1) Noam Chomsky: “La vanguardia contra el neoliberalismo”
2) La centrifugadora argentina
3) Libia : Crónica de un Califato anunciado
4) Asesinato a las puertas del Kremlin
5) Australia no quiere solicitantes de asilo
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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 711 / Lunes 16 de Marzo de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares / COMCOSUR — COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Noam Chomsky: “La vanguardia contra el neoliberalismo”
Javier Lorca (Página/12)
El filósofo y activista estadounidense analizó el devenir geopolítico global a 70 años de la Segunda Guerra Mundial, con el ascenso y el declive de los EE.UU. como eje. “América latina ha dado pasos significativos hacia su liberación del dominio imperial”, dijo.
No bien amainaron los aplausos que lo recibieron en el Teatro Cervantes, Noam Chomsky, serio y concentrado, comenzó a leer lo que sería la conferencia magistral del Foro por la Emancipación y la Igualdad. Con retórica clásica, lo primero que hizo fue presentar su tema: un balance histórico y geopolítico a 70 años del final de la Segunda Guerra Mundial. “Uno de los desarrollos más espectaculares de este período se produjo en América latina. Por primera vez en 500 años, América latina ha dado pasos significativos hacia su liberación del dominio imperial”, dijo el intelectual y militante de izquierda estadounidense, en la única digresión de su discurso, que fue también la única concesión a la tribuna, y a los palcos, donde no se podía encontrar una silla vacía. “Son desarrollos de un significado histórico muy profundo –siguió–, que incluyen pasos importantes hacia la integración y hacia enfrentar problemas internos extremadamente graves que habían impedido el crecimiento saludable de lo que debería ser una de las regiones más dinámicas y prósperas del mundo.”
Chomsky, de 86 años, propuso una mirada global, pero enfocada en el lugar de los Estados Unidos, su auge y su declive, que ilustró a partir del contraste entre dos conferencias regionales, la de Chapultepec (México) en 1945 y la de Cartagena de Indias (Colombia) en 2012, que “fueron radicalmente diferentes”, un índice de los profundos cambios históricos que mediaron entre ambas.
Al final de la Segunda Guerra, mientras las que habían entrado en ese conflicto como grandes potencias salían “muy dañadas”, los Estados Unidos comenzaron a crecer exponencialmente, alcanzaron a concentrar “la mitad de la riqueza del mundo”, multiplicaron su poderío bélico (la bomba atómica) y expandieron su control sobre el continente y los dos océanos. Sobre esa base, la dirigencia norteamericana (Chomsky habló concretamente del personal del Departamento de Estado) se dispuso a “organizar el mundo para satisfacer las necesidades de los sectores dominantes de EE.UU., es decir, de los sectores corporativos”. Y lograron “detentar un poder indiscutido”, que intentaba obstruir la soberanía de otros estados que pudieran competir con Norteamérica.
La reorganización del globo tuvo entre sus objetivos “restaurar el orden en Europa”, lo que implicaba “destruir la resistencia antifascista comprometida con la democracia radical”. Para establecer “las reglas de juego en América latina” se convocó la conferencia de Chapultepec, en el ’45, donde se promovió “la eliminación del nacionalismo económico, con la excepción del de Estados Unidos”, para asegurar el rendimiento de las inversiones norteamericanas. Latinoamérica era, para los gobiernos estadounidenses, “nuestra pequeña región de por acá”, según recordó Chomsky la definición de Henry Stimson, entonces secretario de guerra de EE.UU.
Otra relación de fuerzas describió el lingüista y profesor del MIT para comienzos del siglo XXI. En la conferencia de Cartagena, en 2012, no hubo declaración de consenso porque Estados Unidos y Canadá quedaron en una posición de aislamiento, cercados por la postura mayoritaria de la región sobre tres cuestiones. Cuba, la lucha contra el narcotráfico y el reclamo argentino por las Islas Malvinas. “Todo esto era impensable hace algunos años”, advirtió Chomsky. “La comparación de estas conferencias permite observar la decadencia de los Estados Unidos.” ¿Cómo se produjo ese declive? Para Chomsky, es el resultado de un largo proceso que ya estaba en germen en 1945, en el presupuesto tácito de que EE.UU. era el dueño del mundo. “La decadencia era inevitable a medida que el mundo industrial se recomponía (después de la guerra) y avanzaba el proceso de descolonización.”
Noam Chomsky intentó luego mostrar la impostura norteamericana esbozada para justificar el despliegue militar y la amenaza latente de nuevas incursiones bélicas. “¿Qué pasó cuando terminó la Guerra Fría?”, se preguntó. Los sucesivos gobiernos estadounidenses mantuvieron la presión militar “no para enfrentar a la Unión Soviética, sino para enfrentar a las potencias del Tercer Mundo”. La idea dominante en los Estados Unidos sigue siendo la misma y Chomsky la describió con sutil ironía como “una preocupación por el nacionalismo radical que sucumbe a la falacia de que los principales beneficiarios de la riqueza de un país deben ser los ciudadanos de ese país y no los inversores de los Estados Unidos”.
Desde fines de la década del ’70 esa ideología se tradujo en “un ataque neoliberal, un ataque mundial sobre los derechos humanos”, y en una ingeniería burocrática organizada para proteger a los grandes bancos y corporaciones de las recurrentes crisis del capitalismo, cuyos costos se transfieren al conjunto de la sociedad. “América latina –evaluó– ha estado a la vanguardia de la lucha contra el ataque neoliberal.”
