1) Los universos paralelos –
2) Adiós a Elsa Oesterheld –
3) Los avatares del Kirchnerismo y el crecimiento de las izquierdas –
4) Los BRICS miran con apetito a Angola –
5) Obscenos despilfarros –
6) Qué está pasando realmente en Fukushima –
POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 724 / Lunes 22 de Junio de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares / COMCOSUR — COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Los universos paralelos
Jorge Majfud *
En el Foro Social de Porto Alegre de 2005 Eduardo Galeano recordó la respuesta que alguna vez dio su amigo Fernando Birri a la pregunta “¿Para qué sirve la utopía?” “Yo sé que ella está en el horizonte”, contesto Birri. “Cada vez que doy un paso ella se aleja un paso… ¿Para qué sirve entonces, entonces? Sirve para eso, para caminar. José Saramago no estuvo de acuerdo: “las utopías no sirven para nada; lo que ha transformado al mundo fue la necesidad”.
Ésta, entiendo, es una respuesta que intenta ser pragmática pero refleja no solo la frustración de los intelectuales de izquierda desde los ochenta sino también un pensamiento muy anterior que data del siglo XIX: el pensamiento marxista según el cual la base material es la que dicta sus leyes a la superestructura, es decir, las necesidades materiales y los sistemas de producción sobre la ética, la educación, la religión, el arte, etc. Afirmar que algo como una idea (una utopía) desde la superestructura es capaz de cambiar la realidad material no pertenece al marxismo ortodoxo. De igual forma, Ernesto Che Guevara era marxista en la teoría e inadvertidamente antimarxista en su concepción más profunda: no solo por su romántica idea de que un grupo o un individuo como Don Quijote podía cambiar el mundo, sino por su insistencia en la fuerza de un cambio moral como motor para cambiar una realidad social.
Uno de los libros fundacionales de las utopías moderas fue, precisamente, Utopía (1516), de Thomas More. Lo que hoy es América Latina iba a jugar en esta nueva tradición un rol decisivo: More se inspiró en las cartas que Américo Vespucio escribió a principios de la era del descubrimiento del Nuevo Mundo. Vespucio había reportado que en estas tierras los nativos eran pueblos muy saludables y tenían extraños hábitos: no tenían en gran estima por las riquezas materiales, desconocían la propiedad privada y se bañaban todos los días. El machismo, una institución consolidada en Europa y exportada al nuevo mundo, no era lo suficientemente fuerte como para estimar la virginidad en la mujer o mantenerla alejada de los asuntos públicos.
Más allá del hecho de si las cartas de Vespucio (como las de Hernán Cortés o las de Bartolomé de las Casas) son exageradas o no, lo cierto es que revelan una época: tanto América como Utopía expresaban los sueños y las aspiraciones de una Europa que se abandonaba a la pasión individualista, de la conquista y del dinero; la avaricia, cupiditas, dejaba de ser un pecado para convertirse en una virtud. El cristianismo renacentista desacralizó el mundo y sacralizó la salvación individual: si el mundo ya no era sagrado sino materia, estaba bien explotarlo sin condenar a la humanidad a la perdición. Es decir que la utopía fue, desde muchos puntos de vista un sueño colectivo, la expresión simbólica del deseo de lo que no se es o no se tiene, la culpa por lo que no se ha hecho o se ha hecho mal, un sueño que en muchos casos terminó en pesadilla.
El tiempo europeo que, gracias a los primeros humanistas modernos del siglo XIV, dejó de ser concebido según las Eras de los metales como un proceso inevitable de degradación y corrupción y en los siglos posteriores pasó a ser una gráfica ascendente, donde todo tiempo pasado fue peor; lo mejor estaba por delante, hacia el futuro: el progreso y la superación de todos los males gracias al conocimiento del hombre y del mundo.
El capitalismo y el marxismo serán dos versiones de esta misma concepción fundadora: existe el progreso ético y material y hacia atrás están los tiempos oscuros, los mitos y el Cosmos encantado. Desarrollo era, y en muchos casos lo es todavía, simplemente riqueza, industrialización. Pero si en décadas anteriores las altas y humeantes chimeneas eran orgullo nacional y hasta los poetas cantaban loas a la contaminación, en nuestro tiempo es el consumo y las torres de cristal que se acumulan una al lado de la otra y compiten por su tamaño sin vestigios de la perdida sacralidad de la sangre y del mundo.
Diferente, el mundo amerindio no separó la sangre del espíritu, los hombres y las mujeres del universo natural ni se regía por la concepción judeocristiana del tiempo lineal. Como en muchas otras culturas, era un tiempo circular. El progreso, la virtud, el sentido de justicia era y vuelve a ser más bien una restauración del origen. Así, la utopía termina en los intelectuales comprometidos, en los revolucionarios tal como comenzó en el siglo XVI: inspirada en Amerindia, en el cuestionamiento a la irracionalidad del consumismo, a la avaricia y al individualismo desde una visión ecologista, que también es una reivindicación indígena e indigenista.
Claro, las utopías son tan antiguas como las religiones. El paraíso cristiano y musulmán o la moksha, la liberación del Samsara hindú son claros ejemplos. Pero en nuestro tiempo las grandes utopías son unánimemente entendidas y asociadas a formas ideales de sociedad. Este tipo de utopías modernas tuvieron un auge en el siglo XIX y un declive en la posmodernidad. Como hemos dicho antes a finales del siglo pasado (por entonces, a la angustia de las persistentes catástrofes sociales ya se había sumado la angustia por la catástrofe ecológica), en la Era moderna los hombres discutían cómo organizar la sociedad perfecta; en la Era posmoderna o neo medieval los hombres (y ahora las mujeres también) estamos preocupados en saber cómo vamos a salvar al mundo de la catástrofe. Desde el fin de la modernidad, tanto en la academia como en Hollywood las distopías como Terminator son más populares y bastante más verosímiles que las utopías.
