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URUGUAY: MUJERES MIGRANTES – comcosur mujer 556 – 21.05.2018

COMCOSUR MUJER / AÑO 14 / No. 556 /lunes 21.05.2018

1) Argentina: Radialistas feministas por la despenalización y legalización del aborto
2) Colombia: En Colombia, la belleza y la violencia son igualmente democráticas
3) Uruguay: Ser parte
4) Uruguay: Mujeres migrantes
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 14 /No. 556
Lunes 21 de mayo de 2018 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza /
Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) ARGENTINA: RADIALISTAS FEMINISTAS POR LA DESPENALIZACIÓN Y LEGALIZACIÓN DEL ABORTO

Radialistas feministas protagonistas de un nuevo martes verde frente al Congreso

Las radialistas feministas participaron de la radio abierta en una nueva jornada de «martes verde», con la que se acompaña las audiencias por la despenalización y legalización del aborto.

En el marco del debate por la despenalización y legalización del aborto que se está llevando adelante en el Congreso Nacional, se realizó ayer un nuevo “martes verde“. Esta vez, la jornada contó con radio abierta a cargo las Radialistas Feministas, un espacio que reúne a comunicadoras de radios comerciales, comunitarias, y públicas, que promueven una agenda y un tratamiento de los contenidos desde la perspectiva feminista. También firmaron su carta a favor del derecho al aborto legal seguro y gratuito.

La grilla de actividades incluyó además, la lectura de documentos de otros espacios: trabajadoras de la salud mental, docentes del frente por la educación sexual integral, red de psicólogas feministas, entre otras. Hubo música en vivo e ilustraciones de la dibujante Rocío Ferrer.

“Estamos acá poniendo el cuerpo, poniendo nuestras voces, agarrando los micrófonos, y pronunciándonos por la legalización y despenalización del aborto, que queremos que sea legal”, expresó Laura Mangialavori, del programa Nos quemaron por Brujas, que se emite en Radio Presente.

Celeste Farbman, también integrante de ese programa, destacó que no es solo la actividad de una radio o un programa sino que “se generó un espacio amplio y transversal a radialistas de capital y Gran Buenos Aires, que venimos agitando el derecho al aborto legal, seguro y gratuito”.

Martina Dominella, de Radio Futura de La Plata, integrante de FARCO, manifestó que “todos los días nos pronunciamos en nuestras radios por el aborto legal, seguro y gratuito. Hoy estamos frente al Congreso, el lugar donde queremos que se debata y que se apruebe este proyecto”.

Radio Gráfica, FM Tinkunaco, Radio Estación Sur y Radio Futura participaron de esta jornada y leyeron ante las mujeres convocadas en el Congreso, el pronunciamiento de FARCO en favor de la despenalización y legalización del aborto. “Quienes hacemos comunicación popular, desde nuestras radios, y con firme compromiso por las causas que motoriza nuestro pueblo organizado, afirmamos nuestra voluntad en favor de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, para evitar circuitos clandestinos, para igualar derechos y por una sexualidad plena”, señala el texto.

Escuchar audios en agencia.farco.org.ar/noticias/radialistas-feministas-protagonistas-de-un-nuevo-martes-verde-frente-al-congreso/ COMCOSUR MUJER Nº 556 – 21.05.2018
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2) COLOMBIA: EN COLOMBIA, LA BELLEZA Y LA VIOLENCIA SON IGUALMENTE DEMOCRÁTICAS

‘Matar a Jesús’, la cinta de la directora colombiana que trata sobre la violencia en su país, fue una de las grandes vencedoras en la última edición del Festival de Guadalajara

Tiene un tatuaje que le atraviesa el cuello como si fuera una raja. El tatuaje dice “latina”. Y es cierto, si por ello se entiende fuerza y coraje unido a no tener miedo a sentir. Laura Mora (Medellín, 1981) lleva también otro tatuaje: el asesinato de su padre, un señor normal, un profesor de universidad al que un sicario disparó hace casi 20 años.

Ese disparo –como el de tantos otros sobre personajes anónimos de su país, Colombia- le ha servido para dirigir y escribir la película Matar a Jesús. La cinta, con una larga lista de premios a sus espaldas, es el testimonio salvaje de una chica de 22 años, ella, que busca al asesino de su padre. Mora está en Madrid para presentar su trabajo, que se estrena el próximo 13 de abril en España. Allí participará también en la primera edición del festival Cine por mujeres. Su largometraje fue uno de las grandes vencedoras del Festival de Cine de Guadalajara que se celebró en marzo en la ciudad mexicana. En el certamen se llevó el premio a mejor película de ficción y el de mejor actor por el papel de Giovanni Rodríguez.