El final de la conferencia estuvo marcado por la postulación de riesgos apocalípticos. “La especie humana está al borde del precipicio. Dos sombras se ciernen sobre la humanidad: la guerra nuclear y la catástrofe ambiental. En los últimos años, estas amenazas están creciendo. Para la primera, conocemos la respuesta: hay que eliminar las armas nucleares”, dijo Chomsky, entre aplausos. Pero recordó que EE.UU. ha anunciado una millonaria inversión para modernizar su armamento nuclear. Y tampoco fue optimista sobre los problemas ambientales generados por la actividad del hombre (se refirió en particular a la extracción de combustibles fósiles): “No está claro que sepamos cómo superar la catástrofe ambiental”, pero es imprescindible abordarla, si es que el hombre quiere seguir viviendo sobre la Tierra.
LUNES 16 DE MARZO DE 2015 – COMCOSUR
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2) La centrifugadora argentina
José Natanson (Le Monde Diplomatique)
a muerte de Alberto Nisman, la precuela de su denuncia contra el gobierno y las secuelas de la investigación, la reforma de los servicios de inteligencia y la marcha de los fiscales confirman, una vez más, la dinámica centrífuga y anticooperativa de la política argentina. La saga completa, de la que aún no hemos visto el final, resulta estremecedora, no por familiar menos deprimente. ¿Cómo se explica este estilo? Antes que echar culpas y entrar en un reparto de responsabilidades, si es consecuencia del autoritarismo del gobierno o la actitud de la oposición, intentemos una mirada más estructural a partir de tres dimensiones: la cultura política, el sistema de partidos y el ecosistema mediático, que tal vez ayuden a explicar el estilo excéntrico –en su primera acepción: lejos del centro– tan característico de la política argentina.
Cultura política
La cultura política es como las brujas: nadie la ha visto pero que la hay, la hay. La nuestra, como todas, mezcla rasgos diversos y hasta contradictorios, entre los que cabe señalar la fuerte tradición inmigrante y la impronta anarquista y socialista de fines del XIX, que derivó en una conciencia igualitarista inédita en América Latina y, más tarde, en un fuerte impulso plebeyo de ampliación de derechos. Una sociedad civil vibrante, sindicatos sólidos y tradiciones partidarias muy arraigadas (con estructuras partidarias débiles y movimientistas), definen un mix particular, marcado por un fuerte protagonismo de la sociedad por sobre el Estado, evidenciado en la multiplicación de movilizaciones no sólo por parte de los clásicos actores populares sino también de nuevos sujetos reclamantes (los ahorristas, los caceroleros, los prefectos, el campo).
Sobre el fondo de la tensión siempre irresuelta entre la tradición liberal (y su sujeto: la clase media) y la populista (y el suyo: el pueblo), se recorta un país con bajos niveles de institucionalidad, incluso en comparación con otros Estados latinoamericanos. La peculiaridad argentina es la combinación de baja institucionalidad con alta politización. Esto no es un elogio ni una crítica; simplemente es una descripción. Las instituciones son, básicamente, mediaciones, y en Argentina pareciera como si solo una fina capa de gelatina separara a la única autoridad verdaderamente reconocida –la autoridad presidencial– de los factores de poder, sean éstos empresas, sindicatos, movimientos sociales o la opinión pública movilizada. La consecuencia es una tendencia decisionista que deriva en ciclos breves de ilusión y desencanto que dificultan la construcción de políticas consensuadas y de largo plazo. Ante crisis como la hiperinflación de 1989 o el estallido de 2001, e incluso ante momentos de alta tensión como el conflicto del campo del 2008, los actores tienden a comportarse de modo poco cooperativo, al filo de los posicionamientos antisistema.
Sistema de partidos
La segunda explicación es de sistema político. Los bipartidismos, de entre los cuales el ejemplo modélico es el estadounidense, tienden a ordenar la política en torno a un eje claramente definido, lo que otorga nitidez a las opciones disponibles y transparenta la diferencia, que es el eje de la construcción democrática en las sociedades contemporáneas. Como la fuerza que está en la oposición sabe que el día de mañana puede acceder al gobierno, tiene incentivos para plantear políticas constructivas, lo que alienta una coordinación que fortalece esquemas institucionales más balanceados y que, en momentos de crisis, permite articular alianzas de salvación nacional mediante el acuerdo de dos fuerzas fundamentales (1). El bipartidismo es un elogio del centro.
El Pacto de Olivos fue el momento cumbre y a la vez el inicio de la decadencia del bipartidismo vigente desde la transición democrática. A partir de ese momento, uno de los miembros del dueto, el radicalismo, inició un declive progresivo que el triunfo de De la Rúa no pudo frenar. Hoy, más de dos décadas después, Argentina sufre un sistema de partidos desequilibrado y en permanente mutación. Técnicamente un multipartidismo con fuerza predominante, parece un lego de mil piezas manipulado por un chico inquieto que lo rearma ante cada elección. Recordemos: cinco candidatos del 20 por ciento en 2003, kirchnerismo versus dos coaliciones en 2007, kirchnerismo contra una oposición pulverizada en 2011, y en el medio un radicalismo con presencia nacional pero sin candidato a presidente, formaciones provinciales –y aun municipales– que de un día al otro se convierten en opciones nacionales competitivas, y un peronismo indestructible y plástico que todo lo abarca.
