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VENEZUELA: ENTREVISTA A HEINZ DIETERICH, EX ASESOR DE HUGO CHÁVEZ – comcosur al día 2199 – 06.02.2019

COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2199 / Miércoles 06.02.2019

¡Regresamos!
A partir de hoy, miércoles 06 de febrero de 2019, nos reencontramos a través del envío de nuestros boletines, los días lunes, miércoles y viernes.
Abrazos fraternos, Beatriz Alonso, Henry Flores, Carlos Dárdano y Carlos Casares /COMCOSUR
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Hoy:
1) Venezuela: entrevista a Heinz Dieterich, ex asesor de Hugo Chávez /Ángel Bermúdez
2) Miseria creciente; protestas sociales; repudios contra Bolsonaro /Sergio Ferrari
3) Vinieron por las playas / Luis E. Sabini Fernández
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COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2199 / Miércoles 06.02.2019

1) VENEZUELA: ENTREVISTA A HEINZ DIETERICH, EX ASESOR DE HUGO CHÁVEZ

«El gobierno de Estados Unidos ve en Venezuela una victoria barata porque el régimen de Maduro ya no tiene fuerza»

Ángel Bermúdez /BBC News Mundo

Si en una calle de Caracas le pregunta a un ciudadano cualquiera si sabe quién es Heinz Dieterich es posible que no lo identifique. Sin embargo, si le menciona su «socialismo del siglo XXI», inmediatamente le dirá un nombre: Hugo Chávez.

El fallecido mandatario hizo suyo ese concepto creado por Dieterich al punto de darle visibilidad global al mencionarlo en un discurso en la reunión del Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil) en 2005.

Pero la relación entre este sociólogo alemán, residenciado en México desde hace varias décadas, y el líder de la revolución bolivariana se había iniciado varios años antes.
¿Qué puede pasar ahora? 4 posibles escenarios para la crisis política en Venezuela

Cuánta deuda tiene Venezuela y cómo afecta a su posible recuperación económica

Ambos se habían conocido en diciembre de 1999, cuando Chávez ya mandaba en Venezuela y Dieterich era un intelectual de izquierda reconocido, que incluso contaba en su haber con un libro escrito junto al intelectual Noam Chomsky.

Desde entonces, ambos mantuvieron largas conversaciones hasta que en 2007 se produjo un distanciamiento.

Esos ocho años de contactos le dieron a Dieterich una visión de primera mano del chavismo y de muchos de sus protagonistas, incluyendo a Nicolás Maduro.

Desde esa perspectiva, Dieterich analiza en conversación con BBC Mundo la crisis desatada en Venezuela desde que Maduro asumió su segundo mandato presidencial el pasado 10 de enero, tras ganar unas elecciones que la oposición no reconoce, y tras la juramentación del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como «presidente encargado», algo que el oficialismo tacha como «intento de golpe de Estado».

Usted fue asesor del presidente Hugo Chávez, quien adoptó su concepto del socialismo del siglo XXI. ¿Cuál es su balance de lo ocurrido en Venezuela en estas últimas dos décadas?

Hugo Chávez era un cristiano comprometido con las limitaciones de un militar profesional que cuando entra en contacto con el mundo internacional aprende rápidamente y pretende realizar un proyecto de reformas estructurales en beneficio de la mayoría.

Él no tiene un nombre para ese proyecto y cuando nos conocimos él ve que el «Socialismo del siglo XXI» puede diferenciar su propuesta de todo lo demás que está en el mercado político.

Él lo adapta y diseña un modelo que funciona hasta el año 2010 y que se basa en un barril de petróleo a $120 y en la coexistencia con la burguesía.

Ese modelo empieza a hacer aguas cuando la economía mundial cambia y no se hacen las reformas estructurales necesarias para un Estado moderno, anticorrupción.

No habiendo formado jóvenes cuadros con ética política y sin haber creado un partido como conductor del proceso, este cae en manos de Maduro y se deteriora totalmente pues gira en torno a un eje: mantenerse en el poder.

Maduro desconoce las señales de la realidad como, por ejemplo, la derrota parlamentaria de 2015, las cifra de inflación indetenible y el creciente aislamiento.

Al no entender esos parámetros que muestran que el modelo está seriamente enfermo y hay que cambiarlo, entonces la espiral hacia abajo termina en lo que ahora vemos: la salida de Maduro.