Pregunta. ¿Cómo se puede filmar con honestidad un drama como el que cuentas?

Respuesta. No lo sé. Con años, diría. Me interesaba poder sobrepasar la trágica anécdota y ser capaz de contar una historia que tuviese más impacto. Se trataba de poder separarme de dolor. Y eso se logra con los años.

Me gusta que menciones la honestidad; es lo que buscaba. Y es así gracias a la educación que recibí. Y sí, el guión está más pegado a lo que pueda ser una catarsis, pero la película es una carta de amor a mi papá y a una educación que dice que no se debe excluir a nadie y que está en contra de dividirnos en “buenos” y “malos”. Me refiero a una educación de una humanidad tan excesiva que te permite contar esta historia.

P. Hablas de resistencia.

La exclusión es la violencia que opera a diario

R. Eso es. La película trata de resistirse a ser violento. Eso es de Sábato, cuando dice que la resistencia es el único lugar donde habita la esperanza siento que todas las familias que nos hemos resistido a la venganza, a pesar de no tener ninguna verdad o reparación, somos la resistencia. Resulta muy complejo, cuando la violencia es tan cotidiana. Porque cuando uno sufre una pérdida de este tipo, es normal que surja la venganza; es una pasión humana que de repente se despierta de una forma totalmente natural. El problema es cómo la contenemos. Además, aquí es más complicado desactivarla porque lo que en otros países va acompañado de una sociedad que compadece y de un sistema penal que acompaña, en Colombia hay una sociedad indolente, impunidad y un sistema corrupto.

P. Dices que te gusta hacer preguntas…

R. Me interesa más generar preguntas que construir mensajes, moralejas o imponer mi visión del mundo. Prefiero construir reflexiones. Por eso me sigue inquietando la violencia de una forma muy profunda, porque no tengo las respuestas.

Me impresiona la exclusión, que es la que la violencia que opera a diario. Y en la película cuento la exclusión del sicario, pero también la de ella, que también ha sido excluida de un sistema penal. Y sí, la protagonista crece con un tipo de privilegios, pero a ella la sociedad y la justicia la excluyen, como a él, que está fuera del sistema desde que nace. Me preocupa cómo hemos perdido la capacidad de compasión, de mirar al otro.

P. En Matar a Jesús la víctima y el verdugo llegan a bailar juntos. ¿Eso es posible?

R. Aplaudo el proceso de paz con todas mis fuerzas y me quito el sombrero ante esas víctimas que fueron a La Habana, se enfrentaron a los victimarios y se abrazaron. Pero creo que el tema del perdón debe ser algo muy íntimo. Imponérselo a toda una sociedad no debe ser la forma. Debes permitir a una víctima decir: “Yo no perdono”. Yo no lo hago, pero no perpetúo. Me siento incapaz de perdonar a quienes ordenaron asesinar a mi papá, pero lo que sí sé es que yo no voy a perpetuar la violencia.

¿Por qué puedo escribir de otra forma sobre el sicario? Porque él es también una víctima de ese aparato criminal que se vale de su exclusión, de una pobreza que le convierte en un soldado de ellos que pone la cara.

El baile entre los dos protagonistas tiene que ver con esos odios heredados. Si este mundo salvaje alrededor de ellos no existiera, quizás hubieran podido ser amigos, amantes, hermanos. Es la sociedad la que los ha enemistado antes de nacer. Antes de que él cometa el crimen.

P. ¿Colombia está acostumbrada a la muerte?

R. Sí, estamos anestesiados, acostumbrados. En Colombia nos duelen los grandes líderes, los hombres, no. Mi papá era un abogado, un hombre, un padre, un profesor… y esos hombres no parecen importarnos. Por eso era importante decir en la película “se nos marchó un hombre”. Deberían dolernos todos. Los muertos nos tienen que seguir doliendo.

El perdón debe ser algo muy íntimo

P. La indiferencia mata, dicen las víctimas colombianas.

R. Sin duda. ¿Qué me iba a imaginar yo cuando escribía la película, que todo esto iba a coincidir con el proceso de paz? Imposible imaginármelo. Pero fíjate, casualidades, empezamos la preproducción de la película el domingo que ganó el “no” en el referéndum. Y mientras trabajábamos, se oía pólvora y la gente pitaba y celebraba como si hubiesen ganado un partido de fútbol. Eso es ser bárbaros. Ese día la película cobró más sentido que nunca, un sentido político. El proceso de paz tiene todos los problemas del mundo, pero si con eso estamos salvándonos 500 vidas al año, vale la pena.

