1) Crisis política hacia la radicalización y el desenlace en Brasil –
2) ¿Mundialización de la incertidumbre? –
3) La historia social de un virus llamado Zika –
4) Oriente Medio: ¿Se acerca el fin del Califato? –
5) En Camboya, el futuro siempre llega con retraso
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COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 16 / Nº 764 / Lunes 7 de Marzo de 2016 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Crisis política hacia la radicalización y el desenlace en Brasil
Mario Osava (IPS)
El interrogatorio forzoso del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva por la Policía Federal, este viernes 4 en São Paulo, apunta a una radicalización de la crisis política en Brasil, reforzando así el intento de inhabilitar a la presidenta Dilma Rousseff.
Lula fue sometido a la llamada “conducción coercitiva” e interrogado durante tres horas sobre supuesta riqueza indebida, que habría recibido de empresas constructoras acusadas de pagar sobornos a políticos y miembros del gobierno, a cambio de millonarios contratos con la compañía estatal petrolera Petrobras.
Fue una coerción innecesaria, que solo se explica por objetivos mediáticos, según Lula, porque él ya atendió voluntariamente a las convocatorias para aclarar las acusaciones de que las constructoras pagaron obras en una finca que frecuenta con su familia, propiedad de un amigo, y en un apartamento que no llegó a adquirir. “Me sentí encarcelado”, dijo el expresidente (2003), al terminar el procedimiento y reunirse de inmediato con militantes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
Allí anunció que reaccionará a la “persecución” que le hacen el Ministerio Público Federal (fiscalía general), la Policía Federal y medios de comunicación, recorriendo el país y movilizando a sus “compañeros”. La oposición convocó para el 13 de marzo protestas en todo el país contra el gobierno y por la inhabilitación o la renuncia de la presidenta Rousseff, su sucesora y también del PT, repitiendo manifestaciones de marzo y agosto del año pasado, que reunieron a centenares de miles de personas.
La política brasileña, dominada por los órganos judiciales y represivos en la llamada Operación Lava-jato (autolavado), que investiga la corrupción en negocios petroleros, vuelve así a los foros usuales y a las calles. La crisis entra a su apogeo, al alcanzar a los blancos principales de la Operación, Lula y la actual presidenta.
Crisis política hacia la radicalización y el desenlace en Brasil
En el jueves 3 se hicieron públicas denuncias del senador Delcidio Amaral, exlider del gobierno en el Senado, que vinculó Lula y Rousseff a irregularidades y actos corrupción que son investigados desde marzo de 2014, según trascendió en la revista “Isto é”. Amaral decidió recurrir a la “delación premiada”, o colaboración en canje por la reducción de pena, después de haber sido detenido, en noviembre pasado, por el intento de promover la fuga al exterior de un exdirector de Petrobras que fue un elemento clave en la red de corrupción.
Sus revelaciones podrán decidir la salida de la Presidencia de Rousseff, ya que participaba de negociaciones importantes del gobierno, hasta ser detenido. El proceso de inhabilitación de la mandataria, ya abierto en la Cámara de Diputados, ganó fuerza también porque una de las constructoras admitió haber pagado ilegalmente deudas de la primera campaña electoral de Rousseff, en 2010.
La confirmación de que el producto interno bruto de Brasil cayó 3,8 por ciento en 2015, con tendencia a repetir ese desempeño negativo este año, agrava la situación crítica en que se encuentra el gobierno. Un enjuiciamiento de Lula le representaría otro golpe demoledor a Rousseff. La fiscalía sostiene que hay indicios de que Lula y su familia fueron beneficiados por dinero desviado de proyectos de Petrobras por las constructoras, que ya tienen dirigentes presos.
En total cerca de 30 millones de reales (cerca de ocho millones de dólares) habrían sido destinados al Instituto Lula, creado para organizar las actividades nacionales e internacionales del expresidente, al pago de sus charlas y a las obras en la finca y el departamento. Ninguna de esas propiedades es suya, arguyó Lula. Brasil vive un “régimen de excepción y arbitrio”, compuesto de “investigaciones selectivas, trascendidos ilegales y atropellos de garantías individuales”, afirmó el Partido de los Trabajadores en un comunicado sobre el interrogatorio a Lula.
La “conducción coercitiva” fue criticado por variados juristas, incluso el juez de la Suprema Corte Marco Aurelio de Mello. Fue un “acto de fuerza” que genera “inseguridad jurídica a todos los ciudadanos” al atropellar reglas, dijo públicamente. “Mañana construyen un paredón en la Plaza de los Tres Poderes”, ironizó, refiriéndose a la plaza donde se concentran las sedes del gobierno, del parlamento y de la Justicia en Brasilia.
Mello fue uno de los disidentes en recientes decisiones del Supremo Tribunal Federal (STF), como la que permite la prisión de condenados en segunda instancia, negando el texto de la Constitución que asegura libertad hasta recursos en tribunales superiores. Otro fallo rompe el derecho al sigilo bancario, al autorizar el acceso del servicio de recaudación impositiva a datos bancarios. Las libertades fundamentales sufrieron un retroceso en Brasil, lamentó el juez.
En realidad el país vive un clima de “caza a brujas” desde que estalló el escándalo de Petrobras, que involucra miles de millones de dólares y cerca de dos centenares de empresarios y políticos. La corrupción y la impunidad, llagas tradicionales, justifican la represión a toda costa. La fiscalía y la Policía Federal se convirtieron en los principales protagonistas de la vida nacional desde el inicio del año pasado, cuando empezaron a difundirse testimonios de los “delatores premiados”.
La llamada “espectacularización” de los procesos judiciales pasó a dictar la marcha de la política nacional y en cierta medida de la economía. El mercado bursátil y cambiario reflejan las tendencias. Siempre que nuevas revelaciones debilitan la presidenta, ocurren alzas inmediatas de las acciones y de la moneda nacional, indicando un rechazo del mercado al gobierno.
Con las sucesivas acciones de la Operación Lava-jato, que ya está en su vigésima cuarta fase requisando documentos de los inmuebles ocupados por Lula, sus tres hijos y varios amigos, el gobierno queda paralizado en sus actuaciones. La incertidumbre hizo caer 14,1 por ciento las inversiones en el año pasado, hecho que permite prever una recesión prolongada en Brasil “tendiendo a la depresión”, según los economistas.
La reacción de Lula, disponiéndose a la lucha política callejera, y el extremo grado de tensión que generaron las últimas acciones de los órganos represivos y las delaciones, es posible que la crisis haya ingresado en su apogeo, que antecede a una solución, democrática o no.
Editado por Estrella Gutiérrez
LUNES 7 DE MARZO DE 2016 – COMCOSUR
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2) ¿Mundialización de la incertidumbre?
Víctor Ríos (El Viejo Topo)
Transcurridos los dos primeros meses de este 2016 todo indica que nos encontramos ya inmersos en un año particularmente convulso y plagado de incertidumbres. Estos rasgos aparecen ya con claridad en el plano político interno de varios estados americanos y europeos: Argentina, Brasil, Venezuela, Reino Unido, Grecia, España, sin olvidar los procesos electorales de EE.UU. y Rusia, entre otros.
El signo de estos acontecimientos políticos se encuentra a su vez inscrito y se verá influido de modo quizás determinante, por la evolución de un par de asuntos de ámbito mundial: la guerra financiera y la batalla geopolítica. No se trata sólo de tener en cuenta ambas cuestiones como elementos de contexto de los anteriores sino, a mi modo de ver, como factores explicativos y condicionantes de las posiciones de las distintas fuerzas políticas y de los poderes económicos y mediáticos en las contiendas domésticas. Pues se está librando una gran contienda a escala planetaria, que aparece muy distorsionada por la manipulación teledirigida por los emporios mediáticos vinculados a los grandes intereses en juego.
