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CINCO ARGUMENTOS A FAVOR DEL DECRECIMIENTO

1) Cinco argumentos a favor del decrecimiento –
2) Problemas de la política económica progresista –
3) Putin adopta la lógica perversa de Netanyahu –
4) Soja, un fruto exótico de la Amazonia brasileña –
5) Serpaj pide que documentación del grupo por Verdad y Justicia esté a disposición de investigaciones.

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 749 / Lunes 14 de Diciembre de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares

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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) Cinco argumentos a favor del decrecimiento
Giorgos Kallis (Uneven Earth)

El decrecimiento es un “concepto misil” que abre el debate silenciado debido al irrefutable consenso que existe en torno al desarrollo sostenible.

El desarrollo sostenible y su reencarnación más reciente, el crecimiento verde, prometen la imposible hazaña de continuar el crecimiento económico sin dañar el medioambiente. Los defensores del decrecimiento, a diferencia, no pretenden apostar por un desarrollo mejor ni más verde, sino idear y aplicar una visión alternativa al desarrollo moderno basada en el límite al crecimiento.

El decrecimiento hace vacilar la mirada de sentido común que ve al crecimiento como algo bueno. Como decía la autora estadounidense de ciencia ficción, Úrsula K. le Guin, se trata de “obstaculizar con un cerdo la vía del tren que nos lleva a un futuro de una única dirección, el crecimiento.” O, dicho de otra forma, el decrecimiento es un “concepto misil” que abre el debate silenciado debido al irrefutable consenso que existe en torno al desarrollo sostenible.

1. El decrecimiento es subversivo
La primera crítica común contra el decrecimiento es que este representa un punto de vista pesimista y limitado –más una pesadilla que un sueño–. Pero esto depende de la perspectiva personal. Para los 3 500 participantes que asistieron a la última conferencia sobre el decrecimiento, el crecimiento es una pesadilla, el decrecimiento, un sueño. El crecimiento tiene más coste social que beneficios, como documentó Herman Daly, y es actualmente anti-económico. Nos acerca al desastre climático como muestran Kevin Anderson y Naomi Klein. Siendo así, ¿por qué tendríamos que proteger las ideas de crecimiento como si se tratara de una visión optimista?

Principalmente por dos razones. La primera que el decrecimiento asusta a mucha gente que aún cree que el crecimiento es beneficioso. La segunda porque el decrecimiento es políticamente ‘imposible’. Muchos dicen que no se puede hablar de decrecimiento en medio de una crisis.

Si nuestro papel como científicos y educadores fuera complacer a la opinión pública y satisfacer a aquellos que están en el poder, la tierra seguiría siendo plana. El decrecimiento, tal y como lo plantea Serge Latouche, es una afirmación secular contra el dios del Crecimiento. El crecimiento ha sustituido a la religión en las sociedades modernas, dando así sentido a todos los esfuerzos colectivos. El decrecimiento está pensado para ser subversivo. El decrecimiento modifica la percepción de lo bueno y la percepción de lo malo. En un principio, puede que el término “decrecimiento” no suene bien en una u otra lengua. Entonces, el objetivo es hacer que suene bien. A juzgar por un artículo reciente en The Guardian, que sostiene que el decrecimiento es una “palabra preciosa”, los defensores del decrecimiento lo están consiguiendo.

El decrecimiento no es un objetivo final. La “economía solidaria”, los “bienes comunales” o la “convivencialidad” son visiones optimistas impulsadas por la comunidad defensora del decrecimiento. Aun así, si este futuro llega, vendrá acompañado de una reducción drástica en la extracción de materiales y energía, junto con una “forma de vida” que se simplificará de forma radical. El obstáculo principal en el camino hacia una Gran Transición de este tipo es la obsesión por el crecimiento. Vencer el miedo al decrecimiento y revertir la aprensión a vivir con menos en alegría, es un primer paso.

2. Menos de lo malo + más de lo bueno = Decrecimiento
La segunda crítica contra el decrecimiento afirma que lo malo no es el crecimiento en sí, sino el mal crecimiento económico actual. El cuidado medioambiental, las energías renovables y los alimentos orgánicos necesitarán crecer en una Gran Transición; “necesitamos menos de lo ‘malo’… y más de lo ‘bueno’, como argumentó cierto comentarista.

¿Y quién no estaría de acuerdo? Los problemas empiezan cuando lo que nosotros vemos como bueno, otros lo ven como malo. El liberalismo, agrupado en nociones generalmente aceptadas como la “sostenibilidad”, aboga por una neutralidad apolítica cuando se trata de intereses conflictivos. Por el contrario, el decrecimiento apuesta por una parcialidad transparente. Aquello que normalmente se considera “Crecimiento” (autopistas, puentes, ejércitos, presas) es malo para “nosotros” los defensores del decrecimiento. Por lo contrario, algunas realidades que se consideran anacronismos en el escalafón del progreso (instituciones comunales, comida local fresca, pequeñas cooperativas, o molinos de viento), son buenas. Quizá decrecimiento es un término imperfecto para denominar este fenómeno. Aun así, es mejor que términos neutrales como “sostenibilidad” o “transición” sin más detalle de las implicaciones a futuro.

Otro problema con este argumento es que “lo bueno” se calcula en términos de crecimiento. Un 2 % anual duplica “algo bueno” cada 35 años. Si Egipto empezase a contar sus bienes con un metro cuadrado, y los multiplicara cada año hasta un 4,5 %, para finales del año 3000, su población necesitaría 2,5 mil millones de sistemas solares para guardar sus trastos. El crecimiento perpetuo, incluido el de comida orgánica, es absurdo. Ya es hora de dejar atrás la idea de expansión perpetua y el término crecimiento. Debemos centrarnos en cosas beneficiosas que florezcan en una cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades básicas de las personas.

También tengo mis dudas en cuanto a que una transición hacia una economía de “cosas beneficiosas” pudiera soportar el crecimiento económico de PIB. Paul Krugman recientemente ha sugerido que si este fuera el caso, esto implicaría que una escisión absoluta, donde el crecimiento de la actividad económica continúa y el uso de recursos se reduce, sería posible. Sin embargo, déjenme nombrar tres razones por las que esto es poco probable.