Muerta la Era moderna, o más bien desprestigiada, la Era posmoderna hizo el camino inverso: si la anterior había sacrificado seguridad a cambio de una novedad, la libertad, nuestro tiempo sacrificó libertad por seguridad, desde las incontables y diversas dictaduras del segundo y tercer mundo hasta las democracias contemporáneas del primer mundo, controladas por el gran capital privado y el espionaje estatal de la vida privada.
Pero la Era moderna nos legó dos viejos demonios que hoy son dioses: la igualdad y la diversidad. Ambos son caras de la misma moneda, ya que somos iguales porque somos diferentes y no se puede revindicar uno sin defender el otro. Pero no cualquier diferencia vale. Las diferencias que llamamos diversidad y que no contradicen la igualdad de derechos son las diferencias horizontales, que antes eran verticales, no solo en la práctica sino también en su legitimidad social. Tanto la igualdad como la diversidad necesitan de la libertad y de la seguridad, pero no administradas verticalmente sino horizontalmente. Es decir, la libertad no se opone a la igualdad si es una igual libertad, si todos los que somos diferentes tenemos una cuota, sino semejante al menos suficiente de libertad. Pero para que esto ocurra, es necesaria una distribución mínima, razonable o necesaria, del poder. A este tipo de utopías que en cierto grado han dejado de serlo, llamamos progreso, a los que críticos como Eduardo Galeano han contribuido decisivamente, no solo por su crítica a los poderes hegemónicos sino por su concepción existencial, que es más propia del mundo amerindio que de la filosofía (marxista) europea.
Tiempo y lenguaje
Es común considerar que el pasado está hacia atrás y el futuro hacia adelante. Ésta es una concepción, aunque unánime, del todo arbitraria. Así como el norte no está hacia arriba, el futuro no está hacia adelante. El idioma ha atrapado la idea de nuestro cuerpo que camina hacia adelante y lo ha fijado en nuestra concepción del tiempo. Mucho más en inglés, donde las acciones son más recurrentes que las contemplaciones, donde no se distingue ser de estar pero se distinguen diferentes formas de hacer (to make/to do, sin entrar a considerar el vasto vocabulario coloquial que se refiere al dinero o a los negocios hasta en el acto de comer o simplemente de saludar), donde las distinciones en tiempo pasado son menos sofisticadas que en otras lenguas como el español.
En mentalidades y civilizaciones como la nuestra, la acción predomina sobre la contemplación de la existencia, y por lo tanto el futuro está hacia adelante. En culturas más contemplativas como en la antigua Grecia o en las andinas, el tiempo era un rio que fluía desde nuestra espalda hacia lo que tenemos por delante. Es decir, el pasado estaba hacia adelante y el futuro hacia atrás. Esta concepción, que en principio puede parecernos absurda es aún más lógica que nuestra propia concepción del tiempo: si podemos ver el pasado en formas de recuerdos y no podemos ver el futuro incierto, entonces lo que tenemos delante de nosotros no es lo que vendrá sino lo que ha sido, es decir, la memoria. En el mundo andino, ese tiempo es el ñaupa-q, palabra que sobrevive hasta en las regiones más euroamericanas como en el Cono Sur rural.
Quizás por naturaleza los humanos siempre tratamos de proteger nuestro optimismo, por poco que sea, negando la realidad y negando las consecuencias negativas de nuestras acciones en nombre del progreso y de la supuesta felicidad de ser ricos, que se sostiene sobre todo por el hecho de que por norma general es una aspiración perpetua, es decir, una utopía individual, renacentista.
La utopía capitalista y marxista de un futuro hacia adelante y hacia arriba llamada progreso no sería, para la mentalidad indoamericana, algo que está delante nuestro sino atrás. La utopía americana (en la versión elaborada de Thomas More y en sus percepciones nativistas), la utopía de un hombre nuevo y de una sociedad nueva sería, en realidad, un regreso al origen o, al menos, la recuperación de nuestra naturaleza humana corrompida por la ambición y la explotación de los hombres y de la naturaleza. Para tomar conciencia de esta utopía, que es también resolver el problema creado por la misma humanidad, deberíamos mirar hacia el pasado. Es decir, debemos mirar hacia adelante antes de prever los problemas que nos depara el futuro.
No es casualidad, entonces, que Eduardo Galeano haya dedicado su vida, al menos su vida literaria a criticar el poder mientras otros dedicaron su vida a criticar a Galeano. Tampoco es casualidad que haya sido el ensayista que menos empleó el yo y la primera persona en su prosa poética, ni que su principal arma dialéctica haya sido la recuperación de la memoria y que sus libros fuesen variaciones de su obra cumbre, la trilogía Memoria del fuego.
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* Resumen de la ponencia en Naciones Unidas el 26 de mayo.
LUNES 22 DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
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2) Adiós a Elsa Oesterheld
“Nos enseñó a luchar y volver a sonreír”
Delfina Torres Cabreros (Página 12)
A los 90 años, falleció Elsa Sánchez de Oesterheld, sobreviviente de una familia arrasada por la dictadura. Elsa había sufrido la desaparición de sus cuatro hijas, su marido Héctor, autor de El Eternauta, y dos nietos, a quienes aún buscaba. Las Abuelas de Plaza de Mayo y la agrupación Hijos lamentaron su fallecimiento.
Si el dolor y la fortaleza fueran mensurables, podría decirse que murió una de las mujeres que más sufrió y se sobrepuso a los crímenes de la última dictadura. Elsa Sánchez de Oesterheld, viuda del legendario historietista Héctor Oesterheld, sufrió la de- saparición no de uno, ni de dos, ni de tres, sino de nueve miembros de su familia: sus cuatro hijas, su marido, dos yernos y dos nietos nacidos durante el secuestro de sus madres, que todavía son buscados. “Lala”, como la llamaban, debió sobrevivir a los múltiples embates para criar a su nieto Martín, que le fue entregado por los represores luego de masacrar a sus padres. A pesar de la tragedia con la que cargó por casi 40 años, siempre mantuvo la ternura y una sonrisa que sus compañeros de lucha prometieron no olvidar.
