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LA VUELTA DE LA GUERRA FRÍA

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL

REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS

AÑO 14 – Nº 669/ Lunes 5 de Mayo de 2014

Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

http://nuevo.comcosur.org/

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HOY:

1) Paul Auster: “Nos guste o no el marxismo, el hecho es que dio
esperanzas”

2) ¿Por qué estamos entrando de nuevo en la guerra fría?

3) Un “escuadrón de la muerte” en Quebec

4) Malí y R C A, Francia en un callejón sin salida

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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que

niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo

hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese

monopolio es central.” Emir Sader

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1) Paul Auster: “Nos guste o no el marxismo, el hecho es que dio
esperanzas”

Bárbara Alvarez Plá (Clarín)

En su visita a Buenos Aires, el novelista habló de su obra y la
situación del mundo.

Su relación con la literatura empezó pronto. A los 9 años, comenzó
a leer gracias a la enorme biblioteca que tenía su tío y a los 12 ya
escribía, “aunque lo hacía porque me divertía, no porque quisiera
ser escritor, de eso no me di cuenta hasta los 25”, afirma. Así
describe el escritor estadounidense Paul Auster su acercamiento al
mundo de las letras. En el medio, una agitada vida: trabajó en un
barco petrolero, vivió en París, donde fue traductor y cuidador de
una granja y después volvió a la Gran Manzana para instalarse en
Brooklyn, de donde no se movió más. Desde entonces, este “cronista
de Nueva York”, como le llaman algunos, le ha regalado al mundo
novelas en las que la autobiografía y la ficción van configurando
laberintos e historias que se cruzan como La trilogía de Nueva York,
Sunset Park, La invención de la soledad, La ciudad de cristal, El
libro de las ilusiones o Diario de invierno.

Estas son sólo algunas de las obras del prolífico Auster, ganador
del Premio Príncipe de Asturias de la Letras en 2006. La última de
ellas, Aquí y ahora (Mondadori), es una recopilación de las cartas
que, durante tres años, se envió con el escritor sudafricano John M.
Coetzee, premiado con el Nobel en 2006, y es también el motivo por el
que ambos están estos días en Buenos Aires. Mañana seguirán en la
Feria del Libro sus conversaciones epistolares, ahora, en voz alta.
Dos años de reflexiones de ida y vuelta sobre el deporte, la crisis
global, el racismo y la escritura, entre muchos otros temas. “Son
las conversaciones que tendríamos si pudiéramos cenar juntos una vez
al mes”, afirma el autor, “cosa que se hace imposible viviendo uno
en Australia y otro en Nueva York”.

En la Universidad de San Martín , Clarín conversó con el escritor,
cuyas obras provienen, según él afirma, “de un profundo nihilismo,
la desesperación por el futuro del mundo y ciertos aspectos del ser
humano”. Auster, que esperaba sentado con la mirada perdida hacia
adentro y un cigarrillo en la mano, habló sobre su relación con la
literatura y con el mundo, y sobre todo, le pegó duro a su país en
el que, dice, “al menos un 30% de la población no puede aceptar que
una persona negra haya llegado a presidente”.

–¿Cuáles fueron los cambios más importantes en los Estados Unidos
en la última década?

–Lo que vivimos ahora se generó en la época de dos criminales que
deberían estar en la cárcel: George Bush y Dick Cheney, y van a
hacer falta más de 30 años para revertirlo, si es que se puede. Le
han hecho demasiado daño a la idea de “Norteamérica”. Luego
llegó Obama, y ese es uno de los grandes momentos de nuestra
historia, pero la reacción de los conservadores ha sido tan furiosa
que prácticamente lo han destruido. No creo que alguien que no sea
estadounidense pueda llegar a comprender lo que es el racismo en mi
país. Es algo miserable.

-¿Y hacia dónde va ahora?

–No está mejorando. El ala conservadora ha destruido el sistema
electoral, ya no hay límite de fondos para apoyar a un candidato, con
la propaganda sólo mienten y destruyen al otro. Tenemos grandes
problemas pero no estamos encarándolos, así que el país se está
derrumbando literalmente: puentes, carreteras, desastres
ecológicos… la brecha entre los pobres y los ricos es la mayor en
los últimos cien años. Al menos un 30% de los chicos estadounidenses
viven bajo el umbral de la pobreza, y ahora también les sacaron los
vales de comida. Lo cierto es que están matando gente, si le sacas la
comida y el sistema de salud a los pobres, van a morir, y está
pasando, y no les importa.