En primer lugar, una economía renovable produciría menos exceso de energía (tasa de retorno energético) que la economía del petróleo. Una economía con un nivel de superávit menor tendría más intensidad de trabajo y sería por lo tanto más pequeña.

En segundo lugar, en teoría, podría parecer que lograr incrementar el PIB en las energías renovables, educación y salud, y reducirlo en asuntos militares, haría crecer el PIB y reducir el consumo de recursos. Esto se llama la desmaterialización de la economía hacia la dirección de una economía inmaterial. Pero esto es una fantasía. Los paneles solares, los hospitales, los laboratorios universitarios, entre otros, no son inmateriales, sino más bien productos finales en cadenas largas que utilizan material intermedio y primario, y que utilizan la energía y los recursos intensamente. Aun arriesgándome a llevar mi ejemplo demasiado lejos, el emblemático servicio de salud nacional británico fue subvencionado por el petróleo que está protegido con armas en todo Oriente Medio.

En tercer lugar, la transición de lo que llamamos una economía de todoterrenos, que explota las fuentes intensivamente, a una economía sin peso, de coches eléctricos o de libros electrónicos, reduciría la producción pero sólo momentáneamente. Una vez se complete la transición, un mayor crecimiento de la economía de coches eléctricos y libros electrónicos, por muy pocos recursos que se utilicen, seguirá aumentando la producción.

Por supuesto que todo esto es muy complicado. En teoría, no podemos descartar la posibilidad de un crecimiento verde y desmaterializado, especialmente si redefinimos qué entendemos como crecimiento. Me gustaría ser aún más incrédulo: estoy de acuerdo en que simplemente deberíamos ignorar el PIB y hacer más de lo bueno, independientemente del efecto que esto pudiera tener en el crecimiento.

El problema, sin embargo, es que el sistema actual no es incrédulo. Sin el crecimiento del PIB, el sistema colapsa (véase Grecia). Los intereses establecidos que controlan el sistema no tienen ninguna voluntad de dejar caer el PIB (véase la reacción ante la regulación del clima por parte de los lobistas y los foros conservadores, como el club del crecimiento en EE UU). Ser incrédulo no es una opción.

En otras palabras, no podemos permitirnos ser incrédulos en un sistema que depende del crecimiento del PIB: tenemos que actuar para cambiar los fundamentos del sistema, de modo que no dependa más del crecimiento del PIB. Necesitamos más instituciones para hacer sostenible y socialmente estable el inevitable decrecimiento.

3. Superar el PIB equivale a superar el crecimiento
La tercera crítica al decrecimiento es que el problema no es el crecimiento sino el PIB. Si pudiéramos medir solo los bienes que ofrece una economía, como los masajes, y descontar los perjudiciales, como los vertidos de aceite, entonces no habría razón para no querer crecer.

En primer lugar, el crecimiento continuo de cualquier bien, incluso el del PIB perfeccionado, es un objetivo absurdo. Yo no quiero una tierra donde la gente dé suficientes masajes para satisfacer a 2,5 billones de sistemas solares. Medir el éxito según una serie de indicadores fiables es una cosa, pero pedir que sigan creciendo de manera continuada va a ser siempre una postura sin sentido.

En segundo lugar, el Producto Interno Bruto cuenta lo que vale para el sistema económico actual: la circulación de capital, sea cual fuese su fuente. La decisión de la UE de incluir las drogas y la prostitución en el PIB, pero excluir los servicios de asistencia social no remunerados, es ilustrativo. El PIB cuenta el valor total monetizado. Esto es lo que produce beneficios corporativos y fondos públicos y esto es lo que los gobiernos quieren asegurar y estabilizar. La medición es un epifenómeno; es el resultado del sistema social, no su causa. Es por esto que el PIB persiste a pesar de las críticas de economistas prominentes.

4. Tenemos que disminuir “nuestro” crecimiento, pero no para que “ellos”
A menudo se argumenta que el decrecimiento es irrelevante, incluso insultante, para la mayor parte del mundo que permanece en la pobreza. El argumento es que mientras “nosotros” (los ricos y sobrealimentados del norte) podríamos tener decrecimiento, “ellos” (los pobres, poco alimentados del sur) todavía quieren y necesitan crecer. Este es el discurso más poderoso que perpetúa la ideología del crecimiento que hay que descartar, pero con cuidado.

Todos nosotros, hasta cierto punto o durante algunas épocas, nos sentimos como ‘los del Sur’. Mis compatriotas griegos me dicen que el decrecimiento no es para nosotros, ya que ahora somos pobres y estamos en crisis. El 99 % de la población de EE. UU. tiene buenas razones para creer que es el 1 % el que debe decrecer para que ellos puedan crecer. Incluso cuando se encuesta a los millonarios sobre cuánto dinero necesitarían para sentirse económicamente seguros, normalmente aseguran que el doble de lo que ya tienen, independientemente de sus ingresos en ese momento.

Las comparaciones de posición llevan a perseguir y perpetuar el crecimiento. La inseguridad económica, en todos los niveles de salario, hace que todos corran cada vez más rápido para no caerse. Y las crisis económicas, cuando los estándares de vida decaen repentinamente y la inseguridad se intensifica, son los momentos en los que la búsqueda de crecimiento resurge con más fuerza, y por lo tanto, como una causa progresista en estos momentos. Nunca será un buen momento para decrecer.

La mayoría de los habitantes de este planeta no cuentan con acceso a los bienes básicos, como agua o salud pública, pero lo merecen, y esto puede llevar a un mayor uso de la energía y los recursos. No obstante, esto no se necesita formular en los términos absurdos del crecimiento perpetuo. Es una cuestión de distribución y suficiencia. En el Norte necesitamos decrecer para que las cosmologías y las políticas alternativas más cercanas al espíritu de suficiencia del sur (como el Sumak Kawsay quechua o el Ubuntu sudafricano) puedan florecer. Las alternativas del sur han sido colonizadas intelectualmente por el desarrollismo, y materialmente a través de industrias extractivas que en nombre del crecimiento traen destrucción y pobreza. Esta colonización tiene que acabar.

