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LO QUE NO SE MUESTRA NO EXISTE

1) Televisión y medios: lo que no se muestra no existe –
2) Venezuela dio el sí y habrá misión electoral de la Unasur –
3) Las importantes elecciones canadienses –
4) El nacional-conservadurismo se afianza en la sociedad húngara –
5) El conflicto más alto del mundo llega a su tercera década

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 744 / Lunes 9 de Noviembre de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Televisión y medios: lo que no se muestra no existe
Juan Ignacio Zubiarrain (Rebelión)

“No hay discurso (análisis científico, manifiesto político, etcétera) ni acción (manifestación, huelga, etc.) que, para tener acceso al debate público, no deba someterse a esta prueba de selección periodística, es decir, a esta colosal censura que los periodistas ejercen, sin darse cuenta, al no retener más que lo que es capaz de interesarlos, de “captar su atención”, es decir, de entrar en sus categorías, en sus esquemas mentales, y condenar a la insignificancia o a la indiferencia a expresiones simbólicas merecedoras de llegar al conjunto de los ciudadanos” subraya Pierre Bourdieu en su libro “Sobre la Televisión”.

El último 11 de Octubre se realizó un encuentro de muchas organizaciones de diferentes países, en La Tabacalera, que tenía por objeto denunciar de manera testimonial, -porque las penas y las lágrimas ya se han gastado-, la ignorancia socializada de festejar los 12 de Octubre, en un acto de patrioterismo y engalanamiento de un país, por, – en otro momento de su historia haber invadido naciones, culturas, haber robado y asesinado, – y, aun hoy día seguir celebrándolo. Sería algo así como celebrar el día del Esclavo en Cataluña, que tantos beneficios económicos generó a ilustres apellidos de esa comunidad en los tiempos del esclavismo. Se entiende que ciertos análisis hay que realizarlos desde el propio marco histórico, pero ya han pasado 500 años para seguir, -sin atisbo de culpabilidad ni reflexión social por nuestra parte, ya sea como potencia invasora en otro marco histórico o como país del primer mundo, porque el concepto de clasismo, también lo hacen extensibles a países, no solo a clases sociales.

Revuelta de ideas

Si estos dos temas, la reflexión de Pierre Bourdieu acerca de la invisibilidad que practica el periodismo y la denuncia de “No hay nada que Celebrar” por parte de muchos españoles y muchos latinoamericanos que se dieron cita allí, en Tabacalera, – el 11 de Octubre-, los ponemos en un cuenco y revolvemos, el resultado es la ausencia de los medios generalistas en esa fiesta. Y, con tristeza, entendemos porque ningún medio de los generalistas se ocupó de cubrir esa queja simbólica, de hacer mención de ello, de mostrar la otra cara de la realidad, de proponer otro punto de vista, que denuncia la arrogancia, la ignorancia institucionalizada de celebrar algo que en su momento supuso claramente la invasión y un crimen de lesa humanidad a todo un continente.

Los medios generalistas tienen evidentes lazos visibles y no visibles con el poder, con el estado, con la banca, con los auspiciantes, con los políticos corruptos y los no corruptos, con empresas multinacionales, con capitales sórdidos, con capitales enmarañados de accionistas que en ocasiones no se sabe claramente de donde proceden. Y todo se hace en un imaginario sistema de armonía democrática, de libertades occidentales y cristianas, libertades teatralizadas, libertades amordazadas. Un oligopolio mediático de cuatro amigos que dirigen todos los medios con la anuencia cómplice de los periodistas de relumbrón, de la banca y del estado. Ahí están todos ellos. Escenificando esa obra de ficción que se llama periodismo libre y comprometido.

Se prioriza al anunciante y se narcotiza a la audiencia, se vomitan las noticias y se serializan las entrevistas, en muchas ocasiones mutiladas por las publicidad, se pactan las conferencias de prensa, las preguntas e incluso el teatro político, alimentando así el aspecto morboso y enfermizo del ser humano. Se vanagloria la importancia de personajes que desfilan por los estudios en condición de representantes, ya no periodistas, sino casi portavoces de una bancada, partido o tendencia partidista, cuando no lobistas de medios de comunicación, disfrazados de periodistas. Produce vergüenza ajena ver cómo los partícipes de los despidos, los desahucios, de una economía capitalista desaforada que alimenta y genera la usura y la avaricia, son los mismos capitales que auspician a estos periodistas de renombre, de esos programas de éxito que llenan nuestras pantallas, radios y medios gráficos.

Cambiar todo para que nada cambie

El cambio en los medios generalistas exige que laven sus trapos y su ética, se renueven porque sus programaciones huelen a rancio, o bien investiguen o cambien el actual mediocre estado de eso que mitificamos como periodismo responsable y que todos sabemos que ahí está, pero en los medios alternativos, universidades, en personas que ejercen el periodismo ciudadano y necesitan un canal a través del cual poder canalizar sus trabajos de investigación, sus denuncias. Pero por miedo al ridículo en una sociedad de cobardes y acomodaticia, se hace difícil reconocerlos y darles lugar en Statu Quo mediático. Difícil sino imposible es pedir a los medios comerciales que se retracten de su coparticipación en la sórdida cortina informativa que nos mostraron estos últimos años y que siguen practicando. Disfrazan de primicias lo que todo el mundo ya sabe, entrevistan personajes ya sea corruptos como no corruptos y siempre se hacen preguntas condescendientes sin abordar los temas de lleno. El periodismo de las generalistas es insano, manipulador y busca ampliar audiencias a costa de la integridad ontológica, no piensan en la información, sino solo en la cuenta de resultados. Se auto enaltecen de sus noticias, cuando la realidad es que entre los compromisos comerciales y los favoritismos políticos, solo buscan estacionarse cómodamente en algún costado de arco político para estar cobijados y abrigados baja la estela de la financiación de cualquier tipo.