–Pero esa derechización está ocurriendo en todo el mundo, mire
Europa…

–Sí, pero en los Estados Unidos además hay armas: hay al menos un
tiroteo masivo al día y la Asociación del Rifle es cada vez más
fuerte. Para los republicanos, la palabra “libertad” significa que
uno debe poder llevar un arma a donde quiera, o darle 25 millones de
dólares a un candidato para que gane las elecciones.

–En una de las cartas de “Aquí y ahora” Coetzee dice que tanto
la crisis como las protestas pasarán y todo volverá a ser lo mismo,
que al final, nunca cambia nada. ¿Estás de acuerdo?

–No, la lucha tiene que continuar, lo que pasa es que para ver si
sirve hay que mirar a lo grande. En los últimos cien años, por
ejemplo, cada cambio conseguido –la abolición de la esclavitud, el
voto femenino, por ejemplo– es consecuencia de la lucha de miles de
personas que dejaron la vida en el intento y no llegaron a ver los
resultados. Pero cada tanto, las siguientes generaciones toman algo y
alguna cosa cambia para mejor. Por eso no debemos dejar de pelear.

–Pero los jóvenes que protestaban, como los de Occupy Wall Street,
los indignados españoles, ya no están…

–Ese es otro problema. En su momento, los jóvenes tomaron la calle
para decirles a sus padres: “el mundo no funciona, lo hicieron todo
mal, tenemos que cambiar el modo en que vivimos”, pero tras las
protestas espontáneas se volvieron a su casas deprimidos. ¿Por qué?
Porque no tienen detrás una filosofía ni una organización
política, saben que hay que cambiar pero no saben cómo ni hacia
qué, viven en una sociedad que está rota. Con el final de la Guerra
Fría y la muerte del marxismo como idea alternativa quedamos
indefensos, porque no hay ninguna teoría que discuta con el
capitalismo. Nos guste el marxismo o no, el hecho es que le dio a la
gente esperanza. Pensaban: “cuando venga la revolución estaremos
bien”. ¿Qué esperanza hay ahora? Son problemas globales y habría
que tomar decisiones políticas, pero nadie lo hace. Vivimos un
momento de gran confusión, pero no significa que vaya a durar
siempre, nada lo hace.

–Hablemos de literatura, ¿cómo nacen tus libros?

–Depende, pero en general mis novelas comienzan por la gente más
que por la historia, lo primero suele ser el personaje principal.
Luego pienso cómo va a hablar y el tono que tendrá la historia. Por
ejemplo, durante un tiempo tuve en la cabeza la imagen de un anciano,
en pijama, sentado en el borde de la cama mirándose las pantuflas.
Luego pensé que era yo en el futuro y meses después, de ahí salió
Viajes por el Scriptorium. En Brooklyn follie s fue otra cosa, quería
escribir una comedia en la que la mayoría de los personajes estuviera
mejor al final de lo que estaba al principio. Quería escribir sobre
lo que es estar bien y disfrutar de las cosas simples. Y en Diario de
Invierno quería mirar hacia atrás, al hacerme grande, cada vez miro
más a la infancia, son momentos de reflexión. Yo lo veo como una
pieza musical compuesta de fragmentos autobiográficos. Además, no
estaba demasiado contento con la ficción que escribía en ese
momento, estuve mucho tiempo haciendo un libro por año y escribir
sobre la realidad me dio aire. Ese libro habla de placeres y dolores
que todos experimentamos y claro, tenía que ejemplificar con los
míos, pero la idea era que cada lector se animara, a partir de ahí,
a pensar en los suyos.

–¿Cómo surgió “Aquí y ahora”?

–Fue idea de John (Coetzee). Cuando nos conocimos nos dimos cuenta
de que nos llevábamos bien, pero nuestras ideas eran muy distintas,
así que nos pareció que sería interesante contrastarlas. Como no
podíamos vernos ni hablarnos tanto como nos hubiera gustado,
decidimos hacerlo así. Claro, al hacerlo por escrito el nivel de
profundidad creció. Pensamos en escribirnos durante dos años y
cuando pasaron dijimos: “Sigamos un año más”, y desde el
principio más o menos sabíamos que, en algún momento esas cartas se
convertirían en un libro. Hay muchísimas cartas que se han quedado
afuera del libro, incluímos las que nos parecieron más interesantes.

