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ÁFRICA: FATIMATA MBAYE, UNA VIDA DE LUCHA POR LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD – comcosur mujer 596 – 08.04.2019

COMCOSUR MUJER / AÑO 16 /No. 596 / lunes 08.04.2019 – Hoy:

1) América Latina: Agencia de noticias de mujeres indígenas y afrodescendientes
2) África: Fatimata Mbaye, una vida de lucha por la libertad y la igualdad
3) Argentina: Proyecto para declarar la Emergencia Nacional en Violencia de Género
4) Ecuador: Libro analiza representación de la mujer en los medios de Comunicación
5) Euskadi: No estamos todas
6) México: Denuncias en redes sociales, herramienta ante la falta de mecanismos eficaces para las mujeres
7) Nicaragua: “Mientras Ortega esté en el poder nadie estará seguro”
8) Uruguay: Transgresoras: mujeres a ambos lados del océano
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 16 /No. 596 – Lunes 8 de abril de 2019 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) AMÉRICA LATINA: CREAN LA PRIMERA AGENCIA DE NOTICIAS DE MUJERES INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES

Está conformada por 200 comunicadoras en México, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Bolivia, Brasil, EE.UU., Argentina, Chile y Perú.

Un proyecto único en su tipo en América Latina nació este pasado jueves. Se trata de Notimia, una agencia de noticias de mujeres indígenas y afrodescendientes, que busca impulsar los procesos de comunicación desde pueblos originarios de la región.

La génesis de Notimia se dio después de tres encuentros de comunicadoras indígenas y afrodescendientes, organizados por la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México, realizados entre 2014 y 2016. Tras esto, vino el lanzamiento inaugural, en 2017, durante el Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de la ONU, en Nueva York, lo que marcó un «hito para la comunicación indígena regional», cuenta Guadalupe Martínez Pérez, una de las cabezas del proyecto.

La agencia está integrada por más de 200 comunicadoras en México, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Bolivia, Brasil, EE.UU., Argentina, Chile y Perú, que publican textos en lenguas indígenas, español, inglés y portugués.

«La importancia de Notimia es toda una historia de trabajo, de lucha, de derechos, porque otras mujeres abrieron esas puertas antes que nosotras. Gracias a varias mujeres que a nivel América Latina están desarrollando trabajos, tanto feministas y comunitarios, nosotras estamos aquí», refiere Martínez Pérez a este medio.

Aunque cuentan con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), hasta ahora operan con recursos propios, «muchas veces provenientes de otros trabajos», explica Nidia Bustillos, de Bolivia, en representación de Notimia- Región Sur.

Su objetivo, apuntan, es fortalecer los procesos de comunicación en pueblos originarios de América Latina, contar sus historias desde sus propios contextos. «¿Cuántas mujeres indígenas o afrodescendientes conocemos en los medios?», plantea Martínez. De inmediato, lanza un dato para que la audiencia infiera la respuesta: una de cada cinco comunicadores es mujer.

Tras la apertura de la agencia, el proyecto se enfocará en fortalecerla, así como en la creación de una red de formación de comunicadoras en los pueblos originarios. En este sentido, Paloma Villareal, de ONU Mujeres, destaca que Notimia ha logrado profesionalizar en la comunicación a indígenas y afrodescendientes.

«No somos una agencia masiva de noticias, somos una agencia de noticias de mujeres indígenas y afrodescendientes, que quiere contar, decir, pero desde su realidad, preocupaciones y sentimientos, desde nuestra visión hacer visibles cosas que hemos normalizado», puntualiza Martínez.

RT/ COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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2) ÁFRICA: FATIMATA MBAYE, UNA VIDA DE LUCHA POR LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD

Fatimata Mbaye (1957-) es una activista mauritana por los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Nacida en una sociedad muy tradicional, su historia es marcada por la injusticia y la violencia contra las cuales se empeñó en luchar, lo que la convierte en un símbolo de esperanza para su país.

A los doce años, sus padres la casaron a la fuerza a un hombre de 45 años a causa de un acuerdo familiar entre primos realizado antes de que naciera. De ese matrimonio forzado, nacieron tres hijos. Dio a luz a su primera hija Salimata a los catorce años, a su segundo hijo Baba a los dieciséis y a su tercer hijo Tidjan a los dieciocho.

