1) Uruguay: Organizaciones sociales por el referéndum contra toda la LUC
2) Uruguay: Salarios y precios /José Antonio Rocca
3) Uruguay: crisis ambiental hoy. Nuestra sustentabilidad en cuestión /Luis E. Sabini Fernández
4) España y la pandemia: ¿En qué mundo viven? /Carlos Iaquinandi Castro
5) Europa nuevamente confinada: La segunda ola ya parece un tsunami /Sergio Ferrari
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“Siempre he partido de una idea elemental: la de que la verdad no necesita ser justificada por la adecuación a un objetivo superior. La verdad es la verdad y nada más. Debe ser servida, no servir.”
Eugenia Ginzburg / “El vértigo”.
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COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2273 / miércoles 04.11.2020
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1) URUGUAY: ORGANIZACIONES SOCIALES POR EL REFERÉNDUM CONTRA TODA LA LUC
26 de octubre de 2020
De acuerdo a la discusión del camino a seguir para iniciar el referéndum en contra de la ley de urgente consideración (LUC), las organizaciones abajo firmantes decidimos apoyar la iniciativa que llevan adelante algunas organizaciones sociales y sindicales, de iniciar una recolección de firmas para promover un referéndum contra toda la LUC, y no sobre parte de la misma.
El mecanismo de Ley de Urgente Consideración utilizado, lejos de promover una discusión democrática y profunda, abarcó 476 artículos -sobre temas muy diversos- que debieron tratarse en menos de 90 días. El parlamento recibió a organizaciones sociales, como un mero trámite, en el que éstas tenían 20 minutos para exponer, generalmente sin ningún intercambio con los legisladores, quienes ignoraron sus propuestas casi por completo.
Entendemos que ir por el camino del referéndum de algunos artículos de la LUC tiene que ver más con lo partidario que con el interés de las organizaciones sociales; es una ley anti pueblo, consolida políticas de gobiernos anteriores como la criminalización de la protesta y la represión policial indiscriminada, políticas que repudiamos ayer, hoy y siempre.
No es viable como estrategia una recolección de firmas en la que haya que explicar cada parte del articulado a derogar, por lo que reafirmamos que nos sumamos al referéndum de toda la LUC y no de algunas partes de la misma; si hay algún artículo que es beneficioso para la sociedad, que se presente un proyecto de ley que sea tramitado en forma normal, donde se pueda debatir, intercambiar ideas y escuchar efectivamente a las organizaciones sociales. El resultado, sin lugar a dudas, será el de tener mejores leyes y con mayor discusión social.
Organizaciones firmantes:
– Colectivo Ovejas Flores
– Comisión de vecinas/os en defensa de la Laguna del Cisne y Solis Chico
– Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida
– Coordinación de Colectivos Sociales en Defensa de los Derechos Humanos de Santa Lucía
– Asamblea por el Agua del Río Santa Lucía
– Celebro la Diversidad
– Colectivo Abrojal
– Colectivo de Músicos Sonamos Todos
– Colectivo Espika
– Colectivo Todo por lxs Niñxs
– Colectivo Ubuntu
– Con la Sangre en el Ojo
– Timbó Feminista
– Vecinos en Red
– Coordinadora por la diversidad en Soriano
– La izquierda diario
– Red LGBTIQ+ San José de Mayo
Fuentes: Colectivo Espika /Espika FM /Santa Lucía
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2) URUGUAY: SALARIOS Y PRECIOS
José Antonio Rocca /Primera quincena noviembre de 2020
Los datos de INE, registran aumento del índice de precios al consumo de 8.68%, para los primeros nueve meses del año. Según datos del ente los incrementos promedio de salarios nominales en el mismo lapso fueron de 7.5%.
El descenso de la capacidad de compra de los salarios es inocultable hasta para los registros oficiales, aunque sus cifras expongan rangos menores a lo que sufren las billeteras de los trabajadores.
Las perspectivas son aún más graves. El presupuesto enviado por el gobierno estima aumentos promedios del IPC de 9.5% para los doce meses del 2020. Los “ajustes” prometidos para enero del 2021, rondarían el 3%, mientras que las proyecciones oficiales estiman incrementos de precios del 6.9%. Aún para quienes compartan el optimismo de la conducción económica respecto a la futura evolución de precios queda muy claro que los costos de la crisis recaerán esencialmente sobre salarios privados y públicos.
La magnitud de la transferencia de valor desde los bolsillos de los trabajadores a grandes capitales del exterior y algunos privilegiados locales, será sin dudas importante, aunque su cálculo exacto es tan difícil como el de la inflación futura. El relato de la conducción económica promete supuestas recuperaciones de salario hacía el 2024, apoyadas en la confianza respecto a una trayectoria descendente del IPC carente de fundamentación medianamente sólida (1).
En la evolución de precios a mediano plazo, incluyendo las divisas (2), inciden un cúmulo de factores cuya trayectoria exacta es prácticamente impredecible. Relaciones de poder entre clases sociales y sectores del capital, estrategias empresariales, evolución de la producción por sectores, estructura de mercados, contexto internacional y regional, políticas económicas.
Pretender reducir todos estos elementos a factores estrictamente monetarios, aislados, de las estructuras económicas, o responsabilizar de los aumentos de precios a los niveles de salario revela simplemente la pobreza conceptual de la ideología neoliberal.