Esta singular morfología partidaria alimenta la centrifugadora. Las fuerzas de oposición, obligadas competir entre ellas antes que con el gobierno, caen a menudo en una radicalización extrema, mientras que el oficialismo enfrenta dificultades para econtrar interlocutores opositores autorizados (en los pocos casos en los que decide buscarlos), como sucedió con la reforma del Código Penal, elaborada por una comisión multipartidaria pero abortada por la dinámica impuesta por un actor nuevo (el massismo) que arrasó con ella apenas reparó en que esto le resultaba conveniente. Como el peronismo aparece como la única posibilidad cierta de acceder al poder, todos, o casi todos, se declaran peronistas, lo que condena a la irrepresentatibidad al sector de la sociedad referenciado en la larga tradición republicana, que Juan Carlos Torre define como “los huérfanos de la política de partidos” (2). En este escenario de baja alternancia, o de alternancia intraperonista, el peligro no deriva tanto de quien está en el poder como de aquel que aspira a ocuparlo: si cree que nunca le va a llegar el turno, si piensa que sus chances se reducen a cero, se corre el riesgo de que agote su “paciencia democrática” y se deje seducir por el canto de sirena de los atajos autoritarios, como en Venezuela.
Medios
Estas características explican en buena medida la dinámica que adquirió el caso Nisman, un episodio que podría haber empujado a los actores políticos a comportarse de un modo sereno y prudente e incluso haber funcionado como la oportunidad para iluminar una de las zonas oscuras de la democracia, los sótanos de los servicios de inteligencia, y que en cambio derivó en un río revuelto de medias verdades, pistas falsas y operaciones. En términos sociales, el resultado parecería ser la afirmación de las dos minorías intensas de la polarización kirchnerista: para la oposición más visceral, fue una demostración de que estamos ante un gobierno dispuesto a todo (el “ahora matan” de Elisa Carrió); para el kirchnerismo sunnita, una operación, probablemente digitada desde afuera, para forzar su salida anticipada del poder. En este sentido, la muerte de Nisman opera sociológicamente como un reforzador de ideas previamente constituidas (que el kirchnerismo es asesino, que la oposición es golpista), lo que curiosamente lleva a ambos núcleos duros a dudar de la hipótesis del suicidio, que al cierre de esta edición seguía siendo la más probable de acuerdo al expediente judicial.
La prensa le agrega un plus de melodrama a este cuadro confuso. Por su propia forma de funcionamiento, los medios, en especial los audiovisuales, tienden a generalizar y simplificar, espectacularizan incluso los hechos más triviales y, ante un caso policial, operan bajo una lógica de serialización que exige novedades permanentes. Pedirle calma a la televisión es como pedirle serenidad a un epiléptico. Y aunque la preminencia mediática no es una realidad exclusiva de la Argentina, porque los medios ocupan un lugar central en todas las democracias modernas, aquí desempeñan un rol particular: la presencia de una amplia clase media y una larga tradición letrada alimentan una oferta que, con ocho diarios de circulación nacional, tres periódicos de negocios y cinco señales de noticias que trasmiten 24 horas, resulta comparativamente más amplia que la de cualquier otro país latinoamericano. Un ecosistema mediático denso y cuyo actor principal, el Grupo Clarín, goza de un poder relativamente superior al de otros conglomerados de la región, incluyendo la Red Globo y Televisa (3).
Fronteras
En Argentina la muerte no es parte del juego político. Podría ser diferente: de hecho, lo fue durante décadas y todavía lo es en países como México, Honduras o Colombia, donde, sobre todo en las regiones periféricas, funciona como un recurso más de la política cotidiana. Aquí la muerte se volvió intolerable, y ese es uno de los pocos consensos transversales de nuestra democracia, duramente conseguido. Por eso de 1983 para acá la muerte establece siempre una frontera: cada muerte es un fracaso de la democracia que obliga a las instituciones a reaccionar. El Estado puede hacer cualquier cosa salvo ignorarla.
La muerte de Omar Carrasco decidió al menemismo a terminar con el servicio militar obligatorio, las de Kosteki y Santillán obligaron a Duhalde a adelantar las elecciones, la de Axel Blumberg llevó a una reforma del Código Penal, las de Cromagnon derivaron en el juicio político a Aníbal Ibarra y las de la Estación Once catalizaron un cambio en la política ferroviaria. La aparición sin vida del cuerpo de Nisman forzó una nueva ley de inteligencia. No todas las respuestas fueron positivas: no lo fue, por ejemplo, el giro punitivista que siguió a la muerte de Blumberg y las masivas manifestaciones convocadas por su padre. Sin embargo, siempre hubo un antes y un después de la muerte, lo que demuestra que la democracia argentina porta el antígeno de la violencia política, que el anticuerpo funciona. Pero cuidado. En un país abierto a la transformación y al conflicto, hemos aprendido cómo introducir los cambios necesarios para salir de los atolladeros en los que nosotros mismos nos colocamos. Todavía tenemos que aprender a sostener colectivamente esos cambios.
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1.El bipartidismo, como todo sistema de partidos, está lejos de ser perfecto. En algunos casos, su tendencia centrípeta lleva a que las dos grandes fuerzas se confundan en una sola, lo que puede generar un esquema de componendas que alimenta la corrupción y hace que la sociedad tenga dificultades para distinguir a uno del otro, con posibles salidas disruptivas, como sucedió en la Venezuela pre-Chávez y podría suceder en España.
2.“Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria”, en Desarrollo Económico, vol. 42, Nº 168.
3. Martín Becerra y Guillermo Mastrini, Los dueños de la palabra: Acceso, estructura y concentración de los medios en la América latina del Siglo XXI, Prometeo, Buenos Aires, 2009.
LUNES 16 DE MARZO DE 2015 – COMCOSUR
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3) Libia : Crónica de un Califato anunciado
Guadi Calvo (Rebelión)
Como habíamos previsto, la facción de Estado Islámico, que desde mediados del año pasado se ha instalado en Libia, avanza en varias direcciones para hacerse fuertes en el país y luego drenar hacia las múltiples fronteras que Libia comparte con naciones de importante actividad salafistas.
