Hoy:
1) Estados Unidos: “La retórica de Trump es tóxica y destructiva”
2) Uruguay: Primer aporte teórico sobre acoso sexual callejero en Uruguay
3) Uruguay: Tres hombres propinaron brutal golpiza a una mujer trans
4) Nace el movimiento mundial de madres de migrantes desaparecidos
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 14 /No. 581– Lunes 12 de noviembre de 2018 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) Estados Unidos: “La retórica de Trump es tóxica y destructiva”
Entrevista a Jacinta Gonzáles, integrante de la asociación de migrantes Mijente
El martes en las elecciones de medio término en Estados Unidos, mujeres y comunidad LGBTI+ hicieron historia en un escenario adverso. El presidente Donald Trump encabezó la campaña por el partido Republicano para mantener la mayoría parlamentaria con un discurso racista y misógino que tuvo como principal punto de apoyo y de ataque a la caravana migrante. Al momento, ya suman cuatro caminatas conformadas por personas centroamericanas, niñas, niños, mujeres jóvenes de Honduras, El Salvador y Guatemala, principalmente que quieren cruzar la frontera en busca de una mejor vida. Del otro lado, Trump amenazó con cerrar las posibilidad de asilo y hasta con dar la orden de disparar a los más de 15 mil militares que custodian la zona. Jacinta Gonzáles, integrante de la asociacion de migrantes Mijente, cuenta a NODAL cómo las y los migrantes vivieron esto del otro lado del Río Bravo.
Ustedes en su página www.mijente.net tienen el lema: “Imagina un movimiento que no es sólo Pro-Latinx…sino también pro-negrxs, pro-mujeres, pro-queer, pro-trabajdorxs porque nuestra comunidad es todo eso y más”, ¿Por qué decidieron tomar esta perspectiva y cómo la aplican desde Mijente?
Somos una organización nacional que trabaja como un hogar político, o como un lugar donde gente latinex que comparte nuestros principios se pueden unir para organizarse, para compartir ideas, análisis y encontrar maneras de liberarnos colectivamente, como comunidad. Entonces, por eso, es que le decimos a la gente que si son pro-negras, pro-mujer, pro-queer, pro-trans, pro-gente trabajadora, pro-gente indocumentada, entonces éste es lugar político para ellos, porque sabemos que tenemos que luchar por todos. No podemos seleccionar: sólo por los inmigrantes aquí o las mujeres por acá. Nosotras mismas somos personas que compartimos múltiples identidades y siempre vamos a estar luchando por nuestro ser completo y por ser libres en nuestra existencia completa.
¿Cómo hace una asociación de migrantes para trabajar en la coyuntura actual atravesada por esta temática?
Parte de nuestro trabajo es asegurar que en este momento la gente latina está votando y participando políticamente en las elecciones. Sabemos que la mayoría de los partidos políticos no han estado en comunicación con la comunidad de latinex, ni han brindado información sobre los candidatos. Por eso mismo, pues, depende de nosotros como comunidad hacerlo directamente. Lo que sí vemos es que ha habido tácticas de intimidación y tácticas de amenaza que están tratando de limitar la participación y por eso las tenemos que contrarestar con nuestras propias herramientas, yendo a votar.
Hace prácticamente un mes que está en la agenda política y mediática la caravana migrante centroamericana que se acerca a Estados Unidos, ¿Cómo se reflejó esto en el debate político de la campaña?
Entendemos que en las últimas semanas antes de las elecciones Donald Trump usó la caravana de gente que viene a través de México buscando asilo político como parte de su juego para tratar de asustar a la gente blanca, a la gente racista de este país, para que voten a favor del partido Republicano. Vemos que esta retórica es completamente tóxica, es muy destructiva, pero también puede ser efectiva para la gente que quiera tratar de demonizar a las y los migrantes. Entonces, lo vemos como algo que realmente está afectando a la política de manera negativa y debemos confrontarlo de manera directa.
