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COMCOSUR INFORMA 1903 – 16.11.2018

NdeR: Por motivos técnicos que no pudimos revertir, este boletín correspondiente al viernes 16 de noviembre de 2018, llegó a ustedes sin diagramación y sin espacios, por lo que no era posible su lectura. Les pedimos disculpas a todos y todas. Teniendo en cuenta el valor de las notas, decidimos enviarlo nuevamente hoy jueves 22 de noviembre de 2018. Abrazos, Carlos Casares /Comcosur ______________________________ COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1903 – 16.11.2018 1) La extrema derecha en Brasil: aprendiendo y desaprendiendo desde la izquierda /Alberto Acosta y Eduardo Gudynas 2) Uruguay carece de protección adecuada ante el mercurio /Víctor L. Bacchetta 3) Cosecha de muerte en Franja de Gaza /Luis E. Sabini Fernández ________ VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores I. “Pensando la privación de libertad en adolescentes” II. 5ta. Edición del Phono – Cinema UY III. Día de la Memoria de la comunidad Afrouruguaya en tiempos de terrorismo de Estado ________ “La palabra es una herramienta de lucha” Juan Gelman (1930 – 2014) ________ COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1903 – 16.11.2018 1) LA EXTREMA DERECHA EN BRASIL: APRENDIENDO Y DESAPRENDIENDO DESDE LA IZQUIERDA Por Alberto Acosta y Eduardo Gudynas /Red Latina sin fronteras Cual círculos concéntricos se difunden en América Latina los impactos de la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil. Colombia no es la excepción. Más allá de que en este país han prevalecido los gobiernos conservadores, el triunfo de una derecha extrema en Brasil debe ser analizado. Las izquierdas del continente están conminadas a aprender de lo que allí sucedió. Los agrupamientos políticos que apuestan por cambios, y que lograron sustantivos crecimientos electorales en Colombia, enfrentan el desafío de no repetir las contradicciones observadas en Brasil. Esto también es indispensable para los movimientos ciudadanos que siguen enfrentando estrategias como las extractivistas, ya que un estilo político como el propuesto por Bolsonaro solo augura una acentuación de la violencia. No puede obviarse que Brasil, por ejemplo, lidera los indicadores mundiales en asesinatos de defensores de la tierra, pero Colombia le sigue en tercer lugar (57 en el primer caso y 24 en el segundo, según Global Witness) (1) . En este texto presentamos algunas reflexiones preliminares a partir de lo sucedido en Brasil. No pretendemos ofrecer un análisis detallado de su política interna, sino que nuestro propósito es otro: rescatar algunos aprendizajes de lo que allí sucedió, útiles para una izquierda que está ubicada en los demás países (y por ello aquí intercalamos algunas apreciaciones enfocadas en Colombia). No repetiremos la nutrida información circulante en estos días ni apelaremos a análisis simplistas, tales como achacar toda la culpa sea a la derecha o al progresismo. Compartimos este ejercicio desde una perspectiva de izquierda, con el propósito de alentar su renovación y de evitar que otros Bolsonaro se instalen en los países vecinos. Progresismos e izquierdas: son diferentes En todo el continente, los agrupamientos políticos conservadores realizan un activo entrevero de hechos para desacreditar las opciones de cambio hacia la izquierda. Se mezclan las severas crisis de Venezuela y Nicaragua con la caída del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, para insistir en que las opciones de cambio hacia la izquierda son imposibles, fatalmente están teñidas por la corrupción, y así sucesivamente. Pero justamente la crisis brasileña muestra la necesidad de insistir en las diferencias entre progresismos e izquierdas. Es que muchos de los problemas observados en Brasil resultan, como se verá más adelante, de programas y una gestión de gobierno del PT y sus aliados donde poco a poco olvidaron sus metas iniciales de izquierda para transformarse paulatinamente en progresismos. Esto nunca lo ocultaron, sino que hicieron de ello uno de sus atributos.Por lo tanto, una primera lección a tener en cuenta es que la distinción entre izquierdas y progresismos sigue siendo clave (2). Humildad para entender los humores del pueblo El Partido de los Trabajadores y el