La pretensión del gobierno de que la contención de salarios nominales, reducción del gasto público y “efectos mágicos” de la “libertad de mercados” dinamizará la producción, el empleo, tranquilizará acreedores de deuda pública, disminuirá drásticamente el déficit fiscal, la inflación futura, estabilizará mercados, es una promesa o ilusión que se ha repetido en la historia del país y la región con resultados nefastos, especialmente para los pueblos.
De prolongarse la recesión como es previsible en los actuales escenarios locales e internacionales, los recortes salariales anunciados serán insuficientes para satisfacer la voracidad capitalista. Las diferentes fracciones del gran capital, acentuarán estrategias procurando incrementar su rentabilidad utilizando los instrumentos a su alcance. Especulación sobre moneda extranjera, retención de mercancías para incrementar precios y sobre el sector público para obtener más prebendas.
Los sectores financieros continuarán cobrando tasas de interés siderales, el gran comercio oligopólico remarcará precios, los complejos exportadores presionarán sobre el tipo de cambio, los acreedores de deuda pública exigirán más intereses para compensar mayor riesgo. Factores que incidirán para dificultar la disminución de la inflación o quizás incluso tiendan a elevarla.
Reiterar los mismos caminos no parece compatible con prometer destinos diferentes.
Gotitas de economía
Continúan tareas para la construcción de vías férreas para el tren de UPM. Los errores de cálculo en el proyecto respecto a cantidad de expropiaciones, desagües, conexiones, tipos de tierra, riesgo de inundaciones, son de una magnitud tan elevada que parecen una mala broma. ¿Y quién paga? Adivina adivinador.
Los frutos del contrato vergonzoso entre ROU y UPM, firmado por el gobierno “progresista” y reafirmado por la conducción multicolor -que desaprovecho todas las posibilidades de renegociarlo o anularlo merced a que la redacción lo permitía en condiciones de pandemia- son cada vez más visibles.
El estado oriental financia, las obras para el tren, viaducto, obras viales, reformas portuarias, para que UMP disminuya costos de sus negocios y se extiendan monocultivos de eucaliptus que dañan aire, tierra, agua, paisajes y expulsa más trabajadores rurales que los que contrata.
Las exportaciones de Argentina en los primeros 9 meses del 2020 llegaron a 41490 millones de dólares y las importaciones a 30.378 con un superávit comercial de 11562.
Cifras de CEPAL indican que el 1% de los hogares chilenos acaparan más del 25% de la riqueza, mientras que el 50% de las familias de menores ingresos poseen el 2.1%.
Datos de Eurostat indican que la tasa de desempleo en la eurozona se situó en 8.1% en agosto. Las tasas mayores corresponden a Grecia con 18.3% y España 16.2%
Notas:
(1) La base es el supuesto de descenso del déficit fiscal que tampoco aparece como muy fundamentado, más allá del dogmatismo que significa hacer depender el IPC prácticamente de una sola variable.
(2) En particular sobre la oferta y demanda de dólares, y por ende sobre su cotización se conjugan con especial fuerza factores regionales, comerciales, comportamientos especulativos. El precio de las divisas por su parte incide fuertemente sobre otros precios
José Antonio Rocca / La economía de a pie
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3) URUGUAY: CRISIS AMBIENTAL HOY. NUESTRA SUSTENTABILIDAD EN CUESTIÓN
Luis E. Sabini Fernández
revistafuturos.noblogs.org/
Jamás ingresó tanto en nuestro territorio la agroindustria como hoy. Jamás tampoco se ha extranjerizado tanto nuestro suelo. Ni se ha cedido tanto espacio a las grandes corporaciones (excepción, con una corporación minera, pero su retirada no fue por mérito propio sino por pérdida de interés ante la baja cotización internacional).
Aunque se autodenomine “agricultura inteligente”, este tipo de producción está contaminando a diestra y siniestra los campos, el aire y las corrientes de agua: no sólo se despuebla el campo por la bajísima necesidad de mano de obra de esta modalidad; también se lo “despuebla” de otros seres vivos; afectando toda la biodiversidad; cada vez hay menos fauna y flora silvestre; nuestros arroyos ya casi no tienen peces.
Jamás habíamos registrado tamaños índices de contaminación. Y nuestros estudios al respecto son increíblemente débiles, embrionarios.
No es de extrañar que con semejante estado de situación, la ecología despierte resonancias refrescantes, posibilidad de transformaciones.
Pero no nos engañemos; lo que sigue a la ofensiva es la agroindustria y toda su red empresaria con el auspicio de quienes orientan e impulsan la agroindustria desde sus centros dinamizadores principales, como el Ministerio de Agricultura de EE.UU. (USDA), la Dirección Federal de Alimentos y Medicamentos de ese mismo origen (FDA, por su sigla en inglés) y la red internacional que acompaña (organizaciones de la ONU como la OMS; PNUD, FAO, el PMA).
Un intento de elaborar trigo y arroz transgénicos, en el 2000, fue recibido con tan fuerte rechazo generalizado, internacional, de redes rurales como la Vía Campesina, que se logró en ese momento arrinconar tales proyectos.
La trama agroindustrial optó, entonces, por quedarse con soja y maíz, que habían logrado en la última década del siglo XX. Desde entonces, “la colonización transgénica” tomó diversas sendas; frutos, verduras, cereales menores, pero evitó enfrentar la de los dos cereales mayores del planeta.