Tomemos un ejemplo de ello, el de la feroz pugna entre las dos facciones principales del capital financiero internacional. Una, la que se agrupa en torno a Wall Street y a la City londinense, en la que se incluyen grandes bancos como Citigroup, Barclays, HSBC, Lloyd’s, ING Baring, Santander CH, apoyados por el imperio mediático de la CNN-Time Warner-Ted Turner. La otra, la vinculada al viejo complejo militar-industrial norteamericano, las grandes empresas privadas petroleras y la industria farmacéutica, el grupo Rockefeller, apoyadas por la 21st Century Fox, surgida de la fusión de la Fox con la News Corporation bajo el mando de Rupert Murdoch. Esta batalla se está librando sin focos, aunque explica muchas cosas que sí aparecen. Quizás también por ello se le intenta poner sordina.
La actual crisis financiera no tiene que ver solo con el fracaso de las políticas monetarias de los Bancos Centrales denominadas de Quantitative Easing, -valga decir, de impresión de miles de millones sin respaldo- que no han conseguido su objetivo de cambiar la dinámica deflacionista. Todo parece anunciar que se acerca una nueva gran crisis de la deuda a escala mundial, que puede contribuir al colapso financiero internacional. Pero, ¿quién se va a beneficiar de este colapso? En la guerra entre tiburones financieros, ¿qué papel están jugando, por ejemplo, grupos como los Rothschild y su red de negocios en Europa, que siempre actúan fuera de los focos?
Si por el hilo se saca el ovillo, quizás es el momento de reflexionar sobre la posición y las conexiones entre los grupos hasta aquí descritos y algunas herramientas que sí van apareciendo en primer plano, pese al tenaz secretismo que las rodea. Se trata de la trilogía TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), firmado este 4 de febrero, TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión entre la U.E. y los EE.UU.) y TISA (Acuerdo Internacional para el Comercio de Servicios). Estos dos últimos aún en fase de discusión y merecedores de un amplio rechazo por constituir una grave amenaza de las transnacionales a la soberanía y a la democracia. Aunque no sea este el lugar para detallar a quiénes sirven y a quiénes perjudican estos tratados, sí cabe preguntarse: ¿por qué un sector de mucho peso en la Comisión Europea los defiende? ¿Qué vínculos tiene dicho sector con la élite financiera hegemónica? Me refiero a un sector pues también ahí se libra una sórdida guerra de posiciones con quienes preferirían fortalecer un eje de capital germano-francés más orientado a conectarse con el proyecto económico-industrial de una nueva ruta de la seda, en el que se hallan hoy embarcadas China y Rusia, que tienden a fortalecer una alianza económico-militar de gran calado.
Siguiendo este hilo quizás sea más fácil comprender las dimensiones de la actual guerra financiera inter-imperialista y sus impactos geopolíticos y militares. La batalla entre el viejo y declinante orden financiero internacional apoyado en el petrodólar y un nuevo sistema financiero en el que China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, entre otros, jugarán un papel muy relevante, está hoy en pleno apogeo.
¿Cuál es el papel en ella de una Unión Europea desgarrada y presa de sus múltiples contradicciones? Más allá de las confrontaciones entre facciones de los poderosos, lo que está en juego son los intereses y los derechos de las mayorías. ¿Cómo pueden los pueblos europeos entrar en liza, defenderse y contraatacar? ¿Cuál es el papel de los movimientos sociales y de las fuerzas políticas que se presentan como alternativas?
De momento, en el Parlamento Europeo, tenemos una reciente y esclarecedora muestra de cómo votan las distintas fuerzas políticas frente a los grandes envites en curso. A principios de febrero se presentó a dicho parlamento el informe que da vía libre a la Comisión Europea para seguir negociando el TISA bajo total secretismo. De las fuerzas políticas que actúan en el teatro de operaciones español, el PP, el PSOE y Ciudadanos votaron a favor. La Izquierda Unitaria Europea, grupo del que forman parte I.U. y Podemos, votaron en contra. ¿Quién está del lado de la dictadura de las multinacionales y quién está enfrente? Hace tres siglos Luc de Clapiers decía algo así como “para saber lo que hay que hacer, se necesita genio. Para saber cómo hacerlo, talento. Para hacerlo, virtud”. Una cosa es la mundialización de la incertidumbre en la que nos movemos hoy y otra distinta la confusión interesada que los poderosos proyectan sobre el escenario para borrar las huellas de las razones y los intereses que mueven a los actores que manejan. Que no nos confundan y el genio, el talento y la virtud nos acompañen para avanzar así hacia el otro mundo que sabemos posible.
LUNES 7 DE MARZO DE 2016 – COMCOSUR
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3) La historia social de un virus llamado Zika
Jean Batou (Viento Sur)
La infección por el virus Zika no va seguida, generalmente, de ningún síntoma; en un caso de cada cinco parece una gripe poco severa y, excepcionalmente, puede llevar a una afección autoinmune más grave: el síndrome de Guillain-Barré. Pero la consecuencia más seria de esta enfermedad parece afectar a las mujeres embarazadas, algunas de las cuales dan a luz a niños microcéfalos y a veces ciegos. Sin embargo, la relación entre Zika y estas malformaciones no está establecida científicamente con certeza.
Prefiere la sangre humana
Este virus fue identificado por primera vez en 1947, en Uganda, entonces colonia británica, razón por la cual lleva el nombre de una selva de ese país. Entonces era transmitido por un mosquito silvestre, Aedes Africanus, cuyos parientes más cercanos, Aedes Aegypti y Aedes albopictus (mosquito tigre), proliferan en las zonas deforestadas de monocultivo y de explotación minera, incluso en las regiones urbanas contiguas, donde transmiten este germen de la misma forma.
Sin embargo, mientras que en el ecosistema complejo de la selva, una gran cantidad de agentes patógenos viven en equilibrio con sus huéspedes, ocurre de forma muy diferente cuando invaden un entorno alterado por la búsqueda de ganancias en la época del capitalismo mundializado, llevados entonces por vectores -transmisores- habituados a vivir en estrecho contacto con las sociedades humanas.
Con la deforestación generalizada, la expansión de los monocultivos de exportación y la urbanización galopante del Sur global, el Zika ha ido contaminando Asia del Sudeste, la Polinesia francesa, antes de alcanzar Colombia en 2014 y luego Brasil en 2015, donde su epicentro, en el oeste del Estado de Bahia, corresponde a la frontera actual de la expansión neoliberal.
En esta región, millones de hectáreas han sido transformadas en ranchos y dedicadas al monocultivo irrigado de soja, algodón, maíz, café, árboles frutales, etc… para la exportación. Hasta tal punto que estas conmociones ecológicas han provocado una invasión de mosquitos antropofílicos, que gustan en particular de la sangre humana, del tipo Aedes albopictus, Aedes Aegypti, así como otras especies portadoras de virus.
El Zika y la microcefalia
En el plano epidemiológico, no hay por el momento más que una certeza: las políticas económicas de austeridad han provocado una miseria endémica y han desmantelado los servicios públicos y las prestaciones sociales existentes, aunque fueran rudimentarias, en materia de alimentación, vivienda, distribución de agua, saneamientos, salud, etc. Son por esto responsables de una creciente exposición de las poblaciones más pobres a las enfermedades transmitidas en particular por los mosquitos.
Pero si el Zika ha focalizado repentinamente la atención del mundo entero y llevado a la OMS a decretar un estado de urgencia sanitario mundial, es porque se sospecha que ha provocado una epidemia de microcefalia entre los recién nacidos en Brasil, donde más de 1,5 millones de personas han sido infectadas hasta ahora.
