1) Raúl Sendic Antonaccio: Un hombre luminoso /Jorge Selves
2) Hacia la guerra civil en Venezuela /Raúl Zibechi
3) Desechos cotidianos del hogar /Luis E. Sabini Fernández
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COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2203 / Miércoles 13.03.2019
1) RAÚL SENDIC ANTONACCIO: UN HOMBRE LUMINOSO
Convocatoria a 30 años ¡el Viejo Bebe Sendic vive!
El Colectivo “Viejo Bebe Sendic vive” aprobó el perfil elaborado por Jorge Selves -que se transcribe a continuación- para convocar a sumarse, de una manera u otra, a las actividades que estamos coordinando a 30 años del cortejo que lo acompañó hasta el cementerio de La Teja. Somos pocos y la mayoría viejos. Se precisan brazos y piernas.
En ABITAB se abrió la cuenta N° 97609, “Colectivo Bebe Sendic vive”. Aclaración: el número no tiene implicancias políticas ni ideológicas, lo fija Abitab.
Por Jorge Selves
Nadie es más hermano de los explotados, que aquellos que luchan contra la explotación. A veces no se conocen. Pero cuando en un minuto de su historia de lucha sus caminos y miradas se cruzan, se reconocen, y sus pupilas se convierten en causas compartidas. Y se echan a andar juntos. Porque entienden que ese instante de cambios no es de nadie y es de todos, y que sólo cabe en un espacio colectivo. Ese es el tiempo de las Revoluciones. Surge siempre desde abajo, de la acumulación de las mejores experiencias de lucha del pueblo trabajador. Como surgen los hombres y mujeres que logran sintetizar la conciencia de cambio de la mayoría. Esos seres que nunca se entregan, ni transan, porque saben que los pueblos pierden batallas pero nunca deponen su lucha.
Construyendo en el seno de la misma, hombres y mujeres que iluminan el camino. Son pocos, pero imprescindibles. Son el sostén ideológico y moral de millones de explotados que necesitan cambiar las injusticias del capitalismo por una sociedad más equitativa, justa y solidaria. Por eso hoy, después de años de esperar promesas de cambios profundos de gobiernos que no cumplen con las expectativas del pueblo trabajador, sentimos la imperiosa necesidad de romper tres décadas de silencio sobre un hombre que iluminó sus luchas: hablamos de Raúl Sendic Antonaccio, al que todos llamamos afectuosamente “Bebe”. Uno de los primeros luchadores de este país que depuso el bienestar personal para dedicar su vida a los más explotados de esta tierra: los peones arroceros, remolacheros y de la caña de azúcar, los “Peludos”.
Fundando sindicatos como el S.U.D.O.R, U.R.D.E, U.T.A.A, cooperativas de pescadores artesanales, creando conciencia y organización de clase, organizando marchas de cientos de hombres, mujeres y niños que caminaron de Norte a Sur para acampar alrededor de un Parlamento que nunca los había escuchado. Porque haciendo promesas a los de abajo a cambio de votos, legislaba para los de arriba. Y haciendo oídos sordos de aquellos reclamos de “tierra pal que la trabaja”, hizo la venia al Ejecutivo de turno y a la policía para reprimir salvajemente aquellas marchas que se atrevían a desempolvar después de más de un siglo, el mandato Antigüista de 1813…
Pero esas marchas hicieron resonar su consigna en los oídos de los trabajadores de la ciudad, en las capas medias, que al perder poder adquisitivo despertaban del sueño del bienestar Batllista, de los estudiantes, los intelectuales, y de las organizaciones de izquierda. Porque esas marchas que tenían la fuerza de una idea, se convirtieron rápidamente en una idea fuerza: “Por la tierra y con Sendic” fue un latigazo que anunciaba a los de arriba nuevas formas de lucha de los de abajo, obligándolos a reprimir para defender sus intereses. Y mostrar que su Democracia, la del voto, tenía una careta. La cara verdadera era la de un Gobierno de pocos. De ricos. De oligarcas dueños del país.
