriental sobre la importancia de diversificar la economía, pero según él, no hay tiempo que perder. “Si no podemos gestionar nuestra economía hoy, la pobreza no hará más que empeorar en la próxima década”, subrayó.
Traducido por Verónica Firme
MIÉRCOLES 1º DE MARZO DE 2017 – COMCOSUR
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5) El triángulo estratégico Irán-China-Rusia
F. William Engdahl (Journal-Neo)
Los lazos económicos, políticos y militares que se desarrollan entre Irán, China y Rusia forman lo que yo veo como un emergente triángulo de oro en Eurasia, que busca penetrar en regiones aisladas. Esto sucede mientras que parece que la estrategia geopolítica de EEUU bajo la perspectiva de la administración Trump es el alejamiento de Washington de Irán y China, haciendo así resaltar un posible relajamiento del enfrentamiento entre Washington y Moscú. La geopolítica clásica, al estilo de Halford Mackinder o de Kissinger, buscaba evitar una guerra en dos frentes que estaba a punto de volverse contra un Washington aferrado a su intento de modificar el equilibrio de poder. En la actualidad, la dinámica de una cooperación mas estrecha, iniciada en estos últimos años, entre los tres Estados pivotes del corazón euroasiático, está ganando impulso estratégico. La última señal de ello es la visita del ministro chino de Defensa y de altos responsables rusos a Teherán.
El 15 y 16 de noviembre en Teherán, durante el encuentro de alto nivel entre el ministro chino de Defensa, general Chang Wanquan y el presidente iraní Hassan Ruhani y el ministro de Defensa Hossein Dehghan, los dos principales países euroasiáticos han firmado un acuerdo para mejorar su cooperación militar. El acuerdo prevé la intensificación de la formación militar bilateral y una cooperación mas estrecha respecto a lo que Irán considera cuestiones de seguridad regional, con el terrorismo y Siria a la cabeza de la lista. El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, general Mohammad Hossein Baqeri, ha dicho que Irán está dispuesto a compartir con China su experiencia en la lucha contra los grupos terroristas en Irak y en Siria. Dehghan ha añadido que ese acuerdo representa una “mejora en la cooperación militar y de defensa a largo plazo con China”.
En estas últimas semanas China se ha comprometido directamente, uniéndose a Rusia, con Irán y a la demanda del gobierno del presidente sirio Bashar Al-Assad, en la guerra contra el Califato Islámico y otros grupos terroristas, incluyendo el Frente Al-Qaeda/Al Nusra y sus numerosos asociados. El acuerdo formal con Teherán, que tiene una considerable experiencia práctica en la lucha en Siria, representa claramente una profundización en las relaciones bilaterales entre China e Irán.
Mientras China e Irán se reunían en Teherán, Viktor Ozerov, jefe del Comité de Defensa y Seguridad del Consejo de la Federación Rusa, la cámara alta del Parlamento, también estaba en Teherán. Allí declaró a RIA-Novosti que Rusia e Irán estaban en conversaciones para una venta de armas por un importe de alrededor de 10.000 millones de dólares. Rusia entregaría tanques T-90, sistemas de artillería, aviones y helicópteros a Irán.
En resumen, tenemos una profundización de los vínculos militares de militar entre los tres puntos del triángulo euroasiático emergente. Esto tendrá enormes consecuencias no solo para la estabilización de la situación en Siria, Irak y Medio Oriente. También dará igualmente un impulso a las relaciones económicas emergentes entre las tres grandes potencias del Corazón de Eurasia.
Halford J. Makinder, el padre de la geopolítica británica, ha calificado a menudo a Rusia de potencia del Corazón de Eurasia y hacia el fin de su vida, en un artículo de 1943 en Foreign Affairs sugirió que China podría también jugar el mismo papel geográfico y político que Rusia en esa misma zona en cuestiones energéticas.
Hoy en día, dado el enorme crecimiento desde 1943 de la importancia geopolítica de los países petrolíferos y gasísticos del Golfo Pérsico para la economía mundial, el acercamiento de Irán a China y Rusia está dando forma a una nueva potencia del Corazón de Eurasia.