–Philip Roth dice que es feliz después de su tan anunciado retiro
de la literatura. Y parece contento, aliviado. ¿Creés que te va a
pasar lo mismo si decidís dejar de escribir?

–No, pero puedo imaginarme no escribiendo. Por un lado, escribir es
lo más maravilloso que se puede hacer, y por otro lado, se sufre
mucho tratando de que todo quede en su sitio. Roth tiene 81 años, y
puede que haya sentido que ya dijo e hizo todo lo que tenía que decir
y hacer. Por otro lado, hoy la gente vive más, tenemos novelas de
autores de más de 80 años, eso antes no pasaba. Así que si su salud
es buena, a lo mejor nos sorprende y en uno o dos años tenemos una
nueva obra suya.

LUNES 5 DE MAYO DE 2014 – COMCOSUR

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2) ¿Por qué estamos entrando de nuevo en la guerra fría?

Roberto Savio (IPS)

Roma, abril 2014 – Desde hace varias semanas, los medios de
comunicación dominantes se han dedicado unánimemente a denunciar la
acción de Vladimir Putin, primero en Crimea y ahora en Ucrania. La
última portada de The Economist representa un oso tragando Ucrania,
bajo el título de «insaciable». La unanimidad en los medios de
comunicación es siempre preocupante, porque significa que algún
reflejo rotuliano está involucrado. ¿Podrá ser posible que tan
sólo se esté prosiguiendo la inercia de 40 años de Guerra Fría?

Esta inercia en realidad no ha desaparecido. Si se dice o escribe: «el
presidente comunista Raúl Castro», nadie se sorprenderá. Si se usa
la misma lógica, llamando capitalista al presidente Barack Obama,
veamos cómo se acepta. Aquí en Italia, Silvio Berlusconi, fue capaz
de reunir durante 20 años a sus electores contra la amenaza de los
«comunistas», llamó a los miembros del Partido Democrático
izquierdistas, que ahora está en el poder encabezado por Matteo
Renzi, un católico devoto.

Existen al menos cuatro puntos de análisis que faltan visiblemente en
el coro.

El primero es que no hay nunca alusión alguna a las responsabilidades
de Occidente en este asunto. Recordemos que Mikhail Gorbachov estuvo
de acuerdo con George Bush padre, Margaret Thatcher, Helmut Kohl y
François Mitterrand que dejaría pasar la reunificación de Alemania,
pero Occidente no debería tratar de invadir la zona de influencia de
Rusia; y sobre esto, existe una amplia documentación. Por supuesto,
una vez que Gorbachov fue eliminado, el juego se abrió de nuevo. La
docilidad total de Boris Yeltsin a los Estados Unidos es bien
conocida.

Lo que es mucho menos conocido es que el Fondo Monetario Internacional
(FMI) hizo un préstamo participativo de 3,5 mil millones de dólares
para apoyar al rublo. El crédito fue para el Banco de América, que
distribuyó el dinero a varias cuentas rusas. Nada de ese dinero
llegó alguna vez al Banco Central de Rusia. En cambio, fue a los
oligarcas para que pudieran comprar todas las empresas públicas rusas
y jamás una palabra de protesta del FMI. Giulietto Chiesa ofrece
relación detallada de esto en su libro «Adiós Rusia». Entonces
llegó el desconocido Putin, colocado en el poder por Yeltsin a
condición de su comprensión que cubriría todo el clientelismo de
Yeltsin.

Después de Yeltsin, Putin apoyó la entonces inminente invasión de
Washington a Afganistán de una forma que habría sido impensable
durante la Guerra Fría. Él permitió que los aviones norteamericanos
volasen por el espacio aéreo ruso, autorizó a Estados Unidos para
usar bases militares en las antiguas repúblicas soviéticas del Asia
Central y ordenó a su ejército compartir su experiencia en
Afganistán. Luego en noviembre de 2001 Putin visitó a George W. Bush
en su rancho de Texas, en un gesto de publicidad en el sentido de
«Putin es un nuevo líder que trabaja por la paz mundial… trabajando
en estrecha colaboración con los Estados Unidos.»

