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UNA MIRADA FEMINISTA SOBRE LA CRISIS DE REFUGIO EN EUROPA

1) 28 mujeres y niñas desaparecidas en 5 años en Colima –
2) Esterilizaciones forzadas en Perú –
3) Gente de frontera afro Las Cañas, “el pueblo de los negros” –
4) A suerte y verdad Empleadas que trabajan para la elite diplomática –
5) Una mirada feminista sobre la crisis de refugio en Europa –
6) Yo, la peor de todas: Sor Juana Inés de la Cruz

COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 12 / No. 471/ Lunes 18 de abril de 2016 / Producción: Beatriz Alonso / Coordinación y búsqueda: Cecilia Duffau y Carlos Casares
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y
totalmente libres” ― Rosa Luxemburgo
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1) 28 mujeres y niñas desaparecidas en 5 años en Colima, México
(Cimacnoticias )

En el estado de Colima se tiene contabilizada la desaparición de 28 mujeres y niñas, según el informe del Grupo de Trabajo que indaga el feminicidio en esta entidad, con miras a que se declare la Alerta de Violencia de Género (AVG).

De acuerdo con el documento, al cual Diario Avanzada tuvo acceso, el registro únicamente abarca de 2010 a 2014, sin embargo el informe no especifica qué sucedió durante 2015 con las desapariciones de mujeres en el estado.

La mayoría de esas desapariciones se focalizan en los municipios de Manzanillo, Tecomán y Colima –la capital estatal–, los tres más grandes de la entidad.

El informe, que ya fue entregado a las autoridades locales, establece que las edades de las niñas y mujeres que desaparecieron están en el rango de 14 a 28 años.

En el reporte se asienta que de los 28 casos de desaparición, 20 están en proceso de investigación, siete “en reserva”, y uno más archivado.

En cuanto al delito de violencia intrafamiliar en contra de mujeres y niñas, se registraron 4 mil 124 casos entre 2005 y 2014, según las cifras de este informe que se realizó para analizar la situación de violencia feminicida en el estado.

La mayor incidencia se registró en los municipios de Manzanillo, Colima y Villa de Álvarez.

En 70 por ciento de los casos de violencia intrafamiliar, las mujeres agraviadas otorgaron el perdón a sus agresores, y sólo 22.4 por ciento de las denuncias concluyó con un castigo para el agresor.

En nueve años de que se estipuló la AVG en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (promulgada en 2007), la alerta sólo se ha declarado en tres entidades federativas, y únicamente de manera parcial: Estado de México (en 11 de un total de 125 municipios); Morelos (en ocho de 33), y Jalisco (en ocho de 125 ayuntamientos).

Mientras, en otras 12 entidades –entre ellas Colima– se investiga la presunción de violencia feminicida por parte de Grupos de Trabajo integrados por representantes de gobierno y gente de la academia.

En algunos estados de los que solicitaron la AVG, como Sonora y Veracruz, los Grupos de Trabajo emitieron ya sus respectivas recomendaciones a los gobiernos locales para que erradiquen la violencia feminicida. De incumplir el plazo legal de seis meses para ello, la alerta se declarará de manera automática.

La AVG se define como un conjunto de acciones gubernamentales de urgencia para salvar la vida de las mujeres. Una vez activada, los gobiernos estatales están obligados a implementar medidas preventivas, de seguridad y justicia, y deben asignar el presupuesto necesario.

COMOCOSUR MUJER Nº 471 – 18.04.16

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2) Esterilizaciones forzadas en Perú: Testimonios de los médicos implicados
(La republica.pe)

“Ningún médico actuaba por su cuenta sino que obedecía los mandatos del gobierno”

Se esterilizaban entre 20 y 25 mujeres por día durante las campañas de planificación familiar que aplicaba el Ministerio de Salud durante el gobierno de Alberto Fujimori, según testimonio.

El cirujano Óscar Aguirre Quintana fue contratado por el Ministerio de Salud para esterilizar a mujeres de Juanjuí durante el gobierno de Fujimori.

El médico Óscar Aguirre Quintana laboró en el hospital La Victoria, en Juanjuí, en la selva del Huallaga, en el periodo crítico en el que se hicieron esterilizaciones masivas contra la voluntad de las mujeres, según testificaron varias víctimas entrevistadas por La República.

Como parte del programa de salud reproductiva del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), las autoridades del Ministerio de Salud impusieron “cuotas” de mujeres intervenidas quirúrgicamente. Aplicaba medidas de estímulo al personal de salud si cumplían con las metas, o los sancionaba si no alcanzaban las cifras previstas.

Cumplían un papel clave en este esquema los trabajadores del sector Salud que se encargaban de captar a las mujeres, bajo engaños, amenazas o violencia, como han declarado las víctimas a este periódico. Pero no lo hacían de favor o gratis. Cumplían con dicha labor porque sabían que serían gratificados por el gobierno.

