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MICROCLIMAS Y MACROPOLÍTICAS

1) OEA, Unasur y Venezuela: el microclima de Almagro –
2) En Brasil se disputa el futuro de América Latina –
3) El golpe de Estado en Brasil y el «retroceso» de Washington en América Latina –
4) La agenda perdida del progresismo y la nueva ola de movilizaciones –
5) Las claves del éxito del Estado Islámico

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 16 / Nº 777 / Miércoles 8 de Junio de 2016 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) OEA, Unasur y Venezuela: el microclima de Almagro
Juan Manuel Karg * (Alai)

El Secretario General de la OEA, Almagro, había planificado otro escenario. No contaba entre las posibilidades que el Consejo Permanente lo desautorizara en su campaña -ya pública, esquiva de la diplomacia y también de la equidistancia- contra el gobierno de Maduro. Pero aquello pasó, y la mediación entre gobierno y oposición planificada por Unasur bajo la presencia de los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana) fue refrendada por la organización con sede en Washington, que pasó de intentar confrontar con el organismo nacido en 2008 a “ir al pie” del mismo.

El uruguayo ex Frente Amplio no fue el único que quedó offside: también le sucedió lo propio al presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Henry Ramos Allup, quien desencantado con la posición argentina le dedicó una serie de mensajes al presidente Mauricio Macri, acusándolo de abandonar la “preocupación” por Venezuela en base a los objetivos de Malcorra en torno a la Secretaría General de la ONU. “Cristina al menos no era hipócrita” disparó el veterano dirigente adeco, conocido por sus exabruptos dentro y fuera de las redes sociales.

Pero para Almagro el golpe es aún mayor por un factor adicional: jugó su reputación en el mundo del derecho pidiendo la activación de la Carta Democrática en 132 páginas repletas de errores estadísticos, con una sola consultora de fuente (Datanálisis), citas de Twitter como respaldo y el llamado a ex presidentes abiertamente parciales en el tema Venezuela (José María Aznar, Tuto Quiroga, Felipe González, entre otros).

Tal fue el descalabro presentado que al uruguayo le soltó la mano hasta la propia Malcorra. En los pasillos de la diplomacia latinoamericana algunos alegan que tras el desafío velado de la canciller argentina a Almagro se esconde una posible salida a su improbable elección como Secretaria General de la ONU, donde necesita de los votos de los países emergentes, desdeñados por el nuevo Palacio de San Martín.

Resumiendo: ¿La trampa a Almagro fue tendida por una Malcorra que se mostró favorable a la Carta Democrática primero y luego puso el freno de mano, buscando lugar en Washington en caso que fracase su carrera a la ONU? ¿O Almagro quedó sólo producto de un “microclima” que le creó la oposición venezolana, endulzando su oído en los fríos salones norteamericanos? Ambas parecen ser interpretaciones posibles, que sólo podrán ser refrendadas a la luz de los acontecimientos de los próximos meses -ya que “la única verdad es la realidad”-.

Mientras tanto, Venezuela cuenta con un breve respiro diplomático internacional en medio de la convulsión económica y social. Unasur, que fuera clave en la desactivación de los intentos destituyentes en Bolivia (2008), Ecuador (2010) y la propia Venezuela (2014), tiene mucho que ver en este nuevo proceso de diálogo que se abre en el país bolivariano. ¿Intentará Almagro igualmente avanzar en su intento de implementación de la Carta Democrática el 13 y 14 de junio próximo? ¿Cómo responderán los países de América Latina frente a la derrota parcial del uruguayo?
* Politólogo UBA / Analista Internacional
MIÉRCOLES 8 DE JUNIO DE 2016 – COMCOSUR
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2) En Brasil se disputa el futuro de América Latina
Emir Sader (La Jornada)

Con el gobierno de Mauricio Macri se ha roto el eje de los procesos de integración en América Latina, constituido por la alianza entre Brasil y Argentina, que distanciaba al continente de la influencia de Estados Unidos. Con el riesgo de que Brasil también se sume a la tendencia asumida por el gobierno argentino se revertiría esa influencia haciendo que el continente pasara a sumarse al predominio mundial del neoliberalismo, que afecta particularmente a Europa, de forma devastadora, entre otras regiones del mundo.

El gobierno de Macri camina para volverse la referencia central del neoliberalismo en América Latina. El gobierno mexicano de Enrique Peña Nieto, candidato anterior a servir como modelo de esas políticas en el continente, ha fracasado tempranamente. El estilo empresarial de Sebastián Piñera también ha fracasado en Chile. Álvaro Uribe también se ha desgastado como referencia de la política estadunidense en el continente.