Nodal / COMCOSUR MUJER Nº 581–12.11.2018
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2) Uruguay: Primer aporte teórico sobre acoso sexual callejero en Uruguay
Todas nos acordamos de cuándo fue la primera vez que un varón nos gritó algo sobre nuestro cuerpo en la vía pública. Tenemos el recuerdo muy vívido de esa ocasión en la que se masturbaron delante de nosotras cuando íbamos camino al liceo o al almacén. Tampoco nos olvidamos de aquella vez en la que un ómnibus hacinado en plena hora pico fue la excusa perfecta para que nos apoyaran el pene en la cola, en la espalda o en el hombro. Todos eran hombres y nosotras, generalmente, niñas. No entendíamos por qué tenían derecho a abordarnos así, pero nos callábamos porque nos daba vergüenza. Con el tiempo, entendimos que no lo podíamos evitar pero aprendimos estrategias para reducir los daños. Empezamos a cambiar nuestros trayectos cotidianos, convertimos los auriculares en escudos, mostramos menos piel, transitamos las ciudades con la cabeza gacha para evitar miradas lascivas. Y así, desde muy chicas, nos fuimos acostumbrando. Las conductas de los varones –aquellos que representan los modelos de masculinidad hegemónica y que creen que tienen poder sobre nuestros cuerpos– fueron disciplinando la manera en la que recorremos las calles, socializamos y ejercemos nuestra ciudadanía.
Estas prácticas unidireccionales ejercidas por una persona desconocida en cualquier espacio público sin el consentimiento de quien las recibe –y generando su malestar– constituyen lo que llamamos acoso sexual callejero y son una de las formas de violencia de género más naturalizadas en nuestra sociedad. Pero que estén culturalmente avaladas no quiere decir que no dejen marcas en nosotras. Algunas son temporales: nos quedamos temblando, nos da taquicardia, lloramos, nos cambia el humor por el resto del día. Otras son permanentes y tienen que ver con esta interrupción sistemática de nuestro tránsito urbano: el miedo constante a ser acosadas o violadas, los nervios cuando avizoramos a lo lejos un grupo de varones, la ansiedad de llegar a nuestra casa sin que alguien nos acose, la necesidad de tomarnos un taxi una vez que cae el sol.
Hace un par de años, Colectivo Catalejo entendió que el acoso sexual callejero es uno de los problemas que más afectan a las mujeres a diario, y empezó a trabajar el tema. De esa búsqueda nació la campaña “Libre de acoso”, lanzada en marzo de este año con dos objetivos fundamentales: problematizar, cuestionar y visibilizar estas prácticas; y generar conocimiento sobre el tema. Por eso, la iniciativa estuvo basada, por un lado, en la difusión de material audiovisual informativo y, por el otro, en la inauguración de una plataforma digital (www.libredeacoso.uy) para hacer denuncias.
Los resultados cuantitativos y cualitativos de la campaña fueron publicados la semana pasada en el marco de la presentación del libro No me halaga, me molesta, que incluye otras tres investigaciones sobre el tema y constituye el primer aporte teórico que se hace en Uruguay sobre acoso sexual callejero.
El lanzamiento de la publicación –realizada por Colectivo Catalejo con el apoyo de la fundación Friedrich Ebert-Stiftung (Fesur)– tuvo lugar en la sede de Radio Pedal. Allí, las autoras de los cuatro artículos expusieron datos, percepciones, resultados y conclusiones que surgieron de los distintos trabajos. Las exposiciones fueron moderadas por la periodista Azul Cordo, quien además fue la encargada de escribir el prólogo del libro.
“Es hora de que dejemos de pensar la ciudad como un espacio neutro, porque no lo es. Es un espacio que está cargado de significantes, atravesado por muchísimas desigualdades y varios privilegios. Es hora de ir deconstruyendo esto”, aseguró al inicio del evento Julia Irisity, integrante de Catalejo y una de las responsables de la campaña “Libre de acoso”.
Irisity dijo que el colectivo decidió analizar el acoso sexual callejero porque “era un tema muy naturalizado pero que tenía impactos bastante graves en el acceso al espacio público para las mujeres” y desde muy temprana edad. Destacó la importancia de la “sinergia” a la hora de trabajar sobre este fenómeno. En ese sentido, agradeció el aporte de diversas organizaciones feministas, de la Universidad de la República, de Fesur y de “otro montón de organizaciones, instituciones y personas que se han arrimado por interés en el tema y por la necesidad de trabajarlo”.