Sin embargo, Fatimata Mbaye nunca se dio por vencida. Se escapó varias veces y consiguió que su esposo le permitiera estudiar. Sus estudios la salvaron la vida ya que, a los dieciocho años, obtiene su bachillerato y su divorcio el mismo día. Esta doble victoria le dio la fuerza de superar los estereotipos y prejuicios de una sociedad machista. Por ende, tras una carrera de derecho, se convirtió en la primera mujer abogada de Mauritania.

La voz de los sin voz y sin derechos

Para entender el combate de Fatimata Mbaye, hace falta adentrarse en la historia de su país.

A caballo entre África subsahariana y el Magreb, la sociedad mauritana siempre ha sido atravesada por divisiones y rivalidades étnicas. Dos amplios grupos étnicos conforman la diversidad cultural de Mauritania: arabo-bereberes, beydán , y negroafricanos sahelianos, sudán. Desde su independencia en 1960, los sucesivos gobiernos dominados por una élite minoritaria arabo-bereber han perpetrado discriminaciones en contra de las etnias negras (los peúles, soninkés, wólof, bambara, tukulor, haratines) que constituyen el 70% de la población. Este racismo institucional culminó en 1989 cuando unos 70 000 negromauritanos fueron expulsados a Senegal y Mali por el gobierno del entonces presidente Ould Taya.

Esta opresión racial se manifiesta también por la práctica de la esclavitud tradicional que sigue persistiendo en Mauritania. Aunque la esclavitud fue oficialmente abolida en 1981, según la ONG local SOS Esclavos alrededor del 18% de la población aún vive en condiciones de esclavitud. Esta práctica ancestral que data del siglo trece afecta principalmente a los haratines (moros negros). Se traduce de tres maneras distintas: la esclavitud doméstica, sexual, agrícola. La primera somete a familias enteras bajo la autoridad de un amo por el que trabajan desde su nacimiento hasta su muerte sin salario, sin derechos, sin cuidados. El amo puede decidir de la vida o muerte de su esclavo, de venderlo o cambiarlo.

Si bien una ley en 2015 reconoció la esclavitud como un crimen de lesa humanidad, en realidad los activistas antirracistas y antiesclavistas sufren una constante represión por parte de las autoridades. En su informe sobre Mauritania de marzo 2018, Amnistía Internacional denuncia un incremento de la represión en contra de dichos activistas. “Los que defienden estas causas se enfrentan a detenciones arbitrarias, campañas de desprestigio, tortura, reclusión en prisiones remotas y la prohibición sistemática de sus reuniones”, asevera François Patuel, investigador de la organización experto en el país africano. Una situación escandalosa que el presidente actual Mohamed Ould Abdel Aziz sigue negando públicamente.

Fatimata Mbaye, desde su juventud, se ha comprometido en la defensa de los derechos de los negromauritanos. En 1986, contribuyó a la publicación del Manifiesto del Negro-Mauritano oprimido, lo que la condujo a la cárcel con otros intelectuales negros. Volvió a prisión otras dos veces en 1991 y 1998 por su compromiso a favor de los derechos humanos. Víctima de tortura y testigo de abusos y maltratos en la cárcel, su arresto solo acabó reforzando sus valores y convicciones. Por lo tanto, en 1999, logró ser la primera mujer africana en recibir el Premio internacional de derechos humanos de Núremberg. En junio de 2012 fue galardonada con el premio estadounidense “Trafficking in Persons Report” que recompensa a las personas luchando contra el tráfico de seres humanos. Actualmente, es también presidenta de la Asociación Mauritana de Derechos Humanos (AMDH).

Así mismo, Fatimata Mbaye condena todas las formas de discriminación y opresión contra las mujeres; desde las mutilaciones genitales femeninas hasta la violación conyugal, pasando por el matrimonio forzado y precoz. En 2016, la activista mauritana gana el premio de la mujer Goralska en homenaje a una “mujer excepcional”. Cabe destacar que el 54% de las niñas menores de 14 años en Mauritania han sido sometidas a la práctica de la mutilación genital femenina, según UNICEF. Este drama humano subraya el peso de las costumbres y tradiciones que aún prevalecen sobre la ley.

La impresionante trayectoria de Fatimata Mbaye nos recuerda que los derechos humanos de los que gozamos hoy como mujeres y/o personas negras son el fruto de siglos de lucha por la libertad, la igualdad y la dignidad humana. Es nuestro deber hacer que estos héroes y heroínas no sean olvidados de la historia con el fin de rendir homenaje al increíble legado que nos dejaron.