El doctor Óscar Aguirre, que estuvo presente en las campañas de esterilización en Juanjuí, lo confirmó. Este es su testimonio:

A los técnicos enfermeros les daban incentivos, como canastas de alimentos. Eso venía del gobierno. Las campañas (de esterilización) las dirigían los que estaban en el Ministerio de Salud (Minsa). Es decir, los directores y toda su gente. Era todo un sistema. Las campañas duraban un solo día por lo general. A mí me contrataron solo para operar. Y operábamos entre 15 y 20 mujeres al día. Era una cosa rápida. Técnicamente la ligadura es una cosa sencilla, tardará unos 10 minutos. Sin embargo, hubo problemas, accidentes. Se ponían a ligar a personas que no estaban preparadas para la cirugía. No había tampoco las condiciones para efectuar operaciones quirúrgicas. En ese tiempo no había organización, no había nada. Básicamente les ponían anestesias locales no más. Se quedaban en el hospital bajo observación solo un día y luego se las enviaba a sus casas.

Orden vertical

Lo declarado por el médico cirujano Óscar Aguirre Quintana coincide con las manifestaciones de las mujeres esterilizadas contra su voluntad, entrevistadas por La República. Ellas dijeron que las intervinieron en pobres condiciones, y que a pesar de los dolores y complicaciones posoperatorias, las despachaban a sus viviendas con algunas pastillas calmantes, si tenían suerte. Explicó:

Por órdenes del Ministerio de Salud tenía que ir obligatoriamente a operar en las campañas (de salud reproductiva). (…) Yo no me dedicaba a captar (mujeres), pero sí sé que al personal que se dedicaba a hacerlo, el personal del Ministerio de Salud), los sanitarios, a ellos les daban incentivos. Por ejemplo alimentos. No me parece bueno el programa de planificación familiar de aquellos años, porque no debieron darles incentivos a los captadores.

Cuando se le mencionó al doctor Óscar Aguirre que La República había entrevistado a muchas mujeres que aseguraban que las llevaron con engaños o a la fuerza a los centros de salud, y que las esterilizaron sin su consentimiento, el cirujano no las desmintió.

Si me dicen que han entrevistado a mujeres que han sido esterilizadas contra su voluntad, tal vez sea porque el administrador del Ministerio de Salud hacía esto para cumplir rápidamente con las metas. (…) Definitivamente había una política. Ningún médico actuaba por sí solo o por su cuenta, solamente se obedecían los mandatos de la Dirección Regional de Salud, que dicho sea de paso venían directamente del Ministerio de Salud, del gobierno. La cadena era así: Ministerio de Salud-Dirección Regional de Salud-Dirección Regional hacia la red de postas de salud. Esta red en aquellos tiempos estaba compuesta por 3 grandes centros: Moyobamba, Tarapoto, y Juanjuí. Juanjuí abarcaba desde Bellavista hasta Tocache. Son muchas postas y centros de salud, cerca de 50. Los trabajadores estaban obligados a cumplir con tremendas metas. No sabía cómo las había captado. Yo solo las operaba porque tenía las órdenes firmadas.

El propio doctor Óscar Aguirre reconoció que el número de mujeres operadas por día durante las campañas fue excesivo.

El mismo patrón

Esto es lo que dijo: De a 20 a 25 intervenciones en un día, eso sí no era normal. No estuvo bien, pero era política del Estado. Era todo un sistema de ellos (el Ministerio de Salud). No era yo. Venía de arriba.

Elicena Criollo Huanca reconoció a Óscar Aguirre como el cirujano que la esterilizó de por vida. Criollo había cumplido 25 años y vivía en la localidad de Shumanza, cuando se la llevaron con mentiras al hospital de Juanjuí. Ella solo tenía quinto grado de primaria.Al igual que a la mayoría, abusaron de su falta de información. Esto es lo que dijo Elicena Criollo:

Una enfermera llamada Rosario de la posta de Shumanza venía a mi casa para convencerme que me ligara. ‘La operación es sencilla, no hay dolor, y si te encuentran quistes, te los sacan ahí mismo. No va a pasar nada. No te van a trozar’. Yo jamás había pisado un hospital. Cuando llegué a Juanjuí había mujeres de todas partes. ‘Te va a operar el doctor (Óscar) Aguirre, es el mejor’, me decían. Había una señora que temblaba de miedo. Otra mujer decía: ‘Tengo miedo. Por qué habré venido. Estaba tranquila en mi casa’. Luego nos enteramos que a los enfermeros y los promotores (de salud) los obligaban y los incentivaban. Decían que ganaban un dinero más. Luego me llevaron a la sala de operación, ahí sentí miedo por primera vez, porque habían varias camas con las pacientes, vi que las estaban cosiendo a unas mujeres. Me anestesiaron, y al despertar, estaba en una sala donde todas habían sido operadas. Cuando recobré el conocimiento me dolía mucho, mucho. Varias mujeres vomitaban, se quejaban, lloraban. Por la tarde seguía sintiendo dolor. En los siguientes días continuaron los dolores. La enfermera Rosario vino a mi casa y dijo que tenía que caminar. Yo le contestaba que no podía porque me dolía mucho. Y me ponía a llorar.

Lucía Satalaya Sangama también fue operada en el hospital de Juanjuí, en 1997, pero a la fuerza. Esto es lo que narró:

La enfermera Rosario me dijo que si me ligaba iba a tener apoyo, que me iban a pagar y que me iban a dar alimentos y medicinas. Después los médicos de la posta de Campanilla me llevaron a una casa, de donde me escapé porque ahí había mujeres que lloraban, que gritaban. Tres días después la enfermera Rosario y un doctor insistieron y me llevaron a ligarme al hospital de Juanjuí. De los brazos me llevaron. Así me operaron. Yo no quería.