Pero ¿porqué tales malformaciones no han sido observadas en Colombia, donde 2000 mujeres embarazadas han sido también infectadas? ¿Porqué los primeros casos de microcefalia se han multiplicado en el Noreste, antes incluso de la irrupción probada del virus? Quizás porque, según dos asociaciones de médicos de Argentina y de Brasil, estas malformaciones han afectado a regiones en las que un pesticida (que destruye las larvas del mosquito) ha sido sistemáticamente vertido en las reservas de agua potable.
De ahí la idea seductora de que una parte al menos de la epidemia de microcefalia en curso haya podido ser provocada por un agente químico producido por un socio japonés de Monsanto: el Pyriproxyfen de Suminoto Chemical. Éste ha sido, en efecto, inyectado en las redes de agua potable de ciertas regiones del país, en particular en el Noreste (1500 casos de microcefalia contabilizados), por recomendación de la OMS, para luchar contra la proliferación de los mosquitos responsables del dengue.
Ahora bien, el período de sequía y de racionamiento del agua (de julio a diciembre) ha podido favorecer una subida anormal de la concentración de este agente químico en el agua consumida, lo que explicaría el gran número de casos de malformaciones congénitas observado entre octubre de 2015 y enero de 2016. Sin embargo, esta hipótesis no ha podido ser confirmada hasta ahora por investigaciones más avanzadas.
Un negocio de oro para Big Pharma
En cualquier caso, la prevención del Zika es un buen negocio para los laboratorios farmacéuticos, en particular desde que la OMS ha tomado las cosas a su cargo de forma espectacular. Las empresas farmacéuticas están implicadas en una carrera para descubrir, testar y producir masivamente una vacuna, hasta tal punto que Barack Obama acaba de pedir 1,6 millardos de dólares al Congreso para apoyar la investigación en los Estados Unidos y conseguir este mercado. Una buena operación también para restablecer el prestigio y defender la presencia de los Estados Unidos en América Latina, en un período en el que las izquierdas en el poder en esa región encuentran dificultades crecientes.
Aprendices de brujo trabajan también en el desarrollo de mosquitos transgénicos, capaces de eliminar y de suplantar al principal vector actual de la fiebre amarilla, del virus del Nilo occidental, del dengue, del chikungunya, del virus Zika, etc: el Aedes Aegypti. Es el caso de la sociedad Oxitec, que experimenta esta OGM volante en las islas Caiman, en Malasia, en Panamá y en Brasil (en particular en el Noreste), mientras que las autoridades europeas han rechazado tales ensayos en nuestras latitudes debido a los peligros que se corren.
En realidad, según la ONG GeneWatch, parece que estos mosquitos reconfigurados tienden a expulsar a Aedes Aegypti hacia regiones limítrofes, favoreciendo la proliferación de otros vectores más difíciles de erradicar, como Aedes Albopictus. Poco importa: la investigación sobre los mosquitos transgénicos contempla también técnicas más sofisticadas y potencialmente aterradoras, basadas en particular en la utilización de “gene drives” que, modificando genéticamente a algunos miembros de una población, pueden propagar esta mutación al conjunto de los individuos.
Tales manipulaciones podrían, por ejemplo, esterilizar una especie y contribuir así a destruirla en algunas generaciones. Podría también, porqué no, transformar un insecto en arma de guerra biológica. Denunciadas como extremadamente peligrosas por numerosos investigadores, estas tecnologías tienen, no obstante, de nuevo el viento de popa, en el contexto actual de dramatización de la epidemia del Zika.
Calentamiento climático y agentes patógenos
Que la epidemia brasileña de microcefalia sea directamente causada por el Zika,, por la concentración inhabitual de un pesticida en el agua potable, o por una combinación de factores aún desconocida, resulta más fundamentalmente de los trastornos sociales y ecológicos ligados a la mundialización neoliberal. Al mismo tiempo, los mosquitos vectores de numerosos virus no dejan de extender su campo de acción por todo el mundo.
Muy extendidos en África, Asia y América Latina, comienzan hoy a alcanzar Europa y América del Norte, lo que explica sin duda la muy fuerte mediatización de este nuevo peligro. Pero ¿qué se sabe de las razones de tal expansión? Se explican ciertamente por el desarrollo acelerado de los medios de transporte aéreo, pero son también en gran parte tributarias del calentamiento climático global.
Por tomar el ejemplo de los mosquitos, éstos se alimentan en general de polen de las flores y solo cuando las hembras ponen sus huevos necesitan sangre como complemento de proteínas. Sin embargo, este ciclo reproductivo es acelerado por el calor igual que el tiempo de incubación del virus en el organismo de los insectos portadores antes de que puedan transmitirlo mediante una picadura.
La subida de las temperaturas explica también la expansión geográfica de las patologías ligadas a estos insectos. Es sin duda la causa de la irrupción de la malaria en las tierras altas de África del Este, hasta ahora libres de ella. Igualmente, la ciudad de México no parece ya protegida por mucho tiempo, por su altitud (2500 m), de la fiebre amarilla, del dengue o del chikungunya. Las mismas razones contribuyen sin duda a explicar la difusión de la enfermedad de Lyme (bacteria transmitida por una garrapata) en América del Norte o de la fiebre catarral ovina (FCO, o enfermedad de la lengua azul) entre el ganado europeo (NYT 20/02/2016).
Igual que la epidemia del Ebola, la del Zika no es ya una “catástrofe natural”. Las dos derivan de las transformaciones sociales, ecológicas y climáticas aceleradas provocadas por la mundialización capitalista, que somete a las sociedades humanas y al medio ambiente a un estrés cada vez más insoportable. La destrucción de las selvas tropicales por la explotación de la madera, por la búsqueda incesante de nuevos recursos mineros, por al auge sin tregua de los grandes monocultivos de exportación y por la urbanización demencial no ha acabado, por tanto, de provocar cataclismos que constituyen sistema. La difusión de nuevos agentes patógenos representa hoy uno de los aspectos más peligrosos y en gran medida subestimados de esta carrera hacia el abismo.
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Jean Batou. Miembro de la dirección de solidaritéS -un movimiento anticapitalista, feminista y ecologista por el socialismo del siglo XXI- en Suiza, y editor del bimensual solidaritéS. Profesor de Historia Internacional Contemporánea de la Universidad de Lausana, Suiza. Es autor de numerosas publicaciones sobre la historia de la globalización y los movimientos sociales.
LUNES 7 DE MARZO DE 2016 – COMCOSUR
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4) Oriente Medio: ¿Se acerca el fin del Califato?
Patrick Cockburn (SinPermiso)
La guerra en Siria e Irak ha producido dos nuevos estados de facto en los últimos cinco años y ha permitido a un tercera cuasi-estado ampliar sustancialmente su territorio y poder. Los dos nuevos estados, aunque no reconocidos internacionalmente, son más fuertes militar y políticamente que la mayoría de los miembros de la ONU. Uno de ellos es el Estado islámico (EI), que estableció su califato en el este de Siria y el oeste de Irak en el verano de 2014 después de capturar Mosul y derrotar al ejército iraquí. El segundo es Rojava, como los kurdos sirios llaman a la zona que controlan desde que el ejército sirio se retiró en 2012, y que ahora, gracias a una serie de victorias sobre el IS, se extiende por el norte de Siria entre el Tigris y el Éufrates. En Irak, el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK), ya muy autónomo, aprovechó la destrucción de la autoridad de Bagdad en el norte de Irak para expandir su territorio un 40 por ciento, haciéndose cargo de las áreas en disputa con Bagdad desde hace mucho tiempo, incluyendo los campos petrolíferos de Kirkuk y algunos distritos kurdo-árabes mixtos.