Afroféminas / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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3) ARGENTINA: PROYECTO PARA DECLARAR LA EMERGENCIA NACIONAL EN VIOLENCIA DE GÉNERO

Con más de 70 mil firmas, presentaron el proyecto para declarar la Emergencia Nacional en Violencia de Género

Mujeres pertenecientes al espacio Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) presentaron el pasado 3 de abril, en el Congreso de la Nación, un proyecto de Ley para declarar la emergencia nacional en violencia de género.

El pedido de Emergencia Nacional en Violencia de Género es acompañado por más de 70.000 firmas de todo el país. Está principalmente dirigido a fortalecer el Instituto Nacional de la Mujer (INAM) mediante un aumento presupuestario. Además, otro de los puntos del proyecto propone destinar el 10 % del Presupuesto de cada Ministerio a políticas hacia la igualdad de oportunidades y derechos.

Las últimas estadísticas y el ínfimo presupuesto destinado a esta problemática, impulsaron la elaboración de un proyecto de ley que de manera urgente aborde la situación.
En diálogo con Radio La Mosquitera de Guaymallén, Mendoza, Belén Bobba, representante de MuMaLá, afirmó: “Es un pedido de emergencia nacional. Nosotras presentamos los números del observatorio Mumalá que son datos sobre la cantidad de femicidios que hubo hasta el 31 de marzo de 2019. Contabilizamos 72 femicidios, es decir, una muerte de mujer cada 30 hs. Nos preocupan esos números y por eso pedimos al gobierno nacional más presupuesto para el abordaje de la violencias de género”.
Bobba explicó que desde el 2015 se encuentran “registrando femicidios porque no hay registros oficiales” y agregó que “es necesario que desde el Estado haya un registro real de esto, más comprometido y con perspectiva de género”.

Por su parte, en declaraciones a FM Resistencia, Danisa Prieta, coordinadora de MuMaLá La Plata detalló: “Se destinó $11,36 por mujer para este año, cuando pensamos qué podemos comprar con $ 11,36 parece un chiste, lamentablemente. Hay una decisión política de poner el presupuesto en otros sectores de poder, lo vemos en el vaciamiento de la salud, de la educación, en todos los sectores públicos y las más afectadas son las clases populares”.
Según el informe de la organización, los datos que arroja el Registro Nacional de Femicidios del Observatorio MuMaLá Mujeres, Disidencias, Derechos, en los tres primeros meses de 2019 se registraron 72 femicidios en 90 días, es decir, 1 femicidio cada 30 hs. El 14% de mujeres víctimas de femicidio había denunciado a su agresor previamente.

Escuchar audios en: agencia.farco.org.ar/noticias/con-mas-de-70-mil-firmas-presentaron-el-proyecto-de-ley-para-declarar-la-emergencia-nacional-en-violencia-de-genero/ COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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4) ECUADOR: LIBRO ANALIZA REPRESENTACIÓN DE LA MUJER EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Ocho son los estereotipos con los que más se relaciona a las mujeres en los medios de comunicación en el Ecuador.

Esta es la conclusión del estudio “Discriminación, representación y tratamiento adecuado de la información sobre las mujeres en los medios de comunicación”, presentado por el Consejo de Regulación, Desarrollo y Promoción de la Información y Comunicación (Cordicom) el pasado 20 de marzo, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), en Quito.

La mujer que solo sobresale por su belleza; la objeto; la mala y lujuriosa; y la que detenta poca capacidad intelectual son algunas de las representaciones más usuales.
A estas se suman la del ama de casa; la pasiva, romántica e inmadura; la madura, conservadora y amargada, y la débil, mártir y víctima.

Así, la principal característica de estos imaginarios es su connotación “sexista” y “heteronormada”, al contraponerse a los valores usualmente atribuidos a la masculinidad, como “fuerza, racionalidad, vigor, actividad, sensatez”, señala el documento.

Para el análisis, fueron tomados en cuenta tanto los distintos formatos publicitarios (periódicos, revistas, televisión), como los diferentes géneros televisivos y de prensa escrita (crónica Roja, reality show, comedias de situación, y contenidos informativos y de opinión).