“Se fue en paz. La encontramos dormida y nos dejó la tranquilidad de que debía irse porque había dado todo lo que tenía. Es la mujer que me crió tras la desaparición de mis padres y el primer pariente que puedo enterrar, que no es poco”, dijo Martín Mórtola Oesterheld sobre su abuela, que tenía 90 años y será inhumada hoy, a las 14, en el cementerio de la Chacarita.
Elsa conoció a Héctor Oesterheld cuando él estudiaba geología y se ganaba la vida escribiendo libros de divulgación científica para chicos. Se casaron en 1947 y cinco años más tarde nació su primera hija, Estela. Luego llegaron Diana, Beatriz y Marina y vivieron años luminosos en un casa de Beccar. “Fuimos tan pero tan felices en esa casa que me parece que entre ese momento y hoy pasó una eternidad”, dijo Elsa, en una de sus últimas entrevistas.
A principio de los ’70 las hijas del matrimonio, ya adolescentes, comenzaron a involucrarse en política y se sumaron a las filas de Montoneros, organización a la que pronto acercarían a su padre. Elsa empezó a preocuparse cuando en 1973 los cinco fueron a Ezeiza a recibir a Perón en su regreso del exilio. Ese día se enojó con su marido. “Yo no puedo excluirme de la lucha en la que está involucrada toda la juventud, incluidas mis hijas, que además es por una causa en la que siempre creí: un país mejor”, le objetó él. Si bien nunca dudó de lo justo de la causa, para Elsa el precio de la lucha de su familia fue demasiado alto y siempre sostuvo que fue un error creer que la justicia social no podía lograrse sin violencia.
Tras el golpe del 24 de marzo de 1976, toda su familia pasó a la clandestinidad y luego, uno a uno, fueron secuestrados y ejecutados por los militares. Dos de sus hijas estaban embarazadas y dieron a luz en cautiverio. Elsa sobrevivió, al igual que dos de sus nietos: Fernando, que fue llevado a la casa de sus abuelos paternos, y Martín, que le fue entregado a Elsa. “Ni yo misma puedo decir cómo fue que seguí viva –contó varias décadas después–. Soy un misterio para los psicólogos. Yo creo que Martín me salvó; tenía tres años y yo tenía que ocuparme de él. Creo que saber que estaba totalmente sola para enfrentar la vida me dio fuerza.”
“Es una abuela más que se va sin poder abrazar a sus nietos”, se lamentaron desde Abuelas de Plaza de Mayo, organismo del que Elsa participaba activamente, y valoraron “su testimonio siempre fresco y reflexivo que supo contribuir a la búsqueda de los nietos y a la construcción del derecho a la identidad”. Desde HIJOS Capital también quisieron despedirla y se guardaron para fortalecer la lucha el recuerdo de su sonrisa. “Elsa Sánchez de Oesterheld fue una mujer que nos enseñó mucho: a sobrevivir, a luchar y a volver a sonreír. Nadie sabe cómo esa mujer, pequeña de tamaño, fue tan grande contra todo lo que le hicieron los verdugos. Elsa sobrevivió a todo eso, pisando imposibles, luchando siempre por justicia.”
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3) Los avatares del Kirchnerismo y el crecimiento de las izquierdas
Guillermo Almeyra (Rebelión)
Néstor Kirchner, al igual que su esposa, cuando era gobernador de Santa Cruz, era menemista, o sea partidario firme del libre mercado y de las llamadas “relaciones carnales” con Estados Unidos. Menem, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, no fue a la cárcel como debería haber ido. Por el contrario, como senador contribuyó a darles mayoría a sus sucesores.
Néstor Kirchner, una vez presidente, rompió con sus mentores (Menem y Duhalde) e hizo su propia política. Su esposa siguió el mismo camino. El presidente Kirchner, sin embargo, concilió con la burocracia sindical y con la derecha peronista y eligió como vicepresidente al exmenemista Daniel Scioli, hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato presidencial oficial y, como vicepresidente de Cristina, al radical Julio Cobo, de centroderecha. La presidente Cristina Fernández, a su vez, escogió como vice a Amado Boudou, proveniente de la derecha neoliberal que había apoyado a la dictadura militar, al cual ella definió “un cheto de Puerto Madero” (un pirruri del barrio más caro de Buenos Aires) y lo protegió en sus procesos por diversos delitos financieros. Ella se apoyó también en varios gobernadores del Opus Dei, que en sus provincias respectivas se niegan a aplicar las leyes sobre el aborto y mantienen la enseñanza religiosa -por más que ambas cosas sean anticonstitucionales- y cambió a su Ministro de Relaciones Exteriores nacionalista (Taina) por el embajador en Washington que tiene viejos lazos familiares con el Departamento de Estado y con Israel.
A diferencia de Néstor, Cristina Kirchner ninguneó a la burocracia sindical y la dejó de lado y prescindió del Partido Justicialista creando su propio aparato de jóvenes funcionarios dependientes de ella para instaurar una presidencia a la Bonaparte por encima de todos.
Ante la imposibilidad de la reelección de Cristina Fernández, pues no tuvo los números para imponerla en el Parlamento, para las elecciones presidenciales de octubre hace ahora su juego para irse pero quedando tras bambalinas como la Eminencia Gris del régimen. En un primer momento, para confrontar al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, un peronista muy conservador con demasiados lazos con los bancos, los grandes industriales y los soyeros, prohijó la precandidatura presidencial del Ministro del Interior y de Transportes, Florencio Randazzo también proveniente del menemismo, también antiobrero y conservador, pero fiel a ella. Pero en cierto momento tuvo que optar por el candidato con más posibilidades de ganar (Scioli) o por el más fiel, pero perdedor (Randazzo) y pasó a apoyar a Scioli de la noche a la mañana, tirando a la basura a su ex candidato Randazzo. Para tratar de controlar a Scioli, sin embargo, le impuso como candidato a vice al secretario técnico de la presidencia, un ex militante maoísta convertido al menemismo kirchnerista, Carlos Zannini, y además la continbuidad de la mayoría de los ministros actuales.