liderazgo de Lula da Silva fue repetidamente presentado como ejemplo de viraje exitoso hacia las llamadas “nuevas izquierdas” en toda América Latina y a nivel mundial, lo que es comprensible al haber ganado cuatro elecciones consecutivas. No fueron pocos los grupos políticos que en distintas naciones lo tomaron como inspiración. Es más, se insistía en que el “pueblo” en su mayoría había adherido a la izquierda y eso explicaba victorias electorales como las de Dilma Rousseff. Sin embargo, en un proceso relativamente veloz, incluyendo los abusos de la oposición de las disposiciones jurídicas, el PT perdió el control del gobierno, Rousseff fue removida de su cargo, y se terminó eligiendo presidente a un político poco conocido y de derecha: Temer, quien había sido vicepresidente de la misma Rousseff. Los escándalos de corrupción no cedieron, y Lula da Silva terminó encarcelado. Esas y otras circunstancias desembocaron en un cambio político extremo. No sólo triunfó Bolsanaro, sino que se hizo evidente que la sociedad brasileña es mucho más conservadora de lo pensado. Aquel mismo “pueblo” que años atrás apoyaba al PT, en unos casos lo rechazaba intensamente, y en otros, festejó a un candidato prolífico en discursos de tono fascista. Estamos aquí ante una otra lección que impone precaución en usar categorías como “pueblo”, y que nos demanda humildad en aseverar cuáles son los pensamientos o sensibilidades prevalecientes. Quedan en evidencia las limitaciones de un “triunfalismo facilista” ante una sociedad que no era tan izquierdista como parecía y un conservadurismo que estaba mucho más extendido de lo que se suponía. Esta es una cuestión de mucho cuidado viendo cómo avanzan las creencias en una prosperidad que supuestamente descansa en el individualismo, el consumismo, y que entienden como normal y hasta necesaria la existencia de profundas diferencias sociales, y aceptan la violencia. Derechas sin disimulos y progresismos disimulando ser izquierda Seguidamente queda en evidencia otro aprendizaje: los riesgos de un programa que se recuesta sobre sectores y prácticas conservadoras para poder ganar la próxima elección. Una postura que asume que primero se debe “ganar” la elección presidencial, y que una vez en el palacio de gobierno se podrá “cambiar” al Estado y la sociedad. Esto se ejemplifica en Brasil con acciones que van desde la adhesión a un orden financiero (en la muy conocida “Carta al Pueblo Brasileño” firmada por Lula en plena campaña electoral) hasta su articulación política con el PMDB (Partido Movimiento Democrático Brasileño) de centro-derecha para lograr gobernabilidad. Le siguieron otras concesiones clave en las estrategias de desarrollo, cerrando la puerta a transformaciones estructurales del aparato productivo y así repitiendo el estilo primario exportadora (3). Este es justamente uno de los aspectos que sirven para caracterizarlos como progresistas y diferenciarlos con las izquierdas. Se cae en una situación donde el progresismo una y otra vez intenta disimular que es una izquierda, mientras que la nueva derecha nada disimula ni oculta. Bolsonaro critica abiertamente a negros o indígenas, es homofóbico y misógino, ironiza con fusilar a militantes de izquierda, defiende la tortura y la dictadura, y apuesta a reformas económicas regresivas. Es ese tipo de discurso el que es apoyado por una proporción significativa de la sociedad brasileña. Desarrollo nada nuevo sino senil La necesidad de distinguir entre progresismos e izquierda también queda en evidencia al analizar las estrategias sobre desarrollo seguidas por el PT. El camino de esos gobiernos, el “nuevo desarrollismo”, descansó otra vez en las exportaciones de materias primas. Para lograrlo se ampliaron las fronteras extractivistas y la captación de inversión extranjera, alejándose así de muchos reclamos de la izquierda. De ese modo Brasil devino en el mayor extractivista del continente, tanto minero como agropecuario (por ejemplo, el volumen de comercialización sumados hasta triplicó al de todos los demás países sudamericanos mineros). Esto sólo es posible aceptando una inserción subordinada en el comercio global y una acción limitada del Estado en algunos sectores como el industrial, justamente al contrario de las aspiraciones de la izquierda de sacar a