Unas semanas más tarde, Bush anunció que Estados Unidos se retiraba
del Tratado de Misiles Anti-Balísticos, simplemente para lograr
desarrollar un sistema en Europa del Este para proteger de la amenaza
de Irán a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN), una estrategia que en realidad fue entendida como
dirigida contra Rusia, ante la incredulidad de Putin.

Esto fue seguido por la invitación de Bush en 2002 a siete países de
la extinta Unión Soviética (incluidos Estonia, Lituania y Letonia) a
unirse a la OTAN, lo que hicieron en 2004. Luego, en 2003 se produjo
la invasión de Iraq, sin el consentimiento de las Naciones Unidas y
las objeciones de Francia, Alemania y Rusia, convirtiendo a Putin en
un crítico abierto de la alegación de los Estados Unidos, que la
acción militar se destinaba a la promoción de la democracia y la
defensa del derecho internacional.

En noviembre del mismo año en Georgia, la Revolución de las Rosas
llevo al poder a Mijail Saakashvili, un presidente pro-occidental.
Cuatro meses después, las protestas callejeras en Ucrania se
convirtieron en la Revolución Naranja, con lo que a otro presidente
pro-occidental Viktor Yushchenko, llegó al poder. En 2006, la Casa
Blanca pidió permiso para aterrizar el avión de Bush en Moscú para
abastecer combustible, pero dejó en claro que el presidente de EEUU
no tenía tiempo para saludar a Putin. En 2008, el Kosovo emitió la
declaración unilateral de independencia de Serbia, con el apoyo de
los Estados Unidos, en contra de las posturas rusas.

Luego Bush pidió a la OTAN la adhesión de Ucrania y Georgia, una
bofetada en pleno rostro a Moscú. Por lo que debe haber sido una
sorpresa cuando, en 2008, Putin intervino militarmente cuando Georgia
trató de recuperar el control de la región pro rusa de Osetia del
Sur que los separatistas rusos tomaron bajo control, junto con otra
región separatista, Abjasia. Sin embargo, todos recordamos cómo los
medios de comunicación hablaron de una acción irracional.

Obama trató de reparar los daños causados a las relaciones
internacionales bajo Bush. Pidió un «reinicio» de las relaciones con
Rusia, y, al principio, todo salió bien. Rusia estuvo de acuerdo en
el uso de su espacio para suministros militares a Afganistán. En
abril de 2010, Estados Unidos y Rusia firmaron un nuevo Tratado de
Reducción de Armas Estratégicas (START), reduciendo sus arsenales
nucleares. Y Rusia respaldó las fuertes sanciones de la ONU contra
Irán y desistió de la venta de sus misiles antiaéreos S-300 a
Teherán.

Pero entonces, en 2011, era claro que Estados Unidos estaban
expresando sus puntos de vista sobre las elecciones parlamentarias
rusas. Todos los medios de comunicación occidentales estaban contra
Putin, quien acusó a Estados Unidos de inyectar cientos de millones
de dólares en los grupos de oposición. El entonces embajador de
EE.UU. en Rusia, Michael McFaul, calificó esto una gran exageración.
Explicó que de millones de dólares se habían proporcionado solo a
grupos de la sociedad civil.

Putin fue elegido de nuevo en 2012, ya obsesionado con la amenaza
occidental a su poder, y en 2013 le dio asilo al denunciante Edward
Snowden, de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Obama canceló una
reunión cumbre prevista, algo sin precedentes en los últimos 50
años de cumbres entre EE.UU. y el Kremlin. Y mientras todo esto
sucedía, estalla la Primavera Árabe. Rusia da su beneplácito a la
acción militar en Libia, pero sólo destinada a proporcionar ayuda
humanitaria.

De hecho, esto fue usado para un cambio de régimen, y Rusia sintió
que ha sido engañada, protestando en vano. Luego ocurrió lo de
Siria. Occidente trató nuevamente de obtener el apoyo de Rusia para
un cambio de régimen, y se disgustó cuando Putin se negó. Y
finalmente, ahora, ha habido intervención en Ucrania para lograr
llevar a ese país a la Unión Europea y separarlo de un bloque
económico, también con Bielorrusia, que Rusia estaba tratando de
crear.