El elemento añadido desde 2013 es la iniciativa del presidente chino, Xi Jinping, de atravesar el conjunto de Eurasia e incluso del sur de Asia por lo que denomina “Un cinturón, una carretera”. Rusia ha acordado oficialmente colaborar con China en este vasto proyecto de infraestructuras por valor de muchos miles de millones de dólares, para enlazar los mercados emergentes de Asia central a Irán, y potencialmente a Turquía, gracias a una red de trenes de alta velocidad e infraestructuras portuarias conectadas que, de aquí a finales de esta década, comenzarán a transformar el valor económico de toda Eurasia.
El comercio China-Irán
A pesar de las duras sanciones de EEUU y la UE contra Irán, el comercio chino-iraní había comenzado a aumentar aún antes de que el acuerdo nuclear de 2015 levantara algunas sanciones. El comercio bilateral ha pasado de 400 millones de dólares en 1989 a cerca de 52.000 millones en 2014. La Cámara de Comercio e Industria Irán-China ha pasado de 65 miembros en 2001 a 6.000, lo que indica la intensidad de la cooperación económica.
Con el levantamiento de las sanciones en enero de 2016, el presidente chino Xi Jinping fue a Teherán, en donde los dos países han firmado importantes acuerdos económicos. Tras las conversaciones del 23 de enero, el presidente iraní Rouhani anunció que “Irán y China han acordado aumentar sus intercambios comerciales hasta los 600.000 millones de dólares durante los 10 próximos años”, añadiendo que ambos países “han convenido establecer relaciones estratégicas como, refleja un completo documento de prospectiva de los próximos 25 años”. Por otra parte, Irán ha aceptado la cooperación en el campo de la energía nuclear y ha participado oficialmente en la conferencia auspiciada por China “Un cinturón, una carretera”, proyecto al que Rusia y los países de la Unión Económica Euroasiática habían aceptado ya formalmente unirse en 2015.
Irán: nexo clave
El proyecto chino “Un cinturón, una carretera”, a veces también denominado la Nueva Ruta de la Seda Económica, es un brillante proyecto geopolítico, económico, militar y cultural. Permitirá a los países miembros estar mucho más protegidos contra el poder naval de los EEUU, que puede bloquear el comercio marítimo de mercancías vitales procedentes de Europa o de Medio Oriente, y que deben atravesar el estrecho de Malaca, patrullado por EEUU. En tanto que Washington y Bruselas imponen sanciones económicas al comercio ruso con Europa, la crisis ucraniana ha obligado a Rusia a un serio “giro hacia el este”, en particular hacia China.
Lo que ha surgido después del golpe de Estado ucraniano de 2014 impulsado por EEUU para enfrentarse a Rusia es una cooperación estratégica entre las tres grandes potencias, Irán, China y Rusia; exactamente lo que Zbigniew Brezezinski describía en su libro de 1997 “El gran tablero de ajedrez”, como representación del mayor desafío geopolítico al que deberá enfrentarse la supremacía excepcionalista estadounidense, tras la destrucción de la Unión Soviética por parte de Washington entre 1989 y 1991.
Brezezinski declaraba entonces que “la manera en que Estados Unidos gestione Eurasia es crítica. Una potencia que domine Eurasia controlaría dos de las tres regiones más avanzadas y económicamente productivas del mundo. Una simple mirada al mapa sugiere también que el control sobre Eurasia supondría casi automáticamente la subordinación de África, haciendo el hemisferio occidental y Oceanía (Australia) geopolíticamente periféricos al continente central del mundo. Alrededor del 75% de la población mundial vive en Eurasia, y la mayor parte de la riqueza física mundial está también allí, tanto en sus empresas como bajo su suelo. Eurasia representa alrededor de las tres cuartas partes de los recursos energéticos mundiales conocidos”.
Irán es estratégico para la cohesión euroasiática, en el marco de los avances de la infraestructura “Un cinturón, una carretera” china. No solamente es China un importante comprador de petróleo iraní, sino su mayor exportador. Irán es igualmente vital para el proyecto chino de crear centros manufactureros y logísticos totalmente nuevos o nudos estratégicos en Asia central y en Europa. Y, como señala el consultor estratégico indio Debalina Ghoshal, China “tiene un vivo interés por la situación geoestratégica de Irán, bordeando a la vez el Mar Caspio y el Golfo Pérsico. El emplazamiento permite China realizar su proyecto ‘Un cinturón, una carretera’”.