Pero parece que los estrategos del alegre envenenamiento planetario han decidido un nuevo empuje. Esa ofensiva se manifiesta, y sincronizadamente; para tener en cuenta en nuestras latitudes platenses. En setiembre el ministerio del área aprueba en Uruguay nuevas variedades de alimentos transgénicos y entre ellos −algo muy llamativo− ¡trigo transgénico!. Y en octubre, son las autoridades ministeriales argentinas las que aprueban nuevos “eventos transgénicos”: otra vez, trigo incluido. ¿En 20 años nada, en 2 meses, tanto?
Las respectivas reacciones nos permitieron una vez más ver la tonicidad ambiental de Uruguay y Argentina. En Uruguay, hubo apenas reacción. En Argentina, unos mil investigadores, biólogos, agrónomos, técnicos, médicos, suscribieron una fuerte repulsa. Es cierto que el daño que han generado los cultivos transgénicos en Argentina ha sido mayúsculo. Pero en rigor, no sabemos si, proporcionalmente, no tenemos aquí algo por el estilo. Porque, entre nos, se registran daños ambientales todavía menos que en Argentina.
¿Cómo enfrentar esta ofensiva y en general el modelo agroindustrial instaurado?
El reciente informe de RAPAL (1) nos revela que Uruguay “autoriza” plaguicidas de los considera-dos de mayor riesgo. El relevamiento, por ejemplo, nos muestra que los cultivos de invernaderos son los que están más recargados de tales ingredientes (con lo cual aumenta la importancia de consumir lo estacional; es decir, lo producido a cielo abierto, algo menos envenenado).
La intensificación en el uso de venenos es preocupante: en 1990, el país registraba el ingreso de 1762 ton. de plaguicidas y para 2014 ese consumo había pasado a 25.845 ton. Multiplicado por 15, hace 6 años… Como si el dato no bastara por sí mismo, se puede aclarar que la producción no se multiplicó de modo similar. Y eso, tomando en cuenta apenas lo cuantitativo, porque cualitativamente el balance es mucho peor; con la agroindustria empeora la calidad alimentaria.
El “destino” de los desechos de agrotóxicos (siempre en aumento) en nuestro país es más que preocupante. El uso de agrotóxicos registra ese aumento señalado ligado a un fenómeno característico: sustancias que luego de años de uso en los países “centrales” y “principales” del mundo, cuando allí se comprueba su toxicidad, se prohíben (en Francia, en EE.UU., en Dinamarca, por ejemplo), y así se siguen usando, intensivamente incluso, en la periferia planetaria; América del Sur, o África. En esos destinos, sí, se puede seguir “aprovechando” tales venenos. Sólo para consumo interno, eso sí, porque lo producido con dichos venenos tendrán la entrada prohibida al “Primer Mundo” (donde ya fueran prohibidos).
En rubros importantes, como el trigo, el informe de RAPAL nos muestra otro rasgo peculiar; un acentuado proceso de concentración de la producción: cada vez menos unidades productivas (y todavía menos productores) concretan la mayor parte de la producción.
Se observa una proporción directa entre uso de agrotóxicos y escala: cuanto más grande el campo, mayor cantidad de agrotóxicos.
¿Por qué el empresariado rural apuesta a venenos?
Porque elimina mano de obra. Aumenta la productividad. Pero ¿qué productividad? La empresaria, no la ambiental: estamos arruinando el planeta, no solo el paraje que cultivamos, o la región en qué vivimos.
Por eso las soluciones a gran escala, aunque se pretendan no agresivas con el ambiente, terminan lesionándolo.
La situación ambiental es tan pero tan seria que no admite la menor concesión: eliminar venenos y emplear mano de obra humana, control biológico de plagas, medidas que no debiliten ni contaminen más de lo que ya ha hecho el gran capital, impulsando las soluciones de “alta tecnología”; cuanto más avanzadas, mejor recibidas por los grandes consorcios transnacionales.
¿Qué es más sabio? ¿Seguir arruinando el ambiente, exterminando flora y fauna naturales, avanzar con el abejicidio, contaminando los mares?, obligarnos a “todos” a ser góndolodependientes? o ¿empezar a entender la razón de la aparente sinrazón de aquellos campesinos indios de medio siglo atrás, que rechazaban los venenos procurando mantener la vida de la minifauna (sobre todo insectos) que parasitaba lo cosechado por ellos mismos, o acaso la de los ludditas, resistiendo un ritmo industrial que los arrancaba de la sociedad?
La agroecología de los tecnooptimistas procura una alianza entre lo ecológico y la producción capitalista: ¿es eso posible?, ¿se puede hacer rentable una producción sin venenos y ambientalmente aceptable para el gran capital? ¿O habrá que empezar a entender que hay que tratar la tierra sin querer hacer negocio con ella?… un cambio copernicano.
No parece que podamos hacer la necesaria revolución de valores y hábitos si nos mantenemos adheridos a las formas de producción identificadas con el modelo contaminante y a gran escala.
La agroecología redescubre una vieja crítica de los ecologistas contra la agroindustria que sintetizara brillantemente Vandana Shiva hace ya décadas:
Que el rendimiento por ha. de producción orgánica es mayor que el agroindustrial
A la luz de la cada vez más imparable contaminación y degradación de suelos y alimentos que ha llevado adelante la agroindustria, más técnicos y productores reempiezan a descubrir las virtudes de lo tradicional; el policultivo contra el monocultivo, la importancia de los factores bióticos.