En la actual crisis política en Venezuela, usted ha hablado del «asalto final del Imperio», en referencia a Estados Unidos. ¿Desde su punto de vista, cuál es el rol que tiene el gobierno de Donald Trump en esta situación?

En el último año Donald Trump entró en una fase de debilidad, básicamente porque perdió las elecciones de mitad de período frente a los demócratas y porque parece que sí se puede comprobar la colusión con Rusia para ganar la campaña electoral y, por lo tanto, es probable que terminen en un impeachment (juicio político) muy pronto.

Está tan debilitado que necesita algún tipo de éxito. Los generales abandonaron el gabinete y él queda con una tropa de ideólogos muy peligrosos para la paz mundial como el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, o el secretario de Estado, Mike Pompeo.

Esa gente ve que aquí puede haber una victoria barata en América Latina porque el régimen de Maduro ya no tiene fuerza. Dicen: ‘Vamos a aprovechar para sacar a Maduro, eso puede ser un gran éxito para la democracia y Trump será el responsable de eso’.

Así arreció la política contra Maduro. Le confiscan Citgo, le bloquean el financiamiento y amenazan militarmente con la alianza con Colombia y Brasil.

Entonces, queda completamente claro que Maduro no tiene salvación porque Europa, Estados Unidos, Japón y los países importantes sudamericanos se unen a esa agresión.

Es un ataque tan abrumador que queda absolutamente claro que no hay salvación para Maduro. Los generales venezolanos saben que tienen que sacrificarlo porque Washington fue inteligente y ofreció una amnistía.

Ellos van a sacarlo y le dirán que por la paz y la refundación del país tiene que irse al exilio. Si él se niega, le advertirán que no pueden garantizar su seguridad.

Entonces, él va a tomar un avión y se va a ir a Cuba probablemente.

¿Cree que EE.UU. está realmente dispuesto a hacer uso de la fuerza militar en Venezuela?

No. Ellos saben que no necesitan usar la fuerza militar porque sería una guerra entre Venezuela y la OTAN.

Los generales calculan en términos de poder, miran cuántos tanques y tropas tiene el enemigo y cuantos tengo yo, y en función de eso deciden si negocian.

Estos militares venezolanos saben que Maduro está perdido porque nadie lo apoya, entonces militarmente tendrían una guerra que no pueden ganar.

Por eso, se preguntarán ¿vamos a morir por el panzón de Maduro que no tiene ninguna posibilidad de futuro? No.

Pero hay una condición: los militares sí son bolivarianos y van a defender la soberanía nacional.

Por eso, cuando (el ministro de Defensa, Vladimir) Padrino López dijo prácticamente que aceptan la oferta de Washington de que Maduro se vaya, con amnistía para los militares y una transición negociada sin sangre, se pone la condición de que Washington no puede intervenir militarmente.

Pero Padrino no dijo que van a quitarle el apoyo a Maduro…

No, pero si usted lee todo el discurso cuando él dice que la Fuerza Armada siempre respeta los derechos humanos, la Constitución y la democracia es claro que él dijo que no hay ningún motivo para que Washington nos agreda, porque hemos cumplido nuestro papel institucional.

Entonces mandó un mensaje: Maduro se va y tenemos negociada una salida pacífica.

Hay quienes creen que por la falta de medicinas, de comida y por la crisis migratoria que vive Venezuela se justifica una intervención humanitaria. ¿Usted qué piensa?

En el derecho internacional no existe la intervención humanitaria. Solo hay intervención como mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y eso no va a ocurrir.

La solución es que Maduro se vaya, se fije una fecha para las elecciones democráticas, se forme un gobierno transitorio democrático y se establezca una especie de plan Marshall con US$50.000 millones o US$60.000 millones para ayudar a la población.

La dimensión de la tragedia es tal que se necesita reconstruir todo y enviar de inmediato grandes cantidades de alimentos y medicamentos, pero nada de eso requiere la intervención militar.

Hay que hacer un arreglo entre todas las fuerzas que tiene que incluir a China y a Rusia porque tienen inversiones de US$80.000 millones allá. Posiblemente bajo supervisión de la ONU como propusieron México y Uruguay.

¿Qué consecuencias en el largo plazo prevé de esta elevada implicación de Estados Unidos en Venezuela?

Estamos viendo una política de reconquista de América Latina dentro de la Doctrina Monroe, por parte del grupo neoconservador actual que determina la política en la Casa Blanca.

