2) Chile: Amor Festival de cine exhibe treinta obras LGBT
3) Chile: Lesbofobia de Estado
4) Paraguay: Allanan organización popular de mujeres trabajadoras rurales e indígenas
5) Uruguay: Jornadas de Debate Feminista 2017
6) Empoderarse con la azada
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 521/ Lunes 19 de junio de 2017 / Producción: Beatriz Alonso
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo
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1) América: “Graves retrocesos” en ejercicio de derechos fundamentales
Redacción Desinformémonos
En todo el continente americano hay “graves retrocesos” en el ejercicio de los derechos fundamentales de las grandes mayorías, denunció Amnistía Internacional en una carta destinada a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Cancún.
En la misiva, la organización aseguró que la crisis económica que atravesó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) durante el 2016 es una “demostración inequívoca de la falta de voluntad política” de los Estados para promover y proteger los derechos humanos de sus propias poblaciones y las de otros países.
En cuanto a México, indicó que las autoridades permanecen con una actitud indiferente ante los conflictos en el país, a tal grado que han negado la crisis de derechos humanos.
Acusó que los Estados son quienes hacen uso inadecuado de los sistemas judiciales y de los aparatos de seguridad para mantener el control por medio de la violencia, lo que deriva en una “oleada de represión” visible ante el incremento del descontento de los ciudadanos.
Señaló que a nivel continental, las principales violaciones a los derechos humanos se manifiestan en la falta de acceso a la justicia y políticas erróneas de seguridad pública, asesinatos y ataques contra defensores y periodistas, crisis de refugiados y migrantes, derechos de las mujeres y niñas, situación de los pueblos indígenas, entre otras.
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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2) Chile: Amor Festival de cine exhibe treinta obras LGBT
Latam
Entre el 13 y el 18 de junio tres sedes de la capital chilena acogen la segunda edición de AMOR, Festival Internacional de Cine LGBT+. Durante los seis días de certamen, se podrá ver una selección de treinta obras -entre largos, cortos, experimentales y videoclips- dividida en las cuatro secciones del Festival: Competencia Internacional, Guerrilla, Panorama Chileno y Foco Asterisco.
Ocho largometrajes de ficción y documental integran la Competencia Internacional, de las cuales cinco son producciones latinoamericanas: la brasileña “Cidade do futuro”, segundo filme de Cláudio Marques y Marilia Hughes (“Depois da chuva”); las argentinas “Taekwondo” de Marco Berger y Martín Farina y “Disco limbo” de Fredo Landaveri y Mariano Toledo, la chilena “El diablo es magnífico”, primer largo en solitario de de Nicolás Videla (“Naomi Campbel”); y el documental mexicano “Etiqueta no rigurosa” de Cristina Herrera Bórquez. Los filmes optan al Premio del Público y Premio del Jurado a la Mejor Película, que será otorgado por un comité de integrado por los directores chilenos Marialy Rivas y José Luis Torres Leiva y el argentino Lucas Santa Ana.
La Sección Guerrilla propone un recorrido por la producción contemporánea internacional de cortometraje LGBT+. Entre las doce obras seleccionadas, se podrán ver los brasileños “A vez de matar, a vez de morrer” de Giovani Barros y “Venus – Filó, a fadinha lésbica” de Sávio Leite, que también compite en estos días en el Festival Internacional de Animación de Annecy; el colombiano “Salta” de Marianne Amelinckx Labrador; los argentinos “Pastel de cereza” de Jessica Praznik y “Claveles y clavelinas” de Michel Steinberg y el venezolano “La T invisible” de Patricia Ortega. También integra la programación el corto “Paradigma” del venezolano Valentino R. Sandoli producido en España.
Por su parte, en Panorama Chileno se puede ver una completa muestra de trabajos nacionales recientes de temática LGBT+, incluyendo el largometraje “Nunca vas a estar solo” de Alex Anwandter, además de obras de cortometraje y videoclips.
En su segunda edición, el certamen propone varias actividades paralelas, incluyendo exhibiciones y debates para escuelas y diversos paneles enfocados a la temática protagonista, como festivales de cine sobre diversidad sexual o la transexualidad en la infancia.