La pregunta es si estos cambios radicales en la geografía política de Oriente Medio persistirán – o en qué medida persistirán – cuando el actual conflicto haya terminado. El Estado Islámico es probable que sea destruido con el tiempo, tal es la presión de sus numerosos pero desunidos enemigos, aunque sus militantes seguirán siendo una fuerza en Irak, Siria y el resto del mundo islámico. Los kurdos se encuentran en una posición más fuerte, y se benefician del apoyo de Estados Unidos, apoyo que sólo existe debido a que proporcionan unas 120.000 tropas de tierra, que, en cooperación con las fuerzas aéreas de la coalición liderada por Estados Unidos, han demostrado ser una forma eficaz y políticamente aceptable de lucha contra el EI.
Los kurdos temen que este apoyo se evapore cuando el IS sea derrotado y quede a merced de los gobiernos centrales resurgidos en Irak y Siria, así como de Turquía y Arabia Saudita. «No queremos que se nos utilice como carne de cañón para tomar Raqqa», me dijo un líder kurdo sirio en Rojava el año pasado. He oído lo mismo este mes a quinientas millas al este, en el territorio del GRK, cerca de Halabja en la frontera iraní, en boca de Muhammad Haji Mahmud, un veterano comandante Peshmerga y secretario general del Partido Socialista, que dirigió un millar de combatientes en la defensa de Kirkuk contra el EI en 2014. Su hijo Atta murió en la batalla. Le preocupa que «una vez que Mosul sea liberado y el EI derrotado, los kurdos no tengan el mismo valor a nivel internacional». Sin este apoyo, el GRK sería incapaz de mantenerse en los territorios en disputa.
La aparición de los estados kurdos no es bien recibida por todos los países de la región, aunque algunos – incluyendo los gobiernos de Bagdad y Damasco – creen que les favorece temporalmente y, en todo caso, son demasiado débiles para oponerse. Sin embargo, Turquía se ha horrorizado al descubrir que el levantamiento de Siria de 2011, que cabía esperar que marcará el comienzo de una era de gran influencia turca en todo el Oriente Medio, ha producido en su lugar un estado kurdo que controla la mitad del lado sirio de las 550 millas de su frontera sur. Peor aún, el partido en el poder en el Kurdistán sirio es el Partido Unión Democrática (PYD), que en todo menos en el nombre es la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), contra el que Ankara lucha una guerra de guerrillas desde 1984. El PYD niega la relación, pero en todas las oficinas del PYD hay una foto en la pared del líder del PKK, Abdullah Ocalan, que esta en una prisión turca desde 1999.
En el año transcurrido desde que el EI fue finalmente derrotado en el asedio de la ciudad sirio-kurda de Kobani, Rojava se ha expandido territorialmente en todas las direcciones y sus líderes hacen caso omiso de las amenazas de Turquía de intervenir militarmente contra ellos. En junio pasado, las Unidades Populares de Protección (YPG) sirio-kurdas capturaron Tal Abyad, un importante punto de cruce en la frontera con Turquía al norte de Raqqa, permitiendo que el PYD uniese dos de sus tres enclaves principales, en torno a las ciudades de Kobani y Qamishli; ahora está tratando de unir el tercer enclave, más al oeste, en Afrin. Estos avances rápidos son solo posibles porque las fuerzas kurdas están operando bajo el paraguas aéreo dirigido por Estados Unidos, que multiplica enormemente su poder de fuego. Yo estaba justo al este de Tal Abyad poco antes del ataque final de las YPG y los aviones de la coalición sonaban continuamente por encima. Tanto en Siria como en Irak, los kurdos identifican los objetivos, llaman los ataques aéreos y luego actuar como una fuerza de infantería territorial. Dónde el EI se atrinchera y combate, sufre muchas bajas. En el sitio de Kobani, que duró cuatro meses y medio, 2.200 combatientes del EI perecieron, la mayoría de ellos por los ataques aéreos de Estados Unidos.
Ankara ha advertido varias veces que si los kurdos se mueven hacia el oeste, hacia Afrin, el ejército turco intervendrá. En concreto, ha decretado que las YPG no deben cruzar el Éufrates: esta es una «línea roja» para Turquía. Pero cuando en diciembre las YPG enviaron a sus milicias árabes, las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), a través del Éufrates a tomar la presa de Tishrin, los turcos no hicieron nada – en parte debido a que el avance fue apoyado en diferentes puntos por ataques aéreos estadounidenses y rusos contra objetivos del EI. Las objeciones turcas se han vuelto cada vez más frenética desde el comienzo de este año debido a que las YPG y el ejército sirio, aunque su colaboración activa no está comprobada, han puesto en marcha lo que equivale a un movimiento de pinzas contra las líneas de suministro más importantes del EI y la oposición siria, que discurren por un estrecho corredor entre la frontera turca y Alepo, que una vez fue la ciudad más grande de Siria. El 2 de febrero, el ejército sirio, apoyado por ataques aéreos rusos, cortó el principal camino hacia Alepo y una semana más tarde capturó Menagh base aérea del Frente al-Nusra, afiliado a Al Qaida, que Turquía ha sido acusada de apoyar de forma encubierta en el pasado.
El 14 de febrero, la artillería turca comenzó a disparar proyectiles contra las fuerzas que habían capturado la base y a exigir su evacuación. La compleja combinación de milicias, ejércitos y grupos étnicos que luchan por controlar esta pequeña pero vital área al norte de Alepo hace que los combates sean confusos incluso para los estándares de Siria. Pero si la oposición queda separada territorialmente de Turquía por un tiempo se verá seriamente, y quizás fatalmente, debilitada. Los estados sunitas – concretamente Turquía, Arabia Saudita y Qatar – han fracasado en su larga campaña para derrocar a Bashar al-Assad. Turquía se enfrenta a la perspectiva de un pequeño Estado hostil gestionado por el PKK a lo largo de su flanco sur, lo que hace mucho más difícil sofocar la insurgencia de bajo nivel pero de larga duración dirigida por el PKK entre los 17 millones de la minoría kurda en Turquía.
Se dice que Erdogan hubiera querido que Turquía interviniese militarmente en Siria desde mayo del año pasado, pero hasta ahora se ha visto frenado por los comandantes del ejército. Argumentan que Turquía estaría entrando en una guerra muy complicada en la que se opondría a los EE.UU., Rusia, Irán, el ejército sirio, el PYD y el EI, mientras que sus únicos aliados serían Arabia Saudita y algunas de las monarquías del Golfo. La participación abierta en la guerra de Siria sería sin duda un gran riesgo para Turquía, que, a pesar de todas sus denuncias del PYD y las YPG como «terroristas», se han limitado en gran medida a pequeños actos de represalia. A Ersin Umut Güler, un actor y director de teatro kurdo de Turquía, se negó el permiso para llevar a casa para ser enterrado el cuerpo de su hermano Aziz, que había muerto luchando contra el EI en Siria. Antes de pisar una mina terrestre, Aziz había estado con las YPG, pero era un ciudadano turco y pertenecía a un partido radical socialista turco – no el PKK. ‘Es como Antígona,’ dice Ersin. Su padre viajó a Siria y se niega a regresar sin el cuerpo, pero las autoridades turcas no ceden.
La respuesta de Turquía a la aparición de Rojava es beligerante en el tono, pero ambivalente en la práctica. Un día un ministro amenaza con una invasión terrestre a gran escala y al siguiente otro funcionario del gobierno la condiciona a la participación de Estados Unidos, lo cual es poco probable. Turquía culpa de un coche bomba en Ankara que mató a 28 personas el 17 de febrero a las YPG, lo que podría aumentar las posibilidades de intervención, pero en los últimos tiempos las acciones turcas han sido incoherentes y contraproducentes. Cuando el 24 de noviembre, un caza turco F-16 derribó un bombardero ruso, en lo que parece haber sido un ataque cuidadosamente planeado, el resultado previsible fue que Rusia envió aviones de combate sofisticados y sistemas de misiles antiaéreos para establecer su supremacía aérea sobre el norte de Siria. Esto significa que si Turquía lanza una invasión por tierra, tendría que hacerlo sin cobertura aérea y sus tropas se verían expuestas a los bombardeos de los aviones rusos y sirios.