Seguimos enfrascados en el discurso del odio. Es como si los colombianos estuviésemos asustados de desprendernos de la violencia. Porque en Colombia la belleza y la violencia son igualmente democráticas: la tenemos todos. Es así de trágico. Por eso el cine es importante, porque puede ayudarnos a desprendernos del relato de la violencia, desactivarla y ver la monstruosidad que hay en ella. Tenemos tanto miedo porque tenemos que reinventarnos para construir un nuevo relato social.

P. ¿Es la educación la clave, como lo fue en tu caso?

R. Yo creo que la educación es un eje fundamental, pero el Estado debe empezar a ocupar unos lugares que ha dejado desprotegidos en un sistema absolutamente desigual. La educación funciona cuando te va a servir para algo. Porque si dices, sí, voy a la escuela, pero llego a casa y no hay qué comer, mi mamá no tiene trabajo, no hay salud, no hay pensión, no hay agua… ¿Entonces? Hay que repensar radicalmente el sistema de igualdad.

P. Qué ha sido de los dos actores protagonistas, actores naturales, por cierto.

R. Natasha no tiene ningún interés en volver a actuar. Es artista plástica, estudia en la Universidad, trabaja con un colectivo y es una chica con una postura política y artística impresionante. ¡22 años y tanta coherencia! Es maravillosa. Él tiene una vida más compleja. Giovanni es la tragedia de Colombia en un cuerpo de 24 años. Le mataron a su papá cuando su mamá estaba en embarazo, su mamá lo abandonó, creció a la merced de la calle, a los 11 fue reclutado por grupos ilegales en la ciudad. ¿Qué más querés? Pero es un chico de una inteligencia brillante, ya no como actor, sino en la vida. Lo que hablábamos de la educación: Ella es hija de profesores, le han inculcado la libertad, el respeto. Y él… ¿ves? No cerramos esas brechas con educación, hace falta igualdad.

El país / COMCOSUR MUJER Nº 556 – 21.05.2018
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3) URUGUAY: SER PARTE

Bianca Acacha tiene 28 años. Hace diez que se fue de Perú. En Lima quería estudiar, pero tuvo que empezar a trabajar cuando sólo tenía 14 años. En su casa era necesaria la plata, y no había forma de encontrar un trabajo que le permitiera hacer las dos cosas.

Primi Atahua, la mamá de Bianca, estaba cansada de la pobreza, de sus problemas en Perú y de tener a su hija lejos. Allá por 2009 en su barrio se rumoreaba que en Uruguay se pagaba bien el trabajo doméstico, y emprendió viaje a nuestro país junto con una vecina.

Desde el 21 de febrero de 2009 vive en Montevideo. De lunes a sábado lo hace donde trabaja. Es empleada “con cama adentro”. El domingo está en su casa, con la hija.

Bianca también es trabajadora doméstica. Finalmente pudo cumplir su meta de estudiar y trabajar. Es estudiante de Anatomía Patológica de la Escuela Uruguaya de Tecnología Médica de la Universidad de la República.

El domingo es para ellas, pasan juntas el día. Duermen en una habitación muy cuidada, de paredes azules, que comparten con otra compatriota. Es una casa grande, luminosa y antigua. Cada habitación es el hogar de un núcleo familiar de inmigrantes. Mes a mes, todos mandan plata para sus respectivas familias.

“Trabajé cinco años en Carrasco, con una pareja de señores mayores. Trabajé muy fuerte… porque yo no sabía las costumbres de acá, y a mí me tocaba hacer todo. Tenían 12 nietos; venían de visita y yo los cuidaba. Me traían la ropa de todos para lavar, me decían ‘¿te animas a hacer?’. Y todo era así, todo era ‘¿te animas a…?’, y yo ‘sí, señora’. Terminé limpiando el auto, la piscina, lavando la ropa de toda la familia, encargándome de la cocina. A veces, cuando salía, mis compañeras me decían: ‘eres una bobeta’. Pasé muchas cosas, hubo muchos momentos en los que pasé mal. No podía comer su comida. A mí me daban comida vencida y yo no me salía. Quería mucho a esos niños, fue difícil salirme. Yo pensaba que en otro sitio me iban a tratar igual o peor, no sabía si todas las casas de Uruguay eran así. Luego de cinco años ahí me fui. Ahora tengo otro trabajo; no es fácil, pero me tratan bien y yo ahora me pongo firme”, cuenta Primi.

Bianca también empezó trabajando cama adentro. Los niños que cuidaba ya son adolescentes y sólo pasa una noche por semana en la casa donde trabaja.