Los testimonios coinciden.

“Nos dijeron que la ligadura era temporal y que si queríamos tener más hijos nos podían desatar”

Muchas mujeres fueron fácilmente embaucadas por carecer de educación. Buena parte de las víctimas de la selva del Huallaga no han concluido la primaria. Ese es el caso de Orfita Fasabi Isuiza, por ejemplo.

Fasabi contó: Varias veces vinieron a convencerme para ligarme. Nos ofrecieron dar plata, nos han ofrecido dar empleada, víveres. Total todo era mentira. No nos dieron nada. A mí engañaron. Cuando fueron a mi casa me dijeron que la ligadura era algo temporal, que no tendríamos ningún problema si queríamos tener hijos. En otra oportunidad nos desatarían y así podíamos volver a tener hijos cuando queramos. Así me han engañado, total que las cosas no fueron así. Fue una gran mentira.

Continuó Orfita Fasabi: Entonces con todas esas mentiras nos subimos con mi esposo en una camioneta. Directo nos han llevado al hospital La Victoria de Juanjui. En el hospital me volvieron a decir que era una ligadura temporal. ‘Se desata cuando quieras y puedes volver a tener hijos’, me dijeron.Entré en un cuarto, habían como cuatro madres más. Nos operaron a todas. Cuando desperté me dolía mucho vaginalmente. Desde el día que me ligaron hasta hoy todavía estoy con mucho dolor. Me duele y me canso mucho cuando camino en el sol. Solo me dieron panadoles. Ahora tengo infecciones urinarias con frecuencia. Yo no sé qué me han hecho. Desde ese día me han malogrado la vida.

COMOCOSUR MUJER Nº 471 – 18.04.16

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3) Gente de frontera afro Las Cañas, “el pueblo de los negros”
Leticia Rodríguez Taborda (La Diaria)

Al norte de Cerro Largo, bien cerca de Río Branco, se encuentra Las Cañas, uno de esos poblados que se formó con el silencio de la historia de Uruguay.
La biodiversidad de la zona es riquísima y se sitúa en una microcuenca del arroyo Las Cañas con Paso Centurión-Sierra de los Ríos. De su geografía se destacan las pendientes, las quebradas y las rocas con una vegetación particular.

Las especies son diversas y algunas sólo sobreviven allí. Por ejemplo, “la paca”, conocido como un conejo con pintas, “el aguará guazú”, pariente de los lobos según los nativos, y el “tamanduá” u oso hormiguero. Todas tendientes a desaparecer. Y su gente también es particular.

La frontera tiene en sí misma otros lenguajes y no sólo se notan en el habla, también en los relatos de la cultura limítrofe. Se cuenta que Giuseppe Garibaldi se encontró un tesoro, que Lorenzo Latorre quiso fundar un pueblo con su nombre y que la aduana de Paso de Centurión fue una especie de portal antiinvasiones lusobrasile- ñas, sobre 1780.

Antes de 1888 la migración de los esclavos fue muy importante y se radicaron por zonas escondidas de este lado del río Yaguarón, entre ellas la del arroyo Las Cañas.

La población afrodescendiente en Uruguay es de 8,1%, pero en Cerro Largo crece a 11%. Según Elena Sosa, prevencionista en salud de la zona, en relevamientos del año 2000 las personas afro eran 80% de la población (aunque mucha gente no se perciba como tal). En 2008, Hortencia Coronel, educadora de la localidad, señala que en Las Cañas había 200 personas viviendo de forma permanente. La mayoría de los pobladores son descendientes de esclavos, que se mestizaron con europeos e indígenas, algo que es parte de la historia oriental.

Las Cañas es conocido como “el pueblo de los negros”, apagando con esa nomenclatura su rica historia. Una historia gastronó- mica, ganadera, donde está muy presente la producción de lana artesanal. Pero también cuenta historias de hambre, de enfermedades y luchas sociales. Asalariadas y asalariados rurales en su mayoría, han tenido fuertes vínculos en el ámbito de la producción y han realizado las tareas domésticas en chacras y estancias.

Puntas de la Mina, Las Cañas y Cañitas son tres poblados que se formaron con población que migró de Brasil en búsqueda de la libertad. Así formaron poblaciones quilombolas, como lo afirma Armando Olivera en Crónica de Migrantes (2011) o Victoria Pereira en su investigación Plasmando Cultura (2014). Por otra parte, en la tesis de María Pérez -una investigación sobre los menores de edad con discapacidad que no tienen servicios especializados-, encontramos otros datos significativos, como que 10% de la población es menor de 18 años.

Las quitanderas

En un lugar de hombres, quienes marcaron presencia fueron las “Quitanderas”, mujeres que trabajaban de la comida que elaboraban. Ellas iban donde las “señoras” no debían ir (Olivera: 2011). Eran mujeres muy activas y caminaban cientos de kilómetros en una semana.

Estas atrevidas de la historia dieron trabajo a otras mujeres, alimentaron a sus niños con sus ingresos y trabajaron sin patrón hilando el tejido social entre un lugar y otro. Regentaban las ferias ganaderas, las yerras, los bailes de campaña, las pencas y otros eventos culturales de la época en el campo.
Las quitanderas agregaron vocabulario al departamento de Cerro Largo y enriquecieron el paladar popular de la zona.