Estados Unidos está perdiendo la guerra por el sistema multipolar, no acepta que el futuro de la humanidad va a ser decidido por ellos, junto a la Unión Europea, China y Rusia, sino que se mantiene en la ficción del siglo americano que ellos pueden seguir controlando las cosas y esto es imposible.

Entonces ante esta situación hace una política en la que América Latina, con sus recursos, con su acceso a la Antártida, etc., es fundamental para no perder la competencia con China.

El fallecido presidente Chávez -así como el sucesor que él escogió, Maduro- hablaba permanentemente de soberanía. Sin embargo, en su análisis dibuja un escenario en el que el destino de Venezuela se decide con la participación de grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China. ¿Cómo se llegó a esta situación?

Pepe Mujica, el expresidente de Uruguay, ha dicho que cuando un país tiene tanto petróleo como Venezuela las ideas de autodeterminación y la soberanía son casi imposibles de practicar.

Tiene razón. Todos nuestros países son parte de grandes esferas influencia y control. Rusia tiene la suya, Estados Unidos tiene la suya y China también.

Dentro de estas áreas son las grandes potencias las que determinan la política. América Latina es un peón dentro de esto y Venezuela, por el petróleo, va a ser un blanco privilegiado para la política de Washington.

Quieren evitar que China y Rusia, sus grandes rivales, tengan control de esas grandes reservas de petróleo en su patio trasero. Esto es el trasfondo estratégico de todo lo que vemos allá en Venezuela.

Los opositores señalan que la gran implicación de la comunidad internacional en Venezuela ahora fue necesaria porque el gobierno de Maduro no permitió la organización de «elecciones libres y con garantías» que habrían dado una solución a la crisis.

Yo creo que es parcialmente correcto y parcialmente falso. Las elecciones parlamentarias de 2015, que ganó la oposición, fueron aceptablemente democráticas.

Después Maduro no quiso reconocer esos resultados y tampoco ayudó que la oposición dijera que en 6 meses iba a sacarlo de la presidencia.

Ante esa polarización, Maduro actúa maquiavélicamente y dice vamos a aprovechar todo el poder del Ejecutivo, vamos a hacer una alianza con el Tribunal Supremo de Justicia y vamos a bloquear lo que la oposición ganó en el Legislativo.

Y eso lo hicieron exitosamente. Yo diría que desde 2015 no hay un ambiente democrático para realmente medir la voluntad de la población, porque el gobierno obviamente predeterminaba los resultados con medidas antidemocráticas, con mentiras y represión.

¿Cómo valora el papel de México en esta crisis venezolana?

La gente en México apoya la doctrina Estrada, que rige su política exterior tradicional desde los años 30, que dice que un país debe respetar los asuntos internos de otro estado, la autodeterminación de los pueblos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó esa doctrina para no adherirse a la declaración del Grupo de Lima, lo que a mi juicio fue correcto.

Esto tuvo un efecto a favor de la paz porque frenó un poco ese ímpetu de imposición que venía de Washington a través de Guaidó. Porque era un reconocimiento de que no todo el mundo apoyaba la imposición.

Entonces, la propuesta junto a Uruguay de que la ONU debía meterse en ese conflicto, que se tenía que negociar, fue una salida estratégica. Solo una mente enferma puede preferir una salida violenta a una salida negociada.

Y ahora creo que hay la posibilidad de negociaciones serias y reales.

Usted ha propuesto que en un eventual proceso de transición la petrolera estatal Pdvsa sea liderada por el exministro Rafael Ramírez, pero él ha sido acusado por el gobierno de Maduro de graves delitos de corrupción.

Habría que ver si esas acusaciones resisten un proceso jurídico adecuado en un tribunal, pero es cierto que existen y ese es uno de los problemas en Venezuela.

Va a ser extraordinariamente difícil encontrar personas que no están manchadas por su pasado, ya sea de un lado o del otro.

Se necesitaría una dirección colectiva que tenga la capacidad técnica y la experiencia internacional para conducir una organización como Pdvsa y, al mismo tiempo, esté bajo la lupa pública de tal manera que no pueda haber malversación de fondos.

Lo mismo sucede en la Fuerza Armada. ¿Quién tomará decisiones allí durante la transición? Porque ellos son los garantes de que se pueda hacer la transición.

La corrupción que ha habido en tantas partes, primero en la Cuarta República (antes de la llegada de Chávez en 1998), luego con Maduro e incluso, en parte, con Hugo Chávez; es un problema que va a aparecer en la discusión pero pienso que hay mecanismos en un clima democrático para encontrar soluciones.