Es el momento que estamos viviendo desde hace un tiempo: agroecología. La ecología no es una palabra gastada; al contrario, mantiene cierto renombre. Aunque a menudo se la jibarice, asimilándola a arreglos florales, paisajísticos o tareas de reciclado.
Los aditivos alimentarios; las sopas “mágicas” con ingredientes químicos –el sueño de Knorr-Suiza de 1953, p. ej.− está encontrando creciente dificultad; lo que a mediados del s. XX deslumbraba a tantas amas de casa y a técnicos alimentarios, está quedando sin tanta buena prensa en esta hora de comida sana, artesanal, y de toma de conciencia ante las causas de los cánceres, para no abundar en la creciente desconfianza hacia los ingredientes químicos en los alimentos.
Cuando se inventan los alimentos transgénicos, su primera denominación fue ingeniería genética; pero rápidamente los técnicos de imagen rebautizaron esa técnica como biotecnología. El prefijo “bio”, con su connotación, de vida, vital, le otorga una resonancia mucho más apta que lo ingenieril… (Estamos hablando de comidas, no de puentes…).
Es una señal de cambios culturales a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado.
Como con lo “bio”, hoy se nos presenta la agro-ecología como lo necesario, lo imprescindible, pero extrañamente es presentada por los mismos personeros de la agroindustria… reconvertida.
Hasta hace algunos pocos años, los referentes agroindustriales nos habían estado “persuadiendo” de las bondades y seguridades de sus avances tecnológicos; granos científicamente acondicionados, vigorizados con nutrientes y minerales, y protegidos por plaguicidas de toda índole; persiguiendo un mundo “sin microbios”…
A la vista del deterioro sanitario, cada vez más patente y extendido −las aguas están cada vez más contaminadas (en buena parte por los plaguicidas y fertilizantes); la presencia de desechos plásticos es cada vez más inocultable; el sol, cada vez con “menos filtros”, afecta a los seres vivos como no era imaginable apenas décadas atrás−; lo producido por la humanidad para su alimentación empieza a recibir otra mirada: la agricultura orgánica, que había recogido el guante, ha generando una opción, a menudo, sencillamente conservando los usos tradicionales de producción, ampliados por nuevos conocimientos, para poder comer sin venenos.
Y junto con esa tendencia a reencontrarse con alimentos “sanos” es cada vez más insoslayable encarar la metástasis planetaria que ha desencadenado una tecnologización desaprensiva, arrrasadora sólo atenta a los valores de la comodidad y el dinero. Por ejemplo, la presencia de los desechos, de “la basura” nuestra de cada día. En ese aspecto, la agroindustria también “coopera” generando basura; basta ver los envases plásticos esparcidos en el campo por doquier (siempre, además, con residuos tóxicos). Pero es mucho más que eso: en el asunto plásticos es nuestro estilo de vida el gran “productor” de los plásticos diseminados (y de las islas oceánicas de plástico…)
Promotores de la agroecología
Al estar la agroecología instrumentada y blandida por la burocracia internacional de la ONU, merece recelos. Porque falta el necesario ajuste de cuentas con la contaminación planetaria que la agroindustria ha tendido como un manto tóxico sobre los campos.
Dice la FAO: “que los modelos agrícolas basados en elevados insumos y un uso intensivo de recursos han alcanzado su límite.” (2) Esta forma sibilina de invocar el desastre planetario que ha provocado la agroindustria tiene muy sencilla explicación: la ONU, en general toda la burocracia onusiana, ha sido cómplice de ese desarrollo, recubierto bajo el manto de la modernización y la sacralización tecnológica, dirigido desde laboratorios transnacionales y un plan geopolítico desde usinas de poder estadounidense.
Véase p. ej. lo que confiesa El Mercurio, protagonista mediático chileno:” “La baja diversidad de plantas cultivadas en monocultivos ha puesto a la producción mundial de alimentos en un gran peligro […]”.(3) Lo que hasta hace pocos años era verdad revelada por los tecnooptimistas de Argentina, Chile o Uruguay, resulta ahora un peligro… el “paquete tecnológico” que prometía el oro y el moro, la eliminación del hambre en el mundo, el bienestar de la población mundial, ha traído contaminación, obesidad (cambiando causas de muerte de pobres, pero no eliminando la pobreza).
¡Y El Mercurio no critica falta de producción (económica) sino de diversidad (biológica)!
El “maravilloso paquete tecnológico” que consistía, consiste, en semillas acondicionadas, agrotóxicos y supresión cuasirradical de mano de obra… no trajo lo prometido sino el dominio del campo por grandes consorcios agrolaboratoriles y la extensión inabarcable de contaminación…
¿Cómo podríamos confiar en esta nueva “voz de aura” que envía la ONU? ¿Cómo creer que ahora sí trabajará con y para la gente y no con los inversores de siempre? (que procuran aggiornarse sin perder sus privilegios, que comparten con la burocracia onusiana)?
La buena nueva agroecológica podrá tal vez convencer a quienes no hayan vivido a ofensiva recia, calculada, de la agroindustria produciendo un campesinicidio a escala universal de un alcance sin precedentes. Pero quienes conocieron esa ofensiva del gran capital transnacionalizado y de “alta tecnología” “tienen su dificultad” ante este nuevo optimismo.