Pero, como prueba la experiencia, el vicepresidente no influye para nada (Perón tuvo como vices a un radical oscuro, Jazmin Hortensio Quijano, buen hombre pero ininfluyente y a un almirante (Teyssaire) del cual decía que era “puto y falopero” (drogadicto) y, por último, a Isabel Martínez, una bailarina que encontró en Panamá, que le sucedió tras su muerte y gobernó teledirigida por el gurú de Perón, el “brujo” fascista López Rega.
De modo que Scioli gobernará por su cuenta aunque le pongan de vicepresidente al papa Francisco (otro peronista de derecha, ex miembro de la Guardia de Hierro).
En el otro campo, el candidato a presidente por la derecha ardientemente neoliberal y amiga de Washington, el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, cuenta con una sólida mayoría en el electorado de la Capital Federal, Buenos Aires, pero su candidato –un cómico televisivo grosero y misógino-perdió en la provincia de Santa Fe y en las demás provincias importantes Macri tampoco cuenta. Para colmo, a meses de las elecciones, se está peleando con sus aliados de la derecha de la Unión Cívica Radical y con la apocalíptica cristiana de derecha “Lilita” Carrió.
Es muy probable, por lo tanto, que Daniel Scioli, saque más del 33 por ciento de los votos, logre la primera minoría en las Cámaras y la presidencia de la República y que los “factores de poder” (léase financistas, evasores de impuestos, soyeros, Unión Industrial Argentina, grupos periodísticos empresariales) cambien de caballo, dejen de un lado a Macri y busquen una alianza con Scioli. El kirchnerismo, que fue un intento fallido de superación del peronismo clásico, terminaría así su involución con un gobierno antiobrero y proempresarial cercano a Washingto y enfrentando duras resistencias de los trabajadores.
Las huelgas generales o parciales que se suceden presagian una fuerte acción gremial contra todo retroceso en el nivel de vida y en las conquistas. La propia burocracia sindical corrupta y millonaria que convoca los paros generales busca con ellos unirse y prepararse para contrarrestar la inevitable presión empresarial sobre Scioli. En muchos gremios importantes –alimentación, metalúrgicos, transportes, por ejemplo- se desarrollan además oposiciones sindicales combativas. En las sucesivas elecciones provinciales crecen también los votos del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) e igualmente, como en Rosario, la segunda ciudad del país, los de una izquierda anticapitalista independiente. Si se sumasen los votos de las diversas expresiones de la izquierda no capitalista, ésta llegaría al 10 por ciento del electorado pero su influencia en los barrios populares y en las fábricas es muy superior. Se puede asegurar por lo tanto que, a menos que los sucesores del kirchnerismo recurran masivamente a métodos dictatoriales, la izquierda crecerá en la juventud obrera y popular. El mayor poder de atracción electoral del FIT reside en su contraste con las candidaturas de las dos derechas –oficialista y opositora- que se enfrentan entre sí y que el FIT enfrenta.
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4) Los BRICS miran con apetito a Angola
Norberto Emmerich y Roberto Carpio Rubio (Rebelión)
Nigeria y Angola son los únicos dos países subsaharianos miembros de la poderosa Organización de Países Exportadores de Petróleo – OPEP. Angola fue colonia Portuguesa hasta 1975 y luego entró en una guerra civil entre diferentes grupos políticos hasta el año 2003. Actualmente enfrenta el proceso separatista del enclave de Cabinda, una provincia geopolíticamente desconectada del resto del país, que es la más pequeña y la menos poblada pero donde se produce más del 50% del petróleo angoleño, principal fuente de ingresos económicos del país.
El petróleo, los minerales y los angoleños dan al país un gran potencial económico, pero la abundancia de estos recursos ha generado la intervención de potencias extranjeras y el empobrecimiento de la mayoría de la población.
Diversos grupos y milicias buscaron alcanzar el poder mediante la lucha armada en el largo proceso que trascurrió antes y después de la independencia. Tres de ellos cobraron notoriedad, cada uno apoyado por su correspondiente potencia extranjera. Cuba y los países soviéticos apoyaron al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), Estados Unidos apoyó al Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) y Sudáfrica respaldó a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).
En un contexto mundial de guerra fría Estados Unidos y la Unión Soviética necesitaban plantar bandera en cada país africano recientemente independizado. En consecuencia cada uno financió y apoyó un movimiento en particular. Queda claro que por motivaciones geográficas y por la necesidad de establecer una zona de amortiguamiento, Sudáfrica se comportó de la misma manera.
Finalizada la guerra civil los distintos grupos se acomodaron a las reglas de juego democráticas tomando forma de partidos políticos. El MPLA se convirtió en el partido dominante y por sus características ideológicas ha sido quien protegió los recursos minerales y petroleros del país nacionalizándolos.
Angola es el cuarto productor mundial de diamantes y el segundo productor subsahariano de petróleo. Angola aporta el 0,7% de producción petrolera mundial diaria y junto a Ecuador son los dos países productores más pequeños de la OPEP. A pesar de la pequeñez comparativa, su producción petrolera tiene un fuerte impacto en la economía angoleña.
Todos sus campos petroleros se encuentran en aguas territoriales, con aproximadamente 1300 km de costa. Sin embargo el 60% de su producción (900 mil barriles diarios) y las reservas petroleras se encuentran en la pequeña provincia de Cabinda, un enclave ubicado entre la República del Congo y la República Democrática del Congo, a 60 km de Angola, separado del resto del país. El Frente de Liberación para el Enclave de Cabinda (FLEC) encabeza la lucha para obtener la independencia y la soberanía de la muy rica provincia. Lógicamente el ejército angoleño y el gobierno buscan acabar con este grupo armado.
La sospecha de que el secesionismo de Cabinda no defiende tanto los intereses de la población local como los intereses de distintas potencias exteriores no es nada infundada. No por nada se define a Cabinda como el Kuwait de África.
