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MUJERES ESCLAVAS Y A LA VENTA

COMCOSUR MUJER
Fundado por Yessie Macchi
AÑO 11 -No. 464/ Miércoles 30 de setiembre de 2015
COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
Coordinación y búsqueda: Beatriz Alonso, Cecilia Duffau y Carlos Casares
Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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«Hay que dar vuelta el mundo. Cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada, es una acusación…” Rosa Luxemburgo
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NOTICIAS

ARGENTINA
1) CINE: LA OPRESIÓN FEMENINA EN EL MEDIO RURAL
2) VARONES SE COMPROMETEN CON “COSAS DE MUJERES”

TEMAS DE COMCOSUR MUJER

OTRAS MIRADAS

MUJERES DE 17 PAÍSES EN COLECTIVO “DESDE LA MIRADA”

URUGUAY. MUJERES ESCLAVAS Y A LA VENTA
EL OSCURO CAMINO DE LA TRATA DE PERSONAS

VENEZUELA. DECLARACIÓN DEL TERCER ENCUENTRO DE ORGANIZACIONES DE MUJERES Y FEMINISTAS
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ARGENTINA

PAULA: HISTORIA DE OPRESIÓN FEMENINA EN EL MEDIO RURAL

La sección «Nuevos Directores» del 63 Festival de San Sebastián que se desarrolla hasta el próximo 26 de este mes, se caracteriza por su innovación fílmica y estética en directores jóvenes.

Paula es la ópera prima de Eugenio Canevari (argentino nacido en 1985) que ganó el premio Cine en Construcción en la edición anterior del certamen. Una historia de opresión femenina a partir de una adolescente que trabaja para una familia rural burguesa.

Canevari, que vive hace siete años en Barcelona, ganó un premio por su cortometraje en 35 mm Gorila Baila en el 55º Festival de Sitges mientras que fue seleccionado en numerosos certámenes, como el 61º Festival de San Sebastián. El corto fue rodado en Barcelona y con su primer largometraje retorna a Buenos Aires, más precisamente a Pergamino donde se filmó, “llegué de España con una sinopsis bajo el brazo y me sorprendió el nivel de compromiso que encontré”, comenta.

Paula tiene su estreno internacional –el único latinoamericano de la sección- en el certamen de la ciudad de Donostia. La película transcurre en una familia burguesa rural de la Buenos Aires bonaerense. Planos parsimoniosos y largos silencios adquieren sentido ante las omisiones familiares y se transforman en tensión como en La ciénaga (2000) de Lucrecia Martel.

Se muestran las indiferencias y carencias afectivas de los adultos hacia sus hijos en los vínculos que oscila un clima de opresión. La historia se centra en la chica del título, quien se encuentra en un aprieto al enterarse que está embarazada mientras lo oculta para no perder su trabajo (cuida a los hijos de la familia). En una suerte de desesperación silenciosa, busca en quién apoyarse sin encontrar respuestas a su alrededor para realizarse un aborto.

Paula es uno de los mejores retratos que se han realizado sobre las hipocresías familiares. Canevari se posiciona en las vicisitudes que experimenta la niña que no puede expresarse y a la vez debe absorber la presión para con un trabajo. La familia no sólo niega ayuda a la niña sino que tampoco asume su parte de responsabilidad en el tema. Cuestiones mostradas siempre con una sutilidad sorprendente en la película, evitando decir para sugerir y enriquecer así el relato en fuerza y tensión dramática.

La aparente calma y tranquilidad que la imagen del campo genera se contrasta con un clima en constante ebullición. El sonido y la fotografía son fundamentales a la hora de comunicar esa atmósfera latente. “La necesidad de retratar los silencios en la familia, cuestiones de las que en ese entorno se prefiere callar, parte de una experiencia personal” comenta el director.

La naturalidad de los diálogos y la indiferencia de la familia son captadas con una veracidad angustiante en la película, sumados a la composición de planos con personajes de espaldas y fuera de encuadre que se resignifican en el tema transitado. Canevari logra de esta forma hacer de los silencios, los tiempos dilatados y las omisiones una opresiva experiencia con dura crítica a la hipocresía de clase.

Escribiendocine / COMCOSUR MUJER No. 464 – 30/09/2015

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2) VARONES SE COMPROMETEN CON “COSAS DE MUJERES”

La reunión era sobre la igualdad de género y de manera excepcional la presencia masculina fue muy superior a la femenina. El encuentro marcó un hito en la lucha en Argentina porque el compromiso por la equidad deje de ser apenas “cosas de mujeres”.

La cita en Buenos Aires fue organizada por la Red de Hombres por la Igualdad (HxI), que surgió hace un año con el compromiso de “generar un espacio para incorporar a todos los hombres que promuevan la igualdad de género y la prevención de la violencia hacia las mujeres, y lograr el compromiso de realizar de ahora en más, acciones en dicho sentido en sus ámbitos de influencia y/o de trabajo”.