Aquel pueblo de caminantes se volvió al Norte con las manos vacías, mucha hambre y varios heridos. Pero lograron cosas históricamente fundamentales para los trabajadores.
La experiencia de que sólo lucha podría darle tierra al que a trabaje, y que para arrebatársela a la Oligarquía terrateniente no alcanzaba solamente con la lucha sindical y parlamentaria.
La conciencia de que la Democracia Burguesa sólo podía ofrecer promesas mediante el voto.
Y la certeza de que aquel hombre que los guiaba nunca entregaría sus banderas. Por el contrario: Las haría más anchas y profundas, extendiéndolas a todos los explotados, a través de un “Habrá Patria para Todos o para nadie”.
Y madurando además, nuevas formas de lucha. Primero, desde la clandestinidad, luego desde la guerrilla urbana que jaqueó al poder establecido desnudando los negociados de políticos, banqueros y terratenientes que robaban la riqueza de los trabajadores, y apaleaban y torturaban a obreros y estudiantes con total impunidad. Y por último, elaborando desde el fondo de los calabozos de la Dictadura en condición de rehén, una salida de lucha para el pueblo trabajador. Aquel pueblo que desde el 27 de junio del 73, dio lo mejor de sí en la resistencia a la dictadura cívico militar. El mismo pueblo que sin rendirse formó ríos y arroyos que desde los sindicatos obreros y gremios estudiantiles, los comités de base del Frente, las cooperativas de vivienda, el canto popular y las asambleas barriales, desembocaron en el torrente incontenible del Obelisco. Ese pueblo se había unido por abajo, demostrando que era posible la unidad sin exclusiones, que tanto reclamó históricamente el Bebe Sendic a toda la izquierda Uruguaya. Sin banderías partidarias, protagonismos o aparatismos. Ese fue el pueblo que el Bebe encontró al salir de la prisión. Por eso, proyectó la creación de un gran espacio político, un gran aparato político conducido por los trabajadores: el Frente Grande.
Y un conjunto de medidas de fondo para sacar
rápidamente de la pobreza extrema a casi la mitad de los trabajadores del país, y quebrarle el espinazo del poder a la oligarquía terrateniente y al capital financiero.
Fue entonces que volvió a lanzar nuevas ideas fuerza: “el plan de lucha por la tierra y contra la pobreza”, cuyo motor sería el Movimiento por la Tierra. El no pago de la Deuda Externa y sus intereses. La expropiación inmediata por el Estado de todos los establecimientos agrarios que superasen las 2500 hectáreas, sin indemnización, y la entrega de tierras a colonos para repoblar la campaña con planes productivos para todos los trabajadores. Y volcar toda esa enorme masa de capital al salario en primer lugar, provocando un shock de altísimo impacto en el consumo interno y en la producción en su conjunto. Con esas medidas, que la derecha y buena parte de la izquierda combatió, por radicales, el Bebe planteaba, de hecho, la encrucijada histórica de la marcha al Socialismo.
Porque la lucha frontal contra los poderosos no admite el camino del medio, trazó una vez más el camino recto que su conciencia revolucionaria le dictaba. No es casual entonces que las clases dominantes y quienes transaron con ellas hayan construido un manto de silencio en torno a la figura de este gran revolucionario. Un manto tejido a lo largo de tres décadas. Tejido por los mismos que trampearon la democracia participativa que el pueblo forjó en su lucha contra la dictadura, negociando con genocidas y explotadores unos, y aparateando y desmovilizando otros.
Ya casi ni se lo nombra, porque hablar del Bebe es convocar luchas, rebeliones y resistencia sin concesiones a todo poder dominante, a toda impunidad, y a cualquier forma de explotación del hombre por el hombre.