Si hubiera una salida de Maduro del poder, ¿cuánto afectará esto a ese movimiento de izquierda regional que encabezaron Chávez, Evo Morales y Rafael Correa entre otros?

Esto es una gran crisis y una gran oportunidad porque se va a tener que discutir la verdad de esta situación. Por este desastre ha habido una corresponsabilidad tanto de estados, de gobiernos, como de intelectuales vendidos de izquierda entre comillas
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Es obvio que un gobierno como el cubano apoyaba a Maduro porque económicamente se beneficiaba. Como todo gobierno actúa por razones de estado. Eso se puede entender.

También ha habido muchos intelectuales que se llaman de izquierda que han jugado un papel nefasto, que han cobrado fuerte.

Una pequeña mafia de académicos que se repartían esos premios y que elogiaban a Maduro y un proceso condenado a la muerte.

Desde hace años era predecible que sin las reformas necesarias iba a terminar muy mal, como el de Gadafi o como el de Sadam Hussein.

Y no decían nada porque les gustaba estar en hoteles de 5 estrellas en Caracas con todo pagado. Ahora no se escucha nada de ellos porque saben que son cómplices del desastre que va a pagar todo el pueblo venezolano.

Ángel Bermúdez (@angelbermudez) /BBC News Mundo
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2199 / Miércoles 06.02.2019
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2) MISERIA CRECIENTE; PROTESTAS SOCIALES; REPUDIOS CONTRA BOLSONARO

Foro de Davos 2019

Multimillonarios que ganan 2 500 millones de dólares diarios
26 multimillonarios = riqueza que la mitad de la población mundial
3 400 millones de personas con menos de 5,5 dólares diarios

Por Sergio Ferrari, desde Suiza

La ausencia de prominentes marca esta nueva edición 2019 del Foro Económico Mundial que se realiza entre el 22 y el 25 de enero en Davos. A última hora decidieron no venir a la ciudad alpina suiza Donald Trump, entrampado en su shutdown, ni Theresa May, confrontada al rompecabezas del Brexit, ni Emmanuel Macron, desbordado por las movilizaciones sociales que desde semanas estremecen Francia.

Sí estarán presentes, en cambio, unos 3 000 representantes del gran poder mundial. Esencialmente, dirigentes políticos y representantes de las más conocidas multinacionales convocados para debatir sobre “La Globalización 4.0: modelando una arquitectura global en la era de la cuarta revolución industrial”.

Entre los asistentes, el presidente brasilero Jair Bolsonaro, cuya presencia en Davos ha desatado múltiples repudios ciudadanos en sus más diversas expresiones. Una veintena de importantes ONG de cooperación, asociaciones de solidaridad, sindicatos y actores políticos helvéticos (como el Partido Verde), a iniciativa de SOLIFONDS, enviaron una carta el lunes 21 al Gobierno suizo exigiendo que no se reúna con Bolsonaro y su comitiva.

La misiva, firmada entre otros por KOBRA, Tierra de Hombres Suiza, el sindicato SIT, Multiwatch, Campax, ALBA Suiza, Juristas Democráticos, Greenpeace Suiza y el Foro Democrático Ciudadano, denuncia no solo la retórica homofóbica, sexista, antiambientalista y racista del presidente brasilero, sino también las primeras medidas antisociales, anti indígenas y antiecológicas del nuevo Gobierno. En paralelo, la Sociedad en defensa de los Pueblos Amenazados distribuyó un comunicado exigiendo que la Confederación Helvética defienda los derechos de los pueblos autóctonos ante el presidente sudamericano.

Un grupo de brasileros y suizos protestaron el lunes 21 frente al hotel donde el mandatario se hospedó a su llegada a Zúrich, en tránsito hacia Davos.

Aunque menos numerosa que las tradicionales protestas anti-Davos de la década pasada, más de mil personas desfilaron el sábado 19 en las calles de Berna en contra la cita de la élite mundial. Iniciativa que se repetirá el miércoles 23 de enero en la acción de protesta convocada en la misma Davos por la Juventud Socialista.

Lucha contra el sistema, solidaridad internacional y defensa ambiental aparecen como ejes de la movilización de la sociedad civil suiza de estos últimos días. La más sorprendente por su impacto, la “huelga en defensa del clima” que convocó a más de 20 mil estudiantes secundarios y universitarios el tercer viernes de enero en todo el país, la que se repetirá el próximo 2 de febrero. El movimiento estudiantil pro defensa ambiental, iniciado hace algunos meses en Suecia, adquiere ya una relevancia singular en varios países europeos.