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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3) Chile: Lesbofobia de Estado
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La chilena Karen Atala es conocida como la primera jueza lesbiana fuera del closet de su país. En 2004, la Corte Suprema de Chile le quitó la tenencia de sus hijas esgrimiendo “el posible peligro que significaba para la vida de las niñas que su madre tuviera una orientación sexual diferente a la norma”. Tuvo que librar una batalla jurídica hasta lograr un fallo favorable de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que condenó al Estado chileno. De visita en Buenos Aires, Karen conversó con Soy acerca de los efectos del caso Atala versus Chile, cuyos efectos continúan sacudiendo el país vecino.
Por Dolores Curia
“Cuando llegó Ema a vivir a mi casa, mi ex marido judicializó el tema. Su idea fue instalar dentro del proceso el prejuicio, hacer del prejuicio una suerte de pánico social (…) La brujita no tiene ningún recuerdo de haber vivido conmigo. No tiene en su memoria a su madre. La princesita tampoco. La única que recuerda cómo era la vida familiar nuestra es la brujita chica. Para un niño no recordar cómo fue vivir con su mamá es un dolor, y su mamá no está muerta, está viva. Ojalá la Corte acoja esto y sancione al Estado de Chile para que nunca más un tribunal de la República se considere sensor de lo que es normal o anormal en una familia o en una sociedad.” Con estas palabras pronunciadas durante la audiencia frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Karen Atala peleaba la restitución de sus tres hijas, a quienes llama la Brujita, la Brujita chica y la Princesita.
Karen tiene hoy 54 años y fue la primera jueza lesbiana visible en su país. En 2003 su ex marido decidió quitarle la tenencia de las tres bajo el argumento de que una lesbiana no puede ser buena madre y menos en un hogar donde también vive su novia. Las sentencias de primera y segunda instancia le reconocieron a Karen el derecho al cuidado y la custodia. Pero eso no detuvo al ex marido, que no paró hasta llegar a la Corte Suprema de Chile, que finalmente consideró al lesbianismo como un causal para quitarle la tenencia. Karen decidió llevar el caso a la CIDH, y recién en 2010 obtuvo una histórica sentencia favorable en la que se reconoce la discriminación que sufrió tras ser apartada de sus hijas. Si bien fue ése un hito emblemático para la historia lgbti en Latinoamérica, como para la Corte Suprema chilena las sentencias de la Corte Interamericana no son vinculantes, las nenas tuvieron que esperar a cumplir la mayoría de edad y eligieron volver a vivir con su mamá. Karen estuvo de visita en Buenos Aires invitada para participar de las “Jornadas Internacionales Justicia de género para una ciudad global”, organizadas por la Oficina de Género del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, a fines de abril.
¿Qué efectos tuvo este litigio en Latinoamérica?
–Con mi caso se reconoce por primera vez a la orientación sexual y a la identidad de género como categorías protegidas por el Sistema de Justicia Interamericano de Derechos Humanos. Y que debe ser el Estado quien debe acreditar que no actuó discriminatoriamente frente a estas situaciones. Esto ha tenido grandes repercusiones a nivel latinoamericano en todos aquellos países signatarios de la convención americana y de la jurisdicción de la Corte Interamericana, por ejemplo, México. Ese país logró por la vía de la jurisprudencia el matrimonio entre personas del mismo sexo gracias al activismo de décadas pero además con la ayuda de la interpretación de la Suprema Corte de ese país del caso Atala. De hecho, mi caso aparece citado como vinculado con el concepto del derecho a la familia: que las familias están protegidas por la convención americana y que no se protege un único modelo de familia sino todos. También tuvo efectos en Argentina
¿Cómo cuáles?
–Ana Fernández era funcionaria durante el gobierno de Aníbal Ibarra en la Ciudad y estuvo presa por responsabilidad penal sobre el tema de la disco Cromañón. Ella tenía un nene lactante y pidió que le dieran arresto domiciliario y el tribunal se lo negó diciendo “tu compañera mujer está con el bebé”, como diciendo “hay dos madres, no hace falta que esté vos”. Pero ella era la que le daba el pecho. Ella recurrió a la Cámara y acogieron su pedido basándose en el caso Atala como jurisprudencia.
Y más allá de los casos específicos ¿qué cambia a nivel simbólico?