nuestros países de esa dependencia. La esencia de esa estrategia de desarrollo no es diferente a la que siguió, por ejemplo, la administración Santos en Colombia. Sin duda hay diferencias, en especial por una mayor presencia estatal en Brasil, evidente en enormes empresas como Petrobras (hidrocarburos) o Vale (minería) que son en parte estatales o estaban controladas y financiadas por el gobierno. Pero persistió el componente extractivista y primario exportador, que vienen de la mano de procesos desindsutrializantes y que obliga a prácticas de imposición territorial y control de movimientos sociales. Las limitaciones de esas estrategias se disimularon en Brasil con los jugosos excedentes de la fase de altos precios de las materias primas. Aunque se publicitó la asistencia social, el grueso de la bonanza se centró en otras áreas, tales como el consumismo popular, subsidios y asistencias a sectores extractivos o el apoyo a algunas grandes corporaciones (las llamadas campeões nacionales). Esto explica que el “nuevo desarrollismo” fuese apoyado tanto por trabajadores, que disfrutaban de créditos accesibles, como por la elite empresarial que conseguía dinero estatal para internacionalizarse. Lula da Silva era aplaudido, por razones distintas, tanto en barrios pobres como en el Foro Económico de Davos. El PT contribuyó sustantivamente a la defensa cultural de esas estrategias, y por ello en Brasil no ocurrieron debates como los que se escucharon en Colombia con“petróleo versus aguacates” (o sea, comenzar a pensar alternativas para el futuro inminente del agotamiento de los hidrocarburos). Por lo tanto, aquí se encuentra un flanco que una renovación de izquierda en Colombia debería considerar, promoviendo desde ya las reflexiones sobre cómo salir de los extractivismos. La caída de los precios internacionales de las materias primas dejó en claro que las ayudas mensuales otorgadas en Brasil a los sectores marginados sin duda eran importantes, pero no sacaban realmente a la gente de la pobreza, ni resolvía la excesiva concentración de la riqueza, ni impedía que mucho dinero se perdiera en redes de corrupción. La izquierda debe aprender de esa incapacidad de los progresismos para transformar la esencia de sus estrategias de desarrollo. Se profundizó la dependencia de las materias primas, con China como nuevo referente, con graves efectos en la desindustrialización y fragilidad económica y financiera. El “nuevo desarrollismo” que quiso construir el progresismo no es “nuevo”, y en verdad es tan viejo como las colonias, pues en aquel entonces arrancó el extractivismo. La lección para las izquierdas en el resto del continente es que la reflexión sobre las alternativas al desarrollo sigue siendo clave. Se podrá tener un discurso radical, pero si las prácticas de desarrollo repiten los conocidos estilos, se quiera o no, eso desemboca en políticas públicas convencionales, y es esa convencionalidad otro componente que apartó a los progresismos de las izquierdas. Clientelismo versus justicia social El PT aprovechó distintas circunstancias logrando reducir la pobreza, junto a otras mejoras (como incrementos en el salario mínimo, formalización del empleo, salud, etc.), todo lo cual debe ser aplaudido (4). Por medio de políticas sociales se puede paliar la pobreza, pero cuando prevalece el clientelismo eso se vuelve acotado. No se consigue construir ciudadanías sólidas que reclamen desde los derechos, lo que va mucho más allá de un bono mensual en dinero. El consumismo se acentúo, confundiéndolo con mejoras en la calidad de vida. La bancarización y el crédito explotaron (el crédito privado trepó del 22% del PBI en 2001 al 60% en 2017). De este modo prevaleció el asistencialismo y se reforzó la mercantilización de la sociedad y la Naturaleza. No se quiso entender que esas estrategias obligaban a usar ciertos instrumentos económicos, sociales y políticos nada neutros, y más bien contrarios de buena parte de la esencia de izquierda. Como resultado, se generaron condiciones para el retorno de la derecha dejándo servido un Estado y normas que lo harán todavía más fácil. Además, la fragilidad del “nuevo desarrollo” lleva a que los progresismos no puedan resolver sus crisis desde una perspectiva de izquierda y deriven hacia políticas públicas más