Una distribución dramática de la riqueza

Riqueza versus pobreza creciente, aparece nuevamente como las dos caras de esta edición de Davos. El Foro de Davos es una iniciativa permanente que congrega en torno a mil socios que son empresas con una media de 5 mil millones de dólares de actividad comercial anual y que abonan unos 45 mil dólares anuales al foro. La categoría de asociado industrial estratégico, con más poder de decisión, implica una cotización de 250 mil dólares o bien de 500 mil dólares anuales.

Muchos de estos miembros y socios del Foro de Davos, hacen parte de los multimillonarios cuya riqueza ha aumentado 900 000 millones de dólares el último año, a un promedio de unos 2 500 millones diarios. Tal como lo señala el último informe de OXFAM ¿Bienestar público o beneficio privado? que acaba de ser publicado la tercera semana de enero, 26 multimillonarios -un año antes eran 43- poseen hoy la misma riqueza que los 3 800 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad.

El informe señala también que 3 400 millones de personas -casi la mitad de la población mundial-, en particular mujeres, rozan la pobreza extrema y viven con menos de 5,50 dólares al día.

El documento de Oxfam sostiene que, si el 1% más rico del planeta pagase un 0,5% más de impuestos sobre la riqueza, se recaudaría el dinero necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso a la educación y se podría proveer servicios de atención sanitaria que salvarían la vida a 3,3 millones de personas. Y subraya que 7,6 billones de dólares de las fortunas más concentradas escapan a todo control impositivo protegidos por los paraísos fiscales.

Sergio Ferrari, Suiza
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2199 / Miércoles 06.02.2019
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3) VINIERON POR LAS PLAYAS

Luis E. Sabini Fernández/ 11.01.2019

Cuando llegaron para llevarse playas, hubo alguno que reaccionó. Un oscuro presentimiento de que eso era valioso en el país… Pero casos aislados, la inmensa mayoría se agolpó en las ramblas cuando la operación se hacía en zona urbana y a lo largo de costa, en las puntas rocosas, cuando el operativo se desenvolvía en playas sin urbanización o con una de balneario ralo.

Se trataba, a no dudarlo, de portentos tecnológicos. A pesar de que ya todo el mundo transitaba las ciudades en helicópteros, de que los autos marchaban ahora más seguros sin conductor, a que ya había “compatriotas” que habían visitado la Luna (alguno estaba en lista de espera para instalarse allí), ver el despliegue de tamañas palas articuladas, de cientos de metros de anchura, que acomodaban con presteza playas que habían sido de uso cotidiano de montevideanos, canarios o fernandinos, en enormes contenedores chatos y alejarse en el mar con ellas, resultó duro.

Quienes habían concertado el asunto se negaban a hablar de negocios porque, sostenían, si fuéramos a hablar crematísticamente era Uruguay el ganancioso por recibir a cambio diversos derechos y estima. Derechos como a ubicarse en óptima posición entre los países en condiciones de pedir préstamos en las mejores condiciones imaginables. Y estima porque los hacedores del operativo agradecían muchísimo, profundamente, la integración del Uruguay al mercado mundial, o mercado del mundo (por sus siglas, m de m, fonéticamente eme de eme).

El paisito, como se lo llamaba a fines del siglo anterior, había perdido buena parte de sus cerros, otrora característicos, cuando se fueron encontrando minerales aptos para la ingeniería más reciente, la de las “tierras raras”, los “mineraloides combinados” y el uso intensivo de reidite, llorate y circonio, todos estos últimos constituyendo parte sustancial de los cerros finales del macizo central sudamericano, cuya ultimas estribaciones van hacia el Atlántico camino al Plata y a la Laguna Merín. En lugar de “sus” cerros, tan característicos del paisaje uruguayo y de su historia de cuchillas y luchas, quedaban ahora cráteres de nulo valor económico (para ni mencionar su desolación social).

A principios de este siglo, Uruguay había hecho grandes “progresos” en lo que entonces, tonta, imprevisoramente, se denominaba “agricultura inteligente”. Quimiquización de los campos de cultivo. Ésa era la línea de avance, la línea del progreso.