La inesperada victoria de Macri fue velozmente saludada por Washington como superación del estilo de confrontación de Cristina Kirchner y recibió rápidamente una visita de Obama, quien no se ha cansado de elogiar la política económica de Macri.

La eventual destitución de Dilma Rousseff y el final de la experiencia de gobierno del PT en Brasil aparece, para la derecha latinoamericana, como lo que sería un viraje histórico. La similitud de las políticas del presidente interino de Brasil con las de Argentina representaría un retorno a lo que esos dos países y prácticamente la totalidad del continente a vivido en los años 90, con resultados económicos y sociales desastrosos para todos los países que las han aplicado.

El desenlace de la disputa todavía vigente en Brasil será decisivo para el futuro de toda la región. Si Brasil se suma efectivamente a la corriente hoy representada por Argentina –en la cual están México y Perú, entre otros países–, el continente pasaría a asumir al neoliberalismo como su corriente predominante. Independientemente de lo que ocurra en Venezuela, Ecuador y Bolivia tendrán dificultades para sobrevivir, mientras el Mercosur, así como la Unasur y la Celac bajarán su perfil y la OEA volverá a recuperar protagonismo en el continente.

Si, al contrario, el interinato de Michel Temer no tiene continuidad y Rousseff vuelve a la presidencia o, por alguna otra vía, se convoca a nuevas elecciones y la continuidad de los gobiernos progresistas es garantizada, Argentina tendrá en Brasil un contrapunto fuerte en la región. El mismo Macri ya ha demostrado que buscaría convivencia amistosa con un gobierno con esos rasgos y las demás administraciones de la región podrían contar con Brasil como aliado.

Son dos destinos muy diferentes, hasta contrapuestos. El continente podría seguir exhibiendo gobiernos en la contramano del neoliberalismo, que devasta gran parte del mundo, en un caso. O se sumaría dócilmente y sin protagonismo internacional alguno, como ocurría en la década de 1990.

Por todo ello los ojos del continente –así como los de EU– se vuelven hacia Brasil, escenario de una dura disputa entre el retorno a políticas centradas en el mercado o de una retomada continuidad y profundización de las políticas de afirmación de los derechos de todos, con desarrollo económico y distribución de la renta. Latinoamérica concluirá así este año crucial con fisonomía distinta de la que tenía al comenzar 2016: la cara del retroceso neoliberal o la de la disputa de dos modelos contradictorios, con Argentina y Brasil representando esas alternativas.

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO DE 2016 – COMCOSUR
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3) El golpe de Estado en Brasil y el «retroceso» de Washington en América Latina
Mark Weisbrot (Últimas Noticias)

Claro está que el Poder Ejecutivo del Gobierno de Estados Unidos favorece el golpe de Estado en curso en Brasil, a pesar de que se haya cuidado de evitar cualquier respaldo explícito hacia el mismo. La primera muestra fue el encuentro entre Tom Shannon, el funcionario número 3 del Departamento de Estado de EEUU, y quien sin duda está encargado de manejar esta situación, junto al senador Aloysio Nunes, uno de los líderes del juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff en el Senado brasileño, el 20 de abril. Mediante la celebración de esta reunión tan solo tres días después de que la Cámara Baja de Brasil vot ó a favor de destituir a la presidenta Rousseff, Shannon le enviaba una señal a los gobiernos y a diplomáticos en toda la región y en el mundo de que para Washington el juicio político es más que aceptable. Nunes le devolvió el favor al encabezar un esfuerzo (siendo el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Brasil) para suspender a Venezuela del Mercosur, el bloque comercial suramericano.

Es mucho lo que está en juego para las principales instituciones de política exterior de EEUU, las cuales incluyen las 17 agencias de inteligencia, el Departamento de Estado, el Pentágono, la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad Nacional, junto a los comités de política exterior del Senado y de la Cámara. Un enorme cambio geopolítico se llevó a cabo en los últimos 15 años, en los que la izquierda latinoamericana pasó de no gobernar ningún país a liderizar la mayoría de los países de la región. Por diversos motivos históricos, la izquierda en América Latina tiende a favorecer la independencia nacional y la solidaridad internacional, y por lo tanto está menos dispuesta a ir de la mano con la política exterior estadounidense. Recuerdo la primera vez que vi a Lula da Silva. Fue en Porto Alegre, Brasil, en el año 2002. Le hablaba a una multitud en el Foro Social Mundial, de pie bajo una enorme pancarta que decía «Dile No a la guerra imperialista en Irak».