La iniciativa la impulsan la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Argentina y el gubernamental Consejo Nacional de las Mujeres, junto con dos organizaciones privadas del país: la Fundación Avon y la filial del grupo alimentario francés Carrefour.

“No habemos puros, no habemos hombres que nunca hayamos caído en un acto discriminatorio, es algo de lo que hemos venido tomando todos conciencia poco a poco los hombres en lo público, en lo personal, como padres, como hijos, como esposos, de la necesidad de la importancia de hacer algo desde nuestra instancia”: René Mauricio Valdés.

Acostumbrada a encuentros de este tipo en que las mujeres, como principales víctimas de la desigualdad son mayoría, la presidenta del Consejo, Mariana Gras, se mostró muy sorprendida por ser en este caso minoría.

“Siempre somos mujeres las que estamos. Cuando hablamos con diferentes referentes y decimos vamos a hacer una reunión por la igualdad de género te dicen: ‘te mando a las chicas’. Los hombres se incomodan, hacen chistes y prefieren no ir a estos encuentros”, relató en entrevista a IPS.

“Esto ha venido acumulando fuerza entre un grupo de varones que nos reuníamos muchas veces en eventos de esta naturaleza y en la que compartíamos una preocupación muy puntual. A casi todos los eventos que hacíamos sobre derechos de las mujeres, casi solo llegaban mujeres”, comentó por su parte a IPS el coordinador residente en el país de la ONU, René Mauricio Valdés.

En el encuentro, celebrado el 22 de este mes, participaron representantes del gobierno y el poder judicial, junto con exponentes de los sectores empresarial, social y académico. Allí, varios participantes sumaron sus firmas al “Compromiso por la igualdad”, que forma parte de las iniciativas de la Red de HxI.

“Me comprometo a realizar una cotidiana evaluación personal de mis comportamientos y actitudes, para no reproducir los prejuicios y estereotipos que sostienen la discriminación sistemática hacia las mujeres y evitan que las mismas accedan a sus derechos en igualdad de condiciones que los hombres”, dice el compromiso que suscribió, entre otros, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.

Se trata de estereotipos machistas que, según Gras, afectan también a los varones de este país de 43 millones de personas.

“El machismo es algo que nos atraviesa a todos en esta sociedad porque está en nuestros parámetros culturales y es algo que te va marcando. Al revés, si un hombre es quien va a una comisaría a denunciar que una mujer lo golpeó, le responden ‘no seas maricón, andá a resolverlo vos solo’”, provocó a la audiencia durante su intervención.

El desafío es que este compromiso salga de un grupo de líderes influyentes e intelectuales de la sociedad y se refleje en todas las provincias, en áreas urbanas y rurales, en cada barrio. .

“No estamos invitando a que puros se sumen a esto sino que todos se sumen y vayan tomando un compromiso personal para que en primerísimo lugar en nuestra propia vida no toleremos y no permitamos estas cosas en los espacios donde vivimos donde estudiamos donde vamos a la iglesia, donde nos divertimos”, explicó Valdés.

Es lo que intentan organizaciones como la “Campaña Lazo Blanco”, promoviendo por ejemplo talleres mixtos de jóvenes en clubes de fútbol de la central provincia de Córdoba.

“Tenemos un trabajo en clubes de fútbol con inferiores, de cómo se genera el proceso de socialización masculina y el deporte, especialmente el úutbol, generando los estereotipos de masculinidad normalmente vinculados a la violencia, al no respeto hacia otros y otras”, ilustró a IPS el coordinador en el país de la Red de HxI, Hugo Huberman.

Esta organización surgió en Canadá en 1991, como una iniciativa contra la violencia machista.

Pero el machismo también se percibe en actos cotidianos tan simples como ir a un médico.

“Trabajamos sobre salud masculina para hacer pequeñas campañas para que los hombres vayan más al médico. No vamos al médico por construcción de identidad: el que va al médico es flojo, el que va al médico es vulnerable, no cumplimos con los tratamientos, comemos cualquier cosa”, analizó el activista.

La empresa Carrefour lo intenta aplicar dentro de su cadena de supermercados en Argentina, promoviendo por ejemplo asueto tanto para hombres como para mujeres en el día de cumpleaños de sus hijos, o para asistir a sus reuniones de adaptación escolar.

También estableció las reuniones de trabajo solo por la mañana o como última hora de reunión a las cuatro de la tarde, para no atrasar al final el regreso a casa de ninguno de sus empleados.

“Es cierto que hoy la sociedad le da un rol de trabajo al hombre y la mujer asume -entre comillas – el rol de sostener la familia, administrar el hogar, etc. Si uno no le da oportunidades al hombre de que haga estas cosas, al mismo tiempo le está quitando posibilidades a la mujer de que haga y desarrolle su trabajo”, argumentó a IPS el director de asuntos corporativos de la empresa, Leonardo Scarone.

