1) PLEBEYO /Jorge Zabalza
2) «LLEVA TIEMPO COMPRENDER QUE TODO LO QUE PASÓ FUE UN EXTERMINIO PLANIFICADO» /Maby Sosa
3) HASTA ACÁ LLEGAMOS /Samuel Blixen
______________________
VEO VEO – Otro arte es posible Propuestas y comentarios de Henry Flores
I. LA CHARO EN MONTEVIDEO
II. ARTE Y FEMINISMO EN WIKIPEDIA
_____________________
COMCOSUR INFORMA AÑO 18 – No. 1869 -viernes 09.03.2018
“Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara.” RADIO VENCEREMOS
1) PLEBEYO
Jorge Zabalza
Tres intendentes del Partido Nacional (Pablo Caram, Enrique Antía y Fernando Echevarría) y un senador del mismo pelo (Álvaro Delgado) se benefician explotando tierras propiedad del Estado que les adjudicó el Instituto Nacional de Colonización. Por el privilegio pagan una renta diferencial que no llega al precio del mercado. Esta situación contradice el espíritu del legislador que creó el INC con la ley N° 11.029: el objetivo del Instituto era, como dice su actual presidenta, Jacqueline Gómez: “privilegiar a los más infelices, a los sectores más vulnerables del medio rural”[1]. Desde 1948 a esta parte se ha hablado mucho y se ha avanzado demasiado poco hacia la meta. Ni Vázquez, ni Mujica, ni el Frente Amplio intentaron poner fin al beneficio socialmente injusto del gozan esas cuatro personas.
Al amparo de la ley N° 18.381 de acceso a la información pública, la revista ‘Campo’ [2] solicitó algunos datos sobre las relaciones de estos falsos colonos con el Instituto. Jacqueline Gómez entregó los padrones de los inmuebles, el nombre de las colonias que integran, su superficie y la renta que pagan, pero, sin dudar un instante, se negó a divulgar información sobre la identidad de los privilegiados, apoyándose en base a la ley de protección de datos personales. Es decir, se cuidó de no agraviar los derechos de cuatro notorios dirigentes partidarios. No es preciso aclarar que su actitud fue exactamente la contraria en el archiconocido caso de Gabriel Arrieta. La página de presidencia y Jacqueline se ensañaron con el colono para desacreditarlo. Como los jueces de fútbol, Jacqueline Gómez castiga al chico con el penal que no cobra a los cuadros grandes.
El contexto
No sería leal ensañarse con la presidenta del Instituto de Colonización, ella navega con el cardumen, la comprenden las generales de la ley en el contexto de la subjetividad creada por la defección del Frente Amplio en general y del Movimiento de Participación Popular en particular.
Los frenteamplistas llegaron al gobierno acariciando la promesa del Uruguay Productivo, esperando que se pondría fin a la subordinación a los capitales extranjeros y a la tragedia de los niños que comían pasto. Ya sentían temblar las raíces del neoliberalismo y que, por Verdad y Justicia, los criminales del terrorismo de Estado pagarían sus culpas condenados por los tribunales penales. Envueltos por la misma marea, los militantes del MPP soñaban con privilegiar a los infelices, facilitar su acceso a la tierra y colocar el punto final al proceso de extranjerización de la propiedad de nuestras fértiles y onduladas praderas.
Trece años más tarde, disciplinaditos en sus sillas playeras, los feligreses -incluyendo a los emepepistas- se alegran porque las calificadoras de riesgo premian al Uruguay por lo bien que alimentan la rentabilidad de los fondos acreedores. Adormecidos por la monotonía de los discursos, se enorgullecen de la instalación de una nueva fábrica de celulosa, inversión que se amortizará rápidamente y luego será medio siglo de ganancias. Festejan alborozados las cifras de producción de soja transgénica, sin analizar las de importación y del uso de agrotóxicos prohibidos en varios países. Toleran que el Uruguay Productivo sea el del capital extranjero, no el prometido sino el que condena el país a productor de materias primas, expulsa la gente del campo y contamina nuestras tierras, nuestras aguas y nuestro aire. Ceden a los requerimientos de UPM y de las corporaciones transnacionales, del mismo modo que soportan las presiones de Rex Tillerson -que ni siquiera se dignó a pasar por Uruguay- y levantan la mano obediente en la OEA, en el calentamiento previo a la intervención directa en Venezuela.
Trece años después, aumentó el PBI macroeconómico, pero decreció el PBI familiar del millón de uruguayos cuyos salarios y jubilaciones no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Trece años después los niños siguen comiendo basura en la periferia de la ciudad, las tres cuartas partes no terminan secundaria y, víctimas de los valores que estimulan la adicción al consumo, demasiados de ellos corren el riesgo de cometer el crimen más horrendo y… ¡trece años después el 99% de los acusados por delitos de lesa humanidad gozan del olvido y el perdón, de impunidad para espiar, infiltrarse y conspirar al aire libre! La misma impunidad con que el poder judicial -escudado lo costoso de una pericia contable- protege a los sospechosos de derrochar los fondos públicos administrados por ALUR.
¡Qué culpa tiene Jacqueline que sólo marcha detrás de Momo!
Disconformidad
La experiencia de trece años contradijo aquella esperanza inicial en los dioses virtuosos que se adoraban antaño y la mayor parte de los electores sienten que les robaron expectativas e ilusiones. La dualidad y el doble discurso fueron un terrible gancho de derecha a la confianza ciega, agotaron el tiempo de las certezas, de cuando los votantes de Tabaré y Mujica elegían diputados y senadores que no conocían. Un ciclo de desencanto siguió al del dedito para arriba y la carita sonriente, con el impulso vino el freno dijera don Carlos Real de Azúa. Hoy predominan sentimientos de mucha disconformidad y descreimiento, de desconfianza generalizada.