Lula es un buen diplomático, y mantuvo una buena relación personal con George W. Bush durante sus presidencias contiguas. Pero transformó la política exterior de Brasil, y contribuyó al desarrollo regional de una política exterior independiente. En 2005, en Mar del Plata, Argentina, los gobiernos de izquierda enterraron el «Área de Libre Comercio de las Américas» (ALCA) patrocinado por Estados Unidos, poniéndole así fin al sueño estadounidense de un acuerdo comercial hemisférico basado en reglas diseñadas en Washington. Brasil, bajo el Partido de los Trabajadores (PT) también respaldó firmemente a Venezuela contra los repetidos intentos por parte de EE.UU. de aislar, desestabilizar, e incluso derrocar a su gobierno. El primer viaje al exterior de Lula después de su reelección en 2006 fue a Venezuela, donde apoyó al presidente Hugo Chávez en su propia campaña de reelección. El gobierno del PT también apoyó los esfuerzos regionales para anular el golpe militar respaldado por EEUU en Honduras, y se opuso con éxito la ampliación del acceso de Estados Unidos a las bases militares en Colombia en 2009. Y fueron muchos en la clase dirigente de la política exterior estadounidense (incluyendo a la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton) quienes no apreciaron el papel del Gobierno de Brasil en ayudar a organizar un acuerdo de canje de combustible nuclear destinado a resolver el conflicto con Irán en 2010, a pesar de que en realidad se hizo por sugerencia de Washington.

La Guerra Fría de Washington nunca culminó en América Latina, y ahora ve su oportunidad para un «retroceso». Brasil es un gran premio, como lo evidencia el nuevo canciller del gobierno interino, José Serra, quien se lanzó sin éxito a la presidencia, primero contra Lula (2002) y luego contra Dilma (2010). Se espera que utilizará su posición actual — si es que el actual gobierno sobrevive — como especie de trampolín hacia un tercer intento por la presidencia.

En su campaña presidencial de 2010, Serra se esforzó sobremanera a modo de demostrar su lealtad a Washington. Acusó al gobierno boliviano de Evo Morales, de ser cómplice del narcotráfico y atacó al gobierno de Lula por sus intentos de resolver la disputa nuclear con Irán. Los criticó igualmente por unirse al resto de la región en no reconocer al gobierno de Honduras tras el golpe, e hizo además campaña contra Venezuela.

Este es el tipo de persona que a Washington tan desesperadamente le gustaría ver a cargo de la política exterior de Brasil. Aunque las corporaciones obviamente sean grandes jugadoras en la política exterior de EEUU, y que se encargan textualmente de redactar gran parte de los acuerdos comerciales como el NAFTA y el TPP, el principio rector que orienta la política exterior de Washington no es el beneficio a corto plazo sino el poder. Los mayores decisores, hasta llegar a la Casa Blanca, se preocupan ante todo por lograr que los demás países se alineen con la política exterior estadounidense. No apoyaron la consolidación del golpe militar en Honduras porque el presidente de Honduras, Manuel Zelaya haya aumentado el salario mínimo, pero sí debido a que encabezaba un gobierno vulnerable de izquierda que formaba parte de la misma alianza amplia que incluía a Brasil bajo el PT. Estos gobiernos todos se apoyaban entre sí y cambiaron las normas de la región, de modo que incluso los gobiernos que no eran de izquierda como el de Colombia, bajo Juan Manuel Santos, en buena medida le seguían la pauta a los demás.

Es esto lo que Washington quiere cambiar en este momento, y existe mucha emoción en este paradero del Norte en cuanto a las perspectivas de «un nuevo orden regional», que en realidad no es más que el viejo orden regional del siglo XX. No tendrá éxito — ni siquiera si nos guiamos por sus propios criterios de medirlo — no más del que logró tener George W. Bush con su visión de una remodelación de Oriente Medio al invadir Irak. Sin embargo, puede ayudar a hacer mucho daño en su intento.

Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research, CEPR) en Washington, D.C. y presidente de la organización Just Foreign Policy. También es autor del nuevo libro “Fracaso. Lo que los ‘expertos’ no entendieron de la economía global” (2016, Akal, Madrid).

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO DE 2016 – COMCOSUR
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4) La agenda perdida del progresismo y la nueva ola de movilizaciones
Salvador Schavelzon (Rebelión)

El nuevo siglo comenzó en el mundo con fuertes movilizaciones de distinto carácter pero que podían entenderse como parte de un movimiento contrario a la globalización neoliberal. No había una instancia internacional de coordinación de estas protestas, pero las mismas pueden ser asociadas a un mismo horizonte de época. América Latina fue parte de este ciclo de forma activa, con movilizaciones contra el ALCA (Alianza de Libre Comercio para las Américas), y levantamientos que expulsaron presidentes con agendas neoliberales en Argentina, Bolivia y Ecuador, se enfrentaron a tratados de libre comercio en México, o rechazaron ajustes.