El segundo punto es que en la acción política, la falta de una
guerra en realidad puede reducir a Rusia a un lugar de poder local.
Tiene la masa terrestre más grande que cualquier país, está en las
fronteras de la Unión Europea y se extiende hasta el Extremo Oriente.
Es a la vez Europa y Asia. Es rival de China en Asia, tiene conflictos
territoriales con Japón, y se ubica frente a Estados Unidos en el
Estrecho de Bering. Es un productor importante de petróleo, un
miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y tiene un
arsenal nuclear. Cualquier esfuerzo para cercarla o debilitarla, ahora
que los enfrentamientos ideológicos han desaparecido, puede ser visto
sólo una parte de la vieja política imperial.

Rusia no es una amenaza, como lo fue la Unión Soviética. Su PIB es
15% del de la Unión Europea, que tiene cerca de 500 millones de
habitantes y representa el 16% de las exportaciones mundiales. China
tiene 1,3 mil millones de personas y el 9% del comercio mundial. La
población de Rusia es de 145 millones y se está reduciendo en cerca
de un millón de personas cada año y controla solo 2,5% de las
exportaciones mundiales. Tiene pocas industrias, más bien porque
Putin no está interesado en la modernización del país, que
inevitablemente aumentaría la clase profesional ilustrada, la que ya
está en su contra.

El tercer punto, por lo tanto, es que la cuestión de Ucrania se debe
tomar con una pizca de sal.

Es un Estado muy frágil, donde la corrupción controla la política,
y tiene problemas económicos estructurales. Su parte occidental es
más rural, mientras que la más industrializada es la región
oriental. Los trabajadores allí saben que entrar en la Unión Europea
significaría la eliminación gradual de muchas fábricas. En la parte
occidental, durante la Segunda Guerra Mundial, muchos se pusieron de
parte de los nazis, y en la actualidad existe un fuerte movimiento
nacionalista, cercano al fascismo. Ucrania es un asunto muy complicado
y costoso.

Está claro que intervenir sólo para desafiar a Putin y ofrecer
dinero (que es básicamente lo que ha hecho la Unión Europea), parece
un razonamiento muy superficial. ¿Estamos realmente dispuestos a
cambiar los criterios de la Unión Europea, aceptando a un país
totalmente fuera de sintonía con estos criterios y asumir una carga
enorme, sólo para aparecer que se ha triunfado contra un hombre
fuerte?

Lo que nos lleva al cuarto y último punto. Putin es un ex oficial de
la KGB, que siente que Rusia recibió un trato injusto después del
colapso de la Unión Soviética. Todos los esfuerzos para llegar a una
entente con Occidente han sido traicionados de forma continua, con la
sucesiva ampliación de la OTAN, la red de bases militares que rodean
a Rusia, el constante y claro apoyo occidental a todos sus oponentes y
el tratamiento mezquino al comercio. (Como aquí no hay espacio para
los detalles, adjunto a mi artículo un análisis más detallado de la
intrusión occidental a Rusia escrito por Andrew Gavin Marshall).

Él sabe que sus sentimientos sobre declive ruso son compartidos por
una gran mayoría de sus ciudadanos. Pero él es también un
autócrata arrogante, por decir lo menos, que no está haciendo nada
para fomentar la modernización de la economía, ya que manteniendo en
sus manos la producción y el comercio, puede conservar el control.

Para él, Ucrania era políticamente inaceptable. Otro autócrata,
Viktor Yanukovich, el presidente de Ucrania desde febrero de 2010
hasta febrero de este año, es muy al estilo de Putin. Fue depuesto
por las protestas masivas en las calles, patrocinadas y apoyadas por
Occidente.

Cualquier posible contagio debería haber sido detenido en seco. Por
lo tanto Putin está desempeñando el papel de salvador de los
ciudadanos rusos, que le permite actuar donde quiera que haya
minorías rusas. La pregunta es: si Putin se va, ¿vamos a tener una
sociedad democrática, participativa, limpia, no corrupta en Rusia?
Los que conocen bien a Rusia, piensan que no.

La historia está llena de ejemplos de que la eliminación de los
autócratas por sí mismo, no necesariamente conduce a la democracia.
Por lo tanto, la política es continuar para rodear Putin en nombre de
la democracia. Pero, ¿estamos seguros de que esto no es jugar su
juego, al convertirlo en el defensor del pueblo ruso? También cuentan
con la inercia de la guerra fría y ven a Occidente no exactamente
como un aliado. Hoy, Putin es la única fuerza vinculante en Rusia. Si
se va, muy probablemente habría un largo período de caos.