Por eso nos reunimos hoy un grupo de militantes. Para honrar su memoria, su ejemplo y sus ideas. Para romper un silencio labrado en los pasillos donde se cuentan y recuentan votos para calcular el quehacer político.
Para que vuelvan su ejemplo y sus ideas al seno del pueblo trabajador, y germinen en la conciencia de las nuevas generaciones, que buscan a través de organizaciones sociales otro modelo productivo. El que se opone al “crecimiento económico” apoyado en la extranjerización de la tierra (hoy 1/3 del territorio), la soja transgénica, las pasteras que envenenan el ambiente con su modelo mono productivo, la agricultura de los agro tóxicos que buscando la máxima rentabilidad intoxican la tierra, el alimento, los ríos y los mares. Un modelo agroexportador, dependiente de las multinacionales y el capital financiero.
Será necesario convocar a esas organizaciones sociales para unir esfuerzos, como lo hizo siempre el Bebe.
Será una lucha ardua, al descampado de promesas electorales o recompensas personales.
Un esfuerzo paciente, que algunas veces nos hará sentir como profetas en el desierto. Una lucha que nos enfrentará a los poderes establecidos.
Que cada uno asuma su responsabilidad.
Pero valdrá el esfuerzo, porque a poco de andar, encontraremos que en la memoria de los más humildes, el Bebe lucha y vive.
Por eso, el Bebe Sendic es la Bandera.
Jorge Selves /Enviado por Jorge Pedro Zabalza /Red Latina sin fronteras
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2203 / Miércoles 13.03.2019
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2) HACIA LA GUERRA CIVIL EN VENEZUELA
Por Raúl Zibechi / Alternativas, enero 2019
Cuando Donald Trump decidió retirar las tropas de Siria, en diciembre pasado, lo hizo porque ya tenía decidido abrir un nuevo frente de batalla. Ese nuevo frente, hoy lo sabemos sin la menor duda, es América Latina. Aunque la primera trinchera sea Venezuela, el plan del Pentágono consiste en afirmar el control de su patio trasero en momentos en que el dominio geopolítico global atraviesa una crisis sin precedentes.
En efecto, Estados Unidos no está en condiciones de librar guerras en Asia. No ya contra China, sino siquiera contra el régimen de Corea del Norte, una dictadura oprobiosa con la cual está negociando desde hace más de un año.
Tampoco puede mantener en pie su intervención militar en Oriente Medio, puesta a la defensiva por el despliegue militar de Rusia e Irán. La estrepitosa derrota que cosecharon quienes quisieron impulsar la caída de Bashar al Asad, mediante la intervención neocolonial de Francia e Inglaterra sumadas a la del Pentágono, será una lección difícil de olvidar para sus generales.
¿Por qué América Latina? En este continente se juega el dominio global de la superpotencia que ya no puede seguir siendo, como lo fue desde 1945, la que ponía orden en el tablero global. Empezar por Venezuela es hacerlo por el eslabón más débil, como suponen los estrategas de Washington. El régimen cuenta sólo con el apoyo de un sector de la población, probablemente un tercio, y de una parte de las fuerzas armadas, imposible de cuantificar.
En Venezuela, además, las elecciones son ilegítimas y apenas una excusa para mantener en pie la fachada de una democracia inexistente. Nada muy distinto de lo que sucede en Honduras y Guatemala, por ejemplo. Es que el argumento democrático es polvo al lado de las pesadas razones geopolíticas. Para Estados Unidos, el control de la principal reserva petrolera del mundo, pero sobre todo el control del Caribe, son los dos temas centrales que no está dispuesto a debatir.
Nicholas Spykman, el principal geoestratega estadounidense del siglo XX, fue autor de dos libros en los que define la estrategia para la región: America’s Strategy in World Politics, publicado en 1942, y The Geography of the Peace, publicado un año después de su muerte, en 1944. En sus trabajos Spykman divide América Latina en dos regiones, desde el punto de vista de la estrategia de Estados Unidos: una primera incluye México, América Central y el Caribe, además de Colombia y Venezuela; y la otra comprende a toda América del Sur, debajo de Colombia y Venezuela.