En Brasil, el Foro Social Mundial, inicialmente surgido como oposición al Foro Económico de Davos, se sumaba a una ebullición de movimientos sociales que fueron centrales en las protestas latinoamericanas, en un momento en que era posible aglutinar sectores tan diversos que podían mostrar simpatía por Chávez o por el Subcomandante Marcos, definirse como autonomistas y horizontales, recibir financiamiento de ONGs o ser un sindicato aliado a un partido. Estudiantes, maestros, campesinos, indígenas, trabajadores sin tierra o desocupados contribuyeron a que se vuelva posible un cambio de signo político que se registró electoralmente en la mayoría de los países de la región.

Buena parte de la energía que venía de estas movilizaciones se transformó en apoyo a nuevos gobiernos progresistas, en algunos lugares protagonizados por los propios movimientos, en otros impulsando medidas exigidas por estos en los años anteriores. Una política que se expresaría alrededor de la dinámica electoral, en los grandes medios de comunicación y cada vez más en las redes sociales, dejaría las calles para nuevos participantes. En un mundo de “Guerra al Terror”, BRICS y la gestación de una nueva crisis económica mundial, pasarían diez años hasta que un ciclo de fuertes movilizaciones se reiniciara.

En el tiempo del auge del progresismo sudamericano, sectores críticos al gobierno y que se movilizaban a partir de nuevos conflictos mantendrían cierta conexión con las nuevas modalidades y perspectivas políticas ya expresadas en el momento anterior de movilizaciones anti-neoliberales y altermundialistas. Desde asambleas o movimientos auto-organizados, y con una crítica transversal a toda la clase política mostrarían creatividad pero, en este momento, poco impacto. Al mismo tiempo se iría generando una agenda política nueva ante la persistencia de la violencia policial en las periferias, la amenaza de poblaciones y medio ambiente ante el avance del extractivismo y las grandes obras, o la timidez para efectivizar derechos sociales y escuchar a las minorías.

El repliegue de la movilización de organizaciones aliadas al progresismo, aún cuando agendas como las de reforma agraria y ampliación de derechos del trabajo sean interrumpidas o ignoradas, harían que grandes movimientos sociales y sindicatos dejaran de ser componentes centrales de la movilización. Las fuerzas que no perdieron capacidad de expresión, sin embargo, no encontrarían espacios para denunciar la continuidad del neoliberalismo en escenarios sumamente desmovilizados y envueltos en narrativas mediáticas que priorizaban otras temáticas. Cualquier propuesta política que tuviera los ojos más allá de la coyuntura política nacional, o de caminos políticos que no fueran los del mercado y el Estado, además, se mantendría silenciada ante dos grandes aparatos de creación de relatos que no cuestionaban esa predilección por historias de líderes carismáticos reformadores o bandidos en el poder.

Durante el tiempo del progresismo también se movilizarían sectores de clase media no organizados en movimientos y que no habían sido protagonistas del ciclo anterior de movilizaciones pero que salían a la calle en distintos países. Levantaban pautas como corrupción, seguridad, autonomía política para regiones abastadas, o críticas a medidas políticas que las afectaban. Como el progresismo, estos sectores enfocaban sus relatos en figuras presidenciales o en partidos de gobierno, y en ese sentido no eran invisibilizados, sino más bien reforzadas por la polarización mediática imperante.

Los estrategas de los gobiernos progresistas atenderían mejor las movilizaciones de clase media, acogiéndolas desde políticas y discurso. Frente a las que interpelaban más directamente su identidad política, oscilarían entre la indiferencia, el enfrentamiento discursivo desde el pragmatismo y la represión. Sólo en Venezuela se vivió un intento de profundización de reformas, mientras que en otros países sería más visible una deriva conservadora, con acercamiento a agendas de iglesias y alianzas empresariales y políticas muy difíciles de justificar. Se aprobarían leyes o acciones “anti-terroristas” contra la protesta mapuche en Chile, contra la Copa del Mundo en Brasil o conflictos por explotación minera en otros países. Se perseguirían líderes sociales o movimientos ecologistas presentados desde el poder como obstáculos para el desarrollo.

Las movilizaciones de Junio de 2013 en Brasil, o de distintos sectores en Bolivia y Ecuador que se asocian más con la conflictividad que anticipó la llegada del progresismo que con las clases medias opositoras que también estaban en la calle, mostrarían nuevas fuerzas y modalidades de protesta que anticiparon el cierre de un ciclo abierto cuando caían los gobiernos iniciados en los años 90, identificados con la defensa de la privatización y aplicación acrítica de los programas de ajuste de los organismos internacionales de crédito.

