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NAOMI KLEIN: EL FUTURO ES RADICAL

MUJER540

1) El Salvador: Mujeres salvadoreñas cuentan sus historias en una obra de teatro

2) Grecia: Red de apoyo entre mujeres migrantes y refugiadas en Atenas

3) Naomi Klein: “El futuro es radical: en lo ambiental y en lo político”

4) Vidas libertarias, cruces entre anarquismo y feminismo

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 13 / No. 540 / Lunes 13 de noviembre de 2017 / Producción: Beatriz Alonso

Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo

1) El Salvador: Mujeres salvadoreñas cuentan sus historias en una obra de teatro
Nodal

De las calles de El Salvador a los teatros y de ahí al cine. Magaly, Wendy, Magda, Ruth y Chileno se ganaban la vida como lo han hecho tantas mujeres y sus familias durante muchas generaciones: vendiendo en las calles y mercados de San Salvador.

Sin embargo, decidieron embarcarse en una aventura: formar una compañía de teatro y llevar a escena sus violentas historias de vida.

Ese paso se ha convertido actualmente en un exitoso experimento que ha cambiado sus vidas gracias a la interpretación. La obra, que actualmente está de gira en España, relata su experiencia de malos tratos, tristeza y las penurias que les tocó vivir. El proceso de creación de la obra no fue tarea fácil y el documental retrata cómo tuvieron que enfrentarse a su pasado y superar sus miedos, sus traumas y sus secretos.

La segunda parte tras este salto a los escenarios de la compañía La Cachada es un documental coral de 85 minutos de duración- tráiler al hacer clic sobre la foto- sobre las cinco vendedoras del mercado durante el proceso creativo de la obra Si vos no hubieras nacido hasta el día del estreno. Un intenso trabajo de más de un año de duración con cientos de horas de ensayos.

Cachadabusca ser un documental íntimo y meticuloso que ofrece al espectador un acceso privilegiado al interior de un peculiar grupo de teatro, en el que las actrices se enfrentan a un proceso que marcará un antes y un después en sus vidas.

En la película, que se estrenará el próximo año, participa como productor André Guttfreund, el único centroamericano que ha ganado un Oscar.

Observar este proceso permitirá al espectador descubrir la cotidianidad violenta e invisible en la que viven la mayoría de mujeres de escasos recursos en El Salvador; y revela la fuerza del teatro como una poderosa herramienta de transformación social.

“Estaba asombrada por las historias que escuchaba en cada ensayo, me di cuenta de que este tipo de violencia a la que se han visto sometidas mis protagonistas desde niñas es desconocida por la mayor parte de la sociedad”, explica la directora de Cachada, Marlén Viñayo. “En medio de un país tan violento como El Salvador, con la tasa más alta de homicidios del continente, algunas manifestaciones de crueldad y algunas víctimas quedan absolutamente invisibilizadas bajo las expresiones más obvias de la violencia”, añade.

“Decidí que el documental se centrara en aportar una mirada íntima a la cotidianidad atroz de este grupo de mujeres salvadoreñas y al proceso – a través del teatro- en el que ellas toman conciencia de cómo sus vidas han estado marcadas por reiteradas vejaciones y limitantes que consideraban infranqueables, dándole así visibilidad a los diferentes tipos de violencia que sufre en silencio un alto porcentaje de la población femenina salvadoreña”, destaca la directora.

COMCOSUR MUJER Nº 540 – 13.11.17
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2) Grecia: Red de apoyo entre mujeres migrantes y refugiadas en Atenas
eldiario.es.

En la plaza Victoria, cerca de un céntrico barrio que ha sido durante años un bastión del partido neonazi Amanecer Dorado, las puertas de una antigua casa palacio están abiertas todo el día. Dentro, unas mujeres ataviadas con velo pintan concentradas en sus lienzos. Otras participan en las clases de griego que imparte una bailarina procedente de Sudáfrica. Un grupo de mujeres keniatas finaliza con cánticos y palmas su reunión de debate sobre cuestiones de género.

Estas escenas se viven a diario en el centro de Melissa, una red liderada por mujeres de la comunidad migrante en Atenas que brindan apoyo a extranjeras y refugiadas que se encuentran en el país heleno. Cada día reciben a más de 150 mujeres que viajan desde los campamentos.