Según las tesis de Spykman, la primera es «una zona en que la supremacía de Estados Unidos no puede ser cuestionada», se trata de «un mar cerrado cuyas llaves pertenecen a Estados Unidos, lo que significa que México, Colombia y Venezuela quedarán siempre en una posición de absoluta dependencia de Estados Unidos».
En Sudamérica, sigue el estratega, cualquier amenaza a la hegemonía estadounidense vendrá de «A B C» (Argentina, Brasil y Chile). Spykman creía que esos grandes estados «situados fuera de nuestra zona inmediata de supremacía» pueden intentar
«contrabalancear nuestro poder a través de una acción común o mediante el uso de influencias de fuera del hemisferio». Si esto sucediera, escribió en America’s Strategy in World Politics, «tendrá que ser respondida mediante la guerra».
El profesor de ciencia política brasileño José Luis Fiori reflexionaba: «De no haber sido ciertos todos esos análisis, previsiones y advertencias hechos por Nicholas Spykman, parecerían una bravata de algunos de estos ‘populistas latinoamericanos’, que inventan enemigos externos» (Sinpermiso, 16-XII-07). (1)
Es evidente que la «democracia» es apenas una excusa en la que nadie cree. En Venezuela convergen intereses geopolíticos que no tienen la menor relación con la oposición izquierda/derecha ni con la democracia. Una guerra civil en nuestro subcontinente es la peor noticia para los pueblos de la región. Pero puede ayudar a Trump a reelegirse en 2020, y con él crecerán los tiranuelos de ultraderecha como Bolsonaro y Duque, y prosperarán los negocios y las grandes multinacionales que cotizan en bolsa.
(1) Las citas del libro de Spykman pertenecen al artículo de Fiori.
Raúl Zibechi /Alternativas /Publicado originalmente en Brecha COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2203 / Miércoles 13.03.2019
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3) DESECHOS COTIDIANOS DEL HOGAR
Montevideo y la basura
Luis E. Sabini Fernández – revistafuturos.noblogs.org/
Los desechos cotidianos de hogar, lo que vulgarmente llamamos “la basura”, parece no sólo un problema de antigua data en Montevideo, sino además un problema en permanente agravamiento.
Basta recorrer las calles para percibirlo.
Y es de tal gravedad –económica, sanitaria, ambiental, sindical, política, estética− que se hace necesario hurgar en sus causas.
Todo intento de “solucionar” tan espinosa cuestión con “equipos especializados”, “turnos extras” y otras medidas por el estilo están condenadas a naufragar en la problemática de fondo, que en general ni se la menciona.
Hagamos un punteo preliminar de la sociedad montevideana en el rubro “basura”.
LA GENTE SE DESENTIENDE
Se desentiende de una cuestión que le atañe directamente.
Es como un proceso de escamoteo y desresponsabilización. Llamativo. Pongamos un ejemplo, de otra latitud: la sociedad alemana, incluidas sus ciudades, abrumada, hace ya algunas décadas, por la acumulación de desechos de origen domiciliario (que se suman a los industriales y generales de la sociedad, que por cierto no son menores) encaró una preselección domiciliaria de desechos en general y plásticos en particular (divididos, a su vez, los más comunes, en polietileno, polipropileno, poliestireno, polivinilcloruro, etcétera).
Ese solo ejemplo nos muestra dos modelos de comportamiento muy diferenciados, divergentes.
Si hacemos un ligero paneo por países occidentales (dejamos a Asia aparte porque presenta otra problemática, desde otras culturas), vamos a ver que los planes de recuperación de desechos están más desarrollados en los países “centrales”, y que en los países periféricos existe mucha mayor laxitud sobre el tema (o en todo caso, intentos de recuperación mucho más embrionarios o parciales). Entendemos que esto tiene que ver con que las exigencias laborales; sus jornadas son mucho más altas en la periferia planetaria que en sus centros.