Despilfarro de los fondos públicos, uso abusivo de las tarjetas corporativas y fraude con falsas licenciaturas, la enorme mayoría de los votantes se dieron cuenta de haber sido víctimas de engaño y demagogia. El vaso se derramó al descubrir que, por designación directa, se llenaron con familiares, consuegros, novias y amigos partidarios los huecos vacíos en los casilleros del Estado. ¡Frenteamplistas practicando el clientelismo que denunciaron durante treinta años! El descrédito nubla la vista… el horizonte frenteamplista dejó de estar pintado con utopías. Salvo los feligreses más crédulos, la gente no sabe dónde ir.
En este contexto de protesta latente, cristalizó en la ‘autoconvocatoria’ por WhatsApp. Una abigarrada montonera de mujeres y hombres propietarios y no propietarios de campos o de empresas de diverso rubro, periodistas y camioneros, muchos técnicos profesionales y pocos asalariados. La consigna ‘un solo Uruguay’ no puede disimular la presencia de varios Uruguay dentro del movimiento.
¿Qué tienen en común? Las diez mochilas planteadas por el agrónomo Eduardo Blasina no alcanzan a ser un programa económico y social y, mucho menos, un proyecto de país. Además, como saldrían a la superficie profundas diferencias y se producirán grandes divorcios, la montonera no puede definirse a favor o en contra del modelo depredador y dependiente que impulsa el astorismo. Al parecer los amalgama un sentimiento muy fuerte de desengaño, disconformidad y desconfianza que logra que caminen juntos intereses tan encontrados como el de los productores familiares y los asociados a ANDEBU. Mas que un ‘solo Uruguay’ son el movimiento de ‘una sola disconformidad’. Al parecer los carcome la duda entre movilizarse y negociar, como el resto de los uruguayos han demostrado que tampoco saben muy bien qué hacer.
En medio del barullo se sumó la Mesa de los Colonos. Fueron para dejar de ser invisibles, para denunciar el capricho arbitrario de un Instituto congénitamente incapaz de resolver la cuestión de tierra para el que quiere trabajarla. Al cobrarle una renta que supera los cien dólares por hectáreas, el INC coloca al colono pobre y su familia en un brete, porque reciben el predio, pero no pueden competir con quienes son propietarios de una chacra. También fueron a buscar soluciones para los desalojos a los colonos más empobrecidos. Aun cuando es mucho el entrevero social y político, a los colonos los ladearon a un costado.
El señor presidente
El gobierno se propone evitar que los ‘autoconvocados’ extiendan y profundicen la movilización, dividirlos y desgastarlos en las ‘mesas de trabajo’ y, en el marco de esa estrategia, intentó sacarle jugo a las medidas que estaba encargado de anunciar el ministro Benech. Con el paquete de dádivas bajo el brazo, el señor presidente puso en práctica el recurso de bajar al llano, que varias veces ha contribuido a fortalecer su imagen electoral, por ejemplo, con los ‘cincuentones’. Sin embargo, esa forma de demagogia disimulada funciona cuando el entorno está conforme y entusiasmado, pero parece poco aconsejable cuando el medio ambiente está atravesado por la disconformidad. La democracia representativa sólo es válida mientras cuenta con el consentimiento del conjunto que representa.
Nadie escapa al contexto, ni siquiera un presidente de la república respaldado por la mayoría electoral y, por consiguiente, a Tabaré le salió el tiro por la culata. Tal vez pensó mantener la ecuanimidad, pero no pudo. Iracundo, entró en la marabunta callejera. Dejó una imagen contradictoria, por un lado, la de un dios que bajó a la tierra para dejar satisfecha su clientela electoral, pero, a la vez, al alejarse del reino de los cielos, dejó de ser el dueño de las doce tablas y mostró su veta de ser humano vulgar, la misma que lucen los muchas de la esquina en La Teja.
Algunos colonos del Instituto -por supuesto no son intendentes ni senadores- vienen consumiendo sus energías y su paciencia en el esfuerzo por construir una Mesa que los agrupe y represente. Hasta ahora sus reivindicaciones han sido ignoradas por la central sindical, los partidos políticos y el gobierno y, además, invisibilizadas por los medios de comunicación. Gabriel Arrieta venía, junto con Mario Thedy, presidente de la Mesa, a plantear humildemente sus urgencias, pero los autoconvocados los excluyeron de la autoconvocatoria y no les permitieron entrar el Ministerio, agregando algunos gramos más de hiel al sabor amargo del desgaste militante.
Gabriel Arrieta tampoco pudo escapar al contexto. Indignado desde hace mucho tiempo con la práctica políticamente correcta y el discurso por izquierda para favorecer el desarrollo del capitalismo. Pertenece a la tradición de Rolan Rojas, miembro del comité central de la juventud comunista, que, en 1965, irritado por los bombardeos a Vietnam y el bloqueo a Cuba, escupió el rostro de Dean Rusk, secretario de Estado de los EEUU. Arrieta perdió los estribos, le ocurrió lo mismo que al presidente de la república y casi echa a perder años de trabajosa lucha social con sus compañeros de la Mesa, pero ¿cómo exigirle buenos modales a quien lleva diez años viviendo en un ómnibus descangallado, con su familia y en medio de la nada? No es moco de pavo indignarse antes diez ‘patovicas’ con un señor que representa ese Estado ante el que enseñan a hincar la rodilla desde el vientre materno.
En otros momentos históricos, Arrieta se hubiera colocado un gorro frigio en la cabeza y, pica en mano, se habría sumado a aquella multitud que guillotinó reyes y hoy concita reverente admiración en los liberales burgueses. O, en otras condiciones, hubiera formado parte de la partida de Encarnación Benítez, que expropió latifundios bastante antes que Artigas promulgara el Reglamento de Tierras. ¿Serán mujeres y hombres con este carácter y estas actitudes los que nutrirán la fuerza social altamente ideologizada que, algún día, luchará por la revolución social? No lo sé, pero se puede afirmar que esa lucha no la darán los militantes adocenados, fabricados en serie para ser operadores de alianzas electoralistas de variada especie.
