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CUARTO ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE FEMINISMOS – comcosur mujer 586 – 17.12.2018

COMCOSUR MUJER / AÑO 14 /No. 586 / lunes 17.12.2018 –

Hoy:

1) Cuarto Encuentro Latinoamericano de Feminismos
2) Colombia: Mujeres realizan el primer tribunal a la justicia patriarcal
3) Irlanda: Aprueban despenalización del aborto
4) Uruguay: Documental sobre Victoria Julien
5) Uruguay: Gurisas desaparecidas, pobreza y redes de trata
6) Feministas gitanas con voz propia
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 14 /No. 586– Lunes 17 de diciembre de 2018 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) CUARTO ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE FEMINISMOS

Cientos de feministas se reunieron en el Cuarto Encuentro Latinoamericano de Feminismos

Rita Segato: “Hay que tener cuidado con el ‘linchamiento feminista’ y valorar respuestas feministas ante la impunidad”

Rita Segato, antropóloga argentina, participó en la cuarta edición del Encuentro Latinoamericano de Feminismos (ELLA). Este evento se desarrolló en La Plata, Argentina. En el marco del taller “Seguimos persiguiendo justicia”, Segato disertó, junto con Lucía García Itzigsohn, periodista e integrante de la organización Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, y con Mariana Dopazo, ex hija del genocida Miguel Etchecolatz. Segato comenzó su intervención pidiéndole a Mariana que explicara cómo fue que logró cambiarse el nombre. Contó que no fue fácil, que la Justicia debió aceptar que Etchecolatz es un genocida y tuvo que conceder lo solicitado. Según la antropóloga, “el proceso es más importante que el producto (la sentencia), y a su vez, esta marca el proceso. Si pensamos que el producto es más importante que el proceso estamos mercantilizando a la Justicia. La hemos perseguido como una cosa, pero lo importante es el debate, la discusión política”, aseguró Segato.

Sostuvo que los pensamientos feministas se han vuelto circulares y plagados de lugares comunes. “Los feminismos hemos obtenido alguna fórmula, ciertos clichés y olvidamos repreguntar, elaborar, seguir pensando, continuar con el proceso”, destacó.

Con respecto a la impunidad, dijo que los “dueños más importantes de la vida son los jueces” y que “el espectáculo de la impunidad está siendo exhibido; es un show, como pasa en el caso de Lucía Pérez. La Justicia les dijo a las chicas que estaban en la calle: ‘El mundo tiene dueño, somos los jueces’. Creen que no tienen que dar respuestas a la sociedad”.

La antropóloga se refirió también a la ficcionalidad institucional y se preguntó qué respuesta deben dar las feministas ante la impunidad. Dijo que deben tener mucho cuidado con el “linchamiento feminista”, ya que hay que “dar derecho al proceso” Aseguró que “el movimiento no puede proceder quitándole el justo derecho a alguien al proceso. ¡Ojo con las formas de hacer justicia! No hay clichés ni soluciones fáciles. Hay que reforzar la forma de la mujer de hacer política”, y afirmó que “la única terapia colectiva es la política; nadie puede curarse si no colectiviza, si no ve el daño en el otro también”.

Sobre ELLA

Meses antes del encuentro, se realizaron decenas de preencuentros a lo largo y ancho de todos los países participantes. Allí hubo rondas de información, de debate sobre feminismos y de organización colaborativa.

En las jornadas en La Plata participaron mujeres y feminidades de 21 países de América Latina y el resto del mundo. Estaban convocadas las negras (no utilizan el término “afrodescendiente” porque sostienen la reivindicación de su negritud y consideran que este término es otro concepto político), las indígenas, las personas con discapacidad y en situación de discapacidad, las lesbianas, las villeras, las no binarias, etcétera.

Fueron más de 150 actividades, entre las “grandes ruedas”, las ruedas sobre distintos temas, los “diálogos emergentes”, los talleres, los rituales, las instancias de “ellas cuentan” y “ellas crean”. En esta última se llevaron adelante puestas en escena, exposiciones fotográficas y documentales feministas. Los ejes de las actividades fueron “poder, política y educación”, “economía, territorio y medioambiente”, “sanación, sexualidad, placeres y disidencias”, “cultura y comunicación” y “derechos humanos”.

Entre el 7 y el 10 de noviembre se vivió en un clima de fiesta, de libertad y de entusiasmo. Todas podían estar vestidas como querían, sin sentir vergüenza de sus corporalidades, y podían decir abiertamente lo que pensaban. La sensación era de cuidado y protección. “Se parecía a la sociedad que queremos construir, pero en miniatura”, comentaban.

Hubo mucha literatura feminista a la venta y se presentaron varios libros escritos por mujeres, como Mujeres en revolución, de Celeste Fierro; Martes verde, del colectivo de poetas por el aborto legal en Argentina; La rebelión de las disidencias, de Jean Cisneros, y Putita golosa, por un feminismo del goce, de Luciana Peker, entre otros. También se proyectaron documentales como Mujeres en la mina, de Bolivia; Negra soy, de Honduras; En búsqueda del ser machi, de Chile, y Durazno diverso, de Uruguay, por nombrar algunos. También muchas llevaron sus telas y vendieron artesanías o comida.