Es evidente que esto es no es de interés para los ciudadanos rusos…
Siempre es peligroso jugar el juego del poder, sin mirar a la
estabilidad de Europa como tal. Por supuesto, este no es el
pensamiento de los estrategas de Occidente, que les encantaría
eliminar cualquier otro poder.

Como escribe Naomi Klein, los únicos ganadores en este asunto son las
empresas de energía. Ellos están empeñados en una campaña mundial
para lograr la independencia del petróleo ruso. Así que, vamos a
acelerar la producción de petróleo en Estados Unidos, sin considerar
lo que suceda con el medio ambiente. Y los europeos vamos a dejar de
usar el gas ruso, vamos a exportar toneladas para ellos. El problema
es que no hay estructuras para hacer eso, y tardaría varios años
para construirlas. Cuando todo el mundo está debatiendo cómo lograr
el control del cambio climático y reducir el uso de energía fósil,
una estrategia global importante, se está relegando este tema a un
segundo plano.

Tarzie Vittachi, periodista de Sri Lanka, una vez dijo: «Todo es
siempre sobre otra cosa”… y no hay muchos ejemplos de petróleo y
democracia que vayan de mano tomada.

– Roberto Savio es Fundador y presidente emérito de la agencia de
noticias Inter Press Service y publisher de Other News.

LUNES 5 DE MAYO DE 2014 – COMCOSUR

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3) Un “escuadrón de la muerte” en Quebec

Alberto Rabilotta (Alai)

Los Estados modernos, como definió el sociólogo Max Weber, no sólo
tienen el “monopolio de la violencia” sino que a través del poder
legislativo o Ejecutivo pueden legitimar su uso por entidades,
instituciones o individuos. Las fuerzas de policía, en plural porque
en muchos países cada uno de los tres niveles de gobierno tiene sus
propias fuerzas policiales con un mandato limitado a su jurisdicción,
son depositarias de una parte de ese “monopolio de violencia”. En
teoría las policías deben hacer respetar la ley con el objetivo
central de proteger a la sociedad de los peligros implícitos en la
criminalidad, por ejemplo, pero su accionar debe estar enmarcado en
reglamentos que (siempre en teoría) deben respetar tanto el marco
legal de las libertades fundamentales y las normas ciudadanas de
convivencia, y por supuesto el respeto a la vida humana.

En muchos países, y desde hace tiempo, las fuerzas policiales están
desbordando su mandato y arrogándose una supuesta “misión
justiciera”, como la de matar a personas sospechosas de haber
cometido un acto ilegal cuando no presentan una amenaza real para los
policías, y esto bajo la mirada cómplice o complaciente de las
autoridades, sean municipales, provinciales o nacionales.

Ya no asombran esos videos que muestran el accionar brutal y a veces
criminal de policías estadounidenses, como en el caso de Albuquerque,
estado de Nuevo México, contra personas desarmadas que de ninguna
manera representan una amenaza a la seguridad de los “agentes de la
ley” que aplican la “ley de fuga” y matan tirando a la espalda
cuando el individuo, casi siempre pobre, inmigrante o de “color”,
y muchas veces marginado social, intenta evadir un control de
identidad que generalmente viene acompañado de una brutal paliza (1).

Lo mismo se ha visto y se sigue viendo en demasiados países
latinoamericanos que ya no viven bajo dictaduras militares sino en
democracias sanas y vibrantes, lo cual es totalmente inadmisible. En
suma, demasiadas veces la policía mata o utiliza una fuerza brutal
sin ninguna razón valedera en lo legal, en lo social y mucho menos en
lo simplemente humano. Esa impunidad policial, quizás en parte
herencia de la violencia que contra los pueblos ejercieron en
NuestrAmérica las dictaduras militares y los gobiernos neoliberales,
es ahora un arma estratégica de la reacción, de los neoliberales y
retrógrados que detestan y combaten la sociedad con todos los
clásicos métodos antidemocráticos y a veces fascistas (2).

La violencia policial es fomentada a través de los cartelizados
medios de prensa en manos de sectores oligárquicos, bajo la
argumentación de que “hay una falta de seguridad”, que el sistema
de justicia es inoperante porque los criminales no son condenados a
largas penas de prisión, de que los gobiernos democráticamente
electos y respetuosos de la ley son permisivos e impotentes, y que hay
que volver a la época de “la mano dura” que reinaba bajo las
dictaduras.