La misma lógica se puede aplicar a otros países en crisis económica. En Grecia no necesitamos “crecer” para salir de la crisis económica (como si fuéramos niños, que es la manera en que nos trata la Troika en la actualidad). Necesitamos elaborar modelos alternativos de suficiencia, algunos basados en el pasado griego, materializados en instituciones que nos dejarán prosperar sin crecimiento.

Desconfío de aquellos que hablan en nombre de otros, recordándome que, a diferencia de lo que yo, un intelectual elitista, creo, ‘la gente pobre’ sueña con televisiones de plasma y Ferraris, y no podemos negarles esos sueños. La mayoría de la gente que conozco, incluyéndome a mí mismo, sí que tienen sueños materialistas, nuestra sociedad de clases fuerza estas ideas en nosotros si queremos permanecer como miembros seguros y dignos de ella. Afortunadamente, también tenemos el anhelo de llevar una vida más sencilla, de vivir en comunidad, de contar con amistades, y muchas otras necesidades que van con el imaginario del decrecimiento. La pregunta es cómo cambiar las estructuras sociales y los contextos institucionales de forma que satisfagamos estas últimas aspiraciones y no nuestros peores deseos materialistas.

5. Una transición más allá del crecimiento es una transición más allá del capitalismo

El capitalismo es un conjunto de instituciones de propiedad, financieras y de cambio que crean una competencia implacable, obligando a las empresas a crecer o morir. Los excedentes generados por esta dinámica son constantemente reinvertidos en un mayor crecimiento. Una sociedad sin crecimiento todavía puede tener mercados, formas de propiedad privada, o dinero. Pero como argumentan Edward y Robert Skidelsky, un sistema económico que no crece y en el que el capital ya no se acumula ya es más capitalista, aunque quieran seguirlo llamando así. Las instituciones relativas a la propiedad, el crédito y el empleo tendrán que ser reconfiguradas de manera radical por lo que para que el sistema permanezca estable sin crecimiento. Propuestas como el ingreso básico del ciudadano o el control público del dinero son reformas radicales de ese tipo.

Empresas benignas como Mondragón o Novo Nordisk, que combinan el interés económico con las consideraciones sociales y ambientales son raras excepciones por una razón: en una economía capitalista, el resultado final es el beneficio. Las preocupaciones ambientales y sociales pueden ser admitidas por aquellos pocos jugadores que pueden aumentar su cuota de mercado mediante el cobro a los consumidores socialmente responsables. Como George Monbiot lo puso, «el capitalismo puede vender muchas cosas, pero no puede vender menos.»

Si la corporación significa la economía de crecimiento globalizado, la cooperativa es el emblema de una focalizada en el decrecimiento económico. En una economía que ya no va a crecer, los trabajadores o los consumidores cooperativos, que no dependen de las ganancias en crecimiento perpetuo, tienen una ventaja natural. Por supuesto, no todas las empresas tienen las características que las hacen aptas para una transición al decrecimiento. Distingo la economía intercambio de la «economía de alquiler» de AirBnB (*) y corporaciones capitalistas similares, que, aunque son innovadoras, reproducen la búsqueda capitalista de rentas y la dinámica de la creación de excedentes perpetuos.

En conclusión

En este apartado sería apropiado citar a Tim Jackson: “El crecimiento no es compatible con un medioambiente sostenible, pero el decrecimiento es socialmente inestable”. Curiosamente, esta afirmación a menudo se menciona en contra del decrecimiento, de manera que se insiste en plantear un futuro único en el que tenemos que hacer sostenible el crecimiento y esperar un milagro tecnológico o social. Los adeptos a este paraíso tecnológico a menudo hacen referencia a innovaciones como casas inteligentes, hidroponía, robótica, la energía de fusión y los superordenadores. Yo me excluyo. A lo que voy es a que este futuro es insostenible, innecesario e indeseable (al menos para aquellos que nos consideramos partidarios del decrecimiento). Las soluciones tecnológicas suponen un coste para otros, para el medioambiente y para las generaciones futuras, a una escala aún mayor. El cambio climático es el legado de nuestros logros tecnológicos pasados.

Yo leo a Tim Jackson desde otra perspectiva. Dado que continuar creciendo es insostenible, tenemos que poner en marcha los cambios institucionales y sistemáticos que estabilizarán el decrecimiento.

Giorgos Kallis es un economista ecológico, ecologista político y profesor en el Instituto de Ciencia y Tecnología Medioambientales de Barcelona. Es el coordinador de la red europea de ecología política y editor del libro ‘Decrecimiento: un vocabulario para una nueva era’ (Ediciones Icaria).

(*) Airbnb es un mercado on line comunitario para publicar, descubrir y reservar viviendas, unas 800.000 propiedades en 192 países y 33.000 ciudades.
Traducción del Inglés: Santiago Forés-Barrachina | Revisión editorial: Diana Vela-Almeida

LUNES 14 DE DICIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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2) Problemas de la política económica progresista
Gustavo Codas (Alai)

La reciente derrota del kirchnerismo en la Argentina y las dificultades político-económicas por las que atraviesan otros países gobernados por fuerzas de izquierda (Venezuela, Brasil, Ecuador), han estimulado la tesis del fin del ciclo progresista iniciado en 2003 en América Latina.

Eso fue saludado tanto por la derecha que cree que se abre un nuevo período de “tiempos conservadores” – para usar la denominación que el ecuatoriano Agustín Cueva dio al ascenso neoliberal en los ´80 – pero también por diversos sectores de la izquierda críticos del progresismo por motivos diferentes tales como: (i) su falta de voluntad de hacer una transición al socialismo o (ii) el uso de recursos del extractivismo para financiar las políticas sociales o (iii) lo que consideran serían rasgos autoritarios frente a los sectores populares que le hacen oposición. Aquí vamos a trabajar una tesis diferente, que reconoce impasses en la estrategia progresista – en general, resultantes de sus éxitos sociales en un contexto adverso del capitalismo globalizado – a la vez que apunta a las potencialidades para seguir hacia adelante.

Políticas comunes

Hay que partir reconociendo una gran heterogeneidad que dificulta el tratamiento de los problemas desde un punto de vista general. En el mismo ciclo están incluidos “pequeños países periféricos” (ej. Bolivia, El Salvador, Nicaragua) hasta uno del grupo de los “emergentes” (el caso de Brasil) pasando por otros considerados intermedios, en tamaño e industrialización (como Argentina y Venezuela).