Pero sin descartar esa desigualdad básica, material, de la vida cotidiana en los centros planetarios y en sus “arrabales”, tenemos otros motivos también fuertes enraizados en el propio devenir histórico: los países industrializados han recibido antes el problema, que de alguna manera “les pertenece”, lo han ido percibiendo a medida que surgía y han encarado así, mal que bien algún tipo de solución; una de las más significativas –que no los ennoblece, ciertamente− es el trasiego de desechos del centro planetario a la periferia: ese “comercio”, a menudo apenas piratería, nos ha agregado en la periferia planetaria “otro” problema de basura encima del que ya teníamos.
¿Cómo se gesta la cuestión, cada vez más crítica, de los desechos en nuestras sociedades periféricas?
Incorporando casi todos los “paquetes tecnológicos” procesados en el Primer Mundo y que nos llegan más o menos de golpe, sin transición y, sobre todo, en sus últimos desarrollos tecnológicos, conociendo poco y mal sus pasos previos, procesados precisamente en los países “pioneros”, por ejemplo en nuestro tema, con el tratamiento de la basura (véase el recuadro).
Volvamos a nuestro entorno: tradicionalmente, cualquier ciudad, como Montevideo, contaba con recuperadores; el botellero, el papelero… Clasificadores: envases de vidrio (incoloros o coloreados, con distinto valor), papeles (blancos o impresos, también con distinto valor de mercado), hojalata y metales (cotizaciones diversas para bronce, plomo, estaño…), grasas y huesos vacunos, ramaje (materia prima excelente −biomasa− para engendrar energía, que se usa intensamente en poblaciones pequeñas, por ejemplo en Suecia, pero que en nuestro país está totalmente desaprovechada).
RECUADRO
Ejemplos de diferencias centro/periferia:
• Cuando el centro acaba con la vida útil de camiones, maquinarias diversas, aviones, se los suele remitir a la periferia como novedad tecnológica de cuasi última generación. Aunque estén totalmente amortizados en el Primer Mundo, en el Tercero los pagaremos como nuevos.
• El centro planetario tiene hoy depuradoras; la periferia
sigue tirando, como hace siglos, el detritus industrial, generalmente muy tóxico, a las corrientes de agua. Las depuradoras, están apenas irrumpiendo y lo hacen, para las zonas bacanas mucho más que para las industriales.
• Lo mismo pasa con las aguas cloacales. En Asia se usaron, tradicionalmente, las excretas humanas como abono. Lo cual es químicamente correcto. Porque los componentes minerales básicos de los cuerpos vivos −potasio, nitrógeno, fósforo− son los mismos de las excretas. Pero en los ’80 los suecos, que pensaban hacer lo mismo con sus propias deposiciones, filtradas y retenidas en las depuradoras, no pudieron. Porque observaron que los lodos cloacales humanos de Estocolmo, por ejemplo, tenían, amén de N, P y K, una serie temible de otros metales adversos a la vida humana (y a la vida en general): mercurio, plomo, cadmio, níquel, zinc, arsénico, aluminio, plata. La caca nuestra rioplatense, por el alto grado de urbanización, es más bien como la sueca, no como la bengalí o la india de hace unas décadas. Asì miradas las cosas, no podemos aprovechar ni siquiera nuestra propia mierda. Suecia, por ejemplo, deposita sus lodos cloacales en diques de cola entre montañas, igual que los detritus altamente tóxicos de la extracción minera..
• Como ejemplo del abismo que, pese a la globalización, separa al centro de la periferia planetaria, mientras en nuestras latitudes lidiamos con los enormes depósitos de desechos, inclasificables y fuente de todo tipo de contaminación, algunos estados “centrales” como los nórdicos, Noruega y Suecia, están dedicados a la “recuperación energética” de los desechos, aprovechando su combustión. Este abordaje “libera” al mundo empresario de toda idea de límite puesto que la rentabilidad aumenta con la mayor “producción” de desechos.