Muchos líderes políticos kurdos argumentan que una invasión militar turca es poco probable: Fuad Hussein, jefe de gabinete del presidente del GRK, me dijo en Erbil el mes pasado que «si Turquía fuese a intervenir, lo habría hecho antes de derribar el bombardero ruso” – aunque esto presupone, por supuesto, que Turquía sabe cómo defender sus propios intereses. Cree que el conflicto se decidirá por dos factores: quién este ganando en el campo de batalla y la cooperación entre los EE.UU. y Rusia. «Si la crisis se resuelve”, dijo, “será gracias a un acuerdo entre las superpotencias” – y en el Oriente Medio, al menos, Rusia ha recuperado el estatus de superpotencia. La nueva alianza flexible entre los EE.UU. y Rusia, aunque con episodios de rivalidad al estilo de la Guerra Fría, produjo un acuerdo en Munich el 12 de febrero para hacer llegar ayuda a pueblos y ciudades de Siria sitiados y un ‘cese de hostilidades’ seguido por un alto el fuego más formal. Será difícil organizar una de-escalada de la crisis, pero el hecho de que los EE.UU. y Rusia co-presiden el grupo de trabajo que lo supervisa muestra hasta que punto están desplazando a los poderes locales y regionales que toman las decisiones en Siria.
Para los kurdos en Rojava y el GRK este es un momento de prueba: si la guerra termina, su reciente poder podría reducirse rápidamente. Son solo, después de todo, estados pequeños – el GRK tiene una población de alrededor de seis millones y Rojava 2,2 millones – rodeado por otros estados mucho más grandes. Y sus economías apenas sobreviven. Rojava está bien organizada, pero bloqueada por todos los lados y no pueden vender la mayor parte de su petróleo. El setenta por ciento de los edificios en Kobani fueron pulverizados por los bombardeos de Estados Unidos. La gente ha huido de ciudades como Hasakah que están cerca de la línea del frente. Los problemas económicos del GRK son graves y probablemente insolubles a menos que haya un inesperado aumento del precio del petróleo. Hace tres años, se anunciaba a sí mismo como ‘el nuevo Dubai’, un centro comercial y petrolero con los ingresos suficientes para ser independiente de Bagdad.
Cuando el boom del petróleo alcanzó su punto máximo en 2013, los hoteles de lujo de nueva construcción en Erbil estaban llenos de delegaciones de comercio exterior y hombres de negocios. Hoy en día los hoteles y centros comerciales están vacíos y el Kurdistán iraquí está llena de hoteles y edificios de apartamentos a medio construir. El fin del boom en el GRK ha sido un golpe devastador para la población, mucha de la cual está tratando de emigrar a Europa occidental. Hay oraciones frecuentes en las mezquitas para recordar a los que se han ahogado en el cruce del Egeo de Turquía a las islas griegas. los ingresos petroleros del estado ahora se sitúan en alrededor de $ 400 millones al mes; pero su gasto es de $ 1,1 mil millones, por lo que algunos de los 740.000 empleados gubernamentales no reciben su salario. En su desesperación, el gobierno se ha apoderado del dinero de los bancos. «Mi madre fue a su banco, donde pensaba que tenía $ 20.000”, me cuenta Nazdar Ibrahim, un economista de la Universidad de Salahaddin en Erbil. «La dijeron: No tenemos el dinero porque el gobierno lo ha requisado. Nadie tiene ya dinero en los bancos, lo que está destruyendo el sistema bancario”
El GRK se promovió como un «Irak diferente” y, en algunos aspectos, lo es: es mucho más seguro para vivir que Bagdad o Basora. A pesar de que Mosul no está muy lejos, ha habido pocos ataques con bombas o secuestros en el Kurdistán iraquí en comparación con el resto del país. Pero el GRK es un estado petrolero que depende totalmente de los ingresos del petróleo. La región no produce casi nada más: incluso las verduras en los mercados son importadas de Turquía e Irán y los precios son altos. Nazdar Ibrahim dice que la ropa que podría comprar en Turquía por $ 10 cuesta tres veces más en el Kurdistán iraquí, que es tan caro como vivir en Noruega o Suiza. El presidente del Gobierno Regional de Kurdistán, Massoud Barzani, ha declarado que va a celebrar un referéndum sobre la independencia kurda, pero no es una opción atractiva en un momento de ruina económica general. Asos Hardi, editor de un periódico en Sulaymaniyah, dice que las protestas se están extendiendo y que en todo caso “incluso en medio del boom se podía notar la ira popular por el clientelismo y la corrupción». El estado kurdo iraquí – lejos de ser más independiente – se ve obligado a mirar a los poderes externos, incluyendo a Bagdad, para evitar un colapso económico mayor.
Cosas similares están ocurriendo en otras partes de la región: las personas que han conseguido escapar de Mosul dicen que el Califato está cediendo ante la presión militar y económica. Sus enemigos han capturado Sinjar, Ramadi y Tikrit en Irak y las YPG y el ejército sirio están avanzando de nuevo en Siria y se están acercando a Raqqa. Las fuerzas de tierra que atacan al EI- las YPG, el ejército sirio, las fuerzas armadas iraquíes y los Peshmerga – tienen pocas fuerzas (en la lucha por Ramadi la fuerza de asalto militar iraquí fue de solo 500 hombres), pero pueden solicitar ataques aéreos devastadores de cualquier posición. Desde que fue derrotado en Kobani, el EI ha evitado batallas frontales y no ha luchado hasta el último hombre para defender a ninguna de sus ciudades, aunque si considera hacerlo en Raqqa y Mosul. El Pentágono, el gobierno iraquí y los kurdos exageran el alcance de sus victorias sobre el EI, pero ha sufrido grandes pérdidas y está aislado del mundo exterior con la pérdida de su último vínculo con Turquía. La infraestructura administrativa y económica del Califato empieza a romperse bajo la presión de los bombardeos y el bloqueo. Esta es la impresión que transmiten las personas que abandonaron Mosul a principios de febrero y se refugiaron en Rojava.
Su viaje no fue fácil, ya que esta prohibido que la gente salga del Califato, que no quiere un éxodo masivo. Los que han escapado informan que se está volviendo más violento en la aplicación de fatwas y regulaciones religiosas. Ahmad, un comerciante de 35 años de edad, del distrito de al-Zuhour de Mosul, donde es propietario de una pequeña tienda, informa que «si alguien es acusado de afeitarse la barba, se le da treinta latigazos, mientras que el año pasado lo habrían simplemente arrestado durante unas horas”. El tratamiento de las mujeres en particular ha empeorado: “El EI insiste en que las mujeres usen velos, calcetines, guantes y ropa suelta y, si no, el hombre que vaya con ella será flagelado”.