Para promover el desarrollo profesional de las mujeres, la compañía también estableció como condición que en cada terna de candidatos para cargos directivos, haya por lo menos una mujer, y que sus comités de carrera también analicen y apuesten el potencial profesional de sus empleadas mujeres.

“A nivel gerencial teníamos 20 por ciento de mujeres, lo que sí costaba era romper este famoso techo de cristal y llegar a posiciones de directoras”, explicó Scarone.

Hoy después de tres años de implementar su programa de diversidad, la empresa tiene seis directoras mujeres, alrededor de 15 por ciento del total, cuando antes era cero.

“La posibilidad de construir una resolución hacia la violencia de género requiere de todas las partes porque si yo tengo una parte de la sociedad afectada y considero que la solución está solo en aquel que lo sufre, lo primero es que tengo una sociedad de absoluta insolidaridad, y segundo que no estoy entendiendo los efectos que tiene el otro en mi sociedad. Somos todos y todas los actores”, resumió Gras.

IPS/ COMCOSUR MUJER No. 464 – 30/09/2015
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TEMAS DE COMCOSUR MUJER

OTRAS MIRADAS

MUJERES DE 17 PAÍSES SE AGLUTINAN EN COLECTIVO “DESDE LA MIRADA”

Mujeres de varios países integran el colectivo “Desde la mirada”, iniciado hace apenas cuatro años como un proyecto personal de la escritora ecuatoriana Ghislaine Izaguirre, para superar a través del arte las barreras impuestas a las mujeres.

Primero junto con un grupo de amigas, también artistas, comenzaron a buscar un espacio en el panorama de las artes plásticas en el país sudamericano.

Actualmente, este empeño aglutina a 120 mujeres de Angola, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, España, México, Estados Unidos, Venezuela, Francia, Irán, Suiza, Alemania, Rusia, Portugal y el país sede, Ecuador.

La propia Izaguirre ha convertido su casa en espacio para las exposiciones, que han llegado también a la sede del Ministerio de Cultura; la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, en Cuba; la Feria Internacional del Libro, en el Centro Español de Quito; y la Feria de Baricharte, en Colombia.

Sus integrantes han expuesto además en las Casas de la Cultura en Esmeraldas, en la provincia (estado) de Chimborazo, y la capital del país, Quito, donde justo por estos días se expone “Mujeres de mi país”, de la artista Marieta Moreno, integrante del colectivo.

Más allá de las artes plásticas, las acciones culturales incluyen el desarrollo de talleres y varios textos, entre ellos “Diarios de Mujeres ‘Cazadas’”.

“Desde la mirada” está integrado por pintoras, escultoras, cineastas, fotógrafas, escritoras, poetas, artesanas, teatreras, maestras de danza, psicólogas, correctoras de textos, editoras, estudiantes, mujeres dedicadas al hogar, y promotoras de arte, señaló Aguirre.

“Preferimos ser llamadas mujeres diversas, quienes con diferentes expresiones, criterios y sensibilidades dejamos volar la imaginación en las obras y encontramos una actividad liberadora frente a una sociedad machista y patriarcal”, destacó a Cimacnoticias/SEMlac.

“Ahora decimos que esta es nuestra actividad liberadora, porque el colectivo se ha convertido en un espacio para demostrar lo que podemos hacer, y tener una voz para superar las necesidades individuales y ser la base de una sociedad con criterios nuevos”.

Para esta creadora es importante reconocer que cada vez tienen más participación de público en sus convocatorias, e incluso reconocimiento de las instituciones como la Casa de la Cultura Ecuatoriana y la Asamblea Nacional, entidad a la que acompañaron en el proyecto “La producción legislativa con enfoque de género e inclusión de los grupos de atención prioritaria”.

Aunque en Ecuador ha aumentado la presencia femenina en las entidades públicas, persisten escollos para su real inserción en la vida social, económica y cultural del país.

“Por eso el grupo ha sido importante, para que ellas se liberen dentro de lo posible a través del arte y de su interacción con sus miembros y con el círculo del cual se rodean (…), por lo que ‘Desde la mirada’ se convierte para sus integrantes en un espacio de sanación a través de la actividad y el reconocimiento a las artistas”, destacó Izaguirre en una entrevista con la agencia de noticias Andes.

El colectivo “Desde la Mirada” es, ante todo, un espacio donde sus integrantes superan el ostracismo al que por mucho tiempo la tradición y la sociedad patriarcal las habían limitado. Como afirmó Ghislaine Izaguirre, su fundadora: “Se sienten con la libertad de decir esto soy, esto quiero transmitir y crear para hacer un mundo diferente”.

Cimacnoticias / COMCOSUR MUJER No. 464 – 30/09/2015
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URUGUAY

MUJERES ESCLAVAS Y A LA VENTA
EL OSCURO CAMINO DE LA TRATA DE PERSONAS

Uruguay prepara una ley integral sobre trata de personas, un problema que se agravó desde que en el país ocurre el origen, tránsito y destino del delito. Desde 2008 la Policía rescató a unas 100 víctimas y, solo en 2014, el Mides atendió a 118 posibles casos. En julio, EE.UU. envió su advertencia.