Terminada la guerra fría la emergencia de los BRICS genera, junto con otros actores y procesos, un escenario internacional de multipolaridad, en donde cada uno de los países emergentes busca contar con la mayor cantidad de países aliados y asociados para reafirmarse en sus zonas de influencia.
China, Brasil y Sudáfrica tienen ya establecidos sus objetivos sobre Angola, sin descontar que Rusia haga lo propio o que Estados Unidos y la vieja intención unipolar que representa ya no haya puesto un tentáculo sobre el petróleo angoleño.
China, a través de su proyecto China-África, se ha convertido en el primer socio comercial de la mayoría de países africanos. En el caso de Angola, el país ya es el tercer socio subsahariano de China, antecedido solamente por Sudáfrica y Nigeria. La sociedad no solo abarca el plano comercial sino también la cooperación y defensa. Distintas misiones de la “For ç a Armada Angolana” han viajado a China para realizar capacitaciones en defensa, seguridad y policía. Adicionalmente, la cooperación China-Angoleña busca alcanzar status de cooperación en los niveles políticos, sociales y culturales. Varios bancos chinos buscan instalarse en el país luso-parlante justificando así el intercambio comercial bilateral que para el año 2014 alcanzó los 37 mil millones de dólares americanos sobre los 124,2 mil millones que el país alcanzó como PIB enel año 2013. Estos bancos financiarán distintas obras de infraestructura vial e industrial que serán desarrolladas en Angola por consorcios chinos dentro de la cooperación técnica y tecnológica que ambos países llevan adelante en el marco del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2017, mediante el cual Angola busca la diversificación económica. A mediados de junio de 2015 el presidente angoleño Dos Santos se encuentra en China reuniéndose con su par Xi Jinping en visita de Estado.
Brasil, por su lado, como miembro de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), mantiene fuertes y estrechos lazos económicos y afinidades culturales con Angola. Fue el primer país en reconocer al naciente Estado angoleño después de su independencia de Portugal en el año 1975 y mantiene desde 1980 sólidos lazos de cooperación económica, tecno-científica y cultural. A inicios de 2015 una misión brasileña encabezada por el ministro de relaciones exteriores brasileño Mauro Vieira visitó al presidente Dos Santos en lo que constituyó su primera visita oficial como canciller de Brasil fuera de América Latina. En esa reunión, donde estuvieron presentes algunos otros ministros brasileños, se agendó una visita del ministro de defensa de Brasil a Angola. Si en virtud de su crecimiento fabril e industrial China necesita los recursos energéticos y petroleros de Angola, Brasil busca contar con un aliado en materia geopolítica puesto que la alianza con Angola y otros países como Santo Tomé, Guinea y Cabo Verde -con los que mantiene vínculos culturales- le permitirían tener control sobre el Atlántico Sur.
Sudáfrica ha apoyado desde su formación a la UNITA, la agrupación guerrillera que rozó el poder pero nunca lo ha tenido. Sudáfrica, al igual que Brasil, tiene intereses geopolíticos sobre Angola, no sólo por ser el segundo exportador de petróleo en el subcontinente sino también por estar territorialmente cerca del extremo austral africano y por representar un Estado colchón entre el rico sur africano, los conflictos del África centro-occidental y la pobreza del cuerno de África. Además, siendo uno de los BRICS, es necesario para el gobierno de Jacob Zuma ampliar la influencia política sudafricana más allá del cinturón tradicional de Zimbabwe, Namibia, Mozambique y Botswana con quienes comparte frontera. Es por ello que durante el año 2014 se reunión con su par angoleño en una visita de Estado.
Hay que puntualizar que pese a que el gobierno del MPLA es un gobierno cercano a Rusia y a la extinta URSS, los lazos que tiene con el gobierno de Putin se van equilibrando frente a la presencia del resto de los BRICS y de empresas norteamericanas como Chevron, principal operadora en la extracción del petróleo angoleño a través de la empresa pública local Sonangol.
Sonangol ha otorgado licencias a diferentes empresas occidentales para que desarrollen actividades mineras en el territorio. Pese a todo esto, la cooperación bilateral ruso-angoleña en materia económica y política se ha fortalecido y busca ampliarse a otras áreas como la social, la cultural y sobre todo la defensa.
Son notorios los grandes intereses económicos y geopolíticos que colocan a Angola como un alfil clave en la política exterior de los BRICS sobre el continente africano. El crecimiento económico acelerado (que llegó al 22.7% en el año 2007 y a 6.8% en 2013), su PIB de 124 mil millones del 2013, su fuerza laboral de 24 millones de habitantes más los recursos petroleros y minerales no han sido suficientes para evitar indicadores deficientes. Sus niveles de pobreza alcanzan al 58% en la población rural y al 19% en la población urbana. Su Indice de Desarrollo Humano – IDH es uno de los más bajos del mundo y el coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) es uno de los más altos, mientras la esperanza de vida apenas supera los 51 años.
La convivencia de ingentes recursos con mucha pobreza y desigualdad no es novedosa. En el caso angoleño no es tan culpable la maldición de los recursos ni un gobierno que se dice cercano al socialismo como sí los neo-colonizadores que ya buscan la forma de repartirse las grandes riquezas estratégicas de Angola.
LUNES 22 DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
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5) Obscenos despilfarros
Carlos Ayala Ramírez* (Alai)
Según Evangelii gaudium, la exhortación apostólica del papa Francisco, en la cultura predominante el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Y explica que una de las causas de esta situación es la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos sin problema su prevalencia sobre la persona y la sociedad. Pues bien, reconocido esto, podemos afirmar que una de sus principales consecuencias es el despilfarro irresponsable en distintas áreas de la vida. Hay despilfarro de alimentos, de agua, de energía.