Apostar por el periodismo ciudadano frente al periodismo supeditado a los capitales, es la salida natural y necesaria para dar cabida a los invisibles, a los que no muestran, a los que no dejan hablar y a una información más sana y directa. Por eso, el proyecto de televisiones, radios y medios comunitarios y alternativas es la opción al actual oscurantismo mediático.

LUNES 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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2) Venezuela dio el sí y habrá misión electoral de la Unasur
Ricardo Scagliola (La Diaria)

Un nuevo capítulo para el debate sobre Venezuela parece haberse abierto a fines de la semana pasada, luego de que la canciller Delcy Rodríguez anunciara a sus colegas de la región que su país aceptará la misión de los restantes 11 países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para controlar las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. La confirmación tuvo lugar el jueves, a un mes de que se realice el comicio, y luego de que la presidencia pro témpore del consejo electoral de la Unasur -que ejerce la Corte Electoral de Uruguay- advirtiera en un comunicado acerca del agotamiento de los plazos y el “riesgo” que esto supone para el sentido de la misión de observación electoral.

Formalmente, el anuncio de la canciller de Venezuela es sólo eso: un anuncio que deberá ser ratificado sin más demoras esta semana con la firma del convenio que da pie a la misión. Sin embargo, en la nota Rodríguez comunica a la presidencia pro témpore uruguaya que su país “recoge” las observaciones realizadas por otros estados miembros de la Unasur al borrador del convenio marco. Se trata de una señal a países como Brasil y Paraguay, que en el proceso de consultas previas al armado de la misión habían propuesto al resto de los estados agregar algunas cláusulas interpretativas en las que dejar constancia de que habrían preferido una redacción distinta del convenio base.

Las diferencias de estos dos países, confirmaron fuentes diplomáticas a la diaria, hacían foco en el régimen de inmunidades y prerrogativas que se les concederán a los integrantes de la misión. Por eso, explicó a la diaria el vicepresidente de la Corte Electoral, Wilfredo Penco, el convenio incluirá ahora como “anexos” algunas “cláusulas interpretativas”. Parte del acuerdo alcanzado implica que una vez que se firme el convenio, Venezuela emita una resolución detallando los privilegios que tendrán los integrantes de la misión.

Por lo pronto, todo apunta a que la inmunidad de los observadores será similar a las prerrogativas de cualquier diplomático, con la salvedad de que su tarea se desarrollará en el marco de una elección nacional. Sobre este punto, el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, dijo a la agencia Efe que los delegados tendrán “una total libertad de movimiento” en suelo venezolano.

El mismo jueves en que la ministra venezolana de Relaciones Exteriores envió la nota dirigida a la presidencia uruguaya de la Unasur, el Palacio Santos hizo circular la versión entre las 11 cancillerías restantes de la región, que acordaron la aprobación del convenio y, con él, la autorización de la misión. Éste, aunque importante, es sólo el primer paso de un complejo armado. Ahora les toca a los cancilleres una tarea tanto o más compleja: designar al representante especial que encabezará la misión.

Si bien para ese rol se había manejado inicialmente al ex ministro de Defensa y Justicia de Brasil Nelson Jobim, ese nombre genera resistencias en Venezuela. Similares problemas genera el nombramiento del coordinador general de la misión, una designación que le corresponde al Consejo Electoral de la Unasur. Para ese lugar, los países sondearon al número dos de la Corte Electoral, Penco, que ya había desempeñado ese papel en la elección de Nicolás Maduro como presidente. Pero Penco dijo que no. El motivo: no superponer la actividad de la presidencia pro témpore con el trabajo en el terreno.

Los países auscultaron luego al registrador del Estado Civil de Colombia, Carlos Ariel Sánchez, quien a los pocos días de aceptar el ofrecimiento se bajó. A estos dos nombramientos, que deberían oficializarse esta semana, les seguirán los de otros 50 representantes de organismos electorales de la región. Se trata de funcionarios que dan sustento “técnico” a la misión. En principio, explicó Penco a la diaria, se seleccionarán cuatro por país, aunque el tema se vuelve complejo para aquellos estados que tienen más de un instituto electoral, como Argentina, Chile, Colombia, Ecuador o Perú. En estos casos serán los propios países los que se encarguen de la distribución de los lugares.

En esta lid, los incaicos son los que la tienen más difícil: su delegación tendrá que contemplar al Jurado Nacional de Elecciones (una especie de tribunal certificador de los resultados), la Oficina Nacional de Procesos Electorales (que pone en marcha el dispositivo para hacer efectivo el comicio) y el Registro Nacional de Personas (encargado de elaborar el padrón). ¿Y Brasil, cuyo Tribunal Superior Electoral hace apenas una semana decía que no participaría en la observación? En la calle Ituzaingó prenden velitas. Los ministros de la Corte uruguaya enviaron el jueves a los 11 países (incluyendo a Brasil), la invitación para ser parte. Contestan esta semana.

Misión ¿imposible?

El consenso entre los países de la Unasur tiene lugar luego de varios meses de intensas negociaciones. Y en medio de un fuerte debate en la región sobre la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, azuzado por el hecho de que el relato sobre el juicio al líder opositor Leopoldo López comienza a hacer agua. A la confesión del fiscal del proceso, Franklin Nieves, que sostuvo que Maduro y el líder del Parlamento, el ex militar Diosdado Cabello, le ordenaron inventar pruebas para garantizar la acusación y el proceso contra López, se suma ahora la de la testigo principal del juicio. Se trata de la lingüista Rosa Amelia Azuaje, que denunció la manipulación de evidencia en esa causa para forzar la sentencia y posterior condena del dirigente a casi 14 años de prisión.