Desde la ciudad de Derna, ubicada en el ángulo noreste del país, sobre el Mediterráneo, y a escasos kilómetros de la frontera egipcia, no ha dejado de avanzar por la línea costera hacia el oeste, con la decidida intensión de alcanzar Túnez y Argelia.
Encabezados por miembros del grupo Ansar al-Sharia, (Defensores de la Ley Islámica), que en noviembre último abjuraron de al-Qaeda para el Magreb Islámico (aQMI) y juraron obediencia al Califa Ibrahim, (Abu Bakr al-Baghdadi) líder y fundador del Estado Islámico. Los califados se aproximan a la inerme Trípoli, la que podrían tomar en pocas horas. Lo que les permitía, tras la reciente conquista de Misurata, la creación de un corredor junto al Mediterráneo que prácticamente se convertiría en una autopista hacia la anhelada frontera de Túnez y Argelia.
Según nuevos informes de la inteligencia occidental la situación Libia esta a punto del colapso. Las fuerzas militares laicas del general Khafila Hufter, el sector armado más claramente pronorteamericano de los centenares que actúan en Libia, ha sufrido importantes derrotas en estas últimas semanas a manos de sus antiguos aliados en la lucha contra el Coronel Mohamed Gaddafi.
La batalla más devastadora se registró en la ciudad de Sirte, el último quince de febrero, esta ciudad de importante valor simbólico, ya que fue el lugar de nacimiento y martirio del Coronel, y gran valor práctico porque es además uno de los mayores puertos petroleros del Mediterráneo.
El atentado perpetrado por Estado Islámico, en la ciudad de Quba, al este del país, el diecinueve de febrero, fue el más mortífero en los últimos cuatro meses. La combinación de tres coches bomba que explotaron en simultaneó junto a cuartel de policía de la ciudad, una estación de servicio, donde había largas colas de autos esperando para cargar combustible y otra en una avenida de la ciudad dejaron casi cincuenta muertos y sesenta heridos.
Al este de Sirte, se encuentra la segunda ciudad de Libia, Benghazi, ya en manos de los rebeldes salafistas de Ansar al-Sharia y hacia el oeste Misurata, el último frenó de los salafistas en camino hacia Trípoli, desde donde llegar a la frontera con Túnez y Argelia sería prácticamente un desfile.
Desde la brutal caída del Coronel Gaddafi Libia vive en un estado ya casi natural de guerra civil, son muchas las facciones que combaten entre si en múltiples alianzas que se arman y desarman según necesidades que pasan mucho más por intereses económicos, fundamentalmente contrabando, narcotráfico y tráfico de personas, que por cuestiones ideológicas o religiosas. Esa guerra civil de múltiples frentes y un sin número de organizaciones armadas que participan ha alcanzó un estado de indefinición y un extraño equilibrio que podría haberse prolongado hasta el fin de los tiempos, de no ser por la nueva impronta que ha tomado el grupo Ansar al-Sharia, tras su incorporación desde noviembre último a Estado Islámico lo que desequilibró a su favor la guerra.
Hoy, Estado Islámico intenta capturar las refinerías de Az-Zawiya y Mellita, lo que facilitaría su financiación, tal cuál lo hacen sus hermanos de Irak y Siria con los campos petroleros y las refinerías de la región de Mosul. El grupo también adscripto a Estado Islámico Brigada al-Mulathameen (Enmascarados) también conocidos como al-Mua’qi’oon Biddam, (Los firmantes con sangre) se han estacionado a ambos lados de las fronteras en Túnez y Argelia. En Túnez el ejército no se repone desde los remesones seudo revolucionarios de 2011, por lo que no ha podido combatir a muchos de los salafistas que ingresaron a su territorio huidos de Mali en 2012. En las cercanías de la frontera con Argelia es donde Libia cuenta con importantes instalaciones petrolíferas administradas por empresas europeas. al-Mulathameen está liderado por Mokhtar Belmokhtar, responsable del asalto a la planta argelina de gas de In-Amenas en 2013. Belmokhtar que había abandonado aQMI tras el fracaso de Mali, conformó su propia organización y su golpe de presentación fue la toma de la planta de gas con ochocientos rehenes en enero de 2013. Para recuperarla el ejército argelino necesitó la ayuda de fuerzas especiales británicas, francesas y estadounidenses. El despliegue finalmente pudo liberal a cientos de rehenes matando una treintena de takfiristas, que ya habían ejecutado cerca de cuarenta de sus prisioneros. En ese momento no lograron matar, ni detener Belmokhtar.
En marzo de 2013, la televisión estatal chadiana anunció que el Ejército había conseguido eliminar a Belmokhtar en Malí, la noticia nunca fue oficialmente confirmada, y menos, luego de que se haya responsabilizado a Belmokhtar de los ataques en el norte de Níger en mayo de ese mismo año, contra instalaciones militares nigerinas y un yacimiento de uranio del grupo nuclear francés Areva, los dos fueron reivindicados por el grupo salafistas maliense Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África del Oeste (MUYAO), ligado por entonces a al-Qaeda y que dejaron veintitrés muertos, la mayoría de ellos militares.
Hermanos del sur, hermanos del norte. Es justamente Mokhtar Belmokhtar quién podría convertirse en el hombre clave para afianzar los lazos entre el Estado Islámico que desde Libia intenta expandirse y asociarse con otras organizaciones salafistas del resto del África musulmana y particularmente con el grupo nigeriano Boko Haram, quienes desde principio de año ha tenido gran actividad en Níger, el Chad y Camerún, además de su país de origen, como si intentara extender su influencia hacia el norte.