Volver a recuperar la biodiversidad biológica, achicando la escala de cultivos y cuidados, reaprender a producir sin venenos… no va a ser fácil. Pero tarde o temprano habrá que romper con la red institucional que nos ha traído a este sombrío panorama: no alcanza que ahora esa red, tanto pública como privada, se proclame, palabras, parole, a favor de la vida…
¿La agroecología es un nuevo momento, que abre el horizonte de la evolución económica y alimentaria humana?
En rigor, la agroecología es un cierto retorno al uso de la agricultura tradicional que de modo insensible y a pequeños saltos fue abandonando criterios ecológicos espontáneos, tradicionales, ante el desarrollo de una agricultura llamada moderna, crecientemente basada en complementos químicos. Este proceso no fue fruto de conspiración alguna; como suele pasar entre humanos, se fue hilvanando a pequeños pasos, como nuevo conocimiento humano, en este caso, de la naturaleza al servicio de nuestras necesidades. Y así se fue naturalizando.
Baste pensar que la llamada “era del guano”, a mediados del s XIX, aprovechándose de depósitos de excrementos de aves marinas de muchas generaciones (en las islas Galápagos), cuyo uso como abono constituyó una revolución en la productividad agrícola, y resultó el eslabón para llegar a los fertilizantes químicos, industriales (una vez que las deyecciones de las aves, fueron consumidas a un ritmo mayor del que era el generado por las mismas aves).
La agroindustria fue construyendo un modelo de explotación de mayor rendimiento, monoproductor, y por ello más frágil que la producción tradicional, plural. Por eso se hizo más importante, conseguir antídotos ante nuevas fragilidades. Junto con la monoproducción fue siendo desplazado un campesinado extendido por un empresariado rural cada vez más concentrado.
Basado en fertilizantes y, sobre todo en plaguicidas. Venenos. Sin advertir la hipoteca que se estaba implantando sobre ciclos bióticos. De animales, plantas y humanos.
Cuando ese precio es ya impagable, porque pone en entredicho hasta nuestra propia supervivencia, hay una suerte de retorno a la “solución” ecológica, ahora agroecológica.
La agroindustria se ha caracterizado por un ensanche permanente de las unidades productivas; la agricultura ecológica tendrá que cumplir un proceso inverso, de achique permanente; no que el minifundio pase a dividirse, sino que superficies de miles o de millones de hectáreas se vayan redimensionando para restablecer una relación cada vez más directa de los humanos con su producción y consumo, restableciendo cierta relación entre ambas esferas de nuestra vida, de nuestra sociedad.
Parece difícil alcanzar eso.
Pero hay que entender que la Revolución Verde, que trastornó la agricultura del mundo entero, fue un reflejo del american way of life. Una cultura autista, exclusivista, confiada en el sí mismo, carente del diálogo tan caro a otras culturas. La sociedad estadounidense es culturalmente autista (no sólo expansionista, racista y colonialista; señalando sólo los debes).
La Revolución Verde se trató de implantar en el mundo entero; un mundo madeinUSA que pasó por alto la contaminación planetaria, nada menos.
No vemos forma de crear una mixtura aceptable entre la tenencia de la tierra en muy pocas manos y una atención ecológica o agroecológica de esa misma tierra y sus nutrientes, alimentos para plantas, animales y humanos.
Asimismo, habrá que remontar la enorme destrucción de conocimiento humano que ha significado lo que denomináramos el campesinicidio. Todo el conocimiento rural perdido.
En beneficio de laboratorios, supermercados y góndolas.
Hay brotes, ciertamente. La pequeña producción orgánica, ecológica se va extendiendo. Débiles, pequeños, vacilantes, pero con empuje. Como las plantas primaverales. Como la vida misma.
Notas:
(1) Red de Acción en plaguicidas y sus alternativas para América Latina: “Los plaguicidas altamente peligrosos en Uruguay”, junio 2020.
(2) www.fao.org/3/i9049es/i9049es.pdf
(3) Santiago de Chile, 2 ene 2018.
Luis E. Sabini Fernández
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2273 / miércoles 04.11.2020
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4) ESPAÑA Y LA PANDEMIA: ¿EN QUÉ MUNDO VIVEN?
Por Carlos Iaquinandi Castro /SERPAL /31 de octubre de 2020
“Tu verdad no, la verdad. Ven conmigo a buscarla.” Antonio Machado
Es de suponer que cuando tenemos que votar, cada uno y con su mejor criterio, lo hacemos pensando en mejorar la vida y el futuro del país. Pero muchos de quienes han recibido ese encargo de los ciudadanos, parecen vivir en una realidad diferente, donde prevalece lo personal y lo sectario. No advierten la tragedia que atraviesa no solo nuestro país, sino la humanidad. Estamos ante una pandemia provocada por un virus altamente contagioso del cual seguimos desconociendo muchas de sus características y evolución. Y que sus efectos son múltiples, pero que incluyen varias discapacidades motrices, dificultades respiratorias, pérdida del olfato, del gusto, parálisis y lo más grave, suma ya más de 35.000 muertos en este país y un millón en el mundo. El virus no reconoce fronteras territoriales.