Sin embargo, hay rasgos comunes relevantes. En casi todos los casos hubo un rescate del papel económico del Estado. El menú ha sido variado: nacionalizaciones de empresas transnacionales, fortalecimiento de empresas que habían permanecido públicas; mayor presión fiscal para capturar una parte adicional de las rentas extraordinarias de empresas productoras-exportadoras de commodities agrícolas, minerales o energéticas; reglas más rigurosas en las concesiones de servicios públicos al sector privado, entre otras medidas.

En general, esos países desarrollaron fuertes políticas sociales buscando retirar directamente de la extrema pobreza a segmentos importantes de la población con resultados significativos e inéditos en términos históricos. Y verificaron una disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso monetario – única región del mundo que registró ese fenómeno en el período que estamos tratando –. Hubo países con aumentos de salarios reales – o sea, por sobre la inflación registrada – y por encima de los aumentos de la productividad del trabajo.

Fases del ciclo económico

En términos económicos, el ciclo debe ser desglosado en, por lo menos, tres fases: (i) hasta el 2008, cuando hay condiciones externas muy favorables – entre otras, el denominado “superciclo” de commodities, que se reflejó en mejoras substanciales de los términos de intercambio del comercio exterior de la región. Luego, (ii) el primer momento de impacto de la crisis del capitalismo desarrollado que tiene su epicentro en EE.UU. y Europa al que los países progresistas latinoamericanos responden con medidas contra-cíclicas con buenos resultados. Finalmente hacia 2012-13, (iii) hay un agotamiento de esa respuesta que combinada con una reversión de los precios del mencionado “superciclo” constituyen el terreno de la disputa que hoy está en curso. Esta tercera fase registra no solo problemas de desaceleración fuerte llegando a la recesión, como también reflejos en el empeoramiento de la situación social – por ejemplo, vuelve a crecer en números absolutos el total de pobres extremos –.

Hay un “telón de fondo” de esas fases que atraviesa el ciclo progresista: la globalización económica capitalista que alcanzó desde los años 1990 niveles inéditos, históricos, resultado de los “trabajos de Hércules” emprendidos por el neoliberalismo en respuesta a la crisis general capitalista de los años 1970. Se abrió un nuevo escenario de mayor liberalización del comercio en todos los países que se tradujo rápidamente en las estrategias de deslocalización productiva que permitían a las empresas migrar las inversiones al país que ofrecía más bajos costos – impositivos y laborales – desde donde se podría vender a cualquier mercado alrededor del mundo. Un viejo comunista europeo sintetizó el siglo XX así: “lo que (el miedo a) la URSS nos dio en la post Segunda Guerra Mundial (el Estado de Bienestar), la (competencia de bajos costos de) China nos lo quitó en los años 1990-2000”. Pero la globalización no fue sólo de la producción (la aclamada “fábrica mundial”) sino del comercio (con sus tratados de libre comercio y la OMC).

El gobierno de los EE.UU. tomó una serie de medidas desde inicios de los años 1970 e impuso a través del FMI y el Banco Mundial otras tantas que resultaron en lo que conocemos hoy como la “financierización” capitalista. Un crecimiento monstruoso de la dimensión financiera – con mercados que especulan con tasas de cambio, tierras, inmuebles, producción futura de commodities, acciones de compañías, expectativas en relación a esas acciones, etc. – en una frenética escalada que no corresponde a la economía capitalista real, sus tasas de lucro, etc. Esa riqueza financiera provoca periódicamente “burbujas” especulativas de las que los gobiernos deben salvarlas – como quedó patente en la crisis del 2008 –. Vivimos un período histórico donde en el capitalismo mundial no hay un “modo de regulación” que tienda mínimamente a estabilizarlo – como fue el fordismo-keynesianismo en los “30 gloriosos años” de la post guerra –.

Progresismo y globalización

Considerando que todos nuestros países mantuvieron su inserción en el mercado mundializado, ¿es posible desarrollar políticas económicas progresistas – como las reseñadas arriba – en ese contexto de globalización capitalista?

Hasta los años 1980 era posible que un país definiera un patrón diferente de desarrollo y acudiera a la URSS en busca de tecnología, mercado y apoyo para inversiones. El desarrollo del socialismo en Cuba desde los años 1960 estuvo marcado por esa opción. En 2006 defendimos la tesis de que la integración regional podría ser un sucedáneo a la ausencia de la retaguardia estratégica de la URSS que había desaparecido en 1991[1]. Esa estrategia avanzó – en relación al histórico latinoamericano – pero fueron progresos insuficientes o lentos en relación a las necesidades urgentes de nuestras economías – nos referimos al comercio intra-regional con monedas nacionales, el Banco del Sur, la complementación productiva regional, entre otras iniciativas de una “nueva arquitectura” regional.

Pero volvamos a la pregunta sobre política económica del progresismo en la globalización. En 1966 el economista marxista heterodoxo polaco M. Kalecki afirmaba, en un artículo titulado “La diferencia entre los problemas cruciales de las economías capitalistas desarrolladas y subdesarrolladas”, que en el primer caso se trataba de la “adecuación de la demanda efectiva”, mientras que en el segundo sería “el aumento considerable de la inversión (…) para acelerar la expansión de la capacidad productiva indispensable al rápido crecimiento de la renta nacional”.

El progresismo trató de resolver el desafío kaleckiano con un mix de utilización de divisas del boom de las exportaciones, aprovechamiento fiscal de las rentas extraordinarias del superciclo y atrayendo a capitales internacionales. Pero, al mismo tiempo, y esto fue un diferencial del período, buscó hacer del mercado interno (o regional) de masas, impulsando mejores estándares socio-laborales y la expansión de políticas sociales dirigidas a los más pobres, la principal palanca de la demanda efectiva. El ciclo progresista invirtió el adagio conservador (de “hacer crecer la torta para luego repartirla”) afirmando que era necesario y posible “distribuir para crecer”. Lo hizo.