Sus platos se conocieron por tradición oral de sus ancestras y luego por el pueblo entero hasta convertirse en los más queridos de toda la región. Quienes los siguen elaborando son las mujeres rurales de Las Cañas y sus familias.

Uno de los más famosos platos es el arroz de príncipe, adorado por los niños. Es una preparación dulce. Al arroz hervido se le agregan yemas y frutas secas mezcladas, hasta que queda como una torta, que se corona con mucho merengue y un rato de horno.

El Manicete es todo un tema para investigar, dado que se dice que es uno de los cultos de la comida afrobrasileña a Oshum: un maní tostado y gaseado muy afrodisíaco.

También están las roscas glaseadas y las broas, cada vez menos frecuentes pero aún presentes en los hornos de barro de los alrededores de Las Cañas.

Mujeres

Conocí mucho de Las Cañas a través de Victoria Pereira, militante y licenciada en ciencias sociales, hoy referente de género de Inmujeres en Cerro Largo. Nacida y criada en Melo, es una mujer afrouruguaya muy joven que conoce sobre la dinámica de la discriminación por etnia y por género.

Trabajamos juntas en el Departamento de Mujeres Afrodescendientes (DMA), desde donde nació la investigación Plasmando cultura, que ella lideró. En su trabajo expone muchas aristas de cómo es la vida de las personas afro en el medio rural, en especial la vida de las mujeres.

Viajamos con Onnika y Victoria a conocer Las Cañas en 2014 con un proyecto más amplio de investigación del DMA y nos encontramos con otras fronteras de Uruguay. Salimos desde Melo y viajamos unos 40 kilómetros hasta llegar a Las Cañas. La entrada por la ruta 26 es un camino sinuoso entre quebradas y sierras donde la falta de caminería se hace sentir.

Nuestra guía fue Delia, una mujer que casi deja su lomo en los años de asalariada, que con una gran sonrisa y mucha predisposición nos mostró el pueblo y nos propuso conocer a más familiares de Vicenta y Pastora, dos hermanas emprendedoras e inquietas que vivían de su arte manual para deleitar los gustos de soldados, gauchos, guapos y parroquianos de la época. Con sus pañuelos en la cabeza salían cada mañana en busca de clientes para sus quitutes, y así se mantenían varias familias.

Enseguida se nota la presencia de familias afrouruguayas. Los colores en la vestimenta dan cuenta de la cultura brasileña y nos hacen recordar qué cerca estamos de Yaguarón. En la puerta del almacén algunos gauchos descansando a la sombra, alguno bebiendo una copa y otros jugando a la bolita. Los caballos del lado izquierdo del almacén miran entrar y salir a los pobladores en busca de víveres, charlas y esa reminiscencia de pulpería.

Delia había recibido el año anterior el premio Amanda Rorra en reconocimiento a la labor de sus familiares Pastora y Vicenta, premio que se da a las mujeres afro de Uruguay en el marco del 25 de julio, día de la mujer afrolatina, afrocaribeña y de la diáspora. En aquella entrega contó sobre las quitanderas y sus vidas; Victoria habló de la importancia del legado y lo que significaba esta estatuilla para la localidad y para las mujeres afro que merecen referencias positivas. El premio significa reparación de la autoestima de las mujeres afro de frontera y la emoción de contar sobre sus vidas invisibles en Cerro Largo. Delia respiraba hondo cuando nos llevó al río Las Cañas y masticó un tallito verde. Aprovechó a contarnos secretos como el de “la cueva del tigre”, donde habita una tigresa a los que varios guapos le temían en la noche cuando andaban cerca o cuando tenían que ir a buscar a un animal perdido. Delia nos llevó a visitar a Ana, hija de Pastora, y juntas recopilaron historias.

La de Vilda, por ejemplo, una trabajadora que ama lo que hace aunque no recibe la remuneración que merece por el bravo trabajo de muchas horas en el telar y en el teñido. Una mujer muy luchadora que cuando hay maní prepara Manicete. El día que fuimos tenía mucho trabajo pero nos contó un poco sobre cómo es el proceso de la lana y el teñido artesanal.

Hortensia ha trabajado con la educación y con acciones comunitarias, como el acceso a servicios. Conocí a Hortensia en una presentación en Melo en 2010, donde presentó la investigación sobre las quitanderas que ganó los Fondos Concursables para la Cultura de 2006; fue la primera vez que escuché hablar sobre este oficio y los trabajos de las mujeres en la frontera.

Hortensia y Elena Sosa han luchado por la luz, la salud y contra el desconocimiento. Si bien no son afrodescendientes, es un tema que conocen de cerca y que siempre generó preguntas y trabajo comunitario en un pueblo merecedor de igualdad de oportunidades, donde hay muchos olvidos y donde políticos y mandos medios miran para el costado. Aunque desde 2013 hay agua y luz en todo el pueblo, faltan condiciones para los niños que tienen limitados sus derechos en el acceso a la educación. Ni hablar de los derechos laborales de los adultos.

La forestación, el sobrepastoreo, la caza y la tala están empobreciendo la biodiversidad, por eso los vecinos luchan porque en un futuro sea área protegida. Uno de los pocos temas que generan red son las fiestas camperas, la escuela, las historias de las fronteras y quitandas.