Estos elementos, sumados al hecho de que el Frente Amplio (FA) viene evitando un pronunciamiento político que pueda hacer mella en las relaciones entre su gobierno y el venezolano, precipitaron la presentación de un proyecto de resolución por parte del diputado del Partido Nacional (PN) Jaime Trobo, en el que proponía que la Cámara de Diputados conformara una delegación de representantes integrada por delegados de todos los partidos políticos uruguayos para “asistir” a las elecciones parlamentarias. Luego de un largo debate, el proyecto naufragó: sólo obtuvo 27 votos en 87. Pero aun así, los blancos insisten en la necesidad de que una delegación de parlamentarios acompañe el proceso electoral en Venezuela. “No quiero que me lo cuente la CNN”, argumentó el nacionalista Jorge Gandini el miércoles, desde su escaño en la cámara.

Tras la negativa del Parlamento, Trobo y Gandini presentarán en la reunión de hoy del Directorio blanco una nota en la que proponen que una delegación de senadores y diputados del PN asista a las elecciones parlamentarias. “Estamos siendo testigos de cómo acudió a Venezuela, sin ser invitada, una delegación oficial del Parlamento Europeo. Fue una delegación plural, que era lo que pedíamos del Parlamento uruguayo”, fundamentó Gandini. Según explicó Trobo a la diaria, la delegación estaría integrada por unos 15 legisladores: 12 diputados y tres senadores. “Esta misión de buena voluntad nos la están pidiendo nuestros amigos venezolanos”, explicó Trobo, en relación a la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de Venezuela, que cursó invitaciones individuales a buena parte de quienes integrarán la delegación nacionalista.

Pero no sólo los blancos pondrán un pie en Venezuela para ser testigos de las elecciones en ese país. El Partido Independiente también planea hacer acto de presencia, según confirmó a la diaria el senador Pablo Mieres. La invitación parte del mismo actor, la MUD venezolana. Los independientes, que no votaron la propuesta de Trobo en la Cámara de Diputados por “problemas formales” (básicamente por el hecho de que el Parlamento no fue invitado para oficiar como veedor de las elecciones), son muy críticos con el rumbo que Maduro le está imprimiendo a su “revolución bolivariana”. Pero, a su vez, valoran la realización de la misión de la Unasur: “Es mejor que haya una delegación a que no la haya”, afirmó Mieres.

El senador del PI pidió una sesión especial del Senado, que este martes debatirá sobre la situación de Venezuela. El objetivo, explicó, será “buscar una declaración de condena a las declaraciones de Maduro” en relación a la eventualidad de que gobierne su país mediante una coalición cívico-militar. La estrategia, otra vez, es “dejar en evidencia” al FA: “No hay otra que seguir presionando. Uno tiene la esperanza de que en algún momento caiga la ficha”. El oficialismo como tal, explicaron fuentes políticas a la diaria, no estará presente en Venezuela, aunque lo conversado hasta ahora en filas del FA es que en caso de que alguno de sus sectores reciba una invitación, cada uno lo debata en su propia interna, sin que el conjunto moje los pies en una controversia fangosa donde empiezan a levantarse voces disidentes.

LUNES 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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3) Las importantes elecciones canadienses
Immanuel Wallerstein (La Jornada)

Para sorpresa de casi todo mundo, Justin Trudeau, líder del Partido Liberal de Canadá, ganó las elecciones canadienses con una sorprendente mayoría absoluta de escaños en el Parlamento federal. La sorpresa fue doble: ser el ganador y haber obtenido tal margen. Varias semanas antes de la elección del 19 de octubre, las encuestas mostraban un amarre virtual de tres vías entre los tres candidatos principales: el primer ministro Stephen Harper, del Partido Conservador, de ala derecha, Thomas Mulcair, del izquierdista Partido Democrático Nuevo (NDP, por sus siglas en inglés), y Trudeau, cuyo partido era considerado centrista. En la predicción de los votos, Mulcair encabezaba con estrecho margen y se decía que Trudeau iba en tercer lugar.

Luego, más o menos en el mes anterior a las elecciones, de pronto crecieron las cifras relativas a Trudeau y los números de Mulcair se desplomaron, terminando con la siguiente división de escaños: 184 para los liberales, 99 para los conservadores, 44 para el NDP, 10 para el Bloc Québécois y uno para los Verdes. Para entender la significación de estos resultados, uno debe primero entender el relativamente poco común sistema de votación en Canadá. El Parlamento federal está dividido en 338 distritos o administraciones electorales (conocidos como ridings), cada uno de los cuales envía una persona al Parlamento. En cada riding, el triunfador es el primero en rebasar el poste. Esto significa que todo lo que necesita un partido para ganar el escaño en el riding es una simple pluralidad de votos. El resultado es que es difícil que un partido gane una mayoría absoluta de escaños a nivel nacional, que es lo que ocurrió esta vez.

La pregunta es por qué lograron los liberales esa empinada subida en el último minuto, en especial desbancando al NDP. Después de todo, el NDP había sorprendido a todos en las elecciones provinciales de la ultraconservadora Alberta el 6 de mayo, con un despliegue a todo lo ancho para convertirse, en apariencia, en un importante partido nacional. Nadie puede estar seguro, pero la mayoría de los analistas piensan que la abrupta subida de los liberales vino de un sentimiento de los votantes que se expresa en la frase cualquiera menos Harper. Tal vez los votantes pensaron que los liberales tenían más probabilidad que el NDP de lograr este objetivo a nivel de los ridings particulares. Sea cual fuere la explicación, Canadá cuenta ahora con un gobierno estable durante los próximos cinco años. Por tanto deberemos evaluar cómo va a utilizar Trudeau su mayoría absoluta.