El proxeneta y su esposa iban en los asientos de adelante. Sandra Ferrini comía un sándwich en la parte de atrás. En cada mordisco dejaba caer las migas sobre el tapizado, en lo que entendía una inocente venganza. Un camión embistió al auto en el que viajaban y a otros nueve vehículos. El espectacular choque fue titular en la prensa italiana. Sandra sobrevivió, pero quedó por un tiempo en silla de ruedas. Aquel accidente de 2005 fue, paradójicamente, uno de los momentos más felices de su vida. La red de trata que la explotaba desde hacía 37 años la dejó tirada —y libre— en la calle. «La máquina dejó de funcionar».
Durante la entrevista pide no abrir las cortinas, está acostumbrada al encierro. Su historia, como la de 21 millones de personas en el mundo que son objeto de trata según la Organización Internacional de Trabajo, transcurre en penumbras. Apenas parte del Estado y las ONG que se ocupan de dar cobijo a las mujeres explotadas sexualmente, toman dimensión del asunto. El Paso, una de estas organizaciones uruguayas, atendía hace tres años a una víctima por semana. Hoy llegan a cinco.

El dinero, estimado en 150.000 millones de dólares anuales a nivel mundial y apenas por debajo del narcotráfico, sumado a la larga utilidad del producto-máquina-persona, explica el poderío de este «negocio». Sandra llegó a «valer» 1.000 dólares en Italia y el doble en España. Todo para que la dejaran hablar con su hijo o que su padre permaneciera con vida un día más.
La primera vez fue cuando tenía ocho años; su madre la vendió a un vecino del Cerrito de la Victoria. La niña debió cruzar el cantero que separaba ambas casas y vio al hombre cuando su esposa no estaba. En el dormitorio, aquel adulto de rasgos agresivos, recuerda, le hizo algo que a ella le dolía, pero no lograba comprender qué era. Su madre esperó en el living, cobró y se fue. En los días —y años— siguientes Sandra fue el recipiente en el que otros vecinos y sus amigos depositaron su goce y los valores de una sociedad machista.

«A los 14 años conocí al joven D. Me prometió que iba a sacarme de aquel infierno y me llevó a vivir a un hotel en Paso Molino. Me contó que robaba y que con esa plata íbamos a comer», recuerda Sandra como flashes, otra de las secuelas que le dejó la explotación. Pero al tercer día de su «nueva» vida, el «compañero» le manifestó que la Policía lo buscaba y que ella debía salir a la calle. «Ya lo hiciste más de una vez». Esa fue la excusa. «Si no, mato a tu viejo». Esa fue la amenaza.

Puede que para cualquier mortal la primera pregunta sea: ¿cómo no escapó? «Es difícil tener opción cuando la persona está en situación de vulnerabilidad, sufre maltrato y amenazas», explica Sandra Perroni, coordinadora del servicio de atención a víctimas de trata de la ONG El Paso y del Mides. Por eso a la hora del reclutamiento —el primer paso de toda red— hay un juego de seducción y otro de fuerza.

A sus 55 años, Sandra Ferrini no tiene casi familia. Tuvo cuatro hijos: uno murió a los pocos días de nacer, otro se suicidó, a un tercero lo robó la red en Italia y al cuarto no lo ve desde que su historia se hizo pública en una película y sus nietos conocieron el verdadero trasfondo. La madre, a quien nunca denunció por temor, murió. Su padre, que trabajaba «todo el día» y era la razón por la cual Sandra intentaba no bajar los brazos, también.

Más de una vez Sandra pensó en suicidarse. De hecho, tras el primer parto que fue complicado y por cesárea, le aconsejaron no volver a embarazarse. Y ella lo buscó adrede: era su mecanismo para morir feliz. En las muñecas tiene las cicatrices de los cortes de la adolescencia. En el pecho tiene las marcas de los senos que le extirparon: el aceite de avión que le obligaron a inyectarse (por eso de que era «chatita») terminó generándole un cáncer. Y ahora la huella física que más la aqueja son unos «tumorcitos» en el cerebro consecuencia de cuando la «surtían a palos».

Sandra debía trabajar desde la mañana hasta la madrugada. Empezó parándose en Bulevar Artigas y Francisco Gallinal. Todo el dinero iba para el joven D., quien repartía lo recaudado con la madre de ella. Luego «atendió» en whiskerías de la Aduana, en Argentina y el interior. Hasta que la llevaron a Paysandú, con la excusa del velorio de una conocida del joven D., para sacar un pasaporte falso (con los años pudo desmontarse esa pata de las redes que contaba con el apoyo del Estado). Fue así que le ofrecieron-amenazaron para ir a España. «Las promesas fueron seis meses de trabajo y después la libertad». Pero aquello fue el infierno. O al menos la puerta de entrada.