Cuando pienso en Las Cañas no sólo me acuerdo de lo bello que es su paisaje, recuerdo a su gente y sus crianzas. Me imagino un tiempo donde se lleve con orgullo ser negra o afrodescendiente y no como un defecto o algo que hay que esconder. Me imagino un tiempo donde haya frecuencias de buses para tener más opciones de vida y me imagino apoyo para que el telar, el quitute y la historia de las quitanderas sean parte de los estudios del Uruguay rural y del patrimonio femenino, de cómo se vive en el campo.

COMOCOSUR MUJER Nº 471 – 18.04.16

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4) A suerte y verdad Empleados que trabajan para la elite diplomática
Guillermo Garat (La Diaria)

María Eugenia de la Cruz pasó hambre en Lima y se juró no pasarla nunca más. Desde su juramento interno junta plata. Juntó peso a peso para convertirlo en sol a sol y comprar primero el terreno y luego armar una casa donde pensaba vivir, que ahora habita su hermana mayor.

Le faltaba hacer el techo cuando llegó a Uruguay; por eso vino, porque tenía que techar la casa. Una señora le había propuesto ir a Estados Unidos, pero le daba miedo salir de Lima. La matemática se impuso. Después de hacer cuentas, calculadora en mano, y con una propuesta de ganar 450 dólares en Montevideo, comprobó que le daba para hacer el techo. Podía terminar la casa, su casa, y hasta se podía dar el lujo de ahorrar. Pensaba volver al año a Lima, pero el embajador siguió en funciones en Montevideo. La cosa fue tan bien que hasta compró un auto, el primero de la familia, que también usa su hermana.

De la Cruz trabajó 16 años con diplomáticos venezolanos. Primero en su natal Lima, luego en su heredada Montevideo. Tiene 44, empezó la fajina a los 14, cuando la rebeldía adolescente la empujó de su casa paterna en el populoso barrio de Pamplona Alta. Para mantenerse, consiguió un trabajo con cama mientras estudiaba en la secundaria. Cuando concluyó siguió estudiando para secretaria; también aprendió corte y confección. Se decidió a trabajar como doméstica porque la paga en la maquila como detrás de un escritorio era muy poca. Como secretaria trabajó casi un año gratis. Entonces volvió a probar con las tareas domésticas con cama, en Las Casuarinas, un barrio cerrado hipervigilado de Lima. “Ahí no hay bodegas”, dice María Eugenia, o sea, almacenes.

Habla con una cadencia uruguaya, hay que afinar el oído para descifrar al Perú de su lengua. Cuando llegó a la primera casa donde trabajó, con sus escasos 14 años, pensó que había cometido un error, que no era tan grave vivir con sus padres. Su hermana mayor le decía que dejara el trabajo. Pero ella se deslumbró con la casa nueva y sus comodidades. La familia para la que trabajaba le permitió continuar con la secundaria. Siempre y cuando volviera con tiempo para preparar la cena y se levantara lo suficientemente temprano para empezar antes las tareas y dejar todo pronto. Arregló, se quedó. Al poco tiempo ayudaba econó- micamente a la familia para que sus hermanas más chicas fueran a la escuela. El único que trabajaba era su padre y el dinero siempre faltaba. Su hermana mayor estaba casada, fuera de juego, viviendo con su marido que cierto día enfermó. Entonces tuvo que asumir los costos de la mala salud sin faena, necesitó un trabajo.

Por entonces, María Eugenia trabajaba con diplomáticos alemanes, ganaba “un muy buen sueldo”. Les explicó que su hermana necesitaba el trabajo más que ella, que ella podía conseguir otro, les pidió que le dieran las tareas a su hermana, y los alemanes aceptaron. Al mismo tiempo, le consiguieron trabajo con los diplomáticos venezolanos. Se tenía que levantar muy temprano para que las arepas estuvieran en su punto cuando el señor amaneciera. Las arepas deben reposar un rato. María Eugenia no. Se daba un duchazo de agua fría antes de preparar el café, la ensalada, la palta y los jugos en modo automático. Los sábados comían postas de pescado fritas con perico, unos huevos revueltos con verduras. En Perú se enfermó de los pulmones.

Gastaba buena parte de sus ingresos en pagar estudios clínicos y doctores. Sintió que trabajaba y vivía para los médicos y sus artes ocultas. Se dijo basta. Le pidió a sus patrones que la pusieran en la seguridad social. Ellos accedieron después de vacilar, mientras la bronquitis se agravaba. Desde entonces hace sus aportes. María Eugenia no extrañó Perú cuando llegó al Aeropuerto de Carrasco, tampoco ahora. Llegó a Uruguay con la pareja de venezolanos que le daban un dinero extra para que ella siguiera haciendo sus aportes en Perú, “porque acá no podían”. Le pagaban bien y aprovechaba para mirar la telenovela de la noche y la del mediodía, después de que terminaba con la rutina. Otras domésticas con cama o retiro no corrieron o no corren con la misma suerte.