Trudeau ha hecho algunas claras promesas. Dice que va a brindar su apoyo al gasto deficitario por lo menos tres años, va a incrementar los impuestos a los acaudalados y a mantener y expandir las previsiones del estado de bienestar. En resumen, promete un programa de anti-austeridad, de la variedad keynesiana. Esta promesa puso a los liberales a la izquierda del NDP, que se había movido al centro para atraer a votantes liberales e independientes. Además, prometió incrementar la actividad de combate al cambio climático, algo a lo que se había opuesto fuertemente el gobierno de Harper. Y en los asuntos sociales se podría mover más hacia la legalización de la mariguana.

En los asuntos internos, el centrista Trudeau prometió entonces actuar como un clásico socialdemócrata de una clase ya desaparecida entre la mayoría de partidos socialdemócratas. ¿Lo dice en serio? Eso depende de si Canadá va a atemperar la tormenta económica mundial relativamente bien durante el siguiente año o los dos años próximos. Si no, Trudeau puede muy bien oscilar de regreso a un programa un poco más austero.

La diferencia real estará en el ámbito geopolítico. Los puntos de vista de Harper eran muy semejantes a los del Partido del Té en Estados Unidos. Él no cree en que el cambio climático sea una realidad. Estaba en contra de un arreglo nuclear con Irán. Estaba contra la migración de refugiados sirios y cualquiera otra cosa que hiciera de Canadá más multicultural. Con fuerza favorecía la construcción de un ducto petrolero y de gas (el ducto de Keystone) de Canadá a Estados Unidos. Era un halcón guerrerista y, por tanto, accedió a enviar jets canadienses a unirse a la coalición encabezada por Estados Unidos en Siria, pero deseaba que la prioridad fuera el derrocamiento de Bashar al Assad.

El programa de Trudeau es virtualmente lo opuesto en cada una de estas cuestiones. Esto alinea su postura con la del presidente Obama en la mayoría de las cuestiones, con una excepción importante. Trudeau está contra un mayor involucramiento en las guerras civiles de Medio Oriente. En particular, prometió retirar todos los aviones canadienses de la coalición. Fiel a su palabra, después que se conocieron los resultados de las elecciones, Trudeau telefoneó a Obama para informarle que se retirarían los aviones canadienses. Eran sólo seis, pero el simbolismo fue importante. Canadá no seguiría a Estados Unidos en el ámbito global.

Al sacar a Harper del cargo mediante una votación, Canadá rechazó completo el movimiento conservador en Estados Unidos. Es por eso que votaron a cualquiera menos Harper. Y el presidente que llegue al cargo después de Obama en Estados Unidos tendrá que vivir con este hecho. Otro locus de cambio será el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (o TPP). Harper perdió votos porque, al final, terminó firmándolo. Ahora habrá una considerable resistencia en Canadá, al igual que en Estados Unidos, a la ratificación del acuerdo, por lo que sus perspectivas se apagan crecientemente todo el tiempo.

Los analistas han notado las semejanzas de estilo entre Obama y Trudeau. Ambos son esencialmente centristas –intelectual y emocionalmente. Ambos creen en discutir con sus oponentes para arribar a alguna suerte de consenso. Ambos invierten tiempo y energía en hablar con oponentes en vez de promulgar legislaciones. Obama ha pagado un alto precio político por las consecuentes demoras. Y es probable que sufra los mismos reveses, a menos que aprenda de los errores de Obama –algo que por el momento no está haciendo.

El fondo del asunto es una disyunción política significativa de Canadá respecto de Estados Unidos. Es un golpe más al declinar de la capacidad con que cuenta Estados Unidos para imponer sus puntos de vista en la situación global.

Traducción: Ramón Vera Herrera

LUNES 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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4) El nacional-conservadurismo se afianza en la sociedad húngara
Corentin Léotard (Le Monde Diplomatique)

Plantando cara al Fondo Monetario Internacional y a grupos privados extranjeros, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, afianza una amplia popularidad de cara a las elecciones del 6 de abril. Sus posiciones nacionalistas se muestran compatibles con las de una extrema derecha islamófila. Su inconformismo económico mezclado con un conservadurismo social resulta útil a toda una nueva generación de empresarios cercanos al poder.

El primer ministro Viktor Orbán, escoltado por soldados, movilizó a miles de simpatizantes con ocasión del aniversario del levantamiento de 1956 contra el Ejército Rojo, el 23 de octubre pasado en la plaza de los Héroes de Budapest: “El combate de los húngaros por la libertad tuvo sus héroes, pero también sus traidores. Todas nuestras guerras de independencia fueron desarticuladas desde el extranjero. Sabemos que siempre hubo personas que ayudaron a nuestros enemigos. (…) Los comunistas vendieron Hungría y el pueblo húngaro a los financieros y especuladores internacionales. Sabemos que todavía están dispuestos a vender Hungría a los colonizadores. (…) Vemos que se organizan de nuevo, que se unen de nuevo a los extranjeros contra nosotros, que siembran de nuevo la semilla del odio, de la discordia y de la violencia. (…) Debemos poner nuestras tropas en pie de guerra, como lo hicimos en 2010. Vamos a terminar lo que empezamos en 1956. Si no nos liberamos, no seremos jamás libres”.