Despilfarro en los gastos militares, en la asignación de los fondos públicos, en la dinámica del motor capitalista que apuesta por una producción y consumo sin límite. Despilfarro en el mundo del deporte y la tecnología, y en el estilo de vida de los sectores y países ricos. Veamos algunos datos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura calcula que el volumen mundial de despilfarro de alimentos ronda los 1,600 millones de toneladas y que solo un bajo porcentaje de los alimentos desperdiciados es compostado; una gran parte termina en los vertederos y representa un porcentaje elevado de los residuos sólidos urbanos. Asimismo, reporta que el volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician equivale al caudal anual del río Volga en Rusia, o tres veces el volumen del lago de Ginebra. En la producción de esos alimentos se usan 1,400 millones de hectáreas, equivalentes al 28% de la superficie agrícola del mundo. El monto en metálico del despilfarro de alimentos (excluyendo el pescado y el marisco) alcanza los 750 millones de dólares anuales.
Con respecto al despilfarro en gastos militares, los datos son escandalosos. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, en 2014 los gastos militares en el mundo sumaron 1,747 billones de dólares. Los cinco mayores inversores en defensa fueron Estados Unidos, con 581,000 millones de dólares; China, 129,000 millones; Arabia Saudí, 81,000 millones; Rusia, 70,000 millones; y Reino Unido, 62,000 millones de dólares. En promedio, se estima que en el mundo se gastan unos dos mil millones de dólares por minuto en armas. Un dato obsceno si consideramos la precariedad en la que viven millones de seres humanos y la necesidad de paz mundial que demandan los pueblos.
Por otra parte, la académica española Adela Cortina denomina a la época actual como la “era del consumismo”. Y explica que sociedad consumista no es lo mismo que una sociedad en la que todo el mundo consume, porque es lógico y evidente que toda la gente debe consumir para sobrevivir. Una sociedad consumista es aquella en la que se consumen bienes fundamentalmente superfluos. Si esto es así, la mentalidad consumista conduce al derroche inútil y pernicioso de recursos. De ahí la necesidad de propiciar estilos de vida orientados a reducir el nivel de consumo. El modelo despilfarrador se basa en la producción constante de nuevas necesidades, por ello la reducción del consumo de bienes superfluos es imprescindible para caminar hacia una sociedad sostenible en la que se pueda vivir mejor con menos tenencias. Es decir, la sencillez como alternativa para el futuro. O dicho en palabras de Mahatma Gandhi, “necesitamos vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir”.
Otro despilfarro ofensivo es la del ámbito del fútbol entre los equipos con presupuestos millonarios. Según World Soccer World, en 2014, el salario anual de los 10 jugadores mejor pagados ascendió a más de 300 millones de dólares. Con ese dinero se podría financiar, por ejemplo, dos presupuestos del pago de pensiones en El Salvador (actualmente, el monto anual es de 128 millones de dólares). También el derroche de fondos públicos en obras de infraestructura o programas de inversión social mal planificados y administrados que terminan siendo fuente de corrupción. Derroche ofensivo es, además, el mostrado por las personas más ricas del mundo, que gastan parte de sus fortunas en extravagancias.
Ahora bien, la pregunta ineludible es ¿cómo contrarrestar la cultura del derroche y propiciar procesos de una nueva cultura de solidaridad y austeridad? Esto es, cómo cambiar la competitividad individualista por la cooperación competente y cordial; la acumulación excluyente de la riqueza por el acceso equitativo a los bienes que garanticen la satisfacción de las necesidades fundamentales; el consumismo sin límites por el uso racional de los recursos. En definitiva, cómo pasar del afán egocéntrico al espíritu de concordia. Citamos dos textos que en su momento fueron críticos y propositivos en este sentido, y que siguen siendo de actualidad en lo que respecta a valores que propicien un nuevo estilo de vida.
El primero es de Robert Kennedy, hermano del expresidente John F. Kennedy, quien en un conocido discurso en la universidad de Kansas, en 1968, planteó la diferencia entre el producto interno bruto y la felicidad interior bruta:
Durante demasiado tiempo parecía que habíamos cambiado la excelencia personal y los valores de la comunidad por la mera acumulación de cosas materiales. Nuestro producto nacional bruto (…) cuenta la contaminación del aire y la publicidad de los cigarrillos, y las ambulancias que borran la carnicería de nuestras carreteras. Cuenta las cerraduras especiales para nuestras puertas y las cárceles para las personas que las rompen. (… ) Cuenta el napalm y cuenta las ojivas nucleares y los coches blindados de la Policía para luchar contra los disturbios en nuestras ciudades (…) A pesar de ello, el producto nacional bruto no permite medir la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o la alegría de su juego. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios (…) Tampoco mide ni nuestra inteligencia ni nuestro valor, ni nuestra sabiduría ni nuestro aprendizaje, ni nuestra compasión ni nuestra devoción a nuestro país; en definitiva, mide todo, salvo lo que hace que la vida valga la pena.
El segundo texto es de Ignacio Ellacuría, quien al proponer un cambio radical de civilización que vaya a la raíz de los problemas y en dirección contraria al orden dominante, habla de una civilización “donde la pobreza ya no sería la privación de lo necesario y fundamental debido a la acción histórica de grupos, clases sociales o naciones, sino un estado universal de cosas en que estén garantizadas la satisfacción de las necesidades fundamentales, la libertad de opciones personales y un ámbito de creatividad personal y comunitaria que permita la aparición de nuevas formas de vida y cultura, nuevas relaciones con la naturaleza, con los demás hombres, consigo mismo y con Dios. [Una civilización] que realmente da espacio al espíritu, que ya no se verá ahogado por el ansia de tener más que el otro, por el ansia concupiscente de tener toda suerte de superfluidades, cuando a la mayor parte de la humanidad le falta lo necesario. Podrá entonces florecer el espíritu, la inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del Tercer Mundo, hoy ahogada por la miseria y por la imposición de modelos culturales más desarrollados en algunos aspectos, pero no por eso más humanos”.
*Carlos Ayala Ramírez es director de radio YSUCA, que hace parte de la Vicerrectoria de Proyección Social de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador.