Necesitaríamos realizar un análisis más detallado de cada caso nacional. Pero, si hablamos del país con mayor peso y liderazgo en la región, el Brasil, fue de esas fuentes de recursos que vino el estrangulamiento, cuando cambió el mercado mundial de commodities y los capitales decidieron presionar contra las medidas gubernamentales que reducían sus tasas de lucro – y favorecían a los trabajadores –. Fue en ese momento, hacia el 2013, que las medidas contra-cíclicas dejaron de funcionar y el país cayó en la estagnación – mientras el gobierno buscaba mantener en expansión el mercado interno –. La respuesta de los industriales paulistas a la continuidad de los esfuerzos gubernamentales contra-cíclicos fue convertirse en importadores de manufacturas provocando un gigantesco déficit en la balanza comercial industrial. Bajo el ropaje de dilemas de la política económica se trataba de pura lucha de clases en torno a la tasa de lucro de las empresas, es decir, a la apropiación del producto neto de la sociedad que a lo largo del ciclo progresista había sido favorable a los trabajadores (a fines del 2014 el país todavía tenía la tasa de desempleo más baja de su historia)[2].

Profundizar el debate

No es posible una estrategia progresista con los resultados sociales y laborales como los antes reseñados sin alterar la relación entre nuestros países y el mercado mundial globalizado, porque éste es el escenario construido por las fuerzas del capital a lo largo de décadas de iniciativa neoliberal sobre la derrota de los trabajadores y para continuar derrotándolos. Pero por las características capitalistas periféricas y dependientes de nuestros países se hace necesario que tal respuesta sea dada con procesos de integración regional – justamente una de las materias pendientes del ciclo – para tener peso en las disputas políticas globales y escala en la estrategia económica. Parafraseando otro debate ocurrido hace ya casi cien años: “no es posible el progresismo en un solo país”.

No estamos en los años 1980 para que vuelvan los sombríos “tiempos conservadores”. El pueblo y sus organizaciones han probado que es posible mejorar las condiciones de vida y trabajo de las mayorías. La derecha que ha asomado ruidosamente la cabeza no tiene un programa económico alternativo al del progresismo capaz de conquistar a la población – aunque en una primera elección se puede beneficiar del desgaste de los impasses progresistas, acto seguido no consigue mantener la adhesión popular con sus recetas retrógradas –. Todo indica que a Macri en Argentina le espera el camino del acelerado desgaste sufrido por Sebastián Piñera, en Chile y Horacio Cartes, en Paraguay, que de empresarios exitosos y profetas neoliberales eufóricos terminan como políticos fracasados.

Las izquierdas, para retomar la iniciativa, deben profundizar el debate estratégico más allá de la gestión macroeconómica de corto plazo y responder la cuestión de cómo conseguir un “aumento considerable de la inversión” continuando la estrategia de “distribuir para crecer” en la actual coyuntura histórica capitalista.

Gustavo Codas es economista paraguayo.
[1] Ver: http://www.contextolatinoamericano.com/articulos/america-latina-integracion-regional-y-luchas-de-emancipacion/
[2] Ver: https://fernandonogueiracosta.wordpress.com/2015/07/13/razao-do-ajuste-fiscal-realinhamento-tarifario-tributario-cambial-inflacionario-depressivo-logica-do-capital/

LUNES 14 DE DICIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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3) Putin adopta la lógica perversa de Netanyahu
Joshua Frank (Counter Punch)
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

«Creo que los partidarios progresistas de la guerra han confundido una ‘causa justa’ con ‘guerra justa’. Hay causas injustas, como el intento de los Estados Unidos para establecer su poder en Vietnam, para dominar a Panamá o Granada o para subvertir el Gobierno de Nicaragua. Y una causa que puede ser justa –conseguir que Corea del Norte se retirase de Corea del Sur, llevar a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait o acabar con el terrorismo- pero ir a la guerra en nombre de esa causa no debe continuar con el inevitable caos que le sigue, y así ocurre». (Howard Zinn, una causa justa, no una guerra justa)

El humo negro y los escombros ardían después que los israelíes bombardearon una casa de Gaza cobrándose la vida de nueve miembros de la familia Dalu en julio de 2015. La familia Dalus, por supuesto, no estaba relacionada con Hamas o cualquier otra organización «terrorista». Fue uno de los muchos bombardeos que duraron 50 horribles días de asesinatos. En las semanas previas a los ataques de Israel se tiraron folletos que advertían a los residentes que sus casas serían blanco de los misiles israelíes. «Los que no cumplan con las instrucciones pondrán en peligro sus vidas y las vidas de sus familias. Tengan cuidado», decía un panfleto que aterrizó en las maltratadas calles de Beit Lahiya, una ciudad de la frontera de la empobrecida Gaza.

La justificación de por qué Israel estaba apuntando a la infraestructura civil era que Hamas residía en esos lugares, o cerca de ellos, utilizando a los civiles como cobertura. Al igual que Bashar al-Assad en Siria hoy, Benjamin Netanyahu argumentaba que él simplemente estaba defendiendo la soberanía de su país contra los agentes externos. Por supuesto, la justificación de Netanyahu para matar a inocentes «escudos humanos» se basa en pura propaganda, que ha sido ampliamente desacreditada. Israel, siempre es bueno en culpar a la víctima. En total, la operación ‘margen protector’ destruyó o dañó severamente casi 900 viviendas, 138 escuelas, 26 centros de salud y mató a casi 1.500 civiles.

Un avance rápido hasta 2015 en Habeet, Siria, una polvorienta ciudad fronteriza cerca de Idlib, un bastión de la oposición siria, respaldado por Occidente. Desde octubre, Habeet y sus alrededores han sufrido intensos bombardeos rusos. Los informes sobre el impacto de estas campañas de bombardeos están saliendo a la luz y se va sabiendo que el número de muertos está aumentando rápidamente. Airwars, un grupo de interés público independiente que rastrea impactos de bombardeos contra el Estado Islámico, informa que desde octubre las bombas rusas han cobrado la vida de más civiles en Siria que las que el Isis ha matado allí.

«Airwars actualmente evalúa 44 incidentes de Rusia que probablemente han causado muertos en Siria al 30 de octubre, donde murieron al parecer entre 255 y 375 no combatientes», escribe Chris Woods del Airwars. «Esto es aproximadamente diez veces el nivel de denuncias creíbles contra las operaciones de la coalición liderada por Estados Unidos en Siria [durante este período de tiempo]».