conservadoras. El PT erosionó la calidad política y aplicó, por ejemplo, flexibilizaciones ambientales y laborales para atraer a inversores. Paradojalmente, esos cambios en Brasil antecedieron, por ejemplo, a las “licencias ambientales express” de Colombia. En el campo de la justicia social se priorizaron instrumentos de redistribución económica, mientras que los derechos ciudadanos y de las diversas comunidades, sobre todo indígenas, seguían siendo frágiles. No se puede marginar en este breve análisis la brutal militarización de la política gubernamental para intentar frenar la delincuencia común, sobre todo en las grandes urbes de ese país: acción que provocó una creciente ola de violencia e inseguridad. Bajo estas y otras dinámicas, el énfasis en ayudas y compensaciones económicas acentuó la mercantilización de la sociedad y la Naturaleza. Con ello, el progresismo olvidó aquel principio de la izquierda de desmercantilizar la vida, justamente una de sus reacciones contra el neoliberalismo prevaleciente desde el siglo pasado. Esa meta sigue totalmente vigente en Colombia, donde el actual gobierno Duque expresa una perspectiva neoliberal. La insistencia del progresismo brasileño en el crecimiento económico como fundamento del desarrollo reforzó un mito que ahora aprovechó Bolsonaro, presentándose como el mejor mediador para alcanzar esa meta. Lo mismo ocurre en Colombia y otros países, donde los gobiernos insisten en el crecimiento económico como la gran meta a perseguir. En cambio, la crítica de izquierda debe, en el siglo XXI, poner ese reduccionismo en discusión. Las izquierdas no deberían entramparse en esos reduccionismos. Es hora de aceptar que la justicia social es mucho más que la redistribución, así como que la calidad de vida es también más que el crecimiento económico. La criminalización de los movimientos ciudadanos y sociales no puede ser tolerada por una renovación de la izquierda. Estos y otros aspectos apuntan a entender que una verdadera izquierda debe promover y fortalecer el marco de los derechos humanos en todo momento y en todo lugar, más aún desde el gobierno, aún si ello le significa perder una elección, ya que es su única garantía no sólo de su esencia democrática sino de retornar al gobierno. Ruralidades conservadoras Las cuestiones alrededor de las ruralidades y el desarrollo agrícola, ganadero y forestal, también están repletas de lecciones a considerar. Bolsonaro llega a la presidencia apoyado entre otros por un ruralismo ultraconservador que festeja sus discursos contra los indígenas, los campesinos y los sin tierra, y que reclama el uso de las armas y la violencia. Podría argumentarse que apunta a ideas y prácticas como las que ya ocurren en muchas zonas de Colombia, donde está muy instalada esa problemática. Bolsonaro se apoya en la llamada “bancada ruralista”, un sector que ya había llegado al parlamento con el progresismo, en tanto Dilma Rousseff colocó a una de sus líderes en su gabinete (Kátia Abreu). Este ejemplo debe alertar a la izquierda, pues distintos actores conservadores y ultraconservadores se aprovechan de los progresismos para enquistarse en esos gobiernos. Paralelamente, el progresismo fue incapaz de promover una real reforma agraria o en transformar la esencia del desarrollo agropecuario brasileño. Recordemos que bajo el primer gobierno de Lula da Silva se difundió la soja transgénica y se multiplicaron los monocultivos y la agroindustria de exportación, y no se apoyó de la misma manera a los pequeños y medianos agricultores. Otras administraciones progresistas, en especial las de Argentina, Ecuador y Uruguay, apostaron al mismo tipo de política agropecuaria. Todos estos son temas sensibles en Colombia, y si bien esquivarlos podría mejorar algunas chances electorales, una real izquierda no tendrá más remedio que abordarlos. El caso brasileño muestra las consecuencias en no explorar alternativas para el mundo rural, insistiendo en el simplismo de apoyar los monocultivos de exportación, sostener al empresariado del campo, y si hay dinero, distribuir asistencias financieras al campesinado. Las izquierdas, en cambio, deben innovar en propuestas por una nueva ruralidad, abordando en serio no solo la tenencia de la tierra, sino los usos que de ella se hacen, el papel de