Las uruguayas tuvieron una participación activa en varios debates. Hubo una rueda sobre la aprobación de la ley trans en Uruguay a cargo de la activista Josefina González. Patricia González Viñoly, directora de la Asesoría de Género de la Intendencia de Montevideo, contó sobre la gestión pública del gobierno departamental es la rueda “Políticas de género en clave feminista”. Mariana Fossatti, ciberactivista, moderó el debate “Capitalización del feminismo”. Entre otras uruguayas, Ana Do Santos moderó el debate “Arte de negras y villeras”; Janis Altez participó en el debate “Ellas disputan los medios”; Federica Turban moderó la rueda “Violencias enseñadas y aprendidas, la cultura que urge destruir”; Laura Valle Lisboa moderó “La danza, un modo de resistencia”; Leticia Figueroa, María Martínez y Valentina La Blanca moderaron los talleres de “Educación sexual integral” y “Amor feminista”; Victoria Verrastro participó en el debate sobre “Artivismo y comunicación”, y a quien escribe le tocó moderar “Arte y transformación sociopolítica”, con la participación de Gabriela Pintado y de Viviana García.

Un parlamento feminista tuvo lugar. Parlamentarias de toda América Latina asistieron para construir junto con participantes de distintos movimientos sociales una red mixta por los derechos de las mujeres. Estuvieron presentes Isabel Penna, diputada estadual por el Partido Socialismo y Libertad, de Brasil; Jandira Feghali, diputada federal electa por séptima vez en Río de Janeiro por el Partido Comunista de Brasil; Romina del Plá, diputada nacional por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, de Argentina; Mónica Macha, diputada nacional por Unidad Ciudadana, de Argentina; Karina Oliva, presidenta de Poder Popular, de Chile; Sônia Guajajara, coordinadora ejecutiva de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, entre otras.

Un movimiento en el que todas tengan voz

En los cuatro días que duró el encuentro se habló mucho. Procesar una síntesis sería imposible, pero vale destacar algunos puntos clave. El más urgente es construir un movimiento feminista, antipatriarcal y anticapitalista en el que todas se sientan representadas. Un movimiento que tenga voces de mujeres negras, indígenas, trans y con discapacidades, que hablen desde sus lugares y no a través de otras identidades.

Muestra de esto fue la apertura del encuentro. Un micrófono colectivo fue pasando por representantes de todas las identidades y de todos los países. Fue en cierta medida una forma de asumir que, además de la opresión de género, existen otras formas de opresión. El concepto de interseccionalidad llevado a la praxis con un objetivo transformador.

En el acto de apertura estuvo Estela de Carlotto, presidenta de la fundación Abuelas de Plaza de Mayo. “Cuando muestro el bastón digo que lo usamos porque nunca nos arrodillamos”, resume la emotividad del discurso que planteó.

La abuela, de 88 años, llamó a “nunca quedarse en la casa llorando”. Afirmó que “hay que salir”. “A nosotras nos llamaron locas los genocidas, y dijeron: ‘Déjenlas caminar, que son sólo mujeres’. ¡Miren lo que somos hoy las mujeres!”, enfatizó sonriendo con complicidad, mientras cientos de mujeres vitoreaban y cantaban.

El colectivo #Niunamenos también se hizo presente. Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, la adolescente que fue violada y asesinada, fue la voz. También estuvo Marta Ramallo, mamá de Johana Ramallo, joven que fue desaparecida en 2017 por una red de trata en la ciudad de La Plata, con 23 años y una hija de seis. Asimismo, intervino una compañera de Diana Sacayán, dirigente y activista trans asesinada en 2015, cuya muerte representó la primera formalización ante la Justicia por “travesticidio”. Sus compañeras de lucha leyeron un poema en su recuerdo.

Marielle Franco, activista brasileña que vivió de cerca el femicidio político, criticó a la Justicia de su país y reivindicó la lucha que llevan adelante las mujeres negras y periféricas, “en un Brasil que es profundamente racista, machista y patriarcal”. Recordaron a Marielle, quien se ha convertido en un símbolo de la lucha de las mujeres, especialmente de las mujeres negras.

Ivana Huenelaf, mujer mapuche integrante de Feministas del Abya Yala y criminalizada por el Estado argentino, también tuvo su lugar. Lamentó la compleja situación que vive su pueblo: son perseguidos, torturados y ejecutados por la gendarmería con complicidad de las empresas a las que fueron vendidos sus territorios. Reclamó apoyo y visibilización de la lucha indígena en Argentina y en toda América Latina.

Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, tomó la palabra en representación de las trabajadoras sexuales. “No al feminismo blanco y burgués, sí al diverso y con conciencia de clase. Matemos el patriarcado que llevamos dentro de nosotras”, inquirió la sindicalista. Leandrinha Du Art, mujer feminista con discapacidad, también se expresó, tal como lo hizo Manuela D’Ávila, ex candidata a la vicepresidencia de Brasil.