LUNES 22 DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
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6) Qué está pasando realmente en Fukushima
Robert Hunziker (CounterPunch)
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Fukushima sigue irradiando, se perpetúa a sí misma, inconmensurable y sin límites, como un incorregible y horrible encuentro con el monstruo del Doctor Who en el espacio profundo.
Es probable que Fukushima pase a la historia como el mayor encubrimiento del siglo XXI. Los gobiernos y las corporaciones no están revelando a los ciudadanos los riesgos y peligros; del mismo modo, la verdad en sí misma, como una norma ética, está en riesgo de ser eliminada siendo como el pegamento que mantiene unida la confianza y la fe en las instituciones de la sociedad. En última instancia, este es un ejemplo de cómo las sociedades se debilitan.
Decenas de miles de residentes de Fukushima permanecen en viviendas temporales después de más de cuatro años de la catástrofe horrorosa de marzo de 2011. Algunas de las áreas en las afueras de Fukushima se han reabierto oficialmente a los antiguos residentes, pero muchos de ellos son reacios a regresar a sus hogares debido a la generalizada desconfianza en el Gobierno, que afirma que el lugar está bien y es seguro. Parte de esta reticencia tiene que ver con los síntomas de la radiación. Es insidiosa porque no puede ser detectada por los sentidos humanos. Las personas no están biológicamente preparadas para sentir su poder, tampoco verla, oírla, tocarla u olerla (Caldicott). No sólo eso, se acumula lentamente en el tiempo de una manera cobarde que sirve para ocultar sus efectos hasta que sea demasiado tarde.
La destrucción de Chernobyl como espejo del futuro de Fukushima
Un ejemplo de cómo los medios de comunicación no logran hacer frente a otra vuelta de desastres, aquí están algunos hechos de Chernobyl que no han recibido ni suficiente ni extendida cobertura en las noticias: más de un millón (1.000.000) de personas ya han muerto a causa de la lluvia de Chernobyl. Además, el orfanato de Rechitsa, en Belarús, ha estado cuidando de una gran población de niños mortalmente enfermos y deformes. Los niños son 10 a 20 veces más sensibles a la radiación que los adultos.
El Hogar de niños de Zhuravichi es otra institución, entre muchas, para el malhadado Chernobyl: «La casa está oculta en el campo y aún hoy la mayoría de las personas en Bielorrusia no conocen existencia de tales instituciones» (Fuente: Proyecto para los niños de Chernobyl en el Reino Unido). Un millón (1.000.000) es un montón de personas muertas. Pero, ¿cuántos más morirán? Aproximadamente siete millones (7.000.000) de personas en los alrededores de Chernobyl fueron afectadas en una de las exposiciones más potentes a la radiación en la historia de la era atómica.
La zona de exclusión alrededor de Chernobyl es conocida como «Valle de la Muerte». Se ha incrementado de 30 a 70 kilómetros cuadrados. La zona jamás podrá volver a albergar a ser humano alguno. Se trata de una «zona muerta» para siempre. Más de 25.000 personas han muerto y 70.000 quedaron con discapacidad a causa de la exposición a niveles muy peligrosos de radiación cuando ayudaron a contener Chernobyl. El veinte por ciento de esas muertes fueron suicidios porque la lenta agonía «en su marcha hacia la muerte por exposición a la radiación» era demasiado para soportar.
Fukushima, La verdadera historia
A finales de 2014, la doctora en medicina Helen Caldicott dio una conferencia sobre Fukushima en Seattle Town Hall (28.09.14). La doctora Helen Caldicott es fundadora junto con otros médicos de Médicos por la Responsabilidad Social y es autora y editora de Crisis Without End: The Medical and Ecological Consequences of the Fukushima Nuclear Catastrophe, The New Press, septiembre de 2014. Durante más de cuatro décadas la doctora Caldicott ha sido la encarnación de la bandera antinuclear y es por eso que muchas personas en todo el mundo la consideran un «tesoro nacional». Es veraz y honrada y está bien informada.
Fukushima es, literalmente, una bomba de tiempo en reposo. Otro sismo de gran alcance y todo el infierno podría soltarse. Además, ni siquiera está cerca de estar bajo control. Más bien está totalmente fuera de control. Según la doctora Caldicott, » Todavía es posible que Tokio pueda tener que ser evacuado, dependiendo de cómo van las cosas». ¡Imagínate eso!
Según Japan Times, a partir del 11 de marzo de 2015: «Ha habido un buen número de accidentes y problemas en la planta de Fukushima el pasado año, y tenemos que enfrentar la realidad de que están causando ansiedad e ira entre la gente en Fukushima, así lo explicó Shunichi Tanaka en la Autoridad de Regulación Nuclear. Por otra parte, Tanaka dijo que existen numerosos riesgos que podrían provocar diversos accidentes y problemas».
Aún más inquietante, lo que dijo Seiichi Mizuno, un exmiembro de la Casa de Consejeros de Japón (Cámara Alta del Parlamento, 1995-2001) el 03 2015: «El mayor problema es la fusión a través de los núcleos de los reactores… Tenemos la contaminación de las aguas subterráneas… La idea de que el agua contaminada se bloquea de alguna manera en el puerto es especialmente absurda. Se está filtrando directamente en el océano. Hay evidencia de más de 40 áreas conocidas en peligro donde aguas extremadamente contaminadas vuelcan directamente en el océano… Nos enfrentamos a enormes problemas sin ninguna perspectiva de solución
En Fukushima, cada reactor requiere un millón de galones de agua por minuto para la refrigeración, pero cuando golpeó el tsunami se anegaron los generadores diesel de reserva. Las unidades 1, 2 y 3 colapsaron en cuestión de días. Hubo cuatro explosiones de hidrógeno. A partir de entonces, los núcleos de fusión excavaron dentro de los portacontenedores, tal vez en la tierra.