Abu Bakr Shekau, el líder de Boko Haram, ha anunció el sábado siete haber jurado lealtad al Califa Ibrahim, y como parte de los “festejos” también reconoció que su organización fue la responsable de las tres explosiones que dejaron casi sesenta muertos y ciento cincuenta heridos, en Maiduguri, noreste de Nigeria, antiguo santuario de Boko Haram.
Esta alianza entre Shekau y el Califa Ibrahim se preveía desde hace meses, no solo porque el líder bokohariano se refería con frecuencia a Ibrahim, ya en junio de 2014, tras la toma de Gwoza, en el Estado nigeriano de Borno (noreste), Shekau amenazó con la creación de un Califato, marcando así una diferenciación sustancial con al-Qaeda en el posicionamiento territorial, que si ha pretendido desde siempre Ibrahim a diferencia de Aymán al-Zawahirí, el heredero de bin Laden, y actual líder de al-Qaeda Global. La creciente crueldad en las acciones de Boko Haram y la implementación de las decapitaciones fue otra señal del acercamiento “filosófico” a Estado Islámico.
Es de esperar que según se acerque la postergada elección presidencial, junto a las legislativas del veintiocho de marzo, Abu Back Shekau tenga pensado más golpes contra el pueblo nigeriano intentado una nueva postergación de las elecciones y acrecentar el malestar y desconcierto de los nigerianos que ven a su presidente Goodluck Jonathan, como parte fundamental de la crisis con los salafistas.
Si bien el atentado perpetrado en un restaurante La terrasse frecuentado por occidentales en Bamako, capital de Mali, por el grupo al-Mulathameen del argelino Belmokhtar que reivindicó el último sábado y que dejó “apenas” cinco muertos, dos franceses y tres malineses, no es una señal contundente, de que el salafismo abre una vez más un frente en Mali, mucho menos desmiente la posibilidad de un conflicto de proporciones como en 2012, esta vez contado con la ayuda de Estado Islámico que pueda llegar desde el norte vía Argelia y desde el sur vía Níger, de parte de Boko Haram.
De abrirse un nuevo frente en Mali, podrían articularse infinidad de conflictos y mudar, por fin, la ingobernabilidad de Libia a la siempre compleja franja del Sahel, para preocupación de los intereses económicos y estratégicos chinos, que no son pocos en la región.
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Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina. Dirige en Facebook: Línea Internacional.
LUNES 16 DE MARZO DE 2015 – COMCOSUR
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4) Asesinato a las puertas del Kremlin
Pablo Jofré Leal (Rebelión)
El Río Moskova y el viejo puente de piedra que cruza este cauce – el Bolshoy Kamenny – a unas pocas decenas de metros del Kremlin y de la mítica Plaza Roja moscovita, fueron mudos testigosdel asesinato del político opositor ruso Boris Nemtsov.
Boris Yefimovich Nemtsov de 55 años, doctor en ciencias físico-matemáticas yex viceprimer ministro durante el Gobierno de Boris Yeltsin, además deprimer gobernador de una de las ciudades más grandes de Rusia, Nizhny Novgorod entre los años 1991 y 1997, fue ultimado , el viernes 27 de febrero a las 23:30 horas, con cuatro disparos efectuados a quemarropa mientras caminaba acompañado por la modelo ucraniana Anna Duritskaya.
Una semana después, el día 7 de marzo y producto de lo que las autoridades rusas denominaron “una investigación conjunta entre varios cuerpos de seguridad de Rusia” fueron detenidos en la república Rusa de Inguchetia (en el Cáucaso Norte) cinco sospechosos de haber cometido el asesinato de Nemtsov. Todos ellos de origen checheno: los hermanos Anzor Gubáshev y Shaguid Gubáshev, Tamerlán Eskerjánov, Ramzán Bajáyev y Zaur Dadáyev – ex agente de las fuerzas especiales chechenas.
Datos más precisos sobre este acusado, entregados por la policía rusa señalan que Zaur Dadáyev, era comandante adjunto de un batallón del ministerio interior de Chechenia y habría reconocido su crimen ante la jueza Natalia Mushnikova alegando que lo habría cometido en virtud de las ofensas que el político ruso emitió contra el islam y por su apoyo al semanario francés Charlie Hebdo. Para Iliá Yashin, dirigente del Partido Republicano, del que Nemtsov era copresidente sostiene que la denominada pista islamista es absurda. “La suposición de que Nemtsov fue asesinado por musulmanes radicales, por sus palabras negativas sobre el islam, devenida en la versión oficial de la investigación, es una tontería. Para mí está claro que esa versión es el resultado del encargo político del Kremlin”
Más allá de la versión judicial, la autoinculpación de uno de los detenidos y las sospechas respecto a la veracidad de lo sostenido, noticias emanadas de medios de comunicación y el Consejo de Derechos Humanos Ruso han señalado que Dadáyev se desdijo el pasado miércoles 11 de marzo de su autoinculpación, afirmado que las efectuó bajo torturas. El propio líder checheno, Ramzan Kadirov, salió en defensa de Dadáyev sosteniendo que su trabajo en las Fuerzas Especiales chechena eran un claro compromiso con la seguridad rusa: “Dadáyev es un auténtico patriota que no podría dar un paso en contra de Rusia”.