Matar el patriarcado interno

Durante todo el encuentro se llevó adelante un proceso de deconstrucción de los privilegios que tienen incorporados las mujeres. Se rechazó la existencia de un movimiento feminista blanco y de sectores sociales privilegiados, que habla siempre por todas y que excluye deliberadamente a las demás. Mujeres negras e indígenas plantearon que aun hoy, a casi 50 años de que Angela Davis pusiera sobre la mesa el concepto de interseccionalidad, se sienten excluidas y marginadas del movimiento feminista.

Fue el planteo común de diversas actividades, tales como “¿Feminismo indígena y que?”, “Epistemicidio: el asesinato de nuestro conocimiento”, “¿Quién habla? ¿Pueden otras mujeres hablar por nosotres?”, “Mujeres negras encarceladas”, “Feminismos populares desde el margen”, “La soledad de la mujer negra” y “Negras, trans, travestis, lesbianas, villeras: feminismo del fin del mundo”.

En uno de los talleres, llamado “Mujeres negras e indígenas”, la weichafe mapuche Moira Millán, fundadora de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, otra mujer indígena criminalizada por el Estado argentino, dijo que el movimiento feminista de ese país, al igual que el de todo América Latina, sigue reproduciendo el racismo.

Contó que las mujeres indígenas no son convocadas a las actividades y que muchas veces cuando las convocan no las dejan hacer uso de la palabra. Destacó, con dolor, que “cuando asesinan mujeres indígenas, las torturan o las quieren llevar presas el movimiento feminista no sale a manifestarse por ningún medio”. También contó que para armar la ley de interrupción voluntaria del embarazo en Argentina convocaron a cientos de organizaciones, pero no a las mujeres indígenas, ni contemplaron su concepción sobre el aborto.

Una mujer universitaria presente dijo que los centros educativos son los principales responsables de la reproducción del racismo. “La historia de los y las negras se aborda solamente una vez en la Licenciatura en Historia, por ejemplo, cuando damos esclavismo. Y la historia de los pueblos originarios de América se aborda con el rótulo ‘prehistoria’, como si no formaran parte del presente”. “Reproducimos sistemáticamente una educación europeizada y colonial”, concluyó.

Fueron muchas las voces disidentes que expresaron que las mujeres no son todas iguales. Existen privilegios y formas de opresión entre las mujeres y el feminismo no debe admitir dejar feminidades afuera por prejuicios adquiridos del sistema patriarcal y capitalista. Las mujeres expusieron sobre algo que quizás no sea visible a simple vista: que el machismo, el racismo y los privilegios también están presentes entre las mujeres, y que “para lograr un cambio real urge destruirlo”.

La Diaria / COMCOSUR MUJER Nº 586 – 17.12.2018
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2) COLOMBIA: MUJERES REALIZAN EL PRIMER TRIBUNAL A LA JUSTICIA PATRIARCAL

El crecimiento en los indices de impunidad en casos de violencia contra las mujeres y su relación con el modelo de justicia colombiano, motivaron la realización del primer Tribunal a la justicia patriarcal. Un espacio articulado por varias organizaciones de mujeres desde los territorios y la capital, unidas por la búsqueda de una justicia feminista y la construcción de rutas de acción conjunta frente al tema como una medida urgente.

El encuentro que tuvo lugar el pasado 10 de diciembre, contó con la participación de las congresistas Aida Abella, María José Pizarro y Alberto Castilla, y la intervención de mujeres provenientes de Arauca, Bucaramanga, Medellín y Barranquilla, quienes realizaron distintas denuncias instituciones del estado que con dilaciones, omisiones o negligencia no garantizan su vida e integridad.

Angélica Beltrán, coordinadora nacional de la Confluencia de mujeres para la acción pública y una de las gestoras del espacio, recordó que el 96% de casos de violencias contra ellas quedan en la impunidad, una realidad que tampoco es completa porque muchos no se denuncian o como ocurre en jurisdicciones indígenas, no son recogidas por el modelo de justicia colombiana.

“Nosotras caracterizamos esta justicia con tres apellidos: la primera es que es una justicia patriarcal, la segunda que es una justicia capitalista y que es una justicia colonial” denominaciones que Beltrán explica se encuentran en casos muy concretos: es patriarcal porque en muchas ocasiones está más al servicio de los hombres que de la misma justicia en realidad; es capitalista porque es elitista cuando hay hombres o mujeres de clase enriquecida que violentan los derechos de la clase popular da fallos a favor de esas personas; y es colonial cuando existe una agresión sobre las mujeres en sus cuerpos y territorios.

Las promotoras de la iniciativa, sustentan su propuesta en la necesidad de construir una justicia feminista, que aclara no es sinónimo de justicia sólo para las mujeres sino que esté basada en la igualdad social de todos los seres incluyendo la naturaleza, así como las diversidades sexuales y de género. Una justicia que funcione teniendo en cuenta que debe estar al servicio de una vida digna para las mujeres.