El jefe del Fidesz-Unión Cívica Húngara, llegado al poder en 2010 (1), llama enemigos tanto a las izquierdas liberales húngaras y europeas como a las multinacionales. El Gobierno esgrime como prueba el informe Tavares, adoptado por el Parlamento Europeo en julio de 2013, que denuncia el debilitamiento del Estado de derecho en el país. Para el Fidesz, se trata de un pretexto para atentar contra la soberanía de Hungría, instigado por los lobbies financieros de Bruselas y por el Partido Socialista Húngaro, el heredero del antiguo Partido Comunista (Partido Socialista Obrero Húngaro), y que se inclinó marcadamente hacia el liberalismo.

En una resolución adoptada la misma semana, los diputados consideran “inaceptable” que el Parlamento Europeo “trate de hacer presión sobre nuestro país en interés de las grandes empresas privadas”. La resolución precisa que, con el objetivo de reducir el precio de la energía para las familias, Hungría debe ir necesariamente en contra de los intereses y beneficios excesivos de muchas de las grandes sociedades europeas en situación de monopolio.

El primer ministro suma enemigos. Partidario de la primacía de la política sobre la economía, y del Estado sobre los mercados, dotado de una concepción autoritaria del poder, tomó una serie de medidas económicas no ortodoxas: aplicación de impuestos excepcionales a sectores enteros de la economía controlados por multinacionales (energía, bancos, comunicación, distribución), nacionalización de los fondos de pensión privados por un valor de 10.000 millones de euros, prohibición de facto de préstamos en divisas, reducción de la independencia del Banco Central, todo lo cual son sacrilegios para la Unión Europea.

En su discurso a la nación del pasado 16 de febrero, Orbán afirmaba: “Cuando asumimos el poder, la guerra entre las multinacionales y los consumidores, entre los bancos y sus deudores en divisas extranjeras, entre los monopolios y las familias estaba en su apogeo. Perdíamos en todos los frentes. La relación de fuerzas ha cambiado mucho desde entonces; hemos ganado varios asaltos, pero el combate no ha terminado”.

En el transcurso de este último año de mandato, dos luchas prioritarias se inscribieron en la agenda política: contra los bancos y contra las empresas de energía. El Estado, empobrecido como consecuencia de las privatizaciones de los años 1990, trata de intervenir en estos dos sectores que, en un 80% aproximadamente, se encuentran en manos de filiales de sociedades del oeste europeo. Desde principios del año 2013, el Gobierno impuso a los gigantes de la energía –la alemana E.ON, la italiana Ente Nazionale Idrocarburi (ENI), Electricité de France (EDF), GDF-Suez, etc.– una rebaja del 20% en los precios del gas, de la electricidad y de la calefacción urbana para los hogares. Queda clara su voluntad de crear un sector sin ánimo de lucro bajo el control del Estado y el deseo incluso de preparar un soporte jurídico para su nacionalización después de las elecciones del 6 de abril. Finalmente, este Gobierno trata también de hacer pagar a los bancos las consecuencias del endeudamiento en francos suizos de cientos de miles de familias que suscribieron “préstamos basura” a mediados de los años 2000.

Sin embargo, lo que mejor ilustra su voluntad de independencia nacional es la mano férrea con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En 2010, el primer ministro rechazó los últimos segmentos de un conjunto de préstamos de 20.000 millones de euros contratados en octubre de 2008 con el FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea. Al cabo de largos meses de negociaciones, a finales de 2012 declinó una segunda oferta. Se desplegó una retórica soberanista en todo el país por medio de una vasta campaña, con carteles por todas partes: “¡No a la bajada de las prestaciones familiares! ¡No a la disminución de las pensiones! ¡No cederemos frente al FMI! ¡No renunciaremos a la independencia de Hungría!” Lo que no impidió que el Gobierno continuase con una política de austeridad por medio de la rebaja de otras prestaciones sociales o por recortes presupuestarios en los sectores de la salud y de la educación.

Sus adversarios comparan a Orbán, a veces, con el difunto presidente venezolano Hugo Chávez, por su antiliberalismo unido a un “clientelismo populista”; otras, con Vladímir Putin, por su autoritarismo; y, por momentos, con el extinto dirigente comunista rumano Nicolae Ceausescu, por el culto a la personalidad. Más razonablemente, el economista Zoltán Pogatsa ve en el modelo de desarrollo que promueve una “combinación de ‘gaullismo’ y de ‘reaganismo”.

Sus medidas económicas no están destinadas a financiar lo que queda del Estado social: el primer ministro proclama la salida del “callejón que representa el modelo occidental europeo de Estado-providencia” a favor de una sociedad fundada sobre el trabajo. Así, el Parlamento votó en julio de 2012 una ley que obliga a los beneficiarios de una ayuda social a trabajos de utilidad pública. Esta política apunta ante todo a pagar a los acreedores (FMI, Unión Europea y Banco Mundial), a llevar el déficit público por debajo del 3% del producto interior bruto (PIB), conforme a la doctrina europea, y a estabilizar la deuda en alrededor del 80% del PIB.

El impuesto progresivo sobre la renta fue remplazado por una tasa única del 16%. El ministro de Economía Mihály Varga se plantea incluso que llegue al 9% en 2015 (2). Los favores del Gobierno se dirigen sobre todo a las clases medias, mientras que la pobreza no para de ganar terreno: en una población total de diez millones de habitantes, el número de personas que viven bajo el umbral de pobreza (220 euros al mes) ha pasado de tres millones a principios de los años 2000 a cuatro millones en la actualidad, según la socióloga Zsuzsa Ferge.