La idea motriz de semejante solución a la cuestión de los desechos funcionaría en un mundo infinito. En una especie de rueda perpetua de uso y recuperación. Pero semejante solución –la de un tecnooptimismo radical− choca con dos inconvenientes: la ley de la entropía (no existe la recuperación energética perfecta) y, pequeño detalle, la condición finita de nuestro planeta y consiguientemente de nuestro universo.
Entendemos que un aprovechamiento energético de los desechos profundiza el foso al cual un desarrollo tecnológico desbocado nos está llevando a todos.
Aquella recuperación, relativa, −que no podemos idealizar porque se trataba de tareas residuales con un proletariado aun más excluido− fue perdiendo pie a medida que los desechos hogareños y urbanos se fueron ampliando, sobre todo cuando el estilo de “use y tire” fue imponiendo una cultura del derroche, no ya del ahorro.
A mediados del siglo pasado el american way of life se abre paso impetuosamente. Primero en los países centrales, industrializados, colonialistas o neocolonialistas, adelantados, subdesarrollantes –elija el lector el calificativo más certero−. Y los primeros en seguir ese nuevo modelo, seremos muchos países de los mal llamados latinoamericanos.
Allí, nosotros. Los mismos que supimos importar “autos baratos”, los colachatas de posguerra –Mercury 1947, Buick 1948, Cadillac 1950− cuando todavía no habíamos aprendido a cuidarlos para que no se desvencijaran en tan poco tiempo.
El material plástico (flexible, los llamados termoplásticos) fue el falaz protagonista de esa “revolución” del consumo que se expande desde mediados del s XX.
En tiempos más recientes, con la conciencia ecológica golpeando a la puerta, la recuperación de materiales empezó, sin embargo, a estar más trabada en Montevideo. Las autoridades sanitarias y municipales fueron regulando para limitar la actividad privada y “espontánea” de los recuperadores, cada vez más indigentes, buscando la desaparición de la basura –una desaparición estética, no material−, primero en contenedores y luego a través de un circuito de recolección, en inmensos enterraderos de desechos. El grito característico del “botelleeero” ya se había perdido en la modernidad galopante…
Como el elemento más nocivo de la “montaña de basura” –porque ya no alcanza con enterrar la basura− son los plásticos (aunque también los desechos químicos son una, otra, “bomba de tiempo”), se fue generando en muchas ciudades de los países “centrales” una política restrictiva para su uso y un celo cada vez mayor para su reciclaje. El ejemplo que dimos de Alemania. En nuestra tierra, siguió por décadas la fiesta del “plástico a toda hora”. Luego de décadas de sordera, parecería estar llegando “la hora de la verdad plàstica” a Montevideo…
Análogamente, a medida que se empezó a hacer conciencia de los ciclos de recuperación biológica, en diversas ciudades y pueblos de los países “centrales” se fue generando un movimiento en favor del compostado, que en nuestro país y en nuestra capital resulta apenas visible, aunque empiezan a aparecer ensayos, intentos…
Vamos viendo la problematicidad pluricausal de esa “molestia” que tan a menudo campea en calles montevideanas.
Podríamos creer que la responsabilidad recae sobre la población. Por cierto, que existe una responsabilidad individual, que nos atañe a todos, pero el abordaje de tan compleja cuestión nos deriva hacia otros “actores” sociales:
▪ La proliferación del plástico, el abandono de los reciclajes clásicos son políticas.
▪ Políticas emprendidas por el sistema empresario (que se regula a sí mismo siguiendo la rentabilidad propia, la empresaria; jamás la social o ambiental) y/o por el sistema político que nos gobierna o deja que nos gobierne el mundo empresario.
Así que la acumulación insensata de “basura” es responsabilidad sistémica. Y no (sólo) responsab¡lidad individual, ésa que las maestras en los parvularios procuran despertar.