El frenteamplista no tolera la crítica y mucho menos que traten de mentiroso a su caudillo mayor. Votómetro en mano, le busca la quinta pata al gato y cree ver manos negras -o, más bien, blancas- tras el alboroto de los disconformes. No percibe lo peligroso que puede ser adjudicar al Partido Nacional la capacidad de mover los hilos de la movilización social. Le regala una virtud de la cual carece. Por otra parte, de tanto desafiarlos a verse en las urnas, la cortedad de miras terminará empujando buena parte de la montonera hacia el molino de Lacalle Pou.
La institucionalidad
El señor presidente llama a confiar en la institucionalidad. Lo mismo hacen la Lucía y el Pepe. Sin embargo, aún despeinado, Tabaré es más creíble, porque el popular matrimonio no hace tanto que empuñó armas para derribar las mismas instituciones que ahora alaban, paradigma de revolucionarios convertidos en demócratas burgueses.
Ahora bien, ¿por qué confiar en las instituciones? ¿no son las mismas que esconden la brecha entre el que nada tiene y el dueño de todo? ¿no son el instrumento de las corporaciones extranjeras para adueñarse del territorio, de sus industrias, finanzas y de las mentalidades? ¿no son las que funcionan en base al clientelismo y el acomodo? Lo lamento, será cosa de viejo irredento, pero así funciona la democracia electoral y parlamentaria. El sistema necesita de la mentira y la demagogia como del aire que respira. Si el señor presidente puede utilizarlas para vengarse despiadadamente de un plebeyo sin-poder, ¿por qué confiar en las instituciones?
¿Cómo confiar en partidos políticos que se alternan para disfrutar del acomodo y del uso abusivo de sus prerrogativas? ¿Cómo confiar en un Instituto que protege privilegiados y desaloja colonos que quieren trabajar la tierra? Utópico es creer que la justicia social y el poder popular se pueden alcanzar transitando los caminos electorales y parlamentarios, cuando ellos, precisamente, son el truco de magia conque la clase dominante pacifica espíritus y doma disidencias.
¡Ser respetuoso de la investidura presidencial! ¿Qué? ¿Es un manto sagrado? ¿Por qué respetar investiduras que los investidos usan para hacer sentir que su poder es ilimitado? El respeto no se gana con cifras y estadísticas que sirven para un barrido o un fregado, sino con la coherencia entre los hechos y el horizonte imaginario que se cultivó en las campañas electorales. El respeto a la investidura que se exige a Gabriel Arrieta apenas es un recurso ideológico para domesticar los otros baguales que puedan surgir por ahí. La presidencia ha perdido la mayúscula que tuvo en el 2005.
Es cierto, como se informa en la página de presidencia, Gabriel Arrieta ocupó un baldío propiedad de los ladrones del Banco de Créditos y debe renta al Instituto ¿ello lo obliga a inclinar la testuz? Corremos el riesgo de condenar al hereje para no cuestionar cómo se ejerce el poder desde la institucionalidad.
[1] Entrevista de Emilio Martínez Muracciole. ‘La Diaria’. 12 de octubre de 2015
[2] ‘BÚSQUEDA´ N° 1877. 28 de julio de 2016
Jorge Zabalza
COMCOSUR INFORMA Nº 1869 – 09/03/2018 _______________________________________
2) «LLEVA TIEMPO COMPRENDER QUE TODO LO QUE PASÓ FUE UN EXTERMINIO PLANIFICADO»
Maby Sosa /Tiempo Argentino, Miércoles 17 de Enero de 2018
“Perpetua”, se escucha en la sala del Tribunal Oral Federal Número 2 de Comodoro Py y detrás del vidrio, Miriam Lewin (1) cierra los ojos, se abraza a una compañera y deja escapar algunas lágrimas mientras sonríe con dolor.
La sentencia leída el 29 de noviembre de 2017 dando por finalizado el juicio por la megacausa Esma III, estaba dirigida a Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino dos de los pilotos responsables de los vuelos de la muerte que formaron parte de la investigación periodística realizada por Lewin a través de la cual la Justicia accedió a las planillas de los vuelos.
“Estoy conmovida y satisfecha por partida doble como querellante y sobreviviente”, expresa Lewin a Tiempo Argentino, días después de aquel juicio. “Como periodista también, por haber alcanzado con el apoyo de tanta gente el resultado de la identificación de estos tres pilotos, uno de los cuales murió en febrero. Para mí es un hito importante, que se los hayan condenado por los doce homicidios. Es lo máximo que podías prever para los vientos que hoy están corriendo en la Justicia”, agrega.
Su investigación quedó plasmada en el libro Skyvan (2), aviones, pilotos y archivos secretos escrito por la periodista y que fue editado hace unos meses. Da cuenta del trabajo realizado junto con el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo.
Ceraudo se acercó a Lewin, además de periodista ex detenida desaparecida, con la excusa de hacer fotos para una entrevista. En ese momento, la descolocó con una pregunta: “¿Sabés dónde están los aviones de los vuelos de la muerte?”.
“Cuando Giancarlo me preguntó eso, mi reacción fue de extrañeza”, comenta la autora. “Nunca se me había ocurrido pensarlo así que le ensayé una justificación: ‘estamos golpeados’, ‘fuimos heridos’, ‘nos mataron’, ‘tiene que pasar un tiempo’… Imagínate que a nosotros no se nos había ocurrido ni siquiera reclamar nuestras propiedades. Le devolví la inquietud, de para qué quería esos datos. Me respondió que para llegar a los pilotos… Pensé que estaba completamente loco, pero tenía razón”, relata.