Detrás de la red Melissa está Deborah Carlos-Valencia, una trabajadora social filipina que lleva más de 30 años en Grecia y cuenta con una enorme experiencia en proyectos de apoyo a las diásporas residentes en el país. "Las refugiadas también necesitaban un lugar donde poder establecer relaciones de una forma cómoda, un espacio donde las mujeres migrantes participen activamente, que sea seguro y que al mismo tiempo nos fortalezca", explica en una conversación con eldiario.es.

El secreto del éxito

Las activistas de Melissa prestaron asistencia en los campos durante la llamada crisis de refugiados en el verano de 2015. Sin embargo, cuando se cerraron las fronteras tras el acuerdo UE-Turquía en marzo de 2016, decidieron dejar de pensar en la ayuda y centrarse en la integración: las miles de refugiadas atrapadas en el país ya no estaban de paso, iban a convertirse en sus vecinas.

Para ponerlo en marcha, nadie mejor que las mujeres migrantes, quienes, por su experiencia en el país, conocen de primera mano "qué funciona y qué no" en materia de inclusión social, a juicio de Nadina Christopoulou, cofundadora, junto a Carlos-Valencia, de la red. Que ellas hayan diseñado el programa y sean las encargadas de llevarlo a cabo es, aseguran, el secreto de su éxito.

"Las mujeres inmigrantes en Grecia siempre hemos sido activas en organizarnos y mostrar solidaridad entre nosotras, sobre todo dentro de nuestra comunidad étnica, pero no nos conocíamos lo suficiente como para trabajar juntas para buscar soluciones comunes a nuestros problemas comunes", explica Carlos-Valencia.

Con esta idea nació en 2014 Melissa, que significa 'abeja' en griego, una idea a partir de la cual han elaborado toda una mitología. "Al igual que las abejas trabajadoras que producen miel, las mujeres migrantes y refugiadas vienen de todas partes del mundo con sus habilidades y talentos, sus sueños, sus fortalezas y sus ideas. Para nosotras, la sociedad no es un conjunto de células aisladas sino una colmena abierta de comunicación e intercambio", resume la cofundadora de la ONG.

La suya es una palpitante "colmena" compuesta por mujeres procedentes de 45 países que durante diez horas al día ponen en común su experiencia y se sienten bienvenidas. "Compartimos nuestras historias, nuestra sensación de aislamiento y sacamos fuerzas unas de las otras, que comprenden nuestras experiencias porque experimentamos situaciones similares aunque no sean de la misma gravedad. Las historias de supervivencia de estas valientes mujeres y su lucha por sus derechos son inspiradoras y toda una lección para nosotras", señala Carlos-Valencia.

"Aprendemos unas de otras y encontramos similitudes en nuestros patrones de vida sin importar nuestro origen étnico o religioso. Es la narrativa común de esperanza que nos conecta: la esperanza de vivir en sociedades que nos puedan hospedar a todas", prosigue.

Mujeres refugiadas reciben clases en la red Melissa. Imagen cedida
Mujeres refugiadas durante una clase en la red Melissa. Imagen cedida
Con su trabajo también tratan de desmontar el estereotipo de las mujeres migrantes como sujetos pasivos de la ayuda. "Somos agentes de cambio en nuestras propias vidas, nuestras familias, nuestras comunidades y en la sociedad que actualmente nos acoge", apunta Carlos-Valencia.

Ya son más de tres años de trabajo en los alrededores de un vecindario bastión de la extrema derecha en el país, caracterizada por su discurso virulento contra la inmigración que han propagado puerta por puerta. Ellas consideraron que no podían ceder el centro de la ciudad y decidieron establecerse allí para "recuperarlo" y combatir la xenofobia. En todo este tiempo, dicen, no han tenido ningún problema con sus vecinos.

"Nuestra estrategia es intentar comprar lo que necesitamos en las tiendas pequeñas, aunque sea un poco más caro, porque muchas han cerrado. Se han acostumbrado a vernos, a ver mujeres con velo con sus hijos. Nuestra presencia ha cambiado el ambiente y la mentalidad de la gente", afirma la responsable de Melissa.