Y cuando esa violencia no les alcanza para fomentar el retorno al
totalitarismo neoliberal, o sea a lo contrario de la soberanía de los
pueblos y de la democracia, entonces esa prensa y los políticos de la
derecha apoyan la venganza directa, que vecinos o pasantes “hagan
justicia” matando a patadas, hiriendo gravemente y hasta
estrangulando a los sospechosos de ser rateros o ladrones de poca
monta, como desgraciadamente se ha estado viendo últimamente en
Argentina (3).

Todo esto viene al caso porque un amigo quebequense me ha pasado un
libro, “Un escadron de la mort au Québec” (4), que denuncia la
existencia entre los años 1960 a 1985 de un grupo de policías de las
ciudades de Montreal y Quebec que contaban con el visto bueno de las
autoridades políticas y el apoyo del aparato judicial, y que
procedían a la ejecución premeditada y planificada de criminales que
en su mayoría eran asaltantes de bancos o autores de robos a mano
armada.

En esta época, que en gran parte conocí de primera mano y en su
mayor parte como periodista, los jóvenes quebequenses estaban muy
influenciados por los procesos de descolonización en África y otros
continentes. A partir de 1960 y hasta 1985 los quebequenses vivieron
en un clima de luchas sostenidas e intensas por obtener su autonomía
frente a Ottawa (Canadá) y Washington, y por eso mismo el poder de
homicidio de los policías puede ser visto como una ampliación de la
estrategia de control social, según plantea el autor del libro y
criminólogo Jean Claude Bernheim.

La tesis del autor del libro, J-C Bernheim, que da cursos de
criminología en la Universidad de Laval, en la ciudad de Quebec,
está sustentada en los datos provenientes de una veintena de
publicaciones y documentos oficiales, así como de importantes
testimonios. Es de esta manera que Bernheim logra comprobar más de
noventa operaciones policiales trágicas, de las cuales 53 fueron
mortales, y todas ellas presentadas falsamente como “acciones de
legítima defensa” por los cuerpos policiales.

Tanto el autor como algunas fuentes periodísticas quebequenses
consideran que si se abrieran los archivos de la policía, así como
el acceso a los archivos de la justicia, las cifras serían más
elevadas y superarían las 120 ejecuciones y tentativas de muerte, lo
que para la sociedad quebequense es algo enorme. Algunos analistas
locales califican esos hechos como un “horror social”, porque
(como se decía en esa época) esos “escuadrones de la muerte”
estaban “haciendo la justicia en las veredas”.

Este libro aporta, en el actual contexto de un aumento de la violencia
e impunidad policial, del surgimiento de los actos de linchamiento
así como de “grupos de autodefensa civil” en diferentes países
de nuestro Continente, una buena documentación sobre el contexto
político-judicial que permite la existencia de tales “escuadrones
de la muerte”, y también una abundante y pertinente bibliografía.

Montreal, Canadá

1.- US Police Have Killed Over 5,000 Civilians Since 9/11.
Statistically speaking, Americans should be more fearful of the local
cops than “terrorists.” Por Katie Rucke, The MintPress News
http://www.mintpressnews.com/us-police-murdered-5000-innocent-civilians-since-911/172029/
; Quinientos ochenta y siete civiles fueron muertos sin justificación
alguna por la policía en Estados Unidos en 2012: Wikipedia.org
http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_killings_by_law_enforcement_officers_in_the_United_States_2012
; Ver Albuquerque’s long history of police abuse, cover-up and
scandal, del periodista Radley Balko, The Washington Post , abril 14,
2014; Hundreds in Albuquerque Voice Distrust of the Police, por
Fernanda Santos, The New York Times, abril 30, 2014, y los videos en
http://rt.com/usa/154108-albuquerque-police-mary-hawkes/

2.- En un próximo artículo trataremos el tema de la violencia
–criminal y policial- como arma de desestabilización y disolución
social con claros fines políticos que favorecen el sistema neoliberal
y al imperialismo estadounidense, tal como estamos viendo en los
países latinoamericanos.

3.- Ver Justicia a “mano propia” y estado policial cordobés, del
Lic. En ciencias políticas Hugo Germán Romero (rebelión.com)

4.- Jean Claude Bernheim, “Un escadron de la mort au Quebec”,
2013, ediciones Accent Grave & La Compagnie a Numero, Quebec.