La relación entre los dos se va tejiendo entre dudas profesionales y personales que trazan además el hilo narrativo del libro. Ceraudo era un joven fotógrafo, inquieto por dar a conocer las historias que aparecían durante los años de la dictadura en la Argentina.
“Desde chico, Giancarlo se confrontaba con el pasado hecho materia en Italia. Decía que pasaba por el Coliseo y pensaba en que esas piedras estaban ahí desde bastante antes de que él naciera y que se iban a quedar ahí mucho después de que se muera. ‘Me da certeza de lo insignificante y pequeño que éramos los seres humanos’”, cuenta Lewin. “Él se preguntaba por qué los objetos en este país eran tan poco tenidos en cuenta. Por qué nadie se preguntaba por los Falcon ni nadie pensaba en encontrar esos aviones”
.
Pasaba que para Giancarlo todo era puramente curiosidad. Para Miriam era diferente. Su paso por la ex Esma naturalmente la había marcado y cada recuerdo no era sólo una imagen aislada, era el recuerdo de imágenes y sonidos que podían atormentarla cada vez que al fotógrafo se le ocurría indagar.
Miriam Lewin ya había atravesado por la experiencia de escribir sobre aquellos años. Fue co autora del libro Ese infierno y de Putas y guerrilleras, crímenes sexuales en los centros clandestinos de detención, sin embargo, siempre se resistía en un primer acercamiento a ese tema.
“Durante mucho tiempo pensé que no podía ocuparme de temas que tuvieran que ver con violaciones a los Derechos Humanos en la dictadura”, explica, “no iba a poder mantener una adecuada distancia. Cuando tenía que hacer una cobertura en Comodoro Py me excusaba”.
El trabajo interno y el análisis sobre su profesión fueron clave para superar la trampa que le ponía su experiencia.
“Me pasó hasta que hace unos años fui a un taller de ética periodística y un profesor nos pidió que expresáramos un dilema. Conté que no podía hablar de la dictadura porque había sido víctima y sobreviviente y trataba de no cubrir noticias que tuvieran que ver con esta temática porque no me sentía habilitada. Pero él me dijo que como sobreviviente yo tenía una sensibilidad especial y que había temas en los que no había posibilidad de mantener objetividad o equidistancia o imparcialidad, por ejemplo, el nazismo. Hay un solo lado desde donde pararse”, le respondieron.
Entre preguntas y búsquedas, Lewin y Ceraudo llegaron fácilmente a los Skyvan gracias a un grupo de aficionados llamado spotters que siguen a través de fotografías el recorrido de aviones, desde que salen de la fábrica hacia cada aeropuerto. Supieron que dos habían caído en Malvinas, que había uno en Luxemburgo (en una compañía que hacía filmaciones); también supieron que aunque canibalizados, algunos todavía siguen volando; que otra de las naves estaba en manos de las fuerzas armadas británicas porque había sido vendido a una empresa que prestaba servicios a ellas. De los Elektra se enteraron que había uno en el Camino de cintura y otro en la base Almirante Brown destinado a la venta y otro estaba en el Museo Naval Tomás Espora de Bahía Blanca.
El trazado del recorrido de cada vuelo fue clave para la reconstrucción histórica de los aviones. Comprobaron que algunos salían y volvían al mismo punto en poco tiempo, con distancias y vuelos injustificados. Con la colaboración de varios pilotos, y después analizar los trayectos, finalmente se presentó la denuncia judicial encabezada por Adolfo Pérez Esquivel.
“Desde la Justicia nos pidieron originales de las planillas, no sólo de los Skyvan que la Prefectura los proveyó, sino también de los Elektra. Surgió un nuevo problema y fue que la Armada había destruido en mayo de 2003 todas las planillas”, afirma. “Tratábamos de evitar que los pilotos se escaparan porque ya había sido identificado uno de ellos y se había filtrado el nombre del vuelo del 14 de diciembre de 1977. Finalmente, un año después de toda esa presentación, en 2011, fueron detenidos”.
–¿Cuál fue la sensación que tuviste cuando supiste que se le dictaba la prisión preventiva a estos pilotos?
–Fue una gran tranquilidad porque estaba absolutamente convencida de que se iban a escapar. Era un expediente con más de sesenta imputados al que tenían acceso todos los defensores… En algún momento alguien iba a comentar que estaban identificados, ya había pasado un año y ya tenían todas las pruebas y ya habían sido filtrados todos los datos.
–Desde tu profesión y desde tu historia, ¿qué significó?
–Como periodista es una enorme satisfacción. Para Giancarlo yo era una especie de conejillo de India porque él tenía que fotografiar el pasado que es lo más difícil porque ¿con qué intensidad podía fotografiar si no podía transmitir por lo que había pasado cada objeto? Como sobreviviente, la satisfacción -si es que se le puede llamar así- es más grande aún porque nosotros tenemos mucha culpa de haber sobrevivido. Siempre nos lo preguntamos, «por qué yo y no otro». Hoy no sé por qué sobreviví pero tengo una razón de para qué lo hice.
–A lo largo del libro, vos no te resistís a las indagaciones de Giancarlo, pareciera que tenés ganas de reconstruir la trama junto a él.
–Sí, para mí era una necesidad reconstruir. Son muchas las preguntas y vengo contestándolas y reflexionando sobre lo que me pasó. Es muy fuerte pensar que pude haber sido una pasajera de los vuelos de la muerte a los 20 años. También me pregunto cuántos pilotos que aún no han sido identificados todavía caminan entre nosotros.
–Ante la pregunta de Giancarlo: “ustedes no sabían de los vuelos” vos le ensayás varias respuestas, una vez terminado el libro, ¿reformulás esas respuestas?