El efecto "multiplicador" de las abejas de Melissa

Grecia, que alberga a 62.000 solicitantes de asilo, sigue recibiendo cada día nuevas llegadas a sus costas. Hace dos semanas, el Gobierno griego aceleró el traslado de refugiados a la parte continental debido a la creciente congestión que se vive sobre todo en los campamentos de las islas. Diversas ONG han dado la voz de alarma ante el hacinamiento que se vive en estos campos. También en Melissa, quienes opinan que "la cantidad gastada" en estos campos "bien podría haber servido para proporcionar viviendas dignas a los refugiados y para que sean autosuficientes".

Las historias de vida compartidas en el centro coinciden. "Las mujeres sufren estrés y traumas físicos y psicológicos tremendos tras los peligrosos viajes para llegar aquí. Algunas tienen la sensación de desesperanza en el futuro, de no poder hacer nada por estar desempleadas y en la pobreza. No tienen papeles, no pueden trabajar legalmente. Carecen de acceso a la salud y la educación y se han denunciado casos de violencia de género", recuerda la cofundadora.

Es el caso de Marzia Jamili, una refugiada afgana de 16 años que llegó a Grecia el año pasado. Marzia no se sentía segura en el campamento y acudió a las instalaciones de Melissa en busca de ayuda. Ahora se han convertido, dice, en su familia en la ciudad. "Me hacen sentir fuerte, me dan esperanza. Cuando llegué, lo encontré todo. Me dijeron que podía ser yo misma. Antes, me sentía como un pájaro perdido. Ahora siento que en un futuro puedo ser primera ministra", relata en una entrevista con el programa The Laura Flanders Show.

Nadia Bakhshi también decidió huir de Afganistán cuando una de sus hijas se suicidó y otra fue forzada a contraer matrimonio. Llegó a Grecia con ella y sus dos nietos. Mientras esperaba en el campamento de Elaionas a poder reunirse con sus parientes en Irlanda, se unió a Melissa. "Por las noches, abrían la puerta a otras mujeres, se sentaban en los escalones, comían juntas y compartían historias de sufrimiento y resistencia. Se daban consejos y consuelo, una mirada cariñosa, un gesto cálido", recuerda Carlos-Valencia. Desesperada, Nadia se vio empujada a recurrir a un grupo de traficantes y murió el pasado diciembre en un accidente del automóvil en el que trataba de llegar a Serbia junto a 13 personas.

Como Nadia, como Marzia, decenas de mujeres refugiadas y migrantes se convierten en aliadas para "tender puentes" en un momento en el que las fronteras se levantan. Los recursos, aseguran, son pocos, pero se consideran "multiplicadoras", capaces de hacer mucho "con casi nada". Y están convencidas: "Lo que creamos con nuestro trabajo, dedicación, talento, esfuerzo y ambiciones contribuye a la sociedad que nos acoge en innumerables formas visibles e invisibles". Esa es la miel que traen las abejas de Melissa a una colmena que no para de crecer.

COMCOSUR MUJER Nº 540 – 13.11.17
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3) Naomi Klein: “El futuro es radical: en lo ambiental y en lo político”
El país Cataluña

Como en una apocalíptica versión de Cenicienta, el reloj del colapso medioambiental se acerca a medianoche. Y como “reconocer que el cambio climático va en serio es tanto como reconocer el fin del proyecto neoliberal” es algo que las élites no se pueden permitir, el resto de la sociedad ha de actuar ya. Eso por no añadir la llegada de Trump a la presidencia de EE UU. Decir no no basta es como ha formulado la situación, en formato libro (Paidós; Empúries, en catalán), la periodista y activista Naomi Klein (Montreal, 1970), que ha abandonado sus prestigiosos volúmenes muy analíticos y de profusas notas (No logo; La doctrina del shock…) por un manifiesto urgente que llama a la movilización y a la batalla: desde la jurídica a las de las calles y las fábricas.

Pregunta. Desde 2008 vivimos una brutal deconstrucción de la esfera pública, la pérdida de seguridad laboral y ambiental, paro (especialmente juvenil) altísimo, pero parece haberse truncado la trayectoria contestataria que había en 2011. ¿La gente se ha convencido de que el sistema está tan corrompido que no hay nada que hacer y que el desastre climático es inevitable?