Este asunto de ser doméstica y trabajar con diplomáticos es a suerte y verdad. Cuando llegó a Uruguay, en 2003, los venezolanos le hicieron una liquidación importante, tanto que todavía abre los ojos como si nunca hubiera visto esa cantidad de dinero junta. Le sacaron un “carnet” diplomático, no tenía cédula ni documentación uruguaya, tampoco le hicieron aportes en Uruguay. No reclamó. Los estaba haciendo en Perú. María Eugenia se afincó en Uruguay, se enamoró y está viviendo con un uruguayo, en Cordón. Así que fue al BPS para ver si había alguna manera de que le reconocieran sus años trabajados en Lima.

No existe esa posibilidad, al menos no es tan fácil. Tiene que trabajar casi desde cero para jubilarse. “Me perjudicó no haber aportado”, confiesa ahora. Trabaja y trabajó en “negro” en casas particulares desde que se terminó el trabajo con los diplomáticos. Es una freelance de la limpieza. Le gusta el freelanceo. “En cada casa entrás a un mundo distinto, cada persona es distinta”. Trabajó con cuatro familias diferentes que llegaron de Finlandia cuando la construcción de Botnia. Ahora aguanta el malhumor de familias y hogares unipersonales del Centro, Carrasco, Buceo, Pocitos, Punta Carretas y Punta Gorda. Limpia la casa de una familia uruguaya, otra francesa-argentina y una brasileña.A los uruguayos los ve poco. Como mucho dos veces por semana. Su trato es con la mujer que trabaja con cama en esa casa. Al señor de la casa lo conoció al cuarto mes. La señora también trabaja mucho y con ella tiene un trato correcto, “buenos días”, “buenas tardes”, “cómo está”, y el pago una vez por mes. Los adolescentes que están más en casa a veces están cruzados. Cuando pierde Peñarol patean todo, así que por estos días no habrá quedado mueble sano en Carrasco. La adolescente se encierra en el cuarto y el joven es más relajado, canta. “Trato de llevarlo como parte del trabajo. Si no tengo que salir a buscar otro”.

Hace cinco años que está aportando como trabajadora independiente. Cuando un cliente le aporta ella deja todo para ir. No importa si llueve, hay paro de ómnibus, caen pingüinos o invaden las chicharras. “Yo les digo: si no me aportás, cuando no me pinte venir no vengo y chau. A una sola que es uruguaya no le tuve que pedir aportes, pero a los otros casi les tuve que suplicar”. Con los extranjeros siempre le cuesta más la gestión. Marta Petkovich es cocinera. Desde 1997 hasta 2012 preparó cócteles, aperitivos, sirvió cenas en silencio y lavó unas cuantas veces el colchón orinado por los niños grandes del diplomático egipcio. Sus contratantes no hacían los aportes patronales al BPS. Se escudaban en el silencio, entre valijas diplomáticas y ese cuento que por repetido mil veces parece verdad: que una embajada y por extensión las casas particulares del cuerpo diplomático son territorio de ese país.

Allí el derecho laboral es gris, tirando más a oscuro en aquellos oficios imprescindibles para el orden. Aunque probablemente en Egipto existan leyes laborales, nadie se tomaría el tiempo de ver cuál es la legislación, nadie se tomaría la molestia de contradecir a un dignatario extranjero.

En 2012, Petkovich le pidió al embajador árabe que hiciera los aportes que nunca había hecho. Tuvo una negativa. Deambuló por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, también por el BPS y hasta llegó a la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Representantes y la Suprema Corte de Justicia, además de otras organizaciones. Diputados de todos los partidos políticos dijeron por entonces que la situación de la trabajadora era inadmisible, que debían hacer algo. Aquel 2012 se transformó en el tren fantasma para Petkovich. La sacaron de la cocina y la pusieron a limpiar. La hacían entrar a las seis y media de la mañana. La esposa del diplomático la trataba con desprecio.

Trabajó dos semanas de corrido, hasta 15 horas diarias. Nunca percibió horas extras. Ana María es hermana de Marta, empezó a trabajar en la embajada en el mismo año y se fue con ella en la misma fecha.

Poco antes de que uno de los embajadores se fuera tuvo que llamar a la seccional No 14 de Policía. El diplomático, una semana antes de irse, le puso un cuchillo en el cuello y la acosó sexualmente. Pero en la comisaría le dijeron que no podían hacer nada porque el tipo era diplomático. El embajador se fue del país y ella siguió trabajando.

Cuando la embajada recibió la notificación del BPS por los aportes que nunca había hecho, la hicieron firmar un papel que no le dejaron leer. Ese mismo día la llamó por teléfono un abogado que la despidió. Por supuesto que no le pagaron nada. El chofer de la Embajada de Egipto falleció a finales de 2012. Trabajó 25 años de los 76 que vivió en la delegación diplomática.

En sus ratos libres hacía changas. Falleció de un cáncer. Trabajó hasta el último mes antes de morir. En enero la delegación de Egipto le llevó a su mujer el último sueldo que el hombre no había cobrado.

Ese fue todo el capital con el que pudo contar la viuda. Porque como nunca aportó, la señora no tiene pensión. Los Estados quedan, las personas pasan. Esos hechos fueron denunciados ante el Parlamento. El diputado Martín Tierno (MPP), que participó en la comisión, recuerda que “lo dificultoso” es que no “pudimos hacer venir al embajador a dar explicaciones. Entonces quedó ahí, con la denuncia de ellas. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores vino gente de cancillería y nos comentó que también para ellos era dificultoso. Más de eso no pudimos avanzar”.