Previo a estas detenciones, la prensa opositora a Vladimir Putin y los medios occidentales se hicieron eco de las primeras sospechas frente al asesinato de Nemtsov, señalando que se estaba frente a un asesinato por encargo y el responsable en último término era el Kremlin, para quien Nemtsov representaba un peligro con sus críticas a Moscú por el tema Ucraniano acusando a Putin de alentar la guerra contra Kiev y que la anexión de Crimea era ilegal. El Presidente Ruso también habló, en primera instancia, de un asesinato cuyos responsables buscan alentar la división entre los rusos y fomentar las sospechas contra el Kremlin: “este cruel asesinato, sostuvo Putin, tiene todos los indicios de haber sido encargado y de tener un carácter exclusivamente provocador y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que los organizadores y los autores materiales sean debidamente castigados”.
La creación de un mártir
Si bien Nemtsov no podría considerarse un líder opositor que aglutinara adhesiones masivas – no figuraba en la lista de candidatos con opciones para disputarle el poder a Putin – sus críticas eran escuchadas y debidamente amplificadas en el exterior, pues eran las mimas que se emitían desde las cancillerías de Londres, Paris, Bruselas y lógicamente Washington. Autoridades de Moscú e informaciones periodísticas, que se remontan al año 2011, ya señalaban que Nemtsov era un hombre vinculado estrechamente al Departamento de Estado norteamericano, indicando que eran frecuentes sus encuentros con el Embajador de los Estados Unidos en Rusia, Michael McFaul, aprovechando sus coincidencias respecto al conflicto en la región del Dombas (este de Ucrania).
Para la BBC de Londres Boris Nemtsov, “a pesar que no era considerado un nombre popular e importante, su asesinato causó una fuerte conmoción en el país”, recordando que este político si bien tuvo participación en el gobierno de Yeltsin, sus aspiraciones presidenciales quedaron enterradas tras la crisis del año 1998, que significó también su salida del gobierno; “de ahí en adelante todo fue cuesta abajo” señala la BBC.
El año 1999, Nemtsov fundó la Unión de las Fuerzas de Derecha, junto a otros liberales como Anatoly Chubais y Yegor Gaidar. Al principio, este grupo obtuvo un moderado éxito electoral alcanzando el 10% en las elecciones legislativas de diciembre del año 1999. Posteriormente, la actitud del partido frente a Vladimir Putin, que pasó de apoyo condicionado a oposición abierta, le hizo perder muchos seguidores. “En las elecciones de 2003, el SPS falló en su intento de lograr el 5% de los votos necesarios para entrar al parlamento. Entonces, Nemtsov renunció como líder del SPS y siguió su carrera en la empresa privada, mientras intentaba reunir a los liberales rusos. Y fue allí donde se convirtió en un rostro familiar de la oposición en 2011, pero estaba un poco fuera de la primera plana de la política en los últimos años”, concluye el análisis de la BBC.
Por otra parte, para los dirigentes del movimiento antimaidán en Rusia, el asesinato de Nemtsov hay que entenderlo en la lógica de los mecanismos iniciados en Kiev y que se quieren replicar en Moscú, donde el asesinato selectivo es parte de estas estrategias de terror. Según uno de los líderes de este movimiento, el historiador y escritor ruso Nikolái Stárikov, “esta técnica del asesinato como provocación está destinada a alcanzar un cambio de poder, similar a lo utilizado en Siria, Yemen, Egipto y Ucrania. Se trata de la típica técnica de crear una víctima sagrada utilizada para desestabilizar la sociedad, transferir la situación a los disturbios en la calle con el fin de derrocar al Gobierno» sostuvo este intelectual.
El Presidente de la República de Chechenia, Ramzan Kadyrov, al mismo tiempo que defendió la inocencia de Dadáyev, aseguró que el asesinato de Boris Nemtsov ha sido un acto planeado por los servicios de inteligencia occidentales, en el marco de los acontecimientos de Ucrania, la política de sanciones contra Rusia y el cerco que se pretende imponer al gobierno de Putin: “los organizadores del asesinato esperan que todo el mundo culpe a las autoridades rusas por la muerte de Nemtsov y que esto lleve a manifestaciones masivas antigubernamentales. Los servicios que están detrás de este tipo de acciones criminales tienen un método. En primer instancia se acercan a un individuo, lo vinculan a funcionarios de gobierno de Estados Unidos o de Europa y luego lo matan para después acusar a los líderes ruso de estar detrás de estos crímenes”.
El Coronel retirado del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), amigo de Nemtsov y también considerado un político opositor, Gennadi Gudkov, en declaraciones efectuadas al diario Ruso Novie Izvestia descartó que la muerte de Nemtsov fuera un acto espontáneo, obra de un lobo solitario: “fue un atentado terrorista bien organizado, es decir, las acciones fueron dirigidas para generar terror, inseguridad, miedo y desestabilizar la vida social rusa”. Gudkov coincidió con el premier ruso, Vladimir Putin, en el sentido de creer que “la muerte de mi amigo reúne todos los rasgos de una asesinato por encargo y con un carácter netamente provocativo. Para la hija de Nemtsov, Janna Nemtsova, en declaraciones efectuadas a medios alemanes, las autoridades rusas no dicen la verdad: “estoy segura que fue un asesinato por encargo. Lo mataron porque estaba en contra del Kremlin. Eso está claro y la justicia no encontrará a los verdaderos culpables”; días después señaló que responsabilizaba «políticamente» a Putin de la muerte de su padre.