proveedores de alimentos no sólo para el comercio global sino sobre todo para el propio país. Las izquierdas deben, inclusive, dar un salto fundamental como es entender el territorio como espacio de vida y no simplemente como un factor de producción. Radicalizar la democracia La debacle política brasileña también confirma la enorme importancia de una radicalización de la democracia, una de las metas del empuje de izquierda de años atrás y que precisamente el progresismo abandonó. Aquella incluía, por ejemplo, hacer efectiva la participación ciudadana en la política y mejorar la institucionalidad partidaria. Sin embargo, el PT de Brasil concentró cada vez más el poder en el gobierno federal, tuvo un desempeño confuso y hasta perverso: en unos casos volvieron a usar los sobornos a los legisladores (recordemos el primer gobierno de Lula da Silva con el mensalão); persistió el verticalismo partidario (por ejemplo, con Lula eligiendo a su “sucesora”); poco a poco se desmontaron experimentos vigorosos (como los presupuestos participativos); y se usaron las obras públicas en una enorme red de corrupción al servicio de los partidos políticos. El caudillismo partidario se repitió en otros progresismos (como en Ecuador, donde Rafael Correa eligió a su sucesor, o en Argentina donde lo mismo hizo Cristina F. de Kirchner). Es evidente que una renovación de las izquierdas necesita aprender de esa dinámica, y no puede renunciar a democratizar tanto la sociedad como sus propias estructuras y prácticas partidarias. Si no lo hace, solo facilita el surgimiento de oportunistas. Las estructuras políticas de izquierda deben, de una vez por todas, ser dignas representantes de sus bases y no meros trampolines desde los que ascienden figuras individuales, con claros rasgos caudillescos . Otra lección surge de comprender que la obsesión electoralista lleva a prácticas que impiden esa democratización. En efecto, el “miedo a perder la próxima elección” hace que el núcleo gobernante (tanto sus políticos como tecnócratas) se abroquelen, rechacen los reclamos de cambio y apertura, y se inmovilicen. Un temor de ese tipo se evidencia en el progresismo boliviano con su intento de imponer una nueva reelección de dudosa legalidad. Un extremo que en parte se debe a la incapacidad de fortalecer al propio partido político cobijando sucesores y renovaciones, lo cual es otra muestra de debilidad democrática. Un reto aún mayor para las izquierdas, sobre todo luego de las experiencias progresistas, es reconocer el papel político de los pueblos indígenas en una democratización real. Renovación de las izquierdas El triunfo de la extrema derecha en Brasil debe ser denunciado y enfrentado en ese país, como también deben fortalecerse las barreras que impidan otro tanto en los países vecinos. El caso brasileño además muestra que debe analizarse lo realizado por los gobiernos del PT, por sus aspectos positivos, por su duración (recordemos otra vez que ganaron cuatro elecciones), pero también por sus contradicciones. Las alertas sobre la deriva de ese partido y algunos aliados hacia un progresismo que se alejaba de la izquierda fueron desoídas. Cuestionamientos sobre temas fundamentales como los impactos del “nuevo desarrollismo” primarizado fueron no sólo desatendidos, sino que además activamente se combatieron los debates y se marginaron los ensayos que buscaban las alternativas al desarrollo. Persistían problemas como el debilitamiento en la cobertura de derechos, la violencia en el campo y la ciudades, el maltrato de los pueblos indígenas, y todo tipo de impactos ambientales. Pero distintos actores, tanto dentro de esos países como desde el exterior, aplaudían complacientes incapaces de escuchar las voces de alarma con el pretexto perverso de no hacerle el juego a la derecha. A pesar de todo, en Brasil como en el resto del continente, se encuentran múltiples resistencias y alternativas que se construyen cotidianamente, especialmente desde espacios comunitarios. Ellas ofrecen inspiraciones para una recuperación de la izquierda, desde la crítica al desarrollismo, los empeños para abandonar la dependencia extractivista o los esfuerzos para salvaguardar los derechos ciudadanos. Allí están los insumos para una nueva izquierda comprometida con horizontes emancipatorios. Es