Ni siquiera los que deben modificar las leyes han podido con este tema. Tal vez algún embajador pueda restituir los derechos que las embajadas les quitan a ciertos empleados y, sobre todo, a las empleadas.

COMOCOSUR MUJER Nº 471 – 18.04.16

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5) Una mirada feminista sobre la crisis de refugio en Europa
María Villellas Ariño* (Pikamagazine)

Las desigualdades y los roles de género intervienen en las dinámicas de antes, durante y después del tránsito: el reclutamiento forzoso, la violencia sexual o la criminalización afectan de maneras diferentes a hombres y a mujeres.

La crisis de refugio que se viene produciendo en los últimos años y que en 2015 y 2016 alcanzó unas crueles proporciones es un reflejo de las gravísimas consecuencias que los conflictos armados y las crisis sociopolíticas tienen en las vidas de las personas, forzando a centenares millones de seres humanos a huir de sus hogares. Analizar esta crisis de derechos humanos desde una perspectiva de género feminista permite dar visibilidad a algunos elementos importantes para una aproximación más completa y menos parcial.

El primero de estos elementos es el demográfico. Si bien no hay cifras desagregadas por sexo para el total de las personas desplazadas de manera forzada en el mundo, lo cierto es que en los últimos años se ha producido un importante incremento en la disponibilidad de las cifras, que permiten señalar que aproximadamente la mitad de la población desplazada de manera forzada son hombres y la mitad mujeres. Las mujeres representaban a finales de 2014 el 49% de la población refugiada y el 52% de la población desplazada interna. Sin embargo, en la crisis de refugio que afecta a Europa, las cifras son notablemente diferentes. De acuerdo con algunas estadísticas parciales ofrecidas por Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de las 382.000 personas emigrantes y refugiadas que habían entrado en Macedonia entre junio y diciembre de 2015, el 51’4% de ellas eran hombres adultos, el 16’9% eran mujeres adultas, y el 29% eran menores, sin que la cifra estuviera desagregada por sexo. Diferentes medios de comunicación han señalado, no obstante, que la mayor parte de los menores que llegan a las costas europeas, especialmente en el caso de los menores no acompañados, son niños. Según cifras ofrecidas por ACNUR, del total de personas llegadas a Europa por el Mediterráneo entre enero de 2015 y enero de 2016, el 49% eran hombres, el 19% eran mujeres y el 31% eran menores, cifra esta última sin desagregar.

Así pues, la demografía importa y debería ser objeto de una atención más detenida. Por una parte revela la necesidad de un análisis más profundo de las razones de este desequilibrio entre hombres y mujeres en la composición de la población que llega a las costas europeas huyendo de la guerra y la pobreza. Por otra parte, la propia experiencia del proceso de desplazamiento y refugio también debe ser abordada desde una perspectiva de género.

En lo que respecta a las causas del desplazamiento forzado, algunos factores que podrían explicarlo harían referencia a los impactos diferenciados de género de los conflictos armados, que hacen que los hombres sean víctimas en mayor medida del reclutamiento forzado y también constituyan la mayor parte de las víctimas mortales directas de los conflictos armados. Los conflictos armados impactan de manera diferenciada en hombres y mujeres, lo que ha sido objeto de una amplia atención por parte de la investigación feminista, que ha analizado desde cómo el género ha moldeado la génesis de los conflictos armados legitimando las ideologías patriarcales que justifican y sustentan la militarización, hasta cuestiones más concretas como el impacto de los conflictos en la salud de las mujeres o la violencia sexual.

En el caso del desplazamiento forzado de hombres adultos, que como se señaló anteriormente parecen constituir el principal grupo demográfico dentro de la población refugiada, podría encontrarse el elevado impacto en términos de letalidad que el conflicto armado sirio está teniendo. Durante el año 2015, por ejemplo, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos documentó la muerte de casi 21.000 civiles (de un total de 55.000 fallecidos como consecuencia del conflicto armado), de los que cerca de 9.000 eran hombres adultos y 2.000 eran mujeres adultas. La proporción de hombres entre los combatientes fallecidos es mucho mayor, puesto que la presencia de mujeres en las filas armadas es muy reducida.

Otro factor añadido sería el impacto de las políticas de reclutamiento forzoso. En Siria existe una política de conscripción forzosa para todos los hombres de 18 años. Esto ha generado que un elevado número de hombres jóvenes se hayan desplazado a zonas que no están bajo control gubernamental, pero también, y sobre todo con el avance e incremento de poder de la insurgencia yihadista, ha llevado a un incremento en la cantidad de hombres que huyen del país. A pesar de la prohibición que existe para que cualquier hombre entre 18 y 42 años abandone Siria sin autorización previa y de las restricciones por parte de países como Iraq y Jordania para que hombres sirios accedan a su territorio, lo cierto es que numerosos sirios están atravesando las fronteras de manera ilegal y recurren a las redes de tráfico de personas para alcanzar territorio europeo, huyendo del mandato patriarcal que fuerza a los hombres a comprometerse con la participación activa en la guerra.