–Lo más importante es que la condena establece estándares interpretativos para los jueces: le da contenido a lo que se llama interés superior del niño, niña, adolescente. No es una forma sacramental que tú, juez, puedes poner en tu sentencia para justificar las aberraciones más grandes. En mi sentencia la idea era: usted juez, no puede vehiculizar sus prejuicios personales, sus fobias, amparándose en el “interés superior del niño”, ni tampoco pensar en un estadio idealizado como La Sagrada Familia, padre, madre y el hijo. No. Hay que ver cuál es la realidad del niño en cuestión y el interés del niño, lo mejor para él, se da dentro de un contexto.
¿Qué cambia en Chile antes y después de caso Atala?
–Ha servido para inspirar el Derecho de familia. Falta todavía cumplir el mandato que la Corte Interamericana le hizo a Chile a partir de mi caso de que todos los funcionarios y especialmente los del poder judicial deben capacitarse en género, diversidad y DD.HH. Eso no se ha hecho porque implica instaurar una política pública a nivel nacional sostenida. Las sentencias de la CIDH tienen una “vocación transformadora”, es decir, deben servir para generar avances hacia una mayor inclusión y democracia. En este caso, si no se hacen las capacitaciones, la vocación transformadora no tiene efecto. El fallo dignificó a las madres lesbianas y padres gay. Nos reconoce como familia. Es la primera vez que en Chile te dicen que la familia es diversa. Si lees los fallos a nivel nacional de mi caso, antes de llegar a la corte interamericana, los argumentos eran que las niñas en el contexto de una sociedad heterosexual podrían sufrir discriminación que les podría afectar su desarrollo. Las interpretaciones de la Corte Suprema hoy son muy distintas de lo que eran en 2004. Se ha internalizado que los Derechos Humanos son parte del derecho positivo. Se hacen esfuerzos para adecuar nuestra legislación decimonónica a los paradigmas actuales de DD.HH.
¿Cómo ves el caso de Chile en general con respecto a los DD. HH?
–Por la fractura social e institucional que significó el golpe de Estado en 1973 y la dictadura después, da la sensación a veces que a nivel de DDHH, Chile está inmerso en la lógica del derecho a la vida y a la libertad individual. Aún no se ha podido todavía incorporar a los DD HH la igualdad. Cuesta mucho que llegue a la discusión este aspecto de la vida de los chilenos, sobre todo en acceso al matrimonio, filiación y por supuesto, adopción para parejas del mismo sexo.
¿Qué trabajo llevan adelante con la Fundación Iguales, cuyo directorio integrás?
–Estamos trabajando por la plena igualdad de todas las personas de la sociedad chilena. Con respecto al matrimonio igualitario, entre otros temas, pensamos no solo para cambiar la denominación (“unión entre un hombre y una mujer”), sino incluir a todas las instituciones que lo acompañan como la filiación, de manera de que se resignifiquen los roles estereotipados, patriarcales, rígidos del varón proveedor y demás. Le presentamos un anteproyecto a Bachelet, se lo entregamos y ella se comprometió durante su campaña a presentarlo este año.
¿Cómo ha impactado la unión civil sancionada en 2015?
–Poco. La filiación en Chile hoy es heterosexual nada más, reconoce un padre y una madre, en el Código Civil. En los casos de las parejas del mismo sexo sólo se reconoce la filiación de los hijos con la que sea la madre biológica o el padre biológico. Los hijos de las lesbianas, en caso de que se separen, quedan totalmente desprotegidos. No se le puede demandar alimentos a la madre no biológica, por ejemplo. Esa madre tampoco puede demandar visitas a esos niños. Estos niños son los nuevos guachos de Chile.
¿Cuánto se ha avanzado con respecto a la visibilidad lésbica en Chile?
–Escasamente. Las mujeres lesbianas cargamos con los prejuicios machistas. Ya de partida nos cuesta posicionarnos en nuestros espacios de trabajo, nos cuesta la equidad de sueldos para las mismas tareas. Súmale además a esa mochila el hecho de que eres lesbiana. Es muy poco visible el lesbianismo en los espacios públicos. Las mujeres son celosas de cuidar su trabajo, sus relaciones familiares. Muchas lesbianas que tienen resuelto el aspecto económico, laboral, tampoco son visibles, salvo en sus grupos protegidos. Las activistas lesbianas en Chile son muy escasas. Ni hay lesbianas visibles en los medios, o profesionales lesbianas que sean visibles.