Más allá de incrementar el castigo se requiere una transformación cultural

Para Beltrán, existe un asunto relacionado con el modelo punitivo de la justicia colombiana, que es estructural y no permite avanzar en la justicia feminista, porque está basado en un principio de venganza “para nosotras la respuesta no es darle más cárcel a los agresores, que es el enfoque que esta teniendo el gobierno del actual presidente Duque, la respuesta para encontrar un vida libre de violencia contra las mujeres esta en poder generar una cultura de la no violencia, basada en la libertad y que acepte las diversidades”.

Adicionalmente, la activista asegura que la justicia debe ser pedagógica, donde existan otro tipo de sanciones, conversaciones y reflexiones que ayuden a cerrar los ciclos de agresión propios del modelo punitivo, agregando que no se trata solo de focalizarse en el agresor sino también en los funcionarios y funcionarias de la rama que, en muchas ocasiones, no tienen la formación y sensibilización suficiente frente al tema, lo que termina revictimizando a las mujeres.

“No sólo estamos reclamándole al estado que reconsidere su modelo, estamos también en la práctica construyendo otros tipos de justicia y eso lo podemos ver con las acciones públicas que estamos realizando los movimientos de mujeres basadas en la sanción social, y las redes de apoyo entre mujeres” puntualiza Beltrán. (Le puede interesar: En Colombia no hay avances para detener la violencia contra las mujeres)

La unidad entre mujeres, una forma de empoderamiento

Una de las claves que identifican las impulsoras de la propuesta, radica en el empoderamiento colectivo, asegurando que al estar bajo una situación de violencia las mujeres pueden hacer es buscar el acompañamiento de otras mujeres, organizaciones de mujeres y feministas, de diversidades sexuales, entre otras.

“Cuando estamos solas nos ganan otro tipo de estructuras e ideas, la idea que fue nuestra culpa, que es normal, que nos estamos inventando cosas, cuando llegamos a volverlo público, es decir hablar con otras dos amigas y ver que es un problema que nos esta pasando a varias, así podemos emprender rutas de acción” asegura Beltrán.

Rutas entre las que se encuentran la ley 1257 de 2008 y la ley Rosa Elvira Cely, que es importante conocer a través del estudio individual pero también de los escenarios de capacitación que ofrecen diferentes organizaciones y espacios de la institucionalidad, frente a los cuales deben visibilizarse las barreras de acceso para poder superarlas.

Contagio Radio /

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3) IRLANDA: APRUEBAN DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO

El Parlamento irlandés aprobó el proyecto de ley que legaliza el aborto, siete meses después de un referéndum histórico durante el cual los irlandeses se pronunciaron contra la prohibición constitucional de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). El parlamento había empezado a examinar el texto en octubre.

Prevé autorizar la IVE sin condiciones hasta las 12 semanas o en los casos de “riesgo para la vida” o de “grave peligro para la salud” de la mujer embarazada. También permite el aborto en caso de anomalía del feto que podría llevar a su muerte ‘in utero’.
El primer ministro Leo Varadkar celebró un “momento histórico para las mujeres irlandesas”, en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter. El 25 de mayo, el 66 por ciento de los irlandeses votaron por referéndum por la liberalización del aborto, un nuevo sismo cultural en este país de 4,7 millones de habitantes de tradición fuertemente católica, tres años después de la legalización del matrimonio homosexual.

Página 12 / COMCOSUR MUJER Nº 586 – 17.12.2018
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4) URUGUAY: DOCUMENTAL SOBRE VICTORIA JULIEN

“Me temblaban las piernas”, dijo Victoria Julien antes de entrar a la sede de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh). La última vez que había estado en ese edificio fue en octubre de 1976, cuando ella y su hermano Anatole eran bebés y ese inmueble alojaba la sede del Servicio de Información de Defensa, centro de detención y torturas durante la última dictadura cívico militar.

Anatole y Victoria son hijos de Roger Julien y Victoria Grisonas, detenidos uruguayos desaparecidos en Argentina en setiembre de 1976. Aparecieron en 1977 abandonados en una plaza de Valparaíso, Chile.

Victoria estuvo esta semana en Montevideo con motivo de la filmación de un documental sobre su caso y dijo a Informe nacional que aunque hubo momentos duros se sintió acompañada durante la visita.

Victoria expresó que siempre va a continuar con la búsqueda de sus padres y que espera recibir justicia como cualquier otro ciudadano.