Sucede y molesta
El artículo “Libre de acoso: primer análisis de denuncias sobre acoso sexual callejero en Uruguay” es la sistematización de las 509 denuncias que Catalejo recibió durante el primer mes de campaña. El análisis de los datos –a cargo de Fernanda Berrueta, Micaela Cal, Sol Scavino, Leonel Rivero e Irisity– mostró tendencias muy claras sobre el fenómeno.
Lo primero a resaltar es que la mayoría de las personas que denuncian (92%) son mujeres, mientras que casi la totalidad de quienes acosan (93%) son varones. Esto refuerza la idea de que el acoso es unidireccional e implica relaciones de género. “Está bueno tener en cuenta este dato, sobre todo cuando algunos varones dicen ‘a nosotros también nos acosan’. Bueno, los datos no lo podrían confirmar”, dijo Cal, que fue la encargada de presentar el trabajo.
Por otro lado, la información recabada reveló que el acoso es un fenómeno que empieza a edades muy tempranas y que afecta más a las mujeres jóvenes que a las adultas. En este sentido, Cal explicó que la mayoría de las denuncias recibidas son de personas cuyas edades van de 19 a 25 años. Respecto de la edad del acosador, todas las denunciantes estimaron que era –en promedio– 30 años mayor ellas. “Si pensamos que pasa con mayor frecuencia en mujeres de 19 años estamos hablando de hombres de 50 años para arriba. Aparece acá la idea del ‘viejo verde’; esa sería la figura del acosador”, reflexionó Cal.
Otro dato interesante es que en el formulario de denuncias las mujeres narran que la mayor cantidad de situaciones de acoso tienen lugar en la tarde y no en la noche, como se podría pensar. Sin embargo, lo que sí mostró el relevamiento es que el acoso “se torna más violento hacia la noche”, momento en el que se registran más casos de tocamiento o persecución.
Además de relevar estos datos, una parte del formulario web permite que las denunciantes narren qué sintieron en el momento del acoso y cuáles fueron sus reacciones. Un análisis de contenido de estas narraciones mostró que las mujeres en su mayoría “expresan sentir asco, miedo, impotencia, rabia, bronca, angustia. Son todos sentimientos displacenteros. Esto podría ir absolutamente en contra de la hipótesis de que esto es algo que nos halaga”, afirmó en ese sentido la integrante de Catalejo.
En cuanto a las reacciones de las mujeres, el estudio muestra dos grandes categorías: las que manifiestan que no pudieron responder en el momento y las que reaccionaron de alguna manera. Aquellas que no responden actúan de este modo, en general, después de hacer una “evaluación del riesgo” que esa respuesta podría implicar. Otras mujeres, en cambio, cuentan que el acoso las tomó por sorpresa, por lo que no les dio el tiempo para reaccionar; esto, resaltó Cal, “va en contra de la hipótesis de que estamos esperando que nos halaguen”. Una tercera cuestión que aparecía entre aquellas mujeres que no respondían era que no se animaban porque estaban rodeadas de personas que tampoco intervinieron por ellas. “Nos gusta pensar en qué es lo que está pasando con el rol de todas nosotras y nosotros como testigos y qué podemos hacer con las situaciones de acoso que están sucediendo al lado nuestro”, profundizó Cal.
Las mujeres que pudieron reaccionar mencionan tres grandes tipos de respuestas: el insulto al acosador, la modificación del trayecto o la toma rápida de decisiones (como, por ejemplo, tomarse un taxi) y el pedido de ayuda a terceros.
Antes de finalizar la presentación del estudio, Cal insistió en algunas cuestiones a tener en cuenta para trabajos académicos que se puedan llevar a cabo en el futuro. En esta línea, mencionó el aporte que puede significar pensar en estas cuestiones desde el urbanismo feminista. Además, llamó a pensar el vínculo entre el acoso y las identidades disidentes, como “las masculinidades contrahegemónicas, las mujeres trans o las personas afro”, una línea de investigación que, a su entender, “todavía está inexplorada”.
Por último, y en consonancia con lo que Catalejo detalla en su artículo, Cal hace referencia a la recientemente aprobada Ley Integral de Violencia hacia las Mujeres basada en Género, que tipifica como delito el acoso sexual callejero pero “no lo regula”. Al respecto, agregó: “Le falta camino por recorrer porque falta presupuesto que lo apoye y faltan espacios de contención”.