¿Por qué pensás que fue tan difícil en tu caso conseguir patrocinio ante la CIDH?
–Para pensar en esta historia hay que retratarse al año 2003 en Chile. A una ciudad pequeña, pueblerina, Villarrica. Cuando me demanda mi ex marido por la tuición (tenencia) yo llevé la demanda a mis colegas abogados y de partida se complicaron mucho porque la ciudad es chica, infierno grande, conocían a mi ex marido que era defensor penal público. Entonces me conseguí un abogado en Temuco, que es una ciudad más grande, pero el abogado me dejó botada porque recibió presiones de la Corte. Era un abogado prestigioso, decía ¿para qué meterme en este caso?
¿Y cómo lo tomaron tus colegas en la Justicia?
–Me acuerdo de que el Ministro Visitador de mi tribunal (en Argentina sería el equivale a camarista) me llama a su oficina. Y me dice: la cité porque tengo entendido que su ex marido la acaba de demandar de tuición porque usted sería lesbiana. Le dijo: Sí, su Señoría, pero es un tema privado. Me contesta: le quiero pedir que evite hacer todo tipo de escándalo por el prestigio del poder judicial y que en lo posible entregue sus hijas a su marido para evitar mayores escándalos. Le dije: “me parece preocupante lo que me dice puesto que usted ministro, esta causa está recién empezando en el tribunal de primera instancia. Eventualmente, sea una sentencia favorable o no, va a llegar a la corte. Y usted va a tener que conocerla, intervenir en algún momento y voy a tener que pedir que se lo inhabilite”. Ahí el ministro tomó el peso de lo que estaba diciendo. Era, claro, una intromisión arbitraria en mi vida privada. Eso demuestra el profundo machismo. En 2003 no se hablaba ni se conocía de lesbianas allí en la zona. Mi caso sirvió para darles cara y visibilidad a las lesbianas en Chile. Lo que no se enuncia, no existe.
¿Y finalmente cómo conseguís abogado?
–Por una amiga recién llegada de Santiago, esposa de un fiscal, me recomendó a un abogado al que le gustaba tocar este tipo de temas de litigación estratégica. Así fue como Juan Pablo Olmedo Bustos me contactó y patrocinó durante el juicio de tuición en Chile, de modo desinteresado y desde Santiago. Tienes que entender las redes y vínculos sociales, de trabajo diario que se dan en ciudades pequeñas, con los mismos abogados litigando ante la misma Corte, los mismos Ministros, nadie se quería quemar. Fue muy difícil.
¿Cómo decidís llevar el caso a la Corte Interamericana?
–Fue este abogado. De todos modos, después del fallo favorable en la CIDH igualmente las nenas no se me restituyeron. La sentencia de la CIDH no tiene imperio en Chile. No funciona como cuarta instancia. La sentencia lo dice. Esa sentencia no me restituye la tuición de mis hijas. Sí me sirve como un precedente, yo hubiera podido nuevamente demandar la tuición de mis hijas con ese fallo de la CIDH, que establece los estándares interpretativos. Después de ocho años de tramitación no lo iba a hacer cuando mis hijas ya tenían toda su vida armada con su padre, en Temuco. En el imaginario está la idea de que la Corte me devolvió a mis hijas pero no fue así. Se volvieron a vivir conmigo cuando cumplieron la mayoría de edad. Las dos mayores cumplieron los 18 y se vinieron. Ahora las dos viven conmigo y van a la Universidad. La menor que tiene 17 sigue con su papá en Temuco.
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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4) Paraguay: Allanan organización popular de mujeres trabajadoras rurales e indígenas
Resumen Latinoamericano
En un claro episodio de criminalización de las organizaciones populares, coincidiendo con el quinto aniversario de la masacre de Curuguaty, agentes del Ministerio Público allanaron el local de la Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri) debido a una denuncia que realizó la Binacional Itaipú en torno a un desembolso de unos 900 millones de guaraníes. La dirigente Perla Álvarez dice estar tranquila y asegura que no se cometió ninguna irregularidad.
El fiscal René González de la Unidad de Delitos Económicos se incautó de documentos de la fundación Iala Guaraní, que administra el Instituto Agroecológico Latinoamericano y que funciona en el mismo predio que Conamuri.