Las derrotas electorales recientes en varios países sudamericanos, reabren la posibilidad de una nueva fase de movilización, con la posible articulación de fuerzas que se enfrentaron al progresismo con otras que reaccionen al cierre o amenaza de una serie de políticas de inspiración social y estatista impulsadas por el gobierno. Los nuevos gobiernos verán la posibilidad de volver al comienzo de siglo, con movilizaciones que enfrentaron al progresismo y otras que saldrán en su defensa. Al mismo tiempo, pondrán al descubierto la necesidad de retomar una agenda anti-neoliberal enfrentando un andamiaje político puesto en funcionamiento décadas atrás pero que el progresismo no buscó desarmar de forma estructural.

En Brasil, los grupos de clase media que impulsaron protestas a favor del Impeachment ya dan muestras de que no permanecerán movilizados, aunque el nuevo gobierno no atienda los reclamos que reivindicaban. Las características que adoptará la movilización en este nuevo contexto, deberá definirse desde dos lógicas y visiones políticas distintas que pudieron dialogar en las manifestaciones de los años 90 y 2000, pero que durante el progresismo se encontraron en las antípodas.

En tiempos del nuevo gobierno (interino) de Michel Temer, parte de la movilización inscribirá sus esfuerzos en la estrategia de recuperación de las instituciones. La exigencia de nuevas elecciones o de reivindicación de vuelta para el gobierno depuesto con denuncia de ilegalidad, se combinan desde este horizonte con acciones judiciales y articulación política, además de un llamado para la movilización que hasta ahora no mostró capacidad de impacto y masividad para influir en los acontecimientos.

Esta salida política “por arriba”, apunta sus energías y esperanzas en la cabeza del ejecutivo, subordinando la movilización a la resolución del enredo en la instancia institucional y no siempre aceptando discutir el proyecto que se defendería en una vuelta al gobierno. Mediante la constitución de frentes unificados en el rechazo al nuevo gobierno, también se movilizará con este horizonte institucional el arco político partidario que se opuso al Impeachment sin haber abandonado la crítica al gobierno del PT y aliados, desde la reforma de previdencia de 2003 a la política de austeridad de 2015.

Volviendo a la movilizaciones altermundialistas de comienzos de siglo, pero también a la fuerza destituyente e insubordinada mostrada en las calles en las jornadas de Junio de 2013, se abre también, en Brasil y otros lugares, la posibilidad de un rechazo “desde abajo” a las políticas del nuevo gobierno que profundice el curso conservador o avance contra políticas progresistas sí iniciadas en la anterior gestión. Sin un objetivo electoral o partidario, se buscará resistir y poner límites desde una movilización que aspira a fortalecerse sin abandonar las calles. A veces sólo es necesario pensar en un número de día y una letra de mes para poner fecha a una movilización que no surja de la articulación de dirigentes, y que logre producir efectos por su propia fuerza, sin necesidad de mediaciones que busquen traducirla institucionalmente.

La falta de verticalidad y jerarquía de este tipo de movilizaciones, las hace irreductibles a una negociación que la finalice sin resultados. Su horizontalidad y dispersión permite sumar innúmeras posiciones y reclamos en una fuerza que se constituye como contrapoder sin aspirar a ocupar el lugar de gobierno. Su fuerza no sólo está dada por venir de abajo, conectar indignaciones y mantenerse al margen de la institucionalidad del sistema. Su fuerza se relaciona también con su forma de articulación sin cúpulas burocratizadas ni filiación a una estructura clásica. De sentido común especialmente para muchos jóvenes, no identificados con las formas de organización verticales, evitan la fragmentación a la que podría llevar la falta de estructura orgánica con formas de conexión en red. Estas movilizaciones funcionan como performance antes que como discurso y proyecto político alternativo.

Este tipo de protestas aparecen como irracionales, infantiles, o subversivas para fuerzas represivas e interlocutores del Estado, pero también para una izquierda dogmática y centralizada, para la prensa y las ciencias sociales que exigen o esperan propuestas y demandas claras, interlocutores con rostro y biografía, trayectos de movilización delimitados y horario para finalizar claramente establecido. Protestas como las de Junio de 2013, Occupy Wall Street, el 15M español, la primavera árabe y el reciente Nuit Debout en Francia, no se adaptaban a estos parámetros, como crítica “desde afuera y desde abajo” a todo un sistema político, pero también a un modelo de sociedad y civilización. Esa realidad utópica no la paraliza, de ahí deriva su fuerza de rápida difusión e impugnación política.