En el caso de las mujeres, uno de los factores detrás del desplazamiento sería el impacto de la violencia sexual. El informe del Secretario General de la ONU sobre la violencia sexual en los conflictos armados presentado en marzo de 2015 recoge que las mujeres que han huido de Siria aluden con frecuencia al temor a la violencia sexual como uno de los factores importantes para explicar su decisión de refugiarse. La violencia sexual puede ser utilizada como una estrategia de guerra en un conflicto armado porque permite no solo “limpiar” un territorio garantizando que lo sucedido dificultará la voluntad de la población de retornar a ese territorio, como sostienen por ejemplo las investigaciones de Elisabeth J. Wood. Por otra parte, son numerosas las mujeres que relatan haber sido víctimas de la violencia sexual durante el trayecto que llevan a cabo para llegar a Europa, o que se han visto obligadas a recurrir al sexo transaccional para poder afrontar los elevados costes que conlleva acceder de manera ilegal al territorio europeo.

Es importante también analizar desde una perspectiva de género no solo las causas del desplazamiento forzado ni las dinámicas que se producen durante el tránsito hacia los países de refugio, sino también lo que sucede una vez que las personas que huyen de la guerra llegan a Europa. Las mujeres enfrentan dificultades específicas en los procesos de demanda de asilo, puesto que la violencia de género no siempre es reconocida como un motivo para garantizar el acceso a este derecho fundamental. Por otra parte, la atención humanitaria que se presta a las personas refugiadas no siempre responde a criterios de género que tengan en cuenta aspectos específicos como por ejemplo la prestación de atención a la salud sexual y reproductiva de las mujeres o la respuesta frente a la violencia sexual.

En lo que respecta a los hombres, especialmente en el caso de los jóvenes que viajan solos, en ocasiones son percibidos como una amenaza a la seguridad, puesto que responden al estereotipo de combatientes o terroristas, y no siempre se tiene en cuenta que en un gran número de ocasiones estos hombres huyen para no tener que participar activamente en el ejercicio de violencia. Estos estereotipos de género en ocasiones se han entremezclado con otros prejuicios racistas relativos a los hombres musulmanes, como por ejemplo en el relato de las agresiones sexuales contra mujeres en Colonia. Lo que pone de manifiesto la importancia de llevar a cabo análisis interseccionales que permitan abordar la complejidad de los acontecimientos teniendo en cuenta que la violencia sexual siempre responde a dinámicas de desigualdad y abuso de poder entre hombres y mujeres.

Así pues, la crisis de refugio que atraviesa Europa se muestra como un fenómeno de una enorme complejidad que debe ser analizado desde una perspectiva de género que ponga de manifiesto cómo las desigualdades entre hombres y mujeres, así como los roles de género tienen un claro impacto en las causas, dinámicas, consecuencias y respuestas al desplazamiento forzado de población.

*María Villelas es investigadora de la Escola de Cultura de Pau y activista en WILPF

COMOCOSUR MUJER Nº 471 – 18.04.16

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6) Yo, la peor de todas, Sor Juana Inés de la Cruz.
(mujericolas)

Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre de 1651 – México, 17 de abril de 1695) Escritora, defensora del mundo indígena y pre-feminista mexicana.

Aunque algunos autores/as dicen de ella que no puede hablarse de feminismo pues sólo se limitó a defenderse y que las alusiones feministas de su obra son estrictamente personales, no colectivas, sin embargo siempre abogó por la igualdad de los sexos y por el derecho de la mujer a adquirir conocimientos.

En todas sus obras destaca el tratamiento de la mujer como personaje fuerte que es capaz de manejar las voluntades de los personajes que la rodean y los hilos del propio destino.

En la obra lírica de Sor Juana, por primera vez, la mujer deja de ser el elemento pasivo de la relación amorosa y recupera su derecho, a expresarse libremente en las distintas situaciones amorosas.

Además, rompiendo con el tabú que representaba el cuerpo femenino, Sor Juana Inés hace alusiones a la menstruación o la lactancia para recalcar el papel primordial de la mujer en el ciclo de la vida. Por todo ello se puede considerar a Sor Juana como la pionera indiscutible del movimiento moderno de liberación femenina en la literatura hispana.

Hija ilegítima de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de Santillana, pasó su infancia en la hacienda de su abuelo. Allí a los tres años aprendió a leer y escribir al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.

La niña Juana se aficionó a los libros en la biblioteca de su abuelo. Leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder.

Se cuenta que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.

En 1664 comienza su periodo en la corte que marcará decisivamente la producción literaria de Juana Inés pues se codea con teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas.

A finales de 1666 el padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, supo que la joven Juana no deseaba casarse y le propuso entrar en una orden religiosa. Ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada que la de las carmelitas, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas donde sin las interferencias del matrimonio podía seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola… no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió. Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias, recibir visitas, e incluso, realizar experimentos científicos.

Obras:

Entre sus obras podemos destacar sus dos comedias más célebres, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales como El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento. “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, donde hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación. También escribió un tratado de música llamado El caracol. Además, por encargo de la condesa de Paredes, escribió unos poemas, conocidos como «enigmas”, para un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura y grandes admiradoras de su obra, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer

“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”

Poema en el que por primera vez en la historia de la literatura hispanoamericana una mujer habla en nombre propio, defiende a su sexo y, gracias a su inteligencia, usando las mismas armas que sus detractores, acusa a los hombres de los mismos vicios que ellos achacan a las mujeres. En esto, siguiendo la cita de Octavio Paz, Sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido, en el siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra.

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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” – Luis Pérez Aguirre

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