–Sí. Pero es que uno no puede sobrevivir pensando en que te podés morir al día siguiente. Si bien sabía que me iban a matar cuando me pasaron a la Esma la amenaza volvía cada miércoles en cada traslado. Sabíamos que existían los vuelos porque había compañeros que habían sido llevados por error y que eran devueltos, pero ellos nos decían que la gente era trasladada a una enorme granja de rehabilitación donde empezaríamos nuestra reinserción social.
Muchos de nosotros y muchos de los pasajeros de los vuelos de la muerte quisimos creer que eso era verdad, a tal punto que había prisioneros que no estaban en la lista con la que llamaban para llevárselos, y que ellos levantaban la mano pidiendo que se los lleven porque no soportaban más la oscuridad, las cadenas, el olor, las ratas merodeando… Todo lo que ocurría ahí. Por eso, pienso que de alguna manera todos queríamos creernos esa mentira, de la misma manera que yo nunca creí que los bebés no fueran a las manos de la familia biológica. Estaba convencida de que esos bebés que nacían en la Esma eran entregados a sus abuelos reales. Cómo voy a pensar que podía ser alguien tan perverso de pedirle que una madre le escriba una carta, construir un ajuar, hacer las manualidades, ponerle nombre al chico si después lo iban a regalar como si fuera un perrito o un gatito.
–Todavía sobrevuela la pregunta “¿cómo puede ser que haya pasado esto?”
–Lleva tiempo comprender que fue un exterminio planificado y que hubo una decisión de hacer desaparecer las huellas del exterminio que son los vuelos de la muerte. Los vuelos apuntaban a hacer desaparecer los cuerpos, tratar de que nunca más aparezcan. Pensaron que negando esas muertes iban a evitar el descrédito internacional que ya tenía en Chile la dictadura de Augusto Pinochet. Creo que ellos también sabían que tenían que acallar mediante el terror todo tipo de resistencia a la aplicación de un plan económico que no pudieron terminar de ejecutar. La pregunta es por qué no eligieron otra vía, del arresto legal y de poblar las cárceles. No se entiende.
–¿Cómo fueron los primeros años, luego de que salieras de la Esma.
–Fueron años de mucho silencio, de libertad vigilada en todo el país. Me fui a los Estados Unidos en 1981 cuando me dieron el pasaporte.
–Te planteaste quedarte allá
–No. Durante esos años viví con un agujero en el pecho, escuchaba “Volver” y lloraba desconsoladamente sobre la mesa, cosa que nunca pensé que me iba a suceder porque era una sensiblería. Nunca se me ocurrió quedarme, lo único que yo quería era volver a la Argentina y no me arrepiento. Tenía razones políticas y razones familiares para hacerlo.
– El regreso, ¿cómo fue?
–Aunque no volví al país al que yo creía, pude declarar en el juicio de las Juntas y testimoniar en los procesos que tenían que ver con lo que yo había vivido. Los primeros años viviendo acá fueron duros porque se desarrolló el juicio a las Juntas. A mí, en ese momento me armaron dos causas falsas con declaraciones falsas pero muy pesadas para impedirme declarar. Lo que pasa es que yo era una “perejila” entonces no podían invalidar mi testimonio como sí a otros compañeros que los involucraban en causas armadas importantes, falsas pero creíbles. En mi caso, no podían, así que me armaron una en el 85 apenas me había sido convocada por Julio Strassera y otra en el 87. Finalmente, en una tuve falta de mérito y en la otra fui absuelta momentáneamente.
–¿Fue difícil el reencuentro con aquellos compañeros con quienes habías compartido ese pasado?
–En la mayoría de los casos, fue muy bueno y en otros había cierta desconfianza. En los encuentros con familiares, después de hablar, la última pregunta siempre era “¿y vos por qué sobreviviste? Mi hermano está muerto, mi hermana está muerta, mi padre está muerto, mi hijo está muerto y vos por qué sobreviviste”. Era una interpelación en la que yo no tengo el por qué. La sobrevida o la muerte era una decisión que dependía de la mente de un psicópata como el Tigre Acosta. Como en los campos de concentración nazi, te salvabas de acuerdo a la utilidad que podías tener, acá pasaba lo mismo, era imposible responder y la reflexión natural de “qué he hecho yo para estar acá cuando hay tantos otros que no están”.
–¿Te has preguntado cómo resististe estar ahí?
–No. Simplemente transcurrí. De alguna manera, en las distintas terapias que hice tiene que ver con cierta fortaleza construida con anterioridad, con mi infancia, con mis padres, con cómo era yo antes… No lo sé.
–¿Cómo vivieron tus viejos esos años?
–Fue una experiencia particular, nunca entendieron cabalmente el peligro que corría. A mí me hacían llamar diciendo que estaba en libertad y que estaba clandestina. Una vez que me transfirieron a la Esma, me hacían decir que estaba detenida. La primera vez que llamé, la respuesta de mi mamá fue “menos mal”. Es decir, ella no tenía noción de los vuelos de la muerte, ni de los métodos de exterminio; no tenía idea de que mataban a todos los desaparecidos. Muchos años después, cuando escuchaba algún testimonio me decía “¿pero a vos te torturaron? Nunca me dijiste que te torturaron”. Yo creo que hay gente que puede tolerar hasta cierto porcentaje de verdad y después baja la persiana.
En diciembre de 2017 se cumplieron 40 años de uno de los casos más simbólicos de los vuelos de la muerte: el grupo de la Iglesia Santa Cruz. Doce personas que habían sido secuestradas entre el 8 y el 10 de diciembre, la semana siguiente varios de ellos fueron arrojados al mar que los devolvió. Recién en 2006 el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó: los cuerpos pertenecían a las Madres de Playa de Mayo, María Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, la activista de derechos humanos Angela Auad y las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon.
Notas:
(1) Miriam Lewin es la autora del libro Skyvan, aviones, pilotos y archivos secretos, una investigación sobres los vuelos de la muerte durante la dictadura militar.