Ahmad dijo también que las condiciones de vida se han deteriorado drásticamente y las acciones de los funcionarios se han vuelto más arbitrarias: «Se llevaron alimentos sin pagar y confiscaron gran parte de mi almacén con el pretexto de apoyar a los milicianos del Estado islámico. Todo es caro y las tiendas están medio vacías. Los mercados estaban llenos hace un año, pero durante los últimos diez meses muchas personas han huido y los que se han quedado están en paro». No ha habido electricidad durante siete meses y todo el mundo depende de los generadores privados que funcionan con combustible refinado localmente. Este servicio está disponible en todas partes, pero es caro y el combustible de tan mala calidad que sólo funciona para los generadores y no para los automóviles – y los generadores se rompen con frecuencia. Hay escasez de agua potable. «Cada diez días hay agua durante dos horas,» dijo Ahmad. ‘El agua que obtenemos del grifo no es limpia, pero tenemos que beberla». No hay red de telefonía móvil y el Internet sólo está disponible en algunos cafés que son vigilados de cerca por las autoridades. Hay signos de creciente criminalidad y de corrupción, aunque esto puede ser en gran parte por la desesperada necesidad de dinero. Cuando Ahmad decidió huir, se puso en contacto con uno de los muchos contrabandistas que operan en la zona situada entre Mosul y la frontera con Siria. Dijo que el coste por cada individuo para llegar a Rojava está entre $ 400 y $ 500. “Muchos de los contrabandistas son hombres del EI”, dijo, pero no sabía si los líderes de la organización sabían lo que estaba ocurriendo. Sin duda saben que cada vez hay más quejas sobre las condiciones de vida, ya que han citado un hadiz, un dicho del Profeta, en contra de tales quejas. Aquellos que violen los hadices son detenidos y enviados a reeducación. La conclusión de Ahmad: «Los dictadores se vuelven muy violentos cuando sienten que su final está cerca”.
¿Hasta qué punto es precisa la predicción de que el califato está en sus últimos días? Ciertamente se está debilitando, pero esto es en gran parte debido a que la guerra se ha internacionalizado desde 2014 por los Estados Unidos y la intervención militar rusa. Los poderes locales y regionales cuentan menos. Los ejércitos de Irak y Siria, las YPG y los peshmerga pueden ganar victorias al EI gracias al apoyo aéreo masivo. Pueden ganar batallas y, probablemente, pueden tomar ciudades, pero ninguno de ellos sería capaz de alcanzar plenamente sus objetivos de guerra sin el respaldo continuo de una gran potencia. Una vez que el Califato se derrumbe, sin embargo, los gobiernos centrales en Bagdad y Damasco podrían ser más fuertes de nuevo. Los kurdos se preguntan si corren el riesgo de perder todo lo conseguido en la guerra contra el Estado islámico.
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Patrick Cockburn es el autor de The Rise of Islamic State: ISIS and the New Sunni Revolution.
Fuente: Counterpunch – Traducción: Enrique García
LUNES 7 DE MARZO DE 2016 – COMCOSUR
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5) En Camboya, el futuro siempre llega con retraso
Higinio Polo (Rebelión)
No lejos del palacio real de Phnom Penh, en la calle 13 y entre las calles 144 y 148, a unos metros del Mekong, se encuentra un bullicioso mercado al aire libre, Phsar Kandal o Kandal Market, donde las campesinas disponen sus frutos en el suelo, la carne está sobre plásticos y maderas, y el pescado en cestas; las vendedoras, mientras arreglan verduras y limpian peces, dejan estrechos senderos por donde transita la gente. Dentro de esa ordenada confusión, se encuentra una zona de chamizos de hojalata que ocultan peluquerías, pequeñas tiendas de manicura, comercios de postizos, depilaciones y limpiezas de cutis, masajistas que se afanan con el cliente estirado sobre un colchón. Hay también echadores de cartas, figones, chamarileros, conductores de tuk-tuk. Por los alrededores, hasta el templo budista (Wat Ounalom) y el palacio real, merodean los turistas y chicas jóvenes acompañadas de hombres maduros.
En esa parte de la ciudad, las calles que mueren en la confluencia del río Tonlé Sap con el Mekong son un conjunto de locales y restaurantes frecuentados por turistas; en algunas, se concentra la prostitución: chicas jovencísimas se ofrecen a tipos, jóvenes y viejos, que se alimentan con exceso, que permanecen sentados en las terrazas con el comportamiento de quienes se creen los amos del mundo, y que ríen satisfechos como si estuvieran conquistando a las chicas. Todo parece normal: es la banalidad de la venta de seres humanos a la que el capitalismo les ha acostumbrado, la satisfecha seguridad de los turistas ricos que buscan carne joven; pero el aire desprende un sudor de pobreza, de cuerpos arrastrados a la pestilencia de noches de alcohol y billetes sucios, y, pese a las risas, ofrece un espectáculo repugnante: la vida mutilada de quienes se ven obligadas a sobrevivir en los márgenes de un país acostumbrado a la desdicha. Algunas jovencitas se contonean dentro de sus diminutas faldas, mientras los viejos lascivos ríen con sus bebidas. Todo se mezcla. Un canadiense, quebequés, ajeno a ese comercio, toma la cena en una terraza; muestra la cinta de San Jorge en el pecho, y observa los tratos, hasta que se despide con un deseo: “El fascismo no pasará. No pasarán.”
Tres niños meten la mano en el plato de una turista, que pide al camarero que se lo cambie. La mujer indica después que les ponga a los niños el contenido del plato en una bolsa, gesto que lleva a los pequeños a abrazarse de alegría. Delante, el paso melancólico de las gabarras por el río Tonlé Sap, hacia la confluencia con el Mekong ante el palacio real, parece desmentir, como si nunca hubieran ocurrido, la tensión y los enfrentamientos que se sucedieron en la ciudad, por estas calles; como si se hubiera olvidado la llegada de los jemer rojos, el delirio de Pol Pot, la alegría ante la entrada de los soldados vietnamitas que puso fin al régimen criminal, y, no hace tanto, los combates entre los partidarios de Norodom Ranariddh y de Hun Sen, que gobernaban en coalición.
No hace más de tres lustros que Camboya se mantiene en paz. Phnom Penh cambia, empieza a ver los nuevos rascacielos de la modernidad, y se acostumbra a la llegada de extranjeros. El contraste entre la ostentosa embajada norteamericana y, muy cercana, la pobre Biblioteca Nacional, que tiene los vidrios de la puerta rotos, tapados con cartones, y, dentro, unas dependencias destartaladas, es el reflejo de la pobreza del país. En el mercado ruso, llamado así por la afluencia de turistas de ese país, se ven paradas de baratijas, recuerdos, pero también alimentos, pasillos repletos de pequeños restaurantes populares donde reina un calor sofocante, puestos de pescado, peluquerías. Las miradas poco atentas perciben la vida cotidiana, el exotismo de la vieja “perla de Asia”, los guiños de la modernidad en los nuevos locales, y el misterio deslumbrante que les prometen los templos de Angkor, pero apenas reparan en que la existencia de los camboyanos no es fácil.
La vida es dura, y tanto quienes no tienen trabajo como quienes acuden cada día a las fábricas, sobreviven con muy poco. En Compress Holding, una multinacional norteamericana que elabora ropa en Phnom Penh para Inditex, C&A, H&M, y otras empresas, los salarios son muy bajos: en 2014, eran de unos ochenta euros mensuales, que, tras huelgas y una campaña internacional, subieron a unos cien euros, cuando, sólo para alimentarse los trabajadores necesitan unos ciento cincuenta, y unos trescientos para hacer frente a todas sus necesidades. Lo mismo ocurre en otras factorías, como Levi Strauss o GAP: todas se aprovechan de la necesidad de los camboyanos, igual que hacen también en la India o Bangla Desh.