El aporte de la academia
No me halaga, me molesta incluye otros tres artículos sobre investigaciones que fueron generadas en el marco del Espacio de Formación Integral (EFI) “Abordajes profesionales a la construcción de seguridad”, de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de la República).
Uno de esos trabajos es “De usos y abusos: género, acoso y espacio público”, de Florencia Anzalone, Isabel Cedrés, Fernanda Delgado y Julián Reyes. Los responsables analizaron cuál es el vínculo entre el acoso callejero y el uso que hacen del espacio público mediante la realización de entrevistas en profundidad a mujeres y varones de entre 18 y 30 años, habitantes de los municipios D y Ch de Montevideo.
Una de las conclusiones que sacaron fue que las mujeres tenían un uso del espacio público mucho más funcional –su tránsito se rige por las actividades que realizan: iban desde sus casas a estudiar o al trabajo–, mientras que los varones hacían tránsitos mucho más abarcativos, por toda la ciudad y en horarios más amplios. Para Anzalone, quien presentó el trabajo, esta diferencia en el uso del espacio público tiene que ver principalmente con el “miedo” de las mujeres a ser acosadas.
Otra cuestión que apareció fue la diferenciación entre “acoso verbal” y “piropo”, de acuerdo con el contenido. En este sentido, las mujeres hablaron de un contenido más “halagador” cuando, por ejemplo, les dicen “sos linda”, y otro “acosador”, cuyo contenido es degradante y refiere a alguna parte del cuerpo. Los varones, por su parte, hablaron del acoso como algo que hacen “los otros hombres”, a diferencia de ellos, que tal vez alguna vez dijeron “piropos”. Anzalone resaltó que en este punto aparece una cuestión “de educación y de valores, por lo tanto de clase”, ya que identifican al acosador como “el trabajador, el obrero y no el hombre de traje y corbata”. Sin embargo, en las entrevistas de las mujeres, todas estuvieron de acuerdo en que el acosador “son todos”. Una de las entrevistadas lo resumió: “A veces parece tu abuelo que se te acerca, también es el joven que está en un grupo, a veces es uno de traje y corbata”.
A la hora de hablar sobre las motivaciones de quien acosa, Anzalone contó que aparecían dos razones claras. Por una parte, la idea “de que es la naturaleza masculina, el varón no se puede contener y está obsesionado con los cuerpos de las mujeres, especialmente en la juventud”. Por otra parte, aunque vinculado a lo anterior, el acoso aparece como una forma de “reafirmar la masculinidad hegemónica” ante los pares, ante la mujer acosada y ante uno mismo.
El otro artículo que aparece, también elaborado en el marco del EFI, es “Y vos, ¿qué tenías puesto? Miradas sobre el acoso callejero desde las percepciones de mujeres montevideanas”, de las autoras Maxiliana Cedrez, Lucía Greco, Manuela Rivero y Camila Videla. Este trabajo analiza lo que surgió de dos focus groups de mujeres, divididos por edades: el primero iba hasta los 25 años y el segundo desde los 26 años hasta los 62.
En la presentación, Rivero destacó el valor de las diferencias que surgieron entre los dos grupos. Por ejemplo, en el de las jóvenes se vio “un proceso en torno al acoso previo a la situación del grupo de discusión, en el que las participantes ya habían problematizado sobre esta cuestión y al hablar de acoso ya identificaban determinadas prácticas”. En tanto, en las mujeres adultas ese proceso de problematización “se fue dando durante la discusión de los grupos”.
Uruguay – Campaña No quiero tu piropo: se presentó «No me halaga, me molesta» Otra conclusión del análisis de las discusiones fue que las mujeres adultas ya no se sienten objeto de acoso en el espacio público y dijeron percibir “otro respeto” por parte de los hombres. Esto habla de cómo el acoso afecta más a las mujeres jóvenes, algo que Rivero calificó como “un factor de poder”.
En el artículo “Acoso callejero: visiones desde la vereda de enfrente”, Lía Martínez estudia las percepciones que intercambiaron varones en dos grupos de discusión divididos en las mismas franjas etarias. Aquí también surgió la diferenciación entre acoso y piropo. Martínez dio un ejemplo que también evidencia la riqueza del diálogo entre ellos: “En el grupo de adultos había participantes que decían: ‘Pero si yo le digo una vez a una mujer que es linda, eso no es acoso’, mientras que otros participantes decían: ‘Pero vos fíjate que si vos le decís que es linda una vez y después el que viene atrás tuyo le dice que es linda otra vez, es algo que pasa sistemáticamente’”. Los varones jóvenes, en cambio, no hicieron esa diferencia y hablaron de “acoso” en todos los casos. Para Martínez, esto “da cuenta de un pequeño cambio que hay entre las generaciones sobre qué se entiende como acoso”.