Detrás de la fachada del interés nacional se vislumbran nuevas prebendas a favor de algunos fieles al Fidesz: Lajos Simicska, Zsolt Nyerges y algunos grandes empresarios obtienen los mercados públicos más jugosos. Una oligarquía ha remplazado a la otra. Se sostiene esta vez sobre un sistema clientelista que se propaga en todos los niveles de la sociedad a través del miedo y de la indiferencia. La socióloga Mária Vásárhelyi considera así que el “orbanismo” ha provocado el “renacimiento del Homo Kadaricus” (3), es decir, la reaparición de la conducta de sumisión que predominaba bajo el dirigente comunista János Kádár, primer secretario del Partido Socialista Obrero Húngaro de 1956 a 1988.

De acuerdo con el documental Guerra contra la nación, emitido en repetidas ocasiones en el canal público Duna Televizió, Hungría estaría prácticamente bajo estado de sitio. En el documental se pueden apreciar análisis serios sobre el deslizamiento de las riquezas nacionales desde el dominio público hacia la esfera privada internacional, mezclados con comentarios más oscurantistas sobre las ambiciones de las grandes potencias. Su realizador, István Jelenczki, explica que Guerra contra la nación fue concebido como reacción a la intervención del FMI en 2008: “Consideré que el préstamo del FMI terminaba prácticamente con nuestro tesoro nacional y que había llegado el momento de realizar una película que aclarara a los húngaros la guerra mantenida desde hace siglos por este tesoro” (4).

Endri Sik, sociólogo en el Instituto de Investigaciones Sociales Tárki, analiza este resentimiento: “La población considera que siempre ha estado colonizada y explotada: primero por los turcos, luego por los alemanes, por los rusos, y en la actualidad por la Unión Europea. En política, hay siempre una propensión a considerar a los extranjeros como los instigadores de una conspiración internacional. La opinión pública tiene tendencia a pensar en términos de complots. (…) Todo eso forma parte de un complejo general, y los judíos, los zíngaros o la Unión Europea son todos chivos expiatorios potenciales. Los políticos juegan alternativamente una u otra de estas cartas”, explica. Para el historiador estadounidense William M. Johnston, “la capacidad de soñar de los magiares ha hecho de ellos un pueblo de guardianes, siempre preparados para defender Hungría como una excepción entre las naciones” (5).

Aunque el primer ministro admite que ningún complot fue promovido contra él, afirma sin embargo haber frustrado un “golpe” gracias a la movilización de cientos de miles de personas a principios del año 2012. Esta “marcha de la paz” hizo converger hacia Budapest a sus partidarios llegados de todo el país, e incluso de algunas provincias del antiguo reino situadas hoy en Rumanía o en Eslovaquia, donde las minorías húngaras pudieron obtener pasaportes de su país de origen (6). “¡No seremos una colonia!” “Unión Europea = Unión Soviética”, entonaba la multitud para defender la nueva Constitución, que entró en vigor el 1 de enero de 2012. Las restricciones aportadas por el nuevo texto a los poderes del Tribunal Constitucional, a la autoridad de los jueces y a la independencia del Banco Central condujeron a la prensa extranjera a denunciar una corriente autoritaria, mientras que la Comisión Europea obtenía varias modificaciones al lanzar un proceso judicial por infracción del derecho europeo.

El rumor de una dimisión del primer ministro corrió en la prensa local e internacional. Este momento de fluctuación animó al jefe de la oposición socialista, Attila Mesterhazy, a afirmar que Orbán –elegido menos de dos años antes con la mayoría absoluta de los votos (52%)– debía abandonar su puesto. La tesis de una tentativa de desestabilización fue defendida en un libro que, cuando apareció, en el verano de 2012, contó durante varias semanas con una gran campaña de promoción, por medio de grandes carteles en los pasillos del metro. El título, ¿Quién ataca a Hungría y por qué? es explícito, al igual que la imagen de la portada: aviones de combate que sobrevuelan la cuenca de los Cárpatos, refugio del pueblo magiar (7). Según los autores, la tentativa de desestabilización habría sido conducida a la vez por diplomáticos y políticos húngaros y estadounidenses, por intelectuales de la izquierda liberal y por el FMI.

Incapaz de obstaculizar la revolución conservadora dirigida a toda marcha por el Fidesz desde su llegada al poder, la izquierda se volvió en repetidas ocasiones hacia Bruselas. Para el Gobierno, quedó demostrada su traición al ampararse en las columnas de la prensa extranjera. Según una división sociopolítica anticuada, el nacionalismo y hasta el patriotismo siguen siendo de dominio exclusivo de la derecha, mientras que la izquierda sería cosmopolita. “La izquierda trata de no parecer demasiado ‘internacionalista’, pero no lo consigue”, confiesa Sik.

El enemigo extranjero asume a menudo los rasgos de George Soros. El multimillonario y filántropo estadounidense, judío de origen húngaro, se ha vuelto el blanco preferido de la prensa progubernamental, y más aún para la de la extrema derecha. A finales de los años 1980, este apóstol de la “sociedad abierta” (8) contribuyó al surgimiento de movimientos democráticos, como la Federación de Jóvenes Demócratas (Fidesz), embrión del partido que está hoy en el poder. Tres personajes de primera plana, Orbán, László Kövér –actual presidente del Parlamento– e István Stumpf, miembro del Tribunal Constitucional, recibieron becas de estudios de su fundación.