Dice la doctora Caldicott, «Cien toneladas de lava radiactiva terriblemente caliente ya ha entrado en la tierra o en algún lugar dentro de los buques portacontenedores, que están todos agrietados y rotos». En realidad, nadie sabe a ciencia cierta donde reside la lava radiactiva caliente. La pregunta sin respuesta da miedo: ¿Es el síndrome de China? A continuación de la crisis, el Gobierno japonés no informó a la población sobre los niveles de contaminación ambientales por la radiación que volvían a la isla. Por desgracia y por error la gente huyó lejos de los reactores hacia los más altos niveles de radiación en la isla en aquel momento.
Ocurrido el desastre, enormes niveles de radiación golpearon Tokio. La radiación más alta detectada en el área metropolitana de Tokio fue en Saitama, con los niveles de radiación detectados de cesio en 919 000 becquerel (Bq) por metro cuadrado, un nivel casi dos veces superior al «límite de evacuación de la zona muerta para siempre de 500.000 Bq» de Chernobyl (fuente: Proyecto de Defensa de Radiación). Por esa razón, la Dra. Caldicott recomienda encarecidamente no viajar a Japón y recomienda evitar la comida japonesa.
Aun así, después de la catástrofe de Fukushima, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, firmó un acuerdo con Japón para que EE.UU. siga importando productos alimenticios japoneses. Por lo tanto, la doctora Caldicott sugiere la gente no votar por Hillary Clinton. Un peligroso precedente imprudente es suficiente para ella. Según informó Arnie Gundersen, un asesor energético con 39 años de experiencia en ingeniería de la energía nuclear, en The Canadian el 15 de agosto de 2011: «El Gobierno de Estados Unidos ha llegado a una decisión al más alto nivel del Departamento de Estado, así como otros departamentos que tomaron la decisión de restar importancia a Fukushima. En abril, el mes después de que el poderoso tsunami y el terremoto devastaran Japón, incluyendo su planta de energía nuclear, Hillary Clinton firmó un acuerdo con Japón en el que se declaraba que no hay problema con el suministro de comida japonesa y vamos a seguir comprándola. Por lo tanto, no estamos supervisando los alimentos que vienen de Japón».
Sin embargo, en marcado contraste con Estados Unidos, en Europa, la doctora en física Angela Merkel, egresada de la Universidad de Leipzig y actual canciller de Alemania está cerrando todos los reactores nucleares debido a Fukushima. Tal vez un grado avanzado en física hace la diferencia en cómo un líder se acerca al tema nuclear. Sin duda, parece que es así cuando se comparan o contrastan las dos líderes con sus habituales trajes de pantalones, la canciller Merkel y la exsecretaria de Estado Clinton.
Después de la voladura de Fukushima, los niveles ambientales de la radiación en el estado de Washington subieron unas 40.000 veces superior a lo normal, pero de acuerdo con la doctora Caldicott, los medios estadounidenses no cubren el «desastre de Fukushima en curso». Así que, ¿quién sabe la realidad?
La doctora Caldicott terminó su discurso en septiembre 2014 diciendo: «En Fukushima, las cosas no han terminado. Todos los días, cuatrocientas toneladas de agua altamente radiactiva se derrama en el Pacífico y se dirige hacia EE.UU. Debido a que la radiación se acumula en los peces, tenemos ese problema también. El Gobierno de Estados Unidos no está analizando el agua ni el pescado y no toma registros del aire ambiental. Además, las personas en Japón están consumiendo la radiación cada día».
Por otra parte, según la doctora Caldicott: «El agua de lluvia lava los núcleos nucleares dentro del Pacífico. No hay manera de poder llegar a esos núcleos, los hombres mueren, los robots se fritan. Fukushima nunca será resuelto. Mientras tanto, la gente sigue viviendo en zonas altamente radiactivas». Fukushima no se resolverá porque «los hombres mueren» y los «robots se fritan». Por lo tanto, Fukushima es un escenario de crisis de radiación perpetua que, literalmente, se encuentra en el borde de un pozo sin fondo del fin del mundo, en espera de ser empujado cada vez hacia el fondo.
Naciones Unidas: un informe donde todo está claro
Un informe de de las Naciones Unidas (UNSCEAR [Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de las Radiaciones Atómica]) del 2 de abril de 2014 sobre el impacto en la salud del accidente de Fukushima, llegó a la conclusión de que los efectos inducidos por la radiación serían demasiado pequeños para identificar. Las personas estaban bien protegidas y recibieron dosis «bajas o muy bajas» de radiación. UNSCEAR presentó un informe aduciendo que todo estaba despejado.
La filial alemana de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear del 18 de julio 2014 refutó el informe de UNSCEAR adoptando una postura desafiante en oposición al informe de la ONU, a saber: «El desastre nuclear de Fukushima está lejos de terminar. A pesar de la declaración de «cerramiento frío» que declaró el gobierno japonés en diciembre de 2011, los reactores dañados aún no han alcanzado un estado estable e incluso UNSCEAR admite que las emisiones de radioisótopos continúan sin disminuir. TEPCO 188 está luchando con una enorme cantidad de agua contaminada, que continúa su fuga en el suelo circundante y el mar. Grandes cantidades de agua de enfriamiento contaminada se están acumulando en el sitio. En varias ocasiones ocurren fallas en los improvisados sistemas de refrigeración. Es muy probable que la descarga de residuos radiactivos quecontinúe durante mucho tiempo».
«Tanto los reactores nucleares dañados como los estanques de combustible gastado contienen grandes cantidades de radiactividad y son altamente vulnerables a terremotos, posteriores tsunamis, tifones y errores humanos. Catastróficas liberaciones de radiactividad podría ocurrir en cualquier momento y la eliminación de este riesgo llevará muchas décadas… Es imposible en este punto del tiempo llegar a un pronóstico exacto de los efectos que el desastre nuclear de Fukushima tendrá sobre la población en Japón… el informe UNSCEAR representa una subestimación sistemática y evoca una ilusión de certeza científica que oculta el verdadero impacto de la catástrofe nuclear en la salud y el medio ambiente».
LUNES 22 DE JUNIO DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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