“Siempre te dicen que hay que poner límites, pero no es fácil. Por ejemplo, la nena más chica de la familia, que cuando entré tenía seis y ahora tiene 12 años, es la más apegada a mí. Cada vez que me voy me dice ‘¿y por qué ya te vas?’, ‘¿con quién vas a ir?’. Antes trabajaba en un servicio de acompañantes para personas enfermas, y también era muy difícil. Es una línea de gelatina entre el trabajo y el cariño”, asevera.

Bianca cuenta que el tipo de trabajo que hacen las trabajadoras domésticas con cama adentro no les permite socializar mucho. “Hay gente que es lo único que hace y que su trabajo es lo único que tiene. Hay señoras que trabajaron 20 años y lo único que hacían era salir de su trabajo, ir a la placita, esperar a que atardezca y regresar a su trabajo el domingo de nochecita para trabajar toda la semana. Entonces eso no te permite socializar mucho o apoyarte en algo, porque no sabes si existe algo más allá de eso, algo que te vaya a apoyar, algo diferente. Muchas no conocen sus derechos, entonces hay gente que sufre. Yo siempre lo comparo con aguantar el aire debajo del agua. Si vos le preguntas a mucha gente (que en su mayoría son mujeres), siempre te dicen lo mismo: ‘estos cinco años son para pagar la carrera de mi hijo, mi hijo termina y vuelvo a Perú’, o ‘esto es sólo para construir mi casa’. Yo les digo que ‘entonces eso es como aguantar bajo el agua, porque no te das tiempo’. La idea es salir, disfrutar un poco, integrarse”.

Bianca y Primi forman parte del colectivo Mujeres Sin Fronteras, ganadoras del fondo Fortalecidas para el Empoderamiento de las Mujeres. Su objetivo, según Bianca, es visibilizar a la mujer migrante a través de la construcción de ciudadanía para ser parte de y no un agregado de.

La Diaria / COMCOSUR MUJER Nº 556 – 21.05.2018
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4) URUGUAY: MUJERES MIGRANTES

El colectivo Mujeres sin fronteras nuclea a unas 30 féminas que nacieron en diferentes países de Latinoamérica pero que hoy son todas montevideanas. Paula Barrera y Bianca Cacha contaron acerca del colectivo y de lo que traen entre manos: “Montevideo Fusión”.

En sus orígenes, el colectivo se formó para combatir el aislamiento y generar redes. “La semilla de todo esto fue la situación de aislamiento de mujeres trabajadoras domésticas. Ahí se vio una realidad de lo que supone la migración, lo que supone la maternidad a distancia y las necesidades específicas que tiene una mujer migrante”, contó Paula.

Mujeres de Cuba, Venezuela, República Dominicana, Perú, México, Bolivia y Colombia se reúnen actualmente en el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos; anteriormente lo hacían en Casa Mario. También formaron parte del colectivo algunas uruguayas del interior del país que, según contó Bianca, se sentían “sapo de otro pozo” en Montevideo.

Realizan encuentros mensuales de promoción de derechos humanos, vivienda, salud y educación, comparten información sobre servicios y dispositivos en Uruguay, informan sobre derecho a la información y socializan aquella relevante para el grupo. Migrar es un derecho y todas tienen que saberlo. Mujeres sin fronteras es un espacio para visibilizar a las migrantes como sujetos políticos, y también funciona como lugar de asesoramiento y construcción de lazos; es un espacio abierto a todas las mujeres.

Muchas mujeres llegan a trabajar para enviar dinero a su familia, “vienen y es como estar abajo del agua, porque aguantan y aguantan, hemos conocido compañeras que han estado 20 años acá, trabajando de lunes a domingo y solo salían el domingo a la placita a que pase la tarde para regresar a su trabajo; 20 años de eso”.

El intercambio es fundamental para eliminar barreras, por eso Mujeres sin fronteras realiza “Montevideo Fusión”. La idea es “revalorizar la gastronomía y lo culinario desde un sentido político de apropiación, no solamente el chef tiene el conocimiento, hay un montón de saberes”, resaltó Paula.

La cita es el sábado 19 de mayo en Casa Tatú (Maldonado 880) a las 19.00 hs. Habrá degustación gastronómica, música en vivo con La Imbailable Orquesta y Dj Sonido Superchango. Este evento se puede realizar gracias a la solidaridad de los artistas y de quienes gestionan el espacio; el bono colaboración es de 500 pesos. El dinero recaudado es para ayudar a sus compañeras recién llegadas a Montevideo con necesidades urgentes.

Radio Pedal/ / COMCOSUR MUJER Nº 556 – 21.05.2018
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” Luis Pérez Aguirre
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