Igualmente, hay dos capítulos especialmente dedicados a examinar los imaginarios con los que se asocia a las trabajadoras del hogar y a la mujer indígena.

Para la académica ecuatoriana Jenny Pontón –cuyas investigaciones sirvieron de base para el estudio y quien presentó el libro – los resultados arrojan una grave problemática: si bien los medios de comunicación no originan los estereotipos, sí contribuyen a perpetuarlos, reforzando la discriminación hacia la mujer.

Insiste en que estos más bien deberían trabajar para mitigar la situación, mostrando a la mujer desde una perspectiva más diversa y en situaciones de poder.

Una mayor difusión de contenidos “con un enfoque de género y de protección de los derechos humanos” también es respaldada por el estudio.

Pese al panorama, Pontón considera que la representación de la mujer en los medios ha conocido algunos avances en los últimos años. Cita como ejemplo a la revista Vistazo, que, desde el 2013, ya no exhibe mujeres con poca ropa en su portada.

Sin embargo, enfatizó que es necesario también investigar las percepciones de las audiencias en relación a estas representaciones.

El informe, además de presentar los estereotipos más usuales, también busca explicar su origen y el contexto de relaciones de poder en el que se enmarcan.

Por esta razón, incluye un resumen de la situación de subordinación que ha vivido la mujer ecuatoriana a lo largo de la historia -desde la época prehispánica hasta la actualidad-, así como un análisis de las diversas formas de violencia que esta vive cotidianamente.

Asimismo, se muestran estadísticas del espacio que la mujer ocupa actualmente dentro de los medios de comunicación.

Al respecto, a nivel nacional, las cifras revelan que 60,6% de las mujeres ecuatorianas experimentaron algún tipo de violencia de género, de tipo física, psicológica, sexual o patrimonial, en los últimos años.

De igual forma, pese a que el 55% de los estudiantes de pregrado y 46% de los de posgrado de Comunicación Social son mujeres, apenas 30% trabaja en la industria y 29,02% ocupa algún cargo en la gerencia de los medios.

Finalmente, la investigación ofrece varias recomendaciones para el desarrollo de una publicidad y una comunicación no discriminatorias por razones de género, además de un recopilatorio de los instrumentos de protección y de las normativas que precautelan los derechos de la mujer en el Ecuador.

Durante la presentación de la investigación, Galo Cevallos, presidente del Cordicom, explicó que el texto también busca ser un instrumento para la generación de políticas públicas a favor de una mayor situación de igualdad.

El evento también contó con la presencia de César Carrión, decano de la Facultad de Comunicación de la PUCE.

Medio a Medio / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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5) EUSKADI: NO ESTAMOS TODAS, FALTAN LAS INTERNAS

Euskadi, como España, está resolviendo su particular crisis de los cuidados importando mano de obra femenina y pobre, fundamentalmente de países históricamente expoliados

No sé su nombre. Me dice que tiene 31 años. Es de Nicaragua. Dedica al trabajo 22 horas al día y cobra poco más de 600 euros. Trabaja en Donostia como empleada de hogar interna en una casa del acaudalado barrio de Miraconcha. Me cuentan que está embarazada. Según lo hacen, intuyo su despido. Al día siguiente mis peores augurios se confirman. Sus empleadores le dicen que en abril tendrá que irse. No hay despido porque no hay contrato. Por lo mismo, tampoco indemnización. Aunque lo tuviera no podría cobrar el subsidio de desempleo. La han echado, pero si no la hubieran despedido y hubiera tenido un contrato, nunca podría haber pedido ninguna excedencia ni reducción de jornada por cuidado. Así lo quiso el Parlamento de Gasteiz en 2017 con los votos del PNV, PSE y PP.

No sé tampoco por qué está embarazada. Quizá forma parte de ese 24 % de empleadas de hogar cuyo trabajo incluye la realización de algún trabajo sexual para el hombre al que cuida, para sus hijos o para sus yernos si los tuviera. A estos efectos, el cuidado podría incluir el sexo para calmar la ansiedad o contener la agresividad. Así nos lo contaba el estudio ‘Acoso sexual y mujeres migradas’ realizado por la consultoría Sortzen, en 2014.