Respuesta. Sin duda, una de las grandes batallas hoy es luchar contra ese sentimiento de que el colapso es irreversible; no ayuda nada ese boom de la ficción distópica, con colapso económico y oligarquías de ricos que tienen seguridad, espías, leyes y países casi propios.Trump es la distopía hecha realidad, por ello en EE UU puede haber cierto sentimiento de complacencia de esas élites y de resignación en el resto; pero mucha gente lucha contra ello.

P. Una idea transversal del libro es que se está dando un secesionismo psicológico de la gente: una parte de la sociedad más pudiente se desentiende de la otra, hasta el extremo de crearse zonas verdes, con gente que puede pagarse hasta seguridad o bomberos privados, y zonas rojas, con gente con cada vez menos protección pública. ¿La sociedad es hoy menos democrática y solidaria?

R. Sí, me temo que es menos democrática, pero es fruto de la desigualdad que la gente ve en su entorno. Los ricos creen que se podrán proteger ellos solos del impacto medioambiental que genera el neocapitalismo salvaje. Hay una guerra contra la democracia porque el sistema cada vez más está construido para servir a las élites y eso choca con la democracia real porque es mucha más la gente que tiene menos protección… Todo esto desanima a la gente para que no vote: fueron 90 millones de estadounidenses los que no lo hicieron en las últimas elecciones.

P. ¿Y esa abstención?

R. Buena parte fueron simpatizantes demócratas, que no vieron en su partido una alternativa real, tenían poco que proponer a los que sufren; fueron los demócratas los que perdieron esas elecciones con sus falsas soluciones.

P. Del libro se deduce también la debilidad del liderazgo de izquierdas: Hillary Clinton no aceptó el salario mínimo de 15 dólares por hora; dice que Obama perdió en 2008 una gran oportunidad con la crisis bancaria… ¿Está pidiendo más radicalidad a los dirigentes de izquierdas?

R. Hillary no es de izquierdas: ella es paradigma del colapso del centro político; Bill fue el adalid de la desregulación financiera y apoyó el NAFTA: los Clinton son el símbolo de la cada vez mayor separación de los demócratas de sus bases… Alexis Tsipras, en Grecia, demostró que sus propuestas eran insuficientes, no era lo que la gente esperaba… Necesitamos soluciones a la altura de la crisis actual, no se puede seguir con la lógica de los años 90; ya hay líderes que empiezan a darse cuenta.

P. Por ejemplo…

R. Jeremy Corbyn: desde el propio Partido Laborista se filtró su manifiesto porque, por radical, creyeron que le destruiría, que sería la nota de suicidio más larga de la Historia, y resulto que casi le hizo ganar… Es un ejemplo más de la desconexión entre partidos y el sentimiento popular: a la gente le encantó porque vieron ahí un sí, además de un no.

P. ¿Mejor proponer esos contenidos para que se incorporen al programa de los partidos o mejor crear de nuevos, tipo Podemos, o la CUP o En Comú en Cataluña?

R. La génesis de Podemos era atractiva porque parecía una estructura política más porosa para que la dirección fuera asumiendo iniciativas provenientes de las bases… El problema es que no hay hoy partidos políticos que estén en sintonía con lo que ocurre y ya no podemos esperar más para cartografiar la situación y tomar medidas; o los partidos se democratizan o la democracia pasará y se dará fuera del proceso político. Insisto: Corbin está democratizando uno de los partidos más antiguos del mundo… Por otro lado, en sistemas sin representación proporcional, con dos o tres partidos predominantes, es difícil que surjan nuevos partidos porque tampoco se trata de dividir más el voto progresista y perpetuar a la derecha: se trata de crear insurgencias internas que hagan que los partidos sigan más a las bases y sean más democráticos.

P. Al menos dos veces en el libro llama a huelgas, manifestaciones y batallas judiciales. ¿No teme una radicalización de la sociedad con esas estrategias?

R. Es cierto que puede haber esa radicalización, y en EE UU aún es más debatible porque es una sociedad muy armada, normalmente más en la derecha, pero destaco la importancia de las manifestaciones porque cuanto más grande y amplia sea la resistencia menos vulnerable será a la fuerza extrema del Estado. Y cuanto más diversas y plurales sean esas manifestaciones, mejor: si sólo los más marginados se manifiestan se ejercerá una fuerza concentrada sobre ellos; si es una muestra muy transversal de la sociedad –con la clase media, los blancos– habrá menos represión… No se trata de radicalizar a la sociedad, pero tampoco tengo miedo a eso: la gente tiene que sentir el poder de que haya más y más gente a su lado. Pero nunca puede considerarse ni confundirse una manifestación con una estrategia política.