La comitiva argumentó que el procedimiento responde a una denuncia que presentó Itaipú Binacional sobre un proyecto del 2011 destinado a cursos agroecológicos por un monto de G. 1.900 millones, de los cuales se llegó a desembolsar poco más de G. 900 millones.
Según Álvarez se presentó la rendición de cuentas, pero como Itaipú pidió informes aclaratorios, en estos momentos las partes se encontraban conversando para presentar esos documentos. Es por eso que sorprende el repentino allanamiento.
“Estamos dispuestos a que se abra la investigación porque somos transparentes”, precisó.
Sin bien la dirigente asegura que está tranquila porque sostiene que no se cometieron irregularidades en uso de esos recursos, dijo estar a la vez asombrada por el procedimiento, justo el día del quinto aniversario de la masacre de Curuguaty y atendiendo a que Conamuri apoya la causa que busca la libertad de los 11 campesinos condenados.
Precisamente este jueves, Resumen Latinoamericano publicó un comunicado de Conamuri en el que recuerda la masacre de Curuguaty, en el que la policía asesinó a varios campesinos, y luego ese hecho fue utilizado como excusa para derrocar al ex presidente Fernando Lugo.
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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5) Uruguay: Jornadas de Debate Feminista 2017
Están abiertas las inscripciones para asistir a las IV Jornadas de Debate Feminista 2017 en Montevideo. Para participar llenar el siguiente formulario: goo.gl/4HkXnQ
Las Jornadas tendrán lugar el miércoles 12, jueves 13 y viernes 14 de Julio en Facultad de Ciencias Sociales con entrada libre.
Convoca/Organiza: Cotidiano Mujer.
Con colaboración de: Facultad de Humanidades y ciencias de la Educación: Grupo de Trabajo Género, cuerpo y sexualidad. Red Uruguay contra la Violencia Doméstica y Sexual.
Por consultas: debates@cotidianomujer.org.uy
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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6) Empoderarse con la azada
Pikara Magazine / Sarai Fariñas y Patricia Dopazo
Hablamos con Cesca Badal, de La bioFranquesa, de la transformación de la agricultura en la zona de costa de Castellón, de compaginar huerta y crianza y de los trabajos invisibilizados.
En su trabajo de fin de carrera de Ciencias Ambientales, Cesca Badal quiso investigar sobre cómo era el paisaje de la cuenca del río Millars antes de la transformación a regadío y de la plantación masiva de naranjos. Ella nació donde el río desemboca, en Almassora, pero para dedicarse a la agroecología tuvo que irse al interior, a Caudiel, en la comarca de l’Alt Palància. Allí tiene un proyecto de producción de hortalizas ecológicas con su pareja, Thomas, y su hija de 4 años. Hablamos con ella de la transformación de la agricultura en la zona de costa de Castellón, de compaginar huerta y crianza y de los trabajos invisibilizados.
¿Cómo tomaste la decisión de dedicarte a la agricultura?
Porque mis padres son agricultores profesionales en Almassora y siempre lo he vivido. Castellón se ha especializado mucho en naranjos, pero mis padres siempre siguieron apostando por la alcachofa y por la venta directa, a pesar de la crisis de la horticultura por la competencia de los productos de Almería. Yo de pequeña iba al mercado de Almassora y recuerdo que mi madre solo vendía alcachofas y vivíamos de eso, con eso era suficiente. En un pueblo de 10.000 habitantes —ahora tiene más del doble—, dos agricultores especializados en un único producto que vendían a gente local. Ahora en Almassora no hay ningún agricultor que funcione de esta manera, ahora hay que diversificar y aun así no da para vivir…
Entonces, es como si te hubieras ido al interior buscando reproducir la forma de vida agraria que viviste de pequeña.
Aquí encontramos muy buena huerta. Tanto Thomas como yo somos ecologistas desde la perspectiva más bonita de la palabra, para nosotros es una forma de relacionarnos con lo que nos rodea. Hacer agricultura ecológica en La Plana es muy complicado por la mala calidad del agua y la contaminación de la tierra. Y también por el riego centralizado, exceptuando Nules y Borriana, los campos regados por el río Millars están transformados a goteo y totalmente orientados a la agricultura naranjera con sus abonos. La horticultura se hundió en Castellón. Aquí en Caudiel, a pesar de que estos pueblos tienen una tierra muy buena, prácticamente somos los únicos que hacemos policultivo con rotación. La única limitación de esta zona alta para hacer huerta son las temperaturas bajas que hay en enero y febrero, acompañadas de vientos muy fuertes. Y eso es bueno para las plagas, pero, claro, tienes inviernos largos y primaveras demasiado frescas.