Ahora Soros apoya a sus adversarios. Su red, Open Society Foundations, mantiene numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG) locales, progresistas o liberales, que suministran informes críticos a los opositores de Orbán y contribuyen a forjar la imagen internacional de Hungría. El think tank estadounidense Center for American Progress, al cual Soros es afín, financia también la fundación Haza és Haladás (“Patria y Progreso”), plataforma de lanzamiento del candidato anti-Orbán, Gordon Bajnai. El semanario de centro derecha Héti Valasz estima que, en 2012, se pagaron 1,7 millones de euros a estos opositores.

Los detractores extranjeros del primer ministro fueron útiles a sus partidarios en el país. Con demasiada frecuencia, la prensa internacional denunció su política en bloque, sin preguntarse sobre lo que los húngaros habían rechazado masivamente al elegirlo: “La incompetencia, las querellas internas y la corrupción de los precedentes gobiernos socialistas”, como sintetiza el periodista austríaco de origen húngaro Paul Lendvai, quien, sin embargo, es poco simpatizante del Gobierno actual. Al devolverle a Hungría una imagen poco halagadora, la de un país periférico condenado al despotismo oriental y a la barbarie, las elites de Europa Occidental refuerzan sus complejos, su tendencia a la paranoia y al aislacionismo.

La frágil coalición socialista-liberal conducida por los ex primeros ministros Ferenc Gyurcsany y Gordon Bajnai no consigue hacer olvidar sus fracasos pasados, mientras que el pequeño Partido Ecologista (7,5% de los votos en 2010) rechaza toda alianza y se juega su supervivencia parlamentaria haciendo campaña contra la corrupción. En el otro extremo del espectro, el partido de extrema derecha Jobbik (16,7% en 2010), sofocado por la retórica soberanista del Fidesz, no ha ganado más terreno desde su entrada en el Parlamento en 2010.

El recelo general respecto de Occidente se acrecentó aún más con la complacencia con la que algunos medios de comunicación occidentales saludaron la llegada a la escena política, a finales de 2012, de un rival de Orbán: el ex primer ministro tecnócrata Bajnai. Pues si los espectaculares resultados macroeconómicos obtenidos por este ex empresario durante su paso relámpago por el poder, de abril de 2009 a mayo de 2010, dejaron un excelente recuerdo en Bruselas y en Washington, en los bordes del Danubio la nostalgia no es tan intensa.

Es verdad que Bajnai redujo el déficit público y lo llevó al 4% del PIB en 2010, frente al 9% en 2006. Pero lo logró a costa de una cura de austeridad como no había conocido el país desde 1995: recortes en los gastos sociales, supresión de la paga extra para los jubilados y los empleados, congelación de los salarios en la función pública, retraso en la edad de acceso a la jubilación (de 62 a 65 años) y aumento del impuesto sobre el valor añadido (IVA), que pasó del 20% al 25% (en la actualidad, bajo el Gobierno de Orbán, ha alcanzado un 27%, convirtiéndose en la tasa más elevada de Europa). El forinto [o florín, la moneda húngara] se fortaleció mucho; la gestión de la crisis se consideró admirable. Se contrastó con la de Grecia, rebelde e irresponsable: “Lecciones potenciales para Grecia en Hungría,”, titulaba el New York Times (9). La Unión Europea, el presidente estadounidense Barack Obama y el FMI felicitaron al joven empresario, que en ese momento no se consideraba un hombre político, puesto que, aseguraba, su gestión de la crisis había sido la única posible.

Así se abrió un camino que Orbán se apresuró en emprender, y que no está próximo a cerrarse, pues, cuatro años más tarde, parece como si los húngaros no tuvieran más elección que entre una gestión tecnocrática sometida a los intereses de las multinacionales y el repliegue nacionalista.

(1) Véase G. M. Tamas, “Hungría, laboratorio de una nueva derecha”, Le Monde diplomatique en español, febrero de 2012.
(2) Figyelö, Budapest, 19 de diciembre de 2013.
(3) Elet Es Irodalom, Budapest, diciembre de 2013.
(4) Magyar Hírlap, Budapest, 3 de mayo de 2012.
(5) Citado por Paul Lendvai, Hungary: Between Democracy and Authoritarianism, Columbia University Press, Nueva York, 2012.
(6) Véase Laurent Geslin y Sébastien Gobert, “Viaje a los márgenes de Schengen”, Le Monde diplomatique en español, abril de 2013.
(7) Zárug Péter Farkas, Lentner Csaba y Tóth Gy, László, Kik támadják Magyarországot és miért?, Kairosz Kiadó, Budapest, 2012.
(8) La red Open Society Foundations, creada por George Soros, debe su nombre a la obra de Karl Popper La sociedad abierta y sus enemigos, Ibérica, Barcelona, 2010 (1ª ed.: 1945).
(9) Judy Dempsey, “In Hungary, potential lessons for Greece”, The New York Times, 19 de febrero de 2010.

LUNES 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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5) El conflicto más alto del mundo llega a su tercera década
Andrew North (BBC)

El 13 de abril de 1984, tras una victoria muy apretada, tropas indias le arrebataron a Pakistán el control del glaciar de Siachen, en el norte de Cachemira. Treinta años después, los dos lados se encuentran en lo que parece ser un punto muerto. Sin embargo, el alpinista del ejército indio que inspiró la operación dice que su país debe aferrarse a esa zona a cualquier costo.

Aunque prácticamente está escondido de la vista pública, el conflicto más alto del mundo se encamina hacia su cuarta década. La lucha entre India y Pakistán por el glaciar Siachen ha producido una nueva palabra: «oropolitics» o montañismo con un objetivo político. En griego, oros significa montaña.