El caso de Sandra es uno más de los testimonios de uruguayas que fueron reclutadas y llevadas a Europa en la década de 1990. «Esa modalidad aún no terminó», dice el sociólogo Pablo Guerra. Lo novedoso, explica, es que Uruguay «volvió a ser un país receptivo de las redes». Es que las rutas van cambiando según la situación de los países. En 2008, con la crisis económica que golpeó a Estados Unidos y a Europa, Uruguay pasó a transformarse en zona de tránsito y destino.

Así lo advirtió el Departamento de Estado de Estados Unidos el pasado julio: «Uruguay es un país de origen, tránsito y destino para hombres, mujeres y niños explotados en tareas de trabajo forzoso y trata con fines sexuales (…) Mujeres de la República Dominicana (y, en menor medida, mujeres de otros países sudamericanos) son explotadas en Uruguay».

Solo en 2014, el Mides atendió 113 posibles víctimas de trata con fines de explotación sexual y otras cinco por trata laboral. Del total, 97 eran ciudadanas dominicanas. No en todos los casos la Justicia pudo comprobar el delito. Hasta ahora ninguno de los dos juzgados especializados en Crimen Organizado identificó la trata para el trabajo doméstico, una de las advertencias que realizan las ONG.

Con todo, muchos relatos continúan ocultos. «Hay veces en que la víctima no es consciente de que es víctima», explica Perroni. Otras, como en el caso de Sandra Ferrini, la persona teme denunciar por desconfianza en las instituciones.

Medio vaso vacío.
«Quien de cualquier manera o por cualquier medio participare en el reclutamiento, transporte, transferencia, acogida o el recibo de personas para el trabajo o servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares, la servidumbre, la explotación sexual, la remoción y extracción de órganos o cualquier otra actividad que menoscabe la dignidad humana, será castigado con una pena de cuatro a dieciséis años de penitenciaría». Recién desde 2008, con este artículo 78 de la ley 18.250, en Uruguay está tipificado el delito de trata.

Desde entonces, la Policía «ha rescatado a un centenar de víctimas», dice Yoni Mezquita, jefe del departamento de investigación de Delitos Especiales. En concreto, hubo nueve operativos por razones de trata (ver nota aparte) y otros seis por tráfico de personas, los cuales «pueden terminar en una trata sin confirmar», aclara el subcomisario.

La trata de personas, en especial de niños y mujeres para la explotación sexual, es tan antigua como el agujero del mate. El ejemplo más conocido es la investigación de la periodista María Urruzola, la que sirvió de guión para la película En la puta vida. Pero ante la falta de normativa solo era posible acusar por otros delitos. Y todavía queda mucho por recorrer.

«En la temática de trata intervienen varias instituciones, desde la Justicia hasta quien debe brindarles cobijo a las víctimas», señala la abogada Diana González. Por recomendación de organismos internacionales, la Cancillería ordenó la elaboración de un anteproyecto de ley integral sobre la temática. «En el texto (que tendrá su borrador a fin de año) queda claro qué responsabilidad tiene cada uno y determina los derechos de las víctimas, porque es un delito diferente ya que no se puede exponer cara a cara al delincuente con la víctima, y porque los dueños de las redes manejan mucho poder».

Mientras tanto, González recomienda que las denuncias (anónimas o no) se hagan en las oficinas especializadas en delitos complejos (teléfono 152 4600), así la víctima es atendida «por personas competentes». La otra opción es ante los juzgados de Crimen Organizado si es que está probada la intervención de, al menos, tres personas que forman una red.

Sandra no sabe a ciencia cierta cuántos integraban la red que la llevó a Europa. Recuerda que en el primer viaje eran tres proxenetas uruguayos que sólo se encargaban de «custodiar» a siete chicas. «En el avión teníamos prohibido hablar con la gente, conversar entre nosotras y hasta nos negaban ir al baño», recuerda, pero cada vez que consideraba la posibilidad de escaparse, la amenaza de matar a su hijo o a su padre aparecía como por arte de magia y le hacía cambiar de opinión.

En España no alcanzó a estar un mes. El joven D. y sus secuaces le habían advertido de no hablar con los gitanos. Si algo aprendió Sandra durante su explotación es que cuando le impedían «algo», ese «algo» podía ser su salvación.

En una de esas noches en que la obligaban a bajar a la plaza para cobrar 34.000 pesetas por 15 minutos de sexo (aún no estaba el euro), fue hasta un bar. Se puso a jugar con una máquina tragamonedas al lado de un gitano y le rogó que la ayudara a escapar. Así fue, metralletas mediante, que a la mañana siguiente la sacaron de la pensión y le dieron dinero para hospedarse en Madrid a la espera de que el Consulado de Uruguay la repatriara. Fue cuestión de pisar Montevideo cuando su madre ya le tenía prontas las medias para que se pararse esa misma noche en Bulevar y Gallinal. No tuvo opción.