¿Cómo fue al principio la organización y el reparto de tareas?
A pesar de que yo tengo una formación científica y vengo de familia de agricultores, no ha habido una herencia directa de la familia, ni la tierra, ni la maquinaria, ni los conocimientos… porque el conocimiento agroecológico mi padre lo ha perdido; aunque sea capaz de producir mucha verdura, no sabe distinguir un insecto plaga de uno que no lo es. Comenzamos de cero y salieron millones de cosas que atender: plagas, ciclos, variedades, la localidad, el clima, crear un calendario de producción coherente… Todo esto a Thomas le estresó mucho y su reacción de defensa fue la de centrarse en producir, mientras que yo era más de analizar. Y, claro, me fui cargando un poco de lo que él no quería, de manera natural. Yo hago todas las tareas que no te hacen agricultora a los ojos de los demás: transportar, buscar clientes, encontrar semillas nuevas, experimentar con la biodiversidad, etc.
¿En el pueblo no te reconocen como agricultora?
Bueno, espero que sí, porque no solo ato manojos de acelgas. Cuando estamos los dos en el huerto, muchas veces vienen los iaios y se ponen a hablar con él porque tienen mucha vergüenza de hablar con una mujer, pero rompes con eso y bueno… Realmente no sé si me reconocen como agricultora. También están los comentarios un poco machistas tipo «qué suerte que tienes con tu mujer», porque no ven normal que una mujer joven esté tanto en el huerto. Y cuando estaba embarazada era igual, iba siempre que podía porque él solo no llegaba a todo… y yo decía «bueno, si estoy aquí sentada cortando esto o aquello, pues algo he hecho, porque en casa no me gusta quedarme». Mi padre no quería que fuera nunca al huerto porque era una chica, solo iba a recoger alcachofas. Y yo le preguntaba cosas de los cultivos y me decía «cuando me muera te dejaré el huerto preparado para que entres con zapatos de tacón…, y cuando te cases se lo explicaré a tu marido». Puede que por eso los hombres se empoderen muy pronto con una azada, a nosotras nos cuesta más.
¿Cómo es la crianza en el medio rural?
Mira, nuestra hija nació el 4 de marzo y hay una fotografía del 5 de marzo cuando estábamos recolectando puerros, con un frío que hacía… la foto la hice yo, y Thomas la lleva en brazos. Nosotros desde el primer minuto la hemos llevado al huerto porque no había otra opción. ¿Dónde va a estar mejor que en mi huerto? Entiendo que si se trata de un espacio agrícola contaminado nadie quiere llevarse a sus hijos al huerto, porque si has fumigado, tu lugar de trabajo no es un lugar para compartir con tu familia. Pero el asunto es que aquí nosotros estamos solos y no tenemos una red. Si tuviera aquí a mis padres, podría compatibilizar el ser madre porque no tendríamos que pactar con mi pareja quién hace esto o aquello, quien se queda en casa… En el mundo rural el espacio es más seguro, pero el resto es complicadísimo si no tienes una familia que te apoye, de hecho, es que no hay guardería, no hay servicios.
¿Te sientes cómoda cuando te califican de «neorural»?
No entiendo la dicotomía entre mujer rural y neorural, y creo que es injusta porque yo nunca me he identificado como rural o urbana. ¿Para qué sirve esa dicotomía? ¡Para nada! Me molesta que una mujer que viva en Morella y en su vida haya ordeñado una vaca, pero sea descendiente de vaqueros, sea considerada rural y deba tener una cosmovisión diferente a la que tengo yo, que soy hija de agricultores y he plantado alcachofas en agosto desde que era adolescente, pero he venido de Almassora y mi cosmovisión es considerada urbanita. Eso no es real. Cuando entro en una cooperativa en Castellón conocen a mi padre, los agricultores saben quién soy. Voy por los campos y sé de quién es esa parcela. ¿Hay algo más rural que eso? He discutido mucho por este tema. ¿Dónde está el límite de la ruralidad en el País Valencià? Claro que hay muchos núcleos urbanos, pero Almassora tiene 25.000 habitantes y una huerta inmensa a su alrededor. Por otro lado, está el tema de cazadores y ecologistas, taurinos y antitaurinos…, y se trata de eso, no de ser rural o neorural, sino de quién quiere cambiar las cosas y quién no.