La crisis sanitaria más grave en un siglo
Mientras la pandemia se extiende y afecta a toda la población, son muchos los políticos que actúan con parcialidad, objetivos mezquinos, obstaculizando, difamando o mintiendo. Hay políticos que en sus intervenciones públicas no buscan corregir ni aportar, solo destruir al contrario. No se dan cuenta que estamos esperando soluciones, no batallas dialécticas plagadas de descalificaciones e insultos. O lo que es lo mismo, menos exhibirse para recitar frases ensayadas y oportunistas, y más sentarse a dialogar, a proponer, a llegar a acuerdos. Vamos todos en el mismo barco, y si se hunde no será la victoria de nadie, sino la derrota de todos. Estamos ante la crisis sanitaria más grave de la humanidad en un siglo. A partir de esa evidencia hay que actuar colectivamente y con decisión. Al daño evidente de la propagación del virus entre millones de personas, hay que anticiparse a la fatiga emocional de la sociedad. Si no asumimos la dura realidad tal como es, podemos caer en el desaliento y por lo tanto en el riesgo de ser manipulados por minorías reaccionarias que esgriman «libertades» y que nos precipiten a un desastre irreparable. No solo en salud y en vidas, sino también en lo económico, porque ambas cosas van irremediablemente unidas.
Hay otros contagios peligrosos
Los que se dicen demócratas, si lo son realmente, tienen que saber que estas situaciones son las que esperan los totalitarismos marginales. Que recuerden el antiguo refrán de que «a rio revuelto ganancia de pescadores». No hay alcohol ni gel que nos proteja de ese otro contagio peligroso, el del fascismo, que espera estas oportunidades para impulsar la violencia y la destrucción. Ya hubo brotes en Italia o en otros países europeos. Incluso en las últimas horas, también en Barcelona, Burgos, Valencia o Santander. Aprovechan la fragilidad del momento social para sembrar más desconcierto. Estos profetas del odio se dedican a sembrar el caos y la inseguridad, creando el clima para proponerse ellos mismos como solución. A esos los tenemos que confinar los propios ciudadanos por el riesgo que representan.
Hablen menos y hagan más
El resto, gobierno y oposición siéntense el tiempo que sea necesario, escuchen a los que saben de esto, médicos, científicos, investigadores. Acuerden las medidas más apropiadas y háganlo cuanto antes. Ya hemos perdido mucho tiempo, salud y vidas. Atiendan esas postergadas demandas de profesionales y técnicos sanitarios, desde médicos a enfermeras, celadores o administrativos. Han tenido meses para aumentar plantillas, organizar rastreos eficaces que circunscriban los focos de contagio, para unificar criterios de actuación. Hablen menos y hagan más. Los virus no se desplazan por sí mismos. Necesitan un «transporte» humano. Si se acotan los desplazamientos personales, se circunscribe el riesgo. Hay quienes lo explican como un incendio de bosque que requiere cortafuegos. Si las ramas de los árboles que se queman, están en contacto con las de otros árboles, el incendio se extiende indefinidamente. Si se aíslan los focos, se controla.
Dependemos de la sensatez colectiva
Es natural que se piense en las pérdidas económicas, en los «puentes», en paseos, Navidad… Pero lo único cierto que sabemos sobre el coronavirus es que depende de nosotros para propagarse. Y de nuestra sensatez el saber protegernos y proteger a los demás. Hay momentos en que es preferible resignar el presente para garantizar el futuro. Decía Albert Eistein que «el mundo va a ser cada vez más peligroso, no porque haya cada vez más gente mala, sino porque cada vez hay más gente que mira y no hace nada.» Si una parte de la clase que se define como «dirigente» no sabe en que mundo vive, tendremos que ser los ciudadanos los que se lo recordemos. Han sido elegidos para servir, no para servirse. No estamos defendiendo una parcela personal, sino algo más importante y trascendente: el futuro de todos. El de abuelos y padres, el de nuestros hijos y nietos.
La única verdad es la realidad
Intencionadamente no he mencionado anécdotas, o situaciones concretas del show permanente en el Parlamento o en las declaraciones públicas porque no quiero que estas reflexiones también se consideren parciales. Los lectores son suficientemente capaces para discernir por si mismos quienes están haciendo o no esfuerzos verdaderos para sacarnos de esta crisis. Quizás con errores, pero con honestidad y compromiso. El objetivo común es frenar la pandemia.
Eso es lo que les exigimos a todos ellos y esa es nuestra tarea como ciudadanos.
Carlos Iaquinandi Castro /SERPAL /Servicio de Prensa Alternativa
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5) EUROPA NUEVAMENTE CONFINADA: LA SEGUNDA OLA YA PARECE UN TSUNAMI
Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza
No es una simple ola, sino más bien una marea que desde inicios de octubre no deja de crecer. No se trata de un tsunami, sin embargo, anticipa efectos de cataclismo sanitario y social. La segunda oleada del COVID-19 inunda el continente entero. Luego del corto respiro veraniego, la pandemia, de la mano del otoño septentrional, golpea bruscamente. El diagnóstico es incierto…
La curva de contagios en el Viejo Mundo asumió en las tres últimas semanas de octubre tendencias tan inesperadas como brutales. Escaparon a toda previsión y, sin explicación cierta de parte del mundo científico, explotaron a una velocidad descontrolada para convertirse en diagonales en flecha hacia arriba en todos los gráficos. Un desarrollo tan explosivo que en muchas regiones del continente ya no permite seguir el trazado del virus, lo que implica la pérdida de control de la situación sanitaria.
Con situaciones muy complejas en Italia con 22.253 casos el 1ro de noviembre y Francia con 46.290 casos ese mismo día. Alemania, el país menos golpeado de Europa, registró el primer día de noviembre 14.177 Alemania (aunque el 1ero de octubre contaba solo con 2.500 casos).