La Defensa Civil Siria y otros, incluyendo Médicos Sin Fronteras, reclamaron por las destrucciones de instalaciones médicas y escuelas donde Rusia está llevando a cabo sus bombardeos. La justificación de Putin para atacar la zona, aunque no es tan evidente como la de Netanyahu (Putin no reconoce directamente que los ataques están dirigidos a facciones rebeldes), es prácticamente indistinguible: fuerzas de la oposición (los terroristas de acuerdo con Putin y muchos de sus simpatizantes) ocupan y residen en enclaves civiles, Por lo tanto, estas áreas son blancos legítimos, al estilo de Hamas en Gaza. Los civiles son daños colaterales necesarios.

Mientras los ataques aéreos de Rusia se prolonguen, no hay duda de que más inocentes morirán como resultado. Sin embargo, muchos siguen apoyando los esfuerzos de Putin en Siria, a pesar de la creciente cifra de muertos (o simplemente las ocultan por propaganda, ¡sólo bombas estadounidenses matan a inocentes!). Consideran las acciones de Putin como una respuesta legítima a la beligerancia estadounidense y los avances imperialistas. ¡Vaya, Rusia fue incluso invitado por Assad para bombardear a distancia! Las acciones de Rusia deben ser justas, porque la causa es justa. Sin embargo, como he argumentado antes, es hacer un pacto con el diablo adjudicarle una escopeta a Putin.

La entrada de Rusia en la crisis siria no ha hecho que la situación mejore, tampoco acercó una solución tangible. De hecho, Putin ha profundizado la intervención de las potencias occidentales. La OTAN monitorea más fuerte después de que su Estado miembro Turquía derribó el avión de combate ruso. El Reino Unido se apresta a bombardear. Francia está aumentando la apuesta (no, Putin no es responsable de los atentados de París) y EE.UU. no va a retroceder en apoyo de las fuerzas de la oposición. Se puede imaginar hasta qué punto Hillary Clinton aprovechará esto si resulta elegida, donde Obama se eche atrás es probable Clinton lo intensificará. En pocas palabras: la participación de Putin no ha obligado a los EE.UU. y sus aliados salir de Siria. Incluso si usted cree que Rusia no tiene nada de esto, está claro que Putin no ha sido capaz de evitar que suceda. Hasta el momento los rusos sólo han sido capaces de ayudar a Assad a recuperar el 0,4% del país.

Dejando los imperativos morales y las preocupaciones por los derechos humanos a un lado, desde un punto de vista estratégico, Rusia hasta ahora no logrado lo que se propuso hacer. El predominio de Assad puede estar a salvo en el corto plazo, pero sus perspectivas a largo plazo siguen siendo sombrías. Es difícil imaginar que matar a más sirios en una pequeña ciudad de la frontera y en otros lugares, que no están relacionados con la oposición o el régimen- puede llevar a un cambiar el resultado. ¿Por qué alguien se adheriría a un gobierno que bombardeó su edificio de apartamentos, mató a sus hijos y arruinó sus vidas? Matar palestinos no ha hecho que Netanyahu hiciera muchos nuevos amigos en Gaza, solo un montón de nuevos enemigos.

Mientras Rusia declara la guerra en el extranjero, la escena en la patria tampoco tiene un aspecto muy prometedor. Apenas la semana pasada, los camioneros iniciaron una protesta a gran escala por la propuesta de una nueva subida de impuestos y bloquearon la arteria principal en Moscú. Fueron los primeros disturbios del sector industrial que Rusia ha experimentado desde que Putin llegó al poder. Los camioneros, que muchas veces son la cabeza visible de una cooperativa familiar, están molestos porque ahora tendrán que pagar una cuota que se embolsará una empresa propiedad de la familia Rotenberg, con la que Putin está relacionado de cerca. Los Rotenbergs, según los informes, se llevarán la considerable comisión del 20 por ciento. Con la economía de Rusia en congelada, en gran parte debido a la caída de los precios mundiales del petróleo, es probable que más gente va a empezar a volverse contra el gobierno de Putin.

Mientras que Putin por mucho tiempo ha sido acusado de ser un compinche del capitalismo, muchos otros lo ven como la mejor oportunidad para desafiar el poder estadounidense. ¿Realmente? No importa que las acciones de Putin en Siria no están echando a los EE.UU. del territorio sirio o que más países occidentales están llegando para ayudar a los esfuerzos estadounidenses imperiales. No es gran cosa que las personas que trabajan en Rusia se vuelven en su contra. Siento decirlo, Putin no es Chávez. Es una situación triste que tantos apoyan a un hombre que ha adoptado las tácticas brutales de Netanyahu y ocultan las bajas civiles porque esos asesinatos no se ajustan a la narrativa de que la guerra de Rusia es una guerra justa. Putin no tiene ni siquiera la cortesía de dejar caer panfletos.

Joshua Frank es el redactor jefe de CounterPunch. Su último libro, editado con Jeffrey St. Clair es Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion.

LUNES 14 DE DICIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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4) Soja, un fruto exótico de la Amazonia brasileña
Fabiana Frayssinet (IPS)

En el oeste del estado de Pará, en el norte de Brasil, la construcción de un complejo logístico portuario, destinado a exportar soja a través de la cuenca amazónica, expulsó a miles de campesinos de sus tierras, que ahora se dedican a ese monocultivo.

El trayecto desde Santarém, la capital del municipio del mismo nombre, hasta Belterra, a unos 100 kilómetros por la carretera BR-163, transcurre entre campos de tierra removida y solo algunos manchones de los bosques exuberantes característicos de esta región amazónica. Tractores y maquinarias de última generación, muy diferentes a las toscas herramientas de los pequeños agricultores vecinos, están arando la tierra durante este mes de diciembre, para la siembra de la soja en enero.

El campesino José de Souza, que tiene nueve hectáreas en el municipio rural de Belterra, suspira. “La soja beneficia al gran productor, pero al pequeño lo perjudica porque la sequía viene por la deforestación. Antes aquí había una temperatura agradable, pero ahora está muy caliente. No se aguanta”, cuenta a IPS. Los efectos son notorios en su plantación de bananas (banano dulce), quemadas por el intenso sol. Resignado, De Souza riega unos tristes surcos con ralas plantas de coles y cebollines. Como otros, quedó cercado por la expansión de la soja en Santarém y los municipios aledaños de Belterra y Mojuí dos Campos, que integran su región metropolitana.