Desde este lugar, que encuentra jóvenes de las grandes ciudades con voces marginales, de visión descolonizadora o comunitaria, se observa con claridad el agotamiento de alternativas ya neutralizadas por el neoliberalismo, como es el caso de la socialdemocracia europea y, por el mismo camino, el progresismo latinoamericano. También se da cuenta del rápido disciplinamiento de opciones inicialmente rupturistas, cuando estas no cuestionan los límites de la representación política, y se limitan a un escenario de “adentro y arriba”, limitado a la dimensión nacional e institucional, sin proponerse cambiar las reglas de juego de un sistema ajeno.

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO DE 2016 – COMCOSUR
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5) Las claves del éxito del Estado Islámico
Por Lucía Gradel
Para infundir el terror alrededor del mundo, ISIS se vale de una estrategia que implica dos modos de actuar. Por un lado, la comisión de atentados en nombre de la yihad, y por otro la puesta en funcionamiento de una poderosa maquinaria de comunicación que sigue todas las reglas del marketing empresarial.

La noche del 13 de noviembre de 2015 la televisión transmitía en vivo un partido de fútbol entre la selección alemana y la francesa que se desarrollaba en el Estadio de Francia. Estaban presentes el primer ministro francés, François Hollande, y el ministro de Asuntos Exteriores alemán Frank-Walter Steinmeier. A las 21 y 17, en pleno partido, las cámaras registraron la primera de las tres explosiones suicidas que se llevaron a cabo en el estadio y que inauguraría una noche sangrienta. Luego de otras dos explosiones, pocos minutos después, se realizó la evacuación desesperada del predio, que fue registrada tanto desde adentro, por celulares particulares, como por los equipos que estaban destinados a transmitir el encuentro deportivo. En esos instantes de desorientación y pánico, un presentimiento era compartido por los periodistas y el público; y antes de ser confirmada la autoría de los atentados, todos apuntaban al mismo nombre: Estado Islámico.

El ataque, planeado intencionalmente para ser visto en vivo desde todo el mundo, había generado imágenes en alta calidad de ciudadanos angustiados, jugadores estrella asustados y, sobre todo, funcionarios europeos en plena vulnerabilidad. Este movimiento obedecía a la estrategia de este grupo de sumar poder mediante la captación de atención.

Pero, ¿qué es ISIS? El Islamic State of Iraq and Syria adquirió notoriedad masiva en 2014, cuando los medios difundieron los primeros videos que mostraban crudamente la decapitación de dos prisioneros, James Foley y Steven Sotloff. Este episodio despertó la atención mundial sobre un llamativo grupo terrorista que mostraba explícitamente sus métodos innovadores y sádicos de tortura y ejecución. Pero la modalidad de aprovechar los medios de comunicación para atemorizar y mostrar poder no es una novedad: Al Qaeda y el segundo avión impactando sobre la Torre Sur, con los ojos de todas las cámaras encima, son un buen antecedente en este campo. Si ISIS no es el primer grupo en aprovechar los medios de comunicación masivos para difundir el terror, ¿cuál es su especificidad?

En primer lugar, que su objetivo es imponer un califato sobre un territorio que incluye algunos países que hoy son estados de Europa occidental, dominado por una rama del Islam basada en una interpretación salafista (fundamentalista) del sunnismo, es decir la aplicación al pie de la letra de la Sharia. Dentro de las acciones que lleva a cabo, pueden distinguirse dos modos de actuar que son interdependientes. Por un lado, la yihad (“guerra santa”): cometer ataques y atentados en ciudades del primer mundo que dejan una gran cantidad de muertos, pánico y shock. Por otro lado, la publicidad. ISIS logra captar la atención sobre estas acciones desplegando una estrategia de comunicación digital y masiva que sigue todas las reglas del marketing empresarial. Y es en este campo donde ISIS está teniendo el mayor éxito.

La marca

Una de las características que ha destacado al ISIS desde sus inicios es la capacidad que ha adquirido para reclutar jóvenes combatientes de todo el mundo. Según distintas estimaciones, son alrededor de 30.000 los extranjeros luchando en sus filas en Siria e Irak (1), y no se trata solo de musulmanes, sino de jóvenes que comparten el hecho de sentirse marginados de sus sociedades. En el reclutamiento juegan un papel principal la publicidad y las redes sociales. Para esto, ISIS ha desplegado una estrategia de captación utilizando las principales herramientas de comunicación digital, aprovechando el potencial de las redes sociales a la perfección. La estrategia apunta a dos objetivos: infundir terror en las sociedades occidentales y los ejércitos enemigos, y reclutar jóvenes para que se incorporen a sus filas.

En otras palabras, ISIS se comporta como una marca con todo lo que esto conlleva en términos publicitarios. Es decir, conoce su target y en función de él diseña una identidad de marca que capta el deseo de pertenencia de jóvenes de todo el mundo, los “lobos solitarios”, que la retroalimentan. La marca ISIS tiene un posicionamiento muy claro: el de ser el grupo terrorista más fuerte, más sangriento y más institucionalizado; el de ser el primer nombre que se nos viene a la cabeza cada vez que vemos un atentado.