P. Hoy mantiene una charla pública con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que está intentado remunicipalizar servicios como el del agua y la luz, los funerarios… pero no lo consigue.

R. Colau es una líder excelente en estos tiempos difíciles, una brújula moral, forma parte de este movimiento de democracia local profunda y que se está convirtiendo en una amenaza real para según que neoliberalismo; esa labor local es lenta, pero vital porque así la gente puede ver cambios tangibles; y ella está haciendo lo que exactamente debemos hacer: recuperar peso democrático en la energía, la vivienda, la educación…

P. “Cualquier crisis tumultuaria puede servir para imponer una situación de shock a la población”, escribe. ¿El proceso secesionista de Cataluña puede leerse en un contexto así?

R. Soy de Quebec y defiendo la autodeterminación; me parece que la actuación del presidente Rajoy es el paradigma de la doctrina del shock: la del gobierno español me parece una respuesta incendiaria, un ataque a la democracia; no es aceptable su respuesta ni la de la Unión Europea; la aplicación del artículo 155 debería retirarse; no se puede contrarrestar un movimiento no violento con la violencia que se dio el 1-O o arrestando a un gobierno, me parecería inimaginable que se hiciera eso en el Quebec… La de Rajoy es una estrategia de shock deliberada, como la de Trump: lo prohíben todo para agravar el ambiente de crisis y así evitar que se fijen en sus recortes sanitarios o en las reformas fiscales; lo de facilitar los cambios de sede de empresas catalanes forma parte de la guerra económica, es una trampa antigua…

P. Pide combatir contra el militarismo y las corporaciones empresariales, pero también contra los “nacionalismos rampantes”. En cambio, elogia las naciones indias que han defendido siempre la naturaleza o defiende la autodeterminación de los pueblos…

R. Estoy contra el nacionalismo chovinista, cuyas fuerzas, además, se suelen sobreponer a las ya creadas por las oligarquías… El auge independentista en todo el mundo no deja de ser una respuesta a la pérdida de control de la gente sobre temas fundamentales de la vida; según cómo se aplique, puede hasta ser una contestación del poder local a la profunda crisis de la democracia actual.

P. ¿Una declaración de guerra contra Corea del Norte por parte de Trump podría ser la excusa perfecta para implementar un estado de shock de emergencia en EE UU?

R. Ahí Trump sabe que puede hacer un gravísimo daño porque concentra el poder de una decisión así él solo: no requiere ni del Congreso ni de su propio gobierno… No creo que lo acabe decidiendo, pero el solo hecho de esa posibilidad ya es inaceptable. Me preocupa que cada vez que sale al extranjero se comporte como un viajante de armas y no como diplomático; fíjese: lo ha hecho en Arabia Saudí, en la OTAN misma, en Japón…

P. Escribe que el “hechizo del neoliberalismo se ha roto”. ¿Está segura de eso?

R. Como proyecto ideológico, como construcción intelectual, ha quedado superado desde 2008: se vendía como una utopía mundial, la famosa aldea global, ¿recuerda? Todos estos ideólogos se han ido hoy ya a los paraísos fiscales. Y en este vacío, el peligro es la creación de fuerzas peligrosas, casi fascistas, en la derecha, mientras, en la parte progresista, las fuerzas no crecen lo suficientemente rápido.

P. De nuevo, la polarización potencial de la sociedad…

R. Sí, existe ese peligro de polarización, por eso llamé a mi último libro Esto lo cambia todo. El futuro es radical, de una forma o de otra: radical en lo físico, en el medio ambiente, y deberá serlo en lo político porque para salir de esta situación la continuidad no es una opción. Se han dado demasiadas crisis de forma simultánea.