¿La agroecología en una zona de interior puede mantener a una familia?
Al principio era necesario que yo trabajara fuera para ir arreglando la casa y comprar las máquinas que hacían falta. Él siempre ha estado dado de alta y yo pensaba «él trabajando más de una jornada completa y yo cuatro o cinco horas, y aun así no alcanza ni para pagar su seguridad social ni para mantener a una familia…, ¿qué hay que hacer para que yo pueda aparecer?». No quiero reproducir lo que ha pasado en mi familia; mi padre le dijo a mi madre: «no hace falta que cotices, cuando seamos mayores ya viviremos con los ahorros que tenemos». Y esto y otras cosas, claro, han generado una situación de dependencia vital de mi madre respecto a mi padre. Hoy, que una persona sola saque rendimiento económico de la tierra es imposible, por eso antes ponía el ejemplo de que mis padres podían sacar adelante a toda la familia con un solo producto. Ahora ya no. Tenemos que mover todos los tipos de consumo posibles, no decir que no a nada. Sin mi aporte, tanto de tiempo como de visión, es imposible. Muchos agricultores se plantean proyectos más cooperativos y es lógico. A nosotros, por el clima de Caudiel, nos pasaba que durante cinco meses casi no podíamos producir porque hace mucho frío, tuvimos que buscar la manera.
¿Y cómo lo habéis hecho?
Yo tuve la idea de cultivar una tierra en Segorbe que nos diera para producir y vender todo el año, y al principio él se negó. Yo le dije que esa actitud no era muy colaborativa, ¿qué solución había? Si falta dinero, soy yo la que tiene que irse fuera a trabajar, y eso no es justo, pero prefiero trabajar fuera a estar invisibilizada permanentemente. Al final, es él quien cultiva y, parece que no, pero se crea una dependencia, una jerarquía. Si tengo que encargarme de las plagas, tengo que entender cómo está cultivándose y si no lo comparte…, ¿en qué me baso para trabajar? El tema de la maquinaria agrícola también hay que hablarlo, es fácil y cómodo caer en esa división de trabajos en que la parte física la hace el hombre y la intelectual la mujer. Mi padre nunca ha querido enseñarme a llevar la maquinaria, eso influye en la seguridad que tienes en ti misma y crea en la pareja dependencia, reproches y discusiones. Bueno, así que le dije que hiciéramos un pacto de un año, que yo cogía la tierra de Segorbe. Sigo sin darme de alta, era un experimento para demostrar que se puede llegar a ofrecer una continuidad en los cultivos, pero me ha empoderado mucho tener tierras que llevo yo y que dependen de mí.
¿Cómo te ves en el futuro?
Me apetecería hacer aceite. Le dije a Thomas: «Lo del aceite me gustaría hacerlo yo, ser la titular». Quiero ir yo en el tractor porque creo que hace falta que haya mujeres subidas a un tractor y que no se vea raro. Al final, esos cambios tienes que defenderlos tú porque si no, te vas quedando ahí en el estatus que te da la maternidad, la lactancia… que es importantísimo y maravilloso, pero es el papel que ya tuvo mi madre. Yo no quisiera quedarme donde se ha quedado ella. El problema que veo de hacer tareas periféricas eternamente es que al final las mujeres somos auxiliares imprescindibles, pero nunca llegamos a tomar decisiones al mismo nivel que los hombres. No estamos presentes en los momentos de diseño o planificación y eso nos hace parecer menos emprendedoras, menos agricultoras, menos visibles, más apéndices. ¿Hacia dónde hemos avanzado en ese equilibrio en la relación? ¿Cuántos hombres de los que hacen agricultura ecológica se llevan a sus hijos al trabajo? No hay. Mujeres sí, porque no hay nadie detrás de nosotras…; o quizá, si hay alguien, es otra mujer.
COMCOSUR MUJER Nº 521 – 19.06.17
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