(2) Skyvan. Aviones, pilotos y archivos secretos fue editado por Sudamericana en agosto de 2017 y se presentó en la Museo Sitio de Memoria Esma.
Maby Sosa /Tiempo Argentino
COMCOSUR INFORMA Nº 1869 – 09/03/2018 _______________________________________
3) HASTA ACÁ LLEGAMOS
Samuel Blixen /BRECHA, 2 marzo de 2018
El retiro del representante de Familiares en el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia reveló una crisis signada por la inoperancia en la búsqueda de los desaparecidos. Esa crisis estuvo alimentada, además, por las desinteligencias con la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente que responde a la Presidencia. Otra expresión de la ausencia de voluntad política real y de la debilidad frente a la estructura militar.
El presidente miró por una de las ventanas del piso 11, prolongando un silencio lleno de expectativas después de los saludos de rigor. El río estaba, como siempre, de un color achocolatado. Abajo, en el lado opuesto de la Torre Ejecutiva, Artigas seguía ahí, en su soledad, soportando el olvido como antes había soportado las traiciones. El visitante seguía parado, en medio del despacho, intrigado; en un sillón, cumpliendo el papel de testigo, el ministro de Defensa calculaba el efecto del silencio premeditado. Finalmente el presidente regresó al escritorio, pero no se sentó. Apoyado en el respaldo del sillón, develó la incógnita.
El comandante en jefe del Ejército ocultó cualquier signo de sorpresa:
—General –dijo el presidente–, dentro de una semana quiero tener en mi escritorio un informe detallado sobre los lugares exactos donde están enterrados los prisioneros desaparecidos durante la dictadura. Sin errores ni dilaciones. Esta es una orden, en mi condición de comandante supremo de las Fuerzas Armadas. No es un pedido. ¿Sabe lo que significa?
—Sí, señor –respondió el comandante del Ejército, inmutable y con un rostro inescrutable–. Las órdenes están para cumplirse.
Este episodio nunca ocurrió, desde 1985 hasta hoy. Y particularmente no ocurrió en estos 13 años de gobierno frenteamplista. Si hubiera ocurrido, si un presidente hubiera tenido la determinación y la voluntad de dar la orden, entonces la izquierda uruguaya no estaría soportando la vergüenza más grande de su historia, cuya última consecuencia es la determinación de la organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos (Familiares) de retirar a su delegado del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia (Gtvj). La decisión ahonda una crisis ya instalada en el organismo creado por el presidente Tabaré Vázquez en mayo de 2015 a través de un decreto con el objetivo de investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del Estado.
El cese de Ignacio Errandonea como representante de Familiares en el Gtvj fue dado a conocer ayer jueves 1 de marzo mediante un extenso comunicado que sintetiza la frustración por la ausencia de voluntad política para revertir la complicidad de los mandos militares de hoy con los terroristas de Estado. Familiares detalla los signos de esa debilidad: “No se ha querido presionar a los militares para que aporten la información que sabemos poseen (confirmada por el plano anónimo que permitió ubicar a Fernando Miranda en 2005 y la información en poder del comandante de la aviación que permitió ubicar a Ubagésner Chaves Sosa ese mismo año). No se han enviado mensajes contundentes a la institución militar sobre cuál sería el único camino para superar eso que llaman ‘carga del pasado’ (o sea sus propios crímenes impunes).
Hasta ahora no se enfrentan las dilatorias de los indagados para concurrir a la justicia, ni el carácter ‘especial’ y privilegiado de los condenados con ‘prisión domiciliaria’ a pesar de las denuncias sobre la violación de la norma, ni la anacronía de la jubilación que se sigue pagando a condenados y fugados, así como tampoco se concreta la reforma a la Caja Militar. (…) Lo vemos hoy en declaraciones de políticos y militares diciendo que el Ejército puede ayudar en el control de la inseguridad ciudadana (…) cuando aún no se ha hecho cargo de sus propios crímenes. Lo vemos en las declaraciones del comandante en jefe diciendo que son los más interesados en que encuentren a los desaparecidos (…) cuando los mantienen secuestrados en sus propios predios. Lo vemos en las últimas sentencias de la Suprema Corte de Justicia, en cuanto a no considerar como crímenes de lesa humanidad a la tortura y la desaparición de personas”.
“ME DA VERGÜENZA.”
De ese texto se desprende que la debilidad política para enfrentar las actitudes de las Fuerzas Armadas cruza tangencialmente a todos los poderes del Estado y a lo largo del tiempo. El pecado original, que sentó las bases de la impunidad en las negociaciones del Club Naval, se manifiesta en las sucesivas debilidades: cuando se permitió que el general Hugo Medina guardara en su cofre fort las primeras citaciones de la justicia; cuando el presidente Julio María Sanguinetti interfirió en el plebiscito de 1989 presionando a las televisoras para que no difundieran el spot de Sara Méndez apelando al voto verde para encontrar a su hijo secuestrado; cuando el presidente Luis Alberto Lacalle se doblegó ante los generales para no investigar la desaparición y asesinato del chileno Eugenio Berríos; cuando el presidente Sanguinetti –otra vez– negó que en Uruguay hubiera casos de robos de bebés; cuando el presidente Jorge Batlle confesó que no iba a castigar al asesino de María Claudia García de Gelman que él mismo había identificado; cuando el presidente Tabaré Vázquez optó por dejar sin castigo a los dos generales que le mintieron sobre la ubicación de los enterramientos clandestinos en unidades militares; cuando el presidente José Mujica concurrió a saludar al primer general en actividad que acababa de ser procesado por la justicia.