En un país de poco más de trece millones de habitantes, hay más de medio millón de mujeres camboyanas que trabajan en fábricas textiles, con jornadas de doce horas diarias. La gran mayoría son mujeres jóvenes, que no sobrepasan los treinta y cinco años. La debilidad del país, de los sindicatos y del gobierno, no puede hacer frente al abuso de las empresas extranjeras, que, además, se aprovechan de que el gobierno reprime las protestas para salvaguardar la estabilidad del país. La hipocresía occidental es vergonzosa: mientras Inditex declara beneficios millonarios, se niega a pagar a las obreras camboyanas salarios de 160 euros mensuales como reclaman los sindicatos. Tas las huelgas y manifestaciones de 2014, grandes multinacionales como Inditex y H&M, aceptaron aumentos salariales en 2015… sin llegar a los 160 euros que reclaman las trabajadoras. En octubre de 2015, el gobierno situó el salario mínimo en 129 euros, aunque la barrera en muchas empresas, que utilizan argucias para incumplir la ley, ha quedado situada en los 100 o 110 euros mensuales. Además, la patronal presiona al gobierno para que se adopten restricciones al derecho de huelga, y duras limitaciones a la actividad sindical y a la presencia de los sindicatos en las empresas. Al mismo tiempo, ante las denuncias internacionales y la oleada de huelgas en el país, y en un acto de consumada hipocresía, las grandes multinacionales textiles que se han beneficiado durante años de los salarios de miseria en Camboya, crearon la plataforma ACT (acción, colaboración, transformación) para, según sus portavoces… presionar al gobierno para elevar el salario mínimo y asegurar una vida digna a los obreros camboyanos.
Según el gobierno, el ingreso per cápita en el país pasó de 229 dólares en 1993, a 1.228 dólares en 2015; con la previsión de que alcance los 1.325 dólares en 2016. La tasa de pobreza pasó del 53,2 % en 2004 al 13,5 % en 2015.
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El polpotismo y la monstruosa matanza que causó en los cuatro años que duró su régimen siguen estando presentes, aunque las nuevas generaciones (han transcurrido casi cuarenta años desde su caída) viven otra realidad. Los jemeres rojos fueron una delirante derivación del sector más izquierdista del maoísmo anudado con el nacionalismo camboyano y con la desconfianza hacia los comunistas vietnamitas, que explica su evolución posterior, y la alegría popular ante la liberación vietnamita. La caída del criminal régimen de Pol Pot se produce en 1979, aunque el país continuó en guerra: el FUNCINPEC (Frente Unido Nacional dirigido por el hijo de Norodom Sihanuk, que había sido fundado en Pyongyang, Corea del Norte, en 1981, en el marco de las discrepancias entre China, la URSS y Vietnam) mantuvo las operaciones militares y las guerrillas contra el gobierno de Hun Sen, aliado de las fuerzas vietnamitas que expulsaron a los seguidores de Pol Pot. En ese momento, Pekín apostaba por la confluencia entre los restos del jemer rojo y el movimiento de Sihanuk, para oponerse al gobierno provietnamita de Hun Sen.
En 1991, se firmó el acuerdo de paz entre los sectores monárquicos del Frente Unido Nacional y el gobierno de Hun Sen, el primer ministro del Partido Popular de Camboya (nuevo nombre del Partido Revolucionario del Pueblo de Kampuchea, heredero en Camboya del Partido Comunista de Indochina de los años coloniales) que administró el país desde la entrada de las tropas vietnamitas en 1979. La caída del régimen de Pol Pot no significó el final de su demencial aventura: a partir de entonces, sus seguidores se refugiaron en el norte del país y en las zonas fronterizas tailandesas, recibiendo el apoyo de Estados Unidos, Tailandia y China (¡por su oposición a Vietnam y la URSS, que apoyaban al nuevo gobierno camboyano!). El gobierno de coalición entre los jemeres, los monárquicos y las fuerzas anticomunistas, creado para oponerse al de Hun Sen en Phnom Penh, mantuvo decenas de miles de hombres armados, que ocupaban importantes zonas del país: todavía a mediados de los años noventa, controlaban más del veinte por ciento del territorio camboyano, y retenían además la representación de Camboya en las Naciones Unidas. Muchos países, entre ellos Estados Unidos, siguieron reconociendo, hasta 1991, al gobierno de los jemeres rojos como el gobierno legítimo de Camboya. Mientras proseguían la guerra, los dirigentes jemeres hacían negocios con los militares tailandeses: las supuestas ideas comunistas de los jemer rojos quedaron rápidamente en evidencia: en 1981, dos años después de perder el poder, Pol Pot, Khieu Samphan y el resto de los dirigentes jemer, renegaban del comunismo, proclamaban su respeto a la religión y su apoyo al capitalismo, y disolvían el partido comunista de Kampuchea.
Los acuerdos de París, en 1991, entre las distintas facciones para acabar con la guerra (donde Hun Sen desempeñó un papel decisivo), culminaron con las elecciones de 1993 donde se alzó con la victoria el monárquico Frente Unido Nacional (gracias, sobre todo, al prestigio de Norodom Sihanuk, que había sido el padre de la independencia de Camboya que acabó con la colonia francesa, y que se mantuvo después contra el imperialismo norteamericano durante la guerra de Vietnam). La constitución de 1993 consagró después la monarquía como sistema político y la economía de mercado, aunque los enfrentamientos políticos continuaron hasta la crisis de 1997, y desembocaron en las elecciones de 1998 tras las que el Partido Popular de Hun Sen y el monárquico Frente Unido firmaron un acuerdo para constituir un gobierno de coalición que se ha mantenido hasta hoy. Quedaban destacamentos del ejército polpotiano, pero la disolución de los últimos restos de los jemeres rojos, en 1999, permitió abrir una nueva etapa en el país.
En 2003, Norodom Sihanuk abdicó y fue sustituido por su hijo, Norodom Sihamoní. El viejo Sihanuk murió en Pekín, en 2012. Mientras tanto, han aparecido otros actores políticos, a veces de la mano de la intervención exterior. La popularidad conseguida por Sam Rainsy, un liberal que permaneció cuatro años exiliado voluntariamente para evitar la prisión, ha cambiado el escenario político camboyano. Su partido, el CNRP, es miembro de la Internacional Liberal. Desde 2012, el CNRP, que nació de la confluencia entre el Cambodia National Rescue Party, de Sam Rainsy, y el Partido de los Derechos Humanos, se ha convertido en el otro gran partido camboyano: en las últimas elecciones, en 2013, el Partido Popular de Hun Sen obtuvo 68 escaños, mientras que el CNRP consiguió 55, aunque los resultados no fueron aceptados por Rainsy y se abrió una grave crisis, con la oposición convocando protestas en Phnom Penh y otras ciudades. La crisis se cerró con un nuevo acuerdo entre Hun Sen y Sam Rainsy. Pese a todo, el inflamado discurso antivietnamita de Sam Rainsy, que alcanza a Hun Sen, a quien acusa de ser un agente de Vietnam, llena de sombras el futuro. El viejo Frente Unido Nacional de los monárquicos ha pasado a ocupar un espacio marginal, sin representación parlamentaria.
Los juicios a los jemer rojos han continuado. En 2014, se impuso cadena perpetua a Nuon Chea y Khieu Samphan, los dos últimos dirigentes vivos del régimen de Pol Pot. La acción del gobierno bascula entre el objetivo central del desarrollo económico, la obsesión por asegurar la estabilidad, el temor a la protestas de la oposición y los desórdenes callejeros y huelgas, y los esfuerzos legislativos para proteger a las mujeres, impulsar la igualdad entre sexos, y combatir la discriminación contra homosexuales y lesbianas. El gobierno ha aprobado un ambicioso plan nacional para eliminar la violencia contra las mujeres, pero proliferan las expropiaciones de tierras a los campesinos, la corrupción, las actividades empresariales de militares, y la connivencia de grupos mercantiles con algunos sectores gubernamentales, además de la arbitrariedad de una parte de los funcionarios, que despachan asuntos a cambio de pagos, y que llega incluso a la enseñanza, rasgos que han hecho aumentar la insatisfacción popular.