La patria.
«Hoy no es frecuente que a un menor de edad se lo saque del país», dice Perroni. Desde 2011 en que el INAU tiene un servicio especial para denunciar posibles casos de trata, solo en el interior del país se han detectado 38 víctimas (la institución no proporcionó los datos de Montevideo). Sí hay conocimiento de que «los grandes eventos» suelen ser motivo de zafra para la trata. «Pasó cuando fue la construcción de Botnia o el puerto de Nueva Palmira», agrega la especialista.

De ahí que la trata interna, esa que ocurre sin cruzar fronteras, sea una de las modalidades que más preocupa a los activistas (como el caso La Posta del Cangrejo). «En Uruguay no se han dado situaciones como las de Colombia o Paraguay, donde se encuentran 80 mujeres durmiendo en un taller», dice Mezquita. Aunque la Policía desconoce si eso sucede. Saben que muchas veces las personas tratadas se convierten en tratantes, o que las mujeres pasan a ser la moneda de pago en un negocio de drogas, por ejemplo.

Con Sandra lo que funcionó fueron las amenazas y los golpes. Al tiempo de su regreso a Uruguay, el joven D. la encontró. Le apuntó con un arma y la obligó a viajar a Italia. Era el Mundial de fútbol, lo que facilitó su ingreso. Estuvo en Milán, en Roma y en Sicilia. «Ahí eran las peores condiciones… Dormía en camas que compartía con otras chicas, nos llevaban al supermercado y no nos dejaban comprar preservativos, teníamos prohibido hablar con desconocidos, debías ir a trabajar cuando ellos querían, no podíamos estar más de tres veces con el mismo cliente y cuando estábamos menstruando nos decían: La máquina pierde aceite». Hace una pausa. «Y desde Uruguay, mi madre me cobraba US$ 2.500 por hablar con mi hijo por teléfono».

Hasta que un día, en 2005, la máquina dejó de funcionar. Por los maltratos que recibió en el hospital, después del accidente, obtuvo dinero con el que construyó su humilde casa en Uruguay.

Puede que el joven D. y los otros integrantes de la red sigan trabajando en Italia. Son los vestigios de esos uruguayos que montaron redes en Europa, los mismos que fueron «desplazados por los rumanos», cuenta el subcomisario Mezquita. A Sandra lo único que le importa es que «ninguna chica pase» por su situación. Pero por ahora, advierte el sociólogo Guerra, «hasta en el pueblito más chico uno puede encontrarse casos». Y para eso no hace falta tomarse un avión.

Cinco procesados y la caída de un “Imperio”.
El señor C. estaba dispuesto a instalar un imperio en el interior del Uruguay. Ya contaba con una whiskería en Minas, otra en Treinta y Tres, y una ruta de trata de mujeres que incluía a República Dominicana y Brasil. Tenía varios miles de dólares en cuentas del Banco República, en Abitab y un auto cero kilómetro. Pero el pasado diciembre su imperio cayó.

“Operación Imperio”, así se llamó el último gran operativo que realizó la Policía uruguaya especializada en Crimen Organizado para desmantelar una red de explotación sexual. Acabó con cinco personas en prisión, dentro de ellas el señor C. “Imperio”, a su vez, era el nombre fantasía de esas whiskerías en las que “trabajaban” unas 40 chicas.

La pista surgió en enero de 2013. En plena zafra del turismo, la Policía de Maldonado advirtió sobre el “masivo ingreso” al país de extranjeras, sobre todo dominicanas, para el ejercicio de la prostitución. Varias de ellas tenían como destino los locales de Imperio.

Todas tenían cédula uruguaya y todas estaban autorizadas a ejercer el meretricio, lo que hizo más compleja la investigación. Pero los relatos posteriores de las víctimas fueron determinantes.

“Él (el señor C.) nos hacía trabajar igual si estábamos enfermas… Dormíamos de a tres o cuatro en camas de dos plazas y en las de una plaza dormíamos dos”, declaró ante la sede policial y también en la judicial la Testigo 1 (los nombres de las mujeres están bajo reserva).

No solo eso. El señor C. exigía el cobro de $ 70 cada 15 minutos en los que las chicas estuvieran “atendiendo” algún cliente. A algunas, incluso, les pedía otros $ 50 por día para dormir en las habitaciones en las que, paradójicamente, ellas trabajaban. Cuando salían del local, el monto a pagar al dueño de la red ascendía a $ 280. Es que al señor C. no le gustaba que “sus mujeres” estuvieran en la calle. De hecho cerraba con candado la puerta trasera de la whiskería de Treinta y Tres con la excusa de “garantizar mayor seguridad”.

Lo curioso, expresa el auto de procesamiento redactado por el juez Néstor Valetti, era que el dinero de las “trabajadoras” quedaba a la custodia de la red. De esta forma, a las mujeres dominicanas que llegaron a Uruguay seducidas por la posibilidad de enviar dinero a sus familiares en el exterior, les fue imposible concretar su deseo.