El 25 de octubre, el Gobierno español decretó la urgencia sanitaria por seis meses con un correspondiente toque de queda nocturno. Italia, en paralelo, endureció la reglamentación, con cierres de bares y restaurantes a las 18 horas.
Pero fue el miércoles 28 el día “frontera”. Un antes y un después simbólico para marcar esta nueva *crisis en la crisis* en el Viejo Mundo. El Gobierno de Francia y el de Alemania, adoptaron medidas parcialmente comparables con las marzo-abril.
Emmanuel Macron anunció un nuevo confinamiento en todo el país, al menos durante todo el mes de noviembre. La diferencia con marzo-abril radica en que ahora no se cerrarán las escuelas, que se podrá visitar a las personas ancianas en sus residencias colectivas y no se parará el funcionamiento de las oficinas públicas. Por el resto, se imponen movimientos reducidos, se exige una autorización especial para todo tipo de desplazamiento, y se cierran todos los bares, restaurantes, negocios que no sean de productos alimenticios, espacios culturales y de ocio.
Alemania, decidió al mismo tiempo, lo que diversos medios de prensa titularon como “medidas drásticas”, también para noviembre. Cierre de bares y restaurantes, y un freno radical en todas las actividades culturales -cines, teatros, conciertos etc.-. Las competiciones deportivas profesionales podrán continuar, pero sin público. Los encuentros privados autorizados son de máximo diez personas y solo de dos hogares diferentes.
Siguiendo los pasos tomados por París y Berlín, el último fin de semana de octubre Gran Bretaña y Austria decidieron un nuevo confinamiento a escala nacional durante, al menos, un mes. Grecia, lo decretó para Atenas y algunas de sus principales ciudades. Portugal acaba de decidir la emergencia sanitaria. Bélgica, endureció las restricciones por seis semanas. Al menos tres cantones de la parte francófona de Suiza implantaron un confinamiento casi total.
SOS Suiza
El miércoles 28 de octubre, el Gobierno suizo, impuso medidas “draconianas”, según las propias palabras de uno de los siete miembros del ejecutivo colegiado.
Actividades privadas de máximo diez personas. Deporte profesional sin público. Horario límite de restoranes y bares hasta las 23 horas. Discotecas y centros nocturnos cerrados. Máscara obligatoria en todo el país y en todas las circunstancias proclives a un contacto interpersonal (incluso en las calles de los centros urbanos). Universidades y escuelas de nivel terciario con funcionamiento virtual en tanto los niveles educativos primario y secundario continúan.
Los afiches públicos sobre la pandemia pasaron entre miércoles y jueves de naranja a rojo oscuro ante una crecida de casos diarios que superaron los 9.300 el mismo 29 de octubre, sobre un total de 35 mil pruebas realizadas, con una tasa de positividad del 26.64%. Entre el 30 de octubre y el 1ero de noviembre la Confederación Helvética contabilizó 21 mil casos como total para los tres días. Aunque las autoridades afirman que las infecciones sobrepasan ampliamente esas cifras.
Crecimiento descontroladamente exponencial en relación a la pequeña población helvética de solo 8 millones de habitantes. Proporción que significaría más de 48 mil infecciones en un día en Argentina; 40 mil en España; 80 mil en Alemania: o 200 mil casos diarios en Brasil. Si bien, esas cifras y porcentajes se relativizan al analizar la tasa de mortalidad por COVID cada 100.000 habitantes. En Suiza se ubica en 26, mientras que en Argentina es de 70 y en Brasil y España llega a 76.
Las dos olas
Entre las variables más significativas de la realidad suiza, la comparación de esta segunda ola con lo que el país vivió en marzo pasado permite, aun con matices particulares, comprender la actual dinámica pandémica europea.
En la primera ola, en el período del 16 de marzo al 5 de abril, que constituyó el pico culminante, se registraron 19.892 casos. En el periodo actual, entre el 12 y el 25 de octubre, se registró un total de 58.272 infectados, explica el sociólogo Gerald Fioretta, especialista en estadísticas médicas. Quien aclaraba el 30 de octubre, que si bien el número de casos diarios llegaba a ser casi 5 veces mayor que en marzo, el nombre de hospitalizaciones, hasta ese momento, se mantenía por debajo de lo vivido en marzo, aunque con aumentos dramáticos.
El análisis confirma también una “significativa diferencia de edad y las personas mayores han dejado, ahora, el lugar a los jóvenes” afirma Fioretta. En la actualidad el mayor porcentaje de positivos se encuentra en la franja de edad de 20 a 29 años, mientras que en marzo y abril se ubicaba entre 50 y 59 años. La edad media de los casos en la primera ola fue de 53,2 años, y ahora es de 44,1 años. En este impacto diferenciado de edades se explique la proporción menor, por el momento, de decesos.
El doctor Bernard Borel, médico pediatra especialista en salud pública, aporta varias reflexiones adicionales. El cuerpo médico y paramédico ha ganado mayor experiencia y tiene ahora una mejor preparación para el tratamiento de los infectados graves, afirma. Según fuentes hospitalarias, el uso de ciertos corticoides desinflamatorios en el momento oportuno del desarrollo de la enfermedad, permitió reducir la cantidad de entubaciones, que constituye el nivel terapéutico más complejo y delicado y que se aplica solo a los pacientes muy graves.