Como toda marca, ISIS está luchando contra la competencia para posicionarse como líder dentro de un mercado. El mercado, en este caso, son todos los jóvenes que estarían dispuestos a unirse a un grupo yihadista, susceptibles de ser captados por un discurso radical que se muestre revolucionario y opositor al orden actual. La competencia son otros grupos yihadistas, como Al Qaeda, que dan una imagen demasiado blanda en comparación con el Estado Islámico. Para ilustrar esto, podemos recordar el caso del terrorista de Al Qaeda que dijo que los crímenes que comete ISIS son demasiado horrorosos (2). Y así, está logrando captar a jóvenes que, sin ninguna vinculación directa con el grupo, cometen actos en su nombre.

En la construcción de una marca, el nombre, los símbolos y la estética están pensados y planeados minuciosamente. El nombre “Islamic State of Iraq and Syria” indica que no se plantean como una organización o milicia, sino como un Estado, que es lo que quieren imponer. Otro componente fundamental de ISIS es la conocida bandera negra con letras blancas. Las letras rezan “No hay otro dios que Allah”, y el sello blanco contiene la frase “Mahoma es el mensajero de Dios”. Según la explicación de Charlie Winter, investigador experto en yihadismo (3), esta bandera no es una creación propia sino una apropiación, porque se trata de un símbolo con sentido teológico y con frases que incluyen a todos los musulmanes. Esta decisión tiene que ver con el objetivo que se plantea ISIS de ganar el liderazgo absoluto sobre la nación islámica y todas las tierras musulmanas. La estética, un híbrido entre caligrafía islámica, combate medieval y diseño gráfico moderno, se expande a lo largo y a lo ancho de la extensa comunicación.

A través de esta construcción ISIS logra estar presente en todos los ámbitos digitales donde se mueven los jóvenes y sus contenidos pueden ser encontrados muy fácilmente: para prueba, basta ingresar a Instagram y buscar imágenes con el hashtag #ISIS… La cantidad de contenido que aparece es sorprendente. La campaña es constante y completa, desde la creación de cuentas en redes sociales hasta el desarrollo de aplicaciones. The Dawn of Glad Tidings es una de las apps que estaba disponible en Play Store hasta que Google terminó por darla de baja tras un gran revuelo y debate público. Esta aplicación replicaba los tweets enviados por ISIS desde todas las cuentas de Twitter de los dispositivos que la habían descargado, con capacidad para evadir los filtros de bots –es decir el mecanismo que tiene la red social para detectar cuando un tweet es enviado masivamente desde un robot– y no ser censurados.

La campaña

Entre las producciones mediáticas del Estado Islámico se encuentra una revista institucional llamada Dabiq (4), donde están presentes todos los componentes de cualquier revista institucional contemporánea, pero con contenidos que se parecen más a modos de vida de la Edad Media. Una de las notas editoriales, por ejemplo, hace un recorrido biográfico por la vida de quienes cometieron el ataque en San Bernardino, California el 2 de diciembre de 2015, donde murieron 14 personas. En las entrevistas, líderes religiosos y militares hacen declaraciones basadas en las dos caras de una misma moneda: el extremismo religioso politizado, y una postura política legitimada por la religión. Y como en toda revista, se pueden encontrar anuncios, que en este caso son de prisioneros que están en venta e incluyen un modo de contactarse para los interesados en comprarlos.

La parte audiovisual está a cargo de una productora de contenidos propia, la Al-Hayat Media Center. Esta produce los videos que retratan la vida dentro de los territorios conquistados por el Estado Islámico y documentan la ejecución de prisioneros. Los videos posteriormente se viralizan y son levantados por los medios de todo el mundo, aportando su granito de arena a los objetivos del grupo terrorista. Todas las producciones mediáticas de ISIS, tanto audiovisuales como gráficas y digitales, son de nivel profesional y de gran calidad en la realización, lo que demuestra que están apostando a la comunicación como su carta más fuerte, y que están trabajando en ella personas muy preparadas, con previa experiencia en medios gráficos y audiovisuales.

ISIS también posee una agencia de noticias, la Amaq News Agency of the Islamic State, armada con el objetivo de difundir los últimos ataques, anunciar la muerte de sus mártires y mostrar la vida al interior del Estado Islámico. Esta es la única agencia de noticias que opera dentro del territorio ocupado por ISIS.