La Testigo 8 recuerda que contactó al señor C. por una página de Google y un número de teléfono. Otras víctimas fueron reclutadas por la señora A., una ciudadana dominicana que era la esposa del señor C. Como si tuvieran un olfato especial, la red captaba a mujeres de entre 18 y 35 años que estuvieran en situación de vulnerabilidad. El juez relata que más de una testigo admitió haber pasado “hambre” en su país.

“En República Dominicana el sueldo promedio de una trabajadora sexual ronda los US$ 100 y en Uruguay les prometen US$ 1.000”, explica Sandra Perroni sobre el método de seducción. La mayoría de las víctimas son madres. Dejan a sus hijos al cuidado de un familiar, aceptan que un prestamista les financie el pasaje y llegan en forma legal por el aeropuerto de Carrasco.

Los primeros días, el alojamiento era en Montevideo. Lo más común, dice el expediente, era una pensión en el Centro, en las calles Paysandú y Florida. Desde ahí eran conducidas (otras llegaban por sus medios) a las whiskerías.

Cada tanto el señor C. organizaba “fiestas” especiales. Llevaba a varias chicas a Punta del Este para trabajar bajo la orden de importantes empresarios. El lunes era el día de descanso. En los propios locales las víctimas eran tentadas por otro hombre, el señor T., para ser conducidas a Brasil.

Cuando la Policía logró reunir pruebas y allanar las whiskerías, en diciembre de 2014, pudo rescatar en el mismo momento a una veintena de víctimas.

El señor C., la señora A. y el señor T. fueron a prisión. También la señora S., encargada del local de Minas, y la señora M., responsable de la pensión en Montevideo.

Fue la novena red que desmanteló la Policía especializada. Hubo otros seis casos de tráfico.

Tomer Urwicz/ El País / COMCOSUR MUJER No. 464 – 30/09/2015
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VENEZUELA
DECLARACIÓN DEL TERCER ENCUENTRO DE ORGANIZACIONES DE MUJERES Y FEMINISTAS

Nosotras y nosotros, reunidos en el “Tercer Encuentro de Organizaciones de Mujeres y Feministas”, convocado por la Araña Feminista, del 11 al 13 septiembre en Caracas, una vez más ratificamos nuestra lucha en la construcción del socialismo feminista y reafirmamos el compromiso con la Revolución Bolivariana y todos los procesos de transformación de los pueblos latinoamericanos.
A 10 años de la caída del ALCA, América Latina ha impulsado importantes transformaciones sociales con nuevas formas de hacer política, que generaron rupturas antineoliberales y anticapitalistas, a través de procesos no violentos que incluyeron al feminismo, e impulsaron una integración con complementariedad, ayuda mutua y soberanía. Es un proceso de creación popular inédito y alternativo a la individuación que niega la existencia del pueblo. Venezuela ha inspirado y sigue inspirando este proceso. La Revolución Bolivariana es pionera y propulsora de estos cambios, que llevan la impronta y el ideario del Comandante Hugo Chávez y son parte de su legado.

En los últimos tiempos, estamos asistiendo a una recomposición conservadora, que amenaza los procesos de cambio a lo largo y ancho de Nuestra América y nos imponen nuevos desafíos, que urgen a profundizar los análisis, las reflexiones y las acciones.

La Revolución Bolivariana se encuentra acosada por fuerzas externas e internas, imperiales y contrarrevolucionarias que buscan su desaparición y que se configuran y expresan actualmente en la guerra económica componente de la guerra de cuarta generación, que disloca nuestra cotidianeidad y procura eliminar la posibilidad del Socialismo del Siglo XXI.

En este sentido, llamamos la atención sobre las siguientes realidades:

La revolución ha aumentado el poder adquisitivo sobre todo de los sectores más pobres y vulnerables de una manera constante y real, pero hasta este momento no hemos logrado acompañarlo con un aumento de la producción bajo un modelo ecosocialista, ni con una nueva cultura del consumo.

La satisfacción de las necesidades, entre ellas las alimentarias, siguen dependiendo significativamente de las importaciones. La burguesía productora ha sido históricamente parasitaria y hoy más que nunca abandona la producción para convertirse en importadora y beneficiarse de los dólares preferenciales del Estado.

La economía social no ha conseguido desarrollar sus potencialidades de manera que pueda contrapesar el poder de las empresas privadas, garantizando así la soberanía productiva.

Hay un déficit de planificación de la economía y de perspectiva feminista en ella.

El bachaqueo y el contrabando de extracción empresarial, dirigido por los poderes fácticos de las transnacionales y sus aliados locales, distorsionan la economía y reproducen valores capitalistas aún presentes.

Numerosas empresas e instituciones públicas son dirigidas con prácticas burocratistas y como feudos de grupos, lo que da lugar al incumplimiento de su función social.