una izquierda que tiene que ser renovada, para no caer en sus viejas contradicciones, como negar la problemática ambiental, asumir que todo se solucionará con estatizar los recursos naturales o los medios de producción, esconder sus vicios patriarcales o ser indiferente a la multiplicidad cultural expresada por los pueblos indígenas y afro. La renovación de las izquierdas debe asumir la crítica y la autocrítica, cueste lo que cueste, para aprender, desaprender y reaprender de las experiencias recientes. Se mantienen conocidos desafíos y se suman nuevas urgencias. La izquierda latinoamericana debe avanzar en alternativas al desarrollo, debe ser ambientalista en tanto busca una convivencia armónica con la Naturaleza, y feminista para enfrentar el patriarcado, persistir en el compromiso socialista con remontar la inequidad social, y decolonial para superar el racismo, la exclusión y la marginación. Todo esto demanda siempre más democracia. Notas 1. Los reportes están disponibles en www.globalwitness.org 2. Sobre la distinción entre izquierdas y progresismos, ver por ejemplo, La identidad del progresismo, su agotamiento y los relanzamientos de las izquierdas, E. Gudynas, ALAI, 7 octubre 2015, www.alainet.org/es/articulo/172855 3. Sobre algunos balances realizados dentro de Brasil sobre el desempeño del PT, véase entre otros a A. Singer e I. Loureiro (orgs), As contradições do Lulismo. A que ponto chegamos?, Boi Tempo, São Paulo, 2016; también a Francisco de Oliveira, Brasil: umabiografianão autorizada, Boi Tempo, São Paulo, 2018. 4. Véanse por ejemplo los detallados análisis de Lena Lavinas, tales como Thetakeover of social policybyfinancialization. TheBrazilianparadox, PalgraveMcMillan, 2017; y en colaboración con D.L. Gentil, Brasil anos 2000. A política social sob regencia da financierização, Novos Estudos Cebrap, 2018. Autores: Alberto Acosta fue presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador y candidato a la presidencia por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas. Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social en Uruguay. *El texto es parte de una serie de análisis sobre las implicancias de los cambios políticos en Brasil en distintos países, iniciada con publicaciones en el semanario Voces (Uruguay) y el suplemento Ideas de Página Siete (Bolivia). Fuente: www.desdeabajo.info/politica/item/35477-la-extrema-derecha-en-brasil-aprendiendo-y-desaprendiendo-desde-la-izquierda.html Alberto Acosta y Eduardo Gudynas /Red Latina sin fronteras COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1903 – 16.11.2018 _______ 2) URUGUAY CARECE DE PROTECCIÓN ADECUADA ANTE EL MERCURIO Un informe de IPEN y RAP-AL sobre riesgos de la exposición al mercurio analiza situación actual del país y las áreas donde se debe avanzar para lograr una mejor protección Víctor L. Bacchetta / Sudestada, 11.11.2018 IPEN es una red global de personas y organizaciones no gubernamentales dedicadas a promover políticas y controles públicos de la producción, uso y eliminación de sustancias tóxicas con el fin de proteger la salud humana y el ambiente. IPEN se coordina a través de centros regionales en África, Europa, el Cáucaso, América Latina, Oriente Medio, Asia del Sur y Sudeste y Asia Central. A su vez, la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL) reúne a organizaciones e individuos que se oponen al uso indiscriminado de plaguicidas y a los cultivos transgénicos. Fomenta alternativas para el desarrollo de una agricultura, socialmente justa, ecológicamente sustentable y económicamente viable, que permita alcanzar la soberanía alimentaria de los pueblos. Dese el año 2009 RAPAL Uruguay comenzó a analizar la situación del mercurio en el país. El mercurio es un elemento contaminante de alta movilidad que, liberado al ambiente, se transforma en compuestos orgánicos más tóxicos, como el metilmercurio, que se acumula en animales –peces en particular– y el sistema nervioso, hígado y riñones de los seres humanos, dañando incluso el cerebro de los fetos. La industria que utiliza mercurio puede afectar a sus obreros y a poblaciones vecinas. Así se verificó desde la década de 1950 en Estados Unidos y Europa, pero el caso más grave ocurrió en Japón, en la bahía de Minamata, donde miles de pobladores se intoxicaron