LUNES 5 DE MAYO DE 2014 – COMCOSUR

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4) Malí y República Centroafricana

Francia en un callejón sin salida

Paul Martial (Viento Sur)

Los ardientes partidarios del intervencionismo militar francés en
África que hacen estragos en nuestros medios se están volviendo más
discretos. Es fácil de entender si se ve la situación que reina
tanto en Malí como en República Centroafricana.

Un año después del lanzamiento de la operación Serval en enero de
2013, la situación en Malí se deteriora. Los recientes ataques con
cohetes contra las ciudades del norte, en particular Gao y sobre todo
Kidal, demuestran que los yihadistas han logrado abrirse un pasillo
entre el sur de Libia y el norte de Malí que les permite el
transporte de armas y hombres. Esta situación de inseguridad sigue
impidiendo el funcionamiento normal de los servicios públicos, en
particular la salud y la enseñanza.

Las negociaciones entre el gobierno maliense y los tuaregs no han
empezado en realidad y la multiplicidad de mediadores, Burkina-Faso,
Argelia, Marruecos y… Suiza, no facilita las cosas. Además, el
gobierno maliense de Boubacar Keita (IBK) ha declarado en repetidas
ocasiones su descontento respecto a las presiones de Francia para la
conclusión rápida de un acuerdo de paz con el MNLA tuareg. La
posición de IBK se debilita: decepción de la población que ve sus
condiciones de vida deteriorarse, nepotismo del clan IBK, corrupción
con el escándalo revelado por el periódico Le Monde de los lazos
entre IBK y la mafia corsa francoafricana no son ciertamente extraños
a la remodelación ministerial que ha tenido lugar estos últimos
días.

La irresponsabilidad de la potencia francesa

República Centroafricana sigue confrontada a la peor crisis que haya
conocido en su historia, la irresponsabilidad de Francia apoyando a
los peores dictadores ha hecho de ese país un estado fallido, mucho
antes de la desastrosa toma de poder de la Seleka. Los enfrentamientos
entre poblaciones, exacerbados por las facciones de la clase
dominante, se desarrollan en una región en la que los dictadores
dictan su ley. Todos esos poderes son apoyados por Francia y hacen
ilusoria una solución democrática en República Centroafricana. La
reciente dimisión del Tchad de la Misca, la fuerza de la Unión
Africana, como consecuencia del informe de Rupert Colville sobre la
matanza provocada por los soldados tchadianos que acabó en una
treintena de muertos, acentúa esas dificultades.

A esta crisis de seguridad en la que actúan devastándolo todo las
milicias armadas, se perfila otra crisis menos mediática pero
ciertamente más costosa en vidas humanas, la de la penuria
alimentaria provocada por la desaparición de los circuitos de
reavituallamiento, la ausencia de semillas y la destrucción de los
rebaños, la huida de los pastores esencialmente Peuls, víctima de
los anti-Balaka porque les asimilan a los musulmanes.

Diplomacia económica

El anuncio de la llegada de 11.800 cascos azules de las Naciones
Unidas en septiembre tiene muchas probabilidades de activar los
conflictos, al querer reforzar cada una de las milicias en presencia
su correlación de fuerzas militar sobre el terreno.

En Malí, como consecuencia de la decisión sobre la ayuda al
desarrollo económico del país, se han concedido préstamos que la
gente deberá devolver a los bancos. En ese marco, las empresas
francesas son concesionarias a dedo de importantes trabajos para el
norte de Malí de un valor de más de 37 millones de euros. Y esto no
es más que el comienzo.

La diplomacia económica reivindicada por el nuevo gobierno de
Hollande y de Valls está ya en marcha, verificando la nueva fórmula
del adagio: “la desgracia de los pueblos constituye la dicha de las
multinacionales”.

Hebdo L’Anticapitaliste, 238:
http://npa2009.org/content/mali-et-centrafrique-impasses-francafricaines

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

LUNES 5 DE MAYO DE 2014 – COMCOSUR

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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las
ideas

dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante
en

la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual
dominante, la

clase que controla los medios de producción intelectual, de tal
manera que

en general las ideas de los que no disponen de medios de producción

intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. Carlos
Marx

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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE

COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL:

Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY

E mail: comcosur@comcosur.com.uy – WEB: www.comcosur.com.uy

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Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes

y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal.

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Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC)

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Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este
boletín,

no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur
sobre

los temas en cuestión.

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