PLÁSTICOS ENTRE NOSOTROS
Montevideo se ha caracterizado por una sobrepresencia de plásticos en los supermercados. La bolsita o el folie como un separador higiénico, se va superponiendo con nuevos productos y envoltorios, de tal modo que un producto cualquiera puede llegar al hogar recubierto con tres o cuatro coberturas plásticas (el queso fue recubierto en un folie, alojado en una bolsita de la sección lácteos, y re-ubicado a una bolsa de plástico, p. ej., y así sucesivamente.
La respuesta del comerciante ante el porqué de tanto plástico es terminante: −es lo más barato (la más común; puede sobrevenir la “elegante”: es lo más higiénico).
Lo grave es cuando el político tiene la misma respuesta. Porque el precio de compra de un producto poco suele tener que ver con el costo, social, material, ambiental, de ese mismo producto.
Porque el político tiene que optar, por hacer una política, considerando tales factores o considerar apenas el mero precio de compra comercial de un producto.
Pero la situación es más grave. No sólo tantos políticos calculan como tenderos, al decir de Marx; también investigadores, intelectuales caen en la misma, falaz noción de costos. Fernando Gonella, Julia Muñoz y Carol Wallace en una investigación universitaria entienden como una desventaja para el uso del vidrio para envases que sea “hoy en día […] uno de los materiales más costosos dentro de los usados para envases. Se ha tornado caro tanto en su producción, distribución y recuperación.»
Los autores han adoptado la noción de costo vigente, sin distancia crítica; es la noción que les interesa a los fabricantes de termoplásticos, que calculan un costo jibarizado sobre su propia producción sin considerar el verdadero costo ambiental de los envases plásticos.
RECUPERACIÓN BIOLÓGICA DE LOS DESECHOS VEGETALES
Casi la mitad en peso de la “basura hogareña” es compostable. Poner los residuos orgánicos en “la bolsa de residuos” únicamente aumenta el mal olor, la putrefacción (sobre todo en verano) y el desperdicio biológico. Hay ciudades donde han ido prosperando las huertas en balcones, en terrazas, en techos. Donde la población ha empezado a recuperar tierra. Porque los desechos alimentarios, compostados, constituyen tierra. ¡Y qué tierra! Y con la tierra son plantables las aromáticas, primero, pero suma y sigue, verduras de hoja, morrones, tomates…
Estamos hablando de recuperar algo que cualquier barrio “fuera del centro” solía tener, y que sus habitantes solían hacer “naturalmente”. Pequeñas huertas, por ejemplo.
Nuestro país se ha desquiciado como consecuencia de nuestra ubicación geopolítica (una política globalista que “ayuda” a los países enriquecidos y empobrece a la periferia), pero también como resultado de otra política, otros políticos empeñados en acompañar el desafío de la Cuba socialista al “patrón de la vereda” continental, que ha significado exilio, destierro y muerte para una parte de la sociedad uruguaya. Y emigración, promovida por quienes se aferraron al status quo proclamando “Ámalo o déjalo”. Así, hemos llegado a una situación de enorme vulnerabilidad, de la cual estamos reponiéndonos lentamente.
Y como sociedad nos estamos debatiendo en una serie de situaciones cruciales; la basura no es sino un emergente de nuestra crisis.
No se trata de pelearse por la enorme montaña de desperdicios que nos desquicia; se trata de ir achicando el daño.
Luis E. Sabini Fernández COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2203 / Miércoles 13.03.2019
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“La izquierda no puede pensar sólo en ganar elecciones. Necesita tener como meta fundamental organizar al pueblo, y recuperar la hegemonía de las ideas de la clase obrera en la sociedad. Recuperar los valores humanistas y socialistas, y practicarlos, como la solidaridad, la defensa de la justicia social y la igualdad entre todos los seres humanos.”
Joao Pedro Stedile – MST (Brasil)
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