Escuchar audio: radiouruguay.uy/me-temblaban-las-piernas-dijo-victoria-julien-antes-de-entrar-a-la-sede-del-inddhh/

COMCOSUR MUJER Nº 586 – 17.12.2018
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5) URUGUAY: GURISAS DESAPARECIDAS, POBREZA Y REDES DE TRATA*
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Luisa Paulini

“están en algún sitio / nube o tumba/ están en algún sitio / estoy seguro” M. Benedetti

Hoy hice la cuenta de las gurisas desaparecidas (1). Según la página de personas ausentes del Ministerio del Interior (2) no hay ninguna ausencia en 2018, y tan solo tres jóvenes mujeres desaparecieron en 2017. Sin embargo, contando las publicaciones de las propias familias y aquellas que figuran en grupos de personas desaparecidas, obtengo un total de once chicas, de las cuales tres desaparecieron en enero de este año. Las edades van desde los 11 a los 30, pero la enorme mayoría se ubica entre los 15 y los 17. Desconsideré a aquellas que desaparecieron y días después fueron halladas, así como también a las que aparecieron sin vida tras un feminicidio o alguna situación poco clara (como el “suicidio” de Virginia Telis).

Hay una historia, entre tantas, que quedó irresuelta, -al menos frente a la opinión pública- y que en algún punto se conecta con las anteriores: la de una chiquilina de 14 años que apareció atada de pies y manos en la escalera de un puente en Sauce. La noticia salió en los medios, al día siguiente informaron que estaba internada en el Pereira Rossell en estado de shock y el resto fue silencio. ¿A qué voy con todo esto? Por un lado, a que es muy probable que mi cálculo sea erróneo, y en realidad, las desapariciones superen ampliamente este conteo. Por otro, y creo que es lo fundamental, a que están desapareciendo gurisas.

El ministro del Tribunal de Apelaciones en lo Penal, Luis Charles, clasificó las recientes desapariciones en tres tipos: las voluntarias, las vinculadas a problemas de salud mental y las que son producto de promesas y engaño, seguidas de coacción y violencia (3). En este último punto alude, sin lugar a dudas, a los casos de trata, sin especificar los fines (explotación sexual o laboral).

Volviendo atrás en el tiempo, conecto estos datos con una situación que presencié en el Cerrito de la Victoria en 2016. Entrando a una papelería escucho la conversación de la vendedora con una vecina que entre llantos le contaba que el día anterior habían drogado a su hija en la parada del ómnibus, y cómo la adolescente había logrado regresar a su casa y llamarla por teléfono antes de quedar completamente inconsciente. Además, se quejaba de que la policía, que había estado allí luego de lo ocurrido, le había pedido que guardara silencio sobre el tema para no generar alarma pública, pero al mismo tiempo le comunicaban que estaban investigando a una red de trata de mujeres que operaba en el barrio. La señora insistía en que esto tenía que saberse para que no le sucediera a otras chiquilinas. Y evidentemente, tenía razón. Esto ocurría mientras en la televisión y la radio salían expertos de todo tipo a desacreditar a una chica que días atrás había denunciado un caso similar en un ómnibus de Cutcsa.

Hay algo que llama la atención, que se relaciona con este hecho, y es que son pocas las familias de desaparecidas que salen públicamente a contar su historia y exigir justicia, me pregunto si la policía les recomendará también mantener silencio, o si estarán bajo amenaza. Por otro lado, pienso: ¿quién puede asegurarnos que haya sido desarticulada esta red, si ni siquiera se informó a la población de su existencia?, ¿cuántas chicas como ella no habrán podido huir a tiempo y cayeron en manos de las mafias?, ¿qué hay detrás del silencio y el ocultamiento de los funcionarios policiales?, ¿cómo es posible desarrollar desde el Estado estrategias de prevención y combate, cuando se niega el problema?, ¿cuántas desaparecidas hoy en Uruguay son víctimas de trata?.

Eso acá no pasa…

Raramente el tema de la trata con fines de explotación sexual se presenta como objeto de debate público, lo que contribuye a alimentar la falsa sensación de que no es una problemática que nos afecte directamente, sino más bien algo lejano, que ocurre en otras latitudes. Según afirma Andrea Tuana, directora de la organización El Paso e integrante de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, Uruguay es un país de origen, tránsito y destino de la trata de personas (4).

En el caso de las menores de edad, lo más recurrente, explica, es que las redes operen a nivel nacional, trasladándolas a diferentes departamentos dentro de las fronteras, lo que no significa que no existan casos en que sean llevadas al exterior. Uno de los mecanismos de captación más recurrentes, aunque no sea el único, es el enamoramiento; generalmente se trata de un hombre adulto que supera a la adolescente en 15 o 20 años, y que aprovecha la situación de vulnerabilidad en que esta se encuentra (pobreza, adicción, problemas familiares, violencia doméstica) para introducirla al circuito de explotación, a través de promesas de cariño y de un futuro mejor (5).

La trata con fines de explotación sexual constituye una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, – junto al feminicidio -, en la que estas son convertidas en objeto de intercambio comercial entre hombres. La mujer, o adolescente, arrancada de su condición de sujeto, pasa a ser concebida como una mercancía, valorada en la medida en que se torna redituable para el proxeneta, y logra satisfacer la demanda sexual del prostituyente (el que paga por sexo). Es así como los deseos, las voluntades, y los sentires de la mujer explotada quedan completamente anulados. Esta supresión de la persona se produce a través de amenazas, violencia física y psicológica, y el constante atropello que se ejerce sobre su cuerpo día a día, a través de las reiteradas relaciones sexuales no consensuadas (y por lo tanto, abusivas).