Además de su origen griego, el coronel del ejército indio Narendra Kumar puede reclamar la paternidad moderna de la oropolitics porque sus exploraciones pioneras allanaron el camino para que India se hiciera del control del glaciar a principios de 1984. Pero lo que empezó como una batalla con crampones y cuerdas para escalar se transformó en un campo de batalla con trincheras de gran altitud, con dos ejércitos rivales congelados en prácticamente las mismas posiciones que hace 30 años.

«Desperdicio terrible»

La gran mayoría de los soldados indios y paquistaníes que murieron, cuya cifra se estima asciende a 2.700, perecieron no por los combates sino por las avalanchas y el mal de altura, causado por la pobre adaptación del cuerpo a la hipoxia (falta de oxígeno) de la altitud.
«Ha sido un desperdicio terrible de hombres y dinero», dice un exoficial de alto rango del ejército indio y un veterano de Siachen. «Una batalla de dos calvos por un peine», es el veredicto de Stephen Cohen, un especialista estadounidense en temas surasiáticos. El experto desestima la importancia militar de Siachen. Esto podría ser reconfortante si las dos partes enfrentadas no tuviesen armas nucleares.

Rodeado de fotografías y recuerdos de sus hazañas escalando, el coronel Kumar, quien sobrepasó la barrera de los ochenta años, dice que la lucha fue crucial para prevenir la invasión paquistaní en el norte de Cachemira. Como sucede con muchos conflictos de larga duración, este comenzó en una frontera indefinida.

A finales de la década de los años 70, un alpinista alemán le mostró a Kumar un mapa, dibujado por estadounidenses, del norte de Cachemira en el que se demarcaba la línea del alto el fuego entre India y Pakistán mucho más al este de lo que él habría esperado. Parecía que los estadounidenses le habían cedido cartográficamente una gran parte del este de Karakórum a Pakistán, incluyendo el glaciar Siachen.

«Le compré el mapa al alemán y lo envié directamente al director general de operaciones militares», indica el coronel, que en ese momento se encontraba a cargo de la escuela de guerra de montaña del ejército indio. «Dije que organizaría una expedición al área para corregir el mapa». Pero pese a varios acuerdos de cese el fuego, India y Pakistán nunca han oficialmente demarcado la «línea de control» militar en el extremo norte de Cachemira, incluyendo Siachen. Y ambas partes publican diferentes mapas con sus versiones de la geografía del lugar.

Alerta

Con su aliado en el norte, Pakistán fue el primero en ver el potencial de la oropolitics en este vacío estratégico. A lo largo de la década de los años 70, le otorgó permisos a montañistas extranjeros para ascender el glaciar, impulsando la idea de que se trataba de territorio paquistaní, hasta que el coronel Kumar dio la voz de alerta.

Pero cuando consiguió un permiso para una contra-expedición en 1978, rápidamente se filtró por la frontera. «Cuando llegamos a Siachen, helicópteros paquistaníes nos sobrevolaban», Kumar cuenta con una sonrisa, «y empezaron a disparar humo de colores». Eso y la basura dejada por otros equipos de alpinismo lo convencieron de que los paquistaníes estaban sigilosamente tomando el control de la zona.

Pero al principio –señala con tono de queja- los generales indios no lo tomaron con seriedad. En 1981, el coronel Kumar tuvo la luz verde para mapear el glaciar entero, todo el trayecto hasta llegar a la frontera china. En esta ocasión no hubo fugas. El año siguiente, el militar escribió sobre su expedición en una revista sobre montañismo y replanteó el reclamo indio sobre el área.

Con el ejército indio claramente involucrado, los paquistaníes estaban determinados a consolidar su reclamo. Pudieron haber salido exitosos si no hubiese sido porque la inteligencia india tuvo conocimiento de una compra muy interesante hecha en el Reino Unido a inicios de 1984. «Nos enteramos de que los paquistaníes estaban comprando varias piezas de ropa para montañistas en Londres», cuenta Kumar sonriendo. Un coronel paquistaní retirado admitió posteriormente que habían cometido un error al usar la misma tienda que los indios.
Tropas

India despachó inmediatamente las tropas a Siachen y, en una semana, derrotó a Pakistán. Con los mapas del coronel Kumar en mano, tomaron el control del glaciar y la montaña de Saltoro. Una de las bases indias clave en Siachen lleva el nombre del coronel. Años después un contraataque paquistaní dirigido por el brigadier general Pervez Musharraf fue uno de los varios intentos por sacar a los indios que terminó en fracaso. Desde el acuerdo de alto el fuego en 2003, los paquistaníes se han dado por vencidos.

Pero aunque ambos lados están mejor preparados para enfrentar las condiciones extremas de la zona, todavía mueren docenas de soldados anualmente. Debido a que India ocupa el área más alta y por ende la más difícil de mantener, debe pagar el precio financiero más caro, que actualmente se estima en alrededor US$1 millón diarios.

«Con todo el dinero que hemos gastado en Siachen, pudiéramos suministrarle agua potable y electricidad a la mitad del país», señala el exoficial del ejército indio. Ambos ejércitos, dice, se aseguran que sus «heroicas narrativas» del conflicto dominen al limitar el acceso de los medios de comunicación a Siachen. Cualquier señal de distensión -recientemente Pakistán perdió 140 soldados en una avalancha- siempre se desvanece.

Siachen es solo el frente más frío de los muchos frentes en el congelado conflicto de Cachemira. Ni India ni Pakistán parecen estar preparados para dar el primer paso. «No habrá movimiento en Siachen hasta que haya algún movimiento en el resto», predice un exfuncionario de inteligencia de alta jerarquía de India. Mientras tanto, el coronel Kumar cree que India debería consolidar su posición en Siachen al permitir más montañistas subir.

LUNES 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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