El ex Secretario Adjunto del Tesoro estadounidense bajo el gobierno de Ronald Reagan, Paul Craig Roberts, ha señalado que detrás del crimen de Nemtsov se encuentra la CIA, según lo consignó el portal informativo King World News. “Boris Nemtsov, sostiene Craig, a menudo sonaba como un agente de Washington. Su asesinato a tiros me hace recordar el asunto Magnitsky que resultó en sanciones impuestas a los rusos por el Congreso de Estados Unidos. Los medios de comunicación occidentales repetirán indefinidamente, sin pruebas, que Putin mandó matar a su crítico. Pero Putin es demasiado inteligente como para jugar en las manos de Washington de esta manera. Por otra parte, Nemtsov, aunque un bocazas, no tuvo impacto en el 85% de aprobación de Putin. El apoyo de Nemtsov residía en las ONG financiadas por Washington en Rusia. Si la CIA asesinó a Nemtsov, mataron entonces a su propio activo. Queda por ver si los beneficios justifican la pérdida”.
El caso Magnistsky al que hace mención Paul Craig Roberts, refiere a Sergey Magnitsky, un abogado ruso que descubrió un caso de fraude fiscal cometido por funcionarios rusos y que murió bajo custodia policial el 16 de noviembre de 2009 lo que significó la adopción de una serie de sanciones contra el gobierno ruso. Lo consignado trae a la memoria, igualmente, al Grupo Bilderberg, que concentra aún a los viejos cuadros de la que en su momento se denominó la Comisión Trilateral, grupo de influencia siga operando como si la Guerra Fría no hubiese acabado.
El investigador Wayne Madsen, citado en un interesante artículo por el analista Alfredo Jalife reportaba hace un par de años, que el Grupo Bilderberg invitó a prominentes políticos anti-Putin: Anatoly Chubais, Gary Kaspárov y Boris Nemtsov. “Esto, sostiene Madsen, con la idea de proyectar y fomentar mayores disturbios en Rusia. Chubais fue quien abrió las puertas del infierno de la privatización en Rusia en la etapa de Boris Yeltsin, la cual desembocó en la polución financiera oligarca, algunos de ellos encarcelados y otros exiliados en Gran Bretaña e Israel”. Madsen señalaba en su informe que Chubais, Kasparov y Nemtsov representan la ideología política neoliberal apoyada por George Soros y que gozaban de contactos privilegiados con el polémico embajador de EU en Moscú, Michael McFaul, abiertamente opositor a Putin”.
Anatoli Chubais ya no está en primera línea. Su labor hoy es seguir acumulando riquezas como artífice de las privatizaciones tras su paso por el gobierno de Yeltsin donde estuvo a cargo del programa destinado a privatizar la industria y el comercio. Chubais es el autor de aquella máxima política: “Para que una sociedad logre la democracia, se debe establecer una dictadura dentro del gobierno». En el caso de Gary Kaspárov, este ex campeón mundial de ajedrez, asiduo visitante de los Think Tanks neocons como el Instituto Hoover, trata de dar jaque mate al gobierno de Putin sin éxito, y con escasas posibilidades incluso de alcanzar tablas.
El jueves 12 de marzo de 2015, el pleno de la Eurocámara reclamó a Moscú «una investigación internacional independiente» para esclarecer la muerte del líder opositor ruso Boris Nemtsov, que según este organismo recababa pruebas de la participación de Rusia en el conflicto en Ucrania. Como también ha criticado al gobierno de Putin a quien acusa de de estar convirtiendo a Rusia en un «Estado opresor, con un discurso de odio y miedo» hacia el adversario, en una resolución que contó con el patrocinio de los grupos Popular, Socialista, Conservador, reformistas, Liberal y el grupo verde/ Alianza Libre Europea. Mismos grupos que han impulsado las sanciones de la Unión Europea contra Moscú, alimentada por la decisión de Washington de oponerse a la gestión de Putin bajo la excusa de intervenir en la región Este de Ucrania. Por su parte la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Federica Mogherini, instó a Moscú a investigar de forma «plena y transparente» la muerte de Nemtsov y poner fin al acoso contra la oposición política en el país, declaraciones que implican una clara indicación de buscar responsables de la muerte de Nemtsov en el seno del gobierno ruso.
Cualquiera sea la opinión, las hipótesis respecto a los orígenes del homicidio, si fue por encargo, o un único autor material e intelectual, que se apoyó en amigos y familiares o producto de un “lobo solitario” las conjeturas tendrán que ir adecuándose, cambiar o definitivamente enterrarse a medida que las investigaciones de la policía rusa vayan dilucidando el papel de cada uno de los que hoy aparecen como involucrados en el crimen. O, a estas alturas, los que vayan apareciendo a medida que nuevos nombres, nuevas líneas de investigación o simplemente nuevas denuncias aparezcan, ya sea en Rusia o desde el extranjero.
Articulo del autor cedido por Hispantv.
LUNES 16 DE MARZO DE 2015 – COMCOSUR
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5) Australia no quiere solicitantes de asilo
Catherine Wilson (IPS)
Los conflictos en Medio Oriente y otras partes del mundo crearon 13 millones de refugiados, lo que complica los esfuerzos de la comunidad internacional para cumplir con su responsabilidad de proteger a las personas expulsadas de sus países por la violencia y la persecución.
Pero en Australia, una nación rica, alejada de las zonas conflictivas y cuyos 23 millones de habitantes gozan de un producto interno bruto por persona de 67.458 dólares, el gobierno implementó duras políticas contra los alrededor de uno por ciento de solicitantes de asilo que esperan hallar refugio en su territorio. Incluso el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la tortura, Juan Méndez, concluyó que el trato degradante dispensado por las autoridades australianas se asemejaba a la tortura.