Irán está ligado ya en parte a una sección completada recientemente de este proyecto, en China. Desde el comienzo de 2015, el transporte ferroviario ha comenzado a circular por las nuevas vías entre Zhanaozen-Gyzylgaya-Bereket-Kyzyl Atrek-Gorgan, terminado en diciembre de 2014, en un impresionante período de apenas cinco años de trabajo.
Esta línea ferroviaria une Irán con China a través de Turkmenistán y Kazajstán, miembro fundador del proyecto desde que Xi Jinping lo inauguró durante una visita en 2013. La nueva unión ferroviaria, conocida bajo el nombre de Transnational Rail Corridor, une Irán al Kazajstán a través del Turkmenistán y a la frontera con China. La nueva línea de tren se extiende sobre 908 kilómetros, arrancando de Uzen en el Kazajstán (120 Km.) pasando por Gyzylgaya-Bereket-Etrek, en el Turkmenistán (700 kilómetros) y finalizando en Goran (Irán), (88 Km.). Gracias a este nuevo enlace ferroviario, el tráfico de mercancías pasa del camión al rail, porque la línea une todos los puertos y terminales claves de toda la región del Mar Caspio.
El ferrocarril entre Uzen y Gorgan, recientemente terminado dentro del marco del proyecto “Un cinturón, una carretera” transforma la importancia económica de una parte entera de Asia central. Transformará toda la importancia económica de esa vasta región. Bereket, en el Turkmenistán, en el centro de la existente línea Trans-Caspio, que une Turkmenbashi en el Mar Caspio con Uzbekistán, Kazajstán oriental y China, se convertirá en sede un gran centro de mantenimiento de locomotoras, con una terminal ultramoderna que hará de ello un importante centro de transporte de mercancías.
Además, el gobierno turkmeno está construyendo un gran puerto en Turkmenbashi que permitiría nuevos enlaces comerciales potentes con la Federación Rusa, por vía marítima. El enlace ferroviario a Gorgan en Irán está ya conectado con la red ferroviaria nacional iraní y permitirá así el transporte ferroviario entre China, Asia Central y el Golfo Pérsico. La ruta se acorta en 400 kilómetros, y reduce el tiempo de transporte más o menos a la mitad, pasando de los actuales 45-60 días a unos 25-30. Es un enorme avance económico.
Desde abril de este año, Moscú y Teherán se han comprometido en discusiones sobre la construcción de un canal marítimo que una el Mar Caspio con el Golfo Pérsico a través de Irán. Rusia Azerbaiyán e Irán también han aceptado acelerar las conversaciones sobre un corredor de transporte Norte-Sur, que en parte iría a lo largo de la costa occidental del Mar Caspio desde Rusia hacia Irán, a través de Azerbaiyán. Ese corredor Norte-Sur, una vez terminado, reducirá el tiempo de transporte desde India a Asia Central y Rusia, ahora de unos 40 días para unir Mumbai, en la India, con Moscú, en 14 días, sin pasar por el congestionado y costoso Canal de Suez.
Por todos los puntos que recorramos en Eurasia, desde el Golfo Pérsico y el Mar Caspio a Rusia, a Kazajstán, a Turkmenistán y a China, se desarrolla un proceso en curso, por primera vez desde la época de la original Ruta de la Seda, hace mas de dos mil años. Se construye un nuevo espacio económico, el Corazón de Eurasia. Si el gobierno turco se une sin reservas a este proyecto, el potencial de una transformación euroasiática sería enorme. Queda por ver lo que los Estados Unidos, bajo la presidencia de Trump, hagan o no hagan para intentar destruir este bello edificio euroasiático. Si es tan sabio como sus promesas, tendrá que reconocer que este tipo de desarrollo es el único porvenir para los Estados Unidos que no supone quiebra, depresión económica o guerras de destrucción. De cualquier forma, y cada vez más, el resto del mundo parece decidido a avanzar sin la “única superpotencia”.
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F. William Engdahl es consultor de riesgo estratégico y conferenciante, licenciado en política por la Universidad de Princeton, Traducido para el CEPRID por María Valdés.
MIÉRCOLES 1º DE MARZO DE 2017 – COMCOSUR
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