En rigor, se trataba del despoblamiento de las zonas rurales, porque no había forma de unir, productivamente, la presencia de químicos y la de humanos. No porque los reguladores químicos pudieran afectar la salud de pobladores; de ningún modo. Era sencillamente porque nadie podría sobrevivir con plantíos tradicionales en una marejada de reguladores climáticos, químicos, sexuales en gran escala y atendida toda por vía aérea. Hasta la cosecha, que tripulantes con escafandras realizaban con enormes depósitos móviles; lo que otrora se llamó cosechas.

El país perdió primero la potabilidad del agua. Eso fue ya en las primeras décadas del siglo. Las voces del gobierno aseguraban que el agua “oficial” potable era mucho mejor en Uruguay que en una enorme cantidad de países. Claro que comparar “el agua oriental” con la de los países africanos o asiáticos daba un resultado cantado, pero el gobierno de entonces, considerándose progresista y aliado de los grandes emporios científicos del planeta, como Americánada, el Reino de Inglaterra y el Gran Israel, mediante estudios cuya fiabilidad hoy ya nadie acepta, sostenía muy suelto de lengua que el agua del Uruguay era más pura y mejor que la de Europa de entonces, antes de su despedazamiento (como si en aquella Europa el agua fuera igual para rumanos, suecos o franceses…).

Luego perdió directamente el agua, por el secado progresivo de sus cuencas, agotadas tras la instalación de la sexta y tan maldecida celulosera.

Maldecida porque todo el ensamble gubernamental, de derecha o de izquierda, indistintamente, acusaron a esta última del crac acuático. Nadie quiso aceptar entonces que el rey estaba desnudo desde hacía ya varios capítulos.

Aun cuando las cifras de despoblamiento de la campaña eran aterradoras, que el despliegue de enfermedades nuevas generaba el desplome de muchas economías locales, familiares, y la huida, literalmente, de población de todas las edades hacia otras latitudes, casi todos los políticos habían estado viendo “normalidad”, “progresos memorables” hasta la quinta instalación. Pero con el desbarajuste climático y sanitario desencadenado cuando la sexta instalación, una mayoría de políticos puso ahora el grito en el cielo. Era un rugido sanitario, ecológico, de dignidad colectiva… ligeramente tardío y anodino.

El Plan de Progreso y Salvación Nacional, el nombre oficial de lo que mucha gente denominó “El convenio de las playas” y otros, más memoriosos, “Vienen por las playas”, fue el último intento de enderezar “la nave de la economía” escorada desde hacía ya tantas décadas.

Una vez más estuvieron los optimistas haciendo sus movidas.

El país, sin agua, sin alimentos, casi sin población porque hacia fines del siglo XXI apenas sobrepasaba el millón y medio de habitantes, carecía de recursos de todo tipo para un restablecimiento, digamos nacional (en rigor, semejante apelación era extemporánea porque una enorme cantidad de estados de los llamados nacionales de hace un siglo, eran ahora apenas territorios de caza, de solaz, de recuperación para algunas experimentaciones desde los grandes polos de transformación tecnológica, que se conservaban ligados, aunque no todos, a grandes redes estatales públicas y centrales).

Lo cierto es que lo único que se percibía aquí, allá y acullá en El paisito eran los templos de salvación espiritual de renacidos, judeocristianos, transmateriales. Una espiritualidad pujante basada en la prosperidad. Una lucha por alcanzar el espíritu basada en los mayores goces materiales. La feligresía universal (aunque había varias universales) cifraba llegar a la cima de la espiritualidad mediante un viaje con todos los insumos pagados a los templos y lugares decretados como sagrados en el Gran Israel.

Y entretanto, en pleno florecimiento religioso el país desarrollaba un templo, un sagrario, una ofrenda, una capilla, una iglesia, un centro de oración, un devocionario, un humilladero, cada tres o cuatro cuadras y el paisaje así del país adquirió una dimensión que jamás había tenido.
Las playas iban a ser superadas, mejoradas nuestras almas (las restantes) por esta neoespiritualidad.

Luis E. Sabini Fernández
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 20 / Nº 2199 / Miércoles 06.02.2019
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“La izquierda no puede pensar sólo en ganar elecciones. Necesita tener como meta fundamental organizar al pueblo, y recuperar la hegemonía de las ideas de la clase obrera en la sociedad. Recuperar los valores humanistas y socialistas, y practicarlos, como la solidaridad, la defensa de la justicia social y la igualdad entre todos los seres humanos.”
Joao Pedro Stedile – MST (Brasil)
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Colaboran:
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