COMCOSUR MUJER Nº 540 – 13.11.17
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4) Vidas libertarias, cruces entre anarquismo y feminismo
Contratapa

Entrevista a Daiana Rosenfeld, realizadora de “Los Ojos de América” y “Salvadora”, dos documentales que retratan la vida de mujeres anarquistas de principios de Siglo XX que aportaron a las luchas por la emancipación de las mujeres en el marco de una lucha más amplia por el fin de todo tipo de opresiones

Por Nair Castillo

Daiana Rosenfeld es licenciada en Comunicación Audiovisual, docente y realizadora integral de cine y artes audiovisuales. En su filmografía se destacan dos documentales sobre mujeres anarquistas: Los Ojos de América (co-dirigida junto a Anibal Garisto) y Salvadora. El primer documental relata la historia de amor entre América Scarfó y Severino Di Giovanni, a partir de la reposición de las cartas que se enviaban y de una serie de entrevistas a figuras vinculadas al anarquismo como Osvaldo Bayer. En Salvadora -que se estrenó el 17 de agosto- Daiana visibiliza la historia de una escritora, periodista, dramaturga y militante anarquista, Salvadora Medina Onrubia, quien durante mucho tiempo fue conocida como “la mujer de Natalio Botana”. Señal Primate junto a La Mansión radio se encuentran produciendo desde principios de año “Salud, Libertad y ¿Anarquía?”, una miniserie que se propone re-pensar el movimiento anarquista surgido en la Argentina a principios de Siglo XX e indagar de qué sirve hoy pensar su ideario y su accionar. La entrevista a Daiana Rosenfeld es parte de una serie de capítulos dedicados a abordar los cruces e intersecciones entre feminismo y anarquismo.

Señal Primate es una productora autogestiva que se encuentra fusionada al centro cultural La Mansión Radio, ambas ubicadas en la localidad de Merlo. Se trata de un proyecto autónomo y autogestivo de comunicación social y cultural. La productora está conformada por músicxs, artistas y estudiantes de comunicación social que buscan darle vida a la cultura al tiempo que comunicar este nuevo sentido que se encuentran produciendo. Se identifican así mismos como un colectivo que se encuentra resistiendo a esta era digital que pinta de gris monocromático a los proyectos vitales disidentes y coloridos.

Poniendo el foco en los cuerpos indóciles es que surge la idea de reponer el anarquismo como movimiento histórico y sus luchas sociales y políticas a lo largo de la historia argentina. De allí que las temáticas a abordar en cada capítulo de la mini-serie estén vinculadas a la reflexión en torno a lo moral e inmoral, el feminismo, las relaciones afectivas, la idea de Dios y la matanza que realizó el Estado frente a todo aquello que se manifestaba indócil frente a la razón de Estado. En definitiva, la apuesta es mostrar en el conurbano las diferentes experiencias autogestivas del presente que sin dudas son uno de los legados más valiosos que nos deja el anarquismo. Por último, con este proyecto audiovisual, el colectivo busca reflexionar sobre cuál es hoy la mayor radicalidad posible que se pueda tener políticamente ante la autoridad. En decir, qué es lo que se puede hacer ante el poder no sólo como forma de resistencia sino como apuesta vital creativa por otro modo posible de vida.

Contratapa accedió a la entrevista que Señal Primate junto a La Mansión Radio le realizó a Daiana.

Daiana Rosenfeld

– Las feministas de la década del 70 nos enseñan que “lo personal es político”, teniendo en cuenta esto me gustaría preguntarte por qué elegís en tus dos documentales centrarte en aspectos íntimos y hasta quizás privados, tanto de América Scarfó como de Salvadora

– Sí, nunca lo pensé desde ese lugar, pero sí. Creo que lo íntimo en relación a la vida privada y cómo se refleja en lo público, habla de lo político también. Hay algo interesante del anarquismo que tiene que ver con una coherencia, con una cuestión orgánica entre lo público y lo privado.

– En el documental sobre Salvadora aparece el cruce de vidas entre estas dos mujeres libertarias -luego del fusilamiento de Severino y de Paulino, Salvadora la contrata a América como su secretaria en el diario Critica-. Al investigar sobre la vida de estas mujeres, ¿qué aspectos en común encontrás en sus trayectorias de vida y cuales divergencias destacarías?