por ingerir peces y mariscos contaminados con el metal. Una industria local descargó en la bahía entre 1932 y 1968 unas 81 toneladas de mercurio. Culminando un proceso de discusión internacional, en 2013, representantes de 128 países firmaron en Kumamoto, Japón, la Convención de Minamata dirigida a eliminar o reducir los efectos del mercurio y fijaron el año 2025 como fecha tope para cerrar todas las plantas productoras de cloro con mercurio. Uruguay fue impulsor del acuerdo y el segundo en ratificarlo en 2014, con el apoyo de todos los partidos políticos. Uno de los primeros problemas tratados por RAPAL Uruguay fueron las “lámparas de bajo consumo”. Paralelamente, comenzó a analizar las emisiones de mercurio de las plantas de celulosa y, más tarde, incluyó a la principal fuente de contaminación con mercurio existente en el país, la planta de producción de cloro y soda cáustica de Efice, situada en el kilómetro 25 de la ruta 1 (Montevideo-Colonia). El nuevo informe dado a conocer este año por IPEN y RAP-AL es un relevamiento actualizado de la situación del mercurio en Uruguay y de aquellas áreas en las cuales el país deberá esforzarse para, en concordancia con el Convenio de Minamata, eliminar las emisiones de mercurio al ambiente y su contaminación. Víctor L. Bacchetta /Sudestada, periodismo y transparencia COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1903 – 16.11.2018 _______ 3) COSECHA DE MUERTE EN FRANJA DE GAZA Una incursión donde los atacantes son los defensores y los agredidos los victimarios Luis E. Sabini Fernández El papel de los medios de incomunicación de masas 12 nov. 2018 – Información muy entrecortada y fragmentaria lleva a pensar que un equipo de asesinos profesionales de la seguridad israelí ingresó con un vehículo civil a territorio de la Franja de Gaza y que habrían alcanzado su objetivo, por cuanto declaran haber terminado con la vida de un jefe de Hamas. El episodio parece haber cosechado la muerte de ese treintañero y de una media docena más de palestinos, veinteañeros, que suponemos formarían parte de la organización atacada. Y la de un comando israelí. El vehículo israelí fue perseguido por vehículos palestinos, pero lograron concretar su huida cubiertos por drones y material de aviación israelí, que indudablemente apoyaban el operativo en tierra. Ante semejante acontecimiento, redes de defensa palestina descargaron cientos de cohetes sobre el territorio que ocupa Israel, los medios de incomunicación de masas repiten 200. A menudo informan de “misiles”, aunque la imprecisión de los disparos permite inferir que la mayoría siguen siendo cohetes tipo Kassam o similares, de muy menor impacto. El (contra) ataque gazatí abruma a Israel. En Israel se refieren a un muerto en el operativo israelí y otro (no sabemos si el mismo) en territorio israelí. Y leemos en las “noticias del día” (EFE, 12/11 2018): Los palestinos atacan tanto que hasta “ataques de ansiedad” producen. Los israelíes se defienden tanto y tan bien que en cada escaramuza quedan decenas de palestinos muertos y a menudo miles de heridos, en tanto las fuerzas israelíes no reciben ni un rasguño y ocasionalmente, un herido o un muerto. Pero la población israelí no tolera ni siquiera eso, por haberse adueñado de la tierra de otros. Quieren la verdadera paz (de los cementerios) para los que molesten y recuerden. Léase esta info de El confidencial, cotidiano español, (12/11/2018): Una acción puntual, ¿entendió lector? El 12 de noviembre habían hecho una incursión comandos israelíes en la Franja de Gaza. Varios matados, incluido un comando israelí. El 13 de noviembre, nos enteramos por la prensa que el gobierno de Israel acusa a Hamas: “del sufrimiento de civiles inocentes”, refiriéndose, suponemos, a la población israelí que ha recibido la cohetería. Dudamos que el gobierno israelí trate de “inocentes” a civiles palestinos. Porque son palestinos. Luis E. Sabini Fernández COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1903 – 16.11.2018 _______ “Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara.” RADIO VENCEREMOS __________ VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores I. “PENSANDO LA PRIVACIÓN DE LIBERTAD EN ADOLESCENTES” Sábado 17 de noviembre – Ultimo Taller – Casa Bertolt Brecht Luego de 3 años de