Borel anticipa que la tendencia e impacto real de esta segunda ola solo se podrá medir en las dos próximas semanas (hacia mitad del mes noviembre), cuando pueda ser evaluado el efecto de las nuevas medidas restrictivas gubernamentales anunciadas el 28 de octubre.
Sin embargo, subraya, hay algunos elementos epidemiológicos y terapéuticos que pueden influir favorablemente. Por ejemplo, los plazos de hospitalización más cortos -siempre en relación a la primera ola-, lo que descomprime, parcialmente, la capacidad de acogida hospitalaria. Esta, sin embargo, en algunos cantones -como Neuchâtel, Jura, Ginebra y Friburgo, entre otros- empieza ya a colapsar.
Señala también que, si se confirma el pico del COVID 19 en noviembre, el mismo podría distanciarse, de la epidemia anual de la gripe *normal*, que generalmente golpea a Europa, con mayor fuerza, entre enero y marzo. Distancia temporal que reduciría el impacto negativo.
Bernard Borel evalúa que las medidas “menos radicales y menos restrictivas” tomadas por Berna este miércoles 28 en comparación a marzo, indican que “se ha diluido el concepto que primó en la primera ola: priorizar la salud en detrimento de la economía”. Lo que aparece como problemático en un país como Suiza donde existen los medios para hacer frente a una crisis de esta naturaleza sin poner en riesgo la estructura económico-financiera-productiva del país, enfatiza.
El invierno europeo será muy complejo, subraya el especialista en salud pública. “Es difícil manejar esta pandemia, dado que el mundo científico, el político y la sociedad en su conjunto van aprendiendo sobre la marcha. Con el agravante que no hay perspectivas serias de una vacuna antes de mediados del 2021. El Estado tiene una gran responsabilidad. Tomar las medidas adecuadas no solo para evitar el colapso del sistema de salud sino, esencialmente, evitar socialmente eventuales decesos que se podrían prevenir, concluye el doctor Borel.
Explosividad social
Una manifestación espontánea se produjo en Nápoles el viernes 23 de octubre, luego que el presidente de la región de Campania anticipó vía Facebook el nuevo confinamiento. Fue el detonante de varias manifestaciones que en los días siguientes se produjeron en varias ciudades italianas.
El común denominador: la protesta contra las nuevas medidas restrictivas tomadas por las autoridades ante el aumento explosivo de infectados. El 28 de octubre eran 24.991 (y 205 decesos), lo que superaba, ya, las cifras de los días más aciagos de la primera ola.
Que Nápoles haya sido el detonante de la protesta, sin embargo, tiene su lógica. El temor de la población ante los nuevos casos de coronavirus que alcanza una dimensión nunca antes visto en la región (cerca de 2000 diarios); el impacto económico-social que tendrán las nuevas medidas, como el toque de queda a las 23 horas para bares, restaurantes y actividad nocturna en general; y la falta casi total de medidas de acompañamiento social de parte del Gobierno.
Adicionalmente, como lo afirma un análisis de la revista progresista europea Contretemps, el principal aumento de la pobreza en Italia como consecuencia de la primera ola se encuentra en el sur: + 20 % en Campania; en Calabria, + 14 %; en tanto + 11% en Sicilia. En Campania, el desempleo golpea al 50% de los jóvenes de entre 16 y 34 años.
La organización católica romana Caritas, que acaba de realizar un análisis sobre la pobreza en Italia, afirma que “el punto común de los nuevos pobres es que no tienen medios para asegurar la vida cotidiana resultado de no percibir ningún ingreso durante más de 3 meses”.
Contretemps, en el artículo redactado por corresponsales ubicados en Nápoles, subraya que “la participación en la manifestación del viernes 23 de octubre fue amplia y compleja. Pequeños comerciantes; trabajadores independientes, artesanos y trabajadores informales, salieron a la calle porque su es muy más alto, porque los servicios sociales que reciben son muy malos y porque tienen una confianza menor en las instituciones públicas”. Y el análisis insiste en que, en el contexto napolitano, esos sectores tienen estrecha proximidad tanto con el subproletariado como con la pequeña burguesía, todos duramente golpeados, en particular, por la caída del turismo.
El periódico Il Manifesto, comentando la manifestación de Milano de unos días más tarde, subraya que es incorrecto ubicar esa protesta en el marco clásico de derecha-izquierda. Y la caracteriza como protesta juvenil, en la que se mezclan jóvenes italianos y extranjeros, “que salieron para lanzar una señal” de desencanto frente a las nuevas restricciones anti-COVID.
La segunda ola pandémica inunda a un continente que vio con cierta perplejidad subir las aguas en el mes de octubre. A pesar que se anunciaba esta nueva marea desde hace al menos tres meses, la realidad continental demuestra lo difícil que resulta prevenir cuando se pisa sobre la tierra ya anegada por la inundación anterior. La pandemia no solo desafía a la gente -y pone a prueba su cansancio/paciencia- sino que interpela a los gobiernos.
Como lo hacen, también, los sindicatos de los trabajadores de la salud que en Suiza ganan las calles, juntos con otros sectores sociales, porque consideran que sus esfuerzos inhumanos para enfrentar el coronavirus no son reconocidos con ajustes salariales adecuados. Y ahí donde la ciudadanía no percibe sensibilidad social de parte del Estado la explosión social amenaza con golpear a la puerta.
Sergio Ferrari, Berna, Suiza
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2273 / miércoles 04.11.2020
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