Ejemplo de esta situación, representa el siguiente testimonio, de una uruguaya que con tan solo 15 años viajó a Italia, engañada por una oferta de trabajo de niñera:

[…] al llegar fue horrible, porque no entendía nada, me cortaron todo tipo de comunicación, me hicieron una tinta en el pelo, me pusieron tacos y me vistieron como una puta, yo no entendía nada. Hasta que bueno, pasó. […] me tuvieron encerrada un mes al oscuro, en una pieza chica, venían una vez por día a darme de comer, me drogaban. Me violaron y golpearon reiteradas veces. Me dijeron que mi vida podía cambiar y que podía ganar dinero y me sacarían del cuarto solo si yo aceptaba prostituirme. Era lo mismo que me hacían solo que ganaría dinero. Bueno, ta, ya sabes, me comencé a prostituir, a drogarme. Un día logré escapar del control al que me tenían sujeta. Fui a la policía y me “repatriaron” (6).

La escena que describe se enmarca en lo que los tratantes denominan “el ablande”, momento posterior a la captación o el secuestro, en que las víctimas son sometidas a todo tipo de torturas y obligadas a consumir sustancias psicoactivas, como forma de doblegar su voluntad y capacidad de resistencia, para luego ser prostituidas.

En efecto, hay una cantidad de actores involucrados que hacen posible el traslado y la explotación, sin los cuales dicha actividad no podría efectuarse. Las redes mafiosas, como bien demostró la investigación de María Urruzola (7) se articulan con agencias de viajes, inmobiliarias, funcionarios públicos, policías, abogados, jueces, políticos, dueños de hoteles, bares, portales de internet, entre otros; además de que suelen estar asociadas, cuando no directamente implicadas, con el narcotráfico. Se trata de uno de los negocios ilegales que más cantidad de dinero mueve en el mundo, por lo tanto, los intereses y las conveniencias son múltiples.

En el Encuentro de Mujeres del Uruguay (EMU), que ocurrió en octubre de 2017, una madre, venida desde Argentina, participó de la ronda “Explotación sexual/trabajo sexual”, y denunció lo que había ocurrido con su hija. Valery era uruguaya, había crecido en Buenos Aires y vivía con su padre en Maldonado, allí conoció a un hombre con el que comenzó una relación de pareja, el mismo que terminaría siendo su proxeneta. Su madre contaba que varias veces ella quiso escapar de la situación en que se encontraba, le decía por teléfono que no aguantaba más, que no le daba el cuerpo, sin embargo, no podía volver a la Argentina porque le habían quitado sus documentos. Cuando en 2014, con 30 años, decidió escaparse a la casa de un familiar que vivía dentro de Uruguay, la mataron. Valery Medina apareció muerta con una puñalada en el corazón cerca de la Sociedad Nativista El Ceibo, en camino Aparicio Saravia. Hasta el día de hoy no hay ningún procesado por su asesinato.

Esto demuestra la ineficiencia de la justicia, al mismo tiempo que revela el poder que tienen las redes de trata y explotación sexual para incidir en los procesos judiciales. Por otro lado, Punta del Este se presenta como un polo fundamental del turismo sexual, a través del cual ingresan importantes divisas a nuestro país. Poco tiempo atrás se descubrió una ruta de trata de adolescentes que eran traídas desde el norte argentino para ser explotadas sexualmente en el balneario, la misma que servía para trasladar mujeres adultas, con iguales fines (8). No sorprende, siguiendo esta línea de razonamiento, que sean casi nulos los procesamientos que se produjeron por esta causal en los últimos años, sin contar, que no ha habido ninguna condena a funcionarios públicos cómplices del delito (9). La falta de estadísticas precisas acerca del fenómeno, el hecho de que ninguna campaña apunte a disminuir o desincentivar el consumo de sexo pago, así como los insuficientes programas de atención a las víctimas, indica sino la connivencia del Estado, al menos un marcado desinterés en combatir efectivamente este flagelo.

La cultura de la deshumanización de las mujeres

Uno de los cimientos sobre los que se sostiene la trata de mujeres es el alto grado de cosificación del cuerpo femenino en la sociedad contemporánea. Si bien es cierto que desde tiempos pretéritos, la sexualidad y reproducción de las mujeres han sido terrenos privilegiados para ejercer el control y el poder masculino (principalmente de los varones de la clase dominante), en la actualidad, con el capitalismo global, las formas de mercantilización de la vida se han multiplicado y algunas de ellas se han tornado poco nítidas.

Nos acostumbramos al uso, por parte de las empresas publicitarias, de cuerpos femeninos semidesnudos –alineados al canon de belleza occidental-, para promocionar cualquier tipo de productos, de modo a que las fronteras entre objeto y sujeto se desdibujan y tanto la cosa como la mujer pasan a ser pasibles de operaciones de compra-venta.