No tiene muchas opciones porque ni siguiera puede solicitar la autorización por residencia. Lleva más de tres años empadronada en el piso que comparte los fines de semana con otras mujeres y podría hacerlo por “arraigo social”. Pero nunca ha tenido un contrato laboral de un año con un salario no inferior al Salario Mínimo Interprofesional. No son los 70, no estamos en México DF y no es la película “Roma” de Alfonso Cuarón. Es la Euskadi de 2019.

Se llama Martina y es mi madre. Tiene 63 años. Es extremeña. Lleva toda su vida en Euskadi. Trabaja como empleada de hogar externa por horas en varias casas. Nunca ha conocido las vacaciones retribuidas ni las pagas extras formales. Tras cotizar durante 25 años cobrará unos 500 euros de pensión. La mitad de la pensión media. Ninguna de las dos se conoce, pero mi madre reconoce en la mujer de Nicaragua la vulnerabilidad y la precariedad que ella sufrió en sus inicios.

Podría argumentarse que esta muestra tan pequeña, de apenas dos mujeres, no es representativa de las condiciones laborales del sector, ni tampoco del perfil y de las condiciones de vida de las personas que se emplean en el hogar. Pero si hacemos caso de las estadísticas vascas oficiales, representa a la mayoría. Más del 90 % de las empleadas de hogar son mujeres. Más de la mitad son inmigrantes y de estas el 75 % son latinoamericanas. Aproximadamente el 25 % trabajan sin contrato y la inmensa mayoría lo hace como interna. Es decir, en un régimen que las somete a tales condiciones de servidumbre y discrecionalidad, que cada vez se oye con más fuerza, por fortuna, la exigencia de prohibir legalmente su existencia. El 20 % tiene dificultades para cubrir sus necesidades básicas y el 22 % percibe la Renta de Garantía de Ingresos. O sea, que son trabajadoras precarizadas y pobres mientras están empleadas y cuando dejan de estarlo.

El empleo doméstico comienza a adquirir mayor peso en Euskadi, al tiempo que se va produciendo una nueva configuración de los cuidados caracterizada por seguir un fuerte proceso de mercantilización
Un panorama alarmante que aún lo es más cuando una se entera de que casi el 10 % de todas las mujeres empleadas en Euskadi, más de 30.000, son empleadas de hogar. De hecho, si fuera un estado, se encontraría a la cabeza de los estados europeos en los que un mayor porcentaje de población femenina trabaja en el empleo doméstico. Apenas se colocaría por delante de España, Chipre, Italia y Portugal. Su importancia en la última década no ha dejado de crecer a pesar de la crisis financiera del 2008. Lo ha hecho al mismo ritmo que aumentaba vertiginosamente el envejecimiento de la población y la resistencia de las mujeres autóctonas a salir del mercado laboral y retornar al hogar. Pero también y, sobre todo, está íntimamente vinculado con la destrucción de empleo y el encarecimiento de los servicios de ayuda a domicilio y centros residenciales. También con la extensión del recurso a las prestaciones económicas de atención a la dependencia. Dicho de otra manera, el empleo doméstico comienza a adquirir mayor peso en Euskadi, al tiempo que se va produciendo una nueva configuración de los cuidados caracterizada por seguir un fuerte proceso de mercantilización. Da casi la risa floja la comparativa con Noruega, por ejemplo. Si allí por cada empleo en el sector doméstico hay 176 personas empleadas en los servicios sociales formales, en Euskadi la ratio es de 0,7 empleos en los segundos por cada persona empleada de hogar.

Euskadi, como España, está resolviendo su particular crisis de los cuidados importando mano de obra femenina y pobre, fundamentalmente de países históricamente expoliados, asegurándose una oferta flexible y barata. La estrategia institucional vasca ni pasa por una redistribución de los trabajos reproductivos entre mujeres y hombres, ni por una ampliación y mejora de la protección social de carácter universal que garantice el derecho al cuidado para el conjunto de la población.

El patriarcado se atrinchera en los hogares enmascarado en un supuesto mayor igualitarismo dentro de la pareja y en unas instituciones vascas que fortalecen el impulso de formas privadas e individuales de resolver la reproducción social en condiciones infames para el 10% de la población femenina. Ciertamente, la nueva configuración ha logrado acelerar el proceso de sacar los cuidados de los hogares vascos al reemplazar el trabajo gratuito de las mujeres del entorno familiar por mujeres inmigrantes. Pero lo ha hecho a costa de aumentar las desigualdades entre mujeres y tensionar la alianza entre ellas. Lo apuntaba agudamente Silvia Federici cuando identificaba que las mujeres empleadas en otros sectores de actividad, que están peleando por su autonomía económica en un contexto en el que reciben un menor salario que los hombres, les interesa pagar poco por el empleo doméstico.