Según la alcaldía de Santarém, de sus 740.000 hectáreas cultivables en esta región, la soja ya ocupa 60.000. Raimunda Nogueira, rectora de la Universidad Federal del Oeste de Pará, maneja cifras muy superiores. “El cambio del uso de la tierra fue de alrededor de 112 y 120.000 hectáreas, convertidas en plantaciones de soja”, dice a IPS. Con la soja llegaron las fumigaciones.

“Los campos de soja nos traen muchas plagas porque con el veneno que usan para combatirlas, las alejan de ellos pero vienen a nuestras pequeñas plantaciones”, lamenta De Souza. Los agroquímicos contaminaron suelos, cultivos y animales, denuncian en la zona. “Las cultivos mueren y es justamente por eso que la propiedad se vuelve totalmente anti productiva y la solución es vender”, explica a IPS el representante de la no gubernamental Fase Amazonia, Jefferson Correa.

No hay registros epidemiológicos, pero en estos municipios la percepción es aumentaron enfermedades como las respiratorias y cutáneas. Según Selma da Costa, del Sindicato de Trabajadores Rurales de Belterra, esa situación insalubre y la tentación de vender sus tierras provocaron la migración de 65 por ciento de los campesinos del municipio, de unos 16.500 habitantes. “Terminan yéndose, porque ¿quién va a aguantar quedarse con el olor de los pesticidas? Nadie. Las personas se enferman. Muchas veces las embarazadas se sienten mal y no saben la razón”, narra a IPS.

Soja, un fruto exótico de la Amazonia brasileña

“Vendieron sus tierras por una miseria. Solemos decir que las regalaron. Entregaron prácticamente sus tierras a los grandes productores, pensando que mejorarían, que se iban a construir una casita bonita en Santarém, pero no logran mantenerse (económicamente) porque no pueden producir”, explica. Correa recuerda que hacia el año 2000 la tierra era muy barata. Hubo quienes vendieron 100 hectáreas por entre 1.000 y 2.000 dólares y después se arrepintieron.

“Fueron a la ciudad, se gastaron todo el dinero y sin estudios ni cursos, la única solución fue volver a trabajar al campo, como peones de los que les habían comprado sus tierras”, ilustra. Otros sobreviven en la periferia urbana de Santarém como vendedores ambulantes y otros trabajos informales. “Los agricultores tenían su propiedad, su proprio alimento, como frijol, arroz, harina, pesca y caza, y dejaron de tenerlo en la ciudad”, añade Claudionor Carvalho, de la Federación de Trabajadores y Trabajadores de Agricultura del Estado de Pará. El cambio, dice a IPS, aumentó la prostitución en la periferia urbana “porque las familias no estaban preparadas para vivir esa realidad”.

El proceso se intensificó hace 15 años, con la construcción en Santarém por la empresa transnacional estadounidense Cargill de un puerto para la exportación de granos de granos. Santarém está situada en la ribera del río Tapajós, en su confluencia con el río Amazonas, lo que permite transportar soja y otros granos por esas hidrovías hacia el océano Atlántico. El objetivo fue reducir la distancia y los costos de transporte de la soja del vecino estado de Mato Grosso, su mayor productor en Brasil. Este país es el segundo productor y el primer exportador de la oleaginosa del mundo, que vende a China, Europa y otros mercados.

Puertos como este en la cuenca amazónica redujeron casi a la mitad la distancia desde Mato Grosso, de unos 2.000 kilómetros desde allí hasta los congestionados terminales del sureste del país, como el de Santos, en el estado de São Paulo.El nuevo puerto amazónico, con silos con capacidad para 120.000 toneladas –el doble que al inicio- atrajo cientos de productores de soja del sur del país, provocando una estampida de compra de tierras agrícolas cercanas y disparando sus precios.

Fue el caso de Luiz Machado y su familia, llegados de Mato Grosso. “Teníamos 90 hectáreas que vendimos para comprar una propiedad mayor acá porque las tierras estaban más baratas. Además, estaríamos más cerca del puerto con lo que mejoraríamos el precio de nuestro producto”, cuenta a IPS. Machado asegura que la compra fue legal y que conserva intacto el bosque que rodea su terreno, que en gran parte ya estaba deforestado.

Pero otros muchos no actuaron igual y el cultivo de soja devastó zonas selváticas, según asegura Cándido Cunha, del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria, en diálogo con IPS. En 2006, mediante la llamada “moratoria de la soja”, asociaciones de productores, muchos vinculados con Cargill, se comprometieron a no comercializar a partir de ese año soja de áreas deforestadas. La tala se atenuó temporalmente, pero luego se reactivó porque los agricultores que habían vendido sus tierras se establecieron en otras vírgenes.

“Se generó un proceso que aquí llamamos de ‘grillaje’ de tierras, que son falsificaciones de documentos o apropiaciones ilegales de tierras públicas”, precisa Cunha, complicando la ya muy irregular situación de tenencia de la tierra amazónica. De los dos millones y medio de toneladas de granos exportados anualmente por Santarém, apenas seis por ciento es local, mientras el resto procede de Mato Grosso.

Pero Nelio Aguiar, secretario de Planificación de Santarém, considera que sirvió para modernizar su economía, evolucionando de una agricultura familiar a otra “mecanizada”. “Hoy tenemos una agricultura mayor, una agricultura dolarizada, y cada cosecha produce realmente grandes riquezas”, dice a IPS. Mientras unos celebran ese avance agroindustrial, otros temen por el futuro de la seguridad alimentaria local.

La población de la región metropolitana, de unos 370.000 habitantes, depende en 70 por ciento de alimentos provenientes de la agricultura familiar. “Ahora uno tiene que comprar todo en el mercado, el arroz, el frijol, todo lo que antes nadie compraba porque lo producíamos todo. Y además vendíamos”, se lamenta De Souza.

“¿Por qué estamos comprando? Porque no tenemos más tierras. Y lo que plantamos se está envenenando”, puntualiza Da Costa. Para Correa, una salida es ampliar los planes gubernamentales de apoyo a los pequeños agricultores. De uno de ellos, ya es beneficiario De Souza. También lo es integrarse en asociaciones o cooperativas campesinas.