La invasión silenciosa del paramilitarismo –sembrado totalmente en los estados fronterizos- está presente en muchas facetas de la vida nacional y espacios territoriales.

Tenemos tenazas políticas que nos amenazan por las fronteras de Guyana, Colombia y el Caribe.

Subsisten prácticas de corrupción y comportamientos antiéticos en la gestión pública y en la vida política.

Aún persisten grandes contradicciones ideológicas.

Algunas instituciones están impregnadas por personas que trabajan desde un fundamentalismo religioso, a pesar que Venezuela es un estado laico.

Estas realidades afectan a las mujeres en varios aspectos:

La escasez es más profunda en los productos que más tocan a las mujeres: alimentos, anticonceptivos, pañales, toallas sanitarias y artículos de higiene.

Las largas colas, que fundamentalmente hacen las mujeres crean impotencia, depresión, deterioro del camino hacia el buen vivir y abandono de espacios históricos de lucha.

El deterioro de las condiciones de vida producen un recargo del trabajo no remunerado que realizan las mujeres para sus hogares, se suple con su esfuerzo personal la disminución de la calidad del abastecimiento y de los servicios.

Se postergan demandas específicas como la lucha por la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, un derecho humano de las mujeres necesario para el ejercicio de la autonomía sobre sus cuerpos.

Nos preocupan profundamente las siguientes situaciones:

Aún no se logra garantizar el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos. Hay deficiencias en educación y atención sexual, debilidades que inciden en las altas tasas de embarazos en adolescentes y en la reproducción de la pobreza consecuente.

La compra e inclusión en el esquema de vacunación nacional de la vacuna contra el VPH, cuestionada internacionalmente por los efectos adversos de su aplicación.

La paridad política, obligatoria para las elecciones del 6D, fue escamoteada por los partidos políticos patriarcales (de izquierda y de derecha), quedando aceptadas 671 postulaciones femeninas (37%) y 1.128 postulaciones masculinas (63 %).

Se hace un uso politizado y mediático de los femicidios, en vez de diseñar, implementar y hacer seguimiento a verdaderas políticas preventivas que garanticen la aplicación oportuna y eficiente de la Ley Orgánica del Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

La legislación venezolana se ha rezagado en cuanto a la protección de la población sexo género diversa, quienes carecen de reconocimiento legal, vulnerándose sus derechos civiles, sociales y políticos.

Consideramos un retroceso para la revolución feminista la transformación de Banmujer en una simple vicepresidencia del Banco Bicentenario, un repliegue importante en la institucionalidad de género y una pérdida invaluable en el combate contra la pobreza y la promoción de la economía social.

Frente a esta situación reiteramos la necesidad de:

Transformar el conjunto de la organización social y sus valores, incluyendo los aportes filosóficos y políticos del feminismo latinoamericano.

Garantizar la autonomía de los movimientos sociales, indispensable para hacer la revolución y realmente concretar el nuevo Estado Comunal.

Producir análisis y reflexiones desde nuestros tiempos y nuestros contextos, para profundizar la construcción del socialismo feminista.

Revisar el sistema de producción, comercialización, distribución, y consumo con perspectivas socialistas y ecofeministas y acelerar su transferencia efectiva al Pueblo.

● Generar instrumentos para accionar la contraloría social de manera efectiva.

● Seguir profundizando la revolución con acciones como la reforma de la Ley de Procesos Electorales y la Ley de Partidos Políticos e incluir la paridad con alternabilidad como mecanismo para ampliación de la democracia y la distribución igualitaria del poder.

Desarrollar un nuevo Código Penal, que incluya la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, para un ejercicio pleno de los derechos sexuales y derechos reproductivos y completar la justicia social.

Implementar adecuadas y oportunas políticas de educación sexual y reproductiva para todas y todos.

En la lucha contra el cáncer de cuello uterino incentivar la aplicación de exámenes preventivos. Utilizar los fondos destinados a la compra de la vacuna VPH en la compra y distribución de contraceptivos, que no sólo protegerían contra dos cepas del virus del Papiloma Humano sino contra otras enfermedades de transmisión sexual y el embarazo no deseado.•

Finalmente, destacamos que Venezuela no puede luchar sola. Es indispensable estrechar los lazos de la unión latinoamericana y caribeña tanto de gobiernos como de movimientos sociales. Celac, Unasur, Alba y Mercosur necesitan la voz de las mujeres organizadas para enriquecer sus perspectivas hacia una transformación cada vez más profunda y radical.

Creemos en la unidad de las fuerzas revolucionarias, socialistas y feministas que consolidan la defensa de la Revolución Bolivariana y acompañan sus batallas. Y también sabemos que debemos seguir construyendo desde la cotidianidad, desde lo pequeño y lo común, desde los hogares, la calle, el barrio, la comuna, y pueblos Nuestro Socialismo Feminista.

¡Chávez vive, la lucha feminista sigue!

Araña Feminista / Rebelión/ COMCOSUR MUJER No. 464 – 30/09/2015