– Todas las historias de mujeres anarquistas que investigué tienen en común de ser mujeres muy jóvenes y mujeres que vivían una doble opresión. Por un lado, un sistema capitalista que oprimía a todxs y por otro lado la opresión del patriarcado en contra del cuerpo de las mujeres. Creo que son dos historias bien diferentes, dos historias trágicas. La de América, en particular -más allá de la historia de amor- creo que hay algo de esta historia que fue un poco la premisa desde la cual arrancamos el documental: que es que América se quedó anclada a los 17 años. Cuando llegué a los audios de América contando sus historias, lo pude corroborar de alguna manera. Allí ella cuenta cómo durante muchos años, ella sentía una opresión en el pecho y pensaba que estaba enferma del corazón y era que sentía las balas tanto de Paulino como de Severino. En Salvadora creo también que la muerte del hijo en algún punto la ancló. Estos dos hechos, hechos íntimos, de dos vidas trágicas, particularmente resuenan mucho en lo público y en lo político. En América obviamente, porque Severino y Paulino fueron los dos últimos fusilados por la pena de muerte por ser anarquistas durante la primera dictadura militar. En el caso de Salvadora, la muerte de su hijo, también está relacionada a la historia de ella: cómo llevaba su vida, decide ser madre soltera, decide irse a Buenos Aires a militar y abocarse al anarquismo, a salir a la calle, a fumar en público, manejar un auto. Y en algún punto, ante tantas transgresiones, la vida le dio un cachetazo en ese sentido. Nadie dice de responsabilizar a una madre por el suicidio del hijo, pero sí creo que el hecho de ser una transgresora constantemente, la llevó a replantearse si fue mala o buena madre.

También tenían dos ideas diferentes de cómo llevar a cabo el anarquismo. Salvadora, desde su lugar de poder, salvaba a sus amigos -como América y sobre todo la liberación de Simón Radowitzky-. América iba por todo, desde la coherencia, de cómo llevaba su vida privada a cabo: la economía autogestiva en la quinta de Burzaco y posteriormente editando e imprimiendo libros desde Americalee. También decidió refugiarse en el anonimato porque su familia fue muy perseguida. El apellido Scarfó era el del último fusilado por pena de muerte. Los hermanos, la mitad anarquista y la otra mitad conservadores, se tuvieron que mudar porque eran perseguidos. Salvadora era transgresora, pero desde un lugar de poder. Se permitía ciertas licencias que una anarquista obrera no podía permitirse.

– En la carta que América Scarfó le escribe a Emile Armand en 1928 aparece claramente su participación y aportes a la discusión teórica sobre las relaciones afectivas dentro del movimiento libertario (“amor libre”), ¿por qué creés entonces que América es conocida -cuando lo es- por ser la “amante de Severino Di Giovanni?

– Sigue siendo una mirada patriarcal, mismo motivo por el cual Salvadora fue conocida como la mujer de Botana. Con respecto a América, creo que también con el fusilamiento de Severino y luego su pasaje al anonimato, ella se fue perdiendo como figura dentro del anarquismo. La historia la cuentan los hombres y claramente desde esa mirada patriarcal se construyeron estos personajes.

Los ojos de America

– En la obra Las Descentradas (estrenada en 1929) Salvadora Medina Onrubia cuestiona los mandatos sociales que pesaban sobre las mujeres y los rígidos roles de género asignados. Investigando sobre ella como lo hiciste como elaboradora de Salvadora, ¿qué costos crees que tuvo ser una de las pocas “descentradas” de principios de siglo XX?

– Sí, tuvo costos. Las obras de Salvadora tocaban temas incómodos para la sociedad de aquel entonces y creo que también para la sociedad actual. Es algo bien interesante lo que ocurre con ella. A nivel íntimo y privado – en definitiva, una vive con una misma-, le pesó mucho ser una descentrada. Fue muy juzgada y la vida le jugó una mala pasada. Y en ese punto creo que le generó mucha soledad, un sentimiento de mucha soledad a nivel individual y social. Decidir de repente apartarse de su familia, criar a un hijo siendo madre soltera con determinadas características -más allá de su lugar de poder-, creo que le fue muy pesado.

– En un momento de la obra también se lee “la felicidad es para ellas y no para nosotras”. ¿Pensás que esta frase guarda alguna relación con su final (murió sola, aislada…pobre en términos relativos a su condición de clase)?

– Las Descentradas es una obra super autobiográfica y creo que habla de cómo terminó la cuestión. Creo que llevar la vida de una determinada manera tuvo sus consecuencias sociales y a nivel personal. Quedó aislada, sola, su familia casi ya no respondía por ella. Tienen que ver con el tipo de vida que decidió vivir y con una cierta inestabilidad. Obviamente fue un peso muy fuerte para ella.