La también teórica Nancy Fraser señalaba recientemente que la nueva ola feminista gira en torno a la lucha por redefinir las fronteras entre la producción de beneficios y la “producción de hacer personas”, pero avisaba que aún queda mucha tarea para clarificar qué feminismo queremos y para quién. Hoy quienes están definiendo desde el conflicto a qué no puede renunciar el feminismo son las cuidadoras profesionales en huelga y las empleadas de hogar organizadas.

Revisando el Anteproyecto de Ley que modifica la Ley 4/2005 para la Igualdad de Mujeres y Hombres presentado por Emakunde hace unas semanas, veo que su propuesta quiere hacerse “desde un planteamiento transformador y sensible a las nuevas demandas, retos y necesidades”. Sin embargo, en su propuesta no hay oído para eso que gritábamos el 8M “no estamos todas, faltan las internas” o eso de “la vida en el centro”. A pesar de que Ortuzar tras el 8M pasado advirtió: “Tenemos que hacer autocrítica en materia de igualdad y hacer de este asunto un objetivo porque será un punto clave en la agenda política”.

Su propuesta, que pretende ser la cristalización de un nuevo Pacto de País por la Igualdad y contra la violencia machista, sigue apostando por unas políticas donde la igualdad solo se entiende de clase, además de tener una profunda raíz etnocéntrica. O dicho más sintéticamente: para el 1%. Ni son para la mujer nicaragüense embarazada despedida ni son para mi madre. Desearía decir que en la medida que se trata de un Anteproyecto de Ley aún hay tiempo de enmienda. Pero me temo que garantizar el derecho al cuidado en condiciones válidas para todas las personas no está en la agenda vasca que el PNV quiere negociar con el gobierno español que salga de las urnas en abril. Esa con la que nos dicen que es una garantía de resistencia frente a un estado fallido amenazado por la extrema derecha. Más bien creo que el sesgo clasista y etnocentrado de sus políticas pueden ser la verdadera pista de aterrizaje de lo que más tememos.

Laura Gómez / EldiarioNorte.es / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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6) MÈXICO: DENUNCIAS EN REDES SOCIALES, HERRAMIENTA ANTE LA FALTA DE MECANISMOS EFICACES PARA LAS MUJERES

Las denuncias por violencia contra las mujeres presentadas a través de las redes sociales son una herramienta ante la ineficacia de los mecanismos formales de denuncia, que suelen revictimizar, señalar o ignorar a las víctimas, destacaron activistas y abogadas durante la presentación de la “Guía contra la violencia de género en ministerios públicos”.

Adriana Greaves, integrante de la asociación de litigio penal Tojil, indicó que a pesar de que las denuncias por violencia de género deberían presentarse ante las autoridades, no todas las mujeres cuentan con las herramientas para ello y no existen espacios seguros y eficientes para atender las quejas.

Las autoras de la Guía agregaron que entre los factores por los que las mujeres no continúan con las denuncias de sus agresores es porque temen represalias contra ellas o sus hijos, sienten vergüenza de admitir que son agredidas o no saben cómo ni dónde presentar una denuncia.

Durante la presentación, destacaron que el gobierno tiene la obligación de brindar a las mujeres opciones efectivas para presentar sus quejas y la garantía de que serán debidamente investigadas. Sin embargo, lamentaron que las autoridades mantuvieran una postura incierta con respecto a los fondos para los refugios de mujeres víctimas de violencia, que son de los pocos espacios donde pueden ser acogidas tras denunciar o separarse de sus agresores.

En las últimas semanas, el movimiento #MeToo en México ha permitido a cientos de mujeres denunciar a través de las redes sociales, especialmente Twitter, a músicos, académicos, escritores, entre otros, que han cometido violencia de género contra ellas o sus compañeras.