recorrida por todo el país, llega a la casa Bertolt Brecht el ultimo taller de “Pensando la privación de libertad en adolescentes” El próximo sábado 17 de noviembre nuestro proyecto de Educación Popular «Pensando la privación de libertad en adolescentes” con el objetivo de contribuir en la defensa de los Derechos Humanos, especialmente de los y las adolescentes, a través de la construcción de un discurso contra hegemónico respecto a la privación de libertad. Nos despedimos de este ciclo en nuestra casa la Casa Bertolt Brecht (Andes 1274 esq. San José) De 13 a 18hs. www.facebook.com/events/336590573561386/ __________ II. 5TA. EDICIÓN DEL PHONO – CINEMA UY Del 22 al 25 de Noviembre Phono-Cinema es una muestra internacional de cine y música que desde 2014 expone cine documental musical contemporáneo. La muestra se origina en México y llega a Uruguay desde su primera edición a través de Sadhu Producciones, celebrando este año su quinta edición con 3 títulos increíbles y una hermosa fiesta de cierre. – Jueves 22/11- 21:00 hrs.- Sala Zitarrosa ABALOS Una historia de cinco hermanos Viernes 23/11- 21:00 hrs Sala Zitarrosa Cairo Jazzman / The groove of a Mega City – Sábado 24/11- 21:00 hrs- Sala Zitarrosa El sonido que vemos: Montevideo, Sinfonía de una ciudad. – Domingo 25/11- 20:00 Ánima Espacio Cultural Fiesta de cierre en Ánima Espacio Cultural. Costo entrada: $150 A la venta en boletería de la Sala Zitarrosa y TickAntel. La fiesta de cierre será de entrada libre. www.facebook.com/events/2199061730124174/?event_time_id=2199061750124172 ____________ III. DÍA DE LA MEMORIA DE LA COMUNIDAD AFROURUGUAYA EN TIEMPOS DE TERRORISMO DE ESTADO Lunes 03 diciembre – 9.30 horas En el marco del Día Nacional del Candombe, la cultura AfroUruguaya y la equidad racial, el Instituto de Derechos Humanos organiza este Encuentro denominado “Memoria de la comunidad Afrouruguaya en tiempos de terrorismo de Estado”. Con la participación de ACSUN y Casa de la Cultura Afrouruguaya y Mundo Afro 9.30 horas – APERTURA Ma. Josefina Pla – Presidente de la INDDHH Elizabeth Suárez – Responsable de la Secretaría de Equidad Étnico-racial y poblaciones migrantes Beatriz Ramirez – Responsable de la División Derechos Humanos de la Dirección Nacional de Promoción Sociocultural – MIDES Representante de la Comisión Honoraria contra el Racismo, la Xenofobia y toda otra forma de Discriminación (a confirmar) 10.00 a 11.00 MEMORIA EN CLAVE AFROURUGUAYA Nestor Silva, Mundo Afro Chavela Ramirez, Casa de la Cultura Afrouruguaya Amanda Díaz, ACSUN Prof. Natalia Stalla, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UDELAR. Prof. Dr. Eduardo Álvarez Pedrosian – Laboratorio transdisciplinario de Etnografía Experimental. Facultad de Información y Comunicación, Universidad de la República, Uruguay Coordina: Edgardo Ortuño, Casa de la Cultura Afrouruguaya 11.00 a 12.00 MEMORIAS EN CONSTRUCCIÓN Protagonistas del desalojo del Mediomundo y Ansina Juan José González, fotógrafo que realizó cobertura Testimonio desalojo Ansina Testimonio desalojo Mediomundo Romero Rodriguez, Embajador Itinerante para el continente africano – Ministerio de Relaciones Exteriores Coordina: Mirtha Villa Cierre musical con el Grupo Afrogama . www.facebook.com/events/2011763439115709/ Henry Flores – El Eternauta VEO VEO / COMCOSUR INFORMA Nº 1903 – 16/11/2018 ______________________ COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR – 1994 – 19 de junio – 2018 – 24 años Selección y producción: Henry Flores y Carlos Casares Apoyo técnico: Carlos Dárdano Colaboran: ALEMANIA: Antje Vieth, Carlos Ramos (Berlín) ECUADOR: Kintto Lucas (Quito) HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam) SUIZA: Sergio Ferrari (Berna) URUGUAY: Pablo Alfano, Jorge Marrero, José Rocca, Luis Sabini, Jorge Zabalza. COMCOSUR INFORMA ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación: Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO/URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo económico externo, institucional o personal / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión / Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / Blog: nuevo.comcosur.org/ comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur también en Facebook
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