La misma idea es vehiculada por la pornografía, en que la complejidad de la relación sexual entre dos personas (o más) se ve reducida a una serie de actos genitales estandarizados, que enfatizan el rol de sumisión de la mujer, frente al papel dominador del hombre, y construye determinadas pautas sexuales que inciden en los modos de relacionamiento entre los géneros. El cuerpo femenino se presenta segmentado (senos, ano, vagina, boca) y desmembrado de la mente que lo acompaña; convirtiéndolo así en objeto (que no piensa, no desea y no interpela la acción del otro) a disposición del deseo (y el morbo) del observador.

Algo similar ocurre en la prostitución. El prostituyente (llamado cliente por la lógica de mercado) considera que tiene derecho a obtener sexo a cambio de dinero, y que debe haber mujeres disponibles para ello. Este, no concibe a esa otra como una igual, sino que se vincula con ella de modo jerárquico, es él quien tiene el deseo sexual a satisfacer y el dinero, por lo tanto, quien establece las condiciones, y ella la que tiene la necesidad. En cualquier caso, los motivos por los que esa mujer se encuentre allí (adicción, pobreza, trata) poco importan, porque la humanidad de la mujer prostituida no está en juego, ya que precisamente es de su humanidad que se la ha despojado.

De esta forma, la industria del sexo se refuerza y renueva infatigablemente, utilizando los mecanismos que tiene a su disposición –medios de comunicación, asociaciones de “trabajadoras sexuales” integradas por proxenetas, organismos internacionales, el aval de los Estados- para hacernos creer que lo que ha oprimido históricamente a las mujeres constituye hoy una forma de liberación sexual. Al mismo tiempo que tranquiliza a los hombres que pagan por sexo, y recluta jóvenes mujeres, con el argumento neoliberal de que quienes están allí lo eligen libremente, de que es un trabajo como cualquier otro y que incluso puede ser más provechoso, eliminando de la ecuación la pobreza, la violencia, la desigualdad estructural y el machismo acérrimo que sostiene estas instituciones.

En este marco, la trata con fines de explotación sexual no es sino un eslabón más de dicha industria. No existe trata sin prostitución, una posibilita la existencia de la otra, y los fines son los mismos. En las periferias de Montevideo, así como a las afueras de la ciudad, conviven en prostíbulos, whiskerías, bares, apartamentos privados, legalidad e ilegalidad, mujeres adultas y menores, aquellas que el Estado habilita como “trabajadoras sexuales” y las que llegaron allí por engaños, palizas, drogas. El que paga no diferencia, elige –como se escoge un producto en un supermercado- a la que considera más atractiva, más dócil, o más niña…(en este último aspecto la pornografía juega un rol fundamental). El proxeneta tampoco, saca rédito de una y de otra. Apuesta al lucro, pero al mismo tiempo se asegura la permanencia de su negocio. Los pilares sobre los que se sostiene dicha actividad no varían, la masculinidad hegemónica actuando en el capitalismo voraz sostiene la esclavitud (legal e ilegal) de mujeres y niñas.

Las desapariciones como hechos políticos

Además de ser mujeres, lo que vincula a la mayoría de las gurisas desaparecidas es la pobreza. En el caso de los tratantes, cuanto mayor es el grado de vulnerabilidad de la víctima, mayor la impunidad con la que gozan. Cuando las desapariciones culminan en feminicidio, se aplica la misma lógica, a mayor pobreza, menor acceso a la justicia, y por lo tanto, mayor impunidad para el asesino. De no ser así, no se explicarían la cantidad de casos sin resolver, que quedan archivados durante años.

Sucede, además, que cuando las familias denuncian en la comisaría una desaparición, sufren el destrato y la estigmatización de los funcionarios policiales, que lejos de actuar de acuerdo a la normativa, prefieren hacerlo basados en prejuicios de índole machista, racista y de clase. No es raro que ellos mismos se encarguen de afirmar el mito de que “hay que esperar 24 hs para denunciar”, o que sugieran que la chica se fue voluntariamente con un novio.

Otro aspecto, igualmente grave, es que no se le brinda información a las familias sobre cómo debe proceder la justicia, a qué instancias recurrir para acompañar el caso, cómo acceder al expediente judicial, de qué forma obtener asesoramiento jurídico. Esto suele provocar desorientación y desánimo, y años de espera sin respuesta alguna.

Nancy Baladán, la madre de Milagros Cuello Baladán, adolescente desaparecida en Pando desde el 3 de diciembre de 2016, ha vivido en carne propia esta forma de violencia del Estado. Hace más de un año que Mili falta de su hogar, y al día de hoy no ha tenido acceso al expediente (las traba en el juzgado han sido innumerables), lo que significa, que como denunciante desconoce cuál es el curso que ha seguido la investigación para encontrar a su hija. A esto hay que sumarle las reiteradas amenazas sufridas, por vía telefónica y personalmente, mientras recorría el barrio buscándola, sin recibir ningún tipo de protección.