Desinformémonos / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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7) NICARAGUA: “MIENTRAS ORTEGA ESTÉ EN EL PODER NADIE ESTARÁ SEGURO”

Feministas Nicaragüenses desde el exilio: “Mientras Ortega esté en el poder nadie estará seguro”

En Managua, Matagalpa, León, y diferentes ciudades del país, la protesta cívica ha contado con participación de las mujeres. Entre ellas destacan las feministas que, desde hace más de diez años, han mantenido una posición crítica sobre el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Claudia Tenorio e Imara Zamora son dos líderes feministas que se sumaron a las manifestaciones contra la represión y hoy están exiliadas en Costa Rica.

“Ya nosotras como activistas conocíamos la situación y la problemática de Nicaragua, y sabíamos que esto iba a pasar, o quizás ya lo presentíamos”, afirma Claudia Tenorio, socióloga, ambientalista y feminista.

Imara Zamora, originaria de Managua, explica que se unió a las manifestaciones en abril, durante los primeros días de las protestas: “Todo se volvió más violento con la primera muerte y dije: ‘Tengo que salir a la calle a gritar por los que no pueden’”.

Ellas fueron parte de la ciudadanía que hace casi un año se levantó en protesta. Primero por la negligencia del Estado en el incendio de la Reserva Indio Maíz, y luego, por las reformas a la Seguridad Social y la represión desatada por el Gobierno.

Desde las trincheras

“Yo apoyé con las brigadas médicas. Tengo conocimiento en primeros auxilios, viendo que nos estaban cerrando los hospitales de Matagalpa, agrediendo, entonces me sentí comprometida en ese sentido. Tenía que ayudar a mi pueblo, tenía que ayudar a los muchachos y me quedé allí, ayudándoles, apoyando en todo… y me quedé en las trincheras también, pasaba día y noche en las trincheras”, cuenta Tenorio.

En Managua, Zamora apoyó llevando ayuda humanitaria a la Catedral de Managua, a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN- Managua), pero debido a que la represión se intensificaba y el nivel de peligro aumentaba, su familia decidió que se mudara a Costa Rica.

Exilio, la única opción

En San José son refugiadas. El exilio fue su única opción para escapar de las represalias, por su participación en la rebelión cívica, entre ellas las constantes amenazas. A Tenorio la amenazaron desde las primeras protestas por la negligencia oficial en el incendio de Indio Maíz. “Nos acosaban por las redes, por llamada. En mi barrio llegaban los motorizados a acechar mi casa, llegaban a apedrearla”, recuerda.

Lo más duro en el exilio ha sido alejarse de sus familias y empezar una vida en un país nuevo, sin ningún apoyo económico.

“Entramos sin nada, mejor dicho, no conocía a nadie… era una incertidumbre. Cuando entramos, una familia nos acogió, nos llevó a su casa y nos tuvo allí unos días. Después nos quedamos sin nada, teníamos que dormir en la calle, en la intemperie. Sin embargo, alguien me consiguió trabajo de limpiar piso, limpiar casas y bueno, con mucha dignidad, con mucho orgullo, lo hice”, recuerda Tenorio.

“He dejado a mi familia, a mis amigos y pues, es doloroso porque la verdad los extraño”, dice entre lágrimas Zamora.

En Costa Rica, denuncian que existe asedio y persecución por parte de enviados del Gobierno.

“Todavía aquí sigo siendo amenazada, perseguida. De hecho, aquí identifiqué a un paramilitar y a esa persona la denuncié. Lo digo, no tengo miedo. Sé que al denunciar mi vida estaba más expuesta al peligro, pero yo fui testigo directo de ver esa persona cómo llegó a acecharnos, cómo llegó a dispararnos, cómo nos agredió (en Nicaragua) y yo lo miré directamente, entonces al verlo acá y reconocerlo no podía quedarme callada”, comparte Tenorio.

El daño que sufren también es psicológico, es grande y provoca consecuencias imborrables. Tenorio sufrió un aborto producto de su estado emocional.

“Hace poco estaba embarazada y una semana después de darme cuenta que lo estaba, me entraron muchas emociones y comencé a cuidarme, comencé a amarlo con mucha ilusión, pero el 25 de febrero recibí una llamada del chofer del alcalde de Matagalpa, amenazándome, que viene directamente a este país a matarme, a meterme un tiro en la cabeza, que me iba a hacer picadillo, me iba a hacer zanganadas, atrocidades me dijo… En ese momento lo escucho, me da mucho coraje, mucha impotencia, me da miedo también, porque soy ser humano y me da mucha tristeza y comienzo a sentir un fuerte dolor de cabeza, escalofríos, náuseas, mareos y sentí que la presión se me bajó y de repente sentí el sangrado fuerte… realmente, mataron a mi bebé”, relata.