Finalmente, Martínez dijo que una de las conclusiones principales es que los varones entienden que el acoso es un problema que existe y que mayormente les ocurre a las mujeres, pero “es algo que de todas formas sigue quedando en la superficie para ellos y no se tiende a problematizar en profundidad porque supuestamente no se vive”. Por eso, llamó a “problematizar más” el tema, para que ellos puedan entender “que es un problema que pasa, que no exageramos y que pasa porque existe una desigualdad”
La Diaria / COMCOSUR MUJER Nº 581–12.11.2018
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3) Uruguay: Tres hombres propinaron brutal golpiza a una mujer trans
COMUNICADO
El día de hoy, miércoles 7 de noviembre de 2018, en la ciudad de Salto, a pocos días de sancionarse la Ley Integral para Personas Trans N° 19.684, tres hombres propinaron una brutal golpiza a una mujer trans.
Consideramos que este acto tiene nombre y se llama TransOdio, nada de fobias, la fobia es otra cosa. Acá hay odio, y como sociedad tenemos que hacernos cargo. Hacernos cargo de los comentarios, de las burlas, de la indiferencia, de la desinformación, de ver «privilegios» en una Ley que nada más busca reparar un poco de tanto odio histórico y brutal, de tanta desigualdad, de tanta injusticia. Este tipo de actos muestra lo peor de nosotrxs como sociedad, estamos convencidxs que la violencia no es una vía válida para relacionarnos como ciudadanxs, para transformar la realidad en la que vivimos.
Ojalá miremos para atrás en unos años y nos avergoncemos de estos hechos, ojalá nos hagamos cargo del odio que sembramos y que hoy pone en riesgo la vida de otra mujer, de las que se llevan la peor parte en esta sociedad heteronormativa y patriarcal.
Repudiamos fervientemente estos hechos de violencia basada en género y de transnegatividad. Nos preocupa la salud de la compañera, nos solidarizamos y lamentamos el hecho que tuvo que sufrir.
¡Como comunidad LGBTIQ+ no vamos a permitir que sigan sucediendo, vamos a seguir luchando por más y mejores derechos para todxs, por más y mejor calidad de vida para todxs, por más justicia social!
Esperamos que toda la sociedad reflexione y se cuestione si lucha por el reconocimiento de todas las personas.
¡Que la empatía, el amor y el respeto por lxs otrxs le gane al odio!
A no olvidar la responsabilidad de l@s polític@s, de las figuras públicas, que en sus discursos de odio también sembraron y habilitaron estas acciones.
Ni olvido, ni perdón.
Coordinadora por la Diversidad Salto
RE.FE.S (Red Feminista de Salto)
CAPA – Centro de Atención en Psicología Afirmativa
CECSO
Gente de Diversidad – Bella Unión
Coordinadora por la Diversidad en Soriano
Colectivo Riversidad
Grupo de Trabajo en Género CUR (Rivera) UdelaR
Colonia Diversa
Colectivo En Marcha – Florida
Ovejas Flores Diversidad
Celebro la Diversidad
Colectivo Diverso – Las Piedras
Manos Púrpura – Paysandú
Colectivo Ovejas Negras – Montevideo
Diverso Canelones
Coordinadora por la Diversidad Salto / COMCOSUR MUJER Nº 581–12.11.2018
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4) Nace el movimiento mundial de madres de migrantes desaparecidos
Temían, pero entendían —cuentan las madres—, cuando sus hijos e hijas tomaron la dolorosa decisión de irse. Viven en países donde la vida es precaria y el futuro incierto. Algunos habían recibido amenazas de muerte o sentencias de hambre. Por haber nacido en países que expulsan a su propia gente, salieron desplazados de sus tierras a buscar una vida mejor. Y en el camino, se perdieron.