– El lema del movimiento anarco-feminista “Ni Dios, ni Patrón, ni Marido”, que de hecho fue el subtítulo del primer diario feminista “La Voz de la Mujer”, marca una posición crítica respecto de la dominación o sujeción a cualquier tipo de autoridad. ¿Cómo creés que dialoga el movimiento de mujeres anarco-feministas con el movimiento sufragista -del cual Salvadora formó parte-?

– Salvadora siempre tuvo su corazón libertario y posteriormente se volcó a la lucha por el voto femenino a partir de su participación en la agrupación “América Nueva”, y las anarquistas “más leales” -por decirlo de alguna forma- siguieron por el camino de no ser sufragistas. De hecho, el lema “Ni Dios, Ni Patrón” tiene que ver con que ninguna institución, ni ningún partido, tenían que interferir con la vida privada de las personas. Por eso del anarquismo se dice que es un movimiento y no un partido. Salvadora en un momento se volcó a esta lucha por el sufragio en pos de que la mujer tenga un peso en la vida pública y política. Fue una lucha muy fuerte desde el socialismo y después toda esa lucha Eva Perón la sistematizó y logró en el 47 el voto femenino. Y de ahí está esa carta que Salvadora le manda a Eva Perón, con un tono muy soberbio -muy al estilo Salvadora-. Estamos hablando de dos personalidades fuertes. A Eva le cayó mal la carta, tan mal que Salvadora se quedó sin diario. Luego en el 55 cuando le devuelven a todos los diarios, a ella no se lo devuelven, algo medio kármico en los términos de Salvadora (risas).

– ¿Qué cruces encontrás entre el movimiento anarquista y el feminismo en términos de ideario y de accionar?

– Ese término que usa Dora Barrancos de anarco-feminismo es porque muchas anarquistas sentaron las bases de lo que hoy entendemos como feminismo, para las luchas actuales. Es muy interesante cuando leés esos periódicos (La voz de la Mujer, Nuestra Tribuna), los reclamos siguen siendo los mismos que ahora. Se abordaban allí la doble opresión, el tema de la maternidad, el concepto de familia, el amor libre en relación a la institucionalidad del matrimonio. Son todas cuestiones que se abordaban ya en 1896 y para mí no hemos avanzado en nada. Recién ahora, con el movimiento Ni Una Menos, se está empezando a visibilizar la violencia hacia las mujeres y las distintas opresiones.

– En relación a la Voz de la Mujer, donde se denunciaba la reproducción de las desigualdades dentro del ámbito conyugal por parte de los propios compañeros anarquistas, y pensando en la vida de estas mujeres libertarias y particularmente en Salvadora en relación a ser mujer, madre soltera a los 16, escritora, militante,¿cómo creés que operaba la doble opresión en el caso de estas mujeres que decidiste investigar?

– En Salvadora si bien le pesó mucho, al tener una clase mucho más acomodada, era distinto. Cuando vos lees La Voz de las Mujer, se plasma los reclamos de las obreras que además de laburar en las fábricas, luego tenían que ir a cuidar y a amamantar a lxs hijxs de lxs patrones. Muchos de los hombres anarquistas las apoyaban, pero muchos también creían que tenían que criar hijxs revolucionarixs, y hasta ahí llegaba el rol de la mujer. Es muy interesante el segundo número de La Voz de la Mujer, sacan una editorial diciendo que los hombres anarquistas son unos cangrejos que no entienden nada del reclamo y son como unos zares que quieren que las mujeres los tomen como héroes, pero puertas adentro siguen reproduciendo el capitalismo.

El diario duro muy poco. La sostenían las propias compañeras anarquistas y para ellas era muy difícil.

– ¿Qué enseñanzas nos dejan estas abuelas anarquistas para el movimiento feminista actual de la Argentina?

– Creo que es un continuo repensarse. Desde las relaciones individuales y personales primero, las relaciones de pareja, por ejemplo. Leer a estas mujeres me lleva a repensarme a nivel personal y colectivo. Muchas veces una reproduce conductas machistas porque estamos muy atravesadas. Creo que nos rompe la cabeza lo que planteaban estas mujeres anarquistas y libertarias porque todos sus planteos son sumamente actuales.

COMCOSUR MUJER Nº 540 – 13.11.17
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