“No solo me han lastimado, me han hecho daño a mí, sino también mataron a mi hijo, porque si no hubiera sido por esa llamada, hoy mi bebé estuviera en mi vientre todavía, y sé que no solo yo lo he vivido, lo hemos vivido muchas mujeres en este país, lo han vivido nuestras hermanas presas políticas… la tortura psicológica, la persecución psicológica que nos han hecho es horrible”, reflexiona Tenorio.

Una articulación feminista en el exilio

Sus vivencias personales las llevaron a empezar una iniciativa para ayudar a otras mujeres en este país, la Articulación Feminista en el Exilio (AFEX). “Nuestro objetivo, nuestra visión, nuestra misión, es apoyar a las mujeres exiliadas, apoyar lo que se pueda, poner una Casa de la Mujer y poner proyectos autosustentables, darle trabajo a estas mujeres que están sufriendo xenofobia, están sufriendo maltrato”, explica Zamora.

Al igual que muchos refugiados, regresar a Nicaragua es su anhelo. “Yo quisiera, si me decís que mañana ya Nicaragua está bien, yo me voy mañana mismo. Extraño mi país, extraño mi familia, mis amigos, esto es lo más duro que he vivido. Y vos sabes, uno tenía sus metas, su propósito, su vida y uno la dejó en Nicaragua”, comenta una de ellas.

El precio por ejercer su derecho a la protesta ha sido alto, pero Tenorio no se arrepiente. “Es algo que volvería a hacer, si me tocara hacerlo, porque lo hago por mi Nicaragua, por mi vida, por mi familia. Si estas son las consecuencias que nos han tocado solo por levantar nuestra bandera, por defender el color azul y blanco, por alzar nuestras voces, por defender nuestros derechos, porque como ambientalista, como feminista independiente, como profesional, como persona, como mujer era mi deber. No podía quedarme de brazos cruzados viendo tanta injusticia, tanta matanza y tanta persecución contra nosotros”, afirma.

Ese retorno, sin embargo, aún no tiene fecha. “Mientras esté Daniel Ortega en el poder, ningún ciudadano ni ciudadana va a estar segura”, concluyen.

Medio a Medio / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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8) URUGUAY: TRANSGRESORAS: MUJERES A AMBOS LADOS DEL OCÉANO

La muestra “Transgresoras: mujeres a ambos lados del océano” se inaugura el 10 de abril. Propone un recorrido por la trayectoria de 16 notables mujeres, pioneras y transgresoras en algún campo social o artístico.

La muestra «Transgresoras: mujeres a ambos lados del océano» se inaugurará el próximo 10 de abril a las 19 horas en la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (Bulevar Artigas 1532). La muestra propone un recorrido por la trayectoria de 16 notables mujeres, ocho españolas y ocho uruguayas, nacidas a fines del siglo XIX y principios del XX, pioneras y transgresoras en algún campo social o artístico.

Las protagonistas uruguayas son: Paulina Luisi, Alba Roballo, Julia Arévalo, María Collazo, Enriqueta Compte y Riqué, María Eugenia Vaz Ferreira, Petrona Viera y Amalia Polleri. Y las españolas: Carme Karr, Clara Campoamor, Victoria Kent, Aurora Bertrana, Federica Montseny, Francesca Bonnemaison, Rosa María Arquimbau y Natividad Yarza.

Además habrá una mesa de diálogo con la historiadora Graciela Sapriza (Udelar) y Josep Lluís Martín Berbois, historiador del Memorial Democrático de Catalunya, quienes estuvieron a cargo de la investigación y de la muestra.

La actividad es organizada por la Fundación Zelmar Michelini (FZM) y se enmarca en la conmemoración de sus 10 años de acción en pro de la memoria colectiva, rescate de los Sitios de Memoria y la promoción de derechos humanos, la democracia y la paz.
La muestra en Montevideo es una acción conjunta con el Museo de la Memoria de Montevideo y el Memorial Democrático de Catalunya. Cuenta, además, con el apoyo de la Universidad de la República, el Ministerio de Educación y Cultura y la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo.

Montevideo Portal / COMCOSUR MUJER Nº 596 – 08/04/2019
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” Luis Pérez Aguirre
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