Frente a tantas señales, no es de extrañar, entonces, que el actual comandante en jefe del Ejército, general Guido Manini, actúe según esos antecedentes. No tuvieron consecuencias sus críticas políticas a la iniciativa del gobierno para reducir el déficit de la Caja Militar; no fue reprendido cuando tildó de mentiroso al subsecretario de Economía; no se le reclamó una explicación por las incursiones, en dos oportunidades, de unos misteriosos drones en predios donde se efectuaban excavaciones en busca de tumbas clandestinas; no se ahondó en su información falsa sobre un posible enterramiento, que implicó la suspensión de las excavaciones en un predio militar para iniciarlas en otro.
Si la ausencia de una orden para investigar las desapariciones es signo de debilidad política, la ausencia de una orden en la interna de la institución militar es signo de cómo, para preservar la impunidad, se debilita la cadena de mando y la estructura vertical que sostienen al aparato militar. Una prueba de ello son unas recientes declaraciones del general Manini sobre el asesinato de Julio Castro. Cabe recordar que la muerte del educador y periodista fue achacada a un paro cardíaco dos días después de su detención. La ubicación de sus restos en 2011, en el Batallón de Infantería número 14, reveló que Castro fue asesinado de un balazo en la cabeza, y la aparición de un casquillo en la tierra removida sugiere que fue ejecutado al borde de la tumba, en el momento previo a su enterramiento. Compungido por esa evidencia, cuando un periodista le preguntó qué había sentido cuando se enteró de que Castro había sido ejecutado, Manini declaró: “(sentí) una gran vergüenza. Se comprobó que mataron a alguien de 69 años que no era guerrillero, era periodista. Ninguna razón pudo justificar algo así. El que lo hizo, lo hizo por una concepción totalmente errada”. ¿Cómo puede ocurrir un asesinato en una unidad militar sin que el comandante lo sepa? El entonces teniente coronel Regino Burgueño, jefe del Batallón 14 entre 1976 y 1979, no sabía dónde estaba parado, a menos que haya recibido la orden de no darse por enterado. Y ese deliberado atentado contra la verticalidad y la autoridad justifican que hoy, el comandante sienta vergüenza por lo que hizo “alguien”.
JUEGO DE MOSQUETA
Al anunciar su retiro del Gtvj, Familiares puntualiza que una de las razones de la inoperancia en las investigaciones que debían impulsarse desde ese organismo, es “la heterogeneidad del diseño institucional”, una forma diplomática para expresar la contradicción de una dualidad de funciones –el Grupo de Trabajo, por un lado, y la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, por otro– que no sólo no complementó sino que entorpeció las tareas. La ausencia de un marco legal para el Gtvj (que Presidencia se abstuvo de impulsar porque –según palabras atribuidas al prosecretario Juan Andrés Roballo– la ley podía ser “bastardeada” en el Parlamento) convirtió a la Secretaría en el fiel de la balanza: el Gtvj no tiene presupuesto (sus miembros son honorarios) y la Secretaría decide enfunción de los lineamientos de Presidencia.
Así, el éxito más grande del Gtvj fue la intervención en los archivos del Fusna (Fusileros Navales), a partir de una iniciativa de Familiares ante el entonces ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, que autorizó el ingreso a la unidad, y del actual ministro, Jorge Menéndez, que autorizó la digitalización de los documentos (véase nota vinculada). Pero la Secretaría redujo a cuatro la contratación de técnicos y congeló así la posibilidad de entrar en otras unidades militares donde se presume que existen archivos, y que requiere de un número mayor de técnicos con experiencia en digitalización y búsqueda. El acceso a esas unidades fue en principio confirmado al Gtvj por el ministro Menéndez. Las dilatorias en la formación de nuevos grupos contrastan con la celeridad con que la Secretaría obtuvo fondos para comprar en 120 mil dólares una máquina excavadora.
El papel protagónico de la Secretaría explícitamente impulsa las directivas emanadas de Presidencia, por lo que debe adjudicársele la responsabilidad en las dificultades que enfrentó el Grupo de Trabajo. Una iniciativa que generó rispideces fue un documento de confidencialidad, cuya firma se exige para quienes trabajan en el Gtvj y en la Secretaría, y que representa un increíble retroceso en cuanto a transparencia y democratización. El documento impone, a voluntarios y funcionarios, el compromiso de “no divulgar y a mantener estricta reserva de los documentos, expedientes, archivos, imágenes, materiales, investigaciones, así como cualquier tipo de información o conocimiento a la que tenga acceso o se generare. Esta reserva aplica a todos los datos o información conferidos verbalmente, documentalmente o pasivos de potencial acceso directo o necesario o fortuito”. La confidencialidad, que comprende incluso el secreto sobre los comentarios de pasillo, se extiende por un plazo de diez años.
Con la retirada de Familiares, el Gtvj termina de desflecarse: la crisis servirá para determinar la verdadera voluntad de descubrir las responsabilidades por las infamias del pasado, lo que implica abandonar el gatopardismo.
Nota final: Archivo del Fusna
Investigación truncada
Una prueba de que la recopilación y análisis de los archivos de la represión, aunque parciales y quizás depurados, revelan secretos y orientan la búsqueda de la verdad, es el rescate de un documento ubicado en el archivo de Fusileros Navales (Fusna) sobre la detención en Montevideo y la entrega a represores paraguayos de un argentino y una italiana desaparecidos desde 1977 y cuyos restos, inhumados de una fosa común en Asunción, fueron identificados en 2016.
Recién a fines de 2014 la Secretaría de Derechos Humanos uruguaya tomó conocimiento de la detención y secuestro de la italiana Rafaela Filipazzi y el argentino José Agustín Potenza, a raíz de una denuncia presentada en Argentina por las hijas de cada uno de los desaparecidos.
Filipazzi, de 33 años, y su compañero Potenza, músico, instrumentista y funcionario del Congreso argentino, habían viajado en junio de 1977 a Montevideo, después a Paraguay y retornado a Uruguay tras una escala en Brasil. La información proveniente de la justicia argentina decía que ambos habían sido detenidos por funcionarios policiales paraguayos en el hotel Hermitage, en Pocitos, entre el 25 y el 27 de junio, y trasladados a Asunción a comienzos de julio del año mencionado.