La economía del país sigue siendo extremadamente débil: no debe olvidarse que hasta 1999 no llegó la paz. El PIB ha crecido de manera relevante desde el año 2000, a una media de más del 7% anual, a excepción del bache causado por la crisis internacional en 2008 que le hizo retrocede durante dos años. Sin embargo, su economía sigue siendo deficitaria, y ha de importar la mayoría de los productos que consume. El gobierno puede mantener ese desequilibrio gracias a la ayuda internacional. Hoy, Camboya recibe inversiones y ayuda sobre todo de China, aunque también recibe contribuciones norteamericanas y de la Unión Europea. China, Vietnam y Tailandia abastecen con productos al país, y sus exportaciones van destinadas, sobre todo, a Estados Unidos, Canadá, Alemania y Gran Bretaña. No existe el desempleo, aunque las condiciones de trabajo son muy duras. Obreros camboyanos (y birmanos) que emigran a Tailandia son víctimas de trabajos casi forzados, como puso de manifiesto una reciente investigación sobre la industria pesquera y sobre los operarios que trabajan para Nestlé y otras multinacionales.
Los sectores más importantes de la economía del país son la agricultura y la industria textil. La ropa constituye casi las tres cuartas partes de sus exportaciones. No dispone de materias primas textiles, por lo que debe importarlas, y eso es una carga. Muchas marcas occidentales han establecido fábricas en Camboya, y se están trasladando desde otros países, como China, debido al significativo aumento de los salarios chinos. Camboya tampoco dispone de energía ni tecnología avanzada. China y los países del sudeste asiático están aumentando sus intercambios comerciales con Camboya, mientras se reduce su volumen con occidente. China se ha convertido en el principal inversor en el país, seguido del Vietnam, Taiwán y Corea del Sur. Vietnam es el país más poblado de Indochina, y eso le confiere una responsabilidad especial, puesto que tanto Camboya como Laos aceptan su determinante influencia en la zona, además de que la población camboyana es consciente de que fue la intervención vietnamita quien acabó con Pol Pot.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, visitó a finales de enero de 2016 Laos y Camboya, en la preparación de la cumbre de la ASEAN, entrevistándose con el primer ministro, Hun Sen, y con el responsable de asuntos exteriores, Hor Namhong, y aprovechó para aleccionar al gobierno camboyano sobre el respeto a los derechos humanos. Kerry no perdió la ocasión de reunirse con Kem Sokha, un monárquico liberal y uno de los principales dirigentes del CNRP de Sam Rainsy, quien se ha autoexiliado a Francia para no comparecer en los tribunales por un asunto de difamación. Sokha, que llegó a estar refugiado en la embajada norteamericana en Phnom Penh, es un viejo conocido de Estados Unidos, que ha financiado sus actividades bajo el manto de los “derechos humanos”. Tras las elecciones de 2013, el CNRP boicoteó el parlamento, aunque las negociaciones con Hun Sen culminaron con la firma de un acuerdo con el gobierno en 2014 (la llamada “cultura del diálogo”), y con el retorno de sus diputados al parlamento en diciembre de 2015, aunque Rainsy continúa en el exilio francés.
Estados Unidos es otro factor determinante. Por el país pueden verse pancartas de la USAID norteamericana (una tapadera del departamento de Estado y de la CIA) con supuestos programas de ayuda que esconden objetivos políticos: Camboya es un pequeño país, pero Washington quiere atraerlo hacia su lado en el nuevo gran juego que se libra en Asia, y utiliza las diferencias entre Pekín y Hanoi sobre los archipiélagos del Mar de la China meridional para impulsar su plan de “contención de China”. Por eso, el gobierno norteamericano, en una estrategia de palo y zanahoria, ha acusado a Camboya de apoyar la posición de Pekín. Estados Unidos no quiere que las diferencias sobre el Mar de la China del sur sean abordadas bilateralmente entre los países afectados, mientras que Pekín, en lo que denomina el mecanismo de “doble vía”, defiende negociaciones entre los interesados acompañadas del compromiso de China y la ASEAN de mantener la paz en la región. Por el contrario, Estados Unidos quiere la internacionalización de las disputas y que sea la ASEAN quien intervenga directamente en las negociaciones, configurando así un mecanismo global que le permitiría estar presente y asegurar su influencia en la zona. En todo ese complejo tablero, Camboya es una pequeña pieza, pero todas sirven para la partida. Tras su entrevista con Kerry, Hor Namhong, viceprimer ministro y responsable de asuntos exteriores camboyano, anunció su coincidencia con China en este asunto, posición que fue agradecida por Pekín y mal recibida en Washington.
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El actual rey, Norodom Sihamoní, cumple una función simbólica, porque el poder real está en manos del primer ministro, en un país joven donde las tres cuartas partes de la población tienen menos de veinticinco años. Treinta años de guerra y las secuelas de los bombardeos norteamericanos en Indochina dejaron una profunda huella y una economía destruida, y todavía hoy continúan muriendo personas por las miles de minas estadounidenses enterradas: se calcula que, en los últimos treinta años, han muerto más de veinte mil personas que tropezaron con las bombas, y unos cincuenta mil han sufrido heridas y amputaciones. A veces, se ven en los lugares concurridos por turistas orquestinas de músicos mancos y tullidos, que se ganan así la vida.
El significativo aumento del turismo en los últimos años (casi cinco millones de extranjeros llegan cada año), ha traído a centenares de hombres occidentales en busca de jóvenes prostitutas; en muchas ocasiones, menores de edad. No es extraño ver occidentales con jóvenes camboyanas de la mano, aunque la prostitución no llega a los extremos de Tailandia, Filipinas (heredera, en ambos países, de los gigantescos burdeles que organizaron los militares norteamericanos en los años de la guerra de Vietnam para “relajo” de sus marines) o de la India, donde miles de jóvenes, a veces, niñas, son forzadas a la prostitución durante años y después abandonadas, sin más, en las calles de las grandes ciudades. Pero, aunque no llegue a la obscenidad tailandesa, donde pueden comprarse niñas como esclavas para dedicarlas a trabajar o a la prostitución, ni a la trata de blancas, es una sucia mancha sobre el futuro del país. Y la pobreza es una dura condena que siempre encuentra sus aprovechados: la supuesta “solidaridad” occidental ha creado “orfanatos” que muchas veces son un negocio para captar recursos de los turistas, y, en los casos más sórdidos, centros de explotación y de abusos sexuales. Existen varios centenares de orfanatos, sobre todo en las rutas turísticas, y occidentales e intermediarios del país buscan niños en las zonas rurales más pobres para convencer a las familias de que les confíen a sus hijos, con el señuelo de una vida mejor en el “orfanato”: los niños son imprescindibles para tocar el corazón de los turistas y mantener el negocio.
En Camboya pueden verse a hombres que transportan cerdos, vivos, en sus motos, acostados los animales tras el conductor; y a enfermos trasladados con su gotero en una moto donde circulan tres personas, y, en el río Siem Reap, no lejos de los viejos templos de Angkor, precarias casas de madera levantadas sobre palos de ocho metros de altura, para preservarlas de las crecidas apocalípticas del Mekong; hay muchas, y, de vez en cuando, se ven algunas más modernas, entre arrozales encharcados y oficios pesqueros, donde la vida es difícil. El barro y la tierra en las carreteras caóticas, y los vehículos desvencijados, tuk-tuks y motos circulando por cualquier parte en Phnom Penh, Siem Riep o Battambang, muchas veces en dirección contraria; destellos aislados de modernidad, y ejércitos de trabajadores mal pagados, componen el rostro de un país que apenas lleva quince años en paz, donde el miedo y el recuerdo del apocalíptico, delirante y sanguinario régimen de Pol Pot está empezando a dejar paso a las exigencias de las nuevas generaciones, aunque, en Camboya, el futuro siempre llega con retraso.
LUNES 7 DE MARZO DE 2016 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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