No son pocos, son miles, en todo el mundo. A raíz de este dolor, hace años las madres que buscan a sus hijos e hijas migrantes empezaron a organizarse. La experiencia más antigua es la Caravana de Madres Centroamericanas, que por 14 años ha salido en búsqueda de sus hijos en México. En el camino han encontrado casi 300 migrantes —hijos, hijas, hermanas, hermanos. Los reencuentros son momentos de lágrimas, tanto de la felicidad de las madres que abrazan por fin a sus seres queridos, como de la alegría mezclada con tristeza de las que se preguntan cuándo abrazarán al suyo.
Las madres centroamericanas han forjado una misión y una identidad que ha logrado romper las barreras del dolor vivido de manera individual, aislada. Forman un grupo que se apoyan mutuamente y que sensibiliza a la población en general, viajando de pueblo en pueblo, preguntando a la gente en las plazas públicas, en las cantinas y cualquier lugar donde hay pistas, si han visto a sus desaparecidos. Han aprendido a defender sus derechos y organizarse, han tenido que enfrentar a autoridades indiferentes o cómplices y exigir respuestas. Han descubierto y desarrollado el poder que tiene no solo la imagen de la madre separada forzadamente de sus hijos, sino también el poder que lleva cada una adentro y que construyen colectivamente en la búsqueda. De buscar a sus familiares, buscan justicia y constituyen por ello un desafío abierto al sistema.
Este año la Caravana de Madres Centroamericanas, compuesta por madres y familiares de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras, llegó a la Ciudad de México a participar en la primera Cumbre de Madres de Migrantes Desaparecidos, llevada a cabo en el antiguo colegio de Tlatelolco. Allí se reunieron con madres y personas aliadas de México, Argelia, Túnez, Senegal, Marruecos, Mauritania, España, Italia y Estados Unidos.
Fue la primera vez que pudieron compartir sus experiencias con madres de tantos otros países. Fue necesario traducir de árabe a francés, de francés a español y a pesar de las diferencias, encontraron que las historias fueron muy parecidas. Vivimos en un mundo que expulsa personas por la pobreza y la violancia. La migracion es el signo de nuestros tiempos, cuando cada vez más el sistema capitalista devalúa la vida humana y rompe familias. Convierte mares y desiertos en cementerios de migrantes.
Por eso la resistencia de las madres es tan importante. Mujeres discriminadas y obviadas por la sociedad, son las que no desisten en luchar contra la violencia que les ha dañado en lo personal, y con su resistencia defienden el tejido social de la familia y de la comunidad. Fortalecen su voz, amplificada por el hecho de formar parte de un movimiento que ellas mismas crearon.
Entre los antecedentes de la Cumbre, algunas madres habían viajado a conocer la realidad en África y Europa y ayudar allá en la organización de las primeras caravanas de madres, y las centroamericanas conocían los esfuerzos organizativos de las madres de personas desaparecidas en México. En el transcuro de los tres días, la Cumbre abrió un espacio para juntar estas experiencias.
El resultado fue un ágora que empezó por compartir vivencias, construir redes de mensajería global y ampliar sus bases de datos. Llamó a sumar voces para obligar a los gobiernos a cumplir compromisos internacionales firmados en materia de migración, y acordó coordinar procesos de lucha y acompañamiento para que menos madres afligidas e indignadas se sientan solas y para evitar que la desaparición de migrantes continúe.
La cumbre de madres proclamó ante el mundo que nadie es ilegal, ningún ser humano es clandestino, y en última instancia todas las naciones son producto de la migración. Su manifiesto reconoce la importancia de esta construcción de un nuevo sujeto social:
“Las caravanas de madres que buscan a sus hijas e hijos, no son solamente una respuesta ante la indisposición de los Estados de realizar la búsqueda, sino que estas caravanas son en sí mismas formas de buscar personas y a la vez buscar y exigir la verdad y la justicia; de crear otros mundos posibles, contrarios a las geografías del terror.
“Las madres del mundo somos fuertes e imparables. Hemos remplazado nuestras lágrimas por la movilización y la esperanza. Nuestra lucha está sustentada por el amor inquebrantable, que intenta crear otro mundo en el cual se comparte con cariño, sembrando vida en lugar de muerte.”
Desinformemonos / COMCOSUR MUJER Nº 581–12.11.2018
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde”
Luis Pérez Aguirre
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