Desaparecidos casi durante 40 años, el trabajo de los antropólogos forenses argentinos sobre la identidad de cuatro cuerpos descubiertos en una fosa en el predio de la Agrupación Especializada de la Policía permitió confirmar que Filipazzi y Potenza efectivamente habían sido asesinados en Paraguay. Los cuatro esqueletos fueron hallados entre 2009 y 2013, y entre agosto y setiembre de 2016 se dio a conocer su identificación. Los restos de las otras dos personas pertenecían a los militantes comunistas paraguayos Miguel Ángel Soler y Cástulo Vera. La Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay documentó 425 casos de personas ejecutadas o desaparecidas durante la dictadura de Stroessner, la más larga del Cono Sur, pero hasta ahora no logró establecer qué motivó el asesinato de la pareja.
Sin embargo, fue hace unos meses cuando los técnicos del Gtvj que trabajaban en los archivos del Fusna descubrieron un documento que revela el papel jugado por los militares uruguayos en ese nuevo caso del plan Cóndor. No está demostrado que la italiana y el argentino fueran militantes de los grupos clandestinos argentinos y existen indicios de que la presencia de represores paraguayos podría obedecer a razones “no políticas”. La supuesta vinculación de Rafaela al Partido Socialista Argentino y la referencia imprecisa a la militancia peronista de José, no son “méritos” como para justificar una operación Cóndor a tres bandas.
El documento hallado en el Fusna que confirma la detención de la pareja en Montevideo abre vías de investigación. Hasta ahora los elementos sobre el secuestro y el traslado clandestino eran el resultado de la información fragmentaria recabada por la hija de Rafaela Filipazzi, que en dependencias paraguayas habría permanecido con vida hasta noviembre de 1977, a juzgar por unas cartas clandestinas que escribió desde su cautiverio a una amiga, por intermedio de un supuesto policía que se hacía llamar Capurro. De ser auténticas esas cartas, podría compararse el relato de su detención y traslado con la información contenida en el documento militar. Más aun: en la medida que es posible establecer quiénes eran los responsables del Fusna en esa época, podría reclamarse información adicional por intermedio del Ministerio de Defensa o de la propia justicia. Por lo pronto se sabe que en la dirección de la inteligencia del Fusna a lo largo de 1977 se alternaron los capitanes Jorge Tróccoli, hoy sujeto a juicio penal en Italia por la desaparición de ciudadanos uruguayos descendientes de italianos; y Juan Carlos Larcebeau, preso en Uruguay, con una condena de 20 años por su participación en la desaparición de uruguayos secuestrados en Argentina.
Filipazzi y Potenza fueron “liberados” en los primeros días de julio de 1977 y viajaron a Asunción custodiados por represores paraguayos. Una investigación realizada por miembros del Gtvj habría logrado establecer la identidad de los paraguayos que viajaron con los detenidos. Pese a los elementos surgidos a partir del documento militar, el Gtvj desestimó formular una denuncia en la justicia uruguaya, y un proyectado viaje a Asunción quedó en suspenso
Samuel Blixen / BRECHA
COMCOSUR INFORMA Nº 1869 – 09/03/2018 _______________________________________
VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores
I. LA CHARO EN MONTEVIDEO
La Charo es el proyecto solista de Charo Bogarín, fundadora de Tonolec. Llega a Montevideo en el marco de su gira de presentación el disco La Charo, editado por Sony Music.
Un canto hacia Latinoamérica
Dispuesta a expandir su canto por el continente, trayendo consigo un vasto recorrido musical al lado de los pueblos originarios del norte de la Argentina irrumpe ahora en la escena musical LA CHARO, el nuevo proyecto solista de la artista Charo Bogarín quien ha elegido volcar su mirada hacia los sonidos de Latinoamérica.
LA CHARO recorre con SU VOZ los ritmos y lenguajes musicales de nuestro continente sudamericano.
Nutrida de la manera de cantar de las mujeres nativas de las etnias argentinas y del estudio del canto lírico logra un sonido único y poderoso, ancestral y moderno a la vez.
SUS COMPOSICIONES nos recuerdan a grandes artistas de este continente que dejaron honda huella como Chabuca Granda y Violeta Parra; y nos traen a recuerdo figuras emblemáticas del continente, como Frida Khalo y Diego Rivera, contándonos en canciones historias desconocidas que atraviesan a nuestros iconos latinoamericanos.
Sábado, 7 de abril de 21:00 a 23:00 – Sala Zitarrosa-
__________
II. ARTE Y FEMINISMO EN WIKIPEDIA
En el Mes de las Mujeres los días 16 y 17 de marzo se realizará una nueva edición de la Editatona de Wikipedia sobre Arte y Feminismo
www.colon.com.uy/arte-y-cultura/2288-arte-y-feminismo-en-wikipedia
Henry Flores – El Eternauta
COMCOSUR INFORMA Nº 1869 – 09/03/2018 _______________________________________
____________________________
COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR – 1994 – 19 de junio – 2018 – 24 años
Selección y producción: Henry Flores y Carlos Casares
Apoyo técnico: Carlos Dárdano
Colaboran:
ALEMANIA: Antje Vieth y Carlos Ramos (Berlín)
ECUADOR: Kintto Lucas (Quito)
HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam)
SUIZA: Sergio Ferrari (Berna)
URUGUAY: Pablo Alfano, Luis Sabini, Jorge Zabalza, José Rocca
COMCOSUR INFORMA ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación: Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO/URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo económico externo, institucional o personal / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión / Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / blog: nuevo.comcosur.org/ contacto: comcosur@comcosur.com.uy / Y ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook
—