Algunas de las imágenes de la Amaq News Agency, tomadas evidentemente por equipos profesionales, son posteadas en un gran caudal de cuentas de Instagram, que se camuflan tras nombres aleatorios para no ser dadas de baja, y que sólo mencionan a ISIS en los hashtags. La estética en estas imágenes es muy similar a las posteadas por cualquier cuenta de esta red social: se utilizan filtros, se muestran paisajes y se acude a las “instantáneas”, capturas de la vida cotidiana. Con la diferencia de que aquí la vida cotidiana trata de prisioneros, clases de preparación para la guerra y homenajes a los mártires.

En Twitter, por ejemplo, es frecuente el impulso del uso de hashtags por parte de miles de cuentas en sintonía, lo que transforma al tema en una tendencia y logra llamar la atención. Uno de los más exitosos fue #AllEyesOnIsis, donde los adeptos eran llamados a subir fotos desde las ciudades en donde vivían, mostrando carteles en apoyo a ISIS. Estas imágenes fueron tomadas en lugares emblemáticos de grandes ciudades, como el Coliseo de Roma, el Palacio de la Aljafería en Zaragoza o la Torre Eiffel en París.

La ventaja

Frente a esta evidente ventaja de ISIS dentro del campo de las redes sociales, hubo algunos intentos de contrarrestar estas campañas. Por ejemplo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos lanzó un proyecto llamado #ThinkAgainTurnAway (5), destinada a concientizar a los jóvenes sobre los peligros que supone involucrarse en redes vinculadas al terrorismo. La iniciativa consistía en buscar tweets y posteos donde se vea la interacción entre un reclutador y un joven interesado en ingresar, y contestar a esos tweets refutando los argumentos del terrorista. Los recursos de este emprendimiento eran muy diversos: desde fotografías de la destrucción que va dejando a su paso el Estado Islámico hasta testimonios de desertores o prisioneros que lograron escapar, relatando la dura vida dentro de los territorios de ISIS. Estos tweets salían desde una cuenta expresamente norteamericana y oficial: su foto de perfil era el escudo del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

La campaña fue un fracaso rotundo y terminó siendo dada de baja. La alusión al gobierno estadounidense y el estilo formal de la redacción deslegitimaban y ridiculizaban los mensajes a los ojos de los jóvenes, y muchas veces terminaban reforzando el incentivo para apoyar al Estado Islámico. Se trataba de una iniciativa sin sentido, ya que intentaban convencer a los jóvenes de que ISIS era una amenaza contra el estilo de vida occidental, cuando justamente es de eso de lo que ISIS se jacta y lo que los jóvenes buscan. El mismo sinsentido tiene la iniciativa de muchos medios y sectores de las sociedades de Medio Oriente que insisten en reemplazar ISIS por “Daesh”, la pronunciación de la misma sigla pero en letras árabes, que al mismo tiempo significa “intolerante” o “que aplasta”. Como si estuvieran ofendiendo al grupo llamándolo “que aplasta”, cuando justamente eso es lo que quiere (y dice querer) hacer. Este efecto, de nuevo, demuestra la gran distancia que hay entre la destreza en términos de comunicación del Estado Islámico y la de los países que intentan detenerlo.

Como si siguiera un manual, ISIS está cumpliendo con todas las pautas del marketing, la publicidad y la comunicación empresarial. Conocen sus objetivos (atemorizar y reclutar); conocen a su público, los jóvenes; armaron una estrategia de medios que coloca la marca, a modo de PNTs (publicidad no tradicional) en horas de televisión, radio, medios gráficos y conversaciones horrorizadas entre la gente. Su principal ventaja, la de comprender a los jóvenes a la perfección y conocer cómo se relacionan estos con las nuevas tecnologías, está convirtiendo a ISIS en la marca líder.

1. Datos obtenidos del estudio realizado por la comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense, y de declaraciones del viceministro ruso de Defensa, Anatoli Antónov.
2. Para ilustrar esto, basta recordar el caso del terrorista de Al Qaeda que dijo que los crímenes que comete ISIS son demasiado horrorosos, Adam Gadahn, http://www.nydailynews.com/news/world/american-al-qaeda-terrorist-slams-isis-horrific-crimes-article-1.2274933
3. Extraído de una entrevista brindada por Winter para The Independent, http://www.independent.co.uk/news/world/middle-east/isis-flag-what-do-the-words-mean-and-what-are-its-origins-10369601.html
4. Palabra que aparece en los hadices o dichos del profeta Mahoma y que alude a una especie de Apocalipsis, donde el ejército musulmán se enfrentará en una última batalla al ejército cristiano.
5. http://thinkagainturnaway.tumblr.com/

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO DE 2016 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación: Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO/URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo económico externo, institucional o personal / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión / Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / blog: nuevo.comcosur.org / contacto: comcosur@comcosur.com.uy / Y ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook
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