Frente a esta cadena de injusticias, en lugar del silencio Nancy optó por la movilización social, organizando cortes de ruta y concentraciones, tanto en Pando como en Montevideo, reclamando por la aparición de Mili. De este modo, el tema comenzó a aparecer en los medios de comunicación, y otras familias de desaparecidas se acercaron y se animaron a compartir su historia. Dejó de ser un caso aislado, y se convirtió en un hecho político, en su dimensión de clase y de género. Esto ocurrió gracias a los esfuerzos de Nancy y su voluntad por no resignarse, y la acción colectiva de vecinos, vecinas, y compañeras feministas que se organizaron para decir “ni una desaparecida más”.

La calle parece ser el mejor lugar para denunciar las desapariciones y las redes de trata. Mientras las voces de las mujeres gritan “¿Dónde está Mili?”, “¿Dónde está Alison?”, “¿Dónde está Mayte?”, me pregunto: ¿dónde estarán los otros movimientos sociales? No creo que sea posible avanzar en justicia, en materia de desapariciones, si no se produce una articulación entre el movimiento feminista y sindicatos, gremios estudiantiles, organizaciones barriales, de derechos humanos, ecologistas, de la disidencia sexual. Y para ello, es cabal, que exista una comprensión de cómo el capitalismo y el patriarcado se entrelazan sobre el cuerpo de las mujeres, niñas y adolescentes pobres.

La lucha por una vida digna para todos y todas debe apuntar a que las mujeres dejen de ser las más pobres entre los pobres, las que sostienen las familias, las que se ven obligadas a depender de un varón, o de un miserable plan del Estado, para sobrevivir, a las que se les ofrece como “salida” a la pobreza el trabajo doméstico o la prostitución. Debe incluir también la pelea por el acceso a una educación de calidad, que informe a adolescentes y niños sobre el consentimiento, de forma que la masculinidad deje de reafirmarse en la dominación de las mujeres; la batalla por trabajos no precarizados, que no reproduzcan los roles de género y posibiliten ciertos grados de autonomía; el reclamo por el desmantelamiento de las redes de trata, la abolición de la prostitución y de todas las formas de sometimiento sexual. Para construir una sociedad sin explotación ni opresión de ningún tipo.

* Artículo publicado en el número 19 de Hemisferio Izquierdo: 8M- Revueltas feministas

Notas:

1- Este conteo fue realizado a mediados de febrero del 2018.

2- www.minterior.gub.uy/index.php/component/content/article/2-uncategorised/1986-personas-ausentes

3- ladiaria.com.uy/articulo/2017/8/en-lo-que-va-de-2017-desaparecieron-285-personas-en-uruguay-y-hubo-98-procesamientos-por-explotacion-sexual-de-ninos/

4- www.youtube.com/watch?v=ZOIJCW8GcwQ

5- www.youtube.com/watch?v=ZOIJCW8GcwQ

6- Guerra, P. (2014) Trata de personas con fines de explotación sexual. Opiniones y vivencias de mujeres en situación prostitucional del Uruguay. Serie Documentos de Trabajo, N°11. Recuperado de: publicaciones.fder.edu.uy/index.php/sdt/article/view/16/11

7- Urruzola, María (2001). El huevo de la serpiente. Tráfico de mujeres Montevideo –Milán, Montevideo, Ediciones del caballo perdido.

8- González D., Tuana A. (2006) Invisibles y silenciadas. Aportes y reflexiones sobre la trata de personas con fines de explotación sexual comercial en Uruguay, OIM, Avina, Ministerio de Educación y Cultura.

9- uy.usembassy.gov/es/informe-sobre-trata-de-personas-2017-segmento-de-uruguay/

COMCOSUR MUJER Nº 586 – 17.12.2018
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6) FEMINISTAS GITANAS CON VOZ PROPIA

Tamara Clavería es graduada en Integración Social y Vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi – Amuge. Llleva más de 20 años trabajando en el movimiento asociativo en defensa de los derechos del pueblo gitano, pero sobre todo de las mujeres de esta raza.

Son conscientes del gran trabajo que todavía tiene que realizar pero no pierden el horizonte con cinco áreas en las que se tratan temas como la educación, la igualdad, la juventud, la inserción laboral y la salud.

Tamara nos explica cómo se esfuerzan en conseguir mejorar la calidad de vida de la comunidad gitana desde el punto de vista femenino sin perder su cultura y costumbres. Los hombres también tienen que ser partícipes de esta evolución y nos confiesa que cada vez son más los hombres que se interesan por los talleres que se organizan en Amuge.

El idioma y la música son parte de la cultura gitana, tal y como lo demuestra el sonido del coró Gure Golé de la Asociación. Una actividad lúdica con la que ya han publicado un disco y están preparando el segundo trabajo.

Escuchar audio: www.eitb.eus/es/radio/radio-euskadi/programas/vivirparaver/detalle/6038694/feministas-gitanas-voz-propia/

COMCOSUR MUJER Nº 586 – 17.12.2018

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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde”
Luis Pérez Aguirre
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