En 2014, Australia recibió 4.589 solicitudes de asilo, muy por debajo de las 29.009 de Francia y las 51.289 de Estados Unidos. En 37 años, este país registró 69.445 solicitantes de asilo, apenas por encima de los 67.400 que llegaron a Alemania en los primeros seis meses del año pasado. La inmigración es un asunto controvertido en muchos países, pero Australia es el único que encarcela a solicitantes de asilo a su llegada y de forma indefinida en centros de detención.
Los que llegan por mar son transferidos a centros de detención de ultramar en los estados insulares de Nauru y Papúa Nueva Guinea, en el océano Pacífico. Luego, no pueden residir en el continente aunque se les otorgue el estatus de refugiados. Hace más de un año, el gobierno comenzó a repeler los barcos que llegaban con solicitantes de asilo.
“No hay mejor medida de disuasión para proteger nuestra frontera y evitar que lleguen barcos a Australia que impedírselo físicamente”, declaró en noviembre el ministro de Inmigración, Scott Morrison. Es necesario para evitar que la gente se ahogue en el mar, arguyó el gobierno, pese a una política que pone en riesgo la vida de personas vulnerables y viola el principio de no devolución de la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1954.
El informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de la ONU por el relator especial contra la tortura, Juan Méndez, concluye que “la enmienda a la ley de migración y poderes marítimos viola la Convención contra la Tortura porque permite la detención arbitraria sin acceso a abogados”. El documento también señala que la detención indefinida de solicitantes de asilo en la isla de Manus, de Papúa Nueva Guinea, junto con las denuncias de malos tratos y brotes de violencia, constituye una violación de los derechos humanos “de tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes como establecen los artículos 1 y 16” de la Convención contra la Tortura.
El director de defensa del Centro Legal de Derechos Humanos, con sede en Melbourne, Daniel Web, declaró el lunes 9: “Bajo la legislación internacional, Australia no puede detener a personas en régimen de incomunicación en un barco en medio del océano”. Además, “tampoco podemos devolver personas a un lugar en el que corren riesgo de tortura. Y precisamente esas son las potestades que el gobierno buscó otorgarse con las últimas reformas de la ley marítima”, observó.
La política de detención prolongada y obligatoria de inmigrantes también “es una clara violación del derecho humano internacional”, como la Convención sobre los Derechos del Niño, señaló la Comisión de Derechos Humanos Australiana. La evaluación de refugiados se suspendió durante más de dos años para eliminar las ventajas de quienes llegaban por mar de forma irregular. A mediados de 2014, unos 3.624 solicitantes de asilo, entre los que había 699 niños y niñas, estaban en centros de detención.
Los periodos de confinamiento de unos 413 días en duras condiciones de vida, fue un factor clave de que 34 por ciento de los menores y 30 por ciento de los adultos fueran diagnosticados con graves problemas mentales. Se registraron 1.149 incidentes de agresiones graves, como abuso sexual, en los centros de detención y 128 episodios de daños autoinfligidos en los niños, indicó la comisión australiana. El último anuncio del gobierno de que se liberará a los menores de 10 años con visas transitorias no se aplica a quienes llegaron antes del 19 de julio de 2013.
Especialistas australianos reconocen que “lo fundamental en cualquier política de asilo no es que disuada, sino que cubra las necesidades de quienes buscan protección”. Sin embargo, una encuesta de opinión realizada en 2010 concluyó que 60 por ciento de los consultados aceptaban la línea dura del gobierno en materia de inmigración.
Condicionamiento para aceptar la crueldad
“Australia libró una guerra ideológica con tanta locura moral como podría encontrarse en una dictadura”, escribió la escritora y ecologista social Isobel Blackthorn. “Nos condicionan sistemáticamente a aceptar el trato cruel de otros como necesario e inevitable”, añadió. Por su parte, el profesor Nick Haslam, director de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne, dijo a IPS: “Los activistas se apuraron a criticar a los sucesivos gobiernos, mientras permitieron que la ciudadanía no se hiciera cargo”.
Las referencias oficiales a los solicitantes de asilo como “ilegales”, sugiriendo criminalidad, a pesar de las claras disposiciones de la Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados sobre que “no son ilegales y que respetar el derecho a pedir asilo incluye la provisión de una recepción humana” no se cuestionaron lo suficiente. Según Blackthorn, “muchas personas adoptan sin cuestionar la visión y las flasedades de los dirigentes políticos y los medios que procuran exagerar el sentido de nuestro derecho en un ‘país son suerte’”.
Durante el gobierno del conservador primer ministro John Howard (1996-2007), “la autocrítica se confundió gradualmente con una posición antiaustraliana de odio a sí mismo”, escribió el profesor emérito de la Universidad de La Trobe, en Melbourne, Robert Manne en 2011, con una pasividad social y política fomentada. La complacencia y el campanilismo (apego ciego por la propia ciudad y costumbres que puede derivar en enfrentamientos con “los otros”) se exacerbaron por el aislamiento geográfico y dos décadas de prosperidad económica ininterrumpida gracias al auge de los recursos minerales.
Haslam dijo a IPS que la indiferencia de la población “obedece a la percepción de que los solicitantes de asilo son oportunistas que buscan entrar al país de forma injusta” y que muchos son migrantes económicos, más que necesitados de protección. En realidad, más de 88 por ciento de los solicitantes de asilo entre 2008 y 2013 resultaron ser refugiados legítimos.
Blackthorn opinó que “la cuestión de los solicitantes de asilo alimenta un nacionalismo que se acerca peligrosamente a la extrema derecha”. Si la ciudadanía no usa su derecho democrático para reclamar un cambio, es posible que “Australia caiga en el tipo de extremismo que hizo que muchas personas dejaran sus países”.
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Editado por Janya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme
LUNES 16 DE MARZO DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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