De Souza lleva orgulloso a IPS a la suya, llamada São Raimundo do Fe em Deus, donde un festivo grupo de mujeres y hombres se repartía la tarea de pelar, triturar y cocer yuca (Manihot esculenta), para preparar la harina de este tubérculo, un alimento muy tradicional en Brasil. “Nos tenemos que ayudar entre nosotros, porque está difícil la situación del pequeño productor hoy en día”, reflexiona.

Editado por Estrella Gutiérrez

LUNES 14 DE DICIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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5) Serpaj pide que documentación del grupo por Verdad y Justicia esté a disposición de investigaciones.
(La Diaria)

Como todos los años, el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) presentó su informe sobre el estado de los derechos humanos (DDHH) en Uruguay en 2015, que cerró con un homenaje a la activista Belela Herrera. Se trata de un libro con más de 30 artículos elaborados por distintas personas y colectivos, que se agrupan en dos categorías: derechos civiles y políticos, y derechos económicos, sociales y culturales. En uno de los artículos de la primera categoría, el colectivo de Serpaj se refiere a las menciones a la organización por parte del ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, que dijo que Serpaj está financiada por “las peores fundaciones imperiales” y agregó: “Si Serpaj me autoriza a torturar por un mes yo capaz que le consigo información”.

La organización realiza un recuento de varias situaciones en las que considera que el ministro actuó en contra de las investigaciones de los delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. En el artículo se destacan dos opiniones de Fernández Huidobro contra fallos y procedimientos judiciales en torno a estos temas, en particular el procesamiento de Miguel Dalmao por el asesinato de la militante comunista Nibia Sabalsagaray y la defensa de la inocencia de José Gavazzo y Juan Carlos Gómez por el asesinato de Roberto Gomensoro. Además, Serpaj señala que en setiembre de 2012, el ministro impidió que la jueza Mariana Motta y siete testigos ingresaran al Batallón Nº 13 para realizar una inspección.

Otro de los episodios data de diciembre de ese mismo año, cuando ante un pedido de la Justicia de citación de 13 militares, Fernández Huidobro respondió que no podía ubicar a 12 de ellos porque “no sabía si estaban vivos o muertos”. La organización detalla también que cuando hace un año el Ministerio de Defensa Nacional informó que de 237 oficios que el Poder Judicial le solicitó, respondieron 211, “el trabajo del Observatorio Luz Ibarburu muestra que la mayoría de la información brindada se recibió con demora (hasta más de un año), en muchos casos se respondió de manera incompleta y en otros directamente se negó la información”.

En relación a las medidas que se tomaron en el actual mandato de Tabaré Vázquez, Serpaj considera que la creación del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia (GTVJ) y de la Unidad Especializada en DDHH de la Fiscalía son “medidas proactivas”, aunque advierten que en ambos casos “los resultados han sido dispares”. La organización plantea que “sería saludable” que los archivos y documentos en los que trabaja el GTVJ “prontamente” estén a disposición de las investigaciones de la Justicia. De los hechos ocurridos en 2015, la organización destaca la sentencia de la jueza Beatriz Larrieu, que condenó al general retirado Pedro Barneix -que al saber el fallo se suicidó- por el homicido de Aldo Perrini, y la incautación de unas 60 cajas con documentos de la casa del fallecido coronel Elmar Castiglioni.

En sociedad

En la presentación del informe, el representante de la Comisión de DDHH de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) Felipe Berruti evaluó que en Uruguay hay una “pérdida de centralidad” de la política en la vida cotidiana, especialmente en la de los jóvenes, y que hay que recuperarla “en clave de DDHH”. Berruti lamentó que en Uruguay la resolución de los casos por la desaparición de personas pueda esperar 40 años, pero se reclame que los hurtos deban ser resueltos inmediatamente. El integrante de la FEUU dijo que la última dictadura “silenció a la militancia” y que la salida democrática “sólo quitó una parte de la mordaza” porque las organizaciones “se fueron acostumbrando a participar e intervenir en forma tutelada”. Consideró que es necesario “disputar” el sentido común y la racionalidad en torno a la participación social y es necesario también “conectar con otra gente”, no sólo con los militantes.

La docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Alma Bolón se refirió a lo ocurrido en el año en materia de educación, porque desde Serpaj no pudieron lograr que se incluyera un artículo sobre la temática en el informe. Bolón criticó los episodios de la declaración de esencialidad del gobierno y el desalojo de los estudiantes de secundaria que ocuparon el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, de la que destacó la ausencia de legisladores. Bolón también habló de la posterior “criminalización de la protesta” y sostuvo que el hecho de que la Policía vaya a buscar militantes a sus casas le parece más peligroso “que los palazos”.

La integrante de Serpaj Mariana Mosteiro habló de la política de seguridad en Uruguay, a la que describió como generadora de una “inflación punitiva” para satisfacer “la necesidad de identificar al sujeto peligroso”. Mosteiro criticó que la Ley de Faltas penalice a quienes duermen en la calle y dijo que ese tipo de políticas entran en contradicción con el discurso inclusivo de la ampliación de derechos. Además, señaló que desde Serpaj consideran que el delito es “un conflicto social” que “no se soluciona en el sistema penal”, al tiempo que criticó la Ley de Procedimiento Policial, de la que dijo que “marca un giro” en la política del Frente Amplio en la materia. Mosteiro planteó que la Policía “tiene que entender que el sujeto que va a intervenir es un sujeto de derecho” y no necesariamente un sujeto peligroso.

El periodista Raúl Zibechi habló de un aumento de la represión estatal en toda la región, incluso en países donde hay gobiernos calificados de progresistas. Zibechi planteó que “nos debemos un debate sereno sobre el modelo extractivo”, en el que las políticas sociales no son suficientes para terminar con la exclusión. También sostuvo que el hecho de que en algunas escuelas haya que dividir en recreo en tres partes para que los niños no se agredan “es un espejo de la sociedad”, mientras que pidió que al poner límites “no se criminalice a los jóvenes rebeldes”.

LUNES 14 DE DICIEMBRE DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR. Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal. / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín, no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión./ Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / http://www.comcosur